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    C o n v e r s a c i ó n   s o b r e  

    l a  POESÍA 

    P r ó l o g o , t r a d u c c i ó n  y  n o t a s : 

    L a u r a  S. C a r u g a t i  y  Sa n d r a  G i r ó n

    Editorial Itil i los[C O L E C C I Ó N P AS AJ ES )

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    C o n v e r s a c ió n   s o b r e

    LA POESÍA

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    [COLECCIÓN PASAJES)

    dirigida po r Laura S. Ca ruga ti

    La Colección P a s a j e s   integra el 

    Programa ele Estudios de Filosofía del Arle y de la Literatura 

    del Centro de Investigaciones Filosóficas

    F r i e d r i c h   Sc h l e g e l

    ( Co n v e r s a c i ó n   s o b r e  

    l a   p o e s í a

    P r ó l o g o , t r a d u c c i ó n   y  n o t a s :

    L a u r a  S . Ca r u g a t i  y  S a n d r a  G ir ó n

    Edi to r ia l B ib los(COLECCIÓN PASAJES]

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    Schlegel, FriedrichConversación sobre la poesía.- la. ed. - Buenos Aires: Biblos, 2005.108 pp.; 20x12 cm. (Pasajes)

    ISBN 950-786-496-2

    1. Literatura - Estética. I. Título.CDD 801.93

    Título original: “Gesp räch ü ber die Poesie”, en Athenaeum: eine  Zeitschrift  /hrsg. von August Wilhelm S chlegel und Friedrich  

    Schlegel. - Ed. fac símila rde la ed. Berlin, Froelich, 1800. 

    Darm stadt. Wissensc haftliche Buchgesellschaft, 1992.

    Die Herau sgabe dieses Werkes wurde aus Mitteln des Goethe- Instituts gefordert.

    La publicación de esta obra se ha realizad o con el apoyo de Goethe- Institut.

    Diseño de tapa: Luciano Tirabassi U.

    Ilustración de tapa: Friedrich Schlegel, c. 1800.

    Armado: Hernán Díaz  

    Coordinación: Mónica Urrestarazu 

    © Del prólogo, traducción y notas: L aura S. Carug ati y Sandra Girón © Editoria l Biblos, 2005

    Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires 

    [email protected]  / www .editorialbiblos.com  Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Impreso en la Argentina

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede re

    produci rse , a lmacenarse o t ransm it i r se en forma a lguna , ni t ampoco por medio 

    alguno , sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico de grabación o de fotocopia, 

    sin la previa auto rización escrita por parte de la editorial.

    Esta primera edición de 1.500 ejemplares  fue impresa en Indugraf,

    Sánchez de L oria 2251, Buenos Aires,

    República Argentina, en agosto de 2005.

    Í N D I C E

    Prólogo, por Laura S. Carugati y Sandra G irón .............. 9

    Esta edición.....................................................................28

    ( Conversación sobre la po es ía ................... :.....   ...............33

    Bibliografía.................................................................... 99

    Indice de temas y de términos.................................... 103

    índice de nombres y de obras ........................................107

    mailto:[email protected]://www.editorialbiblos.com/http://www.editorialbiblos.com/mailto:[email protected]

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    P R Ó L O G O

    Un gran plan absorbe todos mis pensamientos día  

    y noche [...Iem pe za r con nuestra revista conjunta.

    C a r t a  d e  F r i e d r i c h  S c h l e g e l  

    A SU HERMANO AUGUST, 31 DE OCTUBRE DE 1797

    Kn abril de 1798, Friedrich y August Wilhelm Schlegel 

    dieron a la imprenta la revista Athenaeum. Eine Zeitschrift, 

    destinada a convertirse en el órgano del círculo romántico 

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    10 Laura S. Carugnti y Sandro («iron

    gel de difundir las doctrinas sobre el arte y la literatura del 

    movimiento que actualmente se conoce como “Romanticis

    mo temprano” (Frührom antik). Athenaeum   se diferencia

    ría de las demás revistas de la época no sólo por su carácter  

    de manifiesto, sino también por la idea en la cual se funda

    ba. Friedrich llegó incluso a desarrollar una verdadera teo

    ría de la revista, según la cual Athenaeum   sería el l ibro  

    común  de los dos hermanos; a esta actividad conjunta solía 

    llamarla Symphilosophie y  en virtud de ella invitó a los co

    laboradores de la revista a escribir sin especificar su auto

    ría, para que quedara superada la individualidad de los au

    tores, dando paso a la “sinfonía de la hermandad”. Desde 

    muy jóvenes, Friedrich Schlegel y Friedrich von Harden- 

    berg, que adoptó el seudónimo de Novalis y que era uno de 

    los más destacados integrantes del círculo romántico de 

    Jena,2postulaban el carácter enciclopédico del “libro abso

    luto”, que concebían como “sistema de libros”; cada obra 

    debía entenderse como manifestación monádica del todo, 

    que contiene y remite a éste, constituyéndose simultánea

    mente como particular y universal.3

    Athenaeum  dio expresión al trabajo de un grupo de hom

    bres y mujeres muy diferentes entre sí, pero unidos por una convicción y pasión común: llevar a cabo una revolución en 

    el ámbito de la filosofía del arte y de la literatura.4Además

    gesellschaft, 1992. Sobre la historia de Athenaeum,  véase Ernst 

    Beh ler ( 1992a: 5-64).

    2. Acerca de la importancia y transformación de Jena en el periodo 

    1795-1801 véase Otto Póggele r (1982: 190-191) y Richard Van Dülmen 

    (2002: 159-180).

    3. Véase al respecto Kritisc he Fru-d rich ■Sc It Iegel-An sga be  (en adelan

    te. KFSA), II: 265; Mon ika Schm itz-Emans (2004: 52-53) y Ernst Behler 

    (1966: 69-71; 1992a: 18 y ss.).

    4. El programa propuesto por el círculo de Jena consiste en la realiza

    ción de una gran revolución espiritual. Esta constituye su respuesta a  

    la Querella de los antiguos y los modernos, que en Francia ya había

    concluido ochenta años antes. El Romanticismo temprano reactualiza 

    esta polémica, al plan tear una vez más, y a partir de una nueva s igni

    ficación histórica, qué se entiende por la antinomia an tiqu il modern i  

    Véase Hans Robert Jauss (1976: 65-99).

    Prólogo

    de los hermanos Schlegel y Novalis, en sus páginas escri

    bieron el teólogo Friedrich Schleiermacher, el filósofo idea

    lista Friedrich Wilhelm Joseph Schelling, Dorothea Veit, 

    hija de Moses Mendelssohn, y Caroline Bóhmer, una de las 

    figuras más destacadas del grupo, admirada profundamen

    te por Goethe como mujer emancipada, esposa de August  

    Schlegel y luego compañera de Schelling.

    R O M A N T IC I SM O Y R E V O L U C I Ó N

    Atlienaeum  vio la luz en un momento en el que la lectu

    ra y la industria editorial se encontraban en plena expan

    sión. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII había sur

    gido en Alemania un nuevo mercado para las publicaciones 

    literarias y culturales. El público lector ya no se restringía 

    ii una elite intelectual, sino que abarcaba los sectores altos

    V medios de la burguesía, donde las mujeres jugaban un 

    papel creciente en la conformación del gusto. La industria 

    editorial se extendía sobre todo en las regiones protestan

    tes y a partir de centros culturales como Berlín, Leipzig, 

    I >rusde y Francfort, dando lugar a una revolución en el ámbito de la cultura. Junto a los libros, circulaban publica- 

    nones periódicas como revistas, diarios y fascículos, ade

    mas de folletines, panfletos y almanaques. Los nuevos lec

    tores se agrupaban en círculos de lectura, bibliotecas públi- 

    riis v sociedades de suscriptores, interesados en la discu- 

    Mion de* temas políticos y sociales.5

    La última década del siglo XVIII y las primeras del siglo 

    v l x se caracterizaron en Alemania por la complejidad del 

    piuiorama sociopolítico. La conformación de los Estados na-

    KhIii expansión de la lectura no significó, sin embargo, una sup era

    rían del abismo entre la población culta y los analfabetos que, más

    I 'ii'Ir, tr atar ían de alcanzar los románticos de Heidelberg, a través de 

    «ii programa de cancioneros populares y libros folclóricos. En 1805 

    Ai Imii von Arnim publicó su recopilación “Von Volksliedern" en Berli-  

    tu  h he Musikalische Zeitung   y Joseph Górres su introducción a Die  

    Im in hen Volksbücher.

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    12 Laura S. Carugati y Sandra Girón

    dónales presentaba en cada caso una dinámica singular, 

    por lo que resulta difícil considerarlos desde una única pers

    pectiva. Sin embargo, más a llá de las situaciones particula

    res, no había un estado de crisis general. La burguesía no 

    vivía en abierta confrontación con la nobleza, sino más bien 

    en una estrecha interrelación, lo cual facilitó la incorpora

    ción de reformas en múltiples ámbitos, desde el agrario  

    hasta el universitario.*La Revolución Francesa fue recibida por las clases cul

    tas alemanas como la materialización de los principios de 

    la filosofía ilustrada. No obstante, la fascinación por la rea

    lización de esos principios se transformó prontamente en 

    una desilusión a partir de los acontecimientos de septiem

    bre de 1792 y la ejecución de Luis XVI en la guillotina el 23 

    de enero de 1793. La instauración del Terror y el avance de 

    las tropas napoleónicas produjeron una gran decepción en 

    quienes habían sido sus entusiastas adeptos. Entre ellos se 

    encontraban Friedrich Hölderlin, Friedrich Richter (Jean 

    Paul) y Friedrich Schiller. Este último, en una carta del 8 

    de febrero de 1793, le escribía a un amigo: “Hace catorce  

    días que no puedo leer ningún diario francés, a tal punto  

    me asquean estos miserables desolladores” (citado por 

    Behler, 1982: 104-105).Respecto de la recepción de la Revolución Francesa en 

    Alemania durante los diez años que separan la toma de la 

    Bastilla y la “Declaración de los derechos del hombre y del  

    ciudadano” de la publicación de Athenaeum, pueden seña

    larse tres actitudes predominantes (Van Dúlmen, 2002:103). 

    La primera de ellas fue la reacción conservadora, la cual si 

    bien reconocía lo fundamentalmente nuevo de la Revolu

    ción Francesa, la rechazaba y combatía políticamente. Este 

    grupo reunido en Gotinga estaba constituido por la parte 

    de la nobleza aliada con los burgueses cultos que bregaban 

    por una monarquía constitucional según el modelo inglés. 

