Tecnología y pequeña producción

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Tsakoumagkos, Pedro Tecnología y pequeña producción agropecuaria en la Argentina : una caracterización basada en el censo nacional agropecuario 2002 y en estudios de caso / Pedro Tsakoumagkos y María del Carmen González ; coordinado por Pedro Tsakoumagkos. - 1a ed. - Buenos Aires : Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, 2009. 304 p. + CD ; 23x16 cm. - (Estudios e investigaciones; 21)

ISBN 978-987-25244-0-1

1. Desarrollo Rural. 2. Producción Agropecuaria. I. González, María del Carmen II. Tsakoumagkos, Pedro, coord. III. Título

CDD 338.9

Primera edición de 1.000 ejemplares: Noviembre de 2009

© Ediciones CICCUS - 2009 - Bartolomé Mitre 4257 PB “3” (C1201ABC) (54 11) 49 81 63 18 - [email protected] - www.ciccus.org.ar

Equipo responsable del estudio por la cátedra de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires

Coordinador: Pedro Tsakoumagkos, profesor invitado

Investigadores principales: María del Carmen González, profesora titular

Marcela Román, profesora asociada

Investigadores asistentes: Guillermo Hanickel, jefe de trabajos prácticos

Daniel Robles, jefe de trabajos prácticos

Responsable del análisis estadístico: Lic. Alejandro Gerardi

Responsables de estudios de caso NEA: Ing. Agr. Luis Castellán

NOA: Ing. Agr. María del Carmen González

Patagonia: Ing. Agr. Patricia Lombardo

Apicultura: Ing. Agr. Patricia Lombardo

Contraparte por el Proyecto de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios (PRO-INDER): Ing. Agr. Susana Audero, responsable del subcomponente Investigaciones sobre tec-nologías para pequeños productores.

ISBN 978-987-25244-0-1

© 2009 Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Secretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar. Subsecretaría de Agricultura Familiar. Proyecto de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios (PROINDER). Av. Paseo Colón 982, 2º piso, Oficina 226. C1063ACW Buenos Aires, Argentina.Fuente fotografía de tapa (apicultura): www.inta.gov.ar, Galería fotográfica.

Fecha de catalogación: 22/07/2009

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Agradecimientos

Los autores deseamos expresar inicialmente nuestro agradecimiento a Susana Audero, cuya guía y colaboración, esenciales para el logro de esta obra, excedieron con creces a las usuales tareas de una contraparte.

El equipo conformado para el presente estudio –integrado por Patricia Lombardo, Guillermo Hanickel, Daniel Robles y Alejandro Gerardi– asumió las exigencias que los volúmenes y tipos de información trabajados supu-sieron, con una dedicación que queremos agradecer especialmente.

Agradecimientos particulares tenemos para la generosidad y el compro-miso de quienes jugaron diversos y necesarios papeles en los relevamien-tos y aún en la escritura de los estudios de caso:

Luis Castellán, quien elaboró con amplitud los estudios de caso situa-dos en el NEA, entrevistó a Facundo Sarri y Renzo Antonini (EPHA).

Héctor Lipshitz, Alfonso Tricárico y Carlos Soulier (UNSE), quienes fueron entrevistados por María del Carmen González en Santiago del Estero.

Dante Carabajal y Gabriela Sabadzija (INTA) y María Elisa Rueda por una parte, y por la otra, María del Carmen Fernández Górgolas, Catalina Rivero y Rodolfo Cruz (UNCa), quienes fueron entrevistados, suministraron documentación y/o acompañaron durante las visitas de campo en Cata-marca a María del Carmen González, quién redactó los estudios de caso situados en dicha provincia.

Celso Giraudo y Martín Abad (INTA), Graciela Freddy (PSA) y Mauricio Rabinovich, quienes fueron entrevistados personalmente, acompañaron en sus visitas a campo o fueron requeridos mediante otros medios por Patricia Lombardo, a cargo de los informes sobre las tecnologías localizadas en la Patagonia y la que se refiere a apicultura.

Muy especialmente queremos agradecer a los productores que acce-dieron a ser entrevistados por integrantes del equipo; en Formosa y Chaco: Ernesto Agüero, José Ruperto Allende, Alberto Almoa, Roque Britos, Flo-rencio Centurión, Blas Antonio Díaz, Isidoro Anselmo Franco, Modesta González, Carlos Leguizamón, Beatriz Mancuello y Ugando Quintana; en Catamarca: José Humberto Nievas; en Río Negro: Alejo y Mario Sepúlveda.

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Agradecemos, asimismo, a algunos integrantes del PROINDER. A Micaela Baldoni, quien revisó la primera versión del trabajo. A Clara Mal-colm, quien participó en la revisión de las primeras pruebas de galera. A Lidia Bruno quien, por su parte, hizo una puntillosa revisión de esas prue-bas de galera en conjunto, colaboró en la preparación de diversos aspectos de la versión final y, particularmente, en la vinculación con los editores y selección del material fotográfico. A María Angione, quien nos aportó cri-terios estéticos a la hora de decidir diseños y fotografías. A Vilma Busca, quien nos ayudó en la presentación de la bibliografía. Y a Roberto Sán-chez, que contribuyó a adecuar los archivos fotográficos.

El acceso al material fotográfico requiere de nuestros específicos agra-decimientos a Luis Castellán, Juan José Cólica (INTA), María del Carmen Fernández Górgolas (UNCa), Catalina Rivero (UNCa), Dante Carabajal (INTA), Gabriela Sabadzija (INTA), Celso Giraudo (INTA) y Martín Abad (INTA).

Los recursos humanos y materiales de los que dispusimos y el acceso a diversas fuentes de información que requerimos, motivan un agradeci-miento institucional al PROINDER, a las diferentes áreas del MAGYP a las que acudimos y a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

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Presentación

La Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar y el equipo de la cátedra de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires presentan, en este texto, los resultados del estudio “Tecnología y pequeña producción agropecuaria en la Argentina. Una caracterización basada en el Censo Nacional Agropecuario 2002 y en estudios de caso”.

Este estudio fue realizado durante el año 2006 y 2007, en el marco del Proyecto de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios (PROIN-DER) y forma parte del conjunto de documentos realizados por el com-ponente Fortalecimiento Institucional (FI) del PROINDER. Sus contenidos intentan profundizar el conocimiento sobre los aspectos productivos y tec-nológicos de los pequeños productores. La necesidad de esta indagación quedó planteada durante la implementación del subcomponente Investiga-ciones sobre tecnologías para pequeños productores del FI-PROINDER y su puesta en marcha fue facilitada por el estudio realizado previamente por el IICA para el PROINDER sobre los pequeños productores agropecuarios de la República Argentina (2006-2007).

En el presente estudio se reelaboró información censal sobre las pro-ducciones y tecnologías principales de la pequeña producción y sobre el impacto potencial de algunas tecnologías seleccionadas, y se indagó sobre algunas líneas fundamentales de investigación en la materia. La formu-lación de políticas y programas para el desarrollo rural y la agricultura fami-liar podrán recibir un aporte desde este trabajo.

Ing. Agr. Guillermo D. MartiniSubsecretario de Agricultura Familiar

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Resumen ejecutivo

El presente estudio fue llevado a cabo con la finalidad de alcanzar el objetivo general de caracterizar productiva y tecnológicamente a los peque-ños productores (PP) de la Argentina. En términos específicos, el estudio se propuso:

1- identificar los principales rubros productivos y las tecnologías uti-lizadas por los PP relevables mediante el Censo Nacional Agrope-cuario (CNA) 2002 (primera parte);2- analizar el impacto productivo potencial de una selección de tec-nologías apropiadas para PP (segunda parte); y3- identificar las líneas fundamentales de investigación en materia de tecnologías apropiadas para PP (tercera parte).

Los diversos aspectos metodológicos que debieron abordarse se reúnen en la cuarta parte dedicada a los procedimientos de análisis estadístico, relevamientos y estimaciones requeridos para las partes primera (cap. 4.1.) y segunda (cap. 4.2.), teniendo en cuenta que dichos aspectos en el caso del tercer objetivo se limitan a la revisión documental.1

Primera parte: Identificación de los principales rubros productivos y de las tecnologías utilizadas por los pequeños productores

Este trabajo adopta las definiciones de PP, los tres tipos diferenciados, las 11 regiones agroeconómicas y la base-usuario CNA 2002 sobre PP del estudio Obschatko, Foti y Román (2007).

1. Las 310 tablas en que se fundamentan las partes primera a tercera, figuran en los Anexos I, II y III. Ver CD adjunto.

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Los PP y los tipos que los integran son definidos en dicho estudio mediante “características estructurales estrechamente vinculadas con la EAP familiar”. La hipótesis que sustenta esta definición es que “las EAP de pequeños productores son aquellas en las que el productor o socio trabaja directamente en la explotación y no emplea trabajadores no fami-liares remunerados permanentes. A pesar de no utilizarse el tamaño de la explotación como criterio de diferenciación de los PP, se estableció un límite superior de extensión y de capital, para evitar que se filtraran en el universo explotaciones que, con toda evidencia, no pueden ser explota-das principalmente con una estructura de trabajo familiar pero que, por cuestiones de declaración censal, pudieran aparecer como tales. Igual-mente, se eliminó de la base de datos aquellos casos que tenían estructura jurídica de sociedad anónima o en comandita por acciones. La información se organizó en 11 regiones agroecológicas homogéneas, tomando como base y ajustando regionalizaciones utilizadas en estudios anteriores (…) Se establecieron tres tipos de PP. Los mismos responden, a grandes ras-gos, a la siguiente categorización: el tipo 1 abarca a los más capitalizados; el tipo 2, a aquellos que viven principalmente de su explotación pero no logran evolucionar; y el tipo 3 agrupa a los de menores recursos producti-vos, que no pueden vivir exclusivamente de su explotación.” (Obschatko, Foti y Román, 2007:13-14). (Ver cap. 4.1.).

A partir de esta definición se introducen otras conceptualizaciones especialmente acuñadas para alcanzar los objetivos específicos de este trabajo.

En primer lugar, el término rubro productivo principal (RPP) (cap. 1.1.) cuya determinación se hizo en dos pasos. El primer paso consistió en la identificación de los productos individuales que fueron seleccionados según su grado de difusión o, simplemente, productos seleccionados (PS). El segundo paso consistió, precisamente, en la determinación de los rubros productivos principales y en su ponderación con el respectivo valor bruto de la producción (VBP).

Rubro productivo principal: Se refiere a las categorías tradicionales que agrupan productos agrícolas o ganaderos según las modalidades de su producción y/o consumo: cultivos graníferos, forrajeros, industriales, hortí-colas, frutícolas, forestales, ganadería mayor o menor, granja, etc. En este estudio, este concepto se utiliza en forma flexible y adaptada al objetivo de la caracterización productiva de los PP de una determinada región. En efecto, además de esas categorías tradicionales se utilizan otras, ya que también conforman un mismo rubro productivo especies ganaderas mayores y menores si se sabe que suelen coexistir en las mismas EAP; especies y grupos de frutales distintos cuando no distorsionan la imagen productiva regional; etc.

Producto seleccionado: Su definición operativa se basa, en primer lugar, en su grado de difusión, término que alude a todos aquellos productos

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individualmente considerados según el porcentaje de EAP que los llevan a cabo y que son realizados al menos por el 5% de los PP de una región. En consecuencia, por un lado, el porcentaje máximo alcanzado por el grado de difusión de un producto seleccionado varía de región en región; y, por el otro, la cantidad de ellos que quedaron incluidos en el grupo de los productos seleccionados también resultó regionalmente variable.

En segundo lugar, los productos así seleccionados fueron ponderados por su participación relativa en el VBP de cada región. Así pues, aunque el criterio definitorio para determinar un producto seleccionado es su grado de difusión, las participaciones relativas individuales en el VBP regional han sido utilizadas para verificar que su suma cubriese más del 50% del respectivo total.

Además, un rubro productivo principal —es decir, un subconjunto de productos seleccionados que integran una categoría semejante— es pon-— es pon- es pon-derado de acuerdo con las participaciones relativas del rubro productivo principal en su conjunto, recuperando de esa manera un perfil más acorde con la imagen productiva regional de los PP de la que hubiese surgido de los productos individuales aisladamente considerados. El trabajo resulta así en 11 tablas, una por región (ver Anexo I en el CD adjunto).

Una ilustración de las implicancias del procedimiento en su conjunto se tiene enunciando sus resultados más generales. Es decir: el grado del pro-ducto más difundido (el máximo porcentaje alcanzado) en cada región, la cantidad de productos incluidos y el porcentaje que todos ellos involucran en el VBP regional de los PP.

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RegiónPS más

difundido(%)

Cantidad de PS Participación de los PS

en el VBP regional (%)

Puna 65 13 85

Valles del NOA 31 18 69

Agrícola subtropical del NOA 35 11 54

Chaco seco 89 8 87

Monte árido 75 11 58

Chaco húmedo 72 14 82

Mesopotamia 74 17 93

Patagonia 57 24 78

Pampeana 69 11 86

Oasis cuyanos 39 10 76

Valles patagónicos 39 20 94

Fuente: Elaboración propia con datos del reprocesamiento especial para este estudio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Los cultivos graníferos tienen una presencia regionalmente significativa en Monte árido y Chaco húmedo. Los cultivos industriales aparecen con presencia significativa en Agricultura subtropical del NOA, Mesopotamia, Chaco seco y Chaco húmedo. En el caso de los cultivos frutícolas de todo tipo (de pepita y de carozo, cítricos, vid, secas, etc.), se presentan en Valles del NOA, Mesopotamia, Patagonia y Cuyo. Los cultivos hortícolas tienen expresión en casi todas las regiones, con excepción de la Pampeana. Respecto a la ganadería y las actividades granjeras y de apicultura cabe hacer los siguientes señalamientos. La ganadería se encuentra en todas las regiones. Sin embargo, es claro que un supuesto de inclusión tanto de destinos al autoconsumo como al mercado son plausibles. Ahora bien, los datos manejados para esta tabla no permiten diferenciar la producción predominantemente mercantil, de la disposición de limitadas existencias con propósitos principalmente domésticos. Las dificultades para diferenciar

Tabla I. Argentina. Producto seleccionado con mayor grado de difusión (%), cantidad de productos seleccionados y participación total de los productos

seleccionados en el valor bruto de la producción de los PP (%). 2002

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estos distintos propósitos son mayores en el caso de las actividades gran-jeras. La apicultura, que tiene una localización muy amplia, se presenta con algún porcentaje en la región Pampeana. Los forrajes, según las posi-bilidades de su ubicación relativa, parecen acompañar a las actividades ganaderas. Por último, los cultivos forestales tienen presencia relativa de significación para los PP, sólo en Mesopotamia.

Región CG(%)

CFo(%)

CI(%)

CFr(%)

CH(%)

CFe(%)

G(%)

GA(%)

1. Puna 2 11 - - 42 - 29 -

2. Valles del NOA 2 4 - 25 33 - 4 2

3. Agricultura subtropical del NOA 2 - 28 - 18 - 5 1

4. Chaco seco 5 - 10 - 22 - 36 14

5. Monte árido 28 5 - - 3 - 21 2

6. Chaco húmedo 43 - 8 - 5 - 27 *

7. Mesopotamia 2 - 13 12 3 12 44 8

8. Patagonia - 2 - 30 24 - 24 *

9. Pampeana 58 9 - - - - 18 *

10. Oasis cuyanos - - - 59 15 - 1 -

11. Valles patagónicos * 1 - 79 12 - 3 -

CG: Cultivos Graníferos; CFo: Cultivos Forrajeros; CI: Cultivos Industriales; CFr: Cultivos Frutícolas; CH: Cultivos Hortícolas; CFe: Cultivos Forestales; G: Ganadería; GA: Granja y Apicultura; * Menor que 1%.

Fuente: Elaboración propia con datos del reprocesamiento para este estudio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla II. Argentina. Participación de los rubros productivos principales en el valor bruto de la producción de los pequeños productores por región. 2002

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Una descripción a escala nacional de los 54 productos seleccionados permite señalar posiciones muy diferentes dentro de las estrategias pro-ductivas del sector: productos con alta participación en el valor producido por el sector (caña de azúcar, manzano, etc.) y otros de escasa signifi-cación (aves de corral, anco, etc.); productos claramente volcados al mer-cado (algodón, soja, etc.) y productos destinados al autoconsumo (choclo, mandioca, etc.).

Desde el punto de vista de la cantidad de regiones en las que están pre-sentes, pueden identificarse tres grupos distintos: presencia generalizada (productos ganaderos —bovinos, ovinos, caprinos, porcinos— y maíz), presencia intermedia (alfalfa pura, algunas hortícolas —cebolla, choclo, zapallito, tomate— y animales de granja) y presencia especializada (culti-— y animales de granja) y presencia especializada (culti- y animales de granja) y presencia especializada (culti-vos industriales y forestales en el NEA; caña de azúcar, tabaco y frutales en el NOA; vid y frutales en Cuyo; frutales en la Patagonia; etc.).

Agrupamientos de productos: Este término (cap. 1.2.) alude a productos seleccionados que se combinan en una misma EAP —independientemente de la presencia o ausencia de relaciones técnicas entre ellos— y confor-man grupos relativamente homogéneos de EAP/PP en términos de esas combinaciones.

La caracterización de los agrupamientos de productos seleccionados o sistemas productivos —advirtiendo, sin embargo, que el uso habitual de este último término comprende algunos aspectos no considerados aquí por limitaciones de la información disponible— recurre al análisis de la combi-nación de actividades presentes en las “explotaciones de pequeños pro-ductores”, de acuerdo a la tipología realizada en el estudio IICA-PROIN-DER: PP-I, PP-II y PP-III.

Para seleccionar las combinaciones predominantes se optó por el aná-lisis de clusters, a través del paquete estadístico SPSS. El procedimiento permite identificar grupos relativamente homogéneos de casos (en este caso explotaciones), de acuerdo a características seleccionadas (para este estudio, la presencia de determinado cultivo o producción animal y su grado de asociación con la presencia del resto de los productos).

Este procedimiento se realizó para cada una de las once regiones homogéneas y, dentro de éstas, para los 3 tipos de pequeños producto-res ya definidos (PP-I, PP-II y PP-III) y para 4 clusters 1 en cada tipo (132 tablas en total; ver Anexo II en el CD adjunto).

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REGIONESTIPOS DE PP

PP-I PP-II PP-III

1. Puna 2 2 1

2. Valles del NOA 1 1 2

3. Agricultura subtropical NOA 3 2 3

4. Chaco seco 1 1 2

5. Monte árido 1 1 1

6. Chaco Húmedo 1 1 1

7. Mesopotamia 2 2 2

8. Patagonia 2 1 1

9. Pampeana 1 2 2

10. Oasis cuyanos 2 2 2

11. Valles patagónicos 2 2 2

Fuente: Elaboración propia con datos del reprocesamiento para este estudio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

El relevamiento y análisis de información sobre tipos de tecnología (cap. 1.3.) utilizadas en cada uno de los productos seleccionados, región por región según diferentes niveles de información censal, se basa en un reprocesamiento con el paquete estadístico SPSS de la base usuario IICA-PROINDER sobre PP. El plan de dicho reprocesamiento consiste en la selección de un conjunto de ítems (preguntas con sus correspondientes códigos) de los formularios del CNA 2002 y de relaciones entre algunos de

Tabla III. Síntesis de actividades productivas: cantidad de agrupamientos de productos por región y tipo de EAP.

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ellos. Esos ítems no se circunscriben a tecnologías en un sentido estricto, sino que abarcan también asuntos como los siguientes: ubicación del pro-ducto y/o de la técnica en el contexto de los PP o de la EAP; referenciación a indicadores de manejo o de eficiencia; dotación de ciertos medios produ-cidos y no producidos que potencialmente denotan tecnología; etc.

En consecuencia, el reprocesamiento consta de 167 tablas (ver Anexo III en el CD adjunto): 156 tablas —54, una por cada producto, multiplica-das por un número variable de regiones, según el número de éstas en las cuales el producto fue identificado—; y 11 tablas, una por región, referidas al conjunto de productos individuales seleccionados en cada una de ellas.

A fin de facilitar la lectura necesariamente más detallada del cuerpo del estudio, las tablas que figuran a continuación presentan algunos datos fundamentales: los productos seleccionados de acuerdo con el nivel de información censal disponible; y, datos productivos y tecnológicos bási-cos para algunos productos y regiones correspondientes al nivel de infor-mación A que constituyen, al mismo tiempo, actividades (graníferas, industriales, frutícolas y ganaderas) importantes para diferentes tipos de PP en todo el país.

A soja, trigo, maíz, algodón, caña de azúcar, tabaco, té, yerba mate, vid, olivo, mandarino, naranjo, manzano, peral, bovino, ovino, caprino

B girasol, nogal, cerezo, ciruelo, durazno, nectarina, ajo, cebolla, tomate, pollo

C alfalfa consociada, alfalfa pura, avena, tung, acelga, batata, chaucha, choclo, haba, lechuga, mandioca, melón, papa, poroto, sandía, zanahoria, zapallito, zapallo, zapallo anco, eucalipto, paraíso, pino, llamas, patos, pavos, porcinos, apicultura

Fuente: Elaboración propia en base a reprocesamiento especial de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla IV. Argentina. Productos seleccionados de PP según niveles de información censal sobre producción y tecnología. 2002

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Soja

Pampeana

20 % de sup. c/fertilizantes químicos; 78% c/insecticidas y acaricidas; 165% c/herbicidas; 16% c/fungicidas. No hay mayores diferencias entre PP. 72 % de sup. en siembra directa. 91% c/semilla transgénica.

Trigo

Pampeana

67% sup. c/fertilizante químico; 18% c/acaricidas o insecticidas; 81% c/herbicidas; y 24% c/fungicidas. El abono orgánico no es común. 42% en siembra directa; ínfima la superficie c/riego.

Maíz

Mesopotamia

11% de la superficie c/fertilizantes químicos; 8% c/insecticidas y acaricidas; 12% c/herbicidas; 1% c/fungicidas y 2% c/abono orgánico. 16 % de sup. en siembra directa. El 2%/EAP utilizan semillas transgénicas.

Algodón

Chaco húmedo

La variedad Guazuncho II 56% de la superficie, Porá 31%. El 12%/PP-I transgénico. Fertilizantes químicos 5%/sup.; 232% c/insecticidas y acaricidas, 74% c/herbicidas, 8% c/fungicidas y -1% c/abonos orgánicos. Reguladores de crecimiento 5%/EAP. 86%/EAP c/desmalezado, escardillado y carpida. El 80 %/sup. se cosecha manualmente.

Caña de azúcar

Agricultura subtropical del NOA

Variedades más cultivadas TUC 77-42 (46% sup.) y CP 65-357 (30%). Edad del cañaveral 12% sup. caña planta, 50% caña soca 1-4 años, y resto caña soca 5+. Fertilizantes químicos 94%/sup., controlan maleza manualmente 44%, 91% control mecánico de malezas y 20% control químico. Cosecha manual 82% PP-III, predominando mecánica en PP-I (63%). Sup. caña regada 5%.

Tabaco

Mesopotamia

EAP c/Burley 83%, Criollo Correntino en PP-I 49%. Fertilizantes químicos 216% sup.; 281% c/insecticidas y acaricidas, 40% c/herbicidas, 52% c/fungicidas y 11% c/abonos orgánicos. Desflore químico 26% EAP, desbrote manual 80%. No existen diferencias en los tres PP. Capacidad secaderos 51 toneladas por EAP.

Mesopotamia

Edad de plantaciones -15 años (14%), 15 y más (87%). Fertilizantes químicos 61% sup.; 19% c/insecticidas y acaricidas; 69% c/herbicidas; -1% c/fungicidas y 4% c/abono orgánico. Control malezas mecánico 51% EAP, 57% control químico malezas. El 65%/PP Mesopotamia podan, 60% realizan canteado. Fertilizan con urea (52%). No existen diferencias significativas entre los tres PP. En promedio tienen 2 toneladas de secaderos de té por EAP.

Tabla V. Argentina. Datos básicos sobre producción y tecnología para productos seleccionados de PP correspondientes al nivel de

información censal A. 2002

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Yerba Mate

Mesopotamia

Mayoría en plantaciones de baja densidad y de menos de 14 años (45%). Fertilizantes químicos 1% sup.; 4% c/insecticidas y acaricidas; 52% c/herbicidas; y 3% c/abono orgánico. No existen diferencias significativas entre los tres PP. Control de malezas manual 78%. Control químico de malezas 45% EAP. La mayoría de los PP (68%) no fertilizó los últimos 5 años.

Vid

Oasis cuyanos

Principales variedades cereza (21%) y criolla grande (23%), sin diferencias entre tipos de PP. Edad de plantaciones 14% sup. -4 años, 11% 4-14 años, 14% 15-24 años, 61% viñedos 25 y + años. Sin diferencias entre tipos de PP. Tipo de conducción 51% sup. c/parral, 36% espaldera bajo, y 13 % espaldera alta. Fertilizantes químicos 28% sup.; 12% c/insecticidas y acaricidas, 38% c/herbicidas, 227% c/fungicidas y c/abono orgánico 21%. Sin diferencias entre tipos de PP. 88% sup. c/tratamiento de peronóspora y 56% contra oídio. 78% sup. c/control mecánico malezas. 100% sup. regada, predominante riego p/surco.

Olivo

Valles del NOA

85% sup. a conserva, 137 plantas/hectárea. 22% de sup. c/fertilizantes químicos; 7% c/insecticidas y acaricidas; 22% c/abono orgánico, 3% c/fungicidas y 6% c/herbicidas; significativamente menores en PP-III, excepto abono orgánico.

Mandarino

Mesopotamia

Variedades más cultivadas: Criolla, Dancy, Ellendale, Murcott y Okitsu. Edad de plantaciones: -10 años (51% sup.) 10-19 años (37%) y más de 20 el resto. 23% de la sup. c/fertilizantes químicos; 357% c/insecticidas y acaricidas; 43% c/herbicidas; 38% c/fungicidas y 10% c/abono orgánico. Superficie efectivamente regada -1%; sin diferencias significativas entre PP en estos indicadores.

Naranjo

Mesopotamia

Variedad más cultivada: naranjo s/ombligo Valencia (55% plantas). 25% sup. c/fertilizantes químicos; 404% c/insecticidas y acaricidas; 49% c/herbicidas; 40% c/fungicidas y 16% c/abono orgánico. Superficie efectivamente regada -1%; sin diferencias significativas entre PP en estos indicadores.

Manzano

Valles patagónicos

Variedades más cultivadas: Red delicious, clones de Red delicious y Granny Smith. Edad de plantaciones: -5 años (8%) 5-14 años (22%), y 15 y más (70%). Mayoritaria proporción de superficie con monte tradicional (57%). 57% de la sup. c/fertilizantes químicos; 661% c/insecticidas y acaricidas; 16% c/herbicidas; 40% c/fungicidas y 17% c/abono orgánico. Los aplican mayormente los PP-I.

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Peral

Valles patagónicos

Variedades más cultivadas: Williams y Packham’s triumph. Edad de plantaciones: -5 años (18%) 5-14 años (33%), y 15 y más (49%). En PP-I predomina el monte tradicional (64%). 75% sup. c/fertilizantes químicos; 640% c/insecticidas y acaricidas; 22% c/herbicidas; 61% c/fungicidas y 22% c/abono orgánico. Los aplican mayormente los PP-I.

Bovinos

Chaco seco

89% de EAP c/bovinos. Orientación: 96% existencias (tres tipos) son “no especializadas”. Indicadores de eficiencia EAP promedio c/bovinos: 5% de toros, 63% de terneros nacidos, 12% de terneros < de 1 año muertos, y del 21% para terneros > de 1 año. 21% efectúan el servicio natural a corral (resto servicio natural a campo). El 4% hacen pastoreo rotativo y un 1% realizan suplementación alimenticia. 48% antiparasitarios externos, 62% antiparasitarios internos, 3% control de venéreas, y 44% aplican vacunas no obligatorias. Sin sensibles diferencias respecto del promedio regional, en indicadores de eficiencia y alimentación. En aspectos sanitarios hay diferencias.

Ovinos

Patagonia

El 57% de las EAP tienen ovinos (PP-I y PP-II encima del promedio 59-66%). Orientación existencias tres tipos: para carne (72%) y para lana (92%). EAP ovina promedio - indicadores de eficiencia: 4% de reproductores, 44% de corderos nacidos, 14% de animales < de 1 año muertos, 8% de animales > de 1 año muertos. 55% EAP estacionan servicio y 83% desparasitan, principalmente sistémica (58%) y con baños (42%). 8% EAP seleccionan animales por peso del vellón. 8% EAP esquila pre-parto y 77% esquila post-parto. Superficie galpones de esquila 10 m2/EAP.

Caprinos

Monte árido

EAP c/caprinos 56% (PP-II 64%). Caprinos/EAP 82. Orientación para carne (96% EAP), sin diferencias entre PP (cuero 49% EAP. Para leche 18%). Prácticas: 10% estaciona servicio y 30% desparasitan. Mayoría no selecciona animales.

Fuente: Elaboración propia en base a reprocesamiento especial de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

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Segunda parte: Análisis del impacto productivo potencial de una selección de tecnologías apropiadas

Los procedimientos que permitieron arribar a una selección de tec-nologías para PP cuya descripción e impacto potencial constituyen la segunda parte del estudio son los siguientes: 1- elaboración de un listado preliminar de grupos temáticos de tecnologías para PP de la Argentina; 2- análisis de monitoreos de proyectos sobre investigaciones adaptativas y del catálogo del subcomponente investigaciones del FI-PROINDER; 3- análisis de monitoreos de subproyectos AIR-PROINDER; 4- realización de una docena de estudios de caso en diversas regiones del país.

La selección final de propuestas tecnológicas cuya descripción y esti-mación de impacto potencial fue llevada a cabo, es definida brevemente a continuación y resumida en la tabla subsiguiente:

1- Alambrado eléctrico para mallines y refugios para corderos en la región Patagonia (cap. 2.1.). Han sido generadas para lograr un incremento constante del número de corderos, lo cual se traduce en un aumento de la tasa de señalada. El alambrado eléctrico es una tecnología que permite: revertir situaciones de sobrepastoreo, ya que mediante la realización de divisiones estratégicas en áreas de pastoreo se puede recuperar el pastizal natural y aumentar su pro-ductividad; disponer de reservas forrajeras en la época de parición así como facilitar el manejo de las pariciones; controlar predadores (zorro y perro). El refugio es un área cubierta que permite encerrar a las madres próximas a parir durante la noche y mantener bajo techo a las paridas hasta las 72 horas de nacidos los corderos, facilitando que la madre y la cría permanezcan juntas, secas y abrigadas en el momento perinatal. 2- Buenas prácticas apícolas sanitarias en la región Pampeana (cap. 2.2.). La tecnología ofrecida consiste en un conjunto de pautas tendientes a disminuir el porcentaje de mortalidad y morbilidad de las colmenas, asegurando la calidad de sus productos. La premisa básica es que los productores puedan contar con la información suficiente para conocer e implementar dichas pautas. Dentro de las medidas a implementar, se pueden distinguir entre aquellas dirigidas a la prevención o profilaxis de las enfermedades y sus tratamientos específicos. 3- Manejo integrado de plagas (carpocapsa) en nogales de la región Valles del NOA (cap. 2.3.). La tecnología reduce paulatinamente las poblaciones de carpocapsa mediante control integrado por produc-tores capacitados. Existe una potencial progresividad en el manejo integrado de la plaga que va desde la reducción de agroquímicos

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que posibilita el detallado monitoreo que de ella se hace, hasta el nivel más alto vinculado al uso del bioinsecticida carpovirus. Puede producirse un reemplazo paulatino de la variedad criolla de nogal —predominante en la región— por otra denominada californiana que posee dos ventajas: tiene un ciclo que permite evitar en alto grado los daños de la plaga y tiene dimensiones que facilitan las diferentes tareas del cultivo incluyendo las relacionadas con esta tecnología. 4- Secaderos solares de pimiento para pimentón en la región Valles del NOA (cap. 2.4.). Es un sistema de bandejas movibles semiprote-gidas —consistente en un recinto cerrado, un microtúnel— con cober-tura de polietileno perforado que cubre un lecho de secado al sol, de modo que el pimiento fresco queda sobreelevado. La exposición a agentes contaminantes y el tiempo de secado se reducen drásti-camente. Se trata de una propuesta “intermedia” entre la tecnología convencional de secado en canchones actualmente de uso mayori-tario, por un lado; y, el secado mediante hornos a combustible de mayor escala y calidad también existente pero con menor cobertura, por el otro.5- Sistema de siembra directa para pequeños productores de la región Chaco húmedo (cap. 2.5.). La siembra directa es un sistema de producción que consiste en sembrar sobre una cobertura ve-getal, sin la preparación tradicional del suelo, realizando una per-manente rotación de cultivos. La cobertura proviene del cultivo ante-rior o de cultivos realizados especialmente para cobertura (abonos verdes). Se explican las características, usos y efectos de algunas herramientas aptas para estas tareas —fabricables artesanalmente y utilizables con tracción a sangre— y de nuevas modalidades de realizar abonos verdes integrables a un sistema de siembra directa.6- Conservación de granos a nivel familiar en la región Chaco húmedo (cap. 2.6.). La tecnología propuesta consiste en la incorpo-ración y adecuado manejo de silos metálicos de escala familiar, que permiten conservar los granos limpios, secos y frescos. Presupone la resolución del desgranamiento, del secado, y de la cosecha antici-pada para prevenirse del ataque de aves (loros y cotorras), para todo lo cual se hacen recomendaciones.

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Región Patagonia

Alambrados eléctricos para el manejo de mallines y refugios para corderos

+850 EAP ovineras c/mallines en pastoreo continuo (22%); +100.000 cab. ovinas. Hipótesis ‘alta’: el VBP de corderos se incrementa en un 72% promedio; y, hipótesis ‘media’: dicho incremento es del 36%. Impacto en términos absolutos en el VBP de corderos, es de $2.818/EAP con la hipótesis ‘alta’; y, de $1.410/EAP con la hipótesis ‘media’.

Región Pampeana

Buenas prácticas apícolas

Pequeño apicultor -100 colmenas; 9% de los PP pampeanos; 72% de las colmenas son de terceros. El VBP sin tecnología es de $6.875/EAPcc (con colmenas); en la ‘hipótesis alta’ es de $13.750/EAPcc; y en la ‘hipótesis media’ es de $10.312/EAPcc. El VBP se incrementa un 50% en la hipótesis media y un 100% en la hipótesis alta.

Región Valles del NOA

Manejo integrado de plagas en nogales

PP nogaleros 15%/PP regionales. La superficie promedio con nogal por EAP es de 1,3 ha. El VBP/EAP con nogales del tipo II es de $7.100 ‘sin tecnología’, de $15.000 con la ‘hipótesis media’ y de $35.000 con una ‘hipótesis alta’. El VBP se incrementa en 112% en la hipótesis media y en 394% en la hipótesis alta. En los PP del tipo III, el VBP es de $2.300/EAP con nogales ‘sin tecnología’; de $5.000/EAP c/nogales con hipótesis media y de $11.600/EAP c/nogales con hipótesis alta. El impacto en la oferta regional puede ser un 60% en la hipótesis media y más del 100% en la hipótesis alta.

Región Valles del NOA

Secaderos solares de pimiento para pimentón

Cantidad total de PP regionales c/pimiento para pimentón casi 600 (3% PP regionales) Tipo modal PP-II (42%). Tamaño medio 1,3 ha. y modal 1,1 ha. El VBP/EAP en promedio pasa de $1.300 a $1.600 por campaña, en los PP-II se incrementa desde $1.200 a $1.400.

Región Chaco húmedo

Sistema de siembra directa para pequeños productores

Los PPIII que hacen maíz son casi 4.400 (39%) y el tamaño medio cultivado 2,5 ha. /EAP. El VBP de maíz/EAP ‘sin tecnología’ es $1.319 y en la hipótesis ‘con tecnología’ $3.748 (hasta +180%). De +10.000 tn. a aproximadamente 30.000 tn. totales. Cada EAP ahorra 17 jornadas en la hipótesis alta y, el conjunto de PPIII maiceros +76 mil jornadas (respectivamente $350/EAP y $1,5 millones menos). Ahorro de trabajo por EAP c/algodón (sup. media 4,4 ha.) 75 jornadas/EAP y 340.000 jornadas totales (ahorran $1.600/EAP y $7,4 millones algodoneros tipo PP-III).

Región Chaco húmedo

Conservación de granos a nivel familiar

El precio aumenta de $0,6 a $1. Estimación sobre 60% de la producción maicera de los PP-III. El VBP maicera ‘sin tecnología’ es $720/EAP y ‘con tecnología’ $1.200/EAP, (impacto del 67%). El incremento del VBP es $+2 millones.

Fuente: Elaboración propia con datos de estudios de caso y reprocesamiento especial base-usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla VI. Argentina. Denominación e impacto potencial de una selección de tecnologías para PP (precios 2006)

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Tercera parte: Identificación de líneas fundamentales sobre investigaciones tecnológicas para pequeños productores

Las observaciones referidas a líneas identificadas sobre investiga-ciones tecnológicas para pequeños productores (ITPP), se agrupan en tres apartados: 1) Líneas orientativas, en el sentido de enfoques teórico-me-todológicos que se aprecian pertinentes para las investigaciones tecnológi-cas para pequeños productores. 2) Líneas temáticas, referidas a aquellas que parecen prioritarias a partir de la lectura de este estudio y de otros documentos del PROINDER. 3) Líneas operacionales, derivadas de las experiencias de diseño, implementación y evaluación de investigaciones tecnológicas para pequeños productores del PROINDER, registradas en los documentos consultados u observadas por el propio equipo de este estudio al analizarlos.

3.1. Líneas orientativas

• Las tecnologías para PP están comprometidas en diversas formas y grados por sus modos de pertenencia al proceso de reproducción social. En términos estrictos, en realidad, esto es válido para todo agente económico. Lo específico del caso de los PP, estriba en sus particulares características como sujetos sociales, las que funda-mentalmente están referidas a que: difieren en varios sentidos de las unidades empresariales “típicas” (papel clave del trabajo fami-liar, limitaciones para sostener su capitalización), presentan signifi-cativas fuentes de heterogeneidad económico-social que inciden en sus inserciones estructurales y son determinados por factores con-textuales específicos de acuerdo con las particularidades que sus transformaciones adoptan respecto de aquéllas que son hegemóni-cas en la sociedad en su conjunto. Las tecnologías para PP tienen, por lo tanto, dimensiones analíticas intraprediales y extraprediales, sincrónicas y diacrónicas, particulares, implicando con ello que sus diseños teórico-metodológicos comprenden a las ciencias naturales y a las ciencias sociales. Un enfoque capaz de integrar en forma consistente los elementos teórico-metodológicos de unas y otras se constituye, entonces, en una orientación fundamental que se re-quiere para las investigaciones tecnológicas para PP.• Las ITPP, por razones semejantes a las expuestas en el párrafo anterior, deben abarcar una pluralidad de aspectos intraprediales y extraprediales, intrasectoriales y extrasectoriales, comprendiendo temas de producción, comercialización y mercadeo, transformación artesanal y agroindustrial, gestión y organización, etc.

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3.2. Líneas temáticas

• Las líneas temáticas de las ITPP, deberían priorizarse desde un doble punto de vista. En primer lugar, en función de la importancia relativa para los PP en términos de una o más variables significati-vas (número de PP involucrados, grado de difusión del producto al que se aplica, volumen o valor de la producción, representatividad del sistema productivo potencialmente adoptante, replicabilidad de la tecnología propuesta, etc.).• Las líneas temáticas de las ITPP deberían priorizarse en segundo lugar, sobre la base de criterios de consistencia técnico-agronómica y socio-económica (carácter secuencial de los requerimientos agronómicos, condiciones del ciclo productivo de corto-largo plazo, perfil tradicional o innovador de la propuesta; impacto cuantitativo y cualitativo en el trabajo familiar, impacto en el volumen absoluto y relativo de las inversiones y gastos monetarios, etc.).

3.3. Líneas operacionales

• Las ITPP deben contar con una precisa y completa determinación de su línea de base; de manera que todo proyecto de ITPP, además de describir la propuesta tecnológica y los procedimientos que garantizan la calidad de los experimentos a ejecutar, deben definir conceptual y operativamente las variables del estudio, establecer sus magnitudes en la situación sin proyecto y, asimismo, su repre-sentatividad respecto del universo de referencia también en térmi-nos cuantitativos.• La determinación precisa y completa, en el caso de los objetivos de las ITPP, no se limitan a su definición, operacionalización y cuan-tificación; sino que deben contar con una adecuada contextualiza-ción (respecto de las finalidades y de la realidad más amplias de los PP y de la política de ITPP misma) y justificación (origen e impactos potenciales).• Los resultados de los proyectos de ITPP, deben ser diseñados, controlados y medidos con idéntica rigurosidad que la línea de base y los objetivos. Ello implica asignar particular énfasis a esta temá-tica en el uso de la matriz lógica; en la formulación —atendiendo a un sentido amplio del término resultados— y aplicación de registros adecuados a tal fin; y a la relación entre esos resultados y la facti-bilidad de su adopción por el universo de PP de referencia y otros semejantes.

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Capítulo 1.1

Los rubros productivos principales

Tal como se expone en el capítulo 4.1., para este trabajo se identifican tecnologías para la obtención de productos seleccionados realizados por pequeños productores (PP). Un producto de los PP es seleccionado siem-pre que sea llevado a cabo por al menos el 5% de los PP —sin discriminar entre tipos de pequeños productores— del total de cada región. Por ello, dichos porcentajes no totalizan el 100% de la producción agropecuaria en manos de pequeños productores. En consecuencia, la correcta interpre-tación de esos guarismos es la de asignar una mayor difusión entre los PP a un producto cuanto mayor sea ese porcentaje (ver Anexo I en el CD adjunto).

Ahora bien, sea cual sea la magnitud de esa difusión, un producto selec-cionado (PS) integra algún rubro productivo principal (RPP), por el hecho de pertenecer a una categoría colectiva de productos agrícolas o ganade-ros según las modalidades de su producción y/o consumo, cuya importan-cia relativa dentro del conjunto de los PS de una región viene dada por su participación relativa en el valor bruto de la producción (VBP) regional de los PP.

La participación de los RPP en el VBP de los PP por región, permite señalar que:

Los cultivos graníferos —más allá del plausible supuesto que en algu-nas regiones incluya actividades de autoconsumo— tienen una presen-cia regionalmente significativa en la tradicional localización pampeana y en áreas de reciente expansión de la frontera agrícola con tales cultivos (Monte árido y Chaco húmedo).

Los cultivos industriales, por su parte, aparecen con presencia signifi-cativa en las regiones del país en las que tales actividades son tradiciona-les (agricultura subtropical del NOA, Mesopotamia, Chaco seco y Chaco húmedo); aunque también se presenta una importante reducción en algu-nas de ellas.

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En el caso de los cultivos frutícolas, que a efectos de este análisis com-prenden a todo tipo de especies clasificables como tales (de pepita y de carozo, cítricos, vid, secas, etc.), también se presentan en las regiones tradicionales del norte del país (Valles del NOA y Mesopotamia) y en Patagonia y Cuyo, aunque en estas dos últimas —en consonancia con las imágenes sobre la estructura agraria de las diferentes áreas frutícolas del país— tal presencia adquiere un carácter predominante.

Los cultivos hortícolas tienen expresión en casi todas las regiones, con excepción de la Pampeana. Por otra parte, salvo tres regiones del norte del país, sus participaciones relativas en el VBP son superiores al 12%. Sin embargo, es posible que una correcta interpretación de estos guaris-mos sea que engloban, en realidad, tanto producciones para el autocon-sumo como para el mercado y que la magnitud de esos porcentajes esté influida por los rendimientos y precios imputados, así como por la impor-tancia relativa del resto de las actividades de cada región (por ejemplo, como explicación de ausencia relativa de estos productos en la región Pampeana).

Otro tanto sucede con la ganadería y con las actividades granjeras y apicultura. La ganadería —que comprende bovinos, ovinos y caprinos, así como llamas en la Puna— se encuentra en todas las regiones. Sin embargo, es claro que un supuesto de inclusión tanto de destinos al auto-consumo como al mercado son plausibles. Ahora bien, los datos mane-jados no permiten diferenciar la producción bovina pampeana, peripam-peana o de otras regiones predominantemente mercantil, de la disposición de limitadas existencias con propósitos principalmente domésticos. De modo semejante, habría que diferenciar la cría de ovinos y caprinos que, aunque suelen incluir autoconsumo, obtienen como es sabido lana, pelo, cueros y carne para la venta. Las dificultades para diferenciar estos distin-tos propósitos son mayores en el caso de las actividades granjeras. La api-cultura, que tiene una localización muy amplia como también es conocido, se presenta con algún porcentaje en la región pampeana, aunque inferior al 1% como cuadra con esa ubicación donde predominan aún para los PP las producciones graníferas y bovinas. Los forrajes, según las posibilidades de su ubicación relativa, parecen acompañar a las actividades ganaderas.

Por último, los cultivos forestales tienen presencia relativa de signifi-cación para los PP, sólo en Mesopotamia.

El análisis de los productos de los PP que resultaron seleccionados por su grado de difusión a escala nacional permite hacer una descripción como la siguiente:

- Totalizan 54 productos que engloban posiciones muy diferentes dentro de las estrategias productivas del sector: productos con alta participación en el valor producido por el sector (caña de azúcar, manzano, etc.) y otros de escasa significación (aves de corral, anco, etc.); productos claramente volcados al mercado (algodón, soja, etc.) y productos destinados al auto-consumo (choclo, mandioca, etc.).

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- Desde el punto de vista de la cantidad de regiones en las que están presentes, pueden identificarse tres grupos distintos: presencia genera-lizada, presencia intermedia y presencia especializada.

- Los productos que tienen una presencia generalizada —en más de 8 regiones— son fundamentalmente: ganaderos (bovinos, ovinos, caprinos, porcinos) y maíz. En estos casos, en realidad, estos productos pueden des-tinarse tanto al mercado como al autoconsumo en forma exclusiva o combi-nada. La presencia en tantas regiones se relaciona con la adaptabilidad de estas actividades a condiciones agroecológicas muy diversas. Estas mis-mas condiciones, en la medida en que sean muy restrictivas o posibiliten su coexistencia con producciones de mayor valor, inciden además en el lugar que ocupan en la canasta de productos de las EAP de los PP.

- Lo que se denomina como presencia intermedia —entre 4 y 7 regiones— comprende a producciones como las siguientes: alfalfa (pura), algunos hortícolas (cebolla, choclo, zapallito, tomate) y animales de granja. Por un lado, para estas producciones los requerimientos agroecológicos son algo más exigentes que en el caso anterior; pero por el otro, también puede coexistir el destino mixto (autoconsumo y mercado).

- Por último, la presencia especializada corresponde a productos muy localizados y generalmente muy importantes en el valor producido. Estos son los conocidos casos de las producciones “regionales”: cultivos in-dustriales y forestales en el NEA, caña de azúcar, tabaco y frutales en el NOA, vid y frutales en Cuyo, frutales en la Patagonia, etc.

A continuación se enuncian los PS, región por región, incluyendo las participaciones relativas de los RPP en el VBP de los PP y una contextua-lización a esa misma escala.

1.1.1. Puna

Como es sabido, la actividad productiva predominante en la Puna es la pequeña ganadería de ovinos y camélidos (lanares y llamas para esquila), y en menor proporción, bovinos y caprinos. Pero, aunque la actividad productiva es fundamentalmente ganadera, hay horticultura reducida a pequeñas áreas con disponibilidad de agua de riego. Asi-mismo, se explotan otros productos naturales, como es el caso de la sal, y se producen artesanías.

En efecto, desde el punto de vista de la participación relativa de los RPP en el VBP de los PP puneños, utilizando para ello los datos del estu-dio IICA-PROINDER, se advierte —como corresponde a las características agroecológicas de la región— una presencia determinante de las activi-dades ganaderas y, en particular, de las especies ovinos y llamas —de las que obtienen sus principales producciones para el mercado— y bovinos. Asociado a estas actividades, se encuentra el cultivo de alfalfa. Los otros

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son productos hortícolas de diverso tipo y cereales, algunos de ellos princi-palmente vinculados al autoconsumo.

1.1.2. Valles del noroesteDiversos estudios agrarios muestran que, entre las zonas incluidas

en esta región, en los valles de altura se lleva a cabo una diversidad de

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tipos de cultivos bajo riego que van desde viñedos, olivares y frutales hasta pequeños cultivos de hortalizas y aromáticas. La producción ganadera se realiza principalmente fuera de las áreas regadas. La zona de la Quebrada de Humahuaca incorpora la producción de hortalizas para el mercado. En los valles Calchaquíes se realizan cultivos de hortalizas, maíz, pimiento para pimentón. En las zonas de riego de Santiago del Estero, las actividades más importantes son la horticultura, el algodón y las pasturas.

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1.1.3. Agricultura subtropical del Noroeste

La imagen productiva de esta región —que incluye áreas bajo riego desde Jujuy y Salta hasta Tucumán, y cultivos de secano tradicionales y nuevos (graníferas)— comprende diversas actividades que, mencionadas por provincias, son fundamentalmente: en Jujuy, tabacaleras, cañeras, ci-trícolas y hortícolas; en Salta, se agregan frutícolas, graníferas y gana-deras (bovinos); en Tucumán, las de caña de azúcar, citrícolas (limón), tabacaleras, hortícolas, graníferas.

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1.1.4. Chaco seco

En el oeste de Formosa y Chaco, el este de Salta —lindante con Formosa— y en parte de Santiago del Estero, el tipo de producción que se lleva a cabo queda muy bien expresada por los PS. En efecto, el caso más generalizado se vincula con productores que hacen una ganadería extensiva a monte que, según las condiciones, es de bovinos y caprinos. Sin embargo, además, cultivan maíz y cucurbitáceas en algunos lugares húmedos y, por otra parte, pueden incorporar también ovinos y porcinos. Los bovinos son los que, dentro de este cuadro, muestran un mayor vuelco relativo al mercado. De todas maneras, en ciertas zonas más propicias, aparece el cultivo del algodón, más allá de que —en ésta y en otras regiones— se trate de una actividad muy disminuida respecto de sus niveles históricos.

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1.1.5. Monte árido

En realidad, desde una perspectiva histórico-productiva y hasta la más reciente expansión de la frontera agrícola-granífera, se trataba de diversas zonas ganaderas extensivas en los gradientes de la aridez. En los extremos norte y sur, siguen siendo significativos los caprineros (cabriteros santiagueños o chiveros trashumantes en Malargüe, Mendoza). Pero, diversas zonas integrantes del que era llamado cinturón peripampeano contaron siempre con una mayor presencia del bovino (criollo y, frecuentemente, articulado con zonas pampeanas con mejores pasturas para el engorde). El caprino puede tener significación de todos modos (como en los llanos de La Rioja) y existir también ovinos. El sistema productivo con rasgos campesinos incluye producciones agrícolas en los “bañados” (maíz y cucurbitáceas) y granjeras (porcinos, aves de corral) para autoconsumo. En muchos casos, además, hay producción carbonífera y aprovechamiento de especies silvestres. Ahora bien, de una parte, la disponibilidad de riego en localizaciones puntuales dentro de tan extenso territorio dio lugar a actividades agrícolas. Pero, de otra parte, la deforestación y la expansión granífera más reciente han cambiado el paisaje productivo. Además de los granos, se han incorporado actividades bajo riego de agua subterránea muy intensivas.

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1.1.6. Chaco húmedo

Históricamente, esta región se caracterizaba por el cultivo del algodón —principalmente en Chaco— y por la presencia numerosa de productores familiares; aunque incluyendo también actividades como la extracción de madera, el cultivo del girasol y la cría de bovinos (encontrándose también caprinos y ovinos). Las diferencias entre Formosa, Chaco y Santa Fe en materia productiva se relacionaba fundamentalmente con diversos énfasis en la productividad y en las orientaciones dentro de esa canasta. Sin embargo, una sucesión de crisis y transformaciones productivas han generado un cambio profundo tanto social (deterioro y/o desaparición de amplias capas de esos productores familiares) como económica (drástica reducción y reestructuración tecnológica del algodón, así como deforestación y expansión de cultivos graníferos). De todos modos, el modelo tradicional puede encontrarse en los sectores de pequeños productores persistentes y/o en grandes unidades ganaderas.

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1.1.7. Mesopotamia

Las actividades agropecuarias de esta región son muy diversificadas: yerba mate, té, tung, cultivos forestales, algodón, cítricos, tabaco, hortali-zas, ganadería bovina y lanar, etc. En particular, es tradicional este tipo de sistema productivo entre los productores familiares de Misiones. En Corrien-tes, en cambio, hay productores hortícolas y de varias especies vegetales y animales para autoconsumo, especialmente hacia el oeste provincial, en vistas a la reducción o desaparición de algunas actividades tradicionales. La estructura social agraria regional se basa en la coexistencia, no necesa-riamente funcional, de unidades familiares y grandes explotaciones.

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1.1.8. Patagonia

Esta región, desde la perspectiva de la extensión, comprende predominantemente a la estepa patagónica y, por lo tanto, la presencia de

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las actividades ganaderas —particularmente, menor— y forrajeras deberían ser dominantes en el valor producido. Sin embargo, si se tiene en cuenta que incluye algunos valles no principales y zonas agrícolas cordilleranas, las producciones frutícolas y hortícolas, precisamente desde el punto de vista del valor, adquieren importancia. Además, una variedad de actividades de huerta y granja para el autoconsumo está siempre presente.

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1.1.9. Pampeana

La región Pampeana es la región de las producciones graníferas (cerealeras y oleaginosas) y bovinas (carne y leche) por antonomasia de la Argentina, más allá de la existencia de actividades ganaderas extrapampeanas de significación y de la llamada pampeanización hacia el norte del país. Sin embargo, por un lado, hay —localizadas— diversas actividades más intensivas y, por otro, presencia intersticial o periférica de PP de bajos recursos dedicados a otra variedad de producciones. Ahora bien, puesto que los PP analizados en este estudio comprenden tres tipos, que comprenden hasta el familiar capitalizado con un límite superior relativamente alto, la configuración de sus RPP tiende a acercarse a la imagen promedio de la región.

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1.1.10. Oasis cuyanos

Esta región está integrada por los valles bajo riego de San Juan y Mendoza. Aunque la vitivinicultura es la agroindustria histórica, tiene gran importancia regional el cultivo de otras frutas y hortalizas. Los pequeños productores suelen ser propietarios de 1 ó 2 propiedades bajo riego, aunque no necesariamente con posibilidades de poner en producción toda su superficie. En ellas pueden tener vid u olivo, pero con frecuencia incluyen algún tipo de especie hortícola comercial y otras actividades de autoconsumo. Al incluir los PP del tipo I, tamaños bajo riego propios de familiares capitalizados, predominan, desde el punto de vista del valor, los cultivos frutícolas y hortícolas.

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1.1.11. Valles patagónicos

Esta región comprende fundamentalmente a varias zonas frutícolas de la cuenca del Río Negro. Es la región con agricultura de oasis abastecida por ríos, cuyos cursos pertenecen totalmente al territorio nacional, con mayor capacidad productiva. De hecho, es el área agroexportadora de peras y manzanas más importante y con presencia en el respectivo mercado internacional. Pero, la región también cuenta con horticultura y cultivo de forrajes a escala local. En sus zonas históricas, la presencia de productores familiares ha sido importante, aunque con signos de deterioro ante sus dificultades para enfrentar las transformaciones de la cadena agroindustrial frutícola.

La composición interna de los PS en esta región en términos del VBP de los PP de los Valles patagónicos, cuando se los expresa por RPP, muestra no sólo el predominio de los frutales, sino que los frutales de pepita en particular representan casi las tres cuartas partes de ese valor.

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Capítulo 1.2.

Los agrupamientos de productos seleccionados

Para la caracterización de los agrupamientos de productos seleccionados o sistemas productivos —advirtiendo, sin embargo, que el uso habitual de este último término comprende algunos aspectos no considerados aquí por limitaciones de la información disponible— se recurrió al análisis de la combinación de actividades presentes en las “explotaciones de pequeños productores”, de acuerdo a la tipología realizada en el estudio Obschatko, Foti y Román (2007): PP-I, PP-II y PP-III (ver capítulo 4.1.4.). Por otra parte, para seleccionar las combinaciones predominantes se optó por el “análisis de clusters” tal como se explicará en el capítulo 4.1.

Es importante recordar que el término producto seleccionado fue definido a nivel de región. Por lo tanto, al establecer cluster tanto por región como por tipo de PP podría suceder —como de hecho sucede en varios casos— que el grado de difusión para algún producto en particular resulte inferior al 5%. Sin embargo, todos los productos considerados corresponden, en el nivel regional, a actividades realizadas por “al menos el 5%” de las EAP.

Una sistematización de los resultados del procesamiento realizado para este capítulo se presenta en la tabla 1.2.1, con las combinaciones de actividades seleccionadas como representativas para los diferentes tipos de pequeños productores por región. En cada agrupamiento de productos principales se expresa entre paréntesis la superficie cultivada en hectáreas y la cantidad de unidades ganaderas (UG)2 que comprende el mismo.

La denominación atribuida a cada agrupamiento en esta tabla intenta reflejar la importancia económica de las actividades para los pequeños productores, medida por la superficie cultivada y/o las existencias ganaderas, razón por la cual tal denominación va más allá de su grado de difusión. Es decir, una actividad aún con la máxima difusión en un tipo y región podría no utilizarse para denominar a un agrupamiento, si su participación en la superficie o las existencias es mínima.

2. Las equivalencias ganaderas empleadas en este estudio son las siguientes: 1 UG equivale a 1 vacuno, 6 ovinos, 6 caprinos, 4 llamas, ó 3 porcinos.

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RegionesTIPOS DE PP

PP-I PP-II PP-III

1. PunaA: Ovinos, bovinos y llamas (98 UG)

B: Ovinos, llamas y caprinos (92 UG)

A: Ovinos con caprinos, llamas, bovinos y agricultura autoconsumo (53 UG y 1 ha)

B: Ovinos y llamas, con caprinos y bovinos (53 UG)

Ovinos, caprinos y llamas con agricultura autoconsumo (14 UG y 0,5 ha)

2. Valles del NOA

EAP agrícolas (vid, nogal, olivo) u hortícolas con ganadería (8 ha y 12 UG)

EAP agrícolas (nogal, vid) u hortícolas con ganadería (2 ha y 6 UG)

A: Ganadería (28 UG y 1 ha)

B: Agricultura (nogal, vid) u horticultura con bovinos (1 ha y 7 UG)

3. Agricultura subtropical NOA

A: Horticultura con bovinos (10 ha y 14 UG)

B: Tabaco (8 ha y 2 UG)

C: Caña (40 ha)

A: Ganadería bovina y porcina y/o caña de azúcar (9 ha y 35 UG)

B: Caña y/o tabaco (13 ha)

A: Ganadería (41 UG y 1 ha)

B: Horticultura y/o tabaco (2 ha y 2 UG)

C: Caña de azúcar con bovinos (3 ha y 17 UG)

4. Chaco seco Ganadería y/o

algodón (177 UG y 4 ha)

Ganadería y/o algodón (75 UG y 3 ha)

A: Ganadería (30 UG)

B: Algodón y ganadería (17 ha y 17 UG)

5. Monte árido

Ganadería mayor y menor con agricultura (176 UG y 12 ha)

Ganadería mayor y menor (69 UG y 4 ha)

Ganadería mayor y/o menor (19 UG y 6 ha)

6. Chaco húmedo

Granos o algodón y/o bovinos (30 ha y 180 UG)

Granos o algodón y/o bovinos (27 ha y 47 UG)

Ganadería o agricultura (granos, algodón) (14 UG y 6 ha)

Tabla 1.2.1. Síntesis de agrupamientos de productos seleccionados por región y tipo de EAP

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RegionesTIPOS DE PP

PP-I PP-II PP-III

7. Mesopotamia A: Agricultura

(tabaco, yerba y autoconsumo) y/o ganadería (51 UG y 8 ha)

B: Ganadería y/o cítricos o industriales (yerba, tabaco) o forestación o avicultura (139 UG y 6 ha)

A: Ganadería y/o citricultura, forestación o avicultura (45 UG y 6 ha)

B: Agricultura (industriales, forestales) y ganadería (21 ha y 15 UG)

A: Agricultura (industrial, forestal, autoconsumo) y ganadería (8 ha y 10 UG)

B: Agricultura (industrial, forestal, autoconsumo) y/o ganadería o avicultura (6 ha y 11 UG)

8. Patagonia A: Ganadería mayor y menor (32 UG y 1 ha)

B: Ganadería mayor y menor con autoconsumo (61 UG y 3 ha)

Ganadería mayor y menor con autoconsumo (53 UG y 1 ha)

Ganadería menor y/o mayor con autoconsumo (17 UG y 1 ha)

9. PampeanaAgricultura granífera y ganadería (93 ha y 173 UG)

A: Ganadería (56 UG y 15 ha)

B: Agricultura granífera y ganadería (114 ha y 26 UG)

A: Ganadería (28 UG y 5 ha)

B: Agricultura granífera (63 ha y 3 UG)

10. Oasis cuyanos

A: Horticultura y/o fruticultura (4 ha y 2 UG)

B: Vid y/o fruticultura (8 ha)

A: Vid y fruticultura (3 ha)

B: Horticultura (2 ha)

A: Vid y/o fruticultura (1 ha)

B: Ganadería (caprinos o bovinos) (52 UG)

11. Valles patagónicos A: Horticultura y/o

ganadería (17 UG y 5 ha)

B: Fruticultura de pepita (10 ha)

A: Horticultura (3 ha y 6 UG)

B: Fruticultura de pepita (4 ha)

A: Fruticultura de pepita y/o carozo (2 ha y 2 UG)

B: Ganadería mayor y/o menor (41 UG y 1 ha)

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

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A continuación se presentan los resultados por región y tipo de productor.

1.2.1. Puna

En esta región las 4.541 EAP consideradas para los cluster representan el 2,07% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 8,28% PP-I, 21,10% PP-II y 70,62% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Como se observa en el gráfico 1.2.1 la mayor parte de las EAP de la Puna para el tipo PP-I, posee ovinos, llamas y caprinos. Por lo tanto es esperable que en cualquier tipo de agrupamiento o cluster, aparezcan estas actividades. En cambio, el peso de la papa o la cría bovina, dis-minuye notablemente, mientras que otros productos para este tipo de PP tienen una frecuencia inferior al 5%.

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De las alternativas de agrupamiento o cluster resultantes del procesa-miento3 (ver anexo II en el CD adjunto), se ha seleccionado la que diferen-cia dos agrupamientos, cuyos resultados aparecen en la tabla 1.2.2.

Agrupamientos A B

EAP

SC o EG

unid. EAP

SC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad EAP) 223 153

Tamaño cluster (% de EAP) 59 41

ovinos 199 68.895 308,95 cab. 147 36.904 241,20 cab.

llamas 186 18.476 82,85 cab. 147 20.054 131,07 cab.

caprinos 64 5.618 25,19 cab. 153 17.797 116,32 cab.

bovinos 125 4.826 21,64 cab. 0

papa 42 11 0,05 ha 9 2 0,01 ha

haba 26 6 0,03 ha 6 2 0,01 ha

alfalfa pura 13 10 0,04 ha 4 1 0,01 ha

lechuga 10 1 0,00 ha 5 1 0,00 ha

zanahoria 9 1 0,00 ha 4 0 0,00 ha

cebolla 11 1 0,00 ha 1 0 0,00 ha

maíz 11 4 0,02 ha 1 0 0,00 ha

choclo 4 0 0,00 ha 2 0 0,00 ha

trigo 3 1 0,00 ha 0

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Para esta alternativa de dos clusters el universo de EAP queda prácti-camente dividido en dos partes iguales. Tienen casi todos ovinos y llamas,

3. Se ensayaron distintas variantes de agrupamiento (cluster) para este grupo de PP: desde 2 hasta 8 clusters, los resultados pueden observarse en el anexo II del informe (ver CD adjunto).

Tabla 1.2.2. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Puna

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pero difieren en que en el cluster A un 56% se dedica a la ganadería bovina y en el cluster B se carece totalmente de esta especie de ganado, aunque tiene en cambio presencia de caprinos en el 100 % de los casos.Si se analiza en promedio cuántos productos trabajan simultáneamente las EAP de este tipo de PP se obtiene un valor de 3,14 productos por EAP. Por lo tanto, podría concluirse que para esa cantidad de productos, las combinaciones predominantes y su tamaño serán:

A: Ovinos, bovinos y llamas (98 UG)

B: Ovinos, llamas y caprinos (92 UG)

Pequeños productores tipo II

Se observa en el gráfico 1.2.2, que la composición de actividades pro-ductivas de este tipo de EAP es prácticamente igual a la del tipo I, lo cual reconoce la homogeneidad de los departamentos incluidos en esta región.

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Entre los agrupamientos realizados, se ha considerado también como en el PP-I, el que discrimina dos clusters.

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 93 865

Tamaño cluster (% de EAP) 10 90

Ovinos 90 17.852 191,96 cab. 760 127.466 147,36 cab.

Llamas 63 2.859 30,74 cab. 673 40.082 46,34 cab.

Caprinos 47 3.199 34,40 cab. 465 39.394 45,54 cab.

Bovinos 46 722 7,76 cab. 249 7.590 8,77 cab.

Papa 82 17 0,18 ha 52 27 0,03 ha

Haba 86 20 0,21 ha 11 2 0,00 ha

Alfalfa pura 40 68 0,74 ha 12 20 0,02 ha

Zanahoria 40 4 0,04 ha 1 0 0,00 ha

Maíz 6 4 0,04 ha 35 16 0,02 ha

Cebolla 36 4 0,04 ha 0 0,00 ha

Lechuga 33 3 0,04 ha 1 0 0,00 ha

Choclo 16 4 0,04 ha 1 1 0,00 ha

Trigo 7 4 0,05 ha 4 1 0,00 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

El 90% de las EAP de este tipo se ubicaría en un perfil ganadero y el 10% en un perfil que, además de la ganadería, incluye agricultura de auto-consumo.

Tabla 1.2.3. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Puna

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Si se analiza cuántos productos trabajan simultáneamente las EAP en promedio para este tipo de PP, se obtiene un valor de 2,98 productos por EAP. De ello se desprende que las combinaciones predominantes selec-cionadas son:

A: Ovinos, caprinos, llamas, bovinos y agricultura de autoconsumo (53 UG y 1 ha)

B: Ovinos y llamas, con caprinos y bovinos (53 UG)

Pequeños productores tipo III

En el gráfico 1.2.3 se presenta la composición de actividades producti-vas de este tipo de EAP. La diferencia con los casos anteriores es la mayor importancia de los cultivos de papa y maíz y la menor importancia relativa del ganado, lo que representa una situación de mayor diversificación, ya que ninguna de las alternativas productivas está presente en más del 55% de las EAP de este tipo (tabla 1.2.4).

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Los agrupamientos realizados en este caso (desde 2 hasta 5) no al-canzan a distinguir sistemas productivos diferentes. En todos aparecen las mismas actividades principales y las diferencias ocurren entre otras que no parecen significativas para este tipo de EAP. Por lo tanto, se ha mantenido un solo grupo para describir a estos productores tipo III diversificados.

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 3.207

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Ovinos 1.730 115.268 35,94 cab.

Papa 1.225 452 0,14 ha

Caprinos 1.189 49.703 15,50 cab.

Llamas 1.084 27.029 8,43 cab.

Maíz 851 368 0,11 ha

Bovinos 709 9.801 3,06 cab.

Haba 573 130 0,04 ha

Alfalfa pura 396 339 0,11 ha

Choclo 225 63 0,02 ha

Cebolla 225 30 0,01 ha

Trigo 221 49 0,02 ha

Zanahoria 193 23 0,01 ha

Lechuga 169 19 0,01 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

La cantidad promedio de productos por EAP es de 2,74 y en virtud de los comentarios realizados se considera representativa la siguiente combi-nación de actividades, pudiendo no realizarse todas a la vez:

Ovinos, caprinos y llamas con agricultura de autoconsumo (14 UG y 0,5 ha)

Tabla 1.2.4. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Puna

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Sintetizando nuestra descripción de agrupamientos productivos por tipos de productores para la región Puna, diremos que en todos los casos se trata de pequeños ganaderos con proporciones variables de las especies ovina, bovina, caprina y camélidos, siendo siempre predominante el ganado ovino. El tamaño del rodeo disminuye desde los productores más capitalizados (hasta 98 unidades ganaderas totales) hasta los menos capitalizados (14 unidades ganaderas totales). La presencia del bovino aparece sólo en los estratos más capitalizados, I y II, no superando el promedio de 21 cabezas por EAP. El estrato III, posee una mayor diversificación, pero en productos que generan menor ingreso. Estos productores tipo III son, por otra parte, los que explican algo más del 70% de las explotaciones familiares de esta región.

1.2.2. Valles del NOA

En esta región las 20.053 EAP consideradas para los cluster repre-sentan el 9,16% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 10,80% PP-I, 15,86% PP-II y 73,34% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Como se observa en el gráfico 1.2.4 esta región es productivamente más heterogénea que la puneña.

