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LIBERABIT 45 PROMOCIÓN DE SALUD: UNA PROPUESTA DESDE LA PSICOLOGÍA POSITIVA Dr Héctor Lamas Rojas* RESUMEN Se discute la postura sustentada en el modelo del déficit en la comprensión de la conducta humana y cuan relevante es una psi- cología orientada a la construcción teórica y la investigación hacia las potencialidades humanas y sus aplicaciones en la promo- ción de la salud dirigida a la identificación y desarrollo de fortalezas humanas, en la perspectiva de la formación de una socie- dad eficaz y saludable. Palabras clave: psicología positiva, personalidad resistente, estrés postraumático, resiliencia, promoción de la salud. ASTRACT The position support on the model of deficit of human behavior understanding is discussed and also how outstanding is a psychology oriented to the theoretical construction and the investigation towards the human possibilities and their applications on health's promotion directed to the identification and development of human strengths in the perspective of the construction of an affective and healthy society. Key words: Positive psychology, strong personality, posttraumatic stress, resilience, health promotion. INTRODUCCIÓN: Más allá de los modelos patogénicos de salud que son asumidos por la mayoría de los expertos , que focali- zan su atención en las debilidades del ser humano y conciben al sujeto que sufre una experiencia traumá- tica como una víctima que potencialmente desarro- llará una patología y asumir una visión pesimista de la naturaleza humana; existen otras formas de entender y conceptualizar el trauma que, desde modelos más salutogénicos, entienden al individuo como un suje- to activo y fuerte, con una capacidad natural de resis- tir y rehacerse a pesar de la vivencia de adversidades. Una concepción que puede enmarcarse dentro de una rama de la psicología de reciente aparición, la psi- cología positiva, centrada en estudiar y comprender los procesos y mecanismos que subyacen a las forta- lezas y virtudes del ser humano. Desde la psicología positiva se recuerda que el ser humano tiene una remarcable capacidad de adaptar- se, de encontrar sentido y de crecimiento personal ante las experiencias traumáticas más terribles, capa- cidad que ha sido ignorada e inexplicada por la psico- logía durante muchos años (Park, 1998; Gillham y Seligman, 1999; Davidson, 2002). Así, distintos auto- res proponen reconceptualizar la experiencia traumá- tica desde un modelo salutogénico que, basado en métodos positivos de prevención, tenga en conside- ración la habilidad natural de los individuos de afron- tar, resistir e incluso aprender y crecer en las situacio- nes más adversas (Calhoun y Tedeschi, 1999; Paton et al., 2000; Stuhlmiller y Dunning, 2000; Gist y Woodall, 2000; Bartone, 2000; Manciaux, 2000; Pérez-Sales y Vázquez, 2003). La reacción de un sujeto que se enfrenta a una expe- riencia traumática puede adoptar diferentes formas: -Trastorno: La psicología tradicional se ha centrado en este aspecto de la respuesta humana, asumiendo que potencialmente toda persona expuesta a una situación traumática puede desarrollar un TEPT u otras patologías (Mitchell, 1992; Paton et al., 2000) y elaborando estrategias de intervención temprana des-

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PROMOCIÓN DE SALUD: UNA PROPUESTADESDE LA PSICOLOGÍA POSITIVA

Dr Héctor Lamas Rojas*

RESUMENSe discute la postura sustentada en el modelo del déficit en la comprensión de la conducta humana y cuan relevante es una psi-cología orientada a la construcción teórica y la investigación hacia las potencialidades humanas y sus aplicaciones en la promo-ción de la salud dirigida a la identificación y desarrollo de fortalezas humanas, en la perspectiva de la formación de una socie-dad eficaz y saludable.Palabras clave: psicología positiva, personalidad resistente, estrés postraumático, resiliencia, promoción de la salud.

ASTRACTThe position support on the model of deficit of human behavior understanding is discussed and also how outstanding is apsychology oriented to the theoretical construction and the investigation towards the human possibilities and their applicationson health's promotion directed to the identification and development of human strengths in the perspective of the constructionof an affective and healthy society.Key words: Positive psychology, strong personality, posttraumatic stress, resilience, health promotion.

INTRODUCCIÓN:Más allá de los modelos patogénicos de salud que sonasumidos por la mayoría de los expertos , que focali-zan su atención en las debilidades del ser humano yconciben al sujeto que sufre una experiencia traumá-tica como una víctima que potencialmente desarro-llará una patología y asumir una visión pesimista de lanaturaleza humana; existen otras formas de entendery conceptualizar el trauma que, desde modelos mássalutogénicos, entienden al individuo como un suje-to activo y fuerte, con una capacidad natural de resis-tir y rehacerse a pesar de la vivencia de adversidades.Una concepción que puede enmarcarse dentro deuna rama de la psicología de reciente aparición, la psi-cología positiva, centrada en estudiar y comprenderlos procesos y mecanismos que subyacen a las forta-lezas y virtudes del ser humano.

Desde la psicología positiva se recuerda que el serhumano tiene una remarcable capacidad de adaptar-se, de encontrar sentido y de crecimiento personalante las experiencias traumáticas más terribles, capa-

cidad que ha sido ignorada e inexplicada por la psico-logía durante muchos años (Park, 1998; Gillham ySeligman, 1999; Davidson, 2002). Así, distintos auto-res proponen reconceptualizar la experiencia traumá-tica desde un modelo salutogénico que, basado enmétodos positivos de prevención, tenga en conside-ración la habilidad natural de los individuos de afron-tar, resistir e incluso aprender y crecer en las situacio-nes más adversas (Calhoun y Tedeschi, 1999; Patonet al., 2000; Stuhlmiller y Dunning, 2000; Gist yWoodall, 2000; Bartone, 2000; Manciaux, 2000;Pérez-Sales y Vázquez, 2003).

La reacción de un sujeto que se enfrenta a una expe-riencia traumática puede adoptar diferentes formas:

-Trastorno: La psicología tradicional se ha centradoen este aspecto de la respuesta humana, asumiendoque potencialmente toda persona expuesta a unasituación traumática puede desarrollar un TEPT uotras patologías (Mitchell, 1992; Paton et al., 2000) yelaborando estrategias de intervención temprana des-

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tinadas a todos los sujetos afectados por un suceso deesta índole. Sin embargo, el porcentaje de sujetosexpuestos a sucesos traumáticos que desarrollanpatologías posteriores es mínimo. Además, no hayque olvidar que del porcentaje de sujetos que en losprimeros meses pueden ser diagnosticados con algu-na patología la mayoría se van recuperando de formanatural y en un breve espacio de tiempo recuperan elnivel normal de funcionalidad. De forma que el por-centaje de personas que desarrollan un trastornoduradero o crónico es mínimo.

No es posible ponerle una fecha exacta al descubri-miento de los "traumas de la guerra" o del "estrés posttraumático" como problema humanitario internacio-nal, sin embargo se trata de algo reciente. Marcó laentrada de un

modo significativo de los profesionales occidentalesde la salud mental como consultores, formadores,practicantes - en un área emergente de operacionesque se basan en el entendimiento de que la guerrasupone una catástrofe psicológica para poblacionesenteras. Los proyectos han sido o catalogados bajo eltérmino general "Psicológico" o designados de formamás específica como trabajos "relacionados con lostraumas de guerra", lo cual les permitieron adquirirun alto grado de atracción llegando a veces a conver-tirse en un asunto "de moda" para los donantes occi-dentales.De forma implícita o explícita, la mayoría de los pro-yectos que apuntalan el trabajo relacionado con trau-mas asumen algunos o la totalidad de los postuladossiguientes:

1. Las experiencias de guerra y atrocidades son tanextremas que no causan solamente un gran sufri-miento sino que causan un proceso de"Traumatización".Existe una especie de abuso de lenguaje donde"angustia" tiende a ser utilizado para hablar de"angustia psicológica", lo que a su vez no se distin-gue a menudo de "trastorno psicológico". Existeuna enorme diferencia entre las respuestas emo-cionales normalmente entendibles e incluso ordi-narias en la guerra y la esfera de los trastornosmentales definidos desde la salud mental.

La palabra "Traumatización" se utiliza ampliamen-te para hablar de condiciones psicológicas provo-cadas por la guerra, pero no existe una definiciónconsistente del término incluso entre los que pro-ponen activamente esta noción.Esta forma de ver las cosas procede de la suposiciónde que todos los acontecimientos adversos dejanheridas psicológicas en las poblaciones. No existebase empírica para esta generalización corta demirasque es capaz de distorsionar el debate sobre los cos-tes humanos de la guerra. Es absolutamente crucialvolver a afirmar que la angustia o el sufrimiento depor sí no son trastornos psicológicos.

2. Existe básicamente una respuesta universal huma-na a los acontecimientos muy estresantes.Con la mirada del mundo entero puesta en losacontecimientos brutales y hasta grotescos quesucedieron en Rwanda en abril de 94, las agenciashumanitarias acudieron en estampida a la región.Todavía no habían empezado a reducirse los flujosde refugiados desamparados tutsi cuando ya empe-zaron a llegar desde muy lejos un número sorpren-dente de ONGs, la mayoría con un conocimientoescaso del país y empezaron a lanzar proyectos psi-cosociales para tratar la traumatización masiva.Una de ellas fue Médicos sin Fronteras (MSF)Holanda, cuyo modelo, llamado "CuidadoPsicosocial de Emergencia" (De Smedt, J. (1995)intentaba realizar una intervención psicosocialrápida para proporcionar un alivio inmediato y a lavez como medida preventiva del posterior desarro-llo de problemas mentales más serios en la pobla-ción expuesta. Su modelo incluía tareas de "psicoe-ducación" para la comunidad de refugiados y seprepararon 75.000 copias de un folleto a tal efecto.Se encontraron algunas dificultades en la traduc-ción ya que en Kinyarwanda, no existe ningunapalabra para expresar "estrés". Por otra parte, térmi-nos como "miembros de la familia" causaron pro-blemas ya que se utilizaron distintas palabras encontextos diferentes. En primer lugar, MSF distri-buyó un cuestionario para evaluar el nivel base deconocimiento sobre trauma psicológico de formaque después podían repetir la evaluación para, deesta forma, poder evaluar si hubo (les cito textual-mente): "un incremento del conocimiento". Lapregunta del millón aquí es ¿De qué conocimientoestaban hablando?. No se trataba del de los refugia-

