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Técnicas góticas y renacentistas en el trazado y la talla de las bóvedas de crucería españolas del siglo XVI El término estereotomía es un neologismo relativa- mente moderno, que designa lo que antes se conoció como Cortes de piedra o de Cantería, o Trazas de Mon- tea, es decir, el arte de encontrar la partición más ade- cuada del aparejo, de dar forma a las piezas de piedra que después deben coincidir en la construcción. El uso de la palabra estereotomía es además la culminación de un proceso dirigido a presentar esta disciplina como una ciencia racional. Pero más que un conjunto articu- lado de conocimientos, por mucho tiempo había sido sólo una colección de estrategias de geometría práctica. Empezará a adquirir un carácter de discipJina sistemá- tica desde el siglo XVI, cuando nace una tratadística so- bre el tema que se desarrollará hasta comienzos del XX. La construcción medieval en piedra también reque- ría, naturalmente, la organización de un despiece y la ejecución de la talla de sus elementos, aunque los pro- cedimientos se transmitan por tradición oral. En la construcción gótica estos trazados y cortes aparecen in- tegrados en la idea formal general, y participan en su característica búsqueda de la eficacia. Es decir, la bó- veda gótica presenta una organización constructiva del despiezo que es inseparable de la estructura nervada que va a ser la apariencia final, y ambas, despiezo y forma general, son necesarias para la consecución de un resultado que es a la vez geométricamente elástico y mecánicamente eficaz. El nuevo estilo renacentista ofrece respecto al gótico, no sólo importantes diferencias estilísticas y de estrate- gia mecánica, sino también una concepción distinta de la cantería. Los casos descritos en los tratados y manua- Enrique Rabasa Díaz les (arcos, bóvedas, etc.), aunque pertenecientes gene- ralmente al repertorio clásico, serán muy variados, y la disciplina se presentará a sí misma como capaz de re- solver los problemas de la construcción en piedra cual- quiera que sea la forma a alcanzar. Es decir, se ocupará de encontrar una partición para hacer posible la ejecu- ción en piedra de la forma ideal concebida previamente, y no tanto ya dc la participación de este factor en el di- seño de la estructura formal general. La España de la segunda mitad del siglo XVI es un campo donde se encuentran estas dos concepciones, y en cuanto implican procedimientos radicalmente distintos pero coincidentes en el tiempo -y que además llegan a conciJiarse en algunos casos para dar lugar a una cierta continuidad-, la situación es especialmente atractiva. El objeto de esta comunicación es añadir datos sobre la traza de cantería tardogótica, que confirman para el caso español lo que en términos generales explicaron en su momento Viollet-Ie-Duc o Robert WiIlis, y también sobre la manera renacentista de abordar la talla de las do- velas de una bóveda esférica, llamando la atención sobre algunos fragmentos de escritos del s.xVI que tratan ex- plícitamente la diferencia entre los dos procedimientos. LA TALLA DE LOS ELEMENTOS EN LA BÓVEDA GÓTICA La plementería es por definición un relleno infor- mal, y la nervadura es un conjunto de arcos descom- puestos en dovelas sencillas, que sólo ofrecen difi- Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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Técnicas góticas y renacentistas en el trazado y la tallade las bóvedas de crucería españolas del siglo XVI

El término estereotomía es un neologismo relativa-mente moderno, que designa lo que antes se conociócomo Cortes de piedra o de Cantería, o Trazas de Mon-tea, es decir, el arte de encontrar la partición más ade-

cuada del aparejo, de dar forma a las piezas de piedraque después deben coincidir en la construcción. El uso

de la palabra estereotomía es además la culminación deun proceso dirigido a presentar esta disciplina comouna ciencia racional. Pero más que un conjunto articu-lado de conocimientos, por mucho tiempo había sido

sólo una colección de estrategias de geometría práctica.Empezará a adquirir un carácter de discipJina sistemá-

tica desde el siglo XVI, cuando nace una tratadística so-bre el tema que se desarrollará hasta comienzos del XX.

La construcción medieval en piedra también reque-ría, naturalmente, la organización de un despiece y laejecución de la talla de sus elementos, aunque los pro-cedimientos se transmitan por tradición oral. En laconstrucción gótica estos trazados y cortes aparecen in-tegrados en la idea formal general, y participan en su

característica búsqueda de la eficacia. Es decir, la bó-veda gótica presenta una organización constructiva deldespiezo que es inseparable de la estructura nervadaque va a ser la apariencia final, y ambas, despiezo y

forma general, son necesarias para la consecución de un

resultado que es a la vez geométricamente elástico ymecánicamente eficaz.