    La segunda, representada por Georg Forster, quien lideró

    6. Para una descripción general de la situación sociopolitica de los Es

    tados alemanes hacia 1800, véase Otto Dann (1982: 33 y ss.).

    Prólogo

    la República de Maguncia, fue la de los jacobinos alemanes 

    que aspiraban a una democratización parcial bajo la pro

    tección francesa. La tercera posición estaba constituida por 

    aquellos intelectuales alemanes que veían en los principios 

    revolucionarios de “libertad, igualdad y fraternidad” el ideal 

    de un nuevo Estado. Para estos filósofos, poetas y teólogos  

    la Revolución no quedaba restringida al plano político, no 

    consistía únicamente en la abolición de la desigualdad entre los hombres y el reconocimiento de la libertad indivi

    dual, sino que implicaba un cambio más radical y abarca-  

    dor: una profunda revolución en todos los ámbitos de la vida.

    Esta última posición fue adoptada por los miembros del 

    círculo de Jena, varios de los cuales se consideraban segui

    dores del filósofo Johann Gottlieb Fichte.7 Si bien Fichte, 

    discípulo de Kant y maestro de Schlegel, no fue un miem

    bro directo del círculo de Jena y tampoco un jacobino como 

    Forster, introdujo en este grupo de intelectuales la discu-  

    Nión acerca de la significación, el efecto y la superación de  

    In Revolución Francesa. Entre 1796 y 1798 expuso su Doc 

    trina de la ciencia, donde postulaba la reflexión como prin-  

    cipio absoluto. El impacto que esta obra produjo en los románticos tempranos no fue inferior al que había suscitado 

    In aparición de sus dos escritos políticos de 1793: el primero  

    m- titulaba Reivindicación de la libertad de pensar de los  

     princ ipes de Eu ropa , subyugada por e llos hasta ahora. Un  

    discurso; y el segundo Contribución a la rectificación de los  

    inicios del público sobre la Revolución Francesa   (Fichte, 

    19(52-1964). Fichte había difundido estos panfletos anóni

    mos, en los cuales deducía el derecho a la Revolución como 

    lucultad del hombre a partir de la razón, con el fin de con- 

    I rnrrestar el efecto que producía sobre la opinión pública la 

    profusión de escritos en oposición a la Revolución France-  

    »11. entre los que se encontraba Reflexiones sobre la Revo lu-  

    i mu  

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    Laura S. Carugati y Sandra Giron

    el punto de vista del inglés conservador en contra de la Re

    volución (Burke, 1987).

    En un fragmento de Athenaeum,  Schlegel expresa su 

    admiración por Fichte, presentando su Doctrina  como una 

    de las tres grandes tendencias de la época:

    La Revolución Francesa, la Doctrina de la ciencia  de 

    Fichte y el Meister  de Goethe son las tendencias más grandes de la época. Quien se escandalice por esta clasificación, y a quien no le pueda parecer importante ninguna revolución que no sea ruidosa y material, no ha alcanzado la amplia y elevada perspectiva de la historia de la humanidad. Incluso en nuestras indigentes historias de la cultura, que en la mayoría de los casos se asemejan a una colección de variantes acompañada de un comentario perpetuo, y para la que se perdió el texto clásico, algún pequeño libro, del cual el alborotado vulgo de su tiempo no se dio por enterado, desempeña un papel más importante que todo aquello que aquél incitó."

    UNA AMANTE EN COMÚN

    Conversación sobre la poesía, uno de los trabajos más sig

    nificativos del joven Friedrich Schlegel, pone de manifiesto 

    las ideas de un intelectual revolucionario, individualista y 

    libre pensador que, en 1791, a los diecinueve años, había 

    abandonado sus estudios de derecho en la Universidad de 

    Gotinga para dedicarse a la profesión de crítico literario y 

    escritor independiente.* Según su propio testimonio, en una

    8. KFSA, II, “Athenaeums-Fragmente". fragmento N °2 16 :198-199(nues

    tra traducción). La numeración de los fragmentos de Alhenaeum,  no 

    presente en la revista, fue añadida en la edición critica de la obra com

    pleta de Schlegel.

    9. Peter Szondi señala la importancia de hacer justicia a la figura del 

     joven Friedrich Schlegel , antes de su conversión al catolic ismo en 1808 

    y su función como secretario de Metternich. Véase Pete r Szondi ( 1974b: 

    94-95); también Maurice Blanchot (1983: 164) y Berbeli W anning( 1999: 

    7-22).

    I'lttli»)««* 15

    i .tila a su hermano August del 2 de junio de 1793, los años 

    1791 y 1792 fueron una “época de furia por la lectura”; en ese

    I iein|x> se dedicó no sólo a la lectura de obras literarias, sino 

    Innihien al estudio en profundidad “del espíritu de grandes  

    hombres como Kant, Klopstock, Goethe, Hemsterhuis, Spi- 

    hn/a. Schiller, para no mencionar otros de menor importan- 

    i m" (citado por Ernest Behler, 1966: 22 y ss.).

    La primera parte de Conversación sobre la poesía  apa

    lee lo en el quinto número de Athenaeum, de abril de 1800; 

    ln continuación se publicó en agosto del mismo año en el  

    ulluno número de la revista."' Schlegel comienza este tra-  

    Imlo invitando al lector a participar de una conversación, 

    en la cual se hablará de la poesía, que es aquella que “her

    mana y une con lazos indisolubles a todos los espíritus que 

    ln aman”. Luego de esta presentación, el texto se articula 

    en cuatro exposiciones seguidas de comentarios y discusio

    nes Ciada uno de los expositores desarrolla un tema recu-  

    i riendo a una forma literaria específica. Andrés, el primero 

    en tomar la palabra, presenta una aparente reseña histori

    en I ilutada “Epocas del arte poético”; Ludovico, a continua- 

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    16 Laura S. Carugati y Sandra Giron

    una “Carta sobre la novela" y Marcos, por último, expone 

    un “Ensayo sobre el diferente estilo en las obras tempranas 

    y tardías de Goethe”. Otros tres personajes participan de la 

    tertulia: mientras Amalia y Camila intercalan observacio

    nes y comentarios, Lotario participa de la charla haciendo 

    discretas síntesis y señalamientos de las ideas planteadas.

    La elección que hace Schlegel del modelo de la “conversa

    ción” para presentar sus ideas sobre la poesía obedece al 

    menos a dos razones que merecen ser señaladas. Por una  parte, responde a su familiaridad con los diálogos platóni

    cos. La única argumentación filosófica posible son aquellas 

    conversaciones que Sócrates practicó y que Platón transfor

    mó en arte al plasmarlas por escrito. La dialéctica socràtico- 

    platònica -a la que Schlegel llamó “belleza lógica”- permitía 

    mejor que ninguna otra forma literaria la búsqueda del co

    nocimiento: Platón nunca concluía sus pensamientos, sino 

    que intentaba presentar en forma de conversaciones VV.i-h- Diego Sánchez Meca, 1994: 98, n. 1; KFSA,  II: LXXXVII.

    I I Vr.i ir Van Dulmen. 2002: 127 y ss.

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    18 La u r a S . C a r u g a t i y S a nd r a G i r ón

    de ser una exposición histórica exhaustiva, sino que tiene 

    por objeto mostrar cómo la poesía aparece ligada a la indi

    vidualidad de cada autor y cómo es capaz de infinitas modi

    ficaciones y transformaciones a lo largo del tiempo. Lejos 

    de los manuales de la literatura que circulaban en Europa 

    desde varios siglos antes y que solían presentar la historia 

    de la literatura como una recopilación estrictamente crono

    lógica de obras inconexas entre sí, “Epocas del arte poético” 

    constituye un “manifiesto fundador de la historia de la lite

    ratura” como lo ha llamado Karl R. Mandelkow (1982: 71). 

    El interés de Schlegel es concebir el desarrollo histórico de  

    la literatura como la constitución de la literatura misma, 

    mostrando qué es la poesía, qué puede llegar a ser y bajo 

    qué formas se ha dado. En palabras de Ernst Behler, “la  

    historia de la literatura adquiere un aspecto cognoscitivo 

    que trasciende el ámbito de la historia y que garantiza un 

    hondo conocimiento de las posibilidades de la literatura a 

    través su historia” (Ernst Behler, 1993: 230). Para Schle

    gel, la historia de la l iteratura no tiene por objeto el estudio 

    de las obras antiguas en tanto modelos de imitación, tal 

    como había postulado Johann Joachim Winckelmann a pro

    pósito de la escultura y pintura griegas. Si bien en su His toria del arte antiguo , que influyó decisivamente sobre 

    Goethe y Schiller, Winckelmann preparó el terreno de la 

    poética romántica como filosofía de la historia de la poesía, 

    su planteo entrañaba una contradicción: por una parte, con

    sideraba el arte clásico históricamente; por la otra, lo tras

    ladaba a la esfera ahistórica de la naturaleza, erigiéndolo 

    como modelo para el arte del siglo XVIII (Peter Szondi, 1974b:

    50 y ss.). En abierta confrontación, Schlegel afirma que la 

    historia es ciencia de la poesía: la consideración histórica 

    del arte poético refleja hasta qué punto la época moderna 

    es en realidad el momento en el que la filosofía y la poesía  

    se constituyen recíprocamente como tales a través de un 

    intercambio constante.La presentación de la historia del arte poético de Schle

    gel se articula en torno de los pares de conceptos “antiguo- 

    moderno” y “clásico-romántico”: modernas son las obras 

    redescubiertas del Renacimiento italiano, los escritos de

    19

    I (ante, Tasso, Petrarca, Ariosto, Boccaccio y Calderón, mien- 

    l ras el verdadero núcleo de la fantasía romántica es el uni

    verso de Shakespeare y Cervantes. En contraposición a los 

    tipos clásicos, las obras románticas expresan la sensibili

    dad individual de sus autores, que no crea tipos, sino indi

    viduos que en tanto tales entablan relaciones polifacéticas 

    ron la naturaleza, la sociedad y Dios. Son románticas aque

    llas obras que logran la unión, la “síntesis”, como sostiene  l'Her Szondi, entre lo antiguo y lo moderno, lo finito y lo 

    Infinito, lo objetivo y lo subjetivo.

