(SP) Anonimo - La Saga de Erik (Cuentos Nordicos) (RTF)

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LA SAGA DE LOS GROENLANDESES LA SAGA DE EIRIK EL ROJO

Prlogo, traduccin y notas de Antn y Pedro Casariego Crdoba Los textos de las sagas ofrecidos en este libro son traduccin de la versin inglesa de M. Magnusson y H. Plsson en TheVinlandSagas. The Norse Discovery of America, L ondres, 1965. Digitalizado por Analia (julio 2002)

PRLOGO Las sagas islandesas constituyen uno de los fenmenos ms llamativos de la historia de la literatura, y las dos que aqu se presentan, la Saga de los Groenlandeses y la Saga de Eirik el Rojo, ocupan entre ellas un lugar destacado ya que nos nar ran el descubrimiento e intento de colonizacin de Amrica por los escandinavos hacia el ao 1000. El tema de estas sagas se presta a la polmica y ha provocado mltiples y encontrada s pasiones, por lo que se ha escrito ms acerca de ellas que sobre cualquier otra saga islandesa; pero a menudo se las ha utilizado para defender una teora preconc ebida, de forma sensacionalista y poco objetiva, olvidando el espritu con que fue ron escritas y contribuyendo as al oscurecimiento y desprestigio de las narracione s de unos hechos cuyo fondo de verdad parece indudable. Nacidas en el siglo X, en las largas veladas al amor del fuego que los prolongad os inviernos de Islandia propician, las sagas permanecieron recluidas en la tradi cin oral durante mucho tiempo: los sagnamenn las repetan de memoria en banquetes, sermones y asambleas, y alguna vez aadan frases de su cosecha. Slo a partir de fina les del siglo XII o principios del XIII, cuando los acontecimientos que narran h an quedado alejados en el tiempo, se convierten en literatura escrita. La palabra saga es afn a los verbos sagen y say, decir y narrar en alemn e ingls, y significa relato en la lengua de los noruegos: relato de cosas sucedidas, histo ria registrada en palabras. Este trmino se aplica especialmente a las narraciones en prosa de las biografas, hechos y gestas de los islandeses, y luego tambin de lo s reyes de Noruega; las sagas son epopeyas en prosa, aunque a veces se intercala en el texto algn grupo aislado de versos. Para acercar al lector a la Saga de los Groenlandeses y a la Saga de Eirik el Roj o, se hace necesario hablar aqu de Islandia, el pas que engendr las sagas, del valo r histrico y literario de stas, de los viajes que protagonizaron sus personajes, d e las nuevas tierras que visitaron y de la aventura vikinga de la que forman par te. Despus de las invasiones de los germanos que acabaron con el Imperio Romano de Oc cidente, el siglo VII supone para los pueblos de la Europa cristiana un perodo de relativa paz exterior, pero en el siglo VIII se inicia la segunda oleada de inv asiones brbaras, y Europa se ve acosada en esta ocasin desde muchos frentes y por e nemigos tan diferentes como musulmanes, eslavos y vikingos. Estos ltimos jugaron entonces un papel tan decisivo que han dado unidad a esta se gunda crisis y nombre al largo perodo que abarc, el comprendido entre los siglos VI II y XI. Se habla de la era de los vikingos no slo en la historia de Escandinavia s ino tambin en la de la mayor parte de Europa, a la que ellos atemorizaron con sus continuos ataques, y a la que nicamente dieron tregua durante el tercio medio de l siglo X. Desde el siglo IX muchos de ellos buscaban tierras donde asentarse ad ems de botines, y en general puede decirse que los aventureros vikingos y varegos perseguan en sus viajes fama, prestigio y ascenso social, y que todo ello slo se poda conseguir a travs de la hazaa guerrera y la posesin de una tierra patrimonial. Ya entonces se poda comenzar a hablar de tres nacionalidades escandinavas dentro de un mundo culturalmente hermano: suecos, daneses y noruegos. Los primeros se expandieron hacia el este del Bltico, siguiendo el curso de los g randes ros rusos; son los varegos, guerreros, mercaderes y prncipes, tambin llamado s rus, nombre del que deriva la palabra Rusia. Los daneses se dirigieron hacia Inglaterra y la costa atlntica de la Galia, y rec ogiendo la herencia poltica inglesa y, sobre todo, carolingia, crearon las formas ms perfectas de Estado medieval. Son los noruegos los que ms nos interesan, y sus rutas de expansin las ms variadas. Con las Shetland como primera etapa de su camino, unos se encaminaron a la cost a oriental de Escocia e Inglaterra, y los ms numerosos hacia las aguas y tierras i rlandesas; desde all algunos navegaron hacia el oeste de la Galia, de Espaa, e inc luso ms all del estrecho de Gibraltar. A partir del siglo IX los noruegos crean una nueva ruta que apunta hacia el noro este, y aquellos que la siguen buscan nuevas tierras que colonizar, apartndose as de los habituales objetivos de pillaje y conquista. Despus de ocupar las pequeas is

las situadas al norte de Gran Bretaa, este movimiento los llevara primero a Islandi a (860-870), y desde all, cuando esta isla no ofreca nuevos recursos a su crecient e poblacin, un segundo impulso los empujara hacia Groenlandia (981-985), y poco ms tarde a Amrica (1000). Aunque los historiadores medievales islandeses y las propias sagas nos cuentan q ue siempre que los marinos avistaban una nueva tierra por primera vez era ello d ebido a tormentas o vientos desfavorables que desviaban las naves de su rumbo, l o cierto es que los viajes de los noruegos por el Atlntico Norte eran bastante nu merosos y que los navegantes estaban preparados para el descubrimiento de tierras , respondiendo a una tendencia ordenada de expansin y bsqueda de lugares en que es tablecerse. En realidad, la mayora de las rutas que siguieron eran conocidas en ti empos pasados, y los escandinavos tuvieron siempre muy buen cuidado de estar inf ormados acerca de ellas. Slo el camino hacia Groenlandia y Amrica es completamente nuevo. Cada etapa puede ser considerada como consecuencia de la anterior, y los escandin avos trataron de asentarse en todas aquellas tierras, aunque las dificultades co n las que tropezaron fueron cada vez mayores, y menores los recursos con que con taban para enfrentarlas. Hablemos ahora de Islandia, el pas de nuestras sagas. Fue el sueco Gardar Svavars son el descubridor escandinavo de la isla, a la que dio el nombre de Gardarsholm, la sla de Gardar; le siguieron el vikingo Naddod, que la llam Snaeland, Tierra Ne vada, y Floki Vilgerdarson, que le dio el nombre que hoy tiene: Island, Tierra d el Hielo. Estos viajes se sucedieron en la sexta dcada del siglo IX, y aquellos nr dicos encontraron en Islandia, posiblemente la mtica Thule, a los papar, anacoreta s irlandeses que haban llegado all en busca de soledad y pobreza para mejor servir a Dios. Desde finales del siglo VIII los papar, con sus bculos y sus libros reli giosos, alcanzaban la isla en sus curachs, embarcaciones de cuero con estructura de madera, pero entonces, negndose a convivir con aquellos paganos recin llegados , la abandonaron no sin antes haber plantado en algunos corazones la semilla del cristianismo. La colonizacin noruega de la isla comienza hacia el ao 870, con Ingolf Arnarson y su hermano de leche Leif, llamado Leif el de la Espada. Ingolf se asienta en el sudoeste, y tras l llegan numerosos inmigrantes noruegos, tantos que hacia el 930 las mejores tierras estaban ya ocupadas y se daba por completada la Edad de la Colonizacin. Aquellos primeros pobladores llegaron a Islandia (ms acogedora que las islas Britn icas, donde por aquella poca los vikingos sufran fuertes derrotas) por causas muy d iversas; como cuenta la tradicin literaria islandesa, muchos baendr, ricos propie tarios rurales, y jarls, aristcratas que dominaban una regin, abandonaron Noruega c on sus siervos porque se negaban a soportar la tirana de Harald el de los Cabello s Hermosos, vencedor de la batalla de Hafrsfjord en el 872, primer rey de aquel pas y unificador de sus treinta cantones; otros simplemente porque tenan problemas con la justicia o porque no queran pagar los impuestos que Harald Harfagar, cuya implacabilidad tanto se ha exagerado, exiga; algunos ms porque la fortuna les haba dado la espalda y buscaban nuevas tierras donde rehacerse. Todos estos noruegos llevaron consigo sus armas, su ganado y sus herramientas y s e dispusieron a vivir, segn los usos y costumbres de sus padres, de aquel pobre p as que, aunque rocoso, ni siquiera ofreca piedras que sirvieran para la construccin . Hacia el 930 su espritu de independencia sienta las bases de una muy peculiar repb lica aristocrtica que tiene en el Althing, la Asamblea General, su institucin ms sob resaliente. El Althing, con poder legislativo y judicial, ha sido considerado co mo el primer Parlamento del mundo, pero su funcionamiento era controlado por los godar, sacerdotes y jefes polticos, miembros de las principales familias del pas. Adems, el derecho por el que se rega la vida de los islandeses, a pesar de haber a lcanzado un desarrollo desacostumbrado en aquella poca, se inspiraba en una conce pcin de la justicia opuesta a los cdigos latinos: prevaleca la fuerza de las famili as y los clanes, y faltaba un poder ejecutivo que garantizase la observacin de la s leyes de obligado cumplimiento que dictaba el Althing. Los islandeses se dedicaban a la agricultura, a la ganadera y a la pesca, y algun

os eran vikingos: piratas, comerciantes y aventureros al tiempo. No debe extraar que fueran bastantes los que, empujados por las circunstancias, sobre todo el ham bre del ao 976, se lanzaran a la colonizacin de nuevas tierras. De ellos y de sus colonias en Groenlandia y Amrica hablan las sagas que ofrece este libro. Aunque el pas prosperaba, se daban ya las causas que originaran la prdida de su ind ependencia a manos del rey Hakon de Noruega en 1262. La tierra no permita el autoabastecimiento, al escasear materias tan indispensabl es como la madera, el grano y el hierro, y a ello se una el hecho de que los islan deses se mostraban como colonizadores poco previsores, pues no se provean para las pocas de las vacas flacas y despojaban a la naturaleza de todo lo que ofreca, sin preocuparse para nada de su reposicin. As pues, necesitaban cada vez ms del comercio con Noruega, y con Inglaterra en meno r grado, y la fragilidad de su repblica se acrecentaba por las continuas disputas que los enfrentaban. Astutos y amantes de la verdad, individualistas y apegados a sus familias, contr adictorios pero no por ello incoherentes, heroicos, belicosos e insumisos, los is landeses dividan a sus semejantes en amigos y enemigos, y gastaban buena parte de sus energas en litigios y querellas que muchas veces nacan sin otro motivo que un a fcil ofensa a su honor, concepto tan complejo que slo con ocho palabras podan aba rcarlo. Aficionados a contar historias de sus antepasados y faltos de la piedra y la made ra que les hubiera permitido expresarse a travs de las artes visuales, desarrolla ron el arte de las palabras: la literatura islandesa es el corazn de la rica lite ratura escandinava del medioevo. En el ao 1000, el Althing promulga una ley que hace del cristianismo la religin de Islandia. Esta decisin, de carcter religioso e incluso poltico, influy en otros asp ectos de la cultura del pas, pues los muchos libros que llegaron con ella trajeron consigo el alfabeto latino, que demostr ser la herramienta capaz de sacar a la l uz la latente pasin literaria de los islandeses. En pergaminos obtenidos de pieles de ternero transcribieron manuscritos en monas terios, haciendas y granjas: los setecientos que hoy se conservan enteros o mutil ados son slo la punta del iceberg de aquel extraordinario fenmeno cultural. Naca as una literatura que haba de dar magnficos frutos en los campos de la poesa, la historia y la prosa de las sagas, anticipo de la novela moderna, pero tambin una l iteratura marcada por el aislamiento, una lmpara rodeada de brumas y tinieblas qu e terminaran por dejarla en el olvido: muchas de sus huellas permaneceran ignorada s durante siglos; murieron sus mltiples hallazgos que renaceran mucho ms tarde en o tros lugares. Hasta el ao 1000 la poesa escandinava estaba representada por los thulir o recitad ores annimos, y se basaba en la aliteracin. Al comenzar el siglo XI, los escaldos, poetas creadores que daban ms importancia a la forma que al fondo de sus obras, sustituyen a los thulir, e influidos por celtas y latinos compaginan rima, asona ncia y aliteracin. Son los autores de las kenningar, trmino que significa conocimi ento, metforas de indudable belleza, pero cuya complejidad y creciente hermetismo l levara a la degeneracin de esta poesa. Obra importante es la Edda Mayor, en la que se recogen treinta y cinco poemas al iterativos compuestos entre los siglos IX y XIII no slo en Islandia, sino tambin en Noruega y Groenlandia, pero es de suponer que casi siempre por poetas islandese s. Eran stos los ms apreciados en las cortes escandinavas, florecientes centros cul turales, y desde el siglo X en adelante fueron islandeses todos los poetas que e n ellas destacaron. Aunque el espritu de esta poesa no est demasiado lejos de las sagas, la base de stas radicara en la historia, e histrica fue la primera escuela literaria de Islandia, en la que se incluyen autores tan importantes como Saemund el Erudito y, sobre t odos, Ari Thorgilsson (1067-1148). Llamado Ari el Historiador, escribi obras tan sealadas como el Islendingabk, o Libro de los Islandeses, primera obra de la liter atura escrita islandesa junto con el Cdigo de Leyes del Althing, ambos del primer cuarto del siglo XII; el Konungabk, o Libro de los Reyes, que refiere la histori a de los reyes de Noruega, y el Landnmabk, Libro de los Asentamientos, que narra e l descubrimiento y colonizacin de Islandia y que aporta las genealogas de los prime