El nuevo estilo renacentista ofrece respecto al gótico,no sólo importantes diferencias estilísticas y de estrate-gia mecánica, sino también una concepción distinta de

la cantería. Los casos descritos en los tratados y manua-

Enrique Rabasa Díaz

les (arcos, bóvedas, etc.), aunque pertenecientes gene-ralmente al repertorio clásico, serán muy variados, y ladisciplina se presentará a sí misma como capaz de re-

solver los problemas de la construcción en piedra cual-quiera que sea la forma a alcanzar. Es decir, se ocupará

de encontrar una partición para hacer posible la ejecu-ción en piedra de la forma ideal concebida previamente,y no tanto ya dc la participación de este factor en el di-

seño de la estructura formal general.La España de la segunda mitad del siglo XVI es un

campo donde se encuentran estas dos concepciones, y en

cuanto implican procedimientos radicalmente distintospero coincidentes en el tiempo -y que además llegan a

conciJiarse en algunos casos para dar lugar a una ciertacontinuidad-, la situación es especialmente atractiva.

El objeto de esta comunicación es añadir datos sobrela traza de cantería tardogótica, que confirman para elcaso español lo que en términos generales explicaron ensu momento Viollet-Ie-Duc o Robert WiIlis, y tambiénsobre la manera renacentista de abordar la talla de las do-velas de una bóveda esférica, llamando la atención sobrealgunos fragmentos de escritos del s.xVI que tratan ex-plícitamente la diferencia entre los dos procedimientos.

LA TALLA DE LOS ELEMENTOS EN LA

BÓVEDA GÓTICA

La plementería es por definición un relleno infor-mal, y la nervadura es un conjunto de arcos descom-

puestos en dovelas sencillas, que sólo ofrecen difi-

Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996.

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cultades en sus interferencias: en su convergencia so-bre el pilar y en los cruces.

La zona en la cual los nervios se reúnen y conver-gen, interseccionándose, sobre el pilar, se denomina

enjarje, <<jarjas» o «jarjamentü».' Desde el punto de

vista del despiece es una prolongación del pilar, yaque las juntas son horizontales, y entre estas juntas

los nervios, más o menos maclados, forman todosparte de un mismo sillar.

En la interpenetración algunas molduraciones vandesapareciendo en el interior de otras. A veces lareunión de los nervios es tan ordenada que el capitelpuede ser suprimido para mostrar la continuidad en-

tre el pilar y el jarjamento, como ocurre en la cate-dral de Plasencia. O bien no hay correspondencia ylas molduras del pilar siguen elevándose por encimadel capitel para desaparecer sumergidas en eJ fas-cículo de nervios del enjarje, como se puede ver en lacatedral de Salamanca.2 En ocasiones cada nervio dela bóveda baja hasta el pilar siguiendo su camino es-pacial sin evitar la complicación del resultado, y Jle-gando a reaparecer después de su intersección conotro; esto es muy común en el tardogótico alemán.

Pues bien, no es necesario que dibujo alguno anti-cipe el resultado de tales intersecciones para acome-

ter la talla. El procedimiento es bien conocido. Fue elinglés Robert Willis quien lo explicó en 1842, a par-

tir de observaciones arqueológicas. J Según la des-cripción de Willis, para obtener cada uno de los silla-res, sobre el bloque desbastado se labran las

superficies de los lechos superior e inferior, y encada una de ellas se dibuja el contorno correspon-diente a esa sección horizontal, y se completa la la-bra de las superficies exteriores vi stas, es decir, lasmolduras, enlazando los dos contornos.4 (figura 1)Lo interesante es que de esta manera tales contornos,por complicados que sean, se encuentran con toda fa-

cilidad y se trazan directamente sobre la piedra. En

cuanto a los datos, las líneas esquemáticas del tra-zado general de la bóveda son suficientes. Basta condibujar la planta del haz de nervios, es decir, una se-rie de rectas convergentes que representan los planosmedios, y situar en cada una el perfil de la moldura

correspondiente. La envolvente de todas es el con-torno requerido. Sólo hace falta conocer la distanciade cada moldura al eje, y este es un dato que se tomainmediatamente de los trazados individuales de cadauno de los arcos.

Por este procedimiento, de manera natural, algu-

E. Rabasa

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Figura 1Diseño y labra de las piezas del enjarje

nas formas de las molduras van desapareciendo en elinterior de otras. Pero esto sólo se sabe al ejecutar lapieza. En muchos casos no habría una pre-visión real

-en todos los sentidos, es decir, ni planificación nidibujo- de los detaJles de la forma resultante.

También sería posible imaginar que estos enjarjesse realizaran asentando los sillares con la superficieexterior desbastada y labrando in situ los nervios.Pero este no es el caso. Nos convencería de eJlo elhaJlazgo, en una intervención, de las huellas del tra-

zado del perímetro -como las que encontró Wi-llis-. Pero aún más convincente es el ejemplo de lacapiJla deJ Condestable de la catedral de Burgos,

donde podemos ver un hueco entre los arranques dedos nervios, por el que cabe la mano, y que permitedescubrir así, al tacto -si uno tiene la fortuna de al-canzar ese lugar mediante un andamio-, que lasmolduras también están talladas en ese interior, aunsiendo inaccesible y oculto, con toda perfección (fi-gura 2).