    U N A N U E V A M IT O L O G Í A

    Eli el “Discurso sobre la mitología”, la segunda sección 

    i|n Conversación sobre la poesía,  Ludovico exhorta a sus 

    mingos a que entre todos lleven adelante un nuevo progra

    ma la realización de una nueva mitología. La misma pro

    blemática se encuentra en “Programa de sistema más anti

    cuo «leí idealismo alemán”, escrito en 1796 y atribuido a  

    Mi lirllmg, Hölderlin y Hegel.14La tarea de la nueva mitolo- 

    Itln era concebida en este manuscrito como la producción de 

    niiii cultura (Bildung), un ethos  vivificante, capaz de hacer 

    i nulidad la idea de libertad que la filosofía ilustrada sólo 

    I h i I i I ii  desarrollado en un plano abstracto. El pueblo neceSi- 

    l ii volverse racional y la filosofía debe convertirse en mito- 

    lnfii a para hacerse accesible al pueblo. De este modo, el

    I I Kl iiianuHcrito anónimo, edita do por Franz Ros enzwe ig, fue pu- 

    I•11>min por prim era vez en 1917 bajo el título “Da s älteste System - 

    |iiii|i im ni des deutschen Idealismus . Ein handschriftlicher Fund". 

    Aiiiii|iii' 'ir lia establecido que la caligrafía es de Hegel, no es claro

    •|iii>>n t i fl nutor del texto, si él mismo. H ölderlin. S chelli ngo los tres 

    i li". , 2001: 109-154). También en el ensayo de Herder, “Idu-im   mli i ilrr Apfel der Verjün gung" , se plantea el problema del está

    bil

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    20 Laura S. Ca ruga ti y Sandra Girón

    camino hacia una complementariedad entre filosofía y lite

    ratura queda allanado; el “monoteísmo de la razón" debe  

    verse completado y perfeccionado por un “politeísmo de la  

    imaginación y del arte”.

    Para Schlegel, la necesidad de una nueva mitología sur

    gía de la falta de unidad de la poesía de su tiempo. Entre  

    1795 y 1796 había sostenido en su Ensayo sobre el estudio  

    de la poesía grieg a  que la poesía moderna se encontraba en 

    un estado de anarquía, llena de carencias y necesitada de un eje central que le diera unidad. Lo característico  

    de la poesía moderna era su falta de carácter, la confusión, 

    la falta de reglas y el consiguiente escepticismo (KFSA , I: 

    217 y ss.). Por el contrario, en la literatura antigua, cada 

    poema se enlazaba con otro en una unidad de sentido, cons

    tituyéndose una sola obra, indivisible y perfecta. El arte 

    griego no se diluía en las individualidades de cada artista  

    sino que tenía un desarrollo orgánico y natural. A diferen

    cia de esta unidad orgánica de la cultura antigua, la uni

    dad de la cultura moderna no es natural sino artificial, una 

    mezcla de elementos contrapuestos entre sí.15Como la cultura antigua no se puede recrear, se debe 

    tratar de recuperarla, pero desde las condiciones de la cultura moderna. Para poder establecer una unidad más pro

    funda, más semejante a la que tenían los antiguos, Schle

    gel propone el programa de la nueva mitología, a la cual le 

    asigna la tarea de actuar como factor unificador, que reúne,  

    la filosofía con la poesía y la religión. Como punto de partí 

    da, Schlegel toma el idealismo: el “yo” como principio abso 

    luto fundamenta el carácter revolucionario de fines del si 

    glo XVIII, abriendo paso a la exaltación de la libertad y de la  

    transformación del mundo a partir de la acción. Por su p a r

    te, el movimiento autorreflexivo del espíritu ofrece un mo

    delo para la construcción de la nueva mitología: de la obje 

    tivación del espíritu infinito, que necesita salir de sí para  

    determinarse y volver a sí mismo, ha de surgir un “nuevo

    15. Szondi utiliza la expresión "mixtum compositum  ” para referirse a 

    este carácter de la cultura moderna (Pe ter Szondi. 1974a: 135 y ss i

    Prólogo 21

    realismo”, cuya construcción es la tarea de la literatura y el urte románticos.

    La poesía, por otro lado, es la manifestación de lo divino 

    y, siguiendo este movimiento dialéctico, se vuelve religión. 

    I\n el fragmento N" 25 de Ideas, Schlegel sostiene que “la 

    vida y la fuerza de la poesía consisten en que ella sale de sí  

    misma, se apropia de una parte de la religión, y luego vuelve en sí” (KFSA,  II, “Ideen”: 258). Schlegel descubre este re

    lamo religioso de la poesía en el misticismo de Spinoza; por "misticismo” entiende las experiencias religiosas o sobre

    ñal urales que el poeta puede a lcanzar cuando va más a llá 

    de la razón, y, en general, su relación con lo infinito. La fe 

    Ilene, para el joven Schlegel, un sentido personal y no orto

    doxa, independiente de toda iglesia y próximo a la concep- 

    i Ion panteista donde la naturaleza, la tierra y la humani

    dad non manifestaciones de lo divino (Behler, 1992b: 265- 

    '//'/) Kn este punto, su actitud ante la religión contrasta 

    ron la que adoptaría a partir de su conversión al catolicis

    mo v mu asunción al cargo de secretario de Metternich.

    Schlegel concibe el programa de una nueva mitología i aín a In “más artificial de las obras de arte”, capaz de res

    i n a m i l a totalidad orgánica de la poesía antigua, ausente ••ti ln poesía moderna. La nueva mitología, constituida a  

    imitii del movimiento dialéctico filosofía-poesía-religión, delie abarcar no sólo las grandes obras de la literatura occi

    dental , sino también “los tesoros de Oriente”. Si Dante, 

    Mliitkeupeare y Cervantes han concebido mitologías “inditei I un . el Oriente, fuente de la mística que falta en la mo- 

    •lei niditd occidental, expresa “lo romántico” (das Román-  

    i   en su grado más elevado. Schlegel sostendrá esta 

    le « ! « l lanta sus lecciones en París (1802-1803), donde rela- 

    . .........   .  riente con la religión, en contraste con el Occidenti patria del arte y la filosofía. A partir de 1808, Schle- 

    tfi l lilent itu ará la totalidad mística buscada con la religión•.•«lililí a

  • 8/17/2019 Schlegel, Friedrich - Conversación sobre la Poesía (Biblos).pdf

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    I..mr.i S Ciirugati y San ilm ( ’nrnn

    KL 1.1 BK O RO MÁ NT IC O

    Una vez establecido que “lo romántico” es un elemento  

    esencial de la poesía que puede darse en mayor o menor 

    grado, pero que no puede faltar del todo, Schlegel presenta  

    en “Carta sobre la novela” una definición que, a primera  

    vista, parece una tautología: “Ein Román ist ein romantis-  

    ches Buch”. Al traducir esta sentencia por “una novela es un libro romántico” no se mantiene la etimología común 

    que se encuentra en los términos “Román”  (novela) y “ro-  

    mantisch ” (romántico). Si bien la fórmula “la novela es un 

    libro novelesco” conserva el juego de palabras, la asociación 

    semántica que existe en alemán se pierde, despojando a la 

    definición de toda su riqueza. En la teoría de lo romántico 

    de Schlegel -que es, al mismo tiempo, una teoría de la no

    ve la-, la novela es la raíz de lo romántico, no sólo etimológi

    camente, sino en tanto forma literaria privilegiada por el 

    Romanticismo. Al asignarle a ésta un papel preponderan

    te, Schlegel se opone drásticamente al clasicismo francés, 

    que sostenía una rígida clasificación de los géneros litera

    rios, prefiriendo los géneros puros - la épica, la comedia y la 

    traged ia- en detrimento de los géneros mixtos de la litera

    tura moderna, rechazados o considerados menores.

    “Carta sobre la novela” debe entenderse a la luz de las 

    consideraciones históricas expuestas por Schlegel en “Épo

    cas del arte poético”: cada forma literaria aparece ligada a 

    una época, se acopla a la precedente y se constituye histó

    ricamente. La poesía griega se gestó en la cultura anti

    gua, natural y orgánica, por eso es denominada “poesía  

    natural” (Naturpoesie).   Por el contrario, la moderna es 

    “poesía artificial" (Kunstpoesie):  las producciones litera

    rias propias de esta época ya no responden a géneros pu

    ros, son más bien resultado de un proceso de composición 

    y combinación de elementos antagónicos entre sí. La no

    vela es la forma literaria de la cultura moderna y en ella  se presenta paradigmáticamente esta mezcla artificial de 

    elementos. El concepto de “novela romántica” excede por  

    esto mismo lo que habitualmente se entiende por novela y 

    consiste en una forma que abarca todos los géneros y que,

    l»ii lo tanto, rebasa cualquier distinción entre ellos (Peter 

    Hzondi, 1975: 117-144).K1 concepto de novela romántica se opone a una clasifi- 

    i nción, no sólo en el sentido de los géneros, sino también en  

    i l orden cronológico: no toda obra romántica es moderna y 

    viicversa. Así, Fcdra  de Racine y los dramas de Lessing, si 

    liien son cronológicamente modernos, no son románticos.

    I ti'sde el punto de vista de la forma, no toda obra que habi- 

    tualmente se denominaría novela es un “libro romántico”, 

    ni toda obra romántica debe estar escrita necesariamente  

    luijo la forma de una novela. Atendiendo a lo romántico, 

    Schlegel distingue entre dos tipos de novela de la época: 

    por un lado, la novela realista inglesa, donde el elemento  

    romántico no está presente y, por el otro, obras de construc- 

    i ion libre y forma fantástica como las de Jean Paul ,16Ster- 

    iii' y Diderot. La preferencia que manifiesta Schlegel por 

    estas últimas reside en que son el hilo conductor para po

    der comprender el nuevo canon de la literatura romántica: 

    Ariosto, Dante, Boccaccio, Cervantes y Shakespeare.