ros pobladores de la isla. Fue Ari el padre literario del gran Snorri Sturluson (1179-1241), autor polifacti co, a caballo entre la poesa, la historia y las sagas, cuyas obras ms notorias son la Edda Menor, o Prosaica, tratado de arte potica que explica la cosmogona pagana desde una ptica cristiana, y la Heimskringla, o Historia de los Reyes del Norte, Konunga Saga por excelencia, saga histrica para cuya elaboracin parti de las viejas sagas heroicas. Muchos autores la tienen por una de las obras fundamentales de la literatura universal, y con ella un islands contribuye decisivamente a la creac in de la historia nacional noruega. Perteneciente a la poderosa familia de los Stu rlung, Snorri particip activamente en la poltica de su pas, en continua tensin con N oruega, y es uno de los personajes de la Sturlunga Saga. La mencin de Snorri Sturluson como autor de la Heimskringla no debe confundirnos hacindonos creer que los nombres de los autores de las sagas nos son conocidos, p ues la gran mayora de ellos permanece en el ms absoluto anonimato. La razn de esto se puede encontrar en que las sagas son la voz de todo un pueblo que trataba inc onscientemente de afirmar su identidad a travs de ellas. Tampoco debe inferirse d e ello que los autores de las sagas se limitaran a transcribir y repetir lo que haban recitado dos generaciones de rapsodas, pues adems del material oral utilizab an fuentes escritas, organizaban todo ello a su gusto y no descartaban la creacin personal, ya que incorporaban ocasionalmente al texto palabras e ideas propias. Las sagas buscaban la instruccin y el entretenimiento de sus oyentes y lectores, y para alcanzar estos fines recogan siempre las historias que ms podan interesar a l os islandeses, por estar inmersas en la tradicin de su pueblo. A pesar de esta ba se comn, las sagas se pueden clasificar en varios grupos. Las Islendingasgur, Sagas de los Islandeses o Sagas de Familia, forman el conjunt o ms valioso y original y tambin el que aqu ms nos importa. Expresin de una Islandia que fue el ltimo reducto de la recia cultura pagana de los escandinavos, nos mues tran tambin el peso que el cristianismo tena en la poca de sus autores. Escritas en el siglo XIII, cuentan las vidas de los islandeses y los enfrentamientos entre sus familias durante el perodo que transcurre entre la primera ocupacin de Islandi a y el final de ta primera generacin cristiana, hacia 1030, y que es conocido con el nombre de Edad de las Sagas. Las Konungasgur, Sagas de los Reyes, nos hablan de las dinastas noruegas y de los ms sobresalientes hechos de sus reyes. La ya mencionada Sturlunga Saga, por no tener igual, se resiste a incorporarse a cualquiera de los grupos, y en ella se relata la historia de Islandia en el sig lo XII a travs de las dramticas aventuras que corrieron los miembros de la muy seal ada familia Sturlung. Las Biskupasgur, Sagas de los Obispos, crnicas de pesada lectura y escaso valor lit erario, tienen sus protagonistas en los obispos de la isla y algunas fueron escr itas en latn. Las Riddarasgur, Sagas de los Caballeros, son ms tardas, y su espritu cortesano ejem plifica, junto con el de las Fornaldasgur, las Sagas de los Tiempos Antiguos, rel atos de leyendas y mitos germanos plagados de aventuras y maravillas, la degenera cin formal de las sagas con el paso de lo anecdtico a lo novelesco. Otro de los factores que ocasionaron el empobrecimiento literario de las sagas fu e la progresiva influencia que ejerci sobre sus autores la moral cristiana, ya qu e las alej de una de sus principales virtudes: bondad y maldad convivan en los cor azones de todos sus personajes. Habra, sin embargo, que matizar esta afirmacin, recordando que la Brennu-Njls Saga, la Saga de la Quema de Njal, incorpora a sus pginas el espritu cristiano y no deja de ser por ello una de las ms renombradas. Adems la Iglesia favoreci el desarrollo de las sagas y su transicin de literatura oral a literatura escrita, para que pu dieran as llegar con mayor facilidad a mayor nmero de gente, con el propsito de edu car al pueblo y apartarlo de otras diversiones, tales como los bailes, considera das ms inmorales. El carcter pico de las sagas de los islandeses ha justificado que se las tenga por el equivalente en prosa de la poesa pica germnica. El destino est siempre presente en las sagas, porque tambin marca la vida del hombre del norte en el medioevo, y no slo como una fuerza exterior, pues el carcter del individuo forma tambin parte d

el destino. Sabedores de que no podan sustraerse a lo que el todopoderoso hado haba dispuesto para ellos, conocedores de que no podan oponerse con xito a un destino inevitable, los hroes de las sagas mostraban su dignidad, su insumisin y su rebelda con la man ifestacin de su indiferencia esttica ante lo que la fortuna les deparaba: aceptan su destino y lo cumplen sin rendirse a l; mirndolo de frente y con lucidez se conv ierten en sus protagonistas. Cuando las sagas nos narran las muertes de sus hroes, el momento de su victorioso enfrentamiento definitivo con el destino, nos ofrecen algunos de sus prrafos ms b ellos y representativos, y la inslita y memorable frase que tienen tiempo de deci r antes de expirar nos comunica lo que sienten con palabras sencillas, llenas de potica irona. En la Saga de Eirik el Rojo, Thorvald Eiriksson, mientras se arranca del vientre la flecha que sabe lo llevar a la muerte, dice: Es un pas rico este que hemos enco ntrado; una capa de grasa viste mis entraas. Pero no debemos concebir a los hroes islandeses como seres extraordinarios: son ho mbres de carne y hueso, y nunca la encarnacin del bien, que luchan con enemigos m uy semejantes a ellos. Yerran los que definen las sagas como meras historias de campesinos a la grea, pues olvidan su alto valor literario. Es cierto quejas sagas abundan en descripciones de peleas y reyertas, pero los islandeses, maestros en el arte de la disputa, l o fueron an ms en el de la escritura. Es el lenguaje de las sagas claro, conciso y directo, de una sencillez que no im plica simplicidad, pues no carece de habilidad y poesa; los dilogos que en ellas ap arecen son breves a causa del laconismo de sus personajes, y su belleza spera y e xtraa. No se analizan los caracteres de los protagonistas, y los pensamientos y s entimientos de stos se deducen de sus palabras y, sobre todo, de sus actos. Las mejores sagas nos conmueven sin recurrir al sentimentalismo; la ecuanimidad, la imparcialidad y la noble indiferencia de los autores escondan una emocin desti nada a ser redescubierta por oyentes y lectores. Su realismo las distingue del r esto de la literatura medieval, cuajada de simbolismos. En muchas de ellas el deseo de sus autores de relatar los hechos tal como sucedi eron y la exactitud de sus descripciones geogrficas fundamentan su valor como fuen tes histricas. Pero ni su realismo es el mismo que el nuestro, ni su fidelidad histrica es absol uta y uniforme. Las sagas no excluyen la narracin de acontecimientos mgicos o sobr enaturales, que los escandinavos juzgaban pertenecientes al mundo real (sibilas que predicen el futuro; muertos que se levantan y hablan; espadas y lanzas que co mbaten por s solas), y aparecen ocasionalmente seres fabulosos, como el unpedo de la Saga de Eirik el Rojo. En cuanto a la fidelidad histrica de las sagas, ha quedado claro que en algunas d e ellas los personajes y los hechos en que stos participan son pura invencin del a utor. Sembrada de genealogas, cada saga acoge un sinnmero de hombres y mujeres ligados e ntre s por vnculos de amistad y parentesco. El que gran parte de los personajes fu eran reales, y su gran nmero, son las causas de que muchos de ellos figuren en ms de una saga: stas integran as un mismo bosque literario. Los personajes que aparecen en las sagas aqu publicadas, la de los Groenlandeses y la de Eirik el Rojo, son prcticamente los mismos, pues ambas nos cuentan la mis ma historia, aunque entre ellas haya diferencias e incluso contradicciones que h an creado problemas a los estudiosos. Forman un grupo de especial inters dentro d e las sagas de los islandeses y han sido llamadas Sagas de Vinlandia, pues son las n icas en las que se nos narran los viajes de los escandinavos a Amrica, a las tres tierras que de ella conocan: Helluland, Markland y, la ms importante, Vinlandia. Tambin nos hablan de los previos descubrimientos y colonizacin de Groenlandia, pero esto no es tan sealado por s mismo, puesto que de este pas se ocupan con mucho det alle otras sagas, sin que, adems, pueda ponerse en duda la realidad de la presenc ia de los nrdicos medievales en la Tierra Verde, despus de las numerosas excavacio nes realizadas all por arquelogos daneses.

