San Juan de Ávila

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1. San Juan de Ávila, evangelizador de Jaén y Doctor de la Iglesia Para la Iglesia diocesana de Jaén es un regalo de Dios haber contado entre sus más insignes evangelizadores con un sacerdote secular, San Juan de Ávila, que va a ser declarado el 7 de octubre por el Papa Benedicto XVI Doctor de la Iglesia Universal. 1.1. Doctor de la Iglesia En los casi 2000 años de historia de la Iglesia, sólo se le ha otorgado el título de Doctor universal a 33 cristianos, entre ellos a 3 españoles: San Isidoro de Sevilla, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Esto nos da una idea de la importancia que supone ser declarado Doctor de la Iglesia Universal. Al declarar Doctor a San Juan de Ávila la Iglesia lo presenta como luz para el Pueblo cristiano y para todos los fieles de todos los tiempos. Declara que su doctrina es eminente y digna de estudio por la profundidad con la que se ha adentrado en los misterios de nuestra fe y la singular forma evangélica en que la ha transmitido. También nos indica que esta doctrina predicada por el Maestro Ávila ha sido vivida de manera ejemplar, de modo que su doctrina y vida han sido y siguen siendo alimento y ejemplo perenne para todo el Pueblo de Dios –laicos, consagrados, sacerdotes, obispos, etc-. 1.2. Biografía San Juan de Ávila nace en almodóvar del Campo (Ciudad Real) en 1549 o 1500, en el seno de una familia acomodada. Sus padres lo envían con 14 años a estudiar Leyes a Salamanca, lo propio para los de su clase y condición. A los tres años descubre que ese no es su camino. De vuelta a su pueblo a los 17 años se dedica

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1. San Juan de Ávila, evangelizador de Jaén y Doctor de la Iglesia

Para la Iglesia diocesana de Jaén es un regalo de Dios haber contado entre sus más insignes evangelizadores con un sacerdote secular, San Juan de Ávila, que va a ser declarado el 7 de octubre por el Papa Benedicto XVI Doctor de la Iglesia Universal.

1.1. Doctor de la Iglesia

En los casi 2000 años de historia de la Iglesia, sólo se le ha otorgado el título de Doctor universal a 33 cristianos, entre ellos a 3 españoles: San Isidoro de Sevilla, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Esto nos da una idea de la importancia que supone ser declarado Doctor de la Iglesia Universal.

Al declarar Doctor a San Juan de Ávila la Iglesia lo presenta como luz para el Pueblo cristiano y para todos los fieles de todos los tiempos. Declara que su doctrina es eminente y digna de estudio por la profundidad con la que se ha adentrado en los misterios de nuestra fe y la singular forma evangélica en que la ha transmitido. También nos indica que esta doctrina predicada por el Maestro Ávila ha sido vivida de manera ejemplar, de modo que su doctrina y vida han sido y siguen siendo alimento y ejemplo perenne para todo el Pueblo de Dios –laicos, consagrados, sacerdotes, obispos, etc-.

1.2. Biografía

San Juan de Ávila nace en almodóvar del Campo (Ciudad Real) en 1549 o 1500, en el seno de una familia acomodada. Sus padres lo envían con 14 años a estudiar Leyes a Salamanca, lo propio para los de su clase y condición. A los tres años descubre que ese no es su camino. De vuelta a su pueblo a los 17 años se dedica a la oración, caridad y búsqueda de la voluntad de Dios. El joven de 20 años marcha para hacerse sacerdote a Alcalá de Henares, la gran universidad del renacimiento español. Allí descubre que su sacerdocio lo va a ejercer como misionero en el recién descubierto Méjico. Espera el barco en Sevilla sólo con la Biblia en la mano y su celo apostólico. Su herencia, una mina de plata, la ha repartido entre los pobres de su pueblo. Será para siempre un cura que vive de la caridad.

No va a América porque la voluntad de Dios, expresada por medio del arzobispo de Sevilla, es que evangelice en la península. Pronto se convertirá en el Apóstol de Andalucía, y desde aquí de Extremadura, España y el mundo, acrecentando su influencia a través de todos los que lo van conociendo y tratando hasta los más remotos rincones del mundo de su época llegando hasta nuestros días.

Evangeliza con su predicación y ejemplo Sevilla y pueblos limítrofes, especialmente Écija, donde vive varios años, y donde las envidias, calumnias, etc. lo llevan a la cárcel de la Inquisición.

