Sobre El Purgatorio
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PURGATORIO
Es cosa singular que las Iglesias protestantes digan, unnimemente de acuerdo, que
los frailes inventaron el purgatorio. No cabe duda de que inventaron el ardid de sacar
dinero a los vivos hacindoles rezar por los muertos; pero el purgatorio es anterior a
los frailes.
Quizs indujo a los doctos a incurrir en este error que el papa Juan XVII instituyera,
segn se cree, la fiesta de los muertos hacia la mitad del siglo X. De esta institucin
deduzco que antes ya se rezaba por ellos, porque si desde entonces rezaron por todos,
debemos creer que antes ya se rezaba por algunos, lo mismo que se invent la fiesta de Todos los Santos
porque en tiempos anteriores festejaban a muchsimos bienaventurados. La diferencia que hay entre la fiesta
de Todos los Santos y la fiesta de todos los muertos consiste en que en la primera invocamos nosotros, y en la
segunda somos invocados; en la primera recomendamos a todos los bienaventurados, y en la segunda los
desgraciados se recomiendan a nosotros.
Hay muchas gentes que estn enteradas del modo cmo empez a instituirse esta fiesta en Cluny, que
entonces perteneca al Imperio alemn, y no necesitamos decir que San Obiln, abad de Cluny, tena por
costumbre sacar muchas almas del purgatorio diciendo misas y oraciones; y que un da un caballero o un
monje, que regresaba de la Tierra Santa, fue arrojado por la tempestad en una isla pequea, en la que
encontr un ermitao que le dijo que se vean cerca de all grandes llamas y furiosos incendios, con los que
atormentaban a los muertos, y que con frecuencia oa que los diablos se quejaban del abad Obiln y de sus
frailes, porque todos los das libraban de all alguna alma, y que era preciso rogar a Obiln que continuara
tan piadosa tarea para aumentar de ese modo los das de los bienaventurados en el cielo y el dolor de los
diablos en el infierno. Esto es lo que cuenta el hermano Girard, jesuita, en su obra Flor de los santos,
tomndolo del hermano Rivadeneira. Fleury presenta de otro modo dicha leyenda, pero conserva lo esencial.
La referida revelacin impuls a San Obiln a instituir en Cluny la fiesta de los muertos, que en seguida
adopt la Iglesia.
Desde esa poca el purgatorio proporcion muchsimo dinero a los que tenan el poder de abrir las
puertas de l. En virtud de este poder, el rey de Inglaterra, Juan Sin Tierra, declarndose vasallo del papa
Inocencio III y entregndole el dominio de su reino, obtuvo la emancipacin del alma de uno de sus parientes
que estaba excomulgado pro mortuo ex communicato pro quo suplicant consanguinei.
La cancillera romana estableci una tarifa para la absolucin de los muertos, y haban en dicha ciudad
muchsimos altares privilegiados, en los que cada misa que se deca en ellos, pagando seis liards, en los siglos
XIV y XV, sacaba un alma del purgatorio.
En vano los herejes se esforzaban en demostrar que los apstoles tuvieron derecho a desatar todo lo que
estaba atado en la tierra, pero no debajo de la tierra, porque eran anatematizados como criminales que se
atrevan a dudar del poder de las llaves, y efectivamente, debemos notar que cuando el Papa quera
perdonar quinientos o seiscientos aos de purgatorio lo haca en virtud de su pleno poder: pro potestate a
Deo acepta concedit.
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II - De la antigedad del purgatorio
Hay autores que aseguran que desde tiempo inmemorial reconoci el purgatorio el famoso pueblo judo,
fundndose en el segundo libro de los Macabeos, que dice textualmente que habiendo encontrado
escondidos en las vestiduras de los judos, en el combate de Odollam, objetos consagrados a los dolos de
Jamnia, fue cosa manifiesta que por eso haban muerto, y habiendo hecho una colecta de doce mil dracmas
de plata (1), l, que pensaba bien y religiosamente sobre la resurreccin, las envi a Jerusaln para redimir
los pecados de los muertos.
Como creemos que es para nosotros una obligacin referir todas las objeciones que hacen los herejes y
los incrdulos para que queden refutadas sus errneas opiniones, vamos a decir ahora las objeciones que
presentan para creer que Judas envi esos doce mil francos y para creer en la antigedad del purgatorio.
1. Dicen que doce mil francos de moneda francesa eran una cantidad excesiva
para que la tuviera Judas, que sostena una guerra de contrabandista contra un granrey;
2. Que pudo muy bien enviarse un regalo a Jerusaln para que se perdonen lospecados de los muertos, con la idea de que Dios bendiga a los vivos;
3. Que todava no se ocupaba nadie de la resurreccin en aquella poca, porqueesa cuestin no se promovi entre los judos hasta los tiempos de Gamaliel, pocoantes de las predicaciones de Jesucristo;
4. Que la ley de los judos que est encerrada en el Declogo, el Levtico yel Deuteronomio, no ocupndose de la inmortalidad del alma ni de los tormentos delinfierno, era imposible que hubiera anunciado que haba un purgatorio;
5. Los herejes y los incrdulos hacen cuanto pueden para demostrar a su modo que los libros de
los Macabeosson evidentemente apcrifos. He aqu las pruebas que presentan:
Los judos dicen los herejes no reconocieron como cannicos los libros de los Macabeos; por qu los
hemos de reconocer nosotros?