Sobrepasada esta zona, y ya en su recorrido nor-mal, los cruces de nervios suelen estar ocupados por

claves o torteras. Los nervios siempre se mantienencon la molduración vertical (incluso si el nervio es delos que aparecen curvados en planta, también dirigesu molduración hacia abajo, verticalmente).5 De ma-nera que al reunirse o cruzarse sus planos de simetríase cortan según un eje vertical. El cuerpo redondo dela clave se sitúa en el lugar más cómodo para su fun-ción conectora, aproximadamente sobre el eje delcruce de los nervios. Las claves son pues, cilindros,

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Técnicas góticas y renacentistas en las bóvedas de crucería 425

Figura 2

Arranque de los nervios en la capilla del Condestable de la

catedral de Burgos

habitualmente verticales, con o sin molduras, sobrelos que acometen nervios con diversas inclina-ciones.6 La ejecución precisa exige la correcta dispo-

sición de las acometidas, que acaban en un lechopara enlazar con las dove]as normales del nervio.Aunque la forma final pueda parecer complicada, sutalla no exige del dibujo previo más que la planta es-quemática y un par de ángulos.

El proceso sería como indica la figura 3. Sobre elbloque de piedra se talla en primer lugar un planoque será la superficie horizontal superior de la pieza,y en ese plano se trazan las líneas necesarias para

guiar la talla (como lo que Willis llamó supetficie deoperación).? A continuación se tallan las superficies

laterales inclinadas que corresponden a lo que seránlos lechos o cortes de las acometidas. Como muestrala figura, una saltarregla serviría para tallar estos pla-nos de manera que formen ángulos determinados conrespecto a la superficie superior, ángulos que hemos

2

3

Figura 3Proceso de talla de una clave gótica

llamado ex y ~. Hecho esto, se sitúan sobre tales pla-nos las plantillas con el contorno de los nervios. Y yahay referencias suficientes para completar la pieza

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labrando hacia abajo el cilindro y continuando las

molduras de las acometidas hasta que 10 encuentran.La superficie superior se labra pues sólo como refe-rencia, y finalmente quedará oculta en la pmte supe-rior, en el extradós de la bóveda.'

Algunas claves de la catedral de Segovia aparecenen el trasdós, y se puede observar en ellas la conver-gencia sobre el eje de las trazas de los planos medios,y también dos líneas a cada lado de estas trazas, las

interiores coincidentes con caja o espiga que traspasala plementería, y las exterIores probablemente aplomo con el borde del nervi09 (figura 4). En las que

están perforadas (como Rodrigo Gil recomienda ensu descripción)") el agujero no aparece por arribaexactamente centrado, lo que no es de extrañar si,

como es lógico, se comienza a taladrar desde el intra-dós.

Figura 4Trazas sobre el trasdós de una de las claves de la catedralde Segovia

La clave central de la mencionada capilla del Con-destable en Burgos es una pieza de gran tamaño y desimetría estrellada, que presenta en su parte inferiorun amplio disco plano donde han permanecido lastrazas que guiaron su talla (figura 5). Esto suponeuna excepción: en este caso la superficie de opera-ción fue una superficie aparente del intradós, porquepodía quedar como referencia hasta el final (habitual-

mente está oculta por la tortera de madera).Disponemos de dos dibujos españoles que parecen

ser esquemas como los utilizados en las manteas.

E. Rabasa

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Figura 5Trazas bajo la tortera de la clave central de la capilla delCondestable de la catedral de Burgos

Ambos muestran también un corte horizontal en laparte superior de las claves, que confirma este proce-

dimiento.Uno de ellos está en el manuscrito de Hernán

Ruiz, quizá anterior a 1560, que se conserva en la

Escuela de Arquitectura de Madrid.' I En este cua-

derno encontramos algunos dibujos que representantrazas de cantería, con el delineado hábil y cuidadosoque caracteriza al resto del tratado, pero sin explica-

ción alguna; aunque no es necesaria, porque los mo-delos son reconocibles. Estos trazados, como enVandelvira y en general la tradición clásica de laTraza, buscan las longitudes y ángulos de las líneas

de los sillares o las formas de las plantillas de sus ca-ras. Pero junto a estas completas trazas renacentistas,hay también una montea que sólo atiende al esquema

de las líneas generales, y representa una bóveda decrucería gótica (figura 6), con la planta y con los pa-trones de la verdadera magnitud o -podríamos lla-

mado- las elevaciones de cada uno de los arcos, delos que se representa sólo una línea directriz. (Es de-cir, no es un alzado o proyección, sino un conjunto

desarticulado de formas reales). A pesar de lo abs-

tracto y escueto del esquema no deja de señalarse loque parece ser el volumen de las claves, con aquel

corte horizontal superior, que, como veremos, es ne-cesario representar efectivamente para obtener losángulos ex y ~ que habíamos empleado.

