Taller Final de La Carrera (1) Estado de La Cuestión -El MO Organizado y Los Conflictos Con El...
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“LA CUESTIÓN DE LA HIGIENE, CONDICIONES LABORALES Y ENFERMEDADES
PROFESIONALES, EL ORIGEN DE LAS PRIMERAS LEYES LABORALES Y SU
VINCULACIÓN A LAS LUCHAS DEL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO
ORGANIZADO ENTRE 1900-1930”
1.- Introducción - Descripción del Trabajo:
Este trabajo tendrá la intención de relevar y rastrear las condiciones de vida y especialmente las
condiciones de salud y seguridad laboral que padecieron los trabajadores en el período que abarca
los grandes cambios económicos que se implementaron en la República Argentina en el período
1900-1930. También se abordará en la evolución de las distintas descripciones de las
organizaciones obreras desde su inicio en luchas particulares hasta las grandes huelas masivas.
Se tratará de ahondar en las legislaciones obreras, inexistentes en un comienzo y como se fueron
dando las condiciones, sociales y políticas para ir construyendo este corpus legal y, las luchas
sindicales y legislativas que debieron darse para su implementación real.
Para esta investigación será fundamental, el valioso trabajo del Dr. Bialet Massé, que pesé a pecar
de excesivamente positivista (paradigma vigente en la época) es valioso porque relevó en el lugar
de los hechos lo que denuncia: estado de los trabajadores rurales, artesanos del interior, obreros de
pequeñas y medianas industrias, condiciones de vida, estado físico, tipología humana, etc. que
desembocó con su informe presentado a través del ministro Joaquín V. González, al presidente
Roca y que posteriormente se conocería como el código de trabajo, y de como este finalmente no
se aprobó por razones político partidarias pero sirvió de pie para las futuras leyes obreras.
En el rastreo también se buscará diferenciar la problemática urbana, objeto de la investigación, de
la rural y como esta última fue relegada hasta la llegada al gobierno del general Perón.
Las pretensiones del trabajo no es abarcar la totalidad de los acontecimientos ni relevar todas y
cada una de las leyes obreras, sino dar un marco histórico cronológico de cómo estas luchas se
fueron desarrollando y como construyeron el andamiaje legal-laboral, aunque resistido siempre, aún
vigente, casi, en toda su expresión.
La elección del período histórico seleccionado se debe a que en este se desarrollaron en el país las
primeras organizaciones obreras, es en este período donde tuvieron su auge, y donde también
podemos observar y anticipar su declive y virtual desaparición. También es de destacar que desde
1930 con la instauración de la primera dictadura militar, se profundiza la represión obrera,
subordinando la masividad de los movimientos a focos de lucha y resistencia, que solo verán la luz
de la integración popular años más adelante y con otra expresión política: el peronismo.
2.- Hipótesis:
Las primeras leyes obreras y los cambios reales, en las condiciones de trabajo en el período 1900-
1930 se dieron a través de las luchas que desarrollaron los movimientos sindicales y políticos de los
sectores socialistas, anarquistas y sindicalistas de las grandes urbes en la búsqueda de las mejores
en las condiciones de trabajo, en un principio en luchas directas contra los sectores oligárquicos y
de la incipiente industria y luego con y contra un estado interventor que, jugando a ambas puntas
intentaba, mediante la implementación de las primeras leyes laborales, controlar el desborde y la
inestabilidad social de los sectores proletarios de la época.
3.- Objetivos a rastrear:
El objetivo de trabajo es separar en sus componentes principales a todos los actores que conllevaron
a la formación del movimiento obrero organizado. Se intentará demostrar que las grandes huelgas y
luchas generadas a principio de siglo tuvieron como origen las paupérrimas condiciones de trabajo y
de vida de los sectores asalariados formales e informales de la sociedad desprotegidos por una
política estatal premeditada que no reconocía en la relación patrón-obrero un marco de derecho con
garantía del estado. Esta situación y la oportuna llegada al país de dirigentes obreros con vasta
experiencia, generó el caldo de cultivo para la lucha. El trabajo tendrá como eje cinco variables a
investigar:
1.- El rol de los sectores vinculados al anarquismo con sus formas características de organización y
la no intervención de la política partidaria en estas luchas.
2.- El rol de los dirigentes obreros socialistas y del partido socialista en su accionar legislativo en
ambas cámaras del congreso en su iniciativas de imponer las leyes obreras.
3.- El papel del sindicalismo en las luchas obreras de principio de siglo, su desvinculación de la
política partidaria y el juego que desarrolla el estado radical con estos sectores para perjudicar a los
socialistas.
4.- El accionar del estado nacional en búsqueda de aplacar los conflictos sociales en ciernes, su rol
respecto al trabajador inmigrante y su gestión en la implementación y promulgación de las leyes.
5.- Relevar a través de los informes el estado de las condiciones laborales de los sectores
industriales y rurales que llevaron directamente a estos a la acción directa.
4.- Contexto histórico en la creación de las nuevas organizaciones obreras
En un repaso de nuestra historia en estos tiempos podemos encontrar un consenso bastante unánime
respecto de que la consolidación del Estado nacional afirmó un sistema capitalista y un modelo
económico agro-exportador, afirmado definitivamente una vez solucionada la cuestión política (el
poder) y la integración del territorio bajo una autoridad central claramente reconocida e identificada
como tal, acabando de ésta forma con 70 años de conflictos internos.
La última disputa histórica fue cortada la espada de Julio A. Roca luego de haber “conquistado el
desierto”, o sea liberado para los recientes negocios capitalistas las extensas tierras del sur del país.
Dicho proceso terminó de consolidarse hacia 1880, al llegar el citado general por primera vez a la
presidencia de la Nación de la mano de su ya clásico discurso inaugural de “Paz y administración”
(buscar discurso) y de varios de los integrantes de la denominada Generación del 80, especie de
intelectuales orgánicos del roquismo.
1880 representa desde entonces una especie de referencia histórica, ya que pasará a ser
convencionalmente aceptado por la corporación historiográfica como momento fundacional y fase
inicial para un modelo que va a manifestarse como duradero y que terminará sentando las bases de
la Argentina moderna, aquella de la urbanización y del crecimiento económico sostenido que
alimentó, en aquel momento, las vanas expectativas de pasar a formar parte de las naciones más
desarrolladas del mundo.
Hacia fines del siglo XIX, debido a los cambios económicos y la inmigración masiva, tuvo lugar
una modificación de la estructura de la sociedad argentina. Un rasgo importante fue el crecimiento
de los sectores medios, que de aproximadamente un 10% pasaron a representar un 25,2% de la
población en 1895.
“El incremento de la inmigración y las modificaciones que se iban produciendo en la estructura
productiva del país durante los años setenta provocaban constantemente una evolución de la
composición y de la características de la masa de trabajadores. No obstante esta evolución que
podríamos denominar gradual, una transformación más profunda y relativamente brusca se
produce alrededor de los años ochenta. Una de las razones fundamentales del carácter acelerado y
concentrado de estos cambios es el hecho de que la formación de la clase obrera está condicionada
por la circunstancia que la transformación capitalista del país se hace en función de los
requerimientos del mercado mundial y de la evolución del capitalismo europeo e internacional”1.
Paralelamente a la llegada de los inmigrantes, internamente se disminuyó el analfabetismo, gracias
a la aplicación de la Ley de Educación común primaria, obligatoria, laica y gratuita, Ley sancionada
en 1884 durante la presidencia de Julio Argentino Roca. El carácter obligatorio de la enseñanza
primaria, ley 1420 resultó fundamental para construir un espacio en el que las diferencias de
idioma, religión y costumbres se dejaran de lado y dieran lugar a una identidad común a todos los
habitantes. El principal objetivo de los dirigentes al difundir la instrucción primaria era que la gran
masa de inmigrantes desarrollara un sentimiento de pertenencia hacia su nuevo país.