    La inclusión de obras en verso y dramáticas dentro de 

    este canon muestra que, con la noción de novela, se opera 

    en la teoría de Schlegel un rebasamiento de la distinción entre géneros poéticos. Partiendo de una multiplicidad de elementos personales, psicológicos, históricos o sociales, las 

    obras románticas aspiran a una unidad que contiene en sí

    Ifi Johann Pa ul Fr iedrich Richter (1763-1825). Se lo conoce por el 

    Hi-udónimo de Jean Paul, acepción francesa de sus dos primeros nom

    bres de pila, según el modelo de Jean-Jacques Rousseau. Figur a fun

    damental en el circulo de los románticos tempranos, su interés radica- 

    (>;• en la formación como escritor “ingenioso" (witziger Schriftsteller). Schlegel afirma de él que saca a la luz toda la riqueza de una edad  

    intrincada y que logra m anifestar con ingenio (Witz)  y sentimiento to

    das sus disonancias y resonancias propias. Jean Paul popularizó ex

    presiones como “romanticismo" (RomantikI   y “el romántico’ (der Ro mantiker).  Si bien sus formulaciones se enmarcan en el ámbito de la 

    estética, su alcance es más amplio: por ejemplo, cuando postula en sus  

    lecciones Vorschule der Ästhetik   (1804) que lo romántico, es decir, lo 

    liello infinito o lo infinito bello, es la relación de la indigente fínitud  

    humana con el cielo estrellado de la infinitud.

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    Laura S. Carugati y Sandra (ìiron

    misma la tensión irresoluble entre lo infinito y lo finito, en

    tre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo particular y lo univer

    sal. El libro romántico, unidad inalcanzable, es una obra en 

    permanente producción: “La poesía romántica es una poe

    sía universal progresiva”, leemos en el fragmento N" 116 de 

    Athenaeum (KFSA,  II, “Athenaeums-Fragmente”: 182-183).17

    A lo largo de su historia, se destacan Shakespeare y Cer

    vantes, que “fueron tan grandes, que todos los demás auto

    res parecen un medio preparatorio, explicativo y complementario”. Sin embargo, las obras supremas del arte ro

    mántico no sólo se han de buscar en el pasado; también un 

    poeta del presente ocupa un lugar privilegiado: Johann 

    Wolfgang von Goethe, a quien Schlegel dedica la última sección de Conversación sobre la poesía.

    G O E T H E Y EL G E N I O D E L TO D O

    La última sección de Conversación sobre la poesía  se ti

    tula “Ensayo sobre el diferente estilo en las obras tempra

    nas y tardías de Goethe”. Considerando a Goethe como el 

    iniciador de la nueva poesía, Schlegel agrupa sus obras en tres “maneras”18eligiendo, para cada una de ellas, una obra 

    representativa: Gótz von Berlichingen   (1773), para la pri

    mera; Tasso  (1790), para la segunda; Hermann y Dorotea  

    (1797), para la tercera. Ifigenia   (1790) aparece como un 

    momento de transición entre la primera y la segunda ma

    17. A pesar de lo que Schlegel dice en esta famosa definición, es nece

    sario indicar que el movimiento de la poesía no es sólo progresivo, sino 

    también regresivo. Véase KFSA , ll, “Athenaeum s-Fragme nte", fragmen

    to N° 22: 168-169.

    18. Aunq ue el título de esta sección pareciera tener por objeto el estilo

    de Goethe. Schlegel utiliza aquí el término “manera“ (Mnnier)  y no“estilo"

  • 8/17/2019 Schlegel, Friedrich - Conversación sobre la Poesía (Biblos).pdf

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    26 Laura S. ( ’arugati y Sandra (»iron

    la objetividad romántica: la unidad que ellas conforman no 

    es, ciertamente, el “todo orgánico” de la poesía natural de 

    los antiguos, sino una unidad compuesta artificialmente, 

    una “mezcla” de elementos heterogéneos.

    En la poesía de Goethe lo que posibilita esta unión es la 

    “ironía”, que implica la presencia simultánea de pares an

    tagónicos: lo uno y lo múltiple, lo incondicionado y lo condi

    cionado, lo infinito y lo finito.“ La ironía manifiesta la ten

    sión constante entre ambos polos, provocando una ilusión  

    de unidad. En varios fragmentos, Schlegel recurre a la ana

    logía con la química para referirse a la ironía: así como se  

    necesita el ojo del químico para aislar los elementos que  

    componen un todo, del mismo modo se necesita un esfuerzo 

    intelectual para deslindar los elementos que constituyen la 

    “mezcla” presente en la poesía romántica/' La ironía ex

    presa, en la poesía romántica en tanto universal y progresi

    va, la lucha permanente por lograr una conciliación entre  

    elementos contrarios, sin llegar nunca a la superación de 

    esa oposición. La ironía aparece paradigmáticamente en Los  

    afios de aprendizaje de Wilhelm Meister   (1796): en su elo

    giosa reseña de esta novela publicada en el segundo núme

    ro de Athenaeum,  Schlegel había afirmado que “la ironía  flota a lo largo de toda la obra” (KFSA,  II: 137).24En Conver 

    sación sobre la poesía  el operar de la ironía se asocia a tres 

    propiedades “maravillosas”: en primer lugar, con la indivi

    dualidad, que “se parte en diferentes rayos y se divide en

    22. En el fragmento N° 108, Schlegel escribe: “La ironía contiene y  

    provoca un sentimiento del irresoluble conflicto entre lo incondiciona

    do y lo condicionado, entre la imposibilidad y la necesidad de una ple

    na comunicación |...| en ella todo ha de se r burla y seriedad |...| todo 

    lealmente sincero y todo profundamente disimulado. |...| Es la más  

    libre de las licencias, porque es liberadora, pero al mismo tiempo es la 

    más reglada, puesto que es necesaria" (KFSA. 11, “Lyceum-Fragm ente":  

    160).

    23. Véase KFSA, II, “Athenae um-Frag mente ", fragmentos N ° 330, 366 

    y 404: 222, 232 y 241.

    24. Para el estudio de la estructura del Meister. véase Behler (1993 157-172).

    l'iuliigti 27

    diferentes personas”; en segundo término, con el espíritu 

    •int íkuo  que se presenta bajo una forma moderna; por últi

    mo, con la indivisibilidad y duplicidad propias de la obra, 

    ipii* le permiten a Schlegel decir que la obra ha sido real iza

    da «los veces, en dos momentos creativos, a partir de dos 

    ideas:

    La primera era meramente la de una novela de ar 

    tista; sin embargo, luego la obra, sorprendida por la ten dencia de su género, se vuelve repentinamente mucho  mayor que su primera intención, y se le agrega la do ctri na del arte de vivir, y se convierte en el genio del todo.

    L a u r a  S . C a r u g a t i  y  S a n d r a  G i r ó n

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    28 Laura S. Carugati y Sandra Giron

    E S TA E D I C I Ó N

    Esta traducción de Gespräch üb er die Poesie  ha sido rea -' 

    lizada sobre la edición facsimilar Athenaeum. Eine Zeit 

    schrift. Herausgegeben von August Wilhelm Schlegel und  

    Friedrich Schlegel  (3 tomos, Darmstadt, Wissenschaftliche 

    Buchgesellschaft, 1992, t. 3: 58-128y 169-187), que presen

    ta una distribución del texto diferente de la contenida en el  

    volumen II de la Kritische Friedrich-Schlegel-Ausgabe  edi

    tada por Ernst Behler, Jean-Jacques Anstett y Hans Eich- 

    ner, Charakteristiken und K ritiken I (1796-1801), edición e 

    introducción de H. Eichner, Munich-Paderbom-Viena, Fer

    dinand Schöningh, 1967: 284-351.

    Comunicaciones relativas a nuestro trabajo sobre Ges 

     prä ch über die Poesie  han sido presentadas en agosto de 

    2003 en las Primeras Jornadas de Estética del Centro de  

    Investigaciones Filosóficas (CIF): “Filosofía y literatura”, or

    ganizadas en la Universidad Torcuato Di Telia por el Pro

    grama de Filosofía del Arte y de la Literatura/CIF y la Aso

    ciación de Amigos de Marcel Proust, así como en noviembre 

    de 2004 en las XIII Jornadas Universitarias de Literatura 

    en Lengua Alemana, organizadas por la Asociación Argentina de Germanistas (AAG) en la Universidad Católica Ar

    gentina.

    Para la anotación del texto se ha utilizado la Biblioteca 

    del Instituto de Literatura Alemana de la Facultad de Filo

    sofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y la Bi

    blioteca del CIF, enriquecida por el aporte bibliográfico de 

    la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG) en 2003. De gran 

    utilidad ha sido también el material de la Universitätsbi

    bliothek Augsburg y de la Universitätsbibliothek Johannes 

    Gutenberg (Maguncia), obtenido a través del servicio de 

    préstamo a distancia del Goethe-Institut-Buenos Aires, cuya 

    biblioteca ha sido una fuente de consulta permanente.

    Nuestra traducción ha sido realizada en el CIF, en el mar

    co del Programa de Estudios de Filosofía del Arte y de la  Literatura. A Ricardo Ibarlucía, director de este programa, 

    queremos agradecer la minuciosa revisión de este trabajo. 

    Deseamos también expresar nuestro reconocimiento a Mó-

    |*l Altivo29

    iiécn (¡iron, Leiser Madanes, Pablo Pavesi, Mario A. Pre- 

    n Eduardo Rivera López y Leopoldo E. Sade por sus co

    mentarios. Finalmente, no quisiéramos dejar de mencionar 

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    C O N V E R S A C I Ó N S O B R E L A P O E S Í A

    Ilustración: Mónica Girón

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    C O N V E R S A C I Ó N S O B RE L A P O E S Í A

    La poesía hermana y une con lazos indisolubles a todos 

    los espíritus que la aman. Aunque ellos persigan en su vida 

    particular las cosas más dispares, aunque uno desprecie 

    absolutamente aquello que para el otro es lo más sagrado,  

    aunque se subestimen, se ignoren unos a otros y permanez

    can eternamente ajenos, sin embargo, en esta región se en

    cuentran unidos y en paz, en virtud de un poder mágico  

    Nuperior. Cada musa va en busca de la otra y la encuentra,  

    y así todas las corrientes de la poesía confluyen en el gran  

    mar universal.

    La razón es sólo una y la misma en todos: sin embargo, i i x í   como cada hombre tiene su propia naturaleza y su pro

    pio amor, del mismo modo cada uno lleva en sí su propia  

    poesía. Ésta tiene que serle propia y lo será, en tanto sea  

    cierto que cada uno es el que es y en tanto sea cierto que 

    hay algo originario en él. Además, ninguna crítica puede ni 

    tiene permitido robarle su esencia más propia, su fuerza  

    mas íntima, con el fin de depurarlo y purificarlo, convir- 

    I icndolo en una mera imagen general sin espíritu y sin sen-

    I ido, tal como lo intentan los tontos que no saben lo que  

    quieren. Pero la elevada ciencia de la auténtica crítica le 

    debe enseñar cómo debe formarse a sí mismo en sí mismo y 

    «obre todo le debe enseñar a comprender toda otra forma 

    autónoma de la poesía en su fuerza y perfección clásicas, de 

    manera que la flor y el grano de espíritus ajenos se vuelvan 

    alimento y simiente de su propia fantasía.

