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CRITICÓN, 71, 1997, pp. 105-115. Técnicas de argumentación retórica en Su espada por Santiago, de Francisco de Quevedo Antonio Azaustre Galiana Universidad de Santiago de Compostela Segundo memorial destinado a persuadir a Felipe IV en el delicado asunto religioso y político del compatronato de España 1 , Su espada por Santiago constituye un buen ejemplo de cómo Quevedo, en su vertiente de escritor político, maneja un rico caudal de recursos de argumentación, que la retórica —arte de la persuasión por la palabra— contemplaba desde antiguo. En el momento en el que se redacta este memorial, la última decisión sobre el patronato de España es la Carta de Felipe IV, en febrero de 1626, proponiendo a las cortes el compatronato de Santa Teresa; los procuradores de cortes lo conceden, y se imprime testimonio de ello en 1627; el 21 de julio de este año, una Breve de Urbano VIII sanciona dicho compatronato. En este estado de cosas, las partes se cruzan diversos escritos, y dirigen otros al rey en favor de sus causas. Evidentemente, los memoriales de Quevedo solicitan del monarca la revisión de esa última decisión. 1 El primer memorial quevediano es el titulado Memorial por el patronato de Santiago, impreso en enero de 1628; de mayo de este año es el que aquí analizamos. Una síntesis del pleito por el patronato de España entre los defensores del Apóstol y los de Santa Teresa, con referencia a los escritos redactados por las partes, puede verse en Francisco de Quevedo, Obras, ed. A. Fernández Guerra, Madrid, Rivadeneira, 1852, (vol. II, BAE XLVIII, pp. 423-425, en nota). Sobre los orígenes y desarrollo del pleito, véanse J. Filgueira Valverde, «Nuevos documentos para la historia del patronato jacobeo», Boletín de ¡a Real Academia Gallega, XIV, 1924-1925, pp. 216-222 y 240-243; O. Rey Castelao, La historiografía del Voto de Santiago, Santiago, Universidad, 1985. Sobre los memoriales de Quevedo, véanse, entre otros, A. Rey, «Los memoriales de Quevedo a Felipe IV», Edad de Oro, XII, 1993, pp. 257-265, y F. Cabo Aseguinolaza y S. Fernández Mosquera (eds), Francisco de Quevedo, Execración contra los judíos, Barcelona, Crítica, 1993, pp. 43-62.

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CRITICÓN, 71, 1997, pp. 105-115.

Técnicas de argumentación retóricaen Su espada por Santiago,de Francisco de Quevedo

Antonio Azaustre GalianaUniversidad de Santiago de Compostela

Segundo memorial destinado a persuadir a Felipe IV en el delicado asunto religiosoy político del compatronato de España1, Su espada por Santiago constituye un buenejemplo de cómo Quevedo, en su vertiente de escritor político, maneja un rico caudalde recursos de argumentación, que la retórica —arte de la persuasión por la palabra—contemplaba desde antiguo.

En el momento en el que se redacta este memorial, la última decisión sobre elpatronato de España es la Carta de Felipe IV, en febrero de 1626, proponiendo a lascortes el compatronato de Santa Teresa; los procuradores de cortes lo conceden, y seimprime testimonio de ello en 1627; el 21 de julio de este año, una Breve de UrbanoVIII sanciona dicho compatronato. En este estado de cosas, las partes se cruzandiversos escritos, y dirigen otros al rey en favor de sus causas. Evidentemente, losmemoriales de Quevedo solicitan del monarca la revisión de esa última decisión.

1 El primer memorial quevediano es el titulado Memorial por el patronato de Santiago, impreso en enerode 1628; de mayo de este año es el que aquí analizamos. Una síntesis del pleito por el patronato de Españaentre los defensores del Apóstol y los de Santa Teresa, con referencia a los escritos redactados por las partes,puede verse en Francisco de Quevedo, Obras, ed. A. Fernández Guerra, Madrid, Rivadeneira, 1852, (vol. II,BAE XLVIII, pp. 423-425, en nota). Sobre los orígenes y desarrollo del pleito, véanse J. Filgueira Valverde,«Nuevos documentos para la historia del patronato jacobeo», Boletín de ¡a Real Academia Gallega, XIV,1924-1925, pp. 216-222 y 240-243; O. Rey Castelao, La historiografía del Voto de Santiago, Santiago,Universidad, 1985. Sobre los memoriales de Quevedo, véanse, entre otros, A. Rey, «Los memoriales deQuevedo a Felipe IV», Edad de Oro, XII, 1993, pp. 257-265, y F. Cabo Aseguinolaza y S. FernándezMosquera (eds), Francisco de Quevedo, Execración contra los judíos, Barcelona, Crítica, 1993, pp. 43-62.