El otro dibujo que mencionábamos representa lasbóvedas nervadas de la cabecera de la iglesia parro-quial de Priego en Cuenca, y en este caso se realizó

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Técnicas góticas y renacen ti stas en las bóvedas de crucería 427

Figura 6Hernán Ruiz. Trazado de una bóveda de crucería

como levantamiento posterior, para la tasación de laobra, 12 pero ofrece también el croquis de los patronesde los arcos y el mismo corte en las claves (figura 7).

TRAZADO GENERAL SEGÚN EL MANi JSCRITO

DE HERNÁN RUIZ

En el tratado de Vandelvira hay una bóveda de cru-cería gótica. También en el manuscrito de Alonso deGuardia.13 Aunque ambas construidas a la manera re-

nacentista, que más adelante comentaremos. Y pro-bablemente la encontraríamos en el de Ginés Martí-nez de Aranda, si nos hubiera llegado completo.Aparece también en el de De I'Orme, y en autores

del XViI y el XVIIII,14 ya entonces bajo la justiflca-

j

Figura 7Francisco de Luna. Trazas para la tasación de la iglesia pa-rroquia! de Priegü (Cuenca)

ción de la restauración de las bóvedas góticas origi-nales; y naturalmente reaparecerá en las explicacio-

nes históricas de la teoría del XIX. A pesar de estalarga preocupación por dar, al menos, noticia de la

bóveda gótica. el trazado de Hernán Ruiz y la des-cripción de Rodrigo Gil son de excepcional interés,porque responden más estrechamente a lo que cono-

cemos de la construcción medieval.La crucería que dibuja Hernán Ruiz,15 sobre planta

cuadrada y con terceletes, contiene sólo los elemen-tos básicos de este tipo de bóveda. Los arcos de lascuatro embocaduras son apuntados. Pero el dibujopresenta una tentativa, borrada, de utilización de ar-

cos de medio puntO.16

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La bóveda tiene una clave central y cuatro secun-darias, y está cruzada por los nervios diagonales uojivos (semicirculares, como es habitual), con las li-gaduras que unen las claves secundarias, y los terce-letes que bajan desde estas claves hasta los apoyos.Todos estos arcos están en la planta, y junto a laplanta se dibujan sus curvas reales, a modo de patro-nes de los nervios, en un esquema que relaciona lasalturas de unos y otros (figura 8).

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Reconstrucción del tralado de Hcrnán Ruiz para una hó-veda de crucería

El extremo del tercelete debe llegar a la altura ade-cuada para enlazar con la ligadura; y ese nudo, uniónde dos terceletes y una ligadura, está ocupado poruna de las claves secundarias. Mientras la clave cen-tral, por su simetría, no ofrecerá dificultad para aco-meter su talla, estas claves secundarias son un puntointeresante del dibujo. En efecto, aparecen como cír-culos en la planta, pero también hay una representa-ción en las eJevaciones de los nervios que se corres-ponde con ellas, y que no es propiamente lo queentenderíamos por una proyección vertical. sino sólola expresión de los dos ángulos ex y p, fundamentalespara esta pieza, que habíamos utilizado al explicar elproceso de su talla. Veamos el proceso de construc-

ción del dibujo.

E. Rabasa

Lo que se representa de los arcos en la elevaciónes el perfil de su intradós, y por eso el radio del ojivano es la semi diagonal, sino algo menor: es el arco se-ñalado AB. Y el AC es el arco de embocadura (for-mero o perpiaño), que se traza ligeramente apuntado.Todos los nervios que salen de A lo hacen vertical-mente; si conocemos además el punto final, quedageométricamente determinado el centro y el radio;así podría haber sido construido el AC. Pero estaoperación se ha hecho en todos los casos por tanteos,a juzgar por la gran cantidad de orificios que muestrael papel17 El arco BD es el arco teórico que enlazaríala clave central B con la del arco de embocadura C.Para ello se ha trasladado C horizontalmente hasta D,que es el lugar adecuado para que BD presente un re-

corrido horizontal como el que se mide en la planta.De este arco BD sólo el tramo BE corresponde efec-tivamente a la ligadura que une la clave central conla secundaria, y determinamos este tramo utilizandode nuevo la longitud de la planta. Así que la clave se-cundaria queda a la altura de E. El trazado del terce-lete se muestra en la figura de la derecha: la altura deE se traslada horizontalmente hasta F de manera quela proyección horizontal de AF sea la del tercelete,que otra vez tomamos de la planta, y así se traza este

tercelete AF.En este dibujo el radio OB del nervio de ligadura

BD es, con los errores de precisión normales en elresto de las medidas, justamente igual a la longitudde la diagonal de la planta, es decir, el doble del ra-dio del crucero. El papel presenta incluso la incisiónde un trazo seco de compás (m) para situar ese punto.Así que podemos suponer que no es una casualidad yque, en lugar de trazar el arco BD a partir de la cota

de C ya establecida, se habría determinado primerola curva de la ligadura BD con ese radio OB y des-pués se habría dibujado el arco de embocadura AC

de manera que llegara a la altura de D. Sigamos, encualquier caso.

Vemos la representaciÓn de la clave secundaria enE (a la derecha). Por el punto E pasa la línea que co-rresponde al nervio de ligadura, pero además, desde

E y hacia la izquierda sale otro arco ES que es una

traslación paralela del tercelete FA. Este tercelete FAtenía su centro en un punto H, y el arco ES lo tieneen G (HG = FE). La especie de clave que se sitúa en

E tiene un límite superior horizontal, como ya hemosmencionado; tiene un límite a la derecha que parecedirigirse hacia el centro de la ligadura, el punto O; y

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Técnicas góticas y rcnacentistas en las bóvedas dc crucena 429

tiene un límite a la izquierda que se dirige hacia G,centro del arco de tercelete trasladado. Es difícil ase-gurar que segmentos tan cortos se dirigcn precisa-

mente hacia esos puntos alejados, pero si suponemosque es así (y nada parece contradecirlo), arriba apare-

cen ]os dos ángulos a y ~ que eran necesarios para la

taHa. Y en consecuencia lo que hemos llamado repre-sentación de la clave es una especie desarrollo de susección quebrada.

Este dibujo esquemático de bóveda de crucería, queuti]iza la p]anta y las elevaciones de los arcos indepen-

dientes pero relacionando sus alturas, es en ciertomodo semejante a otros que se conservan del tardogó-tico europeo.'x No es una representación visual ni unsistema de proyecciones, ni está aún en el camino quellevará al sistema diédrico, pero ofrece todo lo necesa-rio para el rep]anteo y ]a talla de los elementos.

MANERA RENACENTISTA DE TALLAR LOS

ELEMENTOS DE UNA BÓVEDA DE CRUCERÍA

Como José Carlos Pa]acios ha explicado, los tratadosclasificarán con insistencia los métodos de talla delas piezas en dos estrategias. 19Una es ]a denominadapor rohos o por escuadría, y la otra es la directa. Es

probable que en la práctica se combinaran ambas; elprocedimiento descrito antes para ]a clavc gótica es

de hecho una mezcla: como el de escuadría, emplea]a proyección horizontal sobre una superficie provi-

sional, y Juego continúa con ]os planos contiguospara rodear la pieza, como el directo.

Una dove]a de una bóveda semiesférica, vaída osobre pechinas, se labraría preferenremente por elmétodo directo. Palacios explicó ya claramente laasimilación de cada hilada a un cono, y su desarrollo,para obtener la plantilJa de intradós cOITespondiente;y también la curiosa adecuación del baivel al encuen-

tro de ]os ]echos y las juntas con el intradós. A estopodemos añadir otros datos sobre la sucesión con-

creta de las operaciones.

V~ndelvira no detalla el procedimiento, limitán-dose a describir la construcción de la plantilla del in-tradós, como si su aplicación posterior fuera univer-

salmente conocida. A]onso de Guardia nos arroja luzsobre esto cuando en varios lugares dice:

...para labrar las piezas de la dicha capilla labrarás las ca-

ras con la cercha de la vuelta de cúpula, cortándolas con

la forma que tuvicren sus plantas por cara, dándoles a los

lechos y juntas la tirantez que causare el baivel de la di-

cha vuelta de cúpula.")

y aunque también a]go posterior, el manuscrito deJoseph Gelabert (1653) explica el mismo procedi-

miento. y especifica que el material de la plantmadebe ser flexible para su adaptación a ]a superficieesférica previamente tallada:

..axo son las plantas de la duella advertint que nos po-

dem fcr de post sino que an de ser de carta o de paper

dobla o de qualsevc>1 altra cosa soIs que es pua doblegar,

el modo de picar las pedras es que sa de picar primer la

duella buidadc ab la serca de la e. rque en el dibujo in-

dica la cercha con la curvatura de la esfera] apres seha de

posar la sua planta y ajupirla dins lo clot y señar a tata la

radar de ella dcspres tant anel lIit devall com anelllit de-

munt com anels caps sa de fer ab la serca de la m. Ique

en el dibujo es el baivel] qui es del matex punt de aquella

de la e. y ab exa urde san de picar totas las pedras..."

Es decir (figura 9), sobre el bloque en bruto se la-braría en primer lugar la superficie cóncava que hade quedar vista, el intradós, comprobando su esferici-dad con una cercha. Después se marcaría sobre eJlael contorno preciso de esta cara, apoyando ]a planti-

Jla." Finalmente se tallarían lechos y juntas, todoscon la ayuda del haivel, que corre por el perímetromarcado y garantiza que estas superficies encuentranortogonalmente al intradós."

Éste es tamhién el procedimiento que explicaráDerand (1643), la labra de la concavidad para sobreeJla marcar el perímetro, y el uso posterior del baivelpara juntas y lechos. Derand añade que la concavidad

se labra empezando por una tirada de diagona]es conla curvatura de la esfera, para eliminar después lapiedra sobrante mientras se comprueba apoyando la

misma cercha. como aparece en nuestra figura.24Estas y otras cuestiones quedan sin detaJlar en los

textos del siglo XVI, porque se suponen conocidas, yporque se propone un acercamiento a la forma poco

riguroso y que no distingue sutilezas.

