7/17/2019 Sobre los textos que se escriben como moneda de cambio

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Sobre los textos que se escriben como moneda de cambio

Marina Panfili

Esto es lo que estaban esperando. Acá me piden que siga alimentando el sistema. Me piden que

siga generando residuos textuales en el mundo virtual. ¿Para qué? Para poder acceder al

conocimiento que circula por la red. Que circula con restricciones, es verdad, pero circula al fin.

Quizás no es preciso hablar de “acceder al conocimiento”. Simplemente acceder a los textos. Al

conocimiento no se accede. ¿Cuál sería la palabra?

Esta suerte de literatura de cambio, de testeo… ¿qué evalúa el “sistema” para darle lugar a mi

texto? O mejor, para darle valor a mi texto, para que mi texto valga lo que el otro, aquel que

deseo, que me mueve a escribir estas líneas. Un trabajo de otros y otras que nada tiene que ver

con mis desvaríos literarios. Yo sólo quería descargar un documento ¿y qué? Y ahora la única

salida que encuentro es sentarme a escribir para nadie, para un robot que va a testear si mi texto

vale. Si vale otro texto. Otro texto que en este caso es el texto que deseo, no el que escribo. ¿Y si

en vez de escribir estas líneas me pusiera a escribir el texto que deseo?

Escribir un texto escrito por otros. Y para eso, ¿cuántas palabras tengo que escribir? ¿Será ya

suficiente? ¿Es que son demasiadas preguntas? ¿Será que las afirmaciones valen más que las

preguntas? ¿Qué mira el robot? ¿Qué lee? El robot como lector. Si el lector ya está supuesto en el

cuerpo de mi texto, entonces ¿qué debería estar escribiendo? ¿Qué clase de algoritmo o conjunto

de signos o magia o conjuro me toca escribir hoy? No conozco el alma del robot, ¿cómo puede mi

literatura suponerlo? ¿Cómo escribir una fábula para un robot tan especializado?

Abrazo la posibilidad de la palabra, del juego, de la magia, de conversar con robots en este siglo

XXI. Agradezco los posibles de este mundo que habito.