El hecho de que se haya demostrado que los datos referentes a Groenlandia en est as Sagas de Vinlandia no se apartan de la realidad, nos inclina a contemplar baj o una luz ms favorable lo que en estas mismas sagas se nos cuenta acerca de Amrica, aunque en este caso no dispongamos de argumentos arqueolgicos tan vlidos. Algunos se niegan a creer en los viajes de los escandinavos a Groenlandia y de a ll a Amrica basando su incredulidad en las insalvables dificultades opuestas por u n clima terriblemente riguroso. Es cierto que tales viajes y la dificultosa colo nizacin de Groenlandia hubieran resultado imposibles en las actuales condiciones c limticas, pero no es menos cierto que en aquella poca el clima se mostraba bastant e ms benigno en el norte de Europa: hacia el siglo V se inici un breve retorno xer otrmico que, con sus naturales altibajos, culminara en un ptimo climtico que abarcara los siglos X y XI, para luego dar paso a un corto perodo glacial a partir de los siglos XII y XIII. Se increment entonces el nmero de los hielos flotantes, de los que no nos hablan las sagas por no ser habituales en su tiempo, y se ampliaron l as extensiones cubiertas de hielos perpetuos; avanzaron las morrenas, quedaron blo queadas las antiguas rutas martimas y se produjo el progresivo abandono de las tie rras ms septentrionales y el repliegue de la expansin escandinava. Para explicar los viajes de los escandinavos a Islandia, Groenlandia y Amrica ha de hacerse tambin alusin a las naves de que disponan para realizarlos y a su perici a y arrojo como pilotos y navegantes. Las naves vikingas eran de muy diversos tipos, y tanto las de guerra, utilizadas casi siempre para el transporte de tropas, como las mercantes, dedicadas al come rcio o al traslado de gentes a nuevas tierras, estaban sin duda entre las mejore s de la poca. Fue en el campo de la construccin de barcos mercantes donde ms destacaron, recogie ndo una tradicin que se remonta a la Edad del Bronce, y enriquecindola en los sigl os VII y VIII con la mejora revolucionaria de las tcnicas de construccin naval, que se manifiesta en adelantos tan decisivos como la adopcin de la vela y la mejora de la quilla y del casco, este ltimo hecho de tablas solapadas. Recios y muy marineros, los knerrir o transatlnticos fueron los navios que hiciero n posibles los viajes que cuentan las sagas: con ellos se emprendieron las coloni zaciones de Islandia, Groenlandia y Amrica. El knorr, que poda embarrancarse, al i gual que los navios de guerra, en las playas planas sin necesidad de puerto, cor taba las olas llevando a bordo a unos veinticinco o treinta hombres, mujeres y n ios, junto con su ganado, bultos y vituallas. Impulsado por el viento que hencha s u gran vela cuadrngulas sus tripulantes acudan slo ocasionalmente al uso de los remo s. Cada nave llevaba a bordo un bote auxiliar, y en muchas ocasiones otro de rem olque. Pero ms importante an que la notoria calidad de sus naves, insuperable en el gnero de barcos sin puente, pero similar a la de las de otros pueblos del norte de Eur opa, fue la habilidad y la ciencia de sus pilotos. Suplan la falta de ayudas tan valiosas para la orientacin como la de la brjula y la de las cartas de navegacin co n sus magnficas dotes de observacin aplicadas a sus conocimientos geogrficos y a lo que del vuelo de los pjaros saban, y por medios puramente astronmicos mantenan a lo largo de grandes distancias un rumbo invariable. Orientados de noche por la estr ella polar, se valan de da del estudio de la posicin del sol, y contaban para ello con un rudimentario astrolabio. Muchos eran los das encapotados en que el sol per maneca invisible; algunos dicen que entonces acudan a la mtica piedra solar, la sol arsteinn, pedazo de espato calcreo que reflejaba la luz polarizada y descubra as el sol oculto. Los viajes de los navegantes noruegos e islandeses del siglo X en adelante aporta ran la informacin que sobre las rutas martimas tenan los gegrafos islandeses de los si los XII y XIII, los ms avanzados de su tiempo. Pero aquellos sistemas de navegacin distaban mucho de ser perfectos, y los marino s haban de afrontar continuos problemas; las naves estaban siempre a merced de la s inclemencias del tiempo, y perdan el rumbo en numerosas ocasiones, como corrobo ran los relatos de las sagas. Conscientes de las deficiencias de su ciencia y de lo azaroso y accidentado de s us viajes, los navegantes escandinavos recurran a las adivinaciones y confiaban su suerte a Dios y a los dioses.

En uno de esos azarosos viajes, y a bordo de un knorr, Gunnbjorn Ulf-Krakason, c omo apuntan las Sagas de Vinlandia, descubri unos islotes y vislumbr la tierra desc onocida que haba detrs de ellos. Sesenta aos despus, en el ao 981 o en el 982, Eirik el Rojo, desterrado de Islandia a causa de los excesos de su espada, que ya le h aban obligado a abandonar su Noruega natal, se converta en el verdadero descubrido r de Groenlandia, la exploraba durante tres aos y le daba el nombre de Groenland, Tierra Verde. Sin olvidar que en aquella poca haba all pastizales en los fiordos interiores y hie rba en las laderas ms favorecidas por el sol, parece claro que llamar as a un pas c asi siempre vestido de blanco y que careca de rboles, persegua el fin de atraer pob ladores a sus tierras deshabitadas. Muchos islandeses, seducidos por este nombre y empujados por las calamidades por las que pasaba por entonces su pas, en el que ya no era posible hacerse con nuevas tierras de calidad, ocuparon los veinticinc o knerrir que capitaneados por Eirik el Rojo emprendieron viaje a Groenlandia en el ao 985 986. Slo cuatrocientas personas alcanzaron su destino y se convirtieron en los primeros colonos de aquel pas. Se establecieron en la costa occidental de Groenlandia, la de clima ms moderado, y se concentraron en dos asentamientos princ ipales, la Colonia Oriental, en torno a la baha de la actual Julianehaab, y, unos quinientos kilmetros ms al Norte, la Colonia Occidental, cuyo centro se situaba en el Fiordo de Godthaab. La Colonia Oriental era la ms importante, y en ella se ase nt Eirik el Rojo, fijando su residencia en Brattahlid, en el fiordo que se llam Fi ordo de Eirik, y sobre ella ejerci su autoridad de patriarca. Los colonos construyeron sus nuevas viviendas con piedra, tepes y madera de la q ue les llegaba a la deriva, igual que haban hecho en Islandia. Se alimentaban de la leche y la carne que les proporcionaban sus vacas y ovejas, de la carne de los caribes. ballenas, focas y morsas que abatan en los extensos territorios de caza, del grano que traan de Islandia y Noruega, pues el que all creca en superficies pe queas y aisladas era insuficiente, y de la pesca. Groenlandia pareca la hermana menor de Islandia; ligada a ella por fuertes lazos culturales, econmicos y de amistad, padeca similares problemas aunque mucho ms aguza dos. Se convirti en una nacin independiente cuya organizacin poltica era una copia reduci da de la de Islandia, pues se basaba tambin en una constitucin y en una Asamblea Ge neral, emplazada en su caso en Cardar, en la Colonia Oriental. Tambin all se estab lecera la sede episcopal, ya en el siglo XII; hasta entonces sus obispos haban res idido en Islandia. La supervivencia de las colonias groenlandesas, asentamientos marginales dentro del mundo escandinavo, nunca poblados por ms de tres o cuatro mil personas pendi si empre de un hilo. An era ms acusada que en Islandia la falta de grano, metales y madera, el clima ms crudo, la tierra ms inhspita, y las comunicaciones ms difciles e infrecuentes. El au toabastecimiento era imposible para aquellos escandinavos, y dependan del comerci o exterior, lo que aprovechara Noruega para acabar con su independencia en el 126 1, un ao antes de que hiciera lo mismo con Islandia. Los noruegos ofrecieron unas pretendidas ventajas comerciales, pero lo cierto fue que su dominio fue una de las causas de la decadencia de Groenlandia. Noruega at ravesaba entonces por una prolongada crisis, y los impuestos que exigi y el contro l monopolstico que la Corona noruega, cuyas naves eran insuficientes para cubrir s us propias necesidades, ejerci sobre el comercio, se tradujeron en la prctica desap aricin de ste. Tambin contribuyeron al hundimiento comercial de Groenlandia la imposibilidad de c onstruir naves propias a causa de la falta de madera, y la fuerte competencia qu e los paos ingleses y holandeses, las pieles y cueros rusos y el marfil africano, hacan a sus tradicionales exportaciones de lana groenlandesa, pieles, y colmillos de narval, a principios del siglo XIV. Adems, a partir del siglo XIII, el clima, ya de por s muy riguroso, se hizo ms fro y seco, y los escasos pastos desaparecieron casi por completo. Los esquimales estaban mucho mejor adaptados a la dureza del pas, pero hubieron d e trasladarse ms al sur, siguiendo a las focas de las que dependa su supervivencia,

y hostigaron a los nrdicos. La Colonia Occidental fue abandonada a mediados del siglo XIV, y la Oriental sobr evivira, aunque en condiciones muy precarias, durante ciento cincuenta aos ms, hasta que perecieron sus ltimos habitantes, famlicos y degenerados. De la ocupacin nrdica de Groenlandia durante unos quinientos aos sabemos lo que nos cuentan las sagas, y de ella dan fe los numerosos hallazgos de los arquelogos da neses. Se han localizado las dos colonias y en ellas los cimientos de sus granja s e iglesias, incluso los de la catedral de piedra de Gardar. En cuanto a los ed ificios que aparecen en las Sagas de Vinlandia, se han excavado la granja de Bra ttahlid y la iglesia de madera de Thjodhild, ms antigua que las otras iglesias he chas de piedra. La colonizacin de Groenlandia llev a los nrdicos muy cerca de Amrica y, segn las saga s, se repiti el mismo esquema que ya se haba dado en Islandia y Groenlandia: un ma rino, en esta oportunidad Bjarni Herjolfsson y en el ao 985 986, avista nuevas tie rras cuando una tormenta le haba desviado de su rumbo; como aqul no haba pisado aqu ellas tierras, hay otro navegante, en esta ocasin Leif Eiriksson hacia el ao 1000, que explora metdicamente el pas descubierto; finalmente se pasa al intento de asen tamiento, protagonizado en Amrica por Thorfinn Karlsefni hacia el ao 1010. En realidad el Labrador sera tan accesible como Noruega desde la costa occidental de Groenlandia, y no es de extraar que los nrdicos llegaran all si saban, como pare ce probar el estudio de sus tratados geogrficos, que haba tierra al oeste de Groenla ndia. Las Sagas de Vinlandia no son las nicas fuentes escritas que hablan del descubrim iento de Vinlandia, ni tampoco las primeras. La distancia temporal que separa estas sagas de los hechos que relatan, unos dos siglos, ha hecho dudar de su fiabilidad, pero ya en 1075 se escribi la primera r eferencia a Vinlandia de que se tiene noticia, en la Gesta Hammaburgensis eccles iae pontificum, monumental historia del arzobispado de Hamburgo, cuyo autor fue Adam de Bremen. La Iglesia escandinava dependa entonces de ese arzobispado, y en e l captulo dedicado a Escandinavia, para cuya confeccin Adam se haba guiado por lo q ue le cont el rey Sven Ulfsson de Dinamarca cuando visit su corte unos diez aos ant es de escribir el libro, nos habla de una isla en el ocano llamada Vnland, en la q ue haba vides y trigo silvestre. Tambin coincide con las sagas al decir que la isl a fue descubierta por muchos, pues con ello parece significar que hubo diferente s expediciones a Vinlandia. Tambin habla de Vinlandia Ari el historiador en su Islendingabk, escrito hacia 112 7, libro que le fue encargado por dos obispos, uno de ellos descendiente de Thorf inn Karlsefni. Dentro de la breve seccin en que se ocupa de Groenlandia, dice que los utensilios nacidos de la mano del hombre que en esa tierra encuentran Eirik el Rojo y los primeros colonos, permitan deducir que sus antiguos habitantes eran parecidos a los nativos de Vinlandia, a los que los groenlandeses llamaban skra elingar. Esta mencin hace suponer que los hechos eran conocidos y no necesitaban de mayor explicacin para los lectores islandeses. En los anales islandeses hay tambin algunas referencias aisladas. En el ao 1121 se dice: Eirik el obispo de los groenlandeses parti en busca de Vinlandia, lo que pue de indicar que los islandeses haban olvidado, cien aos despus de la expedicin de Karl sefni, la localizacin de aquellas tierras. Pero, segn parece, tampoco haban cesado por completo los contactos entre Groenlandia y Amrica, pues en el ao 1 347 aparece citado un pequeo barco groenlands al que las tormentas arrojaron a las costas isla ndesas y que llevaba madera de Markland. Con respecto a la posibilidad de que hu biera viajes desde Groenlandia a Markland para proveerse de madera, cabe apuntar que arquelogos daneses han descubierto en Herjolfsnes cofres de alerce, rbol que n o crece en Escandinavia, pero abundante en Terranova y Labrador. Para valorar con justicia las sagas desde el punto de vista histrico, es necesari o tener en cuenta que no pretenden ser tratados geogrficos o histricos, pues aunqu e sus autores acudieran a veces a las fuentes de que tales ciencias beben, y obt uvieran de ello datos a menudo fiables, lo hacan con la finalidad de explicar mejo r el desarrollo de los hechos que queran narrar y las vidas de los personajes que los protagonizaban. Las contradicciones existentes entre las dos sagas cuando ambas cuentan una mism