Pero todo esto se refiere a la manera de tallar do-velas de hóvedas de sillería renacentistas. Vandelviray Alonso de Guardia presentan también bóvedas de

crucería; ambas son perfectamente esféricas, y enconsecuencia sus arcos formeros y perpiaños son demedio punto. La talla del enjarje sería semejante a ladescrita más arriba, pero ]a talla de los eruees de ner-

vios se aborda en estos dos casos siguiendo el proce-

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Figura 9Proceso de talla de una dovela de bóveda esférica

dimiento explicado para la dovcla esférica. Por eso

se obligan a trazar la plantilla de la cara de intradós,que un cantero gótico no habría necesitado.

De hecho además Alonso de Guardia llega al ex-tremo de emplear el mismo método para tallar las do-velas de los arcos formero y tercelete, lo que es ver-daderamente sorprendente (figura 10).25 Los nerviosque dibuja son revirado.I', es decir, su sección recta

E. Rabasa

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Figura 10

Alonso de Guardia. Bóveda de crucería

ha sufrido una deformación afín para mantener laverticalidad y adaptarse a la vez a la inclinación de lazona de la bóveda en la que están insertos. La alter-nativa (puco ortodoxa en una bóveda de aparienciagótica) sería la disposición en cuadrado, como De

Guardia y Yandelvira coinciden en llamar, es decir,el nervio que surge ortogonalmente de la superficieesférica de la bóveda, Para obtener nervios o las mol-duras en cuadrado sería natural emplear el métodoque hemos explicado para las dovelas de bóvedas es-

féricas, porque en realidad se trata de dovelas alarga-

das o, en el caso de los cruces, con forma de estrella.Pero si cl nervio es revirado, o simplemente vertical,el procedimiento tradicional no ofrece ninguna difi-cultad. empleando sólo la curvatura del nervio y laplantilla de la sección. Es más, la gran ventaja del

uso del baivel para la dovela, la posibilidad de utili-zado para todas las superficies que la rodean (<<portodos los cabos», como dice Yandelvira) desapareceentonces, ya que sólo sirve para las juntas. Sin em-bargo Alonso de Guardia se obliga a encontrar gráfi-

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Técnicas góticas y renacentistas en las bóvedas de crucería 431

camente las plantillas de las estrechas caras de intra-dós, para seguir el método renacentista.

Por último llamaremos la atención sobre una brevemención que se puede encontrar en el libro de Van-del vira, acerca la diferencia entre la estrategia góticay la planificación renacentista, en un capítulo de

poco interés y difícilmente colocado. En efecto, casi

al final de la obra, Vandelvira presenta otra bóvedade crucería sobre planta romboidal. 26 Al tratar elcruce de nervios dice:

En lo que toca al trazar de las crucetas se ha de notar que

toda capilla que fuere en vuelta de horno, sc han de tra-

zar sus crucetas por la dovela, mas siendo moderna u

irregular hanse de trazar por las tardosas poniendo en

cuadrado las crucetas ~l ancho en la planta, como parece

en la cruceta S., y el ancho y alto en su montea como pa-

rece en la H., luego robándole a esta piedra conforme pi-dieren las cerchas del rempante y terceletes que se vie-

nen a encantar en esta cruceta, teniendo en cuenta en qué

altura se hallan los despiezos de la dicha cruceta."

donde «tardosas» son trasdoses o extradoscs, y «porla dovela» puede aludir también a la superficie delintradós del bolsor, que era otro significado habitua]para esta palabra. H y S son escuadría contenedorasque efectivamente muestra la figura. Es decir, mien-

tras que en la bóveda renacentista el cruce de nerviosderiva de una dovela normal o sigue el mismo proce-dimiento a partir del intradós, en la gótica (<<mo-derna») se traza sobre un trasdós horizontal. y susacometidas se tallan tomando los datos de las eleva-ciones, de acuerdo con el procedimiento antes des-

crito.

CONCLUSIÓN

Durante la segunda mitad del siglo XVI se pasa len-tamente de las bóvedas de crucería gótica a algo quepuede tener una apariencia semejante, pero que ya es

una bóveda vaída y de sillería renacentista. El cam-bio transforma los arcos apuntados en arcos de me-dio punto, redondea la sección, convierte la plemen-tería en un aparejo de piezas grandes y correctamentelabradas, ortogonaJiza la decoración, etc.

Aunque un cruce de nervios tenga en ambos casosmás o menos la misma forma, en cuanto a la traza ytaBa la diferencia es radical, desde lo más anecdótico(el método gótico comienza por arriba y el renacen-

tista por el intradós), hasta lo más relevante (el mé-todo gótico no emplea más que la planta y algún datosenci 110,y se puede seguir corno una receta, mientrasque el renacentista exige la concepción espacial de

las piezas y un trabajo gráfico previo para la obten-ción de la p]antilla).