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Se analizaron en esta región 8 agrupamientos o clusters. En casi todos ellos aparecen los mismos productos y no permiten distinguir alternativas diferentes. Por lo tanto se ha considerado como representativa una sola combinación de actividades.

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad EAP) 2.165

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Alfalfa pura 1.117 5.963 2,75 ha

Porcinos 780 8.210 3,79 cab.

Maíz 752 2.711 1,25 ha

Bovinos 665 18.380 8,49 cab.

Sandía 456 676 0,31 ha

Zapallo anco 342 533 0,25 ha

Caprinos 321 12.380 5,72 cab.

Choclo 307 420 0,19 ha

Vid 307 1.651 0,76 ha

Ovinos 306 11.677 5,39 cab.

Nogal 282 1.439 0,66 ha

Zapallito de tronco y redondo 261 294 0,14 ha

Cebolla 238 880 0,41 ha

Tomate 229 547 0,25 ha

Lechuga 173 280 0,13 ha

Olivo 147 616 0,28 ha

Papa 88 201 0,09 ha

Haba 29 9 0,00 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.5. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Valles del NOA

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La cantidad promedio de productos por EAP es de 4,1, por lo que se ha considerado como representativa la siguiente combinación de actividades, pudiendo no realizarse simultáneamente todas ellas.

EAP agrícolas (vid, nogal, olivo) u hortícolas con ganadería (bovinos, caprinos u ovinos) y alfalfa (8 ha y 12 UG)

Pequeños productores tipo II

En este tipo de EAP, aparece el cultivo de nogal y vid con mayor difusión que en el tipo I, mientras las actividades ganaderas están menos presentes.

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Al igual que para el tipo anterior, la distinción entre 2 hasta 8 clusters no produce resultados significativos, en tanto se mantiene la presencia de casi todas las actividades detectadas para el conjunto de las EAP, no pudiendo recortar combinaciones diferentes.

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad EAP) 3.181

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Alfalfa pura 1.445 2.184 0,69 ha

Maíz 1.004 1.362 0,43 ha

Porcinos 953 7.739 2,43 cab.

Bovinos 651 10.172 3,20 cab.

Nogal 641 1.191 0,37 ha

Vid 599 957 0,30 ha

Caprinos 543 19.862 6,24 cab.

Choclo 528 368 0,12 ha

Ovinos 466 15.985 5,03 cab.

Sandía 423 283 0,09 ha

Tomate 418 193 0,06 ha

Zapallito de tronco y redondo 374 125 0,04 ha

Zapallo anco 361 199 0,06 ha

Cebolla 297 124 0,04 ha

Lechuga 269 145 0,05 ha

Papa 254 91 0,03 ha

Olivo 236 414 0,13 ha

Habas 174 34 0,01 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.6. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Valles del NOA

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Dado que, en promedio se producen 4,03 actividades por EAP, se ha considerado como representativa la siguiente combinación de productos, pudiendo no realizarse todos a la vez.

EAP agrícolas (nogal, vid) u hortícolas con ganadería (2 ha y 6 UG)

Pequeños productores tipo III

En este tipo de EAP, no existen productos generalizados para el con-junto de los productores. Es decir, no se detecta un producto predomi-nante, ya que la actividad más difundida, caprinocultura, está presente sólo en el 37% de las explotaciones (gráfico 1.2.6). De todas formas, puede apreciarse que se trata mayoritariamente de actividades ganaderas y que la agricultura o la actividad de siembra con forrajeras, como alfalfa, aparece con muy baja frecuencia.

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Al igual que para el tipo anterior, la distinción entre 2 hasta 8 clusters no produce resultados significativos, en tanto se mantiene la presencia de todas las actividades detectadas para el conjunto de las EAP; sin embargo, la dis-tinción entre 2 cluster separa a 2 agrupamientos que, como se observa en la tabla 1.2.7, se diferencian por el tamaño de las actividades ganaderas y la presencia relativa de agricultura (básicamente, fruticultura u horticultura).

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 5.680 9.027

Tamaño cluster (% de EAP) 39 61

Caprinos 4.656 269.703 47,48 cab. 727 56.016 6,21 cab.

Bovinos 3.333 80.390 14,15 cab. 1.404 44.254 4,90 cab.

Porcinos 3.286 31.205 5,49 cab. 490 3.884 0,43 cab.

Ovinos 2.667 152.550 26,86 cab. 526 28.422 3,15 cab.

Maíz 2.035 3.396 0,60 ha 624 1.095 0,12 ha

Alfalfa pura 1.072 960 0,17 ha 1.064 758 0,08 ha

Nogal 91 45 0,01 ha 1.924 1.193 0,13 ha

Vid 108 51 0,01 ha 1.784 1.178 0,13 ha

Choclo 367 128 0,02 ha 1.347 439 0,05 ha

Papa 568 117 0,02 ha 807 153 0,02 ha

Haba 511 76 0,01 ha 729 105 0,01 ha

Olivo 9 3 0,00 ha 1.128 540 0,06 ha

Cebolla 130 19 0,00 ha 462 104 0,01 ha

Lechuga 111 16 0,00 ha 467 110 0,01 ha

Zapallito de tronco y redondo 171 65 0,01 ha 378 107 0,01 ha

Zapallo anco 311 184 0,03 ha 193 88 0,01 ha

Tomate 55 9 0,00 ha 435 111 0,01 ha

Sandía 238 169 0,03 ha 188 109 0,01 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.7. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Valles del NOA

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En el primer agrupamiento o cluster A (39% de las EAP) la presencia de la ganadería (básicamente, caprina y ovina) es predominante, mientras que la fruticultura (vid, nogal, olivo) aparece en muy baja o nula propor-ción. En el cluster B (61%), en cambio, la ganadería está presente pero en menor escala, aunque con mayor difusión que la agricultura.

En concordancia con las observaciones precedentes, se plantea como representativa la siguiente combinación de productos, pudiendo no realizarse todos a la vez:

A: Ganadería (28 UG y 1 ha)

B: Agricultura (nogal, vid) u horticultura y caprinos/ bovinos (1 ha y 7 UG)

Como síntesis de las observaciones para la región Valles del NOA, la diversificación entre agricultura (vid, nogal, olivo, horticultura) y ganadería es lo destacable. En todos los casos aparecen cultivos vinculados a la alimentación animal (maíz y alfalfa). La diferencia entre los tipos de explotaciones parece estar en la superficie total implantada con frutales u horticultura (hasta 12 ha en el tipo I y 1 ha en el tipo III), más que en el tamaño del rodeo. En el tipo III, aparece un agrupamiento mayoritario (61% de los casos de este tipo de EAP) casi exclusivamente ganadero y con una dotación de animales superior al resto de las EAP diversificadas, pero sin superar las 28 unidades ganaderas en promedio.

1.2.3. Agricultura subtropical del NOA

En esta región las 12.892 EAP consideradas para los cluster representan el 5,89% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 4,01% PP-I, 25,80% PP-II y 70,19% PP-III.

Pequeños productores tipo I

La combinación de actividades de estas EAP se basa en la predomi-nancia de la caña de azúcar que se encuentra presente en el 43% de las explotaciones de este tipo (gráfico 1.2.7). Le siguen en difusión el tabaco y la horticultura, siendo la ganadería muy poco frecuente.

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Page 59: Tecnología y pequeña producción

61

Se realizaron en esta región cuatro agrupamientos o clusters. A pesar de la aparente diversidad, la agrupación en tres grupos permite identificar los siguientes casos distintivos (tabla 1.2.8).

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Page 60: Tecnología y pequeña producción

62

Agrupamientos A B C

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP total por

EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

121 186 210

Tamaño cluster (% de EAP) 23 36 41

Caña de azúcar 14 211 1,74 ha 0 210 8.278 39,42 ha

Tabaco 3 5 0,04 ha 72 1.110 5,97 ha 4 19 0,09 ha

Tomate 70 305 2,52 ha 2 8 0,04 ha 0

Zapallito de tronco y redondo 49 113 0,93 ha 3 10 0,05 ha 4 3 0,01 ha

Maíz 32 538 4,45 ha 14 338 1,82 ha 5 58 0,28 ha

Choclo 28 72 0,59 ha 14 80 0,43 ha 3 2 0,01 ha

Bovinos 32 1.544 12,76 cab. 8 370 1,99 cab. 1 1 0,00 cab.

Porcinos 31 315 2,60 cab. 4 29 0,16 cab. 5 28 0,13 cab.

Ovinos 10 359 2,97 cab. 0 0

Avicultura 3 160 1,32 cab. 6 7.865 42,28 cab. 0

Caprinos 6 199 1,64 cab. 1 50 0,27 cab. 0

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Los casos permiten diferenciar: un conjunto A de EAP predominan-temente hortícolas (23% de las EAP), otro grupo o cluster B tabacalero (36%), y un tercer grupo o cluster C cañero (41%).

La cantidad promedio de productos por EAP es de 1,2, por lo que se ha considerado como representativa, la siguiente combinación de actividades, pudiendo no realizarse simultáneamente todas ellas:

A: Horticultura con bovinos (10 ha y 14 UG)

B: Tabaco (8 ha y 2 UG)

C: Caña de azúcar (40 ha)

Tabla 1.2.8. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Agricultura subtropical del NOA

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Page 61: Tecnología y pequeña producción

63

Pequeños productores tipo II

La caña de azúcar continúa siendo el “organizador” de la descripción productiva de este tipo de EAP para la región Agricultura subtropical del NOA. El cultivo se encuentra presente en el 51% de las explotaciones de este tipo (gráfico 1.2.8). Le siguen en difusión el tabaco y la ganadería bovina.

Se realizaron 5 opciones de agrupamientos o clusters. El que diferencia 2 clusters aparece como el más representativo de los casos encontrados y se presenta en la tabla 1.2.9.

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Page 62: Tecnología y pequeña producción

64

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 607 2.719

Tamaño cluster (% de EAP) 18 82

Caña de azúcar 134 2.009,6 3,31 ha 1.569 31.028,8 11,41 ha

Tabaco 29 163,5 0,27 ha 495 3.273,2 1,20 ha

Bovinos 433 19.190 31,61 cab. 2 66 0,02 cab.

Choclo 83 258 0,43 ha 304 1.122,9 0,41 ha

Maíz 282 2.845,7 4,69 ha 88 294,1 0,11 ha

Porcinos 277 4.816 7,93 cab. 83 853 0,31 cab.

Zapallito de tronco y redondo 57 193,9 0,32 ha 241 312,4 0,11 ha

Tomate 33 56,1 0,09 ha 226 494,4 0,18 ha

Avicultura 65 7.300 12,03 cab. 22 527 0,19 cab.

Ovinos 80 1.892 3,12 cab. 6 85 0,03 cab.

Caprinos 50 1.921 3,16 cab. 3 32 0,01 cab.

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Se diferencian los clusters según sean EAP con ganadería (18%) o sin ella (82%). El análisis de más agrupamientos no supera esta distinción básica, ya que los demás clusters muestran diversas combinaciones de las EAP sin ganadería, que son poco representativas.

La cantidad promedio de productos por EAP es de 1,4, por lo que se ha considerado la siguiente combinación de actividades, pudiendo no realizarse simultáneamente todas ellas:

A: Ganadería bovina y porcina y/o caña de azúcar (9 ha y 35 UG)

B: Caña de azúcar y/o tabaco (13 ha)

Tabla 1.2.9. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Agricultura subtropical del NOA

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Page 63: Tecnología y pequeña producción

65

Pequeños productores tipo III

La caña de azúcar explica ahora el 29% de este tipo de EAP, mientras que la ganadería bovina lo hace en el 43% de los casos (gráfico 1.2.9). Le siguen en difusión los porcinos y el maíz.

De los agrupamientos realizados, se ha seleccionado el que muestra a tres clusters relativamente diferentes (tabla 1.2.10).

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Page 64: Tecnología y pequeña producción

66

Agrupamientos A B C

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP total por

EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 1.834 2.708 4.507

Tamaño cluster (% de EAP) 20 30 50

Bovinos 1.631 58.225 31,75 cab. 51 1.084 0,40 cab. 2.253 75.710 16,80 cab.

Caña de azúcar 33 97 0,05 ha 19 70 0,03 ha 2.552 13.508 3,00 ha

Porcinos 1.041 12.641 6,89 cab. 361 6.088 2,25 cab. 294 1.698 0,38 cab.

Maíz 514 1.805 0,98 ha 735 1.872 0,69 ha 352 993 0,22 ha

Choclo 159 133 0,07 ha 820 898 0,33 ha 130 208 0,05 ha

Caprinos 1.000 40.376 22,02 cab. 71 4.072 1,50 cab. 1 3 0,00 cab.

Ovinos 884 33.767 18,41 cab. 49 2.136 0,79 cab. 3 6 0,00 cab.

Avicultura 359 7.231 3,94 cab. 118 78.984 29,17 cab. 76 19.019 4,22 cab.

Zapallito 50 33 0,02 ha 441 367 0,14 ha 53 47 0,01 ha

Tabaco 1 4 0,00 ha 433 1.442 0,53 ha 32 94 0,02 ha

Tomate 15 5 0,00 ha 349 487 0,18 ha 7 8 0,00 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

El primer agrupamiento muestra a explotaciones básicamente gana-deras (20% de las EAP), el segundo, hortícolas (30%) y el tercero, cañeras (50%).

La cantidad promedio de productos por EAP es de 1,6, por lo que se ha considerado como representativa la siguiente combinación de actividades, pudiendo no realizarse simultáneamente todas ellas:

A: Ganadería (41 UG y 1 ha)

B: Horticultura y/o tabaco (2 ha y 2 UG)

C: Caña de azúcar con bovinos (3 ha y 17 UG)

Tabla 1.2.10. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Agricultura subtropical del NOA

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Page 65: Tecnología y pequeña producción

67

En síntesis, si bien en la región Agricultura subtropical del NOA la caña de azúcar y el tabaco son los cultivos característicos de esta zona agrícola, son la superficie cultivada, la presencia de horticultura y la ganadería las variables que aportan diversidad. En los productores más capitalizados un agrupamiento prescinde totalmente de caña y tabaco, combinando horticultura con bovinos; lo mismo sucede con los productores que ocupan el extremo opuesto (tipo III): un agrupamiento se caracteriza sólo por la actividad ganadera, prácticamente sin combinación con la agricultura. En el resto de los tipos y agrupamientos, la caña y el tabaco son importantes componentes de los sistemas productivos.

1.2.4. Chaco seco

En esta región las 6.164 EAP consideradas para los cluster representan el 2,82% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 16,11% PP-I, 26,04% PP-II y 57,85% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Las actividades de estas EAP son mayoritariamente ganaderas y com-binan siempre ganadería bovina con algunas especies de ganado menor (gráfico 1.2.10).

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Page 66: Tecnología y pequeña producción

68

Se analizaron para esta región 8 agrupamientos o clusters. Ninguno de ellos representa diferencias significativas debido al predominio de las activi-dades ganaderas en el conjunto de EAP tipo I de esta región (tabla 1.2.11).

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 993

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 992 147.370 148,41 cab.

Caprinos 823 77.613 78,16 cab.

Porcinos 681 29.770 29,98 cab.

Ovinos 585 29.949 30,16 cab.

Maíz 99 1.671 1,68 ha

Algodón 59 2.036 2,05 ha

Sandía 30 153 0,15 ha

Zapallo anco 26 69 0,07 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Debido a que en promedio la cantidad de productos por EAP es de 3,3, se decidió mantener como representativa una sola combinación de activi-dades, de acuerdo al siguiente detalle:

Ganadería y/o algodón (177 UG y 4 ha)

Pequeños productores tipo II

Las actividades de estas EAP son también mayoritariamente ganade-ras, combinando la ganadería con agricultura.

Todas las combinaciones de productos analizadas incluyen al algodón junto a los productos importantes. Es decir, no se encontraron clusters de EAP exclusivamente algodoneras, sino que el algodón aparece siempre asociado a la ganadería como actividad principal.

Tabla 1.2.11. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Chaco seco

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Page 67: Tecnología y pequeña producción

69

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 1.605

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 1.597 93.086 58,00 cab.

Caprinos 1.296 85.040 52,98 cab.

Porcinos 1.082 29.350 18,29 cab.

Ovinos 729 21.580 13,45 cab.

Maíz 188 1.603 1,00 ha

Algodón 134 2.566 1,60 ha

Sandía 65 260 0,16 ha

Zapallo anco 61 120 0,07 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.12. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Chaco seco

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Page 68: Tecnología y pequeña producción

70

La cantidad promedio de productos por EAP es de 3,2 y debido a que no se encuentran situaciones diferenciadas se plantea como caracterización productiva de este tipo a la siguiente combinación de actividades:

Ganadería y/o algodón (75 UG y 3 ha)

Pequeños productores tipo III

Al igual que en los otros tipos, la ganadería continúa siendo la actividad que hacen todas las EAP (gráfico 1.2.12). Sin embargo, el algodón aparece en este caso con un mayor grado de difusión.

El algodón continúa asociándose a la ganadería, pero es posible iden-tificar dos situaciones principales, al diferenciar los dos primeros clusters (tabla 1.2.13).

Proinder parte 1 14 nov.indd 70 15/11/2009 03:04:18 p.m.

Page 69: Tecnología y pequeña producción

71

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.Total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

2.658 908

Tamaño cluster (% de EAP) 75 25

Bovinos 2.301 53.212 20,02 cab. 574 11.667 12,85 cab.

Caprinos 2.150 86.113 32,40 cab. 367 11.682 12,87 cab.

Porcinos 1.760 30.175 11,35 cab. 315 4.476 4,93 cab.

Ovinos 776 15.371 5,78 cab. 91 1.594 1,76 cab.

Maíz 169 540 0,20 ha 597 4.141 4,56 ha

Algodón 125 802 0,30 ha 633 9.677 10,66 ha

Sandía 84 76 0,03 ha 212 845 0,93 ha

Zapallo anco 98 98 0,04 ha 173 551 0,61 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

La cantidad promedio de productos por EAP es de 2,9 y se plantean dos situaciones representativas; EAP casi exclusivamente ganaderas (75%) y EAP mixtas algodoneras (25%):

A: Ganadería (30 UG)

B: Algodón y ganadería (17 ha y 17 UG)

En síntesis, en la región Chaco seco, la ganadería diversificada (bovi-nos, caprinos y ovinos, más porcicultura) es la actividad dominante para los pequeños productores. En algunos casos, para el tipo menos capita-lizado aparece la actividad ganadera sin la diversificación con agricultura (algodón y cucurbitáceas) y en otros asociadas a ésta. De todas formas, las diferencias entre tipos están más vinculadas al tamaño del rodeo que a las actividades predominantes, demostrando la fuerte incidencia de las restricciones ambientales para estos productores.

Tabla 1.2.13. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Chaco seco

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Page 70: Tecnología y pequeña producción

72

1.2.5. Monte árido

En esta región las 25.222 EAP consideradas para los cluster represen-tan el 11,52% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 14,55% PP-I, 18,88% PP-II y 66,57% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Las EAP de tipo I son mayoritariamente ganaderas (bovinos) y combi-nan diferentes especies de ganado menor y agricultura (gráfico 1.2.13).

Se analizaron en esta región 8 agrupamientos o clusters. Ninguno de ellos representa diferencias significativas debido al peso de las actividades ganaderas en el conjunto de las EAP de este tipo.

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Page 71: Tecnología y pequeña producción

73

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 3.669

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 3.565 560.601 152,79 cab.

Caprinos 1.813 386.276 105,28 cab.

Ovinos 1.297 100.186 27,31 cab.

Porcinos 856 12.044 3,28 cab.

Maíz 474 13.733 3,74 ha

Pavos 395 2.870 0,78 cab.

Alfalfa pura 304 9.599 2,62 ha

Patos 261 1.656 0,45 cab.

Soja 199 18.574 5,06 ha

Avicultura 182 14.489 3,95 cab.

Zapallito de tronco y redondo 104 150 0,04 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Debido a que en promedio la cantidad de productos por EAP es de 2,6, se decidió mantener como representativa una sola combinación de activi-dades, de acuerdo al siguiente detalle:

Ganadería mayor y menor con agricultura (176 UG y 12 ha)

Pequeños productores tipo II

Las EAP de tipo II son similares a las del tipo I, en el sentido del man-tenimiento de la preeminencia ganadera (independientemente de su com-posición interna). Las EAP con soja siguen siendo poco numerosas y aparecen en menor proporción que en el tipo anterior (gráfico 1.2.14).

Tabla 1.2.14. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Monte árido

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Page 72: Tecnología y pequeña producción

74

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 4.762

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 4.630 260.079 54,62 cab.

Caprinos 3.054 314.948 66,14 cab.

Ovinos 1.615 68.654 14,42 cab.

Porcinos 1.410 15.119 3,17 cab.

Maíz 665 5.272 1,11 ha

Pavos 644 4.009 0,84 cab.

Patos 427 2.432 0,51 cab.

Avicultura 341 7.791 1,64 cab.

Alfalfa pura 185 1.601 0,34 ha

Zapallito de tronco y redondo 171 161 0,03 ha

Soja 155 11.133 2,34 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Los agrupamientos realizados (tablas 14 del anexo II en el CD adjunto) no muestran diferencias significativas.

Tabla 1.2.15. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Monte árido

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Page 73: Tecnología y pequeña producción

75

El promedio de productos por EAP es de 2,8 y se considera representa-tiva una sola combinación de actividades, de acuerdo al siguiente detalle:

Ganadería mayor y menor (69 UG y 4 ha)

Pequeños productores tipo III

Nuevamente el peso de las actividades ganaderas impide diferenciar casos significativos en este tipo de EAP (gráfico 1.2.15).

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Page 74: Tecnología y pequeña producción

76

Los agrupamientos realizados no muestran diferencias significativas.

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 16.791

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 10.644 213.389 12,71 cab.

Caprinos 9.279 456.253 27,17 cab.

Porcinos 5.740 65.007 3,87 cab.

Ovinos 3.611 83.821 4,99 cab.

Maíz 2.999 16.324 0,97 ha

Pavos 1.709 9.297 0,55 cab.

Avicultura 1.654 60.239 3,59 cab.

Patos 1.396 7.377 0,44 cab.

Alfalfa pura 1.040 2.949 0,18 ha

Soja 880 84.082 5,01 ha

Zapallito de tronco y redondo 851 973 0,06 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

El promedio de productos por EAP es de 2,4 y se considera también representativa una sola combinación de actividades:

Ganadería mayor y/o menor (19 UG y 6 ha)

En síntesis, en la región Monte árido, la ganadería diversificada (bovi-nos, caprinos y ovinos, más porcicultura ) es la actividad dominante. En los productores tipo I, ésta se combina claramente con una pequeña superficie cultivada, que suele incluir cucurbitáceas, maíz, alfalfa o pequeñas superfi-cies con soja. En el resto de los tipos analizados la superficie cultivada es menor y poco significativa. Aquí también las principales diferencias entre tipos están vinculadas al tamaño del rodeo.

Tabla 1.2.16. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Monte árido

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Page 75: Tecnología y pequeña producción

77

1.2.6. Chaco húmedo

En esta región las 22.893 EAP consideradas para los cluster represen-tan el 10,46% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 23,02% PP-I, 28,21% PP-II y 48,77% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Las EAP de tipo I son mayoritariamente ganaderas (bovinos, principal-mente), siendo importante la agricultura con cultivos de soja, maíz, algodón y girasol (gráfico 1.2.16).

El análisis de cluster no separa explotaciones agrícolas de ganaderas, debido al peso de la ganadería bovina, que se encuentra presente en casi todas las EAP de este tipo.

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Page 76: Tecnología y pequeña producción

78

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 5.270

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 4.846 927.629 176,02 cab.

Caprinos 976 52.145 9,89 cab.

Porcinos 943 20.387 3,87 cab.

Ovinos 906 35.255 6,69 cab.

Soja 905 86.139 16,35 ha

Maíz 852 14.913 2,83 ha

Algodón 511 25.617 4,86 ha

Girasol 430 30.865 5,86 ha

Patos 193 2.709 0,51 cab.

Mandioca 145 94 0,02 ha

Batata 131 405 0,08 ha

Sandía 119 336 0,06 ha

Zapallito de tronco y redondo 93 98 0,02 ha

Melón a campo 73 56 0,01 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

En promedio, las EAP realizan 2,1 productos y en consecuencia se plantea la siguiente combinación general de actividades:

Granos o algodón y/o bovinos (30 ha y 180 UG)

Pequeños productores tipo II

Las EAP de este tipo son también mayoritariamente ganaderas, aunque en proporciones internas diferentes; y la agricultura se encuentra difundida en un porcentaje mayor (gráfico 1.2.17).

Tabla 1.2.17. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados

en EAP de PP-I de la región Chaco húmedo

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Page 77: Tecnología y pequeña producción

79

Los clusters no arrojan diferencias significativas, al igual que en las EAP de tipo I de esta región.

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Page 78: Tecnología y pequeña producción

80

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 6.458

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 4.908 279.804 43,33 cab.

Maíz 1.894 17.872 2,77 ha

Porcinos 1.811 31.442 4,87 cab.

Algodón 1.471 35.557 5,51 ha

Soja 1.376 85.796 13,29 ha

Caprinos 1.313 52.200 8,08 cab.

Ovinos 1.021 26.624 4,12 cab.

Girasol 753 35.280 5,46 ha

Mandioca 506 393 0,06 ha

Batata 409 446 0,07 ha

Sandía 332 555 0,09 ha

Patos 300 3.599 0,56 cab.

Zapallito de tronco y redondo 276 309 0,05 ha

Melón a campo 214 134 0,02 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

En promedio, las EAP realizan 2,6 productos y en consecuencia se plantea la misma combinación de actividades que en el caso anterior, a pesar de encontrarse mayor peso numérico de las EAP con agricultura:

Granos o algodón y/o bovinos (27 ha y 47 UG)

Pequeños productores tipo III

Las EAP son mayoritariamente ganaderas, pero en mayor proporción con producción de algodón y granos (gráfico 1.2.18).

Tabla 1.2.18. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Chaco húmedo

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Page 79: Tecnología y pequeña producción

81

La combinación de varias actividades con la ganadería bovina parece ser lo dominante en este tipo de EAP, ya que en los clusters analizados aparecen todas las combinaciones aunque en diferentes proporciones.

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Page 80: Tecnología y pequeña producción

82

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 11.165

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 6.711 135.384 12,13 cab.

Algodón 4.552 20.059 1,80 ha

Maíz 4.365 10.907 0,98 ha

Porcinos 3.636 32.255 2,89 cab.

Mandioca 2.944 1.625 0,15 ha

Caprinos 2.284 65.811 5,89 cab.

Batata 2.122 1.064 0,10 ha

Ovinos 1.181 19.593 1,75 cab.

Sandía 1.145 733 0,07 ha

Zapallito de tronco y redondo 1.041 619 0,06 ha

Melón a campo 945 428 0,04 ha

Patos 866 8.164 0,73 cab.

Soja 434 25.679 2,30 ha

Girasol 104 5.094 0,46 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

La diferencia más importante con las EAP de otro tipo de esta misma región proviene de la mayor presencia del cultivo del algodón:

Ganadería o agricultura (granos, algodón) (14 UG y 6 ha)

En síntesis, la caracterización productiva del Chaco húmedo refleja para todos los tipos analizados un comportamiento similar. Con la presencia dominante de la ganadería bovina, se combinan pequeñas superficies de agricultura extensiva (soja, maíz, girasol) o algodón, más pequeñas

Tabla 1.2.19. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Chaco húmedo

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Page 81: Tecnología y pequeña producción

83

superficies con horticultura. La distinción entre los tipos se encuentra básicamente en el tamaño de las actividades productivas (existencias, superficie cultivada).

1.2.7. Mesopotamia

En esta región las 42.129 EAP consideradas para los cluster represen-tan el 19,25% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 12,50% PP-I, 23,65% PP-II y 63,86% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Estas EAP de tipo I son muy diversificadas. El principal producto agrí-cola es el tabaco, siguiéndole en difusión los cítricos, la yerba mate y los productos forestales y de autoconsumo. Sin embargo, mayoritariamente, estas EAP tienen actividades ganaderas (gráfico 1.2.19).

El análisis de clusters (desde 1 hasta 5) no separa explotaciones agrí-colas de ganaderas, tampoco tabacaleras, tealeras o citrícolas puras. La constante es la diversificación entre actividades agrícolas y ganaderas. Debido al peso numérico de la ganadería bovina, que se encuentra pre-sente en el 81% de las EAP, esa es la actividad predominante.

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Page 82: Tecnología y pequeña producción

84

La distinción entre 2 clusters (cluster A predominantemente agrícola 21%, cluster B predominantemente ganadero 79%) muestra una diferen-ciación importante que separa relativamente a los cultivos que resultan significativos para este tipo de explotación. Esta distinción (tabla 1.2.20) muestra que la ganadería bovina se combina con todo tipo de actividades agrícolas o forestales. En cambio las actividades agrícolas no se combinan todas entre sí.

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.Total por

EAP Total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 1.128 4.137

Tamaño cluster (% de EAP) 21 79

Bovinos 851 54.493 48,31 cab. 3.430 556.347 134,48 cab.

Ovinos 195 5.018 4,45 cab. 1.186 114.294 27,63 cab.

Porcinos 809 7.288 6,46 cab. 395 3.787 0,92 cab.

Maíz 910 2.724 2,41 ha 184 2.199 0,53 ha

Tabaco 709 1.662 1,47 ha 200 419 0,10 ha

Mandioca 510 356 0,32 ha 100 83 0,02 ha

Naranjo 47 86 0,08 ha 475 5.583 1,35 ha

Mandarina 43 145 0,13 ha 457 5.315 1,28 ha

Avicultura 153 185.387 164,35 cab. 281 7.735.373 1.869,80 cab.

Yerba 184 1.993 1,77 ha 244 4.000 0,97 ha

Batata 327 122 0,11 ha 82 56 0,01 ha

Eucalipto 91 370 0,33 ha 264 3.037 0,73 ha

Pino 139 1.053 0,93 ha 214 3.384 0,82 ha

Té 63 349 0,31 ha 67 447 0,11 ha

Poroto 82 57 0,05 ha 7 2 0,00 ha

Paraíso 41 209 0,19 ha 27 156 0,04 ha

Tung 30 124 0,11 ha 11 37 0,01 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.20. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Mesopotamia

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Page 83: Tecnología y pequeña producción

85

En promedio, las EAP realizan 2,4 productos, y en consecuencia se plantea la siguiente combinación de actividades:

A: Agricultura (tabaco, yerba y autoconsumo) y/o ganadería (51 UG y 8 ha)

B: Ganadería y/o cítricos o industriales (yerba, tabaco) o forestación o avicultura (139 UG y 6 ha)

Pequeños productores tipo II

En estas EAP la ganadería sigue siendo predominante (77% de las EAP); la agricultura se debe predominantemente al cultivo de yerba mate, que realizan el 45% de las EAP de este tipo. La forestación con pino, tam-bién, resulta importante y alcanza a un tercio de las explotaciones (gráfico 1.2.20).

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Page 84: Tecnología y pequeña producción

86

Nuevamente el análisis de clusters muestra una importante diversifi-cación, con la ganadería como actividad predominante o más difundida. También aquí, la mejor diferenciación parece ser la que muestra dos tipos de agrupamientos (tabla 1.2.21).

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por EAP total por

EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 5.485 4.477

Tamaño cluster (% de EAP) 55 45

Bovinos 4.426 238.287 43,44 cab. 3.247 56.827 12,69 cab.

Yerba 542 6.895 1,26 ha 3.971 42.554 9,51 ha

Pino 256 4.011 0,73 ha 3.065 22.264 4,97 ha

Porcinos 679 8.127 1,48 cab. 2.200 24.301 5,43 cab.

Maíz 553 3.132 0,57 ha 1.562 3.409 0,76 ha

Mandioca 296 262 0,05 ha 1.617 1.877 0,42 ha

Té 30 217 0,04 ha 1.863 11.606 2,59 ha

Tabaco 214 502 0,09 ha 1.575 3.541 0,79 ha

Mandarina 1.043 7.777 1,42 ha 339 971 0,22 ha

Naranjo 1.078 8.076 1,47 ha 223 399 0,09 ha

Ovinos 1.087 45.047 8,21 cab. 85 1.585 0,35 cab.

Eucalipto 407 3.213 0,59 ha 692 1.605 0,36 ha

Paraíso 69 434 0,08 ha 605 2.083 0,47 ha

Avicultura 403 14.559.990 2.654,51 cab. 258 10.480 2,34 cab.

Tung 12 32 0,01 ha 426 1.185 0,26 ha

Batata 261 212 0,04 ha 145 60 0,01 ha

Poroto 54 46 0,01 ha 284 177 0,04 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.21. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Mesopotamia

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Page 85: Tecnología y pequeña producción

87

Los 2 clusters identificados tienen actividades ganaderas, pero uno con mayor peso de citricultura (cluster A 55%) y otro con cultivos como yerba mate, maíz, mandioca, tabaco y té (cluster B 45%).

En promedio, las EAP realizan 3,4 productos y, en consecuencia, se plantea la siguiente combinación de actividades:

A: Ganadería y/o citricultura, forestación o avicultura (45 UG y 6 ha)

B: Agricultura (industriales, forestales) y ganadería (21 ha y 15 UG)

Pequeños productores tipo III

En estas EAP la ganadería sigue siendo predominante (71% de las EAP) y casi la mitad realiza también cría de cerdos, asociado a la produc-ción de maíz. Mandioca, tabaco y yerba mate siguen en importancia entre las actividades agrícolas. La citricultura prácticamente desaparece de este tipo de EAP (gráfico 1.2.21).

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Page 86: Tecnología y pequeña producción

88

Nuevamente el análisis de clusters muestra una presencia importante de ganadería. Sin embargo, fuera de mostrar la diversidad de actividades, no hay una buena separación de grupos diferenciados. La mejor discrimi-nación es la que muestra dos tipos de agrupamientos (tabla 1.2.22).

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 12.515 14.387

Tamaño cluster (% de EAP) 47 53

Bovinos 11.384 97.933 7,83 cab. 7.771 142.068 9,87 cab.

Porcinos 9.790 91.294 7,29 cab. 1.309 12.845 0,89 cab.

Maíz 8.819 16.203 1,29 ha 1.991 3.704 0,26 ha

Mandioca 8.318 6.171 0,49 ha 1.821 1.361 0,09 ha

Tabaco 8.182 17.541 1,40 ha 1.753 2.970 0,21 ha

Yerba 5.121 20.244 1,62 ha 4.422 28.202 1,96 ha

Pino 4.185 15.788 1,26 ha 3.033 23.989 1,67 ha

Poroto 4.234 2.707 0,22 ha 412 332 0,02 ha

Batata 2.410 936 0,07 ha 1.035 420 0,03 ha

Té 1.840 5.549 0,44 ha 1.569 6.733 0,47 ha

Paraíso 1.810 5.613 0,45 ha 643 2.845 0,20 ha

Ovinos 390 4.626 0,37 cab. 1.558 37.004 2,57 cab.

Eucalipto 1.220 1.892 0,15 ha 721 10.898 0,76 ha

Tung 1.281 2.392 0,19 ha 365 810 0,06 ha

Avicultura 661 25.725 2,06 cab. 617 7.408.604 514,95 cab.

Mandarina 416 558 0,04 ha 403 998 0,07 ha

Naranjo 374 402 0,03 ha 423 1.000 0,07 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.22. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Mesopotamia

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Page 87: Tecnología y pequeña producción

89

Se identifican 2 clusters: uno agrícola (cultivos industriales, forestales y de autoconsumo) y extendidamente con algo de ganadería (cluster A 47%); otro con las mismas actividades del anterior, aunque con una pequeña proporción de EAP avícolas (cluster B 53%).

En promedio, las EAP realizan 3,7 productos y en consecuencia se plantea la siguiente combinación de actividades:

A: Agricultura (industrial, forestal, autoconsumo) y ganadería (8 ha y 10 UG)

B: Agricultura (industrial, forestal, autoconsumo) y/o ganadería o avicultura (6 ha y 11 UG)

En síntesis, para la región Mesopotamia la diversificación entre ganadería bovina y agricultura o forestación es el hecho destacable de los pequeños productores de esta zona diversa, cuyos productores parecen diferenciarse tanto por el tamaño de las existencias ganaderas como por la superficie cultivada.

1.2.8. Patagonia

En esta región las 6.918 EAP consideradas para los cluster representan el 3,16% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 33,35% PP-I, 24,79% PP-II y 41,86% PP-III.

Pequeños productores tipo I

La mitad de las explotaciones del tipo I poseen ovinos, bovinos o capri-nos (gráfico 1.2.22).

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Page 88: Tecnología y pequeña producción

90

Respecto a la combinación de actividades, el análisis de clusters no alcanza a diferenciar producciones exclusivas o predominantes. De todas formas es posible distinguir 2 clusters de acuerdo a la presencia relativa de las actividades productivas (tabla 1.2.23).

Proinder parte 1 14 nov.indd 90 15/11/2009 03:04:22 p.m.

Page 89: Tecnología y pequeña producción

91

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

2.023 284

Tamaño cluster (% de EAP) 88 12

Ovinos 1.173 492.591 243,50 cab. 142 12.700 44,72 cab.

Bovinos 1.062 81.843 40,46 cab. 167 6.172 21,73 cab.

Caprinos 861 313.356 154,90 cab. 119 53.713 189,13 cab.

Pollos 389 10.351 5,12 cab. 119 3.667 12,91 cab.

Manzano 376 791 0,39 ha 116 38 0,13 ha

Alfalfa pura 223 701 0,35 ha 131 326 1,15 ha

Peral 256 303 0,15 ha 84 20 0,07 ha

Ciruelo 238 139 0,07 ha 92 15 0,05 ha

Pavos 209 1.916 0,95 cab. 115 1.085 3,82 cab.

Cerezo 220 236 0,12 ha 87 28 0,10 ha

Durazno 202 184 0,09 ha 97 29 0,10 ha

Acelga 12 1 0,00 ha 206 27 0,10 ha

Lechuga 13 2 0,00 ha 200 27 0,09 ha

Papa 50 58 0,03 ha 161 41 0,15 ha

Choclo 38 29 0,01 ha 163 65 0,23 ha

Ajo 23 4 0,00 ha 174 20 0,07 ha

Cebolla 15 5 0,00 ha 168 28 0,10 ha

Tomate 19 17 0,01 ha 139 42 0,15 ha

Zapallo 14 6 0,00 ha 144 22 0,08 ha

Porcinos 102 1.142 0,56 cab. 46 497 1,75 cab.

Zanahoria 4 4 0,00 ha 141 18 0,06 ha

Zapallitos 8 3 0,00 ha 99 18 0,06 ha

Avena 75 208 0,10 ha 27 33 0,12 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.23. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Patagonia

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Page 90: Tecnología y pequeña producción

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Los grupos de EAP se caracterizan: en el cluster A (88%) por la com-binación de especies ganaderas mayores y menores (bovinos, ovinos o caprinos); y, en el cluster B (12%) por la existencia de esas mismas espe-cies con algunas actividades para autoconsumo.

De acuerdo a las tablas precedentes y considerando que la cantidad promedio de productos por EAP es de 3,7, se plantean los siguientes agru-pamientos:

A: Ganadería mayor y menor (32 UG y 1 ha cultivada)

B: Ganadería mayor y menor con autoconsumo (61 UG y 3 ha)

Pequeños productores tipo II

Nuevamente se muestran situaciones heterogéneas (gráfico 1.2.23), con predominio ganadero, en combinación con producciones de autocon-sumo.

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Page 91: Tecnología y pequeña producción

93

Respecto a la combinación de actividades, el análisis de clusters no discrimina situaciones diferenciadas entre las mencionadas, por lo que se plantea como representativo un único modelo (tabla 1.2.24).

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 1.715

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Ovinos 1.077 180.865 105,46 cab.

Caprinos 1.012 213.975 124,77 cab.

Bovinos 867 25.461 14,85 cab.

Avicultura 418 7.932 4,63 cab.

Pavos 270 2.452 1,43 cab.

Alfalfa pura 269 876 0,51 ha

Manzano 154 21 0,01 ha

Acelga 150 16 0,01 ha

Choclo 148 72 0,04 ha

Lechuga 141 15 0,01 ha

Cebolla 129 15 0,01 ha

Papa 129 81 0,05 ha

Ajo 125 14 0,01 ha

Ciruelo 116 14 0,01 ha

Zapallo 116 17 0,01 ha

Durazno 106 13 0,01 ha

Tomate 106 18 0,01 ha

Zanahoria 96 10 0,01 ha

Cerezo 92 14 0,01 ha

Porcinos 78 670 0,39 cab.

Zapallito de tronco y redondo 76 9 0,01 ha

Avena 64 128 0,07 ha

Peras 59 7 0,00 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.24. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Patagonia

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Page 92: Tecnología y pequeña producción

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El cluster identificado combina ganadería caprina, ovina y bovina en diferentes proporciones, en algunos casos con huertas de zapallito, acelga, choclo, lechuga y cebolla.

De acuerdo a la tabla precedente y considerando que la cantidad prome-dio de productos por EAP es de 3,4, se plantea el siguiente agrupamiento:

Ganadería mayor y menor con autoconsumo (53 UG y 1 ha)

Pequeños productores tipo III

A pesar de que aparecen variados productos, es la ganadería lo que define el perfil de este tipo de EAP, con predominancia de ovinos y capri-nos, asociados a autoconsumo en algunos casos (gráfico 1.2.24). Los cul-tivos agrícolas están presentes en menos del 10% de las EAP.

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Page 93: Tecnología y pequeña producción

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Respecto a la combinación de actividades, la predominancia de la ganadería y la poca importancia de las actividades agrícolas determinan que el modelo predominante sea ganadero.

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 2.896

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Ovinos 1.326 91.325 31,53 cab.

Caprinos 1.225 110.854 38,28 cab.

Bovinos 956 15.998 5,52 cab.

Avicultura 654 12.071 4,17 cab.

Alfalfa pura 586 2.198 0,76 ha

Pavos 317 2.873 0,99 cab.

Choclo 283 219 0,08 ha

Acelga 244 45 0,02 ha

Cebolla 234 126 0,04 ha

Papa 226 319 0,11 ha

Lechuga 213 48 0,02 ha

Tomate 201 120 0,04 ha

Zanahoria 158 48 0,02 ha

Zapallo 158 45 0,02 ha

Ajo 149 19 0,01 ha

Zapallito redondo y de tronco 146 47 0,02 ha

Porcinos 140 2.337 0,81 cab.

Avena 97 212 0,07 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

La cantidad promedio de productos por EAP es de 2,5. Estos datos permiten plantear el siguiente agrupamiento:

Tabla 1.2.25. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Patagonia

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96

Ganadería menor y/o mayor con autoconsumo (17 UG y 1 ha)

En síntesis, la caracterización productiva de la Patagonia es otro caso en el cual no se diferencian actividades por tipo de pequeño productor, más allá de pequeñas superficies con horticultura de autoconsumo o fruticultura, limitada a pequeñas superficies. En cambio, las diferencias provienen del tamaño de esas actividades.

1.2.9. Pampeana

En esta región las 58.733 EAP consideradas para los cluster represen-tan el 26,83% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 38,25% PP-I, 37,29% PP-II y 24,46% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Ganadería bovina, principalmente, y soja y trigo en un tercio de las EAP son las actividades productivas dominantes (gráfico 1.2.25).

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Page 95: Tecnología y pequeña producción

97

Respecto a la combinación de actividades, no se logra una discrimi-nación clara de sistemas diferentes. La combinación trigo/soja de segunda hace que esos cultivos tengan una participación semejante, siempre con el predominio numérico de las EAP con ganadería bovina.

EAPSC o EG

unid.total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 22.464

Tamaño cluster (% de EAP) 100

Bovinos 19.256 3.762.428 167,49 cab.

Soja 7.513 755.223 33,62 ha

Trigo 7.456 524.269 23,34 ha

Avena 6.039 237.856 10,59 ha

Maíz 4.739 147.248 6,55 ha

Alfalfa consociada 4.388 203.976 9,08 ha

Ovinos 4.007 306.259 13,63 cab.

Porcinos 3.301 191.089 8,51 cab.

Alfalfa pura 2.952 114.500 5,10 ha

Apicultura 2.928 180.955 8,06 colm.

Girasol 1.783 98.044 4,36 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

De acuerdo a la tabla precedente y considerando que la cantidad pro-medio de productos por EAP es de 2,9 se plantea el siguiente agrupamiento representativo:

Agricultura granífera y ganadería (93 ha y 173 UG)

Tabla 1.2.26. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Pampeana

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Page 96: Tecnología y pequeña producción

98

Pequeños productores tipo II

A diferencia del caso anterior, la ganadería bovina se encuentra menos difundida y la soja aumenta su participación, no siempre asociada a la pre-sencia del trigo, que se encuentra en un porcentaje menor de EAP (gráfico 1.2.26).

Respecto a la combinación de actividades, no hay grandes diferencias entre los productos ni tampoco entre clusters respecto a lo hallado para el tipo I. Sin embargo, se pueden diferenciar 2 clusters, uno predominante-mente ganadero (cluster A 53%) y otro predominantemente agrícola (cluster B 47%; tabla 1.2.27).

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Page 97: Tecnología y pequeña producción

99

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

11.566 10.336

Tamaño cluster (% de EAP) 53 47

Bovinos 10.135 601.723 52,03 cab. 3.835 194.981 18,86 cab.

Soja 235 8.410 0,73 ha 9.968 752.507 72,80 ha

Trigo 1.154 60.164 5,20 ha 6.157 292.652 28,31 ha

Maíz 972 11.846 1,02 ha 3.771 79.564 7,70 ha

Porcinos 2.470 89.047 7,70 cab. 1.854 204.250 19,76 cab.

Avena 2.149 37.613 3,25 ha 558 7.521 0,73 ha

Alfalfa coasociada 1.122 22.987 1,99 ha 1.390 21.626 2,09 ha

Ovinos 1.941 79.612 6,88 cab. 372 13.179 1,28 cab.

Alfalfa pura 961 13.586 1,17 ha 636 9.190 0,89 ha

Apicultura 1.163 53.906 4,66 colm. 311 16.423 1,59 colm.

Girasol 455 20.081 1,74 ha 290 16.322 1,58 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

En promedio, la cantidad de productos por EAP es de 2,4, por lo que se plantean las siguientes combinaciones de actividades representativas:

A: Ganadería (56 UG y 15 ha)

B: Agricultura granífera y ganadería (114 ha y 26 UG)

Tabla 1.2.27. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en

EAP de PP-II de la región Pampeana

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Page 98: Tecnología y pequeña producción

100

Pequeños productores tipo III

En este tipo de EAP, se mantienen los productos de los casos ante-riores para la región pampeana (gráfico 1.2.27).

Respecto a la combinación de actividades, también se pueden diferen-ciar 2 clusters, uno “ganadero” (cluster A 48%) y otro “agrícola” (cluster B 52%; tabla 1.2.28).

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Page 99: Tecnología y pequeña producción

101

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 6.844 7.523

Tamaño cluster (% de EAP) 48 52

Bovinos 6.844 176.680 25,82 cab. 219 6.168 0,82 cab.

Soja 365 9.486 1,39 ha 4.238 283.173 37,64 ha

Trigo 212 6.536 0,95 ha 2.341 130.409 17,33 ha

Porcinos 1.156 24.620 3,60 cab. 573 42.816 5,69 cab.

Maíz 292 2.811 0,41 ha 1.025 38.407 5,11 ha

Ovinos 960 18.313 2,68 cab. 222 7.638 1,02 cab.

Apicultura 517 21.523 3,14 colm. 189 19.838 2,64 colm.

Alfalfa consociada 401 5.268 0,77 ha 172 2.777 0,37 ha

Avena 386 3.650 0,53 ha 78 1.671 0,22 ha

Alfalfa pura 213 1.387 0,20 ha 101 1.762 0,23 ha

Girasol 66 2.085 0,30 ha 235 18.368 2,44 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

En promedio, la cantidad de productos por EAP es de 1,4, por lo que se plantean las siguientes combinaciones de actividades representativas:

A: Ganadería (28 UG y 5 ha)

B: Agricultura granífera (63 ha y 3 UG)

En síntesis, la región Pampeana aparece como predominantemente mixta, aunque pueden diferenciarse 2 agrupamientos para los tipos II y III, en los cuales aparecen casos en los que la ganadería es casi exclusiva. En

Tabla 1.2.28. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Pampeana

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Page 100: Tecnología y pequeña producción

102

el resto se combina con la agricultura extensiva (soja, trigo-soja, avena y girasol) y con actividades menos difundidas.

1.2.10. Oasis cuyanos

En esta región las 17.108 EAP consideradas para los cluster repre-sentan el 7,82% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 18,58% PP-I, 24,67% PP-II y 56,75% PP-III.

Pequeños productores tipo I

En este tipo de EAP, los cultivos predominantes son vid, seguida por ciruelo y durazno (gráfico 1.2.28).

La distinción entre 2 clusters permite diferenciar 2 grandes grupos: uno con horticultura (cluster A 39%) y otro frutícola (cluster B 61%; tabla 1.2.29).

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Page 101: Tecnología y pequeña producción

103

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 1.227 1.952

Tamaño cluster (% de EAP) 39 61

Vid 36 142 0,12 ha 1.840 11.341 5,81 ha

Ciruelo 120 547 0,45 ha 834 2.109 1,08 ha

Durazno 103 395 0,32 ha 765 1.844 0,94 ha

Tomate 318 788 0,64 ha 82 114 0,06 ha

Ajo 326 1.305 1,06 ha 29 62 0,03 ha

Cebolla 260 712 0,58 ha 43 54 0,03 ha

Olivo 78 368 0,30 ha 172 381 0,20 ha

Bovinos 100 2.599 2,12 cab. 42 753 0,39 cab.

Lechuga 111 227 0,18 ha 17 17 0,01 ha

Caprinos 19 1.501 1,22 cab. 5 99 0,05 cab.

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

En promedio, la cantidad de productos por EAP es de 1,7, por lo que se plantean las siguientes combinaciones de actividades representativas:

A: Horticultura y/o fruticultura (4 ha y 2 UG)

B: Vid y/o fruticultura (8 ha)

Pequeños productores tipo II

La vid continúa siendo el cultivo predominante en este tipo de explota-ciones, también seguida por ciruelo y durazno (gráfico 1.2.29).

Tabla 1.2.29. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Oasis cuyanos

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Page 102: Tecnología y pequeña producción

104

La distinción entre 2 clusters construye los mismos grupos que para las EAP de PP tipo I. Es decir, un subconjunto frutícola (cluster A 79%) y otro hortícola (cluster B 21%; tabla 1.2.30).

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Page 103: Tecnología y pequeña producción

105

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

3.353 867

Tamaño cluster (% de EAP) 79 21

Vid 2.207 6.165 1,84 ha 45 78 0,09 ha

Ciruelo 828 1.120 0,33 ha 55 54 0,06 ha

Durazno 773 972 0,29 ha 47 47 0,05 ha

Tomate 59 50 0,01 ha 441 501 0,58 ha

Cebolla 28 19 0,01 ha 342 401 0,46 ha

Ajo 15 20 0,01 ha 336 613 0,71 ha

Olivo 316 587 0,18 ha 31 42 0,05 ha

Lechuga 14 10 0,00 ha 222 243 0,28 ha

Bovinos 64 1.058 0,32 cab. 12 179 0,21 cab.

Caprinos 15 1.514 0,45 cab. 4 182 0,21 cab.

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

En promedio, la cantidad de productos por EAP es de 1,4, por lo que se plantean las siguientes combinaciones de actividades representativas:

A: Vid y fruticultura (3 ha)

B: Horticultura (2 ha)

Tabla 1.2.30. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Oasis cuyanos

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Page 104: Tecnología y pequeña producción

106

Pequeños productores tipo III

En este tipo de EAP, la vid pierde importancia numérica relativa mien-tras que la cría de caprinos y bovinos le sigue en grado de difusión. De todas formas, una mayor diversificación de actividades parece ser lo domi-nante, ya que ningún producto está presente en más del 25% de las EAP (gráfico 1.2.30).

La distinción entre 2 clusters permite ahora distinguir a las EAP frutíco-las (cluster A 80%) de otras ganaderas (cluster B 20%; tabla 1.2.31).

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Page 105: Tecnología y pequeña producción

107

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

7.800 1.909

Tamaño cluster (% de EAP) 80 20

Vid 2.441 2.508 0,32 ha 2 2 0,00 ha

Caprinos 5 411 0,05 cab. 1.394 244.542 128,10 cab.

Bovinos 15 176 0,02 cab. 1.285 58.919 30,86 cab.

Ciruelo 897 621 0,08 ha 10 7 0,00 ha

Durazno 872 508 0,07 ha 12 6 0,00 ha

Olivo 723 525 0,07 ha 11 6 0,00 ha

Tomate 607 343 0,04 ha 18 7 0,00 ha

Cebolla 333 176 0,02 ha 8 2 0,00 ha

Ajo 300 251 0,03 ha 8 5 0,00 ha

Lechuga 261 141 0,02 ha 2 0 0,00 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

En promedio, la cantidad de productos por EAP es de 0,8 por lo que se plantean las siguientes combinaciones de actividades representativas:

A: Vid y/o fruticultura (1 ha)

B: Ganadería (caprinos o bovinos) (52 UG)

En síntesis, aunque la vid es el cultivo característico de los Oasis cuyanos, aparece en el tipo I como dominante en los dos agrupamientos

Tabla 1.2.31. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Oasis cuyanos

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Page 106: Tecnología y pequeña producción

108

seleccionados, pero en los tipos II y III existen grupos de EAP orientados a otras actividades (horticultura en un caso y ganadería menor en el otro). La vinculación con otras actividades agrícolas se da con la fruta de carozo (ciruelo, durazno) y con la horticultura típica de Cuyo (ajo, cebolla) pero también con el tomate y la lechuga.

1.2.11. Valles patagónicos

En esta región las 2.215 EAP consideradas para los cluster representan el 1,01% del total nacional y se distribuyen intrarregionalmente en 37,34% PP-I, 23,16% PP-II y 39,50% PP-III.

Pequeños productores tipo I

Como se observa en el gráfico 1.2.31, la fruticultura, especialmente de manzano y peral, es la actividad principal en este tipo de EAP, siguiendo en importancia el durazno o el ciruelo.

De las alternativas de agrupamiento o cluster resultantes del procesa-miento (tabla 1.2.32), se ha seleccionado la que diferencia 2 agrupamien-tos, cuya distinción básica se encuentra en la predominancia o no de la

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Page 107: Tecnología y pequeña producción

109

fruticultura. Permite distinguir un cluster A (40%) de EAP hortícolas y/o ganaderas (principalmente bovinos, porcinos, ovinos y caprinos) y otro cluster B (60%) de EAP dedicadas a la fruticultura.

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

333 494

Tamaño cluster (% de EAP) 40 60

Manzano 34 128,2 0,38 ha 473 2.401,9 4,86 ha

Peral 6 8,5 0,03 ha 438 1.381,3 2,80 ha

Durazno 31 41,3 0,12 ha 143 200,6 0,41 ha

Alfalfa pura 130 895,3 2,69 ha 38 185,6 0,38 ha

Ciruelo 17 12,1 0,04 ha 141 153,5 0,31 ha

Bovinos 100 4.133 12,41 cab. 14 544 1,10 cab.

Tomate 82 168,9 0,51 ha 24 23,9 0,05 ha

Porcinos 69 1.661 4,99 cab. 13 292 0,59 cab.

Nectarina 16 14 0,04 ha 61 55,2 0,11 ha

Zapallo anco 47 96 0,29 ha 27 47,1 0,10 ha

Vid 21 81,9 0,25 ha 50 133,3 0,27 ha

Choclo 50 30,8 0,09 ha 19 16,3 0,03 ha

Cebolla 49 71,8 0,22 ha 18 16,2 0,03 ha

Ovinos 56 4.514 13,56 cab. 6 425 0,86 cab.

Nogal 22 59,3 0,18 ha 39 70,2 0,14 ha

Acelga 37 17,4 0,05 ha 10 9 0,02 ha

Cerezo 17 23,9 0,07 ha 28 22,2 0,04 ha

Zapallitos 25 14,6 0,04 ha 11 6,9 0,01 ha

Pollos 27 1.151 3,46 cab. 6 22.116 44,77 cab.

Caprinos 14 1.302 3,91 cab. cab.

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.32. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-I de la región Valles patagónicos

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Page 108: Tecnología y pequeña producción

110

Si se analiza en promedio cuantos productos trabajan simultáneamente las EAP de este tipo de PP se obtiene un valor de 2,9 productos por EAP. Por lo tanto, se plantea que las combinaciones predominantes serán:

A: Horticultura y/o ganadería (17 UG y 5 ha)

B: Fruticultura de pepita (10 ha)

Pequeños productores tipo II

En el gráfico 1.2.32 se presenta la difusión de productos para este tipo de EAP. La fruticultura sigue siendo predominante, aunque se encuentra presente en no más del 53% de las EAP.

De las alternativas de agrupamiento (tabla 1.2.33), se ha seleccionado también la que diferencia 2 agrupamientos, uno más “frutícola” (cluster B 57%) y otro diversificado, con horticultura y ganadería de relativa difusión (cluster A 43%).

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Page 109: Tecnología y pequeña producción

111

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP) 220 293

Tamaño cluster (% de EAP) 43 57

Manzano 12 14 0,07 ha 262 625 2,13 ha

Peral 7 6 0,03 ha 219 358 1,22 ha

Alfalfa pura 81 201 0,91 ha 11 22 0,08 ha

Ciruelo 30 24 0,11 ha 58 37 0,13 ha

Durazno 40 44 0,20 ha 47 30 0,10 ha

Tomate 69 52 0,24 ha 4 5 0,02 ha

Choclo 46 22 0,10 ha 5 1 0,00 ha

Porcinos 41 851 3,87 cab. 9 139 0,47 cab.

Cebolla 46 42 0,19 ha 3 2 0,01 ha

Vid 28 47 0,21 ha 20 23 0,08 ha

Acelga 44 18 0,08 ha 0 0,00 ha

Cerezo 31 17 0,08 ha 12 6 0,02 ha

Zapallo anco 39 30 0,14 ha 3 3 0,01 ha

Bovinos 34 720 3,27 cab. 7 92 0,31 cab.

Zapallitos 40 16 0,07 ha 1 2 0,01 ha

Nectarina 20 13 0,06 ha 16 10 0,04 ha

Nogal 26 36 0,16 ha 9 6 0,02 ha

Ovinos 23 986 4,48 cab. 1 57 0,19 cab.

Pollos 18 2.151 9,78 cab. 4 400 1,37 cab.

Caprinos 8 1.493 6,79 cab. 0 0,00 cab.

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Si se analiza en promedio cuantos productos trabajan simultáneamente las EAP de este tipo de PP se obtiene un valor de 2,7 productos por EAP. Por lo tanto, se plantea que las combinaciones predominantes serán:

Tabla 1.2.33. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-II de la región Valles patagónicos

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Page 110: Tecnología y pequeña producción

112

A: Horticultura (3 ha y 6 UG)

B: Fruticultura de pepita (4 ha)

Pequeños productores tipo III

En el gráfico 1.2.33 se presentan las actividades predominantes para este tipo de EAP. La fruticultura ya no es la actividad más extendida y la ganadería pasa a ocupar el primer lugar en cuanto al grado de su difusión aunque se encuentra presente en no más del 37% de las EAP. Es decir, se trata de un conjunto heterogéneo de EAP que diversifican con ganadería.

De las alternativas de agrupamiento (tabla 1.2.34), se seleccionó tam-bién la que diferencia 2 agrupamientos; uno más “frutícola” (cluster A 8%), pero con predominancia del durazno y no de manzano; y otro ganadero diversificado (cluster B 92%), con horticultura.

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Page 111: Tecnología y pequeña producción

113

Agrupamientos A B

EAPSC o EG

unid. EAPSC o EG

unid.total por

EAP total por EAP

Tamaño cluster (cantidad de EAP)

73 802

Tamaño cluster (% de EAP) 8 92

Bovinos 4 61 0,84 cab. 317 21.874 27,27 cab.

Caprinos 0 0,00 cab. 224 56.048 69,89 cab.

Pollos 7 1.130 15,48 cab. 107 47.470 59,19 cab.

Porcinos 12 274 3,75 cab. 97 1.382 1,72 cab.

Ovinos 3 30 0,41 cab. 88 5.767 7,19 cab.

Alfalfa pura 13 21 0,29 ha 72 141 0,18 ha

Manzano 19 30 0,41 ha 62 130 0,16 ha

Tomate 8 2 0,03 ha 53 28 0,03 ha

Peral 13 14 0,18 ha 46 67 0,08 ha

Durazno 53 26 0,35 ha 1 1 0,00 ha

Ciruelo 49 28 0,38 ha 2 1 0,00 ha

Cerezo 28 7 0,10 ha 19 10 0,01 ha

Choclo 4 1 0,01 ha 41 12 0,01 ha

Acelga 4 1 0,01 ha 28 6 0,01 ha

Cebolla 4 1 0,01 ha 27 14 0,02 ha

Zapallo anco 7 3 0,04 ha 24 14 0,02 ha

Vid 8 7 0,09 ha 20 21 0,03 ha

Nogal 8 6 0,08 ha 17 20 0,02 ha

Zapallitos 1 0 0,00 ha 24 9 0,01 ha

Nectarina 20 10 0,13 ha 2 1 0,00 ha

Fuente: Elaboración sobre la base del análisis propio de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.2.34. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos seleccionados en EAP de

PP-III de la región Valles patagónicos

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Si se analiza cuantos productos trabajan simultáneamente las EAP de este tipo de PP se obtiene un valor de 1,8 productos en promedio por EAP. Por lo tanto, se plantea que las combinaciones predominantes serán:

A: Fruticultura de pepita y/o carozo (2 ha y 2 UG)

B: Ganadería mayor y/o menor (41 UG y 1 ha)

En síntesis, la fruticultura y horticultura resultan dominantes en los Valles patagónicos, pero puede diferenciarse un agrupamiento de EAP para el tipo I que es básicamente ganadero. Se trata de frutas de pepita (manzana, peral) y horticultura destinada a cebolla, zapallo anco, acelga, en pequeñas superficies, y ganadería menor (ovinos, caprinos) como así también aves.

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Capítulo 1.3.

Las tecnologías utilizadas en los productos seleccionados

Se presenta en este capítulo, para cada producto seleccionado, una descripción de las tecnologías utilizadas por los pequeños productores (PP), de acuerdo con la información relevable del CNA 2002 base usuario del estudio Obschatko, Foti y Román (2007), mediante un reprocesamiento especialmente llevado a cabo para este estudio. Las 167 tablas en que se basa este capítulo figuran en el Anexo III (Ver CD adjunto).

Tal como se explica en el capítulo 4.1 (apartado 4.1.3), esta presentación se organiza por tipos de tecnologías en tres niveles de información:

Tipo de tecnología: Se define con los siguientes criterios, en todos los casos dentro de las limitaciones impuestas por la información proveniente del CNA 2002:

1- El porcentaje de EAP de PP que, para llevar adelante un rubro productivo específico, utilizan: algún insumo, instrumento o práctica; alguna forma específica del uso del suelo; un tipo de equipamiento; cierto tipo de manejo; etc. 2- El porcentaje de uso de una determinada tecnología según las unidades consignadas en el CNA 2002 (porcentaje de superficie con aplicación de algún agroquímico, porcentaje de cabezas de una es-pecie ganadera que utiliza alguna práctica de manejo, etc.)3- El nivel promedio de algún indicador indirecto que contribuye a caracterizar algún tipo de tecnología a escala de un tipo de PP y de una región específica.

En consecuencia, el reprocesamiento consta de 167 tablas (ver Anexo III en el CD adjunto): 156 tablas —54, una por cada producto, multiplicadas por un número variable de regiones, según el número de éstas en las

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cuales el producto fue identificado—; y 11 tablas, una por región, referidas al conjunto de productos individuales seleccionados en cada una de ellas.

Nivel de información: La información así obtenida fue organizada en función del nivel y la calidad que de ella brinda el CNA 2002. En este sentido, se clasificaron la totalidad de los productos en tres niveles: A, B y C.

A: cuando el formulario censal incluye varios conjuntos de ítems (preguntas) sobre materias tecnológicas directamente atribuibles a un producto individual. B: cuando la información censal directamente atribuible a un produc-to individual es acotada a sólo algunas tecnologías o cuando dicha información comprende a varios productos o rubros productivos. C: cuando la información tecnológica censal es escasa o, directa-mente, nula.

Se hizo una lectura de la información obtenida que puede ser horizontal (diferencias de una misma tecnología entre diferentes tipos de PP) o vertical (dos o más datos de los que, para cada tipo de PP, proporciona cada tipo de tecnología).

En consecuencia, hay dos factores que hacen imposible la presentación de un esquema sencillo y breve de la materia de este capítulo. Por un lado, su contenido mismo es de una gran amplitud y diversidad. Por el otro, los diferentes niveles de información se dan tanto entre productos como entre regiones.

A fin de facilitar la lectura necesariamente más detallada de los tres apartados del capítulo, la tabla que figura a continuación presenta la lista de los productos seleccionados de acuerdo con cada nivel de información censal disponible.

A soja, trigo, maíz, algodón, caña de azúcar, tabaco, té, yerba mate, vid, olivo, mandarino, naranjo, manzano, peral, bovino, ovino, caprino

B girasol, nogal, cerezo, ciruelo, durazno, nectarina, ajo, cebolla, tomate, pollo

C

alfalfa consociada, alfalfa pura, avena, tung, acelga, batata, chaucha, choclo, haba, lechuga, mandioca, melón, papa, poroto, sandía, zanahoria, zapallito, zapallo, zapallo anco, eucalipto paraíso, pino, llamas, patos, pavos, porcinos, apicultura

Fuente: Elaboración propia en base a reprocesamiento especial de la base usuario CNA 2002, IICA-PROINDER.

Tabla 1.3.1. Argentina. Productos seleccionados de PP según niveles de información censal sobre producción y tecnología. 2002

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1.3.1. Nivel de información A

Soja

El paquete tecnológico típicamente asociado a la soja (semilla transgénica, herbicida y siembra directa) está claramente presente entre los PP de la región pampeana y con cierto grado de homogeneidad entre los diferentes tipos de productores. En las regiones norteñas en las que la expansión de la frontera agrícola ha sido un proceso característico, este cultivo tuvo un bajo desarrollo entre los PP. El paquete tecnológico típico tiene un menor grado de difusión en el Chaco húmedo, particularmente, este es el caso de la siembra directa. Cabe destacar que en dicha región los productores sojeros son también, frecuentemente, algodoneros, tal como surge de los agrupamientos productivos del capítulo 1.2.

Monte árido: La proporción de explotaciones con soja es del 5%, representando el 32% de la superficie implantada total, siendo esta proporción de 59% en PP-III, 24% en PP-II y 11% en PP-I. El nivel tecnológico de las EAP que hacen soja se expresa en los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 12% de la superficie con soja; el 117% de la superficie con soja es tratada con insecticidas y acaricidas (este porcentaje indica más de una pasada); el 161% es tratada con herbicidas; el 13% es tratada con fungicidas. En todos los indicadores la diferencia es que los aplican mayormente los PP-III. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que para la soja es del 76%, no habiendo mayores diferencias entre PP. El 70% de la soja se hace con semilla transgénica.

Chaco húmedo: La proporción de explotaciones con soja es del 12%, representando el 39% de la superficie implantada total, siendo mayor la proporción de PP-II que hacen soja. El nivel tecnológico de las EAP que hacen soja se expresa en los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 31% de la superficie con soja; el 210% de la superficie con soja es tratada con insecticidas y acaricidas (este porcentaje indica más de una pasada); el 154% es tratada con herbicidas; el 27% es tratada con fungicidas y con abono orgánico menos del 1%. No hay mayores diferencias en los indicadores por tipo de PP. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que para la soja es del 35%, variando desde 27% en PP-II a 57% en PP-III. El 82% de la soja se hace con semilla transgénica.

Pampeana: La proporción de explotaciones con soja es del 38%, representando el 45% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen soja se expresa en los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 20% de la superficie con soja; el 78% de la superficie con soja es tratada con insecticidas y

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acaricidas; el 165% es tratada con herbicidas (este porcentaje supone más de un tratamiento); el 16% es tratada con fungicidas. No hay mayores diferencias entre PP. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que para la soja de Pampeana es del 72%. El 91% de la soja se hace con semilla transgénica.

Trigo

El comportamiento que presentan dos componentes importantes de las tecnologías utilizadas en este cultivo —el uso de agroquímicos, principalmente fertilizantes, y la siembra directa— es diferenciable entre tipos de PP en la región Pampeana, según su difusión esté por encima del promedio (tipos II y III) o por debajo (tipo I). La escasa proporción de PP con trigo en el Monte árido se caracteriza por una tecnología aún más extensiva.