a historia no deben causar extraeza, dados los diferentes contextos histrico-litera rios en que fueron creadas, y en realidad tas discrepancias nunca son de fondo, como pudiera creerse a primera vista, aunque s lo bastante notables como para imp edir una localiza-cin exacta de los lugares visitados por los islandeses-groenland eses en las costas americanas. En la Saga de los Groenlandeses, Bjarni Herjolfsson avista nuevas tierras al oes te poco despus de que Eirik el Rojo partiera para colonizar Groenlandia en el 985 -986, y slo despus de quince aos Leif Eiriksson le compra el barco, se informa y na vega hacia la tierra que aqul haba avistado cuando era joven; la explora y da nomb re a los tres pases que visita: Helluland o Tierra de Piedras Planas, Markland o Tierra de Forestas, y Vnland o Tierra del Vino. En esta ltima tierra levanta las C asas de Leif y encuentra entre otras maravillas que la naturaleza ofrece las vid es y uvas que dan origen al famoso nombre. A su vuelta, Thorvald Eiriksson cree que el pas no ha sido suficientemente explor ado, y marcha hacia Vinlandia con instrucciones de su hermano en la misma vetera na nave. Explora efectivamente el pas y da el nombre de Cabo de la Quilla a uno s ituado al noreste de la Casa de Leif. Es el primero que encuentra indgenas, y des pus de que sus hombres mataran a varios de ellos sin motivo alguno, se rompen las hostilidades y muere de un flechazo. Sus compaeros regresan con un cargamento de u vas y madera. Ms tarde, Thorstein Eiriksson quiere llegar a Vinlandia para recoger el cadver de su hermano, pero se pasa todo el verano a merced de las tormentas y acaba en Lysu fjord, en la Colonia Oriental, donde muere en una de las tantas epidemias que ap arecen en las sagas. Ms suerte tendra Karlsefni que, con su mujer Gudrid, la viuda de Thorstein, y sese nta hombres parte hacia Vinlandia con todo lo necesario para establecerse all. Ll ega tambin a las Casas de Leif, y all comercia con los skraelingar hasta que surge la enemistad entre ellos y los combates que los enfrentan obligan a Karlsefni a regresar a Groenlandia. Por ltimo se nos cuenta la dramtica expedicin de Freydis que, con dos naves, la suya propia y la de Helgi y Finnbogi, arriba a las Casas de Leif. All Freydis hara mat ar a los dos hermanos y a la tripulacin de stos. En la Saga de Eirik no aparece para nada Bjarni Herjolfsson, y es Leif quien des empea un papel parecido al suyo, aunque quiz an ms anecdtico, pues slo se dice que des cubre accidentalmente, en un azaroso viaje que lo llevaba de Noruega a Groenlandi a, alrededor del ao 1000, unas tierras cuya existencia no haba imaginado, y en las que haba uvas, trigo silvestre y arces. Despus se nos narra brevemente la fracasada expedicin de su hermano Thorstein haci a aquel pas del que tanto se hablaba; en este caso vuelve a Eiriksfjord y de all m archa a Lysufjord, donde tena una granja, y all muere. Casi todo lo que la Saga de Eirik el Rojo cuenta de Vinlandia, est incluido dentr o de lo que nos relata de la empresa colonial de Karlsefni, de la que se ocupa t an detalladamente que tambin se llama Saga de Thorfinn Karlsefni. Era ste un comer ciante islands que marcha con su nave y la de Bjarni Grimolfsson hacia Groenlandi a, donde pasa un agradable invierno con Eirik el Rojo y su familia, que le habla n de las excelencias de Vinlandia. En verano, parte hacia all con tres naves (la s uya, la de Bjarni, y otra tripulada por hombres del clan de Eirik: Thorvard, a q uien acompaa Freydis, su mujer, Thorvald Eiriksson y Thorhall el Cazador) y todo lo necesario para emprender la colonizacin. Es Karlsefni quien va dando nombre a l as costas que exploran: Helluland, Markland, Kjalarnes, Furdustrandiry, por fin, los dos lugares que aqu se reparten las caractersticas de la Vinlandia de la otra s aga, Straumfjord y Hope. Encuentran uvas y trigo silvestres poco antes de llegar a Straumfjord, pero en este lugar pasan un invierno muy msero; Thorhall se separ a y Karlsefni y Bjarni deciden navegar ms al sur, hasta Hope, donde hay trigo, vi des y peces en abundancia. Tambin hay skraelingar, con los que comercian con mucho provecho hasta que stos les atacan en tan gran nmero y con tan terribles armas qu e resuelven abandonar el pas, a pesar de lo buena que era la tierra. De vuelta a Straumfjord, Thorvald muere de un flechazo, y una vez all Karlsefni y los otros d eciden retornar a Groenlandia, al finalizar el tercer invierno desde su partida. Parece ser que la Saga de Eirik fue escrita ms tarde que la Saga de los Groenland

eses, posiblemente a modo de revisin de sta, tratando de racionalizar sus datos y d e conciliarios con los de otras fuentes. Esto explicara, entre otras cosas, las d iferencias que se dan entre ambas sagas en cuanto al papel que cada una atribuye a un mismo personaje, y de manera especial a Leif en lo concerniente al descubri miento y exploracin de Vinlandia. El autor de la Saga de Eirik conoce la Saga de Olaf Tryggvason, redactada a fina les del siglo XII por Gunnlaug Leifsson, pues de ella procede la mencin de Leif c omo descubridor de Amrica en un viaje que le llevaba de Noruega a Groenlandia par a difundir el cristianismo, y sin saber que tal viaje era un invento del fantasi oso Gunnlaug, digno tocayo de Gunnlaug Lengua Viperina, lo incorpora a su relato . Esto le obliga a hacer algunas otras variaciones, como borrar cualquier mencin a Bjarni y adjudicar a la expedicin de Karlsefni algunas de las vicisitudes por l as que haba pasado la de Leif. Aparte de la tradicin oral y de la Saga de los Groe nlandeses, el autor de la Saga de Eirik utiliza una versin del Landnmabk, pretendie ndo alcanzar mayor objetividad y amplitud histrica, y lo enmarca todo con un estil o ms elaborado y ms propio de las sagas clsicas. Pero la Saga de Eirik el Rojo no slo se contradice en algunos puntos con la de los Groenlandeses, sino que ha llegado hasta nosotros en dos versiones que tampoco coinciden en todo. Se conserva en dos manuscritos, uno incluido en el Hauksbk, la rgo cdice de sagas y escritos eruditos compilado a principios del siglo XIV por H auk Erlendson, y el otro en el Sklholtsbk, de finales del siglo XV, y a veces las diferencias que hay entre ambos manuscritos, aunque slo afecten a algunas palabras concretas y a la redaccin de las historias, y no a stas en s, son considerables. L os dos se derivan de la misma Saga de Eirik el Rojo, de mediados del siglo XIII, que quiz tampoco fuera la original, pero ambas versiones se alejan algo de su fu ente comn: la del Hauksbk por lo que parecen aportaciones personales del cultivado Hauk, con las que se propona enriquecer la prosa del texto, y la del Sklholtsbk po r descuidos del copista. Antes se prefera la versin del Hauksbk, de prosa ms correct a y clsica, pero estudios posteriores han probado la mayor fidelidad histrica y ce rcana formal a la fuente comn del Sklholtsbk, que es el que se sigue en esta traducc in. La Saga de los Groenlandeses no se halla completa en ningn texto antiguo. El origi nal, escrito hacia el ao 1200, se incorpor a la Gran Saga de Olaf Tryggvason, exte nsa compilacin de material histrico reunida en torno a la figura del rey Olaf, lo que se hizo con bastante descuido e incluso se perdi el primer captulo, que hoy no s llega a travs de una interpolacin del Landnmabk. La Gran Saga de Olaf Tryggvason e st contenida en el Flateyjarbk, amplsimo cdice de finales del siglo XV. Estudiando los datos que las sagas nos aportan sobre los viajes de los marinos e scandinavos, los das de navegacin y la direccin de sta (aqu algunos sostienen que la informacin ms precisa y significativa aparece en el relato del viaje de Bjarni Her jolfsson), y sus descripciones geogrficas y del paisaje, clima, flora, fauna y ha bitantes, cuando los hay, de las tierras que aqullos avistaron y visitaron, se ha tratado de localizar stas. Sin que se pueda afirmar nada categricamente, lo ms probable es que Helluland, al oeste de Groenlandia, fuera la costa sur de la isla de Baffin y que Markland, ms al sur, fuera una parte de la costa del Labrador. Vinlandia ha sido buscada con gran empeo y a lo largo de muchos aos, pues de ella es de la que ms se nos habla en las sagas, segn las cuales fue la tierra ms meridio nal que los escandinavos alcanzaron, y donde intentaron un asentamiento estable. Prueba del esfuerzo que ha exigido la interpretacin de las sagas a sus estudiosos es que Vinlandia, la regin o el lugar concreto en que los colonos erigieron sus c asas (Leifsbudir), se ha ubicado en multitud de zonas o puntos diferentes de la costa oriental de Norteamrica, desde Florida hasta Terranova. Lo ms probable y aceptado es que Vinlandia, o Straumfjord-Hope, estuviera situada en el norte de la isla de Terranova, en atencin a aquellas descripciones de viaje s y accidentes geogrficos, pero cabe pensar que los escandinavos llegaron ms al su r en viajes de exploracin. La mencin repetida que hacen las sagas de que en Vinlandia coexisan salmones, trigo silvestre y vides, ha conducido a que algunos la emplacen en Nueva Inglaterra, especialmente en las cercanas de Boston. Otros argumentan que en aquella poca las

