San Agustín

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Libro XIV Conceptos a recordar: 1. Vivir según la carne se debe entender no sólo de los vicios del cuerpo, sino también de los del alma. Entre las obras de la carne no sólo hallamos las que pertenecen al deleite del cuerpo, sino aquellas con que se manifiestan los vicios del ánimo. 2. Los que creen que todas las molestias, afanes y males del alma le han sucedido y provenido del cuerpo se equivocan. La corrupción, que es la que agrava el alma, so es causa, sino pena del primer pecado; y no fue la carne corruptible la que hizo pecadora al alma, sino al contrario, el alma pecadora hizo a la carne que fuese corruptible. 3. Cuando vive el hombre según la verdad, no vive conforme así mismo, sino según Dios. Cuando vive conforme a sí mismo, según el hombre y no según Dios, sin duda que vive según la metería. Todo pecado es mentira, porque no se forma sino con aquella voluntad con que queremos que nos suceda bien o no queremos que nos suceda mal, luego mentira es lo que haciéndose para que vaya mejor, por ello nos va peor. 4. Aunque es más tolerable la opinión de Platón que la de los maniqueos sobre la naturaleza del cuerpo y del alma, con todo, también aquellos son reprobados, porque las causas de los vicios las atribuyen a la naturaleza de la carne. 5. El hombre que vive según Dios y no según el hombre, es necesario que sea amigo de los bueno, de donde se sigue que aborrezca lo malo. 6. Los ciudadanos de la ciudad santa de Dios, que en la peregrinación de la vida mortal viven según Dios, éstos temen, desean, se duelen y alegran. Y por cuanto su amor o voluntad es recta e irreprensible, todas estas afecciones las poseen también rectas: temen el castigo eterno, duélanse verdaderamente por el que sufre, etc.

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Ideas a recordar del libro XIV de la Ciudad de Dios

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Libro XIVConceptos a recordar:

1. Vivir según la carne se debe entender no sólo de los vicios del cuerpo, sino también de los del alma. Entre las obras de la carne no sólo hallamos las que pertenecen al deleite del cuerpo, sino aquellas con que se manifiestan los vicios del ánimo.

2. Los que creen que todas las molestias, afanes y males del alma le han sucedido y provenido del cuerpo se equivocan. La corrupción, que es la que agrava el alma, so es causa, sino pena del primer pecado; y no fue la carne corruptible la que hizo pecadora al alma, sino al contrario, el alma pecadora hizo a la carne que fuese corruptible.

3. Cuando vive el hombre según la verdad, no vive conforme así mismo, sino según Dios. Cuando vive conforme a sí mismo, según el hombre y no según Dios, sin duda que vive según la metería. Todo pecado es mentira, porque no se forma sino con aquella voluntad con que queremos que nos suceda bien o no queremos que nos suceda mal, luego mentira es lo que haciéndose para que vaya mejor, por ello nos va peor.

4. Aunque es más tolerable la opinión de Platón que la de los maniqueos sobre la naturaleza del cuerpo y del alma, con todo, también aquellos son reprobados, porque las causas de los vicios las atribuyen a la naturaleza de la carne.

5. El hombre que vive según Dios y no según el hombre, es necesario que sea amigo de los bueno, de donde se sigue que aborrezca lo malo.

6. Los ciudadanos de la ciudad santa de Dios, que en la peregrinación de la vida mortal viven según Dios, éstos temen, desean, se duelen y alegran. Y por cuanto su amor o voluntad es recta e irreprensible, todas estas afecciones las poseen también rectas: temen el castigo eterno, duélanse verdaderamente por el que sufre, etc.

7. Los primeros hombres (en plural) en el paraíso, antes que pecaran, no sintieron pasión o perturbación alguna.

8. Con respecto a la caída del hombre, Dios crio en él buena la naturaleza, y viciada no la pudo reparar sino su autor. Fueron malas estas obras de la mala voluntad porque las hizo el hombre conforme a sí propio y no según Dios.

9. Con cuanta mayor injusticia el primer pecado se violó y quebrantó con cuanta mayor facilidad y observancia se pudo guardar.

10. A la mala obra del pecado precedió la mala voluntad. 11. La soberbia de la trasgresión fue peor que la misma trasgresión. Peor y más

detestable la soberbia cuando hasta en los pecados manifiestos se pretende la acogida de la excusa, como si pudiera haber alguna cosa que se bebiera creer o anteponer a Dios.

12. Los impulsos de la ira y de la liviandad se mueven tan viciosamente, que es necesario para moderarlos el freno de la razón.

13. La verdadera bienaventuranza no se consigue en la vida temporal. 14. Dos amores fundaron dos ciudades: la terrena, el amor propio hasta llegar a

menospreciar a Dios; y la celestial, el amor a Dios hasta llegar al desprecio de Sí propio.