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El asunto es, pues, delicado, y el escritor político debe manejar con habilidad losprocedimientos retóricos para argumentar una causa. El análisis del texto nos ofreceráabundantes ejemplos de ello.

EL EXORDIO

Tras la preceptiva dedicatoria en carta al Conde Duque de Olivares, el memorial seinicia con una introducción o exordio2, en términos retóricos; constituye en sí mismouna pequeña pieza donde se pueden observar buena parte de las recomendacionesretóricas para la elaboración del discurso.

Este exordio se inicia, preceptivamente, con una captatio benevolentiae*, cuyafinalidad es que el discurso arranque del firme convencimiento de que la justicia guíalas decisiones del monarca:

Señor: Cierto es que vuestra majestad desea más la gloria del santo Apóstol, solo y singularpatrón de las Españas, que todos los que, como partes, os importunamos con solicitud ymemoriales; y por la propia razón el más justo esplendor del nombre de Santa Teresa de Jesús.Pero es más cierto que ni vos, Señor, queréis quitar al Apóstol para dar a la bendita Santa, yque ella, tan rica de gloria de Dios en el cielo y en la tierra, no atenderá a estas solicitudes queintroduce el fervor de sus hijos y el celo de sus devotos, (p. 451 )4

Pero si nos fijamos en esta alabanza, veremos cómo encierra un profundo sentidoargumentativo que la orienta ya hacia los intereses del Apóstol. El pasaje se estructuracomo una comparación amplificadora5; es decir, una comparación que sobre untérmino de elevado rango coloca otro que lo supera y, por tanto, queda doblementeintensificado en su fuerza6. Así, el término cierto afirma que la justicia del rey quiere elbeneficio del Apóstol y de la Santa («cierto es...»); el término que lo supera («pero esmás cierto que...») afirma como más seguro que el monarca no querrá hacer,precisamente, lo que pretenden los carmelitas. Esta presunción de la actitud delmonarca —que también se aplicará a la propia Santa Teresa— y que le hace parte de la

2 Sobre las partes del discurso, véase Rhetorica ad Herennium, I.III; Cicerón, De inventione, I.XIV. 19-20;Quintiliano, Institutio oratoria, III. 9.1 y FV.Pr.6.

3 Muy interesantes en relación con la actitud del memorial resultan las palabras de Cicerón (Deinventione, I.XVI.22) al tratar de las vías para captar la benevolencia en los jueces: «Ab auditorum personabenivolentia captabitur, si res ab iis fortiter, sapienter, mansuete gestae proferentur, ut ne qua assentationimia significetur; si de iis quam honesta existimatio quantaque eorum iudicii et auctoritatis exspectatio sitostendetur» (Se captará la benevolencia de quienes oyen, si se les muestran sus acciones llevadas a cabo confirmeza, sabiduría, clemencia, aunque sin manifestar demasiada adulación; si se les señala qué honesta es sureputación y con cuánto afán se espera su juicio y autoridad). Sobre esta vertiente de la captatiobenevolentiae, véase también Quintiliano, Institutio oratoria, IV.16 y ss.

4 Cito por la edición de Felicidad Buendía, Quevedo, Obras completas. Prosa, Madrid, Aguilar, 19666.5 Derivada del locus a minore ad maius, su caracterización se aborda en Quintiliano, Institutio oratoria,

VIII.IV.9.6 De este esquema argumentativo, ya propuesto por Aristóteles {Retórica, 1.9.1368a.20-25) como

altamente eficaz, ha derivado el tópico que Curtius denomina sobrepujamiento, en el que el personajealabado supera a figuras o referentes célebres (véase E. R. Curtius, Literatura europea y Edad media latina,México, F.C.E., 1955, vol. I, pp. 235-239; manejo la tercera reimpresión, de 1981). El tópico tiene unaamplia aplicación: así, el héroe puede superar en valor a Aquiles, o la belleza de la amada a Venus.

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R E T Ó R I C A EN SU ESPADA POR SANTIAGO DE Q U E V E D O 107

causa de Santiago, puede considerarse una de las posibilidades de la anticipatio7,técnica argumentativa que, como veremos, Quevedo usará también para rebatirposibles réplicas futuras de los carmelitas. En este caso, Quevedo logra alabar almonarca adelantándose a su decisión, y atribuyéndole como su acción más justa la quecoincide con los intereses de la Orden de Santiago.

Si nos fijamos en ese segundo término de la comparación, que se ha colocado comoel más cierto en la justa actuación del rey, comprobaremos cómo encierra las dosrazones sobre las que los partidarios de Santiago defenderán su causa: que no se puededespojar al Apóstol de un privilegio tan antiguo como el patronato único, y que nisiquiera Santa Teresa —a quien le sobran honras y dignidades— lo pretenderá. Elmemorial arranca, pues, con una captatio benevolentiae tópica, pero ya fuertementeorientada hacia los argumentos de una de las partes.