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dos, sino del suyo propio. Para ser justo con MSF,hay que decir que se llevaron a un antropólogo paramejorar su entendimiento de las poblaciones loca-les, pero no pudieron quitarse de encima las supo-siciones que traían consigo al llegar a la zona: queexiste una respuesta universal al trauma y que porlo tanto existe un conocimiento estandarizado dedicho trauma que puede enseñarse.Una vez que se acepta que existe una respuestauniversal, es fácil asumir que los cuestionarios ymodelos occidentales pueden aplicarse en elmundo entero y que además, esto es lo importan-te de la experiencia, estén o no de acuerdo las víc-timas. Esta visión del trauma se centra en el indi-viduo y está en la línea de la tradición de la biome-dicina y psicología occidental que considera al serhumano como la unidad de base de estudio. Pero,los sistemas de diagnóstico occidentales diseñadospara clasificar enfermedades más que poblaciones,se vuelven problemáticos cuando se aplican apoblaciones supervivientes no occidentales(Bracken et al 1995, Mollica et al, 1992). Así lodemuestran las limitaciones demostradas por eluso de los cuestionarios de TEPT u otros.Es una análisis simplista considerar a las víctimascomo meros receptores de efectos psicológicosnegativos que pueden estar "presentes" o "ausen-tes". Una lista que no ofrecerá una distinciónentre angustia subjetiva y desorden objetivo. Sepodría argumentar que los trastornos de sueño ylas pesadillas, como un ejemplo característico desíntomas de TEPT, reflejan una faceta de la res-puesta humana universal a los acontecimientostraumáticos, pero ¿nos llevaría esto muy lejos?¿Cuántas víctimas piensan que esto es importanteo evitable? Además, aunque la literatura existentesugiere que el TEPT tiene un predominio mun-dial, es un error asumir que porque el fenómenose puede identificar regularmente en distintosgrupos sociales, esto significa la misma cosa encada grupo. Esto es lo que Kleinman (1987) llamauna falacia de categoría. Para un ser humano, unaspesadillas violentas y recurrentes pueden resultarirrelevantes, reconocidas solamente en caso depreguntas directas; para otro puede indicar unanecesidad de acudir a un centro profesional deayuda sanitaria; para un tercero, puede represen-tar un mensaje de ayuda de parte de sus ancestros.

3. Numerosas víctimas traumatizadas por la guerranecesitan una ayuda profesionalAgger et al alertan sobre los peligros del sobre-diagnóstico y del enfoque individual de proble-mas que son básicamente sociales y políticos, peroen la frase siguiente advierten que un diagnósticoinsuficiente puede llevar al desarrollo de trastor-nos crónicos a largo plazo. Lo mismo hacen Arcelet al (1995) del International RehabilitationCouncil for Torture Victims, con sede enCopenhague, que ha promovido el trabajo clínicocon personas que sufren síndromes traumáticosen 67 centros de 43 países. Estiman que el 25-30%de los refugiados desarrollan el TEPT y necesitanla ayuda de profesionales cualificados de la saludmental. Ninguna de estas fuentes parece tener unanálisis que incluya el papel de los factores situa-cionales y socioculturales ni reconoce las posibleslimitaciones de los enfoques psicológicos occi-dentales en los contextos no occidentales. Undiagnóstico médico de TEPT es algo sólido yrobusto en sí mismo como entidad clínica, y espoco probable que se pueda resolver por sí solocon el paso del tiempo.Por supuesto, habrá una minoría que desarrollaráproblemas psicológicos claros o incluso una ver-dadera enfermedad mental, como resultado de laspresiones de la guerra y de sus trastornos asocia-dos. En algunos de estos casos habrá un historialprevio de problemas psicológicos y de contactoscon servicios de salud mental.

4. Los enfoques psicológicos occidentales son aplica-bles a los conflictos violentos en todo el mundoEn cada una de las culturas las tradiciones locales ylas diferentes opiniones de los profesionales danlugar al conocimiento psicológico, a los paradigmasque dan significado de los acontecimientos, y a laforma en la que, congruentemente, se busca ayuday curación. No hay una sola verdad en el mundo.Boothby (1992), que ha trabajado en Mozambique,argumenta que las intervenciones basadas en las tera-pias orales occidentales, desarrolladas en sociedadesestables y opulentas, carecen de éxito. Los modelosoccidentales tienden a localizar la causa y la responsa-bilidad dentro del individuo. Los factores socialespueden ser considerados como un factor de influen-cia, pero en el análisis final, es de la respuesta o la acti-tud del individuo de la que dependen los resultados.

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Pero, la guerra es una experiencia colectiva donde seproduce la destrucción de un mundo social queencarna una historia, una identidad y unos valores devida. Incluso si apartamos la cultura, existe un con-texto social totalmente diferente: una guerra en elTercerMundo no tiene nada que ver con un desastrecolectivo como el del campo de fútbol deHillsborough o el del ferry Herald of FreeEnterprise. Se ha ido aceptando en la cultura occi-dental que las víctimas de acontecimientos traumáti-cos deberían hablar cuanto antes de lo que se les haocurrido. Esta actividad denominada debriefing psi-cológico parece que debería ser del dominio de lospsicólogos y asesores en vez de la familia, amigos ycolegas. Algunos profesionales creen que la recupera-ción personal no se puede realizar correctamente sineste proceso de alivio psicológico, de forma que lasvíctimas que parecen haberse recuperado bien yhaber reconstruido su vida siguen teniendo un pro-blema "real y escondido". La idea de que el hecho decontar su propia historia pueda causar una "retrau-matización" a no ser que el proceso sea correctamen-te controlado fue una de las (innecesarias) preocupa-ciones en los tribunales de la Haya que juzgaron loscrímenes de guerra en la ex Yugoslavia. No existeninguna base empírica para estas ideas ni siquieraentre la población occidental (Raphael et al (1995).De hecho, muchas culturas no occidentales no con-sideran adecuado hablar de asuntos íntimos fuera delcírculo familiar. Los mozambiqueños describen elolvido como su forma habitual de hacer frente a difi-cultades pasadas; los etíopes lo llaman "olvido activo".

5. Hay grupos e individuos vulnerables que necesitanespecíficamente ayuda psicológicaAgger et al tienen una definición de grupo "espe-cialmente vulnerable" en el conflicto bosnio queincluye (1) niños y adolescentes huérfanos, quehan estado en campos de concentración o cuyaeducación ha sido interrumpida por la huida o elrefugiado, (2) mujeres violadas o torturadas, oque han perdido a su marido, hijos o casa, o cuyomatrimonio es mixto; (3) hombres que han esta-do en campos de concentración, o que han sidotestigos o han cometido atrocidades, o cuyomatrimonio es mixto; (4) ancianos que han sufri-do situaciones de terror, o que no tienen apoyofamiliar o social ni de los servicios sanitarios. ¡Sinduda la lista incluye un porcentaje alto de la

población total! Una lista adicional podría incluira los pobres y los marginados socialmente ya antesde la guerra y a las personas que sufrían enferme-dades o discapacidades físicas o mentales.Los modelos donde el enfoque se centra en unacontecimiento particular ("violación") o un grupoparticular de la población ("niños") exageran la dife-rencia entre algunas víctimas y otras, y corren elriesgo de hacer que estos se individualicen de sucomunidad y del contexto más amplio de sus expe-riencias y del significado que estas tienen para ellos.Richman (1993) señala que el bienestar emocionalde los niños sigue razonablemente intacto si suspadres u otros familiares, están con ellos afrontandolos hechos. Si esto se pierde, el bienestar de losniños se puede deteriorar rápidamente y la tasa demortalidad infantil aumenta

6. Las guerras son una emergencia de salud mentalAgger et al afirman tajantemente que la falta deatención a los problemas de estrés postraumático"puede impactar por lo menos a las dos generacio-nes siguientes , vía aumento del consumo de alco-hol y de drogodependencias, suicidios, violenciacriminal y doméstica así como enfermedades psi-quiátricas. Las experiencias traumáticas sin resolverson susceptibles de provocar nuevos odios y nuevasguerras". Estas afirmaciones me resultan asombro-sas y me recuerdan la edad del Imperio español,cuando los misioneros cristianos se echaron al marpara aplacar el salvajismo de los pueblos primitivosy redimir sus almas que de otra forma se habríanperdido. Nociones de este tipo son las que se usana veces para "explicar" la crueldad de Israel hacia losPalestinos en función de lo que los Nazis les hicie-ron a ellos. Nuestros ancestros han realizado gue-rras desde hace miles de años. Este tipo de pensa-miento da una visión muy pobre de la historia de lahumanidad, en la que cada generación transmitesus traumas psicológicos sin resolver a la siguiente.En tiempo de los primeros cristianos, habrían des-crito esta herencia como el Pecado Original.

7. Los trabajadores locales están desbordados y pue-den ellos mismos sufrir síntomas traumáticos.No hay que minusvalorar la gran presión que haysobre los trabajadores locales, que luchan por man-tener los servicios de salud dañados por la guerra yque están tan amenazados como cualquier otra per-sona. (A veces incluso más cuando son elegidos

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como objetivo militar). Agger et al afirman que lostrabajadores locales no sufren solamente de excesode trabajo, de problemas de sueño y como todo elmundo, se encuentran afligidos, tristes o conmiedosino que es posible que estén "traumatizados".Trastorno retardado: Algunas personas enfren-tadas a un suceso traumático y que no han des-arrollado patologías en un primer momento,pueden hacerlo mucho tiempo después, inclusoaños más tarde. Sin embargo, la aparición deeste tipo de casos es relativamente infrecuente.Recuperación: Muchos de los sujetos que vivenuna experiencia traumática experimentan en losprimeros momentos síntomas postraumáticos oreacciones disfuncionales de estrés, que nodeben ser considerados como patológicos, sinocomo reacciones normales ante situaciones anor-males. Desde la psicología tradicional se ha ten-dido a ignorar este fenómeno de la recuperaciónnatural, y se ha asumido que es necesaria la inter-vención de profesionales con el fin de prevenir lapotencial aparición de patologías. Sin embargo,los datos apuntan a que alrededor de un 85% delas personas afectadas por una experiencia trau-mática siguen este proceso de recuperación natu-ral y no desarrollan ningún tipo de trastorno. Eneste sentido, parece necesario establecer si laintervención psicológica en situaciones de crisisdebe realizarse con todas las personas como havenido creyéndose hasta ahora (la técnica conoci-da como debriefing es un reflejo de esta suposi-ción) o si realmente el valor de estas intervencio-nes ha sido sobreestimado.Resiliencia: La resiliencia es una capacidadhumana que nace de las relaciones: puede haberuna parte que depende de aspectos constitutivosdel individuo que favorece su desarrollo, perotambién esta parte se ve influida por la respues-ta que recibe del entorno.El concepto de resiliencia nos sirve no sólocomo guía para establecer criterios de actuacióncon los niños y sus padres en el sentido de apo-yar sus recursos naturales, sino que además soncriterios para evaluar nuestras propias capacida-des resilientes en tanto profesionales.Crecimiento: Otro fenómeno que ha tendido ano recibir la atención de los teóricos del traumaes el de la posibilidad de aprender y crecer a par-

tir de experiencias adversas. Como en el caso dela resilencia, la investigación ha demostrado queeste es un fenómeno común, y son muchas laspersonas que consiguen encontrar beneficio enla vivencia traumática, en el proceso de luchaque han tenido que emprender. De hecho, unosdos tercios de los supervivientes de experienciastraumáticas encuentran caminos a través de loscuales beneficiarse de su lucha contra los abrup-tos cambios que el suceso traumático provocaen sus vidas (Tedeschi y Calhoun, 2000).