vides y el trigo podan crecer en latitudes ms altas, o que el que hubiera vides en la nueva tierra no era sino un invento de Leif, que haba aprendido de su padre, Eirik el Rojo, qu clase de nombres se deba dar a los territorios que se deseaba co lonizar. Todo puede permanecer como objeto de debate mientras no sea confirmado por la ar queologa, y eso parece muy difcil, y no precisamente porque no se rastree lo sufic iente, sino porque los escandinavos que pisaron Amrica debieron ser muy pocos, y s us asentamientos permanentes, si es que hubo alguno, an ms raros. Mientras duraron las expediciones, siempre limitadas y muy pronto casi inexistentes, llegaran en pe queos grupos y se conformaran con conseguir un buen cargamento, una vez fracasado e l intento de establecimiento en una colonia demasiado aislada y mucho ms marginal an de lo que era Groenlandia. Pero la presencia de normandos en Amrica s parece demostrada arqueolgicamente graci as a las excavaciones dirigidas por el noruego Helge Ingstad durante los aos 60 e n L'Anse Aux Meadows, en la punta norte de Terranova, para muchos el Promontorium Winlandiae. Segn cuenta el doctor Ingstad, aparecieron ocho casas, una de ellas d e gran tamao, que presentan las caractersticas arquitectnicas tpicas de las de la era de los vikingos en el norte de Europa, varias agujas mohosas, un fragmento de a guja de hueso de tipo nrdico, una lmpara de piedra del mismo tipo que las de la Is landia medieval, y, en una pequea herrera, un yunque de piedra, un horno para extr aer hierro del mineral, escoria, trozos de hierro fundido y un pedazo de cobre. A esto se aade una pieza de esteatita perteneciente a un torno de hilar de tipo t ambin nrdico. Hay dataciones de Carbono 14 que dan fechas cercanas al ao 1000, pero en realidad no es posible fechar con exactitud estas ruinas, que en todo caso no parecen cor responder a un asentamiento permanente, pues no hay indicios que permitan colegi r que sus habitantes practicaran la ganadera o la agricultura. Tampoco despus de e stos trabajos se pueden identificar de manera irrefutable los lugares de que nos hablan las sagas, y ni siquiera se puede asegurar que estas edificaciones const ituyeran el asentamiento principal, Leifsbudir o las Casas de Leif. El resto de los descubrimientos arqueolgicos que pretendan probar la estancia de l os vikingos en Amrica, y un ejemplo notable es el de la piedra rnica de Kensington , han sido rechazados, por haberse puesto en evidencia que no eran sino falsific aciones, en las que casi siempre estaba implicado un norteamericano de origen esc andinavo. El famoso mapa de Vinlandia, publicado en 1965 y que pretenda ser del s iglo XV, tampoco ha podido resistir una investigacin seria, y hoy se sabe que fue dibujado en nuestro siglo. Muchos de los defensores de estas falsificaciones actuaban de buena fe. si bien a los norteamericanos les ofuscaba el deseo de que su continente hubiera sido desc ubierto por hombres rubios y a los europeos del norte les tentaba la idea de pod er atribuirse el descubrimiento de Amrica. Pero aunque no parece que haya dudas razonables acerca de la arribada de un puado de vikingos al continente americano, el verdadero descubrimiento llegara quiniento s aos ms tarde, protagonizado por Coln y sus tres carabelas, pues es ese el momento .en que se abre un Nuevo Mundo ante otro ms viejo que ya estaba preparado para re cibirlo, y slo entonces y de aquel encuentro se derivarn consecuencias decisivas par a los dos continentes. Y afirmar esto no significa ni mucho menos menospreciar la gran aventura que com enz cuando Eirik el Rojo oy las palabras que lo condenaban al destierro y lo declar aban fuera de la ley: ... en todos los lugares donde los hombres dan caza a los lobos donde los cristianos erigen sus iglesias donde los paganos elevan sus templos y hacen sacrificios donde la llama se yergue donde la tierra verdea donde el hijo llama a su madre donde la madre amamanta a su hijo donde el calor del fuego une a las gentes donde se alza el brillo de los escudos

donde el sol resplandece donde vive la nieve donde en primavera el halcn se cierne si bajo sus alas se cobija un viento favora ble donde baja el cielo donde se eleva la ciudad donde se calma el viento donde los hombres siembran el grano. Que los dioses tengan en su gloria a los que respetan todos los juramento s y en su clera a los que violan uno. Antn y Pedro Casariego Crdoba.

LA SAGA DE LOS GROENLANDESES I EIRIK EXPLORA GROENLANDIA Haba un hombre llamado Thorvald, el hijo de Asvald, el hijo de Ulf, el hijo de Bu eyes-Thorir. Thorvald era el padre de Eirik el Rojo. l y Eirik abandonaron su hog ar de Jaederen, en Noruega, a causa de unas muertes, y fueron a Islandia, que ya haba sido ampliamente poblada por aquel entonces(1). Empezaron por establecerse en Drangar (Rocas Altas), en Hornstrandir. Thorvald m uri all, y Eirik el Rojo se cas con Thjodhild, la hija de Jorund Ulfsson y de Thorb jorg-Pecho de Barco, que por entonces estaba casada con Thorbjorn el del Valle d e Hauka, y se mud al sur, para avecindarse en Eiriksstadir, junto al saliente de Vatn. Tuvieron un hijo llamado Leif. Eirik fue desterrado de Haukadal (el Valle de Hauka) por haber dado muerte a Eyj olf Saur y a Hrafn el Duelista, as que se fue al oeste hacia Breidafjord (Fiordo Amplio) y se asent en Oxney (la Isla de los Bueyes) en Eiriksstadir. Prest las tab las de su sitial(2) a Thorgest el de Breidabolstad. pero cuando pidi a ste que se las devolviera, no fue atendido, lo que dio pie a las rias y disputas que los enf rentaron, tal como cuenta la saga de Eirik(3). StyrThorgrimsson, Eyjolf, de la I sla de Svin, Thorbjorn Vifilsson y los hijos de Thorbrand, de Alptafjord, se pus ieron de la parte de Eirik; Thorgeir el del Valle de Hitar, y los hijos de Thord Gellir, respaldaban a Thorgest. Eirik fue declarado proscrito y sentenciado al destierro en la Asamblea de Thors nes. Aparej su barco en Eiriksvag (la Baha de Eirik) y, cuando estuvo preparado pa ra hacerse a la mar, Styr y los otros le dieron escolta hasta ms all de las islas. Eirik les dijo que ira en busca de la tierra que Gunnbjorn Ulf-Krakason (el hijo de Ulf Cuervo) haba avistado cuando, perdido el rumbo y arrastrado hacia el oeste a travs del ocano descubri Gunnbjarnasker (los Islotes de Gunnbjorn); aadi que volve ra para visitar a sus amigos si encontraba aquel pas(4). Se hizo a la mar pasado Snaefellsjokul (el Glaciar de Snaefell). Dio con el pas qu e andaba buscando, y desembarc cerca del glaciar que denomin Midjokul (Glaciar Medi o) y que hoy se conoce con el nombre de Blaserk ,(o de la Camisa Azul). Desde es e lugar naveg con rumbo sur a lo largo de la costa, para averiguar si el pas era a ll habitable. Pas el primer invierno en Eiriksey (la Isla de Eirik) que est situada cerca del corazn de la Colonia Oriental. Cuando lleg la primavera, fue a Eiriksfj ord, donde decidi establecerse. Aquel verano explor el yermo que haba hacia el oest e, y dio nombre a los lugares ms sobresalientes. Pas el segundo invierno en las islas d e Eiriksholmar, cerca de Hvarfsgnipa. Durante el tercer verano naveg hacia el nor te, siguiendo todo el camino hasta Snaefell, y se adentr en Hrafnsfjord, donde es tim que se encontraba ms al interior que la cabecera de Eiriksfjord. Regres entonce s y pas el tercer invierno en Eiriksey, frente a la embocadura de Eiriksfjord. Naveg de vuelta a lslandiaxal verano siguiente y arrib al puerto de Breidafjord. Y dio al pas que haba descubierto el nombre de Groenlandia (Tierra Verde), porque d eca que la gente se sentira mucho ms tentada de ir all si el lugar tena un nombre atr activo. Eirik pas el invierno en Islandia, y al verano siguiente parti para colonizar Groe nlandia, y se estableci en Brattahlid (Ladera Pronunciada), en Eiriksfjord. Dicen los hombres ledos que durante el mismo verano en que Eirik se march a coloni zar Groenlandia, veinticinco barcos salieron navegando de Breidafjord y Borgarfjo rd hacia la Tierra Verde, pero slo catorce alcanzaron su destino; algunos hubieron de regresar y otros se perdieron en la mar. Esto aconteca quince aos antes de que el cristianismo fuera adoptado por ley como religin en Islandia, y el mismo vera no en que el obispo Fridrek y Thor-vald Kodransson salieron del pas(5). Los hombres cuyos nombres siguen abandonaron el pas junto con Eirik y tomaron pose sin de tierras en Groenlandia: Herjolf Bardarson tom posesin de Herjolfsfjord y se e stableci en Herjolfsnes; Ketil tom posesin de Ketilsfjord; Hrafn, de Hrafnsfjord; S olvi, de Solvadal (el Valle de Solvi); Helgi Thorbrandsson, de Alptafjord; Thorb

jorn Glora, de Siglufjord; Einar, de Einarsfjord; Hafgrim, de Hafgrimsfjord y de Vatnahverfi (el distrito de Vat-na); y Arnlaug de Arnlaugfjord. Otros fueron a l a Colonia Occidental(6). II BJARNI AVISTA TIERRA AL OESTE Herjolf era el hijo de Bard, el hijo de Herjolf, un pariente de Ingolf, el prime r colono de Islandia(7), que haba dado a su familia la tierra entre Vog y Reykjan es. Herjolf Bardarson haba vivido durante algn tiempo en Drepstokk; su mujer se ll amaba Thorgerd y tenan un hijo llamado Bjarni. Bjarni era un joven muy prometedor. Desde su primera juventud haba ansiado navega r a tierras extraas; gan para s riquezas y buena reputacin, y sola pasar un invierno fuera de su pas y el siguiente en Islandia en compaa de su padre. Pronto tuvo un ba rco mercante propio. Durante el ltimo invierno que Bjarni pas en .Noruega, su padre, Herjolf, vendi su g ranja y emigr a Groenlandia con Eirik el Rojo. A bordo de la nave de Herjolf viaj aba un cristiano de las Hbridas, el poeta que compuso el Hafgerdingadrapa8 (el Poe ma de las Olas Rompientes) que contiene esta estrofa: Ruego al inmaculado Seor de los monjes Que gue mis viajes; Que el Seor de los altos cielos Mantenga sobre m su firme mano. Herjolf se estableci en Herjolfsnes; era un hombre de gran categora. Eirik el Rojo viva en Brattahlid, y todos los groenlandeses le respetaban y recon ocan su autoridad. Tena tres hijos: Leif, Thorvald y Thorstein. Tambin tena una hija, llamada Freydis, que estaba casada con un hombre llamado Thorvard. Vivan en Card ar, donde est hoy la sede episcopal. Freydis era una mujer altanera y dominante; su marido, por el contrario, era ms bien dbil; ella se haba casado con l principalme nte por su dinero. Por aquel entonces Groenlandia era todava un pas pagano. Bjarni lleg a Eyrar, en Islandia, en el verano del ao en que su padre se haba ido a Groenlandia. La noticia de la partida de su padre dej anonadado a Bjarni, que se neg a que descargaran su barco. Su tripulacin le pregunt qu se propona hacer, y l con test que pretenda mantenerse fiel a la costumbre de disfrutar de la hospitalidad qu e su padre le brindaba en invierno, por lo que deseo gobernar mi nave hasta Groen landia, si vosotros estis dispuestos a acompaarme. Todos respondieron que haran lo que l juzgara mejor. Entonces Bjarni dijo: Este nue stro viaje ser considerado temerario, porque ninguno de nosotros ha navegado jams por el mar de Groenlandia. Pese a ello, se hicieron a la mar tan pronto como estuvieron preparados y navega ron durante tres das hasta que la tierra se perdi de vista debajo del horizonte. Amainaron entonces los vientos favorables y aparecieron los vientos del norte y la bruma; durante muchos das fueron a la deriva sin saber cul era su rumbo. Al fin volvieron a ver el sol y fueron capaces de orientarse con su ayuda; tendieron ve las y al acabar el da avistaron tierra. Discutieron entre ellos acerca de qu pas podra ser aqul. Bjarni dijo que no pensaba que fuera Groenlandia. La tripulacin le pregunt si quera desembarcar all o no. Bjarn i contest: Por lo pronto, acerqumonos ms a la costa. As lo hicieron, y en seguida pudieron ver que el pas no era montaoso, pero s arbolad o y con bajas colinas. Se hicieron a la mar nuevamente, dejando la tierra a babo r; y despus de navegar durante dos das avistaron tierra una vez ms. Los hombres de Bjarni le preguntaron si crea que aquello era ya Groenlandia. l dij o que no pensaba que lo fuera ms que la vez anterior, porque se dice que hay gigan tescos glaciares en Groenlandia. Se aproximaron velozmente a la tierra y vieron que era llana y boscosa. Ces enton ces el viento y toda la tripulacin se manifest a favor de desembarcar all, pero Bjar