Monte árido: El trigo es cultivado por el 3% de los PP de la región, en la que los PP-III representan el 49% de los PP, los PP-I el 38% y los PP-II el 13%. El 12% del total de la superficie implantada se encuentra con trigo. El 21% del total de la superficie implantada con trigo ha sido fertilizada con algún tipo de producto químico, el 24% ha recibido algún tratamiento con acaricidas o insecticidas, el 45% con herbicidas, y un 13% ha controlado enfermedades fúngicas mediante el empleo de fungicidas. El abono orgánico no es una práctica común entre este tipo de productores. El 41% de la superficie sembrada es conducida dentro de un sistema de siembra directa y es ínfima la superficie sujeta a riego. Los PP-III se encuentran cercanos a estos valores promedio mencionados, apartándose del promedio en la intensidad de uso de agroquímicos fundamentalmente. En efecto, el uso de fertilizantes se incrementa hasta un 35% en este tipo de productor, como así también los herbicidas a un 63%, los acaricidas o insecticidas a 42% y los fungicidas trepan al 20%. Estos valores se corresponden con el incremento observado en cuanto a la superficie cultivada bajo siembra directa, dentro de este tipo de productores, que se aleja del promedio hasta ubicarse en 67%. El 7% de los PP-I cultivan trigo frente al 2% de los otros tipos de PP. Esta diferencia no se traslada a la superficie implantada con este cereal, que no difiere sustancialmente del promedio señalado. La intensidad de uso de agroquímicos es marcadamente inferior al promedio (8% fertilizantes, 7% acaricidas o insecticidas, 27% herbicidas, apenas 6% fungicidas) como así también la superficie bajo siembra directa (17%). Los PP-II no difieren significativamente de los promedios, aunque se encuentran levemente por debajo de éstos en lo que se refiere a superficie bajo siembra directa (34%) y como es esperable también en cuanto a la intensidad de uso de agroquímicos (16% fertilizantes, 25% acaricidas o insecticidas y 41% herbicidas) salvo por el 34% con tratamiento con fungicidas donde supera al promedio general.

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Pampeana: El trigo es cultivado por el 29% de los PP de la región, en la que los PP-I representan el 43% de los PP, los PP-II el 42% y los PP-III el 15%. El 25% del total de la superficie implantada se encuentra con trigo. El 67% del total de la superficie implantada con trigo ha sido fertilizada con algún tipo de producto químico, el 18% ha recibido algún tratamiento con acaricidas o insecticidas, el 81% con herbicidas y un 24% ha controlado enfermedades fúngicas mediante el empleo de fungicidas. El abono orgánico no es una práctica común entre este tipo de productores. El 42% de la superficie sembrada es conducida dentro de un sistema de siembra directa y es ínfima la superficie sujeta a riego. Los PP-III aparecen como el tipo de PP con menor porcentaje de EAP dedicadas a la producción de trigo (18%), pero como los que tienen mayor superficie destinada al cultivo respecto del total de la superficie implantada (30%) y como los más volcados a la siembra directa con un 61% de la superficie con trigo bajo este sistema de labranza. El uso de agroquímicos en este tipo de PP también se ubica por encima del promedio, muy marcadamente en fertilizantes (84%) y herbicidas (95%), pero también en insecticidas (28%) y fungicidas (34%). Los PP-I resultan los menos inclinados hacia la siembra directa (33%), presentando valores para uso de agroquímicos inferiores a los promedios, 62% de superficie con uso de fertilizantes, 15% de superficie tratada con insecticidas o acaricidas, 76% con herbicidas y 20% con fungicidas. Son sin embargo, junto a los PP-II, los tipos de PP que tienen mayor porcentaje de EAP dedicadas a la producción de trigo con el 33% de las EAP para ambos tipos. Esto no se corresponde en los PP-I, cuya superficie dedicada a trigo es de apenas el 22%, mientras que sí se corresponde con el caso de los PP-II, los cuales superan el promedio alcanzando el 28%. En los PP-II también se supera la media de superficie bajo siembra directa ubicada en 47% y el uso de agroquímicos se ubica en niveles muy levemente superiores a los promedios, a saber: fertilizantes (69%), insecticidas (20%), herbicidas (82%) y fungicidas (26%).

Maíz

Teniendo en cuenta la difusión de este cultivo (en todas las regiones menos en los Oasis cuyanos y en las región Patagónica) y la pluralidad de propósitos con los que puede realizarse, se diferencia la región Pampeana como aquella en la que la siembra directa y la fertilización química alcanzan una difusión importante (sin grandes variaciones entre tipos de PP); en el otro extremo la Puna presenta el modelo opuesto y la fertilización orgánica es la más difundida. Entre esos extremos, las demás regiones presentan diferencias entre tipos de PP, probablemente asociables a tamaños de las EAP y propósitos de su cultivo.

Puna: La proporción de explotaciones con maíz es del 20%, siendo de 3% en PP-I, 4% en PP-II y 27% en PP-III; representan el 9% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen

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maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 1% de la superficie con maíz; y en el 65% de la superficie con maíz aplican abono orgánico. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 1%, variando del 0% en PP-III al 11% en PP-I. Un 8% de los PP-I siembran semilla transgénica.

Valles del NOA: La proporción de explotaciones con maíz es del 22%, representando el 15% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 5% de la superficie con maíz; el 27% de la superficie con maíz es tratada con insecticidas y acaricidas; el 13% con herbicidas y en el 2% de la superficie con maíz aplican abono orgánico. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 4%.

Agricultura subtropical del NOA: La proporción de explotaciones con maíz es del 16%, representando el 8% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 16% de la superficie con maíz; el 50% de la superficie con maíz es tratada con insecticidas y acaricidas; el 35% con herbicidas; 2% de la superficie es tratada con fungicidas y en el 1% de la superficie con maíz aplican abono orgánico. Todos los indicadores son sensiblemente superiores en los PP-I. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 11% (variando desde 34% en PP-I a 7% en PP-III). Un 1% de las explotaciones utilizan semilla transgénica.

Chaco seco: La proporción de explotaciones con maíz es del 17%, representando el 19% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: el 14% de la superficie con maíz es tratada con insecticidas y acaricidas; el 8% con herbicidas. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 2%.

Monte árido: La proporción de explotaciones con maíz es del 16%, representando el 10% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: el 21% de la superficie con maíz es tratada con fertilizantes químicos; el 36% de la superficie con maíz es tratada con insecticidas y acaricidas; el 47% con herbicidas; el 2% con fungicidas. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 31%. El 2% de las EAP utilizan semilla transgénica. El 3% de la superficie con maíz es efectivamente regada.

Chaco húmedo: La proporción de explotaciones con maíz es del 31%, representando el 9% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes

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actividades: el 19% de la superficie con maíz es tratada con fertilizantes químicos; el 62% de la superficie con maíz es tratada con insecticidas y acaricidas; el 22% con herbicidas; el 2% con fungicidas y 1% con abono orgánico. Todos estos indicadores son menores en los PP-III. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 8%. El 2% de las explotaciones utilizan semillas transgénicas.

Mesopotamia: La proporción de explotaciones con maíz es del 33%, representando el 6% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: el 11% de la superficie con maíz es tratada con fertilizantes químicos; el 8% de la superficie con maíz es tratada con insecticidas y acaricidas; el 12% con herbicidas; el 1% con fungicidas y 2% con abono orgánico. Todos estos indicadores son mayores en los PP-I. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 16%. El 2% de las explotaciones utilizan semillas transgénicas.

Pampeana: La proporción de explotaciones con maíz es del 18%, representando el 7% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen maíz se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: el 86% de la superficie con maíz es tratada con fertilizantes químicos; el 40% de la superficie con maíz es tratada con insecticidas y acaricidas; el 107% con herbicidas (más de una aplicación); el 7% con fungicidas y 1% con abono orgánico. No existen mayores diferencias entre los PP. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es del 46%; este porcentaje es mayor en los PP-III (70%). El 14% de las explotaciones utilizan semillas transgénicas.

Algodón

Centrando la atención en las escalas de las EAP, la cosecha mecánica, el almacenamiento a granel y el uso de semillas transgénicas, la región húmeda presenta unidades de mayor escala, una mayor presencia de la cosecha mecánica en el marco de un predominio de la cosecha manual (aunque identificando mayores proporciones de cosecha mecánica en los tipos de PP más capitalizados) y, asociado a ello, el almacenamiento a granel y una mayor presencia del uso de semillas transgénicas. No aparecen diferencias regionales o por tipos de PP en el uso de agroquímicos.

Chaco seco: La proporción de EAP con algodón es del 15%, siendo del 6% en los PP-I, 8% en los PP-II y 21% en los PP-III. Representan el 36% de la superficie implantada total. La variedad Porá corresponde al 68% de la superficie con algodón, siguiéndole en importancia la variedad Guazuncho II (24%). El 2% de la superficie corresponde al algodón transgénico. El nivel tecnológico de las EAP que hacen algodón se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 2% de la superficie con algodón; el 247% de la superficie con algodón es tratada

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con insecticidas y acaricidas (corresponde a más de una aplicación), el 41% con herbicidas y menos del 1% con fungicidas. Aplican reguladores de crecimiento el 3% de las EAP, siendo esta proporción del 14% en los PP-I. El 92% de las EAP realizan desmalezado, escardillado y carpida. El 95 % de la superficie se cosecha manualmente, realizando 2 pasadas en promedio. El 89% de las EAP almacenan en bolsas. No existen diferencias en estas prácticas en los tres tipos de PP. Tanto PP-I como PP-II tienen en promedio 1 sembradora de algodón por EAP, mientras que en los PP-III el valor es menor a 1.

Chaco húmedo: La proporción de EAP con algodón es del 29%, siendo del 10% en los PP-I, 23% en los PP-II y 41% en los PP-III. Representan el 16% de la superficie implantada total. La variedad Guazuncho II corresponde al 56% de la superficie con algodón, siguiéndole en importancia la variedad Porá (31%). El 12% de superficie con algodón de los PP-I corresponde a transgénico. El nivel tecnológico de las EAP que hacen algodón se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 5% de la superficie con algodón; el 232% de la superficie con algodón es tratada con insecticidas y acaricidas (corresponde a más de una aplicación), el 74% con herbicidas, el 8% con fungicidas y menos del 1% con abonos orgánicos. Aplican reguladores de crecimiento el 5% de las EAP. Todas estas prácticas son realizadas en menor proporción por los PP-III. El 86% de las EAP realizan desmalezado, escardillado y carpida. El 80% de la superficie se cosecha manualmente, realizando 2 pasadas en promedio. El porcentaje de superficie con cosecha mecánica es del 21% en los PP-I, 14% en los PP-II y 3% en los PP-III. El 51% de las EAP almacenan en bolsas y el 43% a granel, no variando estos porcentajes entre los tres tipos de PP. Tanto PP-I como PP-II tienen en promedio 1 sembradora de algodón por EAP, mientras que en los PP-III el valor es menor a 1.

Caña de azúcar

El uso de fertilizantes químicos y el control mecánico total o parcial de malezas se encuentran generalizados entre los diferentes tipos de PP, así como en otras dimensiones del cultivo. Hay diferencias significativas, en cambio, en la modalidad de la cosecha, con un claro predominio de la cosecha mecánica en los tipos más capitalizados y de la cosecha manual en los más pequeños.

Agricultura subtropical del NOA: La proporción de EAP con caña de azúcar es del 35% y representan el 50% de la superficie implantada total. Las variedades más cultivadas son la TUC 77-42 (46% de la superficie con caña) y la CP 65-357 (30% de la superficie con caña). Por la edad del cañaveral, el 12% de la superficie con caña pertenece a planta, el 50% a caña soca de 1 a 4 años y el resto a caña soca de 5 años y más. El nivel tecnológico de las EAP que hacen caña se expresa por los porcentajes de

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las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 94% de la superficie con caña, se controla malezas manualmente en el 44% de la superficie con caña, en el 91% de la superficie con caña se realiza control mecánico de malezas y en el 20% se hace control químico. La cosecha manual la realizan el 82% de los PP-III, predominando la mecánica en los PP-I (63%). El promedio de cosechadoras integrales por explotación es de 0,2 para los PP-I, no existiendo en el resto de los PP. Todos los PP tienen cargadoras de caña, siendo los promedios de 0,2 por EAP para los PP-I y de 0,1 para los PP-II. La proporción de la superficie con caña regada es del 5%, siendo del 10% en los PP-I.

Tabaco

En el marco del necesario y generalizado uso de agroquímicos entre los diversos tipos de PP, dadas las características del cultivo las diferencias se expresan en las variedades cultivadas (Burley o Virginia) y en la capacidad de secado.

Agricultura subtropical del NOA: La proporción de EAP con tabaco es del 8% y representan el 6% de la superficie implantada total. La mayoría de las EAP tienen tabaco Burley (59%), siguiendo en orden de importancia el tabaco Virginia (40%). El tipo Burley es predominante en los PP-II y PP-III, mientras que el Virginia predomina en los PP-I. El nivel tecnológico de las EAP que hacen tabaco se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 161% de la superficie con tabaco (corresponde a más de una aplicación), el 428% de la superficie con tabaco es tratada con insecticidas y acaricidas, el 54% con herbicidas, el 31% con fungicidas y el 16% con abonos orgánicos. Todas las EAP realizan desflore y desbrote químico. El 95% de la superficie con tabaco es regada, predominando el riego gravitacional. No existen diferencias en estas prácticas entre los tres tipos de PP. La capacidad de estufas a gas es en promedio de 2 toneladas por EAP, la de estufas a leña 3 toneladas y la de los secaderos 7 toneladas. Estas magnitudes son duplicadas en los PP-I.

Mesopotamia: La proporción de EAP con tabaco es del 30%, siendo de 17% en los PP-I, 18% en los PP-II y 37% en los PP-III. La superficie con tabaco es del 6% de la superficie implantada total. La mayoría de las EAP tienen tabaco Burley (83%), siendo importante la proporción de Criollo Correntino en los PP-I (49%). El nivel tecnológico de las EAP que hacen tabaco se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 216% de la superficie con tabaco (corresponde a más de una aplicación), el 281% de la superficie con tabaco es tratada con insecticidas y acaricidas, el 40% con herbicidas, el 52% con fungicidas y el 11% con abonos orgánicos. Realizan desflore químico el 26% de las EAP, mientras que el desbrote químico es llevado a cabo por

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el 80% de las EAP. No existen diferencias en estas prácticas entre los tres PP. La capacidad de los secaderos es de 51 toneladas por EAP.

El uso de fertilizantes químicos (principalmente urea) y el control químico o mecánico de malezas tienen una presencia importante sin diferenciación entre tipos de PP. Las diferencias se verifican fundamentalmente en la capacidad de secado.

Mesopotamia: La proporción de EAP con té es del 13%. Representan el 5% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con té, corresponde el 14% a menos de 15 años y el 87% a 15 y más años . El nivel tecnológico de las EAP que hacen té se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 61% de la superficie con té, el 19% de la superficie con té es tratada con insecticidas y acaricidas, el 69% es tratada con herbicidas, menos del 1% con fungicidas y el 4% de la superficie es tratada con abono orgánico. Realizan control de malezas mecánico el 51% de las EAP, mientras un 57% realizan control químico de malezas. El 65% de las EAP de los PP de la Mesopotamia podan, mientras que el 60% realizan canteado de sus plantaciones. Fertilizan con urea un 52%. No existen diferencias significativas entre los tres PP. En promedio tienen 2 toneladas de secaderos de té por EAP, siendo de 6 toneladas en los PP-I y de 1 tonelada en los PP-III.

Yerba mate

Siendo “más yerbateros” los estratos más pequeños de PP y en un contexto de bajo uso de insumos, los tipos más capitalizados presentan una mayor utilización de control mecánico y químico de malezas.

Mesopotamia: La proporción de EAP con yerba mate es del 34%, siendo dicha proporción de 8% en PP-I, 35% en PP-III y de 45% en PP-II. Representan el 21% de la superficie implantada total. La mayoría de los cultivos de yerba mate se encuentran en plantaciones de baja densidad y de menos de 14 años (45%). El nivel tecnológico de las EAP que hacen yerba mate se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 1% de la superficie con yerba mate, el 4% de la superficie con yerba mate es tratada con insecticidas y acaricidas, el 52% es tratada con herbicidas, y el 3% de la superficie es tratada con abono orgánico. No existen diferencias significativas entre los tres PP. Realizan control de malezas manual el 78%, siendo relevante el control mecánico en los PP-I y PP-II. Realizan control químico de malezas el 45% de las EAP. La mayoría de los PP (68%) no fertilizó en los últimos 5 años.

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Vid

En el marco del predominio del riego superficial, del destino para vinificación y de un relativamente bajo uso de insumos, hay diferencias regionales en la presencia del destino a uva de mesa y entre tipos de PP en la capacidad de bodega.

Valles del NOA: La proporción de EAP con vid es del 14%. Representan el 7% de la superficie implantada total. El 63% de la superficie con vid corresponde a vid para vinificar y el 37% a vid de mesa. El nivel tecnológico de las EAP que hacen vid se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 7% de la superficie con vid, el 8% de la superficie con vid es tratada con insecticidas y acaricidas, el 2% con herbicidas, el 22% con fungicidas y con abono orgánico el 13%. El 100% de la superficie está regada en los tres tipos de PP y predomina el riego gravitacional. Siendo la capacidad de bodega promedio de 273 hl por EAP, esta varía desde 1.124 hl en los PP-I, 605 hl en los PP-II hasta 30 hl en los PP-III.

Oasis cuyanos: La proporción de EAP con vid es del 38%. Representan el 39% de la superficie implantada total. Las principales variedades son cereza (21%) y criolla grande (23%), no habiendo diferencias en los tres tipos de PP. En cuanto a la edad de las plantaciones, el 14% de la superficie tiene menos de 4 años, el 11% de 4 a 14 años, el 14% de 15 a 24 años y corresponden al 61% los viñedos con 25 años y más. No se encuentran diferencias entre los tres tipos de PP. Por tipo de conducción, el 51% de la superficie con vid corresponde a parral, el 36% a espaldera baja y el 13 % a espaldera alta. El nivel tecnológico de las EAP que hacen vid se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 28% de la superficie con vid, el 12% de la superficie con vid es tratada con insecticidas y acaricidas, el 38% con herbicidas, el 227% con fungicidas (correspondiente a más de una aplicación) y con abono orgánico el 21%. No se encuentran diferencias entre los tres tipos de PP. En el 88% de la superficie se realiza tratamiento de peronóspora y en el 56% contra oídio. El 78% de la superficie de EAP con vid controla mecánicamente las malezas. El 100% de la superficie está regada en los tres tipos de PP, siendo predominante el riego por surco. La capacidad de bodega promedio es de 9.110 hl por EAP; ésta varía desde 12.883 hl en los PP-I, 8.207 hl en los PP-II y 7.045 hl en los PP-III.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con vid es del 7%. Representan el 3% de la superficie implantada total. El 85% de la superficie con vid corresponde a vid para vinificar y el 15% a vid de mesa. El 96% de la superficie está regada en los tres tipos de PP y predomina el riego gravitacional. La capacidad de bodega promedio de las EAP PP-I es de 26.113 hl.

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Olivo

En principio, no aparecen grandes diferencias entre tipos de PP al interior de cada región; pero entre regiones las diferencias se encuentran en el destino para conserva que predomina en los valles del NOA y en el uso de insecticidas y acaricidas que es predominante entre los PP de los oasis cuyanos.

Valles del NOA: La proporción de EAP con olivo es del 8%; representan el 3% de la superficie implantada total. El 85% de la superficie con olivo se destina a conserva, siendo de 137 la cantidad de plantas por hectárea. El nivel tecnológico de las EAP que hacen olivo se expresa por los porcen-tajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 22% de la superficie con olivo, el 7% de la superficie con olivo es tratada con insecticidas y acaricidas, el 22% es tratada con abono orgánico, el 3% con fungicidas y sólo el 6% de la superficie con olivo es tratada con her-bicidas. Estas proporciones son significativamente menores en los PP-III, excepto en la utilización de abono orgánico.

Oasis cuyanos: La proporción de EAP con olivo es del 8%; representan el 4% de la superficie implantada total. El 57% de la superficie con olivo se destina a conserva, siendo de 132 la cantidad de plantas por hectárea. La edad de las plantaciones de olivo es de menos de 5 años (12%), de 5 a 14 años (5%) y de 15 y más años (83%). La mayoría de las plantaciones (97%) están realizadas en vaso. El nivel tecnológico de las EAP que hacen olivo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fer-tiliza con productos químicos el 29% de la superficie con olivo, el 73% de la superficie con olivo es tratada con insecticidas y acaricidas, el 21% es tratada con abono orgánico, el 29% con fungicidas y sólo el 16% de la superficie con olivo es tratada con herbicidas. No se notan diferencias sig-nificativas en estos indicadores para los tres PP. Se riega la totalidad de la superficie con olivo, utilizándose mayormente el riego por surco (80%). No hubo diferencias entre los tres PP.

Mandarino

Mesopotamia: La proporción de EAP con mandarino es del 6%. Representan el 3% de la superficie implantada total. Las variedades más cultivadas en la Mesopotamia son: Criolla, Dancy, Ellendale, Murcott y Okitsu. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con mandarino, corresponde a menos de 10 años (51%), de 10 a 19 años (37%) y de 20 años y más el resto. El nivel tecnológico de las EAP que hacen mandarino se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 23% de la superficie con mandarino, el 357% de la superficie con mandarino es tratada con insecticidas y acaricidas (se efectúa más de un tratamiento), el 43% es

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tratada con herbicidas, el 38% con fungicidas y el 10% de la superficie es tratada con abono orgánico. La superficie efectivamente regada es menor al 1%. No existieron diferencias significativas entre los diferentes tipos de PP en estos indicadores.

Naranjo

Mesopotamia: La proporción de EAP con naranjo es del 6%. Representan el 3% de la superficie implantada total. La variedad más cultivada en la Mesopotamia es el naranjo sin ombligo Valencia (55% de las plantas). El nivel tecnológico de las EAP que hacen naranjo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 25% de la superficie con naranjo, el 404% de la superficie con naranjo es tratada con insecticidas y acaricidas (se efectúa más de un tratamiento), el 49% es tratada con herbicidas, el 40% con fungicidas y el 16% de la superficie es tratada con abono orgánico. La superficie efectivamente regada es menor al 1%. No existieron diferencias significativas entre los diferentes tipos de PP en estos indicadores.

Manzano

Predomina la conducción y las variedades tradicionales sin grandes diferencias entre tipos de PP, mientras tales diferencias existen fundamentalmente en el grado de aplicación de los agroquímicos. Fuera de los valles tradicionales, aunque se mantienen esas pautas, aparece la presencia de conducciones en espaldera en los estratos más capitalizados.

Patagonia: La proporción de EAP con manzano es del 9%, siendo dicha proporción del 21% en los PP-I, del 9% en los PP-II y del 0% en los PP-III. Representan el 4% de la superficie implantada total. Las variedades de manzano que más se cultivan son: Red Delicious, clones de Red Delicious y Granny Smith. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con manzano, corresponde a menos de 5 años (6%), de 5 a 14 años (23%) y de 15 años o más (70%). Es mayoritaria la proporción de la superficie con monte tradicional (60%); la totalidad de los PP-II tiene monte tradicional, mientras que el 40% de los PP-I tiene plantas en espaldera. El nivel tecnológico de las EAP que hacen manzano se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 45% de la superficie con manzano, el 507% de la superficie con manzano es tratada con insecticidas y acaricidas (representa más de una pasada), el 49% es tratada con herbicidas, el 388% con fungicidas y el 6% de la superficie es tratada con abono orgánico. Excepto el tratamiento con abono orgánico, en el resto de los indicadores la diferencia entre tipos de PP consiste en que las aplicaciones son mayormente hechas por los PP-I (son prácticas muy poco realizadas por los PP-II).

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Valles patagónicos: La proporción de EAP con manzano es del 39%, siendo del 61% en los PP-I, del 53% en los PP-II y del 9% en los PP-III. Representan el 32% de la superficie implantada total. Las variedades de manzano que más se cultivan son: Red Delicious, clones de Red Delicious y Granny Smith. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con manzano, corresponde a menos de 5 años (8%), de 5 a 14 años (22%) y de 15 años o más (70%). Es mayoritaria la proporción de la superficie con monte tradicional (57%). El nivel tecnológico de las EAP que hacen manzano se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 57% de la superficie con manzano, el 661% de la superficie con manzano es tratada con insectici-das y acaricidas (representa más de una pasada), el 16% es tratada con herbicidas, el 40% con fungicidas y el 17% de la superficie es tratada con abono orgánico. En todos los indicadores, la diferencia entre tipos de PP consiste en que las aplicaciones son mayormente hechas por los PP-I, aunque son prácticas también realizadas por los otros dos tipos de PP.

Peral

Aunque son más frecuentes los sistemas de conducción y las varie-dades tradicionales, en los valles patagónicos predomina en conjunto, en-tre los PP, la conducción en espaldera (fundamentalmente en los estratos más pequeños).

Patagonia: La proporción de EAP con perales es del 6%, siendo del 15% en los PP-I, del 3% en los PP-II y del 0% en los PP-III. Representan el 2% de la superficie implantada total. La variedad de peral que más se cultiva es la Williams (76% de la superficie). La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con peral, corresponde a menos de 5 años (9%), de 5 a 14 años (17%) y de 15 años o más (73%). Es mayoritaria la proporción de la superficie con plantación en monte tradicional (71%). El nivel tecnológico de las EAP que hacen peral se expresa por los porcen-tajes de las siguientes actividades: se fertiliza con productos químicos el 51% de la superficie con peral, el 530% de la superficie con peral es tratada con insecticidas y acaricidas (representa más de una pasada), el 21% es tratada con herbicidas, el 369% con fungicidas y el 6% de la superficie es tratada con abono orgánico. En todos los indicadores, la diferencia entre tipos de PP consiste en que las aplicaciones son mayormente hechas por los PP-I (son prácticas poco realizadas por los PP-II).

Valles patagónicos: La proporción de EAP con perales es del 33%, siendo del 54% en los PP-I, del 44% en los PP-II y del 7% en los PP-III. Representan el 17% de la superficie implantada total. Las variedades de peral que más se cultivan son: Williams y Packham’s Triumph. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con perales, corresponde a menos de 5 años (18%), de 5 a 14 años (33%) y de 15 años

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o más (49%). Es mayoritaria la proporción de la superficie con plantación en espaldera (54%), mientras que en los PP-I lo que predomina es el monte tradicional (64%). El nivel tecnológico de las EAP que hacen peral se ex-presa por los porcentajes de las siguientes actividades: se fertiliza con pro-ductos químicos el 75% de la superficie con peral, el 640% de la superficie con peral es tratada con insecticidas y acaricidas (representa más de una pasada), el 22% es tratada con herbicidas, el 61% con fungicidas y el 22% de la superficie es tratada con abono orgánico. En todos los indicadores, la diferencia entre tipos de PP consiste en que las aplicaciones son mayor-mente hechas por los PP-I, aunque son prácticas también realizadas por los otros dos tipos de PP (en menor proporción por los PP-III).

Bovinos

La especie en cuanto tal se encuentra, obviamente, en todas las regiones del país; pero, las escalas de las EAP y de los rodeos, las orientaciones comerciales y productivas, los indicadores de eficiencia, los manejos alimentarios y sanitarios, difieren en grado y calidad entre esas diversas regiones y entre los diferentes tipos de PP. En consecuencia, cabe remitir a esas especificidades, en los análisis que las detallan a continuación.

Puna: El 25% de las EAP tienen bovinos, pero los PP-I y PP-II están por encima de ese promedio (33-31%). El 63% de estas unidades son del tipo PP-III. Consideradas desde el punto de vista de su orientación, la casi totalidad de las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son “no especializadas”, es decir, no adoptan una orientación definida como cría, inverne, etc. Sin embargo, hay un ínfimo porcentaje de vacas lecheras, concentradas en el tipo PP-III (0,14%). La EAP ganadera bovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 7% de toros, 53% de terneros nacidos, 7% de terneros < de 1 año muertos, porcentaje similar para terneros > de 1 año. Por otra parte, el 2% de las EAP efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, menos del 1% hacen pastoreo rotativo y un 8% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 49% utilizan antiparasitarios externos, el 58% utilizan antiparasitarios internos, sólo el 1% realizan control de venéreas y el 15% aplican vacunas no obligatorias. La EAP ganadera bovina del tipo PP-I difiere respecto de los promedios señalados en cuanto a indicadores de eficiencia: 4% de toros, 4% de terneros < de 1 año y terneros > de 1 año muertos. Por otra parte, el 1% de las EAP efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Res-pecto al manejo de la alimentación, el 1% hacen pastoreo rotativo y un 13% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 70% utiliza antiparasitarios internos y el 26% aplica vacunas no obligatorias. La EAP ganadera bovina del tipo PP-II presenta escasas variaciones respecto del promedio; en cuanto a indicadores de eficiencia:

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49% de terneros nacidos, y en cuanto a sanidad, 19% aplican vacunas no obligatorias. La EAP ganadera bovina del tipo PP-III difiere respecto de los promedios señalados; en cuanto a indicadores de eficiencia: 9% de toros, 9% de terneros < de 1 año y 8% terneros > de 1 año muertos. Respecto al manejo de la alimentación, menos del 1% hacen pas-toreo rotativo y un 7% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 55% utiliza antiparasitarios internos y el 11% aplica vacunas no obligatorias.

Valles del NOA: El 30% de las EAP tienen bovinos pero los PP-I y PP-III están por encima de ese promedio (31-32%). El 78% de estas EAP pertenecen al tipo PP-III. Consideradas desde el punto de vista de su orien-tación, el 89% de las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son “no especializadas”, pero esta orientación va generalizándose a me-dida que vamos de los PP-I a los PP-III (71-87-91%). Sin embargo, hay un 7% de EAP especializadas en cría. La EAP ganadera bovina prome-dio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 7% de toros, 66% de terneros nacidos, 9% de terneros < de 1 año muertos y 10% para terneros > de 1 año. Un 4% realizan selección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 19% de las EAP efectúan el servicio natu-ral a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 7% hacen pastoreo rotativo y un 6% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 25% utilizan antiparasitarios externos, el 40% utilizan an-tiparasitarios internos, sólo el 3% realizan control de venéreas, y el 17% aplican vacunas no obli-gatorias. La EAP ganadera bovina del tipo PP-I se diferencia del promedio en varios sentidos. En cuanto a la orientación, ahora, un 10% tienen vacas lecheras. Además, el 3% realizan recría y el 9% hacen invernada a campo (1% con suplemento y el 8% sin suplemen-to). En cuanto a los indicadores de eficiencia: 69% de terneros nacidos, 7% de terneros < de 1 año muertos, y 6% para terneros > de 1 año. Un 6% realizan selección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 27% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 15% hacen pastoreo rotativo y un 8% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 21% utilizan antiparasitarios exter-nos, el 37% utilizan antiparasitarios internos y sólo el 5% realizan control de venéreas. La EAP ganadera bovina del tipo PP-II difiere del promedio en cuanto a la orientación; ahora, un 4% se dedican a la cría. En cuanto a los indicadores de eficiencia: 9% de toros, 73% de terneros nacidos. El 23% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 13% hacen pastoreo rotativo. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 23% utilizan antiparasitarios externos, el 38% utilizan antiparasitarios internos y sólo el 4% realizan control de venéreas. La EAP ganadera bovina del tipo PP-III difiere del promedio en cuanto al manejo de la alimentación; el

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5% hacen pastoreo rotativo. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 2% realizan control de venéreas.

Agricultura subtropical del NOA: El 34% de las EAP tienen bovinos pero según tipos tenemos: PP-I 8%, PP-II 13% y PP-III 43%. El 90% de ellas son del tipo PP-III. Consideradas desde el punto de vista de su orientación, el 91% de las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son “no es-pecializadas”, pero de acuerdo a cada tipo tenemos: PP-I 94%, PP-II 73% y PP-III 93%. La EAP ganadera bovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 7% de toros, 66% de terneros nacidos, 12% de terneros < de 1 año muertos y 15% para terneros > de 1 año. Un 3% realizan selección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 27% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 4% hacen pastoreo rotativo y un 3% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 35% utilizan antiparasitarios exter-nos, el 60% utilizan antiparasitarios internos, sólo el 3% realizan control de venéreas y el 27% aplican vacunas no obligatorias. Los productores del tipo I se diferencian del promedio en indicadores de eficiencia: 4% de toros, 61% de terneros nacidos, 5% de terneros < de 1 año muertos y 7% para terneros > de 1 año. Un 17% realizan selección de vaquillonas para re-posición. Por otra parte, el 49% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 15% hacen pastoreo rotativo y un 12% realizan su-plementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 66% utilizan antiparasitarios externos, el 80% utilizan antiparasitarios internos, sólo menos del 1% realizan control de venéreas, y el 20% aplican vacunas no obligatorias. Los productores del tipo II se diferencian del promedio en lo que tiene que ver con la orientación, porque un 16% se dedican a cría y un 9% a tambo. En indicadores de eficiencia: 5% de toros, 8% de terneros < de 1 año muertos, y 9% para terneros > de 1 año. Un 6% realizan selección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 35% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 12% hacen pastoreo rotativo y un 8% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 41% utilizan antiparasitarios externos, el 52% utilizan anti-parasitarios internos, el 8% realizan control de venéreas. Los productores del tipo III se asemejan al promedio en todos los indicadores, teniendo en cuenta que casi el 90% de los productores con bovinos son de este tipo.

Chaco seco: El 89% de las EAP tienen bovinos y de éste, el 53% son del tipo PP-III y el 29% del tipo PP-II. Consideradas desde el punto de vista de su orientación, el 96% de las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son “no especializadas”, sin mayores diferencias entre tipos. La EAP ganadera bovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 5% de toros, 63% de terneros nacidos, 12% de terneros < de 1 año muertos y 21% para terneros > de 1 año. Por otra parte, el

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21% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 4% hacen pastoreo rotativo y un 1% realizan suplementación alimenticia. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 48% utilizan antiparasitarios externos, el 62% utilizan antiparasitarios internos, sólo el 3% realizan control de venéreas y el 44% aplican vacunas no obligatorias. Un análisis de estos productores tipo por tipo muestra que no hay sensibles diferencias respecto del promedio regional, en cuanto a indicadores de eficiencia y alimentación. En cambio, al considerar los aspectos sanitarios, tenemos: en el uso de antiparasitarios externos la variabilidad va de 62% en PP-I a 42% en PP-III; en antiparasitarios internos del 78% en PP-I a 52% en PP-III; y en el caso de vacunas no obligatorias de 61% en el tipo PP-I a 33% en el tipo PP-III.

Monte árido: El 75% de las EAP tienen bovinos y de éste, el 57% son del tipo PP-III y el 25% del tipo PP-II. Consideradas desde el punto de vista de su orientación, el 42% de las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son “no especializadas”, proporción ésta que referida al tipo PP-I es 31%, al PP-II 49% y al PP-III 61%. El 49% de las existencias totales están orientadas a la cría. La recría y la invernada comprenden un 4% de las existencias cada una. La EAP ganadera bovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 4% de toros, 63% de terne-ros nacidos, 5% de terneros < de 1 año muertos y 6% para terneros > de 1 año. En un 8% de las EAP con bovinos se hace selección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 15% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, el 7% hacen pastoreo rotativo y un 9% realizan suplementación alimenticia en diferentes formas (forraje, granos, etc.). En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 48% utilizan antiparasitarios exter-nos, el 36% utilizan antiparasitarios internos, sólo el 6% realizan control de venéreas y el 24% aplican vacunas no obligatorias. Los productores del tipo I se diferencian del promedio en que la proporción de estas unidades con bovinos llega al 97% y la orientación a la cría aumenta hasta el 56%, la recría al 6% y la invernada al 5%. En indicadores de eficiencia no se detectan grandes variaciones respecto del promedio. Un 18% realizan se-lección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 19% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Cabe señalar que en este tipo, un 5% realiza diagnóstico de pre-ñez, un 10% estaciona el servicio y un 4% controla la relación peso/edad de las vaquillonas. Respecto del manejo de la alimentación, el 13% hacen pastoreo rotativo y el 23% realizan suplementación alimenticia de distinto tipo. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 63% utilizan antiparasitarios externos, el 50% utilizan antiparasitarios internos, el 12% realizan control de venéreas y el 44% aplican vacunas no obligatorias. Los productores del tipo II se diferencian del promedio en que la proporción de estas unidades con bovinos llega al 97% y la orientación a la cría disminuye hasta el 46%, la recría al 2% y la invernada al 1%. En indicadores de eficiencia, de ali-

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mentación y de manejo no se detectan grandes variaciones respecto del promedio. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 54% utilizan antipara-sitarios externos, el 40% utilizan antiparasitarios internos, el 6% realizan control de venéreas y el 28% aplican vacunas no obligatorias. Los produc-tores del tipo III se diferencian del promedio en que la proporción de estas unidades con bovinos cae al 63% y la orientación a la cría cae al 36%; la recría e invernada llegan al 2% en conjunto. En indicadores de eficien-cia no se detectan grandes variaciones respecto del promedio, excepto la mortandad en terneros > de 1 año que se eleva al 10%. Sólo el 4% realizan selección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 13% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Respecto al manejo de la alimentación, sólo el 5% hacen pas-toreo rotativo y suplementación alimenticia de distinto tipo. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 40% utilizan antiparasitarios externos, el 30% utilizan antiparasitarios internos, el 4% realizan control de venéreas y el 15% aplican vacunas no obligatorias.

Chaco húmedo: El 72% de las EAP tienen bovinos, porcentaje que considerado dentro de cada tipo es: PP-I 92%, PP-II 76% y PP-III 60%. Estas EAP con bovinos son en un 40% del tipo PP-III y en un 30% del tipo PP-II. Consideradas desde el punto de vista de su orientación, el 44% de las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son “no especializadas”, proporción ésta que referida al tipo PP-I es 34%, al PP-II 62% y al PP-III 80%. El 39% de las existencias totales están orientadas a la cría. La re-cría y la invernada comprenden un 14% de las existencias cada una y las vacas lecheras un 3%. La EAP ganadera bovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 4% de toros, 60% de terneros nacidos, 5% de terneros < de 1 año muertos y 5% para terneros > de 1 año. En un 10% de las EAP con bovinos se hace selección de vaquillonas para reposición. Por otra parte, el 18% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Cabe señalar que el 4% realizan estacionamiento de servicios. Respecto al manejo de la alimentación, el 14% hacen pastoreo rotativo y un 10% realizan suplemen-tación alimenticia en diferentes formas (forraje, granos, etc.). En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 70% utilizan antiparasitarios externos, el 76% utilizan antiparasitarios internos, sólo el 6% realizan control de venéreas y el 57% aplican vacunas no obligatorias. Los productores del tipo I no se diferencian significativamente del promedio en indicadores de eficiencia. Por otra parte, aunque no hay grandes diferencias en cuanto al servicio natural a corral, el 11% estaciona el servicio. Además, un 4% realiza diag-nóstico de preñez y un 3% controla la relación peso/edad de las vaquillo-nas. Un 21% realizan selección de vaquillonas para reposición. Respecto del manejo de la alimentación, el 21% hacen pastoreo rotativo y el 21% realizan suplementación alimenticia de distinto tipo. En cuanto a las cues-tiones de sanidad: el 81% utilizan antiparasitarios externos, el 88% utilizan antiparasitarios internos, el 10% realizan control de venéreas y el 75% apli-

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can vacunas no obligatorias. Los productores del tipo II, reducen su dedi-cación a la cría hasta el 29% y se orientan a recría e invernada en un 7%. En indicadores de eficiencia, de alimentación y de manejo no se detectan grandes variaciones respecto del promedio. En cuanto a las cuestiones de sanidad: este tipo de productores se ubica levemente por encima del promedio regional. Los productores del tipo III se diferencian del promedio en que la proporción de estas unidades con bovinos disminuye al 60% y las orientaciones especializadas continúan reduciéndose respecto de los otros tipos de PP. En indicadores de eficiencia se detectan variaciones respecto del promedio: la proporción de toros asciende al 6%, hay un 65% de terneros nacidos y la mortandad en terneros < de 1 año es del 7% y en terneros > de 1 año es del 8%. Apenas el 3% realizan selección de vaqui-llonas para reposición. Por otra parte, el 16% efectúan el servicio natural a corral (puede suponerse que el resto es servicio natural a campo). Cabe señalar que en este tipo, menos de un 1% realizan diagnóstico de preñez, estacionan el servicio o controlan la relación peso/edad de las vaquillonas. Respecto al manejo de la alimentación, el 8% hacen pastoreo rotativo y sólo un 3% realizan suplementación alimenticia de algún tipo. En cuanto a las cuestiones de sanidad: el 58% utilizan antiparasitarios externos, el 65% utilizan antiparasitarios internos, el 3% realizan control de venéreas y el 43% aplican vacunas no obligatorias.

Mesopotamia: En esta región el 74% de los PP se dedica a la produc-ción de bovinos. Sólo los PP-I y los PP-II superan este porcentaje con 81 y 77% respectivamente, mientras que los PP-III caen a 71%. Los PP-III resultan los tipos más representativos de la región, siendo el 62% del total de los PP; le siguen los PP-II que representan el 25%. El porcentaje de ca-bezas no especializadas promedio asciende a 29%, siendo relativamente más importante en los PP-III, donde el porcentaje se eleva hasta 59%, y de menor importancia en PP-I, donde es de sólo el 15%. La orientación de la actividad hacia la cría llega al 60% en promedio, siendo del 72% en los PP-I y de sólo el 35% en PP-III. Apenas el 4 y 5% de los PP se dedican a recría e invernada y la producción lechera es de apenas el 1%. Respecto de los indicadores de eficiencia: el porcentaje de toros es del 5% en promedio, el de terneros nacidos es del 63% y el de terneros muertos tanto < y > de 1 año es del 4%. El 21% realiza servicio natural a corral y el 7% selecciona vaquillonas cuyo destino es la reposición. El estacionamiento de servicio es una práctica solo relevada en el 2% de los casos. En cuanto a la cuestión alimentaria, el 10% de los PP realiza pastoreo rotativo y el 25% utiliza al-gún tipo de suplemento para el ganado. En lo referente a sanidad, la apli-cación de antiparasitarios externos se observa en el 62% de los casos, en el 68% para los antiparasitarios internos, sólo el 4% realiza detección de enfermedades venéreas y el 38% aplica vacunas no obligatorias al ganado. Los productores del tipo I mostraron importantes diferencias respecto de la especialización de la actividad con una fuerte preponderancia de la cría pero donde también aparecen con relativa importancia la recría y la inver-

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nada con valores del 5 y el 7% respectivamente. El servicio natural a corral fue observado en el 26% de los casos y la selección de vaquillonas para reposición se aparta del promedio hasta alcanzar el 16%, al igual que el estacionamiento de servicio que llega al 8% de los casos. Los indicadores de eficiencia, por su parte, no mostraron variaciones que merezcan de-stacarse respecto del promedio y lo mismo ocurre con la alimentación. La aplicación de antiparasitarios externos es del 81% y la de antiparasitarios internos del 86%, la detección de enfermedades venéreas se ubica en un 8% y el 64% aplica vacunas no obligatorias al ganado. Los PP-II aparecen como menos especializados que los PP-I con 35% de las EAP con ga-nadería no especializada, pero donde se observa que el 55% de ellas se dedica a la cría. La recría, invernada y tambo registran porcentajes del 3, 4 y 3% respectivamente. El servicio natural a corral y la selección de vaqui-llonas para reposición son levemente superiores a los promedios indicados con valores del 23 y 8%. Los indicadores de eficiencia no se apartaron de los promedios. La suplementación superó el promedio ubicándose en 29% y en cuestiones sanitarias las aplicaciones de antiparasitarios externos e internos superaron el promedio (66 y 75% respectivamente) al igual que en el caso de las vacunas no obligatorias, mientras que la detección de venéreas fue levemente superior a los valores promedio. Por último, los PP-III son los tipos menos especializados; de ellos sólo un 35% orienta su producción hacia la cría y sumando entre el resto de las orientaciones apenas un 5% de las cabezas. El servicio natural a corral es levemente inferior al promedio (19%) y la selección de vaquillonas para reposición es del 4%. Los indicadores de eficiencia arrojaron valores similares al prome-dio excepto en el porcentaje de toros, que fue del 8%; tampoco se verifi-can valores diferentes del promedio en lo referente al manejo alimentario. Dentro de lo que es sanidad, las aplicaciones de antiparasitarios externos caen al 56%, las de internos al 61%, el control de enfermedades venéreas es levemente inferior al promedio ubicándose en el 3% y la aplicación de vacunas no obligatorias desciende al 29 %.

Patagonia: La producción de bovinos se observa en el 44% de las EAP, siendo más importante en los PP-I y los PP-II (53 y 51 % respectivamente), mientras que los PP-III caen a 33%. Los PP-I son el tipo de PP más fre-cuente en la región con un peso relativo del 40 % respecto del total de EAP con bovinos; le siguen los PP-III que representan el 31%. El porcentaje de cabezas no especializado promedio asciende a 34%, siendo relativamente menos especializados los PP-II y PP-III (47 y 42 %) y más especializados los PP-I, donde el porcentaje de bovinos no especializado es de 29%. La orientación de la actividad hacia la cría llega al 57% en promedio, influen-ciado, mayormente por el 63% registrado por los PP-I y en menor medida por los 44 y 43% de los PP-II y III. La recría, en promedio, es de 5 % y el resto de las actividades apenas suma el 3%. La lectura de los indicadores de eficiencia indica que el porcentaje de toros es del 5% en promedio, el porcentaje de terneros nacidos es del 68% y el porcentaje de terneros

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muertos < y > de 1 año es del 5%. El 40% realiza servicio natural a corral y el 12% selecciona vaquillonas cuyo destino es la reposición. El esta-cionamiento de servicio se practica en el 22% de las EAP con bovinos. La suplementación alimenticia se observó en el 25% de los casos. En cuanto a sanidad los valores promedio de la región indican que se aplican anti-parasitarios externos en un 33%, antiparasitarios internos en el 58%, el 9% realiza control de enfermedades venéreas y el 26% aplica vacunas no obligatorias al ganado. Los PP de tipo I, además de la cría, que ya se men-cionó, realizan recría de su producción en un 5% y con menor importancia relativa aparecen tambo e invernada, con apenas el 2% en su conjunto. La selección de vaquillonas para reposición se aparta del promedio hasta alcanzar el 17%, mientras que aquellos que estacionan servicio superan levemente el promedio alcanzando el 24%. Los indicadores de eficiencia, por su parte, no mostraron variaciones destacables respecto del promedio y lo mismo ocurre con la alimentación. La aplicación de antiparasitarios externos, dentro de este grupo de productores, es del 40% y la de antipara-sitarios internos es del 62%, y el 33% se inclina por la aplicación de vacu-nas aunque éstas no sean de carácter obligatorio. Las diferencias respecto de los promedios que merecen mencionarse dentro de los PP-II tienen que ver con aspectos vinculados al manejo. En efecto, la selección de vaqui-llonas se realiza en el 9% (por debajo del promedio) de los productores y el servicio natural a corral se observó en el 44% de los casos, superando aquí el promedio de la región. En cuanto al manejo sanitario, con excepción de la aplicación de antiparasitarios externos, donde se observan valores inferiores al promedio (29%), no se observan diferencias relevantes. Por último, los PP-III presentan valores del 43% orientados hacia la cría, el 4% a recría, similar porcentaje para lechería y 2% a invernada. El servicio natural a corral es levemente inferior al promedio (36%) y los que selec-cionan vaquillonas para reposición son el 7%. Los indicadores de eficiencia muestran que el porcentaje de terneros nacidos es del 73% y el porcentaje de terneros muertos < de 1 año es del 7%, mientras que para los > de 1 año es del 6%. En cuanto a sanidad, el 26% aplica antiparasitarios externos, el 54% utiliza antiparasitarios internos, sólo el 7% realiza control de enferme-dades venéreas y el 19% aplica vacunas no obligatorias al ganado.

Pampeana: La producción de bovinos se observa en el 69% de las EAP, siendo más significativa dentro de los PP-I (86%), diluyéndose su im-portancia al avanzar de PP-II (64%) a PP-III (49%). Los PP-I representan el tipo de PP más frecuente con un peso relativo del 48% respecto del total de EAP con bovinos, seguidos de los PP-II que representan el 37%. En gene-ral la producción de los PP se halla encuadrada dentro de una orientación definida, siendo prácticamente nulas las EAP con ganado no especializado (apenas 2%). Dentro de las orientaciones, en promedio, el 59% de las exis-tencias totales se destinan a la cría, el 10% a recría, el 22% a invernada con o sin suplemento y el 8% a la producción lechera. Respecto de esta última actividad, el porcentaje de vacas secas respecto de las hembras to-

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tales se ubica en el 17% y para ninguna de las categorías de PP supera el 20%. El porcentaje promedio de toros en los rodeos es de 4%, los terneros nacidos ascienden a 76% y el porcentaje de terneros muertos < de 1 año es del 5%, registrándose un porcentaje del 4% para la mortandad de terneros > de 1 año. El servicio natural a corral es practicado por el 23% (28% si se consideran cría y tambo) de los PP en promedio; el 12% realiza diagnóstico de preñez (14% si se consideran cría y tambo) y el 27% selecciona vaqui-llonas cuyo destino es la reposición (31% si se consideran cría y tambo). El estacionamiento de servicio se practica en el 22% (23% si se consideran cría y tambo) de las EAP con bovinos. El porcentaje de EAP que realiza control de peso/edad en vaquillonas es del 7% en cría (9% si se consideran cría y tambo) y en un 4% de las EAP se realiza control de fertilidad de toros. El 34% de las EAP con bovinos practica el pastoreo rotativo para la produc-ción de carne y el 8% sobre el total de EAP con bovinos cuando el objetivo de producción es leche, lo que arroja que el 42% de las EAP con bovinos utiliza esta práctica de pastoreo. El forraje es el suplemento más utilizado en producción de carne encontrándose en el 37% del total de EAP con bovinos (este porcentaje asciende a 45% si se agrega la producción para leche), seguido de los granos (17% y 22% si se consideran los tambos). En cuanto a sanidad, cuando el objetivo es la producción de carne, el 71% aplica antiparasitarios externos, el 77% utiliza antiparasitarios internos, el 19% realiza control de enfermedades venéreas y el 62% aplica vacunas que no son obligatorias. Si se consideran en conjunto las producciones de carne y leche, estos porcentajes respectivamente se ubican en 79%, 85%, 21% y 68%. Los PP de tipo I no difieren respecto del promedio en cuanto a la distribución de las orientaciones de la producción. El porcentaje de toros es algo inferior al promedio (3%) y la mortandad de terneros se ubica en un nivel algo inferior a los promedios señalados, los < de 1 año en el orden del 4% y los > de 1 año, en el 3%. El diagnóstico de preñez es más frecuente en este tipo de PP, alcanzando el 19% (22% si se considera el tambo) y el 38% selecciona vaquillonas cuyo destino es la reposición (44% si se considera el tambo). El estacionamiento de servicio se practica en el 32% (33% si se consideran cría y tambo) de las EAP con bovinos. El porcentaje de EAP que realiza control de peso/edad en vaquillonas es del 11% en cría (14% si se consideran cría y tambo) y en un 6% de las EAP se realiza control de fertilidad de toros. El 42% de los PP-I que realizan actividades ganaderas practica el pastoreo rotativo para la producción de carne y el 9% sobre el total de PP-I con bovinos cuando el objetivo de producción es leche, lo que indica que el 51% de los PP-I con bovinos utiliza esta práctica de pastoreo rotativo. El forraje es el suplemento más utilizado también por los PP-I pero a diferencia del promedio señalado, en este caso representa 46% del total de PP-I con bovinos (este porcentaje asciende a 54% si se agrega la producción para leche), también aquí es seguido por los granos (23%, y 29% si se consideran los tambos). En cuanto a sanidad, cuando el objetivo es la producción de carne, el 75% aplica antiparasitarios externos, el 82% utiliza antiparasitarios internos, el 27% realiza control de enferme-

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dades venéreas y el 71% aplica vacunas que no son obligatorias. Si se consideran en conjunto las producciones de carne y leche, estos porcen-tajes respectivamente se ubican en 84%, 91%, 30% y 78%. Los PP-II se encuentran algo más volcados a la cría que los PP-I, encontrándose que el 62% realiza esta actividad, mientras que el 9% realiza recría, el 16% invernada (5% con suplementación y 11% sin suplementación) y el 10% se inclina por la producción de leche. Los indicadores de eficiencia no difieren mayormente de los enunciados como promedio de la región y lo mismo se refleja al analizar el manejo de la alimentación del rodeo. La selec-ción de vaquillonas se realiza en el 20% (por debajo del promedio) de los productores orientados hacia la producción de carne y el estacionamiento de servicios se verifica en el 15% de los casos (por debajo del promedio). El diagnóstico de preñez se observa en el 7% de los PP-II. Los PP-III se encuentran aún más volcados a la cría que los PP anteriores; en efecto, el 68% realiza esta actividad, mientras que el 8% realiza recría, el 13% invernada (3% con suplementación y 10% sin suplementación) y el 10% se inclina por la producción de leche. Los indicadores de eficiencia no difieren mayormente de los enunciados como promedio de la región, aunque se encuentran muy levemente por encima del promedio. Al analizar el manejo de la alimentación del rodeo, se puede encontrar que el pastoreo rotativo aparece en el 17% de los productores, porcentaje que se eleva sólo al 20% si se consideran conjuntamente las producciones de carne y leche. La suplementación es menos usual en este tipo de PP, aunque sigue una tendencia similar a la observada en los anteriores tipos reproductores. Es decir, el forraje lidera la lista de suplementos más utilizados, estando en el orden de 19% (23% si se consideran ambas orientaciones productivas, carne y leche), luego aparecen los granos con un 6% (8% consideradas las dos producciones conjuntamente). En lo referente al manejo sanitario, la diferencia fundamental se encuentra en el control de enfermedades venéreas donde el porcentaje se aparta del promedio general cayendo a un 9% (10% si se consideran tambos). El resto se ubica en una posición más cercana al promedio aunque siempre por debajo de éste, a saber: aplicación de antiparasitarios externos, 64% (68% considerando la pro-ducción para leche), antiparasitarios internos, 69% (68% considerando la producción para leche) y aplicación de vacunas no obligatorias 50% (54%, teniendo en cuenta la producción para leche).

Oasis Cuyanos: En esta región sólo el 9% de los PP se dedica a la producción de bovinos. Los PP-I y los PP-II se encuentran por debajo de este porcentaje (4 y 2% respectivamente), mientras que los PP-III alcanzan el 13%. Los PP-III resultan los tipos más representativos de la región (86%), le siguen los PP-I que representan el 9% y por último los PP-II que apenas alcanzan el 5%. En este contexto, el porcentaje de ganado no especializadas promedio asciende a 74%, empujado fundamentalmente por los PP-III donde el porcentaje se eleva hasta 78%. En los PP-I este porcentaje es del 19% y en los PP-II del 31%. La orientación de la actividad

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hacia la cría llega al 20% en promedio siendo del 57% en los PP-I y de sólo el 38% en PP-III. Apenas el 2 y 1% de los PP se dedican a recría e invernada y la producción lechera es de apenas el 2%. Respecto de los indicadores de eficiencia: el porcentaje de toros es del 6% en promedio, el porcentaje de terneros nacidos es del 53% y el porcentaje de terneros muertos < de 1 año es del 4% y de los > de 1 año es del 6%. El 22% realiza servicio natural a corral. En cuanto a la cuestión alimentaria, el 5% utiliza suplemento alimenticio para el ganado de carne y 4% cuando el destino de la producción es leche. En lo referente a sanidad, la aplicación de antiparasitarios externos se observa en el 35% de los casos (más un 5%, que aplica para tambo, lo que lo eleva a 40%), en el 27% para los antiparasitarios internos (más un 5% para el caso de tambo, alcanza el 32%), sólo el 6% realiza control de enfermedades venéreas y el 19% aplica vacunas no obligatorias al ganado. Los productores del tipo I y II representan en conjunto menos del 15% del total de las EAP con bovinos en la región. Existen ciertas diferencias con los promedios dadas principalmente en la especialización de la producción, donde los PP-I de un 57% para cría, 5% de recría, 6% invernada y 12% tambo. En los PP-II estos porcentajes son 38% cría, 8% de recría, 2% invernada y 16% tambo. El porcentaje de terneros nacidos para estos dos tipos de productores se eleva por sobre el promedio, ubicándose en 68 y 74% para PP-I y PP-II respectivamente; el porcentaje de terneros muertos < de 1 año es del 5 y 7% y de los > de 1 año es del 3 y 4% para cada tipo, PP-I y PP-II. El servicio natural a corral se realiza con mayor frecuencia relativa en PP-I (52%) y PP-II (36%) que en el promedio de la región. La misma situación se da en la producción lechera donde el servicio a corral se eleva por encima del promedio (5%) hasta alcanzar valores de 18% en PP-I y 22% en PP-II. La utilización de suplementos también es más frecuente en estos tipos I y II, alcanzando valores del 6 y 5% para cada uno de ellos en ganado para carne y de 15 y 16% en tambo. En cuanto a sanidad, la aplicación de antiparasitarios externos se observa en el 46% de los casos en PP-I, no existiendo diferencias importantes respecto del promedio para PP-II. El 49% aplica antiparasitarios internos en PP-I, el 16% realiza control de enfermedades venéreas y el 33% aplica vacunas no obligatorias al ganado dentro del tipo I de PP. Respecto de los PP-II estos porcentajes logran valores de 33% para antiparasitarios tanto externos como internos; en el mismo porcentaje se registra el control de enfermedades venéreas y el 18% realiza vacunaciones no obligatorias. Los valores de los PP-III se corresponden casi en su totalidad con los valores promedio ya mencionados, fundamentalmente por el peso relativo de este tipo de productor dentro de los productores totales.

Valles Patagónicos: En esta región el 21% de los PP se dedica a la producción de bovinos. Los PP-I y los PP-II se encuentran por debajo de este porcentaje (14 y 8% respectivamente), mientras que los PP-III alcan-zan el 37%. Los PP-III resultan los tipos más representativos de la región (67 %), le siguen los PP-I que representan el 24%. El porcentaje de ganado

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no especializado promedio asciende a 30%. En los PP-I este porcentaje es del 12%, en los PP-II del 29% y en los PP-III del 34%. La orientación de la actividad hacia la cría es muy marcada llegando al 64% en promedio, siendo del 72% en los PP-I, 56% en PP-II y 63% en PP-III. Apenas el 2 y 3 % de los PP se dedican a recría e invernada y la producción lechera es de sólo el 1%. Respecto de los indicadores de eficiencia: el porcentaje de toros es del 5% en promedio, no existiendo diferencias entre PP. El por-centaje de terneros nacidos es del 67% y el porcentaje de terneros muertos < de 1 año y > de 1 año es del 3% para cada uno. El 24% realiza servicio natural a corral y el 15% realiza selección de vaquillonas para reposición. En cuanto a la alimentación, el 9% utiliza suplemento alimenticio para el ganado de carne. En lo referente a sanidad, la aplicación de antiparasi-tarios externos se observa en el 54% de los casos, en el 46% para los an-tiparasitarios internos, el 9% realiza control de enfermedades venéreas y el 32% aplica vacunas no obligatorias al ganado. Los PP-I además de la cría que ya se mencionó realizan recría de su producción en un 5%. La selec-ción de vaquillonas para reposición se aparta del promedio bajando al 11% y desciende también el porcentaje de quienes realizan servicio natural a corral (11%). Los indicadores de eficiencia, por su parte, no mostraron va-riaciones destacables respecto del promedio; no ocurre lo mismo con la ali-mentación donde el uso de suplementos asciende a 12%. La aplicación de antiparasitarios internos, dentro de este grupo de productores, es del 54% y el 14% realiza control de enfermedades venéreas (ambos por encima del promedio), la aplicación de antiparasitarios externos es del 50% y el 28% se inclina por la aplicación de vacunas aunque éstas no sean de carácter obligatorio (ambos por debajo del promedio). Las diferencias respecto de los promedios que merecen mencionarse dentro de los PP-II tienen que ver con prácticamente los mismos aspectos a los ya vistos en los PP-I, aunque con proporciones diferentes. En este sentido, la selección de vaquillonas para reposición cae al 7%, como así también el porcentaje de quienes rea-lizan servicio natural a corral (10%). Los indicadores de eficiencia, por su parte, no mostraron variaciones destacables respecto del promedio; no ocurre lo mismo con la alimentación donde el uso de suplementos cae por debajo del promedio (5%). En cuanto a sanidad, los valores para estos productores indican que aplica antiparasitarios externos un 44%, antipara-sitarios internos el 41%, el 5% realiza control de enfermedades venéreas y el 10% aplica vacunas no obligatorias al ganado, todos por debajo del promedio. Por último, los valores para los PP-III son muy similares a los valores promedio ya mencionados, fundamentalmente porque son muy nu-merosos dentro de los PP que realizan ganado bovino.

Ovinos

La especie en cuanto tal se encuentra en 10 de las 11 regiones del país, pero en la mayoría de las regiones es criada por proporciones inferiores

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—o a lo sumo pocos puntos por encima de— un tercio y únicamente en 2 —Patagonia y Puna— sobrepasa la mitad de las EAP. En estas últimas regiones las orientaciones productivas, los indicadores de eficiencia, los manejos sanitarios, algunas prácticas o mejoras, difieren en grado y calidad y entre los diferentes tipos de PP. En consecuencia, cabe remitir a esas especificidades en los análisis que las detallan a continuación.

Puna: El 65% de las EAP tienen ovinos pero los PP-I y PP-II están por encima de ese promedio (92-89%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (100%) y para lana (94%), además un 30% de las EAP tienen orientación para leche. La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 4% de reproductores, 74% de corderos nacidos, 48% de corderos señalados, 17% de animales < de 1 año muertos, 5% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, el 3% de las EAP estacionan servicio y el 81% desparasitan. Es muy bajo (1%) el porcentaje de EAP que seleccionan sus animales, haciéndolo tanto por peso del vellón como por fertilidad.

Valles del NOA: El 20% de las EAP tienen ovinos. Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (97%), para lana (55%) y un 10 % de las EAP tienen orientación para leche. La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 7% de reproductores, 64% de corderos nacidos, 36% de corderos señalados, 16% de animales < de 1 año muertos, 8% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, el 1% de las EAP estacionan servicio y el 37% desparasitan. Es muy bajo (menos del 1%) el porcentaje de EAP que seleccionan sus animales, haciéndolo por peso del vellón.

Agricultura subtropical del NOA: El 8% de las EAP tienen ovinos. El 11% de estas unidades son del tipo PP-III. Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (96%), para lana (29%) y un 16 % de las EAP tienen orientación para leche. La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 7% de reproductores, 58% de corderos nacidos, 26% de corderos señalados, 16% de animales < de 1 año muertos, 12% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, menos del 1% de las EAP estacionan servicio y el 46% desparasitan. No realizan selección de sus animales.

Chaco seco: El 36% de las EAP tienen ovinos pero los PP-I y PP-II están por encima de ese promedio (59-46%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (97%) y para lana (20%), además menos del 1% de las EAP tienen orientación para leche. La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 9% de reproductores,

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39% de corderos nacidos, 26% de corderos señalados, 13% de animales < de 1 año muertos, 15% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, el 17% de las EAP desparasitan. No realizan selección de sus animales.

Monte árido: El 27% de las EAP tienen ovinos pero los PP-I y PP-II están por encima de ese promedio (36-35%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (94%) y para lana (59%), además un 2 % de las EAP tienen orientación para leche. La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 6% de reproductores, 63% de corderos nacidos, 39% de corderos señalados, 9% de animales < de 1 año muertos, 11% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, el 4% de las EAP estacionan servicio y el 32% desparasitan. No realizan selección de sus animales. El 3% de las EAP realizan esquila pre-parto y el 13% esquila post-parto.

Chaco húmedo: El 14% de las EAP tienen ovinos pero los PP-I y PP-II están por encima de ese promedio (18-16%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (94%) y para lana (6%). La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 9% de reproductores, 60% de corderos nacidos, 33% de corderos señalados, 9% de animales < de 1 año muertos, 7% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, menos del 1% de las EAP estacionan servicio y el 24% desparasitan. No realizan selección de sus animales. El 4% de las EAP realizan esquila pre-parto y el 6% esquila post-parto.

Mesopotamia: El 11% de las EAP tienen ovinos pero los PP-I y PP-II están por encima de ese promedio (26-12%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (94%) y para lana (62%). La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 6% de reproductores, 67% de corderos nacidos, 56% de corderos señalados, 8% de animales < de 1 año muertos, 6% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, el 5% de las EAP estacionan servicio y el 58% desparasitan, principalmente en forma sistémica. El 1% de las EAP seleccionan por peso del vellón. El 12% de las EAP realizan esquila pre-parto y el 60% esquila post-parto.

Patagonia: El 57% de las EAP tienen ovinos pero los PP-I y PP-II están por encima de ese promedio (59-66%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (72%) y para lana (92%). La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 4% de reproductores, 44% de corderos nacidos, 14% de animales < de 1 año muertos, 8% de animales > de 1 año muertos. Por otra parte, el 55% de las EAP estacionan servicio y el 83% desparasitan, principalmente en

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forma sistémica (58%) y con baños (42%). El 8% de las EAP seleccionan sus animales, haciéndolo por peso del vellón. El 8% de las EAP realizan esquila pre-parto y el 77% esquila post-parto. La superficie con galpones de esquila es de 10 m2 por EAP, siendo mayor en PP-I (16 m2).

Pampeana: El 13% de las EAP tienen ovinos pero los PP-I están por encima de ese promedio (18%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (88%) y para lana (53%). La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 6% de reproductores, 73% de corderos nacidos, 47% de corderos señalados, 8% de animales < de 1 año muertos, 4% de animales > de 1 año muertos. Realizan control de venéreas el 2% de las EAP. Por otra parte, el 8% de las EAP estacionan servicio y el 42% desparasitan, principalmente en forma sistémica (34%). El 2% de las EAP seleccionan sus animales, haciéndolo por peso del vellón. El 8% de las EAP realizan esquila pre-parto y el 47% esquila post-parto.

Valles patagónicos: El 8% de las EAP tienen ovinos pero los PP-III están por encima de ese promedio (10%). Consideradas desde el punto de vista de su orientación, las existencias ganaderas de los tres tipos de PP son para carne (91%) y para lana (3%). La EAP ganadera ovina promedio de esta región tiene los siguientes indicadores de eficiencia: 5% de reproductores, 55% de corderos nacidos, 32% de corderos señalados, 10% de animales < de 1 año muertos, 4% de animales > de 1 año muertos. Realizan control de venéreas el 7% de las EAP. Por otra parte, el 10% de las EAP estacionan servicio y el 52% desparasitan, principalmente en forma sistémica (47%). El 1% de las EAP seleccionan sus animales, haciéndolo por peso del vellón. El 11% de las EAP realizan esquila pre-parto y el 42% esquila post-parto. La superficie con galpones de esquila es de 7 m2 por EAP, siendo mayor en PP-I (18 m2).

Caprinos

Aunque se trata de una especie con una amplia presencia en el país, el número de regiones (9) y los porcentajes de EAP indican que tal presencia es menor que la de bovinos y ovinos. Las regiones con mayor extensión y aridez (Puna, Chaco seco, Monte árido, Patagonia) muestran, junto con altos porcentajes de EAP con caprinos, diferencias en los tamaños, orientaciones y prácticas entre el norte y el sur del país, y, en la Patagonia, algunas variantes entre tipos de PP.

Puna: La proporción de EAP con caprinos es del 42%, siendo dicha proporción más importante en los PP-I (58%) que en el resto, que es de 53% en PP-II y 37% en PP-III. El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 60 (siendo de 108 en PP-I, 83 en PP-II y 42 en PP-III). La orientación más importante es para carne (98% de las EAP), cuero (68%) y leche (58%), no habiendo diferencias entre los PP. Las prácticas que

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realizan los PP de la puna son: estacionan servicio un bajo porcentaje (2% de las EAP) y desparasitan el 62% de los PP. Las mayoría de la EAP no seleccionan sus animales.

Valles del NOA: La proporción de EAP con caprinos es del 31%, siendo dicha proporción más importante en los PP-III (37%) que en el resto, que es de 17% en PP-II y 15% en PP-I. El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 57 (siendo de 39 en PP-I, 37 en PP-II y 61 en PP-III). La orientación más importante es para carne (98% de las EAP), no habiendo diferencias entre los PP. Para cuero la proporción de EAP es del 47% (50% para los PP-III, 28% para los PP-II y 17% para los PP-I). Para leche es de 30%, no habiendo diferencias significativas entre PP. Las prácticas que realizan los PP de Valles del NOA son: estacionan servicio un bajo porcentaje (1% de las EAP) y desparasitan el 33% de los PP. La mayoría de las EAP no seleccionan sus animales.

Agricultura subtropical del NOA: Es insignificante la proporción de EAP con caprinos (9%). El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 41. La orientación más importante es para carne (92% de las EAP), no habiendo diferencias entre los PP. Para leche es de 33%. Para cuero la proporción de EAP es del 10%. Las prácticas que realizan los PP de la Agricultura subtropical del NOA son: sólo el 1% de las EAP estacionan servicio (si bien dicho porcentaje en los PP-I es del 14%) y desparasitan el 42% de los PP (71% de los PP-I). La mayoría de las EAP no seleccionan sus animales.

Chaco seco: Es alta la proporción de EAP con caprinos (75%), siendo dicha proporción más importante en los PP-I (83%). El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 56 (siendo de 94 en PP-I, 66 en PP-II y 39 en PP-III). La orientación más importante es para carne (98% de las EAP), no habiendo diferencias entre los PP. Para cuero la proporción de EAP es del 28%, habiendo diferencias entre las EAP, ya que los PP-I son el 15% de las EAP y los PP-III el 36% de las EAP. Las prácticas que realizan los PP del Chaco seco son: nadie estaciona servicios y desparasita un porcentaje bajo (17% de los PP). La mayoría de las EAP no selecciona sus animales.