En definitiva, lo que se deduce de las investigacionesactuales sobre trauma y adversidad, es que las personasson mucho más fuertes de lo que la psicología ha veni-do considerando. Los psicólogos han subestimado lacapacidad natural de los supervivientes de experienciastraumáticas de resistir y rehacerse (Bonanno, 2004).

El porqué la psicología ha ignorado durante tantosaños la otra cara del afrontamiento traumático, lapositiva, es una cuestión que merece ser considerada.En este sentido, algunos autores afirman que existeun proceso social de carácter cognitivo, la "amplifica-ción social del riesgo" que se refleja en una tendenciageneral a sobreestimar la magnitud, generalización yduración de los sentimientos de los demás (Paton etal., 2000; Brickman, Coates y Janoff-Bulman, 1978),tendencia que quizá pude explicar en parte la victimi-zación a la que se ven sometidas aquellas personasque sufren experiencias traumáticas.

Se ha venido considerando que tras sufrir una expe-riencia traumática las personas, al ser invadidas poremociones negativas como tristeza, ira o culpa semuestran incapaces de experimentar emociones posi-tivas. De hecho, históricamente, la aparición y poten-cial utilidad de las emociones positivas en contextosadversos ha sido ignorada o rechazada como unaforma de negación poco saludable (Bonanno, 2004) ycomo un impedimento hacia la recuperación(Sanders, 1993). Sin embargo, recientemente, lainvestigación ha demostrado que las emociones posi-tivas coexisten con las negativas durante circunstan-cias estresantes y adversas (Folkman y Moskowitz,2000; Calhoun y Tedeschi, 1999; Shuchter y Ziskook,1993) y además pueden ayudar a reducir los niveles deangustia y aflicción que siguen a la experimentación

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de dichas circunstancias (Fredrickson, 1998). A travésde esta nueva manera de entender la experiencia trau-mática, sería completamente lícito, y, de hecho, secomprueba que así es, que personas que han sufridoalguna experiencia traumática manifiesten y expresenemociones y sentimientos positivos.

Podemos encontrar en la literatura científica tres con-ceptos que tienen que ver con esta corriente positivade pensamiento en torno a la psicología del trauma:hardiness, resiliencia y crecimiento postraumático

HARDINESS O EL CONCEPTO DE PERSO-NALIDAD RESISTENTEEl concepto de personalidad resistente aparece por pri-mera vez en la literatura científica en 1972, en relacióna la idea de protección frente a los estresores. SonKobasa y Maddi los psicólogos que desarrollan y teori-zan sobre este constructo, al observar el hecho de quealgunas personas sometidas a altos niveles de estrés nodesarrollan ningún tipo de trastorno. En años poste-riores, han sido muchos los autores que han investiga-do sobre este tópico y los estudios prospectivos yretrospectivos han demostrado su existencia y su rela-ción positiva con la salud física y mental tanto actualcomo futura (Florian, Mikulincer y Taubman, 1995).En este sentido, podemos encontrar estudios que rela-cionan la personalidad resistente con reactividad car-diovascular (Wiebe, 1991), optimismo (Scheier yCarver, 1987), síntomas depresivos (Funk y Houston,1987), estrés (Topf, 1989), niveles de inmunoglobina A(Dillon y Totten, 1989), salud mental general (Maddiy Khoshaba, 1994, Florian et al., 1995), burnout(Boyle et al., 1991, Hills y Norwell, 1991), personali-dad tipo A (Nowack y Pentkowski, 1994) o calidad devida (Evans et al., 1993), entre otros.

Desde las perspectivas tradicionales la ecuación delestrés es, en definitiva, una ecuación pesimista quecuestiona aquella orientación psicológica que subrayala iniciativa y la resistencia del ser humano. Por elcontrario, la personalidad resistente refleja una pers-pectiva fundamental y olvidada en la psicología,aquella que enfatiza la salud en lugar de la enferme-dad (Peñacoba y Moreno, 1998).

Frente a las limitaciones de la concepción tradicionaldel ser humano como sujeto pasivo y reactivo, en la

que los individuos son considerados meras víctimas delos cambios que acontecen en su entorno, Kobasa yMaddi proponen un cambio en el estudio del estrés yestablecen el concepto de hardiness o personalidadresistente, apostando por interpretaciones más opti-mistas del funcionamiento humano (Kobasa, 1979a).El concepto de personalidad resistente se desarrolla através del estudio de aquellas personas que antehechos vitales negativos parecen tener unas caracterís-ticas de personalidad que les protegen. Así, se ha esta-blecido que las personas resistentes tienen un gransentido del compromiso, una fuerte sensación de con-trol sobre los acontecimientos y están más abiertos alos cambios en la vida, a la vez que tienden a interpre-tar las experiencias estresantes y dolorosas como unaparte más de la existencia. Mientras que las personasno resistentes, mostrarían carencias en el sentido delcompromiso (alienación), un locus de control externoy una tendencia a considerar el cambio como negativoy no deseado (Allred y Smith, 1989).

La personalidad resistente se asocia con una tendenciaa percibir los potenciales eventos traumáticos en tér-minos menos amenazadores (Kobasa, 1982) y susefectos están mediados por mecanismos de evaluacióndel ambiente y por mecanismos de afrontamiento(Kobasa, 1979b). En efecto, se ha demostrado que laspersonas resistentes experimentan los eventos estre-santes de forma similar a las personas menos resisten-tes, si bien, evalúan estos eventos comomenos amena-zantes y se mantienen más optimistas sobre su habili-dad para afrontarlos (Allred y Smith, 1989; Wiebe,1991; Florian et al., 1995), lo que resulta en unamenoractivación del organismo y en una menor probabilidadde enfermar a raíz de sufrir un evento estresante.

LA PERSONALIDAD RESISTENTEACTUARÍA A TRAVÉS DE DIFERENTESVÍAS:

Contribuyendo a modificar las percepcionessobre el estímulo estresante: los sujetos con per-sonalidad resistente serían más propensos a per-cibir los estímulos estresantes como positivos ycontrolables.Induciendo a un determinado estilo de afronta-miento (coping transformacional): las caracte-rísticas de personalidad resistente puedenmoderar los efectos del estímulo estresante faci-

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litando estrategias de coping adaptativas o inhi-biendo estrategias poco adaptativas. Así, al utili-zar el coping transformacional se perciben losestímulos potencialmente estresantes comooportunidades de crecimiento, por lo que se leshace frente de manera optimista y activa, encontraste con los individuos que utilizan elcoping regresivo, que evitan o se separan de losestímulos potencialmente estresantes.Afectando indirectamente a las estrategias deafrontamiento a través de la influencia del apoyosocial.Favoreciendo cambios hacia determinados estilosde vida saludables: La variable hardiness influiríaen determinadas prácticas como el ejercicio o eldescanso, que repercutirían finalmente en lasalud del individuo. En este sentido, se ha demos-trado que existen relaciones positivas entre perso-nalidad resistente y estilos de vida saludables(Wiebe y McCallum, 1986, Nagy y Nix, 1989).Esta característica de personalidad no puedeentenderse como un rasgo inherente y estáticosino como el resultado cambiante de la relaciónindividuo-medio. En este sentido, no se debepasar por alto que el concepto de personalidadresistente está íntimamente ligado al existencia-lismo, y la teoría existencial resultó central enlos comienzos del concepto, al concebir la per-sonalidad como una transacción entre los com-ponentes del ambiente y las predisposicionesdel individuo, de forma que el individuo no esconcebido como portador de unos rasgos estáti-cos e internos, sino como alguien que de formacontinua y dinámica va construyendo su perso-nalidad a través de sus acciones y al concebir lavida como un inevitable cambio asociado asituaciones de estrés (Peñacoba y Moreno,1998).De hecho, los componentes que se hanvenido considerando claves en la descripción dela personalidad resistente son tres conceptosclaramente existencialistas: compromiso, con-trol y reto.Compromiso: Las personas con compromisoposeen tanto las habilidades como el deseo deenfrentarse exitosamente a situaciones de ansie-dad. Esta cualidad contribuye a mitigar la ame-naza percibida de cualquier estímulo estresanteen un área específica de la vida.

Control: Las personas con control buscan expli-caciones sobre el porqué de los acontecimientostanto en las acciones de los demás como en supropia responsabilidad. Así, la capacidad decontrol permite al individuo percibir enmuchos de los acontecimientos estresantes con-secuencias predecibles debidas a su propia acti-vidad, y en consecuencia, manejar los estímulosen su propio beneficio, siendo capaces de inter-pretar los acontecimientos estresantes e incor-porarlos dentro de un plan personal de metas,transformándolos en algo consistente con el sis-tema de valores del organismo y no en pertur-bador.Reto: Hace referencia a la creencia de que elcambio, frente a la estabilidad, es la característicahabitual de la vida. Así, la mayor parte de la insa-tisfacción asociada a un evento estresante puedeser evitada al entender el evento como una opor-tunidad y un incentivo para el crecimiento perso-nal, y no como una amenaza a la propia seguri-dad. Sin embargo, este componente ha sido elpeor evaluado y el más inconsistente con el restode las dimensiones. De hecho muchos autoresdefienden que este componente debería serexcluido de la conceptualización de la personali-dad resistente ya que afirman que no existe uni-dad en el concepto de hardiness y que las tresvariables no están igualmente relacionadas. Así,aunque compromiso y control si tendrían rela-ción con la salud, la variable reto no parece guar-dar ninguna relación (Hull et al., 1987, Funk etal, 1995).