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Después de casi dos años en espera de juicio, finalmente es absuelto. El joven sacerdote de 32 años sale de la cárcel lleno del amor de Dios que se la ha manifestado especialmente en Cristo crucificado. La vivencia de este amor de Dios y lo que esto comporta será el eje de su vida, doctrina y acción caritativa. En 1534-35 pasa a Córdoba donde cuida enfermos, predica, y va concentrando su actividad formativa especialmente con los sacerdotes porque en ellos ve a todo el mundo. Hacia 1536 lo llaman para que evangelice en Granada, donde además de la acción pastoral hacia todos, influye en la universidad, organiza un colegio para que estudien los que van a ser clérigos y fomenta la vida en común de los sacerdotes, siendo él el primero en dar ejemplo de ello. Allí se convertirá San Juan de Dios tras oírle predicar, y le ayuda a la creación de hospitales y a su vida espiritual. También en Granada comienza acompañar el proceso de conversión de san Francisco de Borja, que llegará a ser el tercer Prepósito general de los jesuitas.

1.3. San Juan de Ávila en Baeza y Diócesis de Jaén

San Juan de Ávila llega a Baeza en septiembre de 1539, llamado para pacificar la ciudad y crear una escuela para niños pobres y huérfanos. En 1542 fundará en esta ciudad la Universidad de la Santísima Trinidad para clérigos, tanto seculares como religiosos, que llegará a ser la tercera en Andalucía. San Juan de Ávila visita y colabora y potencia la acción caritativa en los hospitales de la ciudad, predica en plazas, iglesias y calles, enfatiza la procesión del Corpus y comunica la enseñanza del evangelio a niños, y éstos a su vez a los mayores, cantando las coplillas que el Maestro Ávila ha inventado conteniendo la doctrina cristiana. Su enseñanza llega a los pueblos vecinos, donde predica él y sus discípulos y todos los estudiantes de la Universidad. Esta

Universidad será la niña de sus ojos. En esta ciudad vive 4 años, aunque con continuos viajes misioneros por las tierras de Jaén y andaluzas. Funda también Colegios Menores en Úbeda, Beas, Huelma, Cazorla y Andújar. San Juan de Ávila tiene una gran presencia y acción pastoral en nuestra Diócesis. Es muy conocido no sólo en Baeza, sino en Jaén y Andújar. En estas tres ciudades declararán en los Procesos de Beatificación sobre sus grandes virtudes y santidad. La Universidad de Baeza ha enriquecido nuestra vida espiritual y humanística durante tres siglos, pasando después a Jaén.

1.4. Apóstol de Andalucía y de toda la Iglesia

Desde 1545 hasta su retiro a Montilla por sus ya fuertes enfermedades en 1554 san Juan de Ávila seguirá extiendo el evangelio en Andalucía y Extremadura con su gran celo apostólico, colaborando en la transformación de los valores de la sociedad según los valores evangélicos. Sus armas son sólo su unión con Dios, y por tanto unión con su Palabra, a la que le dedica mucho tiempo de estudio y meditación, su vida ejemplar y coherente con lo que predica y siempre llena de amor para con todos, y su acción profundamente caritativa, tanto en el trato con cada uno, personalmente o por carta, tanto en la promoción de la acción social, formativa y caritativa, especialmente con los más desfavorecidos.

Desde la humilde casa de Montilla (1545), San Juan de Ávila escribe cartas reconfortando a los que acuden a él en busca de consuelo y aliento espiritual en medio de dificultades de todo tipo: tanto del alma como del cuerpo, y también en busca de consejo, y esto por parte de laicos de toda clase y condición, religiosos, sacerdotes, gobernantes, prelados, etc. Desde Montilla también escribirá los decisivos Memoriales a Trento para la Reforma de de la Iglesia, tan necesitada de ella, y aprobará el camino de Santa Teresa de Jesús. El 10 de mayo de 1569 El Santo Maestro Ávila pasa al Padre Dios desde Montilla, donde se conservan y veneran sus restos mortales.

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1.5. Doctor de la Iglesia

Pablo VI lo canonizó en 1970 y nos lo mostró como gran santo, siempre actual y moderno. Ahora Benedicto XVI lo declara Doctor de la Iglesia para que lo conozcamos, lo amemos, aprendamos de su doctrina y sobre todo sigamos su ejemplo.

