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Edgar Allan Poe y sus mujeres

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...Mi peor enemigo me tendría lástima si pudiera leer mi corazón. No tengo ningún deseo de vivir y no viviré. Amo, usted

lo sabe, amo apasionadamente, devotamente...

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EDGAR ALLAN POE

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††

5 SUMARIO

.05

AUTORES DE AYER Y DE HOY RECONOCEN A POE

La mujer en su relato: ausencia y demencia.

Uno de los grandes conocedores del autor, Julio Cortázar, destaca en la obra del bostoniano un rasgo esencial.

VADE RETRO

OBRAS .09

Suplemento de Página 12, todos los martes de Julio.

.11OTRAS PUBLICACIONESPOETAS MALDITOS

.09DESPUÉS DE LA MUERTE

.07

CUENTOS Y POESÍAS

ESCRITO DE CHARLES BAUDELEIRE

Ante la muerte de su esposa, el escritor se sintió perdido. Buscó salvación en otromatrimonio, Poe pensaba que la compañía de otra mujer podía acallar sus demonios internos.

Un recorrido por la vida de Edgar Allan Poe nos ayuda a recono-cer sus tragedias personales en sus obras literarias.

SUS OJOS NO

.09SHOPENHAUER

Un ensayo de Arthur Shopenhauer nos revela la lógica de estos tres conceptos en la literatura y filosofía. Fragmento esclarecedor.

EL AMOR, LAS MUJERES Y LA MUERTE

Ausencias

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EDGAR ALLAN POE

† †6

1815La familia Allan viaja a Gran Bretaña. Edgar asiste a la escuela por un periodo corto en Irvine, Escocia.

1825Se inscribe en la Universidad de Virginia para estudiar idiomas.

1826Abandona sus estudios.

1827Mayo. Se inscribe en la Armada de los Estados Unidos bajo el nombre de Edgar A. Perry.

Julio. Realiza su primer libro, Tamerlane and Other Poems, un texto de 40 paginas.

1830Su padre adoptivo se casa por segunda vez. Desconoce a Edgar como su hijo.

1849Ingresa al hospital Washington College Hospital. Muere en Balti-more el domingo 7 de octubre .

Muere su madre adoptiva, Frances Valentine Allan.

Muere la madre de Poe en Virginia.

a elenaMás ¡qué profunda, qué insondable capacidad de amor! Pero al fin, Diana descendió hacia occidente envuelta en nubes tem-pestuosas; y tú, espectro entre los árboles sepulcrales, te desvaneciste.

a mi madre“...Mi madre, mi propia madre, que murió en buena hora, no era sino mi madre. Pero vos fuisteis la madre de aquella que quise tan tiernamente, y por eso mismo me sois más querida que la madre que conocí, más querida que todo, lo mismo que mi mujer era más amada por mi alma que lo que esta misma amaba su propia vida...”

1811 1829

Porque siento que allá arriba, los ángeles que se hablan al oído, no pueden encontrar entre sus palabras de amor una expresión más ferviente que la de «madre».

El hombre que quiere contemplar frente a frente la gloria de Dios en la tierra, debe contemplar esta gloria en la soledad.

““

A Poe siempre le atrajo el escribir sobre la muerte, la resurrección, el amor y el terror, temas que se ven unidos en sus relato. Biógrafos y críticos han sugerido que el uso frecuente del tema de la «muerte de una hermosa mujer» deriva de la repetida pérdida de ellas a lo largo de su vida.

Cuentos

Manuscrito en una botella

El Rey Peste

Berenice

Ligeia

La caída de la Casa Usher

El hombre de la multitud

Un descenso al Maelström

Los crímenes de la calle Morgue

La máscara de la Muerte Roja

El pozo y el péndulo

El retrato oval

El misterio de Marie Rogêt

El gato negro

El corazón delator

B

UN RECORRIDO POR LA VIDA DE UN GRAN LITERATO A TRAVÉS DE SUS RELATOS Y LAS MUJERES DE SU VIDA.

PRESAGIOSMORTUORIOS

La caja oblonga

La carta robada

El entierro prematuro

El demonio de la perversidad

La verdad sobre el caso Vald

El sistema del Dr. Tarr

El barril de amontillado

1833

1835

1838

1839

1840

1841

1842

1843

1844

1845

1846

1809Nace en Boston el 19 de enero, hijo de dos actores de teatro, Elisabeth Poe y David Poe.

1810Su padre abandona la familia.

1812Es adoptado por la familia Allan, la cual le daria el nombre Edgar Allan Poe.

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DESTINADO A LA SOLEDAD

† †7

Muere Edgar Allan Poe.Se casa secretamente con su prima Virginia Clemm.

berenice“Yo estoy convencido, pero no intento convencer. Sin embargo, hay un recuerdo de formas etéreas, de ojos espirituales y expresivos, de sonidos musicales y tristes, un recuerdo que no puedo marginar; una memoria como una sombra; y como una sombra también por la imposibilidad de librarme de ella mientras brille la luz de mi razón.”

morellaEn este relato, Poe explora la idea de lo que pasa des- pués de la muerte con la identidad y el alma. Supone que ésta se conserva y que puede pasar a nuevos cuerpos.

lenoreEl poema trata acerca del despertar de una joven mujer muerta. El novio de Lenore, Guy de Vere, en-cuentra inapropiado el llorar por la muerte de Lenore, considerando que se debe celebrar su ascenso a un nuevo mundo. El poema pudo haber sido la manera en que Poe lidió con la en-fermedad de su esposa.

1820El y su familia retornan a Richmond, Virginia.

1827Se va a vivir a Boston. Trabaja como escritor en periodicos.

1831Febrero. Viaja a New York y realiza su tercer libro, Poems.

1835Regresa a Baltimore.

1849Es encontrado delirando en las calles de Baltimore.

1836Viaja a Richmond. Tiene una segunda ceremonia de matrimonio.

1829Viaja a Baltimore para vivir con su tia y su prima Virginia Clemm.

Estadías†

1822 - 1847

18491835 Muere Virginia Clemm. Poe rehusó ver el rostro de su esposa muer-ta, diciendo que prefería recordarla viva. Tras su muerte, el escritor quedó sumido en una profunda tristeza durante varios meses.

annabel leeEs el último poema completo com-puesto por el escritor. Como en mu-chas de sus obras, explora la temática de la muerte de una hermosa mujer. El narrador, enamorado de Annabel Lee cuando eran jóvenes, continúa están-dolo tras su muerte. Existe un debate sobre qué mujer, si es que la hubo, sirvió de inspiración para Annabel Lee. A pesar de que se han sugerido los nombres de varias.

Si ella no hubiera muerto mientras yo estaba fuera no habría habido nada que arrepentirmen. Yo creo que me amaba como a su propio hijo.

Agosto. Su hermano Henry muere.1831

B

De la totalidad de elementos que integran su obra, la no-ción de anormalidad se destaca con violencia. (... ) una visión asexual de mujeres radiantes y benéficas; a veces esas mismas mujeres incitan al entierro en vida o a la profanación de una tumba (...)”

Julio Cortazar.

“Pompas del mármol, negra anatomía / que ultrajan los gusa- nos sepulcrales, / del triunfo de la muerte los glaciales / sím- bolos congregó. No los temía.

Soneto en homenaje a Edgar Allan Poe. Jorge Luis Borges.

“La influencia de Poe en el arte universal ha sido suficiente-mente honda y transcendente para que su nombre y su obra sean a la continua recordados. Desde su muerte acá, no hay año casi en que, no se ocupen del excelso poeta americano.

Rubén Darío.

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DESTINADO A LA SOLEDAD

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SUS OJOS NOEl carácter de mi amada, su belleza singular y, sin embargo, plácida, y la pe-netrante y cautivadora elocuencia de su voz profunda y musical, se abrieron camino en mi corazón con pasos tan constantes, que pasaron inadvertidos.

En estos últimos tiempos compareció ante nuestros tribunales un desdichado cuya frente estaba marcada por un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro su título, y el interrogatorio demostró que aquel extraño rótulo era cruel-