El período anterior a 1930 es descrito por Matsushita, en torno a dos factores: el económico que
destaca la inmigración y la radicación de capitales extranjeros (principalmente de origen inglés), y
el político caracterizado por la estabilidad.
“El desarrollo económico, si bien no tendió a favorecer al sector industrial, “incidió
favorablemente en el desarrollo de la actividad industrial vinculada con el sector agropecuario y
otras industrias destinadas a satisfacer la demanda local” (Matsushita, 1986). Así en la Capital
comenzaron a surgir sindicatos y gremios orientados, básicamente, a la ayuda mutua.
La estructura capitalista que irá desarrollándose en éstas tierras estará configurada bajo claras
pautas de dependencia respecto del capital extranjero, inglés al principio, agregándose desde el
siglo XX el norteamericano, proceso que irá conformando, paulatina pero profundamente, una
economía periférica que podrá ser apreciada, por ejemplo, en la preponderancia otorgada a las
inversiones extranjeras directas (frigoríficos y ferrocarriles), o en las premisas macroeconómicas
que guiaban al famoso modelo agroexportador y que consistían en vender materias primas,
1 Falcón Ricardo-Los orígenes del Movimiento obrero Argentino (1857-1899), capítulo II “La formación del proletariado” (pag. 53)-Biblioteca Política Argentina, CEAL, Buenos Aires, Argentina, 1984.
principalmente carne y cereales a Inglaterra para luego comprar productos manufacturados,
transformando, de esa manera, la economía nacional en una especie de subsidiaria de las economías
industrializadas.
“Es en esta sociedad sobre cuyos cimientos levantará su edificio la sociedad capitalista, los
asalariados representan una nueva categoría de ilotas. Como sus antecesores lejanos, vivirán
sumidos por las miserias de sus recursos. Sus obligaciones serán las de crear riquezas en
provecho exclusivo de los amos. Carentes de todo derecho, su papel será semejante al de los
parias o los siervos” (Sebastián Marotta, 1975). Es contra estas condiciones de sometimiento y
en busca del derecho obrero que se organizarán desde las pequeñas células combativas hasta las
multitudinarias organizaciones la resistencia a la explotación inescrupulosa.
Como parte de estas políticas de integración, en 1901 se estableció el servicio militar obligatorio
por el que todos los ciudadanos argentinos varones de 20 años debían recibir instrucción militar. El
carácter universal de la conscripción permitió que fueran utilizados sus registros para la confección
de los padrones electorales.
Existía cierta movilidad social, aspiración extendida entre los inmigrantes. Pueden identificarse tres
grupos sociales predominantes:
Elite dominante
Este sector estaba integrado por los grandes propietarios, con fuertes vínculos con las actividades
comerciales y financieras. El grupo más importante era el compuesto por los grandes ganaderos y
empresarios de Buenos Aires, miembros de la Sociedad Rural Argentina, el Jockey Club y el Club
del Progreso. En el interior del país se destacaban los dueños de los ingenios de Tucumán y en
menor medida, los empresarios vinculados a la producción vitivinícola de Mendoza y San Juan.
Este grupo social dirigía los destinos políticos y económicos del país excluyendo a los demás
sectores de la participación.
Clases Medias
Grupos de diversas características se ubicaban entre la capa superior y las inferiores de la ciudad y
el campo. En 1914 se consideraba que constituían el 41% de la población activa. Estas franjas
intermedias, denominadas generalmente clase media, constituían un grupo muy heterogéneo.
Estaban integradas, entre otros, por medianos propietarios de las zonas marginales, pequeños
ganaderos del Litoral, familias de funcionarios y comerciantes menores, empleados y profesionales.
Muchos de ellos eran inmigrantes o hijos de inmigrantes.
Clase popular urbana y rural
Las capas inferiores o capas populares, integradas por los trabajadores rurales y el proletariado
urbano, constituían alrededor de 55% de la población.
El sector obrero de las ciudades se desarrolló con la inmigración. Sus condiciones de vida eran
precarias. Entre los obreros de origen europeo es posible distinguir aquellos que aspiraron a
ascender socialmente sin tener conciencia de su pertenencia a la clase obrera y aquellos militantes
obreros que trajeron al país su tradición de luchas proletarias, por ejemplo los anarquistas, que
aspiraban a cambiar completamente la sociedad.
En el ámbito rural, además de los trabajadores llegados de Europa, estaba el tradicional trabajador
criollo con un alto grado de mestización: el gaucho, descendiente de los primeros habitantes y con
un fuerte arraigo a la tierra.
Los primeros antecedentes de organizaciones del trabajo se remontan al período colonial, pero
los gremios eran, en ese entonces, corporaciones de oficios similares a las de la Edad Media, en
donde, además de ser organizaciones de artesanos, tenían también un cierto carácter religioso, ya
que la Iglesia jugaba un papel dominante en todas las manifestaciones de la vida social. Los plateros
constituyeron así un gremio de considerable gravitación, íntimamente relacionado con la economía
de la Colonia (extracción de metales de las minas de Bolivia y Perú).
Los artesanos dedicados a la confección de zapatos, ligados a la industria del cuero, una de las
principales actividades del Río de la Plata, forman también una asociación a fines del siglo XVIII.
Hasta 1890, que empiezan a conformarse las primeras organizaciones obreras, se va a dar un
debate entre el mutualismo y el cooperativismo, como formas defensivas, frente a lo que se va a ir
imponiendo dentro de las embrionarias agrupaciones que es el sindicalismo. En La Boca, era muy
fuerte la Sociedad de Socorros Mutuos, se juntaban los vecinos para ver como podían resolver
problemas inmediatos, como el tema de la salud o de la vivienda. Y en ese momento la pelea es
entre ese modelo agrupacional o el del sindicalismo, que va a ser el que terminará imponiendo,
producto de una participación cada vez más efectiva en la producción en la Argentina, en el
ferrocarril, los puertos, los saladeros, y el fin, además, de las luchas civiles en la Argentina. Era la
época en la que ya habían pasado Caseros, Cepeda y Pavón, y la hegemonía del Estado en 1853
pasaba a definirse en favor de un sector oligárquico terrateniente, porteño.
En 1857 se funda la Asociación Tipográfica Bonaerense y también la Sociedad de Zapateros San
Crispín, pero, estas organizaciones denotaban más un carácter mutual que estrictamente sindical. Es
recién en 1877 cuando se constituyó la primera estructura sindical con carácter moderno: la Unión
Tipográfica Bonaerense, que realizó, al año siguiente 1878, una huelga por 30 días por la reducción
de salarios que afectaba a sus afiliados. El triunfo de este hecho de fuerza marco la celebración del
primer convenio colectivo que se conoce en la Argentina. Transcurre 9 años entre esta huelga y la
de los zapateros, pero ya en 1894 ya son 9 huelgas (ver cuadro 1).
La creación del Sindicato de Comercio (1881), la internacional de Carpinteros y ebanistas (1885), la
de panaderos (1880) la Sociedad Obrera de Albañiles (1890) y la Unión Obrera de Sastres (1882),
La Fraternidad (1887), agrupando a conductores y foguistas ferroviarios, señalaron, junto a otras
estructuras sindicales, la voluntad organizativa de la clase trabajadora. Bien es cierto que los
sindicatos eran débiles en sus primeros intentos; generalmente se constituían en torno de un
conflicto frente a una necesidad y, una vez superados estos problemas desaparecían; la pérdida de
una huelga podía también, determinar su retirada de la escena gremial. No podía, tampoco, pensarse
en un sindicato nacional ni en una estructura centralizada. Una excepción a esto fue el caso de La
Fraternidad, que buscó aunar el aspecto gremial y mutual, dentro de un esquema organizativo que
consolidara una sola entidad fuerte y permanente.
