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¿SIGUESSINSABERQUIÉNSOY?

AstridMaría

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1.ªedición:marzo,2016

©2016byAstridMaría©EdicionesB,S.A.,2016ConselldeCent,425-427-08009Barcelona(España)www.edicionesb.com

ISBNDIGITAL:978-84-9069-399-5

Maquetaciónebook:Caurina.com

Todoslosderechosreservados.Bajolassancionesestablecidasenelordenamientojurídico,quedarigurosamenteprohibida,sinautorizaciónescritadelostitularesdelcopyright,lareproduccióntotaloparcialdeestaobraporcualquiermediooprocedimiento,comprendidoslareprografíayeltratamientoinformático,asícomoladistribucióndeejemplaresmediantealquileropréstamopúblicos.

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ACarlos,mimaridoyprimerlector.Porsuamor,cariñoyapoyoincondicional.

¡¡Gracias!!

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Contenido

PortadillaCréditosDedicatoria

INCERTIDUMBRELAFINALLAFIESTADELOSAZTECASLABARBACOALAMALANOTICIAVISITAINESPERADACUMPLEAÑOSDEMAXREVISIÓNDEE-MAILSLACARRERAELBESODEMAXNEGOCIOSTURBIOSELDESPERTARCONFIDENCIASENTREAMIGASELALTAREVELACIÓNPATERNAMISSIONTRAILSPILLADAMISTERIOSA

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LAPELEADESASOSIEGOHORTENSIASCONFESIÓNDEMIKE

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INCERTIDUMBRE

Intentédestensarlosmúsculosdemicara,ylosdemismanos,ylosdelvientre también. Cada cinco segundos miraba involuntariamente lasmanecillasdel reloj,ansiosaporque llegaraelmomentodemarcharme.Estaba en Galilea, la cafetería de mi tío David, donde trabajo los díasalternos desde que empecé a estudiar en la universidad estatal de SanDiego. Fue idea mía aceptar este trabajo, pero me encantaría hacerresponsableaquienfueraporencontrarmeahoraaquí.Sí,seríaridículo,poresonoloharé,perosipudieramequedaríamuchísimomástranquila.Salvo que ocurriera un milagro, sabía que no me daría tiempo. Era

penoso,llevabatodoelmessoñandoconesemomentoyporunerroralahora de confeccionar la tabla de los turnos de trabajo,me había tocadoacudir precisamente esa tarde.Me iba a perder la final. El gran partido.Podíanpasardécadashastaqueelazarquisieraqueunacontecimientoasíse volviera a repetir.Desaprovecharlo paramí era una hecatombe, perointentéasimilarloyhacermealaideadequelotendríaqueverporlatele.Meconsolabasaberquealmenossípodríaacudiralafiestaposterior.

Aunasíestabaagobiada.Leshabíadichoaloschicosqueintentaríallegarydebíacumplirmipromesa.Noséenquéestaríapensandoparadecirlesalgoasí,perohabíarezadoatodoslossantosdemicalendarioyguardabala esperanza de que ocurriera algún fenómeno sobrenatural que mepermitieraasistiralpartido.—Cristina,sientoquetehayatocadovenirhoy,podíashabercambiado

el turno con Mariah —dijo mi tío mientras observaba apurado miexcitación—,dehaberlosabidoselohubierapedidoyomismo.—Noimporta,sabíaquehoynoleveníabien,poresonoledijenada—

comenténerviosamientrasmepellizcabaellabio.AMariahsiempreleveníamal,sobretodocuandoeraimportantepara

mí,yenestaocasiónloeraymucho.Poresonisiquieraseloinsinué.Mehabía acostumbrado a tomarme con resignación el perderme algunosacontecimientos importantes como ese. Ella jamásme ha pedido que lecambie un solo turno.A veces pienso que no tiene vida privada.Es unamujerextraña,solitaria.Suúnicocometidoenlavidaesacudiraltrabajo.

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Ydespués…creoqueparaellanoexistenadadespués.—Márchate si quieres antes de que te pierdas el primer cuarto, tienes

pordelanteunbuentrayectoydeberíasirteya—medijoeltíoDavidensuinquebrantableafánporhacermesentirbien.—¡¿Deverdad?!—preguntéagitada.—Sí, no parece que hoy esté entrando mucha gente, y tu tía y yo

podemoshacernoscargo—measeguróconunasonrisadecomplicidad.—Graciastío,¡muchasgracias!—ledijedándoleunbesoycolocando

labandejajuntoalaplacade«reservadocamareros»situadaalfinaldelabarra.Meapresuréysalídisparadahacialapuerta.—Sitequitaseldelantalmuchomejor—apuntómitíaconunasonora

carcajada.¡Oh!La imagen entrando en el estadio ataviadade esemodomehizo

ruborizarme.Desaté la lazadaquelosujetabaamiespalda,saquélaotracinta por la cabeza y lo enganché en el colgador. Antes de marcharmeechéunaúltimaojeadaalespejoquehabíaenunodeloslaterales.Estabaaceptable. Llevaba puestosmis botines cowboys favoritos, los vaquerosmásajustadosqueteníaenelarmarioylacamisetadebéisbolblancaconlasmangasgrises.Porfinhabíaacabadomiturno.Bueno,enrealidadnohabíaterminado

perocomosilohubierahecho.SalíaceleradaparadirigirmealestadiodelosClippers. Era el lugar elegido este año para jugar la final. Pisé elaceleradorhastaelfondoparaganartiempo.Siendohonesta, lomáximoquehabíaalcanzadoconesemalditoyestruendosotrastonopasabadelassesentamillasporhora,peroestavezqueríallegarcuantoantesalpartidoynoperdermelafinaldeltorneodelaNCAA.Mequedabapordelanteunbuen trecho, en realidad eranmásde cien lasmillasquedebía recorrer,peroporsuertenoencontréatascosalasalidaycrucélosdedosparaquetodoelcaminosemedieraigualdebien.Silaprovidenciaseponíademilado,llegaríacasi,casi,casiatiempo.La temporadahabía sidovertiginosa,una semana trasotraplagadade

grandessorpresas,graciasalascualesnuestroequipohabíallegadohastaallí. Muchas de sus victorias con los equipos más fuertes habían sidoinesperadas, igual que lasderrotasdeotrosque empezarondespuntandocomofavoritosyquesequedaronfuera,tambiénparecíaalgoimpensable.Tantosresultadosfortuitosnoshabíanhechoconsiderarlaposibilidadde

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llegar hasta las semifinales. Pues sí, eso también había sido otra batallaganada.NostocójugarcontraKentuckyy,voilà,directosalafinal.Desdequeempezólaligauniversitariahabíamosencabezadoelranking

de los veinticinco mejores equipos. Ahora solo quedaba vencer a unadversariomás:Duke.Ellos igualmente liderabandesde el principio esaclasificación. Era un equipo fuerte, poderoso, uno de los grandes. Meentrabaunaaprensióndesmedidasolodepensarenello,aunquelociertoera que nuestros chicos tampoco desmerecían ¿cómo, sino, habríanpodidollegarhastaaquí?Mis amigas debían haber llegadomucho antes de empezar el partido.

Decidí no impacientarme. Puse elCDdeEstopa quemi padreme habíaregalado en alguno de mis cumpleaños (música española como decostumbre),eintentérelajarmeyreducirlamarcha.El móvil sonó cuatro veces antes de localizarlo en mi desordenado

bolsoypodercontestar.—¿Diga?—respondíantesdeverquiénseencontrabaalotroladodel

teléfono,aunquepodíaimaginarlo.—¿Cris?—parecía la voz deBeckyy demiles de aficionados que se

concentrabanasualrededor.—¡HolaBecky!—respondíagitada.—¿Dónde estás? ¿Te faltamucho para llegar? ¡Cada vez faltamenos

paraqueempieceelpartido!–exclamóalterada—.¿Hassalido?—Estoydecamino,voypor la interestatal, tardaréunpoco, almenos

media hora más —dije pesarosa—. ¿Me habéis guardado sitio? —preguntédespués,aunquesabíadeantemanolarespuesta.—ImposibleCris,losiento,vasatenerquehacertehuecotúsolita.¡Esto

estáqueechachispas!—¡Mierda! Otra vez lo mismo. Bueno, ahora nos vemos ¿está Mel

contigo?—Sí.Estamoslasdosaquí.

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LAFINAL

RecordéhabervisitadoelStaplesCenterenelpasado,peroentoncesnose encontraba tan lleno. Ahora apenas podía reconocer el terreno. Unavasta extensión de coches se apelotonaba delante de mí impidiéndometener una perspectiva clara. ¡Qué desesperación! Como no consiguieraaparcar las iba a pasar canutas para ver al menos medio tiempo delpartido.Perono iba a ser así, unavezmás estabade suerte, los santoshabían

escuchadomisplegarias.Respiréaliviadaallocalizarunminúsculositio,era extremadamente pequeño, pero con algo de habilidad tal vezconsiguiera aparcarlo. Si lo hacía, sería otro hecho inexplicable paraañadir a la lista. No podía dejar pasar una oportunidad así. Examiné elmicroscópico espacio, a ambos lados estaba custodiado por dosfurgonetas. Debía poner mucho cuidado para no rozarlas y, dada miineptitud al volante, se presentaba como la tareamás difícil de la tarde.Seguí dudando, en el caso de que consiguiera embutir mi destartaladocoche,parecíaimposiblequepudierabajarmedeél.Dicenquelanecesidadagudizaelingenio,ydesdeluegoesasituación

requería por mi parte más pericia de la acostumbrada. Se me estabaocurriendo una excelente idea. Salí del coche y me aseguré de dejarabierto el maletero, luego metí los retrovisores hasta dejarlos lo másrecogidosposibleyvolvíasubirme.Aparqué como pude. No es que me desenvuelva muy bien cuando

aparecen estos contratiempos, pero después de valorar las pocasalternativasconlasquecontaba,melancésinmeditarlodosveces.Salí por el maletero con la cabeza por delante y eché a correr

desatalentada,comosidemídependieraparalizarunahorribleejecución.Por culpa de esa euforia me dirigí hacia el lado contrario. Estabaperdiendounosminutosvaliosísimos.Paréenseco.Meteníaquecentraryno lo conseguiría si no lograba ubicarme. Claro que no era fácil, laorientacióneraunodeesosenigmasinventadosporlostíosqueyoodiabamásque…¿dóndeestabalacondenadapuertaporlaquemehabíandichoquedebíaentrar?

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¡Ah!Porfinlalocalicé.Mehabíacostadocentrarmeenesegigantescoparkingperodefinitivamentelohabíaconseguidoypudetomarunpuntocomoreferencia.Parecía impensable, ni siquiera yo terminabade creerlo.Lo atribuí al

milagroso alineamiento estelar de aquella tarde.Había elegido la puertacorrecta.Estabadentro.El partido había empezado hacía ya diez minutos y todo el gentío

parecía haberse acomodado en sus respectivos asientos. El escándaloexistente era conmovedor. Miré a uno y otro lado observando elambientazo.Enunodelosextremosdelpabellónseconcentrabaunagranmasadecolorazul.MuchosseguidoresdeDukesehabíandadounbuenpaseoparapresenciarelpartido. Juntoamí,granpartede losasistentesibanvestidosderojo.Por raroquepareciese sabíadóndemeencontraba.Conseguí abrirme

pasoyacercarmelomáximoposiblealafiladondeestabanmisamigas.Porsuerte,solonosseparabanalgunasbutacasy,silograbamovilizaralpequeño grupo que se aglomeraba junto a ellas, conseguiríamos estarjuntas.Las gradas retumbaban como si fueran a desplomarse debajo de

nuestrospies.Tansolohacíaunosminutosquehabíaempezadoelpartido,pero la excitación no había parado desde las semifinales. El entregadopúblico estaba eufórico y el griterío no me dejaba escuchar lo quecuchicheabanMelyBeckyamisespaldas,dehecho,senotabaclaramenteque estaban hablando de mí. Podía escuchar sus risas. Me miraban desoslayo con una mueca divertida. Lo estaban pasando en grande, y yo,aunque intentaba por todos los medios afinar mis sentidos, no lograbaparticipardesuanimadaconversación.Meacerquéaellasunpocomás,depuntillasyapoyadaenlabarandilla

conseguípreguntarlesemitiendoungritoensordecedor:—¡¿Meestoyperdiendoalgo?!—pregunté.Memiraronunavezmás,carcajeándose,ysiguieronconsuscotilleos.—¡Luegotecuento!—dijoMelgirandosudedoíndice—.¡Chorradas!Exasperada,asímesentíasiemprequellegabatarde.Conseguíaqueme

quitaranelsitioy,además,meperdíalomejordelespectáculo.Aunqueelpartidodebaloncestoestabadelomásinteresante,mesentía

desplazada;atrapadaenmediodeaquelbullicio.Desviémiatenciónyme

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entretuvebuscandoagente.Recorríconlamiradaelpabellónlocalizandola zona donde le gustaba sentarse a mi hermano Harry. Esta vez habíaacudidoconlosnuevosamigosqueluegonospresentaría.Mesaludó,alzósus brazos enérgicamente pensando que yo no le había visto, pero lerespondíenseguida.Unodesusamigosnomequitabalosojosdeencima.Parecíaausente,lejosdelemocionantepartidoqueunosmetrospordebajode él se estaba llevando a cabo. Sonreí con timidez. Una mezcla desensacionesmehizoestremecer.Mepareciódescarado,peroalavezmesentí halagada. Era guapo a rabiar, ¡más que eso! La verdad es que eraterriblemente irresistible. Resaltaba entre sus amigos por su porte y suformadevestir.Eraelúnicoquellevabaunblazerimpecable.Elpelo,deunrubiocolorplatino,sedejabacaerporsufrenteconfiriéndoleunairedesenfadado.Parecíafueradelugarenunsitiocomoaquel.Depronto lo imaginé.VolvíamiraraMelyaBeckyqueestavezme

observabanexpectantes.Meinclinédenuevosobrelabarandilla.—¡¿Peroquépasa?!—lespregunté.Queríaquemecontaranqué tenía

tantagracia.—¡¿Nolehasvisto?!¡Elamigodetuhermano!—vociferóBecky.—¡Ah, sí!—conseguídecirquitándole importancia—. ¡Irán todosa la

fiestadespuésdelpartido!—¡Estoseponeinteresante!—entendícomopudeaMel,esforzándome

porleersuslabios—.¡Quesigalafiesta!El equipo de baloncesto de nuestra universidad estaba a unos pocos

minutosdeganarelgrantorneo,ynuestraamigaBritneybrillabatambiéncon luz propia entre todas las animadoras con sus piruetas. Ella era lavoladora.Paranosotras,suapariciónresultabatanimportantecomoladelospropiosjugadoresy,atenordelosaplausosdelpúblico,noéramoslasúnicas quepensabande esemodo.Britneyy sus compañeras hacíanunaexcelente demostración de sus capacidades artísticas. Se merecían esosaplausosymás,entrenabanrealmenteduro.—¡BravoBritney!—gritabaBecky quedándose ronca con cada nuevo

movimientodelaschicas—.¡Asísehace!Cuandoacabóelsegundocuarto,aprovechéparaabrirmepasoentreel

grupoquenosseparaba.Demalaganamehicieronhuecoyretrocedieronhastaocuparelasientoenelqueyomehabíasentadoantes.—Gracias,gracias.Perdón.Losiento.Discúlpenme.

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—¡Siéntateya,pesada!—gritóMel—.¡Miraquedaslalata!¿Eh?Lo conseguí. Por fin estábamos juntas, como siempre. Me froté las

manos por la emoción y sonreí. Saltamos las tres de alegría einmediatamentedespuésprestamosatenciónalcampo,dondeBritneydabasusaltomásensayado.Enlagrada,unossegundosdesilencioprecedieronaunaexclamacióngeneralquehizoquesemepusieranlospelosdepunta.¡Guauuuuu!—¡GenialBritney!¡Ereslamejor!—meescuchédecirenmediodeun

incómodosilencio.MelyBeckyserieron.—¡Perobueno! ¿Qué te has tomado?—exclamóMel sorprendida por

mientusiasmo.Lelancéunamiradapícaraymeretiréelpelolanzándoloalviento.—Aúnnada,asíqueimagínate.Esperaavermeestanochecuandolleve

unpardecopas.—¡Peroquétontaeres,Cris!—replicó.—Muchísimo,sí.—Nosreímoslastres.Eraundíadecelebración.No

solosepercibíaennosotras,todoelmundoestabaradiantedefelicidad.Elambienteeraunherviderodeemocionesapuntodereventar.Se presentaba una larga noche. Habíamos seguido casi todos los

partidosdenuestroequipohastallegaralgrandía,queeraesey,viendocómosedesarrollaba,elmomentoprometíaser trepidantehastael final.Era muy emocionante para nosotras, porque además de Britney, en elcamposeconcentrababuenapartedenuestrapandilla.Fredestabajugandobien,igualqueelresto,yFernandopresenciabael

partidodesdeelbanquilloacausade suúltima lesión.Elpobre siempreresultabaserelmásvulnerabledetodoelequipo.Letildábamosdetorpe,peroesquegraciasasuinsólitadestrezaparaatraerlosdesastressehabíaganado a pulso el molesto sobrenombre. A mí aquello no acababa degustarme,porquecualquiercalificativo,aunquenoquieras,teestigmatiza,y tearrastradeformaprecipitadahaciaesacualidad,asíquemeniegoaque Fernando se sienta atraído como un imán hacia las situacionesadversas. Por eso, en cuanto tengo ocasión, recalco alguno de susatributos,queporcierto tienemuchos,comoqueesgenerosoysensiblepor ejemplo, para concebirle como un tipo distinto e ir tomandoconcienciadesuauténticacapacidad.

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En el campo también se encontraba Mike. Él era con diferencia mimejoramigoyconelquecomparto todo tipodeaventuras.Eselmejorcompañero de universidad que una pudiera tener. A medida que hanavanzadoloscursos,nuestrarelaciónsehahechomásestrecha.Nuncanoshemos insinuado, pero en los últimos tiempos las cosas parecen estarcambiando,perciboquesehadespertadounaquímicaespecial.Tambiénlasituaciónesdiferente,nuestraetapacomoestudiantesestállegandoasufinynosdirigimosaotrafasedelavidasupuestamentemásmadura,vamoshacia lo desconocido, dispuestos a emprender un cambio decisivo paraencauzar el futuro. Supongo que el temor a distanciarnos y romper esecordóninvisiblequenosmanteníaunidosnoshacemásvulnerables.Ahoraleteníadelantedemisojoshaciendounosmatesquemedejaban

sin respiración. Tenía tal paranoia que incluso estaba sintiendo hacia éluna atracción que no había experimentado nunca. Su cuerpo eraespectacular,conlasmedidasperfectas,deunabellezaduraydemoledora.Purafibra,todomúsculo.ElcontornodesusbrazosparecíaesculpidoporelmismoDonatello, pero en este casomoreno, extremadamente negro,conun tonocomoelcaféquemedejabaembobaday,porsi fuerapocoparamipropiodeleite,teníaunaalturaredonda,dosmetrosexactamente.De nuevo me centré en el juego que, sin darme cuenta, se había

reanudado. Mike estaba haciendo un partido soberbio, parecía ser elmáximoencestador,brillantecomodecostumbre,peroapesardetodo,elmarcador seguía estando igualado.Deseabaprofundamenteque,porunavez, la suerte se pusiera a nuestro favor.En estos casos, tal comohabíaocurridoenlasotrastemporadas,elpartidodabauncambioderumboyacabábamos perdiendo. Pero este año estaba siendo diferente, habíademasiadasvibracionespositivasparaqueacabaramal.El nuestro era un equipomodesto, pero solo por el coraje empleado

parasortearatodosloscontrincantesyllegarconéxitohastalafinalleshacíamerecerlagloria.Yoyalasaboreaba.Estabametidadellenoenelpartido y no volví a prestar atención al grupo que acompañaba a mihermanoHarry,hastaqueuncodazodeMelmehizoregresaralmundo.—¿Hasvistoaeseotravez?—sabíadequiénmehablaba.Mevolvípara

verledenuevo.Memiraba fijamente,hipnotizadoenmediodelvibrantejuego—. No te ha quitado los ojos de encima. ¿De qué le conoce tuhermano?

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Mis ojos se encontraron con los suyos, que me traspasaban,literalmente.Mepregunté por qué no se cortaba un poco, su inquietantemirada rayaba lo grosero, me examinaba con tanto interés que por uninstante dudé si me observaba a mí o fulminaba con la mirada a Mel.Hubierasido lo lógico,ellaera laguapa, laquesolíaacaparar todas lasmiradas. Con su preciosa cara y su ondulante pelo rubio cayéndole encascadapor loshombroshastaalcanzar lacintura,acostumbrabaadejarsinalientoacualquierchicoqueseencontraseacienmetrosalaredonda.Tambiénleacompañabasufiguraescultural.Siendooptimista,miaspectoera…corriente,enrealidad,mirizadopelocastañoysiemprealborotadonomeconfiereelmismoaspectoqueaella;dehecho,asulado,mehaceparecer vulgar. Pero no, lo cierto es que me miraba a mí con muchacuriosidad. Le devolví la mirada esperando a que él apartara los ojos,pero no lo hizo, por el contrario, continuó estudiando mi rostro sindisimular. Retiré la vista ignorándole, para que no pensara que estabapendientedeél.Beckyseuniósacándomemomentáneamentedemiensimismamiento.—¡Estábuenísimo,Cris,yanoslopresentarás!—¡Perosiaúnnoleconozco!LuegonoscontaráHarry.Seconocendel

gimnasio.—¿Ahoratuhermanitovaalgimnasio?—preguntóBeckyextrañada.—Sí,aunodeesosdondesereúnelagenteconpasta.Desdequetrabaja

enunaempresaimportanteseleestápegandolatontería,aunqueprefieropensarquevaallíporqueestácercadesuoficinaynoporquesehavueltounpijoteroelitista.Mel, Becky, Britney y yo somos inseparables. El día que pisamos

nuestrauniversidaddeSanDiegoporprimeraveznoshicimostanamigasquedesdeentonceshemoshecho todo juntas.Nos sentamosen laúltimafiladelaprimeraclasequetuvimosencomúnyenseguidacongeniamos.Mel y yo nos parecemosmuchísimo, nos encargamos de dar cordura

paraequilibraralgrupo.Enrealidadellaesmássensatayjuiciosaqueyo,perohacemosunbuentándem.Beckyesmásirreflexiva,peromuy,muydivertida. Tiene el carácter más alegre de las cuatro y esendemoniadamentesagaz.Avecesmesacadequicio,estanmarimandonaquesino lacontienesacabaporsometerte.Tiene lamiradamáscándidaquehevistonunca, el rostro cubiertodepecasy el pelo colorbermejo.

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Creo que su inofensivo aspecto disfraza el temperamento y hace que amenudoperdonemosmuchasdesusimprudencias.Britneyeslaatletadelgrupo,ladisciplinada,destinabuenapartedesu

tiempo a los agotadores entrenamientos con el resto de animadoras. Suniveldeexigenciaesaltísimo,seesfuerzahastaagotartodasuenergía.Amí me resultaría imposible, pero ella consigue encontrar un equilibrioperfecto para compaginarlo con los estudios y su vida personal. Esintrovertida,competitivaycallada.BeckyyBritney,alcontrariodeloquecabríaesperar secompenetrana laperfección.Aunquenoseparecenennada,guardanentresíunaconexióntalquedejapasmadoatodoelquelasconoce. A nosotras las primeras. Son mellizas, pero Becky siempre seencargadeaclararqueellaeslahermanamayor,ylociertoesqueparecequeloes,sí,lahermanamayorperodenosotrascuatro.El ritmo de anotaciones estaba siendo imparable, y la agresividad en

defensa era tenaz, nuestros chicos no se dejaban dominar. Por su parte,Mike acababade encestar dos triples seguidosy el público le respondióconunagranovación.Elpartidoparecíaestarllegandoasufin.Lafinalestabaapuntodeponerlaguindaaunaincreíbletemporadaquenoshabíahecho vibrar hasta el último minuto. El entrenador de nuestroscontrincantes pidió lo que iba a ser, previsiblemente, su último tiempomuerto.Eradifícilquepudieranrecuperarelpartido,perounprofesionalcomoél,aunqueel resultadoparecíayaevidente,nopodíadarnadaporperdido.Casihabíallegadoelmomentomásdeseadodetodos.Cuandoquedaban

escasos segundos para alcanzar la victoria, Mike recibió una faltahorrible.Lasentíenmiestómagocomoungolpefulminante.Meretorcíenelasiento,incómodatraselsopapoqueleacababandedar,perosemepasórápidoalcomprobarqueélnisiquieralohabíanotado.Teníalamandíbularígida,lasmuelasmesaldríandisparadassinome

relajabaunpoco.Apretélospuñosconfuerzaylasuñassemeclavaronenlaspalmasdelasmanos.Estabaimpaciente.FredsacódebandayselapasóaMike,quelarecibiótranquiloysegurodesímismo.¡EseeraMike!El chico que le defendía se despistó, tardó un segundo hasta que lelocalizó, pero era demasiado tarde. Mike estaba estirado, el balón lerozabaligeramentelacinturaydescansabaensucaderaderecha.Loestabasujetandoconelantebrazo.Tres,dos,uno…Lanzóelbalónporlosairesyechóacorrerconlosbrazoslevantadoshaciaelrestodelequipo.

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—¡Ahhhhhhh¡ ¡Sí, sí, sí!—Becky comenzó a saltar arrastrándonos anosotrasdos—.¡Hemosganado!¡Lohemosconseguido,chicas!Una lluviadeconfetis anunciabael afortunadodesenlace, solounode

losdosequipossepodíaalzarconlavictoria.LOSAZTECAS,eldiscretoequipodelauniversidadestataldeSanDiego,habíaconseguidoeltrofeomás codiciado. La fiesta en la pista se celebraba con un entusiasmodescomunal. Los orgullosos vencedores se abrazaban sin contener laemoción por lograr el gran triunfo. El foco central se llenó deespontáneos que tampoco podían contener la euforia. Era emocionante,loschicosseestrechabanfuertementeunosconotroshastaformarungrancírculo y, después, el entrenador salió disparado por los aires como sifuerauncohete.Sindarnoscuentaempezaronacortarlared,queestababienafianzaday

seresistíaadesprendersedelaro;mientrastanto,enlasgradasseguíanlosefusivos aplausos. Desde arriba, nosotras estábamos satisfechas eimpacientes por reunirnos con ellos, pero antes tenían que recoger eltrofeoyelanillodeloscampeones.Eldíaestabasaliendoapedirdeboca.Hacía tiempoquenodisfrutábamosdeunasesióncomoesa,en realidadcreoqueeralaprimeravez.Mikerecogióelpremioalmejorjugadordeltorneo.Selohabíaganadoporméritospropios.Meemocioné.—¿QuétepasaCris?¿Nomedigasqueestásllorando?—medijoMel,

conmovidaantelaevidencia.—¡Quéva!Esqueestabatantensaquemeheemocionado.Le quité hierro al asunto. Era obvio que seme habían escapado unas

cuantaslagrimitas.Unamasijodeemocionessemezclabaenmicabezaynomedejabapensarconlaclaridaddesiempre.Sentíaunavisointerior.Eldíaocupabaunaespeciede fiestadedespedidaa todo loqueestabaapuntodedejaratrás.Beckyseunióanosotras.—¡Ay,Cristina!—me llamaban así cuando querían reprocharme algo

—.¡Peroquéraraestáshoy!¿Tehabajadolaregla?—¡Déjameenpaz!—Sí,Mel,lehabajado,yestavezlehatocadolafibrasensible.Por suerte, sepusieronahablarconEmmaySarah,unascompañeras

que tampocoquisieronperderseelpartidoycon lasqueyonomellevodemasiado bien, sobre todo con Emma;me resulta odiosa, siemprememiraconairesdesuficienciasinsabermuybienporqué.Secreeunser

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superior,próximaalaoctavadimensión.Existeununiversoenteroentreellayyo,peroestavezmealegrédequelasdosvíborasdistrajeranamisamigasyestasseolvidaranporunmomentodeaveriguarquéeraloquemeocurríaamí.CuandoMelyBeckyterminarondehablarconlasdosdiosasegipcias,

nostocabaresolverunasuntoimportante,ynoeraotroquecentrarnosensalir de allí. No parecía tarea fácil. Al menos intentaríamos no ser lasúltimasenabandonarlasgradas.El público se trasladó en masa hasta el aparcamiento del estadio,

mientras nosotras nos quedamos remoloneando por las inmediaciones,haciendotiempohastaquesedespejaseunpocoydisfrutandodeungrupodedanzarinesquereproducíasupeculiarbailecitocelebrandoeltriunfodesuequipo.—MiraCris, tu hermano viene por allí con sus tres amiguitos—dijo

Becky, sorbiendo ruidosamente los hielos del vaso de Coca-Cola yavisándonosalasdosparaentrarensituación.Noshicimoslasdistraídasdándoleslaespaldacomosinohubiéramosadvertidosullegada.Harry avanzaba a grandes zancadas acompañado de su inseparable

amigo Liam y de dos desconocidos, el rubiales mirón del blazerimpecabley loqueparecíasusombra,osuguardaespaldas,osuperritofaldero. Durante el partido, observé que parecían ligeramente mayoresque Liam y Harry, superaban con creces los veinticinco años reciéncumplidos demi hermano, y su aspecto, también chocante, recordaba aalgúnpersonajede la camorra italiana.Quisemirarles condetenimientoperomepareciómásprudenteesperaraquellegaran.—HolaCris.Mel,Becky.¿Quétal?Harryconocíabienamis amigasypor suerte congeniaban.Tampoco

eradifícilteniendoencuentalaformadeserdemihermanoysufacilidadpararelacionarse.Solíamospresentarnosalosnuevosamigosqueíbamosconociendo,siemprehabíasidoasí,porloquenodeberíaextrañarmequequisiera hacer gala de su educación y presentarnos a sus nuevoscompañeros. Tenían un aura extraño, diferente a lo queHarry nos teníaacostumbrados.—Hola Harry ¿cómo te va? —Mel se adelantó a Becky. Siempre lo

hacíacuandosetratabademihermano,creoquelegustabamásdeloquereconocía, pero por alguna misteriosa razón no se quería sincerar

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conmigo.—Bien. ¡Qué partidazo! ¿Verdad? Ha estado genial. No sabía que

vendrías,Crisnomelodijo.¿Cómo?¿Quérespuestaeraesa?¿Meestabaperdiendoalgo?—¿Vaisairluegoalafiestaparacelebrarlo?—prosiguióHarryenuna

conversaciónunidireccional.—Sí, hemos quedado con Mike y los demás. ¿Vosotros vais a ir

también?Se habían quedado solos en el centro de su pequeña burbuja, al resto

nos habían excluido, pero un oportuno carraspeo de su atractivoacompañante,nosdevolvióatodosalescenariootravez.—Perdón.Veníaapresentaros—dijoHarrysinningúnremordimiento

porsufaltadecortesía.—Síporfavor,esquesinoesmuyincómodo—señalósuinteresante

amigoriéndoseymirándomefijamentealosojos—.YosoyMax,túdebesdeserCris.—Sí,yellassonMelyBecky.—Encantado de conoceros —volvió a decir, mirándome

incómodamente a los ojos.Le desvié lamiradamolesta, fijándola en loqueparecíasersusombra.—¿Ytúeres….?—Yo soy Dylan —contestó tímidamente. Parecía extrañado de que

hubierareparadoenél.—Atinotehedichonada,Liam.¿Cuántohacequenotedejasver?¿Un

millón de años? ¿Qué tal te va todo?—quise desviar la atención del talMaxycentrarmeenloqueseaquenofueraél.—Bien.Liadocomosiempre,yasabes,enel tallernodamosabastoy

mipadreseestáhaciendomayor.El padre de Liam tenía un próspero taller de reparación de coches.

Comenzósiendounpequeñonegociofamiliarqueconlosañossehabíaconvertido en local de referencia. Todos sus conocidos llevábamos allíloscoches.—Anda,notequejes,noseráparatanto.La actitud de Liam siempre era despreocupada, sin embargo ahora

parecíarígido,igualqueHarry.Estabanviolentos,comosilapresenciade

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esosdosextrañoslescausaranerviosismo,peroporfinserio,ygraciasaeso los cuerpos de los demás se destensaron también. Harry se relajóligeramente,yLiam,quehastaesemomentohabíaestadoagarrotado,conlasmanosencajadasenlosbolsillostraseros,aflojólaspiernasydiounpasohaciadelante.GraciasaDiosdescansabanyvolvíanaparecerellosmismos.—Buenochicas,entoncesnosvemosenelclubdelosaztecas¿no?—

zanjómihermano.Quería terminar la conversaciónygiró levementeeltorsoparaencaminarsehaciaelcochequeteníanestacionadoenotrapartedelaparcamiento.—Sí,hastaluegoentonces—contestamoslastres.—Adiós Mel —le dijo Harry dedicándole una de sus encantadoras

sonrisas.Las tres sabíamos que no iba a pasar más de medio minuto sin que

Becky hiciera alguno de sus mordaces comentarios. Se puso seria,reflexionando como si descifrara una ecuación matemática de difícilsoluciónylehizounapreguntadirectaysinescapatoria.—Mel¿tienesalgoquecontarnos?—Puesyasabesqueno—respondióellaconunamediasonrisa.—¿Hayalgoentrevosotros?—volvióapreguntarBecky,peroestavez

conaireacusatorio.—Yatehedichoqueno.No,nohaynadaentrenosotros,demomento,

aunquetampocomeimportaría.ElúltimosorbodeBeckymedescompuso.—¡Tiraesevasodeunavez!¿Novesqueyanoquedanada?¿Esqueno

hayunamalditapapeleraporaquí?—lareprendí.—Vale,yalotiro,noteenfadesmujerquenoesparatanto.¿Nosvamos

oqué?—Venga.Nosvemosallí.¿TevasconBritney?—lepreguntéaBecky.—Sí,voyaverpordóndeanda.Seguroquelaschicastodavíaloestán

celebrando.Al grupo de animadoras les faltaría todavía un buen rato hasta que

decidieranacercarsealclub.Ahoraestaríanfestejandosupropiotriunfo,así que hasta bien entrada la noche no podríamos felicitarlas a ellastambién por su espléndida actuación. Las veríamos en la fiesta que los

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aztecas habían preparado con tanto entusiasmo durante las últimassemanas.Todoscontábamosconasistir.Sabíamosquesecelebraríatantosiganabancomosisequedabanenunhonrososegundopuesto.—PuesMelyyoosesperamosallí.Notardéis¿vale?—dije.—Sí,esperoquemihermanitanoseretrasemucho.Levoyapreguntar.—Sivaatardaryprefieresvenirteconnostrasteesperamos,túdecides.—No,vosotrasmarchaos,nosvemosenelclub.

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LAFIESTADELOSAZTECAS

Melyyonosmontamosenelcocheynosdirigimospresurosasamicasa para arreglarnos un poco. Ella había estado bastante nerviosa losúltimos días esperando ese momento y por nada del mundo queríadecepcionarla.Intentéponerbuenacaraparaquenosedieracuentademismalospresentimientos,perofueenvano.—Vamosaunafiestay,sinoteconociera,creeríaquenosdirigimosa

unentierro,Cris,¿esquenoestáscontenta?Cuandohasllegadoalpartidoparecíasmuyalegre,mepreocupas.¿Porquéhaslloradoentonces?—NoloséMel,puedequeseanlosnervios.Yasabes,parecequetodo

termina y me angustia que ya nada vuelva a ser como hasta ahora.Megustaba.—¿Peroporquédiceseso?Nadatienequecambiar.Seguimosestando

todos¿noloentiendes?Desvié la mirada para acabar la conversación. Me sentía así y poco

podíahacerparaponerleremedio.Soloestarentretenidaeintentarpasarlobien.—BuenoCris,averquémúsicatienesporaquí.Español,otroespañol,

¿estequiénes?Flamenco,bulerías,rancheras,Camarón,Bisbal,Alborán.¡Ufffffff!¿Esqueno tienesmúsica,músicadeesaqueescucha lagente?VeamosPabloAlborán.¿Estábien?—Puesclaroqueestábien—dijeirritada.Mel abrió la ventanilla para que corriera el aire, que como de

costumbrenoerademasiadofresco,eintrodujoelCDenlaranurademiviejo trasto. Subió el sonido girando la rueda hasta que hizo tope y lamúsicaempezóasonar:Teníaelalmadeshechapordentro,porunamorque me dejó seco, la, la, la, la, la, agitaste los sentidos de mi cuerpo,fundistetuslabiosconlapuntadetodosmisdedos,la,la,la,la,la,éxtasis,nosalgodelasombrodetuénfasis.Coreamoshastaquedarnosroncas,levantándomeelánimoyponiendoa

Mel más alterada de lo que ya estaba. Un par de horas más tardellegábamosamicasa.Aparcamosel cocheen la entrada, juntoaldemi

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madre, y entramos a toda prisa. Jane y Will, sus amigos del alma, sehabríanmarchadodespuésdeacabarelpartido.—Hola cielo ¿lo habéis pasado bien?—dijo mamá nada más verme.

Estaba contenta por el resultado, habíanvisto el partido en la tele y nosesperabanparacomentarlo—.¡Quépartidotanemocionante!¿Verdad?—despuésreparóenmiamiga—.HolaMel.¿Vaisaponerosguapasparalafiesta?Al oírnos, mi padre asomó la cabeza y nos observó con los brazos

cruzadosdelantedelpechoymiradadeaprobación.—HolaTeresa.Ryan—dijoMel—,haremosloquepodamos.—Cariño—dijomipadredirigiéndoseamamá—,¿creesqueesposible

queesténmásguapas?—Creoqueesmuymejorable,almenoslointentaremos—contestóMel

moviendohaciaabajolapartederechadesulabioinferioryhaciendounamuecaexagerada.Mipadreamenudosueltaalgunafraseagradable,aunqueporlogeneral

cree que una mirada suya es suficiente para adivinar si cuento con subeneplácito.Cuandohay fiestas de pormedio, como era el caso, intentadisimularlo,peroseponefrenético.—Estupendo, pero sin pasaros ¿eh, jovencitas?Antes de salir por esa

puerta quiero ver el resultado —nos dijo papá entre risas mientrassubíamosescalerasarribadirectasamihabitación.Mis padres se conocieronunverano en el quemamávino a pasar un

mesdevacacionesaSanDiego.LlegójuntoaAlmudena,sumejoramigadelafacultaddeMadridyprimasegundadeWill,elinseparableamigodepapá.Duranteesosdías,mamáyAlmudenasehospedaronencasadeWill.Por aquel entonces, mi padre ya había puesto en marcha el pequeñonegocio de organización de eventos que sigue teniendo hoy y,casualmente, preparaba una de las fiestas multitudinarias que tantogustaban a esa animada familia. Se trataba de las bodas de plata de lospadresdeWilly,porsupuesto,mimadreestaríainvitada.Losdíaspreviosa la celebración papá pasó varias veces por su casa para ultimar losdetallesy, según cuenta, cadaunade lasvecesque lohizo se cruzó conella, «El destino es así, te acerca precipitadamente a aquello que tecorresponde» suele decirnos. «Era tan guapa que no pude resistirme,además, me cautivó su carácter mediterráneo, tan apasionado, con esa

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desbordanteenergía…»Papáseponíamuypesadocuandohablabadeella.Porfinllegóeldíadelacelebraciónymimadrenoseseparóentodala

nochedelacandybar.Sepasótodoeltiempoatiborrándosedegolosinas.Apapálehacíamuchagraciaeintentóhablarvariasvecesconella,perofueundesastre,élapenaschapurreabaunaspalabrasenespañol,ymamá,queaúnnohabíaaprendidoinglés,sololesonreíaporeducación.Lecostóvariosintentos,perofinalmentelogrócaptarsuatenciónyquedaronparaverse.Deesamaneracomenzaronuna relaciónadistancia,que luegoseconvirtió en un serio noviazgo y después… bueno, hasta el momento,todavíasiguenjuntos.—Saca el arsenal, Cris, ¿en qué estás pensando?—me preguntóMel,

queseencontrabadepiedelantedemisnarices.—Pensabaencómoseconocieronmispadres.¿Túcreeseneldestino,

Mel?—Seguro.Aveceshacesunaspreguntas…peronotepreocupes,note

lo voy a tener en cuenta. ¿Dónde has guardado los mini, súper, extra,cortosvestidos?—Enlaestantería,¿puesdóndevanaestar?¡Colgadosenelarmario!Mel se acercó al ropero contoneándose y se paró en el centro de la

doble puerta como si tuviera delante el telón de un escenario. Agarróambospomosyabrióconsolemnidad.—¡Oh, oh, oh! No me acordaba de lo bonitos que eran, Cris —

inmediatamente miró hacia el suelo—, ¿soportaremos estos tacones devértigo?Yononacíconelgencapazdeconducirunoszapatosdeaguja,teloadvierto.—Porsupuestoquesí.Paraestarguapashayquesufrir¿nohasoídoesa

fraseenalgunaparte?Puessereferíanaestemomento.Las dos nos reímos dejándonos caer sobre la cama. Después

empezamosaarreglarnos,notodoslosdíassecelebrabaalgoasí,íbamosaasistiraunafiestaúnicaydebíamosponernosespecialmenteguapas.Melno necesitaba esforzarse demasiado, aunque hubiese decidido ir con losvaquerosquellevabapuestoshubierasidosindudalamejordotadadelafiesta.No era consciente de su espectacular belleza, o tal vez sí y no ledabaimportancia,peroencualquiercasonoeralatípicaniñacreída,ysuhumildaderadeagradecer.Nospusimoslosvestidosquecompramosenelcentrocomercial.Elde

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Meleraazulmarino,conunpronunciadoescotequerealzabasupechodeforma provocativa. Su larga y rubiamelena caía perfecta tapándole lostirantesylevantándosealalcanzarlaalturadesuabultadopecho.Elmíoeradeuntímidoverdemanzana,menosdeslumbranteperomásapropiadoyfavorecedorparamí.Bajamoslasescalerasconmásprudenciadelaquehabíamosutilizado

alsubiryfuimosdirectasalasaladeestardondemispadresveíanahoraunaentretenidapelículadeacción.—¿Ya estáis listas, cielo? —dijo mamá mientras mi padre estudiaba

nuestra vestimenta—. ¡Impresionante! Vais a ser la envidia de todas laschicas. ¿No van Becky y Britney? –preguntó extrañada de que no nosacompañaran.—Hemos quedado allí, Becky al final se ha quedado esperando a su

hermana.Estabacelebrándoloconelrestodelasanimadoras.—Claro—dijomimadre.—Harrytambiénva,consusamigos—lesanuncié.Se hizo un silencio, como si hubieran hablado algo entre ellos sin

compartirloconmigo.Fueronescasossegundos,perosuficientesparaquemepercatase.—¿Ah, sí? No ha comentado nada. Está un poco raro últimamente.

¿Tienenoviaoalgoasí?Antes de que respondieraMelmemiró expectante, con los ojos bien

abiertosyciertotemorporloquepudieracomunicar.—Noqueyosepa—meencogídehombrosymiamigamesiguióhasta

lacocina—.¿Comemosalgo,Mel?Estoydesfallecida.Algorápido.—Vale,yluegonosvamos—medijo.—Muybien—asentí.Papá entró un momento en la cocina con la excusa de coger una

cerveza.Sinoleconocierabienpensaríaqueeraalgocasual,perosabíade sobra que venía para asegurarse. Tenía que verificar, como decostumbre, que nos habíamos vestido con decoro. Hizo una inspecciónrápida y creo que no lo aprobó, pero no nos dijo nada.Yo no siemprecaptosusobjecionestanrápidocomoélquisiera.Esoleponefuriosoyaveces genera entre nosotros algunos encontronazos, pero hasta la fechanunca hemos alcanzado extremos insalvables. Tuvo una educacióndemasiado rígida y, secretamente, sé que condena mis acciones más a

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menudodeloqueparece.Peromedaigual,yomehagoladisimuladayél,casisiempre,seesfuerzaporparecermásmoderno.Mientrasesalíneasemantengaestable,creoquetodoirábien.—QuébuenotienequeestaresoCris—Melestabaigualqueyo,muerta

dehambre.Abrimos dos panecillos para hacernos un perrito, calentamos en el

microondasunpardesalchichasylasocultamosbajounaabundantecapademostaza y kétchup. Lo engullimos a toda prisa y salimos disparadashacia el club, donde seguramente ya estaría todo el equipo campeónrecibiendolasmerecidasfelicitaciones.Mikeestaríamuysolicitado,eralaestrella y no tendríamucho tiempo para compartir conmigo.De prontome entró una punzada de celos. No podía creer que me sintiera tanacaparadoraconél.—Nosésivoyasoportarestoszapatos,Cris.¿Guardamosalgoplano

porsiacaso?—¡Queno! ¡Cállateya!Noseasquejica, solovaa serunanoche—le

dijeponiéndomeseria.Conduje despacio desde casa hasta llegar al club. Becky yBritney ya

estaban allí. Aparcamos junto a su furgoneta y me detuve un instantesentada dentro del coche, quería observar la fiesta desde la distancia.Elporche donde se celebraba estaba abierto e iluminado. Había acudidobastantegente.Desdeallípodíadistinguiramuchosdenuestrosamigos,entre ellos aMike, que se encontraba conBritney, Becky y el resto delgrupo.—¿Salimos del coche o prefieres quedarte aquí? —soltó Mel, muy

graciosillacomodecostumbre.—Ja,ja,ja.Nos encaminamos directamente al porche sin pasar por la entrada

principal. Si accedíamos por la puerta, alguien nos entretendría ytardaríamosunbuenratoenalcanzarlaparteexteriordelrecinto,asíqueacortamosporunlateral,directasadondeseencontrabantodos.Todavía a cierta distancia podía distinguir a Mike gesticulando,

probablementerepasando losmomentosdecisivosdelpartido.Alvernossele iluminólacara,susonrisaeratanblancaquemehizoagarrarmeaMelparano caer debruces, susojos también relampaguearony avanzóhacianosotrasconpasofirmeydecido.Casihabíamosllegado.

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—¡Cris!HolaMel.¿Quéoshaparecido?¿Podéiscreerlo?¡Campeones!—gritóMike,mientrasmesujetabarodeándomelacinturaconsusbrazos.Yo me agarré a su cuello para mantener el equilibrio, y él, dejándosellevar por sumomento de felicidad,me alzó yme dio vueltas sobre símismocomosifueraunamuñecadetrapo.Cuandomedejóenelsueloyempezamosacomentarelpartido,todos

estaban eufóricos. Entonces les felicité. No había tenido ocasión dehacerlohastaesemomento.—¡FelicidadesMike!Felicidadesatodos,perobueno,solopuedehaber

una estrella ¿no? El partido ha estado… no sé cómo decir, no tengopalabras,alucinanteesquedarsecorta.Mike se separó de mí para repasar mi atuendo con una embarazosa

parsimonia. Yo me puse roja como un tomate y, nerviosa, comencé agolpear el sueloconunodemisbonitos zapatos.Menosmalqueeradenoche,aunquecon lacantidaddebombillasquehabíancolocadopara laocasión seguramente lo habría notado. Creí morirme de vergüenzacuandomeescuchédecir:—¿Qué miras? —lo pregunté con una timidez que casi ahoga mis

palabras.—Estás…cañón—dijosinapartarlamiradademiscurvas.—Eresmuytonto¿losabías?—Losabía.Ytúmuysexy.Tambiénlosabes¿verdad?Nuncame había hablado de esemodo. Siempre habíamos tenido una

complicidadfueradetodaduda,peronuncahastaelpuntodetraspasarloscomentariosnormalesquesehacenentrelosamigosdedistintosexo.—¿Has bebido? —le pregunté, intentando razonar su último

comentario.—Yonobebo.—¿Fumado?¿Hasfumado?—Hoytengomiscincosentidosmásdesarrolladosquenuncayquiero

disfrutarestanochelomáximoposible—acercósurostrohastarozarmiorejaconsuslabios,ymesusurró—:¿Entiendes?—Entiendo—respondí sin saber cómo reaccionar.Nos quedamos los

dosensilenciomirandosinveralaspersonasqueteníamosenfrente.Missentidosalparecertambiénestabanespecialmentedispuestos.Missentidoso mis hormonas, que las tenía alteradas. Aquella noche, su piel

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exageradamentemorenabrillabaresplandeciente.Llevabapuestounpoloazulcieloquelesentabademiedo.Quisecambiarenelactolaimagenquemehabíavenidofugazmentealacabeza.Hubierasidoimposibleconfesar.NohabíatenidoocasióndehablarconBritneyy,sinoledecíaalgoya,

nomeloperdonaría.—Britney,hasestadoespléndida.¡Menudosaltohasdado!Notehabrás

dado cuenta pero se hahechoun silencioquenoshapuesto la carnedegallinaatodos.—¿Enserio?—preguntóemocionada.—Sí ¿no te lo ha dicho tu hermana?—menos mal que Mel y yo la

admirábamosdeverdad.Beckyparecíapasarolímpicamente.—Puesno—contestóapenada.Becky, como de costumbre, estaba más pendiente del ambiente que

había a su alrededor. Siempre era la primera en percatarse de lasnovedades. Ni siquiera había percibido lo emocionada que estaba suhermanaporhabersidoduranteunosinstanteselcentrodeatenciónenelpabellón de los Clippers. Daba rabia, tampoco ahora nos estabaescuchandocuandodeprontocambiódetema.—Allí está Harry con sus amigos —nos dijo Becky poniéndonos al

corriente.DirigílamiradahaciadondenosindicabayenesemomentoHarrynos

estabamirandotambién.AntesdequemihermanoselocomentaraaLiamy a los otros, su amiguito Max ya nos había visto. A esa distancia, suintensoexamenmerecordabaaldeundepredadorcuandosedisponeadarcazaasupresa.Mediounescalofríodesolopensarenello.Porelrabillodelojo,vicómoseacercabanloscuatrohastanosotros.Los chicos se saludaron, se felicitaron e hicieron las presentaciones.

Parecíaquesequeríanuniralgrupo.Harryaveceslohacía,nosiempre,perohoyveníaparaquedarseunbuenrato.Maxtuvoquebordearatodoslosque leobstaculizabanelcaminohasta llegaradondeestábamosMel,Mikeyyo.Suaurademafiosolehacíapareceroscuroyatrayentealavez,aunquealoírlehablaresasensacióndesaparecíacomoporartedemagia.TambiénHarryleacompañó.Conunaprecisiónasombrosa,HarryyaestabaalladodeMelyMaxse

habíaplantadodescaradamenteentreMikeyyo.Conmuchaseguridad,sedirigióamíymedijosintitubear:

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—¿Teapetecebeberalgo?—lopreguntótandirectoydecididoquenomelopensédosveces.Si no hubiera estado sedienta, posiblemente hubiera rechazado su

invitación,peroteníalabocatansecaquemeparecióunaexcelenteidea.—Vale.Enesemomentomearrepentí,peroyaeratardeparadarmecuentade

que pretendía sacarme de allí y separarme intencionadamente de misamigos.Enrealidadsímeapetecíatomarunacopaconél,peroquizáenotromomento.SinMike.Oh,Dios,¿estaba luchandopornosentirhaciaMikealgomásalládenuestrabonitaamistad?Sí,loestabahaciendo,peroeste hombreme parecía demasiado interesante para dejarle escapar, meintrigaba.Además,unacopanoharíamalanadie.Mike parecía incómodo. Más que eso, parecía cabreado, ¿celoso tal

vez?Desechélosabsurdospensamientoseintentédisfrutardeunasimplecopa.Tratédeconvencerme.¡Porfavor,soloesunacopa!—Vamos allí que estaremos más tranquilos. ¿Te parece bien?—dijo

Max,pasandolamanoalrededordemicinturaconunpequeñoempujónque me incitaba a empezar a caminar. Antes de contestarle ya se habíapuestoenmarcha.—Vale,siprefieresirallímejor—respondípordeciralgo.Miré de reojo.Mikeme siguió con lamirada, irritado. Podía sentirla

clavadaenmiespalda.Cuandoestuvimosasuficientedistancia,Maxsemostrótremendamente

cortés, se le veía sereno. Nos sentamos en unos taburetes altos, estabansituadosalrededordeunapequeñamesaredondaubicadaestratégicamenteenunodelosextremosdelaampliaterraza.—¿Quéquierestomar,muñeca?—preguntóconuntonocautivador.—Ronconlimón.—Enseguidavuelvo.Noteescapes.Definitivamenteestehombreganabaenlasdistanciascortas.Quizásera

encantadoryyomehabíaprecipitadoenhacerleunjuiciorápido.Desdelamesadondenossentamos,podíaveralolejosaHarryhablandoconMel,y también a Mike que de vez en cuando dirigía una mirada discretaasegurándosedequeseguíamosallí.Maxestuvodevueltaentiemporécord.Hablamosdistendidamente.Para

misorpresa,semostróatentoyencantador.

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—Parecequeestárefrescando.Tenmichaqueta.Hizo ademán de quitársela pero se lo impedí. No quería que cuando

regresaradondeestabaMikeélmevieraconlachaquetadeMax.—Estoybienasí—ledije.—¿Seguro?—preguntósindejardequitársela.—Sí,deverdad—insistíextendiendolamanoenungestoporfrenarle.—Comoprefieras.Bueno,háblamede ti,mehadichoHarryqueestás

estudiandodiseñode interiores, en realidad creo que estás a un paso degraduarte.¿Nerviosaporlasnotasfinales?—No estoy nerviosa por eso, sabemos más o menos los resultados,

peromeentrapánicoalpensarcómosemevaadardeahoraenadelante.—¿Ydequétienesmiedo?—preguntósorprendido.—Nosé,quizásdequenolegusteanadieloquehago.Supongoquees

lonormal.Maxserio,comosimiansiedadleparecierabanal.Algodeloqueno

deberíapreocuparmeporserdemenorimportancia.—Me extrañaría que a alguien no le gustase. Seguro que tienes buen

gusto.¿Quéteapetecehacerexactamente?—Paraempezar,aprenderenalgúnsitio.Tengoenlacabezamilideasa

lasquemegustaríadarforma,peroantesderealizarlasdebopracticarunpoco. Cruzaré los dedos. Este verano me centraré y veré cómo puedodesarrollarmifuturo.¿Ytúquéhaces?ParecesmayorqueHarryasíqueestarástrabajandotambién.—Tampocosoytanmayor,solotengotreinta.«Joder.Demasiadomayorparamí»,pensé.—¡Hala!Suena…lejano—ledijesinpodermereprimir.—En un pispás y antes de que te des cuenta, los habrás cumplido tú

también.—Vayaánimosmedas.—Mujer, no es para tanto. ¿De verdad me ves mayor? —preguntó

alzandounacejayesperandolarespuesta.—No es eso —no sabía cómo salir del enredo e intenté cambiar el

tercio—.Alfinalnomehasdichoaquétededicas.—Puesacosasmásaburridasde loque túquiereshacer.Negociosen

general,inmobiliariosydeinversiones.

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—Puf,¡quélío!MereíalimaginarelrolloquepodíasereltrabajodeMax,sinsuponer,

nidelejos,aloquesededicabaenrealidad.Del roncon limónquemehabía traídosoloquedaban loshielosyno

había razón para alargar innecesariamente mi estancia a solas con él.Aunqueeraun tipo interesante,penséqueera suficientepara eseprimerencuentro. Estaba deseando regresar con todos. Era un día importante yqueríacompartiresemomentoconellos.—¿Volvemosconlosdemás?—preguntéconunlevemovimiento.Bajé

unpieysujetéconmismanoseltabureteesperandosurespuesta.Parecíasegurodesímismo.Antesderespondermemiróduranteunos

segundos.Pasóeldedoíndiceacariciandosuslabiosylevantólabarbillapor encima de su cuello, después cambió el semblante de maneraimperceptible.—Claro—dijorecomponiéndoseymostrandosuencantadorasonrisa.Volvimos a reunirnos con el grupo.Mike hablaba alegremente con la

arpíadeEmma,quemeechóunamiradaasesinacuandomevioaparecer,tambiénerademasiadoparamíencontrármeladosvecesenelmismodía.DespuésdeverlaenelpabellóndelosClippersmehabíaolvidadodeella,y ahí estaba otra vez, incordiando como siempre. Llevaba puesto undiminuto topmostrando todos sus encantos. ¡Menudo zorrón de tía!Meprodujorepulsiónelveralosdossonrientes,peromelomerecía.Élsabíaperfectamente lo mal que me caía Emma y seguro que lo hacía parafastidiarme.Cuando llegamos,Mike sonrióyvolvió a lanzarmepor losaires, esta vez echando unamirada hostil ami nuevo acompañante. ¿Seestabanmidiendoalgo?—¡Bájame,Mike,porloquemásquieras!¡Quemecaigo!—Notecaes.—¡ParaMike,porfavor!Cuandomebajó su amiguita había desaparecido. ¡Qué tíamás ladina!

Parecequemehuele,merecuerdaa lacarroña, ¡nopuedosoportarla!Amiespalda,MaxyHarryhablabanentreellos,sehabíanreunidoconLiamyDylanyparecíaquedabanporfinalizadasubreveincursiónalafiesta.—Nosvamos—dijomihermanodirigiéndoseamíyalzandodespués

lamanoparaquelosdemássedieranporaludidos—.Adiósatodos.NosvemosMel.

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Maxseacercó,mesonrióybesócondulzuramimejilla.—Yahablaremos,muñeca.—Hastaluegochicos—contestóMelsiguiendoaHarryconlamirada

hastaquedesapareciódenuestravista.Despuéssedirigióamíconmiradainquisidora.—¡CuéntamelotodoYA!—meimploró.—MástardeMel,ahorano.NoquieroquelooigaMike.Enesemomento,Mikeseacercó justodondeestábamosnosotrasdos.

BritneyyBecky también lohicieron juntoconFredyFernando.ParecíaunareunióndepastorescuandoMikenoscomunicósusintenciones.—Bueno chicos, mañana quiero dar una fiesta en mi casa, una

celebraciónmásprivada,mispadresestánenEuropaasistiendoaunaferiaytenemoslacasaenteritaanuestradisposición.¿Alguienseapunta?Debió esperar elmomento en que se hubieranmarchadoHarry y sus

amigos.Esomemolestó pormi hermano, pero entendí que no quisieradecírseloaMaxyalenigmáticoamigoqueparecíasusombra.—¿Otrafiesta?—dijoBeckysorprendida—.¿Esquenotienesbastante

conesta?¡Eresinsaciable,Mike!—Noesobligatorioir.Seráunafiestainformalparaungruporeducido.Estoseponíainteresante.LacasadeMikeeraelescenarioperfectopara

pasarunatardeagradable.Suspadresviajabanconfrecuenciaycuandonolohacían,pasabanlamayorpartedeltiempoensuapartamentodeNuevaYork.—Yosíquevoy—fuilaprimeraenresponder—.Túponlahoraqueyo

llevolosaperitivos.—Alasseisenpunto—indicó—.Tenemoslacasaparanosotrossolos

—memiróysonrióampliamente.Québien,todosiríamosalafiestaprivada.Nosotrascuatroyellostres,

yrecéparaquenoselohubieradichotambiénaEmmayaSarahcomovenganzahaciamí.LamayoríadelasfiestassecelebrabanenlaviviendadeMike. Según él, siempre había que celebrar algo. Su casa era lamásgrandeysuspadrescasisiempreestabanausentes.—Y ahora, ¿quieres bailar conmigo, Cris?—me dijoMike haciendo

unalevereverenciayofreciéndomesumano.—Sabesperfectamentequeno sébailar,Mike,nomegusta.Nohagas

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queterechace—contestésonriendo.Meagarródelamuñecasindecirpalabraymellevóarrastrándomedel

brazohastaelcentrodelapista.Nomesoltóhastallegarallí.Elespacioestabailuminadopormilesdelucesproyectadassobreelescenario.Mikemehizogirarhastacolocarmejustoenfrentedeélycomenzóamoverse.Meapretabaaferrándomeaélcomosileperteneciera.—¿PorquémehacesestoMike?—dijeriendo.—Porquequieroymeapetece,noseasaguafiestas.—Sabesquesolobailomúsicalenta.Agarrada,porseguridad—ahora

leestabavacilandounpoco.EnunsegundoMiketiródemícontalfuerzaquemeasusté.Mepegóa

su cuerpo y comenzó a mover sus caderas al ritmo de la música,balanceándome a mí también con su acompasado movimiento. Los dosbailábamossincronizados.Ibaadecirlequelabromayahabíaterminadocuandocomenzóasonar

AgainstAllOddsdePhilCollins,yalgocambió.—Yanotienesexcusa,niña.Músicalenta.No contesté.Mike aflojó yme colocó entre sus brazos agarrándome

porlacinturaydejandocaersutilmentesusmanos,queahoradescansabanal principio de mis glúteos. Su tacto era cuidadoso. Yo también cedí yentrelacémismanosasucuello.Diosmío,nuncahabíaestadotancercadeél,oliéndole, sintiendo los latidosde sucorazónydisfrutandodeél así.Me faltaba el aire.Mi amigo del almame había dejado sin respiraciónvariasvecesenunmismodía.Me envolvía con delicadeza manteniéndome muy cerca de él,

indecentemente cerca. Su roce electrizaba las terminaciones de todo micuerpo,ylasdemiropatambién.Fueronapenascincominutos,perotanintensosquedeseéquenoseacabarannunca.Comenzóasonardenuevolamúsicadediscotecarompiendolamagia.

JustoenesemomentoMikemeatrajomás fuertehaciaél, apretándome.Estabaquieto,sininmutarse.Yoestabadesconcertada.¿Quéhabíapasadoaquí?—¿Te ha gustado?—preguntó bajito y sin soltarme mientras seguía

rígidoconlabarbillarozandoligeramentemigarganta.—Nohaestadomal.¿Volvemosoqué?

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LABARBACOA

Me levanté más tarde de lo habitual, serían las once cuando aún meestabadesperezando.EsedíanometocabairalacafeteríadeltíoDavidy,además, me había saltado las dos clases que tenía esa mañana, así queestabalibre.Dedicaríalamañanaavaguear.Bajéalacocinadispuestaaenchufarlacafeteraparaservirmeuncafé

tripleconhieloyalgunagalletaparaacallarelestómago.Estabamolida,comosihubierasidoyounodelosjugadoresquedisputaranelpartidodeldíaanterior.Elentusiasmosehabíatransformadoenagotamientogeneraly no tenía ganas de hablar con nadie en ese precisomomento, peromimadre estaba en la cocina y rara vez desaprovecha la oportunidad parasacarmeinformación.—Buenosdíasmamá.Saludéestirándomedeformaexageradayenviandounaseñal,quepor

supuestonocaptó.—Holacielo.¿Quétalayer?¿Llegastemuytarde?Mimadreesperabarespuestasagarrandoconfuerzaunaenormetazade

caféconleche.Estabaacopladaplácidamenteenunodelostaburetesquehabía junto a la encimera y apoyaba sus codos sobre la isleta en unaposturaquemeresultabademasiadofamiliar.Esperabaquelerelatasecontodolujodedetalleslanocheanterior.—Sobrelascuatro—mentí,marcabanlasseisymediacuandoentraba

por la puerta, pero las cuatro me pareció una hora más prudente pararegresaracasa.Nodeseabaversuexpresióndereprocheporllegarmástardedeloqueellaestimabaconveniente.Lascuatroeraunahoraqueyaexcedíaholgadamentesuslímitestolerables.—Asíquelopasasteisbien—confirmóparasí—.¿Melylaschicasse

quedarontambiénhastatantarde?Esa era la fase de interrogatorio. Siempre me hacía las mismas

preguntas.Puesclaroquesequedaronhastaesahoray,sihubieraestadoporahíasolasconalgúnchico(queeraladudaquependíasiempresobresucabeza),tampocoseloibaacontar.Contuvelarabiaquemeproducían

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sus insinuantespreguntas.Avecespodíasermuyagobiante.Le respondíloquequeríaescuchar.—También, nosmarchamos a la vez, ademásMel y yo fuimos en un

solocoche.—Es verdad, pero podíais haberos encontrado allí con alguien, ya

sabes,tantagente…Ataqué conmis preguntas para contrarrestar su efecto.Adoraba ami

madreynosllevábamosbien,perocuandosefigurabaquepodíasalirconunchicomehacíasentiroprimida.—YWillyJane¿quétal?Visteisjuntoselpartido¿no?—Sí,perosemarcharonnadamásacabar,teníanqueiralaeropuertoa

recoger a la madre de Jane y no pudimos celebrar la victoria. ¿Habíamuchoambienteenelcampo?Porlatelevisiónparecíaabarrotado.Seguía expectante, quería que le relatara todo. Aquella no era una de

mismejoresmañanasynoestabaporlalabordecontarlemásalládelaspinceladas que necesitaba oír, pero a ella le gustaba el baloncesto casitantocomoamíymediopenaversuimpacienteeilusionadaexpresión.Cedíasucuriosidad,aunquesindejarquevislumbraramiatracciónporMike.Me apoyé con una sola pierna en el taburete que se encontraba justo

enfrente de ella y, haciéndome la interesante,mordí la galleta quehabíasacadodelfrasco.—Fue una locura, mamá. La gente no paraba de gritar. Becky la

primera,imagínate.¿VisteelpartidazodeMike?—meaniméadecir.—¿Cómonoverlo?Lobordó.—¡Metióveinticincopuntos!¡Yenunafinal!¿Telopuedescreer?—le

comentéorgullosaalrecordarlahazaña.—Aestenolevolvéisaverelpelo.—¿Quéquieresdecir?—alprincipionolaentendí,peroenseguidame

hicecargodelasituaciónycasimedaunpatatús.—Pueseso,queseguroqueselodisputanparajugarenalgúnequipode

laNBA.Yaloverás.Me bebí de un trago el cargado café y lo dejé caer en la encimera

provocandounruidosogolpe.—Hija,tencuidado,quelaencimeraesdepiedraperolatazano.

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—Perdón, ha sido sin querer.Voy a subir a darmeunbaño ¿vale?Tequiero,mamá.Lediunbesoantesdesubirescalerasarriba.Medolíalacabezacomo

si fuera a estallarme, pero si lo decía,me delataría sola.No quería quesupiesequebebímásdelacuenta,asíquemeahorréelcomentario.Mipadresiemprehasidounincondicionalseguidordetodaslasligas

debaloncesto,ymimadre,aunquesetrasladóaviviraSanDiegodespuésdecasarseconél,conocíaperfectamentecómofuncionabaelmercadodelosjugadores.SabíaqueMikesehabíapostuladoasímismoparaeldrafty, además, teniendo en cuenta su proyección, sería una de las primeraselecciones.Nohabíaquesermuylistoparasabercómojugaba.Mediounescalofríorecordarlaspalabraspronunciadaspormimadre:

«No volverle a ver el pelo». Mis presentimientos siempre habían sidocruelmentecerteros,yúltimamentepensabaquelascosasestabanapuntitodecambiar.Nohabíaquehacercasodelosmalospresagiosquepululabanporlacabezadeuno,peroesaidea,elúltimocomentariodemimadre,mehacíacreerseriamenteenmisdotesadivinatorias.Lasensacióndeinquietudseextendióportodoslosporosdemicuerpo.

Me introduje en la bañera con intención de detener el tiempo.Cerré losojosparaevadirme,paranopensarenelfuturocontantaansiedad.Denohaber ingerido tan alta dosis de cafeína, tal vez me hubiera quedadodormida,peroparamidesgraciayaerademasiadotarde.Mimadrellamóalapuertayconsiguióapartarmedemispensamientos.—¿Sepuede?TellamaBecky.¿Tepuedesponer?—Sí,pasa.Meestoydandounbaño.Noheoídoelteléfono.Beckyestaríanerviosaporlodeesatarde.Sabíaqueyomeencargaría

dellevaralgunosaperitivosyalomejormequeríaacompañar.—Hola,Cris.¿Puedeshablar?Sutonosonabaigualdefelizquesiempre.—Claro.¿Quétecuentas?—contesté.—Ayerquedasteenllevarlosaperitivos,¿teapetecequevayamosjuntas

yluegomeacompañáisacomprargolosinas?«Guay»pensé«nosvamosahartardechucherías».—Excelenteidea.SelodiréaMel,túhablaconBritneyynosvemosen

tucasa.

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Asintióydespuésnosdespedimos.Amediatarde,fuimoslascuatroacompraralgunosaperitivosparala

cena.ConsiderandolapersonalidaddeBecky,eraunerrorgarrafaldejaren sus manos aquel cometido. Para nuestra desgracia, todas habíamosalcanzadolosveintiúnañosyconelloelpermisoparabeberlibremente,adquirir responsabilidades y derechos como adultas, y bla, bla, bla, bla,bla.Eratodouncompromiso,segúndecíannuestrospadres.Esa tarde Becky se mostró especialmente ingeniosa. Más allá de las

gominolasolosnachosqueyaobrabanennuestropoder,quisoponerlaguindaagenciándoseunpardebotellasdealcohol.Intentamospersuadirlasin demasiado éxito. Cuando cogió la primera botella y la hizo girarcientoochentagradosmientrasqueconlaotramanosesujetabaenjarrasapretandolacintura,sabíamosqueyanohabríaescapatoriaposible.—NoBecky,mejorqueno—suplicósuhermanarealmenteconvencida.Britney cumplía a rajatabla la lista de recomendaciones para ser una

perfecta atleta y bajo ningún concepto estaba dispuesta a quebrantar lasnormas,ymenosunatangrave.Erademasiadorigurosa,laantítesisdesuhermana,quejamásteníaencuentasucriterioaunquetuvierarazón.—Túnotienesporquébeber—ledijomalhumorada,ymirándonosal

restonospreguntó—:¿Enquéfiestanohayalcohol?Melyyonosmiramos.Ensurostrohabíaunatisbodeduda.Lamisma

queteníayo.—NoséBecky,igualaMikelemolesta,yasabeslomuchoquesecuida

conesascosas—ledijeconlabocapequeña.—Bobadas.Teapuestoloquequierasaqueeselprimeroenbeber.MirédereojoaMelyellasuspiróvencida.—DeacuerdoBecky,cógelas,esperonotenerquearrepentirme—dije

alfin.Apriori,llevarunasbotellasdealcoholnoparecíalamejoridea,pero

trasmeditarlounamilésimadesegundo,llegamosalaconclusióndequesetratabadeunacelebraciónydecidimoscomprarlas.LlegamosacasadeMikellenasdebolsas.Lascuatrofuimosdirectasa

lacocinaaguardarelhieloyempezaraprepararlotodo,peroyaestabanFernando y Fred acaparando todas las superficies disponibles como sifueranadardecomeraunbatallóndecombate.Fred se encontraba en su salsa, le encantan las barbacoas, él es el

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paradigmadeltípicoamericano,amatodoloquenoscaracteriza:elcinedeHollywood, la comida rápida, los deportes con espíritu de equipo…pero las barbacoas, ¡santo cielo!No sé que tendrán que le privan tanto.Aunquevistodesdefuerapuedaparecerfrívoloysuperficial,Fredesuntipo estupendo,muchomásmaduroque lagentede su edad, siemprehagozado de una lógica aplastante, es coherente ymuy sensato, tanto que,cuando no nos ponemos de acuerdo y hay que escuchar las opinionesdisparatadasdetodos,esFredelquesiempretienelaúltimapalabrayalqueterminamoshaciendocaso.—¿Peroquéesesto?¿Esquenecesitáis todoelespacioparavosotros

solitos?—lesincrepétodadigna.Fernandome respondió lanzándome una hoja de lechuga que esquivé

hábilmente.—Ya estáis haciendo sitio—ordenóMel, dispuesta a hacerse con las

riendasdelacocina,sugrandebilidad.—Novoy a tener en cuenta tu agresividadporque estás lisiadoque si

no…¿Quétaltutobillo?—lepreguntéaFernando.—Varegular—respondióélsinlevantarlavistadelaensalada.Supusequeestaríadisgustado,realmenteeraunafaenanohaberjugado

lafinal,asíquenecesitabasabercómoestabadeánimo.Fernandoteníaatoda su familia en Nicaragua y vivía solo en una casita que fue de suabuela. Deseaba que se encontrara lo más arropado posible, y hacerlesentir que podía contar con nosotros cuando lo necesitara era miprioridad.—VengaFernando,anímate,noestésmustio,solohasidounpartido,el

restodelatemporadahasestadogenial¿verdad,Fred?LehiceunamuecaaFredparacaptarsuatención.Porsuertelacogióal

vuelo.—Es cierto, has hecho una gran temporada. Vamos a ver qué pasa a

partirdeahora,peroseguroquerecibesalgunaofertaquevalga lapena—lealentóFred.Él nos miraba encantado, al menos nosotros creíamos en sus

posibilidades.—Venga, dejad de lloriquear, a una mala bestia como Fernando le

querrían en cualquier equipo —soltó la imprudente Becky—. ¿Haycerveza?—preguntódespués.

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Fernando era como una mole de cemento que intimidaba incluso alpúblicoqueseencontrabaenlagrada.—Graciasportudelicadeza,Becky—dijoélanimándose.—Unplacer—contestóellarisueñahaciendounagenuflexión.AntesdequemedieratiempoapreguntarporMike,meestabatapando

losojosconsusgrandesmanosmuycercademí.Casisentísusvaquerosenmitraserorozandolosmíos.Hummm...—Mike,yaséqueerestú.Ereselúnicoquefaltaaquí.—FaltaEmma—dijoconintención.Misemblantedebiócambiardetalmaneraqueenseguida,conunarisa

nerviosa,seapresuróacorregirsuspalabras.—Esbroma.Telohascreído.—Amíplin—dije inclinandomicuelloaun ladoyponiendocarade

asco.Se acercó a cotillear el contenido de las bolsas, parecía un niño

abriendo los regalos el día de su cumpleaños.Lemiramos preocupadastemiendosureaccióncuandovieralasbotellas.Sacólaprimerayleyó.—¿Ron?Después,lentamentecogiólasegundaehizolomismo.—¡¿Tequila?!—Esparaacompañaralosnachos—sejustificóBecky.—¿Qué tienequever?Tenéismuchopeligrovosotras¿no?¿Dequién

hasidolaidea?¿Tuya,Becky?—preguntóinquisitivo.Todosnosreímos.Habíareaccionadomejordeloqueimaginábamosy

ya no teníamos de qué preocuparnos hasta que me miró y yo sí mepreocupé. El resto no pareció percatarse. Mike me contempló con unamuecairónicaymepreguntó:—Túsabeslosefectosquepuededesencadenaresto¿verdad?PorDios,¿porquémehacíaesapreguntajustoconelfocodelacocina

enfocandodirectamentehaciamí?—Sí,puedeshastavomitar—dijebruscamente.Dejédemirarleymeacerquéalosdemásparaseguirayudando.Todos

estabanencantadosconlareunióny,sinsabercómo,Melsehabíahechoconeldominiodelacocina.LoschicossalieronaencenderlabarbacoayBeckyyBritneysesentaronfueraconunacervezaenlamanodisfrutando

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del espléndido atardecer de San Diego. Mel y yo nos quedamos en lacocina terminando de colocar lo que quedaba y aprovechó parasonsacarmeacercademiencuentroconMaxenlafiesta.—¿Qué pasó ayer con Max, Cris? Fue muy comentado cuando os

largasteisparaestarsolos—preguntócuriosa.—Nada fuera de lo normal. Se mostró muy cariñoso, es un chico

agradable—me resultó encantador, pero no quería precipitarme y darleuna respuesta equivocada, así que no le daría demasiadas pistas por sicambiabadeidea.—Mikeparecíafurioso—siguióMel.—¿Enserio?Puesnoesmidueño.—Sí,peroyasabes,eressuojitoderecho.Bueno,entoncesquépasacon

Max,¿tegustaoqué?Mel me miraba expectante, dudando si debía alarmarse por mis

extravagantesgustos,oporelcontrarioyoseguíaestandocuerda.Maxlepareció un tipo misterioso, con un halo oscuro, ese que yo deseabadescubrirporsimplecuriosidad.Loconfieso,tambiénpormorbo.—Puede,noestoysegura.Esmuyenigmático¿noteloparece?Además

tieneunporróndeaños.—Selenota.¿Cuántostiene?—preguntóconrecelo.—Treinta.—¡No jorobes! ¿Treinta?Definitivamente es demasiadomayorpara ti

—sentenció.—Sí, quizá no sea buena idea tontear con él, pero es que es tan

tentador… cuando vea a Harry ya me contará. Últimamente apenashablamosynomeponealdíacomoantes.—Sí, sería buena idea que te contara algo de él —comentó Mel

pensativa.—A ver qué dice, pero si es amigo suyo supongo que será buena

persona,todossusamigosloson—conjeturé.—Noescomolosotros,amímeresultauntipoextraño.¿Porquécrees

queestáinteresadoenti?—Selopreguntaré—sonreí.—No me malinterpretes, pero un tío hecho y derecho, con aire de

millonetis…noparecequetengáismuchoencomún—dijoMelmientras

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traspasabaelhuecodelapuertaydirigíalamiradaalotroladodeljardín,donde el fuego de la barbacoa centelleaba y las risas de los chicos nosllegabancomounecoremoto.—Esapreguntameofende.¿Cuáleslarazónporlaquetúpuedasgustar

a un chico? ¿Quizá porque te vea atractiva? Las cosas a veces sonmássencillasdeloqueparecen,Mel.Enocasiones,nossentimosatraídosporpersonasquesonlaantítesisdenosotrosmismos.—Por supuesto que te verá atractiva Cris, no lo dudo, y no seas

desagradableporquenovoyporahí,merefieroalestilodevida,osveoincompatibles,esoestodo.—VamosMel,nomeningunees,mepodríaacostumbrarperfectamente

—dijeenguasa.Hizo una mueca de amargura y removió enérgica la ensalada.

