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Seminario de Teoría y Metodología Fotografía y construcción de sujetos Dra. Deborah Dorotinsky, IIE-UNAM Ensayo final: La difícil mirada de la otredad. Carlos Romualdo Piedad. Maestría en Artes Visuales.

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Ensayo final del seminario de Teoría y metodología, IIES-UNAM

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Seminario de Teoría y Metodología

Fotografía y construcción de sujetos

Dra. Deborah Dorotinsky, IIE-UNAM

Ensayo final:

La difícil mirada de la otredad.

Carlos Romualdo Piedad.

Maestría en Artes Visuales.

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Disección del rostro. El rostro es un segmento del cuerpo

Cuando la mirada busca al otro generalmente se posa sobre el rostro

El rostro contiene los ojos, cejas, pestañas

la nariz, fosas nasales

la boca, si esta está cerrada no deja ver los dientes

no deja ver la lengua

El rostro visto frontalmente deja entrever los oídos,

deja entrever el cabello y cuello

Podemos entender el estado de ánimo de una persona

por medio de la observación de rostro,

Ningún rostro es igual

pero se han agrupado rostros semejantes,

esto generalmente atiende a una categorización-racial

Podemos especular la edad de una persona observando

el estado de la piel que cubre el rostro

A partir de la alteración del rostro se han configurado las máscaras

el maquillaje también es una máscara sutil

una máscara reconstruye-altera-cubre-censura el rostro

No se ve el rostro de una persona si la persona está de espaldas

Si una rostro está de perfil solo se ve un hemisferio rostro

algún lado del rostro

el diestro o…

el siniestro.

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La difícil mirada de la otredad.

“…la fotografía nos lleva naturalmente a la cuestión del significado de las apariencias en sí mismas.”

John Berger, Otra manera de contar.

l presente ensayo es un acercamiento hacia el retrato fotográfico como una

imagen que puede funcionar como elemento de posicionamiento, pero

también como un dispositivo ambiguo que puede detonar diferentes apreciaciones

e interpretaciones, que en el mayoría de los casos están determinadas por las

proyecciones personales de los espectadores, pero también por la manera y

medios por los cuales el retrato fotográfico llega a nosotros. Esto abordado desde

la perspectiva de fotógrafo y productor de imágenes inserto en los estudios del

arte.

En primer lugar me gustaría poner sobre la mesa que la perspectiva de

aproximación hacia el Retrato fotográfico es, desde la concepción de éste como

un elemento que permea en gran medida nuestra concepción y nuestra relación

como personas, frente al mundo y frente a los demás; entendiendo que el retrato

ha funcionado a manera de mapa visual, como una huella o rastro de nosotros en

el mundo, un elemento que es susceptible de rastreado, re-observado las veces

que así se desee, como sucede al regresar a un álbum fotográfico o un archivo,

pero también el retrato como medio utilizado para diversos propósitos. Es

innegable el hecho de que el acto de realización de un retrato fotográfico es, un

acto de posicionamiento tanto espacial como cultural, social y/o político, entre el

que realiza el retrato (observador), el retratado (observado), y aquellos a los que

están dirigido el retrato, y de todos los anteriores con relación al mundo.

E

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La práctica del retrato fotográfico ha cambiado y variado notablemente desde los

primeros tiempos de la fotografía, por lo mismo al abordar conceptualmente o al

configurar este tipo de imágenes, también, tiene que ser bajo otros medios o bajo

otros parámetros. Hoy en día nos resulta difícil aceptar con plena confianza una

fotografía de identificación, y al acudir a un recinto o institución artística, no

podemos esperar sólo imágenes bidimensionales de caras recortadas y

enmarcadas, existe ahora la posibilidad de ver otras manifestaciones que en

última instancia estarán abordando en esencia al ser humano, no solo como un

recipiente del alma sino como un elemento alterado, reconfigurado, expuesto al

medio ambiente y configurado por el mismo.

Podemos entender el retrato fotográfico como una imagen que contiene

información sobre un ser (o conjunto de personas) en específico, y como tal, este

tipo de imágenes obedecen a un fin o un uso (establecido generalmente por el

autor). De tal modo que el retrato consiste básicamente en una representación de

las apariencias del retratado, en este sentido la función del retrato “ha oscilado

entre la de simple documento icónico y la del ídolo mágico”,1 podemos ejemplificar

el primero con el retrato fotográfico contenido en una identificación oficial y la

segunda con un retrato de algún político colocado en alguna oficina

gubernamental, el retrato en ocasiones “ha servido para informar al público de las

facciones de las personas representadas, mientras en otras ha sido creado para

reemplazarlas”.2

También podemos entender que el retrato fotográfico es en sí un elemento de

eliminación del cuerpo físico, transcribiéndolo en un elemento bidimensional, en un

soporte determinado inanimado (papel fotográfico), más de esto podemos sacar

cuenta, de que el hecho de establecer una representación de individuos, no sólo

1  Pedro  Azara,  El  ojo  y  la  sombra,  p.  19  2  Idem    2  Idem    

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se puede realizar a partir del medio tradicional de la fotografía sino haciendo

maleable el mero acto de re-presentar, llegando incluso a la representación de

individuos que en realidad son un simulacro, como en el trabajo de Nancy Burton o

Michael Najjar.

El retrato fotográfico, al ser una extensión de las imágenes, ha funcionado como

mapa3 , como un elemento que coloca lo fotografiado en un lugar y tiempo

específicos, en este punto es importante entender que en el momento en que la

cámara realiza la obturación, se genera inmediatamente un corte o una “impresión

de la realidad”,4 de lo que está colocado frente a la cámara en ese preciso

momento y de cómo se mira ese algo que está frente a la cámara; la noción de

huella que Dubois afirma se relaciona con el principio de “conexión física entre la

imagen foto y el referente que ella denota”.5

3  Vilém  Flusser  que  afirma  que  “...las  imágenes  son  superficies  con  significado”,  además  de  afirmar  que  normalmente  señalan  a  algo  de  afuera,  este  afuera  se  entiende  a  nuestra  realidad,  entendida  como  la  manifestación  del  espacio  y  el  tiempo  a  través  de  los  cuales  nos  desenvolvemos.  Vilém  Flusser,  Por  una  filosofía  de  la  fotografía,  p.  12.  4  Philipe  Dubois,  El  acto  fotográfico.  De  la  representación  a  la  recepción.  p.  21.  5  Ibid  p.  50  

Michael Najjar, Dana, serie Nexus Project part 1, 1999-2000, Técnica Mixta, 100 x 140 cm

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Este tipo de imágenes, tienen el poder de atraer nuestra mirada, vendiéndonos

discursos y ofertas, pero también tienen la facultad de colocarnos en nuestros

lugares, 6 estas imágenes son maneras de entender lo humano como seres

proclives a funcionar programáticamente, en una sociedad de figurantes, 7

dispuestos a atender discursos que guían nuestras expectativas, intenciones y

aspiraciones a esos múltiples modos de entenderse como ser humano. En este

proceso el retrato ha funcionado como un vehículo confiable para atraernos y

configurar la idea que tenemos como personas en los contextos urbanos (recalco

urbano, dado que en la zonas provinciales considero que estas imágenes tiene

otros tintes y funciona con otros impactos).

Por otro lado podemos pensar en la implicación contextual relacionados en gran

medida al concepto de especificidad. Para el caso del retrato, este tiene que

insertarse en un lugar contenedor o contexto específico para que cumpla con su

función, la cual que se le encomiende al dependerá en gran medida del lugar que

ha de ocupar retrato fotográfico en el mundo; si lo que se busca es la identificación

de las personas podemos pensar que el retrato ira a acabar a una identificación

oficial o en la sección que se denomina fotografía de perfil de las denominadas

redes sociales, aunque también, si la intención es construir identidades, para eso

están los denominados archivos, ya sea de carácter antropológico o social; si lo

que se busca es construir recuerdos y memoria, el álbum familiar o altar familiar

parece ser lugares adecuados, que decir de los medios publicitarios que en su

afán de seducción y generación de necesidades proponen la construcción de

retratos fotográficos vendiéndonos la idea que en algún momento podremos

aspirar a vernos reflejados en esas imágenes, en fin, dependiendo de la intención,

del retratista o de la encomienda que este tenga, será el proceso que ha de seguir

el retrato en la construcción especifica de una imagen contenedora de un discurso. 6  Podemos  entender  el  Lugar  como  “el  orden  (cualquiera  que  sea)  según  el  cual  los  elementos  se  distribuyen  en  relaciones  de  coexistencia”  eliminando  la  posibilidad  de  que  dos  elementos  se  encuentren  en  el  mismo  sitio,  generándose  a  la  vez  la  noción  de  lo  “propio”.  Michel  de  Certau,  La  invención  de  lo  cotidiano,  México:  Universidad  Iberoamericana,  2000.  p.  129.  7  Nicolas  Bourriaud,  Estética  relacional,  Buenos  Aires:  Adriana  Hidalgo  editora,  2006,  p.  7.  

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Aunado a esto podemos entender que el acto de realizar un retrato fotográfico es

un acto de posicionamiento, tanto espacial como cultural, social y/o político, entre

el retratista (observador) y el retratado (observado) y los espectadores de la obra-

fotografía, y de todos estos con relación al mundo. En este sentido si revisásemos

con más detenimiento las imágenes de retrato producidas y las que llegan a

nuestra mirada, podemos darnos cuenta de que en el acto fotográfico hay siempre

alguien que sale beneficiado y otro que no tanto.

La aparición de la fotografía significó la posibilidad de aprender la realidad,

apodarse de ella, por ello el poder devorador de la cámara y la noción de

autoridad del fotógrafo, de ahí que el acto fotográfico no se establece como una

relación igualitaria entre el observado y el que observa, “el rico occidental

fotografía a un pobre indio pero ¿qué obtiene este último a cambio de ceder su

imagen? La desconfianza que siente el sujeto se basa de hecho en la vaga

intuición de que le acto fotográfico representa un desequilibrio de poder y,

probablemente un desequilibrio que no le favorece”. 8 En qué radica la

configuración de nuestra manera de ver, en el sentido con el que nos asumimos

como seres humanos, en el cómo nos vemos y en el cómo vemos a los demás,

“mirar al otro es una de las maneras de mirarse a uno mismo. Observar

detenidamente cómo los demás se desenvuelven en el mundo significa, también,

situarnos a nosotros mismos en un determinado contexto, aprender a tener

conciencia de quienes somos y explorar nuestra propia cultura”.9

8  William  A.  Ewing,  El  rostro  humano.  El  Nuevo  retrato  fotográfico,  p.  16.  9  Marta  Gili,  La  razón  habla,  el  sentido  muerde,  2004.  Texto  que  aparece  en  Juan  Naranjo  Fotografía,  Antropología  y  Colonialismo  (1845-­‐2006),  p.  303.  

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Durante el siglo dieciséis, desde el terreno del retrato pictórico se realizó un tipo

de imágenes llamada Pintura de Castas la cual era una ilustración de las posibles

mezclas raciales y estructuras sociales entre los que los españoles ocupaban la

cúspide, seguidos por los pobladores nativos de América, colocando a los negros

y mulatos en el último estrato de la escala. Esta práctica más que ilustrar la

heterogénea posibilidad humana, o la riqueza de la diversidad cultural, este tipo de

pintura parece ser una jerarquización de las diferencias raciales y de la

estratificación de los derechos y calidades humanas que se estructuró a partir de

la pureza racial o genética, de entrada el término racial parece en sí una manera

ya discriminatoria. Luego entonces aquí se toma el concepto de otredad como esa

conceptualización de lo que difiere entre si, porque aunque el concepto suena

amplio aquí lo quiero manifestad como la manera de conceptualizar a cualquier

otra persona a partir de las diferencias entre si, esta diferenciación se da en

muchos casos como clasificación o el acercamiento a lo diferente, a partir de cómo

es que se mire esa diferencia, por o tanto aquí la mirada no escapa de ser una

mirada hacia lo otro como exótico,10 en este abordaje se asigna un estatus de

extraño y diferente (en muchos casos peligroso), pero con la finalidad de justificar

el mismo acto de mirar esa otredad.

10  El  término  exótico  aparece  en  el  siglo  XIX  y  definía  “un  gusto  por  el  arte  y  costumbres  de  pueblo  remotos”  Gabriel  Weisz,  Tinta  del  Exotisismo,  Literatura  de  la  otredad,  p.  21.  

Autor anónimo, Pintura de castas, Oleo sobre tabla. Siglo XVI.

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Establecer una centralidad cultural a partir de la utilización del retrato, y de la

mirada, como en el caso de las pinturas de castas, es establecer una

jerarquización de quienes están en la cima y quienes se quedan abajo, de tal

modo que entran conceptos como centro y periferia, por que lo que se hace

evidente es quienes están en el centro, un centro desde donde se propone y a la

vez todo se acepta, y quiénes están en las afueras, en la periferia, con la

esperanza de ser aceptados por la hegemonía, dejar de ser lo que se es y

participar en la alienación, entrar en el sistema con la pretensión de un mayor

estatus social.

El tema sobre la inclusión, la exclusión, así como la asimilación en cualquier

cultura no es un tema fácil, se convierte en conflicto entre los heterogéneos puntos

de vista, en primera porque resulta difícil aceptar que somos sujetos discriminados

y sujetos discriminadores a la vez, la cuestión crítica en este sentido es, quién se

queda adentro y quién afuera de la aceptación y quién goza de los beneficios que

en esta división se producen. Se trata pues de una especie de una estructura

circular dentro del cual se encuentra lógicamente el centro y la orilla funciona

como la afirmación del mismo centro, es decir se trata de una periferia que al final

funciona como la afirmación de ese mismo centro con cierto poder hegemónico;

cuando desconocemos que la invención de las potato chip (papas fritas) en el

contexto de su creación enriquecía la hora del coctel, y en nosotros nos formó un

hábito11 que versaba sobre una aspiración de estatus, sin duda se hace evidente

una especie de transculturación, una asimilación de las normas y hábitos, modos

de hacer y de entender el mundo, de sentir las inmensas ganas de pertenecer al

mundo, el real, el que sale en la televisión satelital y se anuncia en los

espectaculares, pensando así en nuestra minoría: “el colonialismo cultural requiere

del decaimiento del espíritu nacional, de la revisión de la historia y de la

11  Luis  Camnitzer,  Contemporary  Colonial  Art,    1969,  p.  225.  

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destrucción de una identidad distinta. Busca transformar a mujeres y hombres en

simples objetos, y los objetos no tienen voz ni voto; están a la venta”.12

Es importante entender que esta estructura de centro y periferia, no sólo se da en

una división geográfica especifica, como lo podría ser occidente como centro y

oriente como periferia cultural, sino que en una escala diferente se vislumbra que

aún en el mismo centro se da un fenómeno de generación periférica dentro de los

mismos centros hegemónicos, en este sentido podemos citar el movimiento de la

minoría chicana dentro de los Estados Unidos, una periferia inmersa en un centro

geográfico. Pero por otro lado podemos encontrar una estructuras hegemónicas

dentro de las periferias, por lo anterior es interesante ver como este binomio

centro-periferia se da en diferentes escalas y se hace evidente en diferentes

estratos sociales, siempre hay alguien que está en el centro con un poder

hegemónico y una periferia que funciona como afirmación de ese mismo poder

hegemónico.

En este proceso, el retrato como elemento identificador o como medio eficaz para

objetualizar a los individuos, desde el inicio se ha utilizado como una herramienta

de posicionamiento, el observador, mide saca partido a partir de la construcción de

la imagen, porque trata de identificar, por lo tanto el observado queda sumiso ante

esta situación (dócil y controlado) y deja que parte de su ser, se utilice para los

fines que el retratante tenga y le convenga.

Pero aquí es donde se establece una relación ambigua en cuanto a las imágenes

fotográficas, John Berger escribe en este sentido que la fotografía “es un lugar de

encuentro donde los intereses del fotógrafo, lo fotografiado, el espectador y los

que usan la fotografía son a menudo contradictorios”13 y es a partir de estas

contradicciones que se genera una ambigüedad en la imagen fotográfica,

podemos entender lo anterior que la divergencia de las apreciaciones hacia la

12  Gerry  Adams.  La  cultura  es  lo  que  la  cultura  hace.  Ensayo  que  aparece  en    Trisha  Ziff,  Cercanías  Distantes:  Un  Diálogo  Entre  Chicanos,  Irlandeses  y  Mexicanos:  Catálogo  de  Exposición.  México:  Museo  de  arte  contemporáneo    Carrillo  Gil.  1997,  p.  47.  

13 John  Berger,  Otra  manera  de  contar,  p.  7.

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imágenes fotográficas están determinadas en la configuración de la mirada,

entendiendo esta como una manera de abordar el mundo y entender al otro a

partir de concepciones culturales propias, ya previamente determinadas.

Carlos Romualdo. Autoretrato, de la serie Sosteniendo la Historia. Impresión digital sobre papel de algodón. 60 x 40 cms. 2011.

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La difícil mirada de la otredad.

“…ante cualquier fotografía el espectador proyecta algo de sí mismo.

La imagen es como un trampolín.”

John Berger. Otra Manera de contar.

Este ensayo fotográfico es un ejercicio visual sobre las dificultades que se

establecen al momento de abordar un retrato fotográfico sin el conocimiento del

contexto indispensable en la toma fotográfica.

Las tomas fotográficas se realizaron con la participación de los alumnos del

seminario de Fotografía y construcción de sujetos, Instituto de Investigaciones

Estéticas-UNAM, y con alumnos del seminario de Investigación en Fotografía,

Academia de San Carlos-UNAM. La idea fue realizar retratos de los compañeros

de cada seminario, para después intercambiarlos con los del otro seminario. De

alguna manera fue retomar la idea de análisis y manifestación de la impresiones

inmediatas que se suscitó al momento de abordar un retrato del cual no se tenia

mayor información sobre la persona retratada, análisis de un otro, pero a la ves se

participes de una observación de ese mismo otro. Fue interesante ver que las

personas retratadas de los dos seminarios, quienes tienen cierta práctica en

cuanto al análisis de imágenes, al momento de recibir las impresiones por escrito

de parte de la persona a la que le tocó trabajar con su retrato, se evidenciaba

cierta extrañeza y sorpresa, pero en algunos casos cierta inconformidad.

La composición de los retratos tiene cierta influencia de las fotografías de

identificación, con fondos planos y claros para destacar al retratado con luz narural

incidente y lateral. Fueron tomadas con una cámara réflex Canon tx1, con un

objetivo 28-70 mm, con ayuda del flash integrado. Posteriormente las tomas

fueron reveladas con el programa Lightroom, bajando la saturación de la

exposición que fue en color y aplicando filtros para resaltar detalles.

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Posteriormente se realizo la Impresión de las imágenes en un formato 5x7, y se

intercambiaron con la persona retratada del otro seminario, se les pidió a cada uno

que escribieran las ideas que les detonara el momento de acercarse al retrato con

el que les tocó trabajar.

Hojas de impresiones.

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Por ultimo se regresó el rtrato con las hojas de impresiones, para que supieran lo

que la otra persona construia a partir de esta imagen.

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Conclusión.

Es indudable que el retrato se sigue colocando como un objeto que establece una

relación mágica entre el modelo y su imagen, una especie de negociación forzada,

pero también entre estos dos con el espectador, hoy en día seguimos teniendo

una profunda relación anímica con este tipo de imágenes, incluso por efectos de

control social, por eso la presencia del ser abordado se sigue manifestando en sus

representaciones, en última instancia este tipo de imágenes obedecen a un fin o

un uso, es decir, tiene en el modo de construirse y de presentarse como imagen

unos fines determinado, ya sea para la identificación, la conmemoración, como un

puente para detonar el recuerdo o para localizarnos en el mundo. Con este tipo de

imágenes ha sido posible posicionar tanto al retratado como al retratante, al

observado y al observador, asignando lugares específicos dentro las escalas

humanas y sociales.

Por otro lado estas imágenes resultan ambiguas por si solas, para entenderlas hay

que recurrir a su contexto, tanto de creación como de circulación, enfrentarnos a

estas imágenes sin referentes permite alterar o asignar diferentes interpretaciones

o errar en la decodificación de los mismos retratos, parece ser que el retrato y el

rostro, parafraseando a Krueger, resultan campos de batalla, contradicciones y

complicidades, pero además un campo amplio de estudio y análisis. Por lo pronto

entiendo que el acto de retratar y ser retratado, depende en gran medida de cómo

nos asumimos ante los demás, ante el espejo y ante el retrato fotográfico.

“¡Un retrato! ¿qué puede ser más simple y más complejo, más obvio y más profundo?”.

Charles Baudelaire, 1859.

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BOURRIAUD, Nicolas, Estética relacional, Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2006

DE CERTAU Michel, La invención de lo cotidiano, México: Universidad Iberoamericana, 2000.

DUBOIS, Philipe, El acto fotográfico. De la representación a la recepción. Barcelona: Paidós, 1994.

EWING, William, El rostro humano, el nuevo retrato fotográfico, España: Blume, 2008.

FLUSSER, Vilém, Por una filosofía de la fotografía, Madrid: Editorial Síntesis,2001.

Cercanías Distantes: Un Diálogo Entre Chicanos, Irlandeses y Mexicanos: Catálogo de Exposición. México: Museo de arte contemporáneo Carrillo Gil. 1997