Se ha afirmado que el mecanismo por el cual puedeactuar la personalidad resistente al reducir la posibili-dad de enfermedad es el menor uso que los sujetoscon alta personalidad resistente harían de estrategias deafrontamiento inefectivas y regresivas (Kobasa,1982b). Los sujetos resistentes no experimentarían losfenómenos de forma cualitativamente distinta que losno resistentes, simplemente los interpretarían comomás positivos y tendrían un mayor control sobre suafrontamiento (Rhodewalt y Agustsdottir, 1984).

El entrenamiento en personalidad resistente se apoyaen la hipótesis de que si la personalidad resistentepuede aprenderse en la niñez, también puede ser

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aprendida en la edad adulta (Peñacoba y Moreno,1998). Kobasa y Maddi, desde el Hardiness Institutehan desarrollado un programa de entrenamiento com-puesto por tres técnicas relacionadas (reconstrucciónsituacional, focalización y autocompensación) quetiene como objetivo incrementar la personalidad resis-tente , de modo que los individuos sean capaces deenfrentarse a situaciones estresantes transformándolasen menos estresantes. Frente a otros programas dereducción de estrés que se centran en disminuir la res-puesta de estrés producida por determinados estímulosestresantes, este entrenamiento focaliza su actuación enla causa de la respuesta de estrés, es decir, trata de evi-tar la experiencia del estímulo estresante. Por lo quepodemos hablar de que se trataría de un tratamientopreventivo. Un efecto especialmente llamativo de losresultados obtenidos por este entrenamiento es que elincremento de la personalidad resistente se sigue pro-duciendo de manera paulatina, incluso cuando el pro-grama ya ha concluido (Peñacoba y Moreno, 1998).

Se ha propuesto que la variable hardiness actuaría sobrela salud de dos formas distintas. De forma indirecta("buffering role"), reduciendo el impacto de los eventosestresantes a través del empleo de estrategias de afronta-miento positivas y de forma directa, por la que los pro-pios factores componentes del constructo, principal-mente el compromiso, actuarían reduciendo la tensiónpsicológica asociada a la enfermedad (Hull et al., 1987).Sin embargo, la evidencia empírica avala los efectosdirectos de hardiness sobre la salud pero no así los indi-rectos, de los que se ha sido puesta en duda su existen-cia (Hull et al., 1987, Funk y Houston, 1987).

Resiliencia o la capacidad de resistir y rehacerseDesde hace algunos años ha comenzado a manejarse elconcepto de resiliencia como aquella cualidad de laspersonas para resistir y rehacerse ante situaciones trau-máticas o de pérdida. La resiliencia se ha definido comola capacidad de una persona o grupo para seguir proyec-tándose en el futuro a pesar de acontecimientos deses-tabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de trau-mas a veces graves (Manciaux et al., 2001).Aunque durante mucho tiempo las respuestas de resi-liencia han sido consideradas como inusuales e inclusopatológicas por los expertos, la literatura científica actualdemuestra de forma contundente que la resiliencia esuna respuesta común y su aparición no indica patología,

sino un ajuste saludable a la adversidad (Masten, 2001;Bonanno, 2004). La posibilidad de que la ausencia desufrimiento tras una pérdida sea indicativo de resilienciano ha sido considerada por la psicología tradicional(Bonanno, Wortman et al, 2002), aunque está claramen-te demostrado que un considerable número de indivi-duos muestra poco o nada de sufrimiento tras una pér-dida personal (Bonanno y Kaltman, 2001). Del mismomodo, los teóricos del trauma han tendido a sorprender-se cuando individuos expuestos a un suceso traumáticono mostraban signos de estrés postraumático, conside-rando a estas personas como excepcionales (Bonanno,2004). Sin embargo, los estudios han demostrado que laresiliencia no es un fenómeno inusual ni extraordinario,muy al contrario es un fenómeno común que surge apartir de funciones y procesos adaptativos normales delser humano (Masten, 2001).

Las capacidades resilientes se desarrollan cuando losniños y niñas conocen contextos relacionales que le ofre-cen en cantidad suficientes las siguientes experiencias:

Experiencias de buenos tratos, caracterizados por unapego sano y seguro, además de los aportes nutriti-vos, afectivos y culturales en cantidad suficientespara sentirse una persona digna de ser amada.Haber participado en procesos de conversaciónque les han permitido tomar conciencia y cono-cer su realidad familiar y social por muy duraque ésta sea. Esto con el apoyo social y afectivosuficiente como para tener la energía de buscarmodos alternativos de vida.Vivir experiencias de apoyo social, es decir, serconsiderado en ocasiones como una personacentral en una red social, para recibir afectos yde apoyo.Haber participado en procesos sociales para lucharcontra las injusticias, unamejor distribución de losbienes y de la riqueza ofreciendo así ideas parapaliar situaciones de pobreza y sufrimiento.Haber aprovechado de procesos educativos quepotencien el respeto de los derechos de todas laspersonas especialmente de los niños y niñas, asícomo el respeto por la naturaleza.Haber participado en movimientos sociales conotros niños y niñas en actividades que les per-mitieron acceder a un compromiso social, reli-gioso o político para lograr sociedades mas jus-tas, solidarias y sin violencia.

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La investigación sobre resiliencia está dirigida a estu-diar esa relativa inmunidad contra los acontecimien-tos de presión que aparecen en la vida diaria. No serefiere a disposiciones genéticas sino, y en particulara factores protectores que surgen en la complejainteracción de elementos tales como naturaleza-edu-cación y persona-situación . La resiliencia no estáconsiderada como una capacidad fija, sino que puedevariar a través del tiempo y las circunstancias. Es laresultante de un balance sensible entre el riesgo y losfactores protectores. Estos factores protectores pue-den no solamente ser inherentes al individuo( recur-sos personales), sino que pueden brotar y desarrollar-se del medio que lo rodea( factores sociales).

Los factores protectores no son independientes unodel otro sino que están relacionados de tal manera quelos recursos sociales pueden fortalecer los recursospersonales, así como estos pueden hacer detonar reac-ciones positivas provenientes de redes de apoyo. Peroel punto importante pareciera ser, en quemedida algu-nas características son consideradas como protectoras.Esta es una pregunta que surge del contexto y de laincidencia de los riesgos dados. La orientación religio-sa, por ejemplo, puede "normalmente" tener una fun-ción estabilizadora frente a una situación adversa. Sinembargo, dentro del contexto de determinadas sectaspuede convertirse en un riesgo para la salud mental.

En lo que se refiere a la intervención, una conclusiónimportante es la de que el proceso evolutivo estásiempre abierto a la posibilidad de ser optimizado porla interacción moldeadora del entorno.

Ciertamente que lo biológico y lo psicológico sonestructuras de cualquier ser humano, pero lo que haceque tal ser sea humano, se vaya haciendo hombre, vayadeviniendo humano, es su capacidad de transformartodo- en el proceso de desarrollo de la personalidad-en actos humanos, es decir, psicológicamente cons-cientes y socialmente responsables. Y este es un proce-so que presupone lo biofisiológico y lo sociocultural,pero ni separados ni determinístamente asumidos.

Sin embargo, lo que hasta ahora se ha venido soste-niendo- en base a la comprobación de determinadassecuelas en determinados grupos de niños- es que lascondiciones ambientales de la gran mayoría de niños

peruanos, por ser de riesgo, afectan de manera irre-versible sus posibilidades de desarrollo sano y de unainteligencia cabal, sobre todo en los primeros años devida, sugiriendo relaciones unidireccionales decausa-efecto y la imagen de un entorno materialcapaz de ejercer influencia sobre los niños como unavirtual e imbatible determinación.

Lo que no ha formado parte de nuestras interpreta-ciones es que los niños, como cualquier organismovivo, siempre han estado biológicamente capacitadospara afectar las condiciones de su entorno vital yorientar el curso de su propio desarrollo, sorteandoobstáculos y limitaciones del ambiente

Una función como ésta, sin embargo más que unsimple postulado teórico, es el resultado de inconta-bles observaciones y comprobaciones empíricas. Enel caso de los estudios sobre el desarrollo humano, allado de los numerosos estudios sobre el impacto delos factores de riesgo en el desarrollo temprano, se havenido articulando a nivel internacional una corrien-te importante de estudio de la capacidad de los niñospara enfrentar diversas situaciones adversas demos-trando resistencia, flexibilidad y capacidad de adapta-ción (resiliency), así como de los factores que suelencontribuir a fortalecer y dinamizar esta capacidad.

Personas resilientes que enfrentadas a un suceso trau-mático no experimentan síntomas disfuncionales ni veninterrumpido su funcionamiento normal, sino queconsiguen mantener un equilibrio estable sin que afec-te a su rendimiento y a su vida cotidiana. A diferencia deaquellos que se recuperan de forma natural tras un perí-odo de disfuncionalidad, los individuos resilientes nopasan por este período, sino que permanecen en nivelesfuncionales a pesar de la experiencia traumática.

Este fenómeno ha tendido a ser considerado comoraro o propio de personas excepcionales, con algunacaracterística especial, sin embargo, está claramentedemostrado que la resiliencia es un fenómenocomún entre personas que se enfrentan a experien-cias adversas (Masten, 2001).

La resiliencia no es absoluta ni se adquiere de unavez para siempre, es una capacidad que resulta de unproceso dinámico y evolutivo que varía según las

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circunstancias, la naturaleza del trauma, el contexto yla etapa de la vida y que puede expresarse de muydiferentes maneras en diferentes culturas (Manciauxet al., 2001). Como el concepto de personalidad resis-tente, la resiliencia es fruto de la interacción entre elpropio individuo y su entorno. Hablar de resilienciaen términos individuales constituye un error funda-mental. No se es más o menos resiliente, como si seposeyera un catálogo de cualidades. La resiliencia esun proceso, un devenir, de forma que no es tanto lapersona la que es resiliente como su evolución y suproceso de vertebración de su propia historia vital(Cyrulnik, 2001). La resiliencia nunca es absoluta,total, lograda para siempre. Es una capacidad queresulta de un proceso dinámico, evolutivo, en que laimportancia de un trauma siempre puede superar losrecursos del sujeto (Manciaux et al., 2001).