    1331

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    Friedrich Schlegel

    El espíritu que conoce las orgías de la verdadera musa 

    no transitará nunca este camino hasta el final, ni creerá 

    erróneamente que lo ha alcanzado: pues nunca podrá apa

    ciguar el deseo que renace eternamente de la plenitud de 

    las satisfacciones mismas. El mundo de la poesía es incon

    mensurable e inagotable, como lo es el reino de la natura le

    za viva, tan rica en vegetales, animales y formaciones de 

    todo tipo, forma y color. Ni siquiera el más abarcador podrá 

    abarcar fácilmente todas las obras artificiales o las producciones naturales que tienen la forma y el nombre de poe

    mas. ¿Y qué son éstas frente a la poesía sin forma e incons

    ciente, que se agita en la planta, que resplandece en la luz, 

    que sonríe en el niño, que reluce en la flor de la juventud y 

    que arde en el pecho amoroso de la mujer? Esta, sin embargo, es la poesía primera, originaria, sin la cual seguramen

    te no habría poesía de las palabras. En efecto, todos noso

    tros, que somos hombres, no tenemos nunca ni tendremos 

     jam ás otro objeto ni otra materia de toda nuestra actividad 

    y alegría que el único poema de la divinidad, del que somos 

    parte y fruto: la tierra. Somos capaces de oír la música del 

    mecanismo infinito, de comprender la belleza del poema, 

    porque en nosotros vive también una parte del poeta, una  chispa de su espíritu creador, y jamás deja de arder con 

    fuerza secreta bajo la ceniza de la sinrazón que cada uno ha 

    producido.

    No es necesario que alguien se esfuerce por mantener y 

    propagar la poesía, por ejemplo, con discursos y doctrinas 

    racionales, o que intente incluso crearla, inventarla, dispo

    nerla y darle leyes punitivas como lo quiere de tan buen 

    grado la teoría poética. Así como el núcleo de la tierra se fue 

    cubriendo por sí mismo con criaturas y vegetales, así como 

    la vida surgió por sí misma desde la profundidad y todo se 

    llenó de seres que se reprodujeron alegremente, del mismo 

    modo la poesía florece por sí misma a partir de la invisible 

    fuerza originaria de la humanidad cuando el cálido rayo 

    del sol divino la alcanza y la fecunda. Solamente la forma y el color pueden expresar prototípicamente cómo está for

    mado el hombre; y por eso, en sentido estricto, no se puede 

    hablar de la poesía sino únicamente en poesía.

    Conversación sobre la (Kiesia

    La visión que cada uno tiene de la poesía es verdadera y 

    buena en tanto ella misma es poesía. De este modo, puesto  

    que la poesía de cada uno, justamente por ser la propia,  

    tiene que ser limitada, así también su visión de la poesía no 

    puede ser sino limitada. El espíritu no puede soportarlo, 

    porque sin duda, aun sin saberlo, sabe que ningún hombre 

    es meramente un hombre, sino que al mismo tiempo puede  

    y debe ser la humanidad entera real y verdaderamente. Es 

    por eso que el hombre, seguro de encontrarse siempre a sí mismo, parte de sí mismo una y otra vez para buscar y en

    contrar el complemento de su esencia más íntima en la pro

    fundidad de una esencia extraña. El juego de la comunica

    ción y del acercamiento es la actividad y la fuerza de la  

    vida: la perfección absoluta está sólo en la muerte.

    Es por eso que el poeta no se puede dar por satisfecho 

    con legar en obras perdurables la expresión de su poesía 

    particular, tal como se dio innatamente o se formó en él. 

    Debe aspirar a ampliar eternamente su poesía y su visión  

    de ella y acercarlas a la poesía más elevada que fuera real

    mente posible en la tierra; y lo logra uniendo de la forma  

    más precisa su parte al gran todo: pues la devastadora ge

    neralización produce justamente lo contrario.

    Lo puede hacer cuando ha llegado a ocupar el punto cen

    tral a través de la comunicación con aquellos que también  

    lo han alcanzado desde otra parte y de otro modo. El amor 

    tiene necesidad de amor recíproco. En efecto, para el verda

    dero poeta puede ser saludable e instructivo incluso el tra

    to con aquellos que sólo juegan en la superficie colorida. 

    Pues es un ser sociable.

    Siempre me ha resultado muy atractivo conversar sobre 

    la poesía con poetas y con interesados en poesía. Muchas de 

    esas conversaciones no las he olvidado hasta hoy; en algu

    nos casos, no podría precisar con exactitud qué corresponde  

    a la fantasía y qué al recuerdo; muchas cosas son reales,  

    otras imaginarias. He aquí la presente conversación, que 

    ha de confrontar distintas visiones que pueden mostrar, cada una desde su punto de vista, el espíritu infinito de la poesía  

    bajo una nueva luz; todas ellas aspiran en mayor o menor 

    medida a llegar al fondo de la cuestión, desde un lugar o

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    :*r> Friedrich Schlegel

    desde otro. El interés por esta diversidad -que observé en 

    un grupo de amigos y que al principio atribuí sólo a ellos- 

    me llevó a tomar la determinación de convocar a todos los  

    que sienten el mismo amor en el pecho y están llamados a 

    iniciarse en los misterios sagrados de la naturaleza y de la  

    poesía en virtud de la plenitud de su vida interior.

    * * •

    Justo en el momento en el que Am alia y Camila comen

    zaron a entablar una conversación cada vez más animada  

    sobre una nueva obra dramática, se incorporaron al grupo 

    con ruidosas carcajadas dos de los amigos que ellas espera

    ban, que llamaremos Marcos y Antonio. Luego de que éstos 

    llegaran, el grupo estaba tan completo como solía estarlo 

    cuando se reunían en lo de Amalia para dedicarse libre y 

    alegremente a su amante en común. Por lo general, sucedía 

    espontáneamente que la poesía era objeto, disparador o 

    punto central de la tertulia. Hasta ese momento, leían al

    ternadamente en voz alta alguna obra, dramática o de otro tipo, sobre la que luego intercambiaban opiniones y se de

    cían cosas buenas y bellas. Sin embargo, pronto todos sin

    tieron, en mayor o menor medida, que había una deficien

    cia en este tipo de conversación. Amalia fue la primera en 

    darse cuenta y de cómo resolverlo. Consideraba que ningu

    no de sus amigos reconocía suficientemente la diversidad 

    de opiniones que había entre ellos, por lo que la comunica

    ción se entorpecía y callaba aquél que hubiese querido ha

    blar. Todos, empezando por quien tuviera más ganas, debe

    rían exponer sus pensamientos sobre la poesía o sobre una 

    parte o aspecto de ella, o, mejor aún, escribirlos, una vez y  

    desde el fondo de su corazón, a fin de tener por escrito lo 

    que cada uno pensaba. Camila apoyó animadamente a su 

    amiga para que al menos sucediera algo nuevo que pudiera 

    variar la eterna lectura. La discusión, dijo, se volvería en

    tonces realmente enardecida; pues, de no ser así, no habría esperanza de paz perpetua.

    A sus amigos les gustó la propuesta y pusieron ensegui

    da manos a la obra para llevarla a cabo. Hasta Lotario

    Conversación sobre la |>ot‘sia 37

    -que normalmente era el que menos hablaba o discutía, y 

    que muchas veces se quedaba mudo durante horas sin de

     jarse perturbar en su respetable calma, frente a todo lo que 

    los otros pudieran decir o discutir- pareció ser uno de los 

    más interesados, comprometiéndose incluso a exponer algo. 

    El interés fue aumentando a medida que iban adelantando 

    en el trabajo y los preparativos, lo que para las mujeres 

    resultaba una fiesta. Finalmente se estableció el día en el 

    que cada uno expondría lo que había preparado. Dadas todas estas circunstancias, la atención estaba más despierta 

    que lo habitual; en cambio, el tono de la conversación se

    guía siendo tan desenvuelto y sencillo como solía serlo en

    tre ellos.

    Primero, Camila describió y elogió con gran ardor una 

    obra dramática, que se había representado el día anterior. 

    Amalia, por el contrario, la criticó y afirmó que no contenía  

    absolutamente ningún atisbo de arte, ni menos aún de en

    tendimiento. Su amiga lo admitió enseguida, pero -dijo- la  

    obra es bastante salvaje y vivaz o, por lo menos, buenos  

    actores pueden hacer que así lo sea, si están de buen hu

    mor. -S i realmente son buenos actores -dijo Andrés, mien- 

    t ras echaba un vistazo a su texto y se fijaba, mirando hacia 

    la puerta, si llegaban los que faltaban-, si realmente son 

    buenos actores, entonces tienen que desprenderse de todo 

    mu buen humor para poder representar primero el de los 

    poetas. -Tu buen humor, amigo -contestó Amalia- te con

    vierte a ti mismo en poeta, pues llamar poetas a los propios  

    dramaturgos es por cierto sólo un poema, y es realmente 

    mucho más grave que cuando los comediantes se autodeno-  

    minan artistas o se hacen llamar así. -Sin embargo, permí

    tenos verlo de nuestro modo -d ijo Antonio, tomando parti

    do abiertamente por Camila - si acaso una vez, por un feliz 

    a/.ar, se diera en la masa común una chispa de vida, de ale- 

    Kria y de espíritu, deberíamos reconocerlo, en lugar de re

    petirnos una y otra vez qué común es justamente esta masa 

    común. -Precisamente de eso se trata en esta discusión  dijo Amalia-, en la obra de la que hablamos seguramente 

    no se ha desarrollado nada más que lo que se desarrolla  

    i  iihi todos los días: una buena porción de tonterías. -Y co

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    Friedrich Schle^el

    menzó a dar ejemplos, ante lo cual pronto se le pidió que no  

    continuara, puesto que ellos de hecho demostraban dema

    siado bien lo que pretendían mostrar.