mente verídico. Hay en la historia literaria destinos análogos, verdaderas condenas, hombres que llevan las palabras “mala suerte” escritas en caracteres misteriosos sobre las arrugas sinuosas de su frente. El ángel ciego de la expiación se ha apoderado de ellos y los azota con uno y otro brazo para ejemplo edifi-cante de los demás. En vano su vida revela talento, virtudes, gracia: la sociedad tiene para ellos un anatema especial y acusa en ellos las lesiones que les ha causado. ¿Qué no hizo Hoffmann para desarmar al Desti-no, y qué no realizó Balzac para conjurar la fortuna? ¿Existe, pues, una Providencia diabólica que prepara la desgracia desde la cuna, que arroja con premeditación naturalezas espirituales y angélicas en medios hostiles, como a mártires en los circos? ¿Existen, pues, almas santas y destinadas al altar, condenadas a ir hacia la muerte y hacia la gloria a través de sus propias ruinas? La pesadilla de las Tinieblas, ¿asediará eternamente a esas almas elegidas? En vano se agitan, en vano se forman para el mundo, para sus pre-visiones y asechanzas; perfeccionarán la prudencia, taparán todas las salidas, acolcharán las ventanas contra los proyectiles del azar; pero el Diablo entrará por el agujero de la cerradura. Una perfección será la falla de su coraza, y una cualidad superlativa, el germen de su condenación. Para romperla, el águila, desde lo alto del cielo, sobre su frente al aire soltará la tortuga, pues ellos deben perecer fatalmente. Su destino está escrito en toda su contextura, brilla con siniestro resplandor en sus miradas y en sus gestos, circula por sus arterias con cada uno de sus glóbulos sanguíneos. Un célebre escritor de nuestro tiempo ha escrito un libro para demostrar que el poeta no podía encontrar buen acomodo ni en una sociedad democrática ni en una aristocrática, no más en una república que en una monarquía absoluta o templada. ¿Quién ha sabido, pues, replicarle perentoriamente? Yo aporto hoy una nueva leyenda en apoyo de su tesis y añado un nuevo santo al martirologio; debo escribir la historia de uno de esos ilustres desventurados, demasiado rica en poesía y pasión, que ha venido, después de tantos otros, a hacer en este bajo mundo el rudo aprendizaje del genio entre las almas inferiores.

De todos los documentos que he leído he sacado la convicción de que los Estados Unidos sólo fueron para Poe una vasta cárcel, que él recorría con la agitación febril de un ser creado para respirar en un mundo más elevado que el de una barbarie alumbrada con gas, y que su vida interior, espiritual, de poeta, o incluso de borracho, no era más que un esfuerzo perpetuo para huir de la influencia de esa atmósfera antipática. Implacable dictadura la de la opinión de las sociedades democráticas; no imploréis de ella ni caridad ni indulgencia, ni flexibilidad alguna en la aplicación de sus leyes a los casos múltiples y comple-

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EDGAR ALLAN POE

† †10

jos de la vida moral. Diríase que del amor impío a la libertad ha nacido una nueva tiranía: la tiranía de las bestias, o zoocracia, que por su insensibi-lidad feroz se asemeja al ídolo de Juggernaut. Un biógrafo nos dirá seriamente —bienintencionado es el buen hombre— que Poe, de haber querido regularizar su genio y aplicar sus facultades creadoras de una ma-nera más apropiada al suelo americano, hubie-se podido llegar a ser un autor de dinero (a money making author). Otro —éste un cínico ingenuo—, que, por bello que sea el genio de Poe, más le hubiera valido tener sólo talento, ya que el talento se cotiza más fácil-mente que el genio. Otro, que ha dirigido diarios y revistas, un amigo del poeta, confiesa que resul-taba difícil utilizarle, y que se veía uno obligado a pagarle menos que a otros, porque escribía con un estilo demasiado por encima del vulgo. “¡Qué tufo a trastienda!”, como decía Joseph de Maistre.

Algunos se han atrevido a más, y uniendo la fal-ta de inteligencia más abrumadora de su genio a la ferocidad de la hipocresía burguesa, le han insul-tado a porfía, y después de su repentina desapari-ción, han vapuleado ásperamente ese cadáver; en especial, el señor Rufus Griswold, que, para apro-vechar aquí la frase vengativa del señor George Graham, ha cometido así una infamia inmortal. Poe, experimentando quizá el siniestro presen-timiento de un final repentino, había designado a los señores Griswold y Willis para ordenar sus obras, escribir su vida y restaurar su memoria. Ese pedagogo-vampiro ha difamado ampliamente a su amigo en un enorme artículo mediocre y renco-roso, que precisamente encabeza la edición póstu-ma de sus obras. ¿No existe, pues, en América una disposición que prohiba a los perros la entrada en los cementerios? En cuanto al señor Willis, ha de-mostrado, por el contrario, que la benevolencia y el decoro van siempre de consuno con el verdade-ro talento, y que la caridad con nuestros semejan-tes, que es un deber moral, es también uno de los mandamientos del gusto.