Monte árido: La proporción de EAP con caprinos es del 56%, siendo dicha proporción más importante en los PP-II (64%) que en el resto, que es de 55% en PP-III y 49% en PP-I. El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 82 (siendo de 213 en PP-I, 103 en PP-II y 49 en PP-III). La orientación más importante es para carne (96% de las EAP), no habiendo diferencias entre los PP. Para cuero la proporción de EAP es del 49%. Para leche es de 18%. Las prácticas que realizan los PP del Monte árido son: 10% estacionan servicio (27% los PP-I, mientras que los PP-III sólo el 6%) y desparasitan el 30% de los PP. La mayoría de las EAP no selecciona sus animales.

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Chaco húmedo: La proporción de EAP con caprinos es del 20%, sin diferencias entre PP. El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 37. La orientación más importante es para carne (97% de las EAP), no habiendo diferencias entre los PP. Para cuero la proporción de EAP es del 11%. Las prácticas que realizan los PP del Chaco húmedo son: ninguno estaciona servicio y desparasita sólo el 9% de los PP. La mayoría de las EAP no selecciona sus animales.

Patagonia: La proporción de EAP con caprinos es del 47%, siendo dicha proporción más importante en los PP-II (59%). El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 215 (siendo de 375 en PP-I, 211 en PP-II y 90 en PP-III). La orientación más importante es para carne (82% de las EAP). Para pelo la proporción de EAP es del 67%. Para cuero la proporción de EAP es del 30%. No hay diferencias entre los PP. Las prácticas que realizan los PP de la Patagonia son: 88% estacionan servicio, no notándose diferencias entre los PP y desparasitan el 20% de los PP, mientras que las EAP no seleccionan sus animales. Los PP-I representan el porcentaje más alto de EAP que realizan servicio estacionado (93%) y desparasitación (24%), a la vez que seleccionan por fertilidad el 11% de las EAP.

Oasis cuyanos: Es insignificante la proporción de EAP con caprinos (8%). El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 172 (siendo de 67 en PP-I, 89 en PP-II y 175 en PP-III). La orientación más importante es para carne (95% de las EAP), no habiendo diferencias entre los PP. Para cuero la proporción de EAP es del 45%. Las prácticas que realizan los PP de los Oasis cuyanos son: estaciona servicio un 31% de las EAP y desparasita el 16%. La mayoría de las EAP no selecciona sus animales.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con caprinos es del 11%, siendo dicha proporción más importante en los PP-III (26%). El promedio de caprinos por EAP que tiene caprinos es de 239 (siendo de 93 en PP-I, 187 en PP-II y 250 en PP-III). La orientación más importante es para carne (99% de las EAP), no habiendo diferencias entre los PP. Para cuero la proporción de EAP es del 38%. Para leche la proporción de EAP es del 13%. Las prácticas que realizan los PP de los Valles patagónicos son: 82% estacionan servicio (siendo dicho porcentaje para los PP-II del 38%) y desparasitan el 15% de los PP, mientras que seleccionan por fertilidad el 30% de las EAP.

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1.3.2. Nivel de información B

Girasol

Pampeana: La proporción de explotaciones con girasol es del 5%, representando el 4% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen girasol se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 39% de la superficie con girasol; el 50% de la superficie con girasol es tratada con insecticidas y acaricidas; el 89% está tratada con herbicidas; el 4% es tratada con fungicidas. En todos los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-III. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que para el girasol de Pampeana es del 13%, variando desde el 11% en los PP-I al 24% en los PP-III.

Chaco húmedo: La proporción de explotaciones con girasol es del 6%, representando el 14% de la superficie implantada total. Es mayor la proporción de PP-II que hacen girasol. El nivel tecnológico de las EAP que hacen girasol se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 16% de la superficie con girasol; el 20% de la superficie con girasol es tratada con insecticidas y acaricidas; el 14% está tratada con herbicidas; el 2% es tratada con fungicidas y con abono orgánico el 1%. Otro indicador del nivel tecnológico es la proporción de superficie en siembra directa, que es de 4%, variando desde el 3% en los PP-II al 14% en los PP-III.

Nogal

Valles del NOA: La proporción de EAP con nogal es del 15%, representando el 7% de la superficie implantada total. Es de 63 la cantidad de plantas por hectárea de nogal (59 en PP-I y 66 en PP-III). El nivel tecnológico de las EAP que hacen nogal se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 10% de la superficie con nogal; el 61% de la superficie con nogal es tratada con insecticidas y acaricidas; el 22% es tratada con abono orgánico, el 19% con fungicidas y sólo el 7% de la superficie con nogal está tratada con herbicidas. Estas proporciones son significativamente menores en los PP-III, excepto en la utilización de abono orgánico.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con nogal es del 5%, representando solamente el 2% de la superficie implantada total. Es de 96 la cantidad de plantas por hectárea de nogal (77 en PP-I y 137 en PP-II).

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Cerezo

Patagonia: La proporción de EAP con cerezo es del 6%, siendo dicha proporción del 13% en los PP-I, 5% en los PP-II y 0% los PP-III, representando el 1% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con cerezo, corresponde a menos de 5 años (45%), de 5 a 14 años (31%) y de 15 años o más el resto. Es mayoritaria la proporción de la superficie con monte tradicional (66%); en los PP-I el 35% corresponde a plantación en espaldera. El nivel tecnológico de las EAP que hacen cerezo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 126% de la superficie con cerezo (representa más de una pasada); el 46% de la superficie con cerezo es tratada con insecticidas y acaricidas; el 33% está tratada con herbicidas; el 14% con fungicidas y el 23% de la superficie es tratada con abono orgánico. En todos los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-I, mientras que muy poco o nada los PP-II.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con cerezo es del 6%, representando el 1% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con cerezo, corresponde a menos de 5 años (56%), de 5 a 14 años (32%) y de 15 años o más el resto. El nivel tecnológico de las EAP que hacen cerezo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 39% de la superficie con cerezo; el 108% de la superficie con cerezo es tratada con insecticidas y acaricidas (este porcentaje expresa más de una pasada); el 8% está tratada con herbicidas; el 22% con fungicidas y el 39% de la superficie es tratada con abono orgánico. Con excepción de la aplicación de fertilizantes químicos y abono orgánico, en el resto de los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-I, mientras que muy poco o nada los PP-III.

Ciruelo

Patagonia: La proporción de EAP con ciruelo es del 6%, siendo dicha proporción del 14% en los PP-I y 0% en los PP-III, representando el 1% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con ciruelo, corresponde a menos de 5 años (18%), de 5 a 14 años (40%) y de 15 años o más el resto. Es mayoritaria la proporción de la superficie con monte tradicional (70%). El nivel tecnológico de las EAP que hacen ciruelo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 32% de la superficie con ciruelo; el 74% de la superficie con ciruelo es tratada con insecticidas y acaricidas; el 9% está tratada con herbicidas; el 27% con fungicidas y el 9% de la superficie es tratada con abono orgánico. Con excepción de la aplicación de abono orgánico, donde no hay diferencias

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entre los PP, en el resto de los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-I, mientras que muy poco o nada los PP-II.

Oasis cuyanos: La proporción de EAP con ciruelo es del 16%, siendo dicha proporción del 30% en los PP-I, 21% en los PP-II y 9% en los PP-III, representando el 9% de la superficie implantada total, siendo el 75% de las plantaciones destinado a industria. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con ciruelo, corresponde a menos de 5 años (17%), de 5 a 14 años (58%) y de 15 años o más el resto. El 96% de la superficie con ciruelo está plantada con el sistema de vaso, en los tres PP. El nivel tecnológico de las EAP que hacen ciruelo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 22% de la superficie con ciruelo; el 146% de la superficie con ciruelo es tratada con insecticidas y acaricidas (este porcentaje refleja más de una pasada); el 19% está tratada con herbicidas; el 61% con fungicidas y el 21% de la superficie es tratada con abono orgánico. En general no hay diferencias entre los PP en los indicadores mencionados.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con ciruelo es del 13%, siendo dicha proporción del 19% en los PP-I, 17% en los PP-II y 6% en los PP-III, representando el 2% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con ciruelo, corresponde a menos de 5 años (32%), de 5 a 14 años (47%) y de 15 años o más el resto. Es mayoritaria la proporción de la superficie plantada en espaldera (71%), siendo esta proporción más baja en los PP-III (57%). El nivel tecnológico de las EAP que hacen ciruelo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 48% de la superficie con ciruelo; el 338% de la superficie con ciruelo es tratada con insecticidas y acaricidas (este porcentaje expresa más de una pasada); el 13% está tratada con herbicidas; el 53% con fungicidas y el 15% de la superficie es tratada con abono orgánico. Con excepción de la aplicación de abono orgánico, que es superior en los PP-III, en el resto de los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-I, mientras que muy poco PP-III.

Durazno

Patagonia: La proporción de EAP con durazno es del 6%, siendo dicha proporción del 13% en los PP-I, 6% en los PP-II y 0% en los PP-III, representando el 1% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con durazno, corresponde a menos de 5 años (37%), de 5 a 14 años (47%) y de 15 años o más el resto. Es mayoritaria la proporción de la superficie con monte tradicional (66%); en los PP-I el 35% corresponde a plantación en espaldera. El nivel tecnológico de las EAP que hacen durazno se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos

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químicos el 44% de la superficie con durazno; el 102% de la superficie con durazno es tratada con insecticidas y acaricidas (representa más de una pasada); el 12% está tratada con herbicidas; el 48% con fungicidas y el 9% de la superficie es tratada con abono orgánico. Con excepción de la aplicación de abono orgánico, donde no hay diferencias entre los dos PP, en el resto de los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-I, mientras que muy poco o nada los PP-II.

Oasis cuyanos: La proporción de EAP con durazno es del 15%, siendo dicha proporción del 27% en los PP-I, 19% en los PP-II y 9% en los PP-III, representando el 7% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con durazno, corresponde a menos de 5 años (29%), de 5 a 14 años (50%) y de 15 años o más el resto. El 97% de la superficie con durazno está plantada con el sistema de vaso, en los tres PP. El nivel tecnológico de las EAP que hacen durazno se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 38% de la superficie con durazno; el 240% de la superficie con durazno es tratada con insecticidas y acaricidas (este porcentaje refleja más de una pasada); el 31% está tratada con herbicidas; el 105% con fungicidas y el 25% de la superficie es tratada con abono orgánico. En general, no hay diferencias entre los tres PP en los indicadores mencionados.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con durazno es del 14%, siendo dicha proporción del 21% en los PP-I, 17% en los PP-II y 6% en los PP-III, representando el 3% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con durazno, corresponde a menos de 5 años (38%), de 5 a 14 años (45%) y de 15 años o más el resto. Es mayoritaria la proporción de la superficie con monte tradicional (70%), siendo esta proporción más baja en los PP-III (51%) en las que el 49% de la superficie es en espaldera. El nivel tecnológico de las EAP que hacen durazno se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 62% de la superficie con durazno; el 341% de la superficie con durazno es tratada con insecticidas y acaricidas (este porcentaje expresa más de una pasada); el 14% está tratada con herbicidas; el 81% con fungicidas y el 22% de la superficie es tratada con abono orgánico. Con excepción de la aplicación de fertilizantes químicos y abono orgánico, que es superior en los PP-III, en el resto de los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-I, mientras que muy poco PP-III.

Nectarina (pelón)

Valles patagónicos: La proporción de EAP con nectarina es del 6%, representando el 1% de la superficie implantada total. La edad de las plantaciones, expresada como porcentaje de la superficie con nectarina,

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corresponde a menos de 5 años (47%), de 5 a 14 años (41%), y de 15 años o más el resto. Es mayoritaria la proporción de la superficie con monte tradicional (61%) no existiendo diferencias entre los PP. El nivel tecnológico de las EAP que hacen nectarina se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 59% de la superficie con nectarina; el 333% de la superficie con nectarina (implica varias pasadas por hectárea) es tratada con insecticidas y acaricidas (se diferencian los PP-III porque tratan el 83% de la superficie); el 20% está tratada con herbicidas; el 101% con fungicidas y el 29% de la superficie es tratada con abono orgánico.

Ajo

Oasis cuyanos: La proporción de EAP con ajo es del 6%, siendo esta proporción más importante en los PP-I (11%), representando el 4% de la superficie implantada total. La variedad más cultivada es el ajo colorado, representando el 51% de la superficie con ajo. El nivel tecnológico de las EAP que hacen ajo se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 159% (significa más de un tratamiento por hectárea) de la superficie con ajo; el 159% de la superficie con ajo es tratada con insecticidas y acaricidas; el 87% es tratada con herbicidas, el 98% con fungicidas y el 49% es tratada con abono orgánico, siendo los PP-III los que presentan los valores más bajos en todos los parámetros.

Patagonia: La proporción de EAP con ajo es del 7%, representando el 0,3% de la superficie implantada total.

Cebolla

Puna: La proporción de EAP con cebolla es del 6%, representando el 1% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen cebolla es muy bajo, pudiendo expresarse por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 3% de la superficie; el 34% de la superficie es tratada con insecticidas y acaricidas (0% en los PP-I); no utilizan herbicidas, ni fungicidas y el 18% de la superficie es tratada con abono orgánico.

Valles del NOA: La proporción de EAP con cebolla es del 6%. Representando el 2% de la superficie implantada total. El nivel tecnológico de las EAP que hacen cebolla se puede expresar por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 49% de la superficie; el 88% de la superficie es tratada con insecticidas y acaricidas (37% en los PP-III); el 49% de la superficie con cebolla es tratada con herbicidas; el 18% con fungicidas y el 5% es tratada con abono orgánico (29% en los PP-III).

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Patagonia: La proporción de EAP con cebolla es del 8%, representando el 1% de la superficie implantada total.

Oasis cuyanos: La proporción de EAP con cebolla es del 6%, representando el 3% de la superficie implantada total. Es alto el nivel tecnológico de las EAP que hacen cebolla, el que se puede expresar por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 143% de la superficie (significa más de un tratamiento por hectárea); el 174% de la superficie es tratada con insecticidas y acaricidas; el 92% de la superficie con cebolla es tratada con herbicidas; el 91% con fungicidas y el 58% es tratada con abono orgánico.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con cebolla es del 7%, representando el 1% de la superficie implantada total.

Tomate

Valles del NOA: La proporción de EAP con tomate es del 6%, siendo esta proporción más importante en los PP-II (13%), representando el 1% de la superficie implantada total. La variedad más cultivada es el tomate perita, representando el 73% de la superficie con tomate. El nivel tecnológico de las EAP que hacen tomate se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 79% de la superficie con tomate; el 192% (significa más de un tratamiento por hectárea) de la superficie con tomate es tratada con insecticidas y acaricidas; el 42% es tratada con herbicidas, el 81% con fungicidas y el 7% es tratada con abono orgánico, siendo los PP-III los que presentan los valores más bajos en todos los parámetros, excepto en la proporción de superficie con abono orgánico.

Agricultura subtropical del NOA: La proporción de EAP con tomate es del 5%, siendo esta proporción más importante en los PP-I (14%), representando el 1% de la superficie implantada total. La variedad más cultivada es el tomate perita, representando el 73% de la superficie con tomate. El nivel tecnológico de las EAP que hacen tomate se expresa por los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 146% (significa más de un tratamiento por hectárea) de la superficie con tomate; el 617% de la superficie con tomate es tratada con insecticidas y acaricidas; el 30% es tratada con herbicidas, el 526% con fungicidas y el 14% es tratada con abono orgánico.

Patagonia: La proporción de EAP con tomate es del 7%, representando el 1% de la superficie implantada total. La variedad más cultivada es el tomate redondo, representando el 64% de la superficie con tomate, siguiéndole en importancia la superficie con perita (35%).

Oasis cuyanos: La proporción de EAP con tomate es del 9%, siendo más importante en los PP-I (13%), representando el 4% de la superficie

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implantada total. La variedad más cultivada es el tomate perita, representando el 86% de la superficie con tomate.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con tomate es del 11%, siendo más importante en los PP-I (13%), representando el 3% de la superficie implantada total. La variedad más cultivada es el tomate perita, representando el 61% de la superficie con tomate, siguiéndole en importancia la superficie con redondo (37%).

Pollos

Agricultura subtropical del NOA: La proporción de EAP con avicultura es del 5%, predominando las que tienen ponedoras sobre las que tienen parrilleros (se destacan los PP-I). La cantidad total de parrilleros y ponedoras es de 187 animales por explotación, destacándose los PP-I con 892.

Monte árido: La proporción de EAP con avicultura es del 9%, siendo casi en su totalidad las que tienen ponedoras. La cantidad total de parrilleros y ponedoras es de 38 animales por explotación, destacándose los PP-I con 80. Es muy bajo el promedio de superficie con galpones por explotación (4m2), mientras que el promedio de cantidad de moledoras por EAP con avicultura es de 1 para los PP-I, siendo menor en los otros PP.

Mesopotamia: La proporción de EAP con avicultura es del 6%, dedicándose a las dos producciones: ponedoras (73% de las explotaciones que hacen pollos) y parrilleros (30%); en los PP-III se acentúa esta diferencia. La cantidad total de parrilleros y ponedoras es de 12.611 animales por explotación, siendo menor en los PP-III (5.817). El 21% de las explotaciones utilizan el sistema integrado. Es importante el promedio de superficie con galpones para parrilleros por explotación (347m2), habiendo 1 moledora promedio por EAP con avicultura.

Patagonia: La proporción de EAP con avicultura es del 23%, siendo casi en su totalidad las que tienen ponedoras. La cantidad total de parrilleros y ponedoras es de 22 animales por explotación.

Valles patagónicos: La proporción de EAP con avicultura es del 8%, siendo casi en su totalidad las que tienen ponedoras. La cantidad total de parrilleros y ponedoras es de 440 animales por explotación, destacándose los PP-I con 705. Es muy baja la proporción de explotaciones con sistema integrado (1%).

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1.3.3. Nivel de información C

Alfalfa consociada

Pampeana: La proporción de EAP que hacen alfalfa consociada es del 13%, de las cuales los PP-I representan el 20% de las EAP, mientras que los PP-II el 11% y los PP-III el 4%, no siendo significativa la superficie implantada con alfalfa consociada respecto de la superficie implantada total (6%), siendo de 9% para los PP-I, 4% para PP-II y 2% para PP-III.

Alfalfa pura

Puna: Es baja la proporción de EAP que hace alfalfa pura (10%), sin embargo lo hacen relativamente más en las EAP de PP-III (12%) que en los PP-I y PP-II (5%). Lo mismo sucede con la superficie implantada con alfalfa pura respecto de la superficie implantada total (11%), siendo de 2% para los PP-I, 8% para los PP-II y 14% para los PP-III.

Valles del NOA: La proporción de EAP que hace alfalfa pura es del 23%, siendo realizada en el 52% en los PP-I, 45% en los PP-II y 15% en los PP-III, mientras que la superficie implantada con alfalfa pura respecto de la superficie implantada total es del 17%, siendo de 20% para los PP-I, 19% para PP-II y 10% para los PP-III. Un 2% de la superficie implantada con alfalfa corresponde a alfalfa para semilla, siendo del 9% para los PP-III, 1% para los PP-II y menos del 1% en los PP-I.

Monte árido: Es baja la proporción de EAP que hace alfalfa pura (6%), sin embargo lo hacen relativamente más las EAP de PP-I (8%) que los PP-III (6%) y los PP-II (4%). Lo mismo sucede con la superficie implantada con alfalfa pura respecto de la superficie implantada total (4%), siendo de 6% para los PP-I, 3% para PP-II y 2% para los PP-III.

Patagonia: La proporción de EAP que hace alfalfa pura es del 17%, siendo realizada en el 20% en los PP-III, en el 16% en los PP-II y en el 15% en los PP-I, mientras que la superficie implantada con alfalfa pura respecto de la superficie implantada total es del 21%, siendo de 27% para los PP-III, 24% para los PP-II y 13% para los PP-I.

Pampeana: Es baja la proporción de EAP que hace alfalfa pura (8%), son relativamente más realizadoras de este cultivo las EAP de PP-I (13%) que los PP-II (7%) y PP-III (2%). Lo mismo sucede con la superficie implantada con alfalfa pura respecto de la superficie implantada total (3%), siendo de 5% para los PP-I, 2% PP-II y de 1% para los PP-III.

Valles patagónicos: La proporción de EAP que hace alfalfa pura es del 16%, sin embargo son relativamente más realizadoras de este cultivo las EAP de PP-I (20%) que los PP-II (18%) y PP-III (10%). También es baja

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la proporción de la superficie implantada con alfalfa pura respecto de la superficie implantada total (14%), siendo de 18% para los PP-III, 14% para los PP-I y 12% para los PP-II.

Avena

Patagonia: La proporción de explotaciones con avena es de 4%, representando el 3% de la superficie; estos datos no difieren por tipo de PP.

Pampeana: La proporción de EAP con avena es del 16%, siendo dicha proporción del 27% en los PP-I, 12% en los PP-II y 3% los PP-III, representando el 7% de la superficie implantada total, variando la misma como en la cantidad de EAP. Es muy bajo el nivel tecnológico de las EAP que hacen avena, el cual se expresa en los porcentajes de las siguientes actividades: fertilizan con productos químicos el 1% de la superficie con avena; menos del 1% de la superficie con avena es tratada con insecticidas y acaricidas; el 2% está tratada con herbicidas. En todos los casos la diferencia entre tipos es que los aplican mayormente los PP-I, mientras que muy poco o nada los PP-II.

Valles patagónicos: La proporción de explotaciones con avena es de 1%, representando el 1% de la superficie; estos datos no difieren por tipo de PP.

Tung

Mesopotamia: Es muy baja la proporción de EAP que hacen tung (5%), siendo poco significativa la superficie implantada con tung respecto de la superficie implantada total (1%).

Acelga

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen acelga (9%), de las cuales los PP-I y PP-II representan el 9% de las EAP, mientras que los PP-III el 8%, no siendo significativa la superficie implantada con acelga respecto de la superficie implantada total (menos del 1%), siendo de 1% para los PP-III.

Valles patagónicos: Es baja la proporción de EAP que hacen acelga (6%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-II (9%) que los PP-I (6%) y PP-III (4%), no siendo significativa la superficie implantada con acelga respecto de la superficie implantada total (menos del 1%), siendo de 1% para los PP-II y PP-III.

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Batata

Chaco húmedo: Es baja la proporción de EAP que hacen batatas (12%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-III (19%) que los PP-II (6%) y PP-I (2%), no siendo significativa la superficie implantada con batata respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Mesopotamia: Es baja la proporción de EAP que hacen batatas (10%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-III (13%) que los PP-II (4%) y PP-I (8%), no siendo significativa la superficie implantada con batata respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Chaucha

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen chauchas (5% del total de PP), no siendo significativa la superficie implantada con chauchas respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Choclo

Puna: Es baja la proporción de EAP que hacen choclo (5%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-III (7%) que los PP-I y PP-II (2%), no siendo significativa la superficie implantada con choclo respecto de la superficie implantada total (2%).

Agricultura subtropical del NOA: La proporción de EAP que hacen choclo es del 12%, no siendo significativa la superficie implantada con choclo respecto de la superficie implantada total (3%).

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen choclo (9%), no siendo significativa la superficie implantada con choclo respecto de la superficie implantada total (2%).

Valles patagónicos: Es baja la proporción de EAP que hacen choclo (7%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-II (10% de las EAP), no siendo significativa la superficie implantada con choclo respecto de la superficie implantada total (1%).

Habas

Puna: La proporción de EAP que hacen habas es del 15%, no siendo significativa la superficie implantada con habas respecto de la superficie implantada total (4%).

Valles del NOA: Es baja la proporción de EAP que hacen habas (7%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-III (8%) que los PP-I (1%) y PP-II (5%), no siendo significativa la superficie implantada con habas respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

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Lechuga

Puna: Es baja la proporción de EAP que hacen lechuga (5%), siendo poco significativa la superficie implantada con lechuga respecto de la superficie implantada total (1%).

Valles del NOA: Es baja la proporción de EAP que hacen lechuga (5%), siendo relativamente más los PP-I y PP-II (8%) que los PP-III (4%). Siendo poco significativa la superficie implantada con lechuga respecto de la superficie implantada total (1%).

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen lechuga (8%), siendo poco significativa la superficie implantada con lechuga respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Oasis cuyanos: Es baja la proporción de EAP que hacen lechuga (4%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-II (6%), siendo poco significativa la superficie implantada con lechuga respecto de la superficie implantada total (1%). Las variedades utilizadas son: arrepollada, criolla, mantecosa, romana y morada, siendo la más cultivada la morada (48% de la superficie con lechuga), no presentando diferencias significativas entre PP.

Mandioca

Chaco húmedo: La proporción de EAP que hacen mandioca es del 16%, de las cuales son relativamente más las EAP de PP-III (26%) que los PP-I (3%) y PP-II (8%), no siendo significativa la superficie implantada con mandioca respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Mesopotamia: La proporción de EAP que hacen mandioca es del 30%, de las cuales la cultivan relativamente más las EAP de PP-III (38%) que los PP-I (12%) y PP-II (19%), no siendo significativa la superficie implantada con mandioca respecto de la superficie implantada total (2%).

Melón

Chaco húmedo: Es baja la proporción de EAP que hacen melón (5%), siendo relativamente más los PP-III (8%). No siendo significativa la superficie implantada con melón respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Papa

Puna: Es importante la proporción de EAP que hacen papa (31%), de las cuales la cultivan relativamente más las EAP de PP-III (38%) que los PP-II (14%) y PP-I (13%). La superficie implantada con papa respecto de

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la superficie implantada total es del 12%, siendo de 18% para PP-III, 4% para PP-II y 2% en PP-I.

Valles del NOA: Es baja la proporción de EAP que hacen papa (9%), no siendo significativa la superficie implantada con papa respecto de la superficie implantada total (1%).

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen papa (8%), no siendo significativa la superficie implantada con papa respecto de la superficie implantada total (3%).

Poroto

Puna: La proporción de EAP que hacen poroto es del 12%, de las cuales lo cultivan relativamente más las EAP de PP-III (17%) que los PP-II (3%) y PP-I (2%), no siendo significativa la superficie implantada con poroto respecto de la superficie implantada total (1%). La mayoría de los PP hace poroto negro (el 93% de los que cultiva poroto).

Sandía

Valles del NOA: Es baja la proporción de EAP que hacen sandía (7%), de las cuales la cultivan relativamente más las EAP de PP-I (21%) que los PP-II (13%) y PP-III (3%), no siendo significativa la superficie implantada con sandía respecto de la superficie implantada total (2%), no variando la misma entre los tres PP.

Chaco seco: Es baja la proporción de EAP que hacen sandía (6%), no siendo significativa la superficie implantada con sandía respecto de la superficie implantada total (3%), no variando la misma entre los tres PP.

Chaco húmedo: Es baja la proporción de EAP que hacen sandía (7%), de las cuales son relativamente más las EAP de PP-III (10%) que los PP-II (5%) y PP-I (2%), no siendo significativa la superficie implantada con sandía respecto de la superficie implantada total (menos del 1%), no variando la misma entre los tres PP.

Zanahoria

Puna: Es baja la proporción de EAP que hacen zanahoria (5%), no siendo significativa la superficie implantada con zanahoria respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen zanahoria (6%), no siendo significativa la superficie implantada con zanahoria respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

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Zapallito

Valles del NOA: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallito de tronco y redondo (6%), sin embargo lo cultivan más relativamente las EAP de PP-I (12%) que los PP-III (4%), siendo poco significativa la superficie implantada con zapallito de tronco y redondo respecto de la superficie implantada total (1%).

Agricultura subtropical del NOA: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallito de tronco y redondo (7%), sin embargo lo cultivan relativamente más las EAP de PP-I (11%) que los PP-III (6%), siendo poco significativa la superficie implantada con zapallito de tronco y redondo respecto de la superficie implantada total (1%).

Monte árido: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallito de tronco y redondo (4%), siendo poco significativa la superficie implantada con zapallito de tronco y redondo respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Chaco húmedo: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallito de tronco y redondo (6%), siendo poco significativa la superficie implantada con zapallito de tronco y redondo respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallito de tronco y redondo (5%), siendo poco significativa la superficie implantada con zapallito de tronco y redondo respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Valles patagónicos: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallito de tronco y redondo (5%), sin embargo son más relativamente las EAP de PP-II (8%), siendo poco significativa la superficie implantada con zapallito de tronco y redondo respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Zapallo

Patagonia: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallo (6%), no siendo significativa la superficie implantada con zapallo respecto de la superficie implantada total (menos del 1%).

Zapallo anco

Valles del NOA: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallo anco (6%), de las cuales lo cultivan relativamente más las EAP de PP-I (16%) que los PP-II (11%) y PP-III (3%), no siendo significativa la superficie implantada con zapallo anco respecto de la superficie implantada total (2%), no variando la misma entre los tres PP.

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Chaco seco: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallo anco (6%), no siendo significativa la superficie implantada con zapallo anco respecto de la superficie implantada total (2%).

Valles patagónicos: Es baja la proporción de EAP que hacen zapallo anco (7%), no siendo significativa la superficie implantada con zapallo anco respecto de la superficie implantada total (2%).

Eucalipto

Mesopotamia: Es baja la proporción de EAP que hacen eucalipto (8%), siendo poco relevante la superficie implantada con eucalipto respecto de la superficie implantada total (4%). Con respecto a la edad del rodal, el 56% se encuentra en el rango de hasta 9 años, el 23% en el rango de 9 a 19 años y 20% para los mayores a 20 años, no encontrándose diferencias entre los tres PP.

Paraíso

Mesopotamia: Es baja la proporción de EAP que hacen paraíso (8%), de las cuales lo implantan relativamente más las EAP de PP-III (9%) que los PP-II (7%) y los PP-I (1%). Es poco significativa la superficie implantada con paraíso respecto de la superficie implantada total (2%). Con respecto a la edad del rodal, el 88% se encuentra en el rango de hasta 9 años, 7% en el rango de 9 a 19 años y 3% para los mayores de 20 años, no encontrándose diferencias entre los tres PP.

Pino

Mesopotamia: Es importante la proporción de EAP que hacen pino (26%), notándose una diferencia entre las EAP, ya que dicha proporción es de 33% en los PP-II, y solamente de 7% en los PP-I. La superficie implantada con pino respecto de la superficie implantada total es de 15%, siendo del 17% para los PP-III, 15% para los PP-II y 6% para los PP-I. Con respecto a la edad del rodal, el 61% se encuentra en el rango de hasta 9 años, 29% en el rango de 9 a 19 años y 9% para los mayores de 20 años, no encontrándose diferencias entre los tres PP.

Llamas

Puna: Es significativa la proporción de EAP que tienen llamas con respecto a las EAP totales (47%), representando para los PP-I el 89% de las EAP, mientras que los PP-II representan el 77% y los PP-III el 34%. El promedio de llamas por EAP también varía entre los tres PP, ya que siendo el promedio de 50 llamas/EAP, los PP-I tienen 116 y los PP-III 25.

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Patos

Monte árido: Es baja la proporción de EAP que tienen patos con respecto a las EAP totales (8%), siendo el promedio de patos por EAP de 6 animales, no variando significativamente entre los tres tipos de PP.

Chaco húmedo: Es baja la proporción de EAP que tienen patos con respecto a las EAP totales (6%), siendo el promedio de patos por EAP de 11 animales, no variando significativamente entre los tres tipos de PP.

Pavos

Monte árido: La proporción de EAP que tienen pavos con respecto a las EAP totales es del 11%, siendo el promedio de pavos por EAP de 6 animales, no variando significativamente entre los tres tipos de PP.

Patagonia: La proporción de EAP que tienen pavos con respecto a las EAP totales es del 13%, siendo el promedio de pavos por EAP de 9 animales, no variando significativamente entre los tres tipos de PP.

Porcinos

Valles del NOA: La proporción de EAP con porcinos es del 27%; dicha proporción es más importante en los PP-I (36%), siendo 9 la cantidad de porcinos por EAP. La orientación más importante es la cría de lechones (68% de las EAP con porcinos). Tanto la superficie promedio con pista de engorde (0,6 m2 por EAP), como la cantidad de moledoras respecto de las EAP con porcinos (0,02) son insignificantes en esta región.

Agricultura subtropical del NOA: La proporción de EAP con porcinos es del 16%; dicha proporción es más importante en los PP-III (19%), siendo 13 la cantidad de porcinos por EAP. La orientación más importante es la cría de lechones (58% de las EAP con porcinos). La superficie de pista de engorde promedio por EAP con porcinos es de 6,4 m2, destacándose los PP-I en las que dicho promedio es de 125 m2. La cantidad de moledoras respecto de las EAP con porcinos (0,1) es insignificante en esta región.

Chaco seco: La proporción de EAP con porcinos es del 62%, siendo 24 la cantidad de porcinos por EAP (44 en los PP-I). La orientación más importante es el ciclo completo (57% de las EAP con porcinos).

Monte árido: La proporción de EAP con porcinos es del 32%, siendo 12 la cantidad de porcinos por EAP. La orientación más importante es la cría de lechones (67% de las EAP con porcinos). La proporción de padrillos respecto de las cerdas es de 17%, no teniendo diferencias entre los PP. Tanto la superficie promedio con pista de engorde (4,3 m2 por EAP) como la cantidad de moledoras respecto de las EAP con porcinos (menos del 1%) son poco significativos en esta región.

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Patagonia: Es poco significativa la proporción de EAP con porcinos (5%), siendo 13 la cantidad de porcinos por EAP. La orientación más importante es la cría de lechones (70% de las EAP con porcinos). La proporción de padrillos respecto de las cerdas es de 15% (variando desde 11% en los PP-III a 20% en los PP-II).

Mesopotamia: La proporción de EAP con porcinos es del 36%, siendo 10 la cantidad de porcinos por EAP. La orientación más importante es el ciclo completo (53% de las EAP con porcinos). La proporción de padrillos respecto de las cerdas es de 31% (variando de 24% en los PP-I a 32% en los PP-III). Tanto la superficie promedio con pista de engorde (5,1 m2 por EAP) como la cantidad de moledoras respecto de las EAP con porcinos (0,1) son poco significativos en esta región.

Chaco húmedo: La proporción de EAP con porcinos es del 28%, siendo 13 la cantidad de porcinos por EAP. La orientación más importante es la cría de lechones (52% de las EAP con porcinos). La proporción de padrillos respecto de las cerdas es de 19% (variando de 15% en los PP-I a 25% en los PP-III). La superficie promedio con pista de engorde es de 7,9 m2 por EAP (variando de 1,6 m2 en los PP-III a 23,7 m2 en los PP-II); la cantidad de moledoras respecto de las EAP con porcinos (0,2) es poco significativa en esta región.

Valles patagónicos: Es poco significativa la proporción de EAP con porcinos (11%), siendo 19 la cantidad de porcinos por EAP. La orientación más importante es la cría de lechones (65% de las EAP con porcinos). La proporción de padrillos respecto de las cerdas es de 16%.

Apicultura

Pampeana: Es baja la proporción de EAP dedicadas a la actividad apícola con respecto a las EAP totales (9%); los que más tienen son los PP-I (13% de las EAP). La mayoría de los PP con colmenas (81%) tiene colmenas de terceros. El promedio de colmenas por EAP es de 57, no variando significativamente entre los tres tipos de PP.

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Capítulo 2.1.

Alambrados eléctricos para el manejode mallines y refugios para corderosen la región Patagónica

2.1.1. Descripción de las propuestas tecnológicas

La baja productividad de los pastizales debido al sobre pastoreo ovino por sobrecarga o pastoreo continuo, producido por un manejo basado en una inadecuada planificación del pastoreo y a una carga animal desbalan-ceada, junto con la inestabilidad del precio de la lana, inciden en el resulta-do económico de los sistemas laneros en la región Patagónica.

Para poder revertir esta situación, los productores necesitan contar con herramientas técnicas para encarar acciones que permitan promover un manejo sostenible de sus producciones e incorporar innovaciones produc-tivas que contribuyan a diversificar su producción e incrementar sus in-gresos. Una alternativa posible lo constituye la producción sistemática de corderos. Para ello se deben realizar modificaciones en el manejo exten-sivo tradicional. Dichas modificaciones tendientes a mejorar el manejo en la etapa que va desde el parto hasta la comercialización de los corderos, deben apuntar a: desarrollar áreas de pastoreo donde se pueda acumular suficiente forraje que permita concentrar a los animales en dicho período; controlar las pérdidas ocasionadas por condiciones climáticas adversas y predadores así como aquellos factores relacionados con el parto.

Las tecnologías que se analizan a continuación, desarrolladas por el INTA E.E.A. Bariloche [Giraudo y otros (1999); Giraudo y otros (2002); Giraudo y Villagra (2007a); Giraudo y otros (2004); Giraudo y Villagra (2007b); Giraudo (2007)] —alambrado eléctrico para el manejo de pampas y mallines y refugio para corderos—, han sido generadas para lograr un incremento constante del número de corderos, lo cual se traduce en un aumento de la tasa de señalada.

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Si bien ambas tecnologías se analizan por separado, su diseño e im-plementación se enmarcan en una estrategia destinada a estabilizar la pro-ducción de carne para satisfacer una demanda que muestra una tendencia creciente.4

Cabe destacar que el empleo del cobertizo debe estar ligado a la existencia de un potrero complementario para asegurar la adecuada ali-mentación de las madres en el período pre-parto y para continuar con el control de las crías una vez que salieron del lugar de parto. Por lo tanto, si no se dispusiese de un cerramiento el incremento de señalada sería menor.

Alambrado eléctrico para el manejode pampas y mallines en la Patagonia

El alambrado eléctrico es una tecnología que permite: revertir situa-ciones de sobrepastoreo, ya que mediante la realización de divisiones es-tratégicas en áreas de pastoreo se puede recuperar el pastizal natural y aumentar su productividad; disponer de reservas forrajeras en la época de parición así como facilitar el manejo de las pariciones5; controlar predado-res (zorro y perro).

Esta tecnología, enmarcada en un planteo de manejo sustentable de la producción, está estrechamente vinculada a la del refugio de corderos. Este último pierde efectividad si no se dispone de un potrero de tamaño reducido y con buena disponibilidad forrajera, donde poder enviar los ani-males en los momentos previos y posteriores al parto.

La principal característica de este alambrado consiste en que actúa como una barrera visual con la cual el ganado así como los predadores tra-tan de evitar cualquier tipo de contacto debido a la sensación desagradable que le produce el golpe de corriente eléctrica. Se utiliza para el manejo de ganado ovino, caprino, bovino y equino.

Es un alambrado alimentado de corriente por un panel solar. El mismo posee tres alambres a 20, 40 y 70 cm del suelo respectivamente. El prime-ro de ellos sin aislar, va conectado a tierra y los otros dos con corriente. El alambre utilizado puede ser de mediana o alta resistencia.

Para su construcción se necesitan postes largos, que se ubican cada 300 m; postes cortos, separados unos 30-40 m entre sí; varillas, dispues-

4. Debido al fortalecimiento de la actividad turística y la perspectiva favorable de exportación (mercado común europeo).5. El alambrado permite cierto nivel de asistencia en los partos (menor que el cobertizo). Por ejemplo, si se observa una “oveja caída” o un cordero que no mama, se les puede brindar ayuda.

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tas cada 8-10 m; aisladores que van colocados en los postes y varillas, y torniquetes6.

Para confeccionar los postes cortos y varillas se pueden utilizar ramas y palos provenientes de la poda, mientras que los aisladores pueden ser elaborados con mangueras. Los postes largos, los torniquetes, los alam-bres así como el panel solar y una batería son insumos provenientes del mercado, que los productores deben comprar para implementar la tecno-logía.

La baja o nula existencia de infraestructura predial (alambrados peri-metral e internos), permite valorar al alambrado eléctrico como una opción válida para contribuir a solucionar los problemas descriptos anteriormente ya que su instalación y mantenimiento son relativamente sencillos y su costo es menor al del alambrado tradicional.

Si bien la mayoría de los pequeños productores posee alambrado pe-rimetral, en ocasiones incompleto, éste implica una alta inversión debido a las extensas superficies que manejan. Por lo tanto, la propuesta téc-nica consiste en delimitar en forma progresiva, en base a un desarrollo centrífugo, pequeñas superficies necesarias en determinados momentos estratégicos.

Lo ideal es delimitar la superficie de un mallín7 combinado con pampa (pastizal natural8), con el objetivo de contar con la infraestructura adecuada en los períodos más intensos del proceso productivo. De este modo, se asegura la alimentación de las madres (que ingresan 20-30 días antes del parto) en los períodos pre y post-parto, se evitan pérdidas de corderos y se controla la acción de los predadores. Esta superficie, pequeña y con buena disponibilidad de forraje, permite mantener los animales desde la parición hasta el destete (tres meses considerados como críticos)9.

En la provincia de Chubut, los productores que utilizan la tecnología operan menores superficies (promedio de 500 ha) bajo distintos regímenes de tenencia (propiedad, ocupación fiscal, tenencia precaria, títulos comuni-tarios); sus explotaciones están localizadas en agroecosistemas caracteri-zados por suelos poco evolucionados, sueltos, con precipitaciones meno-res a los 125 mm anuales, con vegetación de escasa diversidad, herbácea

6. Para mayor información sobre la construcción de alambrados consultar: Giraudo y otros (1999)7. Los mallines son áreas con mayor humedad, mejores suelos y pastos más tiernos y nutriti-vos. Generalmente, presentan una gran variabilidad espacial asociada a gradientes de hume-dad desde la periferia hacia el centro. Conforman la principal fuente de forraje para el ganado en cantidad y calidad. Ocupan una superficie pequeña, entre el 2-4% de la superficie total de los campos, soportando una alta presión de pastoreo. 8. Se estima que se requiere una superficie de 300 ha, que posee un mallín combinado con el pastizal (que funciona como reserva en pie), para alimentar 300 madres durante 3 meses.9. Al momento del destete, se venden los machos, se retienen las borreguitas de reposición y las madres retornan a superficies sin apotrerar (pastoreo extensivo).

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y arbustiva, con erosión eólica; el trabajo extrapredial está vinculado a los servicios de esquila y de alambrado.

Si bien no se dispone de los datos necesarios para estimar los peque-ños productores efectivamente adoptantes de la tecnología analizada, de acuerdo con la información relevada a través de informantes calificados se puede afirmar que:

a) En Río Negro, en el año 2000, la tecnología comenzó a usar-se experimentalmente. En la actualidad está siendo utilizada por, aproximadamente, nueve productores del área de sierras y mesetas occidentales. Mediante el financiamiento otorgado por el Programa Social Agropecuario y el contemplado dentro de la Ley Ovina, se promueve su adopción.b) En Chubut, si bien su adopción está ligada al financiamiento brin-dado por PROINDER, menos del 1% de los 600 pequeños produc-tores que recibieron dicho financiamiento adoptaron la tecnología. La mayor difusión se registra en el sistema de sierras y mesetas así como en la meseta central chubutense.

Se puede afirmar que los resultados obtenidos a nivel experimental fue-ron similares a los que se lograron en los establecimientos de los pequeños productores, los cuales se muestran conformes con su funcionamiento y consideran apropiado el nivel de inversión.

Cabe destacar que la tecnología ofrecida es suficientemente flexible como para adaptarse a distintas situaciones (diferentes regiones, escalas productivas, sujetos sociales, niveles de instrucción, etc.), sólo se deben prever actividades de capacitación tanto para su instalación como para el manejo integral del pastizal.

Antes de que la tecnología descripta estuviera disponible, los produc-tores no tenían forma de resolverlo ya que su sistema productivo basado en un pastoreo extensivo, sin apotreramiento, implicaba, por un lado, la realización de una gran cantidad de desplazamientos de los animales a fin de “repuntar” la hacienda e impedir que se mezcle con la de los vecinos; por otro, altas pérdidas por predación y factores climáticos en el caso de la parición.

Dentro de las principales ventajas de la tecnología ofrecida, se pueden mencionar:

a) Simplificación del manejo de los animales.b) Mejoramiento de la nutrición de la oveja, ya que al permanecer el potrero cerrado durante todo el año garantiza la alimentación du-rante el parto.c) Mejoramiento de la utilización del pastizal, debido a los períodos de descanso.d) Aumento de la cantidad de corderos logrados por año.

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Entre las desventajas se pueden citar:a) El monto de la inversión inicial en que se debe incurrir para su construcción.b) Las distancias hasta los centros urbanos para adquirir repuestos, que retrasa las tareas de reparación.c) Un uso inadecuado del apotreramiento, debido a la falta de dis-criminación entre categorías de animales que se encierran y en los momentos en que se lo utiliza, trae como consecuencia un sobre-pastoreo del pastizal.

El impacto principal de esta tecnología es el porcentaje de corderos logrados a la señalada. Con el manejo tradicional, dicho porcentaje se en-cuentra entre un 50-70%, pudiéndose establecer una media provincial de 55%; mientras que la adopción de la tecnología puede incrementar la se-ñalada hasta un 75-80%. Considerando un incremento promedio del 77%, se puede decir que la diferencia entre tecnología ofrecida y tecnología tra-dicional es de 22%. Por lo tanto, cada 100 ovejas en parición se logran 22 corderos más (se pasa de 55 a 77 corderos). Teniendo en cuenta que se venden corderos de 10-12 kg a un precio que oscila entre $ 5-610/kg11, el ingreso diferencial que se obtiene es (considerando los valores mínimos):

ID = $5/kg * 10 kg * 22 corderos = $1.100

Con respecto a la inversión inicial en la que se deberá incurrir, a con-tinuación se detallan los materiales necesarios para la instalación de un alambrado eléctrico de 3 hilos (suponiendo que para la instalación de 3.000 m lineales, se compran todos los insumos en el mercado):

10. Todos los cálculos monetarios de este capítulo se hacen con precios del año 2006.11. El precio considerado en el cálculo es el que pagan los frigoríficos por kilo de carne al gan-cho, que constituye la modalidad de venta más difundida.

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Cantidad Materiales Precio Unitario ($) Total ($)

90 Postes de 1,20 m 7,5 675

11 Postes atadores 15 165

300 Varillas de 0,8 m 1,5 450

9 Alambre M/R (rollos x 1.000 m) 200 1.800

30 Torniquetes 3 90

13 Aisladores atadores 3 39

62 Manguera negra (metros) 1,2 74,4

9 Alambre de atar (kg) 7 63

1 Equipo solar (para 60 km) 1.000 1.000

4.356,4

El precio por metro lineal es de $1,45

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.

Según el manejo descrito anteriormente, alambrando 200 ha de pampa o 10 ha de mallín, se puede realizar la parición de 300 madres. Para el primer caso (200 ha de pampa) se requieren 5.000 m, por lo tanto la in-versión asciende a $7.250; mientras que para alambrar 10 ha de mallín se necesitan 1.400 m, siendo su monto de $2.030.

Estos montos están referidos sólo a los materiales necesarios para la construcción; si a los mismos se les adiciona el costo de oportunidad de la mano de obra familiar, se elevan a $7.880 y $2.660 respectivamente, ya que se requieren, aproximadamente, 22 jornales12 a un precio estimado de $28,65/jornal13.

Refugio para corderos en la Patagonia

La producción de corderos en las majadas del norte de la Patagonia se ve limitada por varios factores. Entre los más importantes se pueden citar

12. Los jornales requeridos para la construcción oscilan entre 20 y 25, por lo que se toma un promedio de 22 jornales.13. Se ha considerado el costo del jornal de un peón general, según el establecido en el Régi-men Nacional de Trabajo Agrario (resolución C.N.T.A. Nº 21/2006, vigente desde el 1 de mayo de 2006), donde al monto del jornal ($32,98) se le descuenta los gastos de comida ($4,33).

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el bajo estado nutricional de las madres en momentos clave del ciclo re-productivo, las condiciones ambientales al momento del parto, la predación y la falta de manejo. Esto hace que la cantidad de corderos obtenidos a través de los años sea baja y sumamente variable.

Con el objetivo de modificar esta situación, aumentando la producción de corderos en forma sistemática, la parición en cobertizos constituye una alternativa válida. De esta manera se evitan muertes por factores ambien-tales (frío, viento, nieve, lluvia) y por predadores (principalmente zorro colo-rado), a la vez que se facilita el manejo.

El refugio es un área cubierta que permite encerrar a las madres próxi-mas a parir durante la noche y mantener bajo techo a las paridas hasta las 72 horas de nacidos los corderos, facilitando que la madre y la cría per-manezcan juntas, secas y abrigadas en el momento perinatal.

Para ello se puede utilizar una construcción diseñada especialmente para tal fin o bien utilizar otras construcciones a las que se les deben rea-lizar ciertas modificaciones para adaptarlas (por ejemplo, un corral al que se le debe construir un techo).

Si bien existen diversos diseños, según las necesidades y posibilidades de los productores, todos poseen una parte libre para facilitar la ventilación y el cerramiento, considerando la dirección dominante de los vientos. En general, se los plantea cerrados en dos caras: una que se opone al sentido del viento y una de las laterales, mientras que la otra lateral permanece abierta.

La superficie cubierta se calcula en base al número de madres preña-das. En general, se utilizan entre 30-50 m² cada 100 madres. Debe estar ubicado en zonas altas, con el terreno levemente inclinado para evitar que se deposite el agua de lluvia o nieve. En la medida de lo posible, debe estar ubicado cerca de la casa para su mejor atención.

Los materiales utilizados difieren según el lugar donde se los construye. Es así que para las paredes, se pueden emplear partes de un corral de piedras, adobe, ramas o cantoneras.

El techo es una estructura que se realiza con maderas, ya sean postes o tirantes, mientras que para las columnas verticales, en general, se utili-zan postes (por una razón de costos). La mayoría de los productores utiliza polietileno para aumentar la temperatura —evitando, de este modo, dife-rentes enfermedades— y la luz.

Entre los tipos de techo empleados por los productores pueden citarse:a) A dos aguas con chapas de cartón y una chapa traslúcida14.b) Dos chapas de cartón en un agua y en la otra, polietileno.c) Dos chapas de cartón en un agua y en la otra una chapa y de allí polietileno.

14. En los techos de dos aguas, la parte baja varía entre 1,5-1,7 m, mientras que la cumbrera alcanza entre 2,5-3 m.

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d) Dos chapas de cartón en un agua y media sombra en la otra.e) A una sola agua, siguiendo la pendiente del piso.

Aunque su construcción se puede adaptar a los recursos disponibles en las explotaciones, como se dijo anteriormente, el productor debe reali-zar una inversión generalmente destinada a la adquisición del techo y los tirantes15.

Si bien la tecnología fue diseñada para facilitar la parición de ovejas, los productores también la utilizan para posibilitar la parición del ganado caprino16, para realizar la esquila y, en algunos casos, para el encierro de animales bajo condiciones de emergencia climática, sin perder de vista el mantenimiento de las condiciones de higiene necesarias.

Con respecto al manejo de los animales, previo a la fecha de parto (3 ó 4 días) se inicia el encierre nocturno de las ovejas preñadas, para permitirles reconocer el espacio. Las mismas permanecen hasta la ma-ñana siguiente, momento en que vuelven al pastoreo. Cuando comienzan a parir17 (octubre-noviembre), se retiene a las paridas en el cobertizo durante 24 a 72 horas para permitir la ingestión de calostro, el inicio de la lactancia, el fortalecimiento del vínculo materno, el control de los factores ambien-tales y de la predación.

En la práctica concreta, la permanencia de los animales dentro del refu-gio —que incluso puede ser menor a las 24 horas— depende del esta-blecimiento del vínculo entre la madre y su cría18. Una vez que los produc-tores verifican dicha condición, los animales son trasladados a un potrero pequeño para poder controlar el manejo y evitar, de este modo, la acción de los predadores.

Tanto esta tecnología como la precedentemente descripta (alambrado eléctrico) pueden ser utilizadas por pequeños productores19 ya que no im-plica requisitos complejos para su implementación. Se debe prever la reali-zación de actividades de capacitación orientadas a facilitar su construcción y adecuado manejo.

Entre las principales características de los pequeños productores que emplean esta tecnología, en el ámbito de la provincia de Río Negro, se pueden citar:

15. Para mayor información sobre la construcción de los refugios consultar: Giraudo y otros (2002).16. El período de parición es anterior al del ganado ovino.17. Se debe tener en cuenta que un elevado número de pariciones ocurre en horario nocturno. Los partos diurnos se producen fuera del refugio, trasladándose posteriormente al mismo las madres y sus crías. 18. Vinculado al afianzamiento de la lactancia. Resulta necesario que el cordero empiece la lactación dentro de las primeras 12 horas de vida, de lo contrario se deberá intervenir para facilitarlo.19. Los técnicos entrevistados han destacado que la tecnología ha sido validada para un máxi-mo de 400 madres.

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• Realizan cría extensiva de ganado ovino y caprino sobre pastizal natural para la producción de lana y pelo mohair, dado que no pueden incorporar la producción de carne como complemento de-bido a las pérdidas de las crías. La baja tasa de señalada, que es una situación crónica de los mismos, es causada por factores am-bientales, nutricionales y de predación.

• Las explotaciones están localizadas en agroecosistemas de sie-rras y mesetas occidentales, cuyo clima es seco y cálido en ve-rano mientras que en invierno es frío y con frecuentes nevadas. La precipitación media anual es de 200 mm, con grandes variaciones entre años. Los suelos son someros, la vegetación es xerófila y de baja productividad.

• La superficie operada varía entre 800 y 2.500 ha, oscilando el tamaño de las majadas entre 200 y 500 animales20.

• Las formas predominantes de tenencia de la tierra son la propiedad y la ocupación21.

• Utilizan mano de obra familiar (entre 2 y 4 adultos/establecimiento), existiendo además relaciones de ayuda mutua entre vecinos y pa-rientes. La contratación de mano de obra transitoria es para tareas específicas22. La pluriactividad del grupo familiar puede conside-rarse como poco significativa23.

• La unidad doméstica reside en la explotación24. • El nivel tecnológico es bajo y las mejoras25 insuficientes. • Se vinculan institucionalmente a través de su participación en pro-

gramas estatales y organizaciones de productores. • La principal fuente de ingresos es la venta de lana y pelo en el

mercado. La venta de corderos y cabritos constituye una fuente complementaria de ingresos, ya que su producción es “errática”26

• El autoconsumo está centrado en los animales de refugio (ganado

20. La carga animal es de una oveja cada 4-5 ha.21. Un alto porcentaje de las familias consideradas como ocupantes de tierras, si bien han permanecido en las mismas durante muchos años (posesión por pastaje) no han podido regu-larizar los títulos de propiedad. También hay un número importante de productores que residen en reservas indígenas. 22. La contratación de mano de obra transitoria se estima en un promedio de 30 jornales/año.23. Con la reactivación del sector construcción a nivel provincial, se ha registrado un aumento de la demanda de mano de obra.24. La tecnología está enmarcada en un manejo más intensivo de la majada, lo cual requiere una alta dedicación del productor y de la mano de obra familiar.25. Sólo delimitado el perímetro del establecimiento y, en algunos casos, dicha delimitación está incompleta. No poseen bebederos.26. Al considerarlo un producto secundario, no se ha logrado estabilizar su producción a través del tiempo y su comercialización está concentrada en un período acotado.

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ovino, caprino y equinos). A través de programas como PROHUER-TA y PSA se está promoviendo la autoproducción de hortalizas27.

Lamentablemente, no se dispone de los datos necesarios para estimar los pequeños productores efectivamente adoptantes del refugio para cor-deros. A través de informantes calificados, se dispone de la siguiente infor-mación:

a) En la provincia de Río Negro, la Estación Experimental Agrope-cuaria (EEA) del INTA Bariloche realizó los ensayos correspondien-tes en el campo experimental localizado en Pilcaniyeu y luego, a través de un proyecto financiado por PROINDER, validó dicha tec-nología en establecimientos de pequeños productores (4 casos). Asimismo, el Programa Ganadero prioriza aquellas inversiones des-tinadas al cerramiento de los predios que cuenten con una planifi-cación estratégica para mejorar el manejo.b) En el norte de Chubut, a través de la AER Esquel, se pudo identifi-car que la misma fue adoptada por productores de ganado caprino28. En esta provincia, a través del Programa Mohair29, se canalizaron fondos provenientes de PSA y CORFO para promover la construc-ción de refugios.c) En el año 2004, el gobierno de la provincia de Neuquén financió —debido a una demanda de apoyo solicitado por los productores— un elevado número de refugios (aproximadamente 600).

Cabe destacar que los refugios han sido diseñados para condiciones de frío extremas, con peligro de nevadas —en época de parición— y de fuertes vientos (sierras, mesetas y precordillera), donde la producción se desarrolla en forma extensiva sobre pastizal natural con pequeñas áreas de mayor productividad (mallines)30, que son las mismas condiciones que se verifican en las explotaciones de la población objetivo a la cual va di-rigida. Estas características agroecológicas constituyen un obstáculo hacia la reconversión de los sistemas productivos. Por lo tanto, esta tecnología es una alternativa dentro de un esquema de manejo sustentable.

27. Dichos programas están promoviendo la producción de verduras de hojas para consumo familiar, a través de la instalación de pequeños invernáculos (10-12 m² cubiertos), actividades de capacitación y asistencia técnica.28. Población objetivo a la cual no estaba destinado el proyecto aprobado y financiado por PROINDER.29. Es un programa de mejoramiento de la producción y la calidad del mohair, perteneciente a la SAGPyA.30. Los mallines son áreas con mayor humedad, mejores suelos y pastos más tiernos y hume-dad desde la periferia hacia el centro. Conforman la principal fuente de forraje para el ganado en cantidad y calidad. Ocupan una superficie pequeña, entre el 2-4% de la superficie total de los campos, soportando una alta presión de pastoreo.

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Antes de que la tecnología descripta estuviera disponible, la parición se realizaba a campo abierto con altas pérdidas por predación y factores climáticos. Este problema no merecía especial atención en la medida en que los establecimientos favorecidos por el precio de la lana desestimaban la producción de carne.

Dentro de las principales ventajas de la tecnología ofrecida se pueden mencionar:

a) Aumento de la cantidad de corderos logrados por año.b) Al incrementar la señalada se puede contar con más crías para favorecer el rejuvenecimiento de las majadas y acelerar el mejora-miento genético.c) Aprovechamiento más intensivo de la mano de obra familiar.d) Simplificación de la atención de los animales en el momento del parto.e) Posibilidad de usos múltiples del refugio (esquila, reparo de ani-males en condiciones climáticas de emergencia, engorde de cor-deros, servicio a corral, lugar de ordeñe).

Su desventaja o limitación, en el caso de pequeños productores, es el monto de la inversión en que se debe incurrir para su construcción.

Se debe tener en cuenta que a pesar de las modificaciones introducidas por los productores para adaptar la tecnología de acuerdo a sus necesi-dades (utilización para caprinos y para otras tareas, reducción del tiempo de permanencia de las madres y sus crías), los resultados obtenidos no difieren de aquellos logrados a nivel experimental, lo que pone de manifies-to que la misma es suficientemente flexible para adaptarse a condiciones diversas y también su apropiabilidad31 por los productores.

El refugio está incluido dentro de un sistema de parición, orientado a controlar las principales variables que afectan la señalada —que es la va-riable de mayor sensibilidad en este tipo de sistemas— en los estable-cimientos del norte de la Patagonia.

El impacto principal de esta tecnología es el porcentaje de corderos logrados a la señalada. Con el manejo tradicional, dicho porcentaje se en-cuentra entre un 50-70%, pudiéndose establecer una media provincial de 55%; mientras que la adopción de la tecnología puede incrementar la se-ñalada hasta un 100%. Considerando un incremento promedio del 92%, se puede decir que la diferencia entre tecnología ofrecida y tecnología tradi-cional es de 37%. Por lo tanto, cada 100 ovejas en parición se logran 37

31. Existen estudios realizados por un antropólogo, Carlos Pereyra, demostrando cómo los productores se han apropiado de la tecnología (ver informes de avances del proyecto “Eva-luación y validación de un sistema de parición controlada para incrementar la producción de corderos en sistemas laneros”, financiado por PROINDER).

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corderos más (se pasa de 55 a 92 corderos). Teniendo en cuenta que se venden corderos de 10-12 kg a un precio que oscila entre 5-6 $/kg32, el ingreso diferencial que se obtiene es (considerando los valores mínimos):

ID = $5/kg * 10 kg * 37 corderos = $1.850

Asimismo, este incremento en el número de corderos permite mejorar la reposición lo cual, en el mediano-largo plazo, se traducirá en un rejuve-necimiento de las majadas y en un mejoramiento genético, favoreciendo un aumento en la cantidad y calidad de la lana.

Para la determinación de la inversión inicial, en la que deberá incurrir el productor, se considera un modelo de cobertizo de 6 por 12 metros, con paredes de adobe o piedras (insumos disponibles en la explotación), con techo de chapas de cartón y polietileno.

Cantidad Materiales Precio Unitario ($) Total ($)

48 Chapas de cartón de 0,60 x 1,60 m 9,8 470,4

30 Tirantes de 2´ x 6´ x 3,50 m 31,5 945

5 Postes de 4,20 m 19 95

16 Postes de 2,40 m 9,5 152

4 Tirantes de 3´x 6´ x 3 m 42 168

132 Metros lineales de tablas de 1´x 6´ 4,5 594

72 Metros lineales de Alfajías 4,5 324

40 M² de Polietileno LDT 3,2 128

3 Clavos de 2´- 3´ - 6´ 8 24

2.900,4

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.

Teniendo en cuenta que cada 100 madres se utilizan entre 30-50 m² a un precio que, según la inversión detallada en el cuadro anterior, es de $40,3/m², el monto total (para una superficie de 50 m²) es de $2.015. Si a

32. El precio considerado en el cálculo es el que pagan los frigoríficos por kilo de carne al gan-cho, que constituye la modalidad de venta más difundida.

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este monto, referido a los materiales necesarios para la construcción, se le suma el costo de oportunidad de la mano de obra familiar y de la proveni-ente de relaciones de ayuda mutua entre vecinos y parientes, el mismo se eleva a $2.445 ya que se requieren, aproximadamente, 15 jornales33 a un precio estimado de $28,65/jornal34.

Con referencia al mantenimiento del refugio, se deberá contemplar, por un lado, un reemplazo del polietileno cada dos años y, por el otro, un re-querimiento de mano de obra de 15 jornales/año.

La participación de mujeres y jóvenes resulta estratégica en este tipo de propuestas, tanto en el alambrado eléctrico como en este refugio, ya que estos grupos poseen mayores habilidades para el desempeño de ciertas actividades específicas que se originan en estos sistemas. El sistema pro-puesto, debido a que está basado en el incremento de la cosecha de cor-deros, incorpora animales a la producción que en el extensivo tradicional se pierden, como son los hijos de madres que no tienen leche en el inicio de la lactancia, de borregas sin experiencia en establecer el vínculo madre-cría y el inicio de la lactancia, animales más pequeños en el momento del nacimiento, mellizos, etc., lo que constituye una pequeña población nueva y que requiere prácticas sencillas y artesanales en momentos determina-dos o por algunos días y que en definitiva son los que constituyen parte de la diferencia de los resultados que se esperan con respecto al sistema tradicional. En definitiva, lo que se trata de recuperar es un manejo que tiene algunos componentes modernos y muchas prácticas antiguas que se han dejado de utilizar por las características extensivas que adquirieron los sistemas de producción, adecuados para un desaparecido contexto económico y ambiental.

La información analizada permite inferir que, al disminuir la mortandad de los corderos, se puede incorporar y estabilizar la producción de carne como una actividad que permita mejorar el resultado económico de las explotaciones laneras, el cual está influido por la inestabilidad del precio de las lanas. La producción de corderos constituye la posibilidad más inme-diata para incrementar los ingresos de estas explotaciones.

2.1.2. Estimación del impacto potencial

La estimación del impacto de estas dos tecnologías que, como se in-dicó, deben considerarse en forma conjunta, se lleva a cabo sobre la base del siguiente procedimiento:

33. Los jornales requeridos para la construcción oscilan entre 10 y 20, por lo que se toma un promedio de 15 jornales.34. Se ha considerado el costo del jornal de un peón general, según el establecido en el Régi-men Nacional de Trabajo Agrario (resolución C.N.T.A. Nº 21/2006, vigente desde el 1de mayo de 2006), donde al monto del jornal ($32,98) se le descuenta los gastos de comida ($4,33).

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Se parte de las EAP con ovinos para cada tipo de PP de la región pa-tagónica (casi 7.000 en total). Sin embargo, este es un conjunto “máximo” de EAP puesto que es necesario recortar un subconjunto de PP con ovinos que, además, cumplan algunos requisitos adicionales para atribuirles la condición de adoptantes potenciales de esta tecnología. En efecto, la pro-puesta coordinada de estas dos tecnologías apunta a diversificar la produc-ción de los PP ovineros, incrementando sistemáticamente la obtención de corderos. Las modificaciones tienden a mejorar el manejo en la etapa que va desde el parto hasta la comercialización de los corderos, apuntando a: desarrollar áreas de pastoreo donde se pueda acumular suficiente forraje que permita concentrar a los animales en dicho período; controlar las pér-didas ocasionadas por condiciones climáticas adversas y predadores así como aquellos factores relacionados con el parto.

En ese sentido, se adopta aquí el criterio de que los PP ovineros poten-cialmente adoptantes son aquellos cuyas EAP poseen mallines y llevan a cabo en éstos una modalidad de pastoreo continuo (22%, 853 EAP). Este dato ha sido posible de obtener gracias a los reprocesamientos especiales hechos para este estudio.

Ahora bien, dado que el indicador de impacto de estas tecnologías está expresado como el porcentaje de corderos a la señalada, es necesario disponer de un dato sobre cantidad absoluta de ovejas que pertenecen a PP con pastoreo continuado de mallines. La información disponible no está desagregada de esa manera y, por otra parte, es imposible desagregarla teniendo en cuenta la forma en que está presentada la información censal (la cantidad de ovejas por EAP y la cantidad de EAP con pastoreo conti-nuado de mallines son datos ubicados en capítulos distintos del formulario censal). Por lo tanto, se adopta en este caso —a fin de avanzar en la esti-mación— el supuesto de que la cantidad absoluta de ovejas tiene la misma proporción que la cantidad de EAP con mallines en pastoreo continuado. El supuesto no carece de verosimilitud, si se tiene en cuenta que los por-centajes aludidos están disponibles para cada tipo de PP y que, entonces, el supuesto se refiere a que los desvíos del tamaño de las majadas —y las ovejas dentro de ellas— respecto de la majada promedio son relativamente acotados (+472.000 ovejas en total y +103.000 en EAP con pastoreo con-tinuado de mallines).

La “línea de base”, en cuanto a la cantidad actual de corderos señala-dos, surge también de los reprocesamientos especiales mencionados más arriba y son utilizados en la tabla 1 que figura más abajo (en promedio 53,5% de señalada).

El apartado precedente proporciona información sobre peso promedio (11 kg) y precio promedio ($5,5) de los corderos vendidos. De esa manera, se obtiene el valor bruto de la producción proveniente de la venta de cor-deros en la situación “sin” tecnología.

El impacto conjunto de la adopción del alambrado eléctrico de los ma-llines y de los refugios para corderos es establecido en dos niveles a partir de los datos proporcionados por el Informe 3. Un primer nivel que puede

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denominarse “alto”, implica la adopción rigurosa de la totalidad de las reco-mendaciones tecnológicas, en este caso concreto, el logro de una tasa de señalada del 92% sobre ovejas. Un segundo nivel, al que puede llamarse “medio” implica que, por diferentes razones, algunas de esas recomenda-ciones no son adoptadas y el rendimiento alcanzado es aproximadamente el promedio entre las situaciones “sin” y “con” tecnología, en este caso concreto, una tasa de señalada del 72,75% sobre ovejas.

Los resultados finales de las estimaciones así realizadas son los que pueden verse en la tabla 2.1.1. En síntesis, dichos resultados indican que:

(a) Para la hipótesis alta en promedio para todos los PP ovineros con mallines en pastoreo continuado, el valor bruto de la producción de corderos se incrementa en un 72%. Siendo la línea de base o situación sin tecnología diferente para cada tipo de PP (el porcentaje de señalada aumenta desde 51% en los PP-III hasta 55% en los PP-I), el impacto es mayor en los PP-III.(b) Para la hipótesis media, dicho incremento es del 36% (desde 43% en los PP-III hasta 33% en los PP-I).(a) El impacto en términos absolutos en el valor bruto de la produc-ción de corderos es de $2.818/EAP con la hipótesis alta.(b) El impacto en términos absolutos en el valor bruto de la produc-ción de corderos es de $1.410/EAP con la hipótesis media.

En conjunto, la estimación precedente se basa en el criterio de la hipó-tesis más desfavorable en varios sentidos: en primer lugar, se ha toma-do como universo potencialmente adoptante a las EAP con ovinos que cumplen la doble condición de poseer mallines y someterlos a pastoreo continuado. En segundo lugar, los refugios para corderos presuponen la existencia de alambrados pero no necesariamente de mallines. En tercer lugar, la disponibilidad de refugios tiene incidencia en la tasa de señalada pero también en la tasa de mortalidad de la majada en general. En cuarto lugar, no puede descartarse cierta influencia en la producción lanera y en las posibilidades de elegir modalidades de esquila más eficientes.

De todas maneras, cabe reiterar los señalamientos hechos en el apar-tado precedente, que fundamentan esta estimación, en el sentido de que las mayores limitantes para su adopción se encuentran en el monto de las inversiones necesarias y en los cambios en el manejo respecto de las pau-tas actuales de los productores.

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PP-I PP-II PP-III Total

Total EAP 2.307 1.715 2.896 6.918

Cantidad de EAP con ovinos 1.362 1.137 1.410 3.909

% EAP pastoreo continuado de mallines 22,2 22,7 21,0 21,8

Cantidad de EAP con mallines

pastoreo continuado 302 258 295 853

Cantidad de ovejas 294.199 115.511 62.882 472.592

Cantidad de ovejas en EAP con mallines

pastoreo continuado 65.275 26.179 13.178 103.083

% corderos señalados respecto ovejas

sin tecnología 54,7 51,8 50,9 53,5

Corderos señalados sin tecnología 35.701 13.557 6.705 55.124

VBP sin tecnología ($) 2.159.928 820.187 405.674 3.335.025

Corderos señalados hipótesis alta 60.053 24.085 12.124 94.836

VBP hipótesis alta ($) 3.633.189 1.457.133 733.493 5.737.600

Corderos señalados hipótesis media 47.487 19.045 9.587 74.993

VBP hipótesis media ($) 2.872.983 1.152.244 580.018 4.537.070

Impacto con hipótesis alta ($) 1.473.261 636.947 327.819 2.402.575

Impacto con hipótesis media ($) 713.055 332.057 174.343 1.202.044

Impacto por EAP con ovino hipótesis

alta ($/EAP) 4.875 2.472 1.109 2.818

Impacto por EAP con ovino hipótesis

media ($/EAP) 2.360 1.289 590 1.410

% impacto hipótesis alta 68,2 77,7 80,8 72,0

% impacto hipótesis media 33,0 40,5 43,0 36,0

Fuente: Reprocesamiento especial CNA 2002 y estudios de caso.

Tabla 2.1.1. Región Patagonia. Estimación del impacto potencial dela adopción de alambrados eléctricos para el manejo de mallines y

refugios para corderos. 2002

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Capítulo 2.2.

Buenas prácticas apícolas sanitariasen la región Pampeana

2.2.1. Descripción de la propuesta tecnológica35

El principal problema productivo en la producción de miel a pequeña escala lo constituye la sanidad. Los aspectos sanitarios inciden tanto en la morbilidad como en la mortalidad de las colmenas.

La actividad apícola es considerada como fuente complementaria o se-cundaria de ingresos por aquellos individuos que debido a su escala y a otras características —que se detallarán más adelante— pueden ser con-siderados como pequeños productores. Su racionalidad económica está basada en maximizar ingresos, minimizando los costos de producción y el tiempo dedicado a la actividad.

Si bien existe suficiente información y de fácil acceso, se observa que el deficiente manejo sanitario es consecuencia de un alto nivel de descono-cimiento sobre esta temática.

Las enfermedades que tienen mayor incidencia sobre la morbilidad y mortalidad de los colmenares, lo cual se traduce en una baja producción de miel, son: barroa, loque americana y nosemosis, las cuales son causadas por la confluencia de múltiples factores.

En el caso de nosemosis, que es una enfermedad que no posee una sintomatología específica, resultan de fundamental importancia las medi-das de prevención. En cambio, para loque americana —una de las prin-cipales enfermedades de las crías— es indispensable controlar el “efecto

35. Para este capítulo se consultó al experto en apicultura Ing. Agr. Mauricio Rabinovich.

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de borde”36, para frenar el ingreso del vector de la enfermedad y su con-secuente propagación. Por lo tanto, el control y prevención de estas pa-tologías, como parte de un manejo sanitario adecuado, requieren un pro-ceso de concientización de los productores, siendo, por lo tanto, indispen-sable que dispongan de la información necesaria.

La tecnología ofrecida, desarrollada por el INTA E.E.A. Hilario Ascasubi [Rodríguez (2007)], consiste en un conjunto de pautas tendientes a dis-minuir el porcentaje de mortalidad y morbilidad de las colmenas, aseguran-do la calidad de sus productos. Como ya se mencionara, la premisa básica es que los productores puedan contar con la información suficiente para conocer e implementar dichas pautas. Dentro de las medidas a implemen-tar, se pueden distinguir entre aquellas dirigidas a la prevención o profilaxis de las enfermedades y sus tratamientos específicos.

Una primera práctica a tener en cuenta es la ubicación de las colme-nas, las cuales deben emplazarse en sitios alejados de áreas urbanas o con riesgo de contaminación por agrotóxicos, emisiones industriales y efluentes cloacales. Tampoco es conveniente que estén cercanas a pre-dios donde se realiza, como principal actividad productiva, agricultura, ya que la mayoría de los cultivos agrícolas no son fuentes de alimentos para las abejas, lo cual trae aparejado bajo nivel de producción. A esto se pue-de sumar los efectos derivados de las aplicaciones de agrotóxicos. Estas carencias pueden llevar a un estado de desnutrición, con la consiguiente disminución de niveles de defensas de las colonias, que facilita la aparición de enfermedades.

Otra medida importante dentro de un adecuado manejo sanitario es la limpieza y desinfección del material inerte37, teniendo en cuenta que exis-te una diferencia conceptual entre ambos términos38. El fundamento de esta medida reside en que la colonia contamina su propio ambiente con un inóculo que es específico de ella; una reducción de la carga microbiana permite disminuir las probabilidades de que los individuos contraigan en-fermedades.

Es importante también una renovación periódica de los panales, ya que las crías se desarrollan en ese medio. Teniendo en cuenta que la mayoría de los agentes causales de las enfermedades que padecen las crías se de-sarrollan en los panales, su renovación permite disminuir carga infectante o sea la contaminación microbiana. Asimismo, esta medida también reduce la contaminación química causada por la acción de los productos de sínte-sis empleados para el tratamiento de las enfermedades39.

36. Interacción entre colmenas de distintos apicultores.37. Todo lo que es madera: piso, cajón, cuerpo de colmena.38. La limpieza se entiende como la remoción de grandes objetos; la desinfección es un con-cepto microbiológico porque disminuye la carga microbiana.39. La mayor parte de estos productos, que son de naturaleza lipofílica, dejan residuos en cera.

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El criterio utilizado para renovar los panales está en función de su pig-mentación, ya que estos se van oscureciendo en la medida de su uso40. Una práctica adecuada consistiría en renovarlos cada tres años, efectuan-do una renovación parcial (30%) todos los años.

Asimismo, resultan de fundamental importancia el reconocimiento de la sintomatología de las enfermedades y el monitoreo de las enfermedades.

Las prácticas de manejo sanitario descriptas hasta aquí pueden ser implementadas por el universo de productores apícolas, no presentando ninguna especificidad en el caso de los PP. Sin embargo, como implican una mayor dedicación, esto puede representar una limitante.

El conjunto de técnicas de manejo sanitario es utilizado sólo por un por-centaje relativamente bajo de PP. Lo más usual es el empleo, no siempre adecuado en tiempo y forma, de prácticas aisladas, lo que trae aparejado una menor efectividad de las mismas. A modo de ejemplo, se puede citar: la aplicación de tratamientos curativos sin un monitoreo previo que permita identificar las etapas de evolución de las enfermedades de modo que se tome la decisión correcta y la utilización de medicamentos no autorizados.

Las buenas prácticas son obligatorias para los productores que destinan su producción al mercado externo, no así para aquellos que la comerciali-zan en el interno porque no existe un marco regulatorio para la actividad41.

Los pequeños productores apícolas poseen las siguientes caracterís-ticas:

a) El número de colmenas, ubicadas generalmente en terrenos que no son propios, no excede las 100 y su productividad es baja debido a los altos índices de mortalidad y morbilidad.b) La actividad apícola es una fuente complementaria de ingresos, a la cual se le asigna una baja carga horaria; mientras que la prin-cipal puede provenir de profesiones liberales, empleo en el sector público, en entidades bancarias y producción agropecuaria.c) No cuentan con asistencia técnica, poseen bajo nivel de capaci-tación y disponen de escasa información. d) El nivel de asociativismo es bajo o nulo. e) La producción de miel es comercializada a través de canales in-formales: venta domiciliaria, grupos de pertenencia, vecinos y ami-gos. f) El desarrollo de la actividad está altamente influenciado por el pre-cio de la miel, observándose una alta movilidad (ingresos y egresos del sector)42.

40. Un panal nuevo es de color blanco.41. Tampoco existe un sistema de premios y castigos para la calidad.42. Según un informante calificado, cuando el precio es alto se dedican más tiempo a las col-menas; en caso contrario, o bien, cuando no cubren sus expectativas, las descuidan, llegando, incluso, a abandonarlas.

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La principal ventaja de la tecnología ofrecida es la posibilidad de au-mentar la cantidad y calidad del producto, a través de la disminución de los índices de mortalidad y morbilidad y, por ende, de los ingresos obtenidos. Este incremento en los volúmenes debe ir acompañado por una diversifi-cación de las vías de comercialización que permitan canalizarlos.

Como ya se dijo, la implementación del conjunto de buenas prácticas de manejo sanitario contribuye a disminuir la morbilidad y la mortandad. Se puede decir que, en aquellos casos donde no se aplican estas prácticas en forma integral, la mortandad de las colmenas puede llegar a un 40%43, en tanto que el 60% de las que permanecen vivas posee un alto grado de mor-bilidad. Dentro de estas últimas, pueden coexistir distintas situaciones según el estado de las colmenas, obteniéndose —respecto del total de las colme-nas— una producción promedio de 20-25 kg/colmena/campaña44.

Mediante el empleo del conjunto de buenas prácticas, la mortalidad puede llegar a un 3% (valor máximo), creciendo, de este modo, la cantidad de colmenas en producción y la productividad media del total (40-45 kg/colmena/año).

De acuerdo a lo señalado, para determinar el ingreso diferencial de-rivado de la implementación de esta tecnología, se puede partir de una situación inicial donde sobre un total de 100 colmenas sobreviven 60. Con una producción promedio de 20-25 kg de miel, considerando un precio —en el mercado interno— de $6/kg.45

Con la aplicación de la tecnología se elevaría el número de colmenas en producción a 97 y la producción promedio a 40-45 kg, manteniéndose estable el precio de la miel ($6/kg).

Hay que volver a remarcar que los canales de comercialización se de-ben diversificar con el propósito de poder volcar los incrementos de pro-ducción obtenidos, que no pueden ser absorbidos por los ya establecidos (“canales informales” del mercado interno).

Este aumento tiene un costo diferencial basado, principalmente, en el uso de productos autorizados (más caros que los no autorizados), reno-vación de panales y monitoreo de enfermedades (que implica un número mayor de visitas a las colmenas y el aumento de los gastos de traslado).

Los tratamientos terapéuticos necesarios por colmena, durante todo un ciclo productivo, con productos no autorizados tendría un costo aproxi-mado de $0,40/colmena, mientras que usando los autorizados el mismo se elevaría a $6/colmena.

Con respecto a la renovación de panales, considerando que se renue-van a razón de 3/año y que el precio unitario es de $1,2, el costo total/colmena sería de $3,646.

43. El rango de mortandad puede oscilar entre el 30-70%.44. Puede variar, según los años, entre 5 y 30 kg/colmena/año.45. Todos los cálculos monetarios de este capítulo se hacen con precios del año 2006.46. En la práctica, la modalidad más difundida para la renovación de panales está basada en

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También se deben tener en cuenta los gastos de traslado, calculando que se realiza un total de 10 a 14 visitas a las colmenas47. Para llevar a cabo todas las prácticas sugeridas, el tiempo promedio estimado de trabajo por colmena varía entre 5 y 10 minutos.

Entonces, el costo necesario para llevar a cabo un correcto manejo sanitario debería contemplar:

a) Tratamientos específicos: $582 (97 colmenas * $6/colmena).b) Renovación de panales: $349 (97 colmenas * $3,6/colmena).c) Gastos de traslado48: $158 (14 visitas * $11,25/visita).d) Mano de obra49: $630 (21 jornales * $30/jornal).

TOTAL $1.719

Como corolario, se puede decir que la tecnología es suficientemente flexible como para adaptarse a diferentes situaciones; no se han identifi-cado limitaciones para su adopción en sistemas productivos de PP y no se visualizan efectos sobre el medio ambiente.

2.2.2. Estimación del impacto potencial

El problema en la producción de miel a pequeña escala que constituye la sanidad (morbilidad y mortalidad) a causa del habitual desconocimiento al respecto en estos casos y al vuelco sobre el mercado interno mediante canales informales de comercialización es, por todo lo señalado en el apar-tado precedente, un asunto central desde la perspectiva del impacto poten-cial de las correspondientes propuestas tecnológicas.

La tecnología ofrecida, respecto de la cual se realiza la presente esti-mación potencial, consiste en un conjunto de pautas tendientes a disminuir el porcentaje de mortalidad y morbilidad de las colmenas. Estas medidas refieren a: ubicación de las colmenas; limpieza y desinfección del material inerte; renovación periódica de los panales; reconocimiento de la sintoma-tología y monitoreo de las enfermedades. Estas buenas prácticas son obli-gatorias para exportar, pero no hay un marco regulatorio semejante para el mercado interno.

la recuperación de la cera de los mismos para poder canjearla, a través de un proveedor de insumos, por hojas de cera estampada, lo cual no implica costo alguno.47. Lo más conveniente es realizar una visita cada quince días, durante un período de 7 meses que se extiende entre setiembre y marzo.48. Se supone que para realizar una visita a las colmenas se debe recorrer una distancia de 50 km - ida y vuelta hasta el centro urbano donde reside el productor -, en un vehículo diesel, con un consumo de 7,5 litros de combustible y estimando el precio del litro de gasoil en $1,5.49. Tomando un promedio de 7,5 minutos/colmena/visita y realizando 14 visitas durante el ciclo productivo, las horas insumidas ascienden a 169, lo que representa 21 jornales.

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Si se considera pequeño apicultor a aquél que posee hasta 100 colme-nas, comercializa por canales informales y para quién esta actividad suele constituir una fuente adicional de ingresos, entre otras características, se puede decir que:

a) Al utilizar datos censales, como en este caso, se trabaja con una subestimación correspondiente a todos aquellos colmenares ubica-dos en lotes que caen por debajo de la definición de EAP del Censo Nacional Agropecuario. Esto debe ser tenido en cuenta al consi-derar las magnitudes absolutas que se presentan más abajo. b) Los datos provenientes del reprocesamiento especial llevado a cabo para este estudio tiene, para la producción apícola, 2 ca-racterísticas a tener en cuenta. Por un lado, se refieren sólo a la región Pampeana, porque únicamente en ella resultó con un grado de difusión igual o superior al 5%. Los PP pampeanos con apicul-tura representan un 9% del total de PP regionales. Por el otro, inde-pendientemente de tratarse de colmenas propias o de terceros, la cantidad promedio de colmenas/EAP es claramente inferior a 100; razón por la cual —a efectos de la presente estimación— no se hará diferenciación entre uno y otro caso. En la región Pampeana, el 28% de las colmenas son propias y el 72% son de terceros.

El conjunto de estas buenas prácticas apícolas reducen la mortalidad y la morbilidad.

En la situación sin tecnología o línea de base: • la mortalidad puede ser del 40% de las colmenas; y • la morbilidad en el 60% restante, juntamente con el porcentaje

de mortalidad indicado precedentemente, puede dar lugar a un rendimiento promedio estimado en 20-25 kg/colmena por cam-paña.

En resumen, la situación sin tecnología —en las condiciones de la hipó-tesis más desfavorable— consiste en que las colmenas producen 20 kg/colmena por año. El precio para el mercado interno es de $6/kg.

En la situación que podría denominarse de hipótesis alta o de aplicación rigurosa del conjunto de las recomendaciones de esta tecnología:

• la mortalidad puede reducirse hasta un 3% de las colmenas; y,• la morbilidad puede también reducirse de modo que, conside-

rada juntamente con el porcentaje de mortalidad indicado prece-dentemente, el rendimiento se eleve a 40-45 kg/colmena por campaña.

En síntesis, las colmenas producirían 40 kg/colmena por campaña. El precio al mercado interno continuaría siendo de $6/kg.

La hipótesis media, en la cual las prácticas recomendadas no se aplican

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con toda la rigurosidad, asumiéndola como un promedio de las dos ante-riores, resultaría en un rendimiento de 30 kg/colmena.

El precio continuaría siendo de $6/kg.El impacto potencial así estimado permite arribar a las siguientes con-

clusiones:a) El valor bruto de la producción sin tecnología es de $6.875/EAPcc (con colmenas); ese mismo valor para el caso de la hipótesis alta es de $13.750/EAPcc; y para la situación de una hipótesis media es de $10.312/EAPcc.b) Los guarismos precedentes implican que el valor bruto de la pro-ducción se incrementa un 50% en la hipótesis media y un 100% en la hipótesis alta.c) La adopción generalizada del conjunto de estas buenas prácti-cas apícolas comporta, además, un resultado en términos absolutos que puede ser más relevante que los cambios en la productividad a escala microeconómica. En efecto, la magnitud de los volúmenes en juego implicarían no sólo cambios en los canales de comercia-lización, como se indicó más arriba, sino también modificaciones hacia adelante en el precio interno de la miel y hacia atrás en los re-querimientos cuantitativos y cualitativos de insumos, especialmente de trabajo.d) Sin embargo, independientemente de las variaciones coyunturales del precio internacional de la miel, la producción en las condiciones propias de estas buenas prácticas permitiría incrementar los saldos exportables en una actividad habitualmente volcada al comercio ex-terior.e) Una limitante clave viene dada por el tipo de productor al que aquí se ha denominado pequeño apicultor centrado en actividades ex-traprediales, con un gran dinamismo en términos de entrada/salida de la actividad y situado en los intersticios o poros tanto de la pro-ducción como del mercado. La adopción integral de esta tecnología implica un apicultor con una alta dedicación además de una inser-ción comercial formal. Salvo que se tratase de personas que pu-diesen compatibilizar ese grado de dedicación con sus actividades actuales —por ejemplo, agropecuarias— y resolviesen asociarse para comercializar por canales formales o, incluso, exportar.

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PP-I PP-II PP-III TotalTOTAL EAP 22.464 21.902 14.367 58.733

EAP con apicultura 2.928 1.474 706 5.108

% EAP con apicultura 13,0 6,7 4,9 8,7

Cantidad colmenas propias 33.273 23.877 24.528 81.678

Cantidad colmenas de terceros 147.682 46.452 16.833 210.967

Cantidad total colmenas 180.955 70.329 41.361 292.645

% colmenas propias 18,4 34,0 59,3 27,9

% colmenas de terceros 81,6 66,0 40,7 72,1

Cantidad total colmenas porEAP con colmenas 62 48 59 57

Kg de miel sin tecnología 3.619.100 1.406.580 827.220 5.852.900

Kg de miel con hipótesis alta 7.238.200 2.813.160 1.654.440 11.705.800

Kg de miel con hipótesis media 5.428.650 2.109.870 1.240.830 8.779.350

VBP sin tecnología 21.714.600 8.439.480 4.963.320 35.117.400

VBP sin tecnología por EAPcon colmenas 7.416 5.726 7.030 6.875

VBP con hipótesis alta 43.429.200 16.878.960 9.926.640 70.234.800

VBP con hipótesis alta porEAP con colmenas 14.832 11.451 14.060 13.750

VBP con hipótesis media 32.571.900 12.659.220 7.444.980 52.676.100

VBP con hipótesis media porEAP con colmenas 11.124 8.588 10.545 10.312

Impacto con hipótesis alta 21.714.600 8.439.480 4.963.320 35.117.400

Impacto con hipótesis media 10.857.300 4.219.740 2.481.660 17.558.700

Impacto por EAP con colmenashipótesis alta 7.416 5.726 7.030 6.875

Impacto por EAP con colmenas hipótesis media 3.708 2.863 3.515 3.437

% impacto hipótesis alta 100,0 100,0 100,0 100,0

% impacto hipótesis media 50,0 50,0 50,0 50,0

Fuente: Reprocesamiento especial CNA 2002 y estudios de caso.

Tabla 2.2.1. Región Pampeana. Estimación del impacto potencial de la adopción de buenas prácticas apícolas sanitarias. 2002

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Capítulo 2.3.

Manejo integrado de plagas (carpocapsa) en nogales de la región Valles del Noroeste

2.3.1. Descripción de la propuesta tecnológica

Los problemas productivos involucrados son los de disminución del ren-disminución del ren-dimiento de nogales y los de reducción del precio de venta de las nueces, debido a la pérdida de calidad de la fruta, por ataque de Cydia pomone-lla L. (carpocapsa), pudiéndose llegar a la pérdida total de los frutos. Es la principal plaga del cultivo, ocasionando pérdidas directas del 40-60% y hasta del 80% cuando lo que se evalúa es la calidad (fruta manchada).

El objetivo del trabajo desarrollado por el INTA A.E.A. Andalgalá-UNCa [Cólica (2007a); Cólica (2007b)] es disminuir significativamente y en forma paulatina las poblaciones de carpocapsa, mediante un diseño de control integrado apoyado por un detallado monitoreo de la plaga y por producto-res con buenos niveles de información y conocimiento, en condiciones de implementarlos en sus predios.

La propuesta es, en realidad, más amplia y comprende: 1- la capacitación de los productores en materia de la biología de carpocapsa en nogales, 2- la paulatina incorporación de un manejo racional tendiente a esta-blecer el control integrado de la plaga, y 3- la reconversión varietal hacia variedades de mayor calidad, más tardías y de ciclo más corto, con menor susceptibilidad a la plaga.

Por lo tanto, su adopción garantizaría una paulatina intensificación del cultivo y el mejoramiento progresivo de los ingresos prediales.

Como paso previo a la implementación de la tecnología, los técnicos realizan reuniones periódicas con los productores nogaleros consistentes en la explicación de la forma de actuar de la plaga y los daños que causa.

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La tecnología propiamente dicha consiste en:• Implementar una red de monitoreo en cada zona para establecer un

sistema de alarma (casitas de feromonas para recuento de adultos, denominadas corrientemente “trampas”) que permita determinar el momento oportuno de tratamiento. Ese momento tiene lugar cuan-do los productores realizan un recuento de 14 machos capturados en cada trampa en un mínimo de dos revisiones; indicativo de que están a tiempo para controlar con agroquímicos durante los 7 a 10 días siguientes, período en que las hembras fecundadas ponen sus huevos cerca de los frutos y al nacer las larvas, con ese primer mor-discón que realizan se envenenan con el producto aplicado. Dicho tratamiento tiene la finalidad de aumentar la eficiencia y disminuir costos de tratamiento.

• Difundir el uso de un cuaderno fitosanitario (cuaderno de campo), mediante el cual los productores registran los datos de capturas, las fechas de tratamientos, los productos utilizados, las contingen-cias climáticas, el manejo del nocedal, el nivel de daños de plagas y enfermedades y hasta los costos de las prácticas. Este cuaderno es de suma importancia y utilidad pues permite evaluar los benefi-cios de las tecnologías implementadas y programar a futuro.

• Ensayar —además del control integrado con agroquímicos— una potencial estrategia de manejo para el control de la carpocapsa basado en el bioinsecticida “Carpovirus Plus” como complemento de productos químicos o como única herramienta de control.

Más del 90% de los productores potencialmente adoptantes son peque-ños, con predios de 0,5 hasta 2 ha, cuyas explotaciones son de tipo fami-liar. Sólo cuentan con herramientas manuales y escasa dotación de maqui-narias y equipos. El grupo de productores experimentadores ha estado utilizando equipos de uso comunitario, administrados por las asociaciones que integran.

En estas explotaciones, el nogal es un cuasi-monocultivo, caracterizado por plantaciones antiguas con alto grado de heterogeneidad: un 80% de las mismas están integradas por variedades tipo criollas, caracterizadas por ser plantas de gran porte (lo que dificulta los tratamientos sanitarios) y por su baja productividad, tanto cualitativa como cuantitativa (rendimientos me-dios de 700 kg/ha), alta susceptibilidad varietal a plagas y enfermedades, y de floración temprana, por lo que son altamente afectados por heladas tardías de primavera.

Esta plaga es característica de peras y manzanas, pero también afecta al nogal y al membrillero, por lo que es fundamental considerar a la car-pocapsa como una plaga de la zona.

Podrían considerarse inicialmente adoptantes a unos 300 productores minifundistas de las zonas nogaleras de los departamentos Pomán y An-dalgalá —abarcando una superficie de 650 ha— actualmente apoyados

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para ello por el Gobierno de la provincia de Catamarca. Potencialmente podría ser ampliada dicha adopción a más de 1.000 productores nogaleros en las restantes zonas nogaleras de la provincia.

La tecnología no tiene requerimientos agroecológicos especiales para su implementación. Por el contrario, se adapta a diferentes productores y diferentes situaciones, ya que es muy flexible.

Sus principales ventajas consisten en aumentar los rendimientos de nuez y la calidad de las mismas, con lo que se logran más producciones y mejores precios. La tecnología tradicional no logra resolver el problema ya que, si bien aplican agroquímicos, al hacerlo fuera de tiempo, sin tener en cuenta la dinámica poblacional de la plaga, no se puede controlar en el momento de mayor susceptibilidad (larva de primer estadio) y por con-siguiente no se corta el ciclo de la carpocapsa (puede quedar hasta el ciclo siguiente), o bien aplican cuando la larva está dentro del fruto ocasionando daños considerables e irreversibles.

El control de la carpocapsa aumenta el rendimiento de los frutos, a la vez que podría aumentar el precio de venta.

Un recurso secundario es la introducción de variedades de nogal de ori-gen californiano, selecciones obtenidas por INTA Catamarca y selecciones locales de alto potencial productivo por medio del injerto, que en general son menos atacadas por carpocapsa, así como más rendidoras y de menor porte de plantas.

Rendimientos y calidad

a) Estimación cuantitativa del impacto en los rendimientos físicos a partir de la situación sin tecnología.El nogal criollo sin tratamiento rinde 700 a 1.000 kg/ha de nuez, mientras que con tratamiento los rendimientos son de 1.200 a 1.500 kg/ha. Si además del tratamiento se injerta con nuez californiana los rendimientos se consideran de 2.000 a 3.000 kg/ha. Sin tratamiento se considera que existe entre un 40 a 50% de pér-didas. Con el tratamiento éstas disminuyen a un 2% y es posible lograr menos del 1% de daño.b) Descripción del impacto en la calidad del producto a partir de la situación sin tecnología.Con la tecnología se logran pulpas o mariposas “blancas” que son las que demanda el mercado. También se mejora la calidad de la cáscara, ya que por efecto de la carpocapsa, aunque no haya pe-netrado la larva en el fruto por estar la cáscara dura, las manchas que quedasen exteriormente deteriorarían su calidad comercial (daño denominado “cosmético”).c) Estimación del impacto del cambio en la calidad del producto en los precios de venta.Podría existir una mejora en el precio de venta ya que el precio de la fruta manchada es de $4 a $4,5 por kilogramo y el precio de la nuez

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sin manchas de $6 por kilo. La californiana se vende a $9 por kilo y la pulpa a $28 por kilo.

Trabajo, insumos e inversiones

a) Descripción y cuantificación del impacto en los requerimientos de trabajo (tipo, cantidad y oportunidad; “salario alternativo”).No hay impacto en los requerimientos de trabajo porque el control de las “trampas” es realizado por el productor junto con las recorridas periódicas a la finca y el trabajo que necesita para los agroquímicos no difiere del que utiliza sin tecnología. Por el contrario, al realizar la aplicación justo en fecha puede evitarse alguna “pasada” para la aplicación de plaguicidas. b) Identificación y cuantificación del impacto en materia de insumos comprados (tipo, cantidad y precio).Los insumos que requiere la tecnología consisten en las trampas con feromona que cuestan $85 cada una y duran todo el ciclo, ponién-dose 1 cada 2 hectáreas; hay productores que utilizan 1 trampa/ha.c) Identificación y cuantificación en materia de inversiones fijas (tipo, cantidad y precio).

Las únicas inversiones consisten en los injertos con nuez selecta, ya que las trampas son descartables.

Las limitantes para la adopción de la tecnología son la falta de capaci-tación y el desconocimiento de la eficacia de ésta por el productor.

Los impactos ambientales son positivos, ya que con la aplicación de esta tecnología disminuye la aplicación de productos químicos. Además, se procura la utilización de productos de bajo o casi nulo impacto ambiental como el Carpovirus Plus. Este punto es de especial interés, puesto que al ser la región nogalera árida, el tiempo necesario para que el ecosistema vuelva a su equilibrio natural es mayor. Además son ecosistemas que, por sus características desérticas, son de menor biodiversidad y de mayor fra-gilidad ambiental.

2.3.2. Estimación del impacto potencial

La tecnología cuyo impacto potencial se considera aquí es, entonces, la de un manejo integrado de carpocapsa (Cydia pomonella L.) para peque-ños productores nogaleros de la región Valles del NOA.

El estudio de caso ha sido llevado a cabo en la provincia de Catamarca, porque es en ella donde dicha actividad alcanza su máxima expresión. Por otra parte, se utiliza con este propósito la información proveniente del re-procesamiento especial realizado para este estudio, que incluye una tabla con la información del CNA 2002 sobre PP para todos los departamen-

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tos de esta región localizados en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero. Sin embargo, un control acerca de los departamentos con actividad nogalera permite suponer que el uso de los datos totales de la Región Valles del NOA excluye de hecho tanto a zonas de la Quebrada de Humahuaca y a zonas de riego de Santiago del Estero, como a algunos departamentos sin nogales de los valles propia-mente dichos.

La carpocapsa es la principal plaga del cultivo y produce dos tipos de efecto. Uno en el volumen de los rendimientos y otro en la calidad del pro-ducto. El primero porque la plaga puede inutilizar el fruto propiamente dicho; el segundo porque sin llegar a ese resultado la cáscara puede mancharse reduciéndose la calidad del producto y por tanto el precio de venta.

La tecnología reduce paulatinamente las poblaciones de carpocapsa mediante control integrado por productores capacitados.

Hay otras dos especificaciones que hacer. Por un lado, existe una potencial progresividad en el manejo integrado

de la plaga que va desde la reducción de agroquímicos que posibilita el detallado monitoreo que de ella se hace, hasta el nivel más alto vinculado al uso del bioinsecticida Carpovirus Plus.

Por el otro, puede producirse un reemplazo paulatino de la variedad criolla de nogal —predominante en la región— por otras denominadas co-rrientemente californianas y mejoradas que poseen dos ventajas: tienen un ciclo que permite evitar en alto grado los daños de la plaga y tienen dimensiones que facilitan las diferentes tareas del cultivo incluyendo las relacionadas con esta tecnología.

El productor nogalero modal de esta región suele ser visualizado como un productor con una superficie implantada con esta especie de hasta 2 ha y en gran medida monocultor. Los datos disponibles indican que un 15% de las EAP de los PP regionales tienen nogal. La superficie promedio con nogal por EAP es de 1,3 ha. Esta superficie va desde 0,6 ha en el caso de los PP-III, a 1,9 ha en los PP-II y 5,1 ha en los PP-I. En estas condiciones, se centra la estimación del impacto potencial de esta tecnología en los PP-II y PP-III. Los informantes claves entrevistados en los estudios de caso focalizaban sus observaciones en el PP-II.

La implementación de la tecnología comprende: 1- capacitación de los productores; 2- instalación de un sistema de alarmas para determinar la oportu-nidad del control; 3- uso de un cuaderno fitosanitario de campo; 4- control con agroquímicos y, progresivamente, con bioinsecticidas carpovirus; 5- reemplazo paulatino de la variedad criolla por la californiana me-diante injertos.

La situación sin tecnología o línea de base comprende los siguientes supuestos:

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• Toda la superficie está implantada con variedad criolla.• El rendimiento/ha es de 850 kg en promedio.• El precio de venta de la nuez es de $4,5/kg considerando los pro-

blemas de calidad del producto.

La hipótesis media referida al control integrado de la plaga pero sin cambio varietal, comprende los siguientes supuestos:

• Toda la superficie está implantada con variedad criolla.• El rendimiento/ha es de 1.350 kg en promedio.• El precio de venta de la nuez es $6/kg considerando la calidad del

producto sin manchas.

La hipótesis alta referida al control integrado de la plaga en las condi-ciones más rigurosas y la completa renovación varietal del monte, com-prende los siguientes supuestos:

• Toda la superficie está implantada con variedad californiana.• El rendimiento/ha es de 2.100 kg en promedio.• El precio de venta es de $9/kg considerando la calidad de una nuez

totalmente blanca.

La estimación del impacto potencial de la adopción del manejo inte-grado de la carpocapsa en nogales de la región Valles del NOA permite arribar a las siguientes conclusiones:

a) El valor bruto de la producción/EAP con nogales de los PP del tipo II de la región Valles del NOA —focalizando en primer lugar en el productor que concentró las mayores observaciones de los infor-mantes— es de $7.100 cuando la situación es sin tecnología, de $15.000 con la hipótesis media y de $35.000 cuando la tecnología se adopta con una hipótesis alta. Los guarismos precedentes impli-can que el valor bruto de la producción se incrementa en 112% en la hipótesis media y en 394% en la hipótesis alta.b) En el caso de los PP del tipo III, atendiendo ahora a las EAP nogaleras modales, el valor bruto de la producción es de $2.300/EAP con nogales sin tecnología, de $5.000/EAP c/nogales con hipó-tesis media y de $11.600/EAP c/nogales con hipótesis alta.c) El impacto en la oferta regional puede ser muy importante: un 60% en la hipótesis media y más del 100% en la hipótesis alta. Sin embargo, sobre todo este último caso, implica un salto también im-portante en la competitividad del producto. d) Las condiciones que deben verificarse para la adopción de esta tecnología son de diverso tipo: el productor debe capacitarse y concientizarse acerca del sentido general y de los pasos del proce-dimiento. Aunque la tecnología es muy adaptable, se requieren insu-

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mos en tiempo y forma. Los bioinsecticidas son caros y solo podrían ser puestos en valor mediante la alternativa de la nuez orgánica. El cambio varietal con californiana implica cierta reestructuración en el flujo de ingresos. Tabla 2.3.1. Región Valles del NOA. Impacto potencial de la adopción de un manejo integrado de plagas en nogales. 2002

PP-I PP-II PP-III Total

TOTAL EAP 2.165 3.181 14.707 20.053

EAP con nogal 282 641 2.015 2.938

% EAP con nogal 13,0 20,2 13,7 14,7

Superficie con nogal (ha) 1.439 1.191 1.238 3.869

Superficie con nogal por EAP (ha) 5,1 1,9 0,6 1,3

Producción sin tecnología (kg) 1.222.980 1.012.605 1.052.640 3.288.225

Producción con hipótesis alta (kg) 3.021.480 2.501.730 2.600.640 8.123.850

Producción con hipótesis media (kg) 1.942.380 1.608.255 1.671.840 5.222.475

VBP sin tecnología ($) 5.503.410 4.556.723 4.736.880 14.797.013

VBP sin tecnología / EAP ($) 19.516 7.109 2.351 5.036

VBP con hipótesis alta ($) 27.193.320 2.251.5570 23.405.760 73.114.650

VBP con hipótesis alta / EAP ($) 96.430 35.126 11.616 24.886

VBP con hipótesis media ($) 11.654.280 9.649.530 10.031.040 31.334.850

VBP con hipótesis media / EAP ($) 41.327 15.054 4.978 10.665

Impacto con hipótesis alta ($) 21.689.910 17.958.848 18.668.880 58.317.638

Impacto con hipótesis media ($) 6.150.870 5.092.808 5.294.160 16.537.838

Impacto hipótesis alta / EAP ($) 76.915 28.017 9.265 19.849

Impacto hipótesis media / EAP ($) 21.812 7.945 2.627 5.629

% impacto hipótesis alta 394,1 394,1 394,1 394,1

% impacto hipótesis media 111,8 111,8 111,8 111,8

Fuente: Reprocesamiento especial CNA 2002 y estudios de caso.

Tabla 2.3.1. Región Valles del NOA. Impacto potencial de la adopción de un manejo integrado de plagas en nogales. 2002

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Capítulo 2.4.

Secaderos solares de pimiento para pimentón en la región Valles del Noroeste

2.4.1. Descripción de la propuesta tecnológica

Se trata de una propuesta desarrollada por el INTA E.E.A. Catamarca [Carabajal (2007)] intermedia entre la tecnología convencional de secado en canchones, actualmente de uso ma-yoritario, por un lado; y el secado mediante hornos a combustible de mayor escala y calidad, también exis-tente pero con menor cobertura, por el otro.

En este capítulo se analizará el caso de los secaderos solares para pimiento y un ámbito de aplicación de todas las zonas pimenteras de los Valles Calchaquíes.

La modalidad actual de secado del pimiento es —como se señaló— natural, en canchones de tierra compactada, expuestos directamente al sol durante 30 días. La aptitud climática de la zona para el secado natural es excelente, pero el producto pierde calidad por contaminaciones físicas, químicas, microbiológicas y microscópicas.

La pérdida de calidad repercute decididamente sobre los precios que recibe el productor bajo cualquiera de las modalidades de comercialización que se realice. Dichas modalidades suelen darse en la unidad productiva misma o mediante acopiadores locales, en el contexto de una estructura de mercado fuertemente oligopsónica.

Su principal característica es la de mejorar la tecnología tradicional de secado al sol de pimiento para pimentón mediante el desarrollo de un sistema de secadero sobreelevado en microtúnel y bandejas, a fin de incre-mentar su calidad actual y capacidad de secado.

Básicamente consiste en un recinto cerrado, denominado micro-túnel, con polietileno que cubre un lecho de secado. El polietileno tiene perfo-raciones que actúan a modo de “chimeneas”, ya que en el momento de

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máxima temperatura, al secarse el producto libera humedad y si no tuviese esas perforaciones, la humedad no se evaporaría. Este sistema aumenta la velocidad de secado: el período convencional de secado normalmente era de 30 días y con el secadero se redujo a 7 días.

El módulo de secado está compuesto de tendederos o mesadas, cons-truidos de postes y alambre, ubicados a 1 m desde el piso. Estas mesadas están orientadas de Este a Oeste con un declive hacia el lado Norte, de manera que exista una máxima exposición al sol. Sobre estas mesadas se colocan las bandejas tipo cajón a base de madera de álamo u otro material liviano y que no transmita olor o sabor al producto a secar. El secadero so-breelevado en microtúnel permite el estibaje y protección de las bandejas en caso de lluvias, o directamente colocar otro polietileno más fino y más angosto a manera de “poncho” que cubra el sector del polietileno principal perforado. La capacidad de secado se estima en 7 kg de materia fresca por bandeja durante 7 días.

La tecnología consiste sintéticamente en el mejoramiento del actual sistema de secado mediante la implementación de un sistema de bandejas movibles semiprotegidas utilizando energía solar, ofrece mayor flexibilidad de manejo del producto a secar frente a las condiciones ambientales, con importante reducción de pérdidas, contaminación y tiempo de secado. Se busca entonces, con este sistema de secado, mejorar la calidad y ren-dimiento del producto.

En Catamarca, según informantes calificados (ver 2.4.2. diferencia con datos CNA 2002), se cultivan anualmente más de 700 ha de pimiento para pimentón, con una producción de 1.000 tn, involucrando alrededor de 700 productores con una superficie promedio de 1 ha. Los departamentos Belén y Santa María son los principales productores de pimiento para pi-mentón, en donde se concentra casi la totalidad de la producción, con un valor bruto de la producción, seco en rama, de $1.500.00050.

Belén, zona tradicionalmente pimentonera con rendimientos de 900 kg/ha de pimiento seco, presenta una alta heliofanía y gran amplitud térmica. El régimen de precipitaciones es de 80 mm anuales. Los suelos son bási-cos con un pH cercano a 8,6.

En general, son productores de actividades regionales que se desarro-llan en explotaciones familiares, donde la economía es de subsistencia, con una elevada proporción de títulos imperfectos y sin posibilidades de ac-ceso al crédito. Los ingresos extraprediales provienen de trabajos tempo-rarios en fincas grandes y obras públicas. La demanda laboral extrapredial es irregular con un máximo en la época de cosecha.

Los beneficiarios potenciales estimados por el proyecto de investig-ación adaptativa financiado por FI-PROINDER —citado al inicio de este apartado— son alrededor de 100 familias de productores minifundistas de las localidades La Ciénaga, Puerta de San José y San Fernando (zona

50. Todos los cálculos monetarios de este capítulo se hacen con precios del año 2006.

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Norte Grande y Norte Chico, departamento Belén), con un promedio de cinco integrantes y 1,5 ha por unidad productiva, totalizando un número de 500 potenciales beneficiarios. Una estimación más amplia se expone en el apartado 2.4.2. de este mismo capítulo. A partir del año 2006 esta tec-nología fue difundida por el gobierno provincial con más de 70 secaderos en el departamento Santa María, con resultados altamente satisfactorios por su modalidad, operatividad y calidad final del producto obtenido. La tecnología no requiere condiciones agroecológicas especiales.

Los trabajos realizados han demostrado la factibilidad técnica y económica del sistema de secadero analizado. Como limitantes relativas se observaron los costos de instalación de la infraestructura y los bajos niveles de temperatura al final de la temporada, lo que se relaciona con la reducción de su capacidad de secado.

Sus impactos productivos potenciales son: 1) Mejora sustancialmente la calidad por el mejoramiento del secado convencional. 2) Eleva la propor-ción de pimiento seco de primera/ pimiento seco de segunda, de 60/40 a 95/5, por mejora del color y de la calidad bromatológica. 3) Incrementa el ingreso bruto en 20%, como consecuencia de la mejora de la proporción de producto de primera. 4) Reduce el tiempo de secado en 50% sobre la base de 30 días del sistema convencional. 5) Reduce los grados de impureza a los valores mínimos exigidos por el C.A.A., como así también la presencia de Escherischia coli y coniformes. 6) Indirectamente, al obtener productos de mejor calidad, otorga a los productores mayor poder de negociación en el momento de la comercialización, con mayores posibilidades de ganar espacios adicionales en el mercado nacional. 7) En el mercado internacio-nal —más exigente en cuanto a prácticas de producción sustentables y en cuanto a condiciones higiénicas de primer orden— este adelanto tecnológi-co permitiría un fácil acceso a ese circuito comercial. 8) Es una tecnología “adaptable” por lo tanto con gran potencial de “adopción” por la cultura e idiosincrasia de la población destinataria.

Rendimientos y calidad

a) Estimación cuantitativa del impacto en los rendimientos físicos a partir de la situación sin tecnología.Con el secado tradicional la relación pimiento seco-pimiento molido es 7 a 1 (con 7 kilos de pimiento se obtiene 1 kg de pimentón); con el secado en bandejas se estima una relación a 5 a 1.b) Descripción del impacto en la calidad del producto a partir de la situación sin tecnología.El impacto se puede observar tanto en las condiciones físicas por mejoras en el color de los frutos, como por la ausencia de contami-naciones físicas, químicas, microbiológicas y microscópicas. Con esta tecnología los productores pueden acceder al mercado del pro-ducto ofreciendo una calidad superior.c) Estimación del impacto del cambio en la calidad del producto en los precios de venta.

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La pérdida de calidad repercute decididamente sobre los precios que recibe el productor bajo cualquiera de las modalidades de comercia-lización existentes y de las estructuras de mercado específicas.

Trabajo, insumos e inversiones

a) Descripción y cuantificación del impacto en los requerimientos de trabajo (tipo, cantidad y oportunidad; “salario alternativo”).Los requerimientos de jornales para el manejo del secado son de cinco: 3 jornales para el cubeteado, 1 jornal para cargar el módulo, 0,13 jornales para colocación y fijación del plástico, 0,25 jornales para mover el producto y 0,75 jornales para la descarga.b) Identificación y cuantificación del impacto en materia de insumos comprados (tipo, cantidad y precio).Las investigaciones disponibles no especifican la compra de insu-mos. Por las características de la propuesta, los materiales requeri-dos constituyen inversiones.c) Identificación y cuantificación en materia de inversiones fijas (tipo, cantidad y precio).Las inversiones consisten en las bandejas de secado que, según el material que utilicen, duran aproximadamente 10 años. El polietileno que utilizan para cubrir las bandejas tiene una duración mínima de 3 años, si luego del periodo de secado se lo acondiciona adecua-damente.Un aspecto importante de la versatilidad respecto a los materiales de las estructuras es que pueden ser construidas de bandejas (madera de álamo) o de cañizo realizado con cañas livianas, siempre que per-mitan el pasaje de aire entre los espacios. La estructura es presen-tada en módulos con capacidad de secado adecuada al tamaño de las EAP de los PP regionales.Un detalle de la inversión se presenta en la siguiente tabla:

Valor de la inversión Con bandejas Con cañizoÍtem $ total $ total

Tendedero

Estructura (hierro)

Cobertura plástica

Bandejas

Cañizo

152

52

89

470

0

152

52

89

0

138

Total materiales ($) 763 431

Total mano de obra construc. ($) 86 86

Valor m2 ($/m2) 12 7

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.

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La limitación relativa más importante para la adopción de esta tec-nología viene dada por el monto de las inversiones que figuran en la tabla precedente, considerado en términos de su período de repago (2-3 años). Téngase en cuenta para dimensionarla, que se requieren 50 m2 de bande-ja/cañizo para secar, en un lapso de 3 meses, el pimiento fresco de unas 3 hectáreas (comunicación personal).

En cuanto a sus impactos ambientales, se trata de una tecnología muy sustentable, que no es agresiva con el ambiente. Por el contrario, su ca-racterística central es la utilización de energía solar. Es dicha característi-ca, precisamente, la que le da mayor eficiencia, puesto que es la cobertura de polietileno que se usa, al dejar pasar los rayos solares a la vez que permitir la salida de la humedad, lo que produce mayor calentamiento.

2.4.2. Estimación del impacto potencial

La tecnología cuyo impacto potencial se estima en este apartado cons-tituye, como se indicó más arriba, en lo esencial, un mejoramiento del sistema convencional de secado de pimiento para pimentón.

Aunque la investigación adaptativa ha sido realizada en la principal zona productora del país, ubicada en los departamentos de Belén y Santa María de la provincia de Catamarca, se trata de una propuesta replicable al con-junto de las zonas productoras semejantes a esas en el resto de los Valles Calchaquíes de las provincias de Salta, Tucumán y La Rioja. Por esa razón, es posible llevar a cabo la estimación para la totalidad de los PP que cultivan pimiento para pimentón de la región Valles del NOA, puesto que la propia orientación productiva excluye a otras zonas de la misma región.

a) El sistema convencional: El sistema convencional se hace en canchones de tierra compactada expuestos directamente al sol, razón por la cual, el producto pierde calidad —por contaminaciones físicas, químicas, microbiológicas y microscópicas— lo que puede expresarse en los precios de venta.b) El sistema propuesto: La tecnología cuyo impacto potencial se estima en este apartado —un sistema de bandejas movibles semi-protegidas— consiste en un recinto cerrado —un microtúnel— con cobertura de polietileno perforado que cubre un lecho de secado al sol, de modo que el pimiento fresco queda sobreelevado. La ex-posición a agentes contaminantes y el tiempo de secado se reducen de manera importante.c) El sistema de secado forzado con utilización de combustible: Existe también una tecnología más avanzada, consistente en hor-nos cerrados de secado a base de combustibles (fueloil), aunque presuponen economías de escala relativamente muy importantes y escalonamientos de la cosecha para garantizar suministros conti-nuos que eliminen los altos costos de encendido/apagado.

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Retomando la tecnología (b) de los secaderos solares, cabe señalar que se trata de una propuesta intermedia entre los actuales canchones y los hornos mencionados precedentemente. Por ello es que sus diseña-dores la presentan como un mejoramiento a partir de ciertos rasgos de las prácticas actuales. Tiene entonces las ventajas técnicas y ecológicas de su flexibilidad y, aún así, ciertas desventajas del costo de la infraestructura de bandejas.

Los datos, hipótesis y resultados principales de la estimación son los siguientes:

a) La cantidad total de PP de la región Valles del NOA en cuyas EAP se cultiva pimiento para pimentón es casi 600 y representan el 3% de los PP regionales (desde 1,4% en los PP-III, hasta el 7,9% en los PP-II). El tipo modal es el PP-II (42%). El tamaño medio y modal (PP-II) son semejantes (1,3 ha y 1,1 ha, respectivamente).b) Se asumen 2 hipótesis, una sin tecnología y otra con tecnología.

La hipótesis sin tecnología comprende:• Un rendimiento de pimiento seco de 900 kg/ha.• Una composición en términos de calidad de un 60% de primera y

un 40% de segunda.• Un precio del pimiento seco de primera calidad estimado en $1,45/

kg y el de segunda calidad en $0,75/kg.La hipótesis con tecnología comprende:• Un rendimiento de pimiento seco de 900 kg/ha.• Una composición en términos de calidad de un 95% de primera y

un 5% de segunda.• Un precio del pimiento seco igual a la hipótesis sin tecnología (pri-

mera calidad $1,45/kg y segunda calidad $0,75/kg).c) Adicionalmente, a partir de observaciones realizadas por produc-tores experimentadores, se presenta aquí una estimación basada en un rendimiento de pimiento secado con esta propuesta tecnológica equivalente al doble del rendimiento actual. Es decir, un rendimiento de 1.800 kg/ha. Las declaraciones de algunos productores a este respecto indican, en efecto, que la práctica tradicional permite ob-tener alrededor de 1 kg de pimiento seco por cada 10 kg de pimiento fresco, mientras que estos secaderos solares les permitían observar una relación de alrededor de 2 kg por cada 10 kg de pimiento fresco (video PROINDER). Los técnicos responsables señalan que la in-vestigación, dado su diseño orientado al mejoramiento en la calidad, no ha verificado estas observaciones. Sin embargo, tratándose de un caso de estrategia de investigación participativa, se ha tomado nota de las mencionadas declaraciones de los productores y se ha considerado de interés la continuidad y la profundización de este aspecto del asunto. Por estas razones, y a mero título ilustrativo, se agregan en la tabla 2.4.1. la mencionada estimación adicional.

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d) Lo que puede denominarse, en cambio, “impacto cualitativo” —es decir, el mayor precio susceptible de obtenerse dadas las mejores características de limpieza y sanidad del pimiento seco y, por tanto, el cambio en la composición por calidad de los productos de 60/40% a 95/5% entre primera y segunda— puede permitir un incremento en el valor bruto de la producción de un 20%. e) El valor bruto de la producción por EAP, en promedio, que tanto “sin tecnología” como “con tecnología” es bajo en términos absolutos dado el pequeño tamaño de las parcelas cultivadas y el nivel de los rendimientos, pasa de $1.300 a $1.600 por campaña, mientras que en la situación modal representada por los PP-II dicho valor se incrementa desde $1.200 a $1.400.f) Por su parte, el mayor rendimiento observado por algunos produc-tores experimentadores —que indican una duplicación del pimiento seco/fresco— puede expresarse en una producción/EAP promedio que pasa de 1.148 kg a 2.296; y, en el total regional, de 686 tn a 1.373 tn de pimiento seco. Obviamente, estos guarismos resultan de suponer tal duplicación no verificada. Su inclusión aquí no tiene otro objetivo que subrayar el interés que despertó oportunamente.

En síntesis, el impacto potencial en el valor bruto de la producción —vía calidad— es significativo; sin embargo, hay dos limitantes importantes a considerar: en primer lugar, el monto de la inversión en las estructuras de secado y, en segundo lugar, la capacidad de los productores para realizar el mayor precio por calidad, dadas las condiciones oligopsónicas del mer-cado de pimiento seco y las coyunturas del tipo de cambio favorables a la importación competidora.

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PP-I PP-II PP-III Total

TOTAL EAP 2.165 3.181 14.707 20.053

EAP con pimiento 137 252 209 598

% EAP con pimiento 6,3 7,9 1,4 3,0

Superficie con pimiento (ha) 334 283 145 763

Superficie con pimiento por EAP (ha) 2,4 1,1 0,7 1,3

Pimento seco sin tecnología (kg) 300.870 254.880 130.680 686.430

Pimento seco sin tecnología por EAP (kg) 2.196 1.011 625 1.148

VBP sin tecnología ($) 352.018 298.210 152.896 803.123

VBP sin tecnología / EAP ($) 2.569 1.183 732 1.343

VBP con tecnología ($) 425.731 360.655 184.912 971.298

VBP con tecnología / EAP ($) 3.108 1.431 885 1.624

Pimento seco con mayor rendimiento (kg) 601.740 509.760 261.360 1372.860

Pimento seco con mayor rendimiento por EAP (kg) 4.392 2.023 1.251 2.296

Impacto ($) 73.713 62.446 32.017 168.175

Impacto por EAP con pimiento ($) 538 248 153 281

% de Impacto 20,9 20,9 20,9 20,9

Fuente: Reprocesamiento especial CNA 2002 y estudios de caso.

Tabla 2.4.1. Región Valles del NOA. Impacto potencial de la adopción de secaderos solares de pimiento para pimentón. 2002

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Capítulo 2.5.

Sistema de siembra directa para pequeños productores de la región Chaco húmedo

2.5.1. Descripción de la propuesta tecnológica

El capítulo comprende 3 tecnologías susceptibles de ser consideradas en forma independiente, aunque la siembra directa —que da lugar a su título— toma en cuenta o integra dentro suyo a las herramientas y abonos. En consecuencia, la descripción de este primer apartado incluye:

1- herramientas para la recuperación y conservación de suelos; 2- abonos verdes; y, 3- siembra directa.

Herramientas para recuperación y conservación de suelos

El problema productivo involucrado es el de la compactación superfi-cial del suelo agrícola. Tradicionalmente, la agricultura en el Nordeste tuvo como tarea básica la labranza del suelo con el arado de reja y vertedera. El laboreo se completaba con el empleo de herramientas como rastra de dientes y/o discos, sembradora y cultivador. Con estas herramientas se cultivaban las especies que fueron la economía básica de la región: al-godón y maíz.

Un importante sector de productores no contaba con tracción mecánica (tractor) de manera que la agricultura fue ganando superficie en base a tracción animal. Se trabajaban superficies de 100 ha y más, sólo con caba-llos. Había herramientas de diferente capacidad, como arados de 1, 2 y 3 rejas, para tracción animal.

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En el caso del pequeño productor campesino, que cultivaba superficies pequeñas, el laboreo se efectuaba con arados de 1 reja. Se fabricaban arados de manceras y de asiento.

El primero se caracteriza por tener 2 brazos hacia atrás o manceras, con empuñadura en el extremo desde donde es comandado. Lleva una reja chica, cuyo ancho de labor no supera 20 ó 25 centímetros. En este caso el hombre camina detrás del arado. Generalmente estos arados son tirados por bueyes.

El segundo consta de los elementos básicos del arado, esto es timón, reja, vertedera y costanera, montados en un dispositivo con 3 ruedas y un asiento. Este arado es tirado por 3 ó 4 caballos y la reja tiene un ancho de labor de unos 30 centímetros. Esta capacidad, sumada al hecho de que los caballos trabajan más rápido que los bueyes, determina un rendimiento para el arado de asiento notablemente superior al de manceras. Además el operador trabaja sentado, lo que significa un alivio considerable en el esfuerzo humano.

A medida que avanzó la tracción mecánica, fueron apareciendo nuevas herramientas como el arado de discos y los arados múltiples o arado rastra, que incrementaron la capacidad de trabajo del productor, en este caso del mecanizado.

El pequeño productor, que siguió empleando la tracción a sangre, no tuvo posibilidad de elección en cuanto a las herramientas y siguió traba-jando con el arado de reja.

Esta herramienta es particularmente apreciada por el productor para trabajar en los suelos francos o arcillosos, pesados, que durante el invierno se resecan y endurecen a tal punto que solamente después de una lluvia y empleando un elemento fuerte y agresivo como la reja, pueden ser re-movidos. Estas condiciones se presentan mayormente en las provincias de Chaco y Formosa (en el NEA).

El elemento básico de un arado de reja está formado por 3 piezas: reja, vertedera y costanera. Estas partes, montadas sobre un soporte forman un cuerpo, que sujeto en un extremo del timón es el que realiza la remoción del suelo.

El conjunto reja y vertedera tiene la función de penetrar y cortar una por-ción de suelo, aproximadamente 20 cm x 30 cm, de 10 a 15 cm de espesor conocida como “pan de tierra”, invirtiendo su posición. Es decir que el pasto que originalmente está en la superficie, queda debajo tapado por el suelo y las raíces quedan hacia arriba.

La costanera, es una planchuela de unos 10 cm x 40 cm ubicada detrás del conjunto reja vertedera. El extremo anterior forma con la reja una punta, que da al cuerpo facilidad de penetración en el suelo. La planchuela en todo su ancho y largo se apoya verticalmente sobre el suelo cortado, evitando que el arado vaya hacia un lado como consecuencia de la resistencia late-ral del suelo al corte y avance de la reja. En la base del extremo posterior de la costanera hay un doblez de la planchuela hacia adentro. Esta parte se

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conoce como “talón” del arado y cumple la función de apoyar fuertemente contra el fondo del surco abierto y equilibrar verticalmente el arado.

Las características de diseño le confieren a esta herramienta una aptitud especial para roturar con relativa facilidad suelos muy pesados y compac-tados, donde un arado de discos tendría mucha dificultad para hacerlo.

Las mismas características hacen que el arado presione fuertemente a la profundidad de trabajo, con el filo de la reja y el talón de la costanera, obturando de esta forma los poros del suelo.

Normalmente se ara cuando el suelo tiene cierto tenor de humedad, para evitar el excesivo esfuerzo de tracción que demanda roturar un suelo muy seco.

El pequeño productor ara siempre a la misma profundidad, de 10 a 15 cm, ya que su limitante es la fuerza de tracción, que no le permite ir más profundo especialmente en suelos pesados.

El arrastre y la presión del arado, más la humedad del suelo y el trabajo repetido a la misma profundidad, determinan con los años que inmediata-mente por debajo de dicha profundidad, esto es 10 a 15 cm, se forme una capa de unos 5 cm de espesor de suelo muy compactado, llamada “piso de arado”.

Cuanto mayor es el contenido de arcilla en el suelo, resulta más evidente e importante la presencia del piso de arado. En los suelos muy arenosos prácticamente no se presenta.

Es así como entre la superficie y el piso de arado queda definida una capa de suelo de 10 a 15 cm de espesor, donde sucesivamente se desa-rrollan las raíces de las plantas cultivadas o no.

El piso de arado, desde el punto de vista agronómico, es un impedi-mento físico para el desarrollo normal de las raíces y por lo tanto de toda la planta. Las raíces, especialmente en las especies cultivadas, no logran atravesar esta capa. Al llegar a ella se curvan en un ángulo de 90 grados y continúan su crecimiento en sentido lateral.

Las raíces de las plantas cultivadas, más las raíces de las malezas, en una porción de suelo de tan sólo 15 cm de espesor, determina una gran competencia por el agua y los nutrientes. Esto se refleja en el desarrollo de la parte aérea de las plantas, proporcional al de sus raíces y finalmente en el rendimiento, proporcional a ambos.

Es normal que los cultivos deban atravesar un período de déficit hídrico, que coincide con las más altas temperaturas y tasas de evaporación. El horizonte superficial se seca rápidamente. Si las raíces se hubieran desa-rrollado normalmente, aprovecharían la humedad y los nutrientes de hori-zontes profundos. Pero el piso de arado es una capa compacta y dura que no pueden atravesar las raíces. Por lo tanto, existiendo suficiente humedad a mayor profundidad, las raíces de las plantas cultivadas permanecen en el horizonte superficial, compitiendo fuertemente entre sí y con las malezas, por el agua y los nutrientes, soportando los efectos del recalentamiento su-perficial por incidencia directa del sol en horas de mayor temperatura. Ge-

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neralmente esta situación se verifica en los meses de diciembre, enero y febrero. Las plantas, debido a su alto grado de adaptación al clima, resisten y sobreviven. Posteriormente sobrevienen lluvias y el cultivo se recupera. Pero el estrés por déficit hídrico ya afectó irreversiblemente el rendimiento.

Contrariamente, en los meses de octubre-noviembre y marzo-abril-mayo, se verifica la ocurrencia de grandes lluvias. En Formosa y Chaco la pendiente general es escasa y en los lotes para cultivo siempre hay sec-tores bajos. El piso de arado, con densidad de partículas superior al resto del suelo, oficia como capa impermeable que obstaculiza la percolación normal del agua hacia lo profundo del perfil. Una parte del exceso hídrico se escurre lentamente por la superficie hacia los bajos, una pequeña parte percola y otra parte permanece sobre el piso de arado saturando el suelo en el horizonte superficial. Se detiene el crecimiento de las raíces y con-secuentemente de la parte aérea. En ocasiones hay mortandad y descom-posición de raíces con amarillamiento y muerte de la planta.

Cuando cesan las precipitaciones y el suelo se seca lo suficiente, el productor efectúa una remoción superficial (cultivada) que permite la oxi-genación en la zona radicular y el posterior rebrote y recuperación del cul-tivo. Pero el estrés por exceso hídrico ya afectó irreversiblemente el ren-dimiento.

Una característica en los suelos de la región chaqueña es la presencia de sales como carbonatos y cloruros, que pueden incidir notoriamente so-bre el desarrollo y rendimiento de las plantas cultivadas.

En los sectores bajos de la chacra, el exceso de agua se acumula sobre la superficie, permaneciendo durante varios días después de haber fina-lizado las precipitaciones y las plantas directamente mueren por asfixia. El sol, el viento y las altas temperaturas, provocan una elevada tasa de evaporación del agua acumulada en los bajos. A medida que se evapora el agua superficial, sube por capilaridad el agua del suelo, que lleva disueltas las sales que hay en el perfil. Ya en la superficie el agua se evapora, que-dando las sales que progresivamente van aumentando la concentración superficial. Inicialmente se observa en las plantas cultivadas una depresión en el crecimiento, luego decrece el rendimiento y finalmente los cultivos no crecen en ese sector. A medida que aumenta la concentración de sales, también desaparecen especies naturales y estos sectores bajos se trans-forman en peladares o salitrales en forma de manchones, donde general-mente aparecen nuevas especies resistentes a la salinidad.

Cuando el productor prepara el suelo para la siembra, no excluye a los salitrales, sino que trabaja toda la superficie, con lo cual se mantiene el piso de arado, se incrementa la evaporación, aumenta el porcentaje de sales en superficie, el laboreo y las sales producen disgregación y luego una mayor compactación. La salinización se agudiza y la superficie de los salitrales es cada vez mayor, obligando con el tiempo a abandonar el lote.

Estos problemas con el suelo derivados del tipo y frecuencia de herra-mientas empleadas, se presentaron independientemente del tamaño de la explotación como del empleo de tracción mecánica o animal.

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El productor mecanizado tuvo a su disposición mayor variedad de he-rramientas, pero todas operaban con la misma finalidad: invertir y moler el suelo superficialmente. Si a esto se suma el elevado peso de las mismas herramientas más el peso del tractor, se deduce que el problema físico del suelo fue mayor en campos grandes, trabajados mecánicamente.

Dada la incidencia de este sector en la economía regional y nacional, el problema tuvo una rápida respuesta tecnológica, conocida como labranza vertical.

Consistió básicamente en reemplazar los arados de reja y discos, que invierten el pan de tierra, por el arado de cincel, apto para mayor pene-tración, para romper y no generar piso de arado, removiendo sin invertir el suelo, desde mayor profundidad (40 ó 50 cm).

Este tipo de laboreo facilita la percolación y almacenamiento en profun-didad del agua de lluvia, así como el crecimiento vertical de las raíces, que exploran mayor volumen de suelo y a mayor profundidad. De esta forma, las plantas están en condiciones favorables para enfrentar períodos de dé-ficit y/o exceso hídrico. Esto se refleja en el crecimiento y desarrollo general de la planta y finalmente en el rendimiento productivo.

Como complemento del cincel, también aparecieron herramientas des-tinadas a suplantar a las rastras de discos, que en lugar de pulverizar el suelo, rompen los terrones reduciendo su tamaño, tratando de evitar el “planchado” o aplastado del suelo luego de la lluvia. Son los llamados vi-brocultivadores.

Pero estos implementos sólo se fabrican para tracción mecánica y apuntando a una economía de producción en escala, que requiere cada vez mayor superficie, herramientas de mayor capacidad de trabajo y más fuerza de tracción.

Cincel para tracción animal

Los pequeños productores que emplean animales como fuerza de trac-ción, directamente quedaron excluidos del cambio de tecnología. No tuvie-ron alternativa sino continuar trabajando con las viejas herramientas tradi-cionales, ya que ni siquiera éstas se fabricaban porque desaparecieron o se reconvirtieron las fábricas.

El campesino siguió juntando y quemando los rastrojos para “limpiar” el suelo, arando con reja y desmenuzando con rastra de dientes o discos.

El problema físico del suelo se acentuó con el tiempo. Ello agravó el problema productivo de estos sistemas, porque el productor sabe que si deja de cultivar un lote durante unos años (más de 5) el suelo se recupera, pero no puede hacerlo ya que generalmente no tiene suficiente superficie para rotar.

Sobre la base de este diagnóstico, en el año 1993 se comenzó a tra-bajar desde el PSA en capacitación práctica a productores, orientada a visualizar el problema y concientizar sobre su incidencia en el rendimiento

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decreciente de los cultivos, especialmente algodón. También se trabajó sobre la necesidad de incorporar nuevas prácticas y herramientas, menos agresivas para el suelo.

En 1996, juntamente con algunos productores, se trabajó en la fabri-cación y puesta a punto de una herramienta que funcione con fuerza de tracción similar a un arado, que penetre por lo menos 10 ó 15 cm por de-bajo del piso de arado, es decir hasta unos 30 cm de la superficie, sin invertir el suelo. Además de estas características, la herramienta debería ser de diseño sencillo, fácil construcción y emplear elementos que estén al alcance de cualquier pequeño productor y de bajo costo, de manera que pueda ser fabricada en cualquier herrería de un pueblo [Cf.: Lara y otros (2007)].

Se la llamó “cincel”, aunque no reúne exactamente las características del arado de cincel para tracción mecánica.

Consiste básicamente en una púa o punta plana de hierro, curva, de aproximadamente 5 cm de ancho por 30 cm de largo, sujeta a un soporte de forma similar, que a su vez va montado en el extremo del timón de un arado de reja. La púa para cincel mecánico, disponible en cualquier comer-cio del ramo, se adapta perfectamente para este uso.

Resulta práctico desmontar de un arado de manceras el conjunto de reja-vertedera-costanera, dejando libre el extremo del timón. Sobre éste se mon-ta el soporte con la púa manteniendo un ángulo de incidencia que facilite la penetración en el suelo sin necesidad que el operador presione sobre la he-rramienta. Debido a que los timones de estos arados tienen entre sí algunas diferencias propias de cada fábrica, es conveniente probar la herramienta con diferentes ángulos de incidencia hasta encontrar el más apropiado.

Este cincel trabaja con la fuerza de 2 bueyes ó 3 ó 4 caballos, depen-diendo del tipo y estado del suelo. El mismo soporte y púa puede ser mon-tado en un arado de asiento en cuyo caso será tirado por 4 caballos.

Una alternativa consiste en tomar un soporte en desuso de reja-verte-dera, que tiene exactamente la misma punta y ángulo de incidencia que la reja y por lo tanto igual capacidad de penetración. Se corta verticalmente la pieza, de tal forma que quede la parte que se sujeta al timón con un re-borde de unos 5 cm de ancho en el frente. Este reborde cumple la misma función que la púa del cincel, con el mismo resultado.

Costo de un cincel armado sobre un arado de manceras en desuso – valor de referencia:

Púa de cincel mecánico: $40 51

Costo soporte y mano de obra para adaptación: $150Accesorios (tornillos, etc.): $10TOTAL: $200Para el caso que el productor cuente con un arado de asiento, el costo

se puede reducir en un 50% si emplea una púa de cincel mecánico. Si em-

51. Todos los cálculos monetarios de este capítulo se hacen con precios del año 2006.

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plea un soporte de reja en desuso, el costo se reducirá al valor del corte ya que el armado lo hace el propio productor.

El cincel se adapta para uso compartido por un grupo de productores, debido a que se emplea durante la estación seca y sin urgencias.

En la ciudad de Reconquista, Santa Fe, la firma Teknycampo fabrica una herramienta llamada “kanol”, que consiste en un timón al que se le acopla un accesorio apropiado para el trabajo que se quiere realizar. Entre estos está el cincel.

Precio kanol con cincel: $700.