En 1872 se fundó en Buenos Aires se fundó una sección de la Asociación Internacional de
Trabajadores o Primera Internacional, fundada por Carlos Marx y Federico Engels, que tuvo
también una filial en Córdoba, son los inicios de un verdadero movimiento obrero, aún incipiente.
En 1890 el Comité Internacional Obrero formado por grupos socialistas y algunas organizaciones
gremiales, resuelve organizar la conmemoración del primero de mayo, concurrieron unos 3000
obreros. Entre otras resoluciones de este comité figuraba la fundación de una federación de obreros
en el país, la edición de un periódico obrero y la elevación al Congreso nacional de un petitorio
sobre leyes de trabajo, el cual no recibió respuesta. La federación se fundó el 29de Junio de 1890, se
la denominó Federación de trabajadores de la región Argentina y el periódico resultó ser “El
Obrero”, primer periódico Argentino que hizo aplicación práctica del materialismo dialéctico y del
materialismo histórico, de las teorías del valor, de la plusvalía y de la doctrina de la lucha de clases.
El primer número es de Diciembre de 1890, era un semanario de cuatro páginas a tres columnas y
con el número seis del Primero de Mayo de 1893, dejó de aparecer.
Sigamos algunos de los artículos publicados durante esos años:
“Nuestro Programa
¡Obreros, Compañeros!
Hace tiempo que se hace sentir la falta de una publicación representante de los intereses de la
clase obrera y del proletariado en el sentido más alto de la palabra y contando con el apoyo del
Comité Internacional y el favor de las sociedades de artesanos, que forman la Asociación
Internacional de obreros de esta ciudad…
Venimos a presentarnos en la arena de la lucha de los partidos políticos en esta República como
campeones del proletariado que acaba de desprenderse de la masa no poseedora, para formar el
núcleo de una nueva clase, que inspirada por la sublime doctrina del Socialismo científico
moderno, cuyos teoremas fundamentales son: la concepción materialista de la historia y la
revelación del misterio de la producción capitalista por medio de la supervalía, los grandes
descubrimientos de nuestro inmortal maestro Carlos Marx…2
Es necesario también considerar que la situación de la clase obrera Argentina, a fines del Siglo XIX
y comienzos del presente, distaba mucho de ser el paraíso por la propaganda de los organismos
promotores de la inmigración europea, que se referían al país como la "tierra de promisión". La
ciudad de Buenos Aires registraba un crecimiento vertiginoso, para el cual no se encontraba
preparada. El censo de 1887 daba cuenta de la existencia de 2.835 conventillos con 116.167
inquilinos.
“La situación de la población nativa en el interior del país era aún mucho más tremenda” . Bialet
Massé (1904), en su famoso informe sobre "El estado de las clases obreras argentinas a comienzos
del siglo", no se limitó a la situación de los trabajadores en cuanto a su desempeño laboral, sino que
también se ocupó de las industrias y sus posibilidades de desarrollo posterior. En dicho informé
elevó la sugerencia de crear obras públicas, marcó en forma muy contundente los sistemas laborales
2 El Obrero Año 1 número 1 – 12 de diciembre de 1890 - El Obrero, selección de textos, páginas 40 y 41 – Víctor Costa – Biblioteca política Argentina 121 – CEAL 1986
de explotación que verificó, sugirió mejoras en la utilización de elementos de protección laboral en
los sitios que relevó y estableció las pautas que conformarían la primera Ley Nacional del Trabajo.
Empieza también a aparecer la necesidad de tener una representación no sólo en función de
actividades de respuesta inmediata, sino una representación de tipo político, aunque no sucedía lo
mismo que en Europa con los trabajadores que se organizaban para resistir desde sus propias
bases, sino, que esta organización se gesta desde la inmigración, que venía justamente de Europa.
Los primeros periódicos obreros en la Argentina no son de sectores “autóctonos”, sino más bien de
los inmigrantes, muchos en el idioma extranjero de estos inmgrantes.
Los inmigrantes en aquel siglo XIX van a ser los que empiecen a plantear lo que se venía
construyendo en Europa, que es la búsqueda de la autoconciencia de la clase. El nombre de
Prudhom, aparece entre otros en lo que en 1796 fue el llamamiento de los iguales. En esa época
surgen nombres como Saint Simón, que es de los primeros fundadores de las ciencias sociales,
Owen, que es el padre del cooperativismo, que hablaba de la sociedad autogestionada, él era hijo
de un patrón, pero traía ideas de comunidad autoorganizada. En esos tiempos aparece la palabra
colectivismo, comunismo. Empieza a hablarse de la existencia de clases sociales. Karl Marx y
Federico Engels escriben el Manifiesto Comunista en 1848y este es un aspecto central, a partir de
ese momento ya no se discute más hacia donde vamos, sino el cómo, si por una u otra vía.
En qué estructura económica, política y social se dieron estas primeras organizaciones sindicales.
Debemos señalar, en primer lugar, el fenómeno inmigratorio, que llevó a modificar, entre
1895/1914, el desarrollo de la población argentina, la que sufrió cambios notables en su
crecimiento, composición y distribución geográfica. La inmigración masiva constituyó uno de los
ejes en que se asentó la economía agro-exportadora, fundada en la dependencia del capital europeo,
principalmente el inglés. El país se desarrolló en función del puerto, mirando hacia el exterior, lo
que se tradujo en graves desequilibrios internos: el desmedido crecimiento del litoral en detrimento
del interior del país, la estructura latifundista del campo argentino, disipándose los excedentes de
este sector en importaciones de lujo, sin canalización en el desarrollo del sector industrial y la
postergación del desenvolvimiento del mercado interno.
En términos políticos, este "modelo" se tradujo en el estrecho control ejercido por una elite, "la
oligarquía", que basaba su poder en el monopolio de la tierra y en la ocupación del aparato del
Estado. Ligada a esta elite, apareció el capital extranjero, bajo la forma de empréstitos públicos,
hipotecas o inversiones directas, teniendo un peso decisivo en las decisiones de esta elite. El Estado
oligárquico
Precisamente, de este pacto esencial entre los sectores dominantes nativos y los intereses
extranjeros.
En este contexto, la inmigración, que había llegado en principio para contribuir a la colonización de
la tierra, se vio, en forma así general, impedida de acceder a ella, debido, justamente, a la estructura
latifundista de la tierra. Frustrada esta posibilidad, los inmigrantes se dirigieron hacia los centros
urbanos, donde pasaron a engrosar el mercado de trabajo. Junto con la población nativa,
constituyeron, por un lado, a conformar el proletariado urbano; por el otro, pasaron a integrar las
capas medias en actividades como el comercio y la industria, creando talleres y establecimientos,
por lo general pequeños, al no contar con gran capital. En el presente siglo, en la década del ‘10,
comenzó a incorporarse un nuevo actor social: el hijo del inmigrante que bregaba por el ascenso
social y la participación política.
La elite tradicional mantuvo con la mayoría de la población, tanto nativos como
inmigrantes, relaciones generalmente conflictivas, especialmente con el proletariado urbano la
tensión social fue constante, desembocando, en repetidas oportunidades, en huelgas y
enfrentamientos.
A nivel internacional, en 1864 comienza la organización de la Primera Internacional, que es el
primer intento de armar una Organización Internacional de Trabajadores de varios países. Esto va
a significar un auge de las luchas reivindicativas. Hasta que en 1871 se produce la Comuna de
París, que es el primer intento de toma del poder del proletariado, frente a una crisis que existía en
los sectores dominantes. Durante un corto período, hasta ser brutalmente reprimidos, los
trabajadores lograron tomar las riendas del poder.
