Sobre La Suposicion. Guillermo de Ockham

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Guillermo de Ockham I SOBRE LA SUPOSICION Edición bilingtie Universidad Panamericana Publicaciones Cruz O., S.A.

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Guillermo de Ockham ISOBRE LA SUPOSICION

Edición bilingtie

Universidad PanamericanaPublicaciones Cruz O., S.A.

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Guillermo de Ockham

Sobre la suposición

Edición bilingtie

Edición a cargo de Luis Guerrero

Traducción de Antonietta Vatta

Universidad Panamericana

Revista Tópicos - Monografías

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La suppositio en el contexto lógico deOckham

«La pimienta se vende aquí y en Roma».

Esta sentencia, que podría ser admitida como verdadera a primera vista,es un ejemplo utilizado por Guillermo de Ockham para mostrar cómo, con elinstrumento preciso de la suppositio, el lenguaje ordinario no puede engañar­nos con respecto a las realidades concretas formando contradicciones o mos­trando la existencia de universales que carecen de sentido.

En efecto -afirma Ockham- «Se debe decir que esta proposición, si esdel extremo unido es simplemente falsa, porque cualquier singular es falsa, ytambién según el hecho [de] que tiene suposición simple es falsa, porque nadiequiere comprar aquella "pimienta" común».l

Al final de las Summule logicalei de Pedro Hispano (+ 1277) se incluyeun pequeño tratado titulado De suppositionibus. En el se recogen las teoríascomunes del siglo XIII sobre este tema. En dicho tratado hace la distinciónentre la significación y la suposición. La primera función de un términoconsiste en la relación del signo con la cosa significada. «La suposición es laacepción del término mismo, que ya significa una cosa, en lugar de algo. Comocuando se dice el hombre corre, el término hombre supone por Sócrates, oPlatón, etc. Por lo cual, la significación es anterior a la suposición».3

Aun cuando Pedro Hispano no debe ser considerado como un antecesordel nominalismo, la importancia que atribuyó al estudio del término y elestudio que realizó sobre la suposición, influyeron en la propia teoría lógicade Guillermo de Ockham, para introducir desde su tratado de la Suppositio

1 Summa Lag. 1,66,147-150.2 Esta obra se encuentra traducida al castellano por Mauricio Beuchot, Universidad Nacio­

nal Autónoma de México, 1986.3 Pedro Hispano, SlIIllm. Lag., 6, 3.

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x Guillermo de Ockham

las contradicciones a las que da lugar una consideración realista de los univer­sales, con el carácter polémico que caracterizaba al Profesor de Oxford.

A continuación se presentan algunas de las bases lógicas de Ockham quese entrelazan con su propia teoría de la suposición.

Ockham hace una distinción entre los términos categoremáticos y lostérminos sincategoremáticos. Los primeros hacen referencia directa a reali­dades concretas; por ejemplo, «pimienta». En cambio, los términos sincate­goremáticos, como «todos» «algunos» sólo refieren cuando están unidos a lostéminos categoremáticos, como «alguna pimienta se vende en Roma». Ock­ham también distingue los términos absolutos -los cuales no hacen refer­encia inmediata a una tercera cosa, como «silla»-, de los términosconnotativos, que significan refiriéndose a otra cosa, como «padre» hacereferencia en primer lugar al hombre en cuestión, pero con un significado derelación a un tercero.

Para Ockham, la diversidad de signos absolutos para los objetos -segúnlas distintas lenguas- fundamenta la distinción entre las palabras en tantoque palabras (el objeto de la gramática) y aquéllo que no hace referencia alsigno convencional sino al signo natural o concepto, de tal forma que puededistinguirse el terminus prolatus, la palabra hablada, y el terminus scriptus, lapalabra escrita, de la intentio animae o concepto, esto es, del término conside­rado en su significado. Esta intentio animae o conceptus es un signo natural,producto de la aprehensión directa de una cosa cualquiera. Estos signosnaturales son los mismos para un inglés o para un romano, inde­pendientemente que usen termini prolati o scripti distintos. La universalidadaceptada por Ockham se encuentra en la intentio animae.

Es en la proposición donde los términos adquieren la función de repre­sentar (suppositio), como ya lo había apuntado correctamente Pedro Hispano.En la proposición «el hombre escribe», el término «hombre» representa a unindividuo determinado. Este es un ejemplo de suppositio personalis.4 Encambio, en la proposición «el hombre es una especie», el término «hombre»representa a todos los hombres, siendo este un ejemplo de suppositio simplex. Porúltimo, en la proposición «Hombre es un nombre», el término «hombre» se

4 crr. Bochcnski. Historia de la lógica fonnal. 27.22 Yss.

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Introducción XI

refiere a la palabra misma, siendo este un ejemplo de suppositio materialis.Como el término «hombre» puede tener esta diversidad de suposiciones, noes sino en la proposición en donde la suppositio puede aplicarse a los términos.

Las primae intentiones (primeras intenciones) son aquellos signos (térmi­nos) que representan a cosas y no a signos, como hombre, pimienta, etcétera.En cambio, las secunda e intentiones (segundas intenciones) representan asignos que son también signos. Cuando decimos, «la especie es un predicable»,el término «especie» es un signo de otro signo. A este tipo de términos losdenomina Ockham secundae intentiones (segundas intenciones), de tal formaque los términos correspondientes a secundae intentiones representan losmodos predicamentales correspondientes a los objetos de la primera inten­ción. Representan no a las cosas, sino a los signos de las cosas. De este modola lógica es considerada como una ciencia de las segundas intenciones, puesse ocupa de la relación de los signos y no de las cosas representadas por lossignos. En cambio, las ciencias naturales corresponden a ciencias que versansobre las primeras intenciones, pues en ellas las proposiciones se refierensiempre a objetos individuales con algunas características semejantes.

Los términos sincategoremáticos son propiamente primae intentiones, quepor sí mismos no significan nada, pero que unidos a otros adquieren unasignificación determinada, con una precisa suppositio.

Ockham llama «término extremo» de una proposición a aquél que repre­senta a una cosa que no es signo, esto es, a primeras intenciones. En el ejemplo:«La pimienta es un condimento», el término «pimienta» representa a unarealidad concreta (o cada una de las realidades concretas que pueden sernombradas con el término «pimienta») por lo que puede calificarse de «tér­mino extremo».

La respuesta de Ockham al problema de los universales que por antono­masia distingue a la edad media,5 se basa en estos conceptos que, fundamen­tando su lógica y su correspondiente metafísica, ponen el sello distintivo desu teología. Los universales de ninguna manera son entidades independientesde la razón ni ideas naturales en la mente divina, sino intentiones animae, quese refieren siempre a cosas individuales en el contexto de una proposición.

5 Cfr. E. Gilson «Logicisrno y filosofía», en La unidad de la experiencia filosófica. Rialp,Madrid 1966.

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XII Guillelmo de Ockham

Afirmar la existencia de los universales es caer en la contradicción de que eluniversal es individual, pues lo individual se sigue de la existencia. «Unhombre puede ser aniquilado por Dios sin que ningún otro hombre seaaniquilado o destruido. Así pues, nada hay común a ambos, porque de haberlosería aniquilado y, en consecuencia, ningún otro hombre conservaría sunaturaleza esencial».6

La universalidad requerida por los términos no requiere postular otrosfactores que la mente y las cosas individuales. El fundamento de la universa­lidad está o bien en la semejanza o similaridad de las cosas individuales o enel modo de concebirlas, donde la mente es la que asemeja. Nunca en unarealidad distinta de los individuos e independiente de la mente que los piensa.Sócrates y Platón son más semejantes entre sí que cualquiera de ellos y unasno, de tal forma que podemos designar con un término común esta seme­janza. «Platón y Sócrates no convienen en algo, o en algunas cosas, sino queconvienen por algunas cosas, es decir, por ellos mismos, y que Sócratesconviene con Platón no en algo, sino por algo, a saber, él mismo».7 Seríaerróneo fundamentar esta conveniencia en una «esencia» común inde­

pendiente de ellos. Esto significa que las semejanzas entre las cosas se funda­mentan en elfactum y no en algo existente-abstracto. 8