Tras exponer y defender su causa y petición de audiencia (pp. 451-452), el exordioavanza, también según cánones retóricos, para refutar brevemente la postura carmelita,encarnada en los contradictorios escritos de uno de sus miembros, el Dr. Balboa deMorgovejo. De esta forma, ya en el exordio se están apuntando las principales fases(probatio y refutatio*) que constituirán la estructura argumentativa del memorial y que,con más detalle, desgranará Quevedo poco después.

La dispositio de este exordio se cierra con una parte marcadamente afectiva, tal ycomo la retórica requería del final de un escrito, o peroratio. En ella, Quevedo mixturala vehemente petición de audiencia («me debéis oír») con una intensa laudatio delmonarca, que actúa sutilmente de atenuante ante la fuerza del anterior requerimiento, yque se sostiene en una acumulación amplificadora (congeries), hábilmente dispuesta enincrementum9, y estilísticamente aderezada por recursos como la anáfora, elparalelismo o la apostrofe, todos ellos tendentes a intensificar la expresión en aras de lamoción de afectos:

Vuestra Majestad, como a procurador de Santiago, como a caballero profeso en su sagradareligión, como a parte legítima que soy en este pleito entre partes, me debéis oír: que para mísois juez por vuestra grandeza, y sois parte por la fe católica que profesáis y mantenéis, y porel nacimiento y texto expreso que dicide esta contienda, por los inmensos beneficios ymercedes que en vuestra monarquía acumula la grande y esclarecida sucesión de los siempregloriosos antecesores de vuestra majestad, cuya vida nuestro Señor alargue por muchos ybienaventurados años; cuyo estado el apóstol Santiago, nuestro único y singular patrón, dilatehasta que no haya nación tan desdichada que no os reverencie por señor y por padre, (p. 452)

7 Ya al abordar el análisis del exordio, Quintiliano (Institutio oratoria, IV.I.49-50) hace referencia a esterecurso, y pondera lo conveniente de anticiparse a las posibles objeciones del contrario, al tiempo que censurasu excesivo uso por algunos oradores de su tiempo. Este recurso también recibe los nombres de prolempsis,praeparatio y praeceptio. Se incluye dentro de las figuras dialécticas en H. Lausberg, Manual de retóricaliteraria, Madrid, Gredos, 1966-1969, 3 vols. Cito señalando el parágrafo, cfr. 855 para la anticipatio.

8 Véase lo dicho sobre las partes del discurso en la nota 2.9 Es uno de los tipos de ordo naturalis, que dispone los elementos de un discurso o pieza literaria de

forma ascendente. Véase al respecto, H. Lausberg, op. cit., 451; A. Azaustre y J. Casas, Manual de retóricaespañola, Barcelona, Gredos, 1997, pp. 75-77.

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Hemos visto, pues, cómo el exordio de Su espada por Santiago constituye una pequeñacélula que reproduce las canónicas fases de la dispositio retórica: arranca con unacaptatio benevolentiae, que sutilmente se desliza hacia el planteamiento y defensaargumentativa de su causa, para continuar con un rechazo del oponente, y concluir conun cierre fuertemente afectivo. Desde su inicio, el memorial revela ya las claves de suentramado compositivo.

LA D I v i s i O

Antes de comenzar el primer tratado, Quevedo introduce una divisio que se ajusta alos principales rasgos que para esta parte del discurso postulaban los tratados deretórica10: una breve, completa y sobria enumeración que menciona los principalesaspectos que se van a abordar en el memorial y, al tiempo, dibuja su estructura:

Dividiré este discurso en los tratados siguientes:1. El primero será una protesta de mi intención en esta defensa, y del respeto y reverencia quese debe al muy piadoso intento de vuesa majestad.2. El segundo, una confesión fervorosa y rendida de los milagrosos méritos de Santa Teresa deJesús.3. El tercero, respuesta del dotor Balboa del año pasado al dotor Balboa deste año.4. El cuarto, desengaño de aparentes suposiciones y causas políticas y piadosas que handivulgado y alegan los padres de la Reforma.5. El quinto será la única irrefragable verdad deste patronato, amanecida a pesar de la nocheen que la detienen, menos los que la callan que los que la comentan.6. El sexto será el cauterio de la verdad para las proposiciones, argumentos, causas y otrasdiligencias que se han escrito y impreso y predicado en defensa deste compatronato de SantaTeresa, (p. 452)

Me detendré en los tres primeros tratados, para mostrar el rico y variado uso quehace Quevedo de las técnicas de argumentación retórica en la confección de estememorial.