Efecto del cincel

Los suelos francos y franco-arcillosos del parque chaqueño, especial-mente aquéllos sometidos a monocultivo con sistema de labranza conven-cional, inevitablemente sufren los efectos de la compactación superficial. Esta característica se aprecia especialmente durante los meses de otoño invierno. El suelo se seca casi completamente y endurece a tal extremo que resulta imposible removerlo con un arado. Es necesario esperar una lluvia de al menos 40 ó 50 milímetros para que se humedezca el perfil. Cuando la humedad lo permite, recién es posible remover el suelo con arado, con lo cual se pierde por evaporación buena parte del agua recibida con la lluvia. El suelo aún no acumula agua para reserva. La humedad en ese momento no es suficiente para sembrar asegurando buen enraizamiento y sin arries-gar la continuidad del cultivo. Hay que esperar otra lluvia, arar nuevamente y recién entonces es aconsejable sembrar. Esta es la situación tipo, casi ideal, que normalmente se presenta con variantes, como excesiva o escasa lluvia, lluvias muy espaciadas o períodos con lluvias muy seguidas. Estas contingencias siempre alteran el desarrollo normal del trabajo de la tierra y finalmente también tienen algún efecto sobre el resultado económico del cultivo. El trabajo con cincel debe realizarse sobre suelo bien seco, esto es durante el invierno. Las características de diseño hacen posible el trabajo con cincel cuando sería muy difícil trabajar con arado de reja. Si el suelo está muy duro, puede no haber suficiente fuerza para arrastrar un cincel a 30 cm de profundidad. En este caso se realiza una primera pasada a 15 ó 20 cm y una segunda pasada más profunda.

El mejor resultado se obtiene cuando se pasa el cincel cada 30 cm aproximadamente (ancho similar al que abarca una reja). Una vez cubierto todo el lote se repite la operación en diagonal a la primera pasada. Esto elimina el piso de arado y la compactación, levanta gruesos terrones y deja el suelo preparado como para absorber un gran volumen de agua, que generalmente llega con las lluvias de primavera. Se ha observado que lue-go de haber pasado el cincel en chacras antiguas, con suelo pesado, muy compactado y duro, ocurren precipitaciones superiores a 100 milímetros que son totalmente absorbidas.

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Una aplicación complementaria del cincel es aquella destinada a la re-cuperación de manchones salitrosos, donde la estructura del suelo se ha disgregado por efecto del afloramiento y elevada concentración de sales en superficie. Al mejorar el cincel la condición de permeabilidad del suelo, facilita la percolación y el agua en su movimiento arrastra las sales hacia un nivel más profundo “lavando” el horizonte superficial. Este es el trabajo básico para iniciar un proceso de recuperación.

Rastra de discos para tracción animal

La rastra de discos para tracción animal era el complemento del arado de reja en zonas en que se trabajaba con caballos. Herramienta de asiento, con 14 ó 16 discos chicos (aproximadamente 14 pulgadas) distribuidos en 2 cuerpos en una línea, lo que permitía transportar la rastra rodando sobre los discos. Para trabajar, mediante palancas se hace variar la posición rela-tiva de ambos cuerpos, que quedan formando ángulo entre sí. El ancho de trabajo es aproximadamente 2 metros y debe ser tirada por 4 ó 6 caballos.

Realiza un trabajo más completo y parejo que la rastra de dientes. A diferencia de ésta, puede trabajar con rastrojos en superficie, pero no al-canza a pulverizar el suelo como lo hacen las rastras de discos excéntricas o de doble acción, a menos que se efectúen varias pasadas. Hace por lo menos 35 ó 40 años que se dejó de fabricar esta rastra en Argentina.

Una vez definido y puesto a punto el cincel para tracción a sangre, surgió la conveniencia y necesidad de contar con una herramienta que pueda picar después de la lluvia los gruesos terrones que deja en superfi-cie el cincel, que no tenga dificultades para operar en lotes muy enmaleza-dos y que no arrastre ni entierre totalmente el rastrojo, sino que más bien lo deje en superficie (protección del suelo).

Se fabricó una rastra con el mismo principio de funcionamiento que las antiguas. Lleva 10 discos grandes (aproximadamente 18 pulgadas) y tiene un ancho de labor de 1,60 m aproximadamente. Puede ser tirada por 4 caballos.

Puede ser fabricada en cualquier herrería y su costo de referencia es de $2.200. Como es una herramienta que simplifica y agiliza el trabajo, tiene baja frecuencia de uso en chacras de pequeños productores (4 ó 5 ha). Por esta razón se adapta perfectamente al uso compartido por un grupo cuyo número dependerá de la distancia entre chacras.

Propuesta tecnológicaPara prevenir, controlar y revertir el proceso de compactación y salini-

zación de los suelos francos y franco arcillosos de la región chaqueña, en sistemas productivos de pequeños productores, cuyos principales cultivos son algodón y maíz, empleando fuerza de tracción animal, la propuesta básica es incorporar cincel y rastra de discos.

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Inicialmente, hasta que el productor aprecie su efecto y lo incorpore den-tro de su esquema de trabajo, lo puede usar una vez por año en invierno, con suelo bien seco, dejando los terrones en superficie, es decir sin pasar la rastra. Después de la lluvia puede continuar con el trabajo convencional.

La alternativa para un cambio de tecnología consiste en reemplazar di-rectamente el arado de reja por el cincel, empleándolo en la época y forma indicadas. Después de la lluvia, picar los terrones con rastra de discos sin pulverizar el suelo y dejando sobre la superficie la mayor cantidad posible de rastrojos. El trabajo se completa con el empleo de sembradora con abre surco de discos.

Abonos verdes

El problema a enfrentar es el de la baja productividad de los cultivos en sistemas de pequeños productores campesinos.

Condiciones y características de la tecnología:• Requiere cierto nivel de conocimiento, sobre todo práctico.• Bajo o mínimo costo.• Puede requerir alguna herramienta especial y/o insumos externos.

Ej. Compra de alguna semilla; rastra de discos; servicio de ras-treada; sembradora con abresurco de discos; otros.

• Requiere acompañamiento técnico al menos dos temporadas.• Se puede apreciar el efecto en corto plazo (1 año).• Adaptable a diferentes producciones, climas, suelos y sistemas

productivos.• Fácil manejo.

Características de los sistemas productivos a los que está destinada:• Familias campesinas.• Producción mixta, tipo granja: agricultura y/u horticultura; ganado

mayor y menor. • Obtención de productos destinados al autoconsumo familiar con

venta de excedentes y productos exclusivamente para renta.• Utilizan animales de tiro como principal fuerza de tracción (tracción

a sangre).• Emplean básicamente mano de obra familiar y puntualmente con-

tratada.• Ocasionalmente hacen uso de un servicio mecanizado, por ejem-

plo, tractor y rastra de discos de la comuna o contratan un servicio a un productor.

• Temporariamente realizan trabajos fuera de la chacra (trabajadores transitorios).

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• En general, productores de hasta 10 ha de agricultura.

Requerimientos agroecológicos:En general, esta tecnología no tiene requerimientos agroecológicos es-

peciales. En cualquier condición en que sea posible y se practique la agri-cultura, es posible su aplicación.

Sí es necesario adaptar la tecnología a cada situación particular, para lo cual es necesario manejar conceptos y criterios que posibiliten su empleo de manera sostenible.

También es necesario experimentar mínimamente en cada zona y su im-plementación en cada chacra debe ser progresiva a efectos de que cada pro-ductor la adapte a su necesidad. Para esta tecnología no existen recetas.

Descripción de la tecnologíaTradicionalmente se habló de abonos verdes como de plantas general-

mente leguminosas, que se sembraban como antecesoras de un cultivo de renta, a efectos de incorporarlas al suelo con preparación convencional y con anticipación suficiente para que se produzca la descomposición bio-lógica y su elevado contenido en nitrógeno actúe como fertilizante para el cultivo siguiente.

Hace 100 años se usaba melilotus como abono verde en EEUU. En Argentina, Papadakis recomendaba para el Chaco sembrar melilotus en otoño e incorporarlo al suelo 1 mes antes de la siembra de algodón.

Es costumbre en el NEA la siembra de maíz consociado con poroto caupí y los productores saben que sembrando algodón donde hubo poroto o alguna leguminosa natural como porotillo (Phaseolus lathyroides), o pega pega (Desmodium sp), se obtiene buena producción. Pero el efecto de estos abonos dura poco tiempo, prácticamente una temporada si el suelo es pobre.

Desde hace unos 30 años, se trabaja también con un concepto diferente sobre abonos verdes, buscando un efecto a más largo plazo. La idea es que no sólo se puede sembrar especies para servir como fertilizante al cultivo si-guiente, sino que además es posible restaurar y aún mejorar las condiciones físicas, químicas y biológicas, así como proveer una herramienta efectiva para el control y manejo de plantas indeseables en los cultivos (malezas), enfermedades e insectos depredadores (plagas).

Es la utilización de plantas en rotación, sucesión o consociadas, incorpo-radas al suelo o dejadas en la superficie, para su protección, mantenimiento y mejoría de sus características físicas, químicas y biológicas, inclusive a profundidades significativas. Eventualmente parte de las plantas utilizadas como abonos verdes pueden tener otros destinos, como, por ejemplo, pro-ducción de semillas, alimentación animal, etc. (Calegari et al., 1993).

Este nuevo concepto de abonos verdes propone un trabajo comple-tamente diferente del tradicional o convencional para la agricultura. No se trata sólo de pensar en la fertilidad actual, sino también de definir un sistema productivo más equilibrado y estable en el tiempo, optimizando el

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uso de la tierra, aliviando el trabajo agrícola y reduciendo la dependencia respecto del clima.

Puede decirse entonces que, respecto al tema abonos verdes, hay dos conceptos: el tradicional y el actual. Ambos implican métodos diferentes de trabajo. Prácticas agrícolas diferentes. Ambas formas se practican en el NEA con resultado positivo en general, para el suelo, para el rendimiento del cultivo y para el hombre.

Que el productor adopte uno u otro sistema o ninguno, depende de condiciones productivas, como capacidad de trabajo, herramientas y mano de obra disponible; de condiciones socioculturales, básicamente de la in-fluencia del entorno familiar, social (la colonia, la zona) y tecnológico. Esto último es de suma importancia, porque según sea el criterio de los técnicos con los que se relaciona el productor, se encaminará en uno u otro sentido y resultará la tecnología que elija o adopte.

Concepto tradicional para el manejo de abonos verdesPara trabajar con este sistema es fundamental tener siempre en cuenta

los principios básicos de toda sucesión: a una especie consumidora de nitrógeno le debe suceder una generadora de nitrógeno en el suelo. Vi-ceversa, a una especie que genera nitrógeno disponible en el suelo es conveniente que le suceda una que lo consume.

Entre la incorporación de un abono verde al suelo y la siembra de un cultivo debe transcurrir un período suficiente, como mínimo 30 días según clima y rastrojo, para posibilitar un buen grado de descomposición.

El concepto tradicional encaja dentro de la agricultura convencional. En el sistema tradicional el proceso es simple y rápido. Los resultados son inmediatos. Ecuación básica: un cultivo para el hombre; un cultivo para reponer lo que se sacó del suelo.

Abonos verdes de invierno

Melilotus (Melilotus alba)En Chaco y Formosa, en campos de agricultura con suelo franco, fran-

co limoso, franco arcilloso, pesados y con limitantes físicas como piso de arado, compactación superficial, aplastamiento y químicas como pérdida progresiva de fertilidad especialmente bajo nivel de nitrógeno, alcalinos y con tendencia a la salinización. El melilotus no prospera en los suelos muy arenosos, pobres en fósforo y ácidos.

Fecha de siembra: abril-mayo para aprovecharlo el mismo año. Si se siembra más tarde conviene dejarlo hasta que finalice el ciclo en diciembre, para mejor aprovechamiento.

Densidad de siembra para abono verde: 20 a 30 kg/ha.Es importante inocular la semilla con el Rhizobium específico, al menos

la primera vez que se siembra.

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Es suficiente que el suelo esté apenas movido para la siembra, sobre todo si se siembra temprano, porque la temperatura y humedad favorecen la germinación. La siembra puede ser al voleo, a mano, tapando apenas la semilla con rastra de dientes o con ramas.

Al comienzo el crecimiento es lento, pero a partir de julio se acelera y cubre completamente el suelo. Ejerce buen control de malezas en estas condiciones.

Si se lo deja florecer y fructificar, de octubre en adelante, tiene resiem-bra natural y cada año a partir de mayo-junio inicia un nuevo ciclo.

El melilotus desarrolla raíz pivotante, vigorosa y profunda. En compro-baciones realizadas con productores, hemos medido más de 1 metro de raíz principal.

Sembrando en alta densidad, en unos 3 años de descanso con melilo-tus se consigue eliminar el piso de arado. Pero hay que tener en cuenta que por esta misma característica del sistema radicular, el melilotus no descompacta el suelo en superficie. No “afloja” el suelo compactado.

Puede emplearse como forraje verde en invierno a partir de 50 cm de altura. Si los animales no lo conocen al comienzo no lo comen, probable-mente debido al fuerte olor. Hay que hacerles pasar un poco de hambre y después darles melilotus en forma controlada, por ejemplo, 1 ó 2 horas por día para evitar empaste. Una vez que se acostumbra, el mismo ani-mal regula la cantidad que come. Se dice que si lo comen las lecheras le pasa el sabor y olor a la leche. Sin embargo, pequeños productores de Formosa, que trabajan con melilotus, aseguran que sus lecheras lo comen diariamente sin que la leche se altere. En cambio sí aumenta la producción de leche, lo cual es importante porque es en invierno, cuando escasea el pasto. Igualmente es aconsejable probar poco a poco hasta comprobar el resultado y ajustar el manejo.

El melilotus es una especie melífera y adquiere mayor importancia des-de este punto de vista porque florece en pleno invierno, cuando no hay otras flores. Ya en agosto, es muy visitado por las abejas.

En los manchones salitrosos o salitrales en las chacras, sólo crecen algunas especies como balda (mboriahú, castigo en guaraní; Flaveria bi-dentis), verdolagas (Portulaca spp.), gramilla (Cynodon dactylon) entre otras. El melilotus es una especie muy tolerante a la salinidad. Lo ideal para recuperar un salitral es pasar cincel para aumentar rápidamente la permeabilidad y luego sembrar melilotus en alta densidad, sin tocarlo, para que desarrolle buenas raíces y follaje y que además semille abundante. El primer año el melilotus crece en los bordes del salitral. El segundo año avanza hacia el centro y para el cuarto año puede cubrir el suelo completa-mente, según el tipo e intensidad de la salinización.

Diversos estudios consignan que el melilotus incorpora al suelo entre 100 y 200 kg de nitrógeno por ha/año. Empleado como abono verde, produce re-ciclado principalmente de fósforo, desde la profundidad hacia la superficie.

En septiembre se incorpora al suelo con arado. En algunos casos en que las plantas superan el metro de altura, será conveniente y práctico pi-

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car previamente con rastra de discos. Esto facilitará el trabajo de arar como también la descomposición del rastrojo.

El algodón en este caso debe sembrarse a partir de 30 días de la incor-poración del melilotus.

Precio de semilla de melilotus: 1,50$/kg.

Avena negra (Avena strigosa)Gramínea muy rústica, poco exigente en fertilidad, resistente a la sequía,

con raíces profundas, que aflojan el suelo. Buena tolerancia a salinidad. Hay diferentes variedades de avena. La avena negra es la de mayor creci-miento en esta región, con buen crecimiento incluso en zonas con precipi-taciones anuales inferiores a 1.000 milímetros, como el Chaco semiárido.

Fecha de siembra: la primera quincena de abril es la más apropiada y de ahí en adelante. Tiene que haber buena humedad en el suelo, para que la germinación sea rápida y no haya pérdida de semillas.

La siembra es al voleo. Si es en suelo desnudo, hay que tapar apenas con rastra de dientes o ramas. Si es en suelo con rastrojo, después de des-parramar la semilla conviene mover el rastrojo con una rastra de discos, un palo o un rolo, para que la semilla llegue hasta el suelo y esté en contacto con la humedad. Una práctica efectiva es sembrar cuando se prevé una buena lluvia. De esta manera la semilla llega al suelo, germina y se arraiga sin problemas.

Es recomendable la siembra en alta densidad, 90 kilos por hectárea, a efectos de producir alto volumen de materia seca para generar más mate-ria orgánica en el suelo.

En alta densidad es importante para el control de gramíneas anuales como el cadillo (Cenchrus sp), que es una de las más importantes en el algodón.

Es de rápido crecimiento y protege el suelo de la lluvia y el viento. Si es necesario puede aprovecharse como forraje en invierno. Los ani-

males pueden comer directamente en la avena, pero hay que evitar mucho pisoteo para no dañar el suelo. También hay que evitar que la coman de-masiado ya que se perdería el efecto como abono verde. En forma contro-lada, 1 hora por día es posible el pastoreo sin daño.

Es bueno sembrarla consociada con una leguminosa, como melilotus o vicia para incorporar nitrógeno, en cuyo caso una densidad adecuada pue-de ser 60 kilos de avena por hectárea y 20-30 kilos de melilotus o vicia.

La avena ejerce efecto alelopático sobre gramíneas. Por esta razón no es recomendable la siembra de maíz antes de 30 días de incorporada la avena.

Después de avena, conviene sembrar poroto o algodón si el suelo tuvie-ra buen contenido de nitrógeno.

Precio de semilla de avena: 2,20$/kg.

Centeno (Cecale cereale)Es una gramínea con buen sistema de raíces que afloja el suelo. Es

bastante resistente a la sequía.

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Necesita suelo bueno para tener buen desarrollo. Si se siembra en sue-lo pobre, tiene poco desarrollo.

En alta densidad controla muy bien malezas gramíneas.Como forraje se puede aprovechar con pastoreo directo pero controla-

do, cuidando que los animales no pisoteen demasiado, para evitar daños en el suelo.

Fecha de siembra: de abril en adelante, con buena humedad.Densidad de siembra: para abono verde de 60 a 100 kilos por hectárea.Siembra al voleo.Es bueno consociar o mezclar centeno con una leguminosa como vicia

o melilotus. 40 ó 50 kg de centeno y 15 ó 20 kg de melilotus o vicia. Se recomienda sembrar poroto o algodón después de centeno.

Nabo Forrajero (Rhaphanus sativus) Es una planta que se desarrolla bien en suelos de mediana fertilidad.

Tiene crecimiento rápido y ya a los 60 días cubre muy bien el suelo.Tiene una raíz fuerte y vigorosa que perfora el suelo aplastado.Consume nutrientes de lo profundo del suelo, principalmente nitrógeno

y fósforo, y los lleva a la parte aérea de la planta. Al morir la planta, los nu-trientes quedan en la superficie produciéndose en esta forma el reciclado de nutrientes.

Controla malezas de hoja ancha.Fecha de siembra: de abril en adelante, cuando hay buena humedad

en el suelo.Densidad de siembra: 30 kilos por hectárea. Siembra al voleo.Florece en invierno y las flores atraen gran cantidad de abejas. Es una

planta muy útil para producción de miel. Después del nabo, se puede sembrar maíz, algodón o poroto.

Otras especies de inviernoTrigo, cebada, triticale, entre las gramíneas anuales, dan buen resulta-

do para generar materia orgánica y ayudar en el control de malezas incluso en zonas semiáridas, con precipitaciones entre 500 y 1.000 milímetros, trabajando siempre con alta densidad de siembra, esto es 90 ó 100 kg/ha.

Lino, colza, trébol de carretilla, trébol blanco, son especies que pueden emplearse solas o consociadas como abonos verdes en invierno, antece-diendo a cultivos de verano, especialmente maíz, poroto y algodón.

ConsociaciónEl melilotus tiene baja relación C/N (Carbono/Nitrógeno), debido a ello

incrementa el nivel de nitrógeno disponible en el suelo, pero no el conte-nido de materia orgánica, es decir no mejora la estructura del suelo. Para esto se necesitan plantas con alta relación C/N, como las gramíneas secas, en general.

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En lotes donde hay resiembra natural de melilotus, a partir de abril, mo-viendo apenas el suelo se puede sembrar un cereal de invierno u otra es-pecie fibrosa como por ej. lino, en alta densidad. El cereal o el lino cubren el suelo rápidamente y en julio-agosto comienzan a madurar, a perder follaje y dejan pasar más luz. Entonces emerge el melilotus. A medida que declina el cereal aumenta el melilotus. De esta forma el suelo se mantiene cubierto durante el invierno y principios de primavera, con especies que mejoran las condiciones físicas y químicas del suelo, como también ejerciendo un excelente control de malezas especialmente anuales.

Abonos verdes de verano

Poroto caupí (Vigna sp.)Especie del género Vigna muy difundida en el NEA, conocida como

poroto de 6 meses, poroto maizal (abatiti, en guaraní) o simplemente caupí, aunque cabe aclarar que existen varias especies de poroto en el NEA que se conocen como caupí.

Planta anual, de ciclo largo, trepadora, con guías que alcanzan varios metros. Rústica, tolerante a sequía y suelos pobres. Desarrolla muy bien aún en suelos arenosos, ácidos, pobres en fósforo y materia orgánica, pero no tolera el encharcamiento.

Generalmente se consocia con el maíz. Hay productores que efectúan la siembra de ambas especies de manera simultánea, incluso mezclando la semilla en el tacho de la sembradora, con lo cual las plantas crecen en el mismo líneo. Otros en cambio prefieren sembrar primero el maíz y unos 30 ó 40 días después sembrar el poroto a un lado del líneo de maíz.

Ambas formas dan buen resultado y responden más a la costumbre de cada productor que a razones agronómicas.

Los primeros meses el poroto se extiende sobre el suelo producien-do buena cobertura verde y ejerciendo buen control de malezas. En este tiempo el maíz vegeta y produce sin que exista competencia. Finalmente el poroto trepa por el maíz y según datos de productores en marzo el poroto comienza a producir, independientemente de que se hubiera sembrado, en septiembre o en enero, que son las épocas de siembra de maíz.

El grano, como cualquier poroto, es apto para alimentación humana y animal.

Las plantas continúan creciendo aunque lentamente en otoño, hasta morir con las heladas.

Es recomendable emplear esta consociación de maíz y poroto como antecesora del cultivo de algodón, en rotación.

1º año (agosto): siembra maíz-poroto. 2º año (julio-agosto): incorporación de rastrojo de maíz; (octubre): siem-

bra de algodón.3º año (mayo): incorporación de rastrojo de algodón; (agosto) siembra

maíz-poroto.

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Este es un esquema básico que en la realidad se ajusta al clima espe-cialmente a la humedad.

Mucuna (Stizolobium sp.)La más conocida es la mucuna ceniza, especie anual de hábito rastrero,

muy agresiva, de rápido crecimiento, sensible a las bajas temperaturas tan-to del ambiente como del suelo; sensible a la salinidad, exigente en calidad y humedad del suelo y de ciclo muy largo (7 meses).

Si el suelo está muy degradado y sobre todo si es arenoso, conviene comenzar el proceso de recuperación con especies más rústicas como po-roto palito (Cajanus cajan), crotalaria, o caupí entre otras.

Sembrada en primavera, tiene gran crecimiento, con guías que alcan-zan los 10 metros, se trepan y cubren los árboles y si encuentran plan-tas de menor crecimiento como maíz, sorgo de alepo, sorgo o similares, terminan doblando los tallos y sobrepasándolos, al punto que en el otoño solamente se ve a simple vista la mucuna formando una gran masa verde de casi 1 metro de altura.

Malezas de crecimiento menor, como cebollín (Cyperus), yuyo colorado (Amaranthus), gramilla (Cynodon), cadillo (Cenchrus), desaparecen bajo la gran masa verde de mucuna, lo cual no significa que desaparezcan definiti-vamente del campo. Cuando la mucuna se seca, si la cobertura no es total, las malezas especialmente las perennes como el cebollín y la gramilla, reaparecen y con mayor vigor aún.

La floración de la mucuna comienza aproximadamente a los seis meses.

Siembra para abono verdeConviene sembrarla consociada con maíz. En esta forma la mucuna se

trepa en el maíz y eso facilita y permite una mayor cosecha de semilla.Se siembra maíz temprano, si es posible en agosto. Cuando comienza

a florecer, en cada espacio entre líneos de maíz, se siembra la mucuna colocando una semilla cada 30 ó 40 centímetros. Esta siembra demanda unos 60 kg/ha.

Si hay muchas malezas, es necesario carpir antes de la siembra ya que la mucuna es muy lenta al comienzo.

Se cosecha el maíz con la mucuna trepando y se deja. En marzo el maíz estará totalmente cubierto por la mucuna. Si se quiere

realizar una siembra de hortalizas o maíz para choclo en otoño se pasa una rastra de discos unos 20 ó 30 días antes de la fecha prevista para la siembra.

Con las lluvias de fines de verano-otoño, la mucuna experimenta un gran crecimiento.

En años normales, luego de una o dos heladas, la mucuna se seca y basta incorporar el rastrojo para poder realizar algún cultivo para primicia, como zapallo, sandía, melón, coreanito. Seguramente van a aparecer más adelante algunas plantas de mucuna “guachas”, que habrá que controlar.

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Si se vuelve a sembrar maíz y aparecen plantas guachas conviene no arrancarlas sino cortarlas para que den lugar a que el maíz vaya arriba. Cuando comienza la floración del maíz, se resiembra mucuna donde no nace y se deja crecer las plantas guachas. Luego de 2 ó 3 años, se puede manejar sin ningún problema, maíz con mucuna guacha, sin necesidad de resembrar.

Si se ha sembrado en una densidad de 50 ó 60 kg/ha, queda un gran volumen de materia seca (más de 10.000 kg/ha). Esta cobertura conserva la humedad y el suelo en estado esponjoso. A principios de septiembre se puede incorporar el rastrojo pasando rastra de discos cruzada y posibili-tando la siembra de algodón a mediados de octubre, sin depender de la lluvia. El control de las malezas realizado por la mucuna durante su ciclo, prácticamente dura todo el ciclo del algodón, pero será necesario controlar las plantas de mucuna guachas que nacen en gran cantidad.

Producción de semillaLas vainas de mucuna se agrupan en grandes racimos que, por su peso,

quedan debajo del follaje, sobre el suelo o muy cerca de él y con la humedad que se acumula en esa zona, se descomponen y mucha semilla se pierde.

Por lo tanto para producir semillas, lo mejor es sembrar la mucuna entre arbustos, contra un cerco o contra el monte para que las guías se trepen y las vainas queden en el aire y se sequen normalmente.

También se puede sembrar cada 2 líneos de maíz una líneo de mucuna, colocando una semilla por metro. Lleva unos 15 kilos por hectárea. En este caso la siembra debe realizarse unos sesenta días después que el maíz.

Para evitar las heladas, es más seguro sembrar temprano, a principios de septiembre.

Cuando comienzan a secarse, las vainas ya se pueden cosechar y se colocan al sol sobre una lona donde terminan de secarse.

La manera más fácil y rápida de sacar la semilla es colocar las vainas a pleno sol. Poco a poco se van abriendo y las semillas quedan libres para ser recolectadas.

Es conveniente tener siempre aparte un pequeño lote o algunos líneos sólo para producción de semilla. De manera que la mucuna para abono verde se aplasta con un rolo o rastra liviana, cuando comienza a formar las vainas evitando que se formen semillas y después aparezcan plantas guachas en el cultivo siguiente.

La mucuna en todas sus partes y estados es muy apetecida y consumi-da por los animales.

Canavalia (Canavalia ensiformis)Leguminosa de crecimiento erecto aunque en oportunidades, aparente-

mente cuando tiene mucha sombra, puede emitir alguna guía fina y corta. Anual, aunque si tiene protección contra las heladas puede ser bianual.

Alcanza unos 80 cm de altura.

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Es una planta muy rústica, resistente a la sequía y al exceso de hume-dad. Prospera en clima semiárido. Tanto en suelos muy arenosos como pesados. Es más rústica que la mucuna.

Una vez seca, deja sobre el suelo muy poca cobertura, por ello es una especie en la que se aprovecha más la cobertura verde que la seca.

Sensible a las heladas. Sembrada en agosto-septiembre aguanta prác-ticamente 8 ó 9 meses.

La floración es escalonada y comienza más o menos a los 80 días. Ahí se forman unas 20 vainas que conviene arrancar cuando comienzan a amarillear y poniéndolas al sol completan el secado. Si se dejan en la plan-ta, las puntas se apoyan en el suelo y con la humedad se descomponen.

La floración continúa y se producen por lo menos dos floraciones más. Este sistema de floración tiene la ventaja de que, aún sembrando tarde

—por ejemplo en enero o febrero— se puede cosechar semilla.Por otra parte, el mismo cultivo para cobertura sirve para semilla.Canavalia–maíz: a 15 días de germinado el maíz, se puede sembrar

canavalia. En el espacio entre líneos de maíz, 2 líneos de canavalia, colo-cando una semilla cada 50 cm alternadas (tresbolillo). Conviene sembrar luego de una carpida y hasta que las plantas de canavalia tengan unos 20 centímetros, hay que mantener la limpieza.

La cosecha de la primera camada de vainas se realiza prácticamente junto con el maíz. A partir de ese momento se puede disponer de la parcela para otro cultivo. Si se la deja continúa el crecimiento y producción de se-millas con una cobertura total de la canavalia.

Si se va a sembrar un cultivo bajo, como zapallo o coreanito, hay que aplastar bien la canavalia o cortar las plantas a ras del suelo. De lo contra-rio, las plantas de canavalia le restarán luz al cultivo dificultando su creci-miento.

Con el frío, las plantas de canavalia pierden hojas y queda el suelo casi descubierto. Para evitar que se reseque o se cubra con malezas, se pue-de sembrar al voleo melilotus sobre la cobertura, a partir de abril. De este modo, cuando la canavalia permita el paso de luz, germinará el melilotus y cubrirá el suelo en invierno. Sobre el melilotus, se puede sembrar maíz tardío o algodón.

Canavalia–mandioca: cuando los brotes de mandioca tienen unos 30 cm, se siembra un líneo de canavalia entre dos líneos de mandioca.

Esta densidad demanda unos 40 kg /ha de semilla.Rápidamente las plantas de canavalia cubren el suelo, dificultando el

crecimiento de malezas y conservando la humedad.Al haber humedad y sombra permanentes, las raíces de la mandioca

tienden a crecer más hacia la superficie que en profundidad. Por otra parte, el suelo no se aplasta con la lluvia ni se endurece con la sequía. Esto hace que el arrancado sea más liviano que en el cultivo tradicional.

No se debe hacer esta consociación en lotes donde el suelo conserva mucha humedad, que generalmente es la tierra negra, porque durante la

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temporada de grandes lluvias (otoño) puede haber podredumbre de raíces de mandioca por exceso de humedad.

La canavalia no es apetecida por los animales, ni la parte verde ni los granos. El grano hervido es consumido especialmente por los cerdos.

Hay personas que consumen el grano de canavalia con las comidas (guiso). Otra forma más conocida de consumo humano es tipo café: se tuestan los granos hasta que tomen color marrón oscuro (color café) y se muelen. Se prepara de igual manera que el café. El producto tiene aroma y sabor similar a la malta.

Concepto nuevo para el manejo de abonos verdes

Este nuevo concepto propone cultivar especies con características apropiadas para mejorar condiciones físicas y químicas del suelo, en el pe-ríodo entre cultivos o consociadas con los cultivos y mantener los rastrojos sobre la superficie. Este manejo tiene beneficios directos como conservar la humedad, lenta descomposición de la materia orgánica en superficie, mejora la capacidad de infiltración, recupera y mejora la estructura del sue-lo, protege el suelo de agentes externos como lluvia, insolación y viento, gran incremento en la actividad biológica, efectivo control sobre malezas, entre otros.

La diferencia básica radica en la incorporación de rastrojos en el tradi-cional y no incorporación en el nuevo.

El nuevo concepto es más amplio y más complejo que el tradicional. Exige en general más conocimiento y más manejo. Al no incorporar rastro-jos, se asocia con el concepto de siembra directa.

En general, en este sistema nuevo los procesos son más lentos; los efectos son poco apreciables en forma inmediata; los resultados tienden a la estabilidad en valores promedio.

Las especies de abono verde son las mismas para ambas propuestas de trabajo. Lo que difiere es el manejo.

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ÁRBOL DE PROBLEMAS

SOLUCIONES

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El problema involucrado es el de los bajos rendimientos; considerando que el bajo rendimiento en los cultivos básicos es quizás el principal pro-blema para la sostenibilidad económica de los sistemas de pequeños pro-ductores campesinos.

Con variación según clima y suelo fundamentalmente, los valores pro-medio de rendimiento no superan 1.000 kg/ha para algodón y 800 kg/ha para maíz.

Generalmente los productores atribuyen las causas a factores externos a la chacra, calidad de semilla, falta de crédito para hacer las labores a tiempo, falta de mano de obra para carpida y cosecha, clima adverso, pla-gas, ineficacia de los productos químicos y otros. A esto le suman que el precio del producto es bajo, que las herramientas son viejas, están en mal estado y no se pueden reponer, que el trabajo en la chacra es cada vez más pesado y los jóvenes no quieren quedarse en el campo. Todos estos son factores de mucho peso en la decisión de dejar el campo y sobre todo los jóvenes, dedicarse a otra actividad.

En un análisis estrictamente técnico, el bajo rendimiento de los cultivos (en sistemas de pequeños productores) es atribuible a factores endógenos del sistema focalizados concretamente en el suelo y en las prácticas cul-turales tradicionales.

El rendimiento es bajo porque las condiciones físicas y químicas del suelo son adversas para el buen crecimiento de las plantas.

En los suelos pesados en general (con mayor porcentaje de arcilla) como son los de Chaco, Formosa y Misiones, esto puede resumirse como compactación a nivel superficial. Además de impedimento físico significa menos oxígeno en zona de raíces. Esto exige mover el suelo, que a su vez significa pérdida de humedad y materia orgánica y más destrucción de la estructura. Si no llueve en pocos días, las plantas entran en estrés por falta de agua. Pero si llueve, el suelo se aplasta nuevamente porque está demasiado molido y tiene poca estructura, de manera que ni bien sea posible hay que volver a removerlo, con lo cual se acentúa sin interrupción el proceso destructivo.

En suelos arenosos en general (mayor porcentaje de arena) como los de Corrientes, el problema es más bien químico. Por razones genéticas estos suelos tienen bajo contenido en fósforo y materia orgánica, que a su vez significa bajo contenido en nitrógeno. No tienen problemas de infil-tración pero sí de retención de agua.

Las prácticas agrícolas tradicionales en estos suelos incrementan el proceso de descomposición de materia orgánica y a la vez producen un verdadero “lavado” del suelo, con lo que aumenta progresivamente la aci-dez, que incide negativamente sobre el crecimiento de las plantas y final-mente sobre el rendimiento. Si bien con este sistema también se incorpora materia orgánica al suelo, la tasa de mineralización del humus es superior a la tasa de humificación del rastrojo, con lo cual el balance de materia orgánica es negativo, es decir que con cada cultivo en este sistema, dis-minuye el contenido permanente de materia orgánica del suelo.

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El suelo agrícola, en general, ha perdido capacidad de conservar agua y algunos nutrientes (nitrógeno en especial) en todo el perfil e ir suminis-trándolos en la medida que lo demandan las plantas cultivadas.

El intenso laboreo, propio de la práctica agrícola tradicional, genera pérdida permanente de materia orgánica y es el origen primario de las al-teraciones físicas y químicas que inciden en forma directa en el bajo ren-dimiento de los cultivos.

Una permanente y gran preocupación del productor es el control de las malezas.

En la cultura tradicional campesina era una cuestión de prestigio social ser buen productor.

El buen productor mantiene siempre “limpio” su cultivo. Limpio se con-sidera al cultivo en el que no se permite crecer a otras plantas fuera de la especie cultivada. Nunca se analizó el efecto de otras especies sobre el cultivo. Simplemente se las considera “malezas” y se realiza un gran esfuerzo para eliminarlas. Ello se consigue carpiendo a mano o con he-rramientas de tiro, ya que entre los pequeños productores está muy poco difundido el empleo de herbicidas. Este criterio de trabajo en un sistema de monocultivo, determina la alteración del equilibrio entre las especies ajenas al cultivo. Así desaparecen algunas y las más competitivas se multiplican y prevalecen en el sistema. Con el tiempo, prácticamente van asociadas al cultivo.

Son especies muy heliófilas y el criterio de que el suelo debe estar limpio, es decir descubierto y expuesto a la luz directa del sol, no hace sino favorecer la germinación continua de las especies presentes en mayor cantidad en el banco de semillas del suelo. Ellas son las más resistentes al ambiente, las de ciclo más corto, las más prolíficas, las más adaptables. Son las llamadas malezas.

Son características en los algodonales el cadillo (Cenchrus sp.), abrojo grande (Xanthium sp), torito (Acanthospermun sp), pega pega (Desmo-dium sp), amor seco (Bidens sp), que incluso son diseminadas junto con el algodón ya que es frecuente que las semillas vayan mezcladas.

La competencia de las malezas con el cultivo, por la luz, el agua y los nutrientes, afecta en forma directa al rendimiento.

A tal punto llega la preocupación del productor por mantener limpia la chacra, que en el período entre cosecha y siembra del próximo cultivo, se realiza la quema de rastrojos, incluso promovida años atrás desde cam-pañas oficiales como medida de prevención y lucha contra ciertas plagas. Fuera de las plantas cultivadas, el productor siempre trató de mantener el suelo libre de toda cobertura, sea verde o seca.

En regiones con mucho desnivel o pendientes en el terreno (Misiones), mantener el suelo descubierto es exponerlo a la erosión hídrica. El agua arrastra suelo, materia orgánica, nutrientes, dejando cárcavas en la chacra.

En regiones llanas y suelos con problemas de infiltración (Chaco y For-mosa), el agua permanece varios días luego de la lluvia en los bajos ce-rrados de la chacra. La elevada tasa de evaporación determina en estos

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sectores el ascenso de sales disueltas en el agua, desde lo profundo del perfil hacia la superficie. Evaporándose el agua, quedan las sales sobre el suelo en concentración elevada, al punto de deprimir o directamente no permitir el crecimiento de las plantas cultivadas.

Los salitrales forman parte de la chacra y normalmente son trabajados y sembrados, pero quedan vacíos y el suelo descubierto. Inciden sobre el rendimiento desde el momento que reducen cada vez más la superficie de cultivo.

Fundamentos técnicos para una propuestaAbonos verdes para cobertura

El bajo rendimiento de los cultivos es un problema que se puede supe-rar en lo inmediato, mediante el empleo de fertilizantes químicos y en forma más natural y sostenible, sobre todo para el pequeño productor, con el em-pleo de abonos verdes incorporados al suelo, con una adecuada rotación.

Pero ambas propuestas atienden más bien las necesidades del cultivo antes que las del suelo, por lo tanto son a corto plazo.

Los abonos verdes manejados según el criterio tradicional mejoran las condiciones físicas y químicas, pero la materia orgánica incorporada se mineraliza rápidamente por el movimiento que se realiza en el suelo para la incorporación de rastrojo, preparación de cama de siembra, cultivar, carpir, etc. El suelo permanece desnudo y expuesto a la acción del viento, agua y sol, un período variable pero que puede ser de varios meses. Continúa secándose con el viento y el sol y aplastándose con la lluvia, si bien es cierto no en la misma proporción que con la agricultura convencional.

La capacidad del suelo para acumular agua es mayor, pero no lo sufi-ciente como para que el productor deje de tener una gran dependencia del clima.

La tecnología de siembra directa pretende básicamente restablecer y conservar el equilibrio en el sistema suelo, protegiéndolo de los agentes externos naturales y antrópicos.

La propuesta consiste en realizar cultivos de especies seleccionadas para un fin determinado como incorporar nitrógeno orgánico, controlar malezas, aflojar el suelo, mejorar la infiltración, restablecer la actividad bio-lógica, entre otros.

Es así como, cualquier especie natural o cultivada que cumpla con la condición requerida, es considerada como abono verde.

Más allá de la finalidad específica, el abono verde siempre es para cobertura del suelo, en estado verde o seco. El suelo siempre queda prote-gido, ya sea con el abono en verde o con el rastrojo.

La materia orgánica del rastrojo en superficie es lentamente descom-puesta por una cadena de organismos del suelo, que se multiplican al am-paro de la cobertura. Este proceso no se interrumpe, ya que en ningún momento se remueve el suelo. Al no haber remoción no hay destrucción

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mecánica de la estructura. Tampoco hay una gran oxigenación, con lo cual la mineralización no se acelera, el contenido de materia orgánica aumenta en forma permanente y la estructura del suelo se recupera de manera lenta pero constante y estable.

La cobertura es una barrera que protege al suelo del aplastamiento por efecto de la lluvia y de la acción desecante del viento y el sol. El suelo comienza a semejarse a una esponja, que absorbe agua, la conserva y la cede en la medida que es requerida.

Es menor la amplitud térmica en un suelo con cobertura permanente respecto de un suelo descubierto. Esto tiene relación especialmente con la continuidad de los procesos biológicos.

El escurrimiento superficial es mínimo o nulo en un suelo cubierto. La lluvia golpea en la cobertura, escurre a través del rastrojo y lentamente penetra en el suelo, que no se satura, sino que absorbe. Por lo tanto, no queda excedente de agua para el escurrimiento lateral.

La evaporación es menor cuanto más densa es la cobertura. En estas condiciones, siempre hay en el suelo humedad suficiente para la siembra. El aprovechamiento de la lluvia es total y se reduce al mínimo la depen-dencia del clima. Esta particularidad torna más previsible la producción agrícola.

Al incrementarse la materia orgánica, los complejos retienen los mine-rales que no han sido utilizados por el cultivo, en forma disponible, es decir, a disposición de las plantas cuando lo necesitan. Se evita la lixiviación o lavado y consecuente acidificación del suelo.

Cobertura permanente significa sombreo permanente de la superficie. Condición imprescindible para controlar plantas indeseables (malezas) evi-tando generar condiciones propicias para la germinación. Método eficaz en el control de especies anuales (cadillo, abrojo, amor seco, etc.). Es más difícil el control sólo con este método de especies perennes como sorgo de alepo, cebollín, gramilla, y otras.

Respecto a la salinización del suelo, la única posibilidad de incorporar las áreas salinizadas o salitrales a la producción radica en revertir el pro-ceso que dio origen a las mismas.

Es difícil encontrar especies cultivadas que toleren la alta concentración de sales, como carbonatos o cloruros, que se presenta en los salitrales.

El primer paso para su recuperación es facilitar la infiltración, lo cual se puede hacer en forma mecánica cincelando el sector. Esto es rápido y efectivo.

En segundo lugar, hay que tratar de cubrir el suelo a la vez que incor-porar materia orgánica en el perfil. Esto se consigue sembrando especies que toleren cierto grado de salinidad, como melilotus, sorgo para escobas, remolacha, acelga, avena negra, mijo (Pennisetum americanum L.).

Evitar en todo momento la remoción del suelo. Mantenerlo siempre cubierto.

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Requisitos que deben reunir los abonos verdes (Proyecto Conservación de Suelos MAG/GTZ – Paraguay)

La forma de uso de los abonos verdes debe adecuarse al sistema de producción utilizado por cada productor.

• Bajo costo de implantación y conducción.• Resistencia a plagas y enfermedades.• Rápido crecimiento bajo las condiciones de climas y suelo prevale-

cientes.• Buen sombreamiento y supresión de malezas.• Fácil y abundante producción de semillas.• Que produzcan efecto residual favorable, aumentando el ren-

dimiento de los cultivos sembrados posteriormente.• Mayor rentabilidad en relación al sistema tradicional.• Que no compitan con los cultivos comerciales, es decir que deben

sembrarse en el período entre cultivos o consociados con cultivos principales.

Rotación de cultivos

Se considera rotación cuando para cultivar la misma especie en el mis-mo lugar, se deja transcurrir al menos 12 meses (1 año).

El monocultivo por el contrario, es la repetición año tras año del cultivo de la misma especie en el mismo lugar.

Como consecuencia del monocultivo:• Aumentan enfermedades, plagas y malezas específicas. • Se produce un desequilibrio químico en el suelo en lo referido a

nutrientes, debido al consumo continuo de los mismos elemen-tos.

• Aparecen limitaciones físicas como compactación, piso de arado, salinidad y otras.

• Disminuye la actividad biológica en el suelo, como consecuencia de condiciones físicas y químicas adversas.

• Se acumulan substancias tóxicas específicas o inhibidoras del crecimiento.

• El monocultivo, en general tiende a la simplificación del agroeco-sistema.

• Este proceso, asociado a factores naturales, deriva en una menor disponibilidad de agua, menor capacidad para soportar períodos de sequía y excesos hídricos y reducción de la fertilidad natural.

• En términos productivos, esto significa una reducción en el nivel de productividad.

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• En términos económicos es el empobrecimiento del productor.• En términos sociales, es el éxodo rural.

Los efectos negativos del monocultivo aparecen independientemente de las especies con que se trabaje. Este concepto es importante para no caer en el monocultivo de abonos verdes.

La repetición año tras año de la misma especie en el mismo sitio, facili-tará la adaptación e instalación de especies animales o vegetales algunas probablemente adversas o indeseables para al cultivo.

A los fines de la rotación, los abonos verdes deben ser considerados también como cultivo. Más aun cuando en varios casos, de ellos se extraen productos que se exportan de la chacra, como granos o masa verde (forra-je). La exportación de biomasa limita la reinversión de energía en el agro-ecosistema haciéndolo dependiente de aportes externos para mantener el equilibrio nutricional.

La rotación de cultivos promueve la diversidad biológica, lo que a su vez favorece la complejidad estructural del sistema, que le otorga mayor flexibilidad y resistencia frente a las fluctuaciones ambientales. Principio básico para la estabilidad del sistema.

Principios básicos para la rotación de cultivos52:Alternar cultivos de:

• Especies con sistema radicular diferenciado.• Especies con resistencia diferenciada a enfermedades.• Especies que tienden a agotar el suelo y mejorar la fertilidad.• Especies con necesidades diferenciadas de mano de obra y

maquinarias.• Especies considerando efectos positivos y negativos del cultivo

que antecede.

El uso de abonos verdes implica la utilización de rotación de cultivos.La rotación de cultivos implica el uso de abonos verdes.Al menos una parte de la energía productiva debe ser reinvertida o re-

ciclada, para mantener la estructura física y biológica necesaria para sus-tentar la fertilidad.

En base a este concepto, surge la ecuación de este sistema:

Cada 4 cultivos, 3 para el hombre - 1 para la tierra

52. Arnon, (1972) citado en MAG-JICA/CETAPAR (1999): Capacitación en Agricultura Soste-nible Basada en la Siembra Directa en Cultivos de Secano. Paraguay.

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Sembrar directamente

Una de las características de la agricultura convencional es la cantidad de trabajo que demanda.

En el caso particular de pequeño productor campesino, dicho trabajo es manual, es personal y requiere de un esfuerzo físico considerable.

El productor que trabaja con herramientas de mancera, debe caminar detrás de ellas al ritmo de los animales. El control de malezas se realiza a mano, carpiendo con azada, a veces con mano de obra contratada que cada vez es más difícil conseguir, otras es la misma familia del productor, la esposa y los hijos desde adolescentes, quienes hacen la carpida. Siem-pre coincide esta actividad con la época climáticamente más dura del año. Diciembre, enero y febrero son los meses en que hay que carpir, con tem-peraturas que superan los 40ºC y si hay humedad una nube de mosquitos que se levantan cuando alguien entra en el cultivo.

El algodón es un cultivo emblemático para el campesino y está fuerte-mente asociado a la idea de trabajo pesado, de sacrificio. Solamente con esfuerzo físico es posible obtener buen resultado del algodón. Realmente es así en la agricultura convencional.

Cálculo:• La reja de un arado de manceras remueve aproximadamente 25

cm de ancho (promedio).• Para cubrir 1 ha son necesarias 400 pasadas de 100 metros =

40.000 metros de longitud.• La rastra de dientes abarca aproximadamente 1 metro de ancho.• Para cubrir 1 ha son necesarias 100 pasadas de 100 metros =

10.000 metros de longitud.

Cada arada está siempre acompañada de una rastrillada o pasada de rastra de dientes.

Por lo tanto: El productor camina 50.000 metros detrás del arado para arar 1 hectárea.

Antes de la siembra, se ara con su correspondiente rastrillada, 3 veces como promedio.

Por lo tanto: El productor camina 150.000 m/ha detrás del arado antes de sembrar.En el cultivo de algodón o maíz hay en promedio 110 líneos por hec-

tárea.Para cultivar se pasa la cultivadora entre los líneos. 110 pasadas x 100

m = 11.000 metros.Promedio 2 cultivadas durante el ciclo. 11.000 metros x 2 = 22.000 me-

tros de longitud.Por lo tanto: El productor camina 22.000 m/ha detrás de la cultivadora.

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Page 230: Tecnología y pequeña producción

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Total: 150.000 + 22.000 = 172.000 metros ó 172 km.172 kilómetros por hectárea es lo que camina un productor que trabaja

con arado de mancera y con los animales en un ciclo de algodón. Si trabaja con herramientas de asiento, sólo los animales caminan esta distancia.

Si se considera que un campesino siembra en promedio 3 ó 4 ha, su-pera holgadamente 500 km por año, lo que deben caminar hombre y ani-males para practicar la agricultura en la forma convencional.

El productor no lo sabe, ni lo imagina. Simplemente lo hace.Este enorme esfuerzo es una diferencia significativa entre la agricultura

convencional y la siembra directa.No se considera en el cálculo la siembra propiamente dicha porque es

común a ambas. Tampoco se consideran las carpidas, porque en siembra directa eventualmente también se realizan, aunque no con el rigor que lo exige la convencional.

La siembra directa de maíz sobre rastrojo de mucuna es una forma fácil y segura para comenzar, especialmente en zonas húmedas. La operación de siembra se puede realizar haciendo hoyos con un palo con punta y co-locando la semilla golpe por golpe; con sembradora manual o traca traca; o con sembradora para siembra directa tracción a sangre, cuya principal característica es el sistema de abresurco a discos. Al segundo año, prácti-camente el único trabajo que se realiza es la siembra y la cosecha. No hay preparación de suelo ni cultivada y si la cobertura es buena no hay control de malezas.

En zonas con régimen de lluvias inferior a 1.000 milímetros es conve-niente trabajar con Dolichos lab-lab en la misma forma que mucuna.

Si en lugar de mucuna o dolichos se emplea poroto caupí de 6 meses en alta densidad, al cabo de algunos años puede formar muy buena cobertura.

En cualquier clima y suelo da buen resultado sembrar maíz consociado con canavalia, pero deja mínima cobertura luego del cultivo.

Sobre coberturas de gramíneas, como maíz, sorgos, avena, centeno, se puede sembrar hortalizas, como zapallo, sandía, coreanito, melón.

En el caso del algodón, la siembra directa no es tan sencilla, trabajando solamente con recursos naturales. El algodón es una especie de ciclo largo y lento crecimiento inicial. Esta característica determina que una de las mayores dificultades en el cultivo sea el control de malezas.

En la actualidad los pequeños productores acceden vía acopiadores, empresas o técnicos, a semilla RR (transgénica) para facilitar el control de malezas. Lamentablemente esto conspira contra la propuesta de este sistema de siembra directa, ya que lejos de reducir la dependencia de in-sumos externos, la incrementa. Esta tecnología conduce erróneamente al productor al monocultivo, con sus consecuencias.

Es imprescindible investigar el manejo integrado de malezas en al-godón, como alternativa a la tecnología de OGM.

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233

Sistema de siembra directa

En la actualidad está difundida la idea de que la siembra directa con-siste en sembrar directamente, sin necesidad de una preparación adecua-da del suelo. Basta con aplicar herbicida para secar completamente la cu-bierta vegetal.

Existe la tecnología de insumos y equipos para que aún en estas condi-ciones la agricultura sea rentable, al menos en el corto plazo.

La siembra directa que se propone para el pequeño productor es una tecnología diametralmente opuesta. La propuesta parte de la base de recu-perar las condiciones de productividad del suelo y proporcionar un método de trabajo que posibilite producir de manera estable, mejorando y conser-vando el ecosistema, reduciendo la dependencia del productor respecto de factores externos a su propio sistema productivo.

Los factores externos son: clima; equipo mecánico de terceros; pro-ductos químicos, especialmente herbicidas y fertilizantes; mano de obra; otros.

En estas condiciones, sembrar directamente implica acondicionar pre-viamente el suelo, eliminando en forma mecánica (cincel) y/o natural las limitantes físicas; mejorando mediante el uso de abonos verdes las condi-ciones químicas y biológicas; reduciendo naturalmente con cobertura verde y seca la competencia de plantas indeseables (malezas) en el futuro cultivo.

Este nuevo enfoque o paradigma en la producción agrícola sólo es po-sible si ocurre un cambio mental trascendente en la vida del campesino. Él, desde que nació, conoce el arado de reja. El trabajo de arar, carpir y que-mar el rastrojo forman parte de su cultura, de su vida misma. Es un cambio muy grande entonces aceptar que se puede producir algodón sin arar, sin cultivar. Que no es necesario ni conveniente reducir el suelo a polvo para que las plantas se desarrollen y produzcan bien.

En el sistema de siembra directa, el conocimiento y la capacitación de productores y técnicos es una cuestión elemental.

A partir de este punto, el límite es la imaginación. No existen recetas. Existen criterios básicos que hay que tener en cuenta, para no cometer errores cuyo resultado generalmente es el fracaso del cultivo.

Especies que normalmente son consideradas malezas pueden ser manejadas como abonos verdes.

Es normal que luego de 4 ó 5 años de siembra directa comiencen a aparecer nuevas especies en la chacra. Mejora el suelo y aparecen espe-cies más exigentes que encuentran condiciones propicias. Es necesario tener comprensión sobre la dinámica del sistema y apertura mental para saber manejar la situación.

De aquí que resulta muy importante el acompañamiento técnico ade-cuado en el proceso. Si frente a la aparición de una maleza el técnico inmediatamente recomienda usar un herbicida, no entiende ni acompaña el proceso natural.

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Hay que conocer y manejar:• Ciclo de las especies. Hábitos y velocidad de crecimiento.• Sistema radicular y característica de la especie: gramíneas, legu-

minosas, otras.• Principios básicos de una sucesión de especies. • Principios básicos de una consociación. • De aquí la recomendación de comenzar siempre con una parcela

hasta conocer y manejar el sistema.Las bases del sistema de siembra directa son:

• Cobertura permanente del suelo.• Abonos verdes y rotación de cultivos.• Diversificación de cultivos y abonos.• Preferentemente manejo integrado de plagas y malezas.

SIEMBRA CONVENCIONAL SIEMBRA DIRECTA

LABOR Nº JORNALES PESOS Nº JORNALES PESOS

Destronque 1 1 20 1 1 20

Rastrillada 1 1 20 - - -

Quema 1 1 20 - - -

Arada 4 8 160 - - -

Rastrillada 4 4 80 - - -

Control de malezas - - - 2 3 60

Rolado - - - 1 1 20

Siembra abono verde - - - 1 1 20

Siembra 1 2 40 1 2 40

Cultivada 4 4 80 - - -

Carpida tracción a sangre 4 4 80 - - -

Carpida y raleo

(30 pesos/ha) 2 60 1 30

TOTAL 25 560 8 190

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.

Tabla comparativa de jornales por hectárea

Cultivo: Algodón

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Labor Jornales/ha

Arada 2

Rastreada 1

Siembra del abono verde 1

Rolado 1

Aplicación de herbicida localizado 0,5

Siembra 1

Carpida a mano 2

Cura contra cogollero 1

Cultivada 1

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.

Convencional Siembra directa

Nº Jornales Pesos Nº Jornales Pesos

Arada 2 4 80 - - -

Rastreada 2 2 40 - - -

Rolado - - - 1 1 20

Siembra maíz 1 0,5 10 1 0,5 10

Siembra mucunael 1er. año - - - 1 1 20

Aplicación de herbicida - - - - - -

Carpida a mano 2 2 40 1 1 20

Curada cogollero 1 0,5 10 1 0,5 10

Cultivada 2 2 40 - - -

TOTAL 11 220 4 80

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.

Tiempo considerado para las labores,

expresado en jornales por hectárea

Tabla comparativa de jornales

Labor

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Convencional ($) Siembra directa ($)

Jornales 220 80

SemillaMaíz* - -

Mucuna** - 60TOTAL 220 140

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.* No se considera el costo de la semilla de maíz porque normalmente el productoremplea semilla propia.** La siembra de mucuna se realiza el primer año. Los años siguientes se maneja la mucuna guacha. Ya el primer año se puede cosechar fácilmente 500 kg de mucuna.

2.5.2. Estimación del impacto potencial

La tecnología cuyo impacto potencial se estima en este apartado es un sistema de siembra directa diseñado para pequeños productores del noreste argentino y que, en este caso, se aplicará a PP (pequeños pro-ductores) del tipo III de la región Chaco Húmedo. Esta región comprende las zonas orientales, recostadas sobre los ríos Paraguay y Paraná, de las provincias de Formosa, Chaco y del norte de la provincia de Santa Fe.

La siembra directa es un sistema de producción que consiste en sem-brar sobre una cobertura vegetal, sin la preparación tradicional del suelo, realizando una permanente rotación de cultivos. La cobertura proviene del cultivo anterior o de cultivos realizados especialmente para cobertura (abo-nos verdes). Más arriba se han explicado las características, usos y efectos de algunas herramientas aptas para estas tareas —fabricables artesanal-mente y utilizables con tracción a sangre— y de nuevas modalidades de realizar abonos verdes integrables a un sistema de siembra directa.

Las recomendaciones consideradas técnicamente necesarias (en la cartilla PSA), son las siguientes: I. “Mejorar el nivel de conocimientos. Principalmente en suelo y

abonos verdes. Informarse. II. Elegir suelos con buen drenaje. III. Eliminar la compactación del suelo con cincel. IV. Nivelar el suelo si estuviera surcado. V. Producir abundante rastrojo para cobertura. Esto se puede lograr

con un abono verde como avena, centeno, maíz o mucuna. VI. Iniciar el trabajo sólo en un 10% de la chacra, para aumentar la

superficie una vez que se conozca bien el sistema.

Tabla comparativa de costos

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VII. Realizar rotación de cultivos incluyendo siempre maíz, sorgo o avena y alguna leguminosa como melilotus, poroto o mucuna.

VIII. Capacitarse y actualizarse en forma permanente. IX. Intercambiar experiencias con otros productores.”

El planteamiento más general se refiere, por lo tanto, al cultivo del maíz, sobre alguna cobertura vegetal y de algodón, por parte de PP de tipo minifundista, fundamentalmente el tipo III. En particular, del maíz ama-rillo, amiláceo, para consumo humano en comidas de difusión regional. Es este un aspecto importante de la cuestión, porque esta variedad de maíz tiene menor rendimiento que la de maíz colorado clásico y mayor precio de mercado. Sin embargo, el maíz colorado es también importante para los pequeños productores debido a que es la base de la autoproducción de animales menores. Los datos censales no permiten discriminar estas variedades, razón por la cual se introducen más abajo algunos supuestos destinados a posibilitar la estimación.

Por ello, el presente apartado se dedica a considerar algunos de los impactos potenciales de la siembra directa que resultan de más fácil esti-mación:

I. el aumento de rendimientos y el ahorro de trabajo en el caso del maíz y

II. el ahorro de trabajo en el caso del algodón.

Puesto que la siembra directa comporta un salto cultural cualitativo de los productores, podría asumirse una primera hipótesis en la que el sistema se aplica sólo a un 10% de la superficie cultivada y una segunda hipótesis para el caso en que toda la superficie es llevada a cabo mediante siembra directa. Esa o alguna secuencia semejante es la que se verificaría efectiva-mente en la realidad, a medida que los productores fuesen experimentando sus transformaciones culturales y productivas. Sin embargo, la tabla 2.5.1 que figura más abajo presenta sólo las situaciones “sin” y “con” tecnología a fin de no complicar la exposición. Por estas mismas razones, los cálculos se hacen en forma independiente para cada cultivo.

Los supuestos referidos a las variedades de maíz amarillo y colorado, adoptados para la presente estimación, se resumen como sigue:

Amarillo ColoradoProporción cultivada por los PP (%) 60 40

Rendimientos sin tecnología (kg/ha) 800 1.200

Rendimientos con tecnología (kg/ha) 2.500 3.000

Precio de mercado ($/kg) 0,60 0,50

Fuente: Relevamiento de los estudios de caso.

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Los resultados del impacto potencial así estimado, siempre para el caso de los PP-III, pueden sintetizarse como sigue:

a) Los PP-III de la región Chaco húmedo que hacen maíz son casi 4.400, un 39% del total regional. La superficie implantada con maíz en 2002 era de unas 11 mil ha y el tamaño medio cultivado fue de 2,5 ha /EAP.b) El valor bruto de la producción de maíz/EAP sin tecnología es de $1.319 y en la hipótesis con tecnología de $3.748. Es decir, la introducción del sistema de siembra directa podría incrementar el valor bruto producido hasta más del 180%. Expresado en volumen, los PP-III regionales aumentarían su disponibilidad de maíz de más de 10 mil toneladas a aproximadamente 30 mil toneladas. Cabe su-brayar, de todas maneras, que dicho impacto presupone el cambio cualitativo en todas las dimensiones de la unidad productiva y del productor ya descriptas al presentar este nuevo sistema productivo; razón por la cual sus resultados deben atribuirse al conjunto de he-rramientas y prácticas expuestas.c) Un aspecto fundamental de la propuesta tecnológica consiste en el ahorro de trabajo que implica. Los parámetros estimados a este respecto, referidos a jornadas y valores diferenciales entre hipóte-sis, son:* 11 jornadas/ha sin tecnología; lo cual implica un costo por este concepto de $220/ha. El valor del jornal considerado es de $20 que no es el valor legal, sino aproximado a su costo de oportunidad (aún cuando se informan salarios efectivamente pagados inferiores).* 4 jornadas/ha con tecnología; lo cual implica un costo por este concepto de $80/ha. d) En consecuencia, cada EAP —que en promedio tienen 2,5 ha de maíz— ahorran trabajo al adoptar la siembra directa, de 17 jornadas en la hipótesis alta y, para el conjunto de los PP-III maiceros del Cha-co húmedo, tal disminución es de más de 76 mil jornadas. En térmi-nos monetarios, estos ahorros son, respectivamente, de $350/EAP y de $1,5 millones en total.e) En el caso del algodón, la adopción de una propuesta tecnológica como la que aquí se considera, implicaría dos tipos de complica-ciones a tener en cuenta. La primera complicación se relaciona con una cuestión de hecho: siendo el algodón un cultivo de ciclo largo, el control de malezas es más difícil dentro de este planteo. En efecto, todo indica que es necesario profundizar las investigaciones en ma-teria de su control integrado. Tal necesidad es tanto mayor, cuanto que se ha venido difundiendo en la región una semilla RR incompa-tible con el sentido general de esta propuesta tecnológica. La segun-da complicación tiene que ver con las posibilidades de la estimación misma. Está mejor medido el ahorro de trabajo que el impacto en los

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rendimientos. Por esta razón, se asumen los siguientes parámetros, jornadas y valores diferenciales entre hipótesis, de:* 25 jornadas/ha sin tecnología; lo cual implica un costo por este concepto de $560/ha.* 8 jornadas/ha con tecnología, lo cual implica un costo por este concepto de $190/ha.f) Por lo tanto, el ahorro de trabajo por EAP que hace algodón —que tiene una superficie media de dicho cultivo de 4,4 ha— de 75 jorna-das/EAP y de 340.000 jornadas totales para dichas EAP regionales. El mismo ahorro, pero en términos monetarios, es de $1.600/EAP y de $7,4 millones para los algodoneros regionales del tipo PP-III.

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Maíz PP-I PP-II PP-III TotalTOTAL EAP 5.270 6.458 11.165 22.893

EAP con maíz 852 1.894 4.365 7.111

% EAP con maíz 16,2 29,3 39,1 31,1

Sup. implantada con maíz (ha) 14.913 17.872 10.907 43.692

Sup. con maíz / EAP con maíz 17,5 9,4 2,5 6,1

Producción m. amarillo sin tecnología (tn) 7.158 8.579 5.235 20.972

Producción m. colorado sin tecnología (tn) 7.158 8.579 5.235 20.972

Producción total de maíz (tn) 14.316 17.158 10.471 41.945

VBP sin tecnología ($) 7.873.958 9.436.627 5.758.949 23.069.534

VBP sin tecnología / EAP ($) 9.242 4.982 1.319 3.244

Producción m. amarillo con tecnología (tn) 22.369 26.809 16.361 65.538

Producción m. colorado con tecnología (tn) 17.895 21.447 13.089 52.431

Producción total de maíz con tecnología. (tn) 40.265 48.255 29.449 117.969

VBP con tecnología ($) 22.369.200 26.808.600 16.360.650 65.538.450

VBP con tecnología / EAP ($) 26.255 14.154 3.748 9.216

Impacto con tecnología ($) 14.495.242 17.371.973 10.601.701 42.468.916

% Impacto 184 184 184 184

Jornadas sin tecnología 164.041 196.596 119.978 480.615

Jornadas sin tecnología / EAP 193 104 27 68

Costos por M.O. sin tecnología ($) 3.280.816 3.931.928 2.399.562 9.612.306

Costos M.O. sin tecnología / EAP ($) 3.851 2.076 550 1.352

Jornadas con tecnología 59.651 71.490 43.628 174.769

Jornadas con tecnología / EAP 70 38 10 25

Costos M.O. con tecnología ($) 1.193.024 1.429.792 872.568 3.495.384

Costos M.O. con tecnología / EAP ($) 1.400 755 200 492

Ahorro jornadas 104.390 125.107 76.350 305.846

Ahorro jornadas / EAP 123 66 17 43

Ahorro costo de MO ($) 2.087.792 2.502.136 1.526.994 6.116.922

Tabla 2.5.1. Región Chaco húmedo. Estimación del impacto potencial de la adopción de un sistema de siembra directa para pequeños productores. 2002

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Ahorro costo de MO / EAP ($) 2.450 1.321 350 860

Algodón PP-I PP-II PP-III TOTALTOTAL EAP 5.270 6.458 11.165 22.893

EAP con algodón 511 1.471 4.552 6.534

% EAP con algodón 9,7 22,8 40,8 28,5

Sup. con algodón (ha) 25.617 35.557 20.059 81.233

Sup. con algodón / EAP (ha) 50,1 24,2 4,4 12,4

Jornadas sin tecnología 640.413 888.933 501.483 2.030.828

Jornadas sin tecnología / EAP 1.253 604 110 311

Costos por M.O. sin tecnología ($) 14.345.240 19.912.088 11.233.208 45.490.536

Costos M.O. sin tecnología / EAP ($) 28.073 13.536 2.468 6.962

Jornadas con tecnología 204.932 284.458,4 160.474,4 649.864,8

Jornadas con tecnología / EAP 401 193 35 99

Costos M.O. con tecnología ($) 4.867.135 6.755.887 3.811.267 15.434.289

Costos M.O. con tecnología / EAP ($) 9.525 4.593 837 2.362

Ahorro jornadas 435.481 604.474 341.008 1.380.963

Ahorro jornadas / EAP 852 411 75 211

Ahorro costo de MO ($) 9.478.105 13.156.201 7.421.941 30.056.247

Ahorro costo de MO / EAP ($) 18.548 8.944 1.630 4.600

Fuente: Elaboración propia con datos del reprocesamiento para este estudio de la base usuario CNA 2002 IICA-PROINDER.

Tabla 2.5.1. Región Chaco húmedo. Estimación del impacto potencial de la adopción de un sistema de siembra directa para pequeños productores. 2002

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Capítulo 2.6. Conservación de granos a nivel familiar en la región Chaco húmedo

2.6.1. Descripción de la propuesta tecnológica

El maíz y el poroto son granos básicos en la economía familiar del pequeño productor en general, ya sea para alimentación humana directa como para alimentación de los animales de granja, fundamentalmente aves y cerdos. Las especies mas cultivadas son diferentes variedades de poroto y maíces colorado, amarillo, blanco y pisingallo.

Independientemente de los problemas del cultivo, como superficie sem-brada y rendimiento, un factor que incide notoriamente en la disponibilidad de granos a lo largo del año es el manejo poscosecha y las condiciones de conservación de los granos [Castellán (2007)]. En general, los productores no visualizan este aspecto como un problema.

En un ejercicio realizado con productores, se determinó que las pérdi-das de grano en general superan el 20% y en el caso del maíz amarillo, la pérdida a 60 días de cosechado es prácticamente del 100%.

Principales causas de pérdida:Entre los productores es muy conocido y normal el hecho de que existe

pérdida de granos por ataque de insectos (gorgojos), aves (cotorras), roe-dores, hongos y en los últimos años llega a ser importante la pérdida por robo, especialmente de maíz.

Gorgojos: el ciclo de este insecto comienza cuando el adulto deposita los huevos en los granos. Nacen las larvas y se alimentan inicialmente de la parte más nutritiva del grano, que es precisamente el embrión, en el cual se encuentran las vitaminas, proteínas, minerales y demás elementos que la futura plántula empleará para sobrevivir hasta que tenga suficientes raíces que puedan extraer los nutrientes del suelo. Por lo tanto, el primer

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daño que causan los gorgojos es que los granos pierden su capacidad como semilla.

Además las larvas también se alimentan con los hidratos de carbono que constituyen la reserva energética del grano. Los granos duros como maíz colorado y porotos en general, ofrecen resistencia a la acción de las larvas. En cambio los granos blandos, dulces y harinosos no resisten el ataque y prácticamente son reducidos a harina. Es el caso del maíz ama-rillo, maíz blanco para harina (variedad opaco), trigo, etc.

La larva transcurre su vida dentro del grano hasta alcanzar el estado adulto, momento en que sale y comienza su actividad reproductiva, depo-sitando huevos en los granos. Comienza en esa forma un nuevo ciclo.

En general, el ataque de gorgojos se produce pocos días después de la cosecha, aunque hay años en que se ven gorgojos en las espigas que aún están en las plantas, es decir antes de la cosecha.

