Sur, bicentenario y despues

download Sur, bicentenario y despues

of 6

description

Pasó el bicentenario. Y hace poco menos pasó el bicentenario más uno (técnicamente, el ducentésimo primer aniversario). Las tensiones emocionales y políticas en torno al sentido de la celebración, a los espacios públicos, a las iniciativas estatales que se usaron y crearon a tal efecto, parecen ir menguando de a poco. Quizás entren en hibernación hasta que se vuelvan a calentar al calorcillo del bicentenario del 9 de julio de 1816. Mientras tanto, vale la pena preguntarse por algunas de las implicancias de tomar como punto mítico de origen de la argentinidad a 1810, especialmente cuando uno se hace esa pregunta al sur del río Negro, en ese millón de kilómetros cuadrados en que viven más de dos millones de personas y que por comodidad damos en llamar Patagonia. ¿Cumplió también doscientos años la Patagonia argentina? Hay diversos argumentos para pensar que la respuesta está lejos de ser un sí rotundo. Más bien, sobran los motivos para justificar la impresión de que aquella región durante mucho, mucho tiempo, pareció mucho más una colonia, una ocupación de los argentinos, más que una parte de la nación.

Transcript of Sur, bicentenario y despues

Sur, bicentenario y despus

Sur, bicentenario y despus

Ernesto Bohoslavsky *

Pas el bicentenario. Y hace poco menos pas el bicentenario ms uno (tcnicamente, el ducentsimo primer aniversario). Las tensiones emocionales y polticas en torno al sentido de la celebracin, a los espacios pblicos, a las iniciativas estatales que se usaron y crearon a tal efecto, parecen ir menguando de a poco. Quizs entren en hibernacin hasta que se vuelvan a calentar al calorcillo del bicentenario del 9 de julio de 1816. Mientras tanto, vale la pena preguntarse por algunas de las implicancias de tomar como punto mtico de origen de la argentinidad a 1810, especialmente cuando uno se hace esa pregunta al sur del ro Negro, en ese milln de kilmetros cuadrados en que viven ms de dos millones de personas y que por comodidad damos en llamar Patagonia. Cumpli tambin doscientos aos la Patagonia argentina? Hay diversos argumentos para pensar que la respuesta est lejos de ser un s rotundo. Ms bien, sobran los motivos para justificar la impresin de que aquella regin durante mucho, mucho tiempo, pareci mucho ms una colonia, una ocupacin de los argentinos, ms que una parte de la nacin. Anotemos que, entre otros datos, los habitantes patagnicos permanecieron durante muchas dcadas como eso, habitantes, y no alcanzaron condicin de plena ciudadana sino hasta finales de la dcada de 1950. Entre 1884 y 1957 no existieron las provincias patagnicas, sino que hubo Territorios Nacionales, es decir, espacios administrados directamente por el Poder Ejecutivo Nacional, y en los que la participacin poltica de los habitantes estaba severamente restringida en los textos legales, aunque menos en la prctica. Eso significa que hasta entonces los patagnicos no podan enviar a sus representantes al parlamento nacional (los provinciales ni existan) y que no tenan derecho a elegir al gobernador ni al presidente (la primera vez que lo hicieron fue en 1951, momento en el que evidenciaron un apoyo al general Pern muy superior a la media nacional).Cosas del pasado? No tanto si recordamos que la Provincia de Tierra del Fuego tuvo a su primer gobernador elegido en 1992.

Una tierra que no era Argentina

Recordemos, por ejemplo, que cuando se constituy la Junta Grande en diciembre de 1810, meses despus de la creacin de la primera junta de gobierno, las regiones del sur no contribuyeron con sus diputados. La razn de ello no estriba tanto en el desinters en que aparecieran representantes de ese punto del virreinato, sino en que el sentido comn indicaba que unas cuantas decenas de kilmetros al sur de la ciudad de Buenos Aires, comenzaba un espacio que estaba comercialmente integrado al mundo hispano-mestizo, pero que en trminos polticos era otra cosa. Al momento de dictarse la constitucin nacional en 1853, ninguna de las provincias firmantes del pacto incorporaba la representacin poltica de esa enorme regin al sur de los fortines, y que en trminos proporcionales ocupaba ms de la mitad del actual territorio argentino.De hecho, los mapas y atlas de mediados del siglo XIX ofrecen distintas versiones acerca de la soberana de esa poco estudiada regin: alternativamente se seala que es parte de la repblica de Chile, de la provincia de Buenos Aires o y esta es la versin que ms interesa en Europa- que es res nullius, es decir, tierra de nadie, tierra disponible para alguna factora de inspiracin colonial como las que iban tapizando las costas africanas en plena fiebre de expansin imperialista. Ese espacio fue recorrido por viajeros, cientficos, naturistas, algunos de ellos simultneamente al servicio de coronas europeas y de las ciencias, deseosos de estudiar tanto las especies vegetales y animales como las posibilidades econmicas de la regin. Ese amplsimo territorio no fue nominalmente argentino sino hasta que en 1879 las diversas columnas al mando del general Julio Roca, junto con el acompaamiento de la Armada en la costa martima y el ro Negro, as lo aseguraron. La tierra al sur de Buenos Aires fue distribuida a algunos de los que participaron de la campaa militar, en otros casos a travs de remates o de concesiones. Es decir, la incorporacin de la Patagonia a la nacin argentina fue resultado de una guerra de conquista y una ocupacin militar permanente.

