Tema 7.- La construcción de la España liberal: Los procesos de las desamortizaciones y los cambios...

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Tema 7.- La construcción de la España liberal: Los procesos de las desamortizaciones y los cambios agrarios. Antecedentes Los ilustrados españoles consideran que la reforma de la agricultura es primordial para que el campo alimente a una población en crecimiento. En efecto, durante el siglo XVIII creció la población pero no lo hizo suficientemente la producción de alimentos. La consecuencia fue una sucesión de crisis de subsistencia: hay más bocas que alimentar pero no tantos alimentos, por lo que se disparan los precios de la comida, especialmente si sobrevenían períodos de malas cosechas. El primer obstáculo es la estructura de la propiedad de la tierra que está mal repartida: la nobleza y la Iglesia acumulan enormes propiedades. Éstos, que se ven atacados, les echan la Inquisición encima a los ilustrados. El segundo obstáculo es que las mejores tierras que estaban lógicamente en manos de la nobleza y de la Iglesia, no se podían vender. Nos referimos a dos tipos que son los mayorazgos y los bienes de manos muertas: a) Las propiedades agrícolas de la nobleza estaban sometidas a la institución del mayorazgo: el primogénito se queda con todo para evitar la fragmentación del patrimonio familiar después de sucesivas herencias generación tras generación. b) Las propiedades de la Iglesia tampoco podían ser vendidas una vez que formaran parte de su patrimonio. Por último, los municipios también poseían tierras que también estaban amortizadas: no podían ser vendidas ni parceladas. Los ilustrados pensaban que lo ideal era que esas tierras pudieran ser vendidas y compradas por labradores con visión empresarial que les sacara mayor rendimiento para ganar más dinero. Durante el reinado de Carlos III se iniciaron los primeros procesos desamortizadores. Básicamente dos: 1

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Tema 7.- La construcción de la España liberal: Los procesos de las desamortizaciones y los cambios agrarios.

Antecedentes

Los ilustrados españoles consideran que la reforma de la agricultura es primordial para que el campo alimente a una población en crecimiento. En efecto, durante el siglo XVIII creció la población pero no lