Serbia: la puerta irregular que conduce al sueño europeo (a)

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2015 8 23 igandea GARA 4 EG2 EGUNEKO GAIAK CRISIS DE REFUGIADOS EN EUROPA Anahita Osman, junto a sus primas y su tía, en el parque colindante a la estación de tren de Belgrado M, FERNÁNDEZ IBÁÑEZ versas fronteras. «En Macedonia he pasado mucho frío, no teníamos agua y apenas co- mida. La policía nos cogió y tuvimos que ir por otro camino y subir montañas. Yo pue- do soportarlo, pero para mi madre es más complicado», rememora. Esta maestra de in- glés oriunda de Alepo estuvo durante un año en el Estado turco. Allí trabajó como tra- ductora y profesora, pero su sueldo apenas llegaba a las 400 liras (unos 140 euros). De sus cinco hermanos, tres ya residen en Euro- pa, otro está ahora con ella y el último no ha podido seguir sus pasos por carecer de los recursos económicos para llegar a Grecia. A punto de ahogarse En su travesía por las aguas del mar Egeo, su madre pudo fenecer cuando su lancha fue hundida por el conductor, normalmente un inmigrante relacionado con la mafia que ob- tiene la plaza gratis. «En 9 metros de plástico había 50 perso- nas. Todos pagamos 1.100 dólares por un viaje rápido desde el Estado turco, pero fue- ron cinco horas hasta la isla de Samos. La pa- conflictos eternos como el de Afganistán y Somalia. Muchos de ellos también descono- cen que con casi total probabilidad pasarán seis meses en los campos de refugiados de algunos de los países a los que miran como el nicho de las oportunidades. Es la jaula de oro en la que el pájaro lleva su nombre escri- to. En el caso de Anahita, no será Grecia. Ella quiere ir a Alemania para recoger a su pro- metido y volar a Canadá, en donde ha conse- guido vender varias obras de arte que han posibilitado su incursión en la caravana de los parias. «Él no sabe que estoy viniendo. Nunca me dejaría hacer esta ruta porque es peligrosa, pero no hay otra opción. Quiero llegar a Alemania para hacer sus papeles e irnos a Canadá; los míos ya están listos y además tengo hasta un trabajo» destaca en uno de los dos parques colindantes a la esta- ción de tren de Belgrado, un improvisado centro de paso para miles de inmigrantes. La ruta de Anahita comenzó hace una se- mana. En este periodo ha navegado durante cinco horas en una lancha abarrotada de si- rios; también ha cruzado dos porosas y ad- S i no abandonáis Grecia en seis meses os encerraremos en un campo de refugia- dos». Anahita Osman tardó tan solo dos días en cum- plir la exigencia de las au- toridades griegas: que se fuese del país heleno cami- no de Macedonia de la misma manera irre- gular en la que entró. Junto a sus antiguos compañeros de regata, que hoy son de tren y mañana serán de carretera, ha recorrido más de 1.000 kilómetros durante varios días hasta llegar a Serbia, una de las abarrotadas puertas que conducen al sueño europeo. En el camino corrió al ritmo que su madre podía soportar, sufrió las adversidades oro- gráficas y fue interceptada por las Fuerzas de Seguridad: «A veces pegan a la gente y eso nos atemoriza aún más». Si las cosas van como ella espera, ahora transitará por Hun- gría: el final de la peligrosa ruta balcánica y el que Anahita considera como comienzo de una nueva vida. Un sueño compartido por decenas de miles de seres humanos que han abandonado sus países por los conflictos bé- licos y que ha creado una crisis humanitaria en la entrada de Europa. A sus 30 años, Anahita ha conocido dos complejas existencias: la primera como kur- da en Siria y la segunda como refugiada en el Estado turco. Ahora recorre senderos in- hóspitos para probar suerte por tercera vez. La contundencia con la que asegura que no utilizará más los servicios de las mafias con- trasta con sus dudas de lo que hay más allá de Serbia: «No les daré ni un centavo más, solo nos dicen dónde está un camino que ya conocemos... pero, ¿cuál es el más seguro en la UE para llegar a Alemania? ¿Es mejor usar tren, autobús o un coche alquilado?». Esta incertidumbre es la tónica para quie- nes huyen de la guerra en Siria e Irak o de SERBIA: LA PUERTA IRREGULAR QUE CONDUCE AL SUEÑO EUROPEO Hutsa hutsa hutsa hutsa Expulsadas de una Grecia con amenazas de internamiento en campos, miles de personas atraviesan estos días a pie o en tren los Balcanes. Su objetivo: cruzar a Hungría y saltar luego al centro-norte de Europa. Ser- bia es en una de esas puertas al sueño. O a la pesadilla. ••• Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ Belgrado REPORTAJE

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Reportaje publicado en el diario GARA sobre la crisis migratoria en Europa, provocada por los conflictos sin resolver y la guerra en Siria e Irak.

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2015 8 23 igandea GARA 4

EG2EGUNEKO GAIAK

CRISIS DE REFUGIADOS EN EUROPA

Anahita Osman, juntoa sus primas y su tía,en el parque colindantea la estacion de tren deBelgrado M, FERNÁNDEZ IBÁÑEZ

versas fronteras. «En Macedonia he pasadomucho frío, no teníamos agua y apenas co-mida. La policía nos cogió y tuvimos que irpor otro camino y subir montañas. Yo pue-do soportarlo, pero para mi madre es máscomplicado», rememora. Esta maestra de in-glés oriunda de Alepo estuvo durante unaño en el Estado turco. Allí trabajó como tra-ductora y profesora, pero su sueldo apenasllegaba a las 400 liras (unos 140 euros). Desus cinco hermanos, tres ya residen en Euro-pa, otro está ahora con ella y el último no hapodido seguir sus pasos por carecer de losrecursos económicos para llegar a Grecia.

A punto de ahogarse

En su travesía por las aguas del mar Egeo, sumadre pudo fenecer cuando su lancha fuehundida por el conductor, normalmente uninmigrante relacionado con la mafia que ob-tiene la plaza gratis. «En 9 metros de plástico había 50 perso-

nas. Todos pagamos 1.100 dólares por unviaje rápido desde el Estado turco, pero fue-ron cinco horas hasta la isla de Samos. La pa-

conflictos eternos como el de Afganistán ySomalia. Muchos de ellos también descono-cen que con casi total probabilidad pasaránseis meses en los campos de refugiados dealgunos de los países a los que miran comoel nicho de las oportunidades. Es la jaula deoro en la que el pájaro lleva su nombre escri-to. En el caso de Anahita, no será Grecia. Ellaquiere ir a Alemania para recoger a su pro-metido y volar a Canadá, en donde ha conse-guido vender varias obras de arte que hanposibilitado su incursión en la caravana delos parias. «Él no sabe que estoy viniendo.Nunca me dejaría hacer esta ruta porque espeligrosa, pero no hay otra opción. Quierollegar a Alemania para hacer sus papeles eirnos a Canadá; los míos ya están listos yademás tengo hasta un trabajo» destaca enuno de los dos parques colindantes a la esta-ción de tren de Belgrado, un improvisadocentro de paso para miles de inmigrantes.La ruta de Anahita comenzó hace una se-

mana. En este periodo ha navegado durantecinco horas en una lancha abarrotada de si-rios; también ha cruzado dos porosas y ad-

Si no abandonáis Grecia enseis meses os encerraremosen un campo de refugia-dos». Anahita Osman tardótan solo dos días en cum-plir la exigencia de las au-toridades griegas: que sefuese del país heleno cami-

no de Macedonia de la misma manera irre-gular en la que entró. Junto a sus antiguoscompañeros de regata, que hoy son de treny mañana serán de carretera, ha recorridomás de 1.000 kilómetros durante varios díashasta llegar a Serbia, una de las abarrotadaspuertas que conducen al sueño europeo. En el camino corrió al ritmo que su madre

podía soportar, sufrió las adversidades oro-gráficas y fue interceptada por las Fuerzasde Seguridad: «A veces pegan a la gente yeso nos atemoriza aún más». Si las cosas vancomo ella espera, ahora transitará por Hun-gría: el final de la peligrosa ruta balcánica yel que Anahita considera como comienzo deuna nueva vida. Un sueño compartido pordecenas de miles de seres humanos que hanabandonado sus países por los conflictos bé-licos y que ha creado una crisis humanitariaen la entrada de Europa.A sus 30 años, Anahita ha conocido dos

complejas existencias: la primera como kur-da en Siria y la segunda como refugiada enel Estado turco. Ahora recorre senderos in-hóspitos para probar suerte por tercera vez.La contundencia con la que asegura que noutilizará más los servicios de las mafias con-trasta con sus dudas de lo que hay más alláde Serbia: «No les daré ni un centavo más,solo nos dicen dónde está un camino que yaconocemos... pero, ¿cuál es el más seguro enla UE para llegar a Alemania? ¿Es mejor usartren, autobús o un coche alquilado?».Esta incertidumbre es la tónica para quie-

nes huyen de la guerra en Siria e Irak o de

SERBIA: LA PUERTA IRREGULARQUE CONDUCE AL SUEÑO EUROPEO

Hutsa

hutsa

hutsa

hutsaExpulsadas de una Grecia conamenazas de internamientoen campos, miles de personasatraviesan estos días a pie o entren los Balcanes. Su objetivo:cruzar a Hungría y saltar luegoal centro-norte de Europa. Ser-bia es en una de esas puertasal sueño. O a la pesadilla.

•••Miguel

FERNÁNDEZIBÁÑEZBelgrado

REPORTAJE