La resiliencia se sitúa en una corriente de psicologíapositiva y dinámica de fomento de la salud mental yparece una realidad confirmada por el testimonio demuchísimas personas que, aún habiendo vivido unasituación traumática han conseguido encajarlas yseguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, a menu-do en un nivel superior, como si el trauma vivido yasumido hubiera desarrollado en ellos recursos laten-tes e insospechados (Manciaux, et al., 2001).

Un concepto de resiliencia se relaciona con el con-cepto de crecimiento postraumático, al entender laresiliencia como la capacidad no sólo de salir indem-ne de una experiencia adversa sino de aprender deella y mejorar. Otro es el concepto de resilienciamanejado por los norteamericanos que es más res-tringido, y hace referencia exclusivamente al procesode afrontamiento que ayuda a la persona enfrentada aun suceso adverso a mantenerse intacta, se sugiereque el término resiliencia sea reservado para denotarel retorno homeostático del sujeto a su condiciónanterior, Esta confusión terminológica es reflejo de larelativa reciente aparición de la corriente que estudialos potenciales efectos positivos de la experienciatraumática (Park, 1998).

De todas formas, en ambos casos, dos dimensionesson inseparables del concepto de resiliencia: la resis-tencia a un trauma y la evolución posterior satisfacto-ria y socialmente aceptable.

Es importante también diferenciar el concepto deresiliencia del concepto de recuperación (Bonanno,2004), ya que representan trayectorias temporalesdistintas. En este sentido, la recuperación implica unretorno gradual hacia la normalidad funcional, mien-tras que la resiliencia refleja la habilidad de mantenerun equilibrio estable durante todo el proceso.

En un principio, la resiliencia surge a partir de laobservación de comportamientos individuales, apriori paradójicos e inesperados, que parecían casosaislados y anecdóticos pero que con el tiempo se haido descubriendo que son frecuentes en muchas per-sonas (Vanistendael, 2001), y la resiliencia ha pasadoa ser entendida como hecho real y probado.Aunque la resiliencia ha sido aplicada tradicional-mente al estudio de niños en situaciones de extremaadversidad, en la actualidad su campo de actuaciónno se restringe únicamente a este sector de la pobla-ción, y, de hecho, se estudia la resiliencia también enpoblación adulta al mismo nivel que en poblacióninfantil (O`Leary, 1998).

En el estudio llevado a cabo por Fredrickson y cola-boradores a partir de los atentados de Nueva York el11 de septiembre de 2001, se encontró que la relaciónentre resiliencia y ajuste tras los atentados estabamediada por la experimentación de emociones posi-tivas. Así, se afirma que las emociones positivas pro-tegerían a las personas contra la depresión e impulsa-rían su ajuste funcional. De hecho, se ha sugeridoque la experimentación recurrente de emocionespositivas puede ayudar a las personas a desarrollar laresiliencia (Fredrickson et al., 2003). Por otro lado,parece ser que la experimentación y expresión deemociones positivas elicitan a su vez emociones posi-tivas en los demás, de forma que las redes de apoyosocial se ven fortalecidas (Fredrickson et al., 2003).

En esta misma línea, la investigación ha demostradoque las personas resilientes conciben y afrontan lavida de un modo más optimista, entusiasta y enérgico,son personas curiosas y abiertas a nuevas experienciascaracterizadas por altos niveles de emocionalidadpositiva (Block y Kremen, 1996; Klohnen, 1996). Y sibien puede argumentarse que la experimentación deemociones positivas no es más que el reflejo de unmodo resiliente de afrontar las situaciones adversas,

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también existe evidencia de que las personas resilien-tes utilizan las emociones positivas como estrategia deafrontamiento, por lo que se puede hablar de una cau-salidad recíproca. Así, se ha encontrado que las perso-nas resilientes hacen frente a experiencias traumáticasutilizando el humor, la exploración creativa y el pen-samiento optimista (Fredrickson et al., 2003).

CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO OAPRENDIZAJE A TRAVÉS DEL PROCESODE LUCHAEl concepto de crecimiento postraumático hace refe-rencia al cambio positivo que un individuo experimen-ta como resultado del proceso de lucha que emprende apartir de la vivencia de un suceso traumático (Calhouny Tedeschi, 1999). Para la corriente americana, este con-cepto, aunque estrechamente relacionado con otroscomo hardiness, o resiliencia no es sinónimo de ellos, yaque, al hablar de crecimiento postraumático no sólo sehace referencia a que el individuo enfrentado a unasituación traumática consigue sobrevivir y resistir sinsufrir trastorno alguno, sino que, además la experienciaopera en él un cambio positivo que le lleva a una situa-ción mejor a la que se encontraba antes de ocurrir elsuceso (Calhoun y Tedeschi, 2000). Sin embargo, comoya se ha expuesto, según la forma de concebir el térmi-no de los franceses, si serían equiparables crecimientopostraumático y resiliencia.

La idea del cambio positivo fruto del hombre enfrenta-do a la adversidad aparece ya en la psicología existencialde autores como Frankl, Maslow, Rogers o Fromm.

Además, la concepción del ser humano como capazde transformar la experiencia traumática en aprendi-zaje y crecimiento personal ha sido un tema centralen siglos de literatura, poesía, filosofía… (Saakvitne,Tennen y Affleck, 1998). Sin embargo, ha sido igno-rada por la psicología clínica científica durantemuchos años. En la actualidad, existe una sólida baseempírica que demuestra que esto es real y la psicolo-gía ha comenzado a tomarlo en consideración.

Es importante recordar, que cuando hablamos decrecimiento postraumático nos referimos al cambiopositivo que experimenta un individuo no por elsuceso traumático en si, sino como resultado del pro-ceso de lucha que emprende a partir de él. Tampoco

hay que dejar de lado el hecho de que aunque el cre-cimiento postraumático es un fenómeno común enindividuos que han sufrido diferentes eventos trau-máticos no es universal. No todas las personas quepasan por una experiencia traumática encuentranbeneficio y crecimiento personal en ella (Park, 1998;Calhoun y Tedeschi, 1999).

En relación a este tema, se han venido realizandogran variedad de estudios que intentan definir quécaracterísticas y qué variables determinan que se deeste crecimiento postraumático. Concretamente, lasinvestigaciones se han centrado en delimitar quécaracterísticas de personalidad facilitan o impiden undesarrollo o un cambio positivo a raíz de experienciastraumáticas. Optimismo, esperanza, sentimientosreligiosos y extraversión son algunas de las caracterís-ticas que de forma más frecuente aparecen en losestudios como factores de resistencia y crecimiento.

Calhoun y Tedeschi, dos de los autores que más hanaportado a este concepto,dividen en tres categorías elcrecimiento postraumático que pueden experimentarlos individuos: cambios en uno mismo, cambios enlas relaciones interpersonales y cambios en la espiri-tualidad y en la filosofía de vida.

Cambios en uno mismo: Un sentimiento común enmuchas de las personas que se enfrentan a una situa-ción traumática es un aumento en la confianza en lascapacidades de uno mismo para afrontar cualquieradversidad que pueda ocurrir en el futuro. Al lograrhacer frente a un suceso traumático el individuo sesiente capaz de enfrentarse a cualquier otra cosa. Estetipo de cambio puede encontrarse en aquellas perso-nas que por sus circunstancias se han visto sometidasa roles muy estrictos u opresivos en el pasado y que araíz de lucha que han emprendido contra la experien-cia traumática han conseguido oportunidades únicasde redireccionar su vida. Con este tema, enlazan tam-bién los trabajos que indican que la convicción polí-tica e ideológica es el principal factor positivo deresistencia en presos políticos y torturados (PérezSales y Vázquez, 2003).

La visión de uno mismo como más fuerte y poseedorde más altos niveles de autoeficacia que muchas per-sonas experimentan en su lucha con el trauma no

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conlleva necesariamente una sensación de invulnera-bilidad, de hecho, paradójicamente, puede coexistircon un incremento de la sensación de vulnerabilidad.

Cambios en las relaciones interpersonales: La investi-gación demuestra que existe un significativo númerode personas que, a raíz de la vivencia de una experien-cia traumática, ven fortalecidas sus relaciones con otraspersonas. Suele ser común la aparición de pensamien-tos tales como "ahora se quienes son mis verdaderosamigos y me siento mucho más cerca de ellos queantes". Muchas familias y parejas enfrentadas a situa-ciones adversas dicen sentirse más unidas que antes delsuceso. En un estudio realizado con un grupo demadres cuyos hijos recién nacidos sufrían serios tras-tornos médicos, los resultados demostraron que un20% de estas mujeres decían sentirse más cercanas queantes a sus familias y que su relación se había fortale-cido (Affleck, Tennen y Gershman, 1985).Por otrolado, a veces, el haber hecho frente a una experienciatraumática despierta en las personas sentimientos decompasión y empatía hacia el sufrimiento de otras per-sonas y promueve conductas altruistas.

Cambios en la espiritualidad y en la filosofía de vida:Las experiencias traumáticas tienden a sacudir de formaradical las concepciones e ideas sobre las que construi-mos nuestra forma de ver el mundo. Las experienciastraumáticas pueden desbaratar las suposiciones sobrelas que las personas construyen su vida día a día (Janoff-Bulman, 1992). Es el tipo de cambio más frecuente.Cuando un individuo pasa por una experiencia trau-mática, se hace consciente de la realidad de la muerte, yesto puede conllevar a una mayor apreciación del valorde las pequeñas cosas de la vida, del día a día.