Claramentenolegustabaaqueltipo.Desde la cocina se olían las deliciosas hamburguesas. Fuera caía la

tarde ofreciendo un tono anaranjado mientras el sol se acercaba alhorizonte. Salimos al porche para reunirnos con las chicas mientrasobservábamosalostrescorpulentoscampeoneslidiandoconlasbrasasdelabarbacoa.Prontoterminaronytrajeronmáscomidadelaquenosotrasseríamos capaces de ingerir en unmes entero. Fernando sudaba la gotagorda,Fred sujetaba la enorme fuente de comidayMike se hallaba trasellosconexpresiónsonriente.—¿Hambrientas? —preguntó Mike, suponiendo que teníamos el

estómagoapruebadebombaigualqueellos.—Estamosmuertasdehambre.¿Faltamucho?¡Queremoscomerdeuna

vez!—dijoBecky.—¡Tranqui!Nohayprisa,disfrutemosdemicenafavorita,lanochees

joven—comentóFred.Hubiera estado feo no probarlo todo. Excepto Britney, que como

siempre llevaba su particular dieta, el resto hicimos un esfuerzo porvaciar la bandeja y, gracias a la ayuda de los chicos, casi no quedaronrestos.Erasorprendentevercómolograbaningerirtalcantidaddecomidayseguircomosinada.—Saca el helado y las chuches Becky —dijo Mel cuando por fin

acabamoslafuente—,yrematamos.Parecequeloschicossehanquedadoconhambre.

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—No puedo más —dije despatarrándome en la silla y dejando caerpiernasybrazoscomosiestuvieramuerta.—¡Y trae el tequila también, que es digestivo!—grito Fred con voz

taimada.Beckydioun respingode la sillay sedirigióa lacocinacorriendoa

cámaralenta.Estuvimosdetertuliadespuésdecogerunpedoconsiderablegraciasa

los efectos del ron y el tequila. Mel se tumbó en el césped a ver lasestrellasque, segúnella, semovíancomosi seestuvieran jugandoenelcielo doscientos partidos de béisbol. Britney pasó la noche abstraída,metidaensuspensamientos.Luegodecidiómarcharse.—¿Yatevas?—preguntóMel.—Sí,¿osvenís?—preguntóBritneydandoporfinalizadalareunión.—Mejor nos quedamos un rato a ver si se nos pasa la cogorza que

llevamos—contestóMel.Fernandoseunióaella.Aunquelointentónoconseguíaanimarse.Mike

y Fred le aseguraron que era imposible, pero le atemorizaba quedarsecolgadoynotenerequipolapróximatemporada.Nopodíaquitárselodelacabeza,esepensamientolemortificódurantetodalanoche.Seguroqueenunosdíaslapequeñalesióndesaparecería,lomismoquelasanteriores,yrecibiríaprontounallamadahaciéndoleunabuenaoferta.—Yotambiénmedoyelpiro,colegas—anuncióFernando.Mel,Becky,Fredyyoseguíamosallí.—Estupendochicos,soisunosrajados.¿Nadiesepiensadarelbañode

medianoche?—preguntóMike,decididoaprolongarlafiesta.Sonababien,peroyonomehabíatraídoelbikini,asíquemequedaría

sentadaviendocómosebañabanellos.Becky yMel lo llevaban puesto debajo de la ropa y Fred yMike se

apresuraronaponerseunbañador.Unavezataviadoscorrierondirectosala piscina a tirarse de cabeza. Yo me quedé observándoles como unasimple espectadora, estaba sentada en la misma silla, con las piernasapoyadasenotroasientoquemehabíacolocadoenfrenteparacontemplarelchapuzón.Las lucesqueenfocabanalcentrode lapiscinaeran tenues,y la luna,

que se había partido en dos, ensalzaba a esa distancia la silueta de losvalientesbañistas.

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Ver a Mike en bañador era un espectáculo mayor que verle encestarveinticinco puntos en una final. Las proporciones de su cuerpo eransencillamente perfectas y elmoreno afroamericano que daba color a supielsiempremepareciófascinante.FredmetiótímidamentelacabezadeMelhaciéndoleunaahogadillayla

sostuvo en esa posición durante breves instantes. Fueron interminables,porque a pesar de queFred permanecía junto a ella sin rozarla,Mel nosalíaalasuperficie.Élrápidamentetiródesubrazohaciaarribadispuestoa hacerle el boca a boca. Yo me incorporé asustada poniéndome en lopeor.—¡Mel!—gritóFredconuntonodeterrorquemeestremeció.Melserio.Estababorrachacomounacuba.—No vuelvas a hacerme eso. ¡Me has dado un susto demuerte!—le

increpóFredcabreado.—¿Quenotehagaqué?—exclamóellasorprendida—.¡Perosihassido

túelquemehashechounaahogadilla!Mirándose él y Mike repentinamente, dijeron algo que no alcancé a

escucharysalierondisparadosdelaguahaciadondeestabayo.—¡No,no,no,no,no!¡Porfavor,no!¡Nohetraídobañador!Mientras me sostenían en volandas llevándome a la piscina, logré

quitarmelassandaliasquellevabapuestas,peronoestabaporlalabordedesprendermedelosvaquerosnidemicamisetablanca,pormuydiminutaque fuera. Caí al agua como una explosión. Estaba templada. El sol lahabía calentado durante el día y aún se notaba cálida. Me extendí bocaarribaflotando,yobservé, igualquehabíahechoMelsobrelahierba, labellezadelcieloestrellado.Podíamedirminiveldeborracherasegúnsemovían los puntitos proyectados sobre mi cabeza. Solo algunos hacíancírculos sobre sí mismos. Sabía que esa visión solo era un espejismocreado por mi embriaguez. Bueno, no estaba ebria, tal vez un pocoachispada. Entorné los párpados y floté hasta quedar somnolienta. Depronto sentí su aliento a escasos milímetros de mi cara. Abrí los ojosvolviendorepentinamentealapiscina.Mikememirabasonriente,conlosdientestanblancoscomolalunaquehabíasobrenosotros.—¿Porquénotequitaslaropa?Estarásmáscómoda—medijoriendo.—¿Porquénotevasalaporra?—lecontestéhaciéndomelaenfadada.—Puesentoncessalgamos,novasaestarasíaquídentro.

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—Ah,fenomenal,ahoraquehabéishecholagracianosvamos¿no?—Exacto.Peronosoytancruel,tedejaréalgodemimadreparaqueno

estésempapada.—Muyamableportuparte.Muchasgracias.—Nohaydequé—contestó,yfueabuscaralgoderopa.Tardó lo indecible en seleccionar lo que yo hubiera tardado dos

minutosencoger.Aparecióconunosvaquerosyunacamisetaparecidaala que llevaba yo. Le dije que podía haberme dejado un bikini antes detirarmealagua.—Entonces,¿dóndehubieraestadoladiversión?—contestóburlón.Se había hecho tarde, pero por alguna extraña razón, seguíamos allí

sentados.Beckyrellenólascopas,estavezsinalcohol,nodeseabatentaralasuerteyqueacabásemostodosconuncomaetílico.Perdílacuentadeloquehabíabebido,mesentíamalporello,peroestábamosfelices,lachispaaúnnohabíadesaparecidoenningunodenosotros.Mikeestabasentadoamiladoapoyadosobremirodillayabsortoensusreflexiones.ViocómobostezabaMel.—Estoesunafiesta—nosrecordó—,soisunosmuermos.MelseechóareíryFredaprovechóesemomentoparapreguntarle:—¿Cuándo piensas soltarlo,Mike?Deberías hacerlo antes de que nos

vayamosadormirlamona.Todos le miramos impacientes. ¿Qué tendría que contarnos? Yo le

animé.—Notehagasderogar,¿quénostienesquedecir?Después de un silencio que se me hizo eterno, levantó la mano y se

decidióacontarlo.—Aver,nosépordóndeempezar,Fredsehaidodelalenguaantesde

tiempo.Herecibidounsoployesperoquemehaganunabuenaoferta.—¿Oferta?¿Dequién?¿Paraqué?—preguntéllenadetemor.—De losPhoenixSuns para jugar en laNBA, pero aún no hay nada,

solo rumores. Espero que salgan en buena posición cuando se haga elsorteoyseaverdadquetengoposibilidaddequemeelijanopujenpormí.Noestaríatanlejosdeaquí.A pesar de faltar dos meses escasos para el sorteo del draft, no me

queríadarporenterada.SegúnFred,Mikeeraelescoltaanotadorperfecto

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que necesitaban los Suns.Mis corazonadas comenzaban a tener sentido.Temíaalgoasíantesdequemimadrevaticinaraloquemissospechasmedecíanagritosdesdehacíaun tiempo,perodebíaalegrarmeporélynosertanposesiva.Recordéquehabíansidomuchaslastardesquepasamosjuntos,muchos

los hechos que solo conocíamos los dos, pero los recuerdos sedesvanecíanalimaginarleconnostalgiaaquinientoskilómetrosdedondeyo me encontraba, ya le empezaba a echar de menos antes de que sehubieramarchado.—Pero eso es muy bueno ¿no? ¿Por qué tienes esa cara? ¿No estás

contento? —conseguí decir haciendo un enorme esfuerzo por parecerentusiasmada.—Claro que estoy contento, emocionado diría yo, pero me da pena

largarmedeaquí.Era evidente que todos teníamos sentimientos encontrados. Había

llegadolahoradeencauzarnuestrocaminoy,aunquenodeberíaserunasituacióntraumática, lasemocionesde todosestabanaflordepiel.Mikemeacariciólosdedosylosenvolviócondulzura,solíatocarmeasí,concuidado, como si tuviera entre las manos un jarrón de porcelana. Elasombroso contraste de su color de piel con el pálido aspecto del míoactivabaunaatraccióndifícildedescribir.Ningunodelosdospronuncióunasolapalabra.Elsilenciolodecíatodo.Habíasidoelmejorcompañerodeviajedurantelosúltimosañosynoqueríaimaginarmeelfuturosinél.—¿Cuándoteirías?—lepreguntécontemor.—Nolosé,elsorteoseráafinalesdejunio.Apartirdeesemomentola

suerteestáechada.Debía alegrarme, hacer un descomunal esfuerzo por sentir felicidad,

peroestabaaterrada.Otraspersonassecruzaríanensucaminoy,sitodoseguíasucauce,ladistanciaseconvertiríaenolvidoinevitable.Noestabapreparadaparanovolverleaver.—EsperoquetengastodalasuertedelmundoMike,telohasganado—

ledijedándoleunbesocariñosoenlamejilla.Nosfuimoslevantando,lareuniónestaballegandoasufin.Melestaba

hechapolvo,seestiróbostezandodenuevoyFredlehizoesascosquillasen la tripa que tanto lemolestaban.Ella no se quejómucho, debía estarrealmentemal.

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—Ahorasíquenosvamos¿no?—preguntóBecky.Buena hora para irse.A pesar de los sinsabores, lo habíamos pasado

bien.Todosnoslevantamosparadirigirnosa laentradadondehabíamosaparcadoloscoches.—Vaya, qué amigos tan considerados tengo. Todos a la vez no, por

favor,puedoyosolo.Nos quedamos de pie unos instantes sopesando si ayudarle a recoger.

Exceptolasfuentes,casitodoeradeplástico.Iríadirectamentealabolsadebasura;aunasí,pensabaecharleunamanoantesdesalirdeallí,peronohizofaltamiofrecimiento,Mikeseadelantó.—Bueno, Cris, ¿te quedas un rato y me ayudas? Los demás no me

hacéisfalta,ospodéislargar—dijoenseguidadespidiéndosedelresto.—Por supuesto Mike, yo me quedo. Esto nos lo ventilamos en un

momento.Me lanzó una mirada de desaprobación. ¿Acaso no quería que lo

recogiéramosrápido?Alomejorno.Nosdespedimosdeellos.Mikelesacompañóalapuertayyolesseguí.

Estabanerviosaporquedarmeasolasconél.Lohabíamoshechomilesdeveces, pero esa noche estaba siendo especial.Todo lo veía diferente.Laforma en que me hablaba, su manera de mirarme... Quise apartar esaselucubraciones demi cabeza, perome resultaba difícil, cada vez que lointentabatodovolvíaaparecermeigual.Nos habíamos quedado solos y su semblante era serio. Nunca estaba

serio.Inclusocuandolascircunstanciaserangravessiempreleencontrabaelladopositivoatodo.—Siéntate —me dijo sin darme la posibilidad de contradecirle—,

enseguidavengo.Meacurruquéenunasillaconlasrodillasapretandomipechomientras

leesperaba.Volvióconvasoslimpiosylabotelladedoslitrosdelimón.Esta vez sus facciones parecían relajadas; en cambio yo, nerviosa,comencéapellizcarmeloslabios.Élnonotómiinquietud.—Noquieresqueseacabelafiesta¿verdad?—lepregunté.—Lo cierto es que no. ¿Estás a gusto? ¿Quieres que suba a por un

jersey?—Nohacefalta.

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¿Quéestabapasando?¿Queríadecirmealgo?¿Noseatrevía?—¿Teha sentadomal que no te dijera nada de losPhoenix Suns?No

quería precipitarme por si al final no sale adelante. Te lo iba a decircuandosupieraalgofirme.Fredesunbocazas¿sabes?Yamelaspagará.¡Ah! Era eso. Temía que me hubiera enfadado y, de alguna manera,

deseabadisculparse.—¿Por qué me iba a sentar mal? Lo entiendo perfectamente Mike,

además, por lo que ha dicho Fred, aún no hay nada definitivo, ¿no?—preguntéesperanzada.—Nadaporahora.—Puesyaestá,asuntoaclarado,aquínadieestámolestopornada.Mequeríalevantarpararecogerymarcharmeantesdearrepentirmede

algunalocura.—¿Yteenfadaríasconmigosimemarchoesteverano?–preguntócon

voztemblorosa.—¡Estásloco!¿Porquémeibaaenfadar?Estuvida.Tufuturo.Sontus

decisionesy las tienesqueafrontar.Si loquerealmentedeseasesseguirjugando al baloncesto debes intentarlo.Muchos darían lo que fuera porquelesfichaseunbuenequipo.—Vale,me dejasmás tranquilo sabiendo que aprobarías una decisión

así.—De todas formas, tampoco es tan importante lo que yo piense —

comenté.—Paramí sí. Lo sabes—dijomirándome fijamente con sus intensos

ojosnegroscomoelcarbón.Estabainsoportablementeguapo.Lanocheparecíamágicay,sinohacía

algo para remediarlo, me lanzaría directamente a su cuello paracomérmeloabesos.—Vamosarecogeresto—dijesaltandodelasilla.Estaveznoledejé

posibilidaddellevarmelacontraria.Comenzamos a recoger las bandejas. Se movía pausadamente, estaba

pensativoycaminabaensilencio.Mecruzabaconéldecaminoalacocinacuando se dirigía hacia el porche. La situación era tensa. Los dosparecíamos incómodos.Quise terminarcuantoantesparadesaparecerdeallí,peroenunodemisviajeshacialacocinaMikemedetuvo.Llevabala

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jarradeaguaenmismanosymipasotorpemeimpidióesquivarle.Estabatancercadelaparedcuandomesorprendióquemeviobligadaaapoyarla espalda en ella. Mike estrechó sutilmente el perímetro posando laspalmasdesusmanosaamboslados.—Cris, ¿sabes cuánto te deseo? —me dijo despacio, con la mirada

intensa y casi en un susurro—, estamos solos, mis padres no volveránhastalasemanaqueviene.Quédateestanoche,oalmenosquédateunrato.Estaba nerviosa, asustada. Los latidos demi corazón se escuchaban a

kilómetros de allí. ¡Oh! Parecía que la habitación se estaba moviendo,zarandeándosesincompasión,eracomosiestuviéramosmontadosenunaagitada noria.Me costaba respirar y las piernas me temblaban. Lomásdoloroso era saber que Mike estaba bebido, además, tenía miedo deestropear una bonita amistad. Más que eso, ¡era mi mejor amigo! Miamigodelalma.Losopeséduranteunossegundosantesdelanzarmedeunmodoirresponsable.Meapetecíatantocomoaél,talvezmás.Sí,muchomás,pero…—Nocreoqueseabuenaidea,Mike—meescuchédecir.—Esoesunrechazoentodaregla¿no?—No, estás borracho, desearía que si me propones algo así fuera

estandosobrio,aunqueenesecasoigualnoloharías.Soloeso.—Yaveo, estás rehuyendo.Lo siento, penséque…mehabía parecido

quetútambiénsentíasalgo.Meheequivocado,perdona.—NoesesoMike,teloestoydiciendo,nosésiesbuenaideaymenos

habiendobebido.—¿Creesqueestoyborrachooesunaexcusa?—dijoapesadumbrado.—Quizáseanlasdoscosas.—Puesteaseguroqueestoyperfectamente—meaclaródesanimado—.

Ahoraloentiendo,eseseMax.Agaché la cabeza para esquivar sus brazos sin responder a su último

comentario.Hubierasidoinútil.Terminamosderecogerenunsilencioviolento.Lamayorpartedemis

terminaciones nerviosas me empujaban a quedarme allí, pero miprudencia,lapequeñadosisdecorduraqueaúnexistíaenmí,meincitabaa marcharme apresuradamente. Desconocía cómo podía sentirse y,egoístamente,preferíanosaberlo.Encambioyo…recapacité,¿cómomesentía yo? Pues como siempre, como una auténtica imbécil. No estaba

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segura de si estábamos preparados para hacerlo, aunque siendo sincera,eramiridículaactitudloúnicoqueloimpedía.Mecuestionélorealmenteimportanteenunasituaciónasí;paraserhonesta,loprincipaleratenerloclaro, estar completamente convencida de querer dar ese trascendentalpaso.«Querer», en ese momento era una palabra demasiado amplia, pero

claroquequería,lodeseabamásquenadaenelmundo.Enaquelinstanteme hubiera rendido a sus pies pero seguí dudándolo durante un rato.Anduve indecisa hasta que entré en el coche, al que me acompañó enabsolutomutismo.Enelfondonosabíaloqueprefería;siteníalasideasclaras,¿porquénomedabalavueltaymandabaalamierdamisensatez?Pero es que en el fondo, las ideas no las tenía tan claras.Mi procederestabasiendotanabsurdocomodecostumbre.—NosvemosCris—medijocondulzura.Ya no era necesario que lo reconsiderase. Había desaprovechado la

ocasiónperfecta.—GraciasMike.Hablamosmañanadespacio.—Cuandoestéspreparada,siesquequieresquehablemosdeltema.Sedespidiódemíconsuternurahabitualydespuéslevimontarseensu

flamanteHarley,laarrancóy,trasvariosacelerones,seperdióvelozmenteenlalejaníaendirecciónopuestaalaqueyotomaríapararegresaracasa.Mesentífatal,sabíaqueMikerecurríaalavelocidadsiemprequeestabafurioso, ahora debía estarlo y necesitaba sentir el viento contra su caraparaolvidaresemomento.Mientrasvolvíaamicasa,noparabadearrepentirmepormiformade

actuar.¿Quétemíaenrealidad?Miactitudindecisaprovocabasiempreunefecto devastador. Mike era tan cariñoso, tan arrebatadoramenteatractivo…perolomásespectacular,loquemásmeatraíadeélmásalládelaspectofísicoerasuformadeser.Tierno,comprensivoybueno.Lomejorquepodíaofreceresqueeraunabuenapersona.Estabaconfusa.Intentéconvencermeamímismadelocontrarioperolo

cierto es que había cometido un gran error, más que eso, era unaequivocaciónterriblerechazarledeesemodo.Tendríaquehacerungranesfuerzopararecuperarledenuevo.Loprimerocomoamigoydespués,¿desearíaélvolveraintentarlo?Seguroqueno,¿quiénquerría?Quisedarlavuelta,regresar,disculparmeyfundirmeensusbrazos,perograciasa

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miestúpidareacción,élyanoestaríaallí.Llegué a casa rota. Destrozada por dentro y con un aspecto horrible.

Enfilé lasescalerasysubírápidamente.Mispadresestaríanyaacostadosperocomonoqueríacorrerriesgos,cerrélapuertadetrásdemíyechéelpestillo.Enmihabitaciónestaría sin testigos, aislada, sola.Sola.Asímequedaríacomosiguieraactuandodeesemodo.Reparéenmisiluetareflejadaenelespejoconelpantalónylacamiseta

delaseñoraSmith.Meentrópánicoalrecordarquetendríaquedevolveresaropa.Nosoloeso,tambiénteníaquerecuperarlamía.Tapémisojoscon las manos y me dio un vahído. Debía enfrentarme a él. Tarde otempranotendríaquehacerlo.Me desnudé y quedé sin más atavío que mi propia piel. Acerqué los

vaqueros ami cara.Olían a cloro.Miré a ambos lados de la habitaciónbuscandoalgo,pensando«cuantoantesacabaseconestomejor».Mecubríconunchándalybajéalcuartodelacoladaabuscareldetergenteysubíotravezcorriendo.Diun lavado rápidoa lasdosprendasquemehabíaprestadoylaspuseasecarenlabarradeladucha.SeguramentemañanaestaríansecasypodríallevárselasaMike.Conlaexcusadelaropapodríaafrontarlasconsecuenciasdeunanoche

rara. Le quitaría importancia a lo sucedido e intentaría comenzar denuevo.Depuroagotamientomequedédormida.

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LAMALANOTICIA

Por suerte, mis padres se habían marchado de excursión con susinseparablesamigosJaneyWill,ymeencontrabasolaencasa.Me levanté a las mil con el ánimo por los suelos y una profunda

sensaciónde tristeza.Estaba completamente arrepentida, pero apesar detodo,queríacontodasmisfuerzassubsanarlasmalasdecisionesquehabíatomado la noche anterior. En ese momento, después de reflexionar yteniendoporfinlacabezadespejada,estabadispuestaahablarconMikeyexplicarleloquenosupedecirlelavíspera.Cogíelteléfonoparallamarle,marquésunúmeroyesperéimpaciente,

peronocontestónienelmóvilnienelfijo.Penséquenoquerríahablarconmigo, parecía natural, quizá todavía no estuviera preparado. Claro,¿acasounareaccióncomolamíapodíaquedarimpune?Porsupuestoqueno,yoenlamismasituaciónnolehubiesecontestado.Penséentoncesenacercarme a su casa y devolverle la ropa prestada. Hablaríamostranquilamente, sí, eso haríamos, sime presentaba de improviso allí notendría más remedio que escucharme; además, con un poco de suerte,estaríamossoloslosdos.Sabíaquesuspadresnovolveríanhastadentrode unos días y, comomucho, podía encontrarme con Fred o Fernando,pero eso ahoramismo era lo quemenosme importaba, ellos formabanpartedemifamilia,quizásupresenciameimpidierasincerarmeconMikeperoalmenostendríaocasióndeverleysuperareseprimerencuentro.Dios,deseabatantoqueMikeolvidaralodeldíaanterior…lodeseaba

con todas mis fuerzas. Estaba muerta de miedo, pero aun así, debíaenfrentarmeaello.Memetíenelcocheymedirigíasucasaconlaropade sumadre como excusa principal. Durante el camino pensé lo que élhabíasupuestoparamí.Mehabíasentidomásvivaquenuncadesdequeleconocí y parecía que ahora, por una razón o por otra, todo se iba adesvanecer.Cuandollegué,comprobéquelapuertadelaverjaestabaabierta.Miré

alrededor,buscándole,peronolevi.Meintrodujeenlacasacomosifuerauna intrusa.La rodeéhasta llegaralporchedondeaúnseencontrabamiropaylaluzencendidadesdelanocheanterior.

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Misvaquerosymicamisetaseguíanenlamismasilla,sehabíansecadoya,perocogerloenesascircunstanciashubiesesidounactodecobardía,asíquelodescarté.—¿Mike?¿Estásencasa?¡HolaMike,soyCris!No contestó.Ono estaba en casa, o no tenía ningún interés enhablar

conmigo.Nomeatrevíasubirlasescalerasporsimeencontrabaconélcaraacara,aunquelomásprobableeraquesehubieramarchadoadormiralpisodeFredparaapaciguarsuspenas.Pesarosa,medimediavueltayregreséacasaconlaropadelaseñora

Smithyunagrandesilusión.Mesentédelantedeltelevisorconunabolsagigante de grasientas patatas fritas y un paquete de pañuelos de papel allado,porsilasmoscas.A veces la tele es una auténtica porquería, sobre todo cuando lo que

necesitas son cosas queno te denquépensar. Ibapasandodeun canal aotro,yaotro,yaotro…Unapelidetiros,otramelodramática,concursosy más concursos. ¿Dónde están las películas románticas cuando lasnecesitas?¡Ah!porfinencuentrouna.EmpiezaTitanic.Mevale.Nada más acurrucarme enfrente de la televisión comenzó a sonar el

teléfono.Yotampocoqueríahablarconnadie,peroaunasílocogí.¡JoderMike!¿Dóndecoñoestás?—Diga—contesté sin dejar entrever enmi entonaciónmi deplorable

estadodeánimo.Másquenadaporqueaúnnosabíaquiénera.—HolaCris,soyMel.—Ah,Mel.Hola,¿quétal?—Yobien,¿ytú?¿Quétalayer?Nosabíasillamarteatucasaoalade

Mike.—¡Ja!Mequedésolounrato.Recogimosyenseguidamemarché.—JoderCris,quésecasuenas.¿Vatodobien?Guardésilencio.Sopesando,calculandomirespuesta.—NoMel,todovadepena.Estoesunamierda.—¡Tranquila!Empiezaporelprincipio.¿Quéhaocurrido?¿Hapasado

algoconMike?Ayerestabamuy….solícitocontigo.—Demasiadoatento,sí.Tantoque,bueno,quemehizounaproposición

indecenteyledicalabazas.—¿Porqué?¿AMike?¡Peroquéhashecho!¿Yahoraqué?

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Nonecesitabaque llegaraMela reprocharmemicomportamiento. ¿Yahoraqué?Esoqueríasaberyo.—Noconsigolocalizarle,¿túsabesalgodeél?—Puesno.¿Perolehasllamado?—Claro,yheidoasucasaynoestá.HesupuestoqueestaríaconFred.

MiraMel, no tengoni ideay estoyhechapolvo.Esperoqueno se hayaenfadadomuchoconmigo.Soytanestúpida…—No te preocupes Cris, yo te entiendo. ¿Qué fue lo que te dijo

exactamente?—preguntócomprensiva.—Yasabes,mecortóelpasoymedijoque…enfin,eso.—¿¡Quequé!?¡Teexplicascomounlibroabierto!—exclamóexaltada.—Pues eso, queme deseaba y que pasase la noche con él, o un rato,

vamos, que echáramos un polvo. ¿Me entiendes ahora? —aclaréincómoda.—Estásunpocoexcitada.¡Quésuerte, tía!¿Ylerechazastedeverdad?

¿En qué narices estabas pensando?—me preguntó echandomás leña alfuego.—Pensabaenqueestababorrachoyquenoeraelmomento.—VengaCris,amínomevengasconesas.¿Borracho?¡Perosiapenas

bebió!—BebióMel,bebióymucho—mejustifiqué.—¿Dequétienesmiedo?¡Estáloquitoportushuesos!Ycreoquetúpor

lossuyosaunquenoloreconozcas.—Puede.PeronoséMel,mepillódesopetón,esmiamigoyverleen

esaactitud…¡memuerodevergüenza!—confesé.—Por Dios Cris, no fastidies, la vergüenza se te pasa después del

primer día. ¿Me lo estás diciendo en serio?—me increpó haciéndomesentirtodavíamásestúpida.—¿Túquécrees?¿Mevesdecachondeo?—No.—Puesyaestá.BuenoMel,hablamosluego¿vale?—ledijezanjandola

conversación.—Adiós, relájate.Te llamomás tarde, y si te apetece hablar antesme

dasuntoque.—Hastaluego—medespedí.

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AlcolgaraMelmequedémástristedeloqueestabaantesdehablarconella. Intenté concentrarmeen la películaperono lo conseguí.Mi cabezadabavueltasatodolosucedido.Igual era buena idea llamar a casa de Fred, aunque pensándolo

fríamente talvezno lofuera.¿YalmóvildeFred?Estabaenfrascadaentodosesospensamientoscuandosonódenuevoelteléfono.Contestécontemor.—¿Sí?—Cris,soyFred.Porunmomentomealegrédequefueraélquienmehubierallamado.A

mí me faltaba valor para hacerlo por si se encontraba en compañía deMike.—HolaFred,¿quétal?Esperé a que fuera él quien me dijese algo, que me recriminara mi

comportamiento,oquehiciesecomosinohubierapasadonada.Algo,loquefueraperoalgo.—Mal,Mikehatenidounaccidente.Me quedé en silencio. Intenté hablar pero no pude. El aire no podía

traspasarmásalládemigarganta.Nopodíaser,noqueríaquepudieraser.Ahoraloentendíatodo.—Cris,¿estásahí?—suvozsonabaapagada,sinfuerza.Meesperabalo

peor.—¿QuéhapasadoFred?¿¡Quélehaocurrido!?—losabíaantesdeque

contestase,lamalditamoto.—Ha tenido un accidente, se ha estampado con la moto. Le han

encontradoestamañanamuycercadesucasa,inconsciente.Estabatiradoenlacuneta,nisiquierahabíallegadoaalcanzarlacurvapeligrosaenlaquesiempretienetantocuidado.¿Adóndedemoniosiría?—¿Dóndeestá?¡Tengoqueverleahoramismo!—gritéaterrorizada.—Está en el hospital SharpMemorial. Fernando y yo estamos con él

ahora,suspadresyaestáninformadosyllegaránseguramentemañana.—¿Estádespierto?¿Quéhadichoelmédico?–preguntéconmocionada.Noquería escucharlo.Temía quemedijera lo peor y, tristemente, así

fue.Mesentíresponsable.Terriblementeculpable.—Está en coma, Cris. Puede que no se despierte. Traumatismo

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craneoencefálico.Tambiénseharotoeldedoíndicedelamanoizquierda,en realidad, ha tenido una pequeña fisura, pero han dicho que eso sesoldará solo, no es grave, aun así, se lo han entablillado. La moto haquedadohechaañicos.No,porelamordeDios,encomano.Nopodíasoportarlo.Meechéla

mano a los ojos, tapándolos, odiándome a mí misma por lo que habíapasado.Mesujetéalamesaparanotrastabillar.—Voyparaallá.Había recibido la noticia más espantosa de toda mi vida. Yo era la

causante, me sentía responsable del mortal accidente. ¿Qué ocurriríacuandoabrieralosojos?¿Ysinuncalosabría?¿Cómopodríaarreglarlo?Erademasiadotarde.Penséquéhubierasucedidodehabermequedadoallí.Estaba claro, esto no hubiera pasado. Nos habríamos divertido, esoseguro,pero¿ydespués?¿Quéhubiesepasadodespués?HabléconMel,yconBecky,luegoconBritney.Tambiénselocontéa

mamá.Melsequedódeunapieza.CompartíaconmigoelsecretoquetalvezMikese ibaa llevara la tumba.No,no,no.Nopodíapensarasí.Nisiquieradebíaimaginarlo.Todosearreglaría.Debíaguardaralmenoslaesperanzadequedespertara.Suspirabaporque todovolvieraasercomoantes,aunqueenelfondosabíaqueyanadaseríaigual.CondujeagranvelocidadporlascallesdeSanDiego.Devezencuando

aflojaba,asabiendasdequepormuchoquecorrieseélnoabriríalosojos.Noporahora.Llegué al hospital en un santiamén. Fernando y Fred se encontraban

junto a Mike con la cara descompuesta y cientos de interrogantes.Aborrecía la idea de enfrentarme a sus preguntas. No estaba preparadaparacontestarlas.Niahoraninunca.TalvezestabadispuestaaaclararloquefueraconMike,cualquiercuestiónalrespecto,peronoconellos.Meodiaríanconrazón.—¿Quépasó ayer,Cris?—Fred fue el primero enpreguntar—.Tú te

quedasteconél.A pesar de mis inseguros pensamientos, sus palabras no sonaban

acusadoras.Alcontrario,sabíaquealfinalnosquedamoslosdossolosyeralógicoquemehicieraesapregunta.—Nopasónadaespecial.Estuvesóloun ratomás.Recogimos rápido.

Todo fue directamente a la basura salvo tres o cuatro cosas. Luegome

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marché a casa y él semontó en lamoto.Nome dijo adónde iba. Le vimontarsesinmáscuandoyoyamehabíasubidoalcoche.—¿Discutisteis?Élsuelecogerlamotocuandoalgonovabienyaesas

horas supongo que tendría una razón de peso. ¿Ocurrió algo?¿Regañasteis?¡Dialgo,Cris,ayúdanosaentenderloalmenos!Pensé la respuesta durante breves segundos. No me sentía capaz de

explicarlesaellosladesconcertantesituaciónquehabíavivido.No,aFredyaFernandono;siquería,debíacontárseloMike.—¡Que no Fred, que no! No pasó nada en absoluto. Te lo acabo de

decir,creoquebebiómásdelacuenta.Aunquefueranunpardecopasélno está acostumbrado. Además, está nervioso por lo que pueda pasar apartirdeahora,aúnnosabedóndevaajugar,notieneclaroloquevaahacer,sisevaatenerquemarchar...Estáalterado.Demasiadasemociones.—¿Yquévaapasarconeldraft?—preguntóderepenteFernando.—¡A lamierda eldraft! ¿Aquién le importa ahora eldraft? ¡A veces

pareces….!—Fred le fulminó con lamirada. Fernando se calló, dio unpaso atrás y bajó la mirada al suelo, arrepentido por sus inoportunaspalabras.—Perdonacolega,esqueestoyhistérico—sejustificóFernando.—Locomprendo,notepreocupes.Yotambiénestoytrastornadoynosé

loquedigo.Losiento—replicóFred.Se escucharon varias pisadas en el pasillo. Avanzaban a paso rápido,

peroel sonidocesóensecodelantedenuestrapuerta.Los tresmiramoshaciaellaesperandoquealguienentrase.Pasaronunossegundosantesdequelaviéramosabrirse,despacio.LaprimeraenentrarfueBecky,seguidadeBritneyypor últimoMel, que se había quedado rezagada.Noqueríacruzar la mirada con ella, al parecer, tampoco Mel lo deseaba, perofinalmentenoseaguantóymemirófijamente.Suexpresióndetristezamederrumbó. Se acercó directa amí yme dio un fuerte y sentido abrazo.Estaballorando.—NolloresMel,seguroquesepondrábien—dijetranquilizándola.A

mítambiénsemehabíanllenadolosojosdelágrimas.—EnestoscasosnuncasesabeCris,puedepasarcualquiercosa.Ninguno de los que estábamos allí presentes hicimos ningún

comentario. Sabíamos que tenía razón. Podía tardar tres días endespertarse,tresmesesoveinteaños.Nadiepodíasaberlo.

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FernandoeraelchicomásinoportunoquehabíaentodoCaliforniaalahoradehacersuscomentarios,poresoprocurábamosnodarimportanciaalastonteríasquesolíadecircuandoestabanervioso.—Bueno,almenosestamostodos,Mikenosequejará—seleoyódecir.Fredleaniquilóconlamiradadenuevo,peroestavezfuemáscautoen

surespuesta.—Fernando, sus padres están en Europa y deberían estar aquí ahora

mismo.Nomejodas.CreoqueesefueelúltimocomentariodeFernando,almenosaqueldía.

Nos pusimos a hablar todos atropelladamente, haciendo suposiciones,imaginandoquélehabríallevadoadarseuntortazoasí.Melmemirócondisimulovariasvecesperoyomehice la tonta, temíaenfrentarmea susojos.Meresistíaaserelblancodelaacusación.Se escucharon más pisadas que venían del pasillo. Esta vez era la

enfermera que entró sin vacilar dispuesta a manipular los artilugioscolocadosalrededordeMike.—Buenosdías.¿Algunodevosotrosesfamiliardelpaciente?Temimos que nos echara de allí. Ninguno contestaba. Finalmente lo

hizoFred.—Somosamigos,suspadresestánregresandodeEuropa.—Losé,perocomohaytantagentepenséquealgunodevosotrossería

suhermano.Voyaponermedicaciónenlavía.Elmédicosepasaráluego.—Gracias—ledijeyo.—No hay de qué. ¿Sabéis? Creo que le hace bien que estéis aquí

acompañándole.Vaya, eso sí que era una sorpresa. Además, se abría ante mí la

posibilidaddepasarconMike todoel tiempoquepudiera.Laenfermeraterminó de poner la medicación, revisó las máquinas a las que estabaconectadoydespuéssedespidiódenosotros.Nosquedamosdenuevosolosenlahabitación.Callados,sinsoltaruna

palabra. Fred tenía que marcharse, volvería más tarde, pero se queríaasegurardenodejaraMikesolo.—Chicos, aunque es agradable lo que ha dicho la enfermera, es una

tonteríaestar todosaquí.Deberíamosorganizarnosparanodejarlesolo,almenos hasta que vengan sus padres. Yome tengo quemarchar, pero

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puedoestardevueltasobrelascuatro.Sentía lanecesidaddequedarmea solasconél, aunquenosirvierade

muchoselodebía.—Si os parece ahora me quedo yo. Hasta las cuatro no empieza mi

turnoenlacafetería.AsíqueFred,sinoteimporta,¿puedesvenirunpocoantesparaquenolleguetarde?—lepregunté.—Claro—contestóél—,vosotrosospodéismarchar—lesdijoalresto

—.Hoy ya está solucionado.Mañana ya habrá vuelto la señoraSmith ypodremosveniravisitarle,perohoynomegustaríaquesequedasesolo.Osparecebien,¿verdad?—Porsupuestoquesí,Fred,nospareceperfecto,peroyomequedoun

ratoconCris—dijoMel.—GraciasMel,peronohacefalta,deverdad.Tellamoluegosiquieres;

además,seguramentemimadresepasaráporaquí.Melohadichoantescuandohehabladoconella.—Deacuerdo,nosvamosentonces.Enunmomentomequedé a solas conMike.Enaquellahabitaciónde

cuidadosintensivosdelhospitalparecíaqueeltechoibaacaernosencima.Soloseescuchaba lamáquinaquecontrolaba lossonidosdesucorazón.Acompasado y constante. Le miré a la cara. Estaba llena de tubos. Suincipiente barba le daba un aspecto demasiado maduro para su edad.Recorrí su silueta con la mirada. Sus largas piernas sobresalíanexageradamentedeesaminúsculacama.Lamanoderechalateníalibre.Sela agarré, indecisa, pensando si él querría que lo hiciera. Le rocésuavementelacara.Sutactoeraásperoporlazonadelabarbaperosuaveporarriba,agradable,igualqueél.Recordéelestremecimientoquesentícuandomeagarró lamanoen lamesa, lanocheanterior; apenashabíanpasadounashorasyamímeparecíaunaeternidad.Cerrélosojosymerecostéjuntoasutorso,sinsoltarlelamano.¿Seha

movido?No,susdedosseguíanenelmismositio,élenlamismapostura.Paralizado ¡No! Esa palabra me hizo temblar de espanto. ¿Y si no sedespertaba?Apartédemicabezaaquelladesagradableidea.—Mike, Mike. ¿Puedes oírme? Estoy aquí, soy Cris. Contéstame por

favor.Mueveundedosimeescuchas.Porfavor,porfavorMike,hazmeunaseñal.Séquealomejormeescuchasaunquenopuedasmoverte.Yaloharás, no te preocupes. ¿Te acuerdasde loquepasó anoche?Estábamos

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juntos,¿lorecuerdas?Lopasamosbien,¿verdad?Metirastealagua.Quépocavergüenza.Yluegosemarcharontodos.Nosquedamostúyyosolos.¿Te acuerdas? Yo como si fuera ahora. ¿Sabes qué pensé nada másmarcharme?Envolveryquedarmecontigo,perosabíaqueyanoestarías,tevimarcharteenlamoto.Enrealidadnoqueríahabersalidodeallí.Mehubieraquedado,nadadeseabamásquepasar lanoche juntos.Pero tuvemiedo,fuicobarde.Temíarompernuestrabonitaamistad,además,nomeesperabaalgoasí.¿Cuántohacequenosconocemos?¿Casicuatroaños?Puesquesepasquehansidoloscuatromejoresañosdetodamivida,yhasido gracias a ti, a tu compañía. Me lo has hecho pasar en grande. Hedisfrutado como no lo he hecho nunca. Has sido el mejor amigo quecualquierapudieratener.»¿Te acuerdas del día que nos conocimos? Nos presentó Emma,

¡Emma!¿Telopuedescreer?Séquetodavíasearrepienteycadavezquemeverecuerdaeseinoportunomomento,poresolecaigotanmal.Tieneenvidiacuandovenuestracomplicidad.Seloreprocha.Sí,seguroquetehasdadocuenta,se lenotaen lamirada.Aveces,cuandocreequeno laveolasorprendoobservándonos.Túsiemprejustificassusimpertinencias,aunqueclaro,hayqueestarleagradecidosporhabernospresentado.¿Peroaquién le importaEmma?Séque tienes tuspreocupaciones,nosabes loqueocurriráapartirdeahora.Todosestamosigual.Hepensadoenelloycreo que deseo que te fiche un buen equipo. En parte me da pena,imagínate,derepentedejardevernostodoslosdías.Escomorecibirunafuerte bofetada, pero podríamos encontrar la fórmula para seguirviéndonos,lagentelohace,¿no?Almenoslopodemosintentar.Bueno,lohabíasoltado,mehabíaquitadounpesodeencima,unalosa

demilkilos.Selohabíacontadoporfin,pero,¿aquiénqueríaengañar?¿Amí?Dehaberestadodespiertomehabríafaltadocoraje.Lavalentíanoeraunademiscualidades,peroaunasímesentíasatisfecha.Melevantédelasillaadescorrerelvisilloquecubríalaventana.Fuera

estabaoscuroyamenazabatormenta.MevolvíamiraraMike.Seguíaenla misma posición. El sonido de la máquina continuaba siendo regularpero estaba vivo y me pareció la música más agradable que se podíaescuchar.Suenergíanoseapagaríaconfacilidad.Meacerquédenuevoalacamaymesituéenel ladodondehabíamenostubos, juntoasumanolibre.Quedabaunespaciodiminutohastaelbordedelacamaperoqueríatumbarmeconél.Sentirlecerca.Mesentéjustoenelbordeydudé.Dudé

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poco,laverdad,porqueenunmomentometumbédecostadopegadaasucuerpo.Deotramanerahubierasidoimposible,perocolocándomeenesapostura cabíamos los dos.Cerré de nuevo los ojos ymepareció que elsonidodelamáquinaelevabasuvelocidad.Diunbrincoy,sobresaltada,volvíalasilladenuevo.Eltintineodela

máquina pareció volver a la normalidad. «Imaginaciones mías» penséparaconvencerme.Denuevorecostémitorsocercadesubrazoagarrándolelamano.En

esaposturaélestabamásagusto.Empezabaatrastornarmecuandologréquedarmedormida.—Buenastardesseñorita.¿EsustedfamiliardeMikeSmith?—otravez

lamismapregunta.—No,soy…suamiga.Somosamigos.—Yaveo—pareciónocreerme.—SoyeldoctorWalter.Voyaexaminarle.Meretiréparadejarleespacio.Meapoyéenlaparedsobremihombro

derecho y le observé mientras hacía sus comprobaciones. De vez encuando se detenía para anotar cosas en la libreta que llevaba entre lasmanos. Las facciones de su rostro serio le analizaban con severidad.Desvié mi atención a la ventana para no verle la cara, de esa maneraevitaría hacer mis propias conjeturas. Quería hacerle mil preguntas.Necesitabarespuestas.Solucionesinmediatas.—Doctor,¿sepondrábien?¿Creeustedqueserecuperará?¿Saldráde

esta?—lepreguntéalmédico.Suescrutadoramiradaerafría,peroatisbéciertacompasión.Antesde

responder, midió sus palabras con sumo cuidado, parecía temeroso deherir mis sentimientos, o tal vez procuraba no comprometerse con larespuestaquepudieradarme.—Todavía es pronto para saberlo, señorita. Como podrá imaginar el

pronóstico no es bueno, aunque a veces nos llevamos sorpresasmaravillosas.Ojaláocurralomismoconél.Leaseguroqueharemostodoloqueestéennuestramanoparaconseguirlo,peroenestoscasosnuncasesabe.Serámejorestarpreparadosparaafrontartodaslasposibilidades.Hice como si no le hubiera oído.Nada deseabamenos que una frase

negativa,ymenosviniendodeaqueldoctor.—Pero¿sientealgo?¿Puedeoírnos?—esperéexpectanteunarespuesta

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sincera.—Ensuestadonoexisteactividadcerebralysi la tieneesmínima.Se

handadocasosenlosqueelpacientepodíaescucharloqueocurríaasualrededor,comosiparaéllasconversacionesseprodujeranenlalejanía.Ahoraestásumidoenunsueñoprofundo.—Yacomprendo—ledijeconrecelo,pensandotodoloqueleacababa

decontaraMike.Eldoctorcontinuó.—Peronodebemosprecipitarnos.Loqueesunhechoesquehasufrido

unapérdidadeconsciencia.Ahorahayquesopesarlamagnituddeldañocerebral sufridoypor supuestodebemosponer todonuestroempeñoenpracticarleloscuidadosnecesariosparaevitarcomplicaciones.—¿Aquéserefiere?—preguntéimpaciente.—Principalmente adificultades respiratoriasydemovilidad.También

debemosprestarespecialatenciónalapielparaprevenirescarasyactivardiariamentesusarticulaciones.—¿Qué porcentaje existe de pacientes que se despiertan?—pregunté,

aunquenoestabaseguradequerersaberlo.—Señorita,loimportanteesqueéldespiertey,sobretodo,quelohaga

delamaneramenostraumáticaposible.Ycuantoantesmejor.No erami intención ponerle en un aprieto, pero divagabamucho, no

estaba hablando con claridad, su reticencia a la hora demojarse en lasrespuestasmeestabaexasperando.—¿Ycómolohará?¿Quépasarácuandovuelvaensí?—Eso depende, siempre es una incógnita, pero seguramente estará

desorientado. Todavía no sabemos con exactitud los daños que elaccidente ha podido causarle. Puede haberle dañado el habla, la vista einnumerables cosasqueahora creo innecesario contarle.Tambiénpuedequenorecuerdenada.Amenudolesfallalamemoria.¿PodríaMikenoacordarsedemí?Unretortijóncontrajomiabdomen.

Lasolaideadequenomeconocieraeracasitanbrutalcomopensarensumuerte.—Volveréapasaraúltimahora,señorita.Buenastardes.—Graciasdoctor.Elmédico salió de la habitación, e inmediatamente después, la puerta

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volvíaatenermovimiento.Estavezeramimadre.—Holamamá.Cuántomealegrodequeestésaquí.Elmédicoacabade

irse.—Sí,creoquemehecruzadoconél.¿Quéhadicho?—Enresumidascuentasquehayqueesperar.—¿Yquémás?¿Soloeso?—Buenomamá,nosabentodavía.Esprontoparahacerundiagnóstico

exacto.Dependedemuchascosas, entreotras,decuánto tiempoestéasí.Dormido—dormidonoeraprecisamenteelestadodeMike,peroeneseinstantemeparecíalamejordescripción.Mimadreme observaba atenta, con los ojosmuy abiertos esperando

queledijesealgoqueaúnnosupiera.—¿Suspadresllegaránpronto?—Supongoquesí,creoquemañanaestaránaquí.Esperoqueantes.No

séaquéhorasalíasuvuelo.—¿Loschicoshanvenido?—siguiópreguntando.Amimadrenose leescapabaunayamenudosuspreguntas llevaban

implícitosmuchosinterrogantes.LeparecíaextrañoquemeencontrarayosolaencompañíadeMike.—Hanvenidotodosperosehanmarchadoantesdequetúllegaras.Fred

volverá luego antes de que yome vaya a trabajar.No queremos dejarlesolo.—Claro,meparecebien.Mañanayaestaránsuspadres.Mamásequedóunratohaciéndomecompañía,sabíaqueMikeeramuy

especial para mí, y me vino bien que estuviera conmigo. Me preguntóacercade susplanesde futuro, sobre el baloncestoy los equipos en losquepodríaencajar.LecontélaconversaciónsobrelosPhoenixSuns.Ellasealegróbastante.Atisbéciertasensacióndealiviocuandosupoquealomejor semarchaba.Mike le caíabien, ¿porqué entoncesquerríaque sefueralejos?Desterrédemicabezaesaestúpidaideayseguimoscharlandotodavía un poco más. Esta vez sobre mi próxima irrupción en elapasionante mundo de la decoración. Sabía que soñaba con la idea dededicarmedellenoaesemundoyparaesoprecisamentemehabíaestadopreparando los últimos años. Siempre que hacíamos alguna reforma encasa,yomeencargabadecomprarlosmueblesycomplementosquemásmegustaban.Aellalehacíagracia,enelfondopreferíadesprendersede

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aquellatareaquetantolefastidiaba.—Hija,metengoquemarcharya.¿Hascomido?Erancercadelastres.Eltiempohabíapasadosinapenasdarmecuenta.—Aún no, pero no te preocupes, he desayunado tarde y no tengo

hambre. Tomaré algo luego cuando llegue a Galilea. Supongo quevosotroshabréiscomidodurantelaexcursión¿verdad?Novayaaserquepapá me culpe ahora porque le desatiendes —le dije a mi madre,intentandoaparentarnormalidad.—Sí,Janeyyohemosllevadocomida,notepreocupesporeso.Mevoy

cariño,luegonosvemos.—Hastaluegomamá.Otravezestábamossolos.Meacerquéalacamaparacomprobarsisu

rostro había sufrido algún cambio, alguna señal que me indicara quesentíamipresencia.Nadadenada, su cara seguía igualy sumanoenelmismo sitio donde la había dejado. Únicamente su barba parecía habercrecido.Porlodemástodoexactamenteigual.Fredentrótansigilosoqueapenasleoíllegar.—HolaCris,yaestoyaquí.—¿Quéhoraes?¿Casilastresymedia?—Aúnfaltaunpoco,sonycuarto.Tesobraunratoporsiquiereshacer

algo.Nosé,igualtienesganasdedarunavueltayquetedéelaire.—GraciasFred,nomeapetece,además,¿hasvistoeldíaquehace?—le

señalélaventana.Fredtambiéneraungranchico.LepegabasertanbuenamigodeMike.—Comoquieras.¿Havenidoelmédico?—Sí,ynocreasquehadichograncosa,haestadounratohablandoy,

cuandoha salidopor lapuertaymehepuesto a analizarlo,mehedadocuentadequenohadejadonadaenclaro.Fredseempezóareír.Seagradecíaenunlugarcomoese.—¿Peroquéesloquetehadicho?—preguntó.—Pues lo que te estoy diciendo, en resumen, ¡nada! Igual que los

políticos. Ah, seme olvidaba, síme ha comentado que tienen que estarpendientesdelapiel,lasarticulacionesylasvíasrespiratorias.—Algoesalgo.—Porsupuesto,menosdanlaspiedras—miréelreloj—.MevoyFred,

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nomegustaría llegar tardehoy.Elotrodíamefuiantesde tiempoparaverosjugarynoquisieraabusardelabuenafedemicomprensivotío.—Valiólapena¿no?—dijoorgullosoysonriente.—Lacausa lomereció,no lodudo,perome tengoque ir.Nosvemos

luego.Mepasaréporaquíantesdevolveracasa.Túnotemarchesmuytarde,tienesquedescansar.Nohacefaltaquenosquedemosestanoche.—Por lanocheno,peroduranteeldíaprefieroqueestéacompañado,

estásdeacuerdo,¿verdad?—ClaroFred,hubieraestadoaquíencualquiercaso.Me dirigí a la cafetería del tío David dispuesta a cubrir mi turno.

Durante toda la tarde deambulé de unamesa a otra en estado catatónicodandovueltasalosucedido.Estuveausenteypensativa,peroconseguínodejarcaeralsueloningunodelosplatosqueibandestinadosalasmesas.AlasochoenpuntosalíapresuradadeGalileaconunúnicoobjetivo.Enseguida llegué al hospital otra vez. Fred seguía allí, sentado en el

sillón de enfrente con la mirada perdida. Estuvimos un rato los dos,bueno,lostres.Fredyyohablamosdealgunascosas.—Hola Fred. ¿Alguna novedad? ¿Le has vistomoverse?Antesme ha

parecidoque…—¿Sehamovido?—preguntónervioso.—Noexactamente.Mehaparecidoquecuandoleagarrabalamanose

leacelerabaelcorazón.Comosisintieramipresencia.Hadebidoserunaalucinación mía porque ha sido leve, casi imperceptible, pero no estoyseguraporquenosehavueltoarepetir.Fredsequedópensativo.Analizandomiabsurdocomentario.—Cualquierasabe—guardósilenciounmomentoyluegomepreguntó

—.Cris,¿deverdadnopasónadaentrevosotroscuandonosmarchamos?NoespropiodeMikecogerlamotoaesashorasdelanochedespuésdehaberestadodefiestabebiendo.Nomecuadra.—Mira,Fred,nomeapetecehablardeltema,esalgoentreélyyo.En

realidadnopasónada, losdosbebimos,mehizouncomentarioyyo leechéelfreno.Nadamás.—Últimamentenoparadehablardeti.Siemprelohahecho,peroahora

esdeotramanera,comosinopudieravivirsintiniunminutomás.Desdehacealgúntiempoparecequetenecesitacerca.Quierealgomásprofundo,noseconformaconqueseáissoloamigos.Ahora loentiendo.Cogió la

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motoporquelerechazasteytútesientesculpable.Cuandoterminólafrasemevineabajoyempecéallorar.Élseacercóa

mí,consternadopormireacción.—Cris,noeresresponsabledenada,noseteocurrapensarlosiquiera.

No era mi intención hacerte sentir así, solo necesitaba que las piezasencajaran.—LoséFred.Losé—alcancéadecir.—Vámonosacasa,essúpertarde—medijoconcaradeagotamiento.—Sí,vámonos.El tiemposehabíaechadoencima.LospadresdeMikeaúnnohabían

llegado,peroaunasídecidimosmarcharnosadescansar.Eldíahabíasidolargoynosabíamosloquevendríadespués.

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VISITAINESPERADA

Cadapocotiemposemeabríanlosojosyveíabrillarlosnumeritosdeldespertador.Lastres,lastresymedia,lascuatro,lascuatroymedia…,alascincomecansé.Noconseguíapegarojo.Era incapazdeseguirenlacama pensando en cómo se encontraríaMike, así que decidí bajar a lacocinaaprepararmeunodemiscaféstriples.Seguramente sus padres habrían llegado ya. Imaginaba su cara de

espantocuandoentrasenenesahabitaciónqueolíaadesinfectanteyvieranaMiketumbadoenaquellacama,inerte.Laimagenveníaamimenteunayotravezcomosisetratasedeunmalsueñodelquemeibaadespertar.Pordesgracia no era así, se trataba de una tragedia tan real como la vidamisma.Unescalofríorecorriótodamiespinadorsal.El señor y la señora Smith, aunque se encontraban siempre ausentes,

eranunmatrimoniomuyconocidoenlazona.Sededicabanalemergentemundodelasenergíasrenovables.ViajabanconfrecuenciaaEuropapararegresar a EstadosUnidos con las últimas novedades descubiertas en elsector fotovoltaico. Era unmundo por descubrir para la granmayoría,peroellossemovíanresueltamenteporeseextrañouniversodeloswatiosy las células solares. El señor Smith había estudiado ingenieríamuchosañosatrás,ysumujer,doctoraeneconomía,eraunaexpertagestionandoinstalaciones y tratando eficazmente con potenciales clientes. Formabanlosdosunequipoenvidiable.Desde hacía ya unos años se habían hecho con las riendas del sector.

Habían conseguido importantes ganancias y querían a toda costa que suúnicohijosiguierasuspasos,peroaélno le interesaba lomásmínimo.Los beneficios de la energía del sol y los paneles cristalinos queirrumpían insolentementeenelpaisajedenuestraciudad,eraalgoqueaMikeletraíasincuidado.Soloqueríajugar,encestarlapelotaunayotravez.Elbaloncestoerasugranpasión.Eratemprano.AúnnohabíaamanecidoenSanDiego.Cerrélosojosy

merecostéenlaencimeradelacocinadispuestaarezarporél.Talvezasípodríaservirdeayuda.Lasoracioneslasescuchabacadavezmáslejosdemicabezahastaquecaídormida.

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Unavozmasculinamedespertó.Eramipadre.—Cristina,¿quéhacesaquí?¿Notehasacostadotodavía?Estabaaturdida,alprincipionosabíadóndemeencontrabaperopronto

meubiqué.—Sí,sí,esquenopodíadormirdándolevueltasalacabezayacabode

levantarme.¡Vaya!Essúpertarde.Tengoqueirmeaclase.—¿Quétalestátuamigo?—preguntó.Parecíainteresado.—Igual,siguesindespertarse.—Esunbuenamigo¿verdad?Nopensabaqueestuviesestanunidaaél.Suatentamiradacríticaeralamismaquehabíamostradomamá.Quise

concluiraclarándolesusdudas.—Así es, podría decirse queMike es mi mejor amigo—recalqué la

última palabra para que supiera que por el momento no deberíainquietarse—.Luegomepasaré aver cómoestá.Llegaré tarde, díselo amamá.Asintióensilencioapretandolamandíbula.—¿Trabajashoy?—preguntóacontinuación.Recordéqueme tocaba ir.Estabadeseandoacabar launiversidadpara

poderdejardeservirenellocaldemitío.Fruncíelceñoyasentí.—Sípapá,hoytrabajo.Durantelaprimeraclaseseguítanausentecomolatardeanteriorenla

cafetería.CoincidíconBritney,queestabamuypreocupada también.PorelcampusnoscruzamosconFred,ibaatodaprisaporquellegabatardeyapenas nos entretuvimos. A primera hora había hablado con la señoraSmithy,comoeradeesperar,estabadestrozadaporlosacontecimientos.Deseabaacercarmecuantoantesalhospitalypoderabrazaraesospadres,hablarconellosytranquilizarles,peroantesteníaqueexponermitrabajodediseño.Losúltimosdíashabíansidotanajetreadosquenopudedarunrepaso

general a lo que sería mi presentación, pero aun así iba dispuesta asuperarlaconéxito.Mequedérezagadaenlasescalerasdemipabellónyrepasélospuntosclavedelaexposiciónantesdeentrarenelaula.Siempremecostabaunesfuerzocolosalexponercualquiertrabajoyencimaaqueleraespecial.Entré en clase de la señoritaMcCain, avancé rápido por la sala yme

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acoplé juntoaBritneyaesperarmi turno.Miamigaestabasentadaamilado,nerviosaalverquellegabatarde.Temíaquemeperdieraunapruebatanimportante.—¿Dedóndevienes? ¿No ibas al baño? ¿Esque te haspuestomalao

quétehapasado?—He ido al baño, pero además me he quedado repasando un poco.

¡Estoyhistérica!—Yateveo,creíquenoibasaentrar.Porunmomentopenséque….ya

sabes,quetehabíasidoaveraMike.—Después de esto, antes tengo que hacermi presentación para poder

contársela.Sabeloimportantequeesparamí.Britneymemirócomosimehubieravueltoloca.—Yaselocontarás,cuandorecuperelaconciencia.—Esodigo—aclaré.Mereferíaacontárselohoymismo,encuantoestuviéramossolos,pero

obviéelcomentario.Simeesforzabaporexplicarlequeteníalaestúpidasensaciónde queMike escuchabamis conversaciones,mejor dicho,mismonólogos,pensaríaquemehabíavueltomajareta.Asíquenolohice.—¡Silencio!—gritólaprofesora—.Vamosaprocederconlostrabajos

delaspersonasquehoyharánsupresentación.Mealegrédeno ser laprimera, delantedemíhicieron su exposición

otros cuatro compañeros. No les presté demasiada atención. Estabaenfrascadaenmislejanospensamientosynoescuchéminombrecuandomellegóelturno.Britneymearreóunfuertecodazo.—¡CristinaNorton!¿Estáustedenclaseoenlaplayaimaginandoyala

semanadedescansodeprimavera?Lerecuerdoquetodavíaquedanunosdías.Faltaban pocos días para la semana de vacaciones que disfrutábamos

todos los años por estas fechas. Lo cierto es que no había reparado enellas.Losterriblesacontecimientosmehabíanhechoolvidarporcompletoesafechaseñalada.Pordesgracia,teníaotrascosasenlasquepensar.Seescucharonalgunascarcajadasdefondo,peroafortunadamente,eran

pocointensas.—Estoy aquí —respondí recuperando la compostura y dispuesta a

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explicareltrabajoquellevabapreparado—.Losiento,nolahabíaoído.—Bien,puesadelante.Bajé al centro del aula dispuesta a desarrollar mi exposición. El

proyectorestabapreparadoyelpunterosehallabaenelextremoderechodelamesa.Peseaquesemepasófugazmenteporlacabezahallaralgúnpretexto, no encontré ningún motivo sólido para prolongar la espera.Saqué el pendrive del bolsillo y lo metí dentro del ordenador paracomenzar. La profesora McCain había apagado las luces y yo miréabrumadaa los compañerosquemeobservabanconexpectación.Semehizounnudoenlagarganta.¡Malditatimidez!Mepropusemiraralvacíoparanoprestaratenciónalauditorioqueseencontrabadelante.Mikehabía colaboradomuchoen este trabajoynopodíadefraudarle.

Me ayudó a desarrollarlo sin llegar a decidir mi elección, pero juntoscreamos una casa moderna y alegre, que quedó francamente original.Construimos sin darnos cuenta una mezcla explosiva de estilocontemporáneo. Dirigí la mirada al asiento que solía ocupar cuandoacudía de oyente. Su presencia me daba la seguridad que siemprenecesitaba,peroparamidesgracia,hoyesasillaseencontrabavacía.Dehaberestadoallísentadomehabríaguiñadounojo,omehabríadadolosánimos que necesitaba, «déjalos con la boca abierta», solía decirme. Suausenciamehizoestremecer.Mikeestabaaunpasodeconvertirseenunextraordinarioarquitecto.Suentusiasmoycreatividadleproporcionabanuna visión impactante a la hora de crear cualquier diseño. Tiene unadestrezainsuperableparaordenarlasideasyplasmarlassobreelpapel.Yoamenudo le colmo de halagos, «solo son ideas»—me dice siempre—,«pero es el comienzo de mis futuros proyectos», «ya verás niña,construiréunacasamaravillosaytúladecorarás».—¿Estáustedbien,señoritaNorton?—preguntó laprofesoraMcCain,

estavezirritadapormiextrañaactitud—.Notenemostodoeldía.—Estoybien—dijesinmás.—Puescomiencedeunavez.Para ser fiel a la tradición, el arranque estaba siendo accidentado.Mi

voz sonaba ronca y me tuve que aclarar la garganta varias veces paraaparentar normalidad. Aun así, las palabras salían de mi boca condificultad.Tartamudeéenunpardeocasiones,peroeltrabajoerabrillantey disimuló mi fuerte conflicto interno a la hora de enfrentarme con el

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público. Tardé un rato hasta hacerme con la situación, pero después desoltarlasprimerasfrases,superémiagoníaypudehablarconfluidez.Enmediodemiexposiciónseescuchóunaexclamaciónenelfondode

lasala.Contodaprobabilidad,habíaalteradolasensibilidaddealguienyme alegré de escuchar al menos un bramido de desaprobación, lo quesignificabaquetodavíanoestabantodosdormidos.—¡Ohhhh!Lahabitaciónprincipal,¡roja!¡Rojaynegra!¡Quéfuerte!—Sí.Elcolordelapasión—dijeenrojeciéndome.Algunasrisasahogadasseguíanescuchándosealfinaldelaclase.—¡Silencio!—dijolaprofesoraMcCain—.Continúeporfavor.En aquella pantalla gigante aparecía una sala extravagante, sensual y

alegrealavez.Todosmirabanconfusosalcentrodelapantalla.Incluidayo…¿cómosemeocurríaplasmaralgoasí?—Ciertamente arriesgado, señoritaNorton—comentó la profesora—.

Continúe.Las imágenes, una tras otra, se proyectaban delante de mí hasta que,

victoriosa, concluí el pequeño discurso y pude poner el broche final altrabajo.Almenosconseguícontrolarlasituación.Por fin la profesora McCain se dignó a pronunciar un comentario

positivo.—MuybienCristinaNorton.Hahechounbuentrabajo.Enhorabuena.RegreséamiasientojuntoaBritney.EstoteníaquecontárseloaMike,

yaqueeraelgranresponsabledemiabrumadoréxito.—¿Qué te ha pasado Cris? Al principio te has quedado en silencio

variasveces,¿estásbien?Porqueeltrabajohasidoespectacular.¿Ensilencio?Alparecersehabíanotadomucho,perosonreí, laparte

engorrosa era agua pasada y, aunque comencé la exposición nerviosa,despuésconseguídisfrutardemimomentodegloria.—Es mi miedo escénico, Britney. A veces me juega malas pasadas.

Estabaexcitadísima.¿Enseriotehagustado?—¡Has estado fantástica! Mañana me toca a mí —entornó los ojos

pensativa.—Loharásgenial,yaloverás.—Esoespero.Almenosacercarmeaalgoparecidoaloqueacabasde

hacertú.

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Unmanantialdevanidadseapoderódemicuerpo.—HasidograciasaMike.Meayudómuchísimoconestetrabajo,sobre

todoconelimposibleprogramadediseño,elsketchUp.Sinollegaaserporélnohubieraconseguidopasardelafachada.Lasdosnosreímosacarcajadalimpia.Las clases finalizaron, y cuando caminábamos por el campus nos

encontramosconFernando.—VengodeveraMike,meheacercadoantesdeveniraclase—dijo—,

sigueenlamismaplantadelaUCIconectadoalosdichososaparatos.Suspadresyaestabanallí,destrozados.Laescenahasidoconmovedora.—Yoiréahora—lesinformé—,estatardenopuedo.¿Hadichoalgoel

médico?—Sí,elmismodiscursoqueayer.—Vaya—comentó Britney—, no es un buen presagio. Parece que lo

repiteparacansarnos,paraquenosvayamosacostumbrandoaverleasí.Desvié la mirada al asfalto para contener mi indignación y respiré

hondo. Britney no debería decir todo lo que pasase por su mente, esoparecíamáspropiodeFernando.—Más bien no tienen ni idea—puntualicé—, eso es lo que les pasa,

peroMikeesmásfuertedeloquelosmédicospiensan,saldrádeestamásprontodeloquenosimaginamos,yaloveréis.Unaconmoción,vale,másfuertedelonormal,deacuerdo,¿peroelresto?¡Solosehahechodañoenun dedo! Y encima es una pequeña fisura. Si se despierta, en unos díaspodráandarconnormalidad.Losdosmemiraronconcompasión.Sí,eramejorquenodijeranloque

estabanpensando.—Melargochicas.Nopuedollegartardeaclase—dijoFernando.—Nosvemos—contestóBritney.—Britney,yomemarchotambién,quieroiraverle,mesobraunrato

antesdeiratrabajaryquieroaprovecharlo.¿Meacompañas?—No puedo, intentaré pasarme esta tarde, pero ahora tengo que

acompañar a mi madre al centro. Necesita un vestido para asistir a lainauguración de una galería de arte y no tiene qué ponerse. Prometíacompañarlaasíquemeesimposible.LosientoCris.Prefería ir acompañada de Britney, o deMel, o de cualquiera de las

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chicas antesde encontrarmecara a cara conel señory la señoraSmith,pero tendría que ir sola y enfrentarme a ello. Fui todo el caminoconvenciéndomedequesumadrenopodríatraspasarmimenteyleermeel pensamiento. Ella no debería saber nunca que yo era en gran parteculpabledelosucedido.Entrésigilosaporlapuertadelahabitación,comosifueraadespertara

alguien. La cara de su madre estaba desencajada, abatida por losacontecimientos y completamente pálida dentro de sus límitesafroamericanos.En cambio a Mike la piel le brillaba como el día de la fiesta, tan

favorecido como con aquel polo azul cielo. También ahora iba a juegoconlassábanasqueenvolvíanesadiminutacama.—Hola señora Smith. Ya han llegado —comenté confirmando la

evidencia.Se incorporó con los ojos vidriosos dirigiéndose a mí. Me dio un

sentidoy largo abrazo.Nome soltaba. «Pobremadre»pensé, «suúnicohijoyacíasinsentidoenlafríacamadeunhospital».—Holacariño,entra.Graciasporquedarteayer.YllámameHarper,por

favor.—Harper—dijebajito—,nome tienesqueagradecernada,porDios,

Mikeyyosomosamigos.—Cristina,miúnicohijosedebateentrelavidaylamuerte—memiró

y comenzó a llorar desconsoladamente. Volví a abrazarla. Tenía queconsolarla.—Sehadadoungolpefuerteperoséqueestábien.¡Mírale!Tienebuen

aspectoynoseharotonada,bueno,casinada.Tienemuybuencolor—tosí—,sucaraestáradiante.Sevaadespertarmuypronto,yaloverás.Losé…Memiróatónita,sincontestar.¿Quéhabíadicho?Solamentelaverdad.—¿Cuándo habéis llegado? ¿Tu marido se ha marchado?—pregunté

paracambiarsusemblante.—Haidoacasaadarseunaduchaydejarlasmaletas.Vinimosanoche

directamente sin pegar ojo y estamos destrozados.No tardará en volverparaquedarseconél.—Yomepuedoquedarunrato—meofrecí.—Teloagradezco,peronotepreocupes,mejoresperoaquevengami

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marido—measeguró.—Almenossaldeaquíyveatomaralgo.Estarásexhausta—insistí.Vacilóduranteunosinstantes.—Esosí,¿noteimportaquebajeunmomento?Metomouncafépara

despejarmeysuboenseguida.—Notepreocupes,estaréaquí—latranquilicé.Noeranecesarioquese

dieratantaprisa.—Gracias Cristina. Te agradezco mucho lo que estás haciendo por

Mike.Quémenospodíahacer.Unavezmásnoshabíamosquedadosolos.Meacerquéa lacamapara

poder tocarle.Queríasentirlemáscercademí.Suoscurabarbaseabríacamino dándole un aspecto rudo. Aun así seguía estando atractivo.Observé la silueta de su cuerpo, la perfección de sus facciones. Parecíamásfrágilquelavíspera.—HolaMike, estoy aquí. SoyCris—esperé unos segundos por si un

milagro hacía queme contestase—. ¿Me escuchas?—de nuevo aguardéporsinotabaalguna reacciónantemissusurrantespalabras,pero fueenvano.Leagarrélamuñecadespacioparanoasustarleymirélamáquina.Suslatidosseguíanrepiqueteandoigual—.Hepresentadoeltrabajo.Mehacostado arrancar, he tardado un largominuto hasta quemi garganta havuelto adilatarseparaque el aire entraranormalmente amispulmones.Hasidounaliviopoderempezar,creíquenoloconseguiría,¿ysabesporqué? Porque tu silla estaba vacía. Toda la clase me estaba mirando,esperandomipresentación.Sentíaensusojoslacríticaamenazantehastaqueteheimaginadosentado,animándomeensilencioydándomefuerzasparaafrontar ladichosaexposición.Apartirdeahíhasidomásfácil,hafluidosola.LaprofesoraMcCainmehafelicitado,asíquegraciasMike,unmillón de gracias por empujarme a proyectar ese confortable hogar.Ha sido todo un acierto, arriesgado pero perfecto. Deseaba venir acontártelo y celebrarlo contigo. Ya, ya lo sé, ahora no puedes, pero loharemosencuantosalgasdeaquí.Lamáquinaseguíainalterable.Sentíunaabsurdadecepción.Suslatidos

continuaban constantes y dudé si su subconsciente, o lo que quiera queexistamásalládeunprofundosueño,seríacapazdecaptarestemomento.Tal vez necesitaba un instante más intenso. En mi cabeza se agolpaban

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tropecientosmillonesdeimágenesquehabíamoscompartidojuntos,perounadeellaseralamásimportante.AqueldíaenelbarconEmmayBecky.—Recuerdas el día que nos conocimos ¿verdad? Emma, Becky y yo

tomábamosunsándwichenelbardemodadenuestrauniversidad.YaporaquelentoncesaEmmanopodíasoportarla,peroséquegraciasaellanospudimos conocer. Tú entraste a toda prisa a comprar algo para llevarcuandoEmmatevioytellamó.Noscontastequeacababasdeempezaraformar parte del equipo de baloncesto que participaba en la ligauniversitaria.Necesitabasaprovechar todos tus ratos libresparaestudiar.Tecomeríaselbocatadecaminoalabibliotecaparaganartiempo.¡Dios,quémomentomemorable,Mike!Medetuvedeleitándomeenelrecuerdoylemiré.Lentamentelepusela

manoenelpecho,concuidadoparanosobresaltarle.Deseabasentir suslatidos,sucalorysuagradablecontacto.—También yo debía marcharme, tenía clase de expresión gráfica I.

Dijistequemeacompañabasapesardedesviarteuntrecho.Ymenosmal,¡menudo chaparrón cayó! Empezó a llover cuando todavía no noshabíamos marchado del bar. Estábamos bajo el porche, asomando lacabezaparavereltremendoaguaceroqueendécimasdesegundosehabíaprecipitado.Tequitasteeljerseyparaprotegermedelalluvia.¡OhMike!Quécaballerosopor tuparte,¿te lohabíadichoantes?Creoqueno.Esegesto fue…perfecto.Corrimos bajo la lluvia protegidos por tu enormejerseyhasta la puerta demipabellón.Después retrocediste hasta situartebajoelaguayteanudasteeljerseyalacintura.¡MuchasgraciasMike,nosabesloquehashechopormipelo!—tedijeentonces—.Memirastecontufantásticasonrisaylevantasteunamano.«Oh,nohasidonada»,parecíaquedecías.Notemovistedeallíhastaquemevisteentraryperdermeenelpasillo.Deprontolamáquinasubiólavelocidadyelpitidoseaceleródeforma

violenta:Ochenta,cien,dosmil,¡¿quédemoniosponeaquí?!—Mike,Mike,Mike,cálmate.Descansa.Losiento.Hesidoyo.Yaestá.Deprontosedetuvoyvolvióasuposición.Miréalrededor;seguíasola.

Completamenteaturdida.¿Leharíabienquelehablasedemiscosas?¿Ysiledabauninfarto?Sinretirarlamanodesupechorecostélacabezasobresu regazo, acompasándome a los latidos que se oían nítidamente en sutorso,denuevoconstantes.

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—Yaestoyaquí.¿Hetardadomucho?LaseñoraSmithmemirabaincrédula.Quizásorprendidaporlapostura

enlaquemehabíaencontrado.—¡Quéva!Hasvueltomuyrápido—mispalabrassonabanadisculpa.

Enciertomododeseabaquetardasemás.—Tampoco quiero abusar, cariño—me dijo, esta vez con un mohín

divertido.Mequedécortada.Mehabíasorprendidoenunaposturapocoortodoxa

paraunossimplesamigosdeuniversidad.Hubieradadoloquefueraporquelatierrametragaraeneseprecisoinstante.Meincorporéestirandolosvaqueros, colocándome la camiseta y examinando todos los ángulosequiláterosqueencontréenlahabitación.Evitémirarladirectamentealosojos mientras la sangre instalada violentamente en mis mejillas bajabadespaciorepartiéndoseportodomicuerpo.—Mevoyamarcharya,señoraSmith…Harper.Volveréseguramente

mañana.Estatardetrabajo.—Notepreocupescariño,nohacefaltaquevengastodoslosdías—me

dijomirándomeconasombro.Parecíaconfundida.—Ya veré. Dale un abrazo a tu marido —pensaba volver de todos

modos.IríacadaunodelosdíasqueMikeestuvieraallí.Me siguió con lamirada atenta, interrogante, avanzando varios pasos

pordetrásdemíhastaquelleguéalapuerta.—Adiós.—GraciasCristina.Vale,lascuatro,erahoradecentrarme.Nopodíacomportarmecomolo

había hecho la otra tarde. Me crucé con Mariah, que me esperabaimpacienteparairse.Mistíosestabanallí.—Hola tía Lily, tío. Buenas tardes—me recibieron sonrientes, como

siempre.—¿Cómoestátuamigo?—mepreguntóLily.—Ahíva.Sinnovedades.Me atavié con el delantal yme recogí el pelo enuna cola de caballo.

