Soberanía y crisis social - Joxerra Bustillo

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  • 7/30/2019 Soberana y crisis social - Joxerra Bustillo

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    Soberana y crisis social

    La calle est que arde. La situacin social es alarmante. La preocupacin principal es laeconoma. La crisis lo acapara casi todo. El desempleo registra cifras inaguantables. Losdesahucios se multiplican. Una buena parte de la poblacin atraviesa dificultades. Losrecortes en sanidad, educacin y servicios sociales son palpables. La corrupcin seextiende, en especial en la clase poltica. Una de las principales instituciones financierasdel pas, la CAN, ha desaparecido.

    El complicado panorama se agrava si tenemos en cuenta que Euskal Herria sigue siendouna nacin sin estado, lo que dificulta la posesin de las herramientas imprescindiblespara atajar la crisis econmica, social y poltica que vivimos. Nadie puede asegurar quela situacin sera hoy mejor si Euskal Herria fuese un estado independiente, pero s quese puede afirmar que de serlo dispondra de mejores y mayor nmero de herramientas

    para afrontar esta situacin de alarma social que padecemos.

    Desde ciertos sectores se ha teorizado en los ltimos tiempos sobre un independentismobasado en que a Espaa le va muy mal econmicamente. Por ello apuestan por laseparacin. Que se hundan ellos solos, los espaoles, se dice desde algunos foros. Estetipo de argumentaciones, una especie de independentismo de los ricos, se puedeconvertir en un peligroso obstculo para el desarrollo de un soberanismo progresista ennuestro pueblo. Si el argumento central para lograr la independencia del Estado espaol-porque al Estado francs ni se le cita- se basa exclusivamente en disfrutar de mejoresndices econmicos, estamos apaados.

    El independentismo debe basar sus argumentario en valores ms slidos que la merariqueza econmica. El Estado de Euskal Herria es viable econmicamente, no hay duda,pero nadie puede afirmar que la mera independencia traer como por ensalmo unamayor calidad de vida. Un independentista serio debera preferir vivir de formasoberana, aunque fuera con un menor nivel de vida que el que disfruta en la actualsituacin de dependencia. El independentismo significa bsicamente libertad, amn deidentidad, cultura propia, lengua y una serie de valores intangibles, pero que estn ah,presentes en nuestra vida cotidiana. Pero sobre todo significa capacidad de organizarsede forma autnoma, de disponer y gobernar los bienes materiales e inmateriales delpas, de estructurar ste ordenando su territorio, de dotarle de un organigramainstitucional propio, etctera.

    Para llegar a ese estadio es necesario poner previamente en marcha un movimientosoberanista de amplia base que aglutine a las mayoras sociales del pas, que se muestreatractivo a las clases trabajadoras, a los profesionales, a los autnomos y cooperativistase incluso a pequeos empresarios. Un soberanismo de raz social, que disponga delreclamo suficiente para que se incorporen a sus filas sectores que hoy por hoy no sonsoberanistas, pero que en el futuro, en un ejercicio de pragmatismo, pueden otorgar suconfianza a un movimiento que presente alternativas razonables al actual caossocioeconmico generado por la crisis.

    Un entente soberanista que apuntale las conquistas sociales arrancadas por la claseobrera a lo largo del siglo XX. Que coloque en el centro de su accionar el concepto deinters pblico sobre el de inters privado. Que aboge por la existencia de una banca

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    pblica al servicio del desarrollo sostenible del pas, ajena a los desahucios yfacilitadora de financiacin a familias y pymes. Un soberanismo que blinde el sistemapblico de salud y servicios sociales ante los recortes, las subcontratas, lasprivatizaciones y las reducciones de personal. Que construya un sistema pblico deenseanza al servicio de las mayoras, no elitista, con igualdad de oportunidades, encontacto con la realidad laboral del pas s, pero capaz de reflexionar y aportar desde su

    corpus universitario. Un soberanismo que asuma la solidaridad como un valorimprescindible, atendiendo las necesidades primarias de los que peor lo estn pasando.Un Estado serio no puede delegar en las organizaciones no gubernamentales,especialmente en las cristianas, la dieta bsica alimenticia de los sectoresdesestructurados por la crisis econmica y el desempleo. Tiene que asumir esasfunciones por s mismo, sin importunar por ello la colaboracin con esos agentes de lasociedad civil, que deben actuar de forma complementaria.