ni se opuso a ello. Argumentaron que andaban escasos de lea y agua, a lo que Bjarn i repuso diciendo: No os falta ninguna de las dos cosas. Sus palabras merecieron l a censura de sus hombres. Les orden izar la vela, y as lo hicieron. Viraron y pusieron proa al mar y navegar on tres singladuras por delante de un viento del sudoeste hasta que avistaron un a tercera tierra. sta era alta y montaosa; un glaciar la coronaba. Otra vez pregunt aron a Bjarni si quera desembarcar, a lo que l replic: No, porque en mi opinin esta t ierra no vale nada. Esta vez no arriaron la vela, sino que cieron la lnea de la costa, y vieron que ha ban rodeado una isla. Una vez ms viraron en redondo y dejaron la tierra a popa, y penetraron el mar por delante del mismo viento favorable. Entonces se enfurecieron los vientos, y Bja rni mand a sus hombres que apocaran la vela y que no exigieran al barco y al apar ejo ms de lo que podan aguantar. Navegaron as durante cuatro das, hasta que avistaro n una cuarta tierra. Los hombres preguntaron a Bjarni si crea que aquello era por fin Groenlandia. Esto concuerda mucho ms con lo que me han contado sobre Groenlandia, respondi Bjarni , y aqu s desembarcaremos. Con el crepsculo se acercaron y tomaron tierra junto a un promontorio en el que h aba una barca varada. Era all donde viva Herjolf, el padre de Bjarni, y por ello el lugar se ha venido llamando Herjolfsnes desde entonces(9). A partir de aquel da, Bjarni permaneci al lado de su padre y abandon el comercio. A la muerte de Herjolf continu viviendo de aquellas tierras como su sucesor.

III LEIF EXPLORA VINLANDIA

Algn tiempo despus, Bjarni Herjolfsson naveg desde Groenlandia a Noruega y visit al c onde Eirik(10), que lo recibi con los brazos abiertos. Bjarni le cont la historia d e su viaje y le habl de las tierras que haba visto. La gente pens que haba mostrado una extraordinaria falta de curiosidad, ya que nada poda decirles acerca de aquell os pases, y fue criticado por ello. Bjarni entr al servicio del conde, y dej la cor te al verano siguiente para retornar a Groenlandia. A la sazn se hablaba mucho de ir en busca de nuevas tierras. Leif, el hijo de Eir ik el Rojo de Brattahlid, fue a ver a Bjarni Herjolfsson, le compr su barco y con trat una tripulacin compuesta por treinta y cinco miembros. Leif pidi a su padre que capitaneara tambin aquella expedicin, pero Eirik se resista a asumir la responsabilidad del viaje; deca que estaba envejeciendo y que cada ve z le costaba ms arrostrar penalidades y rigores. Leif argy que la buena estrella de Eirik segua brillando ms que las del resto de sus parientes y que su buena suerte no le haba olvidado. Finalmente Eirik dej a Leif salirse con la suya. Tan pronto como estuvieron preparados, Eirik cabalg hacia el barco, que estaba a corta distancia de all; pero el caballo que montaba tropez, y Eirik fue arrojado a tierra, hirindose en la pierna. No estoy llamado a descubrir ms pases que ste en el que ahora vivo, dijo. Aqu ha termi ado el viaje, para m al menos(11). Eirik volvi a su casa de Brattahlid, pero Leif p rosigui su camino y subi a bordo de la nave, junto con sus treinta y cinco compaero s. Entre ellos haba un hombre del sur, un alemn llamado Tyrkir. Aparejaron su barco y se hicieron a la mar. La nave recal por primera vez frente al ltimo pas que Bjarni haba avistado. Navegaron derechos hacia la costa y echaron anclas; entonces arriaron un bote y desembarcaron. No haba pasto a la vista, el i nterior estaba cubierto de grandes glaciares, y entre los glaciares y la costa l a tierra semejaba una inmensa laja. El pas les pareci estril y sin valor alguno. Entonces dijo Leif: Ya hemos mejorado lo que hizo Bjarni en lo que a este pas se r efiere; nosotros, al menos, hemos plantado nuestros pies en l. Le daremos nombre y lo llamaremos Helluland (Tierra de Piedras Llanas)(12). Volvieron a su nave y se hicieron a la vela y, algn tiempo despus, avistaron una s

egunda tierra. Otra vez se acercaron directamente a ella y echaron anclas, arriar on un bote y fueron a tierra. Aquel pas era llano y arbolado, con blancas playas de arena por doquier, y la tierra se inclinaba suavemente hacia el mar. Leif dijo: Este pas ha de recibir un nombre que hable de su naturaleza: deber ser l lamado Markland (Tierra de Forestas)(13). Dicho esto volvieron a su nave tan aprisa como les fue posible, y el barco zarp e mpujado por un viento del noreste, y dos das despus avistaron otra tierra(14). Nav egaron hacia ella y llegaron a una isla situada al norte. Bajaron a tierra y miraron en torno. Haca muy buen tiempo y el roco vesta la hierba , y lo primero que hicieron fue recoger unas gotas con sus manos y humedecerse c on ellas los labios. Y aquel roco les pareci la cosa ms dulce que haban probado jams. Volvieron luego al barco y navegaron por el estrecho que separaba la isla del c abo que apuntaba hacia el norte. Gobernaron la nave con rumbo oeste y rodearon el cabo. Haba all amplios bajos y con la marea baja su barco qued en seco y en alto, y el mar casi fuera del alcance d e la vista. Pero se sentan tan impacientes por desembarcar que no fueron capaces d e esperar a que la marea subiera y pusiera el barco a flote; se apresuraron a ba jar a tierra y se encaminaron hacia un lugar donde un ro naca de un lago. Tan pron to como la marea liber la nave, los que haban quedado a bordo la condujeron ro arri ba hasta llegar al lago, donde echaron anclas. Tomaron tierra llevando consigo s us sacos de dormir y levantaron cabanas. Decidieron poco despus invernar all, y par a ello construyeron varias casas grandes(15). Los salmones no faltaban ni en el ro ni en el lago; eran los salmones ms grandes q ue haban visto nunca. El pas se les antoj tan agradable que no juzgaron necesario a lmacenar forraje para que el ganado pudiera afrontar el invierno. Y acertaron, p ues nunca hel durante el invierno, y la hierba apenas se marchit. En aquel pas la duracin del da y de la noche variaba menos que en Islandia y en Gro enlandia; all la noche no era nunca tres veces ms larga que el da(16). Cuando hubieron terminado de erigir sus casas, Leif dijo a sus compaeros: Quiero d ividir nuestra compaa en dos partidas para explorar el pas; la mitad de la tripulac in ha de permanecer aqu en las casas mientras la otra mitad sale a explorar la reg in. Pero stos no deben alejarse tanto que no puedan regresar antes de la anochecid a, y tampoco deben separarse nunca los unos de los otros. As obraron durante algn tiempo; el propio Leif iba unas veces con el grupo de los exploradores y permaneca otras en el campamento. Leif era alto y fuerte, de impresionante apariencia; era hombre perspicaz y de co nducta siempre moderada. IV LEIF VUELVE A GROENLANDIA Un da, al caer la noche, lleg la noticia de que uno de los hombres haba desaparecid o: se trataba de Tyrkir, el Hombre del Sur. Aquello disgust mucho a Leif, pues Tyr kir haba convivido con su familia durante largo tiempo, y haba cuidado a Leif, cuan do ste era nio, con gran dedicacin. Leif reprendi severamente a sus hombres y se disp uso a iniciar la bsqueda en compaa de doce de ellos. Cuando todava se encontraban ce rca de las casas, Tyrkir vino a su encuentro andando y le dispensaron una caluro sa bienvenida. Leif advirti inmediatamente que Tyrkir estaba de excelente humor. Tyrkir tena una frente prominente, furtiva la mirada, y apenas una cara debajo; e ra bajo y de aspecto enfermizo pero muy hbil con las manos. Leif le dijo: Por qu llegas tan tarde, padre adoptivo?, cmo es que te separaste de tu s compaeros?. Tyrkir le respondi, pero al principio nadie poda entender lo que iba di ciendo, pues hablaba en alemn, haciendo muecas y girando los ojos en todas direcc iones. Al cabo de un rato se call, y luego habl en islands: No fui mucho ms all que vosotros, dijo. Traigo buenas nuevas: he encontrado vides y u vas. Es eso cierto, padre adoptivo?, inquiri Leif. Desde luego que lo es, respondi l. Donde yo nac abundaban las vias y las uvas. Durmieron durante lo que quedaba de noche y, a la maana siguiente, Leif se dirigi

a sus hombres: Ahora tenemos dos tareas entre manos. Un da cortaremos cepas y reco geremos uvas, y al siguiente talaremos rboles, para cargar mi barco con todo ello. As se hizo, y se dice que el bote de remolque se colm de uvas y que el barco se ll en de madera. Y en primavera, una vez estuvo todo dispuesto, zarp la nave. Leif di o al pas un nombre que recordaba las excelencias que su naturaleza ofreca, y lo ll am Vinlandia (Tierra del Vino)(17). Salieron a alta mar y disfrutaron de vientos favorables durante toda la travesa h asta que avistaron Groenlandia y sus montaas coronadas por el hielo. Entonces uno de los viajeros habl, y le dijo a Leif: Por qu haces que el barco se acerque tanto a l viento, aminorando as nuestra marcha?. Tengo un ojo puesto en el timn, respondi Leif , y el otro ms all de la nave. No veis nada extrao?. Dijeron que no vean nada de particular. No estoy seguro de qu es lo que veo, dijo Leif, si un barco o un arrecife. Entonces tambin lo vislumbraron ellos y opinaron que se trataba de un arrecife. Co mo la vista de Leif era mucho ms aguda que la de los otros, pudo distinguir varia s personas sobre las rocas: Quiero hurtar el viento, y navegando en su contra llegar hasta esas gentes, dijo; s i necesitan ayuda, es nuestro deber proporcionrsela, pero si se muestran hostiles , les haremos ver que tenemos todas las bazas a nuestro favor. Se acercaron al arrecife, arriaron la vela, anclaron y bajaron otro pequeo bote qu e haban trado con ellos. Tyrkir pregunt a los hombres quin era el que mandaba el gru po. Su jefe respondi diciendo que su nombre era Thorir, y que era de origen noruego, y a su vez pregunt: Cmo te llamas t?. Leif se lo dijo. Eres hijo de Eirik el Rojo de Brattahlid? Leif contest que lo era. Y ahora, aadi, quiero invitaros a todos vosotros a subir a bo rdo con tantas de vuestras pertenencias como mi barco pueda llevar. Aceptaron el ofrecimiento, y todos juntos navegaron hacia Eiriksfjord en tan carg ada nave. Cuando alcanzaron Brattahlid descargaron el barco. Leif invit a Thorir y a Gudrid, su mujer, junto con otros tres hombres, a quedars e en su casa, y encontr alojamiento para el resto de los que haban viajado en su ba rco, tanto los hombres de Thorir como su propia tripulacin. Leif haba rescatado quince personas del arrecife. Desde entonces le llamaron Leif el Afortunado, y prosper tanto en fama como en riquezas. Aquel invierno una grave enfermedad brot entre los hombres de Thorir y el propio T horir y muchos de sus compaeros murieron a causa de ella. Eirik el Rojo tambin mur i aquel invierno. Mucho se hablaba por aquel entonces acerca del viaje de Leif a Vinlandia, y su h ermano Thorvald pensaba que el pas no haba sido suficientemente explorado. Leif dijo a Thorvald: Puedes disponer de mi nave para ir a Vinlandia, si as lo des eas; pero antes quiero enviarla a recoger la madera que Thorir abandon en el arre cife(18). Y as se hizo.

