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cubrían las paredes de preciosos tejidos. Los adornaban, además, con variadas plumas de aves, Ibis y también con gran cantidad de plata y oro; con lo cual cargaban principalmente al mismo ídolo. Las más de las veces fabricaban estos ídolos de madera; y los hacían de una muy grande estatura como si fuesen gigantes. Otros los construían de piedra; pero sin guardar más semejanza con las estatuas de los romanos," que la grandísima altura. Hacían algunas veces imagencitas a manera de íconos o alhajas.s y esculpían varias de estas írnágenes pequeñas en piedras preciosas. Mas aquellas otras las hacían de gran tamaño y de las rocas ordínarias, las cuales hacían huecas en el interior para que por medio de ellas se trasmitiesen los oráculos del falso sacerdote. 4 Adornaban, además, las imágenes y en muchos puntos con perlas de unión- y laa rodeaban de collares que habían sido esculpidos en los mismos cuerpos. Las recubrían después de oro derretido, y con el mismo material grababan aves, serpientes, animales, peces y flores de mosaico como las que hacen en Córcega," e insertaban esmeraldas, de los Indios de Xueca Espuña: pueden sin embargo consult arse estos autores para ver lo que dicen sobre la decoración v ornato de los teocallis. Ibis Acostumbraban los indios. va convertidos al catolicismo. adornar con plumas de variados c-olores el tahernáculo donde se guardaha el Santísimo Sacramento. 2 Con el fin de dar alguna idea a los europeos, y en especial a los italianos, sobre los ídolos de los indios, Valadés hace esa comparación entre los estatuas de los dioses romanos y las de los indios. El estilo escultórico es totalmente distinto y bien se puede decir que son diferentes; el arte precolombino de México es muy diverso del arte grero-romano, tanto en su concepción como en su acabado. 3 Habla aquí el autor de imágenes pequeñas, a manera de íconos, o de alhajas que se pudiesen llevar fácilmente de una parte a otra. Actualmente se pueden ver ejemplares de esas pequeñas imágenes de dioses en el Museo Nacional de Antropología y en el Museo de Teotihuacán; algunas Son de barro v otras son de jade o de otras piedras preciosas. Véase Mendieta, op. cit., lib. I1, cap. VIII. . También entre los objetos que se exhiben de la tumba séptima de Monte Albán, v de la tumba real de Palenque, se encuentran ejemplares de esos idolillos. . • En el Museo Nacional de Antropología se conserva una serpiente hueca. No parece que todos los ídolos fuesen huecos, sino sólo algunos. 5 Unionibus margaritis; Unw.onis, significaba entre los antiguos una perla de tamaño extraordinario v que fuese diversa de las demás. Forcellini; op.•cit., tomo IV, p. 70. "Margarita" también significa perla. P~r tanto aquí la frase Unionibus Margaritis se podría traducir más propiamente por perlas de extraordinario tamaño. Alfonso Caso encontró una enorme perla natural en la tumba séptima de Monte Albán. Alberto Ruz encontró una perla artificial de gran tamaño, formada por dos fragmentos de concha nácar ingeniosamente unidos en Palenque. 6 .\lore Mosayco Cymeis. En esta expresión, tal como aparece impresa cn el libro, el régimen gramatical latino no está correcto. Posiblemente·hay aquí alguna errata de imprenta. Con todo, la idea es bien clara v por eso tradujo "mosaico como los que hacen en Córcega". Han llegado hasta nosotros algunos magníficos ejemplares de esas obras de mosaico que pueden verse reproducidas en Toscano, op. cit., pp. 475.516; allí también hace Toscano un interesante estudio de ese arte tan admirahlerner.te cultivado por los indios. En la subestructura del Castillo en Chichén Itzá, hallaron un hermoso dico-mosaico de placas de turquesa. Otro ejemplar notable es la máscara funeraria de la tumba real de Palenque. Ejemplares que se pueden admirar en el Museo de Antropología de la ciudad de México. Obras de esta índole procedentes de México se exhiben en el Museo Británico de Londres y en el Museo del Vaticano. 