Para toda la Iglesia de Jaén y gente de buena voluntad de nuestra tierra es especialmente un gran gozo haber tenido entre nosotros a San Juan de Ávila. Ahora nos queda dar a gracias a Dios por su enseñanza y vida y aprender de él el camino del Evangelio.

2. Textos selectos de San Juan de Ávila

* “¿Qué es, diré, sino que el hombre con Dios es como Dios, y el hombre sin Dios es grandísimo tonto y loco?” (Carta 2, 19-20, en Obras, vol. IV, pág. 15).

* “Ensanche vuestra merced su pequeño corazón en aquella inmensidad de amor con que el Padre nos dio a su Hijo; y con Él nos dio a sí mismo, y al Espíritu Santo y todas las cosas. Reciba esta gracia con hacimiento de gracias y goce de Dios, pues Dios se le da” (Carta 160, 12-16, en Obras vol. IV, pág. 550).

* “En el santo baptismo, os dio todo cuanto bien hay en el mundo, porque allí se os dio el mismo Dios que os crió y crió todas las cosas, porque os dieron al Espíritu Santo, que es Dios, y con Él al Padre y al Hijo. Dióseos por Padre, y Señor, y maestro, y amparo, y compañero, y morador de vuestra ánima” (Dialogus inter confessarium et paenitentem, 7, en Obras, vol. II, pág. 772).

* “Mi padre le amará; mi Padre le querrá bien —dice Jesucristo—, y el galardón que por cumplir mis palabras y guardar mis mandamientos le dará [...], que el eterno Padre pondrá sus ojos sobre él, y a él vendremos y morada cerca de él haremos (Jn 14,23). No será la venida de pasada, pues ha de pararse a hacer morada y mansión.

¿Quién podrá pasar por esta palabra sin dar bendiciones y alabanzas al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, que vendrá el Padre y el Hijo y harán habitación en él? [...] Viniendo el Hijo y el Padre, también el Espíritu Santo” (Sermón 30, 9-10, en Obras, vol. III, pág. 366).

* “Hermanos, en vosotros mora Dios” (Sermón 2, 6, en Obras, vol. III, págs. 37-38).

* “Espanto pone, hermanos, ver el cuidado que toda la Santísima Trinidad tiene y el amor tan grande con que anda tras el hombre.

¡Quién le preguntase!: ‘¿Qué vistes, Señor, en este hombre, que tanto le amáis, que parece que andáis muerto por él de amores?’ (cf. Sal 8,5; Heb 2,6). Si viésemos a un gusanillo, a un hombrecillo de nosotros andar tan solícito y tan enamorado de la Santísima Trinidad, como ella anda tras el hombre, nos espantaríamos, por cierto, de tal cosa. —¿Qué es esto que vistes en el hombre, que tan bien os ha parecido? ¿Qué interés se os sigue de amar al hombre? ¿Es porque es sabio? ¿Porque es bueno? ¿Porque es rico? —Todo eso le falta. —¿Qué es esto que andáis muerto de amores de los hombres? ¿Por qué, Señor, queréis morar en los hombres? —Yo os lo diré: Porque moraba Dios en el hombre, y, dejando Dios de morar en él, quedó perdido; por eso, por restaurar la pérdida del hombre donde moraba, quiere morar en el hombre” (Sermón 29, 3-4, en Obras, vol. III, pág. 351).

* “Trabaje siempre de acordarse de que nuestro Señor Dios, trino en personas y uno en esencia, está en todo lugar, y en su corazón, y dondequiera que se hallare” (Reglas del espíritu, 3, 1, en Obras, vol. II, pág. 848).

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* “A los sacerdotes digo que sepan que han de tener más uso de esto [de la oración], porque han de tener un trato muy familiar con Dios, un admitirlos Dios a su conversación como amigos suyos, mostrarles a los tales cómo huelga Dios que traten con Él” (Plática 3, 5, 55-58, en Obras, vol. I, pág. 815).

* “No tiene su conversación amargura (cf. Sal 8,16), sino alegría y gozo” (Audi, filia [II], 70, 2, en Obras, vol. I, pág. 686).

* “¿Por qué no se huelgan los hombres de estar con Dios, pues los deleites de Él son estar con los hijos de los hombres? (Prov 8,31)” (Audi, filia [II], 70, 2, en Obras, vol. I, pág. 686).

* Aquel con quien entramos a estar en la oración es Padre nuestro, “con el cual nos habíamos de holgar, conversando, aunque ningún provecho otro viniera” (Audi, filia [II], 70, 2, en Obras, vol. I, pág. 686).