    Camila objetó que esto no la afectaba en lo más mínimo, 

    puesto que no le había prestado especial atención ni a los 

    discursos ni a los modos de expresión de los personajes de  

    la obra. Entonces, le preguntaron a qué le había prestado  

    atención, ya que no se trataba de una opereta. -A la apa

    riencia exterior -contestó- que dejé que pasara como una música ligera. Luego elogió a una de las actrices más gra

    ciosas, describió su estilo, su linda vestimenta, y expresó su 

    sorpresa de que se tomara tan a pecho algo como nuestro  

    teatro: por lo general, común es en el escenario casi todo; 

    pero incluso en la vida, donde a uno sin duda le toca más de 

    cerca, lo común tiene frecuentemente una apariencia muy 

    romántica y agradable. -Común es, por lo general, casi todo 

     —dijo Lotario. Esto es muy cierto. En verdad, deberíamos 

    dejar de concurrir con tanta frecuencia a lugares donde ten

    gamos que decir que tuvimos la suerte de no padecer aglo

    meración, mal olor o desagradables vecinos. Una vez se le 

    pidió a un hombre de letras una inscripción para el portal  

    del teatro. Yo propondría que dijera lo siguiente: “Ven, caminante, y mira lo más banal”; esto es lo que ocurriría en la 

    mayoría de los casos.En ese momento, la conversación fue interrumpida por 

    la llegada de sus amigos; si ellos hubieran estado allí an

    tes, la discusión habría tomado otra dirección y llevado a 

    otro resultado, puesto que Marcos no pensaba del mismo 

    modo sobre el teatro, y no podía renunciar a la esperanza  

    de que algo apropiado tuviera que surgir de él.

    Tal como se dijo antes, irrumpieron en el grupo con 

    grandes risotadas; por las últimas palabras que se oye

    ron, pudo inferirse que su conversación se refería a los 

    denominados poetas clásicos ingleses. Se habló todavía un 

    poco sobre el mismo tema, y Antonio, que siempre que po

    día se metía con las mismas ocurrencias polémicas en la conversación -que pocas veces él mismo dirigía-, sostuvo  

    que se deberían buscar los fundamentos de la crítica y el 

    entusiasmo ingleses en la teoría de Smith sobre la riqueza

    Conversación sobre la |*>«*sia

    de las naciones.' Los ingleses estarían contentos si pudie

    ran incorporar nuevamente un clásico al tesoro público. 

    Así como cada libro en esta isla se convierte en un ensayo, 

    del mismo modo cada escritor, cuando ha dejado atrás su 

    propia época, se convierte en un clásico. Por la misma ra

    zón y del mismo modo, estarían tan orgullosos de la pro

    ducción de las mejores tijeras como de la mejor poesía. Así, 

    los ingleses no leen realmente Shakespeare de manera  

    diferente de como leen Pope, Dryden o cualquier otro clásico; puesto que al leer uno de ellos no piensan más que al 

    leer el otro. Marcos opinó que la edad de oro era sólo una  

    enfermedad moderna, a la que cada nación debía enfren

    tarse, igual que los niños a la viruela. —Por eso habría que  

    tratar de debilitar la fuerza de la enfermedad con inocula

    ción -dijo Antonio. Ludovico, al que, con su filosofía revo

    lucionaria, le gustaba ejercer una destrucción generaliza

    da, comenzó a hablar de un sistema de falsa poesía sobre  

    «•I cual él quería exponer, y que en aquella época había  

    hecho grandes estragos sobre todo entre los ingleses y los  

    franceses, y que, en parte, los seguía haciendo aún hoy. La  

    profunda y fundamental interconexión de todas estas fal

    sas tendencias, que concuerdan tan bellamente entre sí, donde una complementa a la otra y se reconcilian mutua

    mente, es precisamente tan singular e instructiva como 

    entretenida y grotesca. Ludovico hubiese deseado poder 

    escribir sólo versos, puesto que sólo en un poema cómico  

    se podría realizar lo que tenía en mente. Hubiera querido  

    seguir hablando de esto, mas las mujeres lo interrumpie

    ron, exhortando a Andrés a que comenzara, puesto que, de 

    lo contrario, no terminarían más con los preámbulos. Más  

    tarde podrían hablar y discutir tanto más extensamente.  

    Andrés abrió su texto y comenzó a leer.

    I Se refiere a Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la  

    t it/ueza de las naciones  (1776) de Adam Smith.

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    40 Friedrich Schlegel

    É P O C A S D E L A R T E P O É T I C O

    Dondequiera que un espíritu vivo aparezca ligado a la  

    letra formada hay arte, hay discernimiento para superar 

    la materia, para utilizar herramientas, hay un proyecto y 

    normas de procedimiento. Por eso vemos a los maestros de 

    la poesía empecinarse con ahínco en formarla del modo más 

    variado. La poesía es un arte y, donde todavía no lo es, debe 

    serlo, y donde lo fue, seguramente despierta en quienes verdaderamente la aman un fuerte anhelo de conocerla, de com

    prender la intención del maestro, de captar la naturaleza 

    de la obra, de enterarse del origen de la escuela y de su 

    proceso de formación. El arte descansa en el saber y la cien

    cia del arte es su historia.

    Es esencialmente propio de todo arte acoplarse a lo ya  

    formado y por eso la historia se retrotrae de género en gé

    nero, de estadio en estadio, retrocediendo cada vez más hasta 

    la Antigüedad, hasta la primera fuente originaria.

    Para nosotros los modernos, para Europa, este origen se 

    encuentra en la Hélade y para los helenos y su poesía, en 

    Homero y en la antigua escuela de los Homéridas.2Se trata 

    de una fuente inagotable de poesía susceptible de adoptar 

    todas las formas, una poderosa corriente de representación, en la cual cada ola de la vida se entrelaza con la siguiente, 

    un mar sereno en el que se reflejan armoniosamente la ple

    nitud de la tierra y el brillo del cielo. Así como los sabios  

    buscan el principio de la naturaleza en el agua, la poesía  

    más antigua se muestra en forma fluida.

    El conjunto de sagas y cantos se agrupó en torno de dos 

    ejes diferentes. Por un lado, la gran empresa común, la aglo-

    2. A fines del siglo XVIII se planteaba la discusión sobre la autoría de  

    1liada   y Odisea.  En 1795 Schlegel defiende en su estudio “Über die  

    Homerische Poesie. M it Rücksicht auf die Wölfischen Unte rsuchu n

    gen" la hipótesis de F. A. Wolf, según la cual /liada  y Odisea  no eranobras de Homero, sino rapsodias de creación colectiva transmitidas  

    oralmente por los Homéridas ( KFSA , I: 116-132). Para un tratamiento 

    más detallado del tema, véase Behler (1993: 233 y ss.).

    ( ’onversación sobre la jxiesia 11

    ■iteración de fuerza y conflicto, la gloria del más valiente;  

    por el otro, la plenitud de lo sensible, lo nuevo, lo desconoci

    do, lo excitante, la suerte de una familia, la imagen de la 

    más hábil sagacidad y de cómo, a pesar de las dificultades, 

    se logra finalmente el retorno al hogar. Esta separación ori

    ginaria preparó y formó lo que nosotros llamamos litada  y 

    Odisea, y  todo lo que en ellas encontró un sólido sostén para 

    perdurar en la posteridad en vez de otros cánticos de la 

    misma época.En el desarrollo de la poesía homérica vemos, en cierto 

    modo, el surgimiento de toda poesía; aunque las raíces se 

    sustraen a la mirada, las flores y ramas de la planta surgen 

    increíblemente bellas desde la noche de la Antigüedad. Este 

    caos formado tan encantadoramente es el germen a partir 

    del cual se organizó el mundo de la poesía antigua.

    La forma épica se deterioró rápidamente. En lugar de 

    ella surgió, también entre los jonios, el arte yámbico, que 

    tanto en la materia como en el tratamiento era exactamen

    te lo contrario de la poesía mítica, y justapiente por eso, el  

    segundo eje de la poesía helénica, gracias a la cual y con la 

    cual la elegía se transformó y se modificó casi de manera 

    tan variada como el epos.:l 

    Podemos suponer qué fue Arquíloco,4no sólo a través de algunos pasajes, noticias y transcripciones de Horacio en 

    sus épodos, sino también por su parentesco con la comedia 

    de Aristófanes e incluso su más lejano parentesco con la 

    sátira romana. No tenemos nada más para cubrir el mayor  

    vacío de la historia del arte. Sin embargo, para cualquiera  

    que quiera reflexionar acerca de ello, resulta claro cómo yace 

    eternamente en la esencia de la poesía más elevada montar 

    en cólera sagrada y expresar toda su fuerza en la materia  

    más extraña, el presente común.

    3. Aunque el término alemán Epos  puede traducirse por "poesía épi

    ca". optamos también en castellano por conservar el término griego

    IITOC.

    ■I Poeta y soldado griego (6757-635 a.C .) considerado a veces como el 

    mejor poeta griego después de Homero que utilizó de forma admirable 

    el metro yámbico.

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    42 Friedrich Schlegel

    Éstas son las fuentes de la poesía helénica, su funda

    mento e inicio. El florecimiento más bello comprende las 

    obras mélicas, corales, trágicas y cómicas de los dorios, eo

    lios y atenienses desde Alemán5y Safo hasta Aristófanes. 

    Lo que nos ha quedado de esta verdadera época de oro en 

    los géneros supremos de la poesía conlleva en mayor o me

    nor medida un estilo bello o grandioso, la fuerza vital de la 

    inspiración y la conformación del arte en armonía divina.

    Todo esto descansa sobre el firme suelo de la poesía an tigua, uno e indivisible en virtud de la vida festiva de hom

    bres libres y de la fuerza sagrada de los antiguos dioses.

    La poesía mélica se unió con su música de sentimientos 

    bellos, por una parte, a la poesía yámbica, y por la otra, a la  

    elegiaca. Tan vivamente se presentan, en la primera, la fuer

    za de la pasión y, en la segunda, el cambio del estado de  

    ánimo en el juego de la vida, que se pueden considerar como 

    el odio y el amor, en virtud de los cuales el sereno caos de la 

    poesía homérica fue llevado a nuevas formaciones y confi

    guraciones. Los cantos corales, por el contrario, se inclina

    ron más hacia el espíritu heroico del epos, y se separaron 

    simplemente según la predominancia del rigor normativo o 

    de la libertad sagrada en la disposición y estado de ánimo  del pueblo. Aquello que Eros dio a Safo rezumaba música; y 

    así como la dignidad de Píndaro se apaciguaba con la ale

    gre excitación de los juegos gimnásticos, también los diti

    rambos imitaban en su exuberancia las bellezas orquestales más audaces.