Hablad de Poe con un americano: confesará aca-

so su genio, y hasta puede que se muestre orgullo-

so de él; pero en tono sardónico, superior, que deja

traslucir al hombre positivo, os hablará de la vida

disoluta del poeta, de su aliento alcoholizado que

hubiera ardido con la llama de una vela, sus hábi-

tos de vagabundo. Os dirá que era un ser errante y heteróclito, un planeta desorbitado que ronda-ba sin cesar desde Baltimore a Nueva York, desde

Nueva York a Filadelfia, desde Filadelfia a Boston, desde Boston a Baltimore, desde Baltimore a Ri-chmond. Y si, con el corazón conmovido por esos preludios de una historia desconsoladora, dais a entender que tal vez no sea solamente culpable el

individuo, y que debe de ser difícil pensar y escri-bir cómodamente en un país donde hay millones de soberanos —un país sin capital, hablando con propiedad, y sin aristocracia—, entonces

veréis sus ojos desorbitarse y despedir rayos, la baba del patriotismo doliente subir a sus labios, y América, por su boca, lanzar injurias a Europa, su vieja madre, y a la filosofía de los antiguos días. Repito que, por mi parte, he adquirido la convic-ción de que Edgar A. Poe y su patria no estaban al mismo nivel. Los Estados Unidos son un país gigantesco e infantil, envidioso, naturalmente, del viejo continente.

¡Tienen allá un valor tan grande el tiempo y el dinero! La actividad material, exagerada hasta ad-quirir las proporciones de una manía nacional, deja en los espíritus muy poco sitio para las cosas no terrenas. Poe, que era de buena casta —y que, por lo demás, declaraba que la gran desgracia de su país era no poseer una aristocracia racial, dado, decía él, que en un pueblo sin aristocracia el culto de lo Bello sólo puede corromperse, aminorarse y desaparecer; que acusaba en sus conciudadanos, hasta en su lujo enfático y costoso, todos los sín-tomas del mal gusto característico de los advene-dizos; que consideraba el Progreso, la gran idea moderna, como un éxtasis de papanatas, y que de-nominaba los perfeccionamientos de la mansión humana cicatrices y abominaciones rectangulares.Poe era allá un cerebro singularmente solitario.

VIENTOS DE TRAGEDIA

¶La familia de Poe era una de las más respetables de Baltimore. Su abuelo materno había servido como quarter-master-general en la guerra de la In-dependencia, y La Fayette le dispensaba una gran estimación y amistad.

David Poe, padre de Edgar e hijo del general, se enamoró perdidamente de una actriz inglesa, Eli-za Arnold, célebre por su belleza; se fugó y se casó con ella. Para unir más íntimamente su destino al de ella, se hizo actor y apareció con su mujer en di-ferentes teatros, en las principales ciudades de la Unión. Los esposos murieron en Richmond, casi al mismo tiempo, dejando en el abandono y en la penuria más completos a tres criaturas, una de las cuales era Edgar.

Edgar A. Poe había nacido en Baltimore, en 1809. Si alguna vez el espíritu novelesco, para servirme de una frase de nuestro poeta, ha presidido un na-

A Elena. 1831.El narrador ve la belleza idealizada, tanto física como espiritual-mente. Uno llega a creer que Elena no es real. Él piensa que ella es tan hermosa que puede calmar su pena.

Ulamune. 1847.El poema incluye muchas alusiones, especialmente a la mitología, y también se ha conjeturado si la identidad de Ulalume habría estado basada en persona real, su madre.

cimiento —¡espíritu siniestro y tempestuoso!—, ciertamente, presidió el suyo. Poe fue, en verdad, hijo de la pasión y de la aventura. Un rico nego-ciante de la ciudad, mister Allan, se entusiasmó con aquel lindo e infortunado a quien la Naturaleza había dotado de un aspecto encantador, y como no tenía hijos, le adoptó. El niño se llamó, pues, de allí en adelante Edgar Allan Poe. Fue así criado en una grata holgura y con la esperanza legítima de una de esas fortunas que dan al carácter una soberbia cer-teza. Sus padres adoptivos se lo llevaron en un viaje que hicieron a Inglaterra, Escocia e Irlanda, y antes de regresar a su país le dejaron en casa del doctor Bransby, que dirigía un importante centro de ense-ñanza en Stoke-Newington, cerca de Londres.

Volvió a Richmond en 1822 y prosiguió sus es-tudios en América bajo la dirección de los mejores profesores del lugar. En la Universidad de Char-lottesville, donde ingresó en 1825, se distinguió no sólo por una inteligencia casi milagrosa, sino también por una profusión casi siniestra de pasio-nes que fue, por último, la causa de su expulsión. Conviene señalar de paso que Poe había demostra-do ya, en Charlottesville, una aptitud de las más notables para las ciencias físicas y matemáticas. Unas desdichadas deudas de juego originaron una

Eliza Poe. Fue una actriz anglo-estadounidense. En 1809 fue aban-donada por su marido, padre de poe. En 1811, mientras esperaba en la pensión de Richmond en que se alojaba para actuar en una función, Eliza comenzó a escupir sangre. Murió en octubre de 1811. Tras su muerte, sus tres hijos fueron separados.