Mariahmehabíaobsequiadoconunmontóndeplatossinrecoger.Talvezme vendría bien algo de entretenimiento, así que coloqué todo en labandeja del lavavajillas y dejé preparada la máquina. Estaba lista para

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atenderalosclientesqueseencontrabanallí.Reparéenloshabituales.Ensu sitio acostumbrado estaba el hombre que siempre llevaba algunacamisa de rayas. Seguramente estaría jubilado, era curioso, pasaba lastardes delante de la cristalera tomando alguna infusión exótica. Asínuestronegocionopodíaprosperar.Miréalotroladodellocal,laseñoradelbolsoKellymehabíapasadohastahoycasidesapercibida.Ellasolíatomar la tarta de queso con arándanos, una de nuestras especialidades.Demorabaelplatocomosi tuvieramuypocasganasde irse.Noera tanmayor como el señor de la camisa de rayas, pero supuse que tambiénestaría jubilada.Lesobservéa losdos.Haríanbuenapareja.Nonecesitémás de unos minutos para percatarme de sus insinuantes miradas.¡¡¡¿¿¿???!!!¡Elmadurocaballeroqueríaligarconella!¿Porquéentoncessesentabatanlejos?¡Caramba,quéfuerte!Selocomentéamitía.—Lily, ¿has visto a ese señor? Viene todos los días, igual que esa

señora—ledijemirandoalotroladodelacafetería.—Sí—meconfirmó.—Obsérvales,nosequitanojo.Mitíalesprestóatenciónduranteunratoyluegoseacercóamí.—¡Quédivertido!¿Noteparece?—dijoagitada.—Sí,peronoentiendoporquésesientantanlejos.—Aestascosashayquedarlessutiempo,Cris.Nohayqueprecipitarse.

Parece que de momento están disfrutando así. Estaré pendiente de susmovimientos—comentóenguasa—,ytecontarésihaynovedadescuandotúnoestés.—Porfavor,yaestoyintrigadaporloquepuedapasar.Mi tía y yo afortunadamente estábamos pasando una tarde distraída

cuandovimosapareceramihermanoHarryconMaxysuperritofaldero.Hacía tan buena tarde que se sentaron en la terraza. Harry entró asaludarnos.—Holahermanito.Quérarotúporaquí.—¿Notealegrasdeverme?—preguntósonriendo.—Claroquesí,ademásveoqueestásbienacompañado—comenté.—Ah,yaloentiendo,mequierespormisamistades¿verdad?—Porsupuesto,atitetengomuyvisto—dijeparafastidiarle.—Hola tío David—saludó a nuestro tío chocando los cinco—, hola

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Lily—aellalediouncariñosobeso.—Hola Harry, ¿os quedáis fuera? Hoy se está bien en la terraza —

comentóella.—Sí.—AhorasaleCrisaatenderos—leconfirmó.—Vale, ¿crees que podrá? —dijo Harry con su particular humor

mirandoaLily.Luegosedirigióamí—.Túnoteolvideslalibreta,somostresynomefíomuchodetumalamemoria.—Ja,ja,ja,másquisierastú.—Claro,claro,quétontería.Meacerquéparadarleunacollejaperomeesquivódeunsalto.—Notardes,ahífuerahayalguienquetienemuchointerésenverte.Me quedé pensando si salir a atenderles o esconderme en la cocina.

Escabullirme lo tenía complicado. ¡Qué corte volver a ver aMax! Conesaspintasmedabatodavíamásvergüenza.—¿Nosales,Cristina?—Lilymemirabaexpectante.Pensóqueleestaba

ocultandoalgovital—.¿Lesconoces,aesosnuevosamigosdeHarry?Eslaprimeravezquevienenporaquí.—Sí,leshevistounavez—puntualicé—,ahoramismosalgo.Cogí mi libreta. Sostener algo en la mano me daba seguridad. Me

detuve en la puerta antes de traspasarla y resoplé para acomodar mispulmonesalanuevaintensidaddemirespiración.—HolaMax—dijetímidamente—,¿cómolollevas?Élselevantóyseacercóadarmeuncariñosobesoyloquemepareció

un amago de abrazo.Llevaba otra de sus características blazer de estilomafioso, camisablanca,pantalónazulmarinoyzapatosdeantemarrón.Ibaimpecable.Informalperoarreglado.Supusequemuyestudiado.—Estupendamente. ¿Y tú, muñeca? Veo que estás más guapa que la

últimavezquetevi.—¿Ah,sí?¿Lodicesporeldelantal?—No, es por los vaqueros, que se ajustanmuy bien a tu cuerpo, y el

pelorecogidoenunacoletadejavermejortupreciosacara.Miré a Harry implorándole, ¡interrumpe esto, por Dios! Me estaba

poniendorojacomountomatemientrasMaxmeobservabaesperandouncomentario.Harryme ignoró, pero la providencia siempre nosmuestra

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unasalida.Maxsesentóycogiólacarta.—HolaDylan—semeocurriódeciralfin.—HolaCristina,¿quétal?—Bueno,¿sabéisloquevaisatomar?—pregunté.Maxsonrió.Madremía,quéhombremásinteresante.Elrubioflequillo

caía sobre su frente y los hoyuelos que marcaban sus mejillas leproporcionabanunairemásjuvenil.—Esperabaquenoslorecomendarastú—soltóél.—Depende.Tenemosdetodo.Harrynosinterrumpió.—Yo tomaré un batido. Estoy hambriento, y después de salir del

gimnasiotodavíamás,perolehedichoamamáquehoyiríaacenarconvosotrosyprefieroreservarme—meinformó.—Estupendo,entoncescenamosjuntos,¡québien!Hacía mucho que no cenábamos todos en casa, en familia, como

hacíamosantes.—Dylan, ¿tú vas a comer algo?—estaba dudoso y le pregunté para

meterleprisa.Estabadeseandoentrarenlacafetería.—Sí,unaensaladaCésar—dijonomuyconvencido.—Ytú,Max,¿estásindeciso?—lepreguntésonriendo.—Nunca lo estoy—memiró fijamente con su cara de depredador—.

Tomaréelsándwichclub.Guau,estehombreconseguíadejarmefueradejuegosinimportarlelo

másmínimolomuchoquemepudieraafectar.—Muybien,puesahoraos lo traigo—entréen lacafeteríacomouna

exhalación.—Parecequehasvistounfantasma—medijomitíoDavid.—Yono,¿porqué?Contestéhaciéndomeladistraídaperoerajustoloqueparecía.Seguro

queMax se estaba divirtiendomucho. Pasé la comanda y enseguida lessaquésusplatos.—Queosaprovechechicos.Mientras lo tomaban, hablé un rato con Lily comentando el aspecto

mafiosoqueteníaMax.—EsmayorqueHarry¿no?

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—Tienetreinta.Melodijoeldíaquenospresentaron—leaclaréantesdequesehicieraconjeturasequivocadas.—Es bastante guapo —me miró evaluando mi reacción, que por

supuestofuecontenidagraciasamilañosdepreparación.—Noestámal—dijesobrada.—Peronadamal.Nos reímos sin dejar demirar a través de las cristaleras. Por suerte,

ellosnopodíanoírnosperomitíosí.—¿Quéoshacetantagracia?—preguntócurioso.—Cosasdemujeres,David,noteincumben—lecontestótajanteLily.—Ustedes perdonen, menos mal que no he dicho nada —dijo

levantandoambasmanos.Durante un buen rato estuve observándoles desde el interior. Faltaba

pocoparaterminarmiturnoydecidíqueyahabíallegadoelmomentoderecogerles lamesa.Meacerquédenuevoaellos,estavezesforzándomeporparecernatural.—¿Oshagustado?—dijemirandoaDylanyaMax.Dylan asintió con la cabeza haciendo movimientos afirmativos

repetidasveces.Yo lesonreí.Parecíaunapersona inocenteybondadosa.Maxsetomabasutiempo.—¿Estaba bueno el sándwich club? —le pregunté, esperando que

hubiesesidodesuagrado.—Unsándwichexquisito.Yelservicio,impecable.—Puessiestánsatisfechoslestraerésucuenta.Harryseapresuróahacersucomentarioocurrente.—Nos harás descuento por ser de la familia y traer clientes nuevos,

supongo.—Nilosueñeshermanito—ledijey,girandosobremímisma,torcíy

entré en la cafetería para pelearme con la nueva caja registradora deúltimageneraciónquehabíacompradoDavid.Unañodeestosmeharíaconella,perodemomento,meconformabaconintroducirlosproductosque inteligentemente estaban dentro del sistema y dar a la tecla aceptar.Batido,ensalada,cola,sándwich,cola.—No hace falta que metas dos veces el producto, con una vez es

suficiente,luegoponesPOR,lasvecesquequierasyyaestá—meexplicó

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mitío.—Porfavor,nomedesconcentresahora.Loprobarélapróximavez.Salíconelplatoyelticketenlamano.AntesdealcanzarsumesaMax

meextendiólamanoparaqueselapasaraaél.Ningunodelosotrosdoshizoademándecogerla.—Pagoyo.Contarjeta.Ah,otravezteníaquevolverdentro.—Unsegundo,vuelvoenseguida.Salídenuevoconeldatafonoparacobrarle.Élseladeóenlasillapara

coger la cartera. De ella sacó una de las muchas tarjetas que seamontonaban en los departamentos y me la entregó. MaximilianD’Angelo,poníaenlapartedeabajo.—¿TienesapellidoItaliano?—lepregunté.—Sí, la familia de mi padre es de Florencia, aunque ahora viven en

Filadelfia.Recordé las palabras que solía decirme mi madre: «Hija, cuando

alguien parece sucio, lo es, cuando alguien parecemalo, también lo es.Laspersonassiempresonloqueparecen».—Ah—conseguídecir—,ereslatinoentonces.—Esoparece—confirmódedicándomeunadesussonrisas.Vacilé un momento antes de despedirme. Mientras pensaba cómo

hacerlo empecé a recoger los platos con mucha calma antes de soltaralguna frase ingeniosa.Sesuponíaqueesedíayoera lomásparecidoaunaanfitriona.—¿Teapeteceríaveniramifiestadecumpleaños?Esmañana.Lepedía

Harry que me diera tu teléfono pero me dijo que era mejor decírtelopersonalmente.Asíqueaquíestoy.AntesdereaccionarylevantarlavistahastalosojosdeMax,maduréla

posibilidad.Mañanaeraunbuendía,noteníaqueveniratrabajar,aunqueloreservabaansiosaparavisitaraMike.—Nosésipodré—comencéadecir.—¿Trabajas?—preguntóconfuso—,tuhermanopensabaqueno,pero

sitienesquevenir,cambiamoslafiestadedíayseacabóelproblema.HarryyDylanestallaronenunaescandalosacarcajada.—Noeseso,esquepensabairaveraMike,perosupongoquepuedo

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hacerloantesdequeempiecelafiesta.—Seguroqueencontraráslamanera,princesa.¿Princesa?¿Dedóndehabíasalidoestetío?—¿Me das tu número de teléfono?—sacó sumóvil para anotarlo en

contactos—.Mañanatepasoabuscaratucasa.Alasseis.¿Estaráslista?—Mejorvoyenmicoche.Alzó su mirada y la dirigió al aparcamiento como si le hubiera

ofendidoenlomásprofundodesuser.—¿Enesecoche?¿Noprefieresquetelleveyo?—sololefaltódecir,en

mi chulísimo mercedes clase E coupé. Podía ser muy insistente eseamiguitodeHarry,peroaunasínoseibaasalirconlasuya.Élyyosolosensucoche…demasiadotentador.—No,enserio,asípuedovolvercuandoquiera.—Cuandotúquierastepuedollevardevueltaacasa—ydalequezurra.—Así está bien, de verdad —intenté cambiar de tema—. Entonces

mañanacaenlostreinta¿no?—Treintayuno—rectificó—,treintatengohastahoy.Mierda,todavíamásmayordeloqueyopensaba.Papáestabasentadofrentealtelevisorymamáterminabadecocinarla

pastafavoritadeHarry.Habíapreparadounasalsaboloñesaparachuparselosdedos.Alladohabíaunbolconunagranensalada.—Hola cielo. Harry viene a cenar esta noche —comentó mi madre

contentaporrecuperar,aunquesolofueraduranteunashoras,lapresenciadesuhijo.—Losé,acabodeestarconélymelohadicho.—¿Ah,sí?—preguntóextrañada.—SehapasadoporGalileaconunosamigos.Hanestadotomandoalgo.—¿ConLiam?—No,haidoconDylanyMax,ahorasecodeaconlanobleza—mereí.—¡Quéraroestáúltimamente!¿Verdad?—mepreguntóesperandoque

selocorroborara.—A mí no me lo parece, además, estaba muy contento de venir. Le

apetecía.Harry entró en la cocina interrumpiendo la conversación. Besó a mi

madreenlafrenteyamímededicóungolpecitoenelhombro.

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—¡Harry,cielo,quédelgadoestás!¿Nocomesoqué?—Perosiestoyhechounpincelín.Mírame—seestiróalargandolacara

sinpercatarsedelairritacióndemamá.—Vasaverloqueescomerdeverdad,porquemeparecequeseteha

olvidado–lereprendióella.—¡Huele muy bien! —dijo Harry destapando la olla para oler su

contenido.—Estácasilisto.Anda,veasaludaratupadre.Nossentamosloscuatroalamesa.Hacíatiempoquenodisfrutábamos

de una velada en familia. A mamá se la veía encantada de reunirnos atodos. Estaba perdiendo cercanía con Harry e intentaba asimilarlo. Sehacíamayor a pasos agigantados. Ahora ya no le ponía al corriente detodo lo que sucedía en su día a día y eso le producía ansiedad.Hoy noescaparíaasuspreguntas.Sonreíparamisadentrosalpensarqueyosímelibraríadeellas.Almenosesopensaba.Harry trabaja en el departamento de marketing de Walson, el gran

imperioamericanodelpequeñoelectrodoméstico,y levabien,cobraunsueldonadadespreciable.—¿Qué talvan lascosasenWalson,Harry?—preguntópapá, ansioso

porquelescontaralosdetallesquehacíatiempoquenoescuchaban.—No nos podemos quejar. Vamos a ampliar la línea de negocio con

productosdeclimatización.Mehanencargadodesarrollar lanuevafichatécnicadelosprimerosmodelosquesehanfabricadoyestoyhastaarriba.Tengoeltrabajoaseguradoalmenosduranteunaño.—Pinta bien. ¿Me pasas la ensalada? —dijo mi padre aparentando

despreocupación—.Mehandichoquetevenmuchoporelgimnasioconlos Yakota—sonaba recriminatorio, pero no dijo más. La sutileza queempleabaconmigotambiénlasolíautilizarconHarry.—Sí, me paso muchas horas sentado en una silla y no puede ser,

necesitodarunoscuantospuñetazosyprefierohacerlofueradelaoficina—Harryserioaldecirlo.—Lógico—dijoestavezmimadresinmuchoconvencimiento.Le preguntaron muchas cosas acerca de su trabajo, también querían

sabercómoselasapañabaahoraquevivíasolo.Harryparecíaindiferente,pero mis padres, por mucho que intentaran ocultarlo, se estabanreprimiendoparanosoltarunodesushabitualessermones.Meenteraría

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un día de estos de la razón por la que estaban tan suspicaces, y lomásprobableeraquenotendríaqueesforzarmenisiquieraenpreguntarlo.Melorevelaríamamánotardandomucho.Yo tambiénanhelabahablarconél, contarleunmontóndecosasami

hermanitodelalmayseguroqueélestaríaencantadodeescucharlas.—¡Dejad ya de monopolizar a Harry! —dije tajante a mis padres, y

dirigiéndome a él le pregunté—: ¿Te enseño la presentación de miproyecto?Hasidoestamañana.Yaveráscómomola.Subimos a mi habitación y encendí el ordenador. Le encantó. Se lo

expliqué mucho mejor de lo que lo había hecho por la mañana a laprofesorayalrestodemiscompañeros.¿Peroquépodíahacer?Nosabíaluchar contra eso, era mi sino, esa asquerosa timidez, el pánicoirrefrenable que se apodera de mí cuando hay espectadores me impidehablar con un mínimo de soltura. Con Harry había sido distinto, laspalabrasme salieron solas. Para la exposición en clase, debería haberloensayado una y mil veces antes de llegar allí, tendría que habérmeloaprendido dememoria, seguro que así hubiese estadomejor. Envidiabaesa faceta de la gente capazde hablar en público con tanta facilidad.Ennuestra clasehayvarios expertos, argumentan sinvacilar la importanciade su mediocre trabajo tachándolo de milagroso, ¡qué talento handesarrollado!Amenudome pregunto cómo lo conseguirán, porque yo,pormásquemeesfuerzo,nuncalogroalcanzaresacapacidad.Deseché de mi cabeza los inoportunos pensamientos que me hacían

sentir frustrada y opté por cotillear con Harry.Me aseguré de que mispadresnopudieranoírnos,temíaquedespuésquisieraninterrogarle.—¿MevasacontarquépasaconlosYakota?SereferíanaMax¿no?Tragósalivaantesderesponder.—Sí,aMaxyasugente,lesllamanasí.Nocaenmuybienporaquíyno

entiendoelporqué.Quizáseaporsuaspectodemafiosos,perolociertoes que conmigo se comportan como personas normales. Tienen unnegociofamiliarmuyrentableysonbuenagente.—Melodijo,inmobiliarioydeinversiones—lecorroboré.—Asíes.Loqueyocreoesquelestienenenvidia.Emigrantesitalianos

que salieron de su país en busca del sueño americano, trabajaron duro,triunfaron…ytodoeserollo.Noencuentrootraexplicación.—Tonterías,nocreoqueseaporeso,seguroquehayalgomás.Tienes

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unejemplobiencerca,mamáesespañolaynadielamiracomoaunbichoraro—ledije.—Noeslomismo,nolopuedescomparar,papáesmásamericanoque

laestatuadelalibertad.—Notevayasporlatangente,hablabademamánodepapá.¿Puedeser

que se dediquen a otra cosa y esos negocios no sean más que unatapadera? —le pregunté casi en un susurro. Temía su reacción—. Poraquello de los códigos de honor, como la ley del silencio, y esas leyesoscurasqueseinventanlosdelincuentes.—MiraCris,sifueraasí,aunquenomelohubierandicho,creoqueya

mehabríaenterado,enalgúnrenuncioleshabríapillado,ynohasidoasí.—Noestéstanseguro,quizásoloquieranllevarunavidanormalyati

nopuedancontartesusocultossecretos.¿Dylanquiénes?¿Suamigo,suguardaespaldas, su hombre de confianza? Porque estarás conmigo queresultaextrañoverlesiemprepegadoasuculo.—Sonamigos—ysequedópensativo.¿Nosehabíapercatado?—¿Amigos?¿Yleordenacosasytodoeso?Fíjatebien,alomejorMax

essujefe—deduje.Denuevosequedóabstraído.¿Habríarecordadoalgunasituaciónasí?—Túhasvistomuchaspelículas—dijoporfin.—Sí, seguro que sí, de todas formas estate atento a partir de ahora,

hermanito.Silagentereceladeesafamiliatalvezseaporalgunarazón.Aunqueestoydeacuerdoconloquedices,conmigotambiénhasidomuyamable.—¿Amable?—preguntóburlón.—Sí.Bueno, llámalo como quieras, pero se ha comportado como un

caballero.—Legustas.Melohadicho.¿Yati?PenséenMike.Desdequesalídelhospitalnohabíavueltoarepararen

él. Me sentí culpable otra vez. Él postrado en una cama de cuidadosintensivosgraciasamicrisisexistencialyyopensandoendivertirme.—Es simpático pero no sé si me gusta, además, parece el típico

conquistadoryesosolopodríatraermedisgustos.—Aver,notedesvíesdeltema,otegustaonotegusta—agregóHarry

impaciente.

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—Esdemasiadoarrogante,además,meintimiday,paracolmo,esmuymayor—puntualicéintentandoconvencerme.Enelfondomegustabamásdeloqueadmitíay,pordesgracia,Harry

meconocíamejorqueyomisma.—Vengaya,Cris,nomevengasconesas,porelamordeDios,¡perosi

hasaceptadoirasufiesta!—¡Harry! ¿Qué quieres decir? Voy a muchas fiestas y eso no quiere

decirquemegustentodoslosquelasorganizan—concluí.—Anda,noniegueslaevidencia—dijomirándomefijamente.Odiabaesetipodepresióny,antesdelanzarmeatontearconunhombre

comoMax,debíasaberquépodíaesperardeél.Hastanoconocerlemejor,noledaríaaHarryunaafirmaciónasí.—¿Confíasenél?—lepregunté.—Parece buen tío, Cris, es indiscutible que va un poco estirado pero

creoqueesunaposeyqueenelfondoeshonrado.Almenosesomehademostradodesdequeleconozco.—¿Cuántohacequeleconoces?—Unaño.Casi.La conversación con mi hermano me tranquilizó. Si él tenía la

conviccióndequesupintorescoamigoerade fiar,nodebíaalarmarme.Mis padres no parecían igual de convencidos.CuandoHarry semarchóintentaronsonsacarme.—¿Tú conoces a esos nuevos amigos suyos? —comenzó mamá

impaciente.—Leshevistounpardeveces,sí.—¿Y qué te parecen? Porque los rumores que circulan no son

demasiadohalagüeños.—¿Aquéterefieres?—quisesaber.—Dicenquesutrendevidanoesnormal.Demomento, lo único que había observado era queMax iba vestido

impecable y conducía un buen coche. No eran suficientes razones paradesconfiardeél.—Lagenteesmuyenvidiosa,mamá,ycuandoalguiensesaledelperfil

habitualenseguidaseleempiezaacriticar.

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CUMPLEAÑOSDEMAX

—TodosaldrábienHarper,yaloverás—leestabadiciendoalaseñoraSmithcuandosumaridoentróareunirseconella—.HolaseñorSmith.—Buenas tardesCristina.Qué buen aspecto tienes, te sientamuy bien

esevestido—medijoNathamSmithsonriendolevemente.Me había puesto un arriesgado vestido estampado para asistir al

cumpleaños deMax. En aquel lugar y en ese preciso momento, no meparecíaoportunoexplicarlesque,cuandosalieradeallí,iríadirectamenteaunacelebración,asíquememirésorprendidacomosiesaropahubieraaterrizadoenmíporcasualidad.¿ConoceríanellosalosYakota?Seguroqueno,suhijomelohubieracomentado.—Oh,hacíacalory…—conseguídecir—.Gracias.—Cuandoacabetodoesto,amimujeryamínosgustaríaquevinieras

undíaacomeracasa.Telodebemos—continuódiciendoNatham.—Acepto—dijesonrojándome—,seráunplacer.La habitación era suficientemente grande pero se me hacía pequeña

cuandonoestábamosMikeyyosolos.Estavezmetendríaqueconformarconestar,simplementeconestarallí.Parecíaunalocura,perohablarconélmereconfortabaelalma,mehacíasentirmejor.—Lehabéisafeitado—musité.—Vaya, te has dado cuenta. Eres muy observadora —señaló Harper

irónica—.Teníaunaspectohorrible.Horrible no me parecía a mí, nunca, ni siquiera en esas condiciones

podíasacarledefectos.—Asíestámejor—dijeparanocontradecirles.Aunque en esta ocasiónme encontraba acompañada,me perdí enmis

pensamientos y volví a abstraerme con los recuerdos deMike. Tenía lainmensasuertedequeélformabayaunaparteesencialdemivida.Eramiángel,miamigo,miamor;veíacadavezmásclaroqueeramiotramitad.Cielos, me preguntaba cuándo podríamos hablar a solas. ¡Necesitabaexplicarle tantas cosas!Él siempreencontraba laspalabras adecuadas, alcontrario que yo, que cada vez me sentía más inepta en cuestiones

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afectivas. El otro día intenté hablarle, lo intenté pero no pude, me fueimposiblearticularunasolapalabra.¿Cómodecirlequeelmiedonomedejaba expresar mis sentimientos? ¿Cómo preguntarle si era un errorenamorarmedemimejoramigo?Nopodía,quisehacerloperonosabíacómo.Mejuréquecuandodespertaseloharíasinretrasarlounminuto,selo debía. Al mismo tiempo, deseaba con todas mis fuerzas tener laoportunidaddepodermedisculpar.Enmiinteriorseagolpabantodasesascuestiones, pero intenté concentrarme en alguno de los momentosdivertidos que habíamos disfrutado juntos para paliar la ansiedad. Seríareconfortante,además,guardabalaabsurdaesperanzadequeensuestado,pudiera desarrollar alguna capacidad telepática para comunicarseconmigo,poresomeesforcéportraeralamemoriaaquellaalegresalidaen la que disfrutamos de la amplia y original fauna que había en elzoológicodenuestraciudad.Cuando despertase repetiríamos aquella tarde con Mel y su hermana

pequeña. ¡Espero que no lo haya olvidado!De pronto deseaba revivirlotodoexcepto el empujónal lago, ¿o igual sí? ¡Cuánto lo sentí entonces!Volvióempapadoasucasapero¿quéotracosapodíahacer?Estabamuycercadelagua,eseveranohacíauncalorsofocantey,nosé,analizándoloconcienzudamenteme hubiera bañado con él, pero… no, al final decidíque no, mejor que se mojara él solito, ¡por Dios, lo estaba pidiendo agritos!Nomepuderesistir.Leempujécuandosedespistó.Cayódeladoyse caló hasta los huesos. Recordé su mirada salvaje haciéndose elenfadado. Por unmomento pensé que haría lomismo conmigo pero secontuvo.Cuandomealcanzó,ellagoquedabayalejos,bueno,enrealidadno tanto, porque enunos cuantospasoshubiera llegadohasta él pero seapiadódemí.Nosupocuántoseloagradecí,peroahorapensándolobiencreo que no lo hizo pormí, ¡lo hizo por él! ¿Qué hubiera pensadomipadre cuando me dejara en la puerta de mi casa? ¿Qué excusa hubieratenido que darle? «Buenas noches señor Norton, aquí le dejo a su hija,verá, se ha tropezado en el lago y al ir a recogerla me he caído yotambién»,niporasomohubieracolado.Apesardelaccidentadobañoresultóundíaperfecto.Todavíaconservo

laúnicafotoquehicimosaquellatarde.LociertoesquenoslahizoMel.Refleja fielmente el imborrablemomento. Los dos estamos sentados enaquelbanco,dandolaespaldaalmundoyobservandolapuestadesol.Subrazoenvuelvemiespaldasinnisiquierarozarme.Alolejos,asomauna

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hermosajirafa,altaymajestuosa,fusionándoseconlalíneaqueseveenelhorizonte.Pareceunafotodeanuncio,esunainstantáneapreciosa.Devezencuandolamirorecuperandoaqueldíainolvidable.Me hubiese encantado recordarlo juntos, haberlo comentado en alto,

pero en ese lugar funesto y en presencia de sus padres, seguro quemispalabras hubieran sonado extrañas, así que preferí guardármelas demomentoparamí.CuandoMike recuperara suscincosentidosy suvidavolvieraalaanheladanormalidad,mencionaríaesedíaparareír losdosjuntos.Para Harper y Natham yo debía ser una compañía nefasta, la más

aburridaquepodían tenerahídentro,pero¿quépodíahacersinosemeocurríanada?Aunqueviendosuscarascreoqueellos tambiénpreferíanestarensilencio.Medespedíde losdosy salídelSharpmás apática quenunca, nome

apetecía nada asistir al cumpleaños de Max, pero había confirmado laasistenciaymeparecíadesconsideradonoaparecerporallí.IntrodujeenelGPS la dirección queme había dado.Camino deArtemisa, s/n, 3702SanDiegoCA.Eraunabuenazona.Sucasaseencontrabaenunodelosbarriosmásnoblesdelaciudad.Porsupuestosuscontactosenelnegocioinmobiliariolehabríanpermitidoencontraralgunaganga.Demanerataninoportunacomodecostumbre,laspalabrasdemipadre

retumbaban en mi cabeza como si él tuviera el don de grabármelas afuego en ella. «Los Yakota», había dicho. ¿Quiénes eran los Yakota?Seguramentehoyconoceríaaalgúnmiembrodesufamilia.¿Tendríanelmismoaspectoqueél?Prontoibaasalirdedudas.Segúnmeacercabaa lacasaunnudoenelestómagoseapoderabade

mí. Antes de llegar allí, el GPS había entrado en zona muerta;«reconduciendo»indicabalapantalla.Una larga avenida, sin salida y custodiada por una fila de erguidos

cipreses, llevaba directamente a la entrada de la casa. A lo lejos seapreciabaunaregiapuertadehierro.Merecordóa la imponenteentradaque había visto en el palacio deBuckingham cuando estuve de visita enLondres.Igualqueentonces,penséqueelinteriorseríamajestuoso.Fueranohabíaaparcadoningúncocheysupuseque tendríaquemetermehastadentroconduciendomicutretartana.Llegué justo a los límites de la puerta y paré haciendo chirriar los

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frenos.Seencontrabacerradaacalycantoynohabíatelefonillo.Sopeséquéhacer.LlamaraMaxparaquesalieraaabrirmemeparecíaridículo,asíquelodescarté,peroenlapuertanoseveíamovimientoycomencéaimpacientarme.Me incliné sobre el volante. Una cámara situada a cadaladode laentradaenfocabadirectamentehaciamí. ¡Ah!Eraporeso,micoche.Indignadasaquélalengua.Seguroquealguienestaríaalotrolado,observando,decidiendosidejarmeentrar.Por fin la puerta se abrió. Entré despacio en esa especie de bunker

examinándolo todo a mi alrededor. Al fondo, a uno de los lados delextensojardín,seapreciabaunainterminablefiladecochesperfectamentealineados. Los recorrí atontada: Audi, Hummer, Mercedes, BMW, otroMercedes, Audi, Chevrolet, ¡vaya, menos mal, estaba Harry! Porsche,Ferrari… y el mío, Ford Taurus del 98. Perfecto, había llegado sinperderme. Era fácil advertir mi presencia, el aspecto de mi coche y suruidoensordecedorseencargabanporsísolosdeanunciarmillegada.Mesentí tentada de dar un golpecito al Ferrari que estaba aparcado justodelante del mío, pero no lo hice, porque excepto a mí, a nadie más lehubiese resultado gracioso, pero sí me reí por dentro al imaginar laescena.Cuandomedisponíaabajardelcoche,mipuertayasehabíaabierto.—¡Peroaquién tenemosaquí! ¡A lamismísimaCristinaNorton!—su

voz se veló durante unos instantes antes de continuar—.Creí que ya novenías.—Te dije que vendría—miré el reloj. Eran casi las ocho. Me había

dichoquellegarasobrelassiete,claro.—Solofaltabastú.Ven.Alcélavistaparatanteardelejos.Maxmeestrechólacinturaymeacercóallugardondeseconcentraban

lamayorpartedelosinvitados.PudedistinguiraHarryenelcentrodelamultitud hablando con Dylan y Liam, también les acompañaban varioscachasdegimnasio.Estabanbienaprovisionados,enunamanososteníanlacopamientrasqueenlaotrasujetabanunapetitosoemparedado.—Tienesunacasapreciosa,Max—lecomenté sinapartar losojosde

todoloquenosrodeaba.—¿Deverdadtegusta?—preguntóilusionado.—Meencanta—no ledijequeparecíauna fortalezaoel esconditede

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alguienquequiere huir de la pasmaypasar inadvertido.Era la primeravezqueconocíaaunapersonaquecon tansolo treintaaños (apartirdehoytreintayuno)fuerapropietariodeunamansióncomoesa.Pensándolobien,noconocíaanadieconunamansiónasí.—Encontréunchollo—dijocongestoaltivo.—Sí,todoindicaquetelahandejadoapreciodesaldo—comentépara

seguirlelabroma.Mientras Harry, sus amigos y yo, tomábamos algo distendidamente,

Maxseacercóasaludaralrestodesusinvitados.Noconocíaaningunodeellos. Todos, o al menos la mayoría, se parecían a él. En realidad eranormal,buenapartedesufamiliahabríaacudidoalconvite.Dylan se acercó a saludar a un grupo que estaba cerca. Los Taccoli,

creo recordar que dijo.Me alegró quemi hermano yLiam se sintierandesplazadosenesafinca,delocontrario,tendríadequépreocuparme.—¿Conocéisaalguienaquí?—lespregunté.—Anadie.Buenosí—yseñalandoendirecciónadondeseencontraba

Max,dijoHarry—:aquellos tresvandevezencuandoalTotemGym—menosmalqueeraelúniconexodeunión.AhoraMax hablaba alegremente con una mujer mayor. Nos miraban

mientrascomentabanalgo.Síqueeraeleganteaquellaseñoradecabelloblanco. Parecía muy alta para su edad, llevaba un elegante y vaporosovestidodecolorvainillaajuegoconunachaquetaqueparecíaChanel.Seacercaronsonrientes.Teníacuriosidadporsaberquiéneraaquellamujer.Maxseparócuandollegóanuestraaltura.—Ospresentoamimadre—dijoorgulloso.HarryleestrechólamanoyLiamhizolopropio.—Mamá,estaesCristina.Cris,mimadreGabriella—laelegantemujer

me extendió con finura sus bien cuidadas manos para estrecharcalurosamentelasmías.Llamabalaatenciónunescandalosopedruscoquellevabaensudedoanular.—Bienvenidaprincesa—dijoconunasincerasonrisa.¡Oh! Princesa. Era herencia familiar. Una costumbre que Max había

adquiridodeunamadreconmodalesexquisitos.—Gracias.—¿Loestáispasandobien?—preguntófeliz.

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—Fenomenal—ledijeyo.—Esoespero,porqueMaximilianmehadadomucholalata.Queríauna

bonitafiestaensucasaperosinocuparsedenada.¿QuétepareceCristina?Aversisecasadeunavezypuedopasareltestigo—¿eraunaindirectaounsimpledeseo?—.Encantadaquerida,pasadlobien.Disfrutaddelafiestaporquelehejuradoamihijoqueeslaúltimaqueorganizoparaél.Maxserioentredientes.Aquellaelegantemujerseperdióentrelamultitud.Elambientedestilaba

mafia por los cuatro costados. Mucho fumador de puros, toneladas degomina, demasiados blazer impecables, ¡cuánta gente con corbata!Cualquiera podría pensar que todos aquellos hombres se encontrabantrabajando. ¿Dónde nos habíamos metido? Harry miraba divertido laescenaasualrededor.—¿Teloestáspasandobien?—mepreguntó.—Sí.Es…estremecedor—conseguídecir.—¿Quéquieresdecir?—dijofingidamenteextrañado.—¿No lo ves? Parece que nos hemos colado en la hacienda de Al

Capone.—Tuimaginaciónesabrumadorahermanita,noloflipestanto,¿atiqué

te pasa? ¿Quieres poner pegas y no sabes cómo? Pues lo consigues¿sabes?—Harry, esto,más queuna estampa familiar, parece la reuniónde un

grupoorganizado.Unasociedadsecretaconsusjerarquías.Miraaquellosde allí —dije señalando al otro lado del jardín—, parece que esténtramandoalgo.—Sí, es verdad. Parece quemaquinan su siguiente golpe—dijoLiam

riéndose—,ymiranalrededorasegurándosedequenadielesescucha.Ungrupodecincohombresconversabaencírculoconcaradepocos

amigos. Todos vestían trajes caros y bonitas corbatas. Dos de elloscompletabansuatuendoconunpañueloenelbolsillo.AloFrankSinatra.Porsuaspectodedujequesetratabadelosaltoscargosdelsecretoclan.Asualrededornoseconcentrabanadie,comosidesprendieranuncírculodedefensainvisibleenelquenadieosabaentrar.—¿Habéis visto a esos que han pasado a su lado? —les pregunté,

dejandovolarmiimaginación.—Sí,¿quélespasa?—preguntóHarry.

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—¡Han bajado la cabeza!Como un gesto de respeto—contestó Liamcadavezmásconvencido.—¿Tú también,Liam?—dijomihermano—.¿Teestásdejando llevar

porlafantasíadeCris?—EnserioHarry,Cristienerazón,lohevisto.Escomosi…—¡¿Comoqué?!—leincrepóHarryimpaciente.—Como si estuvieran sometidos. Son los jefes. ¿No ves que son

mayoresqueelresto?—aclaróLiam.Parecía que allí se concentraba una alta dosis de poder con todas sus

letrasimplícitas.—Miradchicos,Maxsedirigehaciaellos,¡nohaagachadolacabeza!

¡Haentradoenelcírculo!Quéfuerte.Esunomás,¡esunodelosjefes!—Dijo Liam excitado. Los dos le miramos absortos, Harry empezaba arelajarseyselotomabaabroma.Paramínoeraningúnjuego,podíaserpeligroso mezclarse con gente así. ¿Y si eran los integrantes de unaorganización del crimen organizado? «Ida de olla, ida de olla, ida deolla»,merepetívariasvecesparavolveralarealidad.—¡Claro Liam! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? ¡Son

delincuentes!¿Ynotehaspreguntadotambiénporquéestamosinvitadosnosotros? ¡¿Unos intrusos como nosotros?! ¡Contesta a eso, espabilado!—preguntóHarry.—¡Puesestámuyclaro!¿Noloves?¡PorCristina!¿Estásciegooquéte

pasa?Selaquiereligar—memiró,ydespuésdijo—:PerdonaCris,esqueestanevidente...legustasysabíaquenovendríassiteinvitabaatisola.Harry se lo quedó mirando fijamente. Parecía que las piezas

comenzaban a encajarle. Tal vez amí también, pero cuando estás en unambientediferentealtuyotesientesamenazadoantelodesconocido.Esodebía ser. ¡Cómo podíamos ser tan estúpidos! En general, todos lositalianos solían tener ese aspecto. Reparé en la imagen que siempremehabíahechodeellos:atractivos,presumidos,apasionados,¿gánsteres?No,esto último no solía relacionarlo con todos los italianos. ¿Ricos?Tampoco.Los pocos que conocía teníanmodestos restaurantes y algunaque otra heladería. Vivían desahogados pero era gente muy normal. Elnivel que exhibía el entorno deMax nada tenía que ver con la imagencampechana que tenía en la cabeza. ¿Pero qué narices estaba pensando?Maxme lo había dicho con absoluta claridad, negocios inmobiliarios e

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inversiones.¿Enqué invertiría?¿Seríaelcrimenorganizadounnegociotanrentable?Empezabaadelirar.—¿QuépiensasCris?—preguntóLiamsacándomedemiensoñación.—PensabacómohabráconseguidoMaxunpalacetetanimpresionante.

Cuandolehecomentadolobonitoqueeramehadichoqueencontróunaganga.—Sí,ya,unbuengolpe—puntualizó.Observéal fondocómounosniños, ignorando loque lesdeparabael

futuro, jugaban a la pelota. Un grupo de emperifolladas «princesas» seencontraba no muy lejos de ellos. Justo en el lado contrario, Maxterminabadedebatir loqueparecíaunainteresanteconversaciónconloscinco miembros del enigmático círculo. Hablaban de igual a igual.¿Tendría Liam razón? ¿Pertenecería Max a la élite de un grupo depeligrosos delincuentes? Me excité, de repente parecía divertido.Extremadamente peligroso. Podría ser fascinante formar parte de unaaventuraasí.Discutíconesapartedemíquemeapartabadelalógicaydelsentido común.Enmis sueños podría ocurrir, por supuesto, pero enmirealidadno.SimeacercabademasiadoydescubríaqueMaxpertenecíaaloscurosubmundode lasextorsiones,elnarcotráficoyquizás tambiénaldelosasesinatos.¿Podríaluegosalircorriendo?Probablementeno.Alosintegrantesdegruposcomoesenolesestápermitidoponerenpeligroasuorganización.Losseiscomponentesdelcírculosevolvieronamirarhacianosotros.

Max se despidió de ellos y se encaminó en dirección a donde nosencontrábamos.Enlosúltimosminutoshabíaganadounauraamenazanteimposiblede ignorar.Cuandollegóquisosabersi loestábamospasandobien,y acto seguidome invitó a apartarmeconél.Yomiré aLiam,queasintióconlacabezacomodiciendo«loves,telodije»,yluegomirandoaHarrylespregunté:—¿Osimporta?—Sinotardasmuchotedejamosir—dijoHarry.Maxlesonriósinalzarunápicelacomisuradesuslabiosenunclaro

gestodedesaprobación.Noparecíaacostumbradoaqueleentorpecieranelpaso.Puso sumanosobremicinturayme incitóacaminar.Yahabíahechoesoantes,enelclubdelosaztecassinorecordabamal.Demasiadoautoritario.«Estoquiero,estotengo»,parecíaestardiciéndonos.

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En contra de lo que pensaba,me llevó hasta unamesa larga llena debuenísimacomida.—No querrás caerle mal a mi madre el primer día ¿verdad?—dijo

sonriendo.—¡Diosme libre,Max!Nadame gustaríamenos que disgustar a una

señorataneducada.—Esomeimaginaba.¿Quéteapetececomer?—preguntórelajado.—Harrymehatraídoalgo.Ahoranotengohambre,peroaverquéhay

poraquí…cogeréunpardeestospinchos.Tienenbuenapinta,¿quéson?—Crostiniconolivada.¿Tegustanlasaceitunas?—¡Meencantan!Enmicasanofaltannunca,mimadreesadicta.—Puesentoncestegustará.Ya había puesto dos palillos sobre mi plato. Lo sujetaba con ambas

manosmientrasdecidíaquémáscosas elegir cuandoMaxcogióunodeellosy,sinmediarpalabra,melometiósuavementeenlaboca.Estavezsísonriótriunfante.—¿Tegusta?—preguntóenunsusurro.—¡Sí,estábuenísimo!Se acercó hasta hacerme cosquillas por el roce de su nariz contrami

peloydijo:—Puesasíteparecerátodositequedasamilado.Soltéunamanodelplatoylediunpequeñogolpe.—¡Max!—ledijeturbada—.Anda,¿quédices?Noseastonto.Desde la primera vez que le vi desprendía un halo petulante que era

visible desde el lugarmás remoto del planeta, y en un día tan señaladocomo hoy, se le veía más endiosado que nunca. Era inquietante, yosiempre huyendo de personajes así, y precisamente me estaba dejandoseducirporelmásvanidosodetodos.Siguiópaseándomeatravésdelalargamesaexquisitamenteengalanada

paralaocasión.Conairedistraído,denuevovolvióapreguntarme:—Pasadomañanacelebramosunacarreradecoches.¿Tegustaríavenir

conmigo?—¿Peroesonoescosadechicos?—preguntéextrañada.—Losqueconducimossí,peroenelasientodelcopilotosesientanlas

chicasguapas ¿no lo sabías?Solo chicas.Si tienes suerte comoyo, irás

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bienacompañado,sino,elasientovavacío.Esnuestranorma.—Medamiedolavelocidadsinoconduzcoyo.—¿Contucoche?Estarásdebroma¿no?—Esverdad.Conmicocheoconelque sea.Además, comocopiloto

soynefastaasíquealomejorfastidiomásqueservirdecompañía.Nomeapetecíanada iraunacarreradecoches.¿Aalguien lepueden

gustar?PeroMaxpodíasermuyinsistente.—Si eso es lo que te pasa no correré mucho. Te prometo que

llegaremoslosúltimos,peroporfavor,venteconmigo.Semeablandóelcorazón.Nopodíaestardiciéndomealgoasí.Nopude

resistirme.—Deacuerdo,iré,perosoloconesacondición.—Hecho—sonabasatisfecho.—¿Dóndeeslacarrera?¿Enalgúncircuito?—preguntéignorante.—Nadadecircuitos.Realidadpuraydura.—Noteentiendo—esperéunarespuestaconcretaperonollegó.—Esigual,yaloverás.Seráemocionante.Bueno,supusequelopasaríamosbien,elcuerpomepedíaacciónyera

justoloqueparecíaqueibaatener.Maxcontinuó.—Mañana estaré ocupado y no podré verte hasta dentro de dos días,

justo para la carrera. Será por la noche, así que si quieres cenamosprimeroyluegovamosalpuntodesalida.¿Teparecebien?¿Unacarreradenoche?¿Sería ilegal?Demasiadasemocionesparaun

díacomoaquel.Maxleyóeltemorenmiindescriptiblecarayseapresuróaconcretarnuestracita.—Demasiadotardeparaarrepentirsemuñeca.Nunca es tarde para nada de lo que uno quiera echarse atrás, pero en

estecasoyahabíaaceptadoy,demomento,nopensabacambiarde idea.Quiseaveriguarunacosamás,silacarreraeralegalono,peroencontradeloqueestabapensandomipreguntafuedistinta.Suponíaquesujugueteseríaelmagníficocochequelehabíavistoconducirantes.—Entonces,¿iráscontuMercedesoprefieresquevayamosenelmío?Maxserio.Yomiréamialrededor.¿Habíadichoalgogracioso?—No —contestó secamente—, iremos en el coche de las grandes

ocasiones.

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—Vale.Nohaymáspreguntas.—¿Teenseñolacasa?—preguntócambiandodetema.Despuésdeverel jardínexterior, erapredecible imaginarcómosería

esepalacetepordentro.Nomeequivocaba,lacasameparecióeleganteyrecargada.Demasiadosofisticadaparahaberladecoradounhombredesuedad.Los toques,deunamadurez femeninamuyparticular, losatribuí aunamujerdelestilodesumadre.Me enseñó varias estancias, entre ellas la espectacular cocina tamaño

industrial decorada en blanco roto; también hicimos la tournée por losretratosdefamiliaqueencontramosenelrecorrido.Maxseencontrabaensu ambiente, yo empezaba a conocerle, cuando se sentía el ombligo delmundomostrabaesamiradaperversa.Estábamossolosenelsalónprincipal,yDylan,teléfonoenmano,nos

interrumpió.—LlamandesdeFiladelfia,esurgente—dijoalterado.Max le pulverizó con la mirada. Tenía la boca cerrada, le escrutó

fijamentedurantebreves instantesymovió ligeramenteel labiosuperiorenunclarogestodeasco.—Quellamenmástarde.Estoyocupado—contestócondesdén.

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REVISIÓNDEE-MAILS

Me parecía que la fiesta deMike pertenecía a un pasadomuy lejano.Había perdido la noción del tiempo. Según transcurrían los días, unaniebla cada vez más espesa me impedía recordar con claridad lo queocurrióaquellanoche.Estabaseguradequeenelfondo,miyadeporsídefectuosamemoriarehuíalosrecuerdosparanosentir laculpa.Odiabala sola idea de poder perder a Mike. Mis esfuerzos por mantenermeocupada dominaban todas las horas del día. Pero aun así, no conseguíaquitármelodelacabeza.Lasnocheseranespecialmenteespantosas.Lossueñosdesagradablesy

lasdespiadadaspesadillassesucedíanunatrasotracuandoseponíaelsol.DuranteeltiempoquepasabaenGalilea,intentabaagotarmienergíaparacontrarrestarlainsoportablesensacióndeangustia,peromiesfuerzoeraen vano. ¿Y si no se despertaba? ¿Si no consiguiera sobrevivir?Egoístamente prefería que estuviera conectado eternamente antes queverme llevando flores a su tumba. Tal vez con el tiempo el dolor sevolviera soportable. Quizá entonces podría mirar atrás y evocar losmejorescuatroañosdemivida.Peroaúnnoestabalista,eldolortodavíaresultabainaguantable.Permanecía tumbada en la cama con pocas ganas de enfrentarme de

nuevoaotrodía.Laluzsefiltrabaenlahabitacióntraspasandolasrejillasde lapersiana, informándome, incitándomeaponermeenpie.Dicenquepor lamañanadesaparecen losmiedosnocturnos, ¡por todos los santos!¿Cuándo piensa amanecer? Cerré los ojos. Limpié las lágrimas querecorríanmisblanquecinasmejillasyapretémuyfuerte losmúsculosdemi cara para contenerlas. Por nada delmundo quería quemimadremeviera llorar. En un rato nos encontraríamos en la cocina cuando ellaestuviera aún terminando de desayunar. En un esfuerzo sobrehumanoconseguí sacar lospiesde la camayme incorporépara ir a lavarme lacara;nopodíanotarmidesazón.Se escuchaba cacharreo en la planta de abajo. Los ruidos sin duda

procedíandelacocina.Antesdebajarmeaseguréanteelespejodequenoquedaseenmisojosrastrodehaberllorado.Todonormal.

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—Buenos díasmamá—saludé sinmirarla a la cara.Quería evitar suasombrosa capacidad de leerme el pensamiento. Sabía que en cuanto lamirase,estabatodoperdido.—Buenosdías,hija.¿Cómoestás?—Desfallecida.Memuerodehambre—abrílaneveraenunclarogesto

de esconder mi rostro y busqué durante un rato—, a ver qué puedocomer…—Memarcho cielo, he quedado con una clienta. Estaré fuera toda la

mañana,luegonosvemos.Puf,quéalivio.Nomehabía interrogado.¿Lodejaríapara lanocheo

notendríapreguntasparaformularmehoy?—Quetengasunbuendíamamá—ledeseé.—Lomismotedigohija.Después de abandonar su trabajo enMacy’s,mimadre se dedicaba al

absorbentemundodelamoda,algoqueleapasionabadesdequeeraniñaya lo que había renunciado por no encontrar un empleo en el que seencontrase cómoda.Por fin sehabía convertido enuna expertapersonalshopper y trabajaba por su cuenta, cosa que según ella, significaba unalivio.Teníasuficiente trabajocomoparasacarunsueldodecenteymástiempolibreparadedicarloalafamilia.Todoeranventajas.Todavía era temprano.Hasta las diez no empezabami única clase del

díay,simedabaprisa, tendríatiempodehacerunarápidavisitaaMike.Tras considerarlo durante un segundo decidí salir escopetada de allí.Necesitabaverle,hablarle, tocarle aunque solo fueraduranteun instante.Condujehastaelhospitalimaginandolaconversación.Enmicabezaélseencontraba despierto. Me miraba sonriente por la agradable visita. Lohará, sé que lo hará muy pronto. Recordará este accidente como unahorriblepesadilla.Entrécautelosadentrodelahabitación.Fantástico,estábamossoloslos

dos.ElseñorylaseñoraSmithnotardaríanenaparecer,peroporahoracontabaconunratoparamí.Otra vez le estaba creciendo la barba y parecía más delgado. Había

envejecido varios años desde la última vez que le había visto, aunquequizá solo fuera por esa barba, y seguro que en cuanto desapareciera,volveríaatenerelmismoaspectodesiempre.Sobreunadelasbaldasdelamesillaquehabíajuntoalacamaseencontrabaunpequeñobarreñoy

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los utensilios que Harper utilizaba para afeitar a su hijo. Hoy podíahacerlo yo, pero debía poner especial cuidado para no rozar el tubocolocadopara la respiraciónmecánica.Lodudé; se suponíaqueunactoasíresultabademasiadopersonal,¡peroquénarices!¿Acasonoteníamosconfianza?Porsupuestoquelahabía,paraesoyparamuchomás.Vaciléde nuevo, no sabía lo que podría pensar su madre, temía que no leparecierabien.¿Quédeberíadecirleencasodequepreguntara?Enfin,yaencontraría lamanerade inventarmealgocuandomicarasepusieradelcolordelasframbuesas.Lamáquinacontinuabaigual.Meestabaacostumbrandoalacompasado

yplacenteroritmodelossonidosdesucorazón.—HolaMike,yaestoyaquí.Mehasechadodemenos¿verdad?Yoati

también, pero no te alteres que no ha sido para tanto. ¡Oh,Mike,Mike,Mike!Nuncahasdescuidadotubarbayparecequeteestácreciendo.Estanoscuraypobladaquealomejordebemosponerleremedio.¿Quieresquelohaga?¿Sí?Pueslovoyahacer.Atumadrelegustaverteafeitado¿perosabes una cosa?No te quedamal. Te damadurez. Te hacemayor—mealejéunpocoparaobservarle—,estásmuyinteresante.Meacerquéaponeraguaenelpequeñobarreñoycogíunapastillade

jabónquehabíasobreellavabo.—Mike,noteasustes.Voyamojartelacaraconmuchocuidado.Note

alteresporfavor.Yaverás,tegustará.Mojésuavementesurostroylollenédejabón.Contodaladelicadeza

quefuicapaz,rasurétodoslosrinconesenlosquehabíacrecidolabarba.Descubrí algunos lunares que hasta entonces había pasado por alto.Observé sus facciones ovaladas, le conferían un porte elegante. Laproporción perfecta de sus labios resultaba demasiado seductora. Sequésus mejillas con suavidad dando pequeños toques para retirarle toda lahumedad.Meencontrabademasiadocerca,invadiendolomásprofundodesuintimidad.Nomesentíamalporhaberledejadotanpulcroperosípormirarledeaquelmodo.—Yaestá.Listopararecibirvisitas—ledijeenunsusurro.Elsonidodelamáquinaempezabaaacelerarse.¡No!¿Porquéahora?Si

todo había ido bien ¿qué había pasado? Claramente estaba excitado.Recogírápidamentelosbártulosymepuseenpiedeunsalto.—EstoyaquíMike,cálmate.Porfavor,hazlopormí.

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Leagarrésuavementelamuñecayelsonidodelamáquinavolvióalanormalidad. ¿Era posible quemehubiese oído?Lemiré fijamente a losojosesperandounaseñalyvicómoselederramabaunapequeñalágrima,partía del vértice de uno de sus ojos y se deslizaba recorriendo la sienhastaperderseeneloscurocabello.Coloquédenuevolosutensiliosensusitioypulséeltimbrequehabía

sobreelcabecero.Enunsegundolaenfermerasepresentóallí.Lahabíaalarmado,sucaradesustotambiénmesobresaltóamí.—¿Quéocurre?—dijoentonorecriminativo.Tardé en contestar.Penséque eramejor que lo viera con sus propios

ojos.MirandoaMike,leseñalésinarticularpalabra.—¿Vatodobien?—volvióapreguntar,estavezenuntonomássevero.—Estaba llorando, lo he visto. También la máquina ha empezado a

sonarmás.Laenfermeraseacercó, revisó la incomprensiblepantallay las líneas

desurostroserelajaronporfin.—Susconstantes soncorrectas.Aveces,apersonasqueseencuentran

enesteestadoselesvederramaralgunalágrima.Peronoseapure,esalgonormal.—¿Y lo de la máquina? ¿Por qué se ha acelerado? —pregunté

esperandounarespuestaquemeconvencieramás.—Nolepuedodecirseñorita,encualquiercaso,eldoctorWalterpasará

averaMikealolargodelamañana.Élmejorqueyopodrádarlealgunaexplicación.En esemomento el señor Smith entró en la habitación.Un rato antes

hubiera estorbado, pero en esemomentome alegrémucho de verle. Sepusoahablarconlaenfermerayrecibiólamismaexplicaciónqueyo.Noseasustó.—BuenosdíasNatham—ledije.—HolaCristina.HasmadrugadoparaveraMike.Eraobvio.Despuésdeloquehabíapresenciadoelcomentariodelseñor

Smithmepasódesapercibido.Apesarde la tragedia, el hombre sonreíaconsatisfacción.—¿YlaseñoraSmith…?Harper,¿vendrá?—Mástarde,ahorateníaquesolucionarunasuntodetrabajo.Comono

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sabemoscuántoduraráestasituación,creoquelomejoresorganizarnosparanodescuidarelnegocio.Hoypreferíaquefueraellalaquesehicieracargo.Estátanangustiada…apenashadormidodesdequeregresamosdeEuropa,asíque,enlamedidadeloposible,intentoqueestéocupada,peropormásquemeesfuerzonoconsigodistraerla.Sabíadequémehablaba.Aunqueyonoerasumadre,missentimientos

haciaMikeerandeltodoprofundos.—Puedo imaginármelo. Comprendo lo difícil que puede llegar a ser

encajarunrevésdeestecalibre.—Nocreoquepuedas,Cristina.Note imaginasloquesepuedesentir

haciaunhijo.Esdiferenteatodo.Pobres padres. Intenté asimilar la información del brutal golpe

emocionalquehabíanrecibido.Eneseinstantesentíunintensodolorenelcentro de mi pecho. No, Mike no estaba muerto, pero la sola idea dearticular la maldita palabra me impedía pronunciarla. Coma. Un estadocon demasiadas incógnitas. En el mejor de los casos Natham y Harperdebían estar preparados para lo peor, pero ¿qué significaba eso? Podíaocurrircualquiercosa.Pensarenlasmúltiplesposibilidadeshizoquecasiperdiera el sentido. Muerte, estado vegetativo, pérdida de… ¡de tantascosa!Podíaafectarlealhabla,alavista,atodoslosdesconocidossistemasquerecorríansucuerpo.DetestabahablardeaquelloconNatham.Mikenoibaamorir,losabía,peroahoraelseñorSmithnecesitabaunapalabradealiento.Algoqueleayudaseaseguirhaciadelante.—Sevaarecuperar—ledije.Apesardelasimplezademisreiterativas

palabras,mesentíreconfortada.Siemprehepensadoquedeciralgoasíenaltoayudaahacerlorealidad.—Diosquieraqueseaasí,Cristina.Lequedatodoporhacer.Todavíaes

unniño.Esnuestroniño—la imagendeNathamSmithcontraídopor lapenamemortificó.Estabadeshecha,dejéaMikeconNathamymedirigíaclasedegestión

de obra. La asignatura me había gustado hasta entonces, pero en esemomento se presentaba como la distracción más soporífera que podíatener.AlllegaralcampusmeencontréconMel.Entramosjuntasaclaseynos sentamos en nuestro sitio habitual: la última fila del aula. Toméapuntesdurantetodalahora,queseprolongóloindecible,yporfinsonólacampana.

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—Cris, estás demasiado callada, ¿hacemos algo luego? Los chicosquiereniralaplayaasurfear.¿Teapetecequenosotrasnostumbemosatomarelsol?—No,nomeapetecemucho.Mevoyacasa,además,luegotengoqueir

aGalilea—teníalaexcusaperfecta.—Deberías distraerte un poco. No solucionas nada encerrándote en

casa.—Nolohago—dijepococonvencida.—SílohacesCris,estásrecluyéndoteentumundo.Porotraparte,eslo

quehacessiemprequetienesalgúnproblema—measeguró.¿Eso pensaba Mel? ¿Que me aislaba? Nunca me había parado a

pensarlo,peroquizásllevararazón.—Puesentonces¿quépropones?—dijeintentandoesforzarme.—Sol y playita. Hace un día fantástico y deberíamos aprovecharlo.

Becky vendrá también. Britney no puede porque tiene entrenamiento yFredyFernandosepiensanllevarlatablaparahacersurf.—¿Con lo patosos que son en el agua? —me empezaba a parecer

gracioso.—Sí,vengaanímate,vamosa reírnosun rato.Puedeserdivertidover

cómointentansaliralasuperficie.Por esome aislaba.Era fácil de entender.No sería capaz de echarme

unas risas sin que fueraMike el que no consiguiera sacar la cabeza delagua, pero tal vez Mel estuviera en lo cierto y fuera mejor hacer unpequeñoesfuerzo.—De acuerdoMel, iré después, antes quiero ir a casa a repasar unos

apuntes.Nosvemosdondesiempre.—HastaluegoCris—dijosatisfechaporhabermeconvencido.Me fui a casa a pelearme conmi programa de diseño favorito, pero

antespaséporlapasteleríaacomprarbombonesdechocolateconlosqueahogarmispenas.Subíamihabitaciónparaencerrarmeen«mimundo»,según me había dicho Mel. Encendí el ordenador, abrí la caja debombones y empecé con el atracón. El sketchUp había conseguidodominarlo gracias a la valiosa ayuda de Mike, pero como me sucedíasiempre en estos casos, ahora volvía a darme problemas, ¡se quedabacolgado todo el tiempo! ¿Alguien era capaz de entender estas perversasmáquinas?Mierda, mierda, mierda. Reinicié una y otra vez mientras la

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cajadebombonesestaballegandoasufin.Necesitabadistraermeconalgoy no se me ocurrió otra cosa que abrir el Outlook para revisar miscorreoselectrónicos.Nadanuevo.Ordenarpor:Nombre.BusquéaMike.Algunosdesuscorreosaúnnoloshabíaborrado,«¡estupendo!»medijeamímisma,«asílosreleootravez».

Holaniña:Debería estar centrado en el partido, ¡en la gran final! Pero estoypensando en ti, más bien en tu proyecto. ¿No pensarás que me heolvidado?Siquierespodemosrepasarloantesdelapresentación.Estágenial, pero tenemos que ver cómo arrancas con la exposición.Debemosasegurarnosdequesuperasconéxitoeseprimermomento.Esta tarde entreno, pero después podemos vernos. ¿Me concedes elhonor?Tuamigo,Mike

Québienmeconocía.Sabíaquemecostabaarrancar.Mitimidezeratantransparente… él podía verla con claridad. Sabía perfectamente cuál eramipuntodébil.Bajéelcursor.Dosdíasantesmehabíaenviadootro.

Holaniña:Marzo está llegando a su fin. Las vacaciones de primavera están apuntodellegar.¿Quierespasarlasconmigo?Tuamigo,Mike

Parecía que leía el correo por primera vez. Cuando lo recibí hacíaapenas quince días, no había reparado en la frase. Ahora sonabaperfectamente clara; muy directa. Recordé que ni siquiera me habíadignado a contestar. Simplemente sonreí al leerlo. ¡Adjuntaba la foto deunosesquiadoresenlasmontañasrocosas!Bajéalsiguiente,peroantesdeabrirloelteléfonoempezóasonar.—¡HolaCris!¿Dóndeestás?—escuchédeciraBecky.Miréelreloj.Eranyalasdoceymedia.—Estoyencasaperosalgoya.—¿Yaquéesperas?—dijoenfadada.—Notardaré,Becky.¿Hanllegadotodos?—preguntéaturdida.

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—Sí,teestamosesperando.Me puse rápidamente el bañador y los vaqueros encima. Arranqué el

cocheymedirigíalaplayaparareunirmeconellos.Cuandollegué,MelyBeckyestabantronchándosederisamientrasen laplayasedistinguíanperfectamentedostablasdesurf.Sololastablas.—Holachicas.—Teloestásperdiendo—comentóMel.—¡Se van a ahogar! Deben estar tragando mucha agua —dije

sobresaltada.—No se ahogan, no. Siéntate a ver la función. Fred ha conseguido

mantenerseenpieunavez.Fernandoaúnnolohahecho.MeacerquéalaorillayFredhizolomismo.—Holachicos.¿Necesitáisayuda?—lespreguntébromeando.—Dominamos,no tepreocupes—contestóentre risas—,perogracias

detodasformas.—Perfecto.Fredseinternóotravezenelaguayyoretrocedíymetumbéconlas

chicasacotillear.EstabanhablandodeEmma,mieternaadversaria.—Cris,¿tehasenterado?—preguntóBecky.—¿Dequé?¿Quéhapasado?—HeoídoqueEmmayMiketuvieronalgo.Sentíquemialmasepartíaendos.¿Podríasercierto?Imposible,deser

asíMikemelohubieracontado,ysinolohabíahecho…¡Eraporqueaúnsentíaalgoporesabruja!—¡No! ¿La amiga de Sarah? —pregunté alucinada, necesitaba

confirmarquehablábamosdelamismapersona.—¿AcuántasEmmasconoces?Obviésuabsurdapregunta.—¿Quiéntelohadicho?—quisesaber.—Lo he oído en la cafetería por casualidad, pero ya me enteraré.

Seguroqueesverdad,ellasiguecolada,aunqueéltampocohaceascos…—Noséyo…selopreguntaréaMike—comentédolida.NomecabíadudadequeBeckytambiénutilizaríatodoslosmediosasu

alcance para enterarse de aquello. Era la personamás cotilla que habíaconocido en mi vida, pero esta información me interesaba más que

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cualquierotrochismorreoquenoshubiesecontado.—Yonoindagaríamucho,siaestasalturasnotehadichonada,esque

noquierehacerlo,Cris—dijocompadeciéndose.—Lohará—sentenciéencolerizada.—¿Ningunasepiensabañar?—Fernandohabía llegadohastanosotras

tapándonoselsol.—Ahoranosestamosponiendomorenas,notenemostiempoparaeso.

Porfavor,retírate,nosestásdandolasombra—dijoMel.—¡Fred!¡Venaquí!¡Laschicassequierenbañar!—¡Estámuyfría,Fernando!Nohagaslamismagraciadesiempre,por

favor,estamosbienasí—suplicóMel.—Esporvuestrobien—dijoFernandopausadamente.Fredyaestabaallí.AgarróaMelpor laspiernasyFernando lecogió

losbrazos.Ellasuspiróysedejóllevar.Nosotrasnosincorporamosparavercómocaíaalagua.Lalanzaronaladetresyvolvieronaporotra.—Becky,tehatocado—dijoFred.—¿Por qué? ¿Qué os hemos hecho? —suplicó ella poniendo su

candorosamirada.—¿Lo preguntas en serio? ¿Os parece poco reíros de nosotros en

nuestrasnarices?Ella se acercó a mí, acurrucándose, como si mi fortaleza pudiera

defenderla de lo inevitable.No consiguió nada. Fui detrás de ellos paraevitarelmismorecorridoymelancédecabezaalaguaconcuidadodenochocarcontraelsuelo.—¿Lo ves como esmejor esto que quedarse en casa?—medijoMel

acercándoseamioídoparaquelosdemásnopudieranescucharnos.—Tienesrazón.Peroestonohacequemesientamejor.—Yocreoquesí.—¡Mesalgochicos!—grité—,tengoquetomarelsolparaestarguapa

yaquínopuedo.Salíymetumbéenlatoalla.Todosseguíanenelaguahaciendodelas

suyas.Mepuse loscascosen lasorejasydesconectéde todo.Bueno,decasitodo,porqueestuvereflexionandoacercadelashirientespalabrasdeBecky. Por supuesto inútilmente, ya que recapacitar sobre lo quesupuestamente había ocurrido entre Emma y Mike en el pasado no me

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conducíaanada.Alcabodeunrato,salieronareunirseconmigo.—¿Quiéntienehambre?—preguntóFred.—¡Yo!—gritóBecky.—Yotambién—dijoFernando.—Buenovale,todosestamoshambrientos.Mevoyaacercaracomprar

unasfajitas.¿Meacompañas,Mel?—Claro,vamos.Losdossefueronacompraralgoparacomerynosotroslesesperamos

en el merendero dispuestos a devorar cualquier cosa que trajeran. AexcepcióndeldíaquepasamosenlapiscinadeMikedespuésdeganareltorneo,estaeralaprimeravezqueinaugurábamoslatemporadaoficialdecalor.Hacíaundíafantásticoyyomeloqueríaperder.—Yaestamosaquí—dijoMeldejandocaerunpaquetegigantellenode

cosasriquísimas.Fernando fue el primero en coger una bolsa de fritos.La iba a abrir,

peroBeckylediounmanotazo.—Espératealmenosaquesesienten¿no?—¡Asusórdenesmigeneral!—dijoacercandosumanoalasien.Los chicos comíanaunavelocidad supersónicay, nadamás empezar,

solíadesaparecerdelamesatodorastrocomestibleenunabrirycerrardeojos.Nosotras les conocíamos bien, así que habíamos desarrollado unaestrategia para separar desde el principio una pequeña porción paraasegurarnospodercomeralgo.—Mañanallegamihermana—nosdijoFernandollenodeemoción—,

estoydeseandoquelaconozcáis.—¡Pero bueno! ¡Eso es genial!—dijoMel—. Por fin conoceremos a

alguiendetufamilia.Fred le mirada encantado mientras devoraba un puñado de nachos.

Estabainformado.—Tomaremosalgoencasa,porlanoche,asíledoytiempoadescansar

delviaje—aclaró.¿Mañana?Teníaunacitaquenopodíaeludir.—Yonopuedo,Fernando,precisamentemañanahequedado.Todos se volvieron extrañados, excepto Fred, quememiraba con tan

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malalechequemeinvadieronlosremordimientos.—¿Conquiénhasquedado?—preguntómolesto.Noleolíabien,yera

demasiadolistoparaintentarengañarle.—Conunamigo…conunosamigosdeHarry.Sillegoasaberlonome

hubiera comprometido —desvié la cara para mirar a Fernando. NosoportabalosojosacusadoresdeFred—,losientoenelalmaFernando—meexcusé.—NotepreocupesCris,sequedaráunosdías,yatelapresentaré.Elcielohabíacomenzadoatornarsegris.Unascuantasnubestomaban

formaparadescargarjustosobrenosotros.Yaeratardeparaestropearnosnuestrochapuzón,aunquenotantocomoparaaguarnos ladesafortunadatertulia.—Parecequevaa tronar—dijemirandoalcielo—.Chicos, lohemos

pasadomuybien,peroyotengoqueirmeatrabajar.—¿Curras hoy también?—me preguntó Fernando—. Pues que te sea

leve.—Lointentaré.Adiós,nosvemos.—Nos vamos todos —dijo Fred incorporándose—, no sea que nos

calemos.Comenzaronacaerlasprimerasgotasytodosechamosacorrerhacia

elaparcamientodondeestabannuestroscoches.Fredmealcanzóenunpardezancadas.—¡Espera!—gritó—,soloesagua.—Poreso,noquieroquesemeponganlasgreñasdesiempre.Habíallegadohastamí.Estabaserio.—Cris,sabesqueMiketeadora¿verdad?Eradifícilguardarsecretosentrenosotros,especialmenteconFred.—Lodices como si nome importase, yo le quiero con todami alma

Fred, y me miras como si le traicionara, o no sé muy bien quémaquiavélicaideaterondaporlacabeza.Mejorobamuchoquememiresdeesemodo.—Te mosqueará, pero sabes perfectamente que no está bien lo que

haces.¿Hasquedadoconesepijoamiguitodetuhermano?¿Elquepareceunaestrelladecine?—Hequedadoconvariaspersonasynocreoquesupongaunagravio

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paranadie.Había comenzado a entrecerrar los ojos. Lo hacía cuando dilucidaba

algotrascendental.—Sabesquenoestábien—repitióconvencido.—¿Tú crees?Porque hasta elmomento, que yo sepa, no he cometido

ningúndelito.—Puesalgohabráshecho,porquesino,notepellizcaríasloslabios.Retiréinstintivamentelosdosdedosdemiboca.—Lohagocuandoestoynerviosa,nocuandovoyafusilaraalguien—

leaclaré.Llegamos a mi coche calados hasta los huesos. Todos alzaban sus

brazos despidiéndose cuando pasaban junto a nosotros y levantaron unaenorme polvareda que nos comimos los dos. Quería decirle algo queapaciguarasuenfado,peroenestoscasosmielocuencianoeramimayorvirtud.—TodoestábienFred,puedesestarseguro.—Nohagastonterías—agregóconsuexpresiónagradabledesiempre.—Telojuro—leasegurédándoleuncariñosoabrazo.CondujedecaminoaGalileaabsortaenmispensamientos.Nadadelo

quehacíalograbadejaraunladolaimagendeMiketumbadoenaquellacama. La visión se proyectaba en mi cabeza una y otra vez. Nada másllegarBeckyllamóporteléfono.—HolaBecky.¿Quéocurre?—preguntéinquieta.—Yameheenterado.—¿Dequéhablas?—DelodeEmma.Creoqueseliaroncuandoibanalinstituto,almenos

eso es lo que cuenta ella.No sé si fue un simple flirteo o una aventura,perohuboalgoseguro.Jolín, llamaba para recordármelo. Enterarme de que Mike y la

pelandrusca esa se hubieran enrolladomemartirizaba, pero intenté queBeckynosepercatarademiaflicción,preferíallevareldueloensoledadymostrarmeimperturbable.Traguésalivaantesdecomentarloypuseuninteréscomedido.—GenialBecky,puesentonceslacalentonadeEmmaestuvodesuerte.

Tendréqueaplaudirla—semeocurriódecir.

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—NoteenervesCris,igualesmentira.—Meesindiferente,siesciertoqueseliaron,fuehacemuchoynocreo

quequedepasiónentreellos.NoporpartedeMike,desdeluego.—Dondehubofuego…—continuómiamiga.—AdiósBecky—medespedí de ella.Meacababade arrepentir deno

habermequedadoencasa.Tratédeconcentrarmeeneltrabajo.Meataviéconeldelantalyrecogí

lasmesas que se habían quedadovacías durante el cambio de turno conMariah.Enesemomentoapareciómitía.—HolaLily.¿Quétalayer?¿Muchojaleo?—lepregunté.—Noestuvomal.Hicimoscaja.Sihoyseportan igual sacarásbuenas

propinas.—Esoestaríamuybien—dijeencantada.La cafetería estaba más llena que de costumbre. Las cuatro horas se

pasaríansindarmecuenta.—¡Lily!¿Hasvistoeso?—dijeexaltada.—¿Elqué?—preguntóelladespistada.—¡Eljubiladoylaseñoraaquella!¡Sehansentadoenlamismamesa!—¡Oh!—Hanllegadojuntos—leinformé.—Veaatenderles—medijoLily.Vicómolosojosdelamujerseposabanenlosdeélparadesviarlosun

momentodespués.El rostrodel jubiladodibujóunasonrisa triunfaly laagarródelamano.—Vamos,Cris,¿aquéesperasparaatenderles?—Noquierointerrumpir.LilyseempezóareíryenesemomentoaparecióDavid.—Yalosé,cosasdechicas—comentósarcástico.—Vasaprendiendoquerido—ledijoenbromamitía.La imagen de la parejame hizo recapacitar. Pensaba quemi relación

conMikeseiríaalgaretecuandodespertase.Meecharíaencaramuchascosas. La única forma de no sentirme culpable sería pagándolo concualquier cosa que me hiciera daño. Si él admitía la aventura con suamiguitaEmma,lopodríaconsiderarcomounrazonableempatetécnicoytalvezasí,yomesintieramenosresponsabledeldesgraciadoaccidente.

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LACARRERA

HabíadescubiertoqueaunahoratempranaencontraríaaMikesolo.Suspadres solían llegar bien entrada lamañana para después quedarse a sulado el día entero. Hacían turnos, así que sabía lo que tenía que hacer.Debíaaprovecharesospreciadosmomentos.Todavíaerapronto.Elhospitalabríaoficialmentesuspuertasalasocho

en punto para recibir a los familiares y al resto de las visitas, pero lociertoeraquenuncamehabíanpuestoproblemasparaentraraverlefueradelhorarioestablecido.Salí de casa con la intención de ser la primera en llegar al Sharp

Memorial. Algunos trabajadores entraban por la puerta dispuestos acomenzar su duro día de trabajo. Creo que gracias a eso pasédesapercibidaparalosrecepcionistas.Saludéamablementeymedirigíalascensorconlaincómodasensacióndeestarhaciendoalgomalo.Pulsélaplantamenos uno. En ese piso se encontraban los pacientes graves. Losubicabancercadelosquirófanosporsialgúncontratiempolesobligabaarealizarunaoperacióndeurgencia.Avancéporelpasillomuysegurademí misma con el firme propósito de meterme cuanto antes en lahabitación.Abríconcuidadolapuertayallíseencontrabaél.Enabsolutoestadode

calma.Comosihubieraestadoesperándomedesdelamañanaanterior.—BuenosdíasMike—ledijeenunsusurro—,yaestoyaquí.¿Tevasa

despertarhoyovasaseguirhaciéndotederogar?—reíparamisadentros.Sabíaqueestarencompañíadesusseresmáscercanoserapositivoparaél.Noslohabíadicholaenfermeraeldíaqueleingresaron.—¿Le gustó a tu madre el aspecto que te dejé ayer? ¿Afeitadito y

pulcro?Seguroquehicieronalgúncomentario.Mecrucéconellos,buenosolo con tu padre, y está roto de dolor, les tienesmuy preocupados. Tequierentanto…—«Casitantocomoyo»,pensé.Peronolodijeenaltoporsienalgúnrecónditorincóndesusubconscientealmacenabamispalabrasmássecretas.»No se ha cumplido ni siquiera una semana desde que estás en el

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hospitalyteheechadodemenosmásdeloquepuedosoportar.Nosabescuánto,Mike.Cadadíamás.Eshorrible.Porfavor,levántatedeunavez.CogímimóvilybusquélacancióndePhillCollinsquehabíaguardado

enél.Bajéelvolumenhastadejarlocasialmínimoycomenzóasonar.—¿Larecuerdas?Esnuestracanción.Estasiempreseránuestracanción.

Tuyaymía,noloolvidesnunca.

