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SUITE DEL DESPOJO
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JAIME NIETO BUSTILLO
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SUITE DEL DESPOJO
JAIME NIETO BUSTILLO
Tesis presentada como requisito para optar al título de Maestría Interdisciplinar en Teatro y
Artes Vivas
DIRECTOR DE TESIS
Leonardo Donado Sarmiento
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN
Artes Vivas, Performancia y Política
Maestría Interdisciplinar en Teatro y Artes Vivas
2018-2019
Universidad Nacional de Colombia en convenio con la Universidad del Atlántico
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DEDICADO A
El universo por conspirar para que transite este camino
A mis padres por su apoyo
A Luz por su comprensión y el amor
A Leo por su inspiración y guía
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SUITE DEL DESPOJO
Preludio en clave de Drum
Deconstruyendo en Bullerengue
Chacona en Chalupa
Desprendimiento
Espacialización
Los cuerpos que miran, los cuerpos que percuto
Ecos y Resonancias
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Cada vez que tocas la batería debes ser consciente de que estás
creando un acontecimiento musical.
Vinnie Colaiutta
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Silencio
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En efecto, en última instancia, ya no hay nada que interpretar,
puesto que la mejor interpretación, la más aplastante, la más
radical, es el silencio eminentemente significativo.
Gilles Deleuze
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PRELUDIO EN CLAVE DE DRUM
Giro sobre el eje que me ha acompañado siempre desde que me
senté a percutir estos tambores y estos platillos, ese giro es el
tiempo, el reloj, la circularidad, la espiral...
Siempre pensé que la vida misma se comportaba como un tema de
jazz, los parámetros que vi en la sociedad-partitura ahora los puedo
mover,
desplazar,
tomar como recursos para transitar hacia formas que nunca antes
pude visualizar.
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Musicalmente, el cero corresponde al silencio, a la ausencia de
sonido en el tiempo y en el espacio. Sobreviene cuando callan todas
las voces, y contiene a su vez cada uno de los susurros y todos los
estruendos.
Núria Llorens
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Tomar unas palabras que suenan en mi oído interno y hacerlas ritmo,
un discurso,
una forma de caminar,
de mirar,
el péndulo de la calle,
de los transeúntes,
la danza de los ojos que se observan tímidamente
y otros que acosan sin pudor.
Soy un tipo de fotógrafo del ritmo, del pulso, del espacio,
en blanco.
Ahora todo puede ser percusión,
todo puede ser vibrátil cuando la escucha me permite atraparlo en una célula
rítmica,
en uno o varios compases,
en la paradoja de una deconstrucción que se hace al mismo tiempo
construcción.
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El problema para los indios no es la ausencia o la falta
de comunicación. Por el contrario, hay un exceso de comunicación.
Si los animales son humanos, si las cosas pueden abrigar formas
internas humanoides, si el trueno es una persona, entonces todo
comunica. Lo que no quiere decir que seamos capaces de entender
todo lo que nos es dicho; el exceso de comunicación puede
degenerar en “ruido blanco”, un opuesto al silencio que corroe aún
más insidiosamente que éste la red que nos conecta al resto de los
existentes. Todo habla, pero es necesario escuchar muy atentamente
para entender.
Eduardo Viveros de Castro
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Observo estos parámetros, los de la sociedad-partitura,
esas acciones generadoras de nuevas huellas de lo que hacemos,
lo hago como un viejo relojero que se pierde en la contemplación
de un segundero por horas y horas,
o en un número romano
o tal vez en el engranaje de una maquinaria.
No hay predeterminados,
son acaso las compulsiones de un golpe en el redoblante parte de
un itinerario...
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La noción de silencio conduce asimismo al descubrimiento del
elemento musical más importante, el tiempo, y a la aparición de la
idea de tiempo cero o tiempo sin límites.
Núria Llorens
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Improviso
aproximándome
a un lenguaje
intransferible
que nos define
como seres autónomos,
como músicos.
Me aproximo
al impulso
que es huella digital,
que es frecuencia única,
que es estructura genética.
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Las nuevas correspondencias entre sonido y silencio, espacio y
tiempo, que introduce Cage en su obra, se plantean a varios niveles.
En líneas generales, el artista observa la necesidad de una obra en
la que se haga posible el trazado de movimientos diversos a través
de varios espacios, y que presente a la vez una simultaneidad
polifónica, irreductible a una medida o a un ritmo determinados. El
carácter intercambiable de las relaciones entre el tiempo y el
espacio no responde únicamente a la estructura de la obra, sino que
se halla asociado también a la posición -o a la decisión- que adopte
el espectador en cada momento, y participa, en cierto modo, de la
acción de aquellos que se hallan fuera de la obra.
Núria Llorens
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Es esto lo que acciona mi despojo,
esta es mi suite,
mi conjunto de danzas en el tiempo
con un testigo que escribe el indicio o dibuja la huella de lo que toco, de lo
que desplazo,
d
e
s
a
r
m
o,
r
e
a
r
m
o
y hago vibrar...
Testigo que emerge de una improvisación que trasciende más allá de lo escrito
en la partitura,
que construye a partir de esta deconstrucción,
con objetos propios de mi memoria genética musical
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En esta memoria, así como hay un instrumento que es la batería, también se han
trazado mapas nuevos con una consola de sonido, unos micrófonos, un espacio
de grabación, un laboratorio de huellas y no solo de registros.
Laboratorio donde busco el timbre, la rítmica precisa, donde aproximo los
micrófonos de forma que los receptores capten adecuadamente y sin
saturaciones lo que naturalmente vibra desde un emisor de sonido o cuerpo
sonoro.
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Mi memoria es mi cuerpo,
mis cicatrices.
Las que el tiempo ha fijado en la masa,
el volumen y las fibras de mis sistemas sonoros,
de mis órganos sonoros, todos vibrantes,
en los más sutiles espacios de mis artefactos internos,
de mi estómago, que suena y resuena,
de mis pulmones aerófonos,
huesos percutivos y tal vez idiófonos
(por ser cuerpos cuya estructura es el instrumento mismo),
parecidos a una maraca o un cajón peruano.
Membranas de mis manos, tornillos de mis articulaciones...
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El 16 de julio de 1995 sufrí un accidente en mi Volkswagen 66. Una calle
mojada me hizo perder el control de este carro, precipitándome hacia un poste.
El impacto causó que mi cuerpo saliera disparado por el panorámico, siendo
mis piernas el ancla que me sostuvo para no chocar mi cabeza contra el cemento
de este listón enorme por donde pasan cables de corriente y una lámpara. Esto
ocasionó que mi fémur se desprendiera del acetábulo y para repararlo le
colocaran cuatro tornillos y una platina de titanio. El período de recuperación
fue el impulso para decidir tomar la música como forma de vida y despojarme
de los preceptos y tabúes que rodeaban el hecho de vivir siguiendo una carrera
musical, pasando de trabajar en un banco a iniciar mi vida como baterista.
Mientras estaba en recuperación, acostado y casi inmóvil, empecé a mover las
manos en el aire, imaginando que tocaba la batería. Me aferré a esto tanto como
me aferré a la vida.
Sentí la necesidad de desprender mi cuerpo de la batería,
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de los tambores con los que he derivado durante la mayor parte de mi vida,
reconsiderando una vez más lo siguiente:
La música la lleva uno mismo
La emoción contenida es música, dijo Horowitz, el pianista ruso.
Yo digo:
La emoción la lleva uno mismo,
la música es tiempo,
es timbre,
es ritmo,
es animal.
La batería nace desde mi cuerpo, lo que desarmo también es cuerpo...
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No tengo sensibilidad en mi dedo medio de la mano derecha por causa del
accidente; por eso busco, hurgo con el deseo de sentir, de hacer posible lo táctil.
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Llevo conmigo algo de lo cual no puedo escapar,
llevo el dolor, el frío o el calor,
la angustia o el deseo,
todo esto en mi cuerpo.
Accidentándome el tiempo cambió,
el tempo,
la métrica,
los ri - - tar - - - dan - - - - - - -dos ya no eran lineales,
se volvieron cuadros
pero cuadros que no podía detener,
cuadros que se superponían
y se aplastaban unos con otros.
El tiempo se volvió un fuelle que se estiraba y encogía a gusto de la adrenalina
(o sea cual sea la sustancia que contaminaba mi cerebro)
y generaba nuevas lecturas de mi compás descompasado y triturado por la
sorpresa...
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El instrumento o método de exteriorizar esa música puede mutar, flotar,
expandirse, sustraerse, al tiempo que se multiplica, se disloca y rearticula,
convirtiéndose ahora en sonido, en conciencia de lo táctil que surge desde mis
compulsiones, obsesiones, elucubraciones y afectos.
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Me siento,
recuerdo,
pienso,
derivaba por la música.
Ahora mi conciencia es la deriva y el objeto sonoro de mi creación,
como consecuencia de un despojo,
tanto mío,
como de la música misma.
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Al escribir este texto pude darme cuenta que, como en una partitura, también
había un orden de momentos, un orden que se actualiza y que al transgredirse
sigue operando, mutando, hibridando…
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Mi fortaleza es el vínculo que existe entre mi batería y yo.
Es el puente,
La transición,
el traslado hacia ese espacio
donde estoy rodeado de tambores y platillos,
un círculo desde donde recibo
sonidos de otros músicos o de cuerpos sentados,
de oídos.
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Cage había detectado la relatividad del silencio y al elegir
"Silencio" como título de su libro puso énfasis en que de ahí en
adelante cualquier uso de este término debe ser calificado o
interpretado irónicamente. El mito del silencio fue vencido. De
ahora en más en la música tradicional. por ejemplo, cuando
hablamos de silencio no significaremos silencio absoluto o físico,
sino más bien meramente la ausencia de sonidos musicales
tradicionales.
Murray Schafer
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Me pregunto constantemente:
¿Cómo despojarme de la batería?
Sin inmediatez facilista,
sino
traduciendo mis fuerzas aún amorfas a algo legible,
estableciendo y desarrollando unos procesos claros,
honestos y consecuentes con toda mi memoria genética musical,
partiendo, quizás, desde el principio hacia el final en una linealidad,
o tal vez desde el final hacia el principio,
en odargórter
-retrógrado-
todo esto lo entrego en el laboratorio
pero...
tendría que mover el tiempo,
no quiero un dogma o cuerpo frío y helado por la rigidez de una fórmula
impenetrable y congelada;
parto de mi cuerpo,
de sus compulsiones,
de sus impulsos, de mi escucha,
mi esencia.
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Escenas visibles me atenazan y me abandonan al silencio que es
un canto por carencia. He padecido mudez un canto carencial. Una
danza: un vaivén de adelante para atrás. O también el vuelco de la
cabeza de una oreja a la otra. El silencio es rítmico.
Pero casi todos los gritos agudos y ciertos estruendos me perturban
sin medida, hasta la arritmia. Los sonidos sumergen en un silencio
de la audición más desgarrado que el silencio de la vista, que
Horacio define sin embargo como el primer desgarro estético.
Pascal Quignard
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Me pregunto sobre el cómo me despojo,
pero
poco
a
poco
el cómo se diluye en el
desde dónde.
Diluirse cambia el compuesto,
la sustancia,
afecta su estructura,
su entorno.
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Pero la contemplación en un silencio absoluto es una cosa negativa
y aterradora. Tan es así que cuando lo infinito del espacio fue por
primera vez sugerido por el telescopio de Galileo, e1 filósofo Pascal
estaba profundamente temeroso por la perspectiva de un infinito y
eterno silencio.
Murray Schafer
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Silencio de redonda
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Mi despojo comenzó a ser una pregunta por el lugar de donde emanan mis
impulsos, por la fuerza que surge desde el deseo de encontrar otras formas de
sonar el instrumento batería y de resonar mi propia vida.
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DECONSTRUYENDO EN BULLERENGUE
Lo visual persiste aún en su desvanecimiento, lo sonoro aparece y se
desvanece aún en su permanencia.
Jean-Luc Nancy
Mi batería ahora comienza sonando desde mi pensamiento,
mi oído interno,
mis órganos.
cada parte de ella resuena conmigo,
con cada parte mi cuerpo,
la siento,
la escucho aún cuando ya no suena.
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La batería dejó de ser solo un objeto con el que trabajo, percuto y acompaño,
ahora es ella quien me acompaña. Dejó de ser un conjunto de tambores con
membranas, todo lo que antes no parecía funcional desde el punto de vista
musical ha tomado relevancia, desde un aro, un paral o un tornillo, hasta las
membranas (parches) mismas, incluso cuando ya no están tensadas por unos
aros.
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Redoblante,
membranas,
aros,
tornillos,
entorchado,
vibración media aguda,
timbres en el borde del aro,
en el centro,
con las manos,
con las baquetas,
con las escobillas.
Es el centro de ella
desde donde se distribuye todo,
en su corazón,
en mi corazón,
la caja o redoblante,
mi caja toráxica,
la que recubre y protege como concha acústica mi corazón.
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Bombo que fagotiza las frecuencias,
frecuencia que siento conectada a mi estómago,
pedal que golpea,
y que me golpea,
profundo y desde el piso,
desde el suelo,
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la tierra,
conexión entre mis músculos inferiores,
mi pierna derecha y mis dedos del pie.
Tal vez el movimiento que activa mis extremidades, músculos, tendones,
articulaciones y respiración, sea ese ritmo ancestral. Las siento conectadas con
cada parte de la batería, casi se vuelven resonadores, compañeros cuerpo y
partes de mí, con cuerpo y partes de ella.
El Bullerengue es el conector de todo, es la plataforma que se estira, se encoge
y a veces se raja pero que en su potencia acoge todo, es ese ritmo ancestral para
la conexión con todo lo que no podemos nombrar.
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Mi mano izquierda hace el contrapunto,
a lo que la derecha acentúa,
esto sufre trocados,
cambios de roles.
Unas veces siento el impulso en la derecha
y el entre líneas de la izquierda,
a veces la izquierda propone
y desborda por encima
de la derecha;
comenta
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y tal vez reflexiona sobre lo que hace
la derecha,
hace un trabajo entre líneas,
provoca el espacio del silencio o el aglutinamiento
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Hi Hat,
dos platillos forjados a mano,
enfrentados uno encima de otro,
son el color que dibuja sobre las siluetas del ritmo propuesto desde el corazón,
desde el redoblante, desde mi caja toráxica.
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Ride,
crea el flujo de armónicos que abraza los acentos,
es frecuencia casi con cantos y a la vez con pulsos,
su gama de frecuencias es mi paleta de colores.
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Silla,
centro,
eje,
columna vertebral,
punto central desde donde me ven
y me escuchan
y desde donde observo
y escucho
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Redoblante,
corazón, foco puntual,
que es el generador de sensaciones,
ritmo primogénito.
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Esta imagen de los objetos sonoros es sólo una disposición en el espacio de algo
que para mí tiene una relación menos técnica y más en lo afectivo. Cada objeto
sonoro convive conmigo, tiene una historia, tanto la del que lo construyó, como
otras que se forman en el transcurso de esta relación.
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Despojo,
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desprendimiento,
estiramiento,
rompimiento,
desbloqueo,
dislocamiento...
Pasan por mis muñecas cuando aprieto los dos pedazos de
madera (baquetas) desde la punta de mis dedos
y se proyectan en la tensión que surge en mi boca;
pasa por la articulación de mis tobillos cuando toco el bombo;
pasa por la tensión en mi espalda;
la fuerza de mi pierna derecha y la sutileza de la punta de mi
pie izquierdo,
controla la máquina de los dos platillos que se abrazan,
se chocan e incluso algunas veces se besan,
dependiendo de lo que estoy interpretando.
Este camino implicó concebir una poética del despojo. Este despojo
auto-infringido, sin violencia aparente, totalmente consensuado y
como vehículo de búsqueda y no de destrucción. Además se hizo
imperativo desarrollar una serie de movimientos (pasos, partes) que
me fuesen llevando de manera orgánica al punto final de ese despojo
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que sería la total liberación del cuerpo-instrumento generador de
sonido.
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Mi testigo es mi cómplice,
mi memoria transpuesta en otro que toma sus propias decisiones
y cuenta la historia de mi desconstrucción
y de la batería,
a su modo,
con sus irrupciones,
con sus afectos.
Él siente,
es manipulado,
y manipula
graba pero rebobina,
mezcla pedazos,
reconstruye memorias
creando desde los vestigios de mi despojo.
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CHACONA EN CHALUPA
La creación de algo nuevo no se logra por el intelecto, sino por el instinto de
juego que actúa desde la necesidad interna. La mente creativa
juega con los objetos que ama.
Carl Jung
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Silencio de Corchea
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El conjunto materia-forma es ahora sustituido por la
interacción material- fuerzas. El sintetizador ha sustituido
al antiguo "juicio sintético a priori", como consecuencia,
todas las funciones cambian. Al poner en variación
continua todas las componentes, la música deviene un
sistema sobre-lineal, un rizoma en lugar
de un árbol, y pasa al servicio de un continuum cósmico
virtual, del que hasta los agujeros, los silencios y las
rupturas, los cortes forman parte.
Gilles Deleuze
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Silencio de Negra
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Mi encuentro con la batería fue a mis 15 años. Sin haberla buscado puedo decir
que fue ella quien se topó conmigo. Visitaba a un amigo con la intención de
buscar objetos antiguos que se pudieran vender por algún valor, cuando
accidentalmente algo cayó desde lo alto de un closet sobre mi cabeza, era un
redoblante marca Pearl azul escarcha, y al mirar desde donde cayó vi que había
cuatro tambores que estaban apilados uno encima de otro.
Me llenó de curiosidad ver unas baquetas bastante gastadas. Logré convencer a
mi amigo que la dejara en mi casa y allí creció una curiosidad desbordante
acerca de cómo sonaría, qué habría que hacer, cómo se tocaba y se transformó
no solo en un juego sino en mi destino.
Siempre fui una persona tímida que detestaba la exposición pública, a través, de
esta relación simbiótica con la batería fui poco a poco utilizándola primero
como escudo que me permitía ser musical y a la vez estar protegido detrás del
instrumento membranófono, compuesto de madera y hierro, que reacciona al
leve toque de una escobilla o al fuerte golpe de una baqueta. Más tarde pude
utilizarla como punta de lanza, como elemento para componer, que a través de
células rítmicas tocadas en ella llegaban a mi mente como sugerencias de
melodías las cuales después podría convertir en canciones.
Ya no era solo el baterista sideman sino también era el band leader la persona
más visible del ensamble, pero siempre estaba ahí mi talismán, mi voz o mejor
dicho, mi batería. A través de ella podía expresarme contar historias, es el
vehículo de mis afectos. Siempre pensé y sentí que hay dos personas habitando
dentro de mí, uno lejos de la batería introspectivo, reflexivo y el que se sienta
y la toca, el artista, el que tiene la sensibilidad a flor de piel. Ahora
recientemente empiezo a darme cuenta que aun sin tenerla a mi lado la llevo,
aun en mi despojo de ella.
Hoy comienzo este proceso de deconstrucción pero a la vez cuanto más le quito
en el plano físico más se fortalece en mi interior, cuanto más desarmo más
construyo.
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Repite,
Retorna,
Reitera,
Es círculo,
Espiral como en las vueltas por las que transito en un solo de jazz,
Insiste y se reafirma,
Se hace negro en los surcos que forma su obsesión,
Es en Chalupa, en ritmo de Chalupa,
un hilo conductor,
un ostinato como el del bajo de una Chacona
y el péndulo de un metrónomo,
hilan estos giros sobre el eje que me acompaña en este desplazamiento.
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Horacio asevera también que el silencio no puede dividirse por
entero. La aniquilación sonora no puede alcanzar el ápice de la
división, el silencio integral. Horacio dice que el silencio, incluso a
mediodía, hasta en el momento del torpor más grande, el verano,
"zumba" en las riberas inmóviles de los ríos.
Pascal Quignard
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Silencio.
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DESPRENDIMIENTO
Necesitas correr riesgos. Nunca se sabe si los resultados finales serán
hermosos o extraños. Necesitas estar instantáneo, escuchando
cada momento, sin perderte ni un ápice de música, incluso si
tomas un descanso.
Bryan Blade
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Aún unido a mi cordón umbilical musical,
mi cuerpo-instrumento,
desprendo las extremidades de mi batería en varias capas,
está la materia que es cada parte de la batería unida a mi cuerpo-instrumento
y la sonora que va quedando en el cuerpo del testigo que inicia el
levantamiento de una memoria,
la reconstrucción desde unos indicios,
la escritura de una huella sonora,
a medida que desprendo y desarmo el ritmo cambia en su timbre pero no en su
esencia,
un despojo rítmico o de pulso se produce cuando la desinstalación desgarra el
ritmo,
sonoridades que me son conocidas,
que están en mi cuerpo se espacializan,
se llenan de silencios,
lo audible y lo no audible.
El ritmo abraza mi desprendimiento y se desprende también.
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La sala llamada salón 4 de Bellas Artes es altamente reverberante debido a sus
paredes reflectivas y a la altura de su techo, el cual logra que el sonido se apague
en un tiempo más largo del normal. En esta sala tenemos un rt60 de 2,4 segs.
(rt60 es una medida utilizada en audio que representa cuánto tarda un sonido en
disminuye 60 dbs). Esta me brinda un entorno espeso para realizar esta
transición.
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Los segmentos de ritmo se van descomponiendo en sus partes más
básicas, patrones que parecen no tener sentido toman fuerza al
repetirse haciendo presencia.
la repetición pesa en la memoria,
la repetición pesa en la memoria,
la repetición pesa en la memoria.
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ESPACIALIZACIÓN
Es por la lógica que probamos, pero es por intuición que descubrimos.
Henry Poincaré (1911)
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Silencio.
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Las diferentes partes de la batería cuerpo-instrumento a través de las capas del
desprendimiento comienzan a generar su pulso propio y poco a poco cada uno
adquiere su única voz, su sentido rítmico, su espacio sonoro y espacio físico en
la sala reverberante que habitan.
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La reverberación expande estos cuerpos sonoros,
recorre
y aleja más de ese centro rítmico,
lo físico de su ubicación en el espacio,
ahora es un conjunto de focos sonoros con fraseos independientes
que se convirtieron en remembranza del cuerpo-instrumento que
alguna vez fue,
que alguna vez fui,
Mi testigo,
el metrónomo,
el eco,
el pulso,
necesidad de luz,
Camino por donde puedo encontrar mi despojo.
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El silencio en nada define la carencia sonora: define el estado
en que el oído está más alerta.
Pascal Quignard
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Silencio.
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LOS CUERPOS QUE MIRAN, LOS CUERPOS QUE
PERCUTO
La música es una forma de comunicación que va más allá de las
palabras.
Hal Leonard
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El espectador no tiene que subordinarse siempre a lo que hago sin saber qué
siento, es por esto que decido tocarlos, percutirlos, grabarlos...
Ahora todo retorna,
se forma un nuevo ciclo,
se actualiza,
se vierte en los espacios de la memoria
y se activa una nueva creación
Comienzo de nuevo,
cargo mis cicatrices con el amor y su reverberación,
con el amor de un despojo.
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Todo se vuelve retrogrado y se encuentra en el centro, lo que es principio es
final, lo que desarmé e instalé ahora retorna como en El viaje a la semilla de
Alejo Carpentier.
Me despojo y me desinstalo cada día y esto es lo dinámico, lo vivo, lo que
me permite sentir que todos los días son nuevos, los segundos son únicos,
cada golpe de tambor es un nuevo comienzo que opera en el tiempo he
incluso en la síntesis de mi memoria que al recordar crea y recrea.
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Silencio.
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ECOS Y RESONANCIAS
Allende, I. (2014). La ciudad de las bestias. (Memorias del águila y del jaguar
1). Barcelona: Plaza & Janés.
Blade, B. (2018). En J. Medeles. The Stoic Drummer. Revival Publishing LLC.
Colaiutta, V. (2018). En The Stoic Drummer. Revival Publishing LLC.
Deleuze, G., Guattari, F. (2004). Mil mesetas. Valencia: Pre-Textos.
Leonard, H. (2018). En The Stoic Drummer. Revival Publishing LLC.
Llorens, N. (1992). Paisaje y silencio: ensayo para una poética de John
Cage. D'art, (17). 151-168.
Medeles, J. (2018). The Stoic Drummer. Revival Publishing LLC.
Nancy, J. L. (2007). A la escucha. Buenos Aires: Amorrortu.
Poincaré, H. (1911). Les sciences et les humanités, París: Fayard.
Quignard, P. (1999). El odio a la música: diez pequeños tratados. Barcelona-
Buenos Aires- México D.F.-Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello.
Schafer, R. M. (1998). El nuevo paisaje sonoro. Buenos Aires:Ricordi
Americana.
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