Al año siguiente, en 1872, se funda en la Argentina la Asociación Internacional de Trabajadores-
Sección francesa. Con ex comuneros franceses, 253 afiliados cotizantes. Esta experiencia va a
alimentar los periódicos que antes mencionábamos. La etapa más prolífica de esos periódicos fue
en la década del ’70 del siglo XIX. En un debate que no tenía tanto que ver con el debate sobre el
avance frente al indio. Parecían cosas totalmente opuestos. No había relación con el debate
político que tenían los políticos argentinos. Eran más que nada consignas internacionales de los
trabajadores. Y empiezan a surgir los primeros conflictos sindicales.
Y se da el primer gran triunfo de los trabajadores, que es la huelga tipográfica. Estos lograron
juntar a mil compañeros, y arrancar con esa primera huelga “la jornada de trabajo de diez horas
en invierno y doce horas en verano”.
Buscar pliego de demandas
Con este antecedente de los tipógrafos, empiezan a conformarse las organizaciones por oficios, los
yeseros, los panaderos, la Fraternidad. En ese momento habían cobrado mucha importancia los
maquinistas de tren; no era menor ser maquinista, porque era el que manejaba la locomotora, que
simbolizaba el progreso. Y ellos llegaron a ser casi la aristocracia del movimiento obrero, con
muchas prerrogativas hasta la de elegir a los nuevos trabajadores. Ellos instruía a estos
trabajadores en los quehaceres del oficio, y el sindicato los formaba ampliando su conciencia de
clase.
Mientras tanto se empieza a delinear la lucha política, las asociaciones buscaban mejorar estas
condiciones de trabajo por otras vías y funcionaban como sociedades de socorro. Luego fueron
ampliando su horizonte reivindicativo con la difusión de nuevas ideologías, como el anarquismo, el
socialismo y el sindicalismo.
En 1901 surgió la Federación Obrera Argentina (FOA, luego FORA), liderada por anarquistas y
socialistas; al año siguiente, los socialistas formaron la Unión General de Trabajadores.
En este período los obreros organizaron continuas acciones de protesta. Entre sus reclamos estaban
el aumento de los salarios y la reducción de la jornada de trabajo a 8 horas. Las huelgas más
importantes se realizaron en las ramas del transporte y la alimentación.
Estas organizaciones no eran del agrado del gobierno, este intervenía negociando con los sectores
más predispuestos de loa organizaciones obreras, u operando como en el caso del intento de
constituir el Código de Trabajo. También es cierto y debe separarse una cuestión de la otra que el
trabajo de Bialet Masse (1904) solicitado por el poder ejecutivo tiene una función deslegitimadora
de los trabajadores inmigrantes, recordemos los inconvenientes que estaba teniendo el estado en
controlar el sentido ascendente de las luchas obreras comandadas por trabajadores extranjeros
(Anarquistas y Socialistas). Es así que resulta de gran ayuda por el caudal de información el
relevamiento de Massé, pero, debemos tener en cuenta cuando plantea soluciones y propone el
armado de “Leyes Regulatorias” está influido, no solo por un sentido de época, sino también por un
mandato que va en la dirección de enaltecer las características naturales del hombre en su tierra,
contra las limitaciones del hombre transplantado, según en sus palabras el nos cita.
El anarquismo logró amplia influencia en nuestro país, y eso preocupaba y mucho a nuestras
autoridades. Al respecto, Matsushita destaca determinadas condiciones particulares de Argentina
que favorecieron la difusión de esta ideología: el hecho de que la mayoría de los inmigrantes
provenían de España e Italia, donde redundaba el influjo anarquista; la situación deplorable con la
que se encontraban (que difería de las promesas hechas por las compañías de inmigración)
“sintiéndose atraídos por la prédica emotiva del anarquismo” (Matsushita, 1986).
En palabras de Osvaldo Bayer (1970) en sus trabajos sobre los anarquistas, dice: “Un lugar común
de nuestros políticos demagogos es repetir todos los años en el día de los inmigrantes que vinieron
a hacer patria con el martillo y el arado. Se olvidan siempre a los que nos trajeron ideales de
redención y nos enseñaron a pronunciar por primera vez la palabra solidaridad, tan valiosa como
el vocablo libertad, del que habla nuestro himno nacional y que, en la Argentina actual, no es nada
más que una dolorosa ironía”
Siguiendo con la cronología de los acontecimientos, tenemos que en 1889, se aprueba en París el
1° de mayo como el día internacional de la lucha por las ocho horas. Los trabajadores argentinos
que vuelven de París convocan a una primera marcha por las ocho horas, la igualdad de trabajo
entre el hombre y la mujer, y el no trabajo de los niños. Eso fue en 1890, y así surge entonces el
Primer Programa conjunto. Planteas un conjunto de reivindicaciones, algunas de ellas que aún se
sigan planteando, las ocho horas, contra el trabajo infantil etc. (Ver Anexo) porque
fundamentalmente, el trabajo en el mundo capitalista en sus momentos de mayor explotación es
cuando requiere de mayor mano de obras, hombres mujeres y niño.
Matsushita destaca que “el socialismo recién comenzó a tener influencia en el movimiento obrero
después de la fundación del Partido Socialista” por Justo en 1896 (Matsushita, 1986). En general,
el Socialismo destaca la lucha parlamentaria y desestima la huelga general (y la acción directa)
considerándola “violenta” y “destructiva” salvo circunstancias excepcionales.
En cuanto a los gremios socialistas, tienen como características principales “la apreciación de la
lucha política y la cooperación con los partidos políticos, con el consiguiente desprecio de la acción
directa” (Matsushita, 1986).
Matsushita destaca que “respetando la autonomía sindical y, en parte, aprovechando el vacío dejado
por la declinación del anarquismo, el socialismo aumentó el número de seguidores en la década de
1920. La Confederación Obrera Argentina (COA) creada en 1926 por iniciativa de dirigentes
obreros socialistas, tenía como sus principales aliados a la Confraternidad Ferroviaria” entre otros.
(Matsushita, 1986).
En su esencia el Sindicalismo se expresa en la frase: “los sindicatos y no el partido político son el
arma principal de la lucha proletaria”. El anarquismo propugnaba un desprecio por la acción
política, el sindicalismo, por su parte, la reconocía como un medio para conseguir reivindicaciones,
en este sentido, se negaban rotundamente a quedar subordinados a los partidos políticos pero
reconocían las ventajas de la actividad parlamentaria como las leyes sociales.
Matsushita destaca que “el sindicalismo de principios del siglo actual, tendía hacia el anarquismo,
reflejando posiblemente el ambiente político de la época en un país donde el sistema parlamentario
no estaba arraigado, y exhibiendo una tendencia hacia la acción directa y violenta.” (Matsushita,
1986).
Es en este período de nuestra historia, fines del siglo XIX, primera década del silo XX y los años
posteriores a la primera guerra mundial en que se generaron en la Argentina todo tipo de tendencias
contestatarias, socialismo, sindicalismo revolucionario y anarquismo que encontraron en esa época
un caldo de cultivo altamente favorable, producto de la necesidad de los sectores trabajadores de
mejorar sus condiciones de vida laboral enfrentando a los sectores patronales y al estado (Juan
Suriano, 1992).
En cuanto a la declinación del anarquismo y el avance del sindicalismo, el autor introduce varias
acepciones explicativas del fenómeno: tomando a David Rock (1992), el desarrollo económico y la
consecuente transformación de la estructura obrera tendieron a dar cada vez más importancia a los
grandes gremios en detrimento de los pequeños (donde el influjo anarquista era más poderoso).
En un trabajo con estas características no podrá obviarse que en el período 1890-1930 signa la
aparición y ascenso en la Argentina de una nueva fuerza política, el radicalismo, que constituye un
primer intento de participación de nuevos sectores sociales en la estructura del poder. (David Rock,
1992).