Orgulloso de su desarrollo material, anor-mal y casi monstruoso está convencido, como algunos desdichados entre nosotros, de que

acabará por tragarse al diablo.

Poeta, narrador y crítico literario norteamerica-

no. Hijo de actores ambulantes de ascendencia ir-

landesa, sus primeros años transcurrieron viajando

de pueblo en pueblo. Cuando contaba dos años de

edad quedó huérfano de padre y madre. Esta había

muerto en Richmond, donde Mr. Allan, un nego-

ciante sin hijos, adoptó como suyo a Edgar.

El tema que unifica los cuentos es el Amor, la relación simbó-lica y vivencial de lo Masculino y de lo Femenino, con rasgos exquisitamente dark romantic, pero muy semejantes a los de la poesía cortés medieval. La Mujer puede ser abstracción, pozo infinito y temible o sueño y seducción.

desavenencia pasajera entre él y su padre adoptivo, y Edgar —hecho de los más curiosos y que prueba, pese a lo que se ha dicho, una dosis de caballero-sidad muy grande en su impresionable cerebro—concibió el proyecto de tomar parte en las guerras de los helenos y de ir a luchar contra los turcos. Partió, pues, hacia Grecia.

La vida de Edgar A. Poe, su juventud, sus aven-turas en Rusia y su correspondencia han sido anunciadas largo tiempo por los periódicos ame-ricanos, pero no han aparecido nunca. De regreso en América, en 1829, expresó el deseo de ingresar en la escuela militar de West-Point; fue admitido, en efecto, y allí, como en otras partes, dio pruebas de una inteligencia admirablemente dotada, pero indisciplinable, siendo, al cabo de unos meses, expulsado. Al mismo tiempo ocurría en su familia adoptiva un suceso que debía tener las más gra-ves consecuencias sobre su vida entera. La señora Allan, por quien parece él haber sentido un afecto verdaderamente filial, falleció, y el señor Allan se casó con una mujer muy joven. Y en esta época tuvo lugar una desavenencia doméstica, una historia rara y tenebrosa que no puedo contar, porque no

1787-1811

Mrs. Stanard. Poe se enamoró apasionadamente de la madre de un compañero de estudios, a la que dedicó el conocido poema “A Elena”. Esta mujer era de una gran belleza y contaba a la sazón treinta años; murió al año siguiente. Fue su primer gran amor.

1792-1825

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DESTINADO A LA SOLEDAD

† †11

muerte, no parecía importarle vivir una hora, un día, una semana o un año; ella era todo para él». Un año después de su muerte, Poe escribió a un amigo que había experimentado el mayor mal que puede sufrir un hombre, cuando, según sus pa-

labras, «una esposa a la que amaba como ningún hombre había amado antes», había caído en-ferma. Cuán a menudo y en qué cantidad bebía es un tema controverti-

do, que fue discutido ya en vida del autor y lo es también hoy por sus modernos biógrafos. Poe se refirió a esta reacción suya a la enfermedad de su mujer como a su propia enfermedad, afirmando que encontró la cura para ella «en la muerte de mi esposa. Esto puedo soportarlo, y así lo hago, como corresponde a un hombre. Era la horrible e interminable oscilación entre la esperanza y el desespero lo que no hubiera podido soportar por más tiempo sin una total pérdida de la razón». Poe visitaba regularmente la tumba de Virginia. Cuan-do su amigo Chauncey Burr escribió: «Muchas ve-ces, tras la muerte de su amada esposa, fue visto en una medianoche de invierno, sentado junto a su tumba, casi helado en la nieve». Poco después de la muerte de Virginia, Poe cortejó a otras mujeres, como Nancy Richmond de Lowell, Massachusetts, Sarah He-len Whitman de Providence, Rhode Island, y su amada de la niñez, Sarah Elmira Royster, en Rich-mond. A pesar de eso, Frances Sargent Osgood, que también fue cortejada por Poe, creía «que [Vir-ginia] fue la única mujer a la que él alguna vez amó». Sin embargo, tenía asuntos en Nueva York, y partió el 4 de octubre, quejándose de escalofríos y de debi-lidad. Como siguiera sintiéndose bastante mal, al llegar a Baltimore, el 6, por la noche, hizo llevar su equipaje al embarcadero, desde donde debía dirigirse a Filadelfia, y entró en una taberna para

ha sido claramente explicada por ningún biógra-fo. No es, por tanto, extraño que él se haya sepa-rado definitivamente del señor Allan, y que éste, que tuvo hijos de su segundo matrimonio, le haya excluido por completo de su testamento.