Aunque se tiende a pensar que la mayoría de la eviden-cia empírica sobre la existencia de resiliencia y creci-miento postraumático se ha basado en estudios de casoúnico de personas excepcionalmente fuertes o extraor-dinarias (Masten, 2001), la realidad demuestra que exis-ten estudios sistemáticos que analizan grandes gruposde sujetos y que encuentran resultados favorables queapoyan el hecho de que son fenómenos comunes. Asípor ejemplo, en un estudio realizado con 154 mujeresque en su infancia habían sufrido abuso sexual, casi lamitad de ellas (46,8%) informaron de haber encontradoalgún tipo de beneficio en la experiencia vivida, benefi-

cios que pudieron agruparse en cuatro categorías: capa-cidad de protección de los niños frente al abuso, capaci-dad de auto-protección, incremento en el conocimien-to del abuso sexual y desarrollo de una personalidadmásresistente y autosuficiente. Este estudio viene a contra-decir la creencia tradicional de que lamayoría de las per-sonas que sufren abuso sexual en la infancia desarrollanun sentimiento de indefensión que les hace vulnerables,y sugiere que muchas de las mujeres abusadas parecensalir fortalecidas de su experiencia y con mayores herra-mientas para protegerse a sí mismas y a sus hijos(McMillen y Zurvain, 1995). En la línea de lo que afir-man Calhoun y Tedeschi sobre la coexistencia de emo-ciones positivas y negativas, un 88.9% de las mujeresque percibieron beneficio de la experiencia de abusosexual informaron también de percepción de daño.

Es importante resaltar que el crecimiento postraumá-tico debe ser entendido siempre como un constructomultidimensional. Es decir, el individuo puede expe-rimentar cambios positivos en determinados domi-nios de su vida y no experimentarlos o experimentarcambios negativos en otros dominios (Calhoun yTedeschi, 1998).

De otro lado, podemos concebir el crecimiento pos-traumático como una estrategia en si misma, es decir,el sujeto utiliza esta búsqueda de beneficio paraafrontar su experiencia, de forma que el crecimientopostraumático más que un resultado es en sí mismoun proceso (Park, 1998).

Las teorías que defienden la posibilidad de un creci-miento o aprendizaje postraumático adoptan la premi-sa de que de alguna manera, la adversidad puede, aveces, perder parte de su severidad a través de o graciasa procesos cognitivos de adaptación consiguiendo nosólo restaurar las visiones adaptativas de uno mismo,los demás y el mundo que en un principio podíanhaberse distorsionado debido a la experiencia traumá-tica, sino incluso fomentar la convicción de que uno esmejor de lo que era antes del suceso (Affleck y Tennen,1996). Así, se ha propuesto que el crecimiento pos-traumático tiene lugar desde la cognición, más quedesde la emoción (Calhoun y Tedeschi, 1999). En estalínea, la búsqueda de significado y las estrategias deafrontamiento cognitivo parecen ser aspectos críticosen el crecimiento postraumático (Park, 1998).

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La posibilidad de que los niveles de resiliencia oresistencia puedan ser incrementados en los indivi-duos es aún una gran intriga que plantea enormesimplicaciones (Bartone, 2000). De hecho, si somoscapaces de entender cómo y por qué algunas perso-nas resisten y se benefician de experiencias extrema-damente adversas, y somos capaces de enseñar estahabilidad a los demás, los beneficios para el sistemasanitario mundial serían inconmensurables (Carver,1998). Es necesario por tanto un gran volumen deinvestigación empírica que lleve a clarificar la natura-leza de los procesos de resistencia y crecimiento,

La investigación a nivel latinoamericano ya cuentacon algunos importantes resultados. Así, Casullo ysus colaboradores desarrollaron un instrumento en laRepública Argentina, aplicándolo a 1270 adolescentesestudiantes de secundaria en Buenos Aires, Tucumány Patagonia argentina. Su cuestionario, basado en laspropuestas de Ryff , es denominado Escala BIEPS, ytiene dos formatos, uno para adultos y otro para ado-lescentes. Explora cinco dimensiones: autonomía(capacidad de actuar en modo independiente), con-trol de situaciones (sensación de control y autocom-petencia), vínculos psicosociales (calidad de las rela-ciones interpersonales), proyectos (metas y propósi-tos en la vida) y aceptación de sí mismo (sensación debienestar con uno mismo). Al estudiar la confiabili-dad y validez de la escala, se encontró una adecuadavalidez convergente y concurrente, al cotejarla porejemplo con el SCL 90 R de DeRogatis, así como unanálisis discriminante adecuado al comparar adoles-cente en riesgo en sus respuestas. Posteriormente estaescala fue aplicada también con resultados metodoló-gicamente satisfactorios en Perú, Cuba, y España.

En una muestra chilena se aplicó el cuestionario deDiener a 207 estudiantes universitarios, con unamayoría de mujeres (71.9%), y con edades que fluc-tuaron entre 18 y 27 años. No se encontraron dife-rencias significativas en los puntajes por sexo, poredad ni por nivel de ingresos familiares. Se encontróque la mayoría de los estudiantes percibían su vidapositivamente. Por ejemplo en la afirmación "mi vidaestá cerca de mi ideal", un 44.7% estuvo de acuerdo omuy de acuerdo, un 28.4% adicional estuvo algo deacuerdo, y solo un 8.2% estuvo en desacuerdo. Parala afirmación "estoy satisfecho con mi vida", un 45%

estuvo de acuerdo o muy de acuerdo, y un 27.3% adi-cional algo de acuerdo. Sólo un 11% estuvo en des-acuerdo. Con la afirmación "las condiciones de mivida son excelentes", un 45% estuvo de acuerdo omuy de acuerdo, un 27.3% adicional estuvo algo deacuerdo, y solo un 11% estuvo en desacuerdo. Comose ve, hay consistencia clara en los resultados entreun item y otro. Estos resultados se dan en una pobla-ción de estudiantes de dos universidades, una públi-ca y otra privada, por lo que no representan unamuestra de población general.

LA PROMOCIÓN DE LA SALUD : UNATAREA PARA LA PSICOLOGÍA LATINOA-MERICANA."El amplio espectro de situaciones problemáticas ensalud que el psicólogo debe enfrentar para respondera las demandas existentes lo obligan a hacer uso de losrecursos teórico-metodológicos disponibles, asícomo implementar intervenciones que ni siempreson posibles conjugar con un encuadre teórico de laPsicología. Esto ha generado dificultades para esta-blecer la correspondencia entre ambos niveles deabordaje, creando un falsa ruptura, casi mítica, entrelos psicólogos prácticos que tienen que resolver pro-blemas concretos en instituciones de salud con cier-to, y muchas veces hipercriticado, eclecticismo, y losque trabajan en instituciones académicas. El asuntose agudiza cuando los proyectos de trabajo en institu-ciones de salud tienen lugar a partir de Universidadesy otras instituciones de enseñanza, como frecuente-mente sucede en los países latinoamericanos." (Grau1997.citado por Sebastián, R et al 2002)

La discusión sobre este impasse es todavía incipienteen el medio académico y carece de profundos cam-bios en el programa curricular para que los nuevospsicólogos que ingresan en el mercado puedan efec-tivamente satisfacer la demanda que se les impone.

La salud de los rangos poblacionales más jóvenes seencuentra, por consiguiente, muy amenazada, y ahíes donde se identifica, de forma más intensa, el con-traste de la sobreposición de convivencias con losagravios a la salud generados de una parte por las con-diciones sociosanitarias y acceso a la educación preca-rios, en que la morbimortalidad infantil está muyalta, como se subrayó arriba, pero, de otro parte, se

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agrava el problema a medida que están más expuestosa la violencia urbana y doméstica, sufriendo abusosde los más diferentes tipos, tales como enfermedadesde transmisión sexual, embarazo precoz, drogadic-ción, entre otros, generados principalmente por laintensificación de la migración hacia los grandes cen-tros urbanos, por la degradación ambiental y por losconsecuentes perjuicios que ésta causa a la calidad devida y desarrollo de esos jóvenes.

Considerándose que los mecanismos de afrontamien-to psicosociales del niño y del joven son, en muchossentidos, limitados ya por el hecho de que todavíaestán en fase de estructuración, ya por la baja condi-ción de las estructuras de sostén ofrecidas por la socie-dad (pobreza, falta de acceso a la educación, o altoíndice de retiro escolar, malnutrición, promiscuidadsocial - caracterizada sobre todo por las condiciones devivienda, ambiente y estructuras sociales relacionadasal ocio, convivencia social sana, entre otros), se obser-va la creación, ampliación y mantenimiento de unescenario extremadamente nocivo al desarrollo globalestructurado de ese rango de la población.

Las cuestiones afectas a; comportamiento, autoestima,estructuración de valores, desarrollo de autonomía,capacidad crítica, acaban por experimentar condicionesde extrema precariedad para su desarrollo, lo que signi-fica en última instancia que los futuros adultos (aquellosque sobrevivan) se presentarán con un precario reperto-rio biopsicosocial de recursos para afrontar las vicisitu-des de la vida y todos los condicionantes de agravio desu salud global, retroalimentando así este cuadro queahora se presenta, agravándolo cada vez más.

La colaboración de la Psicología de la Salud en estosproblemas, por lo tanto, está íntimamente vinculada alas acciones destinadas a la educación en salud, articu-lando programas de fomento de la autoestima, impul-sando comportamientos saludables y formando compe-tencias para el desarrollo de la capacidad de hacer unalectura crítica sobre su vida y sobre el mundo, de latoma de decisiones, del desarrollo de la autonomía y laciudadanía, todo esto se debe realizar en los más distin-tos espacios; en escuelas, centros de salud, núcleoscomunitarios, entre otros, donde la participación con-junta entre los agentes de promoción de la salud y lascomunidades puedan efectivamente ocurrir.

Martínez et al (1988), consideran- y compartimosestos criterios- que la prevención no conlleva unavisión positiva de hacer progresar el bienestar ocalidad de vida, sino que pretende mantener elnivel actual: que la mayoría de casos se dirige a gru-pos de riesgo, y que la responsabilidad de las accio-nes preventivas recae fundamentalmente sobre losprofesionales y sobre los recursos del Sistema deSalud y de los Servicios Sociales. Partiendo de estascríticas, proponen la promoción entendida comouna estrategia mediadora entre la gente y susambientes, sintetizando la elección personal y laresponsabilidad social, de manera que se cree unfuturo mejor. Nutbean (1985) define la promocióndel bienestar, la calidad de vida o la salud como: " elproceso mediante el cual los individuos y lascomunidades están en condiciones de ejercer unmayor control sobre los determinantes de la salud(bienestar, etc), y, de ese modo, mejorar susalud"(citado por Martínez et al, 1988).