372 ónices, amatistas y otras inestimables piedras preciosas? de díminuto tamaño, con las que fabricaban obras finísimas en que sobresalían por doquier las perlas y otros inestimables ornatos.f Como ya dijimos, las mansiones de esos ídolos eran los templos principales, y dentro de los mismos se encontraban estancias apartadas como capillas más secretas." En el mayor de estos santuarios interiores hallábase una gran mesa cuadrada y resplande- ciente, parecida a las mesas de piedra que aún se conservan en los monumentos de los romanos, pero de un solo color, cuyos lados medían cada uno tres codos de longitud. En cada uno de sus ángulos tenían un espesor de tres codos, más o menos, y eran sostenidos por cuatro animales a manera de columnitas. Se subía hasta estas mesas por una escalinata de veinte escalones, cuyo número sin embargo podía ser mayor o menor. Cada una de estas escaleras correspondía a cada uno de los cuatro lados de la mesa. 10 En cada uno de los ángulos de la mesa estaba puesto un incensario.U de manera que fuesen cuatro en número; y estaban arreglados conforme a la traza del templo, porque no todos los templos guardaban una misma estructura. Algunas de sus partes eran de 7 Enumera aquí el autor algunas piedras preciosas. En otra parte de su Rhetorica promete Valadés poner en esta misma obra un tratado sobre las piedras preciosas de América; mas, al cerrar el último capítulo de la Rhetorica, dice no haber podido incluir ese tratado sobre las piedras preciosas por habérsele agotado el papel especial que tenía para la impresión. 8 Valadés nos habla de cómo recubrían de oro las imágenes de los dioses. Sobre la orfebrería y el arte lapidario entre los indios, véase: Sahagún, op. cit., tomo 11, pp. 385.389; tomo V, pp. 197·217. Clavijero, op. cit., tomo 11, pp. 324 y 32, describe admirablemente el arte de fundición de metales preciosos. Salvador Toscano ap. cit., hace un amplio estudio ilustrado con magnlficos grabados de la Orfebrería precortesiana, pp. 519-537. 9 En todo teocalli estaba el recinto principal, y después se encontraba el santuario del Dios: la "eella" que era una como capilla interior. Todo esto se edificaba sobre la plataforma de la pirámide truncada del templo. Se llegaba a ese lugar por una escalinata de muchas gradas que estaba adosada a una de las caras de la pirámide. Mendieta y Motollnía dicen que el teocalli de México tenía cien gradas y que el de Texcoco tenía más, pues afirman que era mayor. El de Tlalteloleo era mayor que el de México en altura. El Castillo en Chichén Itzá tiene 91 escalones. La del Adivino en Uxamal tiene en la escalinata que mira al oriente lIS escalones. Muchos de los templos mayas conservan aún sus santuarios en la parte superior de las pirámides o basamentos: Palenque, Uxmal, Chichén Itzá, Tulum, etc. Esta conservación, a pesar de los siglos transcurridos, se debe, en general, a la macicez de las construcciones mayas, hechas de cantera. Mendieta, op. cit., lib. Il, cap. VII: Motolinía, Tratado 1, cap. XII; véase también Ignacio Alcocer, Apuntes sobre la Antigua .\lérú;o.Tenochtitlan, p. 28; Marquina, Arquitectura Prehispánica, p. 189. 10 Sobre las mesas o piedras para los sacrificios véase: Mendieta, op. cit., lib. 11, caps. XV y XVI: A leocer, op. cit., p. 30. Aún se conservan ejemplares de estas mesas en el templo de los guerreros de Chichén Itzá y en Tula. Estas mesas están sostenidas por columnitas antropomorfas a manera de cariátides, a las cuales figuras han dado en llamar atlantes. 11 Los incensarios eran braseros. En los templos principales estos braseros estaban adornados de piedras preciosas. Eran de piedra o de barro. Alcocer, ap. cit., p. 42; Torquemada, op. cit., lib. VIII, cap. XI. 373