* “[Orar es] aquella secreta e interior habla con que el ánima se comunica con Dios, ahora sea pensando, ahora pidiendo, ahora dando gracias, ahora contemplando, y generalmente por todo aquello que en aquella secreta habla se pasa con Dios” (Audi, filia [II], 70, 1, en Obras, vol. I, pág. 686).

* “No hay cosa en el mundo que tan grande alegría y regocijo le diese como saber estar con este Señor” (Carta 236, 27-28, en Obras, vol. IV, pág. 752).

* “[Cuando uno entra a orar] parecerle que no entra a ninguna cosa determinada sino que va a tratar con uno que mucho le ama” (Carta 236, 45-46, en Obras, vol. IV, pág. 753).

* Para los que se inician en el camino de la oración —incipientes—, San Juan de Ávila, además de otras consideraciones, aconseja que se esté más fuerte en el amor que en el pensar; por eso dice: “Y no haya reflexión en lo que está haciendo, sino como un niño o uno que oye órgano y gusta”1; es decir, gusta de estar con Aquel al que ama queriendo estar unido a Él. Pero advierte que si se está introduciendo en la oración a través de algún pensamiento o rezando vocalmente, cosa que a veces ayuda a entrar verdaderamente en un clima de oración, sobre todo a los principiantes, puede ser que el Señor visite con algún sentimiento entrañable; con lo que como lo que se busca es el encuentro, se debería cesar en ese pensamiento u oración “y gozar de aquel bocado que el Señor os envía”2. De esta manera, Dios y el que ora “se juntan inefablemente”3, y hacen “unas bodas que no se pueden decir; no hay palabras y, si hay algunas, serían bajas y estorbarían el amor muy estrecho; estorbo es las palabras”4. Y para explicarnos mejor este encuentro, nos dice que ocurre como el “que abraza a su amigo a oscuras y no le dice palabras; no echan de ver el traje, y quedan muy contentos” 5. Es verdaderamente un “toparse con Dios”6.

* Cuando el alma está en esta unión con Dios y descansa en Él, nos dice que el amor “suele quedar muy mudado y como preñada el alma de Dios” (Plática 3, 13, 185-186, en Obras, vol. I, pág. 820).

* “Y de aquí les nace una paz y un gozo tan sin medida que nadie lo puede entender, sino quien lo prueba, pues dice Isaías que la paz de estos tales es como río, y como golfos de mar (cf. Is 48,18). Y San Pablo dice que esta paz de Dios sobrepuja a todo sentido (Flp 4,7). Y San Pedro dice que esta alegría no se puede contar (cf. 1 Pe 1,8). Maná escondido es, que se da a quien varonilmente se 1 Plática 3, 10, 156-158, en Obras, vol. I, pág. 819.2 Audi, filia (II), 75, 4, en Obras, vol. I, pág. 697.3 “Coniungitur ineffabiliter” escribe San Juan de Ávila en Plática 3, 11, 163-164, en Obras, vol. I, pág. 819.4 Plática 3, 11, 164-166, en Obras, vol. I, pág. 819.5 Plática 3, 11, 167-168, en Obras, vol. I, pág. 820. 6 Plática 3, 14, 197, en Obras, vol. I, pág. 821.

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vence, y no lo sabe sino quien lo recibe (cf. Ap 2,17)” (Audi, filia [II], 37, 1, en Obras, vol. I, pág. 616).

* “[…] La infinita hermosura de Dios llama para sí, porque todos los que lo venle aman más que así mismos; quedan limpísimos y bienaventurados, transformados en Dios. ¿Sabéis cómo? Tomad una manzana chiquita, hacedle muchos agujeros, metedle en una caldera de azúcar derretido: queda toda azucarada. De esta manera acontece en una ánima cuando está gozando de Dios. Metida en aquel piélago de azúcar, queda transformada en Dios: su entendimiento lleno de Dios, la voluntad amando a Dios, la memoria de Dios. San Pablo: Dios sea todo en todos (1 Cor 15,28). Dios es todos los bienes. Como un limón en el azúcar, así quedan en los cielos, semejables a Dios, todo hombre que tiene esta esperanza” (Lecciones sobre 1 San Juan [I], 18, 208-218, en Obras, vol. II, 272-273).