Otro elemento puede ser la política laboral de la primera presidencia de Yrigoyen que, si bien con
incoherencias (manifestadas en la represión de la Semana Trágica y otros episodios a la vez que
trataba de atender a las exigencias del movimiento obrero), abrió un camino para la solución de los
conflictos por la vía de la negociación con el gobierno. Además el gobierno radical pugnaba por
restarle fuerza al Partido Socialista, lo que debe haber contribuido al acercamiento a los gremios.
Matsushita destaca otra circunstancia asociada a la inclinación del sindicalismo hacia un contenido
más pragmático: “la pérdida del contenido filosófico del sindicalismo en la Argentina,
convirtiéndose en un dogma más fácil de aceptar desde el punto de vista obrero.” (Matsushita,
1986).
De este modo “el sindicalismo podía ser más fácilmente aceptado que ningún otro dogma obrero en
una sociedad como la argentina, donde existía alta movilidad social ascendente entre la clase obrera,
clima que ‘no era propicio ni favorable para la formación de la conciencia proletaria (Matsushita,
1986).
Matsushita destaca que “el Partido Comunista tenía su origen en las actividades de algunos
socialistas jóvenes de tendencia izquierdista en el Partido Socialista en los primeros años de la
década de 1910” (Matsushita, 1986). Menciona, también, su “peculiar parlamentarismo” que no
obstante, se distinguía del Partido Socialista (al que criticaba) en que concurrían al Parlamento
“para desprestigiar a esa institución burguesa”.
Entre las críticas al sindicalismo el autor distingue: “que el sindicalismo no reconocía el carácter
político de la lucha de clase o de la lucha por las mejoras económicas”; además “la neutralidad
política del sindicalismo alejaba al movimiento obrero de las políticas revolucionarias” y por último
“ese neutralismo les daba oportunidad a los capitalistas y al gobierno de enfrentar con ventajas a la
clase obrera” (Matsushita, 1986).
La aparición del Partido Comunista en el seno del movimiento obrero agravaba aún más la división
interna del mismo en la década de 1920, produciendo la situación en que coexistían cuatro centrales
hacia 1929: FORA (Federación Obrera Regional Argentina: anarquista), COA (Confederación
Obrera Argentina: socialista), USA (Unión Sindical Argentina: sindicalista) y CUSC (Comité de
Unidad Sindical Clasista: comunista).
Esta división no favoreció a su vez, a los intereses de la clase trabajadora, que sufría el problema de
desocupación bajo la aparente prosperidad de la década. En tal situación, estaba gestándose un
intento de formar una nueva central que se cristalizaría en la Confederación General del Trabajo
(C.G.T.) en 1930 (Matsushita, 1986).
En la última década del siglo XIX los movimientos de protesta obreros habían sido de menor
envergadura y reducidos en general a las demandas en torno a la jornada laboral de ocho horas. Los
correspondientes a la década de 1900, en cambio, fueron más amplios en sus objetivos e incluyeron
la práctica de huelgas generales.
Hintze-Grassi-Grimberg (1991) desarrollan en su trabajo la teoría que la crisis en las clases bajas
de la sociedad Argentina se manifiestan y expresan a través de las luchas, al no haberse dado cuenta
de las condiciones laborales que atentaron con la reproducción de la vida de los trabajadores y sus
familias. Discuten con aquellos que propugnan que el trabajo informal se desarrollaba con la
anuencia de los sectores sociales que se rebelan contra ese oren estatal que traba el crecimiento en
vez de desarrollarlo.
Con otra mirada y apuntando más al centro de la hipótesis de este trabajo José Panettieri (1984),
estudia la situación de la época, la ceguera de algunos miembros de los grupos dirigentes y la
claridad de otros, la inexistencia de leyes que protegieran a los trabajadores y que reglamentaran las
relaciones laborales en las nacientes industrias manufactureras, comerciales y servicios varios.
Continúa Panettieri (1984), señalando el carácter de epopeya estas luchas realizadas donde los
dirigentes que las llevaron adelante no se amilanaron ni con el estado de sitio, ni la ley de
residencia, que autorizaba al ejecutivo a deportar a todo extranjero cuya conducta consideraba
inapropiada.
Para Joaquín Coca (1985), trabajador artesanal zapatero y partícipe de las luchas de principio del
siglo XX, la capacidad de los obreros y empleados para elaborar su propio derecho, y, la
circunstancia de haber sido ellos solos, sin auxilio de nadie ajeno al mundo del trabajador
asalariado, quienes han dado en forma práctica a sus reivindicaciones, constituye la sustancia
misma del derecho obrero generado, el cual tiende a establecer en la sociedad el derecho del trabajo
y a sus frutos, el derecho a una existencia digna de todo ser humano que produzca.
UN RASTREO HISTÓRICO DEL TRABAJO DE LA INDEPENDENCIA A 1930
La base económica de la colonia era la producción doméstica, de tipo patriarcal; con atraso técnico
y características feudales no pudo competir con la manufactura extranjera; a fines del siglo XVII la
producción doméstica se va extinguiendo, dando paso al desarrollo manufacturero; Mariano
Moreno reclamaba la redistribución de la tierra (enfiteusis) y la producción local; asimismo la
imposición de derechos aduaneros para los productos extranjeros, en defensa de la producción
nacional; esto chocaba con los intereses de los terratenientes ganaderos de esta Provincia que se
oponían al desarrollo manufacturero.-
La Argentina trabajadora, suma de indios, negros, mestizos y criollos pobres que surgía a la vida
histórica institucional junto a la Revolución de Mayo, nació hecha jirones. El país aparecía
diezmado por el sistema esclavista de explotación y el uso de su sangre para las guerras coloniales
liberadas durante los siglos anteriores. La patria nacía destruida en sus bienes y medios de
producción por las guerras internas y externas y la interminable succión de capitales de las
potencias extranjeras.
La Argentina de los incipientes patrones escondía tras la persecución y sometimiento de los
trabajadores otro interés, este era el dominio sin competidores y sin exigencias sociales las
cuantiosas tierras que se ofrecían a quien tuviera el poder económico y militar, como en el pasado la
tierra no serán para los que la trabajan sino para quienes la conquistaran, y el sometimiento
utilizaría como único argumento válido la fuerza bruta.
A poco de andado el primer gobierno patrio fue Mariano Moreno el que convocó a oficiales
indígenas para incorporarlos a los regimientos patriotas. Fue el mismo Moreno que luego planteó
en su Plan de Operaciones, la necesidad de establecer legalmente la igualdad de blancos e indios en
la patria naciente.
También lo plantearon Belgrano y Castelli, conscientes de dar una señal de solidaridad social con
los trabajadores/soldado que entregaban su vida sin nada a cambio.
Solo a fines de 1811 la junta ordenaba suprimir el tributo que pagaban los indígenas a los españoles
por el solo hecho de ser los europeos los que primero los conquistaron. Y fue la Asamblea del año
XIII dos años más tarde la que declaró “hombres libres” a los mencionados indios…
A pesar de la libertad de vientres proclamada por esta Asamblea, el estado de semiesclavitud
persistía para los pobres peones, como lo indicaba la mentalidad imperante entre los más poderosos
dueños de la tierra y las reglamentaciones vigentes.
La idea de los españoles y de sus descendientes era que los peones no eran habitantes libres de esta
tierra americana, sino que debían acatamiento a los dueños de los obrajes, campos o estancias donde
estos se encontraban. En la práctica, esa falta de libertad significaba que debían quedarse en el
lugar donde trabajaban de por vida, salvo autorización de sus jefes o patrones.
Las disposiciones legales estaban al servicio de consolidar esta práctica, sobre todo en la provincia
de Buenos Aires en un proceso de expansión ganadera desde 1820 en adelante que requería
garantizar una masa trabajadora permanente.
Unos de los primeros antecedentes históricos es el denominado “Bando Oliden”, este dado a
conocer por el gobernador de Buenos Aires Manuel Oliden el 9 de Agosto de 1815, dejaba sentado
el carácter de semiservidumbre que regía la campaña bonaerense para quien no fuera propietario.