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cubrían las paredes de preciosos tejidos. Los adornaban, además, con variadas plumasde aves, Ibis y también con gran cantidad de plata y oro; con lo cual cargabanprincipalmente al mismo ídolo. Las más de las veces fabricaban estos ídolos demadera; y los hacían de una muy grande estatura como si fuesen gigantes. Otros losconstruían de piedra; pero sin guardar más semejanza con las estatuas de los romanos,"que la grandísima altura.Hacían algunas veces imagencitas a manera de íconos o alhajas.s y esculpían varias

de estas írnágenes pequeñas en piedras preciosas. Mas aquellas otras las hacían de grantamaño y de las rocas ordínarias, las cuales hacían huecas en el interior para que pormedio de ellas se trasmitiesen los oráculos del falso sacerdote. 4

Adornaban, además, las imágenes y en muchos puntos con perlas de unión- y laarodeaban de collares que habían sido esculpidos en los mismos cuerpos. Las recubríandespués de oro derretido, y con el mismo material grababan aves, serpientes, animales,peces y flores de mosaico como las que hacen en Córcega," e insertaban esmeraldas,

de los Indios de Xueca Espuña: pueden sin embargo consult arse estos autores para ver lo que dicen sobre ladecoración v ornato de los teocallis.

Ibis Acostumbraban los indios. va convertidos al catolicismo. adornar con plumas de variados c-olores eltahernáculo donde se guardaha el Santísimo Sacramento.

2 Con el fin de dar alguna idea a los europeos, y en especial a los italianos, sobre los ídolos de los indios,Valadés hace esa comparación entre los estatuas de los dioses romanos y las de los indios. El estiloescultórico es totalmente distinto y bien se puede decir que son diferentes; el arte precolombino de Méxicoes muy diverso del arte grero-romano, tanto en su concepción como en su acabado.3 Habla aquí el autor de imágenes pequeñas, a manera de íconos, o de alhajas que se pudiesen llevar

fácilmente de una parte a otra. Actualmente se pueden ver ejemplares de esas pequeñas imágenes dedioses en el Museo Nacional de Antropología y en el Museo de Teotihuacán; algunas Son de barro v otrasson de jade o de otras piedras preciosas. Véase Mendieta, op. cit., lib. I1, cap. VIII. .También entre los objetos que se exhiben de la tumba séptima de Monte Albán, v de la tumba real de

Palenque, se encuentran ejemplares de esos idolillos. .• En el Museo Nacional de Antropología se conserva una serpiente hueca. No parece que todos los

ídolos fuesen huecos, sino sólo algunos.5 Unionibus margaritis; Unw.onis, significaba entre los antiguos una perla de tamaño extraordinario v

que fuese diversa de las demás. Forcellini; op.•cit., tomo IV, p. 70. "Margarita" también significa perla. P~rtanto aquí la frase Unionibus Margaritis se podría traducir más propiamente por perlas de extraordinariotamaño.Alfonso Caso encontró una enorme perla natural en la tumba séptima de Monte Albán. Alberto Ruz

encontró una perla artificial de gran tamaño, formada por dos fragmentos de concha nácar ingeniosamenteunidos en Palenque.

6 .\lore Mosayco Cymeis. En esta expresión, tal como aparece impresa cn el libro, el régimen gramaticallatino no está correcto. Posiblemente·hay aquí alguna errata de imprenta. Con todo, la idea es bien clara vpor eso tradujo "mosaico como los que hacen en Córcega". Han llegado hasta nosotros algunos magníficosejemplares de esas obras de mosaico que pueden verse reproducidas en Toscano, op. cit., pp. 475.516; allítambién hace Toscano un interesante estudio de ese arte tan admirahlerner.te cultivado por los indios.En la subestructura del Castillo en Chichén Itzá, hallaron un hermoso dico-mosaico de placas de

turquesa. Otro ejemplar notable es la máscara funeraria de la tumba real de Palenque. Ejemplares que sepueden admirar en el Museo de Antropología de la ciudad de México. Obras de esta índole procedentes deMéxico se exhiben en el Museo Británico de Londres y en el Museo del Vaticano.

