Tel.: 93 467 43 85 · 2016-01-08 · 3 Pista negra, de Antonio Manzini, es la primera entrega de...

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www.salamandra.info Tel.: 93 467 43 85 Título: PISTA NEGRA Autora: Antonio Manzini Colección: Black Fecha pub.: enero de 2015 Antonio Manzini estará en Barcelona, disponible para entrevistas, del 3 al 5 de febrero. El miércoles 4 de febrero a las 17 hs participará en la mesa redonda «Nos gusta el amarillo» en el marco del festival BCNegra.

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www.salamandra.info Tel.: 93 467 43 85

Título: PISTA NEGRA

Autora: Antonio Manzini

Colección: Black

Fecha pub.: enero de 2015

Antonio Manzini estará en Barcelona, disponible para entrevistas, del 3 al 5 de febrero.

El miércoles 4 de febrero a las 17 hs participará en la mesa redonda «Nos gusta el amarillo» en el

marco del festival BCNegra.

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Pista negra, de Antonio Manzini, es la primera entrega de una magnífica serie policíaca ambientada en los Alpes italianos, y el primer caso del subjefe Rocco Schiavone. Tras convertirse en un bestseller en Italia, la novela, que ha sido comparada con las de Andrea Camilleri y Henning Mankell, se encuentra en proceso de traducción a siete idiomas.

Perspicaz observador de la naturaleza humana, Antonio Manzini ha combinado una buena dosis de humor inteligente con una pizca de ironía para crear un personaje memorable. Su carácter sarcástico y arrogante, su descarnada sinceridad y su absoluto desenfado hacen de Rocco Schiavone un héroe irresistible, eje central de una serie adictiva que representa lo mejor de la novela negra europea actual.

Antonio Manzini participará en la próxima edición del festival BCNegra, que tendrá lugar en Barcelona entre el 29 de enero y el 7 de febrero de 2015.

A consecuencia de un turbio incidente con el hijo de un poderoso político, Rocco Schiavone, subjefe de la policía de Roma, ha sido «desterrado» a una pequeña ciudad del valle de Aosta, en los Alpes italianos. Para un romano sofisticado y amante de la buena vida, no es la mejor noticia. El frío, las botas de nieve y el provincianismo de los autóctonos estimulan la natural tendencia de Rocco a las malas pulgas, así que, visto el panorama, un caso difícil le vendría de maravilla.

La ocasión se presenta cuando aparece un cadáver aplastado bajo las huellas de una máquina pisanieves en una de las estaciones de esquí de la zona. El desafío es importante. A la escasez del material encontrado hay que añadir la ignorancia de Schiavone de las costumbres locales, su desconocimiento del dialecto y la historia del lugar. Nada que amilane, desde luego, a una persona decidida y orgullosa como él. Sin renunciar un ápice a su temperamento meridional, Rocco se abre camino entre pistas, refugios de montaña y teleféricos, interroga a monitores, guías y enigmáticos operarios del valle, y, sobre todo, traba relación con unas cuantas lugareñas guapas dispuestas a ofrecerle una cálida bienvenida.

El ArgumEnto

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Al subjefe de policía Schiavone se le van los ojos en presencia de una mujer agraciada, y disfruta como el que más de los placeres de la buena mesa, pero en el ejercicio de su trabajo no se parece a nadie. Ni por el altísimo porcentaje de casos resueltos que acumula, ni por su costumbre de humillar a sus incompetentes subordinados, ni por no tener reparos en meterse en negocios sucios, allanar la morada de sospechosos o fumar hierba en su despacho, entre otras lindezas. Es astuto como el diablo, proclive a estallidos de cólera en los que suele írsele la mano, está dotado de un radar natural que le permite detectar a quienes quieren engatusarlo, posee un humor negro y una ironía venenosa que desarman a cualquiera, es capaz de citar a poetas alemanes e ingleses y de conocer la respuesta a preguntas como por qué la supresión de los billetes no acabaría con la evasión fiscal italiana.