Entre las características de las actividades de promo-ción estos autores citan:

Tienen connotaciones positivas, no están orien-tadas al déficitImplican necesariamente a la población en suconjunto, en vez de enfocarse a grupos de riesgoIntentan, en especial, conseguir una efectiva yconcreta participación de la comunidad, tantoen la definición de problemas, como en la tomade decisiones sobre las medidas que se debenadoptarSe orientan hacia los estilos de vida, promovien-do habilidades personales para influir sobre losfactores que determinan la salud y el bienestar,así como para el desarrollo de estrategias ade-cuadas para afrontar situaciones problemáticasProcura reforzar las redes y apoyos sociales,como determinantes de actitudes, valores y con-ductas significativasSe relacionan muy directamente con las condi-ciones de vida ( vivienda, trabajo, etc) prerre-quisitos de la salud y el bienestar socialInfluye sobre el entorno físico y social para for-talecer los factores favorables y modificar losque dificultan los estilos de vida saludables. Setrataría de conseguir que las opciones que mejo-ran la calidad de vida sean fáciles de elegir

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Combinan enfoques y estrategias diversas, perocomplementarias: comunicación, educación,cambios organizacionales, desarrollo comunita-rio, etc.

Consideramos que en la etapa actual, el psicólogo desalud debe priorizar su trabajo hacia la prevención:

en perspectiva multinivel y multistémicacon énfasis en la promoción de competencias yhabilidades( para afrontar situaciones proble-máticas, así como apoyo social para hacer frentea cambios vitales)capacitación ( empowerment) de individuos ygruposSensibilidad ante el nivel de desarrollo de lapoblación objetivo, y ante el sistema en el que sedesarrolla el programa

Pero sobre todo orientarse hacia la promoción de lacalidad de vida, en la que reconocemos componentes:bienestar/ satisfacción subjetivos, desempeño de roles(sociales) y condiciones externas de vida material " nivelde vida" y social, como la red social y el apoyo social ;lo que debe evaluarse en ámbitos vitales separados (valoración de múltiples áreas), pues la calidad de vidade una persona puede ser excelente en un ámbito( porejemplo, en la familia) e inferior en otro ( por ejemplo,en el trabajo) y, finalmente, que la valoración de loscambios en la calidad de vida debe tener en cuenta lasdistintas "velocidades" de cambio que son inherentes alos distintos componentes : bienestar/ satisfacción, fac-tores contextuales, y estado funcional.

Cualquier programa, por sofisticado y fundamentadoque sea, si es vertical es rechazado por la comunidad;"nuestra experiencia nos dicta que los programas debenhacerse con la comunidad y no para la comunidad".

Para que un programa tenga éxito se debe asumir unavisión diferente del mundo y de la relación de ayuda,sin jerarquías, sino con la activación de los recursosinternos que todos los individuos, familias y comuni-dades tienen para sobrellevar los conflictos y crisispropias de la condición humana. De la gama de pro-puestas contemporáneas emerge la Resiliencia comouna alternativa que recrea otras opciones de trabajoen un contexto socio-comunitario y potencia accio-nes concertadas entre las instituciones, profesionales

y usuarios/clientes de los programas. Es la prepara-ción de las comunidades y familias para que activen laResiliencia en el marco de garantizar la Calidad deVida y el desarrollo sostenible y asegurar condicionesadecuadas de supervivencia a las generaciones futu-ras. En términos técnicos-metodológicos, laResiliencia no requiere la asistencia permanente delprofesional o agente de cambio, al igual que con losGAM-Grupos de Ayuda Mutua, aquel no es sino unpotenciador de los procesos de cambio en sus etapasiniciales, cuando aporta sus herramientas conceptua-les y técnicas para la organización y autogestión de lashabilidades y destrezas, que permitan enfrentar lascondiciones adversas de cualquier índole.

La Resiliencia, propicia modificaciones conceptualesimportantes en las ciencias sociales, humanas y natu-rales asumiendo el componente bio-psico-social-jurídico-espiritual que ilumina y cohesiona los pro-yectos de avanzada. Conlleva una visión holística,integradora de los dilemas humanos, pues planteaque la activación de factores resilientes en individuosgenera también cambios en las familias y comunida-des de las cuales hacen parte.

La Promoción sugiere que la Resiliencia active losmecanismos protectores sobre eventos críticos yposibilite un equilibrio armónico entre los estadosde tensión y estrés naturales a la cotidianeidad y lossucesos imprevistos e inesperados que desatan lascrisis. Es preparar a los sistemas humanos para quefortalezcan la capacidad de enfrentar la adversidade incorporarla a los proyectos de vida, como unasunto que no detiene el desarrollo integral sinoque le permite reencuadres y cambios de perspec-tiva. El papel del profesional en las experienciasreseñadas, es como facilitador de procesos de cam-bio que dependen en lo primordial de la motiva-ción y expectativas de la comunidad, familia oindividuo, en una mirada interdisciplinaria quecongrega todas las áreas del conocimiento interesa-das en promocionar la Resiliencia.

Todo ello exige asumir una cosmovisión diferente delmundo, donde el profesional aporta elementos con-ceptuales y metodológicos, pero en esencia quienespotencian y proyectan los factores positivos parasobrellevar y enfrentar las condiciones adversas del

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continente son los propios individuos, familias, comu-nidades y regiones que las viven. Es apostar a crearmejores condiciones de vida a las generaciones futuras.Para concluir en el tema de promoción de la salud esinevitable mencionar algunos de los puntos másimportantes de la Declaración de Yakarta sobre laPromoción de la Salud.

Promover la responsabilidad social en la salud.Aumentar las inversiones en desarrollo de lasalud.Consolidar y expandir las asociaciones para lasalud.Aumentar la capacidad de la comunidad ypotenciar a los individuos.Contar con una infraestructura para la promo-ción de la salud

De esta manera se insta a los países a adoptar ciertasestrategias que favorezcan las actividades con el fin depromover la salud en el ámbito internacional.

Se trata de producir un cambio en el modo de pensarlas cuestiones comunitarias en salud, tarea que com-promete a todos los actores sociales. Utilizar e inte-grar los recursos existentes, individuales, colectivos einstitucionales; cooperar en lugar de confrontar; con-cebir la integridad dentro de la diversidad; crear espa-cios de decisión y de aprendizaje permanente. Quecada grupo social que comparte un proyecto comúnpara responder a una necesidad o interés, constituyamás que una estrategia de supervivencia, una organi-zación en red, apelando a y tomando conciencia de loya existente creando respuestas novedosas y valori-zando el aporte mutuo.

Es nada más y nada menos que responder al desafíode institucionalizar nuevos modos de hacer, de inter-venir, de enfrentar la complejidad, construir sobreella y aún salir fortalecidos. Convertir la crisis enoportunidad esto es en otras palabras fomentar laresiliencia de los habitantes.

En otras palabras, desarrollar la resiliencia, es decir lacapacidad de recuperarse ante la adversidad, y apren-der de ella, de experiencias en los cuales los indivi-duos pueden probarse a si mismos que son capacesde pensar, de hacer, de decidir o como lo denominaRutter (1993) como un conjunto de procesos sociales

e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida "sana"viviendo en un medio "insano".

Por estos motivos, es relevante dirigir todos losesfuerzos hacia la comprensión de los mecanismosque actúan a nivel individual, familiar y comunitario.

Porque, promover la resiliencia apunta a mejorar lacalidad de vida de las personas a partir de sus propiossignificados, del modo como ellos perciben y enfren-tan el mundo.

Ciertas condiciones permiten a los niños encontrarun espacio de libertad y de creatividad favoreciendola construcción de su resiliencia frente a situacionesadversas :

Generar una actitud de escucha, apoyo e interésen el niño oEstablecer reglas claras, con expec-tativas altas - pero sin sobrecargar al niñoFavorecer la participación activa del niño en lavida de la familia, de la escuela o de la comunidad

Estos elementos que favorecen la resiliencia tienenimplicaciones fundamentales para la educación y laspolíticas de la infancia. Ellos confirman, en particular,la importancia y la pertinencia de la Convención rela-tiva a los Derechos del Niño, en la cual se encuentranlos elementos de base de la resiliencia :

El respeto del niño, en su persona y su integri-dadLa protección del niño contra diversos riesgos ypeligrosLa prevención de amenazas contra la salud y laintegridadLa participación del niño, el respeto a su palabray la valoración de su opinión.

Además, la Convención relativa a los Derechos delNiño, con la afirmación de derechos básicos, nos daa todos, niños y adultos, un marco de derechos y dereglas, de límites y de exigencias. El estudio de la resi-liencia de los niños víctimas de abuso sexual muestrala importancia del proceso de justicia. La justiciacomienza por exponer el derecho, situar las culpas yafirmar la inocencia. Este proceso contribuye a lareconstrucción de la autoestima de la víctima, ypuede así ayudar a los niños a sobrevivir y desarrollaruna resiliencia .

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Para orientar nuestras prácticas, la resiliencia noslleva a las proposiciones siguientes :

Prevenir los riesgos: los riesgos son una reali-dad, a la cual podemos todos estar expuestos.Los programas deben apuntar a eliminar o alimitar los riesgos y las amenazas para los niños.Es el papel de las acciones de información, desensibilización, de desarrollo de competenciaspara reconocer una situación de riesgo y prote-gerse.No hay invulnerabilidad: ningún programa deprevención, ninguna política social llegará asuprimir los riesgos y las amenazas.No hay fatalidad: no hay determinismo absolu-to. Frente a situaciones aparentemente sin espe-ranza, es muchas veces posible encontrar, cons-truir un camino de resiliencia. Las acciones deprevención deben apuntar a favorecer, en elniño, las competencias que le permitirán des-arrollar una resiliencia.Cambiar de mirada. Tener una mirada positivasobre las personas y sus capacidades. Esto impli-ca por ejemplo incluir sistemáticamente en laanamnesis las preguntas sobre los aspectos posi-tivos del desarrollo y la salud .Favorecer la resiliencia de una persona cercana.La resiliencia se construye gracias a un vínculofuerte con una persona, con apoyo de un amigo,de un familiar, de una red de conocidos. Todospodemos tomar este papel frente un amigo, unniño, un conocido en dificultad.

Hay aquí un mensaje esencial para todos nosotros,niños, adultos, sociedades, que muestra la importan-cia del vínculo y la solidaridad. Nos invita a un cam-bio de perspectiva de la prevención, a no dirigirsemás a los niños solamente como víctimas potenciales,sino como personas que tienen recursos para des-arrollar su propia resiliencia, y que además, puedanvolverse un recurso para su prójimo.