* “¡Oh Jesús Nazareno, que quiere decir florido, y cuán suave es el olor de ti, que despierta en nosotros deseos eternos y nos hace olvidar los trabajos, mirando por quién se padecen y con qué galardón se han de pagar! ¿Y quién es aquel que te ama, y no te ama crucificado? En la cruz me buscaste, me hallaste, me curaste y libraste y me amaste, dando tu vida y sangre por mí en manos de crueles sayones; pues en la cruz te quiero buscar y en ella te hallo, y hallándote me curas y me libras de mí, que soy el que contradice a tu amor, en quien está mi salud. Y, libre de mi amor, enemigo tuyo, te respondo, aunque no con igualdad, empero con semejanza, al excesivo amor que en la cruz me tuviste, amándote yo y padeciéndote por ti, como tú amándome, moriste de amor por mí.[…] ¡oh amado Jesús!, por tu dulce cruz, ¿hubo algún día que aquesta ropa te desnudases, tomando descanso? ¿Oh fuete algún día esta túnica blanda, que tanto a raíz de tus carnes anduvo, hasta decir: Triste es mi ánima hasta la muerte? (Mt 26,38). ¡Oh, que no descansaste, porque nunca nos dejaste de amar, y esto te hacía siempre padecer! Y cuando te desnudaron la ropa de fuera, te cortaron en la cruz, como encima de mesa, otra ropa bien larga desde pies a la cabeza, y cuerpo y manos, no habiendo en ti cosa que no estuviese teñida con tu benditísima sangre, hecho carmesí resplandeciente y precioso: la cabeza con espinas, la faz con bofetadas, las manos con un par de clavos, los pies con uno muy cruel para ti, y para nosotros dulce; y lo demás del cuerpo con tantos azotes, que no sea cosa ligera de los contar. Quien, mirando a ti, amare a si y no a ti, grande injuria te hace. Quien, viéndote tal, huyere de lo que a ti lo conforma, que es el padecer, no te debe perfectamente amar, pues no quiere ser a ti semejable. Y quien tiene poco deseo de padecer por ti, no conoce a ti con perfecto amor; que quien con este te conoce, de amor de ti crucificado muere, y quiere más la deshonra por ti que la honra ni todo lo que el engañado y engañador mundo puede dar. Callen, callen, en comparación de tu cruz, todo lo que en el mundo florece y tan presto se seca; y hayan vergüenza los mundanos del mundo, habiendo tú tan a tu costa combatido y vencido en tu cruz; y hayan vergüenza los que por tuyos son tenidos en no alegrarse con lo contrario del mundo, pues tú tan reprobado y desechado y contradicho fuiste de este ciego mundo, que ni ve ni puede ver la Verdad, que eres tú. Más quiero tener a ti, aunque todo lo otro me falte —que ni es todo ni parte, sino miseria y pura nada—, que estar yo de otro color que tú, aunque todo el mundo sea mío. Porque tener todas las cosas que no eres tú, más es trabajo y carga que verdadera riqueza; empero, ser tú nuestro, y nosotros tuyos, es alegría de corazón y verdadera riqueza, porque tú eres el bien verdadero” (Carta 58, 47-99, en Obras, vol. IV, págs. 269-270).

* “Miremos a Cristo puesto en la cruz, y verle hemos atormentada su carne, y deshonrado el mundo, y vencedor del demonio. ¿Quién a Cristo miró que fuese engañado? Ninguno, por cierto. Pues no apartemos nuestros ojos de él si no queremos tornarnos ciegos [...] Muera, pues, ya en nosotros nuestro viejo hombre, pues murió por nosotros en cruz nuestro nuevo Hombre, que es Cristo [...] ¡Oh Jesucristo, y cúan fuerte es tu amor; y cómo todas las cosas convierte en bien, como dice San Pablo! [...] Demos, pues, nuestro todo, que es chico todo, por el gran todo, que es Dios [...] ¡Oh Dios, que eres todas las cosas y ninguna de ellas, porque eres sobre todas ellas! Y ¿cuándo ha de ser el día que te habemos de ver? Y ¿cuándo se ha de quebrar este vaso de barro que tanto bien nos impide? ¿Cuándo se romperán estas cadenas que no nos dejan volar a ti, descanso verdadero de los que descansan? No miremos, hermanos, a otra parte sino a Dios. Llamémosle a nuestro corazón y