En 1821 se dictó la “ley de vagos” que permitía la detención de todo peón que no tuviera en regla
“la papeleta” para ser enviado a prestar servicios en las fronteras; fue perfeccionada por Rosas con
el decreto del 26 de noviembre de 1833 por la cual los peones no podían transitar por el campo sin
el boleto o pase del patrón del que dependían; no fue una creación criolla sino que fue importada
desde Europa; con el tiempo subsistió; la conocimos integrando los edictos policiales aún vigentes.-
Podemos explicar la dureza del poder constituido aplicando este tipo de legislación a que subsistía
aún colonial acostumbrada a someter las decisiones al imperio de la fuerza. También era la
intención acallar cuestionamientos y protestas que surgían desde el sector oprimido como resultado
de esta fuerte explotación, y además, sin lugar a dudas el deseo económico de lograr el máximo de
ganancias con el menos costo posible.
Un peón de aquellos días no superaba los 8 pesos mensuales y ningún patrón tenía obligación de
preocuparse por si comía, dormía o tenía su salud en perfecto estado, un periódico de los años 20
del siglo XIX “El Americano” manifiesta esta mentalidad imperante al recomendar a los dueños de
estancia “pagar peones y no correr el riesgo de perder algún esclavo en los duros trabajos de la
cosecha”3.
La escasez de mano de obra que debería ser condición para conseguir mejores retribuciones, se
convirtió en un castigo más para los trabajadores, había que conservar a estos una vez conseguidos,
y el método fue el de la represión, los castigos, la mordaza económica y los artilugios legales, como
lo demostraba el bando Oliden. Especialmente las estancias de las provincias de Buenos Aires y de
Entre Ríos fueron las que concentraron la mayor cantidad de estos trabajadores.
3 Lerena, Roberto García, Peones, Los primeros trabajadores Argentinos, capítulo 2 página 61 Buenos Aires, Ediciones
Runa Comunicaciones, 2005.
El andamiaje represor se sustentó en estas leyes para “la vagancia” y en administradores de ese tipo
de justicia, en verdad un ejército de jueces de paz, alcaldes y tenientes, destinados a satisfacer los
requerimientos de las elites terratenientes. Desde 1830 hasta 1880 la discusión de que país querían
los Argentinos fue una discusión de minorías en la que los peones, indios criollos, mestizos y
blancos pobres no participaron, por el contrario durante esos 50 años el despojo y la futura patria
terrateniente se concretaron sin piedad y sin escrúpulos.
Para entender el alcance de estas relaciones podemos tomar el relato de uno de los administradores
de los campos de Rosas en el año 1838, un indio llamado Felipe Castañeda:
“se me ha huido en estos días, por haberle pegado el capataz unos rebencazos porque no cumplía
con su obligación. Se ha ido en un caballo de un peón”
No logró ir muy lejos, el juez de paz de Las Conchas eleva un parte al administrador donde le
devuelve al fugitivo atrapado y le aconseja:
A este indio como va siendo mocito, podrías señalarle 15 pesos por ahora al mes, y con el tiempo
irá aumentando según su trabajo y quizá se sujete”4
Para Rosas la necesidad de conservar al trabajador pesa más que castigarlo y por esa razón le fija un
salario que hasta el momento el indio rebelde no tenía.
Además de los papeles de conchabo convertidos en “Ley de Conchabo” (en 1886) otra trampa
formal para evitar la huida de los peones hacia tierras mejores fue la “libreta” conocida también
como el sistema de “peonaje por deuda”. El artilugio consistía en pagarle al peón su salario en
moneda y en especies o ración, alimentos y provisiones más habitación o techo, eso sí más en
especies que en moneda.
Las compras eran en la proveduría del patrón donde los precios eran altos y terminaban endeudando
al peón de por vida. Según Bialet Massé los gastos de proveeduría absorbían habitualmente la
mitad o más del salario del trabajador, además de que la “libreta” donde se anotaban esos gastos
eran mentirosa o fraguada ya que incluía anticipos existentes, sumas aparentemente solicitadas y
4 Lerena, Roberto García, Peones, Los primeros trabajadores Argentinos, capítulo 2 página 67 Buenos Aires, Ediciones
Runa Comunicaciones, 2005.
nunca otorgadas o cuentas enmarañadas que el pobre peón iletrado y temeroso casi nunca se atrevía
a cuestionar.
En el año 1835 se promulgan los derechos de importación de determinadas manufacturas
extranjeras; pero en 1837 se exporta por 31 millones y se importa por 42, lo que prueba que el
proteccionismo no era tal. La población del campo importaba arreos, trajes y todo lo que estaba
hecho en cuero; vestidos de mujer; las ollas, los platos, el cuchillo, el poncho, las espuelas, el freno,
todo venía de Inglaterra.
El censo de 1853 registra 746 talleres manufactureros, donde trabajaban 2000 obreros (para elaborar
el trigo, fideos, velas, licores, saladeros, carruajes, fundiciones).
De allí que las primeras concentraciones de obreros asalariados se registraron en estancias y
saladeros.
El capitalismo era un factor de progreso porque venía a desarrollar las fuerzas productivas, a
modificar las relaciones sociales de tipo feudal que se le anteponían, minar el poder político de las
clases conservadoras, extender la educación popular necesaria para sus fines; el capitalismo venía a
crear una nueva clase, la clase obrera; el desarrollo de la burguesía industrial permitía el desarrollo
del proletariado industrial.
La acumulación del capital en Argentina se produjo con el despojo de las tierras a los indios por los
colonizadores españoles; con el comercio de esclavos negros; con la entrega de tierras fiscales del
rey a sus capitanes; luego de la independencia por las posesiones de los caudillos, los nuevos
despojos a los indios, el reparto graciable de esas tierras, la expropiación de los pequeños
campesinos, las leyes contra los “vagabundos”, la ruina de los artesanos.-
Según el censo de 1869 había en el país 1.7 millones de habitantes. con un 67% rural y un 33
urbano; el segundo censo de 1895, registraba una población de casi 4 millones, con el 58% rural y
el 42% urbano; en 1914 la población urbana sobrepasaba a la rural con el 53%.
Los asalariados de las estancias, graserías y saladeros del sistema semifeudal se incorporaban a los
frigoríficos; los primeros talleres metalúrgicos, del tejido y de otras ramas de la industria, provenían
de similares actividades en Europa; estas cifras indican que la desintegración del campesinado
constituye la fuente del proletariado urbano; la inmigración se constituyó en otra de las fuentes de la
formación de la clase obrera argentina; entre 1821 y 1932 Argentina se constituyo en el segundo
país receptor de inmigrantes con 6.4 millones, luego de EEUU con 32 millones (italianos,
españoles, polacos, rusos, franceses y alemanes, en ese orden de importancia.
EL ENFRENTAMIENTO ENTRE EL MOVIMIENTO OBRERO Y EL ESTADO.
Cuadro 1 - Primeros Movimientos Huelguísticos (1878-1896)5
AÑO N° de
Huelgas
OFICIOS COMPRENDIDOS
1878 1 Tipográficos.
1887 1 Zapateros.
1888 2 Maquinistas ferroviarios y obreros de los talleres Solá (Ex
Ferrocarril del Sus, hoy General Roca).
1889 3 Obreros y ferroviarios de los talleres Solá, carpinteros y
albañiles.
1890 4 Albañiles, carpinteros, zapateros y obreros ferroviarios.
1891 2 Obreros ferroviarios de los Talleres Solá y sombrereros.
1892 7 Sombrereros, tipográficos, peluqueros, faroleros, peones
municipales, obreros ferroviarios y tabaqueros.
1893 3 Zapateros, yeseros y cigarreros.