Los siguientes extractos ofrecen algunas pinceladas del retrato de este singular personaje, que se ha convertido en una de las creaciones más aplaudidas de la reciente literatura negra europea.

«Rocco Schiavone tenía una personalísima escala de valoración de las tocadas de cojones que la vida le reservaba día tras día con absoluta indiferencia. La escala comenzaba en el sexto grado, o sea, todo lo relacionado con las obligaciones domésticas: recados, fontaneros, alquileres... En el séptimo estaban los centros comerciales, las oficinas de correos, los laboratorios de análisis, los médicos en general, especialmente los dentistas, y, para acabar, las cenas de trabajo y los parientes, aunque al menos éstos, gracias a Dios, estaban en Roma. El octavo grado incluía, en primer lugar, hablar en público, seguido de los trámites burocráticos de trabajo, el teatro e informar a jefes superiores y jueces. En el noveno figuraban los estancos cerrados, los bares sin helados Algida, encontrarse con alguien que le soltara rollos interminables y, sobre todo, las vigilancias con agentes que no se duchaban. Por último, estaba el décimo grado. El non plus ultra, la madre de todas las tocadas de cojones: tener que apechugar con un caso.»

«De pequeño, Rocco tenía una enciclopedia de animales. El manual de los jóvenes castores y El mundo de los niños eran, junto con aquella obra, los únicos libros que había en casa. El último volumen de la enciclopedia,

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el quinto, recogía láminas dibujadas por excelentes ilustradores del siglo xix. Era su preferido. Sentado en la alfombra de su habitación, pasaba tardes enteras mirando aquellas láminas, una por una. Siempre se había preguntado cómo se las arreglaban aquellos dibujantes para hacer retratos de animales. En el siglo xix no contaban con fotos. Y no es que murciélagos o tucanes se estuvieran quietecitos, dispuestos a obedecer las instrucciones del retratista [...]. Desde entonces, si conocía a alguien que le recordaba una de aquellas láminas, enseguida lo catalogaba como un zoólogo en su lista mental. Italo Pierron era una Mustela nivalis, más conocida como comadreja. Había conocido a otras comadrejas, pero nunca entre las fuerzas del orden.»

«Después del coito, Rocco Schiavone se ponía de un humor más negro que la boca de una caverna. Tras cuatro meses de relaciones, Nora ya lo había asumido. Lo que todavía no entendía eran las fases de aquel hombre: antes de hacer el amor estaba intratable; después, peor. Sólo durante se abría una brecha entre las nubes y se veía el sol, lo que Rocco habría podido ser si la vida le hubiera sonreído algo más.»

«En la naturaleza, la muerte no entiende de culpas. La muerte es sólo vejez, enfermedad o supervivencia. Los perros lo saben. Puedes leerlo en sus ojos. Deberías hacerte perro, Italo. Aprenderías un montón de cosas. Aprenderías, por ejemplo, que en la naturaleza no existe la justicia. Eso es un concepto totalmente humano. Y como todas las cosas humanas, es opinable y falaz.»

«Cada vez que resolvía un caso se sentía sucio, pegajoso, necesitado de una ducha o un viaje de un par de días [...]. Debía meter forzosamente las manos en aquel légamo pringoso, en aquella porquería de ciénaga, si quería capturar a los cocodrilos. Y para hacerlo tenía que transformarse también él en una criatura de tales parajes. Tenía que ensuciarse. El fango se convertía en su casa. [...] Era la parte más fea y oscura de su vida, volver a ella le resultaba doloroso, fatigoso. Y todo aquello, las investigaciones, los asesinos y las falsedades, lo obligaba a ajustar cuentas de nuevo. A él, que intentaba dejar atrás las cosas más feas que había vivido, que trataba de olvidar el mal hecho y recibido. La sangre, los gritos, los muertos que se le presentaban tras los párpados cada vez que los cerraba.»