P R I M E R TRATADO- , P R O T E S T A C I Ó N

Como el propio Quevedo señalaba en la anterior divisio, este tratado constituye unadeclaración de su intención y pretensiones en defensa del patronato único deSantiago11.

Su principal línea de argumentación responde al siguiente esquema: en primer lugar,Quevedo expone la idea que manifiesta su intención y, posteriormente, la refuerzaargumentativamente combinando dos vías:

10 Cfr. Rhetorica ad Herennium, I.III.4; Cicerón, De inventione, I.XXII.32. A este respecto, Quintiliano(Institutio oratoria, IV.II.47-50] advierte que, cuando el asunto que se va a abordar es largo y prolijo,conviene, al final del exordio y antes de comenzar a tratarlo, introducir una breve división de la materia. Aeste precepto se ajusta el pasaje quevediano en cuestión.

1 * En esta acepción, el término protestación significa «declaración, confesión pública que uno hace de lareligión verdadera ode la creencia que profesa» {DRAE).

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1. La intensificación o amplificación de esa idea mediante recursos como laenumeración acumulativa (congeries), la gradación ascendente de las ideas(incrementum), y la intensificación del segundo miembro de las comparaciones,colocando como referente menor uno de elevado rango. Encareciendo así lapresentación de la idea, todos estos recursos contribuyen a persuadir emocionalmente allector (moveré). Así se intenta transmitir más vivamente al rey la siguiente petición;véase, además, cómo en ella vuelve a hacer Quevedo un hábil uso de la anticipatio,adelantando cuál será la respuesta del monarca:

Vos, Señor, que hacéis esto por conocimiento, por obligación, por herencia de vuestro santo yglorioso padre, de vuestros esclarecidos abuelos, cierto es que no oiréis en secreto a los quedetraen, no de su prójimo, sino de su padre, del nuestro, de vuestro capitán, del apóstol primode Cristo, nuestro único patrón y libertador, (p. 454-4S5)

2. La segunda vía, aún más importante en este tratado, viene marcada por elprofuso empleo de la auctoritas, e incluso de alguna prueba interna (praeiudiciumn)que avalan dicha idea. El siguiente ejemplo recurre al Padre San Juan Crisóstomo, defrecuente presencia en la prosa grave de Quevedo13:

Todos los procuradores de Santiago queremos, Señor, y lo suplicamos a vuestra majestad, deisa la Santa muy grandes y muy preeminentes honras. Mas porque lo que se quita a otro en superjuicio no es dádiva para alguno —así lo dice San Juan Crisóstomo, oración de avaricia: Dicenim mihi si quos duos videres, alterum quidem nudum, alterum vero vestitum, deinde exutoeo, qui vestem habuit nudum vestires, non ne injuste faceres? Nemeni id quidem dubium(Dime: si vieras dos, uno vestido y otro desnudo, y quitaras el vestido al que le tenía, yvistieras al que estaba sin él, ¿no hicieras injusticia? Nadie lo duda), por esto, Señor, esobligación de vasallo informar a vuestra majestad de las causas por que ésta del compatronatono es ni puede ser dádiva ni lícita donación para vos ni para la gloriosa Santa, (p. 453)

Las confesiones, testigos y sentencias anteriores constituyen pruebas internas a lacausa, de gran valor argumentativo. A ellas también recurre Quevedo en beneficio desus intereses:

Nosotros para Santiago os pedimos audiencia solamente, en defensa vuestra tanto como denuestro patrón; pues los padres por escrito culpan a vuestra majestad de principio, medio y findesta novedad, y confiesan que ni ellos ni su gloriosa Santa tenía necesidad destecompatronato. Así me lo escribió a mí en un papel (que guardo) el padre fray Francisco de laConcepción, prior del convento de San Hermenegildo en esta corte, (p. 455)

12 El praeiudicium es una prueba interna o inartificial, es decir, construida sin auxilio del arte de laretórica, pues emanaba del propio asunto. La constituyen sentencias recaídas anteriormente sobre el mismoasunto que se debate, o sobre alguno estrechamente vinculado con él: jurisprudencia, en terminología jurídicaactual. La auctoritas es una variante del ejemplo, constituida por las sentencias consagradas—analógicamente; es decir, por inducción— del folclore, la poesía o las obras de grandes autores (cfr.Quintiliano, Institutio oratoria, V.XI.36; Lausberg, op. cit., 426). Un completo estudio de las probationes sedesarrolla en el libro V de la Institutio oratoria de Quintiliano. Sobre la diferencia entre pruebas internas yexternas, cfr. V.I.; sobre los praeiudicia, V.IL; sobre la auctoritas, V.XII.36.