El termino genérico de competencia parental - quenos propone Barudy ( 2004) - engloba la noción decapacidades parentales fundamentales y las habilida-des parentales. Es evidente que a la hora de evaluar elgrado de competencias, como para aportar ayuda edu-cativa o terapeútica a los padres para mejorarlas, estosdos niveles se entremezclan en un proceso dinámico.

Las capacidades parentales fundamentales:La capacidad de apegarse a sus crías o apego:corresponde a la capacidad de los padres a vin-cularse a sus crías respondiendo a sus necesida-des. Las diferentes investigaciones sobre elapego nos ha ayudado a integrar que el niñoposee una capacidad innata para apegarse. Deesta capacidad depende su supervivencia.Por otra parte, la capacidad del adulto de apegar-se a sus crías depende no sólo de sus potencia-les biológicos, sino de sus propias experienciasde apego así como de la existencia de factoresambientales que faciliten u obstaculicen las vin-culaciones con sus crías.La empatía: o capacidad de percibir las necesida-des del otro y sintonizar con ellas.Los modelos de crianza: resultado de los apren-dizajes sociales y familiares que se transmitencomo fenómenos culturales de generación engeneración. Estos modelos se aprenden funda-mentalmente en el seno de la familia de origen,mediante la transmisión de modelos familiares ypor mecanismos de aprendizaje: imitación,identificación, aprendizaje social. En esta trans-misión influyen también el contexto social ycultural en que se desenvuelve la familia. Enestos modelos las formas de percibir y compren-der las necesidades de los niños están implícita-mente o explícitamente incluidos, así como lasrespuestas para satisfacer estas necesidades.La capacidad de participar de la vida comunitariaaportando y recibiendo cuidados y apoyo social.Esto forma parte de la necesidad que todos tene-mos de contar con apoyos para estar bien y resul-tar funcionales en nuestras responsabilidades.

El concepto de resiliencia nos sirve no sólo como guíapara establecer criterios de actuación con los niños y suspadres en el sentido de apoyar sus recursos naturales, enla perspectiva de la psicología positiva, sino que ademásson criterios para evaluar nuestras propias capacidadesresilientes en tanto profesionales.

Las capacidades resilientes se desarrollan cuando losniños y niñas conocen contextos relacionales que le ofre-cen en cantidad suficientes las siguientes experiencias:

Experiencias de buenos tratos, caracterizadospor un apego sano y seguro, además de los apor-

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tes nutritivos, afectivos y culturales en cantidadsuficientes para sentirse una persona digna deser amada.Haber participado en procesos de conversaciónque les han permitido tomar conciencia y cono-cer su realidad familiar y social por muy duraque ésta sea. Esto con el apoyo social y afectivosuficiente como para tener la energía de buscarmodos alternativos de vida.Vivir experiencias de apoyo social, es decir, serconsiderado en ocasiones como una personacentral en una red social, para recibir afectos yde apoyo.Haber participado en procesos sociales paraluchar contra las injusticias, una mejor distribu-ción de los bienes y de la riqueza ofreciendo asíideas para paliar situaciones de pobreza y sufri-miento.Haber aprovechado de procesos educativos quepotencien el respeto de los derechos de todas laspersonas especialmente de los niños y niñas, asícomo el respeto por la naturaleza.Haber participado en movimientos sociales conotros niños y niñas en actividades que les per-mitieron acceder a un compromiso social, reli-gioso o político para lograr sociedades mas jus-tas, solidarias y sin violencia.En lo que se refiere al aporte de la comunidad,podemos afirmar que las políticas destinada a lapromoción del bienestar infantil, así como losprogramas de protección infantil son los recur-sos específicos que la sociedad pone a disposi-ción de las familias para contribuir al buen tratoinfantil.Aunque esto no es una realidad en ningunaparte del mundo, si esto ocurriera tendríaque basarse en estos dos pilares:

Influenciar positivamente el desarrollo de com-petencias parentales (promoviendo su adquisi-ción o mejora)Apoyar a las familias en la cobertura de las necesi-dades y los derechos de sus miembros infantiles.

Por otra parte, en el caso de familias cuyos padres noposeen las competencias parentales y como conse-cuencia dañan a sus hijos, los servicios sociales deprotección deben desarrollar, por un lado programasespecíficos para evaluar estas incompetencias paren-

tales. Esto para determinar su gravedad y las posibili-dades de recuperación con un programa adecuado.Por otra parte es fundamental, evaluar las necesidadesespeciales de las niñas y niños dañados por estasincompetencias, para proporcionarles los recursos deprotección y educativos terapéuticos necesarios.

Un modelo de protección infantil que considerecomo objetivo el asegurar, el bienestar infantil a tra-vés de la promoción de dinámicas de buenos tratos,deberá por tanto responder a tres desafíos:

Evaluar y aportar recursos terapéuticos y educa-tivos para generar cambios cualitativos y cuanti-tativos en las competencias de los padres ymadres, para cuidar, proteger y educar a sushijos.Satisfacer las necesidades terapéuticas y educati-vas, singulares de estos niños y niñas, conse-cuencias de la incompetencia de sus padres y delos factores socioeconómicos y culturales quehan favorecido los malos tratos.Favorecer y proteger los recursos resilientes delos niños, de los padres y también de los profe-sionales de la infancia, a través del fomento dedinámicas de buentrato, a nivel institucional ysocial.

Esta forma de introducirnos en los fenómenos de losbuenos tratos, pretende ser un aporte para seguircontribuyendo a la tarea de promover al bienestarintegral de niños y niñas que por desgracia les tocavivir en el seno de familias cuyos padres por sus tra-gedias infantiles y la falta de apoyo de su comunidadno desarrollaron las competencias para cuidarles,protegerles ni asegurarles un desarrollo sano y que,además, en muchas ocasiones les provocan dañosirreversibles.

Hacer frente a la tarea de evaluar las competencias deestos padres, y a partir de datos objetivos, proponer lasmejores medidas para el niño y programas de rehabi-litación parental que parezcan los más adecuados, nosparece en la actualidad una muestra de valentía, perosobre todo de solidaridad con todos los implicados. Alos primeros para asegurarles el derecho a una vidasana y sin violencia, a los segundos para proporcionar-les los recursos adecuados para el desarrollo de com-petencias parentales, que por las injusticias de la vida

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no pudieron adquirir. Por lo tanto, este nos parecetambién un recurso fundamental para la prevenciónde todas las formas de violencia. En efecto, proporcio-nar recursos a los padres para que mejoren sus capaci-dades parentales, es al mismo tiempo facilitar a loshijos modelos más sanos para la crianza de sus futuroshijos. Si a pesar de los recursos proporcionados lospadres no pueden mejorar sus competencias, tenemosla posibilidad de ofrecer a sus hijos una acogida fami-liar o residencial para asegurarles un desarrollo sanocomo personas. Si además se complementa el acom-pañamiento de estos niños con experiencias familia-res, esto podrá facilitar la adquisición de modelos decrianza que podrá permitirles superar en sus propiashistorias como padres los que sus propios padres nopudieron mejorar. En otra perspectiva, un modelobasado en el buentrato y el bienestar infantil pretendeayudar a disminuir la duración de los períodos deinestabilidad en que muchos niños se encuentran a laespera de medidas que les protejan, luego que se harealizado la detección de sus situaciones de riesgo einclusos de desamparo. Esto asegurándole medidasque garanticen los cuidados que los niños necesitan,pero además la continuidad de vínculos significativosnecesarios para su desarrollo.

Siempre que nos planteamos cómo tratar un proble-ma humano lo primero que hay que hacer es definir-lo, luego co-construir un modelo explicativo queincluya su origen y su desarrollo. A partir de estopodremos determinar cuáles son los medios quetenemos para influir no sólo las personas implicadasen el origen del problema, sino también los procesosque lo perpetúan. Como se trata de problemas huma-nos, tenemos que hacer todo lo necesario para lograrun consenso entre las personas implicadas para facili-tar la emergencia de soluciones. Esto incluyendo unacuerdo sobre la existencia misma del problema.

Por esto que, la hora de hablar sobre prevención y tra-tamiento de las consecuencias de la violencia humana,el desafío es lograr un acuerdo de aceptación de estadefinición no sólo por parte de los profesionales, sinotambién de los miembros de la sociedad.

El desafío es tener los recursos y las competenciasprofesionales para facilitar consensos sobre la exis-tencia, la naturaleza y el origen de un problema con

los miembros de una comunidad, de un grupo, deuna familia. Esto para trabajar juntos en la resoluciónde estos, movilizando y potenciando los recursosnaturales, así como los profesionales.

En el marco de esta presentación hablaremos de lascapacidades indispensables para trabajar con familiasque de acuerdo a nuestros modelos hemos definidocomo productoras de violencia y de abusos de poder.

La capacidad de vincularnos como personas aotras personas. Esto significa, relacionarnos conlas personas en el marco de un ambiente emocio-nal compatible con lo que llamamos "los contex-tos amorosos". Que implica sencillamente rela-cionarse con el, ella y los otros comunicándolesnuestro respeto incondicional por su condiciónde vivientes humanos. Sabiéndoles influidos porsus historias personales y los contextos en que lesha tocado o han optado vivir. Esto no implicaestar de acuerdo con sus prácticas cuando éstasson violentas y abusivas, sino al contrario, nues-tro desacuerdo es una forma de comunicar esterespeto, al mismo tiempo que comunicamosnuestra confianza en sus posibilidades de cam-bio. Para implicarse en el tratamiento de los pro-blemas de las familias en donde los adultos pro-ducen abuso y violencia, los profesionales debe-mos movilizar nuestros recursos para apegarnosemocionalmente a todos los miembros transmi-tiéndoles que son importantes para nosotros. Setrata de construir contextos de confianza y segu-ridad. Por esto no podemos permitir que se siganviolando los derechos de las personas, por ejem-plo de los niños, mujeres o ancianos al interior dela familia.La capacidad de facilitar conversaciones paraencontrar consensos sobre nuevas formas dedefinir los problemas y sus causas para promo-ver cambios cuando es posible.La capacidad de producir prácticas asociativaspara actuar en el sentido de cambiar las dinámi-cas de violencia.

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* Docente Post Grado de la USMPDecano Colegio de Psicólogos CDR Lima [email protected]