Howcanyoujustwalkaway–whenallIcandoiswatchyouleave–girlwesharedthelaughterandthepain–weevensharedthetears–you’retheonlyonewhoreallyknewmeatall

Pensé en la letra de la agradable melodía. Era como si hablase denosotrosmismos.—Creo que sí, soy la única que te conoció demasiado y, sime dejas,

podría hacerlo un poco más. Nos podemos conocer a fondo si estásdispuestoaaceptarmedenuevoentuvida.Mientras la música seguía sonando en mi móvil con el volumen en

posicióndos, lahabitación entraba enun extrañoestadode tranquilidad.Tenía la sensación de que algo en el ambiente parecía estar cambiando.Demasiadaquietud.¡Nopuedeser!¡Lapantallaotravez!Meencontraba sentada junto a él en el lado liberadode lasmáquinas.

Alcéelcuelloparacerciorarmedequeeldichosoaparatoseguíaestandoen su sitio. ¡Pánico!Eso es loque sentí al ver losnumeritosverdesquebailaban en la pantalla. ¡Habían descendido estrepitosamente! Pulsérápidamentelateclastopdelteléfonoylosdígitosvolvieronalaposiciónque me resultaba familiar. Vale, sobre ochenta es el número en dondetienenqueestar.Creo.—¡Jolín,Mike!—le recriminé bajito—. ¿Te duerme nuestra canción?

¡Me desconciertas! Solo quiero que te sientas vivo, pero si eso implicadarmeestossustosdemuertenovolveréahacerlo.Prometonovolverteaponermúsica,eslaúltimavezquelohago.Prefieresquetecuentecosas¿noeseso?Deacuerdo,supongoquees tuformadecomunicarte.Te loconsientoporquenopuedeshablar pero cuando te levantes…cuando lohagas,noserétancomprensiva¿entendido?Estarsentadaasuladosehabíaconvertidoenmiratitodefelicidad.Lo

únicoquemehacíasentirbienenesosmomentoscríticos.Apesardequenomequedasenyalágrimasenlosojos,sentirlecercamedabalafuerza

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necesariaparaafrontareldíaqueteníapordelante.—¿Sabes adónde me he trasladado? A nuestro segundo encuentro.

También fue por casualidad. Sí, pienso lo mismo, las casualidades noexisten,nosotrossiempreestuvimosdestinadosaencontrarnos,peroaqueldía fuemuy especial paramí.Estabais Fred y tú en el aparcamiento delSeaport Village, os vi apoyados en el coche mientras saboreabais undeliciosohelado.Yomehabíaacercadoacomprarunregaloamipadre,iba a ser su cumpleaños y no tenía nada preparado para regalarle. ¡Mepreguntaste si quería ir a la fiesta de la fraternidad de losZeta! «Me esimposible»tedije,«otravezserá,mipadrecelebrasucumpleañosyhaceunafiestamultitudinaria,sinofueranomeloperdonaríanunca».Seguistechupandoelheladoyteencogistedehombros«sí,otravezserá,peroquenoseamuytarde»medijistemientrasFredtezarandeabadeunempujón.Enaquelinstantesentíqueyaéramosamigos.Unosdíasantesmehabíassalvadolavida.¡Conseguistequenosememojaraelpelo!¿Sabesloquesignificóeso?No,nopuedesimaginártelo.»¿Creeseneldestino?Mel se ríedemícuando lehagoesapregunta,

pero ¿qué puedo decir? ¡Para mí es tan evidente! O si no, ¿cómo lellamaríasalhechodevolveracruzarnosdenuevotúyyo?¡Yestavezenla biblioteca! Justo unos días después de encontrarnos en el SeaportVillage. ¿Sabes cuántasveceshe idoa estudiar allí? ¡Una!Solamente fuiesavez.Noterminodecogerleelgusto,eselugarmedistrae.Noconsigoconcentrarme.»«¿Pasaría algo malo si nos largamos de aquí?» Me cuchicheaste

agachando la cabeza: «Tengo alergia a las bibliotecas». «¿Y a qué hasvenido?» te pregunté también en un susurro. «No lo sé, he sentido unaseñal,sabíaquemeibaapasaralgobueno»,contestasteresuelto.¿Cuántoestuvimos?¿Quinceminutos?¿Diez?»Me miraste a los ojos. Estaba confusa. ¿Adónde podía ir contigo?

Aunque éramos amigos, apenas nos conocíamos y decidiste que nomeibasadejarpensar.«Corre,vámonos,notevayasarajarahora».»Nossentamosenlaterrazademicafeteríafavorita.Deberíassaberque

fuemipreferidaapartirdeesemomento.Conservoenlamemorialoquenospedimos.Granizadodelimón.»«¿Jugamosacuéntamecosasdeti?»—mesoltastederepente.»«Empiezastú»—tedijeparalibrarmedecontestarlaspreguntasdeun

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curioso.»«Si le quitas a un gato sus bigotes se cae porque pierde el

equilibrio»—medijisteesaidiotez.»«¡Muybien»—repliqué—.«¿Aeso te refieres?Puesahíva: simetes

un filete dentro de un vaso de coca-cola y lo dejas toda la noche, a lamañanasiguientehabrádesaparecido»—semeocurriócontestarte.»«Elprimerhombreclonadoestáescondidoenunaisla»—memiraste

fijamentealosojosycontinuaste—,«ydicenqueallíseestáformandounejércitoparaconservarlaespecie».»«¡Andaya!¿Dedóndehassacadoeso?»—tepreguntéentrerisas.»«Estáengoogle».»Fueasícomorompisteelhielo.Despuésdedecirtodaslasestupideces

que se te ocurrieron quisiste saber cosas acerca demí. Te conté dóndevivía, te hablé demis padres, deHarry, demi ascendencia española.Lomejor fue contarte mi afición al baloncesto. La mía y la de toda mifamilia. ¡Se te iluminó la cara!Te alegraste de verdad.Mehiciste tantaspreguntas que estaba abrumada, sin embargo, yo también quería sabercosasacercati,peroeltiemposenoshabíaechadoencimayerahorademarcharnos.»«¿Te cuento mi vida y te vas? ¿No te ha parecido lo bastante

emocionante?»Tepregunté.»«Yalocreo,másqueeso,fascinante».»«Entonces,¿acasotienesmiedodedesvelartussecretos?»—insistí.»«Ni mucho menos, de hecho estoy deseando hacerlo. Mañana

volvemosavernosytehablodemiscosas,demisocultossecretos.¿Nosvemosenlabibliotecaoquedamosdirectamenteaquí?»—medijisteconcomplicidad.De pronto la puerta se abrió sin ningún miramiento. Se trataba del

doctorWalter.Meincorporédeinmediato.—BuenosdíasdoctorWalter.—Buenosdías,otravezusted.¿Estásola?Mehabíaparecidooírvoces

queprocedíandeaquí.Pues claro, estaba hablando con Mike. ¿Qué pasa? ¿Acaso él nunca

hablasolo?—Asíes,estoysola—ledije—.Aprovechoantesdeentraraclase,pero

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tengoqueirmeyaollegarétarde.¿Hayalgunanovedad?¿Algoquepuedadecirme?—preguntéconinquietud.Él, mirando distraídamente la incomprensible pantalla se dignó a

contestarme.—Demomentonadanuevo.—Melotemía.Puesnadadoctor,memarcho.NomecrucéconHarperniconNatham.Tampocoloschicossepasaron

porallí.Meencontrabarota,preocupada,completamentesola.Partedelaangustia que había reprimido los últimos días se me estaba echandoencima.Después de mi dosis diaria de Mike quería abandonar ese lugar tan

siniestro. Bajé hasta la recepción. A esa hora la actividad estaba en sumomentomásálgido.Lagenteentrabaysalía, los trabajadores,vestidoscon batas blancas, se cruzaban a toda prisa yendo de un lado a otro.Traspasé lapuertadeentradahastaalcanzar laparteexteriordel recinto.Miré alrededor por si distinguía alguna cara familiar. En ese precisomomentounafigurademasiadoconocidasedirigíahaciaelaccesodondemeencontrabayo.Uncúmulodeemocionesmeatravesó,¡conlobienqueestabasola!FijémivistaenlasiluetaypudedistinguiraEmma.¡Sehabíapuesto susmejoresgalasparavenir averle!Lamuyputa llevabapuestaunaminúsculafaldaconlaque,sinnecesidaddefijarmucholavista,seleveían las bragas y, para rematar, una blusa que le hacía juego, ¡era casitransparente! ¡Pero será guarra! ¿Pensaría encontrarle despierto? Es tanestúpidaqueigualhacreídoquesí.—¡Cristina!—dijoconunamezcladesorpresaydisgustoalavez.Llevaba un bonito ramo de flores. ¡Oh! Qué detalle más acertado.

Deberíahabérsemeocurridoamí.—HolaEmma.¿HasvenidoaveraMike?—Sí,¡eshorribleloquehaocurrido!¿Nocrees?—teníaunahabilidad

especialparahacerselasimpática,comosientrenosotrasexistieraalgúnsigno de afinidad, aunque en el fondo ambas sabíamos que eso eracompletamente imposible.Me resultaba demasiado falsa. Yo no tenía lamismadestrezaqueellaparaafrontarconpicardíaesassituaciones,peroaunasíhiceunesfuerzoinmensoporpareceramable.—Ha sido espantoso. Esperemos que se recupere pronto —dije

secamente.

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—¿Lehasvistoya?¿Tehadadotiempo?—preguntóextrañada.Todavíaerademasiadopronto.—Sí,yamemarcho.—Noesperabaveranadie—apuntó.Creoqueestabapercatándosede

suinapropiadoatuendo.—Suelepasarcuandotecruzasconquienmenosteesperas—respondí

obsequiándolaconunainexpresivasonrisaycensurándolaconlamirada.Avancédeformadeliberadaalejándomedeallí.Emmaasuvezdioun

paso hacia delante. Tenía también intención de finalizar nuestra breveconversación. Nos despedimos, ella giró bruscamente la cabeza y seencaminóconpasodecididohacia elmostradorde recepción. ¡Nohacíafaltaquemenearatantoelculo!ParecíaqueaellaaúnlegustabaMike.Esaseríalarazónporlaquemeodiabatanto.Alfinlaperdídevista.Mehubieragustadonotenermequecruzarcon

ella, simplemente observarla desde lejos, pero de haber sido así, lehubieraahorradoeltragodesentirseincómoda.Quesefastidie.SentíunpequeñoalivioalrecordarquehoycenaríaconMax,aunqueel

consuelo se esfumó al recordar quedespués tendría que pasar el trance.Pensar en eso me contrarió. Acudir a una carrera de coches no era elmejorplanalquepodíaaspirar,peroalmenosestaríaentretenida.Condujesinprestaratenciónaltráfico.Estabaconfusacuandolleguéa

casa porque la inoportuna aparición de Emmame había perturbado. Suvisitanodeberíahabermecogidoporsorpresa,sabíaquesuspadreseranconocidos del señor y la señora Smith. Para ser sincera, eran buenosamigos desde que Mike era un niño y, por mucho que me pesase,compartían una conexión que yo no tendría jamás. Pero no lo puderemediar,mediounarrebatodeenvidiaverlaformaenlaquesepresentóallí:lasflores,elseleccionadoconjuntitodeputónverbenero…claro,yonuncameenterodenada,esoesjustoloquelesgustaalostíos,omejordicho, a algunos, porque estoy segura de que Mike no es tan simplón.Prefieropensarasíporquelaestampameresultabademasiadodolorosa.Alllegarcerrélapuertadeunportazoysubícorriendoamihabitación.—¿Cristina?—preguntóextrañadamimadre.Paréensecoeneltercerescalón.Creíaqueestabasola.—Hola,soyyo—contesté.Aguardéun instanteporsidecíaalgomás.

Perfecto,nolohará.Continuésubiendorápidamenteamihabitación.

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—¿Vienes de clase? ¿No es un poco pronto?—me preguntó. Ya meparecíararoquenohubieraempezadoconsuinterrogatorio.De acuerdo, una vez más, ella ganaba. Bajé a darle una explicación

creíble.—HeestadoviendoaMike.Solohevenidoa cogerunosapuntesque

habíaolvidado.Supusequemimadreestaríatrabajando,poresopensabaquedarmeen

casa.No tenía cuerpo para asistir a una clasemás de gestión de diseño,perosupresenciamequitódeunplumazolasganasdehacernovillos.Sequedópensativa,escrutándomeconlamirada.—¿Quétalestá?—preguntóconexpresióndedolor.—Igual—elestómagomediounpinchazoalconfirmarlasituación.—Losiento,cielo.¿Estabansuspadres?—Aúnnohabían llegado.AlaquesíhevistohasidoaEmma—solo

pronunciarsunombremeproducíanáuseas.—Ahsí,suamiga.¿Quierescomeralgo?—meanimó.—Notengohambre.Graciasmamá.—¿Quieres hablar de Mike? ¿Quieres… contarme algo? —comentó

reflexiva.—Lo siento mamá, tengo prisa —dije para escapar. Si me ponía a

hablardeMikeeraposiblequehablasedemás,yaúnnoestabalista.Me volví hacia las escaleras y subí ami cuarto.Hice que cogía unos

papelesymesentícompletamenteestúpida.Estabatristeymuycabreada.Lopensémejor,talvezerabuenaideaacercarmeaclaseparadistraermeunpoco.Medespedídemimadreymedirigíresignadaalcampusdondepaséel restode lamañana sinqueocurrieraningúnhecho significativo.Meacomodé en la silla y fantaseé imaginando la recuperacióndeMike.Memirabaconsurisueñoybonitorostro.Íbamosagarradosdelamanocomounaparejadenovios.Sentía el tactode sus suavesdedos como sifuerareal.NosmontamosensuHarley.Descubríqueeralamejorformade aliviar mi insoportable dolor, igual que hacía él cuando estabaenfadado.El resto del día lo pasé pensando en lo que me encontraría cuando

llegase la noche.Estaba inquieta y asustada, a lo que tenía que sumar ladesagradable sensación de incertidumbre. Algo que me sucedía cuandodebía encontrarme con alguien completamente ajeno a mi entorno

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habitual. Así me resultaba Max. Respecto a lo que se podía dedicar,barajaba diversas hipótesis. Ninguna de ellas parecía ser normal. Micabeza daba rienda suelta ami fantasía imaginando cosas cada vezmásmonstruosas: narcotráfico, apuestas, préstamos usureros, asesinatos enserie…Abríelarmario.Observédetenidamentetodoloquehabíaenél.Conté

hasta sietepantalonesvaquerosy, si el cálculo era acertado,unas treintacamisetas.Genial.Lasteníadetodosloscoloresyformasposibles.Enelsuelo se amontonaban las zapatillas de mis últimos cien años. Parecíaestupendoparasaliratomarunasbuenashamburguesas,peroalgoenmiinteriordecíaquehoyiríaaunsitiomásrefinado.Max esperaría algo más, pero mis escasos vestidos de fiesta los

reservaba para las bodas, los bautizos y actos por el estilo, en general,paraloseventosfamiliaresimportantes.Noteníaniideadesiesteloera.Aunque le conocía poco, sabía que se trataba de un hombre con gustosfinos. La figura de su madre me vino rápidamente a la cabezafastidiándome por completo la idea del conjunto que había elegido. Lodescarté con fastidio, ya que tenerme que arreglar era algo que nuncaentrabaenmisplanes.Cerréelarmarioymepuseadarvueltasenlasillagiratoriapensando

cómoafrontarelproblema.Porfindiconlasolución,fuialvestidordemamá,queeraelúltimorecursoparaimprevistosasíy,porsuerte,unodelosvestidosqueellaseponíaconunostaconesdeescándalomeiríabienparalasalidadeestanoche.Setratabadeunvestidocortotipoprovenzal.Melopondríaconmisbotasdecowboy,lospendientesdearoquevestíanmuchoyelbolsocruzadodeZara.Nadadellevarmochila.Estaba salvada. Podía acudir a mi cita sin preocuparme de mi

descuidada indumentaria de siempre. ¿Me sentiría igual cada vez quequedaraconél?¿Tendríaquerenovarelarmarioparaacudirasuscitas?Mi reciente amistad con Max acababa de empezar y ya me estabaagobiando.Measomépor laventanaescondida tras lascortinasdemihabitación.

Su coche ya estaba allí. El lujoso automóvil había aparcado a escasosmetros de mi casa. No sabía si llamaría a la puerta para presentarse oaguardaría a que bajase yo.Esperé unos segundos para ver su reacción.Seguíadentrodelcoche,asíquebajélentamentelasescalerasdispuestaa

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enfrentarmeaunanochediferente.Cuandoalcancé lapuertadel copiloto élya sehabíabajado.Esperaba

con los brazos cruzados, sonriente, observándome con un mohíndivertido.—Buenasnoches—mesaludóconvozsuave.—Hola—contestétímidamente.—¿Estás preparada para pasar la noche más emocionante de toda tu

vida?—dijodivertido.Noeraposiblequefueratanpresuntuoso.—¿Túcrees?Vasatenerqueesforzartemuchoparaqueesoocurra—

respondí más lanzada de lo habitual, quería que pensase que estabaacostumbradaatenerexperienciasemocionantes.Memirósorprendido.—¡Oh,yalocreoqueloharé!Solotienesqueestardispuestaadejarte

llevar,delrestomeocupoyo.Vaya.Loscomentariosquehacíasintiéndosetansegurodesímismome

hacíansentircohibida.—Sorpréndeme—ledijeresuelta.Una sonrisa de autosuficiencia atravesó su cara. Puso en marcha el

cocheylosdosnosquedamoscalladosdurantebrevesinstantes.—Ahora pienso que tal vez me he arriesgado demasiado al reservar

mesaenShibuya—dijodespuésdehabersequedadopensativoduranteunbuenrato.—¿Porquédiceseso?Seguroquehaselegidobien—leanimé.—¿Túcrees?¿Tegustalacomidajaponesa?Despuésdeformularmelapreguntasepusoserioyesperóansiosomi

reacción.—¡Meencanta!¿Deverdadvamosaunrestaurantejaponés?¡Puessíque

tehasarriesgado!Ellocaleraespacioso,modernoeiluminadoconbombillastenues.Nos

sentaron junto a un ventanal que daba al jardín interior. Pedí el menúprincipal,compuestoporcarnedekobe,lafamosasopamiso,arrozyunapequeña ensalada. Max eligió «lo mismo que la señorita». Del vino seencargóél.UnCabernetSauvignon, reservadel2006.Nossirvieronconuna ceremonia exagerada, como hacen en los sitios caros. Max estuvo

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atentoydivertidodurantetodalacena.Losefectosdelvinohicieronmellaenseguida,sobretodoenmí,quemepimplémásdemediabotellayosola.—Tienesunosojospreciosos—mesusurrósonriendo.—¿Otracopa?—ledijeparasalirdelaprieto.—Tengo que conducir. ¿Qué pasa? ¿No te gustan los piropos? —

insistiómientrasmeexaminabaelrostroconinterés.Eraunhombrequecontabaconunamezcladedesparpajo,fortalezay

determinación que le hacían tremendamente atractivo, pero no estabaseguradesieraacertadocomenzarunarelaciónconél.—Noeseso,esquemedavergüenzaquemehagancumplidos—bajéla

miradaesperandoaqueserestauraseenmicarasucolorhabitual.—¿Cumplido?Noesuncumplido,eslaverdad.MegustasCristina,ya

losabes.Ysupongoqueyoatitambién,encasocontrario,noestaríamosaquí—dijoconansiedad.Eraelhechodehaceralgodiferenteloquemehabíallevadoaquedar

conél,aunqueenrealidadestabaclaroquetambiénmeempezabaagustar.Demomentonohabíacedidodeltodoasusencantos,peromeencontrabaanteeltípicohombrequeteatrapasinquetedescuenta.—Meencantaestacomida,¡estátodobuenísimo!—ledijedesviandola

conversación,peroélinsistió.—¿Tegustoono?¿A qué estaba jugando? ¿A que se hiciera ilusiones mientras yo me

decidía?¿Aqueguardaraesperanzas?Mequedécallada.Elsilencioteníamuchas interpretaciones y en ese momento le convenía cualquiersuposiciónantesqueconocermirespuestamássincera.—Aún es pronto para saberlo ¿no crees? Apenas nos conocemos—

contestéevasiva.—¿Almenossabrássipuedo llegaragustarte?—estabaempeñadoen

sonsacarmetodoloquefueraposible.—Claroquesi,Max.Esopienso.Contesté sinmatices. Debía profundizarmás en nuestra relación para

encontrar lascualidadesquemásvaloroenunhombre,porquea simplevista, en él, no las estaba encontrando. Tenía que reconocer que alconocerle,me había tropezado con atributosmuchomás adictivos peroquedabapatentequeeranmenosconvenientes.

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Memirópensativoduranteunossegundosantesdecontinuar.—Creo que eres preciosa. Parece ser que yo lo tengomás claro.Mi

intención es firme, nopiensodejarte escapar, sabes lo que significa eso¿verdad?—comentó recurriendo a su mirada de depredador. Se apoyósobrelamesayrozósuavementesusdedossobremismejillas—.Voyenserio—dijoestavezconsemblantegrave.Mesentíaturdida.Noestabaacostumbradaaesetipodeatenciones.Me

recompusecomopudeyleechéelfreno.—No vayas tan deprisa que me puedes asustar —dije metiéndome

lentamenteuntrozodecarneenlaboca.—Eresadorable.El postre fue… peculiar, por llamarlo de algún modo. Nos pusieron

unos dulces de té verde que no había probado nunca. En general, lacomidafueexquisita.EllugarelegidoeraperfectoylacompañíadeMaxresultódelomásentretenida.SacósuAmericanExpress,pagóysepusodepietendiéndomelamano

paraquehicieralomismo.—¿Estáspreparada?—dijomuyserio.—¿Paraqué?—contestétemerosa.—Paralacarrera.¿Esquelohasolvidado?—preguntósorprendido.Quésusto.Creíquesereferíaaotracosa.—¿Cómolovoyaolvidar?¡Estoymuertademiedo!—dijedándoleun

énfasisexagerado.—¿Por qué estás asustada? Ya te he dicho que vamos a llegar los

últimos, pero deberías saber que a mí no me gusta perder. Hago elesfuerzoporti.—Estáschiflado—dijesonriendo.—¿Quétehacepensareso?—preguntólevantandolascejas.—La velocidad esmuy peligrosa ¿nadie te lo ha dicho nunca?—dije

poniendocaradesituación.—Puede, pero es la mejor manera de tener un subidón. Cuando lo

pruebes teengancharásymesuplicarásque te llevemásvecesconmigo.Voyadisfrutarmuchocuandollegueesemomento.—Nilosueñes.Nollegará—leaseguré.—Créeme, llegará y yo te lo recordaré—dijo arrogante—. Tenemos

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quepasarprimeropormicasa.¿Yquédemoniosvamosahacerensucasa?¿Nocreerá…?—¿Paraqué?—preguntéintentandoquenosenotasemipreocupación.—Paracambiardecoche.¿Nopensarásquevamosacorrerconesto?Me quedé pensando. Con «esto» se referiría al Mercedes en el que

habíamosvenido.Noentendíanada.—¿Ah,No?—preguntéincrédula.—Puesno.Lanocheeracerrada.Lacarreterapor laqueseaccedíaasucasame

recordaba a las pelis de terror. Ni una sola farola encontramos en elrecorrido.Cuandollegamos,Maxsacóelmandodelaguanterayapretóelbotón.Agaché lacabezaparaentrarenelcampodevisióndeunade lascámarasqueenfocabadirectamenteami lado.Estavezmecontuveynosaquélalengua.Queríasalirdedudasrespectoalaprotecciónconlaqueparecíacontar.—¿Tienesaalguiendentroqueseencarguede la seguridad,oestoes

solo para ahuyentar a los forasteros?—le pregunté tratando de parecerindiferente.—Haydospersonas—contestóconciso.—¿Porquéteponestanserio?—lepreguntéextrañada.—¿Yo?No.Noestoyserio,¿porquélodices?—Mehabíaparecido—estabaviendocosasrarasdondenolashabía.Al

menosdemomento.—Hecrecidotodamividaconpersonaldeseguridad.Esalgoqueme

haacompañadosiempre.Estoyacostumbrado.Vuelve,Cris,vuelvealarealidad.Estetíonoteconviene.¿Quiénvive

rodeadodeseguridad?Losmalos.Siempresonlosmaloslosquevivendeese modo. Protegiéndose de los que quieren venganza. ¿Qué estabahaciendo allí? Me podía divertir de mil maneras posibles. Nada buenopodíasalirdeeso.Peroesque,apesarde lasdesordenadas ideasqueseenredabanenmicabeza,cadadíaquepasabaconMaxconseguíaquemegustaseunpocomás,aunqueporotroladoestabanlasseñales,lasquemeindicabanclaramenteloqueteníaquehacer,lavocecitaqueinsistía,¡noesparati!¡Élesjustoloqueparece!¿Creesquelopuedescambiar?Talvezfueraesalapreguntaquedebíahacerme.¿Megustabanloschicosmaloso

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el reto de volverles buenos? Porque si lo que deseaba era superar eldesafío, la caída podía ser fatal. No podía imaginar cuánto tiempollevaban los Yakota dedicados a sus corruptos objetivos. ¿Quién podíacambiareso?Fuimosdirectamenteaunodeloslaterales.Maxbajódelcocheypulsó

unbotónquehabía allí.Lapuertadel garaje se abriódejandover en suinterior varios coches de alta gama. Entre ellos estaba el que habíamosvenido a buscar. Se trataba de un reluciente Ferrari de un intenso colorrojo. Me quedé con la boca abierta, dudando. ¿Era tarde para echarmeatrás?—Asíqueesteeseldelascarreras—meatrevíadecir.—Sí,¿tegusta?—memirósonriente.Volvíamirarelcocheparahacermelamismapregunta.¿Megustaba?

Pueslaverdaderaquenodemasiado.Enelasientotanbajitosemecaeríalafaldahaciaatrás.Tendríaqueestartodoelratopendienteparaquenoseme vieran las bragas. No, definitivamente no me gustaba ese coche.Además,corríamucho.Meestabaempezandoaacojonardeverdad.—Noestámal—logrédecir.—¿Soloeso?¡Nolodirásenserio!Estecochelegustaatodoelmundo.—Yatehedichoquemegusta.—Ya,¿pero?—dijoesperandounaexplicación.—Pero nada, es muy bonito. Demasiado ostentoso pero muy bonito.

¿Contento?—Nodeltodo.Su idea de impresionarme se había ido al traste. Nos subimos al

magnífico coche. Max estaba pletórico pensando en la carrera.Emocionado para ser exacta. Encendió la música, dentro del coche seescuchaba lavozdeRomeoSantos cantandoPropuesta Indecente. ¿Seríauna indirecta? Condujo con prudencia, más despacio de lo que habríaconducidoyo.—Setevaacalarelcoche—ledijeenbroma.—No me tientes, princesa. Espera y verás dentro de un rato, si me

vuelvesadecirlomismotecontratodecopiloto.—Mehasprometidoquellegaríamoslosúltimos.—Yesoharemos,peroaunasí…

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—¿Qué?—pregunténerviosa.—Loveráspronto.Nosdirigimosaun lugardondenohabía estadoantes.Tras alejarnos

durante media hora del centro de la ciudad, llegamos a una zonaabandonadadondeseamontonabanviejoscontenedoresoxidados.Parecíaunantiguopolígonoahora sin actividad.Estabaoscuro.El lugar idóneodondeunapandadegamberros se reuniríapara realizar sus arriesgadascarrerasilegales.El resto de sus amigos ya se encontraban allí. Había cuatro coches.

Todos de gran cilindrada. En mi desconocimiento respecto a vehículosmotorizados, no pude distinguir el resto de los modelos excepto unllamativoPorsche.Entotaléramoscincocontandoconnuestrocoche.Alacercarnosmáspudedistinguirsuscaras.Chulosdediscoteca,traficantesdedrogaodearmas,odeambascosas…¿Leshabíavistoantes?Creoquesí,enlafiestadesucumpleaños.Dosdeelloshabíanacudidoalacitaconacompañante,igualqueMax,ladiferenciaeraqueyoparecíasalidadeunafiesta de disfraces, ¿o era al revés? ¡Iban exageradamente arregladas!Todas me recordaban a Emma.Miré alrededor. ¿Quién estaba fuera delugar aquí?Una rubia despampanante apareció de la nada sujetando dosbanderas.Unapuestaenescenadignadelséptimoarte.AntesdebajarnosdelcochequisepreguntarleaMax.Teníademasiadasdudas.—Entonces ¿será aquí la carrera?—mi estómago se había deslizado

hastasituarseenelcentrodemigarganta.—Aquíempezamos.Desdeaquídamoselpistoletazodesalida.¿Cómo?—¿Qué quieres decir con eso? ¿Hasta dónde vamos a ir?—pregunté

excitada.—Prontoloverás.Se bajó del coche. Todos le esperaban con expectación. Producía un

efecto sobre los suyos que ya había visto antes. A juzgar por elrecibimiento,parecíaquelacarreralahabíaorganizadoél.Seacercaronunospasoshastanuestrocoche.—HolaMax, estamos listos. Hola Cristina—–nos habían presentado,

pero yo como de costumbre, no recordaba sus nombres—. Tododespejado.—Perfecto.

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Todos se daban la mano y acercaban su pecho para chocar con elhombro.Yolesmirabacomosifueralaúnicaespectadoradeunpúblicoinexistente.Peronoeraasí,paramidesgracia,formabatambiénpartedelespectáculo.Unespectáculoqueantesdeempezarresultabaamenazante.—NosvemosenCamelot—lesdijotrasdespedirse.Nosmetimosdenuevoenelcoche,mepuseelcinturóndeseguridady

locomprobédosvecesparaasegurarmedequefuncionaba.Seempezóaescucharcómoacelerabanlosmotoresmientrasloscochesaúnestabanenpuntomuerto.—¿QuéesCamelot?—lepregunté.—El lugar donde acaba la carrera. El que pierde paga. Nena, hoy

invitaremosnosotros,peroesperoquesealaúltimavez.—Entonces ¿saldremosde aquí? ¿Está lejos ese sitio?—esperabaque

Camelotseencontrasealavueltadelaesquina,peromeequivocabaporunoscuantoskilómetros.Maxserio.—Sí,peroseteharámuycorto—seacercóamíymebesólamejilla

—.Damesuerteprincesa.Antesdeque empezara la carrera casi habíaperdidoel conocimiento.

Larubiadespampanantesehallabadelantedeloscochesparaanunciarlasalida.Teníalaspiernasabiertas.Rectas,muyrectas.Faldadetubonegra,taconesnegros,bodynegroycazadoradecueroroja.Habíalevantadolosbrazos. Los coches echaban humo de sus tubos de escape. Alguno seadelantabaunosmetros,ansiosopor salirya.¿Qué lepasabaa la rubia?¿Lehabríadadouncalambreynosepodíamover?Porfinbajólosbrazosymoviólacabezahaciaunlado.Seguíaconlas

piernas estiradas. Sobreactuada pero brillante. El movimiento le habíaquedado espectacular. Los participantes salieron a todo gas dejando unahumareda que nos nubló la visión durante unos instantes. Pronto sedespejó quedando únicamente la oscuridad de la noche. Mi corazóncomenzóaprecipitarse,unainterminabletaquicardiasehabíainstaladoenelcentrodemipecho.Cerrélosojos.Eramejornovernada,sinolovespuede que no esté ocurriendo. Max iba muy concentrado. Aunquehabíamos perdido de vista a todos nuestros adversarios, circulábamos agran velocidad por oscuros y fantasmales caminos.Quería saber lo quemarcabaelvelocímetro.Vacilé,perocomonopodíacontenerme,echéunarápidamirada, ¡140millasporhora! ¡Por favor,Diosmío,dimequeno

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está ocurriendo, por favor, por favor, haz queme despierte ya!Volví acerrar los ojos. Esta vez con intención de no abrirlos hasta llegar aCamelot,peronoloconseguía,losentornabaligeramenteparaconocerellugarexactodondenosestrellaríamos.Seveían lucesen la lejanía. ¡Diablos,no!Yanoera la lejanía,estaban

encima.Deseabahacerdosmilochocientaspreguntas,perosilohacíaeraposiblequesedistrajera.Almenosleharíauna,solouna.—¿Tenéisalgunanorma?—preguntéenunmurmullo.—No hay normas. Bueno sí, solo una. Prohibido utilizar atajos —

contestósindesviarlavistadelacarretera.Se distinguía perfectamente la interestatal. ¿No pensará incorporarse?

¡Diosmío,porfavor,hazquerecapacite,nodejesquelohaga!—Haztrampa,Max.PorelamordeDios,notemetasenlacarretera.Sonrió.¿Cómounacosaasílepodíaparecergraciosa?—Disfrutanena,llegaremosenseguida.Entróenlaautopista.Laagoníameestabaresultandoeterna.Comenzóa

zigzaguear a toda máquina poniendo en peligro al resto de losconductores.Adelantabacomounrayopasandoatravésdeloscochesauncuandoelespacioeraminúsculo.Mehundítodavíamásenmibajoasientoymetapélacaraconlasdosmanos,noqueríaveraquello.Lasapretéconfuerza y seme ocurrió rezar el padrenuestro. Sí, esome daría paz y eltiempopasaríamásrápido.PadreNuestroqueestásenelcielo…DeprontoMax redujodegolpe lavelocidad.Micuerpo se resistió al

cambio,seechóhaciadelanteporlainerciadelfrenazoydespuésvolvióarecostarse de nuevo en el envolvente respaldo. SeguramenteDios habíaescuchadomissúplicas,otalvezMaxsehabríaapiadadodemí.—¿Quéocurre?¿Porquéhasaminoradotanto?—preguntéextrañada.Enseguida lo entendí. Había divisado hábilmente un coche de policía.

Unodenuestrosrivalesestabaparadoenelarcénenseñandolospapeles.Creo que nos vio pasar. Todos nos ven pasar, ¡un Ferrari no pasadesapercibido!—Lapasma.Puf,noshemoslibradoporlospelos—dijoestresadopor

primeravezen toda lanoche.Claro, lapolicía era loúnicoque ledabamiedo.—Esunaseñal,novuelvasaacelerar,por loquemásquieras.Hemos

tenidobastante—ledijesuplicante.

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—Casiestamos.Llegamosanuestrasalida.Sedesvióyprontovimosbrillarlaslucesde

la discoteca de moda donde habíamos quedado. CAMELOT, se leía enletras grandes. Parecía un local con glamur para gente distinguida.Unainterminablecoladabalavueltaalacalle.Nomeimportabanadamientrasestuviéramosentierrafirme,peroMaxparóelcocheenlamismapuerta.—¿Te ha gustado? —me preguntó con los ojos saliéndosele de las

órbitas.—No, lohepasado fatal.Nopuedovolver ahacerlo, lo siento—dije

tajante.—Teacostumbrarás,nena—dijodecidido—, laprimeravez suele ser

asídeintensa.«Nilosueñes»pensé,«novolveréaparticiparenalgoasí».Apagó el motor, se bajó del coche y se dirigió a mi lado. Intenté

moverme pero mis pies se habían quedado pegados a la alfombrilla.Ahoramismanosformabanunrígidopuño.Estabaentumecida.Elcuellosehabíatensadoproduciéndomeunaodiosacontractura,conocíabienlossíntomas, ya que me ocurría lo mismo cuando tenía algún examenimportante.Meabriólapuertaymetendiósumano.—Princesa.Selaextendí,yaestábamosasalvo.Loúnicoquedebíahacererapasar

unbuenrato.Almenoslointentaría.Salídelcocheycerrólapuertatrasdemí.Élseadelantoparadarlasllavesalaparcacochesycuchichearalgoalgoriladelaentrada.Estememirócondesaprobación,«serágilipichis»,pensé,Maxsevolvióparaagarrarmelamano.Estabaclaroquenoibaaesperaresacola.—Vamos —me dijo agarrándome por la cintura. Acercó su cara

rozándomelaoreja—.Yencimanohemosllegadolosúltimos.Mereíruidosamentemientrasmirabaaltivaalguardiándediscoteca.Parecía gracioso. ¿Qué me estaba pasando? En cierto modo la

adrenalina se me había disparado más que nunca. La cena había sidofantástica, la carrera emocionantey aún faltaba el final deunanochedelocura.Entramosenel local.LosamigosdeMax sehabíanacomodadoenel

reservadoqueocupabansiemprequeibanallí.Seencontrabaapartadodelresto de la multitud. Una zona exclusiva dentro de la zona vip. Muy

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apropiadoparaaquelselectogrupo.—Siéntate aquí—me dijo decidido—, ahora vuelvo, voy a saludar a

alguien.Me senté con sus amigos. EstabaDylan, que acababa de llegar, no le

habíavistoenelpolígonoasíquesupusequehabíanquedadodirectamenteaquí.—HolaDylan.¿Hascorrido?—lepregunté.—No,acabodellegar.¿Tehagustado?—preguntópreocupadopormí.—Mucho—mentí—hasido…excitante.—¡Vaya! Me sorprende que digas eso, a mí me impone bastante —

acercólacabezayhablóbajito—,odiolascarreras.—Puesdebesserelúnico,porquetodosestabanencantadosdecorrer.Volvióaacercarse.Porfinhabíadecididosermáscomunicativo.—Ya,estándesequilibrados—medijodándolevueltaslosojos.MaxestabadevueltayDylansepusofirmedenuevo.Habíaidoapedir

una botella de whisky para celebrar algo. ¿El hecho de que seguíamosvivos?—Noslovanapreparardentro—dijodirigiéndoseatodosmenosamí.—¿Haspedidoelwhisky?—lepreguntóunodesusamigos.—Sí,pagalabanca.Noheperdidoperocomosilohubierahecho.Site

para la poli no cuenta—dijomirándomede reojoy sonriendopara susadentros—.¿Entramosya?Miré la mesa, allí estaríamos cómodos, no entendía el interés por

apartarnostodavíamásdelamuchedumbre,sobretodoteniendoencuentaqueyaestábamosbastanteaislados.Nadieosabatraspasaraquellazona.—VengaCristina,acompáñame.Me levanté sin ganas pero obedecí sin rechistar. Caminaba delante de

mí. Lo hacía delante de todos.Abría el paso decidido a llegar a lo queparecía serunode los salonesprivados.Despuésdeque lohicieraMax,todossefueronsentandoalrededordelamesa,repanchingados,comosihubieranalcanzadounclímaxqueamísemehabíaescapado.Alguienentróporlapuerta.Setratabadelchicoalquehabíaparadola

policía.—¡Yaestoyaquí!—dijosonriente—.Solotengoquepagarlamulta—y

sedejócaerenelasientoinclinándosedespuéshacialamesaobservando

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algoquenohabíaallí.—¿Estamostodos?¿Sí?¿Meestabaisesperandoparaquepagara?¡Pero

qué huevones sois! Te has libradoMax—dijo señalándole con el dedoíndice—.¡Quésuertetienespedazodecabrón!—Ydándoleungolpeenlapantorrillayfrotándosedespuéslasmanos,continuó—.Penséqueporunaveznoseríaselputoamo,peroyaves,meheequivocado.Mequedéhorrorizada.Maxmemirabaatentamente.Loestabapasando

en grande rodeado de sus colegas. Entre ellos no estaba Harry. Sentíalivio.Despuésdemirarme fijamente a losojosmeagarró lamano.Laapretabamás de la cuenta paramis estándares.Retorcímis dedos en unintentoporsoltarme,peroélmelaretuvo.Parecíanervioso.Sí,loestabaynoentendíabienporqué,¡habíapasadotodo!Estábamosfueradepeligro,élnohabíaperdido lapuñeteracarreraynosdisponíamosa tomarunascopas.De nuevo la puerta se abrió y entró una camarera con una bandeja

enorme.Enellahabíavasos,hielo,whisky¡cuchillas,billetesdecincuentadólaresyunplatillollenodecocaína!Seapoyósobrelamesaycomenzóacolocar lascosassobreella.Parecíaacostumbradaarealizar lamismarutinadesiempre.Maxmesoltólamano.Seincorporóymemiró.—¿Quieres?—preguntótitubeando.Deseabamarcharme.Desaparecerdeallí.Correrynopararhastallegar

amicasa.—No,gracias—contesté.—Compláceme—medijoconesamiradaqueyaconocíabien.—Hoyno—dijesecamente.—Deacuerdo,comoprefieras.Élsílohizo.Semetióunarayadecocayconellaaspirótambiéntodo

elpolvodelahabitación.Suscoleguitasestabanhaciendolomismoigualque las pijas que les acompañaban, pero aDylan solo le vi beber y, decuandoencuando,mirarmecondisimulo.Estabantodosconcentradosenlo que se estaban metiendo en el cuerpo. Empezaba a aborrecer esaasquerosa cita. Deseaba largarme de allí lo antes posible. Esperé untiempo prudencial que se me hizo interminable y le dije que me iba.Llegadosaesepuntopreferíahacerlosola.—MemarchoMax,hasidoundíalargo—ledijeincorporándomedel

sillón.

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—Espera,¿quieresirteya?—preguntósincomprendermisprisas.—Sí,peronoesnecesarioqueme lleves, cogeréun taxi.Noestás en

condicionesdeconducir—lereproché.—Estoyperfectamente.Solohasidounaraya,nena.Estaba atónita, confundida por la situación. No era el sitio donde

pensaba terminar la noche, aunque lo cierto era que no había pensadoningúnlugarenconcreto.Apesardequelointenté,nodejóquememarcharasola.Nossubimos

losdosalcocheenunsilenciosepulcral.SabíaqueMaxestababuscandolas palabras adecuadas, pero nada de lo que dijerame haría cambiar laopiniónquemehabíallevadodeél.Porfinseanimó.—Noquieroquetellevesunamalaimpresióndenosotros,estoesalgo

que no solemos hacer, solo en las grandes ocasiones.Muy de tarde entarde.Penséquetegustaríadivertirteunrato.¿Esteerasuconceptodeladiversión?—DéjaloMax,noimporta.Ereslibredehacerloqueteplazcaperoyo

nomequierometertodaesabasuraenelcuerpo,entiéndelo.—Vale,entendido.Novolveráapasar.Claroquenovolveríaaocurrir.Pulséelbotóndeencendido.Lamúsica

comenzó a sonar haciendo desaparecer la incómoda atmósfera que sehabíacreado.Pasétodoelcaminoobservandoporlaventanillaelpaisajede SanDiego. En poco tiempo habíamos llegado a casa. Esta vez no sebajódelcoche.—Volveremosavernos¿verdad?—preguntódubitativo.—ClaroMax.Nosvemos—contestédándoleunbesodedespedidaenla

mejilla.Mebajédelcocheyentréencasa.

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ELBESODEMAX

Desperté con una resaca de mil demonios. Un simple whisky era elefecto que me producía, así que reflexioné: una rayita de coca podríahaber sido mortal. No había dejado de pensar en ello durante toda lanoche.Amedidaquepasabanlosdías,ladificultadparaconciliarelsueñose iba acrecentando hasta el punto de llegar a dormir apenas un par dehoras.Memiréenelespejo;lasojeras,cadavezmásacusadas,hacíanqueparecieraespantosa.Pensé en Max, en nuestra primera cita. ¿Todos nuestros encuentros

seríanasí?Porun ladoparecíaemocionante,peropensándolo fríamentenoeraloquemásmeconvenía.Resultabadifícilanalizarloocurrido.Misentidocomúnloteníamásclaroqueyo.Mirépor laventana.Eldíahabíaamanecidosoleado, templado,como

casisiempre.Bajéa lacocinadispuestaadesayunar.Mepreparéuncafébiencargadoycogíuntrozodelbizcochoquemimadrehabíahecho.Eramástardedeloquepensabaydebíairaclasesinfalta.NomedabatiempoapasarporelSharpMemorial,loharíaprobablementedespuésdeasistiralauniversidad.Terminérápidamentemidesayunoysalíapresuradadeallí.Lleguéal campusdispuestaa sobrellevar lomejorposible laclasede

arquitectura efímera que tenía por delante. Por fortuna pasó de formaborrosa. Más bien no presté atención. Mel estaba conmigo intentandoaveriguarcómomehabíaidolanocheanterior.Hablardeltemamehacíaver la situacióndesdeotraperspectivayellaestabadispuestaa escucharlosescabrososdetalles.—¿Quéhicisteanoche,Cris?—mepreguntóconlosojosbienabiertos.—Niteloimaginas.No los podía abrirmás, así que los entornó e inclinó la cabeza para

afinareloído.Yocontinué.—Mellevóacenaraunjaponés.Muyvalienteporsuparte¿nocrees?

—merecreéenlaexplicación.—Sí,sí,¿yquémás?—preguntóagitada.—¿Teparecepoco?Mepaséconelvinoyluego…

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—¡¿Quépasóluego?!—insistióella.—Mellevóaunacarreradecoches.Melseirguióenlasillaypusocaradeasombro.—¿Aunacarrera?—preguntósorprendida—.Menudorollo¿no?Siyotecontara…—Digamosquefueemocionante.Mel,fueunacarreramuyrara,ellos

son raros.Demasiado pijos. Creo que estamos en una onda distinta, sinembargo…—¡Arranca,porDios!—seapresuróadecirMel.—Creoquemegustaunpoco.Pero solounpoco¿eh?A lomejores

simplemente el hecho de que me entretiene y me saca por ahí, pero lociertoesquesucompañíameresultaexcitante.—Notedejesengañar,Cris,esmayorytedamilvueltasdetuerca.Los

tíosmayoresselassabentodas.Teestáengatusando.—¿Notegustaoqué?—preguntéconfundidaporsurazonamiento.—Pues no, la verdad, me parece oscuro. Esconde algo. No sé

exactamenteelquéperoseguroquenadabueno.—¿Y en qué te basas, si se puede saber? —pregunté interesada. Yo

también pensaba en drogas y cosas por el estilo, pero no se lo queríadecir.—Enmiintuición.Hala.Losueltaysequedatanpancha.—Yenalgunacosamás,supongo—quisesaber.—No,soloeso.Losveovenir,Cris,y túno.Todossabemosqueeres

demasiadoinocenteparadartecuenta.—¿Deverdad?Nosabíayotalcosa—exclamédesconcertada.—Puesyalasabes—dijohaciendounamuecadeenfado.Me dejó pensativa. Suponía que el temor queme hacía sentirMax se

debíaavariascosas.Laprimeraerasuedad,quizádemasiadomayorparamíylasegundasuestatussocial,exageradamentealejadodelmío.DenohabérmelopresentadoHarrynuncahubieraaceptadounainvitacióndeunhombrecomoél,peromehabíapilladoconlaguardiabaja.Cuando salimos de clase tenía en el móvil cinco llamadas perdidas,

todas de él. Podía ser muy testarudo. No tenía ganas de escuchar suscomentarios,yasejustificóporlanocheynologrópersuadirme,asíque

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meconvencísatisfecha,nolecontestaría.Almenosnodemomento.Puedeque me empezara a gustar, pero no lo suficiente como para sentirmeatrapada.AprovechandoelfantásticosolquelucíaesamañanaenSanDiego,Mel

yyonossentamosenunaterrazaparahablardenuestrascosas.Solohabíapasado un rato desde que acabó la clase cuandoMax volvió a conectarconmigo.Estavezatravésdeunmensajedetexto.

Holaprincesa.Estamosatraídosporunafuerzainvisibleyesoyanosepuedecambiar.Respondeamisllamadasocogeelteléfonoporquesino,puedequemevuelvaloco.Max.

Decidí ignorarlo, no tenía sentido sentirme agobiada tan pronto.Necesitaba recapacitar sobre lo ocurrido anoche. De hecho, deberíahacerloseriamenteparaquemiinsensateznomenublaraelsentido.Volví de nuevo a recibir un mensaje. Esta vez en un tono menos

romántico.Nena, responde a mis llamadas o tendré que azotarte en el culo la

próximavezquetevea(esunabroma)Max.SelosenseñéaMel,divertidaporlasfrasecitasquecontantaagudeza

habíaelegidoMax.Ella sequedómuyseria,concentradaenalgoquesemeescapaba.Porfinlocompartióconmigo.—Decidido, es un acosador. No deberías volver a verle —dijo

categórica.Nomehabíaatrevidoacontarlelodelreservadodeladiscotecaporsi

me decía algo así. Si se enterase de que en la primera cita me habíaincitadoaprobarlacocaínayanotendríaclemencia.—¿No puede ser que realmente desee hablar conmigo? —pregunté

quitándoleimportancia.—Sifueraasí,dime,¿porquénolehascogidoelteléfono?—preguntó

expectante.—¿Quizás porque estaba en clase? —respondí con una pregunta

retórica.—Muybien,hazloqueteparezca,ereslibre,perodebessaberqueese

tíono teconvieneenabsoluto.Nohaymásqueverlo,no tenéisnadaencomún.Yesasfrasecitassuyas,nosé,no…nomegustan,sonlastípicasquediríauntiranodominante,esdemasiadoautoritario.¿Llevaesposasen

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elmaletero?¿Cintaparaembalar?—empezabaadesvariar.—Cadadíaestásmásaguda,notepasesMel—contestériendo.—¿QuédiceHarry?—Nohemoshabladomuchodeltema,últimamenteapenasloveo,pero

segúnéleshonesto,asíquesupongoquenoseequivocará.Melsueleserobjetiva,siempre.Tajanteydirectaalahoradeplantear

susmeditadasconclusiones,peroestavezseestabapasandodelaraya.Noentendía por qué le parecía tan mal que quedara con él. Tal vez fueraporque Max se encontraba al margen de nuestro entorno más íntimo,aunqueenverdadsetratabadealgomuchomásprofundo.Segúnella,quetiene línea directa con elmás allá y rara vez falla su intuición, ha vistocosas feas flotando a su alrededor. Su percepción de las cosas suele serclarayconcisa;misteriosaenciertomodo,peronuncasuelefallar.Segúndice,estanintuitivaquelovesinmás.Yosiemprelehehechocaso,todaslo hacemos, pero ahora no, esta vez no, nome apetece hacerlo. Tengoganasdeseguirmiinstintoycomportarme,porunavezenmivida,deunaforma irracional, sin pensar en lo que pueda venir después y sinimportarmeloqueopinenamialrededor,aunqueporotrolado,mibuenjuiciomeincitaaescuchar,ahacerlecasocomodecostumbreyseguiraciegassusdirectricesparanometerlapata.Teníaunadesazónenorme,sentíacomosimehubieranamputadotodas

las extremidades. Le echaba de menos a él. Al final se trataba de eso.EstababuscandofueraloquenopodíatenerporelestadoinconscientedeMike.¡Peroquécoñomeestabapasando!¡Meestabavolviendoloca!Ylapeor sensación era mi estado de ánimo, me sentía miserable. Tenía laimpresión de estar traicionando a Mike, aunque en realidad a la quetraicionaba era a mí misma. No comprendía cómo podía ser tan necia,pero la irremediable atracción que sentía porMax suponía un misterioparamí.Deseabaquedarmesolayrecapacitaracercadeloocurridoenlasúltimassemanas.Hoynoiríaalhospital.—MuybienMel,aunquenoestoydeltododeacuerdocontusfantasías,

tevoyahacercaso.HablaréconMaxylediréquenoestáhechoparamí,así me doy un tiempo para reconsiderarlo, creo que lo entenderá.Tampocohemosintimadoasíqueleresultaráfácilasumirlo.Se quedó mirándome, pensativa, dudando si interrogarme igual que

hacíamimadre.

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—¿Nooshabéisenrollado?—preguntócuriosa.Semoríadeganasporconocerlosdetallesmáspersonalesdenuestrarecienterelación.—Todavíano.¿Deverdadtesorprende?¡Sololehevistovariasveces!

No soy tan lanzadaMel, ya me conoces. Soy demasiado mojigata paradejarmellevarsinpensármelomilveces.—Claro, me había hecho otra película. Me tranquiliza saberlo Cris,

muchomejorasí.Nosdirigimosalcoche,aesahoraelaparcamientoestabaatestadode

estudiantesqueacababandeterminarsuúltimaclasedelasemana.Salíandispuestosapasarloengrandelospróximosdías.Porfinhabíanllegadolas esperadas vacaciones de primavera, una semana en la que elmundoparecía transformarse. En esta ocasión nosotros no planificamos nada,estábamos perdiendo fuerza. En el fondome alegré, porque de haberlohecho, se hubiera truncado el viaje. El año pasado fuimos juntos a unaanimada playa de la costa mejicana y fue un desparrame total. Alrecordarlo desde la distancia, creo que fue una temeridad. Demasiadobaile,desmedidoconsumodealcohol,unajuergaexagerada…esteañonotenía interésenrepetiresahistoria.Necesitabaalgoreposadoycreoquemisamigostambién.BeckyyBritneyiríanconsumadreysupadrastroahaceruncruceroporlasislasgriegas,MelnoteníapensadosaliryFredyFernandotodavíanohabíanhechosusplanes,encambioyolosabíadesdehacía tiempo, esa semana era unade lasmás rentables enGalilea y esteañomehabíatocadoquedarme.Recordélafotodelasmontañasrocosasquemehabía enviadoMike.Tomaba sentido la ideadequeme lohabíapreguntadoenserio.DejéaMelensucasa.Porsuerteparaella,mepillabadecaminoa la

cafetería. Después del sermón que me había llevado en la terraza unosminutos antes, en el caminodevueltahabíamosestadomudas.Cosaqueagradecí.—Aquítequedas,doñasabelotodo—ledijeenbroma.—¡Ay!Quéharíastúsinmí—suspiróella.Aparcaba junto aGalilea cuando, por enésima vez, volvió a sonar el

teléfono. Esta vez no era ningún mensaje, se trataba de Max. Dudé sicogerloono,peroenalgúnmomentotendríaquehacerlo.Cuantoanteslohicieramejor.Contestécomosinada.—HolaMax—dijecuandodescolgué.

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—Holaprincesa—mecontestóconsuavidad,midiendocadaunadelaspalabrasquesalíanporsuboca.—He visto que me has llamado. Estaba en clase. Pensaba contestarte

ahora.—Eso imaginaba. ¿Qué tal tus clases? ¿Estás ya de vacaciones? —

preguntó.—Delauniversidadsí,perotengoqueseguirviniendoaGalilea.Estos

díashaymuchotrabajoaquí—ledijeintentandosoltarunaindirecta.—Comprendo—dijoescuetamente.—¿Túvasacogerteunosdías?—lepreguntéesperandoquemepusiera

alcorriente.—¿Quieres que lo haga? —respondió sorprendiéndome, como de

costumbre.—Pues no, ¿por qué iba a quererlo? Además, yo no estoy de

vacaciones, tengo trabajo, pero si necesitas disfrutar de unos días dedescanso,puedeshacerlo.Notienesjefesalosquepedirpermiso¿noesasí?—meacordédeloscincohombresencorbatadosquevieldíadesucumpleaños.Talveztendríaquerendirlescuentasaellos.Maxserio,prepotentecomodecostumbre.—Porsupuestoqueno—respondió—,soyeljefe.Mequedéensilencio.Nosabíaquédecir.—¿Quedamosluegoyhablamos?—preguntócambiandoeltalante.Cuantoantesaclarase lascosasconélmuchomejor,pero lociertoes

quenoteníaganasdehacerlohoy.—Voy a empezar mi turno y estoy cansada, me duele la cabeza y

necesito dormir, mejor lo dejamos para otro día ¿vale? Llevo variasnochesconinsomnioynoaguantomás.Además,conlassalidasnocturnasytantomovimiento,yasabes…—Soloseráunrato.Terecojocuandosalgasytomamosalgorápido.Si

loprefieresquedamoscercadetucasa.¿Quémedices?Loconsideré.Habíasidomuyclaraaldecirlequepreferíaquedarotro

día,peroeratanobstinadoquesiempreconseguíasalirseconlasuya.—Deacuerdo,perosolomequedaréunrato,nadamás.Estoycansada.No sería el mejor momento para decirle que lo que aún no había

empezado teníaque terminar.Paraese tipodeconversacionesnecesitaba

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mi tiempo. Preparar las palabras correctas y estar fresca, con la mentedespejada.—Te recogeré a las ocho, nena. Necesito verte. Quiero hablar

seriamentecontigo.Nosalgastarde.Entré en la cafetería cuando Mariah estaba todavía quitándose el

delantal.—Hola Cristina, llegas a tiempo. ¿Qué tal tu último día de clase?

¿Haréisfiestaestanocheparacelebrarlo?ConocíaaMariahdesdehacíavariosañosyera laprimeravezquela

veíacontenta.Puedequeestuvieracambiandolatendenciaoquizásyonolehabíaprestadolasuficienteatención.—Este año no haremos nada, estamos desanimados. ¿Tú vas a algún

sitio?—lepregunté.—Sí,nosvamosaPuertoRicotodalasemana.Yatecontaréalavuelta.

Quetesealeveporaquí.—AdiósMariah,buenviaje,¡pasadlobien!Pasé la tarde en Galilea sumida en mis reflexiones, razonando los

motivos por los que quería poner fin a mi relación con Max, aunquepensándolo bien, por el momento solo éramos amigos. ¡Qué difícilresultabatodo!Porsuerte,lacafeteríaseencontrabaarebosardegenteylascuatrohorassemepasaronvolando.Cuando salí él me esperaba en la entrada. Tenía la espalda apoyada,

comoporcasualidad,enlapuertadelcopilotodesupreciosoautomóvil.DesdequeleviporprimeravezenelpabellóndelosClippersmehabíaparecido guapo, pero hoy estaba especialmente atractivo. Se habíaesmerado para la ocasión. Era la primera vez que le veía con unaszapatillaspuestas.Losvaqueros también lesentabanbien.Eseatuendo lehacíaparecermásjoven.Al verme se incorporó, nervioso, y encaminándose hacia mí me

obsequióconunaseductorasonrisa.—Hola princesa. Estás preciosa —dijo tocándome delicadamente la

cinturaybesandomimejilla.Mehablabacomosifuerasunovia.¡NOéramosnovios!¿Quélehacía

pensar algo así? Todavía nos estábamos conociendo, decidiendo si loseríamosono.Intentémostrarmefría,lomásdistanteposible,peronoloconseguí.Mevidenuevoensusredesanalizandolasituacióneintentando

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arrancar demi cabeza la conversación conMel. ¿Quéhabía demalo encoquetearunpoco?—HolaMax.¿Quétaltehaidoeldía?—ledijesonriendoyotambién.—¿El día? mejorando por momentos, nena —dijo poniendo un

graciosomohín—.Hetenidomuchotrabajoperoahorasoloquieroestarcontigo.¿Ytú?Supongoqueopinaslomismo.Oh, que directo podíamostrarse ante una simple pregunta. Le sonreí

comorespuestayélcontinuócomosinada.—¿Tieneshambre?—dijoantesdequeyoarticularapalabra.—Laverdadesquesí.—¿Teapeteceprobar lamejorpizzadeSanDiego?—mepreguntóy,

sinesperarrespuesta,abriólapuertadelcoche.Fuimos al restaurante italiano demoda, El Toscana Pasta, donde nos

sirvieron la mejor pizza que había probado jamás. Max me observabafijamente, estudiando cada uno demismovimientosmientrasme comíatodo.—¿Quémiras?—quisesaber.—Megustavertecomer—contestósinapartarlamiradademisojos.—Ya, supongo que es un entretenimiento apasionante pero me pones

nerviosa¿sabes?Asíquecórtateunpoco.—Nopuedodejardemirarte.—Inténtalo ¿vale? Haz un esfuerzo—dije riéndome—. ¿Ya te la has

comido? ¡Síqueestabashambriento!Aúnnomehascontado loquehashechohoy—comentéparadesviarsuatención.—¿De verdad te interesa? —preguntó abriendo los ojos y alzando

exageradamentelascejas.—Porsupuesto.¿Acasoteextraña?—respondídesconcertada.—No—dijoapoyandolosdoscodossobrelamesayacercándoseamí.—¿Entonces?—preguntéseparandomicaraenactituddefensiva.—¿Entoncesqué?—Vale, no quieres hablar de ello, muy bien. Pues mi día ha sido un

rollo¿sabes?Enlaclasedeestamañanacasimeduermo,menosmalqueporlatardeenGalileasemehapasadoeltiemporápidoquesino…—Megustalavidaquellevas—dijodepronto—,es…sencilla.Túeres

transparente.Seteve,¿cómodecirlosinquesueneraro?Sensibleytierna,

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justolocontrarioaloquesoyyo.Conseguíaconfundirme,peroparecíasinceroaldecirmeaquello.—¿Quédiablosdices?Noteentiendo,¿acasoeresunserperversoyme

tienes engañada? —pregunté esforzándome por sonreír, intentando nodarleimportanciaalaspalabrasqueacababadepronunciar.—Algo así, pero cuando estoy contigo sientoqueme transformo.Me

hacessentircomoencasa.Enestemomentoereselcentrodemiuniverso.Era la primera vez que se sinceraba tanto, parecía franco. Daba la

impresióndequellevabaencimaunacargamuypesada,algúnproblemaquelepreocupabamucho.Laansiedadsereflejabaensurostro.—Túnoeresmalo,Max.¿Porquépiensaseso?—quisesonsacarle—.

Sihayalgoquetepreocupapuedescontármelo.Seguroquesilosueltastesientesmejor,yaverás,hazlaprueba¿quieres?Esperéaquemerespondieraperonolohizo,porelcontrario,lepidió

al camarero la cuenta. Desistí, me recosté en el respaldo de la silla,perpleja, mientras le observaba sacar la tarjeta y dirigirse con unosmodalesperfectosalcamareroquenoshabíaatendido.—¿Han cenado bien? —le preguntó a Max, que me miró antes de

responderleesperandomiaprobación.Asentíconlacabeza.—Todo perfecto, muy amable —contestó y, después de dejarle una

generosapropina,selevantó,metendiólamanoysalimosdellocal.—Muchasgraciascaballero.Vuelvanustedespronto.Yotambiéndesearíaqueunosclientesasíregresarancuantoantes.¿Le

sobrabaeldinerooquébicholehabíapicadoaestetío?¡Vayapropinalehabíasoltado!Según íbamos al coche Max me contó algo de lo que había hecho

duranteeldía.Supongoquefueparaquenoleinterrogaseacercadesusnegocios.—HeestadocontuhermanoenelTotemGym,seestáponiendocomoun

toroyesoquellevaviniendoapenasunosmeses.Nisiquierahaceunañoquesemachacaymíralecómoestá.—¿Sepincha?–quiseaveriguar,sinéxito.Maxsequedóensilencioun

momento,ymirandoalinfinitomerespondió:—Niidea.Parecía estar mintiendo. Como decía Mel, era un tipo oscuro que

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escondía muchas cosas, aunque a decir verdad, precisamente esa nodeberíaimportarle.CuandovieraaHarrylepreguntaría,seguroqueaélno le importaría decir la verdad.No era tan grave, pero dejé el tema yentré en el coche mientras le miraba de reojo. Tenía la expresiónavergonzada.Disimulécomosinomehubieradadocuentayélsepusoatrastear con la música hasta que encontró lo que andaba buscando.Comenzó a sonar Follow you into the dark de Death Cab for Cutie.Arrancósindecirnada.—¿Tegusta?—preguntóconmiradacariñosa.Lemiréalosojos,habíaalgoenélquenoconseguíacomprender:su

forma de actuar escondiéndome tonterías insignificantes, el auramisteriosaqueleseparabatantodemíaunqueestuviéramosjuntos…unaexpresióndedesencantonublósurostro.—Sí,claroquesí.Esunacanciónbonita,perounpocotriste,¿nocrees?—Talvez.¿Prefieresquebusqueotracosa?—dijointentandoagradar.—Déjalo,asíestábien.Condujo despacio en dirección al aparcamiento de la cafetería donde

habíadejadomicoche.Intentabadecidirsihablarleomantenermecallada.Todo loquehabíadichodurante lacenaparecía incomodarle.Meapoyéen el reposacabezas y cerré los ojos. Cuando los abrí casi habíamosllegado.Leobservéensilencio.Sus rasgoseran rígidosy,apesarde laoscuridadreinante,viquesusojosestabanvidriosos.Parecíatriste,yesoqueaúnnolehabíadichoquedejáramosdevernos.Nohabíaabordadoeltemade la cocaína, y el de la peligrosa carrera tampoco.Algograve ledebíaestarpasandoperodesobrasabíaquenolohablaríaconmigo.—¿Estáspreocupado?¿Hasidoporalgoquehedicho?Porquesiesasí,

prefiero que me lo digas —le pregunté, sabiendo que no eran miscomentarioslosqueleinquietaban.—Notienequevercontigo,nena.Eseltrabajoloquemepreocupa.Un

negocio en el que nos jugamosmucho. Siento no estar al cien por cienparati,perolovoyaarreglar—comentósinmirarmemientrasaparcabajustodetrásdemicoche.—¿Ah,sí?Puesesunpocotarde¿nocrees?—No—contestó girando la cabeza y observándome atentamente con

esamiradadedepredadorquemedejabaaturdida.—Habíamosquedadoparahablar,¿lorecuerdas?Ynohasqueridoque

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lo hiciéramos—sabía que no era elmomento oportunopara soltárselo,peromeestabaasustando—.Loqueocurrióayernomegustódemasiado,Max.Quizáno seabuena ideaque túyyo…ya sabes, que comencemosalgodeloqueluegopodamosarrepentirnos.Nosgustancosasdistintas,lagenteconlaquevamostambiénesmuydiferente…Seguíamirándomesinparpadear,serioyenunsilencioincómodo.—Si fuéramos iguales sería muy aburrido ¿no crees? Además, creía

quelasvecesquenoshemosvistolohabíamospasadobien.¿Nohasidoasí?—Sí,pero…creoquenoesbuenaideaquesigamosviéndonos.Él continuaba mirándome atentamente con esa seguridad que me

incomodabatanto.Retirólamanoconlaqueaúnsujetabaelvolanteylaacercólentamenteamirostro.Rozócondelicadezamimejillaymeretiróunmechóndepelohasta situarlodetrásdemiorejamientras lomiraba.Hizolomismoconlaotramanoenunclarogestodeacercarseamí.Mesujetó con firmeza yme agarró la cabeza con ambasmanos.Yo seguíaquieta; esperando, en el fondo, deseando que lo hiciera. Noté uncosquilleoymerevolvíenelasiento.Élseguíaestudiandomirostroconintensidad, entonces, se aproximó un poco más y me besóapasionadamente.Loslabiosmetemblabanyelpulsosemeaceleró.Maxmebesabaconternuraypocoapocomismúsculosserelajaron.Continuóbesándome sin aflojar la pasión. De pronto noté cómo se excitaba pormomentos,inclinósufrenteyempezóabesarmeelcuello.Consuavidad,metiósusmanospordebajodemiblusaycomenzóatocarme.Liberóunpecho del sujetador y me acarició, lo encaró despacio al principio pormiedoaquelerechazara,peroalverquenolohacía,hizolomismoconelotro,yacontinuaciónagarróconfuerzamipechososteniéndoloentresusmanos.Enunmovimientorápidointrodujosucabezapordebajodelaropaypasóunapiernaporencimadelcambiodemarchasparasituarsedespuéssobremí.Enesemomentolosfarosdeuncochenosdevolvieronalarealidad.Noeraellugaradecuadoparaestarhaciendoeso.—ParaMax.Aquíno—leincrepé.—No hay nadie—dijo cabreado—, solo es un coche y ha pasado de

largo.—Estamosenlacalle,¡enlapuertademilugardetrabajo!—Losé,peroestácerrado.Nadienoshavistoperotienesrazón,quizá

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no sea el mejor sitio para hacerlo. Vamos a mi casa –dijorecomponiéndoseyhaciendoademándearrancarelcoche.—Mejorotrodía.Ahoramismonoestoypreparada.Memirócomosi lehubieraheridoen lomásprofundodesuser.Me

contemplabacomosisupresaselefueraaescapardelasmanos.Menosmalqueempezabaaconocerleysabíaquedespuésdeesamiradasoltaríaalgunafraseagradableparacompensar.—Comoprefierasnena,veoquenotegustacorrer,peronomehagas

esperar demasiadoporque la paciencia no es unodemis puntos fuertes.¡Eseputocochenoshacortadoelrollo!Realmentelopensaba.Estabaacostumbradoatenertodoloquedesease,

pero yo no era ninguna cosamaterial que pudiese elegir a su antojo, ytampoco uno de esos peleles quemerodeaban a su alrededor esperandosus migajas o vete a saber el qué. Me alegré de que aquel coche noshubiese cortado el rollo, como él decía, aunque tampoco estaba bienhacerle pensar que podíamos tener algo más. Ni siquiera me habíaresistido un poquito cuandome besó. Sentía una fuerte atracción. De laformamásabsurdahabíaempezadoagustarme,peronomásqueMike,nisiquieraseacercabaunpoco,erandospolosopuestosysinembargo…—Mañana tienes el día libre. Podías dedicarlo a mí y acabar lo que

hemosdejadoamedias—mecomentómientrasseleiluminabaelrostro.—Nopuedo,debovenir—dijemirandohacialaentradadelacafetería

—,Mariah se ha cogido vacaciones y somos menos. Nos tenemos querepartirlosturnosymehatocadomañana—ademásteníapensadoiraveramiamigo,peroesonoselodije.—Vaya,quéfaena—memiróserioycontinuó—.Hablaremosdetodas

formas y veremos cómo hacerlo. Procura reservarte un rato. No teescaparástanrápido.Despidiéndome,abrílapuertaparasalir.Élmesujetódelbrazo.—Espera—dijomientrasmeagarraba losdosmofletesymedabaun

sonorobeso—.Ahorasí,hastamañana,princesa.Esperóaquemesubieraalcocheylosdosnosperdidosporlasoscuras

callesdeSanDiego.Cadaunoporsulado.Necesitabatiempoparaaclararlas ideas, debía analizar todos los asuntos que se amontonabandesordenadamentedentrodemicabeza.

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NEGOCIOSTURBIOS

Mispadrespasabanelfindesemanafuera,asíquemeencontrabasolaencasaparavariar.Desdelaventanadelacocinadondemepreparabaundeliciosocafé,podíaverelcieloluciendounintensoazul.Salíalporcheparadisfrutardeunratitodetranquilidad.CogílarevistaPeopleylahojeédistraída.Derepente,Harryaparecióporlapuerta.—¡Qué sorpresa, hermanito! ¿Qué haces por aquí?—era extraño que

viniera a visitarnos y aún más sabiendo que no estarían mis padres.Últimamentenosedejabavermucho.—Veo que te alegras de verme, como siempre—dijo en su habitual

tonosarcástico.—Pues claro que sí.Anda, ven y siéntate conmigo, aquí fuera hoy se

estádemaravilla.¿Quierescafé?Acabodehacerlo.—Nogracias,vengodedesayunar.—Papá y mamá no están. Te lo habían dicho ¿verdad? —pregunté

extrañadaantesuinesperadavisita.—Lo sé. Quería verte a ti—yo le puse cara de sorpresa aunque me

imaginabaquesetratabadeMax—,peronoteasustes,nopasanada.»Demomento—añadió.Cuandoalguiendice:«Noteasustes»,sabesautomáticamentequetienes

quepreocupartedealgo.—¿Qué es lo que pasa?—le pregunté alarmada—. ¿Se trata deMax?

¿Tehadichoalgo?¡Habla,venga!—Lovasaflipar.Mehancontadocosasquenomehangustadonaday

tengoqueprevenirte.—¿Prevenirmedequé?—quisesaber.—Detu«algomásqueamigo»Max.—Solo somos amigos pero él intenta ir demasiado rápido.Apenas le

conozco y no tengo las ideas claras, pero antes de que continúes debessaberqueayernosbesamos.Trasuncortosilencioenelquememirópensativo,dijo:

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—Bueno,nohacefaltaquemedesdetalles,aunqueélhabladeticomosiestuvieraiscomprometidos—puntualizóarrugandolafrente.—Eraparaponerteensituación.Perono,queyosepanosomosnovios

ynosésillegaremosaserlo—leaclaré.—Vale,tantomejor.Escuchaloquetevoyadecir,mehancontadoque

el grupo de Max está metido en negocios turbios, confirmadísimo,pertenecenaungrupodelcrimenorganizadoysonmuypeligrosos.Me quedé estupefacta aunque nome resultaba tan descabellado como

debería.—¿Quién tehacontadoeso?—pregunté interesadae incorporándome

paraatenderlemejor.—Alguienque les conocebien, es un amigodel gimnasioque intenta

avisarme.—¿Ylecrees?—preguntéexpectante.—Digamosquelosabedebuenatinta.Graciasasutíoseenteródeque

la familia de Max realizaba actividades delictivas graves. Les haninvestigadoy,segúndicemiamigo,sehaenteradodecosasquepreferiríanosaber,peronomehadadodetalles.—¿Yquéesloquehacen?¿Aquésededicanexactamente?Esosítelo

habrádicho.—Dicequeposeenvariosnegociosrelacionadosconlaconstruccióny,

gracias a ellos, blanquean parte del dinero. Eso entraba dentro de loprevisible, pero además, tienen clubes donde se ejerce la prostitución,practican el juego clandestino y en los que circula la droga que traendesdediferentessitios.RecordéCamelot.¿Seríadueñodeladiscoteca?Nopodríajurarlo,pero

desdeluegoallísecorríansusjuergas,lohabíacomprobadoenpersona.Harryseguíahablando.—Comoverás,nohaypordóndecogeraestossinvergüenzas.Sonunos

cuantos, en total alrededor de treinta, sin contar con los asociados a losquecontratanparahaceralgunostrabajitos.ActúanprincipalmenteenSanDiegoyenFiladelfia.Por loquesé,Maxeselactual jefe.Elmás jovenquehatenidolabanda.Hasidonombradorecientementetraslamuertedelanteriorcabecilla,quellevabaensupuestocasitresdécadas.DurantelosúltimosañosMaxfuesuprotegido,yleenseñótodolonecesarioparadarcontinuidadalclan,asíqueimagínateelpoderquetiene.

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—¡Pero Harry! Parece que estás hablando de una organizacióncriminal,delagentemáspeligrosaqueexiste.—Sondelincuentes,unabandaorganizada,Cris,muypeligrosos.—¿Asesinos?—preguntéaterrorizada.—Solo utilizan la violencia en casos extremos, pero si tienen que

deshacerse de alguien no les tiembla el pulso. Es muy arriesgado queandesconél.Deberíascortarpor losanoantesdequeseencaprichedeltodoy quiera algo serio. Si dejas que lo haga, entrarás en su entornoysabrásmásdelacuenta.—NoséHarry,loquemeestáscontandopareceundisparate,perosite

soysincera,desdequeleconozcomehaparecidounapersonaoscuraqueocultabacosasfeas—noeralaúnicaquepensabaasí.RecordéloquemehabíadichoMel.—Ylomásprobableesqueasísea.Acuérdatedeldíadesucumpleaños,

Liamytúoshicisteislapelículacompleta.¿Recuerdasaquelloshombresconlosquehablaba?Debenserdesucírculomásíntimo.—Sí, la imagen me viene muchas veces a la cabeza, sobre todo sus

semblantes. Parecía que no tramaban nada bueno. ¿Por qué me lopresentaste? ¡Te podías haber asegurado antes! ¿Es que acaso ahora tejuntascongentuza?Nomegustaelambientedeesegimnasio,tútambiéndeberíasdejardeirallí.—¡Eh!Para,para,yosolotelohepresentado,hassidotúsolitalaque

has decidido enrollarte con él. No te dije que lo hicieras —exclamóenfadado.—Sí,esverdad,perodeberíastenerunpoquitodecuidadoycontrolar

con quién vas. Ya eres mayorcito para saber el tipo de gente que teconviene.—VengaCris, no tepongas así, no teníani idea, dehaberlo sabido te

aseguroquenolehabríasconocido—seexcusó.—Vale,puesyaestardeparaeso—dijedisgustada.—Losé—susurrócabizbajo.—Por cierto, ¿te estás pinchando? ¿Tomas algo para estar así de

musculoso?Memiróconsiderandoloqueleacababadepreguntar.Sepensódurante

unos segundos si contestarme a aquella confusa pregunta o no, perofinalmentesílohizo.

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—¿Atiquémásteda?–serioentredientes.—Es una simple pregunta. Se te marcan más los músculos y tengo

curiosidad —le dije haciéndome la distraída mientras me observabaatentamenteunacutículaqueteníaeneldedoíndice.—¡Chss! —dijo mirando a uno y otro lado—, me he pinchado

esteroides, pero ya no lo hago, es un engorro, ahora solomemachacoconlaspesas,elresultadonoeselmismoperobueno.¿Ysabesqué?EraMaxelquemelosvendía.¡Max parecía omnipresente! De una u otra forma siempre salía a

colación.Memintió intencionadamente cuandome dijo que no sabía siHarrysepinchabaono.Cadavezmeresultabamásdifícilconfiarenél,yesto no era más que una tontería, no quería imaginar lo que me diríacuandomedecidieraapreguntarlealgunacosaimportante.—Siseenteramamálepuededaruninfarto,asíqueporfavortepido

quenoselodigas¿valehermanita?—Teloprometo—dijehaciendoelgestodecosermelaboca—,nole

diréunapalabradeesto.El sonido del teléfono nos sobresaltó a los dos.Miramos la pantalla

mientrasseguíasonando.Eraél.—Cris, contesta —me dijo Harry señalando el móvil—, es él —

puntualizó,porsinolohabíavisto.—¡Yavoy!¡Queseespere,jolín!—traguésaliva.—HolaMax—dijetemblorosa.—Buenosdíasreina—mehabíaascendido—.¿Esprontoparallamarte?