    Los fundadores del arte trágico encontraron la materia 

    y los modelos en el epos, y así como éste desarrolló a partir 

    de sí mismo la parodia, los mismos maestros que crearon la 

    tragedia ensayaron la creación de dramas satíricos.

    Con la plástica surgió simultáneamente este nuevo gé

    nero, que se parecía a ella en la fuerza de figuración y en la 

    normativa de articulación.

    De la unión de la parodia con los antiguos yambos y en

    5. Alemán de Sardis. poeta griego del siglo vil a.C., fundador de la 

    poesía coral y el más antiguo de los líricos griegos.

    Conversación sobre la poesía

    oposición a la tragedia surgió la comedia, colmada de la más  

    alta mímica que sólo es posible en palabras.

    Así como en la tragedia las acciones y los sucesos, el  

    carácter y la pasión fueron ordenados y conformados armó

    nicamente en un bello sistema a partir de la saga existente, 

    en la comedia se daba atrevidamente como rapsodia una  

    exuberancia de inventiva con profundo entendimiento en 

    una aparente falta de conexión.

    Los dos tipos de drama ático intervenían en la vida del modo más eficaz en virtud de su relación con el ideal de 

    estas dos grandes formas, en las que aparece la vida única 

    y más elevada, la vida del hombre entre los hombres. El  

    entusiasmo por la república lo encontramos en Esquilo y en 

    Aristófanes. La obra de Sófocles se basa en un elevado mo

    delo de la bella familia en las circunstancias heroicas de la 

    época antigua.

    Esquilo es un eterno modelo de la ruda grandeza y del  

    entusiasmo espontáneo, mientras Sófocles lo es de la per

    fección armónica: Eurípides, por su parte, muestra una in

    sondable maleabilidad que solamente le es posible a un ar

    tista decadente y su poesía es por lo general sólo la más 

    ocurrente declamación.Este primer conjunto del arte poético helénico -e l anti

    guo epos,  los yambos, la elegía, las piezas teatrales y los  

    cánticos festivos- es la poesía misma. Todo lo que sigue hasta 

    llegar a nuestros días es vestigio, resonancia, noción parti

    cular, aproximación o retorno a aquel supremo Olimpo de 

    la poesía.

    En aras de la exhaustividad debo mencionar que las  

    primeras fuentes y modelos del poema didascàlico, los in

    tercambios recíprocos entre poesía y filosofía, se deben bus

    car también en la época de florecimiento de la cultura anti

    gua: en los himnos de alabanza inspirados en la naturaleza 

    de los misterios, en las ricas enseñanzas de las sentencias 

    morales gnómicas relativas a lo social, en los poemas om-  

    niabarcadores de Empédocles y de otros sabios e incluso en los simposios, en los que la conversación filosófica y su re

    presentación se vuelve por completo poesía.

    Aquellos espíritus únicos por su grandeza como Safo,

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    44 Friedrich Schlegel

    Pindaro, Esquilo, Sófocles o Aristófanes no se han vuelto a 

    dar; sin embargo, hubo aún virtuosos geniales como Fi

    loxeno,*' que caracterizan el estado de disolución y ebullición que constituye el tránsito de la gran poesía de ideales 

    de los helenos a la poesía refinada y culta. Un centro de 

    esta última fue Alejandría. Sin embargo, no sólo allí flore

    ció una pléyade clásica de poetas trágicos; también en el 

    escenario ático brilló una multitud de virtuosos y, aunque  

    los poetas hicieron gran cantidad de intentos, en todos los géneros, por copiar o modificar la forma antigua, fue, sin  

    embargo, en el género dramático donde se mostró más que 

    en todos los demás la fuerza creadora subsistente de aque

    lla época a través de una rica profusión de combinaciones  

    y composiciones nuevas, más ricas en sentido, y a menudo 

    curiosas, en parte serias, en parte parodias. Sin embargo,  

    este género se quedó en lo refinado, ingenioso y artificial, 

    al igual que los otros, entre los que mencionamos solamente 

    el idilio como forma peculiar de esta época: una forma cuya  

    peculiaridad consiste, sin embargo, casi únicamente en la 

    falta de forma. En cierto modo, se sigue el estilo épico en  

    el ritmo, en algunos usos del lenguaje y en el modo de ex

    posición; en la acción y en el diálogo, los mimos dóricos de  escenas particulares extraídas de la vida comunitaria con 

    el color más local; en los cantos antifonales, las canciones 

    naturales7pastoriles; en el espíritu erótico, la elegía y el 

    epigrama de la época, donde este mismo espíritu fluyó en 

    obras épicas, aunque muchas de éstas eran casi solamen

    te forma. En ellas el artista intentaba mostrar que, en el 

    género didascàlico, su exposición podía triunfar incluso 

    sobre la materia más árida y difícil; que, en el género mí

    tico, por el contrario, también se conocía hasta lo más ex

    6. Filoxeno (Siracu sa, 435-380 a.C.). D e este poeta ditiràmbico griego 

    se conservan sólo fragmentos.

    7. En alemán, kunstlos. Traducim os este término por “natu ral” porque entendemos que se refiere al carácter natural de la poesia antigua 

    iNaturpoesie),  en contraposición al carácter “artificial" de la poesía  

    moderna (Kunstpoesie).

    Conversación sobre la |>oesia 45

    traño y se podía remozar lo más elaborado  y antiguo ytransformarlo en algo más tino; o que, en refinadas paro

    dias, jug aba con un objeto meramente aparente. En gene

    ral, la poesía de esta época se dirigía, o bien a la artificio-  

    sidad de la forma, o bien al encanto sensible de la mate

    ria, que prevaleció incluso en la nueva comedia ática; pero 

    lo más voluptuoso se ha perdido.

    Una vez que la imitación se hubo agotado, bastaba con 

    entretejer nuevas coronas con flores viejas, y fueron las antologías las que concluyeron la poesía helénica.

    Los romanos tuvieron sólo un breve rapto de poesía, 

    durante el cual lucharon y se esforzaron con ahínco por 

    apropiarse del arte de sus modelos, que recibieron, en pri

    mer lugar, de las manos de los alejandrinos. De allí que en 

    sus obras predomine lo erótico y lo culto, y en lo que hace al 

    arte, deben seguir siendo valorados. Pues el entendido man

    tiene cada producción en su propio contexto y la juzga sólo 

    según su propio ideal. Si bien Horacio parece interesante  

    en cualquier forma y en vano buscaríamos un hombre del 

    valor de este romano entre los helenos tardíos, este interés  

    general por Horacio es más un juicio romántico que un ju i

    cio estético, que puede enaltecerlo sólo en la sátira. Resulta  hermosa la manifestación de la fuerza romana fundiéndose  

    con el arte helénico y haciéndose una unidad. Del mismo 

    modo, Propercio formó una gran naturaleza a través del 

    arte más cultivado; la corriente de ferviente amor brotó con 

    fuerza de su pecho fiel. El nos puede consolar por la pérdi

    da de los poetas elegiacos helénicos, al igual que Lucrecio  

    por la de Empédocles.

    En Roma, durante algunas generaciones, todos querían  

    hacer poesía, y creían que tenían que favorecer a las musas 

    socorriéndolas una vez más; a esto lo llamaron la edad de 

    oro de su poesía. En cierto modo, fue el florecimiento estéril 

    de la cultura de esta nación. Los modernos los siguieron en 

    vate punto; lo que se dio bajo Augusto y Mecenas fue un 

    augurio de los cinquecentistas   en Italia. Luis XIV intentó imponer la misma primavera del espíritu en Francia, tam

    bién los ingleses coincidieron en tomar el gusto prevaleciente 

    bajo la reina Ana como el mejor, y ninguna nación quería

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    4« Friedrich Schlegel

    quedarse en lo sucesivo sin su edad de oro; cada época sub

    siguiente fue más vacía y peor que la anterior, y lo que los 

    alemanes finalmente se imaginaron como propio de su edad 

    de oro no merece ser presentado con más detalle en esta 

    exposición.

    Vuelvo a los romanos. Ellos tuvieron, como ya se ha  

    mencionado, sólo un rapto de poesía que, en realidad, nun

    ca dejó de serles antinatural. Lo único que fue propio de 

    ellos fue la poesía de la urbanidad y con la sola sátira enriquecieron el ámbito del arte. Ésta tomó una forma nueva  

    con cada maestro en la medida en que el gran estilo antiguo 

    de la sociabilidad romana y del ingenio romano o bien se 

    apropió de la audacia clásica de Arquíloco y de la antigua  

    comedia, o bien formó la más pura elegancia de un heleno 

    correcto a part ir de la despreocupada ligereza de un impro

    visado, o bien volvió con sentido estoico y en el estilo más  

    puro al gran modo antiguo de la nación, o bien se entregó a 

    la inspiración del odio. En virtud de la sátira aparecen con 

    un nuevo brillo aquellas cosas de la urbanidad de la Roma  

    eterna que aún vive en Catulo, Marcial, o en forma aislada  

    y dispersa. La sátira nos brinda un punto de vista romano 

    para los productos del espíritu romano.

    Luego de que la fuerza de la poesía se hubo extinguido 

    con la misma rapidez con la que antes se había expandido, 

    el espíritu de los hombres tomó otra dirección, el arte des

    apareció en la confusión entre el viejo y el nuevo mundo y 

    transcurrió más de un milenio hasta que volviera a apare

    cer un gran poeta en Occidente. Quien entre los romanos 

    tenía talento para la palabra se dedicaba a los asuntos 

    legales, y si era un griego daba clases populares sobre todo 

    tipo de filosofía. Les bastaba con conservar los viejos teso

    ros de todo tipo, reunidos, mezclarlos, abreviarlos y estro

    pearlos; al igual que en otras ramas de la cultura, tam

    bién en la poesía se mostraba rara vez un rastro de origi

    nalidad, y esto sólo en forma aislada y sin huella; ningún 

    artista ni obra clásica alguna en tan largo tiempo. En la  religión, en cambio, la creación y la inspiración fueron tanto 

    más intensas; en la formación de la nueva religión, en los 

    intentos de transformación de la vieja religión y en la filo

    Conversación sobre la poesía 47

    sofía mística tenemos que buscar la fuerza de aquella épo

    ca, que fue grande al respecto, un mundo intermedio de la 

    cultura, un caos fecundo para un nuevo orden de cosas, el 

    verdadero Medioevo.