Aves: generalmente el daño lo producen cuando aún los granos están en las plantas y el productor por diferentes razones demora la cosecha.

En maíz, el mayor daño es debido a loros y cotorras, que atacan en grandes bandadas. Cuando el maíz se siembra temprano, la recolección de espigas puede efectuarse en diciembre o enero. Los loros en esta época tienen pichones chicos y encuentran alimento natural en el monte, por lo tanto se alejan poco de los nidos. En estos meses no representan un problema.

Cuando la siembra se efectúa en la segunda época propicia, que es enero o febrero, la cosecha puede realizarse en los meses de mayo o junio. En esta época los pichones están ya grandes y prácticamente no hay ali-mentos naturales. Por lo tanto, los loros bajan para alimentarse en los culti-vos, especialmente de granos como maíz o sorgo. En estos casos, el daño producido generalmente supera el cincuenta por ciento de lo que producen las plantas. Es decir que la mitad de la cosecha la efectúan los loros.

Como medida de lucha, los productores simplemente hacen ruido cuan-do ven que bajan las bandadas, con tiros o recorriendo el maizal a caballo gritando, golpeando tarros y cualquier otro dispositivo imaginable. Pero los loros se acostumbran y cuando escuchan ruido vuelan al monte y a los pocos minutos retornan al cultivo. De esta manera son una verdadera pe-sadilla para el hombre.

Cabe señalar que el maíz en siembra de segunda, es decir en enero o febrero, generalmente asegura una buena producción (cosecha) debido a que el período crítico de floración y llenado de granos es a fines de verano principios de otoño, coincidente con grandes lluvias. Sin embargo, es tan serio el problema de los loros que los productores, ante el desconocimiento de métodos eficaces de lucha, optan por no sembrar en esta época.

Este problema se observa especialmente en la zona donde hay mucho monte. En Formosa, desde 120 ó 150 km del río Paraguay hacia el oeste.

Roedores: los daños por ratas y ratones mayormente se producen du-rante el almacenamiento. Lo común es que el productor junta el maíz, saca

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la chala que cubre las espigas y las deposita en algún pequeño galpón o estructura cubierta cerca de la casa. Siempre llegan roedores a comer los granos y es difícil el control con venenos; por tratarse de un producto para consumo humano o animal hay riesgo de contaminación. Por otra parte, los roedores ensucian y contaminan los granos, que pierden calidad como alimento.

Hongos: los hongos pueden afectar a los granos cuando aún están en las plantas, o cuando están almacenados después de la cosecha. La hu-medad favorece el establecimiento y multiplicación de estos microorganis-mos, que en algunos casos producen substancias conocidas como mico-toxinas, que pueden ser muy tóxicas para cualquier organismo. Por otra parte, el ataque de hongos generalmente termina en la descomposición los granos.

Condiciones de almacenamiento

Si bien el problema concreto es la conservación, la solución comienza con el correcto manejo de los granos desde el momento mismo de la co-secha, esto es, con el manejo poscosecha. La condición básica para el almacenamiento es que el grano debe estar limpio, seco y fresco.

Limpio: dadas las condiciones de trabajo, el grano generalmente está mezclado con restos de chala, marlo, polvillo y otras impurezas, ya que el pequeño productor no cuenta con herramientas adecuadas para desgranar y limpiar debidamente el producto cosechado. Por lo tanto, el grano es almacenado con impurezas que pueden indirectamente afectar las buenas condiciones de conservación. La condición de limpio implica también que no debe haber presencia de insectos.

Seco: la humedad apropiada de los granos para ser almacenados con mínimo riesgo de pérdidas por descomposición es como máximo 13%. Generalmente y por diferentes razones, el pequeño productor demora la cosecha dejándola en las plantas, con lo cual los granos maduran y se secan suficientemente como para ser directamente almacenados. Pero también puede suceder que se críen hongos en el interior de las espigas o vainas, afectando la sanidad y calidad del producto. También puede suceder que antes de la cosecha ocurran lluvias, entonces el grano vuelve a humedecerse.

Fresco: el mayor problema que pueden presentar los granos durante su almacenamiento es la elevación de la temperatura. Cuando la humedad es superior al 13% se incrementa en el interior del grano un proceso llamado respiración, que básicamente es la transformación bioquímica de los ele-mentos que el grano tiene como reserva energética. Cuanto mayor es la humedad, mayor es la intensidad de la respiración y la temperatura puede

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superar los 60ºC. El resultado final será la descomposición del grano. Tam-bién puede elevarse la temperatura por sobre 40ºC como consecuencia de la actividad de insectos, con el mismo resultado final. De aquí la importan-cia de almacenar grano limpio.

Manejo poscosechaEl momento apropiado para realizar la cosecha es cuando se aprecia a

simple vista que el grano está maduro, esto es duro y completamente seco. Lo que se conoce como manejo poscosecha comprende el tratamiento que se da a los granos a partir de este momento.

DesgranadoEl pequeño productor junta las mazorcas de maíz o vainas de poroto, a

mano. La operación siguiente es el desgranado, es decir, la separación de los granos. Hay productores que almacenan las mazorcas y las vainas y a medida que necesitan van desgranando. Esto no es lo más recomendable, porque es más difícil la conservación en buen estado durante algunos me-ses. Lo recomendable es desgranar inmediatamente después de cosechar, ya que facilita el almacenamiento.

Una manera de desgranar maíz consiste en frotar dos espigas una con otra, lo que es lento y fatigoso. Hay máquinas manuales o con motor eléc-trico, con las que se puede desgranar 300 o más kilos por día.

El poroto normalmente se desgrana dejando secar las vainas al sol, luego poniéndolas en una bolsa y golpeando con un palo, para finalmente volcar todo sobre una lona o una zaranda donde se separa el grano limpio. Con este método se puede desgranar unos 50 kilos por día. También es un trabajo tedioso y los pequeños productores generalmente no cultivan mayor superficie de poroto para evitar esta tarea.

En la ciudad de Clorinda y en colaboración con el Programa Social A-gropecuario, un taller metalúrgico fabrica desgranadoras de maíz que hace 50 años se habían dejado de fabricar en Argentina. También fabrica desgra-nadoras para poroto con diseño propio y una capacidad de 50 kilos por hora.

SecadoUna vez obtenidos los granos limpios, antes de almacenarlos es conve-

niente efectuar un proceso de secado, para asegurar que sean guardados con la humedad adecuada.

Este proceso, en el caso de pequeños productores, se realiza siempre aprovechando la energía del sol.

Se extiende una lona sobre el suelo en un lugar abierto, de manera que el viento también ayude a sacar la humedad. Sobre la lona se distribuyen los granos formando una capa de no más de 15 cm. Cuanto más fina sea esta capa mejor, a efectos de que haya la menor protección posible para los insectos que pudiera haber. El mejor horario es entre las 10 de la ma-ñana y las 4 de la tarde. Los granos de la parte superior, que reciben di-

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rectamente el sol se secan rápido. La humedad permanece en la parte de abajo y si hubiera insectos se refugian en la misma zona. Por lo tanto, para que el secado sea uniforme y salgan los insectos, es necesario remover los granos (con una madera, una azada, un rastrillo). Después de media tarde es conveniente embolsar los granos y guardarlos bajo techo, para evitar el ataque de roedores u otros animales y que se humedezcan. Si por alguna razón no fuera posible embolsar y guardar, se puede amontonar los granos en una mitad de la lona y con la otra mitad se los tapa.

Determinación de humedad: método de campo

Un método sencillo y práctico para determinar si los granos tienen la humedad apropiada para ser almacenados sin riesgo de pérdidas es el siguiente:

• Una botella de vidrio, asegurándose que esté limpia y completa-mente seca.

• 2 ó 3 cucharadas de sal fina, secándola completamente al sol o mejor aún en el fuego durante 20 ó 30 minutos.

Procedimiento:1- Poner en la botella un puñado del grano cuya humedad se quie-re determinar, agregando luego una cucharadita (chica) de sal fina seca y tapando herméticamente.2- Agitar bien durante 5 minutos.3- Dejar en reposo a la sombra 1 hora.4- Agitar nuevamente durante 5 minutos.5- Observar: * Si queda sal pegada en la botella, el grano tiene más de 13 % de humedad. Debe continuar el secado.* Si no se ve sal pegada a la botella, el grano está suficientemente seco. 6- Se puede almacenar.

Cosecha anticipada

Como ya se explicó, el maíz sembrado en enero-febrero corre serio riesgo de ser consumido por los loros en el otoño. El ataque comienza con los granos ya formados en la espiga pero aún en estado lechoso o tierno, lo que conocemos como “choclo”. Las cotorras van rompiendo la chala y consumen los granos, de manera que llegada la época de cosecha, más de la mitad de los granos de la espiga han sido comidos.

Una forma de superar el problema es anticipar la cosecha, es decir recoger las espigas cuando los granos aún están tiernos y recién se inicia el ataque de los loros. Pero en este estado la humedad de los granos es superior al 30%, por lo que no se pueden almacenar.

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El secado de los granos en este caso, se puede realizar en una es-tructura que el propio productor puede armar, muy práctica y eficaz. Es la caseta secadora.

Se construye con material de la zona, como palmas, postes, varillas, caña tacuara. Hay medidas que se deben respetar para que la estructura sea efectiva como también la ubicación, que debe ser en un lugar abierto donde corra viento y la orientación, de tal manera que la caseta enfrente al viento predominante en la zona. Para el Noroeste la orientación debe ser este–oeste.

Básicamente es una troja con base rectangular, de 60 cm (máximo) de ancho por 2 metros (mínimo) de largo por 2,5 metros de altura. El piso de la caseta debe estar a no menos de 90 cm del suelo y en cada poste esquinero es conveniente una protección de chapa en forma de “pollera” por debajo del nivel del piso de la caseta, a efectos de evitar la subida de roedores. La altura a partir del piso de la caseta puede ser de 2 metros o más, dependiendo del largo de los postes que se disponga. Es importante que el techo, que puede ser de chapa o de paja, tenga buena caída hacia la dirección habitual de la lluvia. Las paredes pueden ser de caña tacuara o varillas, colocándolas separadas entre sí unos 5 cm, de modo que permitan el paso de aire. Entre las maderas del piso también debe haber separación, sin olvidar que deben ser suficientemente fuertes como para soportar el peso de las espigas.

En la parte superior de la caseta debe dejarse un espacio como para cargar el maíz y en uno de los extremos se debe hacer una puerta o similar, para descarga.

Se recogen las espigas, se les quita la chala y se vuelcan en la caseta sin acomodarlas, para que queden muchos espacios entre las espigas por donde circule el viento.

Aproximadamente en 30 días, el contenido de humedad de los granos se reduce lo suficiente como para desgranar, secar al sol 2 ó 3 días y al-macenar.

En esta forma sencilla, barata y al alcance de cualquier productor, se puede superar el inconveniente.

Almacenamiento

Es la forma en que se guardan los granos para consumir durante el resto del año, cuando no hay cosecha. Durante 7 meses por lo menos, el grano debe conservarse sin alteraciones que puedan afectar su calidad. Es muy importante lo que se refiere a las condiciones sanitarias, ya que siempre el producto se destina a consumo humano o animal.

Lo recomendable es que los granos se guarden en recipientes destinados especialmente a ese fin, donde permanezcan aislados de condiciones desfa-vorables como humedad, polvo, alta temperatura, hongos, insectos y otros.

En realidad, el pequeño productor guarda los granos como puede, con los medios que tiene a su alcance. Emplea tachos, damajuanas, botellas

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descartables. Pero en estos recipientes puede guardar sólo pequeñas cantidades, así que generalmente los usa para conservar los granos que empleará como semilla para la siembra. El resto de los granos, los que destina al consumo humano o animal, son guardados en bolsas. En estas condiciones, por más que las bolsas estén en un lugar protegido, es casi imposible evitar que el producto pierda calidad, ya sea porque absorbió humedad del ambiente y eso favoreció el desarrollo de hongos, o porque sufrió el ataque de insectos, roedores o animales domésticos, que no sólo lo comen sino que lo contaminan seriamente con las deyecciones.

La única forma de conservar los granos en perfecto estado es man-tenerlos completamente aislados de las condiciones ambientales y de los insectos y animales. Esto se consigue mediante el empleo de silos.

Existe un sistema de silos, apropiado para conservar granos en peque-ña escala, destinados al consumo familiar. Es el silo metálico de baja capacidad, en el que se puede almacenar hasta 1200 kg. Este modelo y la tecnología para su empleo han sido generados especialmente para el pequeño productor.

Los silos más comúnmente empleados son para 600 y 1200 kg.Dimensiones: Silo para 1.200 kg: 2 m de altura por 98 cm de diámetro.Silo para 600 kg: 1 m de altura por 98 cm de diámetro.

Estas estructuras se fabrican con chapa galvanizada lisa empleando una técnica especial, de tal manera que no es necesario realizar agujeros por donde luego pueda haber intercambio de aire con el exterior.

Tienen una boca de 50 cm aproximadamente, con tapa en la parte su-perior, por donde se carga y una boca en la parte lateral inferior, también con tapa, para descarga.

Costo aproximado de los silos: para 1.200 kg: $ 250. para 600 kg: $ 180.

El principio de conservación del grano en uno y otro tipo de estructura, estructuras de alta y baja capacidad, es diferente.

En los silos de gran capacidad, es difícil mantener la humedad y la tem-peratura en niveles bajos. Para controlar estos valores y evitar pérdidas, el grano debe ser ventilado, ya sea moviéndolo con mecanismos especiales o haciendo circular aire a través de él. Este sistema de ventilación requiere consumo de energía que naturalmente incide en el costo del producto.

En el silo de baja capacidad el principio de conservación radica en que el silo debe estar bajo techo, a resguardo del sol y cerrado herméticamente una vez que se ha cargado el grano seco y fresco. En estas condiciones, el proceso de respiración natural de los granos continúa hasta que se con-sume el oxígeno que queda dentro del silo. A partir de ese momento, al no haber más oxígeno, se detiene el proceso biológico y el producto puede ser conservado sin alteraciones, mientras no se alteren las condiciones de humedad y temperatura dentro del silo.

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Conservación de granos en silo metálico de baja capacidadEn primer lugar, el silo debe estar ubicado en el sitio adecuado, esto es,

bajo techo y sobre una base de madera a efectos de preservar la chapa del silo de daños por humedad.

Cuando se realiza el secado con exposición directa al sol, la mayor parte de los gorgojos que pudiera haber generalmente sale de los granos. Pero igualmente siempre quedan insectos y aún si no quedaran adultos es probable que ya hayan depositado huevos. Estos huevos harán eclosión dentro del silo y los gorgojos destruirán el producto.

Existen algunos productos de origen natural, como algunas plantas aromáticas o ceniza, que tienen efecto repelente sobre los insectos adul-tos. Este método puede ser efectivo cuando se almacena los granos en un recipiente o espacio abierto, donde los insectos pueden salir de los granos. Pero en un espacio herméticamente cerrado como el silo, los insectos ne-cesariamente van a permanecer entre los granos y producir daño.

Hasta el momento el método probadamente eficaz para evitar daños en los granos almacenados en silo es el empleo de pastillas con fosfuro de aluminio, procediendo de la siguiente manera:

• Se carga el silo a granel con un solo tipo de grano. No poner bol-sas dentro del silo.

• Envolver en un trozo de tela a razón de 1 (una) pastilla de fosfuro de aluminio por cada 200 kg de capacidad del silo. La cantidad de pastillas es independiente de la cantidad de grano que se guarde. Por ejemplo, el silo para 1.200 kg lleva siempre 6 pastillas.

• Las pastillas se colocan todas juntas, envueltas en la tela, en la parte superior de los granos. En contacto con el aire, la pastilla libera gas fosfuro, que es más pesado que el aire y baja a través de los granos eliminando a los insectos.

• Colocar la tapa, envolviendo varias veces el borde de ambas tapas (de carga y descarga) con una banda de goma elástica, de tal forma que quede herméticamente cerrado. Es muy práctico el empleo de una banda de goma hecha de cámara de bicicleta en desuso. En las horas siguientes verificar que no haya olor, lo que significa que no hay pérdida de gas.

• Es conveniente dejar cerrado una semana, porque si hubiera hue-vos en los granos en ese período nacerían insectos que serían con-trolados. Luego destapar la parte superior, dejar un rato (1 hora) abierto para que se ventile. Retirar la tela con la ceniza de las pas-tillas y tirar a la basura. Revisar los granos introduciendo el brazo y removiendo. Si no se encuentran gorgojos vivos, resultó efectiva la desinfección. Si se encuentra tan sólo un insecto vivo, hay que repetir el procedimiento porque significa que la desinfección no tuvo el efecto deseado y probablemente haya más insectos.

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Una vez asegurada la ausencia de insectos vivos dentro del silo, los granos pueden ser consumidos por personas y animales con seguridad, ya que el gas va saliendo a medida que se van sacando.

Hay que tener la precaución de que el silo esté siempre bien tapado, para preservar los granos de humedad, animales e insectos.

Como puede apreciarse, conservar granos de calidad y en cantidad suficiente como para autoabastecerse durante el año, no es sencillo para un pequeño productor, a menos que conozca y maneje la tecnología ade-cuada. Esta tecnología existe y está disponible. Fue desarrollada en Cen-troamérica por organizaciones no gubernamentales (ONG) y desde allí se difundió a otros países, entre ellos Paraguay.

En el año 2000 el PSA decidió abordar operativamente el problema. Para concientizar e instalar el tema, se realizó una pasantía a Paraguay. Organizada conjuntamente con el Proyecto Poscosecha y Conservación de Granos de ese país, 60 técnicos y productores de Formosa visitaron durante 5 días a productores y organizaciones que emplean habitualmente esta tecnología. Asimismo, todos los técnicos del Programa realizaron un curso de capacitación especialmente preparado.

En el año 2000, con la ejecución del proyecto PROINDER, hubo una demanda de 150 silos metálicos de baja capacidad (600 y 1.200 kg). De-bido a que en Formosa no había personal adiestrado para su fabricación, fue necesario contratar artesanos paraguayos, los que fueron selecciona-dos y recomendados por el Proyecto en Paraguay. Este personal fabricó los primeros silos en Formosa, con la colaboración de productores locales interesados, que en esta forma aprendieron el oficio.

Actualmente hay en la Provincia alrededor de 800 silos, fabricados por 6 artesanos locales.

Esta tecnología despertó interés y se difunde en Chaco y Corrientes, para lo cual artesanos de Formosa han realizado capacitaciones para pro-ductores en esas provincias.

Necesidad de investigación

Lamentablemente, no se dispone hasta el momento de una técnica que posibilite la conservación de granos en buen estado en el silo durante varios meses, sin recurrir al empleo de un producto químico (en este caso fosfuro de aluminio) para la desinfección.

Se han ensayado formas en base a productos vegetales, sin resultado satisfactorio.

Una prueba realizada en pequeña escala consistió en colocar una vela encendida sobre los granos y tapar herméticamente el recipiente, con la idea de que el fuego consuma el oxígeno produciendo vacío y los insectos presentes mueran por falta de aire. El resultado fue satisfactorio, pero sería necesario validarlo a escala real y con mayor precisión, como para que pueda ser recomendado con seguridad.

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Impacto económico de la tecnología

Donde más se nota el impacto de esta tecnología es en el caso del maíz amarillo y en menor escala en el poroto. En el maíz colorado el daño no es apreciado ya que el destino es siempre alimentación animal.

El impacto económico radica en que el productor que no puede conser-var los granos debe venderlo rápidamente para salvarlo de los insectos. Esto sucede generalmente en el mes de enero, cuando hay mucho maíz amarillo porque la mayoría ha cosechado y está apurado por vender. Por lo tanto el precio es el más bajo. Entre 0,50 y 0,70 pesos por kg.

El productor que sabe y puede, conserva el grano para venderlo en forma permanente durante el año, a mayor precio porque la oferta es es-casa. Promedio 1 peso por kg, con picos de precio de hasta 2 pesos en ciertos momentos como semana santa, fiestas patrias, fiesta patronal, día de la madre, entre otros.

El poroto tiene una tendencia similar, pero el precio mínimo difícilmente baja de 1 peso.

Muchos productores han realizado proyectos asociativos (PROINDER) para conservación de granos y elaboración en pequeña escala de harina de maíz, lo que les permite vender un producto con valor agregado. Precio mínimo de harina de maíz 1,50 pesos por kg.

Con estos valores de producto, los silos se amortizan en una campaña agrícola.

2.6.2. Estimación del impacto potencial

Esta última estimación de impacto potencial de una adopción por parte de pequeños productores se ubica, por un lado, en el ámbito del manejo de postcosecha en general y de la conservación de granos en particular y, por el otro, en la región Chaco húmedo. Aunque el estudio de caso contempla preferencialmente el maíz destinado al consumo humano y el poroto, el caso aquí considerado será el primero de esos productos.

En realidad, las pérdidas susceptibles de ocurrir en los ámbitos men-cionados son de muy diverso tipo (gorgojos, aves, roedores, hongos, etc.), pero la solución tecnológica estriba, en definitiva, en las condiciones de almacenamiento del grano cosechado.

Está claro que dichas condiciones no incrementan el volumen de pro-ducto obtenido, aunque de hecho aumenta el volumen de producto efec-tivamente disponible en la medida en que se reducen las pérdidas; pero, además, hay un beneficio económico para el productor derivado de la opor-tunidad de venta. En efecto, sin posibilidad de conservar su producción en condiciones aptas para el consumo humano, el productor está obligado a vender en el momento de precios bajos. La diferencia entre ese precio y el precio más alto al que se vendería meses más tarde es una medida de la

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ventaja económica real para el productor independientemente del destino al autoconsumo o al mercado que le de.

La tecnología propuesta consiste en silos metálicos de escala familiar, que permiten conservar los granos limpios, secos y frescos. Presupone la resolución del desgranamiento, que se realiza con mecanismos manuales de baja capacidad, hasta 100 kg/ha, conocidos y difundidos desde hace más de 50 años. Estos salieron del mercado hace por lo menos 30 años y en la actualidad comienzan a refabricarse, pudiendo también ser acciona-dos por un motor eléctrico o a explosión. En relación con la resolución del desgranamiento se consideró aquí, particularmente, el caso del maíz para consumo humano; el secado, para lo cual se recomienda una caseta seca-dora construible con materiales habitualmente disponibles para los produc-tores; la cosecha anticipada, para prevenirse del ataque de aves (loros y cotorras). Su principal uso es para secar los granos en espiga que se cosechan anticipadamente, mediante el aireado natural conveniente. Tam-bién sirve como depósito, a modo de troja, cuando la cosecha se efectúa en el tiempo habitual, entonces se ubican allí las mazorcas mientras se realiza el desgranado.

La principal acción de secado se realiza exponiendo los granos des-granados a la acción directa del sol durante unos 3 días, como se describió, hasta que alcancen el porcentaje de humedad apropiado.

Los silos recomendados tienen ya una cierta aplicación en la provin-cia de Formosa y se inspiran en experiencias centroamericanas y en el Paraguay. Son silos metálicos de baja capacidad (600 y 1.200 kg). Están hechos de chapa galvanizada y cuestan $180 y $25053, respectivamente. La descripción de la tecnología especifica detalladamente todos los pasos a seguir y, en todo caso, presupone un nivel de conocimientos de dichos pasos por el productor que es muy importante en el éxito alcanzable. Ya existen unos 800 silos en la provincia de Formosa, fabricados por artesa-nos locales. Hasta el presente, la desinfección de los granos —indispensa-ble para conservarlos varios meses— sólo puede garantizarse con ciertos productos químicos, más allá de los ensayos con variantes que prescinden de ellos.

El impacto económico aquí considerado, como se indicó, se refiere al maíz amarillo. El precio de venta en enero es de $0,50 / $0,70/kg; mien-tras que vendiendo durante el año, puede obtenerse un precio de $1/kg. En estas condiciones, la inversión en silos mencionada más arriba puede recuperarse en una sola cosecha.

La estimación del impacto potencial asume, entonces, como supuesto fundamental los precios de venta en los dos momentos mencionados:

53. Todos los cálculos monetarios de este capítulo están hechos con precios del año 2006.

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* Precio de venta a la cosecha $0,60/kg promedio.* Precio de venta diferido o de realización a medida que la produc-ción es demandada $1/kg en promedio.a) Se trabaja con la hipótesis de un rendimiento del maíz de 800 kg/ha para aislar los efectos de esta tecnología, de aquéllos que pudieran derivarse de otras propuestas (por ejemplo, de la siembra directa).b) Por otra parte, se considera el impacto de esta tecnología en los PP-III, como se hizo en el capítulo 2.5. La capacidad de almacena-miento total de los PP regionales es el 5% de la producción de soja, maíz y girasol, y puede pensarse como existente sobre todo en el tipo PP-I.c) La estimación se aplica además al 60% de la producción maicera de los PP-III, bajo el supuesto de que es esa la proporción que tales productores dedican al cultivo del maíz amarillo, valorado por su destino al consumo humano.d) El valor bruto de la producción maicera sin tecnología para los PP-III es de $720/EAP y con tecnología de $1.200/EAP, lo cual im-plica un impacto del 67%. El incremento del valor bruto producido para los PP-III es de más de $2 millones.

Hay que tener en cuenta que, si consideramos el total de la superficie cultivada con maíz, girasol y soja, el primero de estos cultivos representa el 14% y, por lo tanto, el análisis precedente se refiere a esa proporción de los cultivos.

Por último, más allá de las inversiones necesarias que como se indicó al describir la tecnología serían compatibles con sus ingresos incrementales, se trata de un cambio en las prácticas y orientaciones de los productores —tal vez menos exigentes que el cambio cultural propio de la siembra di-recta— pero no por ello menos importantes.

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PP-I PP-II PP-III TotalTOTAL EAP 5.270 6.458 11.165 22.893

EAP con maíz 852 1.894 4.365 7.111

% EAP con maíz 16,2 29,3 39,1 31,1

Sup. implantada con maíz (ha) 14.913 17.872 10.907 43.692

Sup. con maíz / EAP con maíz 17,5 9,4 2,5 6,1

Producción (kg) 7.158.144 8.578.752 5.235.408 20.972.304

VBP sin tecnología ($) 4.294.886 5.147.251 3.141.245 12.583.382

VBP sin tecnología / EAP ($) 5.041 2.718 720 1.770

VBP con tecnología ($) 7.158.144 8.578.752 5.235.408 20.972.304

VBP con tecnología / EAP ($) 8.402 4.529 1.199 2.949

Impacto con tecnología ($) 2.863.258 3.431.501 2.094.163 8.388.922

Impacto por EAP ($) 3.361 1.812 480 1.180

% Impacto 66,7 66,7 66,7 66,7

Fuente: Elaboración propia con datos del reprocesamiento para este estudio de la base usuario CNA 2002 IICA-PROINDER.

Tabla 2.6.1. Región Chaco húmedo. Estimación del impacto potencial de la adopción de una tecnología para la conservación de granos

a nivel familiar. 2002

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Alambrados eléctricos para el manejo de mallines y refugios para corderos en la región patagónica

Mediante el empleo de alambrados eléctricos se pueden generar áreas más pequeñas de pastoreo para ejercer acciones de ayuda y control durante la parición, tanto de ovejas como de cabras. Esto per-mite disminuir la mortandad por problemas de parto o predación y realizar suplementación alimenticia, si fuera necesario. Un cobertizo adicional favorece el control de agentes climáticos y vínculos madre-cría, mejorando aún más los porcentajes de crías logradas. Un cobertizo consiste en una edificación sencilla, realizada con materiales locales, que se complementa con un corral y, si es posible, con un potrero o área de pastoreo mas intensivo.

El cobertizo se puede realizar con dife-rentes materiales y formas pero debe respetar varios aspectos: la ventilación, para evitar la humedad y enfermeda-des; la exposición al sol, para captar luz y calor; y las dimensiones, para impedir el hacinamiento. La pendiente de los techos es necesaria en los luga-res donde se acumula nieve. Para la construcción es conveniente emplear los materiales disponibles en la zona o que se consigan más facilmente en el comercio. Para las paredes se puede emplear adobe, cantoneras o chapas. Si bien puede dar otras prestaciones, no se lo debe confundir con un galpón.

Chivas resguardadas en el cobertizo al inicio de la parición.

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El empleo de los cobertizos se ha difundido en los últimos años en la crianza de cabras de Angora.

Es necesario disponer de un área de pastoreo vinculada al cobertizo para que permanezcan allí las madres con las crías después de parir.

El alambrado electrificado con panel solar es el modo más práctico de generar potreros vin-culados a los cobertizos.

Los mallines son sitios adecuados para las áreas de pastoreo, debido a que ofrecen mucho forraje y requieren menos alambrado.

Las madres con sus crías deben permanecer entre 24 y 72 horas en el cobertizo.

Un corral unido al cobertizo facilita el manejo y permite que los animales opten por perma-necer dentro o fuera del mismo, aumentando su capacidad.

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Manejo integrado de Carpocapsa en nogal

La carpocapsa, en Catamarca, constituye la mayor limitante productiva y produce pérdidas de entre 20 y 60 por ciento. Para controlar las elevadas poblaciones de carpocapsa se recurre a un con-junto de prácticas y conocimientos relacionados con: la biología de la plaga; los monitoreos; las varie-dades de nogal; el registro de temperaturas; las tácticas de manejo que combinan prácticas culturales, métodos químicos y biológicos; la capacitación de los productores; la transferencia de la tecnología apropiada; etc.; para la paulatina incorporación de un manejo racional tendiente a establecer el control integrado de la plaga.

La reconversión varietal de cul-tivares selectos es otra herra-mienta de manejo integral.

La trampa a base de feromona sexual posibilita la captura de adultos machos de carpocapsa y permite establecer la diná-mica poblacional de la plaga.

Bajado de trampa para recuento de machos capturados en el piso engomado.

El recuento de machos adultos debe realizarse tres veces por semana. Detalle del piso engo-mado y la cápsula con el atra- yente sexual.

Encuentro participativo de téc-nicos con productores nogale-ros para difundir la tecnología.

Productor capacitándose en el reconocimiento de la plaga.

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Otra forma complementaria de determinar la oportunidad de tratamientos es mediante el registro de temperaturas acumuladas (carpo-grados).

Productora registrando en el cuaderno fito-sanitario datos de capturas, fechas de tra-tamientos, prácticas, productos empleados, dosis, costos, etc.

Bioinsecticida a base de un virus específico de carpocapsa inocuo para el ambiente y atracticida de bajo impacto ambiental que han demostrado -a nivel de ensayos- alta eficacia para el control de carpocapsa.

Momento oportuno de aplicación del agroquí-mico. Esto permite utilizar menor cantidad y es más efectivo.

Selección de nueces teniendo en cuenta tamaño, color y sanidad.

Lograr una alta calidad competitiva posibilita alcanzar elevados precios del producto y muy buena rentabilidad.

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Secaderos solares de pimiento para pimentón en la región Valles del Noroeste

Es un sistema de secado basado en microtúneles sobreelevados, con estructura de madera y arcos de hierro liso y con cobertura de polietileno perforado. La carga con los frutos frescos se realiza en bandejas movibles o cañizo.

Este método utiliza la energía solar para el secado de los frutos, con mayor eficiencia respecto del tradicional y reducción del tiempo de secado. Se obtiene finalmente un producto con elevados estándares de calidad física, química y bacteriológica, mejorando significativamente el rendimiento comercial. Además, la tecnología se adecua a las pautas culturales del productor pimentonero de la región, ya que es fácil de construir, con materiales propios de la zona, y requiere un manejo sencillo de las operaciones de carga y descarga.

Plantas de pimiento en cultivo con frutos en estado de madurez para cosecha.

Secadero con base de cañizo. Secadero con base de bandejas movibles car-gadas con fruto fresco, al inicio del secado.

Construcción de secadero con base de cañizo.

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Secadero con base de cañizo cargado con fruto fresco, al inicio del secado.

Frutos de pimientos secos, listos para su pro-cesamiento.

Capacidad de secado de un módulo de 100 metros lineales

Período de secado meses 3Duración de secado por tanda 7 díasTandas de secado 13Capacidad de secado por tanda 300 kgCapacidad de secado mensual 1.200 kgCapacidad de secado por período 3.600 kgCapacidad de secado por período (para un rendimiento de 1.200 kg/ha) 3 ha

Vista general del secadero tipo microtúnel sobrelevado.

Productoras colocando cobertura de polieti-leno perforado.

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El sistema de siembra directa en el sector campesino es un proceso abierto, sin paquetes tec-nológicos preestablecidos, donde los insumos más importantes son el conocimiento y el ingenio de productores y técnicos. Generar y mantener una abundante cobertura verde o seca sobre el suelo es un aspecto central en la sostenibilidad del sistema.

Melilotus para recuperación de salitrales. Resiembra natural. Abono verde de invierno.

Cobertura seca de mucuna y maíz. Aplastado de cobertura con rastra de discos. Siembra directa simultánea. Tracción con caballos (jornada demos-trativa).

Abono verde: mucuna ceniza en pleno desarrollo. Cobertura cien por cien. Óptimo control natural sobre plantas indeseables.

Mucuna ceniza para mejorar el suelo, acumular humedad y controlar malezas, en una plan-tación nueva de banana.

Siembra directa sobre cober-tura de mucuna. Tracción con bueyes.

Siembra directa sobre cober-tura de mucuna y maíz. Tracción con caballos.

Sistema de siembra directa para pequeños productores

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Zapallito de tronco (con protección para helada) consociado con maíz. Siembra directa sobre cobertura de mucuna.

Suelo suelto, esponjoso, con humedad constante, bajo cober-tura permanente de mucuna.

Caseta secadora de granos. Per-mite anticipar la cosecha. Junta-das las espigas en el momento adecuado, los granos completan el secado conservando calidad y capacidad como semilla.

Silo metálico (chapa galvanizada) de 600 kg. Apropiado para con-servar granos en perfecto estado durante todo el año.

Siembra directa con sembradora de 1 surco, sobre cobertura de avena negra.

Durante el invierno, el abono verde se puede aprovechar, en forma controlada (ej. 1 hora/día), como forraje.

Manejo poscosecha y conservación de granos a nivel familiar

Conocer y emplear un correcto sistema de conservación de granos es un aspecto clave para la alimen-tación y la economía campesina.

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La presente identificación de líneas fundamentales en materia de inves-tigaciones tecnológicas específicamente orientadas a los PP constituye, en primer lugar, un conjunto de consideraciones a las que ha podido arribarse como consecuencia de las diversas tareas de este estudio —expuestas en las dos primeras partes— y de la lectura de algunos documentos ela-borados a ese respecto en el PROINDER. Una referencia a estos últimos figura en la bibliografía.

En segundo lugar, dicha identificación no pretende tratar tan importante asunto de un modo sistemático y exhaustivo. Se limita al intento de regis-trar aquellas observaciones surgidas durante el desarrollo de un estudio con amplios alcances, como el que aquí se expone.

Las observaciones sobre líneas identificadas, en tercer lugar, se agru-pan en tres capítulos:

3.1.- Líneas orientativas, en el sentido de enfoques teórico-metodo-lógicos que se aprecian pertinentes para las investigaciones tecno-lógicas para pequeños productores. 3.2.- Líneas temáticas, referidas a aquéllas que parecen priorita-rias a partir de la lectura de este estudio y de otros documentos del PROINDER. 3.3.- Líneas operacionales, derivadas de las experiencias de diseño, implementación y evaluación de investigaciones tecnológicas para pequeños productores del PROINDER, registradas en los documen-tos consultados u observadas por el propio equipo de este estudio.

Por último, al sólo efecto de facilitar la exposición y excluir discusiones ajenas al interés central de esta parte del estudio, se adopta aquí el término investigaciones tecnológicas para pequeños productores (ITPP) que evita referirse a las diversas calificaciones que han recibido estas tecnologías (apropiadas, adaptadas, adoptables, etc.).

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Capítulo 3.1

Líneas orientativas

Primer lineamiento orientativo

Las tecnologías para PP están comprometidas en diversas formas y grados por sus modos de pertenencia al proceso de reproducción social. En términos estrictos, en realidad, esto es válido para todo agente econó-mico. Lo específico del caso de los PP estriba en sus particulares caracte-rísticas como sujetos sociales, las que fundamentalmente están referidas a que: difieren en varios sentidos de las unidades empresariales “típicas” (por ejemplo, en relación con el papel clave del trabajo familiar y las limi-taciones para sostener la capitalización en el caso de los PP); presentan significativas fuentes de heterogeneidad económico-social, que inciden en sus inserciones estructurales, y son determinadas por factores contextuales específicos de acuerdo con las particularidades que sus transformaciones adoptan respecto de aquéllas que son hegemónicas en la sociedad en su conjunto. Las tecnologías para PP tienen, por lo tanto, dimensiones analíti-cas intraprediales y extraprediales, sincrónicas y diacrónicas, particulares, implicando con ello que sus diseños teórico-metodológicos comprenden a las ciencias naturales y a las ciencias sociales. Un enfoque capaz de integrar en forma consistente los elementos teórico-metodológicos de unas y otras se constituye, entonces, en una orientación fundamental que se requiere para las investigaciones tecnológicas para PP.

Como es bien sabido, la noción de ITPP ha sido tratada en una amplia bibliografía especializada. Este estudio se limita a documentos producidos en el marco del PROINDER, a fin de circunscribirlo al sentido con el que es aplicado en dicho programa.

Cáceres (2005) plantea que “La tecnología para pequeños productores, dependiendo de cada realidad en particular, debe ser: accesible/ compren-sible/ transformable; aumentar la productividad del trabajo; minimizar los impactos negativos; contribuir a la estabilidad productiva; estar adaptada a

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las condiciones reinantes en sus sistemas productivos; proponer canastas con opciones diversificadas.”

Ahora bien, Cáceres (2007) centrando la atención en un aspecto que él mismo subraya, sostiene que debe enfocarse al concepto de “tecnologías apropiadas” como un “concepto situado”, aludiendo con ello, entre otras ideas, a la necesidad de “(...) observar su grado de adecuación a cada contexto socio-productivo.” Puesto que “El conocimiento de la realidad pro-ductiva de los pequeños productores no se agota en lo intrapredial. Existen factores o elementos que frecuentemente exceden los límites de la unidad de producción, e influyen en el desempeño de determinadas tecnologías.”

Insiste, entre otras advertencias importantes, que tal enfoque debe con-siderar “(...) la necesidad de conocer profundamente la realidad en la que se pretende que estas tecnologías vayan a operar (...) Resulta relevante además, conocer los procesos históricos en los que estas comunidades están inmersas. Sería de gran utilidad, también, determinar las tenden-cias socio-productivas de los potenciales beneficiarios (y de la región que los contiene), a fin de construir hipótesis sobre los escenarios emergentes más probables. Este último aspecto es especialmente importante cuando se hace referencia a tecnologías que implican la modificación del sistema en una dirección determinada por un lapso más o menos prolongado”. Y considera “(...) la necesidad de encuadrar las nuevas tecnologías en el marco de sistemas productivos específicos, en un contexto particular, y con una determinada trayectoria socio-productiva”.

Y, sobre todo, “la contextualización de las nuevas tecnologías en el mar-co de las estrategias productivas y de reproducción social desarrolladas en cada momento histórico por cada comunidad de pequeños productores”.

Dados estos elementos conceptuales del término ITPP, puede plan-tearse que el tratamiento propuesto por Cáceres remite a dos perspectivas combinables entre sí. Por ello, se propone aquí una clasificación meramen-te instrumental de sus dimensiones analíticas, es decir, elaborada al solo efecto de especificar aquellas dimensiones que deberían ser tenidas en cuenta en diferentes momentos de las ITPP.

Por un lado, las dimensiones tecnológicas “intraprediales”, aquéllas que ocurren al interior de un sistema productivo, y las “extraprediales”, aquéllas presentes en el contexto de dicho sistema, de cualquier tipo que sean, siempre que incidan en alguna tecnología intrapredial.

Por el otro, las dimensiones tecnológicas sincrónicas, aquellas situacio-nes o modalidades tecnológicas existentes en un momento determinado, y las diacrónicas, aquellos procesos o transformaciones que ocurren en un lapso particular.

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Dimensión 1. Intrapredial 2. Extrapredial

1. Sincrónica

1.1. Situación de las moda-lidades tecnológicas de un conjunto de sistemas pro-ductivos de una región.

1.2. Contexto agroproductivo y/o socioeconómico de un con-junto de sistemas productivos de una región, con incidencia en sus modalidades tecnológicas.

2. Diacrónica

2.1. Procesos de transfor-mación de las modalidades tecnológicas de un conjunto de sistemas productivos de una región.

2.2. Procesos de transforma-ción de los contextos agropro-ductivos y/o socioeconómicos de un conjunto de sistemas productivos de una región, con incidencia en las trayectorias de sus modalidades tecnológicas.

En concordancia con lo que señala el autor, el análisis de una ITPP es tanto mejor cuanto más se avanza hacia la perspectiva 2.2. Sin embargo, dicho análisis depende críticamente del volumen y la calidad de la infor-mación disponible en cada caso y, por lo tanto, del diseño teórico-meto-dológico de la investigación misma.

En efecto, un diseño centrado en el modelo experimental de las cien-cias naturales, es decir, uno circunscripto a dichas ciencias y/o en el que el enfoque de investigación de las ciencias sociales tuviese un carácter homogeneizante de los factores que determinan las conductas de los PP o en que lo socioeconómico tuviese un papel meramente subsidiario, podría presentar limitantes para cumplir con el propósito de generar y/o validar una tecnología para dichos productores. No se trata de una negación del papel, obviamente ineludible, de las ciencias naturales ni de rivalidades entre campos científicos, se trata de una cuestión de enfoque para el abor-daje de la investigación aplicada a un recorte específico de la realidad. Este enfoque capaz de integrar en forma consistente los elementos teórico-me-todológicos tanto de las ciencias naturales como de las ciencias sociales se constituye, como se señaló más arriba, en una orientación fundamental que se requiere para las ITPP.

Este enfoque propone incluir en un marco más amplio a otros compati-bles con él, aunque pudieran ser menos abarcativos. Algunos centrados en un campesinado pobre, caracterizado por la diversidad productiva, la pro-ducción alimentaria y la tecnología de bajos insumos, por ejemplo. Dichas características, en principio, difieren de las que predominan en la Argentina entre ese tipo de productores: especialización, cultivos industriales, difu-sión de insumos externos.

Pero más allá de esta cuestión, que no invalida su aplicabilidad en las numerosas situaciones del país en las que es pertinente, la línea aquí iden-tificada propone abarcar a todos los tipos de PP. En otras palabras, propo-ne que los diseños de investigación tecnológica deberían dar cuenta de las

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significativas dimensiones económicas y sociales de heterogeneidad que le son propias. Así pues, los determinantes de sus conductas tecnológicas diferirán, sin duda, entre productores familiares de tipo campesino pobres o medios, con diversos grados de capitalización, en situaciones estables o en procesos de descomposición ascendente o descendente, conformados principal o exclusivamente como productores agropecuarios o involucra-dos en una pluralidad de actividades e ingresos extraprediales, tanto si los descentran de la unidad productiva como si no lo hacen, encuadrados en configuraciones grupales o colectivas productivas o culturales o de cual-quier otro tipo, etc.

Otros enfoques se abocan, esencialmente, a la formulación de un deside-ratum, de un modelo tecnológico a alcanzar en función de su deseabilidad.

En este sentido, la importancia atribuida aquí a la heterogeneidad de las unidades, los sujetos y los contextos en los que se desenvuelven los pequeños productores, implica que —independientemente de la indudable deseabilidad que asiste a muchos de esos modelos— la investigación tec-nológica a ellos dirigida debería diseñarse considerando preferentemente el proceso mediante el cual se va desde sus situaciones concretas actuales hasta dicho desideratum.

Por otra parte, existen enfoques metodológicos que se han propuesto diversas formas de vinculación entre teoría y práctica: intentando producir conocimiento impulsado por una necesidad social, colocándose así entre la investigación teórica y la aplicada; formulando diagnósticos expeditivos con vistas a la ejecución más o menos inmediata de acciones concretas y, por ello, ubicándose más cerca de la investigación aplicada; o, proponién-dose el logro simultáneo de avances teóricos y cambios sociales, de modo de situarse de lleno en una acción concreta.

Estos enfoques pueden ser también compatibles con la propuesta aquí planteada. Los papeles activos que por diferentes vías pueden cumplir los PP en muchos de ellos, las diversas formas de interacción entre los distintos saberes de los actores involucrados, los variados requerimientos en función de las necesidades y/o las acciones a emprender con aquellos agentes a quienes se dirigen las tecnologías, implican, en realidad, estrategias cuyos resultados serían mejores cuanto mejor sea la capacidad del diseño de in-vestigación para dar cuenta del complejo de factores específicos que deter-minan la conducta productiva y tecnológica de los pequeños productores.

Lo que se desea subrayar es que, al abordar una realidad particular, el bagaje acumulado por las ciencias sociales aplicadas a esa realidad misma u otras comparables y las normas generales teórico-metodológicas de las ciencias sociales deberían materializarse en el diseño de la ITPP de que se trate.

Se reafirma entonces la presunción acerca de las limitaciones que po-drían presentar las investigaciones tecnológicas del tipo aquí específica-mente tratado, por un lado, en los casos en que sean hechas mediante di-seños circunscriptos a modelos experimentales propios de las ciencias na-turales o, por el otro, en aquéllos en los que las dimensiones analíticas de

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carácter socioeconómico no aparezcan como determinaciones concretas en los enfoques hechos desde las ciencias sociales. En pocas palabras, sería muy difícil en tales casos, cumplir con el propósito de generar y/o va-lidar tecnologías para PP. Un enfoque que integre en forma consistente los elementos teórico-metodológicos tanto de las ciencias naturales como de las ciencias sociales es, en conclusión, una orientación fundamental que se requiere para las ITPP.

Segundo lineamiento orientativo

Las ITPP, por razones semejantes a las expuestas en I., deben abarcar una pluralidad de aspectos intraprediales y extraprediales, intrasectoriales y extrasectoriales; y deben comprender temas de producción, comercia-lización y mercadeo, transformación artesanal y agroindustrial, gestión y organización, etc.

En un texto elaborado durante la formulación del PROINDER (Carballo, 1996: 35-38) y a propósito del análisis de las 774 iniciativas relevadas en aquella oportunidad, se clasificaron los diferentes “tipos de tecnologías”, con un criterio generalmente aceptado. Se hicieron, además, consideracio-nes consistentes con los planteamientos hechos en I., razón por la cual son glosadas en este punto.

Tecnologías para la producción: el autor alude aquí al significado más restringido de tecnologías intraprediales y fundamenta con el relevamiento mencionado, la necesidad de no considerarlas en forma aislada.

En efecto, “Solamente en un pequeño número de casos la producción se considera afectada por un solo motivo, siendo lo más frecuente que los resultados productivos se asocien a un conjunto de varias causas y, por lo tanto, requieren respuestas complejas (...) Los problemas institucionales, organizativos y políticos son claramente expuestos como variables rele-vantes para comprender el contexto y avanzar en las soluciones.”

De hecho, los casos presentados en la segunda parte de este estudio tienen en cuenta este tipo de consideraciones.

Tecnologías para la comercialización: corresponde diferenciar aquí las temáticas habituales de los estudios de comercialización y mercadeo de las cuestiones específicamente tecnológicas que pueden presentarse en las etapas de postcosecha, sin constituir por ello procesos agroindustriales. El relevamiento de iniciativas ya mencionado, también aportó lineamientos en esta materia.

“Similarmente a lo observado en el análisis de los aspectos productivos, se asigna a una combinación de causas la responsabilidad por las dificulta-des, muchas veces relacionadas al producto actualmente ofertado.”

Tecnologías para la transformación agroindustrial: “La transformación de productos primarios por sus propios productores, con destino, al menos parcial, al mercado, representa una alternativa importante para agregar

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valor, satisfacer necesidades básicas, generar empleo, retener mayor pro-porción de los excedentes, o aumentar los ingresos monetarios. La satis-facción de todos estos elementos, o de alguno en particular, hace de este tipo de agroindustrias un instrumento más del desarrollo rural que requiere de tecnologías de productos y procesos apropiados.”

El autor cita la definición REDAR de ”agroindustria rural campesina” como ”la actividad que permite valorizar la producción de las pequeñas unidades campesinas silvo-agropecuarias, pesqueras, acuícolas, median-te la ejecución de una serie de actividades de post-cosecha, tales como el acopio o almacenaje cuando implique clasificación, pre-industrialización (descascarado, lavado, etc.) transformación o industrialización, conser-vación, empaque y la comercialización de dichos productos, aunque esta última sea esporádica u ocasional”. La definición excluye toda actividad relacionada con elementos no orgánicos —pueden dar lugar a industrias rurales pero no a agroindustrias— e incluye las unidades de transformación de propiedad campesina instaladas tanto en zonas rurales como urbanas siempre que su materia prima sea básicamente de origen agropecuario.”

“Sin embargo el enfoque efectuado por REDAR no agota todos los mode-los de agroindustria puestos en marcha en el sector de los pequeños produc-tores, ni de los potencialmente esperables como resultado de los avances ya logrados a nivel de pequeños grupos.” El autor alude a las variadas experien-cias que desde entonces han venido implementándose en todo el país con financiamiento del FPP-BID (Fondo para Pequeños Proyectos).

Tecnologías para la organización: “Los programas y proyectos dirigidos a los pequeños productores prácticamente desechan la atención al produc-tor aislado, promoviendo e involucrando grupos u organizaciones de los beneficiarios. Además de razones estrictamente ligadas a los costos ope-rativos y a la eficiencia-eficacia de las intervenciones, resulta evidente en la actualidad que el pequeño agricultor aislado no puede sobrevivir como productor.” “Por ello configurar organizaciones funcionales se constituye en un objetivo imperioso a fin de alcanzar economías de escala, tener acceso a bienes y servicios en condiciones satisfactorias, negociar con proveedo-res de insumos y compradores, implantar servicios de gestión adecuados, etc. La organización puede restringirse sólo a eso u orientarse también al fortalecimiento de la capacidad de conservar o incrementar la actual par-ticipación en los resultados económicos de la actividad productiva, algo impensable sin fortalecer su protagonismo social y político.”

Estos señalamientos están refrendados por la ya amplia experiencia acumulada por los programas de desarrollo rural que vienen implementán-dose desde principios de los años ochenta en la Argentina, respecto de la importancia de las técnicas organizativas propiamente dichas. Pero, como el mismo autor anotaba en aquella oportunidad, las tecnologías de gestión en su sentido propio tienen la suficiente independencia como para reclamar un lugar especial dentro de las ITPP. Numerosos materiales sobre gestión de organizaciones y unidades de PP, producidos por instituciones interna-cionales, nacionales y privadas así lo confirman.

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Capítulo 3.2.

Líneas temáticas

Primer lineamiento temático

Las temáticas de las ITPP deberían priorizarse desde un doble punto de vista. Desde este punto, en primer lugar, las líneas temáticas de las ITPP deberían priorizarse en función de la importancia relativa para los PP en términos de una o más variables significativas: número de PP invo-lucrados, grado de difusión del producto al que se aplica, volumen o valor de la producción, representatividad del sistema productivo potencialmente adoptante, replicabilidad de la tecnología propuesta, etc.

Así pues, las líneas temáticas deberían surgir de las actividades que se pre-sentan en este estudio, tanto de los productos como de las tecnologías. Para cada región se deberían tener en cuenta los tipos de PP predominantes.

Alguna ponderación de productos o zonas prioritarias podría resolver una valoración inicial de los proyectos presentados. Esa ponderación po-dría provenir de los resultados de este estudio.

Segundo lineamiento temático

Las líneas temáticas de las ITPP deberían priorizarse, en segundo lu-gar, sobre la base de criterios de consistencia técnico-agronómica y so-cioeconómica: carácter secuencial de los requerimientos agronómicos, condiciones del ciclo productivo de corto-largo plazo, perfil tradicional o innovador de la propuesta; impacto cuantitativo y cualitativo en el trabajo familiar, impacto en el volumen absoluto y relativo de las inversiones y gastos monetarios, etc.

Respecto del primer grupo de criterios, una de las ejemplificaciones po-sibles es la siguiente: los proyectos que contemplan mejoramiento genético animal deberían tener una evaluación previa de condiciones ambientales y

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nutricionales preexistentes. Otra ejemplificación viene dada por la necesi-dad de la previa resolución de cuellos de botella en requerimientos básicos (disponibilidad y calidad de agua, calidad de suelos, infraestructura, sani-dad, etc.) respecto de problemas productivos específicos.

Con relación al segundo grupo de esos criterios, una breve descrip-ción inicial de las características de la tecnología propuesta y los sistemas productivos de PP permitiría identificar cuellos de botella. Por ejemplo: re-querimientos de insumos, de inversión, de mano de obra vs. fuentes de ingreso, balance de mano de obra, etc.

En suma, cabe enunciar brevemente algunos interrogantes para la re-flexión, según surgen de la experiencia adquirida durante la ejecución del subcomponente Investigaciones del PROINDER 1999-2006. En particular, aquéllos referidos a diversos criterios para el análisis, priorización o eva-luación de los proyectos.

I. ¿Cuál o cuáles pueden ser los criterios más adecuados para prio-rizar proyectos de investigación sobre tecnologías para pequeños productores?: número de pequeños productores involucrados en los resultados del proyecto; grado de difusión del producto al que se aplica la tecnología en cuestión; volumen o valor de la produc-ción en la que es adoptable dicha tecnología; representatividad del sistema productivo potencialmente adoptante; replicabilidad de la tecnología propuesta; etc.II. ¿Cuáles podrían ser los criterios de consistencia agronómica y socioeconómica de los proyectos?: carácter secuencial de los re-querimientos agronómicos (por ejemplo, casos de ganadería en los que la investigación sobre pasturas debería preceder a aquéllas referidas a cuestiones genéticas); condiciones del ciclo producti-vo de corto-largo plazo (por ejemplo, casos en los que el tipo de producción potencialmente adoptante involucra largos períodos de maduración); perfil tradicional o innovador de las tecnologías o acti-vidades que resultarían propuestas respecto de las que son efecti-vamente utilizadas por los pequeños productores involucrados (por ejemplo, investigaciones sobre sistemas de labranza, variedades cultivadas, productos no utilizados, etc., con lo cual podría reque-rirse mejor capacitación); impacto cuantitativo y cualitativo en el trabajo familiar (por ejemplo, reestructuraciones o incorporaciones derivadas de la nueva tecnología que modifiquen la oportunidad o las destrezas requeridas); impacto en el volumen absoluto y relativo de las inversiones y gastos monetarios (por ejemplo, montos y pro-porciones en las inversiones/costos de equipos/gastos por parte de sistemas productivos y/o tipos de pequeños productores potencial-mente adoptantes).III. ¿Cuál es el modo más adecuado de considerar en el diseño y ejecución de los proyectos de investigación sobre tecnologías para pequeños productores, sus características como sujetos sociales más allá de la unidad productiva?: actividades y/o ingresos extrapre-

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diales o extraagrarios, aspectos culturales y otros no estrictamente prediales pero que pueden influir en la adopción y resultados de la tecnología propuesta. IV. ¿Cuál debería ser la amplitud temática de las investigaciones sobre tecnologías para pequeños productores, teniendo en cuenta que muchas veces hay que incluir no sólo aspectos técnicos en la producción, sino también en la comercialización y mercadeo, en la transformación artesanal y agroindustrial, en la gestión y organiza-ción, etc.?V. ¿Qué lecciones nos brinda la experiencia de efectiva adopción de las tecnologías propuestas en los proyectos financiados? Este interrogante se vincula al asunto de las tecnologías de proceso y de bajo costo e inversión. Algunas de las conclusiones de uno de los análisis de consistencia de dichos proyectos [Román y Audero (2004)] detectaron una mayor frecuencia de adopción en aquellos casos de tecnologías caracterizadas por su bajo costo, su sencillez y la fácil adoptabilidad. Esto no implica la exclusión de proyectos que apunten a otro tipo de tecnologías, sino que es conveniente que dichas características se constituyan en objetivos a alcanzar.

A título ilustrativo, se agrega a continuación el listado de líneas de in-vestigación aplicada sobre tecnologías para la agricultura familiar, selec-cionadas a efectos de la convocatoria abierta para el PROINDER Adicional 2009-2011 mediante una serie de talleres con instituciones públicas y pri-vadas, investigadores, técnicos y productores:

Línea 1: Suelos, hábitat54 y calidad de vida.

1.1. Mejoramiento del hábitat familiar, enmarcado en la sustentabi-lidad de los recursos naturales y el medio ambiente. Mejoramiento de núcleos húmedos (letrinas, cocinas, manejo de residuos, etc.). Recuperación de modalidades de arquitectura vernácula.1.2. Disponibilidad de agua con calidad adecuada en o cerca de la vivienda.1.3. Actividades (y sus modalidades) que contribuyan al mejora-miento de la seguridad y la soberanía alimentarias.1.4. Acondicionamiento climático (calefacción, ventilación, etc.) de la vivienda rural.1.5. Aprovechamiento y/o mejoramiento de las unidades productivas familiares, enmarcado en la sustentabilidad de los recursos natura-les y el medio ambiente.

54. Comprende a la vivienda rural y otros ámbitos domésticos; así como al entorno en que se llevan a cabo producciones orientadas al consumo familiar, integralmente considerado.

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1.6. Diseño y/o adaptación de diversos componentes de la infraes-tructura predial de los agricultores familiares (AF).1.7. Conservación, recuperación y/o manejo ambientalmente sus-tentable de los suelos.

Línea 2: Agua. Diversas tecnologías de acceso y uso del agua (para consumo humano, higiene humana, consumo animal, riego y agroin-dustria familiar).

2.1. Control de calidad, recuperación y plantas de tratamiento del agua para uso doméstico y/o productivo.2.2. Instrumentos destinados a facilitar el acceso y/o asegurar la potabilidad del agua para uso humano.2.3. Tecnologías adaptadas a usos irrigatorios alternativos (domés-ticos, productivos, etc.) por parte de los AF. 2.4. Adaptación y/o desarrollo de equipos de riego de bajo costo. Adecuación de los mismos para la producción de cultivos (bajo cu-bierta, extensivos, etc.).2.5. Diversas modalidades de uso del agua con vinculación a otras temáticas (recuperación de suelos, actividades agroindustriales, etc.).2.6. Captación, obtención y/o retención de agua para uso animal.2.7. Tecnologías de acceso y uso del agua en zonas áridas y se-miáridas.2.8. Tecnologías para usos productivos del agua relacionados con la pesca, la acuicultura (en reservorios naturales o artificiales), etc.2.9. Tecnologías para el manejo de diversas situaciones de exceso hídrico.2.10. Manejo de microcuencas hídricas, a escala de la AF.

Línea 3: Energía. Tecnologías para mejorar la disponibilidad y los usos de la energía. Energías renovables y/o de mayor eficiencia. Energías alternativas (no derivadas de combustibles fósiles).

3.1. Provisión y/o aprovechamiento a nivel de vivienda rural, de ener-gías alternativas: eólica, solar, biogás, tracción animal, dendroener-gía (uso eficiente de la energía de la leña y el carbón), etc.3.2. Otros aprovechamientos a nivel de la AF, de energías alternati-vas: eólica, solar, biogás, tracción animal, dendroenergía, etc.3.3. Utilización de energías alternativas para captar agua, calefac-cionar invernáculos, alimentar maquinarias y operar equipos de frío para la poscosecha de frutas y hortalizas.3.4. Adaptación y/o diseño de instalaciones alimentadas con fuen-tes de energía alternativas, para el secado y almacenamiento de productos.

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Línea 4. Maquinarias y herramientas. Desarrollo, rescate, adapta-ción, usos asociativos.4.1. Desarrollo, rescate y/o adaptación de pequeñas maquinarias y herramientas destinadas a AF.4.2. Tecnologías de uso y mantenimiento de maquinaria destinadas al uso asociativo de AF.

Línea 5. Recursos genéticos y biodiversidad. Preservación de los derechos respectivos de las comunidades locales y del dominio público.5.1. Disponibilidad, acceso, rescate y/o recuperación, conservación y protección de recursos genéticos y de la biodiversidad.5.2. Diversificación productiva y semillas en sistemas productivos de AF.5.3. Selección de animales (ej.: mejoramiento con el material local). 5.4. Rescate e investigación sobre recursos naturales y saberes po-pulares, en función de su aplicación al cuidado de la salud.

Línea 6. Sistemas productivos agrícolas.

6.1. Diversificación productiva que contribuya a garantizar la seguri-dad y la soberanía alimentarias.6.2. Incorporación de semillas y nuevas variedades adaptadas a las condiciones agroecológicas y socioeconómicas de los AF.6.3. Mejoramiento de las técnicas de cultivo a escala de los AF.6.4. Adaptación o elaboración de nuevas estrategias para el control de plagas, enfermedades e inclemencias climáticas, adecuadas a los AF.6.5. Reconversión productiva orientada al mejoramiento de las con-diciones de vida y producción de los AF.6.6. Diversificación productiva a través de la integración de agricul-tura, ganadería y/o forestación.

Línea 7. Sistemas productivos ganaderos.7.1. Rescate, adaptación y/o diseño de sistemas de infraestructura ganadera (instalaciones, reparo, cercados alternativos para delimi-tar explotaciones, apotrerar y acorralar al ganado, etc.).7.2. Rescate, adaptación y/o diseño alternativo de tecnologías ade-cuadas a las correspondientes regiones agroclimáticas, para el de-sarrollo de la ganadería: control de enfermedades, parasitosis, etc.7.3. Rescate, adaptación y/o desarrollo de técnicas de manejo de reproducción para uniformar, estacionar y escalonar la producción ganadera y aumentar la producción de forraje en las épocas de menor oferta forrajera.

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7.4. Rescate, adaptación y/o desarrollo de formas alternativas para aumentar la producción, recolección y almacenaje de forraje en forma sustentable: tecnologías que permitan el uso de praderas naturales, adaptación de variedades forrajeras de mayor valor nutri-cional, etc., construcción de mapas forrajeros en la medida en que comporten generación y/o adaptación tecnológica.

Línea 8. Bosques y montes nativos.8.1. Adaptación y/o desarrollo de técnicas de manejo para mantener bosques y montes nativos de forma sustentable: establecimiento de sistemas silvopastoriles, agrosilvopastoriles, control biológico de arbustales, recuperación de áreas degradadas, extracción de leña, etc. Adaptación y/o desarrollo de maquinarias, herramientas. Aprovechamiento de los recursos maderables y no maderables.8.2. Desarrollo de técnicas de manejo sustentable para el cultivo de plantas con fines alimenticios y medicinales y otros propósitos ambientalmente sustentables, bajo bosque o monte.8.3. Rescate de saberes locales relacionados con las técnicas de manejo de bosques y montes nativos.

Línea 9. Tecnologías vinculadas a la gestión.9.1. Tecnologías higiénico-sanitarias y/o bromatológicas adecuadas para la habilitación de productos de la AF.9.2. Caracterización (casero, natural, artesanal, tradicional, etc.) de productos específicos de AF, adecuadas para potenciales regis-tros.9.3. Tecnologías para el mejoramiento de la calidad de los bienes y servicios ofrecidos por los AF.

Línea 10. Tecnologías de procesamiento y/o agroindustria a escala asociativa y/o familiar.10.1. Experiencias de integración de la cadena productiva con au-mento del valor agregado, con identificación del tipo de organización más adecuada: elaboración, faenamiento, acopio, transporte, com-ercialización, etc. de diversas producciones de los AF.10.2. Tecnologías de escala familiar para el procesamiento de la producción de los AF.

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Capítulo 3.3.

Líneas operacionales

Primer lineamiento operacional

Las ITPP deben contar con una precisa y completa determinación de su línea de base, de manera que todo proyecto de ITPP, además de describir la propuesta tecnológica y los procedimientos que garantizan la calidad de los experimentos a ejecutar, deben definir conceptual y operativamente las variables del estudio, establecer sus magnitudes en la situación “sin proyecto” y, asimismo, su representatividad respecto del universo de refe-rencia también en términos cuantitativos.

Además, para que la tecnología investigada contribuya a mejorar las condiciones de vida de los PP involucrados, es necesario establecer la línea de base del proyecto mediante la participación activa de los actores involucrados en el diagnóstico, que será el punto de partida de las deci-siones y acciones del proyecto.

En ese diagnóstico participativo deberá debatirse sobre las posibles consecuencias generadas por el proyecto como instrumento de solución de problemas detectados. La metodología de diagnóstico tiene como objetivo primordial aportar los antecedentes que permiten caracterizar la situación problema que se desea modificar.

El diagnóstico —en consonancia con lo ya expresado en el primer linea-miento orientativo — debe señalar tanto los aspectos favorables como las deficiencias básicas de los aspectos sociales y económicos de la realidad de los PP, en lo atinente a la propuesta tecnológica en cuestión, indicando sus causas y jerar-quizándolas.

Por lo tanto, se debe definir el perfil de partida de los beneficiarios; las estrategias de acción para lograr el objetivo del proyecto de investigación; estimar los recursos necesarios, potencialidades, amenazas y debilidades de la propuesta; definir los criterios de selección de la mejor alternativa (entendiendo que estos criterios surgen del diagnóstico participativo).

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Segundo lineamiento operacional

La determinación precisa y completa, en el caso de los objetivos de las ITPP, no se limitan a su definición, operacionalización y cuantificación, sino que deben contar con una adecuada contextualización (respecto de las finalidades y de la realidad más amplias de los PP y de la política de ITPP misma) y justificación (origen e impactos potenciales).

El objetivo de la tecnología, que debe ser cuantificable, debe tener en cuenta algunos ítems, como por ejemplo: incremento del ingreso económi-co de la familia; mejoramiento de la calidad de vida de las familias bene-ficiarias; mejoramiento de las condiciones del hábitat; regularización de la situación jurídica de los beneficiarios; etc.

Debe quedar demostrado cómo surge la tecnología que se propone investigar: de los propios beneficiarios, de las autoridades locales, de insti-tuciones técnicas locales, etc.

En la presentación debe quedar explicitada la justificación de la pro-puesta: desde el punto de vista técnico, económico y social. Se trata de establecer una apreciación respecto del impacto que eventualmente ten-dría la ejecución de la tecnología. Se requiere considerar aspectos como: mercados de insumos y productos, tamaño y localización del proyecto, po-sibles beneficiarios, coherencia con las políticas oficiales, necesidad de financiamiento.

Las estrategias probables de intervención deben ser consultadas con los beneficiarios, por dos motivos: para no omitir ninguna alternativa inte-resante y para conocer el nivel de expectativas que están cifradas en el proyecto.

La discusión de la tecnología, que será considerada como solución sa-tisfactoria a un problema, establece los que serán considerados como ob-jetivos de desarrollo. El futuro diseñado para superar la situación-problema actual constituye el objetivo de la tecnología, aunque no sea la solución integral a la problemática.

Los méritos de la tecnología y su evaluación final deberán ser anali-zados considerando este objetivo y no los de más largo plazo o de mayor costo. Existe una relación directa entre los objetivos y las acciones que son plausibles, ya que si se propusieran objetivos para los cuales no se tuviera clara la forma de abordarlos, éstos no serían válidos y se debería profun-dizar en los fenómenos causales de la situación problema. Sólo cuando se llegan a enunciar estrategias plausibles es posible dar por concluida la fase de identificación.

Tercer lineamiento operacional

Los resultados de los proyectos de ITPP deben ser diseñados, controla-dos y medidos con idéntica rigurosidad que la línea de base y los objetivos. Ello implica asignar particular énfasis a esta temática en el uso de la matriz

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lógica; en la formulación —atendiendo a un sentido amplio del término re-sultados— y aplicación de registros adecuados a tal fin; a la relación entre esos resultados y la factibilidad de su adopción por el universo de PP de referencia y otros semejantes.

Como pudiera suceder que se produzca un desajuste entre las expec-tativas que se tienen de las tecnologías como soluciones de situaciones problema y los resultados que en realidad podrían generar las mismas una vez aplicadas, se hace necesario un control que se obtenga mediante permanentes análisis de consistencia lógica durante la formulación y la ejecución. Para ello se debe recurrir como ayuda instrumental a la matriz lógica de formulación de proyectos, que se basa en dos instrumentos: i) la red de pertinencia que analiza las relaciones causa-efecto (constituye el árbol de problemas); y ii) la matriz lógica o marco lógico del proyecto que permite analizar la consistencia lógica de la formulación del proyecto.

La falta de registros resulta un problema común, que puede preverse ya que es poco usual que los PP, incluso productores grandes, lleven re-gistros productivos o financieros. El proyecto o el responsable del mismo deberían hacerse cargo de generar esa información para el grupo de PP, con una periodicidad acorde con los resultados del proyecto. Esto puede tener un costo adicional, que debería estar garantizado.

Los indicadores de resultado y medios de verificación no siempre parten de esa certeza inicial de falta de registros y en consecuencia los procesos de evaluación no pueden realizarse. Habría que tener una mejor evaluación de los “factores externos” de esos indicadores, quizás una descripción de-tallada de las causas que podrían impedir la verificación de los resultados.

Lo anterior se vincula con la necesidad de identificar la línea de base del proyecto, no sólo para los indicadores productivos, sino también para las cuestiones operativas. Probablemente sea un tema de evaluación y no de los formularios.

