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CUADERNOS DEL LABERINTO — Anaquel de poesía — Juan Besada LA PIEL ENCENDIDA

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El deseo es el motor de casi todas las historias en

Literatura, el motor de nuestras vidas, pero pocos

poetas se atreven a plasmar esta esencia, a reflejar-

se en primera persona invadidos por el anhelo de la

piel amada.

Juan Besada nos situa en el epicentro del deseo, en

el ansia amorosa que culmina en la avidez de los

amantes; y lo hace en una única composición poé-

tica que con un ritmo clave y usando versos reto-

mados del anterior poema nos transforman en deseo

que se ovilla, espera, mira a su alrededor, decide

continuar su viaje particular en busca de la fuente y

se desdevana para volver a ovillarse poco después

y memorizar cada uno de los movimientos, olores y

sonidos del cuerpo que recorre.

Sienta, lector, el grato cansancio del viajero que

sabe que la próxima vez que emprenda el camino

por el mismo cuerpo, ya conocido, será un nuevo

descubrimiento.

JUAN BESADA

(Santiago de Compostela, 1960)

Licenciado en Filosofía y Ciencias de laEducación por la USC. Tras dedicarse a la do-cencia como profesor de Filosofía enEducación Secundaria, se especializó enCiencia, Tecnología y Sociedad por la UNED.

Entre sus publicaciones destacan: Estudioda influencia do Proxecto Manhattan nodesenvolvemento da ciencia e da tecnoloxíadurante a segunda metade do século XX enREVISTA GALEGA DO ENSINO, y en laRevista TRIVIUM El arroyo Iliso (conside-raciones acerca de las relaciones entre laFilosofía y la Literatura).

En el año 2004 salió a la luz su primer librode poemas, titulado Por no sufrir amnesia(3C3 Editores).

Participó como escritor invitado en la VFeria de escritores del Paraguay, celebradaen abril de 2005 en Asunción.

2013 fue el año del estreno, en BuenosAires, de la obra de teatro Santaégida,verano de 1936, en colaboración con PaulaFernández Mbarak.

Con La piel encendida pretende ahorainfundir en el lector, en la lectora, una gotade aliento en medio de la barbarie.

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GRATIA PLENALuis García Arés

CROSSING THE BARAlfred Tennyson

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www.cuadernosdelaberinto.comCUADERNOS DEL LABERINTO

— Anaquel de poesía —

Juan Besada

LA PIEL ENCENDIDA

JUAN BESADA • LA PIEL ENCENDIDA

I.S.B.N: 978-84-942539-8-0

BIC: DCF Cole

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www.cuadernosdelaberinto.com

Juan Besada

LA PIEL ENCENDIDAPOEMA

Prólogo:Elena Orive

EDITORIAL CUADERNOS DEL LABERINTO—COLECCIÓN ANAQUEL DE POESÍA, nº 41—

MADRID • MMXIV

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www.cuadernosdelaberinto.com

De la obra © JUAN BESADA GESTO

Prólogo © ELENA ORIVE

De la edición © EDITORIAL CUADERNOS DEL LABERINTOwww.cuadernosdelaberinto.comDirección: ALICIA ARÉS

Diseño de la colección © Absurda Fábulawww.absurdafabula.com

Ilustración de portada: Valentina Photos ShutterstockFotografía del autor en solapa: Francisco Zamora López

Todos los derechos reservados.Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier procedimientoy el almacenamiento o transmisión de la totalidad o parte de su contenido pormétodo alguno, salvo permiso expreso del editor.

Primera edición: Octubre 2014I.S.B.N: 978-84-942539-8-0Depósito legal: M-27491-2014

Impreso en España.

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A Carolina, que viajaba en eltren Alvia 04155 la tarde del24 de julio de 2013 cuandoabruptamente se detuvo en lacurva de A Grandeira, justoantes de entrar en la estaciónde Santiago de Compostela, ya todas las víctimas de aquellatragedia injusta.In memoriam.

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A las yemas de los dedos de mis manos aveces les da por pensar en ti, y no me extraña, laverdad, pues yo mismo pienso en ti a menudo; asíque encuentro natural que busquen tu geografíay esa línea en el aire que separa la sombra de laluz, y en la que siempre aparecen tus ojos.

Para Ch.U.L.

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PRÓL O GO

No soy escritora, y la Literatura me merece un respeto yuna admiración tan grandes que temo traicionarla conmis palabras; pero, por alguna extraña razón que se me es-capa, el autor de este poema cree que soy la persona idó-nea para prologarlo. Supongo que el cariño y la amistadque nos une tienen algo que ver.

Juan Besada llegó a mi vida a bordo de un Tren desombras. Él estaba en la cola de un cine, esperando el mo-mento de disfrutar de nuevo de la película de José LuisGuerín. Nuestro encuentro duró sólo unos instantes, lossuficientes para darme cuenta de que estaba ante unpoeta: sólo alguien así podía hablar con tal entusiasmo deuna película que es pura poesía cinematográfica. Yo aúnno la había visto, pero en ese momento ocurrió algo queme sucede en cada una de nuestras conversaciones: daigual de lo que hable (ya sea libro, poema, lugar, comidao película), algo que hasta ese momento no existía en mivida se vuelve imprescindible, casi vital, e, impaciente, voya su encuentro porque sé que valdrá la pena. Y así fue eneste caso (como lo sería siempre, después): cuando,meses más tarde, vi la película me sorprendió comprobarcómo había sido capaz de captar el alma de aquella granpoesía y, sobre todo, cómo le pudo poner las palabrasadecuadas.