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tengámosle muy apretado con nos, porque no se nos vaya; que ¡tristes de nos! ¿qué haremos sin él sino tornarnos en nada? Echemos ya esto detrás que tan delante traemos y comencemos ya algún día a gozar cuán suave es el Señor (Sal 33,9). Corramos tras de aquel que corrió a nosotros desde los cielos para llevarnos allá. Vamos a quien nos llama, y con tanto amor, desde lo alto de la cruz, despedazada su carne y quemada con fuego de amor para que más sabrosa nos sea. ¡Oh si comiésemos! ¡Oh si nos quemásemos! ¡Oh si nos transformásemos! ¡Oh si nos hiciésemos un espíritu con Él! ¿Qué nos detiene? ¿Qué nos estorba? ¿Qué nos engaña, que no nos lleguemos a Dios? Si es nuestra carne, refrenémosla. Si es nuestra honra despreciémosla. Si es nuestra hacienda, desechémosla si podemos, y si no, tengámosla como estiércol, entendiendo en ella con diligencia y sin amor de ella. Si es la mujer dice San Pablo que los que tienen mujeres sean como si no las tuviesen (1 Cor 7,29). Si los hijos, querámoslos para Dios. Y si otra cualquiera cosa, digámosle, y con lágrimas: ¡No me apartes de mi Dios! ¡Oh si tanto llorásemos por Dios que de aquella agua se encendiese fuego que quemase todo aquello que de Dios nos aparta! Las lágrimas nos lavarían y el fuego nos quemaría, y seremos animales santos todos ofrecidos a Dios en fuego.

¡Oh fuego, Dios, que consumes nuestra tibieza, y cuán suavemente ardes! ¡Y cuán sabrosamente quemas! Y ¡con cuánta dulcedumbre abrasas! ¡Oh si todos y del todo ardiésemos por ti! Entonces dirían todos nuestros huesos: Señor, ¿quién es semejante a ti? (Sal 34,10). Porque del fuego del amor tuyo nacería conocimiento de ti. Pues quien dice que te conoce como te ha de conocer y no te ama, es mentiroso. Amémoste, pues, y conozcámoste por el conocimiento que de amarte resulta; y tras esto venga el poseerte, pues tan ricos son los que te poseen; y poseyéndote a ti, seamos poseídos de ti, y así nos empleemos en alabarte, pues toda la virtud de los cielos te alaba y confiesa por Dios Trino y Uno, Rey infinito, sabio, poderoso, bueno, hermoso, perdonador de los que a ti se convierten, sustentador de los que a ti se llegan, glorificador de los que te sirven y Dios de cuya perfección no hay fin; porque eres sobre todo entendimiento, sobre toda lengua, y de ti sólo eres del todo conocido. A ti sea gloria en los siglos de los siglos. Amén (cf. Gál 1,5; Rom 16,27; 1 Tim 1,17)” (Carta 64, 20-120, en Obras, vol. IV, págs. 284-287).

* “Si entrare en lo íntimo del Corazón del Señor y le enseñare que la causa de su venida es un amor impaciente, violento, que no consiente al que ama estar ausente de su amado, desfallecerá su ánima en tal consideración. Mucho se mueve el ánima considerando: ‘A Dios tengo aquí’; mas cuando considera que del grande amor que nos tiene —como desposado que no puede estar sin ver y hablar a su esposa ni un solo día— viene a nosotros, querría el hombre que lo siente tener mil corazones para responder a tal amor, y dice como San Agustín: ¿Y qué soy yo para ti para que me mandes que te ame? ¡Y tanto deseo tienes de verme y abrazarme, que, estando en el cielo con los que tan bien te saben servir y amar, vienes a este que sabe muy bien ofenderte y muy mal servirte! ¡Que no te puedes, Señor, hallar sin mí! ¡Que mi amor te trae! ¡Oh, bendito seas, que, siendo quien eres, pusiste tu amor en un tal como yo! ¡Y que vengas aquí con tu Real Presencia y te pongas en mis manos, como quien dice: ‘Yo morí por ti una vez y vengo a ti para que sepas que no estoy arrepentido de ello; mas se me has menester, moriré por ti otra vez’.

¿Qué lanza quedará inhiestaa tal recuesta de amor?

¿Quién, Señor, se esconderá del calor (cf. Sal 18,7) de tu corazón, que calienta al nuestro con su presencia, y, como de horno muy grande, saltan centellas a lo que está cerca?” (Carta 6, 103-125, en Obras, vol. IV, 43-44).