Poco tiempo después de haber abandona-do Richmond, Poe publicó un pequeño tomo de poesías; fue realmente una aurora brillante. Para quien sabe sentir la poesía inglesa, hay ya en él un acento extraterreno, la serenidad en la melancolía, la deliciosa solemnidad, la expe-riencia precoz —iba a decir, creo, la experiencia innata— que caracterizan a los grandes poetas. Se casó con una muchacha bella, encantadora, de

un carácter amable y heroico, pero que no tenía un

céntimo —añade el propio Griswold en un tono

de desdén—. Era la señorita Virginia Clemm, una

prima suya. La buena acogida que le dispensaron

inundó su pobre corazón de orgullo y de gozo; se

mostraba de tal modo encantado, que hablaba de

establecerse definitivamente en Richmond y de

acabar su vida en los lugares que su infancia le ha-

bía hecho dilectos.

DESPUÉS DE LA MUERTE

¶ Una tarde de asueto de enero de 1842, se produjo un acontecimiento decisivo en las vidas de Poe y familia. Su esposa, Virginia, mostró los primeros signos de consunción propios de la enfermedad hoy conocida como tuberculosis. El propio Poe describió el hecho como la rotura de un vaso sanguíneo en su garganta. Ella sólo se recuperó momentáneamente. El escritor comenzó a beber más de la cuenta debido a la ansiedad que le producía la enfermedad de su mujer.En ese tiempo trató de obtener un puesto en la administración del presidente John Tyler, alegan-do pertenecer al Partido Whig. Tenía la esperan-za de ser nombrado para la aduana de Filadelfia con la ayuda del hijo del presidente, Robert, que era conocido de un amigo de Poe llamado Thomas Frederick. Poe, sin embargo, a mediados de sep-tiembre de 1842, no se presentó a una reunión con Thomas para tratar de su nombramiento. Puso como excusa encontrarse indispuesto, pero Tho-mas creyó que lo que estaba era bebido.Posterior-mente se prometió al escritor una nueva cita, pero finalmente todos los puestos disponibles fueron cubiertos por otras personas.El Broadway Journal cerró sus puertas por falta de liquidez en 1846. Poe se trasladó a una casita de

Poesías

Tamerlane. 1827.

Sueños. 1827.

Espíritus de los muertos. 1827.

Estrella del anochecer. 1827.

Soneto a la Ciencia. 1829.

Solo. 1829.

» A Elena. 1831.

La ciudad en el mar. 1831.

La durmiente. 1831.

El Coliseo. 1833.

A alguien en el paraíso. 1834.

Himno. 1835.

Balada nupcial a. 1837.

El palacio encantado. 1839.

Soneto del silencio. 1840.

» Lenore. 1843.

El cuervo. 1845.

Eulalie, una canción. 1845.

» Ulalume. 1847.

» Annabel Lee. 1849.

A mi madre. 1849.

campo en Fordham, dentro del barrio del Bronx, Nueva York. Esa casa, hoy conocida como el Co-ttage de Poe se encuentra en la esquina entre el bu-levar Grand Concourse y Kingsbridge Road. Virgi-nia, que no había podido superar la tuberculosis, murió allí el 30 de enero de 1847. Los amigos de la familia recordarían después cómo Poe si-guió el cortejo fúnebre de su mujer envuelto en su vieja capa de cade-te, que durante meses había constituido el único abrigo de la cama de Virginia. Los biógrafos del escritor han sugerido repetidamente que el tema frecuente en su obra de la “muerte de una hermosa mujer” (Cfr. “El cuervo”), parte de las varias pérdi-das de mujeres a lo largo de su vida, incluyendo la de su madre y su esposa.

A partir de la muerte de Virginia, la conducta de Poe «es la del que ha perdido su escudo y ataca, desesperado, para compensar de alguna manera su desnudez, su misteriosa vulnerabilidad».Cada vez más inestable, intentó cortejar a otra mu-jer: Sarah Helen Whitman, poetisa mediocre pero mujer llena de inmaterial encanto, como las heroí-nas de Poe. Sarah vivía en Providence, Rhode Is-land. Sus relaciones no cuajaron, presumiblemen-te debido a los problemas de Poe con el alcohol y a su conducta errática. Existe alguna evidencia de que la verdadera causante de la ruptura pudo ser la madre de Whitman. Poe buscó aún la compañía de otras mujeres, como Marie Louise Shew o Annie Richmond. Hubo incluso propuestas de matrimo-nio, pero que no llegaron a concretarse.