Corno consecuencia los nuevos procedimientos,que suponcn enfrcntarse sin miedo a complejidades

formales distintas en cada caso, darán lugar al des-arrollo de un sistema gráfico para la resolución deproblemas, y una anticipación visual de los resulta-

dos y la forma y posición de los elementos en todo sudetalle, que terminará por generar lo que conocemos

corno sistema diédrico y geometría descriptiva. Porotra parte a partir de esa decisión de abordar la reso-lución de los problemas que la concepción de un es-pacio a priori plantea, se hará posible la separación

entre forma y construcción -forma y despiezo eneste caso-, y la separación de la decoración, antesunida a ambas. Como Palacios2S ha señalado, la ob-tención de las plantillas de intradós equivale al des-arrollo comp]eto dc las superficies aparentes y per-mite 1Ievar sobre ellas labras decorativasindependientcs del despiezo.

Aún en el siglo XVI esta voluntad que no reparaen esfuerzos para concebir la forma y prever por eldibujo, cs algo torpc. No siempre emplea con soJtura

proyecciones distintas de la planta, y con frecuenciaprefierc el uso dc vistas frontales de los elementosplanos, corno cn el trazado medieval. Pero lo que he-

mos visto cn la crucería del manuscrito de Alonso deGuardia anticipa algo que será característico de lacomplejidad de 1a discipJina estereotómica de los si-glos XVITT y XIX: un esfuerzo geométrico que con

frecuencia resulta excesivo, porque ha perdido con-tacto con la tradici6n.

NOTAS

1. La expresión francesa tas de charl?e designa estomismo, aunque en su sentido más general se refiere a

los aparejos que avanzan manteniendo las hiladas de

cortes horizontales.

2. Fernando Chueca. La Catedral nueva de Salamanca,

Salamanca, Universidad, 1951, p.121. Se producen in-

cluso cruces simétricos y premeditados en esta zona.Ocurre también en encuentros de ventanas geminadas

de molduraciÓn gótica.

3. R.WilJis, «On the construction of the vaults of the

Page 10: Técnicas góticas y renacentistas en el trazado y la …Técnicas góticas y renacentistas en el trazado y la talla de las bóvedas de crucería españolas del siglo XVI El término

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Middle Ages», en Transactions of the RIBA, voLI, parte2, 1842, reimpreso en 1910.

4. El último sillar de las jarjas dispone en la parte superior

los lechos de los nervios ya con su inclinación hacia el

centro, para recibir las dovelas. Desde el punto de vista

geométrico los perfiles a utilizar para las secciones hori-

zontales no debieran ser iguales entre sí ni iguales a la

sección recta del nervio, pero la diferencia es pequeña, y

habitualmente imperceptible para el observador. R.Wi-llis, op. cit., p.8.

5. Una curiosa excepción es la Cancillería Bohemia dcl

Ludwigstrakt en Praga (1505), que retucrce los nerviospor rotación de las molduras. Por otra parte, cuando los

arquitectos neogóticos disponen nervaduras sobrc super-

ficies perfectamente esféricas y se empeñan en que la

superficie de la bóveda reciba el nervio ortogonalmente,

como en su salida del capitel está obligado a formar un

haz con los otros nervios, debe girar en su recorridopara enderezarse.

6. El manuscrito de Simón García (Co/l/pendio de arqui-

tectura y simetría de los templos..., 1681, facsímil Va-

lladolid: COA V, 1990) dibuja una clave -que no se co-

rresponde con la planta- de eje ortogonal al nervio

donde acomete, sin seguir el revirado que en otro lugarpropone como alternativa para los nervios. En cualquier

caso se trata de una bóveda vaída. Una excepción que

confirma la regla de la verticalidad de las torteras 10

constituyen aquellas que surgen como decoración en el

camino de un nervio, sin cruce con otro, como en la ca-

tedral de Astorga o la Capilla de la Presentación de la

catedral de Burgos.

7. Willis observó las bóvedas inglesas. R.Willis, op. cit.

Walter C. Leedy, Fan Vaulting: A Studv ot Form, Tech-nology and Meaning, London: Scolar Press, 1980,

afirma sin embargo que la «superficie de operación» no

aparece en todas las bóvedas de abanico, aunque es fre-

cuente en las ú1timas y en las grandes luces.

8. La referencia de cada lecho a la superficie superior pro-

voca ángulos agudos entre ambas que quedarán final-

mente ocultos, pero que en los casos más llamativos

pueden ser evitados levantando un plano vertical de en-

lace, a modo de chaflán, a partir del trasdós de la mol-

dura de lecho. Willis, op.cit., habla de este corte verticalque elude el ángulo y explica que se realiza con objeto

de aligerar la pieza. Este es el cami no que parecen pro-poner algunos dibujos del gótico tardío alemán, cuando

muestran las claves encerradas en una especie de escua-

dría o prisma contenedor. Werner Müller, «Le dessin

technique a I'epoque gothique» en Les hattisseus des

cathedrales gothiques, Strasbourg, Les Musées de la Vi-lle, 1989,237-254, Y Grundlangen Gothisches Bautech-

nik, Munich, Dt. Kunstverl, 1990.