    Un soberanismo social que en la mesa de disputa entre empresarios y trabajadores noadopte siempre las posturas ms favorables a los intereses de los primeros, sino queprotega y ayude a desarrollar las iniciativas de los sindicatos obreros, organizaciones

    imprescindibles para el buen funcionamiento de una sociedad democrtica avanzada. Unsoberanismo que se preocupe por la suerte de los ms dbiles, los nios y los ancianos,facilitando la atencin a sus necesidades educativas y a su autonoma personalrespectivamente, y que acabe con los privilegios de clase a la hora de implantarpolticas fiscales progresistas, igualitarias y en definitiva ms justas.

    Solo un soberanismo que ataque las razones profundas que originan la actualidaddesigualdad social, que contribuya a reducir en la medida de lo posible el desempleo yla exclusin social y que ponga en valor las herramientas necesarias para un msprofundo reparto de la riqueza, puede aspirar a ser mayoritario.Y tan solo aglutinando a

    la mayora social del pas se podr permitir dar los pasos necesarios para forzar, ante losresponsables de los estados espaol y francs, las medidas legales que garanticen laproteccin del derecho a decidir. Es decir, nuestro derecho a disponer de un estadopropio, soberano, que mantenga relaciones con los estados vecinos en pie de igualdad,sin ms cortapisas.

    Si los sectores ms directamente implicados en la vertebracin de ese soberanismosocial y mayoritario son capaces de erigir ese rbol y situarlo en el centro del escenariopoltico vasco, estoy seguro que sus frondosas ramas conseguirn introducirse ensectores hasta ahora refractarios a las ofertas polticas abertzales. Hablo de personasque se mueven en mbitos electorales del socialismo o el comunismo de mbito estatal,

    en espacios sindicales de progreso, en el asociacionismo sin nimo de lucro, en losgrupos de afectados por la crisis, entre los indignados de diferente procedencia, enresumen, en el amplio campo de juego que se puede definir como las izquierdas, seanestas moderadas o de tendencias ms transformadoras.

    No se trata, en todo caso, de limitarse a proclamar una declaracin de buenasintenciones, sino de ir demostrando, da a da, que existen alternativas a las polticaseconmicas y sociales diseadas desde Bruselas, asumidas por Madrid y Pars, y quesuelen ser reproducidas, con ciertos matices, por los diversos ejecutivos autonmicosque nos gobiernan. Un ciudadano, abatido por las difciles circunstancias que estsufriendo, puede caer presa de la melancola, pero un pueblo entero no se lo puedepermitir, tiene que organizarse y responder.

    En los ltimos meses ha surgido en Portugal el movimiento espontneo Que se lixe a

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    troika (que le jodan a la troika), que reclama la soberana del pueblo portugus frentea Bruselas, cuyos componentes acuden a parlamentos, ayuntamientos y otros lugarespblicos a interrumpir los discursos de las autoridades mediante el canto del himno de laRevolucin de los claveles de 1974 Grandola vila morena. El verso ms profundo de lacancin de Jos Zeca Afonso dice: O povo quem mais ordena (el pueblo es quien msordena). Y es que un pueblo, si se organiza y asume unos objetivos claros basados en la

    igualdad, en la decencia y en la defensa de su soberana puede cambiar cualquiersituacin, por desesperada que nos pueda llegar a parecer. Ah viene mayo para empezara demostrarlo.

    Joxerra Bustillo Kastrexana, periodista

    [Artculo publicado en el diario Gara el 21 de abril de 2013]