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Decir que Juan Besada es un poeta puede pareceralgo obvio, si tenemos en cuenta que este texto precede aun poema. Pero, para él, la poesía no es simplemente unaobra literaria, la poesía es también un modo de estarentre las cosas, una actitud vital, la capacidad de sacar lacabeza fuera de este mundo y respirar el aire de otros que,aunque soñados, no dejan de ser reales. Yo me he encon-trado con el autor en varios de esos mundos, muchasveces escapando del supuesto «mundo real». Y tambiéncon él he ido de viaje, del modo en el que viajan los poe-tas: sin aviones, o trenes u otros medios de locomoción;unas veces a pie y otras sin ni siquiera movernos del sitio,simplemente conversando u otorgándome el privilegio deleerle. Y gracias a él he descubierto lugares inaccesiblespara los demás, incluso lugares que no sabía que existíandentro de mí. Y La piel encendida es un viaje más en sucompañía.

Asistí de cerca al proceso de creación de esta obra,desde el exterior. Me gustaba cómo iba surgiendo la ideade un poema como entidad, dividido en partes que de-bían retomar los últimos versos de la anterior; sentía ladificultad que esa estructura añadía a la creación, y cómoel poeta la superaba con trabajo; percibía el mimo con elque buscaba la palabra más adecuada a cada uno de susversos, consultando incluso el diccionario mientras pre-paraba una costilla al horno para sus amigos (sí, tambiénhace poesía en la cocina); y me contó como se cruzó conla garza y como ésta decidió quedarse.

Pero la magia vino después, cuando me regaló laposibilidad de viajar a través de esa piel encendida. Allí,

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ovillándome y desdevanándome con el deseo, descubríun mundo pausado, lleno de sensaciones, olores, sonidos,imágenes... Y los sentí como míos. Como lectora, me apro-pié de cada una de esas palabras escogidas cuidadosa-mente, que me transportaron a ese claroscuro bajo unárbol, cerca de un río, y que me transformaron en deseoque se ovilla, espera, mira a su alrededor, decide continuarsu viaje particular en busca de la fuente y se desdevanapara volver a ovillarse poco después y memorizar cada unode los movimientos, olores y sonidos del cuerpo que reco-rre. Y, al final, sentí el grato cansancio del viajero que sabeque la próxima vez que emprenda el camino por el mismocuerpo, ya conocido, será un nuevo descubrimiento.

Me fascina la capacidad del poeta de ponerle no sólopalabras al deseo, sino de convertirse en él, saber cómopiensa y qué precisa. El deseo es el motor de casi todaslas historias en Literatura, el motor de nuestras vidaspero nunca nadie, hasta ahora, me había permitido leerlode este modo, en primera persona. Quizás sólo estaba es-perando al interlocutor apropiado para expresarse, y loencontró, y éste supo escucharlo y entenderlo.

Siéntase afortunado, lector, porque usted tambiénva a poder emprender este viaje tantas veces comoquiera (recuerde: cada vez será distinta de la anterior) ypodrá adentrarse en ese paisaje dando rienda suelta a cadauno de sus sentidos, lentamente, sin prisa (así viajan lospoetas). En este poema se condensa su alma…

ELENA ORIVE

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Cuando me levanté, al lado de la máquina,había un montón de páginas nuevas.Gonzalo Torrente Ballester: «Fragmentos de Apocalipsis»

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LA PIEL ENCENDIDA

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INTROITO

Quiero poner una escalera en tu risay apoyarla en el tronco del árbolque hace tiempome dejaste trasplantar allí

próximo a las colinasy no lejos del lago en el que descansanlos dedos de mis manoscuando migran desde el nortecon la intenciónde husmear en su riberay hurgan entre la vegetaciónde las orillasal encuentro de la fuentede la que mana el dulce néctarque se convierte en río

una vez haya logradoinstalar esa escalerasi me dejas

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claroy la escalera quedeapoyada firmementeen el árbol del que te vengo hablandoestaré en disposiciónquizádespués de haber subidode resolver el misteriode si es ese el mismo ríoque nace luego en tus ojos

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I

Ovillo mi deseolo coloco en tu vientrejusto en ese lunar bajo el ombligoy comienza la hora de la desdevana:al principio con aparente perezapues se desovilla muy despacio el deseodeslizándose por la pielrozando apenas los contornos de tanta geografíaentre los árboles de la selva ignotarecorriendo los costadosdibujando la cinturaextendiéndose por el valle que descubrepara iniciarya descansadola ascensión de la primera cumbre rosaday busca el senderoy se detieney se sientay miray quiere comerse todos los olores

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y es entonces cuando juega el hilo a devanarsede nuevoy retrocedeteme no haber reparado lo bastante en algún matizdel aireen una vibración concreta del aireque al tropezar con la pieliba tejiendo una músicaque antes no existíay acerca el oídoy descansa de nuevohay mucho tiempopara ser feliz

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II

Hay mucho tiempopara ser felizy mi deseo lo sabey por eso se introdujodevanándoseen esa vibración del aireque besaba tu piella que trajo la músicay que ahora guarda en su memoriacomo un tesorodeslizándose de nuevocabalgando las ansias de cubrirtodos tus poros abiertos

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III

Todos tus poros abiertosquiere cubrir mi deseoy es por eso que decidedescender desde la cumbrela primera de las doshacia el sendero que vedibujarse de hombro a hombroy se desliza y reparaen un olor que se clavaen medio de la pendientetoma el olor con las manossopla y sigue muy despacioel aroma que persiguela senda que llega al valley allí descansa de nuevoya lleva olores y músicaen el aire suena un ariaabre los ojos y escucha¿la otra cumbre o la clavícula?el ovillo se pregunta

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