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opinA SobrE Su oficio

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En la vertiente más cómica, Antonio Manzini les saca mucho partido a las diferencias entre el norte y el sur de Italia, y a la idea de que el país está fracturado en dos formas irreconciliables de ser y de vivir. El subjefe de policía Schiavone adora Roma por encima de todas las cosas (excepto, quizá, de las mujeres). Adora sus gentes, sus ruinas, su comida, su clima... y ha llegado al extremo de mitificarla como el súmmum de la perfección. Trasplantado al inhóspito norte, Schiavone se encuentra como un pez fuera del agua. El frío lo irrita, el dialecto lo confunde y los lugareños lo exasperan («A mí la gente de estos valles me gusta. Son limpios, honrados y sinceros. Incluso usted. Sólo tienen un defecto: meten las narices en los asuntos de los demás.»)

«En los lejanos tiempos del instituto, Rocco había leído que un filósofo, quizá Hegel, había definido el periódico como “la oración laica de la mañana”. Para él, en cambio, la oración laica de la mañana era liarse un porro de hierba que lo reconciliaba con la vida y con estar tan lejos de Roma desde hacía cuatro meses. Sin posibilidad de volver. No es que tuviera nada contra Aosta. Es más, era una ciudad bonita, civilizada, con gente educada. Pero habría sido igual si lo hubieran mandado a Salerno, Mantua o Venecia. El resultado no habría cambiado. No era el destino lo que lo afligía. Lo que añoraba era la casa madre, su recinto existencial, su nido.»

«Pierron iba concentrado en conducir. Sabía que ahora empezaría la canción del nostálgico. Y, en efecto, así fue:

—En Roma, en esta época hace frío, pero casi siempre sopla la tramontana y se lleva las nubes. Y entonces sale el sol. Sale el sol y hace frío. La ciudad se tiñe de rojos y naranjas, el cielo es azul y da gusto andar por las calles, sobre los adoquines. Cuando hay tramontana despuntan todos los colores. Es como una bayeta que quitara el polvo de un cuadro antiguo.

Pierron puso los ojos en blanco. Él sólo había estado una vez en Roma, cinco años antes, y apestaba tanto que se había pasado tres días vomitando.»

contrAStES EntrE El

nortE y El Sur

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Pregunta: Su Rocco Schiavone es la antítesis del policía auténtico. Más bien es un personaje ambiguo.Antonio Manzini: Rocco nació en el Trastevere en los sesenta, cuando allí no había turistas sino homicidios. Sus amigos se han convertido en ladrones o camellos, y él se hizo policía. Me lo imaginé como la antítesis del comisario solitario e intachable. Quería que fuera un hombre lleno de defectos y éticamente incorrecto, pero que tuviera su propia moral frente a las injusticias cometidas con los más débiles, y que tiene, a pesar de no gustarle nada su trabajo, una óptima intuición investigadora. Quería un personaje fuera de los esquemas, que me liberase de la jaula de lo políticamente correcto que debo respetar cuando escribo para las series de televisión. Alguien con quien el lector simpatice, a pesar de sus errores.

«Antonio Manzini ha dibujado un personaje extraordinario.» Andrea Camilleri

«Deshonesto, potencialmente violento, incompatible con las normas, pero dotado de talento para su trabajo [...]. Un personaje insólito, muy logrado desde el punto de vista narrativo.» La Repubblica

«Un protagonista corrupto y genial.» Tuttolibri, La Stampa

«Un personaje auténtico, una escritura que convence.» Gioia

«La prosa tersa de Manzini deja entrever la silenciosa angustia vital de su protagonista y muestra con delicadeza la humanidad del perdedor. El autor domina el género y controla el ritmo cómico. Nada entorpece su capacidad para narrar las debilidades humanas con una sonrisa.» Flaneri.com

Antonio Manzini (Roma, 1964), actor, director de cine y teatro y escritor, ha publicado con anterioridad las novelas Sangue marcio y La giostra dei criceti, así como varios relatos breves, dos de ellos a cuatro manos con Niccolò Ammaniti. Pista negra, su tercera novela, es la primera de la serie dedicada al subjefe Rocco Schiavone y ha sido recibida con el aplauso de la crítica y el público en Italia, donde ha permanecido en las listas de los libros más vendidos durante semanas. La obra se editará en siete idiomas.

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