1 3 Cfr. S. López Poza, Francisco de Quevedo y la Literatura Patrística, La Coruña, Universidad, 1992.

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La violencia del pleito se muestra en la advertencia encubierta (preterición14) que sehace al monarca en el cierre de este primer tratado, nuevamente autorizada con la vozde un Padre de la Iglesia de gran influencia en Quevedo, Tertuliano:

Oiga vuestra majestad a Tertuliano, en el libro Ad martyres, que lleva los ánimos divertidosen esta parte de temor. Consuela a los mártires contra quien les hace sinrazones: Judexexpectatur de judicibus sed vos estis de judicibus ipsis judicaturi (Juez se aguarda de losjueces, pero vosotros habéis de juzgar a los jueces mismos). Ésta, Señor, que a los tiranos esamenaza de todo el poder de Dios enojado, será advertencia de su misericordia en la grandepiedad y suprema justicia que siempre ha crecido en vuestro real ánimo en tan católicagrandeza, (p. 456)

SEGUNDO TRATADO:

CONFESIÓN DE LOS SAGRADOS MÉRITOS DE SANTA TERESA

La argumentación de este segundo tratado gira en torno al recurso de la conciliatio,que consiste en utilizar un argumento de la parte contraria desviando su sentido enbeneficio propio o, en el terreno de la expresión, en emplear un vocablo en un sentidodiferente a aquel con el que se usó antes15. El título del tratado es buena prueba de estaestrategia argumentativa.

Para lograr su propósito, Quevedo parte de un discurso del carmelita Dr. Balboa deMorgovejo, y desvía en favor de sus intereses las palabras de dos fragmentos.

En el primero de ellos, el carmelita afirma que es indigno dudar de losmerecimientos de Santa Teresa para acceder al patronato de España:

Pues, ¿por qué hemos de dudar si Santa Teresa merece el nombre de patrona o no? Esta dudaindigna es de ponerse en ningún tribunal de justicia, (p. 456)

Para volver las palabras del carmelita en su contra, Quevedo se basa en una premisafundamental en toda su argumentación favorable al Apóstol: su defensa nunca debeapoyarse en la descalificación de la Santa; eso sería dar la razón a las tesis de susoponentes; es más, como vimos en el exordio, siempre insistirá Quevedo en lossobrados méritos de Santa Teresa. A partir de esa idea, Quevedo halla en las palabrasdel carmelita una expresión clave para torcer el sentido de su discurso: el Dr. Balboadice que dudar de los méritos teresianos es «indigno». Según Quevedo, el carmelita seha mostrado «tibio» al calificar de indigna esa duda; debería haberla llamado

14 La advertencia encubierta encierra una sutil técnica argumentativa cercana a la preterición: esta figurade argumentación consiste en afirmar que no va a tratarse un determinado asunto cuando, en realidad, lo quese está haciendo es abordarlo precisamente al decir que no se va a hacerlo (p. ej.: No hablaré de los crímenesque ha cometido, de las injurias que ha lanzado...). De manera no muy diversa, Quevedo lanza aquí unaadvertencia que no dirige como amenaza explícita a Felipe IV —pues nadie duda de su misericordia—, peroque, indudablemente, sí atañe al monarca si no se comporta tal y como la Orden de Santiago espera. Sobre lapreterición, véase Rhetorica ad Herennium, rV.XXVII.37.

15 Sobre la vertiente argumentativa de esta figura, cfr. Lausberg, op. cit., 783. Ejemplos literarios dondeun vocablo desvía su sentido en disputas de carácter burlesco y paródico se aducen en A. Azaustre y J. Casas,op. cit., pp. 134-135.

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«desvergüenza» e «impiedad». Así, Quevedo concluye que de ello se deriva poco amora la Santa, lo cual es propio de una pluma impía:

Dice verdad el dotor Balboa, mas dice poco: que esa duda no sólo es indigna, sinodelincuente; no es duda, sino desvergüenza de mala casta, y que tiene parentesco con error ycon la impiedad. Palabras que en tan soberanos merecimientos muestran, no duda, bastatibieza, no decienden de buen linaje en la religión, (p. 456)

En la segunda ocasión en que Quevedo orienta hacia su causa el discurso delcarmelita, extrae de él dos fragmentos en los que el Dr. Balboa reproducía supuestosargumentos del Arzobispo de Santiago, donde se hablaba de la falta de merecimientosde Santa Teresa (p. 456). En este caso, Quevedo debe dar un paso argumentativo previopara luego desviar las palabras del carmelita. Este paso es demostrar que tales palabrasno las pronunció el Arzobispo de Santiago y que, por consiguiente, esas opiniones sobrela Santa deben atribuirse al carmelita Balboa. A este fin aplica buena parte del tratado,reproduciendo las verdaderas palabras del Arzobispo. Así concluye sus demostraciones:

Aquí no está la cláusula que dice que no merece y que es indigna, (p. 456)

Aquí no se lee la palabra «indigna y no merece», ni hay cosa aquí malsonante ni indigna.(p. 457)

Demostrado esto, queda sentado que quien habla de Santa Teresa en tales términos—es decir, cl Dr. Balboa— debe ser objeto de la máxima reprobación:

Señor, llamar a la Santa indigna y que no merece, no son palabras, son delitos; horror tengode referirlas, y se me inflama el papel con trasladarlas, (p. 456)

Con esta conciliatio Quevedo consigue dos fines: de un lado, refutar el argumentorival; de otro, eliminar cualquier tipo de sospecha sobre la acusación de que la Ordende Santiago ofendía la dignidad de Santa Teresa. Queda, pues, sentado que la primacíadel Apóstol no se debe sustentar en el menoscabo de la Santa. Reside, por una parte, enla propia jerarquía que expone la Iglesia:

Bastante era decir lo que la Iglesia ordena: Primum apostólos, que es el primer orden, que sellama lux mundi; el segundo el de los evangelistas, el tercero el de los profetas, el cuarto el delos dotores, el quinto el de los mártires, el sexto el de los confesores, el sétimo el de lasvírgines. Y Santiago tuvo las dignidades de todas siete órdenes, y Santa Teresa fue virgen, (p.457)

Por otra parte, la primacía de Santiago se asienta en lo injusto de privar al Apóstol deun privilegio incuestionable: ser patrón único. La vehemencia de la siguienteenumeración trimembre en incrementum constituye, desde un ángulo retórico, unapropiado cierre (peroratio) de este capítulo:

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Para lo que en la Santa no hay méritos, ni ella los quiere, es para despojar a Santiagoviolentamente de lo que le dio Cristo, de lo que ganó en la guerra, de lo que le pagaron losreyes y pueblos por la fe y por el conocimiento de Jesucristo que le deben, (p. 457)

T E R C E R O T R A T A D O : R E S P O N D E EL D O T O R BALBOA DEL A Ñ O P A S A D O

AL D O T O R B A L B O A D E S T E A Ñ O

Este tratado arranca con un esquema argumentativo de tipo silogístico. Se inicia conuna afirmación ya expuesta en el exordio, y de fuerte carga laudatoria hacia elmonarca, a quien hace parte de su intención: el rey, como David {auctoritas), es justo ycastiga a los prevaricadores:

Hago recuerdo a vuestra majestad que en el primer punto le cité las palabras con que David,rey santo y valiente, calificó su oficio y su corona en el psalmo 100: Non proponebam anteoculos nteos rem injustam: facientes praevaricationes odivi (No proponía delante de los ojoscosas injustas, y aborrecía a los prevaricadores) ¿Quién hay que no sepa que en esta partehace vuestra majestad lo mismo, que no propone cosa mala delante de los ojos, y queaborrece a los que prevarican? (p. 458)

Tras esta afirmación, Quevedo pasa a demostrar silogísticamente {ratiocinatio16)que el Dr. Balboa es un prevaricador y, por lo tanto, merece y recibirá el castigo del rey.Los pasos del razonamiento son los siguientes:

1. Es prevaricador el que oculta un delito bajo apariencia engañosa:

Prevaricadores son, Señor, los que engañosos ocultan verdaderos delitos [...] Y las leyes de laPartida hablan en la nota y en el castigo que merecen los que lo son. (p. 458)

2. Tal y como autoriza la voz de San Pablo, la verdadera caridad y misericordia semuestran en la unidad de espíritu:

Y debe considerar vuestra majestad que si por preceto de toda salud dice San Pablo con fervortan encarecido estas palabras: 5» qua ergo consolatio in Christo, si quod solatium charitatis, siqua societas spiritus, si qua viscera miserationis: impiété gaudium meum, ut idem sapiatis,eamdem charitatem habentes unanimes, id ipsum semientes (Si hay consolación en Cristo, sigusto en la caridad, si alguna compañía del espíritu, si entrañas de misericordia, llenad micontento —dice el Apóstol— para saber lo mismo, finiendo una misma caridad y sintiendouna propia cosa) [...]. (p. 458)

De la premisa anterior se deduce17 que si no hay unidad de espíritu no hay caridad nimisericordia y, por tanto, quien muestra esa dispersión es un prevaricador engañoso.Como el Dr. Balboa se contradice en sus afirmaciones sobre el patronato, es evidenteque no hay en él unidad de espíritu; es, según el razonamiento, un prevaricador quemerece castigo del rey:

!*> Este argumento deductivo se desarrolla en Cicerón, De inventione, I.XXXFV.57-67, con múltiplesejemplos desde I.XXXIV.68.