Con ello acab violentamente lo que hasta entonces haba sido un engorroso y complejo mundo de relaciones polticas inter-tnicas entre indgenas, funcionarios, comerciantes y fracciones polticas bonaerenses a lo largo de todo el siglo XIX: desde antes de 1810 se haban sucedido todo tipo de maniobras y estrategias de cooptacin, seduccin, guerra de baja intensidad y de negociacin entre los diversos actores de la frontera. Hasta que el general Roca lleg a la isla de Choele Choel, el 25 de mayo de 1879, las pruebas de que la Repblica Argentina haba querido ocupar el espacio patagnico eran ms bien escasas y dispersas: la ltima ciudad fundada por hispano-parlantes haba sido Carmen de Patagones, exactamente un siglo atrs. Vigilar, gobernar, producirLa conquista de la Patagonia no termin con la conversin de buena parte de sus tierras en latifundios elefantisicos, poblados principalmente por ovinos. Junto con el aporte de esta regin a las agro-exportaciones argentinas, hay que mencionar que esta regin fue posteriormente fue re-conquistada por el Estado a partir de 1930. El hasta entonces protagonista dominante de la vida econmica patagnica, el pionero, debi compartir cartel con un sector pblico que hasta la presidencia de Carlos Menem se decidi a mantener a la regin sur como una de sus nias mimadas (y vigiladas). El Estado asumi que la Patagonia constitua un reservorio crucial para el desarrollo industrial del pas, por lo que sus recursos deban ser urgentemente aprovechados y monitoreados atendiendo primordialmente a las necesidades productivas de la regin metropolitana. De all que la explotacin petrolera, gasfera y carbonfera realizada de manera directa por empresas y organismos del Estado se convirti en una misin que diversos gobiernos, de los ms distintos signos ideolgicos, vivieron como una misin ineludible.El Estado se encarg de zurcir la tierra con rutas como la 3 y la 40, que recorren la Patagonia de norte a sur; tuvo a su cargo la tarea de extraerle el gas y el petrleo necesarios para sostener la industrializacin y el consumo en las reas ms pobladas del pas; estatal era la inversin en obras hidroelctricas que deban proveer de energa y a la vez controlar ros tan fros como correntosos. Carbn de Ro Turbio, hierro de Sierra Grande, energa hidroelctrica de El Chocn, petrleo de Comodoro Rivadavia, todos puntos de una cartografa industrial que supuestamente deba proveer a la vez de autarqua econmica, desarrollo y seguridad. Todos eran localizaciones clave de un mapa en el que simultneamente representaban las fuentes productoras de energa y de soberana. La defensa nacional se meda en kilowatts y toneladas de acero y la soberana se ponderaba por la cantidad de barriles de petrleo que se podan extraer y refinar.La Patagonia era una joya que deba ser cuidada de la codicia ajena: el Ferrocarril General del Sur fue construido a una velocidad inusitadamente rpida, para arribar a la confluencia de los ros Negro y Neuqun en 1902. Su objetivo? Que hasta all llegaran velozmente las tropas y pertrechos que pudieran detener la invasin chilena largamente denunciada. Se entiende entonces que a lo largo del siglo XX se repitiera la idea de que un lugar tan relevante en el imaginario nacional, y siempre en riesgo, no poda quedar en manos de civiles. Se llen, entonces, la Patagonia de cuarteles militares, de aeropuertos, de puestos de Gendarmera y de Prefectura. A mediados del siglo se cre alrededor de Comodoro Rivadavia una Gobernacin militar, que haca del estado de excepcin una vida normal.Privatizacin, desempleo y piqueteros

La ineficiencia de muchas intervenciones estatales, los niveles de corrupcin en las empresas estatales y la baja rentabilidad econmica de la promocin industrial y de las ventajas impositivas en la Patagonia fueron considerados precios tolerables hasta el final del gobierno de Ral Alfonsn. En la dcada de 1980 todava era muy alto el peso del gasto pblico en la economa regional: no menos de 50% del PBI de Santa Cruz, Neuqun y Chubut era responsabilidad del Estado (nacional y provincial) y de sus empresas. Este modelo de desarrollo centrado en la inversin pblica sobrevivi hasta los primeros aos noventa, momento en que un Estado desvencijado, fue descuartizado y entregado cmodamente y en bonos a los nuevos adalides de la globalizacin y el mercado. El resultado, en algunos casos, efectivamente, fue de alguna eficiencia macro-econmica, pero unida a un proceso de desempleo brutal, desarticulacin social y de depredacin ambiental que no slo no se ha terminado de frenar sino siquiera de calibrar completamente en lo que se refiere a sus consecuencias en el mediano y largo plazo. Es la Patagonia de la desolacin y la vulnerabilidad social y personal, en la que los personajes como los de Historias mnimas (2002) deambulan en un mar desrtico de nada, donde median decenas o centenares de kilmetros entre los mojones que indican alguna presencia humana. Es esa situacin de pobreza ampliada por el fro y por el recuerdo de mejores tiempos la que ayuda a entender la emergencia, a finales del siglo XX, tambin en la Patagonia, de una nueva forma de intervencin poltica. Se trata de aquella protagonizada por los desamparados y los desempleados en las rutas del sur, decididos a cortar la circulacin de personas y de bienes. Primero de manera desesperada e intuitiva, y luego organizada y con demandas ms generales, la demanda piquetera constituy probablemente la postal ms repetida de la Patagonia entre 1996 y 2002. En ese momento ya no quedaban dudas de que la regin del sur era parte plena de Argentina, pero por entonces las incertezas tenan otro color: la pregunta ms acuciante era si Argentina seguira existiendo como nacin. No es casual que en ese perodo circularan todo tipo de versiones conspirativas sobre la posibilidad de que la Patagonia se independizase o fuera entregada como tributo colonial al FMI a cambio del pago de la deuda externa.* Historiador. Universidad Nacional de General Sarmiento y CONICET.