La muerte de Virginia tuvo un significativo im-pacto en Poe. Tras su muerte, el escritor quedó sumido en una profunda tristeza durante varios meses. Un amigo dijo al respecto: «La pérdida de su esposa fue un duro golpe para él. Tras su

Edgar y Virginia se conocieron en 1829, en un

viaje que realizó Poe, para visitar lo que quedaba

de su familia en Baltimore. En ese momento ella

sólo tenia siete años y su hermano Henry, nueve.

Además, vivían en la casa de la abuela de Poe, que

estaba paralítica, y el hermano mayor del escritor,

William Henry, quien padecía tuberculosis. El es-

critor contribuyó con su manutención utilizando los

escasos recursos que su padre adoptivo le asignaba.

Anabelle Lee. 1849.Es el último poema completo compuesto por Poe. Explora la te-mática de la muerte de una hermosa mujer. El narrador, continúa estándo enamorado tras su muerte.

Virginia Clemm. Fue esposa Poe. Ellos eran primos, y se casaron cuando ella tenía 13 años y él 27. Virginia enfermó de tuberculosis en enero de 1842, y murió por esta causa en enero de 1847, a los 24 años de edad. Mientras Virginia aún luchaba por recuperarse, Poe regresó al alcohol después de un largo período de abstinencia.

Leonore. 1843.El poema trata acerca del despertar de una joven mujer muerta. El novio de Lenore, encuentra inapropiado el llorar su muerte con-siderando que se debe celebrar su ascenso a un nuevo mundo.

¡Lamentable tragedia la vida de Edgar A. Poe! ¡Su muerte, horrible desenlace, cuyo

horror aumenta con su trivialidad!

1822-1847

Frances Valentine Allan. Esposa de John Allan. Ella y John Allan adoptaron a Edgar Poe en su casa en diciembre de 1811. Después de su muerte, Poe escribió a John Allan: “Si ella no se hubiera muer-to mientras yo estaba en las afueras no habría habido nada que arrepentirme. Yo creía que me amaba como a su propio hijo”.

1785-1829

¶No espero aprobación ni elogio por parte de los enamorados, que naturalmente propenden a expre-sar con las imágenes más sublimes y más etéreas la intensidad de sus sentimientos. Antes de juzgarme, que se den cuenta de que el objeto de su amor, o sea la mujer a la cual exaltan hoy en madrigales y sone-tos, apenas hubieran de ellos una mirada si hubiese nacido diez años antes. Toda inclinación tierna, por etérea que afecte ser, sumerge todas sus raíces en el instinto natural de los sexos, y no es otra cosa que este instinto especializado, determinado, individua-lizado por completo.Sentado esto, si se observa el papel importante que representa el amor en todos sus grados y en todos sus matices, no sólo en las comedias y novelas, sino también en el mundo real, donde, junto con el amor a la vida, es el más poderoso y el más activo de todos los resortes; si se piensa en que de continuo ocupa las fuerzas de la parte más joven de la humanidad;

que es el fin último de casi todo esfuerzo humano; que tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes negocios; que interrumpe a todas horas las ocupaciones más serias; que a veces hace come-ter tonterías a los más grandes ingenios; que no tie-ne escrúpulos en lanzar sus frivolidades a través de las negociaciones diplomáticas y de los trabajos de los sabios; que tiene maña para deslizar sus dulces esquelas y sus mechoncitos de cabellos hasta en las carteras de los ministros y los manuscritos de los filó-sofos, lo cual no le impide ser a diario el promovedor de los asuntos más malos y embrollados; que rompe las relaciones más preciosas, quiebra los vínculos más sólidos y elige por víctimas ya la vida o la salud, ya la ri-queza o la felicidad; que hace del hombre honrado un hombre sin honor, del fiel un traidor, y que parece ser así como un demonio que se esfuerza en trastornarlo todo, en destruirlo todo, entonces estamos prontos a exclamar: ¿Por qué esos esfuerzos, esos arrebatos, esas ansiedades y esa miseria? Pues no se trata más que de una cosa muy sencilla; se trata, de que cada macho se ayunte con su hembra.

El amor, las mujeres y la muerteArturo Shopenhauer. Fragmento.