17 Como es sabido, la deducción (de lo general a lo particular) es el método de conocimiento propio delsilogismo, como la inducción (de lo particular a lo general) lo es del ejemplo.

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[...] fácilmente se colige que no tiniendo unidad de espíritu y una propia caridad y sintiendode una manera, que no hay consolación en Cristo ni entrañas de misericordia. Y si esto es así,y tan detestable entre muchos creyentes, ¿qué nombre tendrá esta división en un hombrepropio, si cada día en unos propios casos sintiese encontradamente, y fuese otro cada día, ydiferente de sí mismo? (p. 458)

A partir de esta demostración, el grueso del tercer tratado desarrolla las contradiccionesdel carmelita en dos escritos sobre el patronato redactados en años sucesivos (1627 y1628):

Ahora suplico a vuestra majestad oiga al dotor Balboa de Morgovejo del año pasado, contravuestro poder y contra el dotor Balboa deste año. (pp. 458-459)

El agudo sentido del satírico Quevedo asoma cuando segmenta el nombre delcarmelita para distribuir sus diferentes opiniones:

Dice ahora el dotor Balboa [...]. Y el año pasado decía el dotor Morgovejo [...]. (p. 459)

Pero la argumentación quevediana no se queda en mostrar las contradicciones de suoponente. Además de ello, Quevedo toma constantemente sus palabras del primerescrito como argumentos que hablan en favor de la causa del Apóstol, en un nuevoejercicio de conciliatio:

Señor, armería es el memorial del dotor Balboa del año pasado, muy copioso, de vida yardiente munición contra sí propio [...]. (p. 460)

Está el dotor Balboa contradiciendo los estudios de la Compañía, y defendiendo en elprincipal punto el patronato único de Santiago; y previniéndose contra sí, sin nuestro ruego,para cuando, importunado, escriba menos contra nosotros que contra sí. (p. 461)

En este terreno de las autoridades ejemplares, Su espada por Santiago ofrece unpasaje que denota el profundo conocimiento quevediano del sistema de las probationesretóricas y, amén de ello, el hábil manejo que hace de su mayor o menor vinculación alasunto. Como he señalado antes (véase la nota 12, supra), la distinción más fuerte es laque separa las pruebas externas o artísticas de las internas o inartísticas: las primerasvienen de fuera del asunto, y se relacionan con él mediante los distintos procedimientosque ofrecía la retórica (analogía, deducción...); por su parte, las inartísticas provienendel propio asunto que se discute y, por tanto, no precisan ninguna manipulaciónartística que las vincule a él. En este sentido, puede decirse que su valor probatorio esmuy fuerte, como se comprueba con los casos de testigos y confesiones.

El fragmento concreto que destaco en este sentido es un pasaje donde Quevedoutiliza la autoridad de Séneca en unas consideraciones del cordobés sobre la necesidadde rectificar una decisión que perjudique a un tercero:

Tune fident fallam, tune inconstantiae crimen audiam, si cum otnnia eadem sint, quae erantprominente me, non praestitero promissum. Alioquin quidquid mutatur, libertatem facit de

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114 ANTONIO AZAUSTRE GALIANA Criticón, 71, 1997

integro consulendi, et tneam fidem libérât. Promissi advocationem; postea apparuit per Mamcaussam praejudicum in patrent meum quaeri. Y más abajo: Omnia esse debent eadent, quaefuerunt, cum protnitteretn, ut promittentis fidem teneas (Entonces faltaré a la fe, entonces mepodrán llamar inconstante, cuando estando así, y siendo verdad todas las cosas como estabany eran cuando hice la promesa, no la cumpliere. De otra suerte, cualquiera cosa délias que semude, da libertad a consultarlo de nuevo. Prometí una advocación, después pareció paraaquella causa perjuicio a mi padre), (p. 463)

Retóricamente, el pasaje es una auctoritas, esto es, un fragmento extraído de uncontexto diferente al del asunto que se trata, y que se vincula a él por semejanza, tal ycomo sucede en los ejemplos, de los que la auctoritas es una variante caracterizada porsu especial dignidad.

En este caso, Quevedo quiere intensificar la fuerza probatoria de esas palabras deSéneca, y para ello intenta eliminar esa distancia que las separa de la cuestión delpatronato. Dirá entonces que son tan propias al pleito que se trata, que parecen dichaspor el propio Séneca pensando en la causa del Apóstol:

Este lugar no se trai, no se cita; él se nace. Díjole Séneca, mas con tales palabras, que parecesólo pudieron juntarse para responder en este caso donde se prometió una advocación, yresultó perjuicio del padre, (p. 463)

En términos retóricos, lo que hace Quevedo es convertir la cita de una autoridad—externa al asunto— en un praeiudiciunt, en una sentencia anterior sobre el mismopleito. Es evidente que así consigue reforzar su argumentación probatoria, y hacer deSéneca jurisprudencia que habla en favor del Apóstol.

