Sobre el himno de mi Colegio

3
Un himno obedece a básicamente cuatro características: Refleja un momento histórico, exalta valores, genera identificación, y proyecta un ideal. Cuando hablo de un momento histórico estoy diciendo que un himno varía de acuerdo a las circunstancias en que fue escrito, plasma entre líneas, o explícitamente, el sentimiento que acompañaba a una colectividad determinada en el momento en que el autor, o autores, lo componen; un himno exalta los valores de una comunidad, los énfasis éticos, el fervoroso deseo de progreso, la esperanza, en fin, cualquier posible matiz de sentimiento que finalmente genere entre los suscritos identificación y la proyección de un ideal de comunidad. Digamos que un himno se convierte así en una carta de presentación e identifica a quienes se adhieren a esa colectividad bien sea por razones de formación, un sentimiento nacionalista, o por casos menos trascendentes como un sello empresarial, pero en todos los casos un himno intenta plasmar de forma sublime un sentimiento que proyecta, trasciende e identifica. Soy graduado del Colegio Bachillerato Patía, en la comunidad de El Bordo, municipio del Patía, Cauca. Durante más de una década el claustro de esta institución fue cuna de mis impulsos literarios, de mis sueños ingenuos y mis sueños razonables, de mi curiosidad infantil y de mi testarudez adolescente, y en los 12 años en los que me paseé por sus instalaciones fue imposible no percibir la idea de educación que se maquina tras sus muros, la ilusión que trasciende, el futuro que se vislumbra y el pasado que enaltece. Me bastó menos de un lustro de debate entre lo banal y lo complejo para comprender que un COLEGIO no son solo las paredes que lo rodean, ni los pupitres –maravillas del grafiti- ni los profesores y los alumnos, sino todo cuanto se pueda avizorar a su alrededor: la sociedad, la cultura, la ilusión curiosa del niño, el adulto con sueños, y el adolescente deseoso de futuro. En algún pasaje del anterior párrafo hago alusión al pasado que enaltece, a un pasado al que nos estamos acostumbrando a negar, al que le damos la espalda como ruines sombras de la tarde, jactándonos de aires de renovación y pisoteando la breve ilustración que el destino plantó en nuestras tierras, dejamos tras un velo de indiferencia -que INDIGNA- hombres como Plutarco Elías Ramírez, gran poeta oriundo de nuestro municipio, pero poco conocido en las clases de literatura, y a Isaías Rodríguez

Transcript of Sobre el himno de mi Colegio

Page 1: Sobre el himno de mi Colegio

Un himno obedece a básicamente cuatro características: Refleja un momento histórico, exalta valores, genera identificación, y proyecta un ideal. Cuando hablo de un momento histórico estoy diciendo que un himno varía de acuerdo a las circunstancias en que fue escrito, plasma entre líneas, o explícitamente, el sentimiento que acompañaba a una colectividad determinada en el momento en que el autor, o autores, lo componen; un himno exalta los valores de una comunidad, los énfasis éticos, el fervoroso deseo de progreso, la esperanza, en fin, cualquier posible matiz de sentimiento que finalmente genere entre los suscritos identificación y la proyección de un ideal de comunidad. Digamos que un himno se convierte así en una carta de presentación e identifica a quienes se adhieren a esa colectividad bien sea por razones de formación, un sentimiento nacionalista, o por casos menos trascendentes como un sello empresarial, pero en todos los casos un himno intenta plasmar de forma sublime un sentimiento que proyecta, trasciende e identifica. Soy graduado del Colegio Bachillerato Patía, en la comunidad de El Bordo, municipio del Patía, Cauca. Durante más de una década el claustro de esta institución fue cuna de mis impulsos literarios, de mis sueños ingenuos y mis sueños razonables, de mi curiosidad infantil y de mi testarudez adolescente, y en los 12 años en los que me paseé por sus instalaciones fue imposible no percibir la idea de educación que se maquina tras sus muros, la ilusión que trasciende, el futuro que se vislumbra y el pasado que enaltece. Me bastó menos de un lustro de debate entre lo banal y lo complejo para comprender que un COLEGIO no son solo las paredes que lo rodean, ni los pupitres –maravillas del grafiti- ni los profesores y los alumnos, sino todo cuanto se pueda avizorar a su alrededor: la sociedad, la cultura, la ilusión curiosa del niño, el adulto con sueños, y el adolescente deseoso de futuro. En algún pasaje del anterior párrafo hago alusión al pasado que enaltece, a un pasado al que nos estamos acostumbrando a negar, al que le damos la espalda como ruines sombras de la tarde, jactándonos de aires de renovación y pisoteando la breve ilustración que el destino plantó en nuestras tierras, dejamos tras un velo de indiferencia -que INDIGNA- hombres como Plutarco Elías Ramírez, gran poeta oriundo de nuestro municipio, pero poco conocido en las clases de literatura, y a Isaías Rodríguez magistral poliglota y poeta cuyo trabajo fue ampliamente reconocido por personalidades de nivel nacional y por la Casa de Poesía Silva, la primera casa de poesía de lengua española y actualmente el mayor y mas prestigioso centro poético del país. Hoy pretendemos darle la espalda a quien en un gesto de amor desinteresado por la INSTITUCION Bachillerato Patía quiso componerle un himno hace ya varias décadas, himno que por tradición era reconocido en su oficialidad pero que hoy sufre de la total incomprensión que sólo la desidia del tiempo y el desdeño puede gestar en la mente de los que habitan un territorio. Sin más, en los pasillos del propio colegio se gesta un proyecto con aires de reconocimiento, que tilda al himno de Isaías Rodríguez como desactualizado, sin contexto educativo, y que según se dice no identifica en nada el sentimiento que en los salones de la institución se ha movido por casi medio siglo. En mi concepto descalificar el himno es totalmente errado, y no voy a ahondar en discusiones que me lleven a enfrentamientos con quienes proyectan un cambio del himno. Pero simplemente voy a dejar constancia por medio de este deshago, la indignación que me genera que sean tan pocos