9. Agradezco al profesor José Miguel Merino de Cáceres

E. Rabasa

que me llamara la atención sobre la existencia de estas

claves aparentes en el trasdós.

10. Manuscrito de Simón García, op.cit.

11. Pedro Navascués, Ellihro de Arquitectura de Hernán

Ruiz. El Joven, Madrid, ETSAM, 1974.

12. María Luz Rokiski, «La Cabecera de la Iglesia de

Priego (Cuenca): Dibujos y Tasación», en Cuenca, n°17, 1980,27-34.

13. Alonso de Vandelvira, Lihro de traras de cortes de pie-

dras, 1575-1580 (facsímil en Genevieve Barbe-Coque-

lin de Liste, Tratado de Arquitectura de Alonso de Van-

delvira, Albacete, Caja de Ahorros, 1977) fo1.96v. El

ejemplar de Ludovico Dolce, Imprese de diversi prin-

cipi,..., Venecia, 1560, que conserva la Biblioteca Na-

cional de Madrid (ER 4196), contiene en el reverso de

sus páginas trazas de cantería coleccionadas por un des-

conocido Alonso de Guardia, que aprovechó esta zona

libre (ver Fernando Marías, «Trazas, trazas, trazas: tiposy funciones del dibujo arquitectónico», en Juan de He-

rrero v su influencia, Santander, Univ. de Cantabria,1993); la penuria de papel que esto denota y la seme-

janza con Vandelvira y Martínez de Aranda hacen sos-

pechar que no sería muy posterior.

14. El manuscrito delmal10rquín Joseph Gelabert, De I 'Art

de Picopedrer, fechado en 1653 (facsímil en Palma de

Mallorca, Diputación, 1977), presenta algunos intere-

santes capítulos dedicados a la bóveda de crucería. El

tratado de Derand (P.Derand, L'Architecture des voútes,

París, Sébastien Cramoisy, 1643) dibuja la traza generaly explica brevemente en el texto la tal1a del jarjamento.

El tratado del P.Thomas Vicente Tosca (Compendio

mothemático..., VaJencia, Antonio Bordazar, 1707-15)

sigue aquí, como en tantas cuestiones, al del P.Claude-

F. Mil1et-Dechal1es (Cursus sue mundus mathematicus,

Tractatus XIV «De lapidum sectione», Lyon, Anissom,1674), reproduciendo una crucería sobre bóveda vaída,

aunque mejora el dibujo, y añade consideraciones sobre

el cimborrio de la Catedral de Valencia. El francés

Amedeé-Fran~ois Frezier (La théorie et la practique de

lu cOllpe des pierres et de hois... ou traité de Stéreoto-

nÚe..., Estrasburgo y París, Jombert, 1737-39) también

tratará las bóvedas góticas.

15. Hernán Ruiz, Arquitectura, 46v (facsímil en Pedro Na-

vascués,op.cit.).

16. El dibujo presenta también un primer ensayo borrado,

casi todo él una mera traslación del definitivo: parece

haber sido rehecho para que coincidan todos los arcos

en su nacimiento con el formero, cuyo arranque es fijo.

17. Y no todos estos orificios se encuentran exactamente a

nivel con A.

18. W. Mül1er los l1ama «derivaciones»: utilizan el desarro-

110de un camino que l1eva desde el nacimiento al punto

más alto de la bóveda y va resolviendo las cotas inter-

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Técnicas góticas y renacentistas en las bóvedas de crucería 433

medias; y este autor explica su carácter instrumental yalejado de la representación figurativa convencional.W.Mül]er, «Le dessin technique...», op.cit.

] 9. J. C. Palacios, Trazas y cortes de cantería en el Renaci-

miento español, Madrid, Minist. de CultUra, 1990.

20.0p.cit. nota 13, vuelta de la página con el nÚmero 87.2]. Joseph Gelabert, op.cit., p.90.

22. Si e] operario busca el contacto pleno de la plantilla con

la superficie cóncava, teóricamente encontraría proble-

mas en la adaptación. Pero el tamaño de la pieza suele

ser pequeño en relación con la curvatura de la bóveda,

de manera se puede pasar por alto el hecho de que la su-perficie esférica no sea desarrollable. También puede

ser que, como en nuestra figura, se adapten sólo los bor-

des superior e inferior, ]0 que sería geométricamente

más correcto.

23. También es posible la talla de estas dovelas por escua-

dría. Lo advierte De L'Orme, y lo explica detallada-

mente Derand. aunque todos prefieren e] procedimiento

directo.

24. F. Derand, op. cit., parte [V, cap.x.

25. Op.cit. nota 13.

26. Para la determinación en este caso especial de ]a forma

de los nervios. Algunos son arcos de elipse, lo que

muestra e] alejamiento de la práctica gótica.

27. Alonso de Vandelvira, op.cit., fo1.124r. (sin numerar), ydibujo en l24v.

28. José Carlos Palacios, op.cit.