La valoración de resultados tales como “consolidación del grupo”, redes de comercialización u otros aparecen como resultados positivos de tec-nologías productivas. Probablemente habría que darle un lugar a la gene-ración de tecnologías de proceso o de gestión dentro del financiamiento para que estas cuestiones puedan ser desarrolladas de forma principal y no secundaria.

Podría sugerirse que el proyecto proponga una metodología de vali-dación de resultados que supere las restricciones preexistentes y que esa metodología sea objeto de evaluación.

A fin de posibilitar la efectivización del monitoreo y evaluación de los proyectos de investigación, se deben establecer claramente: los produc-tores participantes, los recursos de que disponen (sobre todo en lo refe-rente a mano de obra), las perspectivas comerciales, las posibilidades cier-tas de implementación de la tecnología y los efectos de la misma.

Lo más importante es que al finalizar el proyecto los productores partici-pantes deben haber asumido exitosamente la aplicación de la tecnología. Para que ello suceda la pregunta clave es ¿funcionará?; de esta manera

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se van poniendo “filtros” al proyecto que deben ser pasados satisfactoria-mente para probar la viabilidad de cada resultado.

Lo que interesa es dejar en claro que la posible solución va a poder ser implementada con los recursos productivos y técnicos de que se dispone (mano de obra familiar, distribución de la tierra, tamaño de los predios, cul-tivos, métodos de producción, etc.); el acceso a los mercados, tanto en lo económico como en lo físico; la capacidad de los productores participantes para enfrentar los requerimientos de la tecnología que se les presenta.

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La metodología del presente estudio fue diseñada en función del ob-jetivo general del estudio, es decir, de la caracterización productiva y tec-nológica de los pequeños productores (PP) de la Argentina. En términos específicos, el estudio se propuso:

I. identificar los principales rubros productivos y las tecnologías utili-zadas por los PP relevables mediante el CNA 2002 (primera parte);II. analizar el impacto productivo potencial de una selección de tec-nologías apropiadas (segunda parte); yIII. identificar líneas fundamentales de investigación en materia de tecnologías apropiadas para PP (tercera parte).

La estrategia metodológica se orienta fundamentalmente a la descrip-ción y caracterización de situaciones productivo-tecnológicas de acuerdo con las siguientes delimitaciones:

- Adopta como marco referencial al estudio de Obschatko, Foti y Román (2007) (sobre definiciones operativas suyas utilizadas en este estudio, ver apartado 4.1.4.).

- Los aspectos metodológicos de la primera parte introducen un con-junto de términos y procedimientos determinativos que permiten identifi-car las principales producciones y tecnologías utilizadas por los PP según regiones del país, a partir del estudio Obschatko, Foti y Román (2007) y de análisis estadísticos especialmente llevados a cabo para este estudio. Dichos términos, son los siguientes:

Producto seleccionado y rubro productivo principal según gra-do de difusión y valor bruto de la producción, a partir de la base-usuario IICA-PROINDER CNA 2002 (apartado 4.1.1.).

Agrupamientos de productos mediante el análisis de cluster elaborados a partir de la precedente lista de productos seleccio-nados (apartado 4.1.2.).

Tipos de tecnología utilizados en los productos seleccionados,

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para tres niveles de información de la base-usuario IICA-PROIN-DER CNA 2002 sobre esas tecnologías (apartado 4.1.3.).

- Los aspectos metodológicos de la segunda parte (capítulo 4.2.) se componen de los diversos procedimientos analíticos que permiten arribar a una selección de tecnologías para PP cuya descripción e impacto potencial se exponen en los capítulos 2.1. a 2.6. Dichos procedimientos fueron los siguientes:

Elaboración de un listado preliminar de tecnologías para PP de la Argentina.

Análisis de monitoreos de proyectos sobre investigaciones adaptativas y del catálogo del subcomponente Investigaciones del FI-PROINDER.

Análisis de monitoreos de subproyectos AIR-PROINDER (en los 2 últimos casos, las tareas fueron llevadas a cabo sobre la base de una guía para el relevamiento de tecnologías).

Realización de una docena de estudios de caso en diversas regiones del país, basados en pautas homólogas, contenidas en una guía para entrevistas a informantes y productores en los estu-dios de caso.

El listado final de 6 propuestas de tecnologías o grupos de tec-nologías, al que se arribó una vez consideradas las posibilidades y limitaciones de la información disponible, figura al final del capítulo 4.2.

- La tercera parte resulta de un procedimiento metodológico consistente en la revisión de los contenidos de las dos partes precedentes de este estu-dio y de una selección de documentos del subcomponente Investigaciones FI-PROINDER, en términos de la identificación de líneas fundamentales sobre investigación de tecnologías apropiadas para PP.

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Capítulo 4.1.

Aspectos metodológicos de la primera parte

4.1.1. Determinación de los rubros productivos principales

En este apartado se explica: a) el término rubro productivo principal (RPP), cuya determinación se hizo en dos pasos; b) el primer paso, consis-tente en la identificación de los productos individuales, que fueron seleccio-nados según su grado de difusión, es decir, la identificación de los denomi-nados productos seleccionados (PS); y c) el segundo paso, consistente en la determinación de los RPP y en su ponderación con el respectivo valor bruto de la producción (VBP).

a) El término RPP se refiere, en principio, a categorías colectivas de productos agrícolas o ganaderos habituales según las modalidades de su producción y/o consumo. Así, por ejemplo, el Censo Nacional Agropecuario clasifica los usos de la tierra en una variedad de ca-tegorías tradicionales (cultivos: graníferos cerealeros y oleaginosos, forrajeros anuales y perennes, industriales, leguminosos, hortícolas, florícolas, aromáticos, medicinales y condimentarios, frutícolas, ci-trícolas, de pepita, de carozo, secos, etc., forestales; actividades pecuarias: ganadería mayor, bovinos, etc., ganadería menor, ovi-nos, caprinos, etc., granjas, porcinos, cunicultura, aves; avicultura intensiva; apicultura; etc.). En este estudio, sin embargo, se utilizará el término RPP en forma flexible y adaptada al objetivo de la ca-racterización productiva de los pequeños productores (PP) de una determinada región. En efecto, además de esas categorías tradi-cionales, conforman un mismo rubro especies ganaderas mayores y menores, si se sabe que suelen coexistir en las mismas explota-ciones agropecuarias (EAP); especies y grupos de frutales distintos cuando no distorsionan la imagen productiva regional; etc.

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b) El primer paso para la determinación de los RPP consistió, enton-ces, en identificar a los PS. Para ello:En primer lugar, se ordenaron los productos individuales de acuerdo a lo que se denominó “grado de difusión” entre los PP de una región. El término “grado de difusión” se refiere al porcentaje de EAP de PP de una región que realiza un producto individual. Así por ejemplo, un producto llevado a cabo por todos los PP de una región tiene, ob-viamente, un porcentaje del 100% y se ubica en primer lugar; y, así, sucesivamente se establecen las posiciones ordinales descenden-tes a medida que el número relativo de EAP que realizan la actividad va disminuyendo. Este ordenamiento se llevó a cabo mediante un reprocesamiento ad hoc de la base usuario que ha resultado del estudio IICA-PROINDER.En segundo lugar, la definición operativa de PS alude a todos aque-llos productos que son realizados al menos por el 5% de los PP regionales, cualquiera sea la magnitud de ese porcentaje por enci-ma del 5%. Alternativamente, puede expresarse la misma idea se-ñalando que se excluyó de la lista precedente a todos aquéllos que son llevados a cabo por un número de PP que representan el 5% o menos del total de cada región. En consecuencia, por un lado, el porcentaje máximo alcanzado por el “grado de difusión” de un PS varía de región en región; y, por el otro, la cantidad de ellos que quedaron incluidos en el grupo de los productos seleccionados también resultó regionalmente variable.c) El segundo paso para la determinación del RPP consistió en con-formar la canasta de PS que integran un rubro productivo principal de acuerdo con el criterio expuesto más arriba; y, en ponderar cada RPP de acuerdo con su participación relativa en el VBP de los PP regionales. Este procedimiento implicó un reajuste respecto de una propuesta metodológica inicial, en lo que se refiere al papel que de-bía jugar la participación individual de esos productos en el VBP de los PP de cada región. En efecto, la propuesta original consistía en seleccionar aquellos productos que, alternativamente, fuesen rea-lizados por la mayoría de los PP de una región, o que cubriesen conjuntamente una proporción significativa del VBP de los PP de esa misma región.Sin embargo, los análisis que pudieron hacerse al disponer de los primeros reprocesamientos de prueba demostraron que el criterio inicialmente propuesto conducía a dos tipos de distorsiones que debían descartarse. El primero fue descartado al verificar que los ordenamientos basados en la participación relativa individual en el VBP regional priorizaba productos indudablemente secundarios y, hasta podía excluir casos representativos. El segundo de ellos con-siste en que, si se incluían sólo los productos con difusión mayori-taria a escala regional, quedaban fuera del análisis algunos casos

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de indudable representatividad productiva. En ambas situaciones, el término representatividad alude a imágenes presentes en diversos estudios agrarios del país.Por lo tanto, aunque el criterio definitorio para determinar un PS es su grado de difusión, las participaciones relativas individuales en el VBP regional han sido utilizadas para verificar que su suma cubriese más del 50% del respectivo total.Además, un RPP —un subconjunto de PS— es ponderado de acuer-do con la participación relativa del RPP en su conjunto, recuperando de esa manera un perfil más acorde con la imagen productiva regio-nal de los PP de la que podría surgir de los productos individuales aisladamente considerados.De todos modos, el reajuste hecho a la propuesta metodológica inicial se encuadra cabalmente en el criterio más amplio plantea-do originalmente, referido a la necesidad de dejar conformada una “adecuada imagen de las orientaciones productivas de los PP” y que dicha imagen sea “contrastada con la descripción regional provista por los estudios de base del PROINDER y por el estudio Obschatko, Foti y Román (2007) en particular”.El listado definitivo de PS y de RPP, así como sus participaciones relativas —respectivamente— en el total de PP y dentro del VBP regionales se expone y analiza en el capítulo 1.1. Las 11 tablas en que se fundamenta figuran en el Anexo I (Ver CD adjunto).

4.1.2. Determinación de los agrupamientos de productos seleccionados

El término “agrupamiento de productos” alude a PS que se combinan en una misma EAP —independientemente de la presencia o ausencia de relaciones técnicas entre ellos— y conforman grupos relativamente homo-géneos de EAP/PP en términos de esas combinaciones. Permite profundi-zar la caracterización productiva de los PP mediante la subdivisión de las EAP que trabajan.

Para la caracterización de esos agrupamientos de productos o sistemas productivos se recurrió al análisis de la combinación de actividades pre-sentes en las “explotaciones de pequeños productores”, de acuerdo a la tipología realizada en el estudio de Obschatko, Foti y Román (2007).

Por una parte, el uso del término sistema productivo utilizado como al-ternativo al de agrupamiento de productos en el párrafo precedente re-quiere, sin embargo, de una salvedad. En efecto, aunque permite aludir a subconjuntos de EAP relativamente homogéneos en términos de una cierta combinación de productos, dentro de una región y un tipo de PP, tiene aquí un significado más restringido que aquél con el que es utilizado habitual-mente. Es importante advertir que aquí se alude sólo a la presencia/ausen-

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cia de un producto, mientras que usualmente se incluyen otras variables: algún factor de ponderación de ese producto dentro de una canasta, algún tipo de vinculación entre esos productos, etc. En consecuencia, el uso de expresiones como predominante o principal y la denominación adoptada para los agrupamientos, deben entenderse como los conjuntos más fre-cuentes de EAP con ciertas combinaciones de productos no ponderados por ninguna variable referida a su significación productiva (superficie culti-vada, existencias ganaderas, valor de la producción, etc.). Esto se explica por el peso asignado al grado de difusión de un producto en la selección inicial.

Por otra parte, para seleccionar las combinaciones predominantes se optó por el análisis de clusters, a través del paquete estadístico SPSS. El procedimiento permite identificar grupos relativamente homogéneos de casos (en este caso explotaciones), de acuerdo a características seleccio-nadas (para este estudio, la presencia de determinado cultivo o producción animal y su grado de asociación con la presencia del resto de los produc-tos). El algoritmo de cálculo comienza ubicando a cada explotación en un cluster diferente, para probar después diferentes combinaciones o agrupa-mientos de EAP, de acuerdo a las diferencias o similitudes entre casos. La medida de la diferencia o similitud está dada por la matriz de “proximidad” o “distancia” entre los valores de los casos (explotaciones). Este procedi-miento se realizó para cada una de las 11 regiones y, dentro de éstas, para los tres tipos de pequeños productores ya definidos (PP-I, PP-II y PP-III) y para cada cluster (A, B, C y D). El resultado de este procesamiento son las 132 tablas que figuran en el Anexo II (Ver CD adjunto). El criterio de seme-janza o diferencia fue —como ya se señaló— la presencia de determina-dos cultivos o especies y no la superficie o el tamaño del rodeo, criterios que intervienen en la definición de los tipos de explotaciones de pequeños productores (PP-I, PP-II, PP-III).

La regionalización, que considera diferencias espaciales en las condi-ciones agroecológicas, la focalización hacia el conjunto de los pequeños productores y la captación de los diferentes niveles de capitalización entre éstos (a través de la identificación de los tres tipos antes mencionados), re-duce las fuentes de heterogeneidad de los sistemas productivos. Por estas razones, en algunos tipos de PP y zonas agroecológicas el análisis de clus-ters no logra diferenciar grupos distintos de combinación de actividades productivas. Es decir, los sistemas dominantes son similares para todos las EAP del grupo.

4.1.3. Análisis de las tecnologías para pequeños productores

El procedimiento continúa con otros dos pasos: a) el diseño y aplicación del reprocesamiento de la base usuario derivada del estudio Obschatko,

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Foti y Román (2007) sobre PP, con el que se releva información sobre tecnologías utilizadas en cada uno de los PS región por región mediante el paquete estadístico SPSS; y b) el análisis de esa información encaminado a identificar tipos de tecnologías según diferentes niveles de información censal.

a) El diseño del plan de reprocesamientos se basa, esencialmente, en la selección de un conjunto de ítems (preguntas con sus corres-pondientes códigos) de los formularios del CNA 2002 y de relacio-nes entre algunos de ellos.

En primer lugar, dicha selección se hizo producto por producto dentro del conjunto de PS, considerando todas las variantes regionales en los casos en que el mismo hubiese resultado seleccionado en más de una región.

A fin de aprovechar al máximo la información obtenible del CNA 2002, esos ítems no se circunscriben a tecnologías en un sentido estricto, sino que abarcan también otras consideraciones como los siguientes: ubicación del producto y/o de la técnica en el contexto de los PP o de la EAP; referen-ciación a indicadores de manejo o de eficiencia; dotación de ciertos medios producidos y no producidos potencialmente denotantes de tecnología; etc.

Específicamente, un tipo de tecnología se define con los siguientes cri-terios, en todos los casos dentro de las limitaciones impuestas por la infor-mación proveniente del CNA 2002:

- El porcentaje de EAP de PP que, para llevar adelante un rubro produc-tivo específico, utilizan: algún insumo, instrumento o práctica; alguna forma de utilización del suelo; un tipo de equipamiento; cierto tipo de manejo; etc.

- El porcentaje de uso de una determinada tecnología según las unida-des consignadas en el CNA 2002 (porcentaje de superficie con aplicación de algún agroquímico, porcentaje de cabezas de una especie ganadera que utiliza alguna práctica de manejo, etc.)

- El nivel promedio de algún indicador indirecto que contribuye a carac-terizar algún tipo de tecnología a escala de un tipo de PP y de una región específica.

En segundo lugar, al momento de construir las tablas que, de hecho, constituyen el diseño gráfico del cruzamiento de aquellos ítems por tipo de PP, por el total de los PP y por cada región, se tuvo en cuenta que la infor-mación de los ítems mencionados se presentan en el formulario CNA 2002 de dos formas diferentes: i) pueden atribuirse directamente a un producto individual; ii) no puede efectuarse tal atribución pero, en cambio, es relacio-nable con varios productos individuales o con algunos rubros productivos.

En consecuencia, el reprocesamiento consta de: * 156 tablas (54, una por cada producto, multiplicadas por un número

variable de regiones, según el número de éstas en las cuales el producto fue identificado); y

* 11 tablas, una por región, referidas al conjunto de productos individua-

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les seleccionados en cada una de ellas.Estas 167 tablas figuran en el Anexo III (Ver CD adjunto).

b) El análisis de la información así obtenida —con la finalidad de identificar tipos de tecnología— fue organizada, por lo tanto, en fun-ción del nivel y la calidad que de ella brinda el CNA 2002. En este sentido, se clasificaron la totalidad de los productos en tres niveles: A, B y C.

Es necesario enfatizar que esos niveles se refieren a posibilidades re-lativas que brinda el CNA 2002 en cada producto y en cada región. Más aún, puede suceder que un producto ubicado en un nivel de información tecnológica “A” en una región, esté en el nivel “C” en una región distinta.

Por esa razón, de un lado, la localización de un producto en un nivel “A” o “C” implica que lo está de ese modo en todas las regiones en las que resultó seleccionado. Y, de otro lado, si un producto dispone de niveles “A” de información en una región y “C” en otras, se adopta la decisión de ubicarlo en un nivel “B”.

Un nivel de información tecnológica —en el sentido amplio del térmi-no— sobre productos seleccionados de PP, cuya fuente es el CNA 2002, es:

A: cuando el formulario censal incluye varios conjuntos de ítems (preguntas) sobre materias tecnológicas directamente atribuibles a un producto individual;B: cuando la información censal directamente atribuible a un produc-to individual es acotada a sólo algunas tecnologías o cuando dicha información comprende a varios productos o rubros productivos;C: cuando la información tecnológica censal es escasa o, directa-mente, nula.

El análisis propiamente dicho, por su lado, está constituido por una lectura de la información obtenida en las tablas arriba mencionadas, que puede ser horizontal (diferencias de una misma tecnología entre diferentes tipos de PP) o vertical (dos o más datos de los que, para cada tipo de PP, proporciona cada tipo de tecnología).

4.1.4. Definiciones operativas del estudio IICA-PROINDER

Según el estudio Obschatko, Foti y Román (2007) los pequeños pro-ductores son aquellos productores agropecuarios que dirigen una EAP en la que se cumplen las siguientes condiciones:

- el productor agropecuario trabaja directamente en la explotación; - no se emplean trabajadores no familiares remunerados permanentes; - no tiene como forma jurídica la sociedad anónima o en comandita por acciones; - posee una superficie total de la explotación de: hasta 500 ha en las

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provincias de Corrientes y Misiones; hasta 1.000 ha en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Santa Fe, Mendoza, San Juan, San Luis, Chaco, Formosa y Santiago del Estero; hasta 2.500 ha en las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, La Rioja y Neuquén; y hasta 5.000 ha en las provincias de Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego; - posee una superficie cultivada de: hasta 500 ha en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Santa Fe, Chaco, For-mosa, Santiago del Estero y San Luis; hasta 25 ha en las provincias de Neuquén, Río Negro, San Juan y Mendoza; y hasta 200 ha en el resto del país; o - posee hasta 500 unidades ganaderas en todas las provincias del país.

Dicho estudio adopta —con algunas modificaciones— las regiones agroeconómicas de Tsakoumagkos, Soverna y Craviotti (2000), cuyas de-nominaciones y localizaciones son:

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1 - PunaNoroeste de Jujuy, oeste de Salta y noroeste de Catamarca; desde Yavi y Susques en Jujuy hasta Antofagasta de la Sierra en Catamarca. Se caracteriza por la aridez y su clima es seco y frío. Es una estepa arbustiva leñosa, con pastizales anuales y perennes.

2 - Valles del NOA

Comprende a) La quebrada de Humahuaca, los valles Calchaquíes y otros valles precordilleranos y de las sierras orientales a éstos, hacia el sur en La Rioja. Son valles de altura en los que, según la disponibilidad, hay áreas bajo riego; fuera de éstas, hay ganadería extensiva. Y b) Algunos departamentos al noroeste de Santiago del Estero, con actividades bajo riego.

3 - Agricultura subtropical del NOA

Comprende áreas boscosas tucumano-oranenses: Ramal en Jujuy y Orán en Salta; valle de Lerma en Salta y zona húmeda del este tucumano.

4 - Chaco seco

Se ubica al centro-norte del país; aproximadamente la franja oeste de la pro-vincia fitogeográfica del chaco; con clima subtropical continental semiárido. Comprende el oeste de Formosa y Chaco, el extremo este de Salta y parte de Santiago del Estero.

5 - Monte árido

Se refiere a la provincia fitogeográfica del monte y su ecotono (semiáridas); comprendiendo partes de Santiago del Estero, Córdoba, Catamarca, La Rioja, San Luis, el oeste de La Pampa y el este de San Juan y Mendoza; desde el centro-norte del territorio nacional hasta el sur de Mendoza; una franja en diagonal (en dirección centro-norte al centro-oeste) y una parte del cinturón peri-pampeano.

6 - Chaco húmedo

Limitando con el río Pilcomayo al norte y con los ríos Paraguay y Paraná al este; conforma una franja que de norte a sur abarca parte de Formosa, Chaco, el norte de Santa Fe y parte de Santiago del Estero.

7 - Mesopotamia

Se extiende desde el extremo norte de Entre Ríos hasta la provincia de Misio-nes. Tiene áreas selváticas o boscosas y áreas de campos abiertos; sus climas van de cálidos a templados.

8 - Patagonia

Comprende todas las áreas agropecuarias patagónicas —la meseta ganade-ra y la agricultura de los valles cordilleranos— con excepción de los valles de riego. La ganadería es de ovinos en general y de caprinos en Neuquén y Río Negro; en el nordeste de Río Negro y en áreas cordilleranas, también de bovinos.

9 - Pampeana

Comprende un semicírculo aproximado con vértice en Buenos Aires y radio de alrededor de 500 km. Sus subregiones son: agrícola del norte (sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y este de Córdoba), agrícola del sur (sur de Buenos Aires), cría (centro de Buenos Aires en la cuenca del Salado), invernada (oeste de Buenos Aires, sur de Córdoba); zonas agrícolo-ganaderas en Buenos Aires, La Pampa y Córdoba. Hay áreas ganaderas en Santa Fe y ganaderas o agríco-las en Entre Ríos. Hay cuencas lecheras en el Abasto a Buenos Aires, en Mar del Plata y sus alrededores, en el noroeste de Buenos Aires, en el centro de Santa Fe, y en la zona de Villa María en Córdoba. Hay también zonas hortíco-las y frutícolas, en los cinturones de las grandes ciudades y en áreas especiali-zadas (bajo Paraná y otras). Hay producciones intensivas localizadas.

10 - Oasis cuyanos

Comprende a los valles bajo riego de San Juan y Mendoza. El clima es de-sértico pampeano en Mendoza y desértico subtropical tórrido en San Juan; con escasísimas lluvias. Los suelos son buenos cuando no son salinos (oasis bajo riego).

11 - Valles patagónicos

Son las áreas frutícolas de la cuenca del río Negro; del río Chubut y otras menores. El clima es desértico pero con mayores heladas y vientos que otras regiones de agricultura bajo riego. Entre las zonas áridas y semi-áridas del país, las del norte de la Patagonia son las que disponen de una mayor poten-cialidad de riego.

Fuente: Obschatko, Foti y Román (2007) .

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El estudio tipifica a los PP mediante indicadores de nivel de capita-lización, en:

Tipo 1 Un estrato superior de pequeño productor familiar capitalizado.

Tipo 2 Un estrato intermedio de pequeño productor familiar (campesinos o pequeños productores transicionales).

Tipo 3 Un estrato inferior de pequeño productor familiar (inviable como productor exclusivo).

Fuente: Obschatko, Foti y Román (2007) .

Establece 5 indicadores con sus correspondientes categorías de corte:

Tipo 1 Tipo 2 Tipo 3

Posesión de tractor posee un tractor de menos de 15 años de antigüedad

posee un tractor de 15 años y más

no posee tractor

Número de unidades ganaderas (bovinos, ovinos y caprinos -sólo en la Puna se incluyen las llamas)

+ de 100 UG entre 51 y 100 UG

0 a 50 UG

Superficie efectivamente regada (cultivos a campo)

+ de 5 ha entre 2 y 5 ha 0 a 2 ha

Superficie implantada con frutales

+ de ½ ha hasta ½ ha no posee

Superficie con invernáculos incluye a todas las EAP que poseen invernáculos

- -

Equivalencias en unidades ganaderas (UG): 1 UG = 1 bovino = 5 ovinos = 5 caprinos = 2 llamas

Fuente: Obschatko, Foti y Román (2007) .

Los indicadores utilizados en cada región son:

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1. Puna Unidades ganaderas (UG)

2. Valles del NOA Superficie efectivamente regada (cultivos a campo)

3. Agricultura subtropical del NOA

Posesión de tractor

4. Chaco seco Unidades ganaderas (UG)

5. Monte árido Unidades ganaderas (UG)

6. Chaco húmedo Posesión de tractor. Unidades ganaderas (UG)

7. Mesopotamia Posesión de tractor. Unidades ganaderas (UG)

8. Patagonia Unidades ganaderas (UG). Superficie implantada con frutales

9. Pampeana Posesión de tractor. Unidades ganaderas (UG)

10. Oasis cuyanos Superficie efectivamente regada (cultivos a campo)

11. Valles Patagónicos Superficie efectivamente regada (cultivos a campo)

Fuente: Obschatko, Foti y Román (2007) .

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Capítulo 4.2.

Aspectos metodológicos de la segunda parte

Selección de tecnologías

En este capítulo se presentan: a) la selección preliminar de grupos temáticos sobre tecnologías para PP; b) el listado de estudios de caso llevados a cabo; y c) la selección final de las tecnologías o grupos de tecnologías cuya descripción e impacto constituyen el contenido de la segunda parte de este estudio.

El resultado de los otros análisis mencionados al inicio de esta cuarta parte (de monitoreos de investigaciones adaptativas financiadas por FI-PROINDER; de los catálogos del subcomponente Investigaciones del FI-PROINDER; de los monitoreos de subproyectos AIR-PROINDER) no se incluyen en esta publicación por razones de espacio.

Selección preliminar de tecnologías

Esta selección preliminar se refiere a la identificación de algunos grupos temáticos para los cuales existe la posibilidad de que tecnologías específi-cas puedan finalmente expresarse en indicadores cuantitativos de impacto en rendimientos, calidad de los productos y otros aspectos semejantes. Esto no implica que todos los grupos temáticos desembocaron en alguna tecnología específica cuyo impacto productivo potencial pudo medirse, sino que la decisión, en última instancia, se sujetó al juicio u opinión definitivo

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acerca de la confiabilidad de esos indicadores cuantitativos y, por tanto, de su capacidad para ser utilizados en el cumplimiento del objetivo 2 de este estudio.

La selección preliminar de tecnologías para PP ha sido hecha a partir de los siguientes criterios:

a) su aplicabilidad a los productos seleccionados; b) la estimabilidad de su impacto en rendimientos y calidad; y, c) su replicabilidad en condiciones semejantes a las de su genera-ción/adaptación.

El listado preliminar al que se arribó —como resultado de los análisis de los monitoreos de las investigaciones adaptativas (IA) financiadas por el subcomponente Investigaciones del FI-PROINDER, de los Catálogos de Tecnologías para pequeños productores agropecuarios 1 y 2 del sub-componente Investigaciones del FI-PROINDER (2007) y de los monitoreos de los subproyectos del componente AIR-PROINDER— es expuesto aquí clasificado en grupos temáticos:

(i) Tecnologías para el manejo y conservación de suelos:

• Sembradora directa de tiro animal (Ficha Nº 8 del Catálogo 1).• Recuperación de suelos degradados mediante abonos verdes (Fi-cha Nº 12 del Catálogo 1).• Uso de cubiertas verdes en cultivos consociados con maíz (Ficha Nº 14 del Catálogo 1).• Uso de guandú como recuperador de suelos degradados (Ficha Nº 18 del Catálogo 1).• Recuperación de suelos en predios de productores minifundistas de la provincia de Formosa y el departamento General San Martín (Cha-co). INTA EEA El Colorado. Proyecto de investigación adaptativa. Subcomponente Investigaciones PROINDER/SAGPYA.• Diseño y adaptación de herramientas para producción hortícola or-gánica para pequeños productores de la provincia de Misiones. Pro-yecto de investigación adaptativa. Subcomponente Investigaciones PROINDER/SAGPYA.• Sistemas productivos agroforestales sustentables adaptados al pe-queño productor del área de riego salinizada de Santiago del Estero. Cooperativa Loreto - Cátedra de Fruticultura UNSE. Loreto, Santiago del Estero. Proyecto de investigación adaptativa. Subcomponente In-vestigaciones PROINDER/SAGPYA.

(ii) Tecnologías de manejo agrosilvopastoril• Selección de leñosas indeseables y árboles de futuro (Ficha Nº 79 del Catálogo 1).

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• Sistema silvopastoril para recuperar tierras invadidas por vinal (Ficha Nº 82 del Catálogo 1).

(iii) Tecnologías de riego y sanidad en frutales

• Riego localizado para nogaleros (Ficha Nº 100 del Catálogo 1).• Estrategias de manejo integrado de Cydia Pomonella para peque-ños productores nogaleros de las localidades de Mudquín, Colana (Dpto. Pomán) y El Potrero (Dpto. Andalgalá), provincia de Catamar-ca. INTA AER Andalgalá. Proyecto de investigación adaptativa. Sub-componente Investigaciones PROINDER/SAGPYA.

(iv) Tecnologías para tratamientos de postcosecha• Secado solar para frutas y hortalizas (Ficha Nº 134 del Catálogo 1).• Secador solar familiar (Ficha Nº 135 del Catálogo 1).• Mejoramiento del sistema convencional de secado de uvas para pasa y pimiento para pimentón, adaptable a las condiciones de pequeños productores del oeste de Catamarca. INTA EEA Catamarca. Proyecto de investigación adaptativa. Subcomponente Investigaciones PROIN-DER/SAGPYA.

(v) Tecnologías para la producción y el manejo de forrajes• Alambrado eléctrico para el manejo de pampas y mallines en la Pa-tagonia (Ficha Nº 63 del Catálogo 1).• Sembradora de caño para alfalfa (Ficha Nº 65 del Catálogo 1).• Enfardadora de tambor (Ficha Nº 74 del Catálogo 1).

(vi) Tecnologías para el manejo de la ganadería menor• Suministro de sal y cobre a las majadas (caprinos) (Ficha Nº 33 del Catálogo 1).• Botiquines veterinarios caprinos de uso comunitario y familiar (Ficha Nº 39 del Catálogo 1).• Parición de ovejas bajo condiciones controladas (Ficha Nº 41 del Catálogo 1).• Engorde de corderos a corral (Ficha Nº 42 del Catálogo 1).• Refugio para corderos (Ficha Nº 50 del Catálogo 1).• Producción ovina en pequeña escala (Ficha Nº 54 del Catálogo 1).• Evaluación y validación de un sistema de parición controlada para in-crementar la producción de corderos en sistemas laneros. INTA EEA Bariloche. Proyecto de investigación adaptativa. Subcomponente In-vestigaciones PROINDER/SAGPYA.

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Listado de estudios de casoLos estudios de caso llevados a cabo para una docena de tecnologías,

se dividieron en 3 grupos regionales:

Regiones Patagonia y Pampeana• Alambrado eléctrico para el manejo de pampas y mallines en la Pa-tagonia.• Evaluación y validación de un sistema de parición controlada para incrementar la producción de corderos en sistemas laneros (Patago-nia).• Buenas prácticas apícolas de manejo sanitario en la región pam-peana.

Regiones del NOA• Estrategias de manejo integrado de Cydia Pomonella para pequeños productores nogaleros de las localidades de Mutquín, Colana (Depto. Pomán) y El Potrero (Depto. Andalgalá), provincia de Catamarca.• Mejoramiento del sistema convencional de secado de uva para pa-sas y pimiento para pimentón, adaptable a las condiciones de peque-ños productores del oeste de Catamarca.• Equipo de siembra directa de tracción a sangre para granos gruesos. PSA Los Juríes, Santiago del Estero.• Sistemas productivos agroforestales sustentables adaptados al pequeño productor del área de riego salinizada de Santiago del Es-tero. Cooperativa Loreto - Cátedra de Fruticultura UNSE. Loreto, San-tiago del Estero.

Regiones del NEA• Sembradora directa de tiro animal. PSA Formosa, CTyT Ibarreta, Municipalidad J.J. Castelli, PSA Chaco (Tres Isletas), SDS-Programa FSC, MAG del Paraguay, EEA-INTA Corrientes El Sombrerito.• Nuevo concepto de abonos verdes en regiones del NEA.• Sistema de siembra directa para pequeños productores de la región del Chaco húmedo.• Conservación de granos (silos pequeños) a nivel familiar en la Región Chaco Húmedo.

Selección final de tecnologías

I. Alambrado eléctrico para mallines y refugios para corderos en la región Patagonia.II. Buenas prácticas apícolas sanitarias en la región Pampeana.III. Manejo integrado de Cydia Pomonella (carpocapsa) en nogales

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de la región Valles del NOA.IV. Secaderos solares de pimiento para pimentón en la región Valles del NOA.V. Sistema de siembra directa para pequeños productores de la re-gión Chaco húmedo.VI. Conservación de granos a nivel familiar en la región Chaco hú-medo.

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Conclusiones

A partir del abordaje de la información del Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 2002, en este texto se ha presentado un estudio centrado en los aspectos productivos y tecnológicos de un sector de los productores agro-pecuarios de la Argentina —el de los pequeños productores (PP)— cuya delimitación mediante criterios económicos y sociales es relativamente restringida. En efecto, el término pequeño alude a la combinación de la presencia de trabajo directo familiar con la ausencia de trabajo asalariado permanente e involucra, asimismo, límites en tierra y capital compatibles con esa combinatoria de trabajo. Siguiendo esta definición, los PP com-prenden 2 tercios del total y 3 tipos diferentes de explotaciones agrope-cuarias (EAP), que involucran desde situaciones de pobreza hasta ciertos grados de capitalización.

La experiencia que indujo a emprender esta investigación tuvo lugar durante la implementación del subcomponente Investigaciones Tecnológi-cas del Proyecto de Desarrollo de Pequeños Productores Agropecuarios (PROINDER). En ella se relevaron ofertas y demandas tecnológicas para pequeños productores, se financiaron proyectos de investigación en esa materia y se difundieron tecnologías disponibles en nuestro país así como los resultados de dichos proyectos. En conjunto, puede decirse que dicha experiencia dio lugar a 2 tipos de aportes. Por un lado, se brindó apoyo a equipos e investigaciones en curso en instituciones públicas, universi-dades y organizaciones de desarrollo. Por el otro, se identificó la necesi-dad de volver sobre diversas fuentes de información para avanzar en la caracte-rización productiva y tecnológica de los pequeños productores de la Argentina.

Dicha caracterización ha seleccionado en este estudio a algunos pro-ductos de acuerdo con su grado de difusión entre los pequeños produc-tores y los ha clasificado regionalmente en rubros. Lo que ha surgido de este procedimiento incluye —pero al mismo tiempo excede largamente— a la imagen del campesino pobre, diversificado y dedicado al autoconsumo. En efecto, algunos resultados otorgaron un legítimo lugar a productos cuyo destino total o parcial dirigido al autoconsumo es conocido, más allá de que

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esto podría estar sobreestimado dadas las importantes dificultades para atribuir rendimientos y precios diferenciales. Sin embargo, hay productores diversificados y especializados orientados al mercado con perfiles, en la mayoría de las regiones estudiadas, semejantes a la producción agrope-cuaria en general.

Los productos más difundidos son llevados a cabo por alrededor de un tercio hasta tres cuartas partes de los productores en diferentes regiones. El número de esos productos, a su vez, varía entre 8 y 24. Pero, en la mayoría de las regiones representan alrededor de tres cuartas partes del valor de sus producciones o más. Es decir, son económicamente importantes para ellos tanto en casos de diversificación como de especialización productiva. Al afirmar que la composición productiva de los PP es semejante a la gene-ral, se alude tanto a una imagen nacional como a perfiles regionales. Una clasificación producto por producto, según el carácter generalizado, inter-medio o especializado de su presencia, brinda una visión alternativa de su lugar en las actividades agropecuarias argentinas.

En la caracterización productiva, se identificaron 54 agrupamientos pro-ductivos para las 11 regiones y los 3 tipos de PP de todo el país. Se ha de-cidido denominarlos agrupamientos en lugar de sistemas productivos, dado que éste último término comprende algunas otras dimensiones —además de las aquí consideradas— imposibles de abordar con la información cen-sal disponible. Sin embargo, han permitido presentar un desdoblamiento de la imagen expuesta en los párrafos precedentes de acuerdo con los 3 tipos de PP definidos. Es llamativo el modo en que el tipo de heterogenei-dad productiva se mantiene mientras se despliega en escalas y énfasis variados dentro de las regiones consideradas.

El análisis de las tecnologías utilizadas por estos tipos de productores ha debido sujetarse también a las limitaciones de la información censal. En los principales granos pampeanos (soja, trigo) no se encuentran grandes diferencias con las modalidades tecnológicas predominantes, con la proba-ble excepción de la maquinaria agrícola. Los casos de cultivos industriales del noreste (NEA) y noroeste (NOA) (algodón, caña de azúcar, tabaco, té, yerba mate), en cambio, presentan diferencias con las situaciones prome-dio porque sus menores dotaciones de capital pueden expresarse en la edad de ciertas plantaciones, en el acceso a la maquinaria, en el uso de ciertos agroquímicos y aún en las variaciones entre tipos de PP. Los fru-tales y algunos cultivos industriales de varias regiones (vid, olivo, cítricos, manzanas y peras) muestran sistemas de conducción y variedades menos competitivas en el mercado, dificultades en la edad de las plantaciones y hasta en el destino de la producción o en el uso de ciertos agroquímicos. Pero, de todos los cultivos industriales y frutales, puede decirse que están en la producción mediante combinatorias productivo-tecnológicas que les son accesibles. En la cría de ovinos y caprinos en regiones típicas (Patago-nia, Monte árido) se encuentran los rasgos del manejo extensivo y los pro-blemas de sanidad, y el destino de los productos es tanto mercantil como para el autoconsumo. Los casos de bovinos en el Chaco seco y el maíz en

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la Mesopotamia brindan un ejemplo de las imágenes usualmente asocia-das al autoconsumo y a la pobreza, en la medida que sus tecnologías son claramente distintas a las predominantes en otras regiones y centradas en esas condiciones.

En suma, las modalidades tecnológicas de los diferentes tipos de PP, lejos de estar uniformemente fuera de la “modernidad”, presentan una sig-nificativa heterogeneidad. Las estimaciones del impacto que podrían tener algunas de las tecnologías adoptables por estos productores, proporcional-mente importantes sin duda, no hacen más que corroborar esta idea.

Por último, todas estas cuestiones generaron la necesidad de que los lineamientos de la investigación tecnológica para PP sea visualizada como una tarea que va más allá de ensayos experimentales, propios de las cien-cias naturales, e incluya el enfoque de las ciencias sociales, para dar cuen-ta de las especificidades de la pequeña producción —a escala de sus uni-dades— de sus inserciones en la reproducción social más amplia y de un enfoque que los incorpore real y efectivamente al proceso investigativo.

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Índice de tablas y gráficos

Resumen Ejecutivo

Tabla I. Argentina. Producto seleccionado con mayor grado de difusión (%), cantidad de productos seleccionados y partici-pación total de los productos seleccionados en el valor bruto de la producción de los PP (%). 2002 --------------------------------------- Tabla II. Argentina. Participación de los rubros productivos princi-pales en el valor bruto de la producción de los pequeños produc-tores por región. 2002 ------------------------------------------------------- Tabla III. Síntesis de actividades productivas: cantidad de agru-pamientos de productos por región y tipo de EAP -------------------Tabla IV. Argentina. Productos seleccionados de PP según niveles de información censal sobre producción y tecnología 2002 -------------------------------------------------------------------------------Tabla V. Argentina. Datos básicos sobre producción y tecnología para productos seleccionados de PP correspondientes al nivel de información censal A. 2002 --------------------------------------------- Tabla VI. Argentina. Denominación e impacto potencial de una selección de tecnologías para PP (precios 2006) ---------------------

PRIMERA PARTE

Capítulo 1.1. Los rubros productivos principalesGráfico 1.1.1. Puna. Productos de los pequeños productores que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 -----------Gráfico 1.1.2. Puna. Participación de los rubros productivos principales en el valor bruto de la producción de los pequeños productores. 2002 ------------------------------------------------------------

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Gráfico 1.1.3. Valles del noroeste. Productos de los peque-ños productores que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 ------------------------------------------------------------------Gráfico 1.1.4. Valles del noroeste. Participación de los rubros productivos principales en el valor bruto de la producción de los pequeños productores. 2002 ----------------------------------------------Gráfico 1.1.5. Agricultura subtropical del noroeste. Productos de los pequeños productores que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 -----------------------------------------------------Gráfico 1.1.6. Agricultura subtropical del noroeste. Participación de los rubros productivos principales en el valor bruto de la pro-ducción de los pequeños productores. 2002 --------------------------- Gráfico 1.1.7. Chaco seco. Productos de los pequeños producto-res que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 Gráfico 1.1.8. Chaco seco. Participación de los rubros producti-vos principales en el valor bruto de la producción de los peque-ños productores. 2002 -------------------------------------------------------Gráfico 1.1.9. Monte árido. Productos de los pequeños producto-res que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 Gráfico 1.1.10. Monte árido. Participación de los rubros produc-tivos principales en el valor bruto de la producción de los peque-ños productores. 2002 -------------------------------------------------------Gráfico 1.1.11. Chaco húmedo. Productos de los pequeños pro-ductores que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 -------------------------------------------------------------------------------Gráfico 1.1.12. Chaco húmedo. Participación de los rubros pro-ductivos principales en el valor bruto de la producción de los pequeños productores. 2002 ------------------------------------------------Gráfico 1.1.13. Mesopotamia. Productos de los pequeños pro-ductores que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 -------------------------------------------------------------------------------Gráfico 1.1.14. Mesopotamia. Participación de los rubros produc-tivos principales en el valor bruto de la producción de los peque-ños productores. 2002 -------------------------------------------------------Gráfico 1.1.15. Patagonia. Productos de los pequeños producto-res que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 Gráfico 1.1.16. Patagonia. Participación de los rubros producti-vos principales en el valor bruto de la producción de los peque-ños productores. 2002 -------------------------------------------------------Gráfico 1.1.17. Pampeana. Productos de los pequeños producto-res que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002

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Gráfico 1.1.18. Pampeana. Participación de los rubros producti-vos principales en el valor bruto de la producción de los peque-ños productores. 2002 ------------------------------------------------------- Gráfico 1.1.19. Oasis cuyanos. Productos de los pequeños pro-ductores que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 ------------------------------------------------------------------------------Gráfico 1.1.20. Oasis cuyanos. Participación de los rubros pro-ductivos principales en el valor bruto de la producción de los pequeños productores. 2002 -----------------------------------------------Gráfico 1.1.21. Valles patagónicos. Productos de los peque-ños productores que resultaron seleccionados por su grado de difusión. 2002 -------------------------------------------------------------------Gráfico 1.1.22. Valles patagónicos. Participación de los rubros productivos principales en el valor bruto de la producción de los pequeños productores. 2002 ----------------------------------------------

Capítulo 1.2. Los agrupamientos de productos seleccionadosTabla 1.2.1. Síntesis de agrupamientos de productos selecciona-dos por región y tipo de EAP -----------------------------------------------Gráfico 1.2.1. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Puna -------------------------------------------Tabla 1.2.2. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Puna -----------------------Gráfico 1.2.2. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Puna ------------------------------------------Tabla 1.2.3. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Puna ----------------------Gráfico 1.2.3. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Puna -------------------------------------------Tabla 1.2.4. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Puna ----------------------Gráfico 1.2.4. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Valles del NOA ------------------------------Tabla 1.2.5. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Valles del NOA ---------Gráfico 1.2.5. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Valles del NOA --------------------------

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Tabla 1.2.6. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Valles del NOA ---------Gráfico 1.2.6. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Valles del NOA -----------------------------Tabla 1.2.7. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Valles del NOA --------Gráfico 1.2.7. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Agricultura subtropical del NOA ---------Tabla 1.2.8. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Agricultura subtropical del NOA -------------------------------------------------------------------------Gráfico 1.2.8. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Agricultura subtropical del NOA --------Tabla 1.2.9. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Agricultura subtropical del NOA --------------------------------------------------------------------------Gráfico 1.2.9. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Agricultura subtropical del NOA -------Tabla 1.2.10. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Agricultura subtropical del NOA -------------------------------------------------------------------------Gráfico 1.2.10. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Chaco seco -----------------------------------Tabla 1.2.11. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Chaco seco --------------Gráfico 1.2.11. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Chaco seco ----------------------------------Tabla 1.2.12. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Chaco seco -------------Gráfico 1.2.12. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Chaco seco ----------------------------------Tabla 1.2.13. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Chaco seco ------------

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Gráfico 1.2.13. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Monte árido -----------------------------------Tabla 1.2.14. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Monte árido --------------Gráfico 1.2.14. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Monte árido ----------------------------------Tabla 1.2.15. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Monte árido -------------Gráfico 1.2.15. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Monte árido ---------------------------------Tabla 1.2.16. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Monte árido ------------Gráfico 1.2.16. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Chaco húmedo ------------------------------Tabla 1.2.17. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Chaco húmedo ----------Gráfico 1.2.17. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Chaco húmedo ------------------------------Tabla 1.2.18. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Chaco húmedo ---------Gráfico 1.2.18. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Chaco húmedo -----------------------------Tabla 1.2.19. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Chaco húmedo --------Gráfico 1.2.19. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Mesopotamia ---------------------------------Tabla 1.2.20. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Mesopotamia ------------Gráfico 1.2.20. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Mesopotamia -------------------------------Tabla 1.2.21. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Mesopotamia -----------Gráfico 1.2.21. Presencia relativa de productos seleccionados en

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EAP de PP-III de la región Mesopotamia --------------------------------Tabla 1.2.22. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Mesopotamia ----------Gráfico 1.2.22. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Patagonia --------------------------------------Tabla 1.2.23. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Patagonia ----------------Gráfico 1.2.23. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Patagonia ------------------------------------Tabla 1.2.24. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Patagonia ----------------Gráfico 1.2.24. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Patagonia ------------------------------------Tabla 1.2.25. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Patagonia ----------------Gráfico 1.2.25. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Pampeana -------------------------------------Tabla 1.2.26. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Pampeana ----------------Gráfico 1.2.26. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Pampeana ------------------------------------Tabla 1.2.27. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Pampeana ----------------Gráfico 1.2.27. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Pampeana -----------------------------------Tabla 1.2.28. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Pampeana ----------------Gráfico 1.2.28. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Oasis cuyanos --------------------------------Tabla 1.2.29. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Oasis cuyanos -----------Gráfico 1.2.29. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Oasis cuyanos -------------------------------

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Tabla 1.2.30. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Oasis cuyanos ---------- Gráfico 1.2.30. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Oasis cuyanos ------------------------------Tabla 1.2.31. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Oasis cuyanos --------Gráfico 1.2.31. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-I de la región Valles patagónicos --------------------------Tabla 1.2.32. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-I de la región Valles patagónicos -----Gráfico 1.2.32. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-II de la región Valles patagónicos -------------------------Tabla 1.2.33. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-II de la región Valles patagónicos Gráfico 1.2.33. Presencia relativa de productos seleccionados en EAP de PP-III de la región Valles patagónicos -------------------------Tabla 1.2.34. Superficie cultivada (SC) y existencias ganaderas (EG) totales y promedio de los agrupamientos de productos se-leccionados en EAP de PP-III de la región Valles patagónicos

Capítulo 1.3. Las tecnologías utilizadas en los productos seleccionadosTabla 1.3.1. Argentina. Productos seleccionados de PP según niveles de información censal sobre producción y tecnología. 2002 -------------------------------------------------------------------------------

SEGUNDA PARTE

Capítulo 2.1. Alambrados Eléctricos para el manejo de mal-lines y refugios para corderos en la Región PatagónicaTabla 2.1.1. Región Patagonia. Estimación del impacto potencial de la adopción de alambrados eléctricos para el manejo de ma-llines y de refugios para corderos. 2002 ---------------------------------

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Capítulo 2.2. Buenas prácticas apícolas sanitarias en la Región PampeanaTabla 2.2.1. Región Pampeana. Estimación del impacto poten-cial de la adopción de buenas prácticas apícolas sanitarias. 2002

Capítulo 2.3. Manejo integrado de plagas (carpocapsa) en nogales de la Región Valles del NoroesteTabla 2.3.1. Región Valles del NOA. Impacto potencial de la adopción de un manejo integrado de plagas en nogales. 2002

Capítulo 2.4. Secaderos solares de pimiento para pimentón en la Región Valles del Noroeste Tabla 2.4.1. Región Valles del NOA. Impacto potencial de la adopción de secaderos solares de pimiento para pimentón. 2002

Capítulo 2.5. Sistema de siembra directa para pequeños productores de la Región Chaco húmedoTabla 2.5.1. Región Chaco húmedo. Estimación del impacto po-tencial de la adopción de un sistema de siembra directa para pequeños productores. 2002 ------------------------------------------------

Capítulo 2.6. Conservación de granos a nivel familiar en la Región Chaco húmedoTabla 2.6.1. Región Chaco húmedo. Estimación del impacto po-tencial de la adopción de una tecnología para la conservación de granos a nivel familiar. 2002 -------------------------------------------------

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Contenido del CD

Anexo I Grado de difusión y VBP (valor bruto de la producción) por regiones (correspondiente al capítulo 1.1. Los rubros productivos principales)

Tabla I.1. Puna. Grado de difusión de los productos de los PP (pequeños productores) y participación en su VBP. 2002Tabla I.2. Valles del NOA. Grado de difusión de los productos de los PP y participación en su VBP. 2002Tabla I.3. Agricultura Subtropical del NOA. Grado de difusión de los produc-tos de los PP y participación en su VBP. 2002Tabla I.4. Chaco seco. Grado de difusión de los productos de los PP y par-ticipación en su VBP. 2002Tabla I.5. Monte árido. Grado de difusión de los productos de los PP y par-ticipación en su VBP. 2002Tabla I.6. Chaco húmedo. Grado de difusión de los productos de los PP y participación en su VBP. 2002Tabla I.7. Mesopotamia. Grado de difusión de los productos de los PP y participación en su VBP. 2002Tabla I.8. Patagonia. Grado de difusión de los productos de los PP y parti-cipación en su VBP. 2002Tabla I.9. Pampeana. Grado de difusión de los productos de los PP y parti-cipación en su VBP. 2002Tabla I.10. Oasis cuyanos. Grado de difusión de los productos de los PP y participación en su VBP. 2002Tabla I.11. Valles patagónicos. Grado de difusión de los productos de los PP y participación en su VBP. 2002

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Anexo II Agrupamientos de productos (cluster) por regiones y tipos de PP (correspondiente al capítulo 1.2. Los agrupamientos de pro-ductos seleccionados)

Tablas II.1. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Puna, para las EAP de PPI1.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to1.b. Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento1.c. Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster1.d. Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.2. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Puna, para las EAP de PPII2. a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento2.b. Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento2.c. Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster2.d. Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.3. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Puna, para las EAP de PPIII3.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to3.b. Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento3.c. Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster3.d. Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.4. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Valles del NOA, para las EAP de PPI4.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to4.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento4.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster4.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.5. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Valles del NOA, para las EAP de PPII5.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to

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5.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento5.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster5.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.6. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Valles del NOA, para las EAP de PPIII6.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to6.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento6.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster6.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.7. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Agricultura subtropical del NOA, para las EAP de PPI7.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to7.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento7.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster7.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.8. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Agricultura subtropical del NOA, para las EAP de PPII8.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to8.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento8.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster8.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.9. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Agricultura subtropical del NOA, para las EAP de PPIII9.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupamien-to9.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento9.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster9.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.10. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Chaco seco, para las EAP de PPI10.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento

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10.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento10.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster10.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.11. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Chaco seco, para las EAP de PPII11.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento11.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento11.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster11.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.12. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Chaco seco, para las EAP de PPIII12.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento12.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento12.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster12.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.13. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Monte árido, para las EAP de PPI13.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento13.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento13.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster13.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.14. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Monte árido, para las EAP de PPII14.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento14.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento14.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster14.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un clusterTablas II.15. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Monte árido, para las EAP de PPIII15.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento

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15.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento15.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster15.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.16. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Chaco húmedo, para las EAP de PPI16.a Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento16.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento16.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster16.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.17. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Chaco húmedo, para las EAP de PPII17.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento17.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento17.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster17.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.18. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Chaco húmedo, para las EAP de PPIII18.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento18.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento18.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster18.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.19. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Mesopo-tamia, para las EAP de PPI19.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento19.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento19.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster19.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.20. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Mesopo-tamia, para las EAP de PPII20.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento

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20.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento20.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster20.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.21. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Mesopo-tamia, para las EAP de PPIII21.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento21.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento21.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster21.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.22. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Patago-nia, para las EAP de PPI22.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento22.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento22.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster22.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.23. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Patago-nia, para las EAP de PPII23.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento23.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento23.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster23.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.24. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Patago-nia, para las EAP de PPIII24.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento24.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento24.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster24.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.25. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Pampea-na, para las EAP de PPI25.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento

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25.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento25.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster25.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.26. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Pampea-na, para las EAP de PPII26.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento26.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento26.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster26.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.27. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Pampea-na, para las EAP de PPIII27.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento27.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento27.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster27.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.28. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Oasis cuyanos, para las EAP de PPI28.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento28.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento28.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster28.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.29. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Oasis cuyanos, para las EAPII29.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento29.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento29.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster29.d. Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.30. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Oasis cuyanos, para las EAP de PPIII30.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento

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30.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento30.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster30.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.31. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Valles patagónicos, para las EAP de PPI31.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento31.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento31.c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster31.d. Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.32. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Valles patagónicos, para las EAP de PPII32.a. Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento32.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento32c Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster32.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

Tablas II.33. Alternativas de agrupamiento o cluster de la Región Valles patagónicos, para las EAP de PPIII33.a Cantidad de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento33.b Porcentaje de EAP por cluster para distintas alternativas de agrupa-miento33.c. Cantidad de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster33.d Porcentaje de EAP por producto trabajado y pertenencia a un cluster

ANEXO III. Tipos de tecnologías por regiones y productos según tipos de PP (correspondiente al capítulo 1.3. Las tecnologías utiliza-das en los productos seleccionados)

Tecnologías por regiones y tipos de PP (tablas III.1. a III.11.)

Tabla III.1. Puna. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.2. Valles del NOA. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.3. Agricultura subtropical del NOA. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002

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Tabla III.4. Chaco seco. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.5. Monte árido. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.6. Chaco húmedo. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.7. Mesopotamia. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.8. Patagonia. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.9. Pampeana. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.10. Oasis cuyanos. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002Tabla III.11. Valles patagónicos. Tipos de tecnologías según tipo de PP. 2002

Tecnologías por productos y tipos de PP según regiones (tablas III.12. a III.167)

Tabla III. 12. Acelga. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 13. Acelga. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles pa-tagónicos. 2002Tabla III. 14. Ajo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 15. Ajo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuyanos. 2002Tabla III. 16. Alfalfa consociada. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampeana. 2002Tabla III. 17. Alfalfa pura. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 18. Alfalfa pura. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 19. Alfalfa pura. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 20. Alfalfa pura. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pata-gonia. 2002Tabla III. 21. Alfalfa pura. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pam-peana. 2002Tabla III. 22. Alfalfa pura. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 23. Algodón. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 24. Algodón. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 25. Apicultura. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pam-peana. 2002Tabla III. 26. Avena. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002

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Tabla III. 27. Avena. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampeana. 2002Tabla III. 28. Avena. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles pa-tagónicos. 2002Tabla III. 29. Batata. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco hú-medo. 2002Tabla III. 30. Batata. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopota-mia. 2002Tabla III. 31. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 32. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 33. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultura Subtropical del NOA. 2002Tabla III. 34. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 35. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 36. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 37. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopo-tamia. 2002Tabla III. 38. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 39. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampea-na. 2002Tabla III. 40. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuyanos. 2002Tabla III. 41. Bovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 42. Caña de azúcar. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultura subtropical del NOA. 2002Tabla III. 43. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 44. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 45. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultu-ra subtropical del NOA. 2002Tabla III. 46. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 47. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 48. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002

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Tabla III. 49. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002Tabla III. 50. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuyanos. 2002Tabla III. 51. Caprinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 52. Cebolla. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 53. Cebolla. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 54. Cebolla. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 55. Cebolla. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuyanos. 2002Tabla III. 56. Cebolla. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 57. Cerezo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 58. Cerezo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 59. Chaucha. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002Tabla III. 60. Choclo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 61. Choclo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultura subtropical del NOA. 2002Tabla III. 62. Choclo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 63. Choclo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles pa-tagónicos. 2002Tabla III. 64. Ciruela. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 65. Ciruela. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cu-yanos. 2002Tabla III. 66. Ciruela. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 67. Durazno. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002Tabla III. 68. Durazno. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuyanos. 2002Tabla III. 69. Durazno. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 70. Pino. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopotamia. 2002Tabla III. 71. Paraiso. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopo-tamia. 2002

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Tabla III. 72. Eucalipto. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Meso-potamia. 2002Tabla III. 73. Girasol. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 74. Girasol. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampeana. 2002Tabla III. 75. Habas. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 76. Habas. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 77. Lechuga. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 78. Lechuga. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 79. Lechuga. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002Tabla III. 80. Lechuga. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuyanos. 2002Tabla III. 81. Llamas. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 82. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 83. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 84. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultura subtropical del NOA. 2002Tabla III. 85. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 86. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 87. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco hú-medo. 2002Tabla III. 88. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopotamia. 2002Tabla III. 89. Maíz. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampeana. 2002Tabla III. 90. Mandarina. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Meso-potamia. 2002Tabla III. 91. Mandioca. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 92. Mandioca. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Meso-potamia. 2002Tabla III. 93. Manzana. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002Tabla III. 94. Manzana. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002

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Tabla III. 95. Melón. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco hú-medo. 2002Tabla III. 96. Poroto. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopota-mia. 2002Tabla III. 97. Naranja. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopo-tamia. 2002Tabla III. 98. Nectarina. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 99. Nogal. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 100. Nogal. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 101. Olivo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 102. Olivo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cu-yanos. 2002Tabla III. 103. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 104. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 105. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultura subtropical del NOA. 2002Tabla III. 106. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 107. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 108. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 109. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopo-tamia. 2002Tabla III. 110. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 111. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampea-na. 2002Tabla III. 112. Ovinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 113. Papa. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 114. Papa. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 115. Papa. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 116. Patos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002

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Tabla III. 117. Patos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 118. Pavos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 119. Pavos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 120. Peras. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 121. Peras. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 122. Pollos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultura subtropical del NOA. 2002Tabla III. 123. Pollos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 124. Pollos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopo-tamia. 2002Tabla III. 125. Pollos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patagonia. 2002Tabla III. 126. Pollos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 127. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 128. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricul-tura subtropical del NOA. 2002Tabla III. 129. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 130. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 131. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 132. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Meso-potamia. 2002Tabla III. 133. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pata-gonia. 2002Tabla III. 134. Porcinos. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 135. Sandía. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 136. Sandía. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 137. Sandía. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 138. Soja. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002

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Tabla III. 139. Soja. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco hú-medo. 2002Tabla III. 140. Soja. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampeana. 2002Tabla III. 141. Tabaco. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultu-ra subtropical del NOA. 2002Tabla III. 142. Tabaco. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopo-tamia. 2002Tabla III. 143. Té. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopotamia. 2002Tabla III. 144. Tomate. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 145. Tomate. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricultu-ra subtropical del NOA. 2002Tabla III. 146. Tomate. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002Tabla III. 147. Tomate. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuyanos. 2002Tabla III. 148. Tomate. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 149. Trigo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002Tabla III. 150. Trigo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pampeana. 2002Tabla III. 151. Tung. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Mesopota-mia. 2002Tabla III. 152. Vid. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 153. Vid. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Oasis cuya-nos. 2002Tabla III. 154. Vid. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles pata-gónicos. 2002Tabla III. 155. Yerba mate. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Me-sopotamia. 2002Tabla III. 156. Zanahoria. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Puna. 2002Tabla III. 157. Zanahoria. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Pata-gonia. 2002Tabla III. 158. Zapallito. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 159. Zapallito. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Agricul-tura subtropical del NOA. 2002Tabla III. 160. Zapallito. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Monte árido. 2002

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Tabla III. 161. Zapallito. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco húmedo. 2002Tabla III. 162. Zapallito. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002Tabla III. 163. Zapallito. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles patagónicos. 2002Tabla III. 164. Zapallo. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Patago-nia. 2002 Tabla III. 165. Zapallo anco. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles del NOA. 2002Tabla III. 166. Zapallo anco. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Chaco seco. 2002Tabla III. 167. Zapallo anco. Tipos de tecnologías según tipo de PP en Valles p

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Índice general

Agradecimientos ----------------------------------------------------------------------- 5Presentación ---------------------------------------------------------------------------- 7Resumen ejecutivo ------------------------------------------------------------------- 9

Primera parte: Identificación de los principales rubros productivos y de las tecnologías utilizadas por los pequeños productores --------------------------------------------------25

Capítulo 1.1. Los rubros productivos principales --------------------------27

1.1.1. Puna------------------------------------------------------------------------------ 291.1.2. Valles del Noroeste----------------------------------------------------------- 301.1.3. Agricultura subtropical del Noroeste ------------------------------------- 321.1.4. Chaco seco--------------------------------------------------------------------- 331.1.5. Monte árido--------------------------------------------------------------------- 341.1.6. Chaco húmedo----------------------------------------------------------------- 361.1.7. Mesopotamia------------------------------------------------------------------- 371.1.8. Patagonia----------------------------------------------------------------------- 381.1.9. Pampeana --------------------------------------------------------------------- 401.1.10. Oasis cuyanos --------------------------------------------------------------- 411.1.11. Valles patagónicos --------------------------------------------------------- 42

Capítulo 1.2. Los agrupamientos de productos seleccionados--------45

1.2.1. Puna ----------------------------------------------------------------------------- 481.2.2. Valles del NOA ---------------------------------------------------------------- 541.2.3. Agricultura subtropical del NOA ------------------------------------------ 601.2.4. Chaco seco -------------------------------------------------------------------- 67

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1.2.5. Monte árido -------------------------------------------------------------------- 721.2.6. Chaco húmedo --------------------------------------------------------------- 771.2.7. Mesopotamia ------------------------------------------------------------------ 831.2.8. Patagonia ---------------------------------------------------------------------- 891.2.9. Pampeana --------------------------------------------------------------------- 961.2.10. Oasis cuyanos ------------------------------------------------------------- 1021.2.11. Valles patagónicos ------------------------------------------------------- 108

Capítulo 1.3. Las tecnologías utilizadas enlos productos seleccionados --------------------------------------------------- 115

1.3.1. Nivel de información A------------------------------------------------------117Soja ----------------------------------------------------------------------------------- 117Trigo----------------------------------------------------------------------------------- 118Maíz----------------------------------------------------------------------------------- 119Algodón ------------------------------------------------------------------------------- 121Caña de azúcar -------------------------------------------------------------------- 122Tabaco ------------------------------------------------------------------------------- 123Té --------------------------------------------------------------------------------------124Yerba mate -------------------------------------------------------------------------- 124Vid ------------------------------------------------------------------------------------- 125Olivo -----------------------------------------------------------------------------------126Mandarino ----------------------------------------------------------------------------126Naranjo -------------------------------------------------------------------------------127Manzano ------------------------------------------------------------------------------ 127Peral -----------------------------------------------------------------------------------128Bovinos -------------------------------------------------------------------------------129Ovinos --------------------------------------------------------------------------------- 140Caprinos ------------------------------------------------------------------------------143

1.3.2. Nivel de información B ------------------------------------------------------ 146Girasol -------------------------------------------------------------------------------- 146Nogal ---------------------------------------------------------------------------------- 146Cerezo -------------------------------------------------------------------------------- 147Ciruelo -------------------------------------------------------------------------------- 147Durazno ------------------------------------------------------------------------------ 148Nectarina (pelón) ------------------------------------------------------------------- 149Ajo ------------------------------------------------------------------------------------- 150Cebolla ------------------------------------------------------------------------------- 150Tomate ------------------------------------------------------------------------------- 151

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Pollos --------------------------------------------------------------------------------- 152

1.3.3. Nivel de información C --------------------------------------------------- 153Alfalfa consociada ---------------------------------------------------------------- 153Alfalfa pura -------------------------------------------------------------------------- 153Avena -------------------------------------------------------------------------------- 154Tung --------------------------------------------------------------------------------- 154Acelga ---------------------------------------------------------------------------------154Batata ---------------------------------------------------------------------------------155Chaucha ------------------------------------------------------------------------------155Choclo --------------------------------------------------------------------------------155Habas----------------------------------------------------------------------------------155Lechuga ------------------------------------------------------------------------------156Mandioca -----------------------------------------------------------------------------156Melón ---------------------------------------------------------------------------------156Papa -----------------------------------------------------------------------------------156Poroto ---------------------------------------------------------------------------------157Sandía --------------------------------------------------------------------------------157Zanahoria -----------------------------------------------------------------------------157Zapallito ------------------------------------------------------------------------------ 158Zapallo --------------------------------------------------------------------------------158Zapallo anco -------------------------------------------------------------------------158Eucalipto -----------------------------------------------------------------------------159Paraíso -------------------------------------------------------------------------------159Pino ----------------------------------------------------------------------------------- 159Llamas -------------------------------------------------------------------------------- 159Patos ---------------------------------------------------------------------------------- 160Pavos --------------------------------------------------------------------------------- 160Porcinos -------------------------------------------------------------------------------160Apicultura -----------------------------------------------------------------------------161

Segunda parte: Análisis del impacto productivo potencial de una selección de tecnologías apropiadas --- 163

Capítulo 2.1. Alambrados eléctricos para el manejo de mallines y refugios para corderos en la región Patagónica ---------------------- 165

2.1.1. Descripción de las propuestas tecnológicas -------------------------- 165

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Alambrado eléctrico para el manejo de pampas y mallinesen la Patagonia -------------------------------------------------------------------- 166Refugio para corderos en la Patagonia --------------------------------------- 170

2.1.2. Estimación del impacto potencial ---------------------------------------- 177

Capítulo 2.2. Buenas prácticas apícolas sanitarias en la región Pampeana ---------------------------------------------------------------- 181

2.2.1. Descripción de la propuesta tecnológica ------------------------------- 1812.2.2. Estimación del impacto potencial ---------------------------------------- 185

Capítulo 2.3. Manejo integrado de plagas (carpocapsa) en nogales de la región Valles del Noroeste ------------------------------ 189

2.3.1. Descripción de la propuesta tecnológica ----------------------------- 1892.3.2. Estimación del impacto potencial ---------------------------------------- 192

Capítulo 2.4. Secaderos solares de pimiento para pimentón en la región Valles del Noroeste -------------------------------- 197

2.4.1. Descripción de la propuesta tecnológica ----------------------------- 1972.4.2. Estimación del impacto potencial ---------------------------------------- 201

Capítulo 2.5. Sistema de siembra directa para pequeñosproductores de la región Chaco húmedo ---------------------------------- 205

2.5.1. Descripción de la propuesta tecnológica ----------------------------- 205Herramientas para recuperación y conservación de suelo -------------- 205Abonos verdes ---------------------------------------------------------------------- 213Sistema de siembra directa ----------------------------------------------------- 233

2.5.2. Estimación del impacto potencial ---------------------------------------- 236

Capítulo 2.6. Conservación de granos a nivel familiar en la región Chaco húmedo -------------------------------- 2432.6.1. Descripción de la propuesta tecnológica ----------------------------- 2432.6.2. Estimación del impacto potencial -------------------------------------- 252

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Tercera parte: Identificación de líneas fundamentales sobre investigacionestecnológicas para pequeños productores --------------------- 257

Capítulo 3.1. Líneas orientativas ---------------------------------------------- 261

Capítulo 3.2. Líneas temáticas ------------------------------------------------- 267

Capítulo 3.3. Líneas operacionales ------------------------------------------- 273

Cuarta parte: Metodología ------------------------------------------ 277

Capítulo 4.1. Aspectos metodológicos de la primera parte ---------- 2814.1.1. Determinación de los rubros productivos principales -------------- 2814.1.2. Determinación de los agrupamientos de productos seleccionados ------------------------------------------------------- 2834.1.3. Análisis de las tecnologías para pequeños productores ----------- 2844.1.4. Definiciones operativas del estudio IICA-PROINDER -------------- 286

Capítulo 4.2. Aspectos metodológicos de la segunda parte -------- 291Selección de tecnologías ---------------------------------------------------------- 291

Conclusiones ------------------------------------------------------------ 297

Bibliografía --------------------------------------------------------------- 301

Indice de tablas y gráficos ------------------------------------------ 307

Contenido del CD ------------------------------------------------------ 315

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