V THORVALD EXPLORA VINLANDIA Thorvald hizo los preparativos de su expedicin, contando para ello con los sabios consejos de su hermano Leif, y tom a su servicio una tripulacin de treinta hombre s. Cuando el barco estuvo aparejado, se hicieron a la mar, y no se conserva rela to alguno del viaje hasta que llegaron a Leifsbudir (las Casas de Leif), en Vinl andia. All vararon la nave y se dispusieron a pasar el invierno, y pescaron peces para comer. En primavera, Thorvald dijo que deberan aparejar el barco, y que, mientras esto se haca, una pequea partida de hombres debera coger el bote y navegar en l con rumbo o este a lo largo de la costa, para explorar la regin durante el verano.

El pas les pareci muy hermoso, con bosques que se extendan hasta casi alcanzar la c osta y con blancas playas de arena; haba un sinfn de islas, y bajos por doquier. No encontraron huella alguna que delatara la presencia de hombres o animales, exce pto en una isla situada al oeste, donde encontraron un pajar muy humilde, y de en tre todo lo que vieron, slo aquello haba nacido de la mano del hombre. Y con el ot oo volvieron a las Casas de Leif. Al verano siguiente, y con la mayora de sus hombres, Thorvald naveg en su na.ve co n rumbo este y despus gobern al norte siguiendo la lnea costera. Toparon con un tem poral frente a un cabo y fueron arrastrados a tierra. Como la quilla se haba hech o aicos, tuvieron que permanecer all mucho tiempo para repararla. Thorvald dijo a sus compaeros: Quiero clavar aqu en el cabo la vieja quilla, y llam ar Kjalarnes (Cabo de la Quilla) a este lugar. Una vez hecho esto, se alejaron navegando hacia el este siguiendo el litoral. Pr onto se encontraron en la boca que compartan dos fiordos, y en ella se adentraron hasta llegar al promontorio que entre ellos se alzaba; en el promontorio verdeab an numerosos rboles. Amarraron el barco de modo que quedara paralelo a la lnea de la tierra, sacaron la pasarela, y por ella Thorvald y todos los hombres que le h aban acompaado abandonaron la nave. Es ste un hermoso paraje, dijo, y aqu me gustara levantar mi hogar. En el camino de vuelta al barco, distinguieron tres bultos en la playa de arena que haba frente al promontorio. Cuando estuvieron ms cerca comprobaron que se trata ba de tres canoas de cuero, cada una de ellas con tres hombres debajo(19). Thorv ald y sus compaeros dividieron sus fuerzas y los capturaron a todos excepto a uno , que pudo escapar en su canoa. Mataron a los otros ocho y se apresuraron a reto rnar al promontorio, desde el cual otearon el pas que los rodeaba. Divisaron un c ierto nmero de bultos fiordo arriba y dedujeron que se trataba de viviendas. Entonces se sintieron abrumados por una somnolencia tal que no pudieron permanece r despiertos, y todos cayeron dormidos. Nada perturb su sueo hasta que les despert u na voz que gritaba: En pie, Thorvald, t y todos tus hombres, si queris seguir vivos! Ve a tu nave con toda tu compaa y marchaos tan rpidamente como podis!. Un gran enjambre de danoas de cuero bajaba por el fiordo y apuntaba hacia ellos. Levantemos parapetos en las bordas, orden Thorvald, y defendmonos lo mejor posible, p ero no respondis a sus ataques a menos que os veis obligados a ello. As lo hicieron. Los skraelingar(20) les arrojaron flechas durante un tiempo, y lu ego ensearon la espalda y huyeron tan velozmente como les fue posible. Thorvald pregunt a sus hombres si alguno haba resultado herido; todos ellos contes taron que haban salido ilesos de la batalla. Tengo una herida en la axila, dijo entonces Thorvald. Una flecha vol entre la borda y mi escudo y se detuvo bajo mi brazo. He aqu la flecha que me llevar a la muerte. Os aconsejo que regresis a las Casas de Leif tan pronto como podis. Pero antes quie ro que carguis con mi cuerpo hasta el promontorio donde tanto me hubiera gustado vivir. Me parece que di con la verdad cuando dije que morara all por algn tiempo. E nterradme all, hincad cruces sobre mi cabeza y a mis pies, y dejad que el lugar s e llame Krossanes por siempre jams. Dicho esto, Thorvald expir, y sus hombres lo enterraron tal como les haba pedido. Cuando Thorvald muri, Groenlandia haba sido ya convertida al cristianismo; Eirik el Rojo, su padre, muri antes de la conversin(21). Y para cumplir enteramente con lo que Thorvald les haba dicho, retornaron a las C asas de Leif, donde se reunieron con el resto de la expedicin, y se contaron unos a otros lo que de notable les haba ocurrido. Pasaron all el invierno y recogieron uvas y vides para cargar con ellas la nave. En primavera salieron de viaje hacia Groenlandia y desembarcaron en Eiriksfjord con muchas noticias que dar a Leif. VI THORSTEIN EIRIKSSON MUERE Mientras tanto, en Groenlandia, Thorstein Eiriksson de Eiriksfjord se haba casado con Gudrid Thorbjarnardottir, la hija de Thorbjorn, la viuda de Thorir el Orien

tal, todos ellos mencionados antes. Thorstein Eiriksson estaba ahora deseoso de ir a Vinlandia para recuperar el cue rpo de su hermano Thorvald. Aparej el mismo barco y eligi a veinticinco hombres, lo s ms grandes y fuertes de entre los que conoca, para que tomaran parte en la exped icin junto con l mismo y su mujer Gudrid. Cuando todos estuvieron dispuestos, se hicieron a la mar, y pronto se perdieron de vista. Pero durante todo aquel verano estuvieron a merced del tiempo, de sus caprichos y tormentas, y no supieron nunca adonde se dirigan. Una semana antes de la llegada del invierno, se encontraron fortuitamente frente a Lysufjord, en la Colonia Occidental de Groenlandia, y all desembarcaron. Thorstein busc alojamient o, y encontr hospedaje para toda su tripulacin, pero nada encontr para s y para su m ujer, por lo que ellos dos hubieron de permanecer a bordo del barco durante algu nos das. Por aquel tiempo el cristianismo an daba sus primeros pasos en Groenlandia. Una maana temprano, algunas personas se acercaron a la tienda de campaa que los co bijaba, y su jefe pregunt quin haba dentro. Dos personas, respondi Thorstein. Quin quiere saberlo? Me llamo Thorstein, dijo el otro, y me llaman Thorstein el Negro. He venido aqu para invitaros a ti y a tu esposa a acompaarme y compartir mi casa. Thorstein Eiriksson dijo que deseaba consultar a su esposa antes de dar una cont estacin; pero Gudrid dej la decisin en sus manos y l acept la invitacin. Entonces volver maana con un carro para recogeros, dijo Thorstein el Negro. No nos fal tan cosas que ofreceros, pero encontraris aburrida la vida en mi casa, porque all estamos'solos nosotros dos, mi mujer y yo, y yo soy un hombre muy hurao. Profeso adems una fe que no es la vuestra, aunque considero que la vuestra es mejor que l a ma(22). A la maana siguiente volvi con el carro a recogerlos. Se trasladaron a su casa y a ll los trataron bien. Gudrid era una mujer muy bien parecida; era inteligente y saba bien cmo comportars e entre extraos. Al comienzo de aquel invierno, una enfermedad brot entre la tripulacin de Thorstei n Eiriksson, y muchos de los hombres murieron. Thorstein orden que fabricaran atad es para los muertos e hizo que amortajaran los cuerpean el barco. Porque quiero q ue todos los cuerpos estn en Eiriksfjord para el verano, dijo. No mucho despus la enfermedad invadi tambin la casa de Thorstein el Negro, y la prim era en caer enferma fue su mujer, Grimhild. Era una mujer inmensa, tan fuerte co mo cualquier hombre, pero la enfermedad la derrib igual que a todos. Thorstein Ei riksson contrajo pronto el mismo mal, y durante algn tiempo los dos estuvieron en fermos y en cama, hasta que Grimhild muri. Entonces su marido, Thorstein el Negro, sali a buscar una tabla para tender el cadver en ella. No tardes demasiado, mi buen amigo, dijo Gudrid. l dijo que volvera en seguida. Entonces dijo Thorstein Eiriksson: Hay algo muy extrao en Grimhild. Se incorpora a poyndose en el codo, saca los pies de la cama y busca a tientas su calzado(23). En ese preciso momento Thorstein el Negro volvi a la habitacin, y Grimhild se desp lom sobre su cama tan pesadamente que todas las vigas de la casa crujieron. Thorstein el Negro hizo un atad para el cuerpo de Grimhild, la amortaj, y se la lle v para que fuera enterrada. Era un hombre grande y vigoroso, pero necesit de toda su fuerza para sacarla de la casa. La enfermedad de Thorstein Eiriksson se fue agravando hasta que muri. Los tres est aban juntos en la habitacin cuando Thorstein expir; Gudrid qued desolada sentada en un taburete junto a la cama de su marido. Thorstein el Negro la cogi entre sus br azos, la llev al banco que acababa de abandonar, y volvi a sentarse en l, con ella e n su regazo. Trat de reconfortarla y consolarla de mil maneras distintas, y prome ti que la llevara a Eiriksfjord junto con el cuerpo de su marido y los de los homb res de su tripulacin. Y har venir aqu algunos sirvientes ms, dijo l, para tu mayor comodidad y bienestar. Ella se lo agradeci. Mas entonces el cadver de Thorstein Eiriksson se incorpor sbita mente hasta quedar sentado y habl: Dnde est Gudrid?. Repiti estas palabras tres veces, pero Gudrid no dio respuesta alguna. Entonces e