* […] eso es comulgar, y significado y hecho en el comulgar. Toma el sacerdote el pan en las manos y dice las palabras de la consagración; acabadas de decir, ya no hay pan; accidentes sí, pan no. ¿Quién entró allí en lugar del pan? Jesucristo. De manera que se transmudó el pan en el cuerpo de Cristo, por la transubstanciación. Pues eso que pasa de fuera, se ha de obrar allá dentro; que los sacramentos así son, que lo que muestran de fuera obran de dentro [...] cuando llegáis a comulgar, haced cuenta que vos sois el pan y que se ha de convertir en Jesucristo para que digáis con el

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apóstol San Pablo: Vivo yo, ya no yo, vive Jesucristo en mí (cf. Gál 2,20). Cuando me injurian, no me injurian a mí, que ya no hay yo, sino mi Señor Jesucristo vive en mí. ¡Oh dichosa tal vida y tal dádiva! Palabras, por cierto bien lejos de vosotros.Pues si alguno quiere venir tras mí, niéguese a sí mismo (Mt 16,24). Mientras no digas un no a vuestro sí y un sí a vuestro no, no habéis pasado a Cristo. Habéis de pasar por el: Cristo viva en mí, ya no yo. Quien a Cristo enoja, a mí enoja, y quien a Cristo alaba, a mí alaba; y quien a Cristo sirve, a mí sirve; porque ya no vivo en mí sino Él; ya se murió fulano, ya no soy yo, ya no vivo para mí, ni duermo para mí, ni trabajo para mí, ni hago cosa para mí. Viva Cristo y muera yo en mí, para que viva yo en Él. Esto es comulgar y esto habéis de pedir y desear. ‘Señor, ¡que me torne yo vos! ¡Que de este altar no vuelva fulano, sino que, como el pan se muda en vos, así hago yo!’” (Sermón 57, 14-16, en Obras, vol. III, págs. 773-774).

*“Y así hay semejanza entre la santa encarnación y este sacro misterio [la Eucaristía]; que allí se abaja Dios a ser hombre, y aquí Dios humanado se baja a estar entre nosotros los hombres; allí en el vientre virginal, aquí debajo de la hostia; allí en los brazos de la Virgen, aquí en las manos del sacerdote” (Sermón 55, 13, en Obras, vol. III, pág. 720).

*Propone en los Memoriales al Concilio de Trento y en la aplicación de éste (cf. Obras, vol. II) la urgente renovación de la Iglesia comenzando por la vida de los obispos, sacerdotes y bautizados. * Pablo VI dijo de él: “Un santo español del 1500, gran predicador, gran escritor, gran promotor de la reforma de la Iglesia, en el período del concilio de Trento, y gran maestro de vida espiritual” (Angelus del día de la canonización, 10 de mayo de 1970).

3. Actividades en Jaén para preparar y celebrar la declaración del Santo Maestro Ávila como Doctor de la Iglesia

3.1. Evangelización y Catequesis: Confeccionar un cuaderno pedagógico sobre el Santo para niños. En colaboración con la Delegación Episcopal de Catequesis, difundir el cómic realizado por

el Centro Avilista de Montilla. Programación de visitas guiadas a Baeza, con sentido de peregrinación, incluyendo la

celebración de la Eucaristía. Podrían ser por parroquias o por arciprestazgos. Difundir una pequeña biografía del Santo para dar a conocer su figura y las líneas maestras

de su pensamiento.

3.2. Liturgia: Preparación de un triduo previo a la declaración de San Juan de Ávila, para realizar en las

parroquias de la Diócesis el fin de semana anterior (28-30 septiembre). Misa de acción de gracias por el Doctorado, en la Catedral de Baeza, con la dedicación de

una capilla al Santo.

3.3. Publicaciones: Tríptico de la ruta avilista de Baeza. Folleto sobre San Juan de Ávila en la Diócesis de Jaén (Número extraordinario de la revista

Iglesia en Jaén). Libro del peregrino para las visitas a Baeza. Número extraordinario de la revista Giennium. Breve biografía del Santo.

3.4. Actividades culturales: Colaboración en el libro Juan de Ávila, maestro de maestros, que impulsa el Grupo de

Investigación Humanismo y Renacimiento giennense, de la Universidad de Jaén.