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ónices, amatistas y otras inestimables piedras preciosas? de díminuto tamaño, con lasque fabricaban obras finísimas en que sobresalían por doquier las perlas y otrosinestimables ornatos.f

Como ya dijimos, las mansiones de esos ídolos eran los templos principales, y dentrode los mismos se encontraban estancias apartadas como capillas más secretas." En elmayor de estos santuarios interiores hallábase una gran mesa cuadrada y resplande-ciente, parecida a las mesas de piedra que aún se conservan en los monumentos de losromanos, pero de un solo color, cuyos lados medían cada uno tres codos de longitud.En cada uno de sus ángulos tenían un espesor de tres codos, más o menos, y eransostenidos por cuatro animales a manera de columnitas. Se subía hasta estas mesas poruna escalinata de veinte escalones, cuyo número sin embargo podía ser mayor omenor. Cada una de estas escaleras correspondía a cada uno de los cuatro lados de lamesa. 10

En cada uno de los ángulos de la mesa estaba puesto un incensario.U de manera quefuesen cuatro en número; y estaban arreglados conforme a la traza del templo, porqueno todos los templos guardaban una misma estructura. Algunas de sus partes eran de

7 Enumera aquí el autor algunas piedras preciosas. En otra parte de su Rhetorica promete Valadésponer en esta misma obra un tratado sobre las piedras preciosas de América; mas, al cerrar el últimocapítulo de la Rhetorica, dice no haber podido incluir ese tratado sobre las piedras preciosas por habérseleagotado el papel especial que tenía para la impresión.8 Valadés nos habla de cómo recubrían de oro las imágenes de los dioses. Sobre la orfebrería y el arte

lapidario entre los indios, véase: Sahagún, op. cit., tomo 11, pp. 385.389; tomo V, pp. 197·217.Clavijero, op. cit., tomo 11, pp. 324 y 32, describe admirablemente el arte de fundición de metales

preciosos. Salvador Toscano ap. cit., hace un amplio estudio ilustrado con magnlficos grabados de laOrfebrería precortesiana, pp. 519-537.

9 En todo teocalli estaba el recinto principal, y después se encontraba el santuario del Dios: la "eella"que era una como capilla interior. Todo esto se edificaba sobre la plataforma de la pirámide truncada deltemplo. Se llegaba a ese lugar por una escalinata de muchas gradas que estaba adosada a una de las carasde la pirámide. Mendieta y Motollnía dicen que el teocalli de México tenía cien gradas y que el de Texcocotenía más, pues afirman que era mayor.El de Tlalteloleo era mayor que el de México en altura. El Castillo en Chichén Itzá tiene 91 escalones.

La del Adivino en Uxamal tiene en la escalinata que mira al oriente lIS escalones.Muchos de los templos mayas conservan aún sus santuarios en la parte superior de las pirámides o

basamentos: Palenque, Uxmal, Chichén Itzá, Tulum, etc. Esta conservación, a pesar de los siglostranscurridos, se debe, en general, a la macicez de las construcciones mayas, hechas de cantera.Mendieta, op. cit., lib. Il, cap. VII: Motolinía, Tratado 1, cap. XII; véase también Ignacio Alcocer,

Apuntes sobre la Antigua .\lérú;o.Tenochtitlan, p. 28; Marquina, Arquitectura Prehispánica, p. 189.10 Sobre las mesas o piedras para los sacrificios véase: Mendieta, op. cit., lib. 11, caps. XV y XVI:

A leocer, op. cit., p. 30.Aún se conservan ejemplares de estas mesas en el templo de los guerreros de Chichén Itzá y en Tula.

Estas mesas están sostenidas por columnitas antropomorfas a manera de cariátides, a las cuales figuras handado en llamar atlantes.

11 Los incensarios eran braseros. En los templos principales estos braseros estaban adornados de piedraspreciosas. Eran de piedra o de barro. Alcocer, ap. cit., p. 42; Torquemada, op. cit., lib. VIII, cap. XI.

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