    Con los germanos fluyó sobre Europa un manantial puro 

    de cantos heroicos nuevos, y cuando la fuerza sa lvaje de la 

    poesía gótica se topó por la influencia de los árabes con 

    la resonancia de los encantadores cuentos maravillosos del 

    Oriente, floreció en la costa sur, alrededor del Mediterráneo, una alegre producción de creadores de dulces cantos y 

    singulares historias, y ya con una forma, ya con otra, se  

    expandió con la sagrada leyenda latina el romance’1mun

    dano que cantaba al amor y a las armas.

    Entre tanto, la jerarquía católica ya se encontraba de

    sarrollada; la jurisprudencia y la teología mostraron cierto 

    retorno a la Antigüedad. Este camino de retorno lo transi

    tó, uniendo religión y poesía, el gran Dante, el santo funda

    dor y padre de la poesía moderna. De los antepasados de la 

    nación aprendió a condensar en dignidad y fuerza clásicas 

    lo más propio y peculiar, lo más sagrado y dulce de la nueva 

    lengua vulgar, y, así, a ennoblecer el arte provenzal de la 

    rima; y como no le fue concedido ascender hasta la fuente,  

    fueron los romanos quienes pudieron suscitarle la idea general de una gran obra de estructura ordenada. Adoptó esta 

    idea magníficamente, la fuerza de su espíritu creador se 

    amalgamó en un único eje, en un formidable poema abrazó 

    con fuertes brazos su nación y su época, la Iglesia y el impe

    rio, la sabiduría y la revelación, la naturaleza y el reino de 

    Dios. Un compendio de lo más noble y de lo más indigno  

    que él haya visto, de lo más grande y de lo más peculiar que 

    haya podido concebir; la más franca presentación de sí mis-

    H Romanze   en el original alemán. El término español “romance” se 

    uplica, en general, a las lenguas de rivada s del latín y a sus respectivas 

    literaturas. Específicamente, se utiliza para la composición poética 

    propia de la Espa ña del siglo XIV que narr a líricamente temas caballe- 

    rnicos. Schlegel se refiere aquí probablemente a este último sentido 

    del término con el interés de indicar el parentesco etimológico entre 

    Hiimanze  y el alemán Ritman.

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    48Friedrich Schlegel

    mo y de sus amigos, el más espléndido enaltecimiento de la 

    amada; todo ello fiel y veraz en lo visible pero lleno de oculta significación y relación con lo invisible.

    Petrarca le dio a la canzone 9 y a l soneto perfección y 

    belleza. Sus cantos son el espíritu de su vida; un hálito los 

    anima y convierte en una obra indivisible; la Roma eterna  

    en la tierra y la madonna   en el cielo como reflejo de la 

    única Laura se hacen sensibles en su corazón y mantie

    nen en bella libertad la unidad espiritual del poema ente

    ro. De algún modo, su sentimiento ha creado el lenguaje del amor y rige después de siglos todavía entre todos los  

    espíritus nobles. De la misma manera, la inteligencia de 

    Boccaccio legó a los poetas de cada nación una fuente in

    agotable de historias curiosas, generalmente verdaderas  

    y muy elaboradas, y elevó el lenguaje narrativo de la con

    versación a base sólida para la prosa de la novela a través  

    de una expresión vigorosa y de una gran construcción de 

    períodos sintácticos. Tan rigurosa es la pureza de Petrar

    ca en el amor como material es la fuerza de Boccaccio, que 

    prefería consolar a todas las mujeres encantadoras antes 

    que endiosar a una sola. En la canzone, a través del alegre 

    ánimo y la chanza mundana, logró renovarse respecto del 

    maestro y asemejarse al gran Dante más felizmente que 

    aquél en la Visión"'  y en el terceto.

    Estos tres son los principales representantes del estilo 

    antiguo en el arte moderno; el conocedor ha de compren

    der su valor, pero justamente lo mejor y más propio de

    ellos permanece árido y hasta extraño al sentimiento del amante.

    Habiendo surgido de tales fuentes, la corriente de la

    9. Cantone  en el original alemán. La recopilación de las odas, sonetos y poemas de Petrarca en Canzionere  (1356-1358) constituye la prim era compilación de este tipo en la historia de la poesía europea. Su uni

    dad interna resulta del desarrollo de la figura de Laura, que puede  

    leerse como la contrafigura de B eatriz.

    10. L'amorosa vistone, obra de Boccaccio escrita entre 1342 y 1343 encincuenta breves cantos en terza rima.

    Conversación sobre la poesía 49

    poesía ya no podía agotarse en la nación predilecta de los 

    italianos. Aquellos creadores no dejaron ninguna escuela 

    sino solamente imitadores, frente a lo cual surgió ensegui

    da una nueva producción. Se aplicó la forma y constitución 

    de la poesía, que ahora volvía a ser arte, a la materia aven

    turera de los libros de caballería, y así surgió el romance de  

    los italianos, destinado desde un comienzo a las lecturas 

    públicas, transformando explícita o implícitamente las his

    torias maravillosas de la Antigüedad en obras grotescas a 

    través de un toque de ingenio"  sociable y gracia espiritual. 

    Incluso en Ariosto este grotesco se da sólo aisladamente y 

    no en el todo, que apenas merece este nombre. Ariosto, como 

    Bojardo,12ornamentó el romance con Nove l ien "  y, según el 

    espíritu de la época, con las hermosas flores de los antiguos

    II. En alemán. Witz: este término tiene la misma raíz que el inglés  

    wit, inteligencia o agudeza; se refiere a la capacidad de producir un  

    efecto placentero al combinar o contrastar inesperadamente ideas o 

    expresiones previamente inconexas. Adoptamos la traducción habitual 

    ile Witz  por “ingenio”. Sin embargo, marcaremos este término con ba s

    tardilla cuando tiene el sentido específicamente romántico que Schle-  

    gel le atribuye. El infierno  y la ironía son los elementos característicos  de la poesía romántica que consisten en la capacidad del poeta de com

    binar elementos aparentemente antagónicos. Aquellas obra s en las que, 

    Hegún Schlegel, hay ingenio, son producciones románticas, aunque esta 

    denominación no responda a un ordenamiento cronológico.

    12 Mateo M aría B ojardo (o Boyardo) (1430-1494), autor del poema 

    épico Orlando enamorado.

    13 Siguiendo la sugerencia de Regula R ohland de Langbehn, hemos 

    optado por mantener la palabra alemana Novelle   para diferenciarla 

    del término “novela" cuando traduce la palabra alemana Román.  Se 

    entiende por Novelle. término derivado de la voz italiana novella   (pe

    queña novedad), la narración d e un determinado acontecimiento. Los 

    modelos de la Novelle  son Decamerón  de Boccaccio, Novelas ejemplo-  

    íes  de Cervantes y Novelle  de Goethe. En esta forma literaria no son 

    importantes los personajes sino lo que les sucede a ellos; no hay largas  

    ex|M>siciones, descripciones o reflex iones, sino que se presentan suce- 

    nos particulares y acontecimientos conflictivos y su resolución. Schle-  gel utiliza este término para referirse a tales na rraciones cortas y au

    tónomas que se integran en una unidad que constituye la novela (Ro 

    mán).

  • 8/17/2019 Schlegel, Friedrich - Conversación sobre la Poesía (Biblos).pdf

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    50 Friedrich Schlegel

    alcanzando un elevado encanto en la estancia." En virtud  

    de esta preferencia y de su agudo entendimiento se encuen

    tra por encima de su predecesor; la profusión de imágenes 

    claras y la feliz combinación de broma y seriedad lo con

    vierten en maestro y arquetipo de la narración ligera y fan

    tasías sensibles. El intento de elevar el romance a la anti

    gua dignidad del epos   a través de un objeto digno y de la 

    lengua clásica -romance que fue concebido, según su senti

    do alegórico, aun más especialmente por los entendidos, como la gran obra de arte de todas las obras de arte para la 

    nación- no dejó de ser un intento que no pudo alcanzar su 

    objetivo, aunque se lo hubiera repetido muchas veces. Por 

    otro camino totalmente nuevo y transitado una sola vez, 

    Guarinilr’ logró, en Pastor Fido,  la obra de arte más grande 

    y única de los italianos después de aquellos grandes, fun

    diendo el espíritu romántico y la cultura clásica en la más  

    hermosa armonía, dándole al soneto nueva fuerza y nuevo 

    encanto.

    La historia del arte de los españoles, que estaba íntima

    mente familiarizada con la poesía de los italianos y de los 

    ingleses, cuyo sentido en aquel entonces era muy suscepti

    ble a lo romántico, que les había llegado de tercera o cuarta 

    mano, se sintetiza en la historia del arte de dos hombres, 

    Cervantes y Shakespeare, que fueron tan grandes que todo 

    el resto comparado con ellos parece un medio preparatorio, 

    explicativo y complementario. La perfección de sus obras y 

    el desarrollo de su inconmensurable espíritu serían por sí 

    solas materia de una historia. Nosotros queremos solamen

    te señalar su hilo conductor, en qué conjuntos determina  

    dos se fracciona la totalidad, o dónde se ven al menos algu

    nos puntos firmes y su dirección.

    Cuando Cervantes tomó la pluma en vez de la espada, 

    que ya no podía manejar, escribió La Galaica, composición

    14. Estarna, forma antigua de estancia.

    15. Giovani Battista Gu arini (1538-1612), cuya obra principal. Pastor 

    Fido, es una comedia trágica pastoril. Suele ser comparado con Tnsso.

    de quien era amigo.

    < versación sobre la ¡>oesín 51

    maravillosamente colosal con la eterna música de la fanta- 

    nía y el amor y la más suave y amorosa de todas las nove

    las, además de muchas obras que dominaban la escena y 

    que eran dignas del antiguo coturno,"* como la divina N u -  

    mancia.  Esta fue la primera gran época de su poesía; su 

    carácter fue de una elevada belleza, seria pero amable.

    La obra capital de su segunda manera es la primera parte 

    de Don Quijote, en la cual predominan el ingenio  fantástico 

    y una exuberante profusión de audaz inventiva. Con el mismo espíritu y probablemente alrededor de la misma época 

    escribió muchas de sus Novellen, especialmente las cómi

    cas. En los últimos años de su vida se entregó al gusto do

    minante por el drama, y por esa razón lo trató con demasia

    do descuido; también en la segunda parte de Don Quijote  

    tomó en consideración los juicios de la época; sin embargo,  

    se podía aún tomar la libertad de darse por satisfecho con 

    elaborar esta parte, unida en todos sus puntos a la prime

    ra, con insondable entendimiento y máxima profundidad,