Page 2: Sobre el himno de mi Colegio

quienes defiendan el trabajo de Isaías Rodríguez, y tan pocos quienes logren dimensionar el valor del mismo. Diré que el himno dimensiona el espíritu que el autor idealizaba en quienes habitan y habitaron el municipio, el deseo que debe acompañar a quienes ingresan a una institución educativa cuando plasma en su primer verso Cultivemos la ciencia que lleva / A la cumbre a saciarnos la sed/  diciendonos así que dicho esfuerzo -cultivar la ciencia- tendrá reconocimiento, y continúa diciendo: Y circunda la frente ardorosa/ Con guirnalda de eterno laurel  haciendo clara alusión a la corona de laurel de los triunfadores de la antigua Grecia. El autor quiso en un atípico himno plasmar aquel deseo con que ingresaban los estudiantes de la época, que en su humilde pero tajante propulsión se preparaban para el trabajo, A cantar al TRABAJO que brinda / Las espigas del rubio trigal, dice la segunda estrofa, no haciendo mención al trigo como un producto del agro sino al trigo como metáfora de la riqueza, de la dorada riqueza de nuestro intelecto, nos mecemos como un manto de amor maternal. Imaginemos un amplio trigal en el que cada espiga es cada una de las mentes de quienes habitamos el municipio, y con el viento nos mecemos, con el aura nos mecemos, despertando, siendo uno solo a razón de nuestro intelecto, la luz y el viento que nos mueve. El siguiente verso nos dice, Al espacio lancemos el himno / Que no pueden los labios callar: / Es Patía comarca fecunda, /Con sus frutos orlemos su altar.  Rodríguez quiso darle paso así a la proyección regional, nos dijo: hemos cultivado el intelecto, ya podemos trabajar, pero pensemos primero en nuestra tierra que es fecunda y la podemos enaltecer. La cuarta estrofa hace clara sugerencia a la cultura ganadera del municipio, creo que este punto no merece discusión, obedece a un momento histórico en que la diferencia ente lo rural y lo urbano no era abismal, y así pues cabía citar al ganadero, al vaquero, al señor de finca, sin asombro de que nunca se ha visto algo así por aquí. La quinta estrofa habla de los labriegos, de la paz, de la fauna, del ambiente y la felicidad, como haciendo alegoría a lo que siente la pachamama cuando sus hijos hacen el bien y prosperan. Y siguiendo ese aire de proyección que baña al himno, el tricolor aparece, el país, la nación, somos Patianos pero también colombianos y dentro de nuestro proyecto de vida que pasa por un cultivo intelectual y una proyección laboral, el sentimiento de que somos Colombianos no puede quedar relegado: Surquemos la comarca hablemos de país. Por último con la herramienta que nos ha dado el intelecto -El trabajo- trascendamos, proyectémonos cuanto podamos, que si la tierra no nos alcanza volemos como alondra del cielo, perdámonos en el firmamento, que las alas del intelecto alcanzadas con vehementes esfuerzos no nos las cortará nadie. dice: Y se pierde orgullosa en las nubes, / Que la besan con franjas de luz. Por ultimo sólo diré, que para mi éste fue y siempre será el himno de la institución en la que crecí, porque sólo él refleja, con la autoridad de un autor que trascendió y nos da su ejemplo, el deseo que me acompañará por siempre: Trascender. LUíS DAVID LEDESMA CUÉLLAR