El final de este tercer tratado ofrece otros dos procedimientos de argumentacióndignos de referirse. El primero de ellos se basa en la anticipatio —ya señalada antes enotra vertiente de su uso—, que consiste en adelantarse a los argumentos del contrariopara rebatirlos ya antes de que los exponga18:

Y si dijere el dotor Balboa, u gritare la unida comunidad de los padres de la reforma, que éstano es ley; que Séneca no es jurisconsulto; que va mucho de Digestís a libro, y de capítulo apárrafo; digo, señor, que Séneca escribió la fuerza de la razón y las mejores razones; y que larazón y Ja verdad no es ley, antes las precede y Jas prefiere, porque es alma de las leyes, y elderecho por el quien los derechos lo son. (pp. 463-463)

El último pasaje que analizaré utiliza el ejemplo histórico de Masinisa, rey deNumidia, quien mandó restituir a un templo de Juno, en Malta, unos colmillos deelefante que de allí había quitado un general de su tropa. Al explicar la semejanza delcaso con la necesidad de restituir el patronato único a Santiago, Quevedo recurre a unamodalidad del argumentum a comparatione, el locus a minore ad maius, que prueba lomayor partiendo de lo menor. AI mismo tiempo, acentúa la vehemencia del final delpasaje —estamos al final del tratado— con acumulaciones sinonímicas, anáforas,simetría de la frase e interrogatio, recursos de estilo afines a la moción del ánimo:

1 8 Cfr. Lausberg, op. cit., 855.

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R E T Ó R I C A E N S U ESPADA POR SANTIAGO D E Q U E V E D O 1 1 5

Pues, Señor, si es lícito y glorioso y forzoso a un rey restituir lo que otro quitó a una paredsagrada en falsa religión, y confesar que lo admitió ignorando el hecho, y que lo restituyeespontáneamente, ¿a qué obligará a vuestra majestad lo que, mal informado, quitare, no de lapared, sino del santo Apóstol, de su dignidad, de la devoción de toda España, de la costumbrede todas las iglesias, de su santo sepulcro, de la elección de Cristo, de los privilegios de todoslos reyes vuestros antecesores? ¿Qué me detengo en estas ponderaciones? Cuanto vuestramajestad es mayor rey que Masinisa, porque sois más celoso; cuanto va de su templo alpropio santo Apóstol, y de dos colmillos de elefante al patronato de las Españas; tanto vuestrarestitución será más fervorosa, vuestras palabras en ella de mayor piedad, (p. 464)

El memorial se extiende a lo largo de tres tratados más, donde Quevedo continúadesarrollando la riqueza argumentativa de un escritor versado en la preceptiva retórica.Aun deteniéndome aquí, creo que los ejemplos analizados son suficientes para mostrarlas posibilidades que la prosa política de Quevedo, con el auxilio de la retórica, ofreceal estudioso, no sólo de este autor, sino de la literatura política del Siglo de Oro y, másacá, de nuestra práctica oratoria política y judicial.

AZAUSTRE GALIANA, Antonio, «Técnicas de argumentación retórica en Su espada porSantiago, de Francisco de Quevedo». En Criticón (Toulouse), 71,1997, pp. 105-115.

Resumen. En este trabajo se analiza el memorial quevediano Su espada por Santiago. Esta obra constituye unbuen ejemplo de cómo Quevedo conoce las técnicas de argumentación retórica, y las utiliza de forma rica yvariada en la composición de este escrito político, donde intenta persuadir a Felipe IV de las posicionesdefendidas por la Orden de Santiago en el pleito por el patronato de España.

Résumé. Analyse du placet rédigé par Quevedo et intitulé Su espada por Santiago. Il offre un excellentexemple de la connaissance qu'a Quevedo des techniques de l'argumentation rhétorique et de la façon dont illes utilise, avec ampleur et diversité, pour la composition de cet écrit politique, où il s'efforce de défendre,devant Philippe IV, les positions prises par l'Ordre de Saint-Jacques dans le débat ouvert sur le patronage del'Espagne.

Summary. In this study the quevedian Su espada por Santiago will be analysed. This work is a good exampleof Quevedo's knowledge of the techniques of rhetorical argumentation and how he uses them with greatvariety in the writing of this political pièce. Hère hc is trying to convince Philip IV that the points of viewdefended by the order of Santiago in the controversy over the patronage of Spain are correct.

Palabras clave. Quevedo. Retórica. Argumentación. Memoriales. Su espada por Santiago. Patronato deEspaña.

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