lla pregunt a Thorstein el Negro: Debera responderle?. l le aconsej que no lo hiciera. Entonces cruz la habitacin, tom asiento en el taburet e, con Gudrid en sus rodillas, y dijo: Qu es lo que quieres, tocayo?. Tras una pausa, Thorstein Eiriksson respondi: Ansio revelar a Gudrid su destino, p ara que ella pueda resignarse ms fcilmente a mi muerte, porque estoy ahora en un fe liz lugar de reposo. Tengo esto que decirte, Gudrid: te desposars con un islands, disfrutaris de una larga vida juntos, y vuestra prole ser sana y numerosa, clara y excelente, dulce y fragante. T y tu marido iris de Groenlandia a Noruega, y de all a Islandia, donde levantaris vuestro hogar y viviris durante largo tiempo. Sobrevivi rs a tu marido e irs en peregrinacin a Roma, y de all retornars a tu granja en Island ia; all se construir una iglesia y hars los votos de monja y all permanecers hasta qu e mueras. Entonces Thorstein se desplom. Su cuerpo fue amortajado y llevado al barco. Thorstein el Negro cumpli todas las promesas que haba hecho a Gudrid. En primavera vendi su granja y su ganado, llev a Gudrid con todas sus posesiones al barco, apa rej ste, reclut una tripulacin, y entonces naveg a Eiriksfjord. Todos los muertos fuer on enterrados en la iglesia que hay all. Gudrid fue a Brattahlid para quedarse con su hermano poltico, Leif Eiriksson. Tho rstein el Negro se estableci en Eiriksfjord y vivi all durante el resto de sus das. Fue considerado como un hombre de espritu recto. VII KARLSEFNI EN VINLANDIA Aquel mismo verano arrib a Groenlandia una nave que proceda de Noruega. Su capitn e ra un hombre llamado Thorfinn Karlsefni, el hijo de Thord Cabeza de Caballo, el hijo de Snorri, el hijo de Thord de Hofdi. Era un hombre que posea considerables riquezas. Pas el invierno en Brattahlid con Leif Eiriksson. Muy pronto Karlsefni se prend de Gudrid y le declar su amor, pero ella pidi a Leif que respondiera en su nombre. Ella se prometi en matrimonio a Karlsefni y la boda se celebr aquel mismo invierno. An se hablaba tanto como antes acerca de los viajes a Vinlandia y todo el mundo, incluida Gudrid, segua instando a Karlsefni a que partiera hacia aquellas tierras . Finalmente ste decidi emprender la travesa y reuni una compaa compuesta por sesenta hombres y cinco mujeres. Lleg con su tripulacin al acuerdo de que todos participara n por igual de los beneficios que la expedicin pudiera producir, cualesquiera que s tos fueran. Llevaron consigo ganado de todas clases, ya que pretendan crear all un a colonia permanente, si ello era posible. Karlsefni pregunt a Leif si poda quedarse con sus casas de Vinlandia; Leif dijo qu e se las prestaba gustoso, pero que no quera regalrselas. Se hicieron a la mar y arribaron sanos y salvos a las Casas de Leif, y llevaron a tierra sus sacos de dormir. Pronto tuvieron vveres en abundancia, ya que un ror cual grande y hermoso haba sido arrastrado a la playa; hacia all bajaron y lo descu artizaron, y as no hubo escasez de alimento. Sacaron el ganado al pasto y los machos se tornaron retozones y difciles de manej ar. Haban trado un toro con ellos. Karlsefni orden talar rboles y que los cortaran a lo largo para cargar con ellos e l barco en su momento, y mientras tanto la madera se dej sobre un peasco para que el aire la fuera curando. Se sirvieron de todo lo que la naturaleza del pas haba p uesto a su alcance, uvas y caza de todas clases y otros regalos. El primer invierno dio paso al verano, y entonces tuvieron su primer encuentro c on los skraelingar, cuando un gran nmero de ellos sali del bosque un da. La vacada paca por all cerca y el toro empez a bramar y mugir con gran vehemencia. Esto aterr oriz a los skraelingar que huyeron llevando consigo sus fardos llenos de cuero, pi eles de marta y otras muchas pieles. Se dirigieron hacia las casas de Karlsefni y trataron de entrar en ellas, pero Karlsefni haba atrancado las puertas para imp edirles el paso. Ningn bando poda entender la lengua del otro. Entonces los skraelingar dejaron sus fardos en el suelo, los abrieron y ofrecier on su contenido, preferiblemente a cambio de armas; pero Karlsefni prohibi a sus ho

mbres comerciar con stas. Entonces tuvo la idea de ordenar a las mujeres que saca ran leche para drsela a los indgenas, y cuando stos la vieron no queran comprar otra cosa. Y de este modo el resultado de su expedicin comercial fue que los skraelin gar se llevaron sus compras en el estmago y que dejaron sus fardos y sus pieles a Karlsefni y sus hombres. Despus de aquello Karlsefni mand que se erigiera una fuerte empalizada alrededor d e las casas, y all dentro permanecieron. Por esta poca la mujer de Karlsefni, Gudrid, dio a luz a un hijo varn, y le llamar on Snorri. Al comienzo del invierno siguiente, volvieron los skraelingar, esta vez mucho ms numerosos, trayendo consigo las mismas mercancas que la vez anterior. Karlsefni di jo a las mujeres: Debis sacarles lo mismo que ellos tanto apreciaron la ltima vez, y ninguna otra cosa. Tan pronto como los skraelingar vieron la leche, arrojaron sus fardos por encima de la empalizada. Gudrid estaba en su casa, sentada frente a la puerta, junto a la cuna de su hijo Snorri, cuando una sombra cruz el umbral y entr una mujer vestida con una tnica ne gra ceida; era menuda y una cinta rodeaba sus cabellos castaos. De plida tez, tena l os ojos ms grandes que nadie haya visto nunca en cabeza humana. Camin hacia Gudrid y dijo: Cmo te llamas?. Me llamo Gudrid. Y t? Me llamo Gudrid.

Entonces Gudrid, la mujer de Karlsefni, le indic con un gesto que se acercara y s e sentara a su lado; pero de repente se oy un gran ruido y la mujer desapareci, y en el mismo instante uno de los hombres de Karlsefni dio muerte a un skraeling q ue intentaba robar algunas armas. Los skraelingar se dieron a la fuga tan rpidame nte como les fue posible, abandonando sus ropas y mercancas. Nadie a excepcin de Gu drid haba visto a la mujer. Ahora debemos planear algo, dijo Karlsefni, porque supongo que nos harn una tercera visita, y esta vez acudirn en mayor nmero y se mostrarn hostiles. He aqu lo que debe mos hacer: diez hombres han de ir al promontorio y hacerse all bien visibles, mien tras el resto de nosotros se interna en la foresta y hace all un claro, donde pod amos ocultar la vacada cuando los skraelingar salgan del bosque. Apartaremos el toro y lo enfrentaremos a ellos. El lugar donde se proponan combatir con los skraelingar tena el lago a un lado y l os bosques al otro. El plan de Karlsefni se puso en prctica y los skraelingar fueron derechos al luga r que Karlsefni haba elegido para la batalla. Comenz la lucha, y muchos de los indg enas encontraron la muerte. Haba un hombre alto y gallardo entre los skraelingar, y Karlsefni estim que deba de ser su jefe. Uno de los skraelingar haba recogido un hacha del suelo, y despus de haberla examinado durante un momento, la arroj contra un hombre que estaba junto a l, y que cay a tierra como fulminado por un rayo. El hombre alto se hizo entonces con el hacha, la mir durante un momento, y luego la tir al agua tan lejos como pudo. Entonces los skraelingar huyeron por el bosque t an rpidamente como les fue posible, y as termin el combate. Karlsefni y sus hombres pasaron all todo el invierno, pero en la primavera Karlse fni anunci que no tena ningn deseo de seguir durante ms tiempo all, y que quera volver a Groenlandia. Se aprestaron al viaje y llevaron con ellos muchos productos de v alor, vides y uvas y pieles. Se hicieron a la mar y llegaron sanos y salvos a Eir iksfjord y pasaron el invierno all(24). VIII FREYDIS EN VINLANDIA Se hablaba entonces con renovado inters de los viajes a Vinlandia, porque se pens aba que esas expediciones eran buenas fuentes de fama y fortuna. El verano en que Karlsefni volvi a Vinlandia, arrib a Groenlandia, procedente de N oruega, un barco capitaneado por dos hermanos llamados Helgi y Finnbogi. Pasaron

el invierno en Groenlandia. Eran islandeses de origen, y provenan de los Fiordos del Este. Un da Freydis Eiriksdottir (hija de Eirik) emprendi viaje desde su casa de Cardar p ara visitar a los hermanos Helgi y Finnbogi. Les pregunt si se uniran a ella, apor tando su barco, para dirigirse a Vinlandia, y si estaran de acuerdo en compartir, a partes iguales, todos los beneficios que de la expedicin pudieran derivarse. El los respondieron afirmativamente. Entonces ella march a ver a su hermano Leif y l e pidi que le diera las casas que l haba construido en Vinlandia; pero Leif dio la misma respuesta que la otra vez: se las prestaba gustosamente, pero no estaba di spuesto a regalrselas. Los dos hermanos y Freydis llegaron al acuerdo de que cada parte deba reunir a bo rdo de su nave treinta hombres sanos de cuerpo, sin contar las mujeres. Pero Fre ydis traicion el acuerdo inmediatamente aadiendo a su partida cinco hombres ms, a lo s que mantuvo ocultos. Los hermanos no se enteraron de sus manejos hasta que lle garon a Vinlandia. As que se hicieron a la mar, no sin antes haber acordado que navegaran agrupados s i ello era posible. Nunca les separ una gran distancia, pero los hermanos llegaro n a Vinlandia un poco antes que Freydis, y ya haban transportado su carga a las C asas de Leif cuando Freydis desembarc. La tripulacin de sta descarg su barco y trasla d todo a las casas. Por qu habis metido aqu vuestros trastos?, pregunt Freydis. Porque habamos pensado que nuestro acuerdo sera respetado en su totalidad, respondie ron los hermanos. Leif me prest estas casas a m, y no a vosotros, dijo ella. Entonces, dijo Helgi: Nosotros, los hermanos, nunca podremos rivalizar contigo en maldad. Sacaron fuera sus bienes y se construyeron su propia casa ms al interior, a orill as de un lago, y all se instalaron cmodamente. Entretanto, Freydis haca que talaran rboles para ir formando su cargamento. Cuando lleg el invierno los hermanos sugirieron la organizacin de juegos y otros en tretenimientos(25). Se ejercitaron en ellos durante algn tiempo, hasta que surgier on diferencias, y los malos sentimientos se interpusieron entre las dos partidas . Se abandonaron los juegos y cesaron las visitas entre las dos casas. Este esta do de cosas se prolong durante casi todo el invierno. Una maana temprano Freydis se levant y se visti, pero no calz sus pies. Afuera el ro co lo humedeca todo. Se puso la capa de su marido y se encamin a la puerta de la ca sa de los hermanos. Alguien acababa de salir dejando la puerta entornada. Ella la abri del todo y permaneci en el umbral durante un rato sin pronunciar palabra. Fi nnbogi estaba echado en la cama ms alejada de la entrada; estaba despierto y le d ijo: Qu buscas aqu, Freydis?. Quiero que te levantes y que salgas conmigo, le respondi. Quiero hablarte. Caminaron hacia un tronco de rbol que yaca junto al muro de la casa, y se sentaron en l. Cmo te van las cosas?, pregunt ella. Me gusta este generoso pas, respondi l, pero me disgustan los malos sentimientos que s e han interpuesto entre nosotros, porque no veo razn alguna que justifique su exi stencia. Tienes toda la razn, dijo ella, y siento lo mismo que t acerca de todo ello. Pero el motivo por el cual vengo a verte es que quiero cambiar mi nave por la que es tuy a y de tu hermano, ya que la vuestra es mayor que la ma y yo quiero irme de aqu. No me opondr a ello, respondi l, si ello te hace feliz. Y as se separaron. Finnbogi volvi a su cama y Freydis anduvo hasta su casa. Cuando se meti en su lecho, tena los pies fros y su marido Thorvard se despert, y le pregu nt por qu estaba tan fra y mojada. Ella respondi con gran indignacin: Fui a ver a los hermanos para ofrecerme a comprar su barco, pues yo necesito uno mayor; y esto l os enfureci de tal manera que me golpearon y me manosearon brutalmente. Pero t, in feliz, nunca vengars mi humillacin ni la tuya propia. Ahora me doy cuenta de lo lej os que estoy de mi hogar en Groenlandia! Y a menos que tomes venganza de esto, m e divorciar de ti(26). Thorvard no pudo aguantar por ms tiempo sus puyas y orden a sus hombres que se lev

antaran inmediatamente y que cogieran sus armas. As lo hicieron y fueron derechos a la casa de los hermanos; irrumpieron en ella cuando todos los hombres estaban dormidos, los agarraron y los ataron, y los arrastraron fuera uno a uno. Y Freyd is los hizo matar a medida que iban saliendo. Todos los hombres fueron asesinados de esta manera, y pronto slo quedaron las muj eres, pero nadie estaba dispuesto a matarlas. Freydis dijo: Dadme un hacha. Empu el hacha y ella misma mat a las mujeres, a las cinco que haba. Despus de aquella monstruosa accin volvieron a su casa, y era evidente que F