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EDGAR ALLAN POE

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tomar un excitante cualquiera. Allí, por desgracia, se encontró con antiguos amigos y se detuvo más de la cuenta. A la mañana siguiente, en las pálidas tinieblas del alba, fue encontrado un cadáver en la vía pública. ¿Debe decirse así? No, un cuerpo vivo aún, pero que la muerte había marcado ya con su real sello. Sobre aquel cuerpo, cuyo nombre se ignoraba, no se hallaron ni papeles ni dinero, y lo transportaron a un hospital. Allí murió Poe, la no-che misma del domingo 7 de octubre de 1849, a la edad de treinta y siete años, vencido por el delirium tremens, ese terrible visitante que había ya atacado su cerebro una o dos veces. Así desapareció de este mundo uno de los más grandes héroes literarios, el hombre que había es-crito en El gato negro estas palabras fatídicas: “¿Qué enfermedad es comparable al alcohol?” Esa muerte es casi un suicidio, un suicidio preparado desde hacía largo tiempo.Cuando menos, provocó el escándalo.Fue grande el clamor, y la virtud dio salida a su canto enfático, libre y voluntariosamente. Las oraciones fúnebres más indulgentes tuvieron que dejar sitio a la inevitable moral burguesa, que se cuidó de no perder una ocasión tan admirable. Mr. Griswold difamó; Mr. Willis, sinceramente afligido, se com-portó más que decorosamente. ¡Ay! El que había franqueado las alturas más arduas de la estética, sumiéndose en los abismos menos explorados del intelecto humano; el que, a través de una vida que se asemeja a una tempestad sin calma, había en-contrado medios nuevos, procedimientos desco-nocidos para asombrar la imaginación, para sedu-cir los espíritus sedientos de Belleza, acababa de morir en unas horas en un lecho del hospital.

¡Qué destino! ¡Y tanta grandeza y tanto infor-tunio para levantar un torbellino de fraseología burguesa, para convertirse en pasto y tema de los periodistas virtuosos! Estos espectáculos no son nuevos; es raro que un sepulcro reciente e ilustre

no sea un lugar de cita de escándalo. Por otra par-te, la sociedad no ama a esos rabiosos desventura-dos, y ya sea porque perturbaban sus fiestas o ya sea porque los considere de buena fe como remor-dimientos, tiene ella, a no dudar, razón. ¿Quién no

recuerda las declamacio-nes parisienses a raíz de la muerte de Balzac, que murió, empero, de ma-nera correcta? Y en fecha más reciente aún —hace

hoy, 26 de enero, un año justo—, cuando un es-critor de una honradez admirable, de una elevada inteligencia, y siempre lúcido, fue discretamente, sin molestar a nadie —tan discretamente, que su discreción parecía desprecio—, a exhalar su alma en la calle más negra que pudo encontrar, ¡qué as-queantes homilías, qué asesinato refinado! Un pe-riodista célebre, a quien Jesús no enseñara nunca maneras generosas, encontró la aventura lo bas-tante jovial para celebrarla con un burdo retruéca-no. Entre la nutrida enumeración de los derechos del hombre que la sabiduría del siglo XIX repite tan a menudo y con tanta complacencia, se han ol-vidado dos asaz importantes, que son: el derecho a contradecirse y el derecho a marcharse.

Muchas de las obras de Poe han sido interpre-tadas en clave autobiográfica, y muchas de ellas reflejan, según se cree, la larga lucha de Virginia contra la tuberculosis y su trágico final. El ejemplo más comentado es “Annabel Lee”. Se ha dicho a menudo que este poema, que habla de una joven novia muerta y de su doliente amante, fue inspi-rado por Virginia, aunque se ha mencionado tam-bién como posibles inspiraciones a otras mujeres de la vida de Poe, como Frances Sargent Osgood y Sarah Helen Whitman. Un poema parecido, “Ula-lume”, ha sido también considerado un homenaje a Virginia, al igual que “Lenore”, en el cual el per-sonaje del título es descrito como «la más hermo-sa muerta que falleció tan joven».†

desearía que todo lo que amo pereciese de esta suave enfermedad.

«Edgar Allan Poe ha muerto. Murió ante-ayer en Baltimore. Esta noticia sorprenderá

a muchos, y algunos se apenarán.»

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DESTINADO A LA SOLEDAD

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David Lynch - Chavela Vargas - Julio Le Parc - Robert Frank - María Elena Walsh

Charly García - Evo Morales - Nan Goldín - Charles Beaudelaire - Ray Bradbury - Marta Minujín

Sigmund Freud - Edgar Allan Poe - Walter Gropius - Oscar Niemeyer

Lazlo Moholy-Nagy Tomás Maldonado - Francisco Salamone- Coco Chanel - Fidel Castro

Miles Davis - Wolfgang Amadeus Mozart - John Cage - Patti Smith

Luca Prodan - Batato Barea - Allen Ginsberg

Hacedores del mundo

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...Mi peor enemigo me tendría lástima si pudiera leer mi corazón. No tengo ningún deseo de vivir y no viviré. Amo, usted

lo sabe, amo apasionadamente, devotamente...