Estas reflexiones, originadas en el ámbito de la lógica con el valor que enesta materia les corresponde, están también orientadas a defender algunastesis teológicas determinadas.9 Para Ockham, la introducción hecha por lateología cristiana de la metafísica griega de las esencias puede dejar enentredicho la omnipotencia y la libertad divinas. Las ideas eternas de Platónsirvieron de modelo por medio del cual es formado el mundo, desapareciendoel caos inicial de la materia. Algunos neoplatónicos griegos ubicaron estasideas en la mente divina. Estas ideas, en la teología cristiana, no son realmentedistintas de la esencia divina. Sin embargo, en el conocimiento teológico, sehan pensado necesarias para no confundir la creación con una producción

6 Guillermo de Ockham, In 1 Serlt., 2, 4, D.7 Ibidem, 2, 6, E.8 Para una comparación con otros lógicos de la Edad Media y con la filosofía del lenguaje

contemporánea, puede estudiarse: Mauricio Beuchot, Aspectos históricos de la semiótica y lafilosofta del lenguaje. Universidad Nacional Autónoma de México, 1987.

9 Cfr. F. Copleston.A History of Philosophy. Vol. I1I, 2.

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Introducción XIII

puramente espontánea, admitiendo de esta forma las ideas de los individuosen Dios. Así, por ejemplo, Dios crea al hombre según su idea universal denaturaleza humana. La convicción de que en Dios se encuentra la idea denaturaleza humana está sostenida por una velada objetivación de «la natura­leza humana» en sí misma.

Sin embargo, para Ockham la omnipotencia divina no puede sujetarse aideas o esencias eternas, como si Dios tuviera que conocer la idea eterna de lanaturaleza humana antes de crear al hombre. En este caso, Dios no crearía laforma, naturaleza o esencia de los hombres, de los perros, de los insectos o delpolvo, sino que las tendría como ideas eternas. Su libertad se reduciría a darlesrealidad fuera de sí, no de concebirlas. Del mismo modo, Ockham piensa quela determinación de la moralidad depende de la voluntad y decisión divina yno de la idea de naturaleza humana que existiría en El eternamente.

La obra lógica de Guillermo de Ockham está contenida principalmente entres tratados. El primero y más importante es su Summa logicae, que contieneel sistema lógico sostenido por Ockham estructurado en la forma clásica,elaborada muy,posiblemente con posterioridad a las otras obras lógicas. En laprimera parte desarrolla en 77 capítulos lo reférente al término. Los últimos15 capítulos de este apartado están destinados al estudio de la Suppositio, queson los que presentamos traducidos en esta edición. En la segunda parte haceun estudio de la proposición en 37 capítulos. En la tercera y última parte,Ockham realiza un detallado estudio del silogismo en sus cuatro aspectos: elsilogismo simple, el silogismo demostrativo, el consecuente y las falacias. Consu estilo polémico característico, Ockham refuta en el desarrollo de su Summalogicae todos los aspectos lógicos en los que está en desacuerdo, comenzandocon algunas aclaraciones a la obra del propio Aristóteles hasta llegar a suscon temporáneos.

Existe también una obra de Ockham dedicada exclusivamente al comenta­

rio de varios de los tratados lógicos de Aristóteles y a los predicables dePorfirio. Hay, por último, una exposición extensa Sobre los sofismas, en la quedesarrolla ampliamente la naturaleza y el elenco de los sofismas y la manerade solucionarlos.

Luis Guerrero.