Rosita

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Rosita Manuel Hidalgo Introducción Manuel Hidalgo nació en Pamplona en 1953. Es columnista, crítico de cine, escritor y guionista de películas. Ha publicado libros sobre Berlanga, Saura, Rabal, Fernán Gómez. Sus novelas son El pecador impecable (Tusquets, 1987), Azucena, que juega al tenis (Mondadori, 1988) y El hombre malo que estaba allí (Aguilar, 2001), entre otros libros. Además, ha escrito guiones de Una mujer bajo la lluvia, Grandes ocasiones, El portero y Nubes de verano. El siguiente relato está publicado en VVAA: Inmenso estrecho. Cuentos sobre la inmigración. Madrid, Kailas Editorial, 2006. Primeros párrafos Rostia está sola en la gran cocina blanca. Por la ventana, ve un trozo bonito del jardín: césped muy cuidado, dos cerezos en flor, el banco de hierro, el seto alto. El cielo azul. El sol llega oblicuo, en retirada, hasta la mesa cuadrada que ocupa el centro y deja sobre ella un manto rojo que pronto se retirará. La señora comió en casa, pero regresó hará una media hora. Es simpática, la señora. Más simpática cuando están a solas las dos. Le cuenta cosas. Cuando el señor está delante, la señora es más reservada. El señor es más seco. Callado, quizá. Pocas veces se dirige a ella, directamente. Casi nunca está en la casa, un chalé grande, de ladrillo visto, blanco, con techo de pizarra en Pozuelo. (…) Y esa tarde Rosita no pudo escuchar el recado de Ciro, aunque sí, más fuerte, los latidos de su corazón.

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Rosita

Manuel Hidalgo

Introducción

Manuel Hidalgo nació en Pamplona en 1953. Es columnista, crítico de cine, escritor y guionista de películas. Ha publicado libros sobre Berlanga, Saura, Rabal, Fernán Gómez. Sus novelas son El pecador impecable (Tusquets, 1987), Azucena, que juega al tenis (Mondadori, 1988) y El hombre malo que estaba allí (Aguilar, 2001), entre otros libros. Además, ha escrito guiones de Una mujer bajo la lluvia, Grandes ocasiones, El portero y Nubes de verano.

El siguiente relato está publicado en VVAA: Inmenso estrecho. Cuentos sobre la inmigración. Madrid, Kailas Editorial, 2006.

Primeros párrafos

Rostia está sola en la gran cocina blanca. Por la ventana, ve un trozo bonito del jardín: césped muy cuidado, dos cerezos en flor, el banco de hierro, el seto alto. El cielo azul. El sol llega oblicuo, en retirada, hasta la mesa cuadrada que ocupa el centro y deja sobre ella un manto rojo que pronto se retirará.

La señora comió en casa, pero regresó hará una media hora. Es simpática, la señora. Más simpática cuando están a solas las dos. Le cuenta cosas. Cuando el señor está delante, la señora es más reservada. El señor es más seco. Callado, quizá. Pocas veces se dirige a ella, directamente. Casi nunca está en la casa, un chalé grande, de ladrillo visto, blanco, con techo de pizarra en Pozuelo.

(…)

Y esa tarde Rosita no pudo escuchar el recado de Ciro, aunque sí, más fuerte, los latidos de su corazón.

Nota: No presento todo relato por cuestiones relacionadas con los derechos de autor.