1894 9 Albañiles, ebanistas, curtidores, vidrieros, hojalateros
yeseros, cocheros de tranvías, pintores, descargadores de
carbón;
5 FUENTE: Departamento Nacional del Trabajo. Boletines en ROTANDARO, Rubén. Op. Cit.
1895 19 Yeseros, estibadores, marines, calafateros, carpinteros de
ribera, caldereros, peones del puerto, panaderos, mayorales,
galponistas, sastres, marmoleros, fideeros, pintores,
carpinteros del puerto, talabarteros, herradores,
constructores de carro, zingueros.
1896 26 Fideeros, constructores de carruajes, curtidores, bronceros,
hojalateros, cigarreros, vidrieros, relojeros y joyeros,
tipógrafos, obreros y ferroviarios de los Talleres Solá,
alpargateros, obreros de las usinas de gas, panaderos,
sastres, telefonistas, sueleros, maquinistas ferroviarios.
Cuadro 2 -Movimientos Huelguísticos en Buenos Aires (1906-1919)6
AÑO N° de
Huelga
HUELGUISTAS
HOMBRES MUJERES MENORES TOTALES
1906 170 -- -- -- 70.743
1907 231 155.348 5.230 8.439 169.017
1908 118 8.992 1.390 1.179 11.561
1909 138 4.389 14 359 4.762
1910 298 18.316 481 9 18.806
1911 102 26.687 1.200 105 27.992
1912 99 8.515 290 184 8.992
1913 95 22.769 802 127 23.698
1914 64 14.112 -- 25 14.137
1915 65 9.804 2.216 57 12.077
1916 80 24.140 139 42 24.321
6 FUENTE: Departamento Nacional del Trabajo. Boletines en ROTANDARO, Rubén. Op. Cit.
1917 138 133.859 785 1.418 136.062
1918 196 121.170 6.644 5.228 133.042
1919 397 297.518 9.579 5.870 308.967
La primera década del siglo XX presenció un auge económico sin igual en la Argentina, al mismo
tiempo presentó una agitación obrera sin precedentes. En la última década del siglo XIX los
movimientos de protesta obreros habían sido de menor envergadura y reducidos en general a las
demandas en torno a la jornada laboral de ocho horas. Los correspondientes a la década de 1900, en
cambio, fueron más amplios en sus objetivos e incluyeron la práctica de huelgas generales.
Estos movimientos de protesta se caracterizaron principalmente por un número de huelgas pero con
un escaso número de obreros participantes. Se trató de medidas de fuerza de larga duración (solían
durar ocho o diez días a un mes) y en general fueron impulsados y dirigidos por el sector anarquista
del movimiento obrero. Ellos fueron los que incidieron en la adopción de huelgas generales política
que no compartieron los socialistas y sindicalistas.
Por el lado de las mujeres, aparecían pocas veces o casi nunca, con nombre y apellido, no obstante
muchas de ellas eran fervorosas militantes, sobre todo en el anarquismo y en el socialismo. En esa
época el sindicalismo revolucionario empieza a empujar para la unidad, que se da en 1909. Y no
tenían un gran número de afiliados, pero igual pudieron construir esa unidad.
En 1908, la FORA tenía 34 mil afiliados, la UGT 10.300, la Federación Gráfica autónoma 6.200 y
los sindicatos autónomos 161 mil.
La oposición obrera se dirigía en gran parte contra el incipiente sector de empresarios industriales,
cuya influencia en la economía y la política Argentina era bien marginal en esa época. La mayor
cantidad de huelgas se realizaron en los rubros transporte y los alimentos, pero con escasos
resultados. Paralelamente, los que se producían en las ramas de la metalurgia y los textiles, donde
el número fue menor, tenían un mejor desenlace para los obreros.
En cambio el sector tradicionalmente dominante en la Argentina, el vinculado a las exportaciones
agropecuarias, no parecía ser afectado seriamente por las reivindicaciones y las medidas de protesta
de los obreros. De hecho, algunas organizaciones obreras apoyaban los idearios y la política
económica liberal de la elite. Se oponían a cualquier forma de protección para las industrias que
modificaban el esquema agro exportador del país. Elevar los derechos de importación de los
productos industriales implicaba un aumento del costo de vida de los trabajadores, como ocurría
con el azúcar y el vino, que eran protegidos por el gobierno, mediante una política tributaria de
preferencia.
La elite gobernante manifestó entonces en un primer momento una indiferencia general respecto de
los obreros y sus organizaciones.
Sin embargo había dos sectores obreros que estaban en mejores condiciones de negociación, ya que
sus medidas de fuerza comprometían al centro neurálgico de la economía del país, las
exportaciones.
Se trataban de los ferroviarios y de los portuarios.
Los primeros entre los que la prédica socialista tuvo un mayor eco, lograron pronto que parte de sus
salarios se fijaran directamente en oro, de forma de evitar que las continuas depreciaciones
monetarias redujesen sus remuneraciones reales. Los portuarios por su parte, paralizaban las
máquinas de la economía cuando decretaban un paro. La táctica sindical, en este caso, consistía en
presionar a los patrones en el momento en que debía efectuarse el transporte y el embarque de
cereales.
En 1902 hubo una ola de huelgas en la que tuvieron papel central los barranqueros de los puertos de
Buenos Aires y Rosario. El gobierno respondió implantando el estado de sitio en la Capital y las
provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Además sancionó un proyecto de ley del senador Cané, la
Ley de Residencia, que permitía el arresto y la deportación sin necesidad de intervención judicial,
de los inmigrantes que “perturbasen” el orden social. Las acciones represivas se dirigían a los
inmigrantes pues se consideraba que eran estos los que traían consigo los ideales de lucha sindical
de sus lugares de origen. Y también porque tras la sanción de aquella ley, la simple participación de
una huelga hacía del trabajador extranjero un agitador social, y como consecuencia la deportación
podría acabar con el sueño de hacer la América.
La fusión de la CORA y la FORA, convocan a un 1° de mayo que se va a convertir en uno de los
hechos luctuosos de nuestra historia, en la ciudad de Buenos Aires. Se convoca a la plaza Lorea,
frente al Congreso, y cuando se termina la reunión los trabajadores empiezan a caminar para el lado
de Once, la policía los persigue y los reprime. Se producen varias muertes, y se da como respuesta
una levantada y una convocatoria a la huelga general. Allí, convocan también los socialistas, que no
habían participado del acto que fue reprimido, pero que responden en unidad como trabajadores.
Ese va a ser el principio de la Semana Roja, y el preludio de las posteriores luchas.
Vale la pena leer los diarios de la época, como el diario La Nación, para tomar dimensión de lo que
fue la rebelión; se tomaban comisarías, armerías, colegios. Aparecen en 1919 la primera agrupación
paraestatal llamada “Liga Patriótica”, que se repetirían en 1955 con los Comandos Civiles, y que
en los ’70 fue la Triple A. Como vemos, esta historia de los trabajadores va caminando paralela a la
organización de la oligarquía.
La Semana Roja tiene el nombre de un asesino que es el coronel Ramón Falcón, que va a ser
ajusticiado por un jóven de 19 años, Simón Radowitzky, en 1910. Ese compañero es realmente un
héroe para todos los trabajadores, y una bandera de la lucha por la libertad. Él, es detenido y
condenado a cadena perpetua, liberado después como parte de un proceso de lucha por los
trabajadores.
Este episodio abre una segunda etapa, porque en 1910 sale un complemento de la Ley de
Residencia, que es la Ley 7029, que es la ley “de Defensa Social”. Ya no solamente se puede
deportar extranjeros, sino, también a los argentinos. La ley de defensa social, empieza a mostrar
que esa primera generación de argentinos, se va incorporando a muchos sectores medios que habían
empezado con los trabajadores de comercio, y al que se habían sumado los docentes; es una nueva
etapa de organización sindical. Y esa ley es utilizada para perseguirlos.