Orgenes declara formalmente que debe rechazarse la historia de los Macabeos. San Jernimo dice que no
deben creerse esos libros. El Concilio de Laodicea, celebrado en 367, no los incluye entre los libros
cannicos, y San Atanasio, San Cirilo y San Hilarlo los rechazan.
Las razones en que se apoyan para tratar esos libros de malas novelas son las siguientes: el autor es un
ignorante que empieza por decir una falsedad que comprende todo el mundo: Alejandro llam a su lado a
los jvenes nobles que se haban criado con l desde la infancia, y reparti entre ellos su reino, viviendo
todava. Esa falsedad tan grosera no puede decirla un escritor sagrado e inspirado.
El autor de los Macabeos, al ocuparse de Antoco Epifanio, dice: Antoco se dirigi a la poblacin de
Elimais con la idea de apoderarse de ella y saquearla; pero no pudo conseguirlo, porque habiendo sabido sus
habitantes lo que trataba de hacer, se sublevaron y consiguieron derrotarle. Lleno de tristeza regres a
Babilonia, y cuando estaba todava en Persia, supo que su ejrcito haba huido de Jud, se meti en cama y
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muri el ao 149. El mismo autor dice en otra parte todo lo contrario. Refiere que Antoco Epifanio iba a
tomar y a saquear a Perspolis y no a Elimais, y que cayendo de su carro, recibi una herida incurable y se lo
comieron los gusanos. Que pidi perdn al Dios de los judos, deseando hacerse judo.
No es esto todo; el autor en otra parte hace morir a Antoco de un tercer modo, para que el lector elija.
Refiere que muri apedreado en el templo de Naneo. Los que pretenden justificar esta burrada dicen que
quiso referirse a Antoco Eupator; pero ni el uno ni el otro fueron apedreados.
El mismo autor dice que los romanos haban conquistado a los glatas, pero no conquistaron la Galacia
hasta cien aos despus; luego el desgraciado novelista debi escribir un siglo despus de la poca en que
suponen que escribi, y lo mismo sucede con todos los libros judos, segn opinan los incrdulos.
El mismo autor dice que los romanos nombraban todos los aos un jefe del Senado. Al or esto los
incrdulos, exclaman: Era un hombre muy ignorante, que ni siquiera saba que en Roma haba dos cnsules.
Qu fe podernos tener en esas rapsodias de cuentos pueriles, amontonadas sin orden y sin concierto por
hombres ignorantes e imbciles? As se expresan autores audaces.
Nosotros les contestaremos que algunas equivocaciones, que probablemente vienen de los copistas, no
bastan a impedir que el fondo de esos libros sea verdadero; que el Espritu Santo inspir al autor y no a los
copistas; que si el Concilio de Laodicea no admiti el libro de los Macabeos, lo admiti el Concilio de Trento,
en el que intervinieron hasta jesuitas, y que admite esos libros toda la Iglesia romana.
III - Origen del purgatorio
Consideraba herejes la primitiva Iglesia a los que admitan la existencia del purgatorio, y condenaba a los
simonacos, que crean que las almas podan purgarse. Ms tarde, San Agustn conden a los discpulos de
Orgenes que sostenan este dogma.
Los simonacos y los origenistas admitieron acaso el purgatorio por encontrar algo semejante en Virgilio,
en Platn y en Egipto? Con claridad lo anuncia el sexto libro de la Eneida, siendo lo ms singular que Virgilio
describe almas suspendidas en los aires, almas que se queman y almas que se ahogan. He aqu lo que dice en
tres versos el referido libro: Se ven esos espritus puros agitarse en los aires a merced del viento, o
ahogados en las aguas o quemados en las llamas; de este modo las almas se limpian y se purgan. Y es ms
singular todava que el papa Gregorio, apellidado el Grande, no slo adoptase la teora de Virgilio, sino
que en sus dilogos introdujera muchsimas almas, que venan del purgatorio despus de haber estado
suspendidas en el aire o de haberse ahogado
Platn se ocupa del purgatorio en su libro titulado Fedn, y es muy fcil convencerse de esto leyendo en
elMercurio Trimegista que Platn tom de los egipcios todo lo que no haba copiado de Timeo de Locre.
Todo esto es muy reciente comparado con la antigedad de los primitivos brahmanes, y preciso es
confesar que ellos inventaron el purgatorio, como inventaron la rebelin y la cada de los genios, de los
animales celestes. En elShasta, libro que se escribi tres mil cien aos antes de la era vulgar, encontrarn
mis lectores el purgatorio. Los ngeles rebeldes, cuya historia copiaron los judos en la poca del rabino
Gamaliel, fueron condenados por el Eterno y por su hijo a mil aos de purgatorio, y pasado este tiempo Dios
los perdon y los hizo hombres. Hemos dicho ya en otras ocasiones, y ahora repetimos, que les pareca a los
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brahmanes demasiado duro que los castigos fueran eternos, porque verdaderamente lo que es eterno no
termina nunca; los brahmanes pensaban, pues, como el abad Chanlieu, que dice en una epstola dedicada A
la muerte: Perdname, Seor, si, cegado por tus bondades, no pude concebir que castigaras severamente mi
debilidad para los placeres, que desaparecen como los sueos; perdname si no pude creer que castigaras
con crueldad eterna la humana debilidad, que es vctima de quimeras engaosas.
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(I) Libro II, cap. XII, vers. 40 y 43.
PURGATORIOII - De la antigedad del purgatorioIII - Origen del purgatorio