Noestabasegurodesiestaríasdespierta.—Ya sabes que duermo poco, pero gracias por la deferencia, me he

despertadohacerato.¿Quétecuentas?—Puesunafaena,mehasurgidoalgoytengoquecogerunaviónesta

misma mañana, así que tenemos que adelantar nuestra cita —que yosupiera, no habíamos concretado ninguna, pero no era necesariorecordárselo—,esprontoparasaberloperocreoquenoestarédevueltahastadentrodecuatroocincodías—medijo.—¿Yadóndevas,sisepuedesaber?—preguntécuriosa.—AFiladelfia.Tengoalgunosasuntosqueatenderallíynomequeda

másremedioqueir.

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—Bueno,peroesoestábien¿no?Amímegustaríairaveralafamiliadevezencuando—dijecomosinosupieranada.Mientrashablabaconél,Harrymehacíaseñassinparar.Gesticulabay

mesugeríaquecortaselaconversación.Movíadosdedossimulandounastijeras.—Claroquemeapetece,perocomovoyprincipalmenteporcuestiones

detrabajonotendrémuchotiempoparavisitarlescomoesdebido.—Bueno, pero ya que tienes que ir al menos inténtalo, aprovecha,

seguroqueleshaceilusión.—Lo haré—se quedó en silencio un instante y luego continuó—. La

próximavezquetengaqueirtellevaréconmigo.¿Tegustaría?Vacilé unmomento antes de contestar. Harrymemiraba con el ceño

fruncido.—Síclaro,meencantaríasipudiera,peroescomplicadoconlasclases

y el trabajo, ya sabes—todavía nomehabía invitado formalmente y yaestabaponiéndoleexcusas.—¡Va!Lasclases las terminarásprontoynocreoquepienses trabajar

toda tu vida en esa cafetería ¿verdad? —sus comentarios despectivosconseguíanirritarme.—¿Yporquéno?¿Quétienedemalo?—lepreguntéparacrisparle.Yo

tambiénsabíahacerlo.—Temereces algomás, princesa. Ya lo verás—se quedó callado—.

Bueno,tellamarédesdeallí¿vale?Sébuenamientrasestoyfuera.Sonreí. En el fondo me gustaba más de lo que reconocía. Era un

seductor,aunquesabíaquenoeraelchicoquemeconvenía.—Lointentaré,peronoteprometonada—dijeriéndome.Guardósilenciodenuevo,queríadecirmealgomásperonosedecidía.—No quiero perder el vuelo pero estoy deseando verte, me gustaría

despedirme y tener una imagen bonita antes de partir,me sobra un ratoantes de coger el avión, así que podemos vernos, aunque solo sea unmomento—sehizounsilencio—.Porfavor.Nomepodíanegar.—¿Uncafé?—pregunté.—Hecho.Tampocotengotiempoparamás.Terecojoendiezminutos.Cuando colgué, permanecí un momento mirando la pantalla del

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teléfono.Reflexionandoacercadeloquemehacíasentircuandohablabaconél.—¿Vatodobien?—preguntóHarryconexpresiónalarmada.—Sí—mentí—,sevadeviaje,peroregresaráenpocosdías.—¿Y por qué se te ha quedado esa cara? Deberías alegrarte —dijo

contrariado.—Tienesrazón—asentí.—¡Tegusta!Porloquemásquieras,Cris,intentaolvidarle.¿Quétengo

que decirte para que te des cuenta de que no te conviene? ¿No ha sidosuficienteloqueteacabodecontar?—Supongoquesí,aunquehassidounpocoambiguo.—¿Ambiguo? ¿Acasoquieresdecir quenohe sido lo suficientemente

claroparaconvencerte?—Sí, justo, eso he querido decir, que has sido impreciso.Nome has

dado ningún dato. ¿Cómo sabes que ese amigo tuyo del gimnasio estásiendosincero?Alomejorsoloquieredesacreditarle.—Vale,no tepuedodescribir hechos concretos, ¿a lomejornecesitas

verlocontuspropiosojos?Muybien.Tambiéneresmayorcitaparasaberlo que te conviene.Yo te he avisado, a partir de ahora tú sabrás lo quehaces.—Dejadeecharmelacharla¿vale?Medoyporenterada.Yamelohas

contadoyhashecholocorrecto,notepreocupespormí.—Sí que me preocupo, ¿quién si no? —me miró mosqueado—.

Además,mehaparecidoquequedabasconél,esperoequivocarme…—suspiró.—No,noteequivocas,perosolovamosatomaruncaférápido.—No se te puede dejar un momento sola. Ten cuidado, Cris, solo te

pidoeso.Procurairdandocarpetazoaesteasunto,espor tubien—dijolevantándoseybesándomelafrente—.Memarcho.—¿Tanpronto?—dijemirandoelreloj.—Noestanpronto,soncasilasdiez.Nosvemosestosdías.—Vale,adiós.Entoncesmediolaespaldayleseguíconlamiradahastaquesaliópor

lapuertaysemontóensucoche.Luegoleperdídevista.Subí a vestirme rápidamente y, antes de ponerme los vaqueros,

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comenzó a sonar el claxon. Cerré los ojos. ¿Cómo era posible? ¡Debíaestaracechándomealavueltadelaesquina!Bajécorriendoparanohacerleesperar.Loúltimoquedeseabaeraque

perdieraunavión.—Hasllegadomuyrápido—comentédesconcertada.—Yatehedichoquetengopocotiempo.Subíalcochecasienmarchaypisóafondoelacelerador.—Cuidadoconlasmultas.AunquellevabaconectadoelGPSloscochesdepolicíaaparecíandonde

menosteesperabas.—Tienesrazón—dijoreduciendolamarcha.—¿Quéharásconelcoche?—nisiquieramehabíaofrecidoallevarle.—IráluegoDylanaporél.Mejorasí.—¿Dylan trabaja para ti?—estaba dispuesta a averiguar todo lo que

pudiera.—Sí—respondiólacónico.—Nosédóndepodemos ir, cuando tengoquedecidir algo rápidome

bloqueoynosemeocurreningúnsitio—melamenténerviosa.—No tepreocupes, amímepasa al contrario—meechóuna sonrisa

encantadoraypusoelintermitentealaderecha—,yacasihemosllegado.Estábamos a poca distancia de mi casa y no conocía aquel sitio. Me

pareció un lugar encantador, era una cafetería con una amplia terrazarodeadadejardinerasrepletasdeflores.Eramuyalegre,debíasernueva.Nisiquieraentramos,nosquedamosenunadelasmesasdefueraysolo

hizo falta que Max dirigiera la mirada al ventanal. Enseguida salió aatendernosunacamarera.—Buenos días señor D’Angelo, me alegra verle por aquí —dijo la

chica—.¿Quélestraigo?—¿Quéquieres,reina?—mepreguntó.—Cafésoloconhielo.—Queseandos.LachicadesaparecióyMax,mirandoalcielo,sepusolasRayBande

aviador. Hacía una mañana espléndida y él parecía descansarplácidamente,asíqueaprovechéparasonsacarleunpoco.

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—Parecesunmafioso—dijeintencionadamente.Élsonriómostrándomeloshoyuelos.—¿Ytegusta?—¿Elqué?¿Nocreeráquemeponenlosmafiosos?—Elairedemafiosoquemehacenlasgafas.Segúntú,claro.Me llevé el dedo índice a la boca e hice como si lo pensase

detenidamente.Lasgafasledabanunairemafioso,peroeraindudablequesinellastambiénparecíaungánster.Sabíaqueestabaanteunempresariode altos vuelos, pero era algo más. Los indicios sobre su trabajo ibantomandocadavezmásfuerza.TeníaqueponerenprácticalosconsejosdeHarry y evitarle, acabar por las bravas con nuestra amistad. Me estabaimplicando demasiado, pero es que estaba tan hechizada que me teníaatrapada.—Noestoysegura—respondíhuidiza—.¿Vienesmuchoporaquí?—le

preguntémirándolotodoamialrededor.—Ellocalesmío.Conquéprepotenciadecíalascosas…—¿Enserio?Puesmeencanta.—Losabía,poresotehetraídoaquí.Lemiréaltanera.—Noteresultarátanfácilimpresionarme.—Lo sé, por eso me esfuerzo. Pero no creas que me conformo con

facilidad, tengopocoaguante—comentó llevándosedespués la lenguaaunodesusmolares.—Yquelodigas,setenota.Eldíaquerepartieronlapacienciaestabas

lejos.—¿Yquiénnecesitapaciencia?¿Losmonjes?—agregó.—Esunavirtudquenolevienemalanadie—contestédivertida.—Puessientoinformartedequemifuerzanoestáenlasvirtudessino

todolocontrario.—Lodirásdeverdad.—Soyelsermásvilquepodíasconocer—dijopesaroso.Inclusoélmeavisabadelpeligro.Debíatomarunadecisiónhoymismo,

continuarconmiconfortablevidaoinvolucrarmecomounainsensataen

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una relación con un hombre de moralidad dudosa. Hasta él lo admitíaabiertamente.—¿Pretendesconquistarmeasí?—Solotequieroinformar,paraqueluegonodigasquenoteavisé—en

ese punto se había quedado serio, y sus facciones, que antes reflejabanalegrementelosgraciososhoyuelos,dieronpasoaunasmarcadasarrugasdibujadasensufrente.—Aquítienensuscafés.Me había olvidado de la chica. Ella miraba a Max esperando un

comentario,quenollegó.Sentílástima.—Graciasguapa—ledijeyoporlosdos.—Entoncesheacertadoconelsitio—seregodeó.—Es una preciosidad, pero no cambies de tema,me estabas diciendo

algo—quería retomar elhilode la conversación, creíque,porprimeravez,teníadeseosdeabrirse.—Yatelohedicho,quizánotemerezca,perolovoyaintentar.—¿QuévasahacerenFiladelfia?—preguntéparareanudarlacharla.Deprontosucarasetransformó.Penséqueestabaapuntodesoltarme

algunanoticiarelevanteperonadamáslejos.—Negocios,nena,nadamás.El tiempo se nos echó encima y debíamos marcharnos de allí, de lo

contrarioMaxperderíaelvuelo.Labrevecharlaestuvobien,peroyonisiquiera aproveché para explicarle que lo nuestro era imposible, solohabríahechofaltaalgunainsinuación,aunquefueraminúscula,paraqueélfuera conociendo mi propósito, pero una vez más, no hice nada paraimpedirelavancedenuestrarelación.Subí alMercedes.Maxcerró con suavidadmipuerta ehizoun rodeo

pasandodelantedelcoche.Contemplésuselegantesmovimientosmientrassedirigíaasupuerta.Eseperfilerademasiadoparamí.—Tedejoencasaysalgopitando—dijodespuésdesubirse—.Voycon

tiempo,peroparairalaeropuertonuncasesabe,prefieroserpuntual.—Vale,peronocorras—lerecordé.HabíamosllegadoaunsemáforoyMaxmiróbruscamentealvehículo

que teníamos al lado.Un sujeto indescriptible con el cuello cubierto decollaresyrosariosconducíaaquelmonovolumen.Juntoaélseencontraba

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su hermano gemelo. Los dos iban engalanados hasta las cejas, y lostatuajes,dellamativoscolores,lesrecorríantodoslospuntosvisiblesdelcuerpo,incluidalacabeza.—¿Conocesdealgoaesosdos?—lepreguntéespantada.Max no me contestó. Seguía mirándoles con cara de horror. Giró la

cabeza y se fijó en la parte de atrás. Las ventanillas traseras estabantintadaspero,aunasí,clavósumiradaenellasporsivislumbrabaalgo.Enese momento comenzaron a bajar. Max continuaba mirando, curioso,esperandonoséelqué.Enlaparteposteriordelcochesehallabaunsercapazdedescomponerteelcuerpo.Maxyélsemiraronfijamente.Aquelhombreteníalamiradamásmalvadaquehabíavistojamás;eramoreno,conlatezcurtidaporelpasodelossiglos,simplegenética.Susojoseranamenazadores.PoruninstantemerecordóaMax,teníanlosdoslamismaaureolaperversaqueincitabaamantenerseaciertadistanciadeellos.Sololes diferenciaba el refinado porte demi amigo. El semáforo seguía sincambiardecolor,estabadeseandoveresalucecitaverdeparalargarnosdeahí. El hombre subió lentamente su mano derecha, los ojos de Maxseguían clavados en él, pero percibí un leve estremecimiento; luego, eldedo índice de aquel desconocido le atravesó violentamente el cuello y,seguidamente,disparóunapistola imaginariaquedibujabaconsumano.Después de aquello volvió a subir la ventanilla. ¡Era una amenaza! Leconocía, sabía perfectamente a quién tenía delante.Me dio un vuelco elcorazón.Lerepetílapregunta.—¿Lesconoces?Max,¿sabesquiénesson?—lepreguntétrastornada.—No—unavezmásdecidiódarmeunaescuetarespuesta.Porfinelsemáforocambióysentíuntremendoalivio.Unossegundos

anteshabíavividolasituaciónmásalarmantedemivida.Mesentífrágil,creí que en unmomento podía acabarse todo. Enmi cabeza sucedieronmultitud de desenlaces y ninguno de ellos bueno. Pensé que nosdispararían, creí que nos iban a liquidar allí mismo. Lo podían haberhecho, era el tipo de gente que delinque y sale inmune. Además, ensituacionesasínuncahaytestigosy,dehaberlos, temenlasrepresaliassisedecidenahablar.MiréaMax.Suexpresiónreflejabaunairairreprimible.—¿Tehasasustado?—aunque sabíaqueno sería sincero,mevi en la

necesidaddeformularlapregunta.Elsustomehacíahablarydeseabaque

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éltambiéndijeraalgo.—No—surespuestaerafuriosaylosojosleardíanderabia.Fuimos todo el camino en silencio. Max no volvió a decir una sola

palabraentodoeltrayecto;mientrastanto,parecíaqueseibarecuperando.Nuncamehabíaalegradotantodellegaracasa.Maxseinclinójuntoa

míymeabrió lapuertadesdedentrocon lasmanos temblorosas.Era laprimeravezqueleveíaconmiedo.Tambiénestaríadisgustadodequeyohubiesepresenciadoaquello.—Hablamos,nena.Aúnnomehemarchadoyyaestoydeseandovolver.

Cuando lohaga te prepararéuna cena en casaynadienosmolestará—dijocomosinohubierapasadonada.—Quetengasbuenviaje,Max.Yahablaremoscuandoregreses.Me agarró los dosmofletes con una solamano yme dio un sonoro

beso.Cerré lapuerta trastornadaymevolvíparacontemplarporúltimavezsucoche,quedesapareciócomounabalanadamásdoblarlaesquina.Maldije aquella salida, aunque, si me quedaba un mínimo de

inteligencia,cosaqueaesasalturasdudaba,talvezdeberíabendecirlaportratarsedeunaadvertenciapremonitoria.Decidíquejamásvolveríamosavernos.Noparecíaseguro.

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ELDESPERTAR

Me senté sola en el porche recapacitando acerca de lo ocurrido. Nodebía tomármelo a la ligera, se trataba de algo realmente grave. Meencontrabaenunasituacióncomprometidaydebíaponerleremedioantesdequefueratarde.Harrymehabíaavisado,yyo,fielamishábitos,nolehabíahechonicaso.Max era el ser más peligroso que me había cortejado. Pasé por alto

todaslasalarmasquemeadvertían,desdequelevieldíadelafinal,queestaba a años luz de mi mundo. Él pertenece a otro círculo, somosopuestos,pormuchoquelointentásemosnopodríafuncionar.Elmóvil comenzó a sonar denuevo.Parecía que esta semana todo el

mundodeseabahacerplanes.Miréelruidosoaparato.EraFred.Peguéunrespingodelasillaycontestédeinmediato.—HolaFred.¿Quépasa?—dijealterada.—EsMike.Sehadespertado.—¿Y?Nomegustatutono.¿Estábien?¿Cómoestá?¡Dimealgo,Fred,

Porfavor!—exclaméagitada.—Es mejor que vengas y lo compruebes tú misma—me indicó sin

quererexplicarse.—Me estás asustando, ¿estás ahora allí? —le pregunté, aunque de

repentepreferíaquenomecontaranada.Yanoqueríasaber.Talvezteníarazónyfueramejorquelocomprobaseconmispropiosojos.—Sí,estamosFernandoyyoconsuspadres.Hesalidoalpasillopara

llamarte.¿Vasavenir?—preguntósuplicante.—Puesclaro,voyparaallá.Esperadme,noosmarchéisaún¿vale?Por

favor.—Nopensábamosirnos,peronotardes.Deseaba que Mike abriera los ojos, era lo que más anhelaba en el

mundoy, sinembargo,estabamuertademiedo.Nosabíaquépensar.Almenos su aspecto no había cambiado nada. Su físico era el mismo quecuandohablamosporúltimavez.Mepreguntabaquéeraloquemeibaaencontrar.¡Estabahistérica!

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Subíavestirmeamihabitación.Cogíalgoderopayfuiponiéndomelapor el camino. Mi torpeza se hacía patente en los momentos así. Noatinabaconlosvaquerosycasimecaigoporlasescalerasalpisarmeloscordonesdelaszapatillas.Alllegaralapuertameparé,cerrélosojoseintenté tranquilizarme. La cabeza me daba vueltas. Respiré hondo pararecuperarlacalmayenparteloconseguí.Me subí al coche y fui directa al SharpMemorial. Comenzaba a ver

borrosalacarreteraqueseextendíadelantedemíysentíquelosojosseme llenaban de lágrimas, brotaban desbordadas sin poderlas controlar.Dudésiaparcaraunladohastaquesemepasara,peronolohice,queríallegarcuantoantesyabrazarle,hablarlemirándoledirectamentealosojosy comprobar que se encontraba bien. La tristeza contenida durante esosdíasestabaaflorandoy laangustiacomenzabaaapoderarsedemí.¿Aúntendríaganasdeverme?Mispeores temoressecentrabaneneldíadelabarbacoa. Tal vez después de aquello no querría perdonarme. Meavergoncé al desear, aunque solo fuera durante un instante, que norecordaranada.Eraunaautenticamezquina.Dejéelcocheenelaparcamientoymedirigíalaentradadelhospital.

Aqueldíaparecíadiferente.Medetuveaobservarlotodoporprimeravez,las paredes eran blancas, las amplias cristaleras dejaban traspasar la luzhaciendo la estancia más grande. Varias hileras de sillas de color azuleléctricoestabanrepletasdegenteesperandosuturno.Elsuelodemaderaestaba reciénpulidoy, sobreél,unaenormealfombrade tonosgranatespresidíaelcentrodelaampliasala.Losmédicosnocaminabantanrápido,deambulabandeunladoaotrosinprisa,comosisumundo,igualqueelmío,sehubieradetenidoentonces.Mirélamesadeinformaciónquehabíajuntoarecepción,laspersonasqueatendíantraselmostradortambiénmeparecierondistintas.—¡Cris!Yaestásaquí,¡cualquieradiríaquetehasperdido!–dijoFred

sonriéndome.Parecíacontento.—HolaFred—contestéintentandoparecercalmada—.¿Cómoestá?—Bueno, por suerte se encuentra mejor de lo que cabía esperar —

añadióconunalevesonrisa.—Explícate,¿quéquieresdecirconeso?—El doctor Walter ha dicho que recuperará la memoria, y ya sabes

cómoesesehombre,nuncasemoja.

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—Yaveo.Finalmentehaperdido lamemoria—dijedesanimada—,hesidounaneciaalpensarqueabriríalosojosytodoseguiríaigual.Apreté la mochila fuertemente contra la barriga. Si hacía fuerza,

desviaríami atención y seme pasarían las enormes ganas que tenía dellorar.Necesitaba contenerlas como fuera, noquería queMikemevieracon losojoshinchados, ¡menudaprimera impresión!MeacerquéaFredpara esconder el rostro apoyándolo en su pecho. No pude contenerlas,peroélmeconsolóeintentóreconfortarme.—Alparecersueleocurrirsiempre.Solohanpasadounashorasdesde

quehadespertado,yseguroqueamedidaquepasenlosdíasseacordarádetodo.Yo continuaba llorando, era incapaz de controlar el llanto. Fred me

agarróporloshombros.—Vamos,Cris,deverdadqueestábien.Soloqueríaponertesobreaviso

antesdequeentrasesenlahabitación.Encuantoleveassetepasará,yaloverás.Estácontentoyseguroquesealegrarádeverte.—¡Perosinoseacuerdadenada!—Dealgunascosassí,seguroquetupresencialehacerecordar—dijo

guiñándomeunojo—.¿Subimosopiensasquedarteaquí?Cuando llegamos a la puerta de la habitación, me faltaba el valor

necesario para traspasar la puerta. Agarré a Fred de la camiseta parafrenarle.—Espera—exclamé—. ¿Tengo los ojos hinchados? ¿Se nota que he

llorado?Dentro se escuchaban risas, parecían animados. Fred me miró con

afectoydijojustoloquenecesitabaoír.—Enabsoluto.CuandoFredabriólapuertatodossecallaron.Allíestabanelseñoryla

señoraSmith,FernandoyunsonrienteMike.Dirigílamiradaaesosojosnegros como el carbón que durante los últimos días habían estadocerrados.Aunquemispiernasqueríanmoverse,mequedéinmóvil;todaslas extremidades seme habían bloqueado, me entraron ganas de gritar,reírylloraralavez,peroenlugardeeso,seguíallídetenidaafianzandomispiesalafríalosetademármol.Alvermeladeólacabezaysonrió.Eramuy buena señal, no parecía furioso conmigo. Sus perfectos dientesblancos brillaban haciendo un contraste encantador con su joven tez

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morena.—¿Nosconocemos?Me resultasdemasiado familiar, asíque supongo

quesí—comentósonriendo.Apesardeestaravisadasemeencogióelcorazón.Noseacordabade

mí,peoraún,nisiquierasabíaquiénera.Balbuceé,queríareaccionarperome fue imposible. Antes de conseguir darle una respuesta a Mike, laseñoraSmithmecontólosucedido.—Sí,cariño,daunaimpresióndesoladora,peroestamosfelicesporque

dentro de lo malo sabemos que es pasajero. El doctor Walter estáesperanzado.—Pero¿yalehanexaminado?—pregunté.—Lehanhechounreconocimientocompletoyrecuerdaalgunascosas,

muchasmásde loque suele serhabitual enestoscasos.En realidad sonescenasquenoconsigueubicar,peroseguroquenotardaráencentrarlasyvolveralanormalidad.Apretélosojosdelaemoción.Nolopodíacreer.Harpercontinuó,los

nervioslehacíanhablarcomounacotorra.—Ahoratienepordelanteundurotrabajo.Lehanasignadounmédico

paraejercitarlamemoriaynoshanaseguradoquecuantoantesempiecemejoresseránlosresultados.QueríaprestaratenciónalaseñoraSmithperonopodíaevitardesviar

constantemente los ojos para contemplarle. Era un placer verle así decontento,despierto,¡vivo!Mikemeobservabaatentamenteajenoanuestraconversación. Extrañado, pero en actitud tranquila. Hacía que meestremecieracadavezquesupenetrantemiradasecruzabaconlamía.—¿Y cómo ha sido? ¿Ha abierto los ojos sin más? —pregunté

interesada. Quería saber todos los detalles de su despertar. Harpercontinuó.—Haabiertolosojosnadamásamanecer,estabadesorientado,peroha

pulsado el botón para llamar a la enfermera y la ha bombardeado apreguntas. El pobre necesitaba saber dónde estaba. Enseguida nos hanavisadoyhemosvenidocorriendo.Mikemeobservabaconcuriosidad.Intentabarecordar.—¿Túyyonoseremosnovios,verdad?—preguntódivertido.Todos se rieron, sobre todoFred,quememiraba expectantemientras

esperaba mi contestación. Me puse del color de las amapolas antes de

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responder.—Noqueyosepa—dijedespuésdeunbrevelapso—,perositevale,te

diréquesomosbuenosamigos.Memiró de arriba abajo deteniéndose en los lugaresmás incómodos

posibles.—Mevaledemomento—ymirandoaFredyaFernando,lespreguntó

horrorizado—:¿Nosaldráconalgunodevosotros?Volvierona reírse todos.Yocadavezmesentíamás ruborizada,pero

intenténoexteriorizarmissentimientosparaquesemenotasenlomenosposible.Porsuerte,unadelasenfermerasentróadejaralgodecomida.Comida,

o lo que fuera aquello tan poco apetecible. Se trataba de una papillaverdosayunbatidodecoloramarillento.—Mañanaprobablementepodrácomeralgomássabroso,perodebeir

poco a poco—se excusó—, tenemos que asegurarnos de que lo tolerabien.Mike miró el plato como si fuera una inocentada y antes de que la

enfermerasemarchaseselopreguntó.—Seráunabroma¿no?Heperdidolamemoriaperonoelhambre.Laenfermeraselimitóasonreíryadecirleunescueto«losiento».Sentí compasión al saber que de momento no podría ingerir nada

sólido. Necesitaba recuperar parte de la masamuscular perdida, no eramucha, pero se apreciaba que había bajado de peso. Acostumbraba acomer de forma insaciable, devorando ingentes cantidades de comida.Hacía tanto ejercicio que siempre estaba hambriento, pero demomentotendríaqueretomarloconmoderacióntalcomolehabíarecomendadolaenfermera.Fredquisoquebajásemosatomaralgo.—Vamos a bajar a la cafetería, nos has dado hambre, Mike. Ahora

subimos—comentó.—¡Estamelapagas!—dijoMikemedioenbromamedioenserio.Bajamos los tres a la cafetería. Fernando y Fred estaban alegres, sin

embargo, se reflejaba en sus caras cierta preocupación. Fred era másparcoenpalabras,peroFernandonopodíaremediarlo,todoloqueselepasabaporlacabeza,losoltabasinpensárselodosveces.

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—¿Ysinolarecupera?—preguntóFernando.—¿Ysicuentashastadiezlapróximavezqueseteocurraalgoasí?—le

dijoFredindignado.—¡Joder, Fred! ¡No puedo decir nada!Cada vez que abro la bocame

regañas.SimedijerasquelohesoltadodelantedeMike,oinclusodesuspadres, lo entendería, pero os lo estoy diciendo a vosotros. Parece quequieresencontrarculpablesyhasdecididoqueseayoladiana.—Losiento,perdonaFernando,tienesrazón.Nodeberíasertanbrusco,

perovoya serte sincero, aunqueMikeesnuestro amigo,y cuandodigonuestro, me refiero a todos nosotros, creo que Cris está especialmentesensibleypreferiríanopreocuparlamásdelonecesario.Talveznotehasdadocuenta,onotequierasdarporenterado,peroellafuelaúltimaqueestuvo con él antes de coger lamoto. ¿Me entiendes ya o necesitasmásaclaraciones?No quiero que te enfades, pero es que a veces parece quevivesenJúpiter.—Sí,vale,locomprendo,mequieresdecirquesoyidiota,¿noeseso?

Puesyamehecansado, ¡vetea lamierda!Medoycuentade lasituaciónperfectamente,perocreíquehabíaconfianza, jamáshepensadoqueCristuvieralaculpadeloocurrido,alomejoresquetúsílohaceseintentashacerverqueaquínohapasadonada.—Valeyachicos,yaestá.Oslopidoporfavor,nosigáisdiscutiendo.Se

vaarecuperaryestoserásolounmalrecuerdo.¿Nolehabéisvisto?Todovabien.Esverdadqueme siento responsablede loquehapasado,perosoloenparte.Yonolepuseunapistolaenlacabezayleobliguéasubirsealamoto,fuedecisiónsuya—intervineparaquenoseconvirtieraenunadisputainútil.—Mirad quién viene por ahí—dijo Fred zanjando la discusión—, es

Mel.Nosvolvimosamirar.Veníacorriendo.AFredseleiluminólacara.—Holachicos.¿CómoestáMike?—preguntóagitada.Lapusimosalcorrienteyregresamosdenuevoalahabitación.Yono

mehubieramovidodeallí,habíabajadoalbararegañadientesporquemeviobligadaaacompañaraloschicos,perolaoportunaaparicióndeMelysusganasdevercómoestabanuestroamigomepermitieronvolverasulado.Estuvimos un buen rato acompañándole, pero finalmente le dejamos

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descansar.Conlaslargashorasdesueñoqueacumulabaasusespaldas,lomás probable era que no tuviera muchas ganas de dormir, pero porprudencianospareciómássensatoquealmenoslointentara,leestábamosmareandoyparecíafatigado.Salimosmuysatisfechos,alfinallasituaciónestabaviendolaluz.YomedirigíaGalilea,estabaemocionada,conunaalegríaquenome

cabía en el cuerpo. Era un día fantástico para todos. La cafetería estabarepleta de gente, tanta, que el tío David también estaba exultante defelicidad.Hacíatiempoquenose leveíaasí.Estábamostandesbordadosquenos faltabanmanospara atender todas lasmesas.A los chicosde lacocina no les daba tiempo a nada, las comandas se despachaban a todavelocidadmientrasseguíanentrandootrasnuevas.Lasensaladassalíandecincoencinco,seacabarontodaslasporcionesdetartaylossándwichesylosbatidoslospedíanconlamismaalegríaqueeldíadelainauguración.Llegué a casa agotada. La emoción de la mañana se había visto

ensombrecida por la inesperada avalancha de gente durante el trabajo,pero aun así, quería escuchar su voz, no podíameterme en la cama sindarle las buenas noches.Me daba un poco de apuro, pero por teléfonotodo parecía diferente. Llamé directamente al móvil deMike, sonó dosvecesyluegorespondiósupadre.—BuenasnochesNatham.Alomejoresunpocotarde,losiento,llego

ahora del trabajo y no sabía si llamar. ¿Está despierto? —preguntéesperandoquemedijeraquesí.—Aquíestá,conlosojoscomoplatos.Tienemiedodedormirse—yen

unsusurroañadió—:yparaserfranco,yotambiéntemoquelohaga.Memarchabaya.Amísíquesemeestáncerrandolosojos.¿Quieresquetelopase?—Porfavor—dijeimpaciente.Escuchécómosedespedían.SeoíanlaspisadasdeNathamyelruidoal

cerrarlapuertadetrásdeél.SuponíaqueMikeesperabaaquesehubieramarchado.—HolaCristina¿siguesahí?—preguntóparaasegurarse.—Aquí estoy. ¿Cómo te encuentras? ¿Qué tal has pasado la tarde?—

pregunté.Queríasaberlo todo.Eraeldíaqueabría losojosporprimeravezynecesitabasabercuáleseransusprimerasimpresiones.—Bien,sinnovedad.Estamañanaheestadomásdistraído.Porlatarde

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havueltoapasarelmédico.Estácontento,oesodice,asíquesupongoqueyotambiéndeberíaestarlo.—Nos has dado un susto de muerte Mike. Sé que ahora te resultará

difícildeentender,peroporDiosSanto,novuelvasasubirteaunamoto.Te lopidoporfavor—ledijeparadesahogarme,yaunquenoerayo laque había perdido lamemoria, parecía que hablaba con él por primeravez.—Ya lo creo que lo siento. Estoy tan… afligido, no consigo

comprendernadade loocurrido.Necesito ir encajando laspiezasenmicabeza. Para empezar, quiero saber bien la relación que tenía convosotros.Mehabéis caídobien, parecéis buenos amigosy sin embargo,¡noconsigorecordaros!—Loharásmuypronto,yaloverás.Teayudaré—dijesintiéndomemás

culpablequenunca.—Esoespero,pero¿sabesqué?, tengosensaciones.Escomosi seme

hubiera despertado un nuevo sentido, algo que me dice cosas sobrevosotros. De cada uno de vosotros. ¿Comprendes lo que te digo? Porejemplo,séquetúyyotenemosalgoespecial.¿Estásseguradequenohahabidonadaentrenosotros?Porquenosientoqueseassolounaamiga.Guardésilencio.Nosabíaquécontestar.Nopodíadecirleloquehabía

ocurridoentrenosotros justoantesdelaccidente,almenosdemomento,perosídebíaserhonesta.Leexpliqué,agrandesrasgos,cómoeranuestrarelación.Nosequedóconvencido.—¿TepuedollamarCris?Tepegamás—preguntóindeciso.—Siemprelohashecho,asíquenoveoporquéno.—¿Enserio?¡Ves!Esunadeesasseñales.Mereídeél.—Sí,yamímegustamásCris—leaclaré.—Ha estado aquí elmédico.Ha entrado y salido varias veces. Estaba

nerviosoymelohacontagiado.DicequeeseldoctorWalteryquesoysupaciente—comentó.—¿Nervioso? ¿El doctor Walter? ¡Vaya! Eso sí que es una sorpresa.

Pensé que no podía alterarse por nada, pero me equivocaba —dijeimpresionada.—¿Porquélodices?¿Acasoleconoces?—preguntódesconcertado.

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—Todos le conocemos. Es el médico que te ha atendido desde queentraste. Es parco en palabras, no le gusta dar muchas explicaciones.Demasiadoseco,peroalmenosesperoqueseaeficiente—leexpliqué.—Puesconmigoestásiendomuyamable—meaclaró.Meencogídehombros.Talvezeldoctorestabadisfrutandoconuncaso

así.PodríaanalizarlasreaccionesdeMikeparahacerunbueninformeydepasoampliar suspropiosconocimientosen lamateriaobservandosucomportamiento.También le vendríabien estudiar su avancedurante lasprimerashorasque,porloquenoshabíandicho,eranlasmásdecisivas.—Bueno,esmejorasí,quizámehabíallevadounaopiniónequivocada

deél—dijenodeltodoconvencida.—Mehadichoqueintenterecordar,quecadavezqueunapersona,un

objetoouna simple imagenme resulte familiar,mecentreenelloymeesfuerceenubicarla.Vamos,queledésentido,comosisetrataradeunapelículaquehubieravistoenelpasado.—¿Y te ha ocurrido ya? ¿Recuerdas algo?—esperé impaciente a que

respondiera.—Desdeelprincipiomepasa,peroaúnnoséexplicarloquesiento—

dijoentristecido.—Inténtalo—lerogué.—¿Recuerdaslaszapatillasquellevabaspuestashoy?—mepreguntó.—Sí,lasMizunoamarillas.¿Quélespasa?—dijeextrañada.—Es una tontería, pero al verte con ellas he tenido la sensación de

haberlasvistomuchasveces,quemegustabacómo tequedabanyque túdebíasseralguienmuyespecialparamí.Mequedépensando.¿Quépodíadecir?Élcontinuó.—¿He dicho algo desacertado? Cris, ¿hemetido la pata? A lomejor

deberíaguardarmeparamíalgunoscomentarioshastaqueestéseguroalmenosdequiénsoy.—Porfavornolohagas.Enrealidadhasdadoenelclavo,somosmuy

buenosamigos.Tenemosunaconexiónmuy,peroquemuyespecial,Mike,siguerecordando.Mehequedadocalladaporquerecordabaeldíaquemelascompré.Estábamosjuntos.—¿Deveras?—preguntóaliviado.—Enserio.Meconvencisteparaquemelas llevaray tedijequeibaa

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cantarlatraviataconellaspuestas,¡sondemasiadollamativas!Mikeseechóareír.—Vaya,almenosséquedespuésdelgolpemisgustossiguenintactos.—Yotambiéndeseoqueasísea—ledije.Pensabaenloquesentíapor

mí hasta hacía apenas unos días—. ¿Y qué más te ha dicho el doctorWalter?—Que cuanto antes retome mi actividad normal, mejor. Cree que es

importantevolveralarutina,aunquedespuésdedarmeelalta,deboveniralhospitalcadadía.Prefierentenermecontrolado.Nosé,vamosaverquépasa.—Pues por lo que se ve, las cosas van evolucionando de manera

positiva.Puedequeseaunrollotenerquepasarteporallí todoslosdías,peroeselprecioquehaypagar.Mejoresoqueseguirahípostrado—dijeparaanimarle.—Y que lo digas. Por cierto, Fred y Fernando son buenos amigos

¿verdad?—preguntóparaenterarse.—LosmejoresMike,sonfantásticos.—Melylasotrasdostambién.¿Cómosellamaban?¿PepiyPipi?¡Silehubieranoído!—BeckyyBritney.—¡Eso!¿Tambiénsonbuenasamigas?—quisosaber.—Somostugrupodeamigos.Sietecontandocontigo.—Vale.Loapuntaréparanoolvidarlo.—TambiénhanestadoaquíEmmaySarah.¿Lasconoces?Otravezmefaltabanlaspalabras.LabusconadeEmmateníaeldonde

laoportunidad.Habíaquereconocerqueeralistay,además,seguroquelehabría llevado una caja de bombones o el detalle más acertado para laocasión.—Sí, cómo no conocerlas, son…—como un grano en el culo, quise

decir,peromeloguardéparamí—,bueno,sobretodosonamigastuyas.AEmmalaconocesdesdequeeraspequeño—bajélavozcomosipudieraoírnos—.Esmuypesada.Esta vez fue él quien guardó silencio para después decirme

socarronamente:—¿Estáscelosa?—comentóentrerisas.

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—¿Yooooo?¡No!¿Porquélodices?—preguntésorprendidísima.—Pornada.Mehabíaparecido.Miréelreloj.Miketeníaquedescansar.—Esunpocotarde¿nocrees?Deberíasdescansar—ledije.—¿Más?—preguntóhorrorizado.—Sí,más.Lootronoeraprecisamentedescansar.—Pues estoy como una rosa, pero quizás tengas razón. Los dos

deberíamosintentardormir.—Sí,mañanavolveremosahablar—dijeparairterminando.—¿No piensas venir a verme? Ya sé que es egoísta por mi parte

pedírtelo,peroestoysegurodequehayconfianza.—Claroquenosveremosmañana,eraunaformadehablar—ledije—,

peroahoraintentadormir,notengasmiedo.—Ya,estoycagado,temonodespertar.—LoharásMike,hastamañana.Notepreocupespornada.—¿Sabes?Hasidounplacerhablarcontigoestanoche,esperorepetirlo

muchasveces.—Lomismodigo.

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CONFIDENCIASENTREAMIGAS

Deseaba hablar con los padres deMike sin que él estuviera presente.Aunque todavía no teníamos suficiente confianza,me atreví a llamarlespara queme pusieran al día. Necesitaba saber si había algo que nomehubierandichoenpresenciadesuhijo.CogióelteléfonolaseñoraSmith.—BuenosdíasHarper.¿Ospillobien?—aunqueeraunahoraprudente,

preguntérecelosa.—Sí,cariño.¿Cómoteencuentrashoy?—Con ganas de ver a Mike, quería llamaros antes de acercarme.

¿Sabéissielmédicoestácontento?¿Oshadichoalgo?—quisesaber.—Ayerhablamosconél,estámuyesperanzado—comentóanimada.—¿Yquéosdijo?—Queenelfondohemostenidomuchasuerteporqueapenashaestado

encomaunosdías.—Sí,unasemana,eterna,perosolounasemana.Esoesunaventaja—

puntualicé.—Exacto,sudespertar teníaunpronósticofinal incierto,perodespués

de hacerlo tan pronto, el doctor se ha atrevido a decirnos que en lamayoríadeloscasosasílarecuperaciónestotal.—YaséquesoymuyoptimistaHarper,perocontabaconello—añadí.—Yo también soy positiva, pero siendo realista, se podían dar tantos

problemasque…—Alfinalnohasidoasí—reconocífeliz.—Sí, menos mal, el doctor hasta ahora no había sido demasiado

explícito, peromira, al final se ha sincerado. Confía en que el caso deMikeseaunodeesosprocesosderecuperacióntotal.Estáconvencidodequesuproblemaesúnicamenteeldeamnesiapostraumática,yqueendías,oalosumopocassemanas,creequetendrálaautonomíasuficienteparallevarunavidanormal.Segúnparece,nohanencontradoninguna lesióncerebral, que era lo que más les preocupaba. No tiene problemas deatención,nidefatiga…—meexplicó.—Seguroqueleayudaserungrandeportista—dijesatisfecha.

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—Esoparece.Sufortalezafísicalebeneficiabastante,loiremosviendo,mimaridoyyoestamosconfiados.¿Ytú?¿Iráshoy?—preguntó.—Sí, pensaba acercarme en un rato. ¿Te veré allí?—quería saber si

coincidiríamos.—Lovoyaintentar.Tengoquepasarantesporlasoficinasdeuncliente

para hablar de un posible proyecto. Todavía estamos en el proceso denegociaciónynoqueremosquesenosescape—dijoilusionada.—¿Justohoy?—preguntéextrañada.—Sí, cariño, ¿qué te parece? Es que el responsable no vive en San

Diego y aprovechando que pasará aquí unos días, ha preferido que nosviéramos hoy —aclaró—, me parecía de lo más inoportuno peropensándolomejorsoloseráunrato,asítambiénmeahorrohacerunviaje.PrefieroestarlospróximosdíasconMike.—¡Claro!¿Yquépensáishacer?—preguntécuriosa.—La instalación de paneles fotovoltaicos en las azoteas de todos sus

hoteles deEstadosUnidos, que por suerte tiene unos cuantos, y despuésintentaremosinstalarenotroslugares.—¡Vaya!Suenaagranproyecto.—Puede ser, pero aún no está firmado, ya te contaré. ¿Te gusta la

energíalimpia?Lasrenovablessonelfuturo,peroaMikenolegustanniunapizca—dijobajandoeltono.—Amísí,parecealgoapasionante.—Yonodiríatanto,perotepuedesganarbienlavida.Esonoloponíaenduda,vivíanmásquedesahogadamente.—Puesquetengassuerteconelnegocio—dijeanimándola.—Muchasgracias,esoespero—comentó.—BuenoHarper,avercómoestáhoyMike.Memarchoaverle.—Valecariño,alomejorteencuentrasconmimarido.Estáahoraallí

—meinformó.—Deacuerdo.Nosvemos.LleguéalSharpMemorialsabiendoqueprobablementemeencontraría

conNatham.Mikeestabadepiejuntoalaventanahablandoconsupadreanimadamente.Parecíahabercrecido.Habíaolvidado loaltoqueera.Alescuchar el sonido de la puerta se giró, ladeó la cabeza mientras meevaluaba y sonrió complacido acercándose hacia mí. Estaba de buen

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humor.Yotambiénlesonreí.—Buenos días—dije dirigiéndome a ambos—, acabo de hablar con

Harper, me ha dicho que os encontraría aquí a los dos. ¿Ya te puedeslevantar?—Hola niña —dijo Mike sonriendo de nuevo—, tenía ganas de que

llegarasdeunavez.Lemiréatónita.—¿Hedichoalgoparaquetesorprendasasí?—preguntóextrañado—.

¿Ohasidoporquemehasvistodepie?—Mehasllamadoniña.—¿Yohedichoeso?Nomehedadocuenta,¿peroacasonoloeres?—

preguntóriendo.Habíallegadohastamí.Mesujetósutilmenteloshombrosyseinclinó

para darme un efusivo beso en lamejilla.Mientras,Nathamnosmirabadivertido.—Bueno,chicos,mevoyamarchar,creoquesobroaquí.Mike—dijo

mirandoasuhijo—,volveréluego.Procuradescansar.—Claropapá.Gracias.—Deberíastumbarte.Nopuedeserbuenoqueestéstantoratolevantado

—dijereprendiéndole.—Elmédicomehadichoquelohaga,queintentemovermetodoloque

pueda.—¿Ah,sí?—preguntésorprendida.—Deverdad.Amítambiénmeextraña,peroquépuedodecir.—¿Havenidohoy?—Sepasatodoelratoentrandoysaliendo.—Vaya,síquesepreocupa.—Hadichoqueprontomemandaráparacasa.Loestoydeseando, las

cuatroparedesdeestahabitaciónsemecaenencima.Esasfixiante—dijomientras se dirigía a la cama para sentarse sobre ella con los piesapoyadosenelsuelo.—Ven, siéntate aquí conmigo, por favor —me indicó dando unas

palmaditassobreelcolchón.Meacerquécautelosaymesentédondemehabíaindicado.Suformade

decirlome asustó. Pensé que ya había recordado todo y deseaba hablar

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conmigo.Estirósúbitamentesusmanosyagarrólasmíasconcuidado.Nomesorprendía,cogermedelasmanoseraalgoqueteníaporcostumbre,parecíaquelohacíacomounsimpleactoreflejo,peroleconocíabieny,por su expresión, sabía que buscaba las palabras apropiadas paracomentarmealgoimportante.Sucontactoerasuaveycálido;sinembargo,lasarrugasdesufrenterevelabanunainnegablepreocupación.—¿Te ocurre algo?—le pregunté, temiendo la respuesta que pudiera

darme.—Quieroenseñarteunacosaqueheencontradoestamañana.Soltómismanosrepentinamenteyseapresuróacogerdesucarteralo

quehabíalocalizado.—Supongoqueelmiedoanovolveraabrirlosojosmehaimpedido

dormirprofundamente.Mehedespertadoantesdequeamanecieraycomonoteníaniunamíserarevistaconlaqueentretenerme,mehededicadoacotillearmipropiabilletera—dijomirándomefijamentealosojos.—Te traeré revistas,nosemehabíaocurrido—ledijesonriendo.Me

adelantaría antes de que su amiguita Emma le trajera una acertadaseleccióndeprensa.Trasunpequeñolapso,Mikecontinuó.—Al parecer aquí guardo de todo menos dinero, ¡podría aparecer

cualquiercosa!—comentóestavezmásjocoso.Yoseguíaexpectante,atentaaloquemeibaaenseñar.Deentrelosmuchospapelesqueacumulabadesordenadosentodoslos

compartimentos,sacócuidadosamenteunafotografía.SetratabadelaquenoshizoMeleldíaquefuimosalzoo.Lamirévacilante,escarbandoenlosrecuerdosqueteníaescondidosenmimentedeaquelmemorabledía,meacordédecómomesentícuandomeagarróparafingirquemetiraríaal agua, del aterciopelado sonido de su voz sobresaliendo entre aquellaalgarabíaydesusemblanteserenosentadoenelbancoqueaparecíaenlafoto.Aqueldíameparecióqueéramoslasúnicaspersonasqueexistíaneneluniverso.Sonreí para mis adentros mientras la examinaba. Los dos

continuábamosensilencio.—Ceoqueerestúlaqueestádeespaldas.¿Meayudasarecordarloque

hacíamosallí?Tengoalgunos flashesperono sondemasiadonítidos—meexplicó.

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Precisamente el otro día había pensado en ello, lo hice para misadentros,yaqueteníadelanteasupropiamadre;dehaberlocomentadoenaltoahoradudaríasimehabríaoído,perohastadondeyosabía,aunquelohabía deseado con todas mis fuerzas, la facultad de adivinar elpensamiento no se desarrollaba en el estado inconsciente en el que sehabía encontrado, así que me relajé y zarandeé mi cabeza paraconcentrarmeenlafotografía.—¿Quéesloquerecuerdasexactamente?—quiseaveriguar.—Alverlajirafamehanvenidoextrañasimágenesalacabeza.Ciervos

ychicas.Estabaconvariaschicasymesentíaespecialmentefeliz,peronoveosuscaras.—ÉramosMel,suhermanapequeñayyo—leexpliqué.—Comprendo, no había nadie más ¿verdad? —preguntó para

cerciorarse.—Solonosotroscuatro.¿Porquélopreguntas?—insistí.—Pornada.Necesitabaaclararlo—comentóevasivo.—¿Aclararelqué?—lesupliqué,derepentenoqueríasoltarprenda.—Tedijequeteníasensaciones.—Ya¿yquéintentasdecirconeso?—Quenomeacuerdoexactamentedeloquehicimosperosírecuerdo

conexactitudcuáleseranesassensaciones.Esalgomuyraro,escomosilos sentimientos fueranpor libre.Emocionesporun lado, imágenesporotro.Notesabríaexplicar.—¿Ycuáleseranesossentimientos?—Creoqueporahoranotelovoyadecir—dijorotundo.—¿Ah, no? Muy bien, pues si quieres que «trabajemos» juntos las

normaslaspongoyo,yyameloestáscontando—ledijevacilándoleunpoquito.—Vaaserqueno.Imposible—comentóconunamuecadivertida.—Nadaesimposible.—Menosesto,vaenserio,aúnnopuedocontártelo,dejaquemeaclare

antesdebombardearteconmisdudas.¡Todaslasimágenesdanvueltasenmicabeza!Primerotengoquedescifrarlas,yluegotalvez,perosolotalvez, te lo cuente; además, tú no me puedes ayudar a aclarar missentimientos¿oacasoantesestabasdentrodemicerebro?¿Eh,listilla?

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—Te sorprendería saber lo cerca que estábamos —dije poniéndomeseria.—Dametiempo.Seguroqueprontoempezaréarecordar.—Solodeseoayudarteperoparecequenecesitasespacio.Muybien,lo

entiendo,peronoolvidesqueestoyaquí¿vale?—Gracias, Cris, no quiero que te lo tomes amal, pero aunque estoy

animado,elhorizonteloveotodavíaoscuroycreoqueuntiempoasolasconmispensamientosmevendrábien,esloquenecesitoahoramismo.Comenzamos a escuchar alboroto acercándose a la habitación. Podía

distinguir claramente sus voces.Mike guardó celosamente la fotografíadentrodesucarterayyomepusedepie.—¿Se puede? —preguntó Mel. Tras ella se encontraban Becky y

Britney.—Porsupuesto—contestóMike.—Holachicas.Québienqueestemostodasaquí.Mel,¿hashabladocon

Fred?—lepregunté.—Sí,mehadichoquevendríanenunrato.Losdos.—Estupendo,asíestaremostodos.—¿Qué tal te encuentras, Mike? Parece que no hayas sufrido un

accidente—dijoBecky.—Medueleunpocoeldedo,peroestoyperfectamente.Beckysedisponíaasacarunaempanadaquehabíapreparadosumadre

expresamenteparaMike,quelechiflaba,peroantesdehacerlo,lacensuréconlamiradayluegolaregañé.—¡Becky!¡Nopuedecomerloquelevengaengana!—¿Cómoqueno?—ymirandoaMikeselopreguntó—:¿Puedes?Élseacercórápidamentealabolsa.Todassabíamosloquehabíadentro

peroél,porsupuesto,noteníaniidea.—¿Quéesesto?—Empanada demimadre ¡está buenísima!Y si no te ha cambiado el

sentidodelgusto,teencantará.—Creo que podré zampármela antes de que venga la enfermera a

dejarme su vomitiva comida. Ya me traen alimentos sólidos, pero estátodotanmaloquesoyincapazdeterminármelo.Mike comenzó a comérsela a grandes bocados y no se acordó de

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ofrecer.Lemirábamosestupefactas,parecíaunmendigoquellevaradíassincomer.Nosmiróconungestodedisculpa.—Perdón, no me he dado cuenta. ¿Queréis un poco? ¡Esto está de

muerte!—dijoexcusándose.Dejamosqueselacomieraenterita.Enelfondo,nosdabalástimaverle

pasandohambre.EnesemomentollegaronFernandoyFred.—¡Tehemospillado,canalla!—ExclamóFernando—.¿Hayfiesta?Mikeserio.Genial,estabanenlamismaonda.—¡Chss!—musité—, chicos, por favor, con la habitación atestada de

genteyencimagritandonosvanaterminarechando.Me alegré de que por fin estuviéramos todos juntos y conscientes.

FernandollevabauniPadenlamano.—¿Vamosaverunapeli?—lepregunté.—Mikevaaverlafinal—dijollenodeorgullo—,sabequeesungran

jugadordebaloncesto,peroquiereverloconsuspropiosojos,poresolohetraído.—¡Québuenaidea!—dijeconvencida.—¿Dequiéneselcacharro?—preguntóMike.—Esmío—respondióFernando.—Pues si no te importa preferiría verlo luego, así no me aburriré

cuandomequedesolo.—Como quieras —le dijo Fernando—, pero podemos verlo juntos,

Fredyyonospensábamosquedar.—Estupendo,muchomejor,asímeacompañáispero,detodosmodos,

¿osimportaríaexplicarmecómofuncionaestetrasto?—dijoilusionado.Se lo explicaron y lo cogió a la primera. Parecía recordar cómo se

utilizaba. En realidad, Mike era un verdadero experto en todos esosartilugios y no tendría problemas para entenderlos de nuevo. Tras unasbrevesnocionesacercadesuutilización,lodejaronsobrelamesillaparaverlo después con tranquilidad. Bueno, más bien cuando nosotras noshubiésemosmarchado.Todos nos reunimos alrededor de la cama recordando historias que

habíamosvividojuntos.Loprimeroquesalióarelucirfuelasemanadeprimavera del año anterior. Mike no lo podía creer, nos mirababoquiabiertoprestandomuchaatención,Fredlocontabaentusiasmado,en

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realidad,estabaencantadoalrevivirlodenuevo.LacaradeMikeeratodounpoema,yelrestoleescuchábamosconcuriosidad,exceptoBecky,queparecíaincómoda.—¿Entoncesdicesqueesunasemanadealcohol,sexoydesenfreno?—

preguntóMikeemocionado.—Algoasí—contestóFredresuelto.Nosotrasmirábamosaunoyaotrosininterrumpir.Alucinadaspor la

visióntanextremaquetenían.—¿Ligaste? ¿Y yo? ¿Lo hice yo? ¡Dispara Fred! Suéltalo—preguntó

Mikeimpaciente.—Algunacosapasó,peronollegóamayores.—¿Esunasemanadelibertinaje,oalgoporelestilo?Porquesiesasí,

mimentemedicequehedespertadoenelsigloequivocado.Loschicossedesternillaron.—En eso se ha convertido, la gente se desinhibe según llega a su

destino,comoenLasVegas.Sabes loque tedigo¿no?¿Esode«LoquepasaenLasVegas,sequedaenLasVegas»?—Puesniidea—dijoMiketerminandoelúltimotrozodeempanada.—Bueno, da igual, pero lo flipas, tío, aunque para ser sincero esa

semanalapuedespasardemuchasmaneras¿eh?Novayasapensarmal,nosotros fuimos comedidos. Tienes unas amiguitas muy estrictas ytuvimosquecomportarnos—comentóFredburlón.—¡JO—DER!¿Porquétienesqueestropearlo?—añadióMike.—Eso—dijoMel—,noseasasí.¿Porquéloestropeas?¡Ah,ya,quese

mehabíaolvidado,nostienesqueponercomoexcusa!Peronilointentesporquesabemosloquepasórealmente,yesquetúnotecomisteunaroscaypretendesecharnoslaculpa.—Nofueesoexactamente—dijodolido.—Sí, Fred, exactamente así fue —contestó Mel con cara de fingido

dolor.—¡Meestoyperdiendo!—interrumpióMike.—Quéva,noteestásperdiendonada,teloaseguro—dijoMelsabiendo

de loquehablaba—,Fred seobsesionó conuna chicaquepasabade él,nadamás,yahoraintentahacernosresponsablesanosotras.—Bueno, quizás tengas razón —intervino Fred—, nos vendieron la

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fiesta de una manera que yo no encontré. Puede que fuera al lugarequivocado,oconlagenteequivocada,hummm…—dijomirandoaMelporelrabillodelojo—,peroparaquelosepas,esatíaeraunaestrecha.—¿Porque no le gustabas?—preguntó Mel ahondando en la llaga y

cachondeándosedeél.—Sí—dijoFredlevantandolabarbillayestirandomuchoelcuello—.

Con la cantidad de chicas que revoloteaban ami alrededor sedientas depasiónmetuvequefijarenlamenosindicada.¿Estabaciegaoquécoñolepasaba?Siendo francos, había que reconocer que Fred era físicamente

agraciado: alto, con un cuerpo imponente, pelo castaño claro, intensosojosazules…—Seguro, como eres tan irresistible —le retó Mel. A lo que Fred

respondióhaciéndolelascosquillasquetantoodiaba.—¡Déjame,Fred!Notienegracia—gritóMelpartiéndosederisa.Inmersos como estábamos escuchando todas esas tonterías, nos

habíamosolvidadomomentáneamentedeMike,queobservabadistraídolalejaníamirandoatravésdelaventana.—Mike¿estásbien?—lepreguntépreocupada.—¿Sí?—dijo,volviendoalarealidad.—¿Te pasa algo? ¿Te estamos molestando? —pregunté nerviosa—.

Chicos, vamos a tranquilizarnos un poco ¿vale? Bajemos la voz—dijedirigiéndome a todos—. Todavía está convaleciente y le estamosalterando.—Noeseso—meinterrumpió—,esquedeprontoherecordadoalgoy

creoquesetratadeesemomento.Volví atrás docemeses en el tiempoy sospechéque la imagenque le

veníaalacabezaeralamismaqueamí.—¿Quéesloquehasrecordado?—preguntóFernandoexpectante.—No estoy seguro. Me ha sorprendido de pronto la imagen del

amanecerenunaterrazaquedabaalmar,supongoquesetratadeunhotelen Acapulco. Me ha venido sin más. Tenía la agradable sensación deencontrarmeconlaúnicapersonaconlaquedeseabaestar,perolaimagensehacortadobruscamente.Yaestoyotravezaquí—dijosonriendo.La terraza teníaunabarandillablancadondeMikeapoyaba lospies,y

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sus manos, entrelazadas alrededor de la nuca, le daban cierto aire detranquilidad.—Vaya, Cris, ¡menuda gracia! Con tu interrupción le has hecho

olvidarsede lomás importante—me increpóFernando—.¿Y recuerdasconquiénestabas?—leapremió.Tensémi espaldaymepreparépara escucharle.Estaba seguradeque

sabíaconquiénestabaexactamenteeneseprecisomomento,peroyooptéporcerrarelpico,seguroqueMiketambiénpreferíaquenolodijeraenpresenciadetodos.Tardaba en contestar, estaría valorando si comentar sus conjeturas en

altooguardarlasparasí.Porfinhabló.—Esonosoycapazdeverlo,almenosdemomento.Escomosiviera

unaimagenborrosayalgomeimpidieraenfocarlavisiónparaaclararla.Esa noche hablamos durante horas y, sin pretenderlo, vimos el

amanecer.Elsoldisipólasnubesnocturnasyeltonorojizodelcieloquesereflejabatímidamenteenelmar,nosofrecíaunarománticaestampa.Enapenasunosminutos,unazulresplandecienteenvolvióelpaisajequenosrodeaba.DesdeelúltimopisodelCrownePlaza,lablancayfinaarenadelaplayareflejabalaluzquerecibíadelsolembelleciendolaspalmerasyregalándonosunresplandormágico.—Tranquilo,Mike.Almenosvasrecordando,quenoespoco—ledijo

Fernando.—Sí, tengo muchas instantáneas de esas ¿y sabéis qué? Recuerdo

claramenteloquepenséenlaterraza.Durante aquella noche conversamos acerca de nuestros estudios,

también salió a relucir su inquietud por saber si seguiría jugando en launiversidadlasiguientetemporaday,cómono,mepreguntósimegustabaalgún chico.Yapor entonces,Mike eramimejor amigoy por nadadelmundopenséquesintierapormíalgoquenofueraunaprofundaamistad.Ninguno de los dos tenía pareja en aquel momento y por mi parte noexistía ningún chico queme hiciera sentir espasmos en el estómago.Ledijequenohabíanadieespecialyél,sindejarentreverningúnsentimientohaciamí,mecomentóquetampocolegustabanadie.—¿Quépensaste?—preguntóestavezFred.—Esoeslodemenos,loimportanteesquerecuerdecosas¿no?—dijo

saliendodelpaso.

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—Claro.Tienes que ir poco a poco—comentóBritney, que hasta esemomentohabíaguardadosilencio—,aversiparacuandovolvamosestásalcienporcien.—¿Osvais?—preguntosorprendido.—Sí,nosvamosBeckyyyo,connuestramadreysumarido.Vamosde

crucero.—¡Peroesoesgenial!—dijoMikedesconcertado.—Yalocreo,aunquelodelañopasadofuemejor.Paratuinformación,

este año no habíamos preparado nada, teníais apatía, o no sé que otrosíndrome andropáusico que os impedía salir, así que mi hermana y yoaceptamos la invitacióndenuestropadrastro,noqueríamosdesperdiciarunaoportunidadasí.—HasidoculpadeFred,quecomonosecomeuncolínenningunade

susescapadas,noschafalafiestaatodos—dijoMelparapinchar.—¿Quieres que vayamos a algún sitio tú y yo, preciosa?—preguntó

Fredconvozsensual.—No,muchasgracias—rehusóMelcontundente.—Entoncesnotequejes.—¿El resto osmarcháis a algún sitio?—preguntóMike buscándome

conlamirada.—Fernandoyyoestaremosporaquí,MelnotieneplanesyCrisestáa

topedecurro—leaclaróFred,aloqueMikeasintióaliviado.—Perfecto, lo que significa que no me dejaréis solo —comentó

exhalandoelaireexageradamente.—¡Esonilosueñes!—ledijeporsiteníaalgunaduda.Eneseinstante,HarperSmithabriólapuertaysequedóenlaentradade

lahabitaciónsujetandoelpomo;dudabasientrarodeshacersuspasosyretrocederpordondehabíavenido.—Hola mamá. Me están contando cosas muy divertidas —dijo Mike

risueño.—Yaveo.Porvuestrascarasparecequeosloestáispasandoengrande.—Buenos días señora Smith —dijo Mel. El resto la saludamos a

continuación.—Hola chicos —nos saludó—. ¿Qué tal estás, cariño? —preguntó a

Mike,dándoleunbeso.

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—Fenomenal, me encuentro bastante bien —dijo tranquilizándola—,papásehamarchadohaceunrato.—Losé.Hemoshablado.—Nosotras nos vamos a ir —intervino Becky—, ya hemos dado

bastantelalata.—Sí—dijoBritney—,además,tenemosquehacerlasmaletas.Salimos

mañanatemprano.—Pasadlobien—comentóMike—,yacordaosdelosqueestamosaquí.—Loharemos;conunmargaritaenlamano—añadióBritneymirando

y sonriendo aMike. Después se dirigió al resto y las dos hermanas sedespidierondetodos—.Adióschicos,nosvemos.—Cris,Mel,¿ospasáisestanocheunratoporcasa?—nospidióBecky.—Vale,yosímepaso—confirmóMel.—Yolointentaré,peronoosloaseguro,sinosalgomuytardevoy—

dije.Meltambiéndecidiómarcharse,peroFredyFernandoseguíanallí,así

queaprovechéparaestarunratomás.Laagitaciónquesehabíaformadocuando estábamos todos bajó de forma considerable y terminamoshablandodecosasintrascendentes.Mikerespondiómetiéndoseenlacamay quedándose traspuesto después de luchar con los párpados, que se lecerrabansinconseguir impedirlo.Tantoalboroto lehabíaagotado,peroporlaexpresióndesucaraparecíadormirapiernasuelta,sinpesadillasniimágenesborrosasquenopudieradescifrar.—Harper,memarcho, a ver si descansa. Le hemos puesto como una

motoyhacaídorendido—dijeparajustificarle.—Sí,anda,márchateya.—PuedequedespuésmepasesisalgoantesdeGalilea,peronolosé,

segúnsemedé;encualquiercasolellamoluego.¿Selodirás?—Encuantoabralosojos—measeguró.FredyFernandomemirabansinintencióndevenirseconmigo.—¿Osquedáis?—lespregunté.—Sí,cuandosedespierteveremosjuntoselpartido.—Esverdad.Bueno,yanoscontaréis.Me marché del hospital con la moral por las nubes. A Mike le veía

mejorar por momentos, y en cuanto saliera de allí todo volvería a la

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normalidad, seguro que recuperaría totalmente la memoria y entoncesaprovecharíaparaexplayarmeconél.Lonecesitaba.Deseabaexplicarleloquenohabíapodidodecirlelanochedelaccidente.En Galilea no dejó de entrar gente en toda la santa tarde y, como

algunos compañeros se habían cogido vacaciones esos días, me fueimposibleescaparmeunpocoantes.Acabémijornadaalasochoenpuntoy,sintiéndoloporLilyyDavid,melarguédeallísinpreguntarsiquierasiles podía hacer falta; era una pregunta demasiado arriesgada para todaslascosasquequeríahaceraún.LlaméaMelparasabersiqueríaque la recogieradecamino,perose

había ido por su cuenta y acababa de llegar a casa de las chicas. Miintención era quedarme un rato, nada más, soñaba con el momento dellamaraMikeencuantollegaseacasa,cuandoélsehubiesequedadosolo,igualqueyo,ynoqueríaquenadaloretrasase.—Estoyaparcando,Cris,notardes—dijoMelencuantodescolgó.—Deacuerdo,puesesperadmequevoyparaallá.Estaréendiezminutos

—ledijeescuetamente.Iba apurada, pero cuando llegué vi que las dos hermanitas aún

terminabandedecidir todos losconjuntosquese llevarían, incluidos losdestinadosalbañoyalacenadegalaconelcapitán.Habíanllenadotresmaletasentre lasdosyesograciasaquesupadrastro lessuplicóquesecortasenunpoco.Salimos al porche con nuestras bebidas y dejamos a su madre y al

padrastro en el salón viendo la televisión. Britney estaba feliz pormarcharse unos días; después de los intensos entrenamientos de lasúltimassemanas,semerecíaundescanso.Físicamenteparecíadesgastada,más delgada que unos meses atrás. Tenía tendencia a adelgazar confacilidad, así que le sentaría bien empacharse en uno de esos bufés queponían en los barcos. Becky en cambio parecía pensativa, pero era unaexpresiónfugaz,deesasquenotedanpieahacerningunapregunta;aunasí,mepermitílalicencia.—¿No te apetece hacer este viaje,Becky?Estás rara.Cualquiera diría

quevasobligada—preguntéparasacareltema.—Para nada, ¿por qué dices eso?—quiso saber, aunque su tono era

pococonvincente.—Hoyenelhospitaltehenotadoausente,ycuandohemosempezadoa

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hablardelasemanadeprimaveradelañopasadotehaspuestomuyseria.No has participado en la conversación y eso, perdona que te lo diga,extrañaríaacualquiera.¿Ono,chicas?—dijedirigiéndomeaMelyasuhermana.Britney, que últimamente no tenía cabeza para nada que no estuviese

relacionadoconlasanimadoras,nosehabíapercatado,peroMel,aunquenolocomentásemosentrenosotras,tambiénsehabíadadocuenta.—Sí, yo también te lo he notado. ¿Nos vas a contar quémosca te ha

picado?—preguntóforzándolaahablar.—No sé si me apetece ahora mismo, bueno sí lo sé, no me apetece

¿vale?Notengoganasdehablardeltema—dijointentandoacabarconlaconversación—. ¡Estamos de vacaciones, petardas, y esto parece uninterrogatorio!—¿Qué ocurre Becky, qué te pasa?—preguntó Britney muy seria—.

¿Noquieresquenosvayamos?¿Espormamá?—Nadadeeso—contestó.—¿Entonces?¿Vasacontarnosdeunavezloqueteocurre?—insistió

suhermana.—Se trata de algo que sucedió el año pasado precisamente en estas

fechas,hoyhasalidoareluciryalrecordarlomehadadoelbajón,peroencuantonosmontemoseneseaviónosaseguroquesemehabrápasado.—¿De qué estás hablando?—pregunté—. ¿Qué ha salido a colación?

Como no nos lo cuentes no nos vamos a enterar y, lo que es peor, nopodremosayudarte.—Yaestardeparaeso—dijoafligida.Recordéqueno estábamos solas, sumadre se encontraba a solounos

metros del porche, así que bajé el tono, e inclinándome y acercándomehaciaellaselovolvíapreguntar.—¿Quéhapasado,Becky?Cuéntanoslodeunavez.Se le llenaron losojosde lágrimasy comenzóahacerpucheros, por

nada delmundo queríamos que sumadre se enterase de no sabíamos elqué,peroloqueestabaclaroesquenodebíaestaraltantodealgoquenisiquieraanosotrashabíasidocapazdecontarnos.Entresollozoscomenzóadisculparse.—Lo siento. De verdad que lo siento muchísimo, sobre todo por

Britney,pornohaberconfiadoenella.

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Las tres la miramos confundidas, ya se había arrancado y no eranecesarioincitarlaacontinuar,lohizoellasola.—Tuvequetomarlapíldoradeaborto—soltórápidamente.Nuestracaradeasombrolaobligóaseguirhablando.—TodoocurrióenAcapulco.Cris,¿teacuerdasdeldíaenqueMikeytú

amanecisteis en su habitación? Porque era contigo con quien estaba¿verdad? —Preguntó para cerciorarse, ni siquiera en una situación asídesperdiciabalaoportunidaddefisgonear.—Sí, estábamos juntos —aclaré—, y cómo no acordarme si

precisamentehoyhemoshabladodeello—dijedeseandoquecontinuara.—Puesesanoche fuemiperdición.Britney se fueadormirpronto,y

Fred,FernandoyMelentablaronconversaciónconunpequeñogrupoqueveníadeSanFranciscoconganasdepasarlobien.—Sí,meacuerdoperfectamente—dijoMelcorroborándolo.BeckycontinuómientrasasíaconfuerzasulatadeCoca-Cola.—Enseguidaosanimasteis.Dentrodeesegrupoestabalachicaconla

que tonteó Fred, pero por lo que ha contado, la cosa no llegó a más.Tampococreoquefueraenserio,másbienintentabadartecelosati,Mel—dijomientrassonreíanerviosadandovueltasalachapadelalata.Ensusojosaúnseadvertíaunagranpreocupación.Creoqueesoúltimolodijoparasorprendernos,yaquenuncahabíamos

hablado de las intenciones de Fred con respecto a nuestra amiga. EncambioMel,sinqueelcomentariole impresionaramucho,pusocaradeextrañezayrioenvozbaja.Beckysiguió.—Uno de los chicos que estaba en esa pandilla se acercó a mí y

entablamosunaagradableconversación.Eramuysimpáticoymesedujoenseguida. Nos alejamos ligeramente del resto y empezamos a hablar.Apenaspodíamosescucharnosporquelamúsicaestabademasiadoalta,yademás había mucho ruido en aquel lugar; ese fue el pretexto paralargarnosdeallí.Nolecostómuchoesfuerzo,meconvencióparaquenosalejáramos y pudiésemos hablar con cierta intimidad. Nos fuimos a laplayaconunabotelladeron,tambiénllevabapreparadosunpardeporrosquenosfumamosalapálidaluzdelaluna.»Sin ser consciente de lo que hacía, acabé en sus redes. Sé que nos

enrollamos,tengounrecuerdovagodeesemomento,dehecho,cadadíaque pasa las imágenes se desvanecen un pocomás, pero el resultado de

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aquellanochenoseesfumóconlamismarapidez.¡Hastacincopositivostuvequeverparahacermealaideadelasituación!—¿Porquénomedijiste nada?—preguntóBritneypesarosa—, sabes

quetehubieraayudadoapasareltrago.¡Todaslohubiéramoshecho!—Yotambiénmelopregunto¿ysabesqué?Nolosé.Talvezfuerapor

vergüenza,oquizámefaltóarrojo,quiénsabe,loqueestáclaroesquenotuvesuficienteenterezaparaafrontarlo,peroahorayahapasadoynohaymarchaatrás,nopuedoregresaraesemomentopararectificar.Porsuertelo estoy superando y, después de haberlo soltado ahora,me he quedadomás a gusto todavía, de verdad—dijoBecky tocándose el pecho con lapalma de la mano mientras respiraba hondo—. De todas formas, paravuestra tranquilidad,no fuenecesario sentarmeen esamaldita sillaparaquememetieranlosespeluznantesinstrumentosquetantomiedomedan.Melyyonopodíamosarticularpalabra,encambioBritney,apesarde

estar últimamente ausente y concentrada en su mundo, parecía másdespiertaquenunca.—¿Entoncessolofueunapastilla?—preguntómientrasacercabamásla

silla.—Fueronvarias.Primeromedieron tres en la clínicaydosdíasmás

tardetuvequevolverparaquemedieranotra.—Lo cuentas como si te hubieran suministrado caramelos—comentó

Britneyenojada.—Bueno, supuso algo más que eso; aparte de tener que estar en la

clínica varias horas en observación, tuve que sobrellevar los intensosdolores en silencio y, además del sangrado, eso fue todo —concluyóBecky–. Me está costando más reponerme del daño emocional que delfísico.—¿Yeldinero?—lepreguntóMel,comosiempretanpráctica.—Teníaalgoahorrado,asíquenofuenecesarioponerningunaexcusa

paraconseguirlo.Después de habérnoslo contado disminuyó la tensión de su rostro, en

cambioanosotrasnosdejóconelcorazónenunpuño.Yonosabíamuybiencómoapoyarlaahoraquehabíapasadotodo,peroseguroquenuestrapresencialaayudabamásdeloquesuponíamos.Aunasí,lediunefusivoabrazo para consolarla. Ella se aferró a mí, no me soltaba, estabadesconsolada. Después me liberó y se frotó los ojos dejándolos

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enrojecidos.—BuenoBecky,lapartebuenaesqueesoyaformapartedelpasado.Se

acabó,ahoraloúnicoquetienesquehaceresdivertirteypasarlobien,esosí—dije poniéndome circunspecta—, sin pasarte y, si lo haces, que seaponiendomedios.PorelamordeDios,Becky,actúaconprudencia,yqueno se te vuelva ocurrir ocultarnos una cosa así ¿entendido?—no sabíaexactamentequésepodíadecirenunasituaciónasí.—Sí, ahora sé que es mucho mejor, pero en ese momento… qué os

puedodecir,semevinoelmundoencima.—Sí,perotuvistelasangrefríadetomarunadecisióntúsola—ledijo

suhermanadisgustada—.¿Nosetepasóporlacabezaconsultarlo?—Temía que se me pasara el plazo y no me quedasen opciones. Me

sientofataly,amedidaquepasaeltiempo,dudosihicelocorrecto.Nosésipodrévivirconesaangustiaenmicabezaelrestodemivida.—¿Tearrepientes?—preguntóMel.—No lo sé.Moralmente séquenoestábien, estoy convencidadeque

Dios me castigará por ello, pero cuando me pongo a analizarlo y apensarlofríamente,siemprellegoalamismaconclusión,creoquefuelamejordecisión—sequedópensandounavezmásynosrogóunaúltimacosa—. Os pido por favor que no se lo contéis a nadie. Mi madre memataríasiseenterase,yaestasalturascreoquenonecesitasaberlo.Yonoestabatansegura…—Ningunadenosotras teva juzgarpor loquehicistey,comoyaestá

hecho,nodeberíasatormentarte,noserviríadenada—replicóMel.—Esfácildecirlo,perovivirconello…esoesmuydistinto.Prometo

queapartirdeahorapediréayudacuandotengaalgúnproblema,chicas,séquesiemprepuedocontarconvosotras,peronoséquémepasó—dijoBecky.—Pormiparteteaseguroqueloquenoshascontadonovaasalirde

aquí—aseguróMel.—Yotambiénloprometo—dijecomoapoyo,aloqueMelreplicó:—Vamosaapoyarnossiempre.Britney,¿quédices?Britneynosexaminabaconatenciónperosincontestaralapreguntade

Mel.Estainsistió.—¿Yatiquetepasaahora?—interrogóMel.