Estamos hablando de una etapa donde, por otro lado, se está pensando en lo que va a ser en 1912 la
Ley del Sufragio Universal, llamada ley Sáenz Peña. Al mismo tiempo, está surgiendo lo que va a
ser la Federación Agraria, un movimiento que arranca en 1910 y termina con ese Grito de Alcorta
en 1912.
Todos esos movimientos de distintos sectores y el crecimiento de las luchas nacionales que se
apuntalan en el gran Buenos Aires, sumada a la lucha por el sufragio universal le van a permitir a
Yirigoyen asumir la presidencia en 1916. Pero hay que tomar como referencia que se venía de la
represión de 1910, por lo tanto en 1916 hay vientos de institucionalización, pero viniendo de una
represión.
Pese a la represión gubernamental, la primera década del siglo XX fue un período de motivación y
fuerte movilización obrera y ello coincidió con un momento relativamente bueno en el nivel de los
salarios. Esto puede verse a primera vista como una paradoja, aunque no existen estadísticas de
incrementos de huelgas obreras con baja de salarios. El nivel de protesta social parece más bien
corresponderse con el de empleo, cuanto menor es la competencia en el mercado de trabajo, es
decir, cuando la situación laboral tiende al libre empleo, los obreros se hallan en mejores
condiciones de negociación. En cambio, cuando el desempleo arrecia, la situación es la contraria,
los trabajadores reducen su nivel de protesta en tanto en la calle hay un ejército de desocupados
dispuestos a reemplazarlos en sus puestos. Esto favorece la posición patronal en las negociaciones
de los salarios, condiciones laborales o cualquier punto de conflicto. Es así que puede apreciarse un
alto número de huelgas en la primera década del siglo XX en los momentos de mayor expansión
económica, y al contrario, una retracción del accionar sindical en los momentos de crisis, como la
que siguió a la primera guerra mundial, donde la desocupación llegó a niveles altísimos. En 1916
uno de cada seis trabajadores se hallaba desempleado.
La represión gubernamental, nada desdeñable, parece jugar un papel secundario en este proceso.
Así parece confirmarlo el hecho de que este patrón de expansión y retracción del accionar sindical
según los ritmos del nivel de ocupación laboral se dio en regiones donde la represión no fue del
mismo nivel. Así Córdoba, donde la sindicalización de los obreros fabriles era mayoritariamente
socialista, y por lo tanto sus medidas de fuerza eran menos violentas y menos duramente
reprimidas, presentaba el mismo que zonas como Buenos Aires y Santa Fe, con predominio
anarquista, donde la persecución gubernamental fue mayor.
Las grandes huelgas desatadas por el movimiento obrero anarco-sindicalista de la época hacia la
oligarquía. Se veía aparecer en Buenos Aires el temido espectro del viejo mundo. La
intelectualidad socialista, reflejo político de esos nuevos trabajadores industriales, sugirió a Roca la
creación de un Código de Trabajo Argentino. Su ministro del interior Joaquín V González tuvo a su
cargo la elaboración del proyecto de ley.7
En 1920, aparecen los conflictos de la Patagonia, en el que en principio, y, con apoyo del gobierno
van a triunfar los trabajadores rurales con sus exigencias, la elite dominante patagónica desatiende
las conquistas logradas y acordadas y los trabajadores rurales, vuelven a la lucha. Tanto los patrones
de estancia, terratenientes, comandos civiles con el apoyo de ejército nacional ante este segundo
levantamiento empiezan a reprimir y a masacrar a los trabajadores con la complicidad del ejército y
de Varela, que como Falcón, sufre el ajusticiamiento por parte de un trabajador anarquista, de
apellido Wilkins, que va a ser reivindicado años después, tras haber pasado por el famoso penal de
Ushuaia. Miles de muertos quedaron luego de estas represiones obreras8.
7 Ramos Jorge Abelardo, Revolución y Contrarrevolución en la Argentina, página 320, Del Patriciado a la Oligarquía
(1862-1914), Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1976.
8 Bayer Osvaldo, Los anarquistas expropiadores y otros ensayos, Buenos Aires, Editorial La Página, 2009.
Asimismo, es importante destacar que el 1° de mayo de 1921 fueron masacrados los compañeros en
Gualeguaychú (Entre Ríos), cuando son atacados se refugian en una iglesia, pero les abren la puerta
y son sorprendidos y ferozmente golpeados
El caso de Sacco y Vanzetti, llega a la Argentina y en apoyo al pedido por su libertad, alcanza a
haber cerca de 30 paros por 24 y 48 horas.
La FOM, una de las organizaciones más importantes, tiene un dirigente, Magnasco, que organizó en
Misiones, en San Javier, el sindicato de obreros yerbateros. Es por supuesto perseguido por las
patronales, y lo encarcelan, y recién después de un año y medio con movilizaciones y reclamos en
todo el país, se consigue que Alvear lo indulte en 1926.
Toda esta época sigue habiendo solidaridad e internacionalismo. Aunque hay un reflujo en la pelea
por lo cotidiano.
En el movimiento obrero había representaciones que no acertaban. Entre los sindicalistas que no
querían ningún protagonismo político, y los socialistas que querían acentuar la representación
parlamentaria. Los comunistas, en ese entonces, habían formado el Comité de Unidad Sindical
Clasista (CUSC), que era una especie de organización de los militantes del partido del movimiento
obrero. Por otro lado, y en contrapartida la Comisión Socialista Intergremial, conformada por los
socialistas.
Ya hay muchas divisiones. Ninguno los reconoce, pero empiezan a tener más estructura de partido
que una estructura propia de los trabajadores
En 1902, durante el segundo mandato de Julio Argentino Roca, el Congreso sancionó la Ley de
Residencia —redactada por el diputado nacional Miguel Cané— que le otorgaba al Poder Ejecutivo
la facultad de expulsar extranjeros acusados de delitos comunes o actividades sediciosas. De este
modo, el gobierno respondía a la creciente sindicalización y organización política de los
trabajadores, en cuyo impulso y liderazgo los inmigrantes desempeñaban un papel importante.
El movimiento obrero mantuvo una actitud contraria a la Ley de Residencia, cuyo tratamiento por el
Congreso en 1902 fue el factor detonante de la primera huelga general. A pesar de ello la ley fue
sancionada el 23 de noviembre de 1902 con el número de Ley 4144. Pese a la escisión entre
anarquistas y socialistas, que fundaron la Unión General de Trabajadores (UGT), el movimiento
tuvo amplio acatamiento, y representó una grave derrota política para el gobierno roquista, que tuvo
que aplicar con dureza la legislación.
Numerosos inmigrantes, e hijos de inmigrantes dieron apoyo al Partido Socialista, fundado en 1896.
En 1904, el barrio italiano de La Boca, eligió a Alfredo Palacios como primer diputado socialista de
América. Gran cantidad de inmigrantes y sus descendientes dieron también apoyo al fracasado
alzamiento cívico-militar de 1905, organizado por la Unión Cívica Radical. En 1907, debido a las
pésimas condiciones de vivienda en que se encontraban los inmigrantes y sus familias, en un tipo de
vivienda precaria que se conoció como conventillo, los extranjeros fueron protagonistas de una
histórica huelga de inquilinos que obligó a los propietarios a moderar los abusos, e impulsó la
acción de cooperativas de vivienda como "El Hogar Obrero", de inspiración socialista.
Desde el Gobierno, durante la presidencia de Figueroa Alcorta en 1910 se sancionó la ley de
Defensa Social que permitía la persecución de asociaciones anarquistas y establecía la pena de
muerte para los sediciosos.
Cuando la Ley Sáenz Peña estableció el sufragio obligatorio y secreto, muchos descendientes de
inmigrantes apoyaron con su voto a Hipólito Yrigoyen y contribuyeron a que se convirtiera en el
primer presidente argentino elegido en elecciones libres.