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Ciclo de conciertos de órgano en Baeza, durante el mes de octubre. Exposición artística, documental y bibliográfica sobre San Juan de Ávila y su tiempo. Puesta en escena de una obra de teatro, con partes musicales, que recogerá la vida del Santo

en sus momentos más importantes. Ciclo de conferencias sobre San Juan de Ávila, su pensamiento y su época, en Baeza, Jaén y

otros lugares de la geografía diocesana donde pudieran interesar.

3.5. Universidad: Solicitud de celebración de un curso sobre el Santo en la Universidad Internacional de

Andalucía. Preparación de un congreso en la Universidad de Jaén sobre San Juan de Ávila, desde el

punto de vista multidisciplinar. Solicitud de creación de una cátedra permanente San Juan de Ávila en la UNIA o en la UJA. Solicitud de dedicación de un espacio al Santo Maestro en la UJA.

3.6. Medios de comunicación: Campaña de presentación de las actividades programadas en Jaén, explicando qué es el

Doctorado de la Iglesia, una pequeña biografía del Santo con referencia a su relación con Jaén, y las actividades programadas.

Blog San Juan de Ávila en Jaén. Envío de un correo electrónico diario con textos del Santo Maestro relativos a las lecturas de la misa del día.

Realización de un documental sobre el Santo en la Diócesis giennense.

3.7. Peregrinación diocesana a Roma, del 6 al 8 de octubre.

4. Peregrinación Diocesana a Roma (Sábado 6, Domingo 7 y Lunes 8 de octubre)

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Con motivo de la proclamación de San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia, la Diócesis de Jaén ha programado una Peregrinación, presidida por el Sr. Obispo, para asistir a los actos que tendrán lugar en Roma, desde el sábado 6 de octubre al lunes 8 de octubre de 2012.

Sábado 6 octubre: Jaén-Madrid-RomaSalida de Baeza y Jaén en dirección al aeropuerto de Madrid. Llegada, tramites de

facturación y embarque en vuelo de línea regular destino Roma. Llegada a Roma y traslado al hotel. Alojamiento en el hotel de Roma. A las 18 horas, participación en la Vigilia de preparación en la Basílica de Santa María la Mayor (Roma). Cena. Tiempo libre para visitar Roma de noche.

Domingo 7 octubre: RomaDesayuno. Nos dirigiremos a pie a la Plaza de San Pedro para asistir, a las 10 de la mañana,

a la Misa de proclamación del Doctorado de San Juan de Ávila que coincide con el inicio del Sínodo de la Nueva Evangelización. Resto del día libre, donde entre otras cosas se podrá visitar lo más importante de esta bella ciudad, como Plaza Venecia, Teatro Marcello, Isla Tiberina, Circo Maximo, exterior del Coliseo, Via de los Foros imperiales, Via Nazionale, Plaza Republica, Via Veneto, Castel Sant'Angelo, Plaza de San Pedro e interior de la Basilica de San Pedro, Basílica de San Juan de Letrán... Cena y alojamiento en el Hotel.

Lunes 8 octubre: Roma-Madrid-JaénDesayuno. En este día asistiremos con las demás diócesis españolas a la celebración de la

Misa de acción de gracias por el Doctorado de San Juan de Ávila que tendrá lugar a las 10 de la mañana en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Al mediodía, traslado al aeropuerto. Tramites de  facturación y embarque en vuelo de línea regular destino Madrid. Llegada a y traslado en bus privado hasta Jaen o Baeza. Fin del viaje y de nuestros servicios.

PRECIO POR PERSONA EN HABITACIÓN DOBLE:  450 €

EL PRECIO INCLUYE:

-Autobús desde Jaén-Madrid y viceversa.-Avión ida y vuelta Madrid-Roma-Traslado dese el aeropuerto Fiumicino al Hotel de Roma y viceversa-Traslado hotel - Vaticano - hotel-Guía acompañante durante el viaje -2 noches en Hotel de 4**** en Roma centro, cerca de la estación de Termini, perteneciente a la cadena Seb Raeli (http://www.sebraeli.net/)-Régimen de media pensión (dos desayunos y dos cenas)-Seguro de viaje, IVA, y tasas de aeropuerto a fecha 25 de junio de 2012. - Precio cotizado en base a 40 participantes, menos consultar precio. Presupuesto sujeto a disponibilidad de espacio a la hora de realizar la reserva.

Inscripciones: Obispado de Jaén (Tel. 953 23 00 36) - Secretariado de Peregrinaciones: http://iglesiajaen.com/ - Email: [email protected]

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