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—Sabía que ocurría algo, pero era tan sutil que tenía dudas. Becky,perdonapornohaberestadoahí—dijoBritney.—Hasidoculpamía—sedisculpósuhermana.—No,esqueheestadopreocupadaconmishistoriasynoteheprestado

atención—insistióBritney.—¿Quéhistorias?—lepreguntóBeckyconcaradepreocupación.—Comparadoconlastuyas,sonchorradas.—Entoncesdinosquéteocurre—suplicósuhermana.—Me parece que tengo problemas de alimentación. Trastornos, quizá

anorexia,nolosé,medamiedopensarenello,perohallegadounpuntoenelquecalculolascaloríasdetodoloquemevoyacomery,sisumanmuchas,dejolacomidaenelplato.Miobsesiónesenfermizaynopiensoenotracosa,talveznecesiteayuda.Madremía,menudanochedeconfidencias,parecíaqueesanochemás

de una deseaba desahogarse. Todas mirábamos ahora a Britney, yasabíamosquealgoensudietanoibadeltodobien.Debíatomarmedidasencuantovolvieradelcrucero.—Loimportanteesdarelpaso,todashemosnotadoqueúltimamenteno

pruebas bocado, estás demasiado delgada. A lo mejor es un pequeñotrastornoynoanorexia,perodebesasegurarte.CreoqueelpadredeSarahesespecialista, trataese tipodedesórdenesy, segúnheoído, esbastantebueno—indicóMel.—Puedequelepregunteaverquémedice,aunquenomehacegracia

queseentereylovayasoltandoporahí.Yaveré.—Tienes razón, si llega a oídos de Emma, seguro que lo casca a la

primera de cambio. Espérate y, en cuanto volváis, pensamos cómohacerlo. Ahora procurad pasarlo bien y no preocuparos por nada. ¿Mevais a hacer caso o pasareis de mí como de costumbre? —dijo Melirónicamenteparacambiarelambienteenrarecidoquesehabíacreado.Lasdosserieronsinganas,peronosaseguraronquelointentarían.Lareuniónhabíasidodelasmástristesquerecordaba,peroaunasí,me

sentía más cerca que nunca de mis mejores amigas. Mel y yo nosdespedimos deseándoles a los cuatro un buen viaje y, por supuesto,avisandoaBeckyyaBritneyacercadelcaráctergriego,quehastadondeyo sabía era muy parecido al español, impulsivo y alegre, unacombinaciónpeligrosaparaunachica tan ingenuacomoBecky.Después

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de conocer la delicada situación por la que había pasado en la másabsoluta soledad, lepedimosaBritneyquenose leocurrieradejarlaunminutoasolas;ensuestado,lepodríadarporcualquiercosa.En cuanto regresaran, convenceríamos a Becky para que fuese a un

psicólogo, porque aunquenosotraspusiéramosvoluntad, la ayudadeunprofesionalsiempreseríamásefectiva.TambiénnospondríamosmanosalaobraparaayudaraBritneyasuperarsuproblema,seguroquecogidoatiempo se recuperaría sin dificultad, ella era una persona responsable ydisciplinada,asíquecoincidimosenquetodoacabaríabien.Por fin llegué a casa, estaba aturdida por la cantidad de incidentes

producidos en un solo día. Saludé amis padres, que por suerte estabanconcentradosviendolatelevisión,ysubídirectaamicuarto.Laconfesióndemisamigasmehabíadejadoturbada.Meencontrabatumbadaenlacamareflexionandoacercadelosucedido

cuandocaíenlacuentadequemehabíasaltadolahoradelacenay,simedescuidaba,tambiénladellamaraMike.Dudésihacerloodejarloparaeldíasiguiente,perolehabíarecalcadoaHarperquelellamaríay,además,lehabíapedidoexpresamentequenoolvidasecomunicárselo,asíquemesentíobligadaadescolgarelteléfono.Posiblementeélaguardasemillamada,oalomejor,teniendoencuenta

lahoraqueera,talvezsehabríacansadodeesperar.Cogíel teléfonoymarquéelnúmerodesumóvil.Comosiempreque

hablabaconélenlosúltimosdías,metemblabaligeramentelamanoylaboca se me quedó seca. Me impacienté. Tuve que esperar cuatro tonosantesdeescucharlealotroladodelteléfono.—¿Diga?—preguntóenunsusurro.—HolaMike,soyyo.¿Tehedespertado?—lepreguntédisculpándome.—No, esperaba tu llamada, pero te has hecho esperar ¿eh? ¿Estás en

casa?—suvozreflejabaagradoyalivioalavez.—Acabodellegar,sientollamartetantardeperoesquedespuésdesalir

deGalileahemosidoadespedirnosdelaschicasysemehahechotarde.Preferíahablarcontigocuandollegaseacasa.Losiento.—Nolosientas,alfinalheestadoacompañadohastaahora,mipadrese

haidohaceapenasunrato.Mealegrédequenolehubierandejadosolo.—Entoncesmejor.¿Habéisvistoelpartido?—preguntéinteresada.

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—Sí. Ha sido divertido y, no es por presumir, pero no lo hice nada,peroquenadamal—comentófanfarroneando.—¡Noseascreído,Mike!¡Notepeganada!—Es una broma, todos jugamos genial, si no ¿cómo hubiéramos

logradoeseresultado?Ahoraenserio,mehaencantadoverlo¡hasidotanemocionante…!—¿Nosabíaselresultado?—Sí,peroencualquiercasomehaparecidounpartidazo,aunquetevoy

aconfesaralgo,Cris,nomereconozco—medijoconlavozquebrada.—DespacioMike, necesitasmás tiempo, en cuanto cojas un balón ya

verássitereconocesono—dijeparaanimarle.Aunque no le tenía cara a cara, sentí cómo sonreía al otro lado del

teléfono.Alescucharaquellavoztanfamiliar,meimaginésutezmorena,esos hipnóticos ojos de color negro azabache y su arrolladorapersonalidad.Enesemomentodeseéestarasuladodeinmediato.—¿Siguesahí?—mepreguntó.—Claro que sigo aquí, estaba pensando en la final. ¿No has podido

recordarnada?—Nohedichoeso,quenomereconozcanosignificaquelasimágenes

nohayandespertadoenmíotrotipodesensaciones.—¡Ah,menosmal!Entoncesnohasidoenbalde.¿Tehanvenidoesos

sentimientos?—Noloshepodidoasociarcon las imágenes,creoqueverelpartido

me las hadistorsionado, pero estoy seguroque son las cosas quepenséesedía.—Tenencuentaquetúnotevistejugar—dijeparaalentarle.—Por eso lo digo, es justo lo que había pensado —me aseguró

optimista.—¿Y bien? ¿Qué has recordado?—pregunté esperando esta vez una

respuestasincera.—Unascuantascosas,algunadivertidayotrasnotanto.—Venga,Mike,estaveznomedejesenascuas,perocuéntameprimero

algoalegre—porhoyyahabíaescuchadosuficientesdesgracias.—Tengo la imagen de bancos, duchas, y el sonido de una botella

cuandosedescorcha.Risas,gritos,saltos…

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—¡Vaya!Locelebrasteisconchampánenelvestuario.—Esoparece,melohanconfirmadoloschicos.—¿Yquémás?—Recuerdo dos momentos en concreto, uno cuando salimos del

pabellón.DebimostardarbastanteporqueelparkingdelStaplesCenterseencontraba despejado, pero aun así todavía quedaba mucha gentecelebrándolo. Yo buscaba a alguien, miraba a uno y otro lado pero noconseguía dar con ella. Por algúnmotivo esa persona no se encontrabaallí,peronosécuál.—¿Nosabesdequiénsetrata?—preguntéinteresada.—Tengoalgunasospecha,peronoestoyseguro,asíquenotelodiré.—Deacuerdo,fenomenal.¿Tehedichoyaquiénponíalasnormasaquí

osemehapasadoporalto?—¡Vayasimelohasdicho!Perocuántolosiento,alnorecordarlono

telopuedodecir…—dijosocarronamente.—Así vamosmal, no creas que te voy a pasar todas ¿eh?Mañana ya

puedesestarmáscomunicativoporquesino…—Sino¿quéharás?—Yaveré.¿Cuáleralaotra…sensación?—Meveo enuna fiesta pasándolo en grandepero, de pronto, alguien

cercanoamídesaparecerompiéndomeelcorazón.Esta vez era amí a quien le partía el alma.No estaba segurade si lo

decía para sonsacarme o realmente no tenía ni idea de lo que habíaocurrido.—¿Has comentado esto con Fred y Fernando?—temí que lo hubiera

hecho.—No,hemoshabladodelpartido,delacelebraciónenelvestuarioyde

otras cosas, pero de la fiesta no, y por supuesto de lo que pensé en elparkingtampoco.Parecía evidente que no tenía ni lamás remota idea de quién era yo.

Debíamos ser para él unos auténticos desconocidos. Para mí tambiénestaba siendo complicado aceptar la situación. Pensé que me resultaríadifícil contarle lo que sucedió y, además, quizá no fuera lo que estabaimaginando.—Estaráscansado—dijeporcambiardetema.

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—Noquieroreconocerloperoahoramismoestoyagotado.Hoyhasidootrodíalargoyduro.—Apesardehaberteechadolasiestadelburro—dijeconsorna.—¿Quéeseso?—preguntósinentenderloqueleestabadiciendo.—Elsueñecitoquetehasechadoestamañana.¿Noteacuerdas?¡Mehas

echado!—¡Ah,ya!Lohabíaolvidado—contestósoltandounalevecarcajada—,

perdóname.—Mañanairéaverteporlamañana,ahoraprocuradescansar¿vale?Lo

necesitas, y seguroque tevienebienparaponer las ideas enorden—leaseguré.—Ojaláquedormirmesirvieradeayuda.Mañanatecontaré—comentó

convozmelancólica.—Buenasnoches,Mike,descansa,mañananosvemos.—Adiósniña.Graciasportucompañía—dijoentonocariñoso.

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ELALTA

Por suerte hoy no tenía que ir a clase, «¡estupendo!» pensé, podríadedicarlo a hacer lo que me viniera en gana. Me desperecé y cogí elteléfono para comprobar si había alguna sorpresa.Así era, tenía varias,concretamentetresnuevosmensajesdetextosinleer.

Holaprincesa,despuésdemásdeseishorasdeviajeconturbulenciasyescalas,he llegadoaFiladelfia.Estoy reventado, creoquepor finpodré dormir un rato. Te llamaré en cuanto pueda. Tu fiel yenamoradoMax.

Menosmal que viajaba en primera, si fuese en clase turista como elresto de losmortales, tendría que recogerle una ambulancia en la pista.Contantaactividadmehabíaolvidadodeél,perocadavezteníamásclaroque lo nuestro era imposible.Lo queme contóHarryme había llegadohondo;después,losucedidoenelsemáforomehizocambiarbruscamenteel conceptoque teníade él, aunquemis sentimientoshaciaMike eran lodeterminante.Miréaverloquedecíaelsegundomensaje,quetambiéneradeél.

Voydecaminoalhotelyaprovechopararecordartequedejamosuntemasinresolver.Piensaenelloysorpréndeme.Max.

Mesentícomplacidadehaberdejadoalgopendienteconél,denoserasí, ahorame sentiría atrapada y, aunque él creyese lo contrario, no loestaba.Pulséparaabrireltercermensaje:

Te he echado de menos durante todo el viaje. Siento que no estésahoramismoconmigo.Prometoquelapróximavezmeacompañarás.Tuyosiempre.Max.

Pero¿qué tuyonique tuya?Teníaqueresponderle,algodebíadecirleparapararlelospies.¡Perosiaúnno…!Bueno,sí,noshabíamosbesado¿yqué?¡Ahhh!¡Ymehabíatocadolastetas!Perofue…¡Yoquésé!¡Solounmomento!¿Yyaseautodenominaba«mienamorado»?¿Ylode«tuyosiempre»? ¡Venga ya! Claro, se trataba de una táctica, quería parecer

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románticoynopermitirmeunrechazo,oalmenosquemesintieramalencaso de que lo intentara. También yo, gracias a mi débil resistencia, lehabía dado esperanzas, sin embargo él… ¡Pretendía atraparme de unamanera demasiado ruin! Pero se equivocaba de lleno, conmigo no lefuncionaríaelchantajeemocional.Loquemedabaeramiedo;amedidaqueleconocíaconseguíaproducirmecadavezmástemor.Me apresuré a contestarle. Debía decirle algo ya. Un NO rotundo a

travésdemensajede textomeparecía cobardey faltodedelicadeza, asíque escogería algo intermedio, unas palabritas que le hicieran ver queguardaba la distancia, dejarle claro que no tenía interés por iniciar unfuturojuntoaél,yquenuestrarelaciónnoeraunhecho,comointentabahacer ver. Me mostraría indiferente. Yo también era capaz de sermanipuladora.

HolaMax:Mealegrodequehayasllegadosanoysalvo.Yoheestadoocupada. ¡Mike ha despertado! Así que imagínate, estamosemocionados.Resuelve tus asuntos de negocios y nos vemos cuandovuelvas.Saludos,Cristina.

Ledialatecla«enviar»ymequedémirandolapantallacomounatonta.SeguramenteMaxestaríaocupadoasíqueloleeríamástarde.Elmensajequehabíaenviadoahorameresultabademasiadofrío.Encuantololeyerase enfurecería y no quería imaginar lo que pasaría por su impenetrablecabeza.¿Peroacasonoeraesoloquepretendía?Entré en el cuarto de baño para darme una larga y relajante ducha.

AunquelatemperaturaenSanDiegoerabuena,megustabaponerelaguamuy caliente, de esa manera conseguía relajar todos mis músculos yrebajar la tensión.Después salíymearreglé el enmarañadopeloconelalisadordejandounaslevesondulacionesenlapuntacomoporcasualidad.Contemplémicaraanteelespejoycogíelneceserparamaquillarme.

Mi rostroerablancocomo lanievey,aunquehabía tomadoel solhacíatan solo unos días, mi piel no se había enterado. Cerré los ojos y meextendíelcoloreteenlospárpadosyenlasmejillas,noparecíasuficienteasíque,depaso,sacudílabrochaporlafrente,lanarizylabarbillaparaigualartodounpoco.Busquéenmiarmarioalgofavorecedor.Mirétododuranteunbuenrato

como si fuera la primera vez. Todos los colores eran aburridos: azulmarino,marrón,negro,gris…nosabíaquéponermeperoteníaclaroque

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quería gustarle aMike. Cuando lo tenía casi decidido escuché elmóvil.Eraelsonidodelosmensajesdetexto.Apesardeencontrarnosseparadospormásdedosmilmillas,measustésolamentedepensarquesetratasedeMax.Efectivamente,eraél.

Hablaremosalavuelta.Max.

Debíaestarmuycabreadopararespondermeasí.Tanescueto.Tansecoycortante.Lejosdesentirmesatisfechalamentémiestupidez,lafraseensíqueélhabíaescritoparecíasencilla,sinembargo,encerrabaesehalodemisterioquemeacojonabatanto,aunquetambiénteníaquereconocerquela comunicación por mi parte había sido demasiado radical; para sersincera,habíasidomuybordeydesagradable.Dudésiéllomerecía.Ay,ay,ay,precisamenteesoeraloquepretendíaMax,queyomesintieramal.Simedejaba arrastrar, terminaría actuando según su voluntady eso erajusto lo que quería evitar, así que celebré mi actitud, no estabaacostumbrada a comportarme con esos modales, pero terminésintiéndome más segura de mí misma por atreverme a contestarle así,bueno,noestabaconvencidadeltodo,peroibaporelcaminocorrecto.Lodecidí.DejédepensarenMaxypreparésobrelacamalaropaque

me pondría: las mallas azul marino, mis botas cowboy favoritas y lacamiseta de tirantes a rayas azules y blancas, cogí también la cazadoravaquerapararellenar,yadjudicado.Bajé a la cocina y enchufé la cafetera.Mientras se hacía el café, me

sentéeneltabureteacomermeundeliciosocroissantrellenodechocolate.Deprontoelteléfonomesobresaltó.EraMike.—Hola niña, buenos días. ¿No te habré despertado yo hoy?—dijo la

mardecontento.—Puesno.¿Quépasa?¿Meechasdemenosynopuedesesperaraque

llegue?—preguntésarcástica.—Hummmpodríaser,perono,tellamoparacomunicartealgo—dijo

alegremente.—Soytodaoídos.—¡Estoyencasa!—mesoltóentusiasmado.—¿Qué?¿Ya?—preguntéponiéndomeenpiedeunbrincoysujetando

laencimeradelasombro—.¡Peroesoesfantástico!¿Quétalestás?

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—Estoydep…fenomenal,meencuentroperfectamente.—Bueno,entoncesnohacefaltaquevaya—comentécontrariada.—Esoqueríadecirte,queyahabíashechoplanesy….—NotepreocupesMike,eslamejornoticiaquepodíasdarme.—Tal vez te apetezca comer con nosotros—me dijo con un tono de

dudaensuvoz.—¿En serio?No sé, no creo que a tus padres les apetezca compañía.

Despuésdelosdíasquehanpasadoquerránestarenfamilia.—Hasidoideadeellos.Lopensédenuevo.Quizáfuerabuenaideaacompañarles.—¡Vale!Puessiendoasícreoquenoestorbaré—añadíexcitada.—¡Gracias! Qué bien que aceptes la invitación. Te esperamos para

comerperopuedesvenircuandoquieras.¿Aquéhoravendrás?Meechéareír.Hablabaatropelladamenteyselenotabafeliz.—Nolohepensado,perositeapetecemeacercaréantesdecomeryasí

charlamosunrato¿quieres?—Perfecto,Cris,teestaréesperando.Hubierasalidocorriendoeneseprecisomomentoperomepareciómás

prudente esperar un rato. Agarré el café bien cargado que me habíapreparadoymeacomodéenlabutacadelporchepensandoeneldíaquetenía por delante. Cogí el libro que estaba leyendo desde hacía variosmeses,clavélosojosenlapáginacincuentaytreseintentéavanzar.Eraelmismopárrafoquehabía leídounayotravez, tuvequerepasarlovariasvecesparaintentarconcentrarmeenlatrama.¿Pero cómo podía ser tan sumamente estúpida? Lo cerré, lo coloqué

encima de la mesa de hierro forjado que tenía al lado y subí a mihabitación a vestirme rápidamente. Sabía que Mike me esperaba conimpacienciayyoestabadeseandoestarconél,asíquemeapresuréymedirigíasucasa.Cuando llegué, Natham se había marchado y a Harper la encontré

trajinandoenlacocina.QueríacomplaceraMikepreparándoleunodesusplatosfavoritosaunque,adecirverdad,teníamuchos.—¿Quéestáscocinando?¡Hueledemaravilla!—preguntécuriosa.—Costillasasadas.—¡Si saben igual que huelen, tienen que estar riquísimas! —dije

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haciéndolelapelota—.Muchasgraciasporinvitarme,Harper.—De nada cariño, sé que Mike estaba deseando verte y como tú

pensabas acercarte al Sharp… pues pensé que no te pondría en uncompromiso.—Alcontrario,estoyencantada,teloagradezcomuchísimo.Porcierto

¿dóndeestá?—preguntéextrañada.—Pareceincreíble,perosegúntehacolgadohacogidounbalónyseha

puestoajugaralbaloncesto.Estáenlapartedeatrás,dondelacanasta.—Nomelopuedocreer—dijeimpresionada.—Puescréetelo,comolooyes.Mehadichoqueasíseentretiene¡ylas

estáenchufandotodas!—dijosecándoselasmanosconeltrapomientrassedirigíaaatisbarasuhijoatravésdelventanaltrasero.La seguí y las dos nos quedamosobservándole.Mike fintó a un rival

imaginarioydespuésfuedirectoalacanastaparaacabarconunmatedeespaldas,recogiósupropioreboteyfuedenuevoasuposición,estavezencestó una canasta de lejos.Cuando recogió el balón, se dio cuenta dequeleestábamosmirandoyparóinmediatamente.—¡Pero bueno! ¿Cuánto tiempo lleváis ahí escondidas? ¿Ya has

llegado? déjame que te vea ¡estás guapísima!—comentó dirigiéndose amí.—Gracias, y no, no estábamos escondidas, solo te observábamos.

Acabodellegar.Nohacefaltaquetepreguntecómoestás.¿Notemolestaeldedo?—Un poco, pero como lo llevo entablillado —dijo mostrándome la

mano—. ¿Juegas conmigo? —preguntó ilusionado pasándose la manolibreporsucortoymorenopelo.—¿Yo? ¡No! Mi torpeza me dejaría en evidencia y es lo último que

quiero—dijequitándoleelbalóndeunmanotazoytirandoalacanasta.Nisiquierarocélared—.¿Loves?Mike siguió con la mirada la trayectoria de la pelota, apretó la

mandíbulay,aunqueintentócontenerse,seempezóatroncharderisa.—Casi llegas, toma, pruebaotra vez—dijo acercándomedenuevo el

balón.—¿Te ríes demi?—le pregunté con cara de enfado y los brazos en

jarras,porsupuestosincogérselo.

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—No,no,no,no,no,deningunamanera,meríocontigo.—Notienegracia,Mike,¿acasotevasaponerahorachulitoconmigo?—Esojamás—dijosincontenerlaburla.Harperhabíavueltoalacocinaparaterminardeprepararlacomidayal

rato salió para despedirse. Había dejado todo listo y se marchaba atrabajar.Nathamlaestabaesperando.Nos sentamos en la mesa del patio, Mike echó la cabeza para atrás,

recostándoseenlaparedconcaradeagotamiento.—Deberíascontrolarte.Mikesoltóunarisotada.—Lo estoy haciendo —me miró de soslayo y volvió a emitir otra

carcajada—. ¿Tomamos algo? –preguntó levantándose de un brinco yseñalándomeconeldedoíndice.—Vale.Cafésoloconhielo,muycargadoporfavor.—Muybien,caféparalaseñorita.Entróalacocinayvolvióenseguidaconunatazadecaféencadamano.

Seacercódespaciohastadondeyoestabaysesentófrenteamí.—Gracias—ledijemientrasmeinclinabasobrelamesaparaempezara

bebérmelo.»¿Cómotesientesahoraqueestásdenuevoencasa?¿Reconocesalgo?

—quisesaber.—Sí, voy viendo cosas que me resultan familiares, cuando hemos

llegado he subido directamente a mi habitación y nome preguntes porqué.—¿Porqué?—¿Tecreesmuygraciosa?—dijosonriendosocarronamente.—Paranada,esquemelohaspuestoahuevo.Aahoraenserio,¿quéte

hahechoirallí?—Nolosé—contestómirandoalvacío.—Estábien,noimporta,esunabuenanoticia,Mike,enbrevepodrásir

soloacualquiersitiosintenerquecuestionártelo.—Bueno,nocorrastanto,solointuíacuáleramihabitación,perosí,es

todounlogro.Hetenidoalgoasícomoundéjàvuy,alcomprobarquesetrataba de mi cuarto, he sentido una gran satisfacción. Es un avanceimportante,porqueteconfiesoquecuandoabrílosojoselotrodíaestaba

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enblancoymuyasustado.Menosmalqueenseguidavinieronmispadresypocodespuésllegasteisvosotros,creoquegraciasaesovoyrecordandocosas más rápidamente. Ya me lo repite todo el tiempo el doctor, quecuantoantesretomemirutinamejor.—Loestáshaciendo—comentécomplacida.—Sí¿ysabesqué?Simepreguntasdóndeheguardadoalgo,no te sé

responder pero si voy a cogerlo sin detenerme a pensar en ello, voydirectoallugardondeseencuentra,escomosihubieradesarrolladounaintuiciónqueantesnotenía,otalvezsealanecesidad,comosituvieraquedesarrollarunsextosentidoalencontrarmeconlamemoriamermada.Estodomuyraro.—Elsextosentidosololotenemoslasmujeres.—Lasmujeresyyo—merecordó.—¿Yquéesloquehasencontrado?—El balón. Sabía que estaba en la caseta del jardín junto a las

herramientas.He ido allí directo a cogerlo. También cuando he llegadomehecambiadoderopaysabíadóndeestabatodo.—¡Pero bueno! Entonces es lo mismo que me ocurre a mí —dije

convencida.—Igualito—puntualizóélaparentandoirritación—.Porcierto,también

herecordadootracosa,enrealidadhansidodos.—¿Deesastuyas?¿Sincaraninada?—pregunté.—¡Oye,quenolohagoaposta!—respondióconfastidio.—Vale,noteenfades.¿Quéhasrecordado?—Primero, que el sombrero de playa que tengo en un estante de mi

habitaciónmelodioalguienmuyespecial,ysegundoymás importante,esquemeacuerdoperfectamentedeldíaenquelohizo.—¿Ah, sí?—le pregunté casual, aunque en realidad se trataba de un

avanceextraordinario—.¿Ycómoesesesombrero?Mevinoalamemoriaundíamuyconcretoyqueríaasegurarmedeque

setratabadelmismoqueleregalé.RetrocedítresañoseneltiempoymevisentadaalrededordeunahogueradurantelamágicanochedeSanJuan.RecordabavagamentelahabitacióndeMike,solohabíaentradounpar

de veces con el resto de los chicos en alguna de las fiestas que solíacelebrar,ysí,allíestabaelejemplardelsombreroqueleshabíaregalado

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a todos. Eran de paja, con unos adornos que simbolizaban el fuego, elaguay lashierbas, los treselementosmágicosqueserepresentanenesanocheespecial.EnEspaña,mimadresiemprecelebróesafiestay,desdequeHarryyyo

éramospequeños,nos transmitióalgunasdesus tradiciones; lanochedeSan Juan era de sus favoritas y amí tambiénme resultabamisteriosa yemocionante,asíqueconvencíamisamigosparaquefuésemosalaplaya.Lacostumbrede relatar antiguas leyendasencantadasy ritualesmágicosotorga a la nocheuna atmósferadiferentey, al parecer, aMike le habíacalado hondo. Fue divertido, pero no imaginaba que saldría a relucirvariosañosdespués.Mikeseapresuróaaclararmecómoeraelsombrero.—Esdepajaytienetresplumas,unaanaranjadaquesimbolizaelfuego,

otra azul que representa al agua y una última de color verde que hacealusiónalashierbas—meexplicó.No lo podía haber explicado mejor. Definitivamente se trataba del

mismosombreroqueyohabíacompradoyalquepuseconaciertounasplumasdecolores.¡Mequedaronpreciosos!—Te acuerdas de unos detalles demasiado minuciosos para estar

amnésico¿nocrees?—Sí—dijo poniendo cara de extrañado—, pero ya sabes que no lo

puedocontrolar;misesera—segolpeólacabezaconlosnudillos—,nomepermiteserselectivo.—Notedesgolpecitosahí,medescompone.¿No tedascuentadeque

acabasdedarteungolpetazofortísimo?¡Tencuidado,porfavor!Seempezóareír.—¡PorDios,Cris,parecesmimadre!—Vale,guay,perotúhazmecasoynotegolpees.—Muybien.¿Mepuedorascar?Mepicaelpie.—Ereselchicomástontoqueheconocidoenmivida.¿Puedesseguir

contándome?Su cara se tornó seria de nuevo y me contó algo que me dejó

completamenteaturdida.Nosupehastaeseinstantequehabíapuestotantointerésenlafiesta.Elhechodequeesedíahubierallegadotantardealaplayameparecióunactodeindiferencia,peroestabaequivocada.Seconcentróymeloempezóacontar.

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—Losdíaspreviosalanocherecuerdoqueestuveinvestigandoacercadeesafiestaancestraldelaquesabíamuypoco,ymepareciótanmágicaque estaba deseando que llegara elmomento de sentarnos alrededor delfuegoycontaroslashistoriasqueacabadadedescubrir.Hubovariasquemeresultaronsorprendentesyqueríarelatarlas.Parecíadivertidoasustaramisvíctimas—rioacarcajadalimpia.—¿Enserioqueríasasustar?Pero¿cómotieneselvalordedecírmeloa

mí?—ledijeconindignación.—¿Quépasa?¿Acasoeresmiedosa?—preguntósardónico.—Sí,mucho,yotambiénestabaallíesanoche¿sabes?Yalomejorme

creasteuntrauma.—Seguroquesí,setenotaenlacara.—Lascargasemocionalesnosiempresereflejanenlacara.Venga,¿de

quémásteacuerdas?—leinstéacontinuar.—¿Seguro que quieres que siga? Esto puede ser como las pelis de

miedo—seestabaanimandoyqueríadarleemoción.—Claroquequiero,megustaríaenterarmeyotambién.—Bueno, pues esa noche, hadas, demonios y espíritus extraviados,

andan sueltos por ahí, y hayque tener cuidadopara nodespertar su ira.Tambiénlaspuertasdeaccesoaotrosmundospermanecenabiertashastaquesaleel sol.Puedes trasladarteaotrosmundossiconsiguesentrarencontacto con seres de la otra dimensión —terminó de decir. Tenía loscodosapoyadossobre lamesaysucaradescansabasobre laspalmasdesusmanos.Memirabafijamentealosojosconunamediasonrisa.Teníasucarademasiadocerca,podíasentirsurespiración.—Túhasleídomuchasnovelasfantásticas¿verdad?—lepreguntépara

ganar tiempo.Además, necesitaba que disminuyeranmis pulsaciones, sehabíanaceleradoostensiblemente.—Sí ¿tú no? —me preguntó sin apartarse un milímetro de mi cara.

Habíaadoptadounaposturaqueleresultabacómoda.—Por lo que veo, no tanto como tú. ¿Y pasaste a alguna dimensión

cósmica?—preguntédivertida.—No me acuerdo, pero a lo mejor sí —dijo riéndose. Después se

incorporó,serecostóenelrespaldodesusillaycruzólosbrazossobreelpecho—;adecirverdad,paséaotradimensión,perosolomentalmente.—¡Ahhh!Entiendo.

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—Noteríasdemí,soyunpobreconvalecienteynoespropiodeunaseñoritacomotúreírsedealguienasí.—Venga,continúa,estoyintrigada,necesitoquemecuentesloquehay

entucabeza.—¿Tantacuriosidadtienes,niña?—preguntóhaciéndoseelinteresante.—Ja,nomedigasquenoestásdisfrutandoalcontármelo.—Laverdadesquesí.—Pues entonces sigue, que van a llegar tus padres y no vas a haber

terminado—leinsté.—Verás, cuando llegué a la playa había más personas de las que

esperaba. Creo que me puse a contar y no estaban solo los habituales,habíamásgente.¿Meequivoco?—Enabsoluto, tuprecisiónmeestádejando impresionada; ademásde

nosotros, también se apuntaron mi hermano Harry y su amigo Liam,HarryestabaencantadodeasistirasuprimeranochedeSanJuany,paranodesaprovecharlaocasión,suamigoyélaparecieroncondosamiguitasque ninguno conocíamos. También estaba la hermana pequeña de Mel,excitadísimaporcierto,ynadiemásqueyorecuerde—leaclaré.—Justo,algoasícalculaba.Enmisborrosasimágenesestábamosunas

doceocatorcepersonas.—Sí,doceexactamente.¿Yquéeslosiguientequerecuerdas?—Alllegar,busquéconlamiradaalapersonaporlaquehabíaidoallí,

me costó encontrarla porque estaba oscuro, igual que en mi visión y,además,lamúsicasonabatanaltaquemedesconcertóaúnmás.Yateníanencendida la fogata y también se encontraba algún que otro grupocelebrandolamismafiesta.Estabaexcitado,misnerviosmehacíanmoverlacabezadeunlugaraotrointentandodarconella.Porfinlalocalicéy,en el momento que lo hice, vi su silueta acercándose hacia mí. Suexpresióneradulce,estabatanpreciosacomosiempre,yonopodíapasarunminuto sin pensar en ella, sabía que era lamujer con la quedeseabapasar el resto demi vida, pero había algoqueme impedía decírselo, lasolaideadesentirmerechazadomeacobardaba,sinosentíalomismopormílaperderíaparasiempreynomepodíaarriesgar—mereveló.Visualicédenuevolaescena,cerrélosojospararecordarlamejoryvi

entonceselmomentoqueacababadecontarme.Elrestohabíamosllegadoun rato antes que él y preparamos la fogata para crear el ambiente

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propicio.LesrepartílossombrerosquehabíadecoradounosdíasantesyesperabaimpacientelallegadadeMike,queseestabademorandomucho.Cuando le vi aparecer estaba despistado, miraba a un lado y a otrointentando localizarnos. Como no éramos los únicos que noscongregábamosalrededordeunahoguera,lecostódarconnosotros.Mepuse de pie y me acerqué a él sonriendo con el sombrero en la mano.Cuandoporfinvioaalguienconocidoseleiluminólacaradefelicidad.Le planté el sombrero encajándoselo en la cabeza y le aseguré con unasonrisa lo mucho que le favorecía. Cogí su mano y le acerquéapresuradamente al grupo para que se uniera a nosotros. «Me teníaspreocupada,Mike.¿Dedóndevienesaestashoras?»lepregunté.Veníadehacersuentrenamientoextra,eldelosquinientostirosacanastaquehacíatodoslosdías.—¿Te doy sueño? —preguntó devolviéndome al mundo real y

agarrándomedelbrazo.—No,¿porquélodices?—Estásconlosojoscerradosyeso,sinorecuerdomal,esunafaltade

respeto—medijoconironía.—Bueno,sí,enrealidadmeaburrocomounaostra,mehaspillado—le

dijedibujandounasonrisa—,perocomoeresunpobreconvaleciente,notengomásremedioqueaguantarme.Élsepusocircunspecto,comosiquisieradeciralgoyporalgunarazón

noseatreviese.Alfinalsedecidió.—Túsabesquiénmedioesesombrero¿verdad?—preguntócontemor.—Losé—contestéponiéndomedemilcolores.—¿Puessabesqué?Noquieroquemelodigas,prefierodescubrirloyo

mismo.Sentí un alivio instantáneo. Sime hubiera pedido que se lo dijera no

habríatenidomásremedioquecontárseloyenesemomentomemoríadevergüenza. A esas alturas, intuía queMike sabía perfectamente quién lohabía hecho y optó por no hacerme pasar el corte que suponía paramíaquellarevelación.Seloagradecíenormemente.—Creoqueyalohashecho¿omeequivoco?—preguntéparatantear.—No vas desencaminada, pero ¿sabes qué? Estoy impaciente por

distinguiresacara,quieroverlainmortalizadaencadarecuerdo,escomointentarrecordarunsueño,tienesqueconcentrartemuchoparacaptarlos

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detalles.Puesyotengomuchosdeesosdetallesperomefaltalapartemásimportante.—Noloveasasí,tequedamuypocoparaconseguirlo,soloubicaralas

personas, y esa es lamínima parte del trabajo, lo demás está superado.¿Hasconseguidoreconoceralgúnrostrootodavíano?—Sí,yalohehecho,hasidoalgofugazperoporfinhasucedido,erala

carademimadrecuandoeramásjovenyyosolounchaval.Silahevistoaellapuedohacerloconelresto.—Nolohedudadoenningúnmomento.—¿Hasvistolahoraquees?—medijosorprendido.—Ha pasado el tiempo volando, tus padres estarán a punto de llegar.

Por cierto, cuántome alegro de que estén tan contentos, si les hubierasvisto el día que llegaron de Europa… estaban destrozados. Te quierenmuchísimo,Mike,yamímehanhechosentirtanagustocadavezqueibaavertequenosabescuántoseloagradezco.—Faltaríamás.—No lo des por hecho, les podía haber molestado; sin embargo,

siemprehansidoencantadoresconmigo.EnaquelmomentoHarperyNathamaparecieronporlapuertaconuna

cara de felicidad que envolvía todo a su alrededor en un auraextraordinaria. Aunque Mike y yo habíamos estado muy entretenidossolos,lapresenciadesuspadresconesaactitudjubilosanoshacíaelevarelespíritu.—Hola chicos ¿qué tal habéis estado? Cristina ¿no te habrá hecho

pasarle el balón todo el tiempo como hace conmigo, verdad? —mepreguntósupadre.Parasersinceralohabíahechoenmásdeunaocasión,peroestavezno

selehabíaocurrido,oquizássíperosereprimió.Nathameraunhombretodavíajoven,separecíamuchoasuhijo,omásbieneraalrevés.Losdoseran corpulentos, Natham más ancho y Mike ligeramente más atlético,pero suaspectoeramuyparecido.Ambos rebosabanenergíay teníanelmismocarácteralegreydicharachero.—Puesmira, no lohahecho,pero creoque sí se lehapasadopor la

cabeza—dijesonriendo.—¡Siesqueestechico…!—¿Peroquéhehechoyoparaquemeataquéis?—preguntódándoseun

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manotazoenelmuslo.—Por ahora nada, pero no te pases un pelo porque te las verás con

nosotros—leamenacé.—No me atrevería por nada del mundo —concluyó levantando los

brazosconlaspalmasdelasmanosabiertas.—¿Tenéishambre?—preguntóHarperjovial.—Nohacefaltaqueteresponda¿verdad?—dijosuhijo.—Puesyono te voy a engañar, despuésde todos estosdías sinpegar

bocadohoyestoyhambrientotambién—comentóNatham.—Harper,estoydeseandoprobaresascostillas.¿Creesquenosdejarán

alguna?—preguntédivertida.Ellaserio.Meentendíaalaperfección.—No te preocupes, Cristina, estoy aleccionada, lo primero que haré

serárepartirlasantesdequelleguenalamesa,sino,teaseguroquenilasoleríamos,comencomoanimales,losdos,yanoséquéhacerparaqueloentiendan.—¡Sientenderloloentendemos,perollevomuchosdíassincomeralgo

decentey….!—seescuchódeciraMikemientrasnosalejábamos.Acompañé a Harper a la cocina donde terminamos de preparar una

ensalada fresquita.Aprimera hora había dejado en remojo la lechugaysacó del frigorífico el resto de ingredientes que le añadiríamos. Yo laobservabaexpectanteyconganasdesentarnoscuantoantesalamesa,mesentíacohibidaalencontrarmeasolasconlamadredemimejoramigo.Temía que me hiciera alguna pregunta incómoda. Por su expresiónparecíaquequeríahacerlaspero creoque se contuvoydecidiódejarlasparamejorocasión.Paramiasombro,preparóunaensaladagigante,laaliñóydespuésme

pidióquelallevaraalamesamientrasrepartíalascostillasantesdesalirdelacocina.—¿Te llevas esto? —dijo pasándome el bol de ensalada—. Así los

chicospuedenirabriendoboca.—Claro—respiré cuando salí de allí. No quería darle pie a hacerme

preguntas embarazosas. Puede que fueran alucinaciones mías peropresentí que deseaba que le aclarase unas cuantas dudas, como porejemploporquésalióMikeaquellanocheenlamoto.

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—Ya está casi —les dije a los dos. Se asomaron al recipiente parainspeccionarlo bien y volvieron a sentarse en posición de espera, quizáparaquemecreyeraqueno loprobaríanhastaquenosotras llegáramosconlosplatosdecostillas.Esonoselocreíanadie.Escuchésustenedoresencuantomealejédeallí.—Muchasgracias—dijeronlosdosalunísono.Cuandolleguéalacocina,Harperhabíapreparadolosplatosyestaban

listosparallevarlosalsalón.Conunasonrisasinceramepasódosdeellosparaquelaayudaraallevarlos.—¿Vamos?Estaránansiosos,nosoportanesperarsentadosunmomento

sinpoderhincareldienteaalgo—comentóentrerisas.—No me extraña, si les preparas siempre estas cosas tan ricas les

entiendo—dijeconfranqueza.—Nocariño,nosuelococinarmucho,hoylohehechoporqueesundía

especial, pero saben que no soporto encerrarme en la cocina. Por lanoche,cuandoestamosenSanDiego,Nathamyyo,notengomásremedioque hacerlo, pero procuro que sean cosas fáciles y rápidas, y en cuantopuedo salimos a cenar fuera.Amimarido le encantaría quemegustaseguisar,peronoseatreveacontradecirme,sihayquecomerdeprestado—hizounruidoconlalengua—,puesnohaymásquehablar,asíquehoyyapuedendisfrutarporquetardaráenrepetirse.Llegamos a lamesadondepadre e hijo esperaban impacientes.Enun

periquetevaciaronlosplatos,elboldeensaladayunabarradeheladoqueHarperhabíacompradoparalaocasión.Alserundíaespecial,alargamoslasobremesatodoloquepudimosy

lospadresdeMikenosecansarondecontarhistoriasdecuandosuhijoera pequeño. También aprovecharon para presumir de sus múltiplescualidades. Algunas yo las conocía bien, pero otras llegaron asorprenderme. Mike tenía una personalidad con un carisma que nadieponía en duda, además, aunque tuviera la situación más delicada delmundoélsemostrabaoptimistaperoloquerealmentelecaracterizabaerasu bondad, siempre había sido una buena persona, sin dobleces nisegundasintenciones,teníaunasensibilidadespecialyuncorazónquenole cabía en el pecho. Todo eso lo había comprobado yo misma y nonecesitabaquemelocorroboraranadie,peroestavez,pesealapuroqueparecía estar pasando él, Harper quería contarme cosas que le habían

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ocurridoenelpasado.—De pequeño era un niño hipersensible, Cristina, no sabes cuánto.

Entonces me preocupaba mucho porque no sabía si sería capaz decanalizarlo, pero ahora que se ha hecho mayor veo que sí, ha sabidoencauzarlo a la perfección, en lugar de angustiarse por el sufrimientoajeno intenta ayudar siempre que le es posible. Le molesta mucho quecuenteestascosas,fíjatecómomemira,quierequemecalle.Mikemirabaasumadresuplicante,deseandoquecerraseelpico,pero

Harperhizocasoomisoasudemandaydecidiócontinuar.Antesdeeso,Mikelareprendió.—Mamá,estasaburriendoaCrismásde loque imaginas,comosigas

contandotodaesaretahílanovaaquerervolveracomerconnosotros—imploróMike.—¡Chss! No la interrumpas, deja que me lo cuente —le regañé, y

Harper,confabulándoseconmigo,intentóseguirconsuexplicación.—Hijo, no tienes ni idea de lo que voy a contar, así que cállate y

escuchatútambién,talvezaprendasalgo—leriñósumadre.—Escierto,noséquéesloquepasaahoramismoportucabeza,pero

estoy seguro de que vas a contar alguna lindeza de tu hijo mimado ycomprenderás que... bueno, en fin, ¡déjalo mamá, por favor! —suplicóriendo.Harpernohizoningúncasoyyolepedíquesiguiera.—Siendoaúnpequeño, tendríacatorceoquinceaños,de lanochea la

mañana uno de sus compañeros de clase empezó a ser constantementehumillado,comenzaronaacosarlesinunmotivoaparenteyfueexcluidodelgrupo.Seextendieronrumoressobreélinventadosporelquesehabíaautoproclamadolíderdelapandilla.Todosleseguíanincondicionalmentetemiendoserelloslasiguientevíctima.Mikebajólacabeza,supongoqueconcentrándosepararecordar.—¿Recuerdasloqueestoycontando,hijo?—preguntósumadre.—Me suena vagamente, pero no estoy seguro, intento hacermemoria

peropasóhacetantotiempoque...Ella siguió,creoquepensaba impresionarle.Conmigodesde luego lo

estabaconsiguiendo,sobretodoporsucapacidadnarrativaylafacilidadparacrearsuspense.—Losniñospuedensermuycruelesaveces,ylopeoresquemuchos

seven arrastradospor el supuesto cabecilladeungrupo.Vamos,máso

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menos lo mismo que ocurre con muchos adultos —Harper se rioquedamente.—Quérazóntienes—dijesinquererinterrumpir.—Este líder al queme refiero eramuy popular y todos los niños le

veíancomounsersuperioreindestructible,peroalavezsabíanqueeradespiadado.Les imponía tantas reglas que cada vez que lo recuerdomehierve la sangre. El grupito de niños padecía una ansiedad insana, peroaunasícontinuabansiguiéndole.Mikeformabapartedeesapandayamínomegustabanada,peronoveía lamanerade impedirque saliera conellos.Debíaandarmeconcuidadoparamanejar lasituaciónyevitarquemihijosesintierarechazado.Crearleyomismaeserepudioyqueno leaceptaranelrestodelosniñoseraalgoquenomepodíapermitir,asíquepenséduranteuntiempolamejormaneradeargumentárselo.—¿Qué fue lo que hiciste? —quise saber. Mike también la miraba

atentamente.—Los niños hacían cualquier cosa para complacer a ese desgraciado.

EstuveobservandoaMikeparaversusreacciones,queríacomprobarsucomportamiento¿ysabesquédescubrí?—¿Qué?—preguntamoslostresespontáneamente.—Puesquenoleseguíaelrollo,esmás,semanteníadistante,perolo

asombroso era que el infeliz aquel no se lo recriminaba ¡no se atrevía!Mike era consciente del riesgo y, a pesar de todo, no le daba miedo.Tampoco quería enfrentarse, únicamente deseaba que todo estuviera enorden.Élseguíasiendoamigodetodoseintentóquelosquehabíansidorechazados, que cada vez eranmás, entrasen de nuevo en el grupo. Nosololointentósinoqueloconsiguió.—Mike,fuistevaliente,¿noteparece?—lepregunté.—Puede, aunque, ¿qué otra cosa debería haber hecho? —dijo

encogiéndosedehombros.Harperterminódecontarlo.—Nosetratasolodehacerlocorrecto,hijo,leplantastecarayledijiste

quenoleconsentiríasunahumillaciónmás.Todostusamigosrespirarony el niñato dio un paso atrás. Salió a relucir su propia inseguridad. Lacantidad de complejos que tenía le empujaban a actuar así, la mentehumananotienelímites.Despuésdeaquelsucesotugrupodeamigossehabíaacostumbradoatener«jefe»¡yquisieronhacertesulíder!¿Porquéla gente necesita ser conducida como si fuera un rebaño?Tenegaste en

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rotundo,noentendíascómopodíansertannecios.—Siemprehasidounabuenapersona—dijeagarrándoledelhombroy

sacudiéndole—,maduroysensato.—Tambiénteníaquerecordarleamenudoqueenelcolehabíareglas,

comoporejemploobedeceralosprofesoresynosaltarselasnormasalatoreracomohacíaél–dijoHarperparaquenosejactase.—Me has hecho recordar a varios amigos de ese grupo ¡hasta puedo

verleslacara!Lostreslemiramosagitados.Losrecuerdoslefluíancadavezamayor

velocidad.

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REVELACIÓNPATERNA

No recordaba la última vez que papáme había pedido ayuda.No erausual,peroenestaocasión lanecesitabadeverdad.Preparabauna fiestapor todo lo alto y, aunque muchos de los servicios que ofrecía lossubcontrataba, el tiempo se le echaba encima.Todavía le quedabanunosdíaspordelanteparaacabardeprepararlapero,aunasí,nospidióamamáyamíqueleechásemosunamano.Nopodíamosnegarnos.Con una pereza tremenda me dirigí a la nave en la que trabajaba y

guardaba todo su material. Cuando llegué, él llevaba ya varias horastrabajando,preparandocadadetalleminuciosamenteparaquetodosalieraperfecto.Alabrirlapuertaviquetodoamialrededoreraundesbarajuste,yono

podríatrabajarasíperonosetratabademí,eseeraelmedioenelquesedesenvolvíami padre. Nome preocupé ya que, como solía decirme, élsiemprefuncionabainmersoenuncaosorganizado.—Buenosdíashija,muchasgraciasporvenir,nosabeslobienqueme

vienes.Tehecausadountrastornogrande¿verdad?—Quéva,noesparatanto,asímedistraigounpoco—mentí—.¿Mamá

nohallegadotodavía?—Se ha ido con una clienta; aunque es una de lasmás exigentes que

tienenocreoquetardeenllegar,hoysoloteníanquelocalizarunbolso.Mehabíapuestovaquerosyzapatillas,meremangué laviejacamiseta

gris demanga larga que llevaba yme agarré una coleta.Mi actitud eracomosifueraatrabajarenlamina.Mipadremeobservabadivertido.—¿Quéquieresquehaga?—lepregunté.—¿Vesesosglobosdeahí?—señalóunrincónconeldedo—,pues,si

teparece,loshinchasconlabombonadehelioquetienesallado.Dirigí lamirada a lamontonera de globos queme indicaba. ¡Mierda!

Noibaaacabarenlavida.—¡Porlomenoshaymilglobos!—dijehorrorizada.Papáseechóareír.—Noexageres,nolleganialamitad.

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—¿Vanahacerunasueltaoqué?—preguntésorprendida.—Algoasí,perosiprefierestepongoahacerotracosa,tengovarias.—Déjalo,estábienasí.Porcuriosidad¿cuántoshay?—Casiquinientos—carraspeóantesderesponder.Quizáfueraentretenidoynotendríaquepensar.—¿Yquévanacelebrar?—curioseédistraída.—Es más bien una despedida, me ha contratado un matrimonio que

tiene solo una hija y se marcha a vivir a Finlandia, su marido es deRovaniemiperoviveenHelsinki.—Quépena.—Esopiensoyo.Aunqueparecequeellaestámuyilusionadasuspadres

notanto,tepuedesimaginar.Además,seguroquenohapensadoenelfríoquevaapasar.—¡Hombre, papá! No digas eso, claro que lo sabrá, aunque tú no lo

concibas a mucha gente le gusta el frío. No es para tanto, además, poramorsehacenmuchaslocuras.—Puedeser,perolafaltadecostumbrenocreoquebeneficiemuchoa

esachica.—¡Noseascascarrabias!Loimportanteesqueseafelizy,porloqueme

cuentas,debeserasí.—Todavíaeresmuy jovenyno teplanteasmirarhaciael futuroy las

consecuenciasquesuponencadadecisiónquetomas,peroestamuchacha,encuantopasenunosaños,quizáechedemenosasufamilia.Esdurouncambiotanradical.—¿Ymamá?—Esdiferente,SanDiegoesunlugaragradableparavivir.—Ja¿porqueteinteresaati?A veces mi padre podía ser muy cerradito de mente, pero estaba

desviandolaconversaciónporunosderroterosqueaúnnoentendía.—Bueno,ydigoyo,¿amíquemeimporta?¡Comosisequiereirala

Conchinchina!—ledijeairada.—Síimportahija,síimporta.¿Aquévenía toda esamonserga? ¿Querría decirme algoy lo hacía a

travésdeunmensajesubliminal?Decidínocomprobarlo,yaerabastanteconquemehubiesehecho irhastaallícomoparaaguantar,además,una

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reprimendasincomerlonibeberlo.—Loquetúdigas,papá.—No,hija,nomedeslarazóncomoalostontos,loquetequierodecir

esqueesimportantedecidirconquiénquierescompartirtuvida.—¿Yamíquemásmedaconquiénlaquieracompartiralguienqueno

conozcodenada?—lesolté.—Nomerefieroaesachica,ellasabráloquehace,loquemeimporta

sonlasdecisionesquepuedantomarmishijos.Porloquerecordaba,yotodavíanohabíatomadoningunaalrespecto

y,silohabíahecho,élaúnnoestabaenterado.—¿Quémequieresdecirconeso?—semeescapó,noteníaquehaber

dichonada,enrealidadnodeseabaconocerlarespuesta.—Puesquedebesmeditarmuchotusdecisiones.—Esohagosiempre—dijecortante.Empezabaaimaginarmepordóndequeríallevarlaconversación,pero

noestabadispuestaaponérselofácil.Midiósusiguientepreguntaantesdeformularla.—¿Quétalestátuamigo?—Cada minuto que pasa se encuentra mejor, va recordando muchas

cosasyestoyseguradequeenpocosdíasseráelmismodesiempre.—¿Tegusta?—preguntósinmirarmealosojos.—¡Yalocreo!¡Esmimejoramigo!—Nome refiero a eso, quiero decir si te gusta…él, como chico, no

comoamigo.Respiréprofundamenteantesdecontestar.Medabalasensacióndeque

Mikenocontabaconsuaprobación.—Unpoco.¿Tienesalgúnproblemaconeso?Porqueconesacaraque

pones, parece que lo dices como si fuera el demonio. Es una bellísimapersona:responsable,educado,inteligente…¿notelopareceati?Vamos,¡un partidazo! —dije para provocarle, como si no estuviera yasuficientementemosqueado.Se lo estabaponiendodifícil, pero quería que saliera de él sincerarse

conmigo.—Apenas le conozco y no dudo que tendrá todas esas cualidades,

inclusomás,pero¿tehasparadoapensarlascomplicacionesquepodrían

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surgirsiterminasconunchicodecolor?Había soltado la bomba. Tenía que haber imaginado que algo asíme

podíasuceder,peromipadrejamássemostróracista.Mehabíadejadosinpalabras.Noeraposible, teníaqueresponderasuataqueyexponerlemipuntodevista.—Puesfíjate,nomeheparadoapensarlasporquenisiquieralaspodría

comprender. ¿A qué complicaciones te refieres? Para tu tranquilidad, nisiquiera salimos juntos, no somos novios ni nada de eso, pero en elhipotéticocasodequelofuéramos¿teavergonzaríatenernietosnegros,ocuálseríaelproblema?—Puesnoesloquemásilusiónmehace.—Perdóname,perosinofuerasmipadreahoramismotediríacuatro

cosas.—Perodalacasualidaddequesílosoyy,aunquetedisguste,lohago

por ti,yoyatomémispropiasdecisionesenelpasadoyfueronbastanteacertadas—dijosatisfecho.—Miraquébien, pues te felicito, peromeparece injustoque estemos

teniendoestaconversación.Mikenoselomerece,yquieroquesepasque,si finalmente se convirtiera en mi novio, no tendría en cuenta estaconversación.Papá¡parecesdelaEdaddePiedra!Nuncapenséquefuerasdeesaopinión.—Nosetratadeopiniones,mepreocupatufelicidad.—Soyfeliz,almenoslointento.Creoqueestáspensandomásbienentu

felicidadynoenlamía,papá.Memiródisgustado.—¿Ylareaccióndelagente?Considéralo.Porsitodavíanotehasdado

cuenta,tiendeasermuycruel.—Pues si alguien me desprecia por ese motivo, sería una excelente

señalparaverlelacara,notendríaquefingirmásconmigoporquesaldríademividaalinstante.—¿Loves?¡Esotratodedecirte!Seríamuytristequeterminasessola.—¿¡Peroquémeestáscontando!?¡Déjaloya,papá!¡Meestásponiendo

de muy mala leche! Y eso que no estamos hablando de nada real, noquieronipensarsi…—Yaséquetodavíanohaynadaserio,perovasdecabezaatirartepor

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elprecipicio—resoplócolérico—,loquieroevitar.—No loharás.Conmigono funciona así.Sabesperfectamentequeno

soportocoaccionesdeesetipo.Elhechodenosentirmelibremeproducíaelefectocontrario.Lejosde

disuadirme, papá me precipitaba a Mike como dos imanes cuando secruzanenelcamino.—TranquilaCris,relájate,soloqueríaquepensarasenello.—¡Tú!Túereselquetienequerecapacitarsobre loquemeacabasde

decir.¿Peroenquémundovives?¿Esaeslaeducaciónquemehasqueridotransmitir?Porqueyonolahecaptadoasí,afortunadamente.¿Paraesomehas hecho venir aquí? ¿Para darme una disertación acerca de lo que túconsiderasqueestábienomal?—No —miró a su alrededor—, puedes verlo tú misma, estoy

preparandounagranfiesta.Leignoré.—¿Ymamá?Supongoqueestarádeacuerdocontigo.—Teequivocas,tumadreesunaromántica,creoqueinclusoleparece

exótico,peroalcontrarioquetú,ellasímeescuchaypornadadelmundoquierequemesientamal.El concepto de mi madre respecto al racismo siempre había sido

diferente, jamás se paró a pensar en ello antes de llegar a los EstadosUnidos.EnEspaña,elpaísenelquecreció,apenashabíamestizajeenesaépoca, así que no vivió con las mismas ideas preconcebidas de papáacerca de la discriminación racial. Quizás por tener ese concepto delasuntohabíalogradoaplacar,oalmenosocultar,laantipatíaquemipadresentíahacia losnegrosy,por suerte,Harryyyo tampococrecimosconsusconfundidasydetestablesideas.—Melotemía,elotrodíameparecióquemeescondíaalgorespectoa

Mike,perosinoestádeacuerdocontusteorías¿sabescuáleslarazón?—Dímelotú.—Porque tiene la mente mucho más abierta, de otra manera no se

hubieraaventuradoaviviraquí,ellatambiénestálejosdesufamiliay,queyosepa,nolehacreadoningúntrauma.Lesecharádemenos,peropuedevivirconello¿aquesí?—Esoparece.

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—¿Y qué pensaron tus padres cuando les dijiste que salías con unaespañola?Ellosteinculcaríanesesentimientoderechazo,supongo.Dime¿quétedijeron?—Nada, los europeos estaban bien considerados entonces, igual que

ahora.—Metranquilizatuanálisis—puntualicéconsarcasmo.Puede que influyera que mamá era de piel blanquita y con los ojos

azules. Eso debió confundirle, pero yo aún seguía conmocionada aldescubrirelladooscurodemipadre.—Papá,acabasdeecharmeunjarrodeaguafría,ynoestufaltadetacto

loquemeduele,sinotuformadeverlascosas.Mejordicho,tumaneradediferenciaralagente.¡Quédecepcióntangrande!Mimadrellegóenesemomentoypreguntóquéocurría.—Seosoyedesdefuera.¿Quépasaaquí?Mipadreseapresuróacontestar.—Tuhija,quesehapuestodemalhumor,noquiereabrirlosojos.Solo

intento ayudarla y cree que la estoy atacando. Vive en un mundo defantasía,oquéséyo,soloquieroquevuelvaalarealidadyvivaconlospiesenla tierra.Debeestarconfundidaporel impactoquehasufridosuamigo,peroquenoseequivoque,laamistadyelamorsondoscosasmuydistintas.Mamá hizo unmohín. Sabía perfectamente de lo que hablábamos.Mi

padrecontinuó,nolehabíaparecidosuficiente.—Pretendo avisarte antes de que sea tarde, hija. Solo quiero que

recapacites, que te detengas a pensar de manera objetiva lo quedesencadenaríaunarelaciónconél.¿Quesoymuyfranco?Puestalvezsí,peroprefieroserlomásclaroydirectoposible.Antesdequeteprecipiteslo debes reconsiderar y, si después de analizarlo cuidadosamente creesqueeslomejor,puesadelante,estuvidaypuedeshacerconellaloquetevengaengana.¡Solotratodeayudar!—soltóbruscamentelastijerasquesujetabaenlamanoynosdiolaespaldaaambas.Tras aquella charla Mike me gustaba todavía más, y descubrí que

definitivamentehabía llegado elmomentode tenermi independencia, lohabía demorado por pura dejadez, pero era indiscutible que no meencontrabaconedadparaaguantarciertascosas.Encuantosalieradeallí,comenzaríaabuscarunlugarparainstalarmeylepediríaaFredqueme

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avisase cuando alguno de los apartamentos que alquilaban en sucomunidadquedaselibre.Mis padres conocían la existencia de Max, y pondría la mano en el

fuego afirmando que, en ese momento, a pesar de estar al tanto de lashabladuríasquesehabíanfiltradosobresufamilia,lepreferiríanaélmilvecesantesqueaMike.Noerapropiodemíserunatocapelotas,perolaspalabrasdemipadre

mehabíanindignadomásdeloquesuponía.—Puestengounpretendiente,alomejortegustamás.Élmemiróesperanzadoyunaexpresióndeoptimismocruzó sucara

justoeltiempoquetardéenrevelarlequiénera.—¿Leconocemos?—preguntóinteresado.—Esocreo,almenossabréisquiénes.—Aver¿quiéneseseaspirante?—MaximilianD’Angelo.Los dos pusieron cara de absoluto desconocimiento, así que me

apresuréaesclarecersuidentidadylesditodaclasededetalles.—Es un colega de Harry, de un grupo al que se conoce como «los

Yakota». —¡Hala!, yo también lo había escupido, a ver si ahora esteelemento les parecía mejor candidato: de piel blanquita, vistiendoexquisitamente… seguro que al verme con él no me mirarían conaversión, pero a lo mejor dejaría estupefacto a más de uno, y noprecisamenteporelcolordesupiel.Mipadremehabíadecepcionadomásquenuncaydudabasirealmente

decía esas cosas porque pensaba que sería lo mejor para mí oegoístamentenodeseabaparasícontarconunyernonegro.Tras reconoceraMax,oelgrupoalquepertenecía, losdoscruzaron

susmiradasespantadosantelanuevainformaciónquesudescarriadahijalesacababadedar.—Noleconocemospersonalmente,perohijamía,ya tienesedadpara

saber con quién te tienes que relacionar —dijo mi padre intentandocontenerseyparecerpausado.Me sentí desencantada. Todos esos discursos sobre la igualdad, la

toleranciaylaintegraciónsocial;elnodiferenciaralaspersonasporsusexo, su posición económica o el color de su piel, eran para él una

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patraña, solo le servían para aparentar y sentirse socialmente aceptado.Esaconversacióneralamáslamentablequehabíamantenidoconél.—Graciaspapá,esoharé.Mealegrasabercómopiensasdeverdad, te

agradezcoquehayassidotansincero—dijeentristecida.—Venga,Ryan,nohagamosunmundodeesto, solosonamigos.Ysi

fueranalgomásqueeso¿quémásda?Nopasanada,¡libératedeunavezdeesosabsurdosprejuiciostuyos!—intervinomimadre—.Ytú,Cristina,noselotengasencuenta,nolopiensaenserio,sololodiceporquepiensaque verdaderamente es mejor para ti. No lo ha meditado bien y estoyseguradequecuandolohaga,cambiarádeparecer.Decidíquenoibaahablarmásdeltema,lafranquezademipadrehabía

idodemasiadolejos,nosolomedemostrabaquenole importabaloqueera mejor para mí, sino que, además, había rebasado los límitesaceptables. Si se creía con potestad suficiente para escarbar en missentimientosyluegoponerlosenteladejuicio,lollevabaclaro.Terminédeinflarlosmalditosglobos.Mellevómitiempo,perocomo

estaba muy disgustada, no me entretuve ni un segundo en cruzar unapalabra con ninguno de los dos. Me dediqué a pensar cómo me lasapañaríaparaencontrarunpequeñoapartamentoquemepudierapagar.ElsueldoqueganabaenGalileanodabamuchodesí,perohaciendoungranesfuerzo y utilizando parte de mis ahorros, conseguiría arreglármelasparapagartodoslosgastos.Otraopcióneracompartirpiso,peronomeconvencía,asíqueladescarté.Consuerte,enpocotiempoencontraríauntrabajo a jornada completa y me podría permitir vivir con mayorcomodidad. Estaba deseando preguntarle a Fred, sabía que de vez encuando quedaban libres unosmini estudios queme servirían para pasaraquel trance.Cadavezestabamásenfurecida.Acabécon losglobitos,selosdejérecogidosymedespedí.—Me marcho. Luego nos vemos—les dije más seria de lo que me

habíanvistonunca.—Adióshija—dijomipadredolido.Encima.—Hasta luego cielo, luego hablamos —comentó mamá disgustada.

Creoqueaellaleresultabamástristequeamí.Alfinyalcaboyoharíalodesiempre, loquemediera lagana, sinembargoella tendríaque lidiarconlacensuradepapátodasuvida.Estabadeseando sacar lospiesde esanaveyquedarme sola.El largo

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díaqueteníanpordelantemepermitíanotenerquecompartirespacioconellosdurante laspróximashoras,asíqueme fuiparacasadonde repusefuerzas y poco después acudí ami trabajo en la cafetería. A tía Lily laencontréeufórica,estaban teniendo lamejor semanadeprimaverade suvida, y me llenó de satisfacción ver que alguien tan cercano a mídesprendieraesasbuenasvibraciones.Ellasolíahacerlo,peroestavezsehabíasuperado.Meesperabaimpaciente.—BuenastardesLily.HolaDavid—lessaludéesforzándomeporsacar

unasonrisa.—HolaCristina.¿Qué tal tudía?—preguntóLilyconmásentusiasmo

delohabitual.—Bien,bueno,normal,notevoyaengañar,vengodelanavedepapáy

mehedadounabuenapaliza.—¿Ah, sí? ¡El todopoderoso Ryan necesitando ayuda! —comentó

riendo.—Algo así —dije, aunque en realidad me apetecía soltarle que su

cuñado me había pedido que fuera porque tenía mucho interés enestropearmeeldía—.Celebranunadespedidayapapálefaltanmanos.—Venconmigo.Acompáñame—medijobajandolavoz.Mecondujohasta el despachoenel que el tíoDavid solía revisar sus

cuentas.Eraellugardondeseaislabadelmundocuandonolecuadrabanlos números. Eso no ocurría todos los días, pero cuando pasaba, todosestábamosnerviososhastaqueleveíamosapagarlaluz.NoentendíaporquéLilymepedíaquelaacompañaraallí.—Pasaycierra—comentósinmás.Lehicecasoyentrétrasellamientraslaobservaba.Sacóunsobredel

cajónconminombreescritoymeloextendió.—Ten, esto es como agradecimiento, muchas veces nos quejamos de

que no salen los números, pero como últimamente las cosas estánmejorando,queremoscompensaros.SinvuestraayudaGalileanopodríafuncionar.—¿¡Cómo!?—miré el sobre sin podérmelo creer. ¡Ahí dentro había

pasta!—Loquehasoído.Además,estasemanaestásiendounadelasmejores

que recuerdo, así que ¿por qué no? Vamos a darnos una alegría ydisfrutarlotodos—comentóriendo.

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—¡Muchísimas gracias, tía Lily! No sabes qué bien me viene —trasunostímidossaltitoslaabracéylediunbeso.Estabadeseandoabrirloperono loharíahastaquehubiera terminado

miturnoymeencontraraalejadadeallí.La conversación mantenida con mi padre ensombrecía el minuto de

felicidad que estaba teniendo con Lily, así que me esforcé para nosentirmemustiay trabajémásmotivadaquenunca.Fuefácil,noparódeentrargente,lasmesasestuvieronocupadasdurantetodalatarde,einclusocuandounasequedabalibre,entrabaalguienenesemomentoparaocuparsu lugar. Los clientes no me dieron tregua para tomarme siquiera unpequeñodescanso.Contantoajetreolatardesepasóvolandoyporfinllegóelmomento

más esperado. Me monté en el coche dispuesta a telefonear a Mike,habíamos quedado para acudir juntos al cine y ver una película juntos.Despuésdedeliberarloindecibleporfinmehabíadecidido:veríamosunadelasedicionesespecialesdeLaGuerradelasGalaxias.SabíaqueaMikeelcinedeterroreraloquerealmenteleapasionaba,perosiíbamosaverunapelideesas, loscontinuos sobresaltosmeharían sufrirdurantedíasaterradoraspesadillas,asíquelodescarté.Conocíabiensusgustosysabíaquetambiénlegustabanlaspelículasdetirosyporsupuesto,lasdecienciaficción. Como este último era uno de los pocos géneros que compartíaconél,lasopcioneslasteníalimitadas.Antes de poner rumbo a nuestra ansiada cita, necesitaba saber cuánto

dinero contenía el sobre queme había entregado Lily, así que antes dearrancarelmotorlolocalicédentrodelbolsoylosaquécondisimuloporsialguienmeestabaobservando.Locoloquéentrelaspiernasylocontéconimpaciencia.¡Mil!¡Santocielo!Mildólaresredondoshabíanaterrizadoenmibolso

enelmomentooportuno.Nopodíacreerlo,undinerocaídodelcieloenuninstanteasí.CadavezestabamásseguradelaexistenciadeDios.Cogíelmóvilparallamarley,comomeocurríaúltimamentecadavez

quemarcabasunúmero,sentíuncosquilleoquemesubíaporelestómagoyseatascabamolestamenteenelesófago.—HolaMike,acabodesalir.¿Cómoestás?—lepregunté.—Hola, niña. ¿Que cómo estoy? Aquí, esperando tu llamada con el

móvilenlamano—dijoalegremente.Podíasentirsusonrisa.

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—¡Yseráverdad!Bueno,esosignificaqueteencuentrasbien,supongo.—Ydentrodeunratoestarémuchomejor.Nosécómohabíapodidoestartanciega,amenudoMikesolíadecirme

cosaspor el estilo.Hasta ahoramehabía enviadomensajesquepasabandesapercibidos rebotando enmis orejas. En cambio ahora, cada palabraque salía por su boca me hacía recapacitar sobre las deliberadasintencionesqueencerrabatodoloquemedecía.—Paso a buscarte ahora mismo —miré el reloj—, no quiero que

lleguemostarde.Conectéelbluetoothyseguimoshablando.—Yo tampoco. Sé que he ido muchas veces al cine, pero tengo la

sensacióndequehacesiglosdeeso.—Esque,sinorecuerdomal, llevasmucho tiemposinpisarunasala.

¡Tanto entrenamientono te deja tiempo libre!Pero sé que te encanta asíqueesperoquelodisfrutescomosifueralaprimeravez.—Nodudodequeseráasí, loúnicoquememortificaesquetodoese

tiempo no podremos hablar, porque no se puede hablar en el cine¿verdad?—dijobromeando.—Jaja,claroquenosepuede,además,¿paraquéquiereshablar?Nolo

vasanecesitar,yaverás,lopasaremosbien.—Luegotomaremosalgo¿no?—meimploró.—Depende—dijemofándomeunpoquito.—¿Dequédepende?—quisosaber.—Decómoteportes.—Entiendo, te estás haciendo la chulita otra vez. Pues que sepas que

querrásvenirluegoconmigoaesesitioyyaveremossitellevo.—¿Ah,sí?—dijeconuntonillosarcástico.—Afirmativo.—¿Ydóndeeseso,sisepuedesaber?—preguntéinteresada.—Nosepuede.—Entonces,¿cómosabesquequerréirallí?—Loséypunto.Enrealidadmetienesquellevartú.—Muy bien ¿y osas ponerte farruco aun sabiendo que soy yo la

choferesa?Yo tenía pensado otro lugar, pero si prefieres elegirlo tú, tedejo.

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—Vale.Noesperabamenos.—Bueno,tecuelgoquemedistraes.—Notardes¡peronoseteocurracorrer!Aunqueprefieroquelepises

unpocoperosinpasarte¿vale?Venga,dateprisa.—Adiooos—medespedí.Cuandolleguémeesperabaenlapuertadesucasa,estabarecostadoen

unpoyeteconlosbrazoscruzadosdelantedelpecho.Seleveíaradianteyfeliz.Antesdesubirsealcochemetiólacabezaporlaventillaymemostrósubrillantedentadura.—Holaniña.Creíquenollegaríasnunca—dijoantesdeacomodarseen

suasiento.—Losiento,nopodíaquedarantes,haymuchotrabajoenGalileayesta

semanaestamosbajomínimos—meexcusé.—Notepreocupes,lodigoenbroma,heestadoconFredyFernandoy

lohemospasadodecoña,perohaceunpardehorasquesehanidoy teestoyesperandodesdeentonces;yameestabaimpacientando.—¿Leshasdichosiqueríanvenir?—preguntéconnaturalidad.—No—respondiótajanteyconcaradesorpresa.—¡Eh!Ustedperdone,sóloeraunapregunta.—¿Esto no era una cita? —dijo retirando la cabeza para enfocarme

mejor.Penséensurebuscadapreguntaantesderesponder.—Técnicamente sí, pero en una cita caben dos, tres, cuatro ¡y hasta

milesdepersonas!—¡Vayahombre!¡Quécabezatengo!Pueslapróximavezselodigo—

riofingidamentedándoseunapalmadaenlafrente.Lesacudícariñosamentelacabezaymeobservóconternura.Apesarde

noapartar lavistade lacarreterasentíacómomemiraba fijamente.Esomeincomodababastante.—Cris—pronuncióminombreconvoztemblorosa.—¿Sí?—ledijecomosinomehubieradadocuentadequeduranteun

buenratonohabíadesviadosusojosdemirostro.—Nada,miraahíestánloscines.Noquería insistir peromemoría de curiosidad.Mientras giraba para

accederalparkingleinvitéaquesiguieralaconversación.

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—¿Ibasadecirmealgo?—preguntétímidamente.—No,solosifaltabamucho,peroyahemosllegado.Lapelículaempezaríaendiezminutos,porloquenohabíatiempoque

perder. Compramos unas palomitas para compartir y dos bebidas detamañogigante.Corrimosynossentamosenlasbutacasdelaúltimafila.Había sacado intencionadamente dos asientos que no tenían sillonesdelante,asíMikepodríaacomodarseasusanchassinqueseleagarrotasenlaspiernas.Cogíalaspalomitasapuñadossinapartarsusojosdelagranpantalla.

Irradiaba lamisma ilusión que un niño.Dudé si la trama de la películasería acertada para su actual situación, puesto que la idea de concebirplanetasinventados,galaxiasinexistentesylaextrañayconfusamezcladeextraterrestresyhumanoscoexistiendoenel tiempoyelespacio, talvezsería difícil de asimilar para él. Crucé los dedos. En un par de horassaldríadedudas.Mehabíacostadoseleccionarlapelículaqueveríamosytemíanodarenelclavo,perodespuésderecordarlaúltimavezquenossentamosdelantedeunapantallajuntos,medecidí.Enaquellaocasiónnosentretuvimos con Dune, así que me convencí de que esta le gustaríatambién.Lapelículaacabó,encendieronlas lucesylosdosvolvimosalmundo

real.Mikememirabaentusiasmado,fascinadoporloqueacababadever.Unavezlejosdeltumultoquisesaberquélehabíaparecido.—¿Tehagustado?—preguntévacilante.—¿Que si me ha gustado? ¿Acaso a ti no? ¡Ha estado fantástica! Yo

quierounaespadaláserdeesas,hasidolomejor.—Te regalaré un disfraz—le dije en guasa pero él no me escuchó,

seguíaexaltadorecordandocadaescena.—Ylasnavesmehanencantado,seponendeceroamilenunmomento

¡quésensacióndelibertadmásalucinante!—También—leconfirmé—.Amíloquemásmehagustadohasidoel

elemento mágico del campo de energía, La Fuerza —dije mirando alcielo.Élasintióconlacabeza.—Cómome alegro de que hayas disfrutado,Mike. Estoy feliz—dije

espontáneamente.Memirósonriendoymeagarrólasdosmanos.

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—Esto hay que repetirlo muchas veces, pero la cita todavía no haterminado,nosfaltairalsitiodondequeríallevarte.—Querrásdecirdondequieresquetelleve.—Correcto.—¿Dóndevamos?¿Yalopuedesdecirotodavíano?¡Estoyhambrienta!—Espera—me dijo sacando del bolsillo trasero de sus vaqueros un

trozo de papel queme pasó de inmediato. Lo leí, estaba impaciente porsaberdóndequerríaquefuéramos.—Al Burger Gelou, buena elección, espero que tú también tengas

hambreporqueaquísirvenlasmejoreshamburguesasdeSanDiego.—Eso creo, me ha dicho Fred que son pecaminosas, igual que las

ensaladas y los aros de cebolla. Hemos ido muchas veces pero ahoramismonosécuáles.Fuimosalrestaurante.Cuandollegamosseparóenlapuertay,felizante

loquemiraba,melotransmitió.—Conozco este sitio, Cris, lo conozco perfectamente. No había

asociadoelnombre,aunquesabíaquemesonabadealgo.Esotroavance.—¡Esoesgenial!Todovaairsobreruedas—mecolguédesubrazoy

entramosenellocal.Nossentamosenunadelasmesasconbancosquehabíaenelinterior.

Fuerahabíarefrescadoynoquisimosaventurarnos,noteníamosningunaprisaysibajabalatemperaturanoaguantaríamosmucho.Aúnnohabíadesaparecidosucaradefelicidad,parecíaunapersonasin

pasado y, lo que era mejor, sin problemas, únicamente dispuesto adisfrutardelpresente.Encambioamímeveníanalacabezalasmismasdudas de siempre. Intenté, al menos por esa noche, dejar de sentirmeculpable por su accidente y no pensar en el inesperado rechazo quemipadresentíahaciaél.Mike se pidió una hamburguesa y yo opté por una ensalada ligera,

además pedimos patatas y aros para compartir, para mí sería más quesuficienteyesperéqueparaéltambién.—¿HasidohoyalSharp?—lepregunté.Setragóbruscamenteuncuartodehamburguesaymerespondió.—Estamañana—dijomirándomealosojos.—¿Y cómo te ha ido? —quería saber todos los progresos de su

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recuperación.—Hetenidounpocodefisio,perodespuéssehanpasadotodoelrato

haciéndomepreguntas.—¿Sobrequé?—Acercadelascosasquerecuerdo,demifamilia,demipasado…—

gruñó—. Son bastante cotillas los psicólogos del Sharp Memorial —sonrió singanas—.El fisioterapeuta sehadadocuentadeque apenas lenecesito,asíquehemospasadodirectamentealapsicóloga.—Tratandeayudarte.—Es verdad, lo digo en broma, es queme siento cohibido ante tanta

pregunta.—¿Túcohibido?—comentériendo.—Sí,enelfondosoyvergonzosoynomegustacontarmisintimidades

acualquierdesconocido.—Nocreoquehayanprofundizadotanto.—Sí,lohanhecho,créeme,esapsicólogaparecedelaInquisición.Me

miradeunamaneraquemehacesentirfatal.—Noloentiendo.¿Porquétehacenconsultasíntimas?—Porque quieren saber exactamente todo lo que recuerdo y salen a

relucir cuestiones que… en fin, que hasta donde yo creía solo meconcerníanamí.—¿Desdecuándoerestanreservado?—Desdeque tengoque contarmi vida a personasqueno conozcode

nada y, como le ocurriría a cualquiera, me da apuro hablar de ciertascosas.—¿Ycuálessonesascosas?Amímelaspuedescontar.Había terminado lahamburguesa.Cogió laservilletayse limpióunas

migasinvisiblesdelaboca,luegobebióuntragodeaguayacontinuacióncomenzóamirarporlaventana.Dudésimehabíaoído.—Talvezsíytalvezno—mecontestóvolviéndomeamirardenuevo

conlosbrazosapoyadosenlamesaeinclinándosehaciamí.No dije nada. Me asustaba incitarle a contar cosas que me pudieran

sacarloscolores.—Los recuerdos que me vienen a la cabeza son… cómo decirlo,

bastanteimpactantes,yyocreoqueesamujerloquequiereescotillear.Se

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lenotaen lacara,escomocuando teestáncontandounchismorreo,asímemiraella.Esirritante.—Noseastanmalpensado.—Pero tambiénme acuerdo de cosas que impresionanmenos, en ese

casolaentrometidaseñoranoestátaninteresada—lerecriminóalapobremujer.—¡Perocómoeres,Mike!—Teprometoqueesasí.Megustaríaquemañanaestuvieraspresente,

seguro que me entenderías, pero han dejado claro que son sesionespersonales y no puede entrar ningún acompañante, si no te invitaríaencantado.—Puesmequedaréconlasganas,peroloquesímepuedescontarson

esascosasmenosapasionantesdelasqueteacuerdas.—Recuerdo un trabajo que se mezcla en mi cabeza con un precioso

jardín y una casa en la que deseaba vivir con una persona que ya laocupaba.Unlíoqueintentodescifrar,tampocotequieroaburrir.Meacordédesuvaliosaayudaenelproyectoquepresentéenclasede

diseño.Fuevitalparamí,sinsucontribuciónenel trabajonolohubierasacadoadelante.Todoloquemeaportóresultódeterminante,perolomásmaravillosofuelomuchoquenosdivertimos,noslopasamosgenialyalosdosnosdiopenainsertarenlaúltimapáginalapalabraFIN.—Espera,espera,¿quétehacepensarquemeaburres?Meinteresamás

deloqueteimaginas.Cuéntamelodespacioyquizásyotepuedaayudaraesclarecer ese embrollo, seguro que con mis explicaciones consiguesenterarteporfindeloquevaeserecuerdo.Comenzóacontarmemientrasmirabahaciaelinfinito.—Está sentada junto a mí una mujer maravillosa. Me transmite una

alegría que no se puede comparar con nada. Es su aura, la energía quedesprende laquemehacesentirbien,almismotiempo,séque tieneunacaraangelical,supielperfecta,susonrisa,susojos…bueno,aligualquesucaralosojosnolospuedover,peroséqueloscomparoconlapazquesientescuandoteencuentrasenelparaíso.Sinomeequivocosonverdes—enesemomentomemirófijamenteynotécómomesonrojaba,peroélcontinuó como si no se hubiera dado cuenta—. Solo con su presenciaconsiguequeseestremezcan todos losporosdemicuerpo.Escuchosusrisas, sus carcajadas, y siento una tranquilidad que no te sé describir.

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Luegoveootroinstanteenelqueestoyinspirado,cómodoydispuestoadibujar.Entoncescomienzoadarformaaloqueseránuestrohogar,ellatodavíanolosabe,peroesnuestraprimeracasa,unaviviendapequeñayacogedora.Pongomuchoempeñoenqueseadesugustoy,aunqueellanoselotomatanenseriocomoyo,estantiernaquenodoyimportanciaasudespreocupación.Hizounapausaparabeberuntragoyluegocontinuó.—Algunasimágeneshablanporsísolas.Eldibujodeunacamaredonda

en una habitación decorada en rojo y negro hacen que me ruborice.Cuandoladibujábamos,penséencosasmuyobscenasparahacerenellajunto a esa hermosamujer.Creoque a la psicólogano le hagustado laidea ¡tenías que haber visto cómo me examinaba! ¡Parecía que estabamirando a undepravado!Medabanganas de decirle que es lo quepasacuandosepreguntatanto.Meconmovíalescucharleperohicecomosimeestuvieranarrandouna

historiaalaqueyofueracompletamenteajena.—¿En serio que le has contado eso a la psicóloga? —le pregunté

espantada.—Sí.¿Quépasa?Mehapreguntado.—Puesparaseruntímidonotehascortadomucho.—Esqueestabadisfrutandomientraslorecordaba—dijosonriente.—Séloquedices,peronoesnecesarioquelecuentestantosdetalles.—¡No!Losdetalleslosestoyguardandoparamí,peroesahabitación…

—dijo mirando al techo—, en ese cuarto se pueden hacer cosas muydivertidas.—Estoysegura.ContinúaMike,meestásdejandosinpalabras.—Y además se te está poniendo la misma cara de cotilla que a mi

psicóloga—seechóareír.—Ahoralaentiendo,nocreoquetengamuchospacientescomotú.—El que lo entiende soy yo, las mujeres sois demasiado curiosas o,

mejordicho,unascotillasempedernidas.—Yloshombresno—afirmésarcástica.—Notanto.—No vamos a discutir eso ahora, prefiero que sigas contándome esa

historia.

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—Bueno,tengoalegresrecuerdosdetodaslashabitaciones.Imaginabaa esa maravillosa mujer preparando platos de recetas mediterráneas enuna cocina marrón, persiguiendo a un niño en el jardín o viendo latelevisión acurrucada en mi regazo. Cuando me vienen esasreminiscenciasalacabezaexperimentounagrancalma,sinembargo…—Mikesecallódegolpe.—Sinembargo¿qué?—preguntétemerosasinsaberporqué.—Cuandomeacuerdodeesacasaacontinuaciónmeacechaunaimagen

espantosa.Ellamedalaespaldayseva,laveodesaparecerynosoycapazdehacernadaporimpedirlo.Semarchaenuncoche,másbiensesubeenélyahíseacabaelrecuerdo.Necesitorecomponerelpuzle,mehasdichoquetalvezmepodríasdarunaexplicaciónacercadeesto.Puedeshacerloahoramismo y, aunque creas queme pueda resultar doloroso, prefieromilveceslaverdadantesdequemesueltesbonitaspalabrasparasalirdelpaso.—¿Puedohacerloenotromomento?—nomesalíalavozdelcuerpo.—¿Cómodices?—preguntósinpoderlocreer.—Que si te importa quehablemosde estomañana, o undía de estos,

necesitomadurarlo.—Al menos dime algo al respecto. ¿Entiendes lo que te acabo de

contar?Porqueaunqueseamicabezayonomeenterodenada.Sisabesdequéva,si tienesalmenosunavagaideadeloqueteestoycontando,mepareceríaegoístaportupartequenomedijerasniunapalabra.Nosabíacómosalirdel atolladero,pero teníaclaroquenomesentía

capaz de contarle exactamente la verdad. Tenía que pensar antes comoexponérselo.Nopodíasoltarlesinmásquelahabitaciónconlaslucesdeneón era lamía, y que además era yo esa persona de la queme estabahablando.Enesemomentomeresultabademasiadovergonzoso.—Creoqueconozcolahistoria,perointerpretadadediferentemanera.

¿Puedopedirclemencia?Necesitoqueespereshastamañana,yo tambiéntengoquerecomponeralgunascosas,Mike.Nosequedósatisfechoenabsolutopero,enelfondo,creoqueprefería

queyolomaduraseparapoderexplicárselodelamaneramenosdolorosaparaél.—Estábien,aunquemehasengañadovilmente,dejaréquelomaduresy

cuandoteparezcaoportuno,meexpliquescuálesesacasadelaquetehe

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hablado,peroantesdimeunacosa.¿Existe?¿Túlaconoces?—preguntósuplicante.—Síyno—contestéescuetamente.—¿Sepuedesaberquéteocurre?Creíaquequeríasayudarmeynoestás

siendo nada sincera conmigo.Me siento como el típico amigo del quesientencompasión¿meequivoco?—Del todo Mike, te equivocas del todo, me provocas muchos

sentimientosytegarantizoqueningunodeellosescompasión.—Entonces ¿por qué nome quieres ayudar?Necesito respuestas y sé

quetúlastienes,seguroquesimeloexplicarasloentenderíatodo.¿Porqué no lo haces? Tarde o temprano terminaré recordándolo, de hecho,cada vez me acuerdo de más cosas, pero no me vendría mal algo derefuerzoportuparte.—Tienes razón, te contaré algoal respectode la casa.Ayudaste auna

buena amiga a realizar un proyecto que tenía que presentar, ella es unpocotorpeconlosprogramasinformáticosyconeldiseñoengeneral,encambio tú tienesunadestrezafantásticaparadiseñarunaviviendayparadesenvolverte con ese tipo de programas. Tu amiga tenía que decorartodaslasestanciasdeunapequeñaviviendaytebrindasteasocorrerla.Turecuerdo lo tenías completado al ochenta por cien, solo te faltabanpequeñosmatices.Esperoquemiexplicacióntehayaaclaradoalgo.—Asíes.Ahora loentiendo—dijo sinmás—,nose tratadeunacasa

real sino de un proyecto, de ahí mi idea de trabajo. Gracias poraclarármelo,pensabapreguntarlesaFernandooaFredperopensabaquetúseríasmejorayuda.—Esoespero.Trasmiexplicaciónnovolvimosatocareltema,creoquesellevabaa

casaalgunospuntosenlosquedebíarecapacitar.Loscamarerosdelrestauranteestabanrecogiendolasúltimasmesas,la

nuestra era la única que quedaba ocupada, así que pedimos la cuenta ydecidimossalirdeallíparaqueesagentepudieramarcharseacasa.De camino al cocheMike se detuvo yme contó los planes que había

hechoconFredamisespaldas.SehabíanconfabuladoparadecidiralgoaloqueMelyyoéramoscompletamenteajenas.—PorciertoCris,FredyyohemoshabladoyquizáosapetezcaaMely

atipasarunamañanahaciendounarutaenbicicleta.

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—Estaríabien.¿Paracuándo?—Hemospensadoensalirmañana.—PeroMel…—Fred se encargaba de hablar con ella, me ha enviado un mensaje

diciendoqueyahanquedado.—¡Ah! ¡Quésorpresa!Puesentoncesperfecto.¿Dóndevamosa ir?—

meextrañabalamaneraenquelohabíanpreparado.—Terecogeremosencasaalasnueve.¿Esbuenahora?—Sí,estábien.¿YélhaquedadoyaconMel?—preguntédesconcertada.—Esome ha dicho. Esta tarde hemos hablado de ir aMissionTrails,

cargamoslasbicicletasensufurgonetaynoshacemosunaruta.Laideacadavezmeparecíamejor.Lopasaríamosbien,respiraríamos

aire puro y haríamos ejercicio, pero parecía haber algo que no mecuadraba.—SupongoqueFernandovendrátambién—quiseconfirmar.—Nopuede.—Mike,aunqueno losepas,se tedamuymalmentiryahora loestás

haciendo.Memirósorprendido.—¿Porquédiceseso?—Pornada.¿Noleapeteceonoselohabéisdicho?—Claroqueselohemosdichoperonopuede,teloacabodedecir,se

vaaquedarentrenando.—Meestáscontandounademiedo.¿Teniendolaoportunidaddesubirse

conlabici?Nomelotrago.Estavezseechóareír.Habíamosllegadoalcocheytuvoladesfachatez

dezanjarlaconversación.—Vamos,Cris,noinsistas,Fernandonovieneynoledesmásvueltas.—¿Porquémeabreslapuertadelcopiloto?—Semehaolvidadodecírtelo,nomegustaquemelleveunachica.¿Te

importaqueconduzcayo?—¡Claroquemeimporta!Anda,súbeteaquíydéjatedetonterías¿acaso

tehetraídomal?—Enabsoluto,peroyolohagomejor.

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Alfinallecedílasllaveshaciendounaspavientoydejéquecondujerahastasucasa.Levendríabienrecordarelcaminoporelquehabíavenido.—¿Sabrásllegar?—preguntésinestarseguradequeloconseguiría.—Creoquesí,perosivesquemedesvíomelodices.—Muybien,ponteelcinturónynoseteocurrapisarle¿entendido?—Porsupuestoseñorita.Llegamosasucasasin incidencias,condujoconsuavidady llegópor

intuición. Era fantástico, mucho mejor que aprenderse el camino dememoria,asípodríamontarseensucochey llegaracualquier lugarsinpensarenello.Yalehabíaocurridoantescuandoencontróelbalónenlacasetadeljardínosupoexactamenteenquécajónguardabaloscalcetines,peroestomepareciómássignificativo.Nosdespedimosyquedamosparaeldíasiguiente.Lohabíamospasado

realmentebien.—Hastamañana, niña,me ha encantado nuestra cita, quiero tener una

contigo todos los días de mi vida—me dijo poniendo cara de broma,aunqueenelfondolosdossabíamosqueibatotalmenteenserio.—Puesyalosabes,tododependedecómoteportes.—Adióspreciosa—mebesólentaytiernamenteenlamejillayleperdí

devistacuandotraspasólaverjadelaentradadesucasa.

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MISSIONTRAILS

Hoy pasaríamos una mañana distinta. Lo primero que hice fueasomarmeparaversilucíaelsol.Fuemaravillosocomprobarquehacíaelmejordíadelmundoparairsedeexcursión,almenosesomeparecióamí. No habíamos quedado pronto, pero dado que Mission Trails seencontraba a una distancia cercana, ese pequeño detalle no me importódemasiado. Me di un baño relajante y lo alargué lo indecible hastacerciorarme de que mis padres se hubieran marchado. Aguardé hastaescuchardosveceselgolpearde lapuertayentoncesbajéaprepararmeuncafébiencargaditoyalgoparallevarmealaboca.Apesardelacharladeldíaanteriorconpapá,mesentíamásfelizquedecostumbre.Comosiemprequemequedabasola,puselamúsicaatopemientrasiba

deunladoaotrodelacasa.Enunratopasaríanabuscarmeasíqueagarrémitazónysubíamihabitaciónparaacicalarmeunpocoydarlealgodecoloramismejillas.Noera laprimeravezque teníaesasensación,meestabaenamorando

perdidamente de Mike. Él ya se me había declarado, pero por unlamentablemalentendido,yonolehabíaescuchado.Silaintuiciónnomefallaba(algoqueporotrapartesolíaserhabitual)élvolveríaaintentarlo.Estavezestaríamásatentaparanodejarpasarotrabonitaocasión.Agarréloprimeroqueasomabaenelarmarioymecalcémismejores

zapatillas de montaña. Aunque me gustaba verme bien, con Mike y migente no sentía la presión que había tenido con Max. Al final lospensamientos desagradables aparecían siempre en los momentos másinesperados. Cogí el móvil para comprobar si me había enviado algúnmensajepero,por fortuna,nohabía rastrodeél,menosmal;encambioMelsímehabíaescritoalgo.

Hola guapa, prepárate para pasarlo en grande.Mañana nos vemos.Unbeso.Mel.

Eradeldíaanterior.HabíaestadotanabsortadurantemicitaconMikequenisiquieralovi,aunasílecontestéparaquenopensaraquepasabadeella.

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¡Claroquesí!Noolvidescogerlabici.Ja,Ja.Bs.Cris.

Faltaban diez minutos para que me recogieran y todavía tenía quelocalizar labicicletaquenohabíautilizadoeneones.Fuialgarajeyallíestaba, llena de polvo y con las ruedas desinfladas. Busqué algo parasolucionarlo pero fui incapaz de encontrar el hinchador. De pronto, elestridentesonidodelclaxonmeavisabadequeyaestabanallí.—¡Ya voy chicos, unmomento!—asomé la cabeza por la puerta del

garajeyMikesebajabaenesemomentodelcoche.—Holapreciosa.¿Necesitasayuda?—dijocariñosamente.—Creo que sí. ¿No tendrás algo para inflar estas ruedas?—pregunté

preocupada.Mikepusocaradeascoyyocomencéaestornudar.—¡Perosiestállenadepolvo!—exclamóhorrorizado.—No seas tiquismiquis, eso se soluciona rápido—miré alrededor y

localicé un trapo ennegrecido que pasé rápidamente por la bici—. ¿Hasvistoquéfácil?—noleconvencí,seguíaconcaradeasco.—Enelcochellevamosinflador.¿Cuántohacequenomontas?—Nomeacuerdo,perodebehacersiglos—norecordabalaúltimavez

quelohabíahecho.—Pues hoy vas a poder remediarlo. ¿Estás preparada? —preguntó

desafiante.—No, pero no importa, cuando me canse paro y ya os alcanzaré—

intentéparecerconvencida,queríadisimularlapresiónquemecausabaelpoderserunestorbo.—Esonilosueñes—dijorotundo.—¿Porqué?—Porquenotepiensodejarsola—afirmó.—Guay,entoncestefastidiarélaexcursión.Fred volvió a tocar el claxon pero esta vez sin dejar de presionar la

bocina.—¡Que ahora vamos! —gritó esta vez Mike agarrando mi bici y

llevándolaalafurgonetamientrasyocerrabalapuerta.—HolaMel—saludéalsubir—.¿Quétal,Fred?Tengoproblemascon

mi bici, se me estaba oxidando de tenerla olvidada en el garaje—dijepesarosa.

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—Melotemía,poraquílaúnicaquesedignaahaceralgodeejercicioesBritney,a lasdemásparecequeosgustamásvereldeportedesde lasgradas¿no?—dijoocurrente.—Esmáscómodo¿verdadMel?—preguntédivertida.—Sí,perotambiénescansado¿oquéoscreéis?¿Queanimaryaplaudir

norequiereesfuerzo?—aseguróMelriendo.—No os preocupéis que os hemos preparado una buena ruta —dijo

Mikeconelpropósitodeamilanarnos.—Bueno,yaveremos si la acabamosono. ¿Quéopinas,Cris?Sinos

cansamos les esperamos en algún punto —dijo Mel satisfecha por labrillanteideaqueacababadetener—.Habráalgúnbar¿no?—No os hagáis ilusiones —intervino Fred—, hay que hacer el

recorrido hasta el final. ¡Todavía no hemos empezado y ya estáisprotestando!Esunapena,noseospuedellevaraningúnsitio.—Noeseso,esquenoestamosenforma—dijehaciendounamueca—.

Porcierto¿alguiensehaacordadodetraeragua?—Atrás hay bebidas—apuntó Fred, señalando la parte trasera con el

dedo sin apartar la vista de la carretera—, y hemos comprado unossándwichesdecamino,paraquelasseñoritasnosequejen,aunquevistolovisto,deesononosvamosalibrar.MikeyFredestabanentusiasmados,parecíanuevoparaellos,comosi

fueralaprimeravezquefuésemosdeexcursiónjuntos.Hiceunpequeñorepasomental ymevinieron a la cabezaunmontónde imágenes de lasvecesquehabíamos salido juntos.En casi todas se encontrabanBeckyyBritney, también estaba Fernando, siempre nos reuníamos los siete queformábamoselgrupo,salvorarasocasionesenlasquefaltasealguno.Eraextraño que hoy Fernando no se hubiese unido a nosotros, lo delentrenamientoargumentadoporMikenoacabódeconvencerme.—EntoncesFernando¿alfinalnosehaanimadoavenir?—pregunté.Tal vez Fred fuera más franco conmigo. Insistí en el asunto porque

Mikefueparcoensuexplicacióny,ajuzgarporsumirada,parecíaestarmintiendo.Queríasaberporqué.Losdossemirarondereojoponiéndoseserios,estavezfueFredquienseapresuróaresponder.—Quería entrenar, ya sabes, se está preparando para la próxima

temporada.Tampococoló.

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—¿Habéis discutido?—les pregunté. Si ocurría algo entre ellos teníaderechoasaberlo,nomegustabaquehubiesepeleasentrenosotros.Fredmemiróextrañadoatravésdelretrovisor.—Enabsoluto,simplementehoynoviene,Cris.Déjaloestar.Esohice.Parecíatajantealquereracabarconmicuriosidad,igualque

habíahechoMike.—Yahemos llegado—exclamóMelcuandoentrábamosenelparking

—.¡Québien,chicos!Meencantapasearporaquí.—Novamosapasear,vamosamontarenbici—lerecordóFred.—Pueseso,quemeapetecedarunavuelta lejosde lasclasesyde las

tiendasderopa.¿Atino,Cris?—Claro que sí, hacía mucho que no nos alejábamos un poco de la

ciudad—coincidí.—Ayúdame Mike —pidió Fred cachondeándose—, saquemos estas

antiguallasdeaquí.—Oye,oye,sininsultar¿eh?Quelamíaesunabuenabicicleta,solole

faltaunpocodemantenimiento,nadamás—dijecomosimemolestara.—Senota—comentóenguasa.Antesdecomenzarelitinerariohicieronunapuestaapunto,primeroa

la bici de Mel que no presentaba síntomas, y luego a la mía. Cuandoacabaronnosmontamosparacomenzar.—Todo en orden. Vamos, chicas, ya no tenéis excusa—dijo Fred—.

Mike,sinosseparamos¿teacordarásdellugarqueteindiquéayer?¿Porquéíbamosasepararnos?Seestabaponiendointeresante.—Creoquesí—contestó.Parecíancompenetrados,comosileshubiera

cundidolatardedeayeryhubiesenpreparadolaexpediciónaconciencia.Ellosconocíanperfectamenteelcamino,pero llevábamos losmóviles

porsialgunoseperdía.Enunprimermovimientomecostóenderezarelmanillar,necesitéunos

segundoshastaqueloencarrilé,perodespuésdeesoyanosemeresistió.Como siempre quemontaba en bicime sentía entusiasmada y, en pocosminutos,volvíasentir laagradablesensaciónde libertadqueproduceelsimple hecho de pedalear. Llevaba tiempo sin apreciar ese efecto y sindudaeraunabendición.Enelpasadomehabíadesplazadoamuchossitiossubida en aquellas dos ruedas. Sobre ellas, solía dar rienda suelta ami

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imaginación, reflexionandosobrecualquiercosa,disfrutandodelpaisajeotransportándomementalmentealinfinito.Eraunapenahaberrenunciadoa esa especie de terapia tan completa y sustituirla por un vehículomotorizado.En algunos tramos, el polvoriento caminomehacía tragar la arenilla

quesedesprendíadelaruedatraseradeMike.—¿Vasbienonecesitasayuda?—leescuchédecir.Estabatanconcentradaenmispensamientosquenomehabíapercatado

dequenoshabíamosquedadosolos.—Sí, estoy genial, habéis dejado las ruedas perfectas. Se me había

olvidadoloagradablequeeramontarenbici.¿Túestásbien?—Muybien.¿Nolepuedesdarunpocomásdecaña?—merogó.—¿Paraqué?—preguntécontrariada.—Noshemosquedadorezagados,mirapordóndevanFredyMel.Miré a lo alto del camino y vi cómo ambos se alejaban, parecía que

estabanenunacompetición.—¡Pero vamos a ver! ¿A qué hemos venido? ¿A disfrutar o a sufrir?

¿HasvistocómollevaaMel?—dijeseñalandomásalládelhorizonte—.¡Sevaadesmayar!—comentéespantada.—¡Peroquéexageradaeres!Solosiguesuritmo—leexcusó.MeparéparadarmeunrespiroydepasoavisaraFreddequenonos

habíamosapostadonada.Fuiacogerelmóvildelamochila.—Lesvoyallamar—ledijeaMike.—Nidecoña—merespondióhaciendoademándecogérmelo.Giréeltorsoyevitéqueagarraramimochila.Yoibaenserio,peroal

parecer aMike todo leparecíagracioso.Noentendíaporquénoqueríaavisarles, aunquepensándolomejor, talvez sehabíanpuestodeacuerdoen separarnos así. Comenzaba a tener sentido la deliberada ausencia deFernando.Decía en serio que no le llamase; tal vez eso era lo que deseaba,

quedarseasolasconmigopero,sieraasí,¿Fredpretendíacomenzaralgocon Mel? Becky nos dijo que estaba interesado en ella pero en esemomentonolehabíadadodemasiadacredibilidad.QuiseseguireljuegoaMikeasegurandoquelesllamaría.—Quita, que sí les voy a llamar, seguro que se les ha ido el santo al

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cielo.Mike se empezó a partir de risa. Seguía sin soltar la mochila, la

agarrabaconfuerzasindejardereírse.—A ver, Cris. ¿Todavía no lo entiendes? ¡Quieren estar solos! No te

enterasdenada—meincrepósoltandolamochilaydándomeunpequeñogolpeenelhombro.—¿En serio?—pregunté extrañada—.Debe ser cierto que estoy en la

inopia, comosiempre.Yame loexplicaráMelmásdespacio, aunqueyocreíaque…—¿Quécreías?—preguntóconcuriosidad.Mearrepentí ipso factode loqueestabaapuntodedecir.Penséquea

Mellegustabamihermano,oalrevés,peroquizáestuvieraequivocada,otalvezsílehicieragraciaHarryperonotantocomoparateneralgoserioconél.Quélío.—Nada,quenoestabaninteresadoselunoenelotro,peroyasabesque

yonosoydemasiadaperspicaz.—Esome está pareciendo. ¿Continuamos? ¿Has recuperado fuerzas o

necesitasqueteremolque?—añadiósonriendo.—Jaja,muygracioso.Noestoycansada.—¡Tienes la cara congestionada! —dijo acariciándome la barbilla y

burlándosedemí.—Siempremepasa—semeocurriódecir.—Puesentoncessígueme—meordenó.—¿Adónde vamos? —pregunté preocupada—, no estoy segura de si

llegaré,teloadvierto.—¿Vesesepunto?—dijoseñalandoalolejossinprecisar—,puesantes

dellegarallí.—¿Nopuedessermásconcreto?—lerecriminé.—Noseasimpacienteydisfrutadelpaisaje,iremosdespacito.—Vale,pues tiraquetesigo—dijeconganasdellegarcuantoantesa

esesitioindeterminadoypoderparar.Nos colocamos otra vez y reanudamos la marcha. Al ver a Mike

pedaleandoparecíaqueibaligeroydespacio,encambioamímesuponíaun esfuerzo titánico remontar esa pendiente; bueno, para mí era unapendienteaunqueélparecíaquesedesplazabaágilmenteporalgunadelas

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grandes mesetas de África. Debía ponerme las pilas y hacer algo deejercicio, sería la única manera de poder disfrutar de esas agradablessalidas.—¿Faltamucho,Mike?No puedomás—pregunté desperdiciando las

pocasfuerzasquemequedaban.—Estamosmuycerca—dijoparandoensecoyechándose lamanoal

bolsilloparalocalizarelmapa.Luegolosujetóconlabocaycogióunabotella—.Tomaunpocodeagua.Nosabíaqueestabastanbajadeforma,silollegoaimaginar,hubieraelegidootracosa.—Yotampoco—comentésonriendo.—Aunasíestásguapísima,Cris.Memiré con disimulo para encontrar eso que seme había escapado,

pero no lo encontré. Tenía la camiseta empapada de sudor, los pelosalborotados y los mofletes calientes. Este hombre estaba ciego. Comosiempre,meruboricé,peroestabademasiadorojacomoparaquenotaraelcambio.—Noesporpresumir,peroheestadomejorotrasveces.—Losé—dijomirándomedehitoenhito.Intenté disimular la reacción que me hacían sentir sus insinuantes

palabrasyproseguimoslamarcha.Llegamosaunpequeñosenderoque,según las indicaciones de su mapa, iba a parar a una especie de lago.Prontolocomprobaríamos.Hicimosunpardegirosyfuimosapararaunpreciosolugar.Erarealmenteespectacular,perodistababastantedeloqueaparecíaenelplanoqueteníaentresusmanos.—¿Dónde estamos? —le pregunté, convencida de que sabría

perfectamentelaubicación.—Niidea—contestósinlamásmínimapreocupación.—Nomedigasquenoshemosperdido—dijeincrédula.—Creoquesí.—Nofastidies,Mike,nomedigaseso.—Sieslaverdad,nocoincideconelmapa—dijosinperturbarse.—¿PreguntamosaFred?—sabíaquetalvezlemolestaramiinsistencia,

peroenestecasoestabasobradamentejustificada.—Vamos a sentarnos aquí y disfrutar del paisaje ¿no te parece buena

idea? Además, no creo que ellos nos echen de menos, si fuera así ya

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habríanllamado.Mequedéanalizandosurazonamiento.Alomejorestabaenlocierto.—Puedequetengasrazón.Habíamosllegadoaunlugartanaltocomoparaestarlobastantesolos.

Desdeallíarriba,levantélostalonesymiréalrededor,lapanorámicaerabestial, todo lo que se extendía bajo nuestros pies parecía realmentehermoso,peropormásquefijabalavista,noconseguíalocalizaranadieen las inmediaciones. Sin querer, habíamos llegado a un lugar aislado,retirado de las rutas establecidas para los excursionistas. ¿Seríaintencionadoorealmentenoshabíamosperdido?Mikeapoyólasbicicletasjuntoaunaenormerocaynossentamosjusto

alladoparaaprovecharunadelaspocassombrasquepudimosencontrar.Elúnicosonidoqueseescuchabaeraunapequeñacascadaquehabíajuntoanosotros.Élguardabasilencioyyohacíalomismo,sobretodoporqueno se me ocurría nada aparte de recuperar el aliento y reponerme delextenuante esfuerzo que acababa de realizar. Además, me encontraba agustoasí, a su lado, en silencioycontemplandoelpaisajeque teníamosdelante.Últimamentemesentíaalgopatosa,cadacosaqueexpresaba resultaba

ser justo lo contrario de lo que debía decir, por eso medité antes depreguntarle.—¿Sigues recordando cosas nuevas? —carraspeé—. ¿Y a la gente?

¿Consiguesreconocerlaigualqueteocurriócontumadre?Mikecogióunapiedraqueteníaal ladoylalanzóconfuerzahaciael

aguaantesdecontestar.—Lociertoesquesí,voyviendocaras, lamayoríasondemifamilia

cercana, con los que crecí: mi padre, mis abuelos… en general, de laspersonas que formaron parte de mi vida en el pasado, pero los másrecientes, a losqueheconocidoen losúltimosaños,mecuestabastantecentrarlos.Fred,porejemplo,asomaenalgunosrecuerdos,sinembargoaFernandonoloveoporningunaparte.—ConFredhascongeniadomásdesdeelprincipio, le conocistenada

másentrarenlauniversidadytalvezhayastenidomásvivenciasconél,peroFernandoesunomásdenosotrosprácticamentedesdeelprincipio.De nuevo guardó silencio. Sabía que deseaba decir algo pero no le

atosigué,esperéaqueencontraralaformadecomenzar.

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—Eso estoy viendo —continuó diciendo—, descubro cada día apersonasnuevasperoavelocidadacelerada.Contigomeocurrealgomuydistinto, es como si mi subconsciente quisiera mostrarme algo y miconcienciamepusierasobreaviso,meconcentro,pongotodomiempeñoparacomprender loqueyomismopretendomostrarmeperoseproduceun choque, una explosión de ideas que me impiden entenderlo. En esemomentomivoluntadmeempujaapensarencosasdistintas,asalirdeesapelícula,comosiquisieraemborronarlasimágenesqueestánescondidasenmimemoria.Tengovisionesextrañasperotodoesmuyconfuso.—¿Comocuáles?—aunqueenel fondotemíaescucharuncomentario

doloroso,mepodíalacuriosidad.—Tengounaemociónintensa,unasensaciónquemecausaunprofundo

sufrimiento, desconozco si es real o fruto de mis alucinaciones—dijocompungido.—Seguroqueesreal,lossentimientosnoengañanjamás,sepuedeestar

equivocadopero loquesentimoses incontrolable.¿Cuálesesaemociónqueteembarga?Alomejorlahasmagnificado,aunquesiatiteproducetantaangustiaseguroquehasidoreal—ledijemuyamipesar.—Me veo en el jardín de mi casa. Somos unos cuantos, no sabría

precisar.Loestamospasandoengrande,hayunagrancomilonaenlaquereímosyparecemosfelices,despuésnoslanzamosalapiscina.Noestátangélidacomosuponíaperocomonoesveranoydenochetodoparecemásfrío,nossalimosrápido.Luegoveocómoesosamigossevanmarchando.Había recordado el día de la barbacoa. En algún momento tenía que

ocurrir.—Estoynervioso, tremendamenteexcitado,alprincipionoentiendola

razónpor laquemeencuentroasí,yaqueunavezque la fiestaseacabadebería estar tranquilo pero es justo lo contrario. Pronto entiendo elporqué.Sehanidotodosyhallegadoelmomentoqueestabatemiendoydeseandoa lavez.Por finestamosellayyosolos.Elcorazónme lateamilporhoray loquehabíapreparado, todoloquequeríadecirlesemeolvida momentáneamente. Intento reunir de nuevo las palabras, laparrafadaquehabíaplanificado,peromeaturdoynoaciertoacontrolarlasituación.Eseeraeldía, lohabíaplaneadoconcienzudamentey,comopornadadelmundoqueríadejarlopasar,actúojustoalcontrariodeloquehabíadispuesto.Metolapatahastaelfondo.Séquelahecagadoynoveo

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la forma de dar marchar atrás. Era un momento trascendental para mí.Tenía que haberlomedidomejor, debería haber actuado de otra forma,seguroquedecualquierotramaneraelresultadohubiesesidodiferente,almenosnotanhumillanteydesgarrador.Tragósalivaytiróotrapiedraconfuerza,peroestavezhacialaroca.

Luegocontinuó.—Lasituaciónsevuelvegris, laoscuridadmenublacompletamentey

presientoqueelmundosemecaeencima.Lapersonaconlaquedeseabapasarel restodemividamehadichoun rotundoNO.La respuestamáslapidariaquemepodíadecir.Esoreduceanadalasposibilidadesqueteníade salir con ella. Es cierto que no estaba seguro de cuáles eran sussentimientos haciamí, pero enmi cabeza no cabía un desenlace así. Laquímicaquecreíapercibirerafrutodeuntremendoerror.Tiróotrapiedraalacascada,cadavezlohacíaconmásfuerza.—Luego todoesborroso.Elvientogolpeamicarae intentosentirme

aliviado, pero no lo consigo. Lo pruebo con más vehemencia pero nodesaparece;aunqueelairecadavezmegolpeaconmásfuerzaladesazónsehacecadavezmáspenetrante.Quierodesaparecerdeallí,marcharmelejos, pensar, recapacitar sobre lo que me ha ocurrido, analizar miserrores, entonces, en ese preciso instante, desaparece bruscamente latorturaquemedominabaysientoungranvacío.Estoyliberado,recuperola serenidad y me encuentro en un dulce y largo sueño. El resto ya loconoces.Mike seguía lanzando piedras al agua. Su confidencia me había

conmovido. Estaba dispuesta a explicarle lo ocurrido, pero lo habíadescubiertoél,ynoprecisamentegraciasamiayuda.—¿Puedesversucara?—preguntéconsternada.Élmemiróconpenayternuraalmismotiempoantesderesponder.No

parecíaabatido,sumiradareflejabalasganasdeempezardenuevo.—No hace falta ¿y sabes qué? He descubierto que a veces no es

necesarioanalizarunarespuestaterminante,esmejorconsiderarlosactosqueunapersonapuedatenerhaciati.Cómosecomportaycómotetrata.Versitecompenetras.Eslamejormaneradesabersitequieredeverdadono.Unaúnicarespuestanopuedecondicionarsusvidas, ladeningunode los dos. ¿Y si ella también piensa que se equivocó? ¿No crees quemereceríatambiénotraoportunidad?

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¿Meestabadejandolapuertaabiertadenuevo?¿Pensabaintentarlootravez?Ylomásimportante,¿erayolapersonaqueestabapensando?—Yonolopodríadescribirmejor,Mike,creoquetienesrazón—dije

aliviada.—¿Ves?Sabíaqueestaríasdeacuerdoconmigo.Laspercepciones,eso

quevamásalládelossentidos,noengañanjamás.Esalgoquesabemosporque el otro nos lo está diciendo, no con palabras, pero sí de unamanerasutil.—Te has vuelto más profundo, Mike, estás cambiado—dije en tono

relajado,aunquelociertoeraqueavecesamímeocurríatambién,teníalasensacióndepoderescucharsuspensamientos.—Desdequedespertétengootraformadeverlavida.Mástranquilay

conmásclaridad.Algobuenodebíatenertodoesto¿noteparece?—Desdeluegoquesí—dijefeliz.—¡Holachicos!¿Porquéestáistanescondidos?¡Noosencontrábamos!

—gritóMelcontentadehabernoslocalizadoporfin.—LossándwicheslosllevastúMike,sino,nooshabríamosbuscado—

sejustificóFred.—Ahora os pensábamos llamar—soltóMike mirándome de reojo y

supongoquerecordandomiinsistenciaenelasunto.Lancé una ojeada a Fred y vi cómo los dos amigos cruzaban sus

miradasfelicitándoseporalgúnsecretooculto.Parecíancompinchados.MelyFred,queaúnseencontrabandepie,sesentaronsobrelahierba

también.Ambos cuchichearon algoydespués comenzaron a reírse, actoseguido juntaron la frente mientras nosotros les mirábamosdesconcertados.Mikeseechóamiladorecostandolacabezaenlapraderaymordiendoeltallodeunaflorecillaqueacababadearrancar.Estabaensilencio disfrutando del momentomientras nuestros amigos semirabanacaramelados.—¿Qué tal vuestra expedición? ¿Habéis visto muchas cosas? —

preguntóMel.Ellaparecíaestarenmejorformaqueyo.—Sí, ademásde la rueda traserade labici deMikeyohepodidover

algunascosas,comoavosotrosalejarosatodapastilla,porejemplo.—¡Pero si íbamos pisando huevos! —me reprochó Fred—. ¿Y

vosotros?¿Quétalelritmo?¿Hasaguantadobien,Cris?

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Mike se incorporó y me miró atentamente. Yo en realidad habíadisfrutado,peronoprecisamenteporelrecorrido.Lasfuerzasmehabíanjugadounamala pasada, pero la compañía deMikehabía estadogenial.Soloporesohabíamerecidolapena.—Bueno,aúnnomehepuestoenformaperoprontoloharé,yaveréis

entonces,ospiensodejaratrás.Noqueríaolvidarmedeaveriguarsien laurbanizacióndeFredhabía

algúnapartamentolibre.—Por cierto, Fred, no sabrás si donde vives hay algún piso que se

alquile¿verdad?Lostresmemiraronsorprendidos.Mikeelprimero.—¿Piensas mudarte? ¿También a ti te ha llegado el momento de

independizarte? Esa sí que es buena. ¿Cuándo lo has decidido?—quisosaber.—Llevotiempodándolevueltasyayerlodecidí.Mehaceilusiónycreo

quemehallegadolahora.Meestoyhaciendomayorynotengopacienciapara aguantar algunas normas —no les iba a contar la penosaconversaciónquehabíamantenidoconmipadre,claro.—Yotambiénlohepensadoynoacabodedecidirme,peroahoraquetú

lovasahacer,creoquemeanimaré—comentóMel.Mikenosseguíaconlamiradaescuchandoatentamente.—¿Ysinosvamosavivirtodosjuntos?—preguntódivertido.—Creoqueno,Mike—contestóMel.—Simehaceslacoladateaceptoenmicasa—dijoFred.—Estupendo, porque eso encabeza mi lista de deseos. ¿Cuándo me

traslado?—comentóMikeesbozandounasonrisa.Después me observó con curiosidad, había algo en su rostro que

desprendíapureza, laprincipalcualidadpor laquemehabíaenamoradodeél.—¿Esporalgomás?Suelesdardemasiadasvueltasalascosasantesde

decidirte,yquedigasderepenteunacosaasínoespropiodeti.—Ya os he dicho que llevo tiempo pensándolo—comenté sin querer

aclararlodeltodo—,además¿túquésabessidoyvueltasalascosas?—Hoy estoy inspirado —dijo mirándome con recelo pero sin decir

nadamás.

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PILLADAMISTERIOSA

Extendí los brazos para librarme del entumecimiento, doblé los piescomo las bailarinas con el propósito de estirar las piernas y levanté elvientrepara liberarmede lapesadacargaquepesabasobremis riñones.Bostecé y luché contra la pereza que me impedía levantarme. Si norecordaba mal, la última vez que tuve tal rigidez fue diez años atrás,cuandomamá nos envió aHarry y amí al campamento de veranoFullSportsquehabíaenPoway.Juréquejamásvolveríaahacerdeporte,oalmenosnoloharíadeunamaneratandrástica,perohabíavueltoaocurrir,yestavezeraaMikeaquiendebíaculpar.Mislentosmovimientosnoseguíanamimente.Melevantéeintroduje

unpieenunadelaspatasdelpijama,peromevolvíasentar.Terminédeponérmelosobre lacamaymerecostéotravez.Cerré losojose intentédormirdenuevoperorecordéquehabíaquedadoconMel,teníamospordelanteunintensodíaparacomprarunmontóndecosas,todoloquenospudiéramos permitir con nuestra limitada economía. También nosacompañaríasuhermanapequeñaJulia.Queríaquedarmeenlacamaydormirunratomáspero,silohacía,era

fácilquellegasetarde.HabíamosquedadoeneltallerdeLiam,dondeyodejaríamicocheparahacerleunarevisióncompletaydeahínosiríamoslastresjuntasalcentrocomercial.Estabahambrienta.Elejerciciofísicomedabaunapetitovoraz,asíque

bajéaprepararmeunpotentedesayuno.Suertequemispadres sehabíanmarchado.Desdelapolémicacharlaquehabíamosmantenidonocoincidíaconellos.Yohabíahecho loposibleporque fueraasí, e intuíaqueellostambiénestabancontribuyendo.Alostresnosvendríabienponerairedepormedio.Enlaneverahabíaunaapetecibletartademanzanapreparadapormamá.

Era la de las celebraciones, solía hacerla enmi cumpleaños y en el depapá.AHarrylegustabaladechocolate.Queyosupiera,enabrilnohabíanacidonadie.Talvezhabríadiscutidoconmipadreyerasuformadesolucionarlo,o

quizáunapunzadadearrepentimiento lepicabaensu interior.Megiréy

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miréalaisleta,sobreellahabíadejadounanotadondesejustificaba.

Hola cielo. Ayer me sobraba un rato e hice vuestra tarta favorita.Empiezasinnosotros.Tequiero.

Lleguéaltallerdereparaciónymerecibiósupadre.Liamestabadentrodelapeceraysalióenesemomento.—HolaCristina.—Buenosdías,Liam.¿Quétal?—saludé.—MecomentóHarryquelotraeríashoy—dijobesándomemientrasse

frotabalasmanosconunatoallaymirabaacontinuaciónlosbajosdemicoche.—¿Te dará tiempo a terminarlo esta mañana?Me gustaría recogerlo

despuésdeiralcentrocomercial—lesupliqué.—Creoquesí,soloquieresquelehagaunapuestaapunto¿noesasí?—Esoes.—Puesvete tranquilaqueahoramepongoconél.Estará listo cuando

vuelvas—asegurósonriente.Desdeelcoche,MelysuhermanaJuliasaludabanconlamanoaLiamy

depasomeavisabandiscretamentedequeyaestabanaquí.”Piiii”“piiii”“piiii”“piiii”“piiii”,“PIIIIPIIII”.—Ahílastienes—comentóriendo.—Gracias,Liam.Luegonosvemos.Mel,Juliayyonosdirigimosalcentrocomercialdispuestasaarrasar.

Teníamosvariashoraspordelanteparadesmantelartodaslastiendasquesepusieranatiro.Melnonecesitabaesforzarseparaestarfavorecida,encambioamíme resultabacomplicadoquealgomesentarabien,aunqueporsuerte,condoscompañerastanpelotascomoellasconseguiríavermemásguapaquenunca.Estábamos pasando una divertidamañana de compras,me sentía feliz

porlacompañíademibuenaamigaMelydesuhermana,conlaquehabíacoincidido pocas veces pero las suficientes para comprobar loencantadora que era. Tenía dieciocho años y un gran parecido con suhermanamayor.Sabíaquesellevabanbastantebien,perodesconocíahastaquépuntollegabasuconfianza,asíquemereprimílasganasqueteníadepreguntarleporFred.FueMellaquesacóeltema.—Bueno,¿ayerquétal?—mepreguntó.

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Nosmiramosconcaradeguasa.—Esodigoyo.¿Porquételoteníastancalladito?—LomismoquetehapasadoaticonMikemeocurreconFred.Estoy

colada,Cris,me tiene loca, pero ha sido en los últimosmeses, antes nisiquieralopodíaimaginar.—Hacéisunaparejaestupenda—sonreíalimaginarmealosdosjuntos.—¿Yatiquéteparece?—preguntéaJulia.—¡Esguapísimo!MeencantaparaMel.Siempreselohedicho.—SoloquedaemparejaraFernando.¿Cómoloves,Julia?¿Tegusta?HizoungestodedesagradoyMelsalióensudefensa.—¡Dejaamihermanatranquila!—Lodecíaporsihabíaqueintercederahoraqueestamosenracha.Estaba siendo una mañana de lo más productiva. Después de un

agotador recorrido por cientos de tiendas en elWestfieldHorton Plaza,nosdispusimosahacerunaltoenelcaminoparatomaralgo.Unamañanade compras podía ser extenuante. A esas alturas, mis agujetas estabandesapareciendo,loadvertíporqueapenassentíalaspiernas.Resultaba irónico, pero estábamos saturadas de tanto comprar y

dudamos si alejarnos de la multitud. Nos encontrábamos en la plazacentraldelrecintodecidiendoquéhacercuandolevi.Dylan,elperritofalderodeMax,hablabacondostiposalaentradade

uno de los callejones. De no conocerle pasaría desapercibido, pero mellamólaatenciónporqueestabamuynervioso,teníaprisaporesfumarsedeallí.Losdosindividuosconlosquehablabaavanzabandospasosporcadaunoqueélreculabahaciaatrás,retrocedíadispuestoasalircorriendosi finalmente se encontraba en un aprieto; como diría la intuitiva Mel,huyendo en el lenguaje no verbal. Miraba excitado a un lado y a otromientrassusacompañantesparecíanexigirinformación.Trasdoseternosminutos,laexpresióndelostresconfirmabaqueyasehabíantransmitidolo acordado y entonces le entregaron una voluminosa mochila que lecostóllevarsealoshombros.Debíapesarunquintal.Los dos desconocidos parecían italianos, pero no del tipo deMax, ni

siquiera se parecían a Dylan, eran más agitanados, con aspecto demaleantes. Les observaba buscando un calificativo que les identificaramejorcuandosinquerermecrucéconsumirada.Meimpactósucaradepreocupación,dudóunamilésimade segundo,peroerademasiado tarde

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para esconderse demí o hacerse el disimulado, así queme saludó. SusanónimosacompañantesmemiraroncomosituvierandelantelaestampadeLucifer, pero lo realmente aterrador eran esos ojos asesinos con losqueme amenazaban.Me detuve un solo instante para levantar el brazo,saludéaDylanycontinuélamarchaanimandoaJuliayaMelparaquenose quedasen paradas. Me concentré para recordar sus rostros, paraprecisar si esos dosmal encarados formaban parte de aquel restringidocírculo que conocí en casa deMax, pero nime sonaban ni parecía queellosmehubieranreconocido.Lleguéalaconclusióndequepertenecíanaalgún clan rival y que el desleal Dylan hacía negocios deshonestosocultándoseloasupeligrosojefe.—¿De qué les conoces?—preguntóMel—. Tienen pinta de asesinos,

danmalaespina,tienencaradenoserbuenaspersonas—hizohincapiéensusúltimaspalabrasyfruncióelceño.—SonamigosdeMax.Almenosunodeellos.Ellamemiró censurando por completomis recientes amistades y yo

aproveché para desviar la conversación y animarlas a tomar algo allímismo; un granizado en la heladería que había en el centro de la plazaestaríabien.LasemanadeprimaveraavanzabaimparableymitrabajoenGalileano

mehabíapermitidodisfrutarplenamentedeunasvacacionesdeverdad,asíqueestabadispuestaaqueunasalidadistendidacomoaquellameanimaseeldía.Alacabarlosrefrescosrecogimosnuestrasbolsas.Aunqueseagradecía

descansarlaspiernas,habíallegadolahoradelargarnosdeallí,eratardey Mel tenía que acercarme al taller para recoger mi coche y luegomarcharseasucasa.EnesemomentoDylanasomólacabeza.—Creíqueyanoteencontraríaaquí—dijoapurado.—Yanosíbamos—comentésorprendidaaltiempoquemeincorporaba

—.¿Quétal,Dylan?¿ConocesaMel?Ellalemirabaconreproche.—Sí, la recuerdo, del día del partido. Hola Mel —saludó. Luego se

volvióasuhermana.—YellaesJulia,suhermana—teníaquepresentarles.—Encantado—dijoél.—Lomismodigo—comentóJulia.

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Estabaimpaciente,parecíaqueteníaalgúnproblema.—¿Teocurrealgo?—lepregunté.Nomegustósumirada.—Enrealidadsí.Esque…verás,nosécómodecírtelo,estamañanale

hedicho aMaxque teníaque ir almédicoparahacermeuna revisiónyluegomeheencontradoconunosamigos.Aélnolecaenmuybien,túyame entiendes —lo cierto era que no entendía nada—, y por nada delmundo querría que se enterase —guardó silencio, esperando ver mireacción—.Porfavor,noledigasquemehasvisto.¿Loharáspormí?Max se encontraba de viaje y, por supuesto, no seme había ocurrido

comentarle nada, pero con esa forzada visita el encuentro con los dostipos del callejón me olía mal. No me hacía ninguna gracia aquellapetición.—De acuerdoDylan, no lo haré—dije bajando la cabeza enfadada y

asiendomisbolsas—.Debemosirnos,¿teimporta?—preguntémirándoledenuevo.Meimpedíaelpaso.Seretiróynosdejópasar.—Porfavor.Nosfuimoslastresdeallídejándoledepieconcaradepreocupación.

Mel sepasó todoel caminoavisándomedequedejasedeverles.«No tetraeránnadabueno»repetíainsistentemente.Por la tarde, comohabía hecho durante toda la semana, tuve que ir a

Galilea a arrimar el hombro, la clientela se habíamultiplicado pormilrebasandoporcompletonuestrasmásaltasexpectativas.SillegaaserportíaLily,hubierapasadoporaltolagrataimagenque

ofrecíanelhombredelascamisasderayasysumaduraacompañante.—Anda, llévales la cuenta a los dos tortolitos —comentó Lily

desviando sutilmente los ojos hacia el rincón con un movimiento casiimperceptible.Detuve lamirada en la tarta de queso con arándanos y en la refinada

tazareservadaalasinfusionesespeciales.—¡Ahísiguen!—leexclaméamitía.—Chss—musitó—,cuidado,novayanaoírte.Justo cuando acababa mi turno aparecieron Liam y Harry; se estaba

convirtiendo en algo habitual verles aparecer por allí y mis tíos sealegrabansiemprequeveíanunacaraconocida,másaúntratándosedesu

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sobrino.—Creía que ya no te encontraríamos aquí—dijo Harry, que llegaba

presuroso.—Porlospelos,estabaapuntodeirme—meestabaquitandoeldelantal

cuandolesviaparecer.—Holadenuevo,Cris.¿Quétaltucoche?—preguntóLiamsatisfecho

conlarevisión.—Vacomolaseda,yasabesquecuandolodejoentusmanos…Él se rio complacido. Le gustaba que le recordasen lo bien que

trabajabaneneltallerfamiliar.—¿Te quedarás un rato?—preguntómi hermano—, tenemos algunos

chismes para contar—dijo frotándose lasmanos—, lasmurmuracionescorren como la pólvorapor elTotem.O la gente tiene una imaginacióndesbordanteotuamiguitoMaxeslabomba.—Qué miedo me das —dije excitada—, no quería marcharme muy

tardeperocreoquemevoyaretrasar.—¿Yquéprisatienes?—preguntóincrédulo.Estabadeseando llegar a casa, subir amihabitacióny llamar aMike,

peroencontrademispensamientosledijeotracosa.—Estoycansada,Harry,yqueríadescansar.—Soloestaremosunrato—dijosuplicante.—Deacuerdo,enesecasomequedoconvosotros,perodiezminutos,

niunomás.Me senté con los dos en la terraza, la temperatura rozaba los veinte

grados y el cielo teñidode azul añil estabadespejado, apenas unpar denubesdabanvidaalfirmamento.Galileapodíaserunlugaragradableparasentarseytomaruntentempié.—¿Quéhabéisoído?—preguntéexpectante.—¿SabescómollamanalabandadeMax?—preguntóHarry.Liam permanecía escuchando, conocía la respuesta igual que él, pero

disfrutaba de su temple tanto o más que mi hermanito. Los dos lemirábamos impacientes. Tardaba tanto en contestar que me poníanerviosa,sesentíaelcentrodeatenciónyesolecomplacíamásqueotracosaenelmundo.—¿Cómo les llaman? ¡Jolín Harry, suéltalo ya! Mira que te gusta

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escucharte—dijeacalorada—.¿NoeranlosYakota?—Sí,peroselesconocefamiliarmentecomoelclanD’Angelo,porsi

teníamos alguna duda de quién era elmandamás y, según parece, ahoratienen serias disputas con uno de los clanes rivales que operan en laciudad.Cadavezteníamenosdudasalrespecto.—¿Quérivales?—pregunté.Esperabaquelesdescribiera.—Unoscompetidoresquesehanhechofuertesenmuypocotiempoy

según nos han contado unos colegas del gimnasio con los que tienenbastante contacto, son devastadores, han llegado para quedarse y noquierencompartirelterritorio.—¿Peroquéterritorio?¿SanDiego?—Si solo fuera San Diego… abarcan mucho, Cris, son dueños y

señoresdelossuburbiosdemediopaís.—¿Yesaotrabanda?¿Dedóndehasalido?—indaguérecordandoalos

otrosindividuosdelmonovolumennegro.—Lodesconozco,perocreoqueactúansinpiedad,no tienen lamano

izquierda que caracteriza al grupo deMax. Al parecer, hasta ahora losD’Angelo habían sido el clan con mejor reputación de toda Filadelfia,tambiéndeSanDiego,suscódigosdeconductasonsagradosparaellos,sin embargo, estos nuevos adversarios son anárquicos, violentos ydifícilesdeaplacar.MaxsehaidoaFiladelfiaparaestudiarcómoatajarelasunto,tienenintencióndefrenarlessinmiramientos.Yasabesaloquemerefiero.MevinoalamentelaimagendeDylanporlamañanaylospersonajes

queleacompañaban.—Pues no ¿qué quieres decir? ¿Se los quieren cargar? —pregunté

angustiada.—Segúnlashabladurías«haránloquetenganquehacer»,cadaunoque

interprete lo que quiera, pero me temo que si es necesario sacrificarcabezasseguroqueloharán.Nosuelensertancruelesydespiadados,perosisevenenunasituacióncomprometidanohaydudadequeactuarán—intervinoLiam.—No os lo vais a creer, pero hoy en el centro comercial he visto a

Dylan junto ados tipos conmuymalapinta.Alprincipiono lehedadoimportancia,peroal fijarmemejor,mehanparecidopocoamistosos, le

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hablabandesafiantes,élparecíaintimidado,peroteniendoencuentacómoesderetraído,nohesabidoquépensar.—¿Quéhacían?—preguntóHarry.—Hablabancomosiestuvieran tramandoalgomalo,ydespués lehan

dadounapesadamochilaquelehacostadocolgarsealaespalda.—¿Yquécreesquellevaba?—preguntóHarry.—Seguroqueeradinero,lehansobornado—seadelantóLiam.—Túcomosiempretanpeliculero,Liam—dijomihermano.—Yo también he pensado lo mismo—comenté con timidez—. ¿Qué

explicaciónlepuedodarsino?—Podíanseramigos—decidióHarry.—Nolesviste,dehaberlohechonopensaríasasí.Además,luegoDylan

ha venido donde estábamos nosotras yme ha pedido que no le dijera aMaxquenoshabíamosvisto.AhoraLiamseanimóacontinuar.—Ese clan ya puede tener cuidado, los D’Angelo son demasiado

poderosos y no deberían subestimarles. Además, su buena relación conotrasbandaslesfortalecetodavíamás.Notienenniideadeconquiénselaestánjugando.—Damiedooíros—dijealarmada.—Yelsoldadotambiéndebeandarseconojo—continuóLiam.—¿Quésoldado?—preguntédesconcertada.—Dylan.—¿Porquélellamassoldado?—Así le llaman en el Totem, no es jefe, pertenece a una categoría

inferior,eselsoldadoencargadodecubrirlelasespaldasaMax.—Puesmenudaprotección,medanganasdeadvertirle.Lehadadosu

confianzaymiracómoseladevuelve—pensabaenalto,noanalicébienlo que acababa de decir, pero antes de continuar Liam saltó como unresorte.—¡Ni se te ocurra abrir la boca, Cristina! No te metas, si lo haces

puedessalirmalparada.—Notepreocupes,Liam,nolohará—mihermanomeconocíabien.—Esoesperoporquesepuedemeterenunlíodeaúpa.—¿SabesalgodeMax?—interrumpióHarryquitándole importanciaa

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miúltimaocurrencia.—SigueenFiladelfia—leconfirmé.No dije lo grosera que estuve con él enviándole aquel mensaje por

miedoaquemeadvirtierandeunaposiblevenganza.—Ya,pero¿sabescuándovolverá?—interrogóHarryotravez.—Noloséconexactitud—contesté.—¿Notelohadicho?—insistió.—Bueno, me dijo que había llegado a Filadelfia y poco más, unos

simplesmensajesdetexto.Como siempre que hablábamos de él mi hermano me miraba

desconfiado, se notaba claramente que le escondía algo, pero comoimaginabaquenoqueríatenerunarelaciónconMax,supongoquenoloviorelevante.—Puesseguroqueallíseestácociendoalgogordo,serumoreaqueha

ido a reunirse con la comisión. Los líderes supremos o algo así —puntualizó.Yyomientrastantotocándolelasnarices,lehabíamostradounrechazo

desconsiderado y supliqué a Dios en silencio para que Max no me lotuviera en cuenta.Tenía emociones contradictorias pero intentaba lucharcontra esa parte de mí adicta a lo prohibido, a la inevitable atracciónmagnéticaquemedirigíasinremedioacualquiercircunstanciaderiesgo.—En cualquier caso avísame cuando te enteres de algo, si vuelveme

das un toque ¿vale? —dijo Harry—. Me gustaría saber exactamentecuándo estará de vuelta en San Diego, porque a veces se pasa semanasenterassinaparecerporelgimnasio.Quieroestaralcorrientedesusidasy venidas, porque seguro que va a estar al acecho, está obsesionadocontigo.—De acuerdo, te informo con lo que sea —comenté sujetando los

reposabrazosconambasmanos.Teníaintencióndelevantarmeya.—¿Yatevas?—preguntóLiam.—Sí,llevomuchashorasaquíynecesitocambiardeaires.—¿Teaburrimos?—preguntóHarrysarcástico.—No sabes cuánto… —exclamé poniendo cara de sufrimiento y

levantándomedeunsoloimpulso—.Hastaluegochicos,memarcho.Todoloquemehabíasucedidoenlasúltimassemanaseraunsinvivir,

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necesitaba desconectar. Me subí al coche, bajé las dos ventanillas parasentirelvientoacariciandomicaraypuseelcontacto.Antesdearrancarencendílamúsicaygirélaruedadelvolumenhastaquealcanzósutope.SonabaenesemomentounclásicodeEagles:

There were voices down the corridor, I thought I heard them say.Welcome to the hotel California, such a lovely place, such a lovelyplace…

Pisé el acelerador mientras seguía escuchando la música, conducircantando me permitía distanciarme del mundo, me transportaba a unaórbita distinta y encontraba relax, el cual cesó en el instante en el quealcancélapuertadecasa,quefueenseguida.Fuera estaba aparcado el coche demimadre, papá no habría llegado

aún.Todavíanomehabíanvueltolasganasdehablarconellos,almenosconmipadre,peroenalgúnmomentotendríaquehacerlo.Conlasllavesenlamanovaciléantesdegirarelpicaporte,afinéeloídoparadeterminarexactamentelaubicacióndemamá.Seescuchabalatelevisiónylaluzdelacocinaestabaencendida.Entrécomositalcosa.Antesdeabrirlabocaellamesaludó,lohacíacuandomeesperabaansiosa.—Buenasnoches,cielo.—Hola mamá —contesté sin detenerme, pero ella se asomó para

cortarmeelpaso.—Teestabaesperando.¿VienesdeGalilea?—preguntóparainiciaruna

conversación.—Sí—contestéescuetamente.—DiceLilyqueestáisatope.—Yquelodiga,estáentrandomásgentequenunca.—Oye, cielo, no estarás enfadada conmigo ¿verdad? —preguntó

preocupada.En ciertomodo la estaba haciendo responsable de unamala decisión

que había tomadomi padre, que bajomi punto de vista actuó conmuypocainteligencia.Sehabíaarriesgadomuchoy,comovolvieraatensarlacuerda,eraprevisiblequelerebotaseenlacara.Pormuchomenoshabíavistoafamiliasdejarsedehablarduranteañosy,conociendomioriginalcarácter,deberíaandarseconojo.Noleibaatolerarotrasalidadetono.—Nomamá,contigono,estoymuycabreadaconpapá,noes justo lo

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queme dijo—seme habían puesto los ojos vidriosos y las palabras seatascaronjustoalllegaralagarganta,perohaciendounenormeesfuerzoconseguícontinuar—,además—tosíparaganartiempo—,élsiemprehadefendidotodasesaslibertades.¿Eranunafarsa?¿Estabarepresentandounpapel? Porque si es así se ha equivocado de profesión, hubiese sido unexcelenteactor.—No seas dura con él, siempre ha sido muy tolerante en sus

convicciones,loqueocurreesquecuandotetocaenprimerapersonaveslasituacióndesdeotraperspectiva.Derepentehavistoque tepodíasverenunasituacióncomprometida,oveteasaberquéselehapasadoporlacabeza.—Peromamá¿sabes enqué siglo estamos? ¿Noshemosvuelto todos

locos? Solo te voy a decir una cosa, no estoy enfadada contigo y noquiero volver a tocar este tema nuncamás, ni contigo ni con papá ¿deacuerdo?Selotransmites.—Vale,hija,ledirélodifícilqueteresultahablardeelloyesperoque

locomprenda.—Por cierto, estoy buscando piso —dije cuando había alcanzado el

cuartoescalóncaminodemidormitorio.Entré en mi habitación y estallé en llanto. La furia contenida había

afloradodandopasoaunarabiaaúnmayor.Teníatalcongojaquenomesentíacapazde llamaraMikeyhablarconélsinquesepercatarademiestado emocional, así que antes de hacerlo dejé pasar un tiempo paracalmarmeyencendíelordenador.Teníavariose-mails,todosdeBritneyyde Becky, quince megas en total. ¡La Virgen! Fotos en la playa, en lapiscina, en unas ruinas, Santorini, Rhodas, Mykonos. ¡Qué barbaridad!¡Menudoviajemáschulo!Siloquepretendíaneradarmeenvidia,objetivocumplidoconcreces.Elúltimoe-mailnoteníafotos,sólotexto.

¡¡¡¡¡¡Holaguapetona!!!!!!¿QuétalporSanDiego?Seguroqueestáisaprovechandoatopevuestrosratoslibres.¿CómoestáMike?¿Siguemejorando?Daleunbesodenuestraparte:¡¡¡¡¡¡MUUUUUUAC!!!!!!Bueno,alrestotambién.Ja,ja,ja.Nosotrasloestamospasandodelujo.Noshavenidobienparahacerterapia familiar, ¿y sabes qué? Después de hablar con los «jefes»vamosaacudirlasdosaunpsicólogo,Britneyporsusproblemasdealimentaciónyyopordepresión…yasabes.

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Séquetealegrarásaberlo.Unbesazoparatodos.Osqueremos.BeckyyBritney

Eraunaestupendanoticia,ademásporpartidadoble,lasdoshermanasloestabanpasandodefábulay,asuregreso,comenzaríansussesionesdeterapia.Sinembargo, conocíademasiadobienaBeckycomopara saberquesueuforiaerafingida.Siempreseponíaunacorazaparaprotegerse.Estabadeseandoquevolviera.PeseamissospechasacercadeBecky,habíarecuperadomiestabilidad

yestabapreparadapara telefonearaMike;aunqueyonoestuvieraenunlugartanexóticolose-mailsdemisamigasmehabíanlevantadolamoral.ActualicéelOutlookyenesemomentoentrabaunmensajenuevodesdeelcorreodeBritney.

Cris, estoy muy preocupada, antes he entrado al baño y hesorprendidoaBeckyconunanavajaenlamano.Mehadichoquesehabía soltado de la maquinilla pero no me creo nada. Por favor,envíale algúnmensaje para ver si entra en razón.Te lo suplico.Unbeso.Britney

Meentróuna taquicardia interminable.En realidadno teníani ideadequélepodíadecir,lapobreBeckyteníataldesesperaciónquetemídecirlealgo contraproducente, pero era urgente que recibiera unas palabras deapoyo.Enmomentoscomoesemi tácticasiempreera recurriraDiosy,aunqueellanosehabíaprodigadojamásenningunacreenciadivina,deseéprofundamente que al verse en estas circunstancias necesitase lomismoqueyo.

HolaBecky:Me imagino que después de lo que nos contaste el otro día estarásconfusa. Han aflorado de nuevo sentimientos que se estabansofocando. Es normal, es una carga que llevabas sola y ahora havuelto a aparecer otra vez. No olvides que la vida está llena depruebasquedebemossuperar,unaaunay,cuandonosequivocamos,lo peor que podemos hacer es cortar por lo sano. Dios lo perdonatodo,Becky,inclusoloquecreemosqueesinaceptable.LoponemuyclaroenlaBiblia,nodebemoscargarcontodoelpesosobrenuestra

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espalda.PiensaenDiosyÉlseguroqueteayudará.La vida tiene momentos difíciles pero la mayoría sonmaravillosos,céntrateen losbuenosyno te tortures.Encuantovuelvashablamos¿vale guapa? Necesito contarte unas cuantas cosas. Te quiero unmontón.Unbesazo,Cris

La verdad es que yo en cualquier situación suelo recurrir a Dios,despuésdeenviarelmensajemepareciódemasiadoprofundo,peroesqueBritneymehabíadejadorealmenteacongojada.Me quedé mirando la pantalla del ordenador por si se dignaba a

contestarme, pero no lo hizo, rogué para que estuviera divirtiéndose enalgunadelasexcursiones.¡Vaya!Semehabíaadelantado.Elteléfonocomenzóasonar.—¿Sí?—dijefelizdesaberqueibaaescucharsuvoz,aunquetodavía

dabavueltasenmicabezaeldelicadoincidentedeBecky.—¿Me puedes decir cuándo pensabas llamarme? ¡Llevo toooooda la

tarde esperándote! No te he llamado al móvil porque estabas en lacafetería y hasta que no llegases a casa y te pusieras cómoda no queríamolestarte.¿Quétaltudía?¿Hashechotodasesascosasquenecesitabas?Coche,compras,curro…Escucharsuvozsehabíaconvertidoenunodemisviciosfavoritos,con

solo oírle se me levantaba el ánimo.Me daban ganas de grabarle paramostrárseloluegoamipadreypoderdecir:¿loves?¡Esuntíoestupendo!—HolaMike.—Holapreciosa—dijocasienunsusurro—.¿Todobien?—Sí, ha sido un día largo pero productivo. He llegado más tarde

porquehan aparecidoHarryyLiamaúltimahoraymehanentretenido—–por supuesto no quise hablarle de Max, y aún menos de Becky.Bastanteteníaconsurecuperación.—¿Sabesquéhepensado?—preguntó.—¿Elqué?—Que si nos independizamos los dos juntos no tendríamos que

llamarnos.—Ja.

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—Piénsalobien,¿notemolaría?—Pues no sé…—claro que había imaginado esa situación pero me

dabavergüenzaconfesarloabiertamente.—Todoescuestióndeproponérselo—insistióriendo.—Vale,enesecasolopensaré.—Nomedeslargas¿eh?—Nopretendía—leaclaré.—Queríacontartealgo—comenzóadecir—,estoyalterado.—¿Quéteocurre?—Puesnada,quemañanatenemosunpartidoamistoso,yaséquenoes

algoextraordinarioperonoséquévaapasar.Fernandomehaavisadodeque posiblemente lo vea desde el banquillo, pero aun así no consigocalmarme.¿Vendrás?—Porsupuesto,avisaréaMelparairjuntas.¿Contraquiénjugáis?—Contra los UCLA, a las diez en el Viejas Arena. ¡No se te ocurra

faltar!—No te vas a librar de mí tan fácilmente, muchacho. ¡No me había

enterado!—Nomeextraña,contantosacontecimientosesdifícilestaraltantode

todo.AmímelodijeronFernandoyFredelotrodía,perosemepasóporcompleto comentártelo. Estaba programado desde hacía tiempo. LosUCLA hacen una gira por todo Estados Unidos y este será su primerpartido.Meservirácomoentrenamiento.—Notehagasilusiones,Mike,quizásnotesaquen.—Yaveremos.—¿Selohascomentadoaldoctor?—Semehaolvidado.—Nomientas,Mike,nose lohasdichoapropósitoporsi tediceque

aúnnopuedesjugar.—Tienesrazón,peroesqueestoyperfectamente.—Enfin,esperoqueelentrenadorutilicesuprudencia...

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LAPELEA

Elsolsefiltrabaporlaventanademihabitaciónacariciandomirostro.Hoy alcanzaríamos los veinticinco grados y las altas temperaturas seempezaban a notar. Me levanté de un salto y me estiré paradesentumecerme,meacerquéalaventanaylaabríparasentirelcalor;lasodiosasagujetasquemeacompañaronayerhabíandesaparecido.Revolvíel bolso que había dejado en el suelo junto a la cama para localizar elmóvil.Un smsdeMaxmedaba losbuenosdías.Lohabía enviadoa lasdosdelamañana.

Holaprincesa,acabodeaterrizar.Tenemosquehablar.Nohedejadodepensarenti.Tenecesito.MaxD.

¡Habíavueltodemasiadopronto!Noqueríaverle,nisiquierahablarconél,asíquelerespondíconunmensajeevasivo.

HolaMax.Mealegrasaberqueestásdevuelta.Hoyesimposiblequenosveamos.Yahablaremos.Besos.Cristina.

Laúltimavezhabíaestadodemasiadoborde,asíqueintentésuavizarlosiendo más amable. Además, temía que si me comportaba de formagroseraserebelasecontramíypreferíanosaberloqueselepodíapasarpor su retorcida cabeza. Si eran ciertas sus tendencias homicidas menegabaaserelblanco.Harrymepidióqueleavisaraencuantotuvieranoticiassuyas,asíque

antesdequemeolvidaseleenviéunmensaje.

Maxhavuelto.Luegotellamo.Bs.Cris.

Sí,luegolellamaríaperoahoramiintencióneradesayunar,apodersersolaydisfrutandodelsilencio.Cuandobajéalacocinamimadreestabaterminandoysedespidió.La

casasequedódesierta.Mesentéeneltabureteconmicafétriplemientrascontemplabaelradiantedíafiltrándoseporlaventanaquedabaalapartedelanteradelacasa.Algosemoviórápidodelantedemí,enfoquélavistaymeparecióverlaestelademihermanoHarry.¿Aestashoras?Elsonido

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delapuertameloconfirmó.—¿Quéhacesaquí?—preguntéextrañada.—Yotambiénmealegrodeverte—dijoconsuhabitualsarcasmo.—Noseasestúpido.¿Esquenotrabajashoy?—Claroquetrabajo,peroteníaquehacergestionesfueradelaoficinay

heaprovechadoparahablarcontigo.—Mamáseacabadeir—leinformé.—¿Ah, sí? Pues me alegro de no haberme cruzado con ella,

últimamenteestáalterada.—¿Hasvenidoporelmensaje?Porquenotepuedodecirmás,solosé

queMaxharegresado—meparecíadesproporcionadoquesepresentasesoloporesarazón.—Noexactamente.—¿Quéquieresdecir?—quisesaber.—QuehanencontradoaDylanmuerto.Sobredosis, según loscolegas

delTotem,penséquedeberíassaberlo—teníaelrostrolívido.—¡Peroesoesimposible!—exclamé.Eraundisparate.—Créeme,estámuerto—dijoenvozbaja.—Dios mío, pobrecillo, aunque no habíamos llegado a intimar me

empezabaacaerbien,yahoraesto.Eradistintoalresto.—Aveceslavidaesasídecruel—comentó.—¿Ycómosabenquehasidosobredosis?Nohadadotiempoaquele

hicieranlaautopsia.¿Cuándohaocurrido?—YomeheenteradoestamañanayséqueayerestabavivoporqueMel

y tú levisteis,asíque…—miróal techocomosiallí fueraadarcon larespuesta—,eneseintervalo.—Nomelotrago.Dudoquesedrogara.EnCamelot no participó de la juerga que se corrieron después de la

carreraysupusequenoleibalodeesnifar,aunquepodíaequivocarme.—Noseríararo,Cris,formapartedesumundo,esunadelasmaneras

quetienendepasareltiempo.Lo sabía, lo había comprobado con mis propios ojos, pero Dylan

desarrollabaotropapel, parecíaun trabajador responsable, oun traidor,quiénsabe,peronouncompañerodefiestas.—Tal vez no sea extraño, pero tengo el presentimiento de que le han

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asesinado.¿Ysilesestabapasandoinformaciónalosmiembrosdelotroclanrival?—conjeturé.Yaempezabaadarriendasueltaamiimaginación.—Aunque tiendes a ser fantasiosa, en este caso creo que te daré la

razón.Todoindicaalgoasí.—Esmuyfuerte,Harry,ypeligroso.¿Notedamiedo?—¿Porquétecreesquehevenido?Nomegustaqueandesconesetío,

notepuedetraernadabueno.—Ymelodicestú—ledijeairada.—Nomerepitasquefuiyoquientelopresentóporqueyalosé.Ahora

loqueimportaesquetemantengaslomáslejosposibledeél.Eneseinstanteescuchamoselsonidodemiteléfono.Eraunmensajede

Max.Loleíenalto:

Holaprincesa:Estamosconmocionados.Desafortunadamente,Dylanha fallecido. Te espero en mi casa para velarle juntos. Te necesitoaquí.Tequiere,Max.

—¡Dios!¿Yahoraquéhago?¡Tengoqueir!—¿Porquetelodigaél?Niensueños,tútequedasaquí.Yosíqueiré,

conloscolegasdelTotem,esonomecomprometeanada,ynomemiresasí que te conozco, por una vez sé coherente. Si te encuentras conMaxintentarámantenertedentrodesucírculoy tengo la sensacióndequeoshabíaisdistanciado,nodejesquevuelvaaganarterreno.Másquedistanciarnoseraqueélhabíaestadofueraunosdías.—Entonces¿nocreesnecesarioquevaya?—lepreguntéconfusa.—No,levanavelarenlafortalezadeMaxydeahíselopiensanllevar

directamente al crematorio. No es un lugar neutral y no me pareceprudentequevayasasucasa.Notienesentido.—¿Yporquélevelaránallí?—PorqueaquíDylannoteníaanadie,lomásparecidoasufamiliaera

el clan y ellos querrán hacer todo el trámite lo más rápido posible;concuerda.Sisonresponsablesdesumuerte,cuantoantessedeshagandelas pruebas menos posibilidades tendrán de ser descubiertos. Ellos soncriminales,actúanasí,nadaseinterponeensucamino.Eraunafaltadeeducaciónnopresentarmisrespetos,perocomonadie

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de su familia estaría allí,y ademásaborrecía la ideadedarelpésameaMax,reconocíqueeraunaestupidezpresentarmeensucasa.—Sé que harás lo que te plazca, pero piénsatelo dos veces antes de

aparecerporallí¿vale,hermanita?Si lohaces, tuamigoMaxvaacreerquesiguesinteresadaynoteconvienecabrearlemás—insistióHarry.—Esoesjustoloquepensaba.Descuidaquenoiré.Con suerteMax se rebotaría y quizámedejase en paz por imposible.

Aparte,megustabainfinitamentemásreunirmeconmisamigos.Conellosladiversiónsindudaeramássaludable.Recordéquehabíaquedadoconellos,nomequeríaperderelamistosoquejugabaelequipodeMike.Meserviríadeapoyomoral.Apesardequeeraunpartidoamistosoynosejugabannada,elparking

delViejasArenaestabaabarrotado.CualquierpartidodeloscampeonesdelaNCAAparecíaunbuenreclamo.HabíaquedadoconMelenlaentradadesiempre,yallíestaba,esperándomeparaentrarjuntas.—¡Perobueno,Mel,parecequevasaunafiesta!Habíamos comprado juntas el conjunto que llevaba puesto, pero con

todossuscomplementoslequedabamilvecesmejor,queyaeradifícil.Pusolasmanosenjarrasyladeóunadesusrodillashastarozarlaotra,

despuésbesóalaireconlosojoscerrados.—¿Tegusta?—mepreguntó.—Tequeda impresionante,me tenías que haber avisado, no sabía que

habíaquearreglarsetanto.—Esquemehelevantadofeliz.—¿PorquevasaveraFred?—preguntéconretintín.—Exacto.Me ha pedido que salgamos luego—me dijo sonriendo de

orejaaoreja.—Yhasaceptado,claro—afirmé.Su relaciónya eraunhecho.Lahabía imaginado saliendo conHarry,

entreelloshabíaunaconexiónquenoveíaconFred,peroeraobvioquemeequivocaba,paravariar.—Puessí.Vamostodos,creíquelosabías.—Laprimeranoticiaquetengo.PusecaradeextrañezayMelseencogiódehombros.Teníamos dos buenos asientos. Desde allí divisaba perfectamente la

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espaldadeMike.Estabasentadoenelbanquillo,gritando,animandoasuequipodesdeunaposiciónenlaquenoacostumbrabaaestarnunca.Solíaencontrarse en el campo recibiendo los aplausos y los vítores. Esta veztendría que conformarse. En cambio Fernando y Fred eran los dostitulares. Fernando se había recuperado por completo de su lesión yvolcabatodasuenergíaenlacancha.Mikeestabanerviosoysuconversaciónconelentrenadormedistraía

bastante.Desde las gradas, no podía escuchar lo que le estaba diciendo,aunque lo sospechaba, porque el entrenador negaba con la cabeza congestoinmutable.Mikealternabaagitado,primeroanimabaaloschicosyluego hablaba con él. Le tenía mareado. Se estaba poniendo realmentepesado.Creíquenodeberíainsistir tanto, todavíaeraprontoparasalirajugar, pero en vista de sus súplicas, no se había planteado tomarse lascosasconcalma,sutozudezeraincuestionable.Meconmovíapensarquesepudierallevarunporrazoenlacabeza.Conseguí concentrarme en el partido cuando Mel me agarró del

antebrazo.—¿SaleMike?—preguntóextrañada.—¡Nopuedeser!—dijesorprendida.Mikesepreparabaparasaliralacancha.Erademasiadocabezota.Había

insistido tanto que el entrenador cedía por no soportarlo más. Lodesaprobéporcompletohastaquelevi jugar.Denuevoestabasoberbio,nohabíaperdidounápiceelmagníficoestiloqueteníadejugar.Estabatanenfrascada en el partido que pronto me relajé y me recreé con lamaravillosavistaqueteníaantemisojos.Nadamássalirmetiósuprimertriple, luego enchufó el siguiente y acto seguido el tercero.Mike era elmejor, sin duda, lo había demostrado muchas veces, pero ese partidodisipabalasdudasquepudierancernirsesobreél.Apesardelmiedo,mealegrabadequelehubieransacado.Elambientequeserespirabarecordabaaldíadelagranfinal.Igualque

entonces, la gente aplaudía frenética provocando a los aztecas para queexhibieranlasagallasqueteníanenelcampo.Graciasaellas,noshabíandeleitado durante la temporada y no necesitaban que se insistiera en eltema.Hoyestabancrecidos,elanillodeloscampeonesleshabíadotadodeuna fuerza excepcional. Ahora la estaban demostrando superándose a símismos.

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Aunqueeldeesedíaeraunpartidomás,paraMikeeraelprimerodesunuevavida,sehabíaenfrentadoaunobstáculovitalsuperándoloconéxito.Teníamos que festejar el avance.A nosotros nos sobraban razones paracelebrarcualquieracontecimientoy,comoempezabaasercostumbre,loschicossabíandeantemanodóndequerían llevarnos.MelmehabíadichoquedespuésdelpartidoiríamosalosacantiladosdeLaJolla.Últimamenteseesforzabanmuchoenplanificartodosnuestrosmovimientos.Lasdos salimosal aparcamientopara esperarles allí.Charlamosunos

minutosmientrasveíamosdesaparecerlacolaparasalir.AprovechéparacontarleelincidentedeBecky.—Antesdesalirhevistoune-mailsuyomuyraro.Ahoraloentiendo.

Ibaconcopiaalasdos—meinformó.—Nolohevisto¿quédecía?—Que se encontraba bien y que no nos preocupásemos, porque las

cosasnosiempresonloqueparecen.—Ya.Estoydeseandoquevuelvan;enestemomento,nomefíonadade

ella—repliqué.—Esqueestanfuerte…nomeextrañaqueestédesquiciada—comentó

Mel.La explanada del parking se había descongestionado y cada una nos

montamosennuestropropiovehículo.Aprovechéparallamaramihermano.Estabaintranquiladespuésdelo

ocurridoconDylan.—¿Harry?—HolaCris,mepillassaliendodelvelatorio.—¿Yquétal?—hicelapreguntamásabsurdademivida.—Puesloquecabeesperarenestoscasos.—Nuncadesaprovechasunaoportunidad¿verdad?—No. Ahora en serio, he hablado con Max solo un momento, tenía

malacara,conunasojerasterribles.—Esnormal,acabadellegardeviaje—alegué.—Sí,peroel semblantenoeranormal,noesel típicoquese tienede

cansancio,tampocoseleveíatriste,sucaraeradepreocupación.¡Encimaparecía cabreadoconmigo!Supongoquepor tu comportamiento.Mehaparecidomáscretinoquenunca.

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—¿Tehapreguntadopormí?—mepodíalacuriosidad.—Sorprendentementeno,perosupongoqueelvermellegarsololeha

jodido.—Puesyasepuedeiracostumbrandoporquenotengointencióndeque

volvamosavernos.Cadavezmedamásmiedo.—Lohasentendidohermanita.Tedejoquemevoya laoficina, llevo

fueramástiempodelnecesarioynoquieroquemellamenlaatención.—Vale,hablamos.—Adiós.Pasaronescasosminutoshastaquelesvisalir.Leshabíadadotiempoa

darseunaducharápidayparecíandispuestosadisfrutarcuantoantesdeunratoenelacantilado.FredyMikenosbuscabanconlamiradayelrestodelequiposedispersó.Enseguidanoslocalizaronycadaunoseacercóanuestrosrespectivoscoches.—Mike—dijebajandolacabezahastaalcanzarelcentrodelaventanilla

—,¿cómohasvenidohastaaquí?—Me ha traído Fernando—me informó mientras se subía—, así no

tenemosqueirendoscoches.¿TeapeteceiraLaJolla?—¿Tengootraopción?—miindirectalehizosonreír.—No.—¿Porquénomelohabíasdicho?—Lodecidimostarde.Además,queríaquefuesesorpresa.—PuesmelahadadoMel.Escuchéunarisitamientrasmeindicabaconlamanoquearrancase.—Tira para adelante y deja de reprocharme cosas ¡que pareces mi

madre!Nohicecasodesucomentarioypuseenmarchaelmotor.—Elentrenadorno tedeberíahaber sacadopero tengoque reconocer

quehasestadomagnífico.¡Nosetehaolvidadonada!¡Juegasigual!—¿Te ha gustado el partido?—preguntó sonriente y abriendomucho

losojos.—HasestadogenialMike,comosiempre.¡Noshasdejadoconlaboca

abierta!—Heconvencidoalentrenadorparaquemesacaraporqueprontoserá

elsorteodeldraftynoquierosembrardudas,noporqueseaunansioso.

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—Ya, es un momento decisivo….—Mike tampoco había perdido supicardía.—¿SabesporquénotehabíadicholodeLaJolla?—dijohaciendoun

giroenlaconversacióndecientoochentagrados.—¿Porquécambiasdetema?—preguntéextrañada.—Esquemehaspilladoymequieroexplicar.—Guay,puesexplícate.¿Porquénomelodijiste?—Porquepenséqueseríabuenaideairaotrositio—teníalagarganta

secay se la aclaróparacontinuar—,quierodecir túyyo solos,peroalfinallohedejadoasí.EstofueideadeFred,pensabairallíconMelyalfinalmepreguntósileacompañábamos,creíaquealomejorserajabayestabapensandoenotraalternativaparanosotros.—Estásperdonado.—Muchasgracias,niña,medejasmástranquilo—dijorisueño.—¿Dóndehemosquedado?—pregunté.—EnelCottageparatomaralgoprimero.Luegosiosapetecepodemos

iradarunpaseoporlaplaya—lohabíanplanificadotododenuevo.—¡Fantástico!Estaríabienqueoshubieseistraídolastablas.—Es verdad, pero tampoco quiero abusar demimejoría, además, no

meapetecequeteríasdemí.—¡Perosiesdivertidísimo!CuandoestabasenelSharpfuimosundíaa

laplayayloschicosestuvieronsurfeando.Lopasamosbien.—Melohancontado,meloperdí.—Sí, te echamos de menos, pero ahora ya no tienes excusa para

escaquearte,asíqueencuantopasenunassemanastequieroversubidoaunatabla.—Eresmuymorbosa.¿Deverastegustavercómomevoyalaguauna

yotravez?—¡Meencanta!Habíamos llegado al Cottage y Mel y Fred estaban ubicados en la

terraza. Por primera vez en mucho tiempo pensé que sobrábamos allí,ciertamenteparecíaempalagosovercómosemiraban.Medetuveenlapuertadudandosientraropasardelargo.—¿Hasvistoeso,Mike?—¿Elqué?—preguntódesconcertado.

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—¡Aestosdos!¡Mírales!Nonecesitancompañía.Les observamos desde fuera sin atrevernos a entrar. Daba pena

interrumpir loquefueraqueseestuvierandiciendo.Parecíanencantadosrecreándosedentrodesupequeñomundo.—Nosé,peroamímedanenvidia—dijoMikemirándomefijamentea

losojosconesasonrisasuyaquetantomecautivaba.Hiceunapausa.Comomepasabaenestoscasos,mehabíaquedadosin

palabras,asíquesoltéloprimeroquesemeocurrió.—Sí,mucha.Venga,entremos,decualquierformanosestánesperando.Mikebajólacabezaysusonrisasedesvaneció.—Claro—comentósinmás.—Ya estamos aquí, chicos—dije para interrumpir—. ¿Habéis pedido

algo?–pregunté.—Osestamosesperando.—¡Ah!¿Peroosacordabaisdequeveníamos?—preguntóMikejocoso.—Ja,ja,tangraciosocomodecostumbre.Habéistardadotantoquecasi

senosolvida—dijoFred.—EslatartanadeCrisysuaversiónalavelocidad.Yalehedichoque

aunque le pise, su coche no va a volar, pero no haymanera de que loentienda.—¿Cómo?¿Creesquevoydespacio?—preguntéofendida.—Nooo,casimeduermo,perotútranquila,nohayprisa.—Deverdad…—suspiré.Nossentamosjuntoaellos.FrednosinformódequeFernandovendría

después. Me alegró saber que por fin se había animado a venirse connosotros porque, para ser sincera, últimamente le estábamos dejando almargen. Aunque aprovechaba también esos días para entrenar por sucuenta, supuse que lo hacía por entretenerse y lo que verdaderamente leapetecía era pasarlo bien con sus amigos. Estábamos de vacaciones y,aunque solo disfrutásemos de una semana libre, se merecía que nosacordásemosdeél.Creíamosqueyanovendría.Talvezlaideadeserun«sujetavelas»no

eralomásdeseabledelmundo,peronosequivocamos.Llegóenelúltimomomento, después de pedir la cuenta y justo antes de que nosmarcháramos. Estaba contento, se le veía feliz de encontrarse con sus

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amigosaunquesolofueraparapasear.Había idomuchasvecesa laplayadeLaJolla.Estabaacostumbradaa

disfrutar de sus vistas, del precioso atardecer o del agua cristalina queofrecíaelmar.Megustabaentretenermeobservandoalasfocasmarinasyalasgaviotas.Meagradabaporlapazquetransmitía.Aunquefueradiezvecesseguidaseselugarcontinuabainalterable;siempreseescuchabanlosmismos sonidos, se veían los cambios de tonalidad transformándose amedida que pasaban las horas... pero mi lugar favorito estaba en elacantilado,dondeseencontrabaelpaisajemáshermoso.Íbamosloscincohaciaallídispuestosapasear,adisfrutardelpanorama

sin un objetivo concreto cuando de pronto me sonó el teléfono,rompiendolamagiadeaquelplacenteromomento.Vienlapantallaquesetrataba de Max. No sabía si cogerlo, todos me miraban expectantesesperando que contestase de una vez.De haber estado sola no lo habríadescolgado,perocontodosallíobservandomivacilación,meviobligadaahacerlo.Alfinlocogí.—Dígame—contesté brusca,más alto de lo normal.Quería queMax

percibieramidesprecio,quesepercataradelaspocasganasqueteníadehablarconél.—¿Dóndeestás?—preguntótajante,sutonoeradeadvertencia,comosi

sedirigieraaunodesusmuchosempleados.—EstoyenLaJolla,conunosamigos.—Tepasoabuscarahoramismo.¿Aquéalturaestás?—dijodispuesto

aqueyoacatasesusórdenessinrechistar.—Imposible, ahora no puede ser. Hablamos en otro momento si

quieres,hoyno.Mikememirabapreocupado.Creoquesabíaconquiénhablaba.—Voyparaallá.—Tehedichoque…Antes de que pudiera terminar la frase yame había colgado. Elmuy

groserome había dejado con la palabra en la boca y encima tendría ladesvergüenzadepresentarseydejarmeenridículodelantedemisamigos.No podía ocultar que me había colgado el teléfono pero, por si habíadudas,Melmelopreguntó.—¿Te ha colgado?—preguntó sabiendo perfectamente cuál sería mi

respuesta.

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Laexpresióndemicarasetornóaguda,notécómosetensabahastaelúltimomúsculodemirostroconteniendolasganasirrefrenablesqueteníadellorar.—¿Conquiénhablaba?—preguntóFernandoaMel.—ConelimbécildeMax.—¿Quiénesese?PorsuerteFernandonosolíaenterarsedenaday,enestecaso,creoque

era el único que no conocía la existencia de Max, al menos no lerecordaba.Mike intentó tranquilizarme. Creo que en el fondo se alegró de

presenciar la breve conversación porque en ese instante aprovechó paracogerme la cintura sin que le temblase la palmade lamano.Me agarróconfirmezaacercándomeasucostado.Yomedejéllevar.—No tepreocupes,niña,esungilipollas, siyo fuera túnovolveríaa

cogerle el teléfono. Un hombre que te trata así no merece tu atención,apenasosconocéis¿ysepermiteellujodetratartedeestamanera?—Sí, no quiero verle, pero me siento acosada. Me da miedo. ¿Y tú

cómosabesqueapenasleconozco?—Cadavezsémáscosassobreti,cadadíaquepasameacuerdodemás

detalles.Veaonoveatucara—recalcóparaavisarme.Nos habíamos parado,Mike se recostó en un poyete de piedra y, sin

soltar la mano que envolvía mi cintura, me arrastró con él. Estabadecididoaconsolarme.—¿Nosvasacontarquepasaconesetío?—preguntórotundo.NuncahabíavistoaMikeenesaactitud.Desaprobabaporcompletomi

amistadconMax,peroeraevidentequesedebíaaloscelos.Pormiparte,no tenía lamásmínima intencióndeexplicarlenada,en

realidad,menegabaacontarlequenoshabíamosbesado.Si lohacía, talvezélmevieraconotrosojosyniporasomodeseabaquecambiasenadaentrenosotros.Porahora,lascosasestabanbien.—Yasabes,nospresentóHarryyletomécomoaunamigo,peroaél

noleparecesuficiente.—¿Queríaquedarcontigoahora?—siguióinvestigandoMike.No habían escuchado su voz al otro lado del teléfono, así queme vi

obligadaadarmásexplicacionesdelasquemeapetecían.

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—Quería pasar a buscarme. Antes de colgar me ha dicho que veníahaciaaquí—aclaré.Mike se me quedó mirando. Cabreado y pensativo, por ese orden, y

despuésanuncióalgoquemedejóperpleja.—Hablaré con él —dijo pasando la lengua por su labio inferior y

frunciendoelceño.Mike tenía buen carácter, no solíamosquearse con facilidad; esta era

una de las pocas veces que le había visto con esa expresión, su cara deenfadonodejabalugaradudas.DetestabalaideadequeMaxyélpudieranhablar,peroquizáfuerami

granoportunidadparaquitármelodeencima.Nosquedamosallícharlando,eranmisverdaderosamigos,conlosque

habíacompartidolosacontecimientosmásimportantesdemivida.Teníaqueabrirme,mostrarlesmiconfianza,measustabasureacciónanteloqueles iba a decir, pero debía contárselo. Además, quería hacerlo paradesahogarme. Me armé de valor y les relaté lo ocurrido con Dylan,tambiénlesdescribícómohabíasidoelcumpleañosdeMax.Eldíadelacarrera, la fiesta posterior y la advertencia de los matones delmonovolumen negro no me atreví a mencionarlo. Ellos me mirabanpasmados, les afectómás de lo que imaginaba pero amíme vinomuybiensoltarloyliberaresacarga.—¿QuéaspectotieneesetalMax?—preguntóinteresadoFernando.—De estirado gilipollas —se adelantó Mike—, como si le hubieran

metidounaescobaporelculo.A mí no me parecía tanto, pero no era el momento ni el lugar de

llevarlelacontraria.—Entonces a lomejor es ese que viene por allí—continuó diciendo

Fernando.Al final,aunqueparecíaquenoseenterabadenadanoperdíadetalle de todo lo que sucedía a su alrededor. Eramás astuto de lo quepensábamos.Girésobremistalonesymepercatédequetresindividuosseacercaban

decididos a nosotros. Al principio no les distinguía bien, pero variossegundosmás tarde,cuandoel solnocaíadirectamentesobre lacaradeMax, pude reconocer su rostro contemplándome desde la distancia congravedad.Ibaacompañadodedostiposalosquenoconocíay,siteníaelgusto de hacerlo, en esemomento tan crítico no conseguía recordarles.

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Max tenía gafas de sol. Los tres las llevaban puestas. Su aspecto dedelincuentes sehacíamáspatentequenunca, peronopodía cuestionarsequién era el jefe.Max iba un paso por delante de los otros dos, comosiempre.Suimagendesafiantemehizoestremecerdemiedo.Aún estaban a una distancia considerable y si nos lo planteábamos,

podíamos salir corriendo. Esperé a que alguno de los chicos nos lopropusiera, pero estaba claro que a ninguno se le había ocurridosemejantedespropósito,asíqueentornélosojosyesperéarecibirlaquese nos venía encima. Recé para que mi presagio fuera erróneo, que latrifulca que nos esperaba casi con seguridad se esfumara antes decomenzar.Mikeseguíaconcaradepocosamigos,peronoestabaasustado,esmás,

cualquiera que le conociera un poco diría que disfrutaba esperando elincidentequeseavecinaba.Estabandemasiadocerca,tanto,queelsonidode sus pisadas retumbaba en mi cuerpo y casi podía escuchar surespiración.Fredestabatenso,teníalosbrazoscruzadosdelantedelpechoy las piernas paralelas a los hombros, mostrándose distraído peropreparado por si había que actuar. Fernando observaba todos losmovimientos,alerta, tambiénsuponíaqueMaxnohabíavenidoahablar.EncambioMikeparecíarelajado.Ya casi habían llegado y, justo entonces, me pasó el brazo por el

hombroysegiródándoleslaespaldaconelmásabsolutodesprecio.Penséqueesanoeralaactitudmásinteligentequeselepodíaocurrir,

peroparaMikesuponíauninsulto,unaformadehumillarle,ysospechabaqueteniéndomecogidaéldudaríaenintervenir.Yonoestabatansegura.Sintiempoparaarticularpalabra,Melabrióexageradamentelabocae

hizounaexclamación.—¡Huy,huy,huy!—profirió.Habíanllegado.—¡Quítalelasmanosdeencima,negrodemierda,otecorroahostias!

—gritóMax.Mike, sorprendentemente, seguía sereno. Me soltó y me empujó

suavementehaciadondeseencontrabaMel.Estabandemasiadocerca,casiencimay,justoenelmomentoenquesevolvióparaenfrentarseaél,Maxsoltósupuñoparapropinarelprimerpuñetazoque,apesardepillarleatraición,Mikesorteóhábilmente.

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Mellevélasmanosalabocaparanogritar.Mikelemirófurioso,suspropios reflejos le animaron a descargar su ira y tumbarle de un sologolpe.AhoraMaxyacíadesplomadoenelsuelo,aFredyaFernandonisiquieraleshabíadadotiempoareaccionarpero,silosamiguitosdeMaxquerían,habríarespuestaparaellostambién.Mel y yo nos habíamos alejado, no queríamos recibir un sopapo

perdidoenmediodelaconfusión.Además,eramásapropiadodejarsitiopara no obstaculizar. Aunque Max ya había recibido un guantazoconcluyente, yo seguía concentrada, pensaba que a lomejor tendría queintervenir.Silacosaseponíafea,unapatadaenloshuevosacualquieradelostresnosharíaganartiempo.MikeseacercóalosdosdandisqueacompañabanaMaxylesdijoalgo

al oído. No fui capaz de comprender lo que les decía pero agarraronpresurososasujefeysealejarondeallí.

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DESASOSIEGO

Alamañanasiguientemedespertéavergonzada,unamezclademalestaryperplejidadmeteníanaturdida.IntentérecordarlosucedidoenLaJolla,pero las extrañas pesadillas tenidas durante la noche no me dejabanasimilarloquehabíasucedidoenrealidad.Pordesgracia,nosetratabadeningunafantasía,definitivamentenoera

una alucinación, por mucho que me doliera había ocurrido el desastre.Parecía un disparate, algo absurdo que nunca debió pasar, pero aquelpuñetazofuereal,elganchomáscerteroyfulminantequehabíavistoenmivida.Empecéarepasarladisputaquesehabíaproducido,deseabaencontrar

una explicación, al menos una excusa razonable queme pudiera servir,peromientraslohacía,lasimágenesatravesabanmicabezaconfundiendoaún más mis imprecisos recuerdos. Los tres individuos hostiles que seacercaban a nosotros parecían fuera de sí, traté de concentrarme en sussiluetasperolaimagensedesdibujabaamedidaqueacortabanladistancia.El fallidogolpedeMax lanzadoconunaviolencia atrozhacíaque todome resultara confuso; desde losmovimientos bruscos que surgieron enesemomento,hastalosgritosentrecortadosdeMel.Pormásqueintentabaanalizar lasituación, lapeleahabíasidounsinsentido,algoborrosoqueteníaqueolvidarparaalejardemimenteeseincómododesasosiego.Mi sensacióndeangustianoempezabaalveraMax,ni siquieraenel

momentoenquellegamosatenerlesdelantedenuestrosojos,eraelgestoafligidodeMikeantesdelabatallacampalloquemásmeatormentaba.Suimagennomedejabavisualizarelsucesoconclaridad.Estaba inquieta, una única preocupación no me permitía recuperar la

tranquilidad,necesitabasaberconurgenciasidespuésdeesoMikequerríaseguirviéndome.Erasiempretanestúpidaquetalvezelaltercadodeayerfuera la gota que colmara el vaso. Si era así, estaba en su derecho detomarladecisión.Esaideamehizotemblardepavor.Fueraestabaamaneciendoyyopocoapocovolvíaalarealidad.Estaba

demalhumorporloqueyomismahabíaprovocadoyelcorazónmelatíaamilporhora.Loteníaaceleradoporlafuriaacumulada.

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Bajéalacocinamuchoantesdelohabitual.Eratempranoparaundíadevacaciones,pero losmalditosnerviosnomedejabandormir.Consuertenomecruzaríaconpapá,yamimadre,sinoselaescuchabaya,esquetendríalamañanalibre.Cogídosaspirinasparamitigarelhorribledolordecabezaconelque

había amanecido y me puse un café triple con hielo para ayudar aespabilarme.Solodepensarencomeralgomeprovocabamalcuerpo,asíque agarré el tazón yme encerré enmi cuarto para quemis padres nopudieranmolestarme.Simecruzabaconellos tendríaquefingirquemeencontrababienypreferíanotenerquehacerteatro.MemoríadeganasdehablarconMike,almenosdeberíadisculparme

porhaberlemetidoenunapeleaasí,peroantestendríaquedejarpasaralmenosunpardehorasydejarledescansar;loúnicoquemefaltabapararematareraunallamadaqueledespertase.Eralaprimeravezquelehabíavistopegarseconalguienycontabacon

unrevésquemuchosboxeadoresdesearíantener,meresultómuysexyvercómo se peleaba, aunque llegado a ese extremo no le quedabanmuchasalternativas.Coloqué el tazón encima del escritorio y me acomodé en la silla

giratoria descansando los pies en la mesa. Cogí el iPod para escucharmúsica mientras me relajaba y de paso hacía tiempo antes de llamar aMike.Me puse los auriculares y bajé el volumen para que la cabeza noterminara estallándome. Sonaba en ese momento «Me equivocaría otravez»,deFito&Fitipaldis.Tarareéalcompásdelamúsicaydisminuíunpocomáselvolumenhastadejardefondounasuaveyagradablemelodía.Ahoralaluzentrabaaraudalesporlaventanademihabitación.Cerré

losojosenunintentodedejarmeirymeconcentréenlascancionesquesalían del reproductor. Mi cerebro vagó haciendo un esfuerzo porencontrar algo agradable en lo que pensar. Me transporté a un lugarremoto, escondidoenmimentedurantedemasiado tiempo.RecordéconclaridadaqueldíaenlafiestadelcumpleañosdeFernando.Eraelprimeraño de universidad y aún no habíamos alcanzado la confianza quellegamosatenerdespués,peroesefuequizáselprimeracercamientoquenosuniódeverdad.Lasaladeestardesucasaerademasiadopequeñaparaalbergaratanta

gente, pero dado el alto índice de alcohol en sangre que acaparaba la

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mayoríadelosinvitados,aningunoparecíamolestarlelafaltadeairequesepercibía en esadiminuta estancia.Amímeagobiabamuchísimo.Mismiedossalíanarelucirenlosmomentosmásinsospechadosylafobiaalosespacioscerradoserademispreferidas.Salí a una especie depatio traseroquehacía las funciones deporche,

jardín y comedor de verano. A pesar de su reducido espacio, era unremanso de paz, un pequeño paraíso camuflado detrás de unas cuantasparedes.Me senté en una de las sillas que había colocadas alrededor deunamesa redonda yme agarré las rodillas con los brazos haciendo unovillo.Soplabaunabrisafrescaqueanunciabalallegadadelinvierno.Seestababien.De pronto una puerta se abrió dejando escapar la explosión de

decibeliosqueseescuchabanenelinterior.Unacarasonrienteasomabalacabezaconlapuertaentreabiertasindecidirseasalir.—¿Molesto?—setratabadeMike,elatractivomorenazoquemehabía

presentado la calienta braguetas de su amiga Emma. Ya nos habíamosvistounascuantasveces,enelSeaport,enlabiblioteca…éramoscolegas,unodemisestrenadosamigos,asíquenohacíanfaltalaspresentaciones.Leaniméasalir.—Alcontrario,asímehacescompañía—lecontestésatisfechaporestar

acompañada—.Siéntate.Aquellanochemeparecióuntipodemasiadointeresante,perolequité

importancia argumentándome que la música, el alcohol y el cieloestrelladoproporcionabanporsísoloslamagianecesariaparaprovocarun fugaz flechazo. No deseaba un rollo pasajero, tampoco estabapreparadaparaunarelaciónseria,asíquelodejépasarsinmás.Miposturaylosojosentornadosmehabíanhechoperderlanocióndel

tiempo pero el sonido demi teléfonomóvilme hizo regresar a la sillagiratoriademihabitación.Comosiempre,semehabíaadelantado.Mirélapantalladetenidamente.Sí,eraél.Losdedosmetemblabanyno

atinaba a responder. Estaba a punto de saltar el contestador cuandoconseguíquedejaradesonar.—HolaMike,pensaballamarteahora,losiento.Sientomuchísimolode

ayer, de verdad, no me imaginaba que… —comencé a deciratropelladamente.Nomedejócontinuar.Quisoquitarmeesepesoqueyomismamehabía

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impuesto.—Túnotieneslaculpa,Cris,¿oacasoereslaresponsabledequeesetío

seaunauténticocabrón?¡Perosinohaymásqueverle!Esunfantoche,loquenoentiendoescómotehaspodidohaceramigadeunpersonajeasí.Suspiré aliviada al saber que tras reposarlo, su conclusión era así de

contundente.—Sí,tienesrazónpero…—intentéjustificarmecuandomeinterrumpió

denuevo.—Olvídatedeél,Cristina—exclamó—,ynopierdasmáseltiempo,no

merece lapena¿oesque todavíano tehasdadocuentadequeno tenéisnadaencomún?Meestabaechandounmerecidorapapolvoynomeatrevíaprevenirle

deloquesuponíadejarnoqueadoaunindividuocomoél.Eldíaanteriorlescontéporencimaeltipodepersonaquesospechabaqueera,peroporsureacción,nolehabíaquedadodemasiadoclaro.—Vale—atinéadecir.Tras un lapso diminuto Mike continuó. Estaba decidido a que me

quedaselomásclaroposible.—Ysimevasasugerirqueestéprevenidonoesnecesario,nopienso

asustarmepor las represaliasquepueda tomarelgilipollas estiradoese,quesepasquemelasuda.—Ya.—Yahora, sino te importa—dijobajando lavoz—,megustaríaque

nosviéramosluego.Prometoestarmástranquilo.¿Podrássalir?Despuésdelaacaloradaconversaciónvolvíaasereldesiempre.—EstatardetengoqueiraGalilea,yasabes,nohaydescansoparalos

pringados que nos quedamos sin vacaciones, pero después podemosvernos.—¿Entonces cuento contigo para cenar?—dijo con voz masculina y

sensual—.Vuelvoaestarsolo.Por suerte todavía le quedaban ganas de volver a verme.Me sentí la

mujermásafortunadadelmundo.—¡Porsupuesto!¿Perotengoquellevarlacenaosabrásquécocinar?—Jaja,muyaguda.Unainvitaciónesunainvitaciónysehacecontodas

lasconsecuencias,elmismomensajevaparael invitado,siacepta,viene

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contodaslasconsecuencias—dijoriendo.Bueno, no estaba segura de a qué se refería exactamente, pero por si

acasonomediporenterada.—¿Entoncesteencargasdetodo?—lepregunté.Mike era un anfitrión perfecto, pero la cocina no era su mayor

habilidad.—De todo —aseguró—. Te espero en mi casa. En cuanto salgas de

Galileatevienesdirectaaquí¿vale?Teestaréesperando.Mehabíainvitadoenmultituddeocasiones,norecordabacuántasveces

habíadisfrutadodeunaanimadatertuliaenelporchedesucasa.Celebrarfiestasseledabaalasmilmaravillas,perosiempreseasegurabadequealguno de nosotros se encargara de hacer la comida; solía pedírselo aMel, pero cualquiera que se brindase le venía bien, él era incapaz depreparar un sencillo huevo frito. Rebusqué enmi cabeza, pero pormásque intentaba hacermemoria, no recordaba haber cenado los dos en sucasaasolas.Eralaprimeravez.—Muybien,puesesoharé—leaseguré.Leacababadecolgaryyaestabaimpaciente.Tendríaqueesperarhasta

lanocheparareunirnos.Nisiquieramedaríatiempoapasarporcasaparadarmeunaduchayponermealgodecente,asíque iríapreparadapara laocasión.Lasaspirinascomenzabanasurtirefectoy,graciasaDios,eldolorde

cabeza había desaparecido. Sin embargo, me encontraba rota, trasliberarme de la tensión acumulada por el lamentable incidente de ayerestabaextenuada.Noconseguíaborrarlasimágenesdemicabeza.Me tumbé en la cama para descansar y en una décima de segundo un

profundosueñoseapoderódemí.Alprincipiotodoparecíaidílico,estabaeneljardíndemicasaconHarry,eraunhermosodíadefinalesdeveranoenelqueesperábamosansiososlallegadadelrestodelafamilia,tambiénacudirían algunos amigos, íbamos a celebrar la inminente apertura deGalilea.GALILEA,me gustaba su sonido, lo imaginaba ya en el rótuloluminosodelaentrada,eraelnombrequehabíaelegidoeltíoDavidparalacafeteríaquepretendíainaugurardesdehacíamuchotiempo,porfinlehabían concedido el crédito y comenzaba para él la cuenta atrás. Mispadres nos observaban a cierta distancia cuando de pronto todo seestropeó.Un sonrienteMike hacía su aparición por la entrada principal.

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Yo instintivamenteme volví paramirar a papá, una fea corazonadameadvertíaavozengritodequemiamigonoeramuybienrecibidoencasa.Lacarademipadresetransformóenunaimagendeforme,unamarañadepelo le cubría el rostro, sus ojos inyectados en sangre le mirabanamenazadores exigiéndole desaparecer de allí y, después, su cara setransformóenunaimagenmonstruosa.Deinmediato,unatronadorrugidoemitidodesdesuinteriornosobligóahuir.Mikeyyocorríamosdeformavertiginosa,íbamoscogidosdelamano,meapretabatanfuertequeprontosentíuncosquilleoenlapuntadelosdedos,peronoquisequejarme,meagarrabaasíporqueeralaúnicaformadenoquedarrezagada.Cadaveziba más y más rápido, los pies apenas rozaban el suelo, flotábamossuspendidos en el aire avanzando hacia la nada, entonces, llegamos alclaro de un bosque donde nos detuvimos frente a frente y pude ver eldolorquesalíadesualma.Me incorporé bruscamente. «Sólo es una pesadilla», «una pesadilla»,

«noesreal»,meintentéconvenceramímismadequetodoestababien.Apesardeinhalarunagigantescabocanadadeairenoconseguíquellegaraa los pulmones. Jadeaba y tenía la frente empapada de sudor. Intentérecuperarmerespirandoconlentitud,alprincipiofuedifícil,perodespuésde unos cuantos intentos logré relajarme y sincronizar las aspiracionesconloslatidosdemicorazón.Mientrasmicabezadabavueltasaladesagradableimagendemiúltima

pesadilla,melevantéytratédepensarenotracosa.Resultabacomplicadoolvidaresavisión.—¿Teencuentrasbien?—escuchédeciramimadrealotro ladode la

puerta.—Perfectamente—contestésorprendida,noeraposiblequesupiera lo

quemehabíapasado.—Has gritado—dijo asomando la cabezamientras sujetaba la puerta

conambasmanos.—Hetenidounmalsueño—dijeconindiferencia.—Anochecenaríasmásdelacuenta,cielo,habrásidoeso.—Esprobable—dijealtiempoquemeentreteníaenvolviendoelcable

deloscascosalrededordeliPod.Noqueríaalargarlaconversaciónyfuelamaneramássutilqueencontréparaquemedejarasola.Laaterradorapesadillaque intentabadigerirera laconsecuenciade la

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demoledora conversación que había mantenido con mi padre, no iba aolvidarla jamás. Sus hasta ahora ocultas tendencias racistas me habíanllegadomuydentroy,aunquemimadrenopensaseigual,nopodíaevitarverlescomoaun todo,unaúnicaunidadqueestabasiempredeacuerdo,nohastaelpuntodeconspirarcontramíperosícapacesdeherirmeparaalcanzarsuobjetivo,asíqueellatambiéneraenparteresponsable.Escuché cerrarse la puerta a mi espalda. Gracias a mi arisca actitud

mamásedioporenterada.Habíaganadotiempoynolequedaríanganasdevolveradirigirseamíenloquerestabademañana.Mi cuarto erami refugio,mi pequeña fortaleza, dondeme camuflaba

cuando me sentía mal. Hoy era uno de esos días en los que necesitabaaclararlasideas,perodespuésdepensarlomejordecidídejarlacabezaenblancotodoloquemefuerahumanamenteposibleyregreséamisillasinun propósito concreto. Alcé la vista a la estantería situada sobre elescritorioybusquéalgoparaentretenerme.Cogíel libroque leíadesdehacíaunaeternidadyvolvíaabrirloporlapáginacincuentaytres.Odiabadejaramediasunlibro,asíquemepropuserecuperarelhiloyaprovechéparaavanzarenél.Viajealcentrode laTierra se leía en laportada.Talvez una historia llena de peripeciasme vendría bien para desconectar yaislarmedelrestodelmundo.Nopuedoprecisareltiempoqueestuveleyendo,peroloquesíeraun

hechoesquehabíaconseguidodejaraunladomienfado.Lainoportunaaparición de Max en mi vida no me dejaba centrarme, últimamente nisiquierapodíapasarelratoentreteniéndomeconunaabsorbentehistoria.Perohoysí,porfinconseguímetermeenellibro,mehabíaenganchado.Antesdeacabarlasvacacionesseríacapazdeacabármelo.Eltiempopasómuyrápidoyteníaganasdeestirarlaspiernas.Salirala

calle para que me diera el aire parecía la mejor opción. Me sentíasatisfecha, había avanzado un trecho desde la última vez que leí ydisfrutaba de la agradable sensación que te queda cuando no piensas ennada.El dulce sabor de boca que me dejó la lectura duró apenas unos

minutos,justoloquetardéenasomarmeporlaventanademihabitaciónyveraparcadoelllamativoMercedesdeMax.Estabasituadoaunadistanciaprudentepero,aunasí,nopodíadarcréditoaloquemeestabaocurriendo.LlaméenseguidaaHarryparaquemedijeraquépodíamoshacer.Fueuna

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decisión rápida, no lo dudó ni un instante, se montó en su coche y sepresentó en mi casa en menos que canta un gallo. La aparición de mihermanodioaltrasteconlasintencionesquetuvieraMax,porqueantesdequeHarryparasejuntoasucoche,esteaceleróperdiéndoseenlalejanía.Mihermanonisiquierallegóaentrarencasa,peromedejóclaroqueelomnipresenteMaxlohacíaparaintimidar,paraasustarmetodavíaunpocomás.—Y también los celos, Cris, que sonmuymalos, pero se cansará de

espiarte,estoyconvencido.Además,nocreoquedeseeverte,mejordicho,noquerráqueleveas,elpuñetazodeMikelehadejadolaautoestimaporlossuelos.—¿Eso crees? No sé qué pensar, conmigo se ha comportado de una

forma muy hermética, así que no quiero imaginar qué puede estarcavilando.—Nolopiensesmás,silevuelvesavermerodeando,mellamasyestoy

aquíenunmomento.—GraciasHarry—ledijedecorazón.—Sibajastomamosalgo¿opretendesquedarterecluidaparasiempre?

—comentóparaanimarme.—Tardocincominutos.Sientrasencasamejor—ledijeparanoestar

apurada.—No,prefieroquedarmeaquípor si se leocurrevolver.No tenemos

prisa,asíquetranquila.—Nocreoque regrese ahora, seguroque le has quitado las ganas—

dijemásserena.—Esperemos—comentóforzado.Harry me llevó de copas a un local nuevo que habían abierto en el

centro.Cayólaprimeracerveza,luegolasegunday,cuandoíbaatomarlatercera(lasextaparamihermano)anunciaronporunmicrófonoqueibaadar comienzoel retomás estúpidoquehabíavisto enmivida.Encincominutos tenías que beberte treinta litros de cerveza, ¡ah! Y si lograbassuperareldesafíoestaríasinvitado,todoundetalle.Nopodíaserverdad.¿Alguienensusanojuicioseprestaríaaalgoasí?—¡Apúntame!–gritóunfornidocincuentóngolpeandoalmismotiempo

lajarraquesujetabaenlamano.Harryseestabaanimando,creoqueyaibaunpoquitoalegreperomelo

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confirmó.—¿Ysilohagoyotambién?—mepreguntóconlasmejillasardiendo.—Nienbroma—lecontestéantesdequeamítambiénsemesubierala

moña.—¡Eresuncoñazodetía!—medijosinconseguirfijarsumiradaenmi

cara—.Puessinoteanimasvámonosya.Sé que no debería reírme, pero ver a Harry en ese estado resultaba

caricaturesco.Apesardelofestivodelasituación,nomequisearriesgara que condujera él y, aunque era algo que no hacía amenudo,me dejóllevarsucocheyacompañarlehastacasa.Entréconélhastaelmismosofádel salóny ledejéallí tumbado,dondesequedódormidosegúnsedejócaer. Antes demarcharme se escuchaban ya sus atronadores ronquidos,señalinequívocadequeyoestorbabaenaquellahabitación.Con el pedo que llevaba, estaría echándose la siesta durante toda la

tarde. Me fui de allí sin que se percatara. No tenía coche, pero comovivíamos bastante cerca me dirigí a casa dando un agradable paseo;además, el viento rozándome la cara me ayudaría a despejarme a mítambién.Cuando llegué mi casa estaba vacía, me senté junto a la isleta de la

cocinaatomarmeunsándwichrápidoydenuevoregreséamihabitación.Tenía muchas cosas en las que pensar, la primera ymás importante detodaseralacitaquetendríaporlanoche.Estabaexcitada,soñabaconeseencuentrodesdehacíamuchotiempoy,porraroquemepareciera,habíallegado el momento. La vida me daba otra oportunidad. Esta vez lagestionaría de una manera mucho más serena, al menos eso me habíapropuesto, porque conociéndome, sabía que era capaz de formularcualquierfraseinoportunaparadaraltrasteconlasituación.Volví a convencerme a mí misma, me esforzaría, me iba a esmerar

muchísimoparaquenosucediera lode laúltimavez.Estabadispuestaadejarme llevar si se daba la ocasión. Esta cita no podía ser tan nefastacomo la anterior, la probabilidad de que sobrevinieran dos catástrofesseguidasdelamismamagnituderamaterialmenteimposible…¿Ono?Mimemoriasolíafallarmeconmuchafrecuencia,exceptoenlosmomentosen que debía hacerlo, como en ese preciso instante, que me acordé derepente de los tres huracanes seguidos que habían asolado a un pueblohacíaapenasdosaños, también recordéotra sucesiónde terremotosque

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creíhaberescuchado.Mimenteparecíauntorbellinodeideasquecombatíanentresíparaver

cuáldetodasmemortificabamás,menosmalquemepreparabaparairatrabajar y me evadiría hasta que llegara la hora de la ansiada cita conMike,porquesino,mepodíavolvermajareta.Me enfundé los vaqueros claritos,metí en las trabillas el cinturón de

cueroquehabíaheredadodemihermano,ypenséquémásponerme.Hoynoeradíadezapatillas,necesitabaalgomáscautivador,asíqueagarrélasalpargatasconcuñaquemetrajomamádesuúltimoviajeaEspañaylesquitélaetiqueta.Eranpreciosasy,másimportantequeeso,parecíansúpercómodas,prontolodescubriría,peroantes,teníaquedeterminarquémásme iba a poner. Tras meditarlo durante un segundo lo decidí, el fularmarrón clarito, el bolso de flecos y el vaporoso jersey beige quereservaba para una ocasión especial. Por supuesto, me enganché lospendientesdearo,sinellosnoibaaningunaparte.El neceser de viaje era un inventomuy bueno. Por regla general, yo

metíatodosmisbotesapresióndentrodecualquiermaleta,hastahoynohabíacaptadoelmensaje, ¡losneceseres servíanparaguardarcosas!Meacordédeunoquepermanecíaolvidadoenelbaúldelcuartodebañoylorecuperé, ese estuche solo me había servido para acumular polvo perohoyporfinledaríautilidad.LollenécontodoslosmaterialesdeaseoquenecesitaríaantesdesalirdeGalilea:unapastilladejabón,eldesodoranteyla colonia de los días importantes, Ô de Lancôme. Por supuesto, incluítodoslosproductosdemaquillajequehabíasobrelaencimeradellavabo.Después,cerrécondificultadlacremalleraylometíenelbolso.Iba doblada. Llevaba tanto peso que me sentía incómoda, por eso

preferíalasmochilas,sonmuchomásmanejables,yelcalzado,aunqueelespartoeracómodo,dondeestuvieranmisconfortableszapatillasque sequitara todo lo demás. ¿Pero qué estaba haciendo? Saqué el neceser delbolsoylodejésobrelacama.Total,noibaaarreglarmuchodándomeunligerorepaso¿oigualsí?Nuncasesabe,quizáreciénarregladaestuvieraespectacular. Lo volví a echar en el bolso por si acaso ymemarché atrabajar.Salí dispuesta a que fuera un día grande, de esos que recuerdas para

siempre,perocuandolleguéaGalilealaimpactantevisiónqueteníaantemis ojos suprimió de cuajomis alegres planes.Maxme esperaba en la

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esquinaapoyadoensupreciosocoche.Sabíaquehoyacudiríaaltrabajo,yya que por lamañanaHarry le hizo fracasar en el intento, ahora veníadecidido a hablar conmigo. Sin compañía y tras haberse llevado unvarapalocomoeldeayer,noparecíatanaltanero,peroaunasí, lagraveexpresióndesurostrosiempremeatemorizaba.Advertísupresenciaantesdeaparcarmicoche.Estabaapuntodeentrar

al trabajoynoteníaelección,asíquerealicétodoslosmovimientosconuna lentitud pasmosa y me acerqué con ceremonia hasta donde seencontraba. En esa escasa distancia tenía que resolver la situación ydecidir con rapidez cómo iba a enfrentarme a él, pero por más que lointenté, no seme ocurría nada. Solo pensé en una cosa, que sea lo queDiosquiera.—HolaMax—saludémásseriaquenunca.—Holaprincesa—dijomelancólico—,¿sepuedesaberquétehehecho

paraquemetratesasí?No era el lugar indicado para discutir aquello, tal vez mis tíos me

estuvieran observando, o peor, podía ser la comidilla del día paracualquiera de mis compañeros, además, en plena calle me sentía másindefensa si cabe, pero tras considerar cuál sería el mejor sitio parahablar,laverdadesquenosemeocurrióninguno.Enfin,quizáfueralaoportunidadparaacabarconnuestradesafortunadaamistaddeunaformarápida.Decidido,loharíaaquíyahora.—Max, sabes que te he tratado bien, pero ambos buscamos cosas

distintas, definitivamente no quiero salir contigo, además, creo quemisamigossemerecenunrespeto.Élseseñalólacara.Teníaelpómulohinchado.—¿Terefieresalquemegolpeóatraición?—preguntómuydigno.Sonreípordentro.Eraunabuenaformadeverlo.—Aélyalrestodemisamigos,sí.¿Quiéntehascreídoqueerespara

llegar y empezar a insultarles? ¿Acaso has pensado que eres mipropietario?—Lohiceparaprotegerte—contestóconvencido.—¿Demisamigos?—meestabadejandopasmada.—Delospeligrosquehayporahí¿nolocomprendes?—Túnoestásbien—dijecabreada.

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—Sí,mejordeloqueimaginas.Creíaqueerasmichica.Estaría enojado conmigo por no hacer caso de sus últimosmensajes.

MeacordédeDylanydesulamentablefinal.—No te pertenezcoMax, soy libre. Por favormárchate, déjame sola,

creoquenohaynadamásquedecir.Tedeseomuchasuerte.—Me gustas, Cris, solo intento velar por ti, defenderte de lo que te

puedaperjudicar.—Puesagradezco tugenerosogestoperono lonecesito.Sécuidarme

sola.—Quieresdecirqueseacabó,quenoesunenfadopasajero.Podemos

esperar unos días y hablarlo con calma. Puede que ahora estés alterada,perosetepasará,seguroqueestasituaciónlaolvidaremospronto.—NoMax,seterminó.Nohaysitioparatienmivida—dijetajante—,

noquierovolveraverte.Sequedómirándome,paradocomounpasmaroteantesde reaccionar.

Temíaunarespuestaviolenta,almenosesperabaunexabruptoporponerlepuntoyfinalalainsólitarelaciónquehabíamosmantenido,encambio,loconsideró y dio media vuelta para marcharse por donde había venido.Antesdealcanzarsucochesevolvióparamirarme.—Si es lo que necesitas, tómate tu tiempo, y no te preocupes porque

pronto se arreglará todo.Me encargaré de resolverlo personalmente—sentenciódejándomeconsternada.¿Quéqueríadecirconeso?¿Pretendíaasustarme?¿Seríaunfarolo…?—Adiós,Max.Alguien tan posesivo como él no se daba por vencido con facilidad,

pero se lo había dejado bien claro, el tiempo pondría cada cosa en sulugar.Resoplé aliviada. No sabía con certeza si Max intentaría volver a la

carga. Sus palabras me habían desconcertado y era un misterio sipretendía tomarse la justicia por su mano o simplemente esa era suorgullosamaneradedecirmeadiós,perosíteníalasensacióndeque,porel momento, le tendría alejado de mí una buena temporada. Harry sealegraríacuandolecontaranuestraconversación.Mistíosestabandemasiadoocupadosparadarsecuentadeloquehabía

sucedidoaescasosmetrosdeallí,lonotécuandomesaludaronnadamásentrar.

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—HolaCris,yaestásaquí,menosmal.¿Hasvisto?Seguimosigualqueayer, no hay tregua, tu tío no se lo cree, vamos a batir nuestro propiorécord—comentóLilylocadecontenta.—Yaloveo,¡estáhastalostopes!¿Yllevaasítodoeldía?—pregunté

impresionada.—Talcomolovesahora.¿Quéteparece?—serio.—PuesDiosquieraqueduremucho.Antes de empezar mi turno me liberé de la ropa susceptible de

mancharseysalímáscómodaconlaindumentariadebatallaquehabíaenelarmario ropero,noqueríaestropearlaantesdeque llegara lanocheehicetodoloposibleparareservarlaimpoluta.Latardesefueanimandopormomentos,lacafeteríaestabaarebosary

sinosdescuidábamosnosquedaríamossinprovisionesantesdeecharelcierre.Gracias a la frenética actividad las horas pasaron rápido; cuandome

quisedarcuenta,elrelojmarcabayalasochoenpunto.Unpinchazoenelestómagomerecordólacitayunlevedesvanecimientomehizotemblardeemoción.Entré en el lavabo reservado que teníamos los empleados, no solía

utilizarlo para acicalarme pero esta ocasión especial se merecía elesfuerzo.Saquéelabarrotadoneceserehiceusodetodossuselementos,desdeelprimerohastaelúltimo,sinexcepción.QueríaestarguapaparaMikeyhacerloposiblepararecuperarleotravez.Antesdesalirechéunúltimovistazoalespejoparacerciorarmedequenosemeolvidabanada.¡Ah,sí!Lacolonia,unasgotaspararemataryestabalista.—AdiósCristina—dijomi tío con un tono divertido—, que lo pases

bien.Me despedí sonriéndoles.Que iba a una cita no era algo que pudiera

esconder fácilmente,seveíaa la legua.Arranquéelcocheymealejédeallí, fuidirectamenteacasadeMike,peroporelcaminomás largo.¿Sepodíasermásestúpida?Sí,pordescontado,yomesuperabacadadía.

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HORTENSIAS

Tras dar todas las vueltas delmundo llegué a su casa.Desde fuera seapreciaba luzperoerademasiado tenue,comosihoy,precisamentehoy,se le hubiera ocurrido probar la eficacia de las bombillas de bajoconsumo.Meechéunaojeadaenelespejodelretrovisorporsimehabíadespeinado o el rímel se hubiera corrido; todo estaba igual que veinteminutos antes. Después salí del coche dispuesta a pasar una veladaromántica.Llamé al timbre con timidez. ¿Por qué tardaba tanto en abrir? A lo

mejornolohabíaoído.Penséenllamarotravezperodecidínohacerlo,mejoresperar.Simeimpacientabapensaríaqueestabanerviosa,claroquenosehubieseequivocado,estabatanatacadaquenodabapieconbola,loadmitieraono.Meaterrabalasituación,peropreferíadarotraimpresión,mesentíamássegurasinoexteriorizabamispropiostemores.Mepuseahacer los ejercicios de respiración para serenarme, esos que leí en elapartado de psicología de la revista Cosmopolitan y que en algúnmomentocríticomehabíanservidodeayuda.Aspirécontandohastaocho.Hice una pausa conteniendo la respiración y conté hasta tres. Expulsécontando hasta ocho. Hice otra pausa contando hasta tres. ¡Me voy aahogar!—Hola, niña, por fin has llegado, te estaba esperando para que me

echasesuncable.Me abrió la puerta un sonriente Mike. Estaba arrebatador. Llevaba

puestassusbermudasazulesyunpolodecolorblancoinmaculado.Desuhombroizquierdocolgabauntrapodecocinadecuadrosazulesyrojos.Ibadescalzo.—Hola Mike ¡no me puedo creer que hayas estado cocinando! ¿De

verdadhassidocapaz?Apartirdeahoratevaatocar,yanotienesexcusa.Susojosmerecorrieronentera,seretiróparadejarmepasarycerróla

puertadetrásdemí.—Esonilosueñes,henecesitadotodalatardeparaprepararunsencillo

platodepastay,aunasí,noestoysegurodequehayasalidobien.Además,

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vosotras lo hacéis mucho mejor ¿para qué cambiarlo? Incluso Fred yFernandosonunoshachasencuestionesculinarias.—Túloquetienesesmuchomorro—dijeenbroma.—Sí,también,peroesperaacomérteloantesdemodificarmeelrol,alo

mejorcambiasdeidea.Busqué la zona en la que se encontraban las luces pero, pormás que

buscaba,nohalléningúnespacioqueestuvieramásiluminadoqueelresto.Él ibapordetrásdemí,meparéygiréel torsoparapreguntarlecon lamiradahaciadóndedirigirme.Lepilléporsorpresamirándomeelculo,pero reaccionó bien indicándome con la mano que fuera al salón.Estupendo,noteníapensadoquecomiéramosenlamesadelcomedorquehabíaanexoalacocina.—¿Nodecíasquemeibasaponeracocinar?—preguntéaliviada.Nocontestó,se limitóasonreíryesperóaque llegaraalsalóndonde

habíaencendidounasvelas.Adecirverdad,noreconocíaaquellaestancia;había estado allí en contadas ocasiones, una de ellas pocos días atráscomiendo junto a sus padres, pero entonces había luz, el ambiente eradistinto y era innegable que la situación también. Quizás por eso meparecíacambiada.—Está….oscuro—melimitéadecir.Mike seguía sonriendo levemente sin decir una palabra. Siempre tan

dicharacheroyhoy,justoenesemomento,sequedabacallado.Observétodoamialrededor.Sehabíaesmeradomuchoparaconseguir

un ambiente perfecto. Me alegré de que no hubiese sacado la mejorcubertería para una cena que suponía informal. Había puesto los bajoplatosdemimbreylasservilletasdetamañoXLdepapel.Enelcentrodelamesa descansaba una enorme vela en forma de bol y, repartidas portodo el salón, había puesto otras tantas. Se percibía un ligero olor avainilla.Reparéenelaparadorsituadojustoamiderecha,ademásdeunoriginalcandelabroenelquecentelleabantresvelasmás,habíaunbonitoramoconcuatrofrondosashortensias,erandeuncolorrosaintenso,mispredilectas,yestabanrecogidasconunacintaderafiamarrón.Podíasercasualidadpero…—¿Y estas flores? ¿No las piensas poner en un jarrón? Se te van a

estropear—dijepararomperelsilencio.—Cuando llegues a casa las pones en agua—respondió escuetamente

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cogiéndolasyacercándolasamí.Lemiré a los ojos sin comprender.Antes del accidente lo sabía todo

acercademí,inclusolasfloresquemásmegustaban,peroahoramismonoestabaseguradenada,nisiquieradesiesoerafrutodelacasualidadoenrealidadsehabíaacordadodelinsignificantedetalle.—¿Sonparamí?—preguntésorprendida.—Sí,lastienesqueponerenagua,sinorecuerdomalsontuspreferidas

—comentócauteloso.—Losabes.Tehasacordado—dijeexaltada.—Exacto, mi mente por fin ha querido desvelármelo. Se han ido las

nubes, Cris, lo veo todo —comentó dejando entrever cierta dosis dealivio.—¿Cómo que lo ves todo? ¿Quieres decir que ya no tienes visiones

borrosas?—preguntéconmovida.—Esoesjustoloqueteintentodecir—comentófeliz.Titubeé.Unamezcladeemocionesytemorseencendíaenmiinterior.—Entoncesnonecesitasayudaparaesclarecernada—insistí.—Esoes,porfinhaaparecidola luzdespuésdetantaoscuridad—me

confirmóconciso.—¿Perodesdecuándo teocurre?¿Cuándo tehasdespertadodel todo?

¡CuéntameloMike!—queríasaberloya.—Entreayeryhoyhasidodefinitivo,peroheidoavanzandounpoco

cada día. He vuelto —sonrió—, estoy aquí en cuerpo y alma —dijoacercándosemás amí y entregándome el ramo que había cogido de lamesa.»Las hortensias representan cada uno de los años que hemos pasado

siendoamigos.Sonparati—melasentregóconunguiñoytransmitiendounagranfelicidad.—Gracias Mike —las olí. Me recordaban a él. Dulces, llamativas,

alegres…—¡Meencantan!—Siéntateahí—meseñalóunadelasdossillas—,vasaverloquehe

sidocapazdepreparar.Sefuea lacocinaymedejóallí sentada.Eracómico.Laprimeravez

queMikecocinabaparaalguien.Escuchéelestallidodeunplatochocandocontraelsueloehiceademán

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delevantarme.Nomesentíaagustoesperándoleapoltronadaenlasilla.—¡Nohasidonada!¡Notemuevas!—gritódesdelacocina.—Vale,vale,¿peroestásbien?—preguntépordeciralgo.—Sí,ahoravoy.Seescuchabaelcacharreopropiodelquenoestáacostumbrado.Estaba

impacienteporquevolviera a lamesa, allí sentada sin ayudarme sentíaincómoda.Porfinaparecióconunafuentequedejóenelcentroyvolviócorriendo a la cocina para terminar de traer la suculenta comida. Unapetitoso plato de espaguetis carbonara acompañado de una copiosaensalada.—Aversitegustan—dijoilusionadomientrassesentabafrenteamí.—Nolodudes,séquemevanaencantar.Siestánbuenos,tenombraré

cocinerooficialdelgrupo.—Ja, ja. Si se te ocurre hacer algo así, negaré que esto ha ocurrido.

¡Pruébalos!—dijonervioso.Le hice caso. Probé los riquísimos espaguetis que había cocinado y

estabanbuenísimos.—Mike,sientodecirtequeestoestá…Se puso serio. Estaba ansioso por conocer mi valoración. ¿Desde

cuándodeseabaconvertirseenilustrecocinillas?—¡Delicioso!—exclaméconénfasis.Respiróaliviado.Nuncalehabíavistoinquietoporsabersevaloradoen

lacocina,leimportabauncomino.Eranuevoparamí.Mientras comíamos,Mike semostraba contento y nervioso almismo

tiempo. Me evaluó varias veces antes de lanzarse a soltar lo que teníapreparado.—Siemprehequeridocontartealgoyhastaahoranomeheatrevido—

seanimóadecir—,talvezhoyseaeldía.—Talvez—dijeconfusa—;sabesquemepuedescontartodoMike,creí

queyalohacías.—Puessientocontradecirteperonoesasí,haymuchascosasdemíque

todavíanosabes.—¿Ycuáles son?Últimamente estásmuymisterioso.Quizás, como tú

dices,hoyseaunbuendíapararevelarsecretos.—Peronopuedoserelúnico,estaríaendesventaja—dijosonriendoy

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torciendolacabezaaunlado.—Yaveremos—comentéprecavida.—Eresmuytercaperoaunasítelocontaré—afirmóbenévolo.—Gracias —le agradecí el gesto con franqueza. Estaba deseando

relatarmealgo,tantosiyoqueríasincerarmeconélcomosino.—¿Teacuerdasdelosprimerosdíasdeuniversidad?—preguntó.—Vagamente¿porqué?—dijehaciendounesfuerzoporrecordarcon

detalleelprincipiodenuestraamistad.—Porqueyosíquetengorecuerdosmuyclaros—aseveró.—¿Porejemplo?—quisesaber.—Durantelasprimerassemanasquepaséenlauniversidadloúnicoque

veía a mi alrededor era una muchedumbre agitada, yo intentaba conímpetuencontrarmisitio—comenzóadecir.—Nospasóatodos,eralanovedad,cuandollegasaunsitiodondeno

conocesanadietesientessolo,desprotegido;peroesasensaciónlatienecualquiera, Mike —le aseguré tajante. Quería tranquilizarle, frenar esemalrecuerdoqueparecíanodejarleunahuellademasiadoagradable.—Sí,sí,losé,noesunaqueja,esquelaimagenmevienealamemoria

deestamanerayquieroquelaconcibasigual.—Ah—articulésinmás.Continuó.—Veíaalosestudiantescomounagranmultitud,unamasahomogénea

alaqueapenaspodíadiferenciar.Fueentoncescuandoteviporprimeravez.Meencontrabaenelcampus juntoaminuevocompañero,Fred.Lehabía conocido al comenzar los entrenamientos y nos hicimos amigos.Reíasruidosamentesinsospecharqueteestabaexaminando.Tecontemplécon disimulo, losmechones dorados esparcidos en tu ondulado cabellocastañotedabanunaireangelical.Aúnconservabasrestosdeunrecientebronceado.Tambiénmefijéentuscurvas,queeranperfectas,discretasysinexagerar.Todatúerasdulzura.Elsoloplacerdemirartemehizosentirvergüenza,perosemeacabóelembelesamientoconunempujóndeFred.«¡Descansaunpoco, tío!¡Setevanasalir losojos!»meincrepó.Enesemomento losupe.Aúnno teconocía,ni siquierahabías reparadoenmí,peroerascomounacorrienteeléctricaquemeatraía irremediablemente.Entoncesimaginécómoseríaelfuturosiestuvierasamilado,fantaseésindisimular mi cara de felicidad. Esto ocurrió antes de que Emma nos

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hubierapresentado.Emmaotravez.Torcíelmorro,peroMikecontinuó.—«¿Creesqueesapreciosidadpodríaquererconocerme?»lepregunté

aFred.Élmemiróconpenaantesderesponder:«puedesintentarlosiestáspreparado para recibir una negativa. ¿No te importa que te digan NO?Porque es muy duro, chaval, no te lo recomiendo, será mejor queaparquesaesachicaentumundodefantasía,seguroqueahísíconsiguessujetarla. O mejor que eso, olvídate, a lo mejor tienes suerte y no lavolvemos a ver».Y a la semana siguiente sucedió. Se presentaba un díacomo cualquier otro, de esos que pasan sin haberte dado cuenta, peroaquellamañaname quedé dormido y, con las prisas, olvidé echar en labolsaalgoparacomer.Entréenlacafeteríayallíestabasotravez,riendoruidosamente.Aúnconservoesesonidoregistradoenmicabeza.»Lo que son las cosas, Cris. ¿Has visto hasta dónde hemos llegado?

Estamospredestinados¿telohabíadichoya?SinoesporEmmaotronoshubierapresentado,talvezyomismo.SabíaqueaMikelegustaba,peroeraunasorpresamayúsculaconocer

elmomentoexactoenelquesefijóenmí.Nomeacordabadeesedía,noeracapazdehallaraquelinstanteenmisambiguosrecuerdos,peronomeafectó lomásmínimo, lomás importante, tal comomehabíadicho,eracomprobardóndehabíamosllegado.—VayaMike,no…nosabíaquetegustaba,buenosí,peronodesde…,a

ver…noimaginabaque…queyaantesdeconocernostehabíasfijadoenmí—¡ay!Comenzaba lodesiempre,apreté losmúsculosperonosirvióde nada, empezaron a subirme esos calores tan familiares que tantodetestaba. Por mucho que los maldijera ellos seguían su curso,comenzaronporlaspiernas,lasaxilas,lafrentey,lopeor,no,no,no,porencimadel labiono, intenté evitarlo rozándomedisimuladamente con eldedo pero brotó sin piedad. También me había puesto como un tomateperoenesemomento,despuésde losodiosossudoresera loquemenosmepreocupaba.¿Habríanotadomisofoco?Memirabadivertido,latimideznoeraunodesuspuntosflacosyestaba

disfrutandomuchodevermetanacalorada.¡Serácapullo!—Bueno,yatehereveladounodemissecretosinconfesables,ahorate

tocaati.¿Tienesalgoquecontarme?—preguntódecididoaescucharme.Escondermedebajodelamesanoeraunaalternativarazonable.Tenía

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quehablar,deciralgo,era lo justo.Mivozsequedócomosiempre,a laalturadelesófago.—Niña —me cogió las manos—. ¿Qué te pasa? —preguntó

preocupado.—Nada,esqueestoy…abrumada.—¿Porloqueteacabodecontar?—dijosobrecogido.—Tengo que reconocer queme ha sorprendido bastante,Mike, nunca

mehabíasdejadoentrevernadayderepenteeldíadelabarbacoapasóloqueyasabesyhoymesueltastodoeso,sondemasiadasemocionesjuntas.—Eldía de la barbacoame equivoquéy hoynecesitaba contarte esto,

meloharecomendadomipsicóloga—meaclaródivertido.—Esanochefuiyolaquesecomportócomounaestúpida,yalosabes,

quise modificar mi reacción nada más irme pero era tarde. No sabescuántolosiento—dijesinmás.—Olvidemos aquello y punto, yo ya lo he hecho —comentó para

tranquilizarme.—Antesquierosaberunacosa—guardabaunapequeñaduda,teníaque

enterarmedealgoantesdeconfesarlemissentimientos.—¿Más?—preguntóconguasa.—Vengaya,Mike,noseaspayaso—lereprendí.—Vale,dimequéquieressaber—sepusoserioydispuestoaaclararme

cualquierdudaquetuviera.—Cuando hablábamos en el hospital ¿podías oírme? —pregunté

indecisa.—¿Losdíasqueestuveallí,despierto?—nomeentendía.—No,antes,me refieroa losdíasqueestuviste…dormido—acababa

de soltar una insensatez. No, era mucho más incómodo, después depronunciarloenvozaltameparecióunasoberanatontería.—Nosé,Cris,¿cuándo?—seguíasincomprenderme.—Déjalo,penséquemeentenderíasperoyaveoqueno—mearrepentí

almomentodehabérselopreguntado.—¿Quélevoyahacer?Meheperdido—dijoconfuso.—Esquecreíaquetalvezpodíasescucharloquetedecía.Despuésdel

accidente te conté muchas cosas y a veces daba la sensación de quereaccionabas.Lamáquinaseacelerabaoreducíalaintensidad,inclusoen

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unaocasióntevillorar—leaclaré.Mikesonrióenternecido.Luegomeexplicóalgo.—Notengolamásremotaideadeloquemecontaste,escomosiyono

hubieseestadoallí,perono importa, seguroquealgoquedó impresoenmi subconsciente, sino, no se entienden esas reacciones de las que mehablas.Loquemecontabasdebíasermuyinteresanteporqueyonollorocon facilidad—me dijo con unamirada provocadora—, pero es ahoracuandometienesquecontaresascosas.Puedesempezarcuandoquieras,estoyansiosoporescucharte.—¿Puedomadurarlo?—preguntésonriendo.—¿Otravezmevuelvesadecireso?Hastenidotiempodehacerlo,no

mehagasesperarmás—dijoimpetuoso.—Nosécómodecírtelo,Mike,megustasmucho,muchísimo,perome

resultatanextrañoquenoterminodehacermealaidea—alfinlosolté.Nohabíasidotancomplicado.—Tehacostado¿eh?Meteníasconfundido,peroestabasegurodeque

sentíaslomismopormí,aveces,pormuchoquesepretendalocontrario,lasseñalessonmássincerasqueunomismo—comentóconfirmando loqueyasabía.—Voyallevarestoydepasotraigoelpostre—dijealiviada.—¿Pretendes escabullirte?—preguntó sereno. Su aplomome alteraba

más.—No. Necesito levantarme un momento, estoy nerviosa. ¿Tienes

helado?—pregunté.Derepentemeinvadíaunodemisataquesdeazúcar.—Sí,estáenelcongelador,enlapartedeabajo—contestósinapartar

supenetrantemirada.Meobservabadeunamaneraquenoacostumbraba.Cogílosplatosquehabíasobrelamesaparaaprovecharelviajeyfuia

lacocinaapreparardostarrinas.Cuandolasestabarellenandocomencéaescuchar la que ya erami canción favorita, nuestra canción.AgainstAllOddsdePhilCollins.Cerrélosojosparadisfrutarlabien.Estabaentrance.Durantevariosminutosmerecreéen lamelodía.El tema terminódandopaso a la siguiente canción. Esta vez había bajado intencionadamente elvolumen.Miré losdoshelados.Comonomedieraprisa sederretiríanantesde

salirdelacocina,seríamejorqueregresasecuantoantesalsalón.Agarréloscuencosparavolveralamesaperomedetuveamitaddecamino.El

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pasilloquedebía atravesar estaba enpenumbray, al final del recorrido,Mikemeesperabadepieapoyadocontralapared.Sumiradasalvajehizoquelaelectricidadmerecorrieralasvenas.Teníaqueavanzar,llegarhastaél,sabíaconcertezaquenoseretiraría.Además,estavezyono le ibaadetener.Aunasí,eltemblequedemispiernasmehacíatenermildudas.Dilos tres pasos que nos separaban y alcancé su altura. Le sonreí pero élseguíamirándomeconrigidez.Susojosardíandedeseo,sinembargo,losmíos daban vueltas intentando centrarle en mi campo de visión. Meestremecí,yomecortabamuchísimoensituacionesasíy,encima,eneseestrechopasillosuestaturameintimidabaeldobledelohabitual.Estabaapunto de desmayarme cuando me cogió los helados que me temblabanentrelasmanosylosdejósobrelamesa.Segirósúbitamenteymemiróconunbrilloespecial,alcémáslavistahastasusprofundosojosnegrosque me penetraban y los percibí más oscuros que nunca. Mike tenía larespiración agitada y yo luchaba sin éxito intentando controlar latemperaturademipiel,queardíaenllamasymesubíaamedidaqueélseacercabamásamí.Depronto,tomómirostroentresusmanos.—Te quiero, Cris, siempre te amaré pase lo que pase—me dijo con

ternura—.Eresconsciente¿verdad?Sindejarme respondermebesóconpasión,yo le respondí encantada.

Sabíaacaramelo,eradulce,Miketeníaunsaborirresistible.Nodejabadebesarme, soltóunade susmanosparahacermeuna coleta tiranteque seenrolló en la muñeca. La postura me obligaba a echar la cabeza haciaatrás. Entonces me mordió la barbilla, después comenzó a besarme elcuelloytambiénpordetrásdelasorejas.Sentísubrazoalrededordemicintura y aprovechó para apretar sus caderas hasta aplastarme contra lapared,despuésaflojó lapresiónynoté susdedosdeslizándose sobremipielmientrasmerecorríanlaespinadorsal.Queríadetenerelcosmosparaencerrarnos en una cápsula del tiempo, seríamaravilloso estar así parasiempre,prolongarelmomentoyconvertirnoslosdosenunaestatuadesal,perpetua,inmortal,queduraseporlossiglosdelossiglos,peroMikecesóderepente.Apoyólasdosmanosacadaunodelosladosdelaparedytorciólacabezaaunladomientrasrespirabacondificultad.Despuésdeunossegundosquemeparecieronunaeternidad,serepuso.Esperéaquedijeraalgo;seguíacallado,seescuchabadefondolamúsicayelsonidodenuestra respiración.Mecontemplabaconunamiradasevera, susojosclavadosenmirostrohacíanquemederritiera.

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Porfinsonrióysentíalivio.—Ven—dijoconautoridad.Meagarróde lamuñecay tiródemí,veíasus intencionesasíqueme

adelantéyechéacorrer.Reaccionótanrápidoquetardóunmilisegundoendarmealcance,habíallegadoalsegundoescalóncuandomeagarróeltobilloyfrenóensecomiaceleradaascensión,estohizoquemetropezaraymi cara aterrizó a escasos centímetrosdel escalón.Estababoca abajo,inmovilizada,surobustocuerpoenvolvíaelmíosinpulverizarme.—¿Dóndevastandeprisa,niña?—preguntódivertido.—¿Túquécrees?—respondíriendo.—No corras tanto, llevo cuatro años esperando este momento y no

sueñessiquieraquetevasalibrardemícontantarapidez.—Nolopretendía—meexcusé.Mediolavueltaymeagarrólosbrazoshastasituarlosporencimade

micabeza.Mevolvióabesar,peroestavezlohizomásenloquecido.Surespiraciónseguíasiendoentrecortadaylatensiónsexualalcanzólímitesinsospechados. Lentamente me fue soltando los brazos, aflojando lapresión. Al fin, me dejó libre para seguir el ascenso y los dos nosperdimosensuhabitación.

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CONFESIÓNDEMIKE

Laclaridaddelamañanamehizovolveralarealidad.MeencantabalaluzdeSanDiego,elmodoenqueelsolbrillababañandolahabitacióneradifícil captarlo en otros puntos del planeta. Estaba en su cama,desperezándome, saboreando la increíble noche que habíamos pasadojuntos. Sonreí al evocar cada detalle de su frenética pasión. Seguía enéxtasis.Mepuseunacamisetadelosaztecasquehabíasobrelasillaymedirigí

haciaMike.Estabaenlacocinapreparandounasapelmazadastortitas;otraprimicia.Estosílotendríaquecontar.Lebrillabanlosojosdesatisfaccióny yo me sentía dichosa al sentir su amor. Ahora sí lo veía posible,podríamos avanzar juntos, descubrir de lamano todos los secretos queexistieraneneluniverso.Eramiotramitad, comosi cadapartehubierasido separada antes de nacer y ahora, inevitablemente, estuvieranobligadasafusionarsedenuevo.Avanzaríamosenlamismadirección,losdosrecorriendojuntoselmismocamino.Me importaba poco o nada lo que pensase mi padre, tampoco me

afectaría jamás la existencia de Max, la única ambición que tenía seencontrabafrenteamí.Él,soloél,eralapartequemefaltabaparallenarelvacío.—¿Hasdormidobien?—mepreguntóunradianteMike.—Demaravilla¿ytú?—respondí.—Notanto,peronomequejo,queríahacertetortitasparadesayunary

esomehamantenidodesvelado.Notolerobienlaspresionesculinarias—dijoconpesar.—Eresbobo,lashubierahechoyoahora—comentésonriendo.—Yatelodije,teinvitabacontodaslasconsecuencias.Mequedéensilenciomientrasleobservabahacer.—Graciasportucompañía,Cris,esteessindudaelmejormomentode

todamivida—dijo.—Si es así, espero estar a la altura a partir de ahora —comenté

presionadaporsusbonitaspalabras.

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—Siempre lo estás —aseguró y, sin más, me animó a que nossentásemosfuera.Salimosalporche.Unresplandecientesolseproyectabasobreeljardín

delantero,parecíasonreírnos,igualqueMike,quetambiénseencontrabaen la misma alineación, pletórico, exultante de alegría y queriéndomecontar algunas confidencias que no le había dado tiempo a comentarlasanoche.—Ayertereveléelmomentoenqueteviporprimeravez—comenzó.—Sí,ylamentoprofundamentenorecordarlo—dijeconpena.—Eso no importa, no son tus recuerdos, son los míos y los quiero

compartir.—Teentiendoperoseríaagradableteneralmenosunavisióndeesedía

—lecorregí.—¿Ysabesqué?AlenterarmeporEmmadequeestabaslibrecomencé

a espiarte, te seguía, allí donde fueras, siempre estaba yo rondando.Meteníasobsesionado,nunca ibaa lograrquedesaparecierasdemicabeza;por supuesto tampocoquería, aunque en algúnmomento sí que llegué aplanteármelo, sobre todo en los periodos en los queme sentía enfermopor la situación. Aunque después lo analizaba mejor y volvía a opinarexactamente lo mismo. El haberme topado contigo tenía que ser unpresagio, si por causas fortuitas del destino tuve la inmensa suerte deconocerte,dequenospresentaranporcasualidad,nopodíadejarlopasar,tenía que conquistarte, al menos intentarlo; pero había algo que memanteníaparalizado,elmiedoaquemerechazarasymehicierassalirdetuvidabloqueabamiarrojohabitual,erademasiadofuerte,poresomehacostadotanto.—¡Encontrarnosenlabibliotecanofueunacoincidencia!—Claroqueno.Eldestino tepusoantemíynopodíadejarteescapar.

No quería, por eso ahora necesito saberlo,me lo tienes que confirmar.¿Mesiguesqueriendoigualdespuésdesaberquesoyun«rastreador»?—nosabíasilopreguntabaenserio.—Noloeres—conseguídecir.Sus palabras sonaban tan dulces queme volví a derretir.No esperó a

quelerespondiera.—El día que vi a tu amigo el estirado, sabía que nada bueno podía

traernos, no solo a mí, tampoco tú podías salir beneficiada de aquello.

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Sentíunoscelosdesmesuradoscuandoteseparódenosotrosparainvitarteaunacopa.Asíquefigúrate,mealegrósobremanerahaberletumbado,mediolaexcusaperfecta.Me había preocupado innecesariamente, en el fondo Mike había

descargadosucóleracontraélsaciandosudeseodevenganza.—Y cuando desperté del coma, Cris, eso ya fue lo peor, todo era

borroso,demasiadolóbrego,comosilapenumbrasehubieradesplomadosobremí.Hasidouneclipseinterminablehastaayer,cuandoteviconlaclaridaddesiempre,entoncessupequesolosería felizsi lo intentabadenuevo. En tu presencia siempre me faltó valor, pero ya está superado,estaréatuladosiempre,seguirétodostuspasosysinomepidesquemealeje,teamaréelrestodemivida.—¿Y sientes algo por Emma? ¿Te ha gustado alguna vez? ¿Os

enrollasteis?Loschismescirculan.Mikesoltóunacarcajada.—¿¡Emma!?Porfavor,Cris,jamáshubonadaentrelosdos.Intenté reprimir la emoción que me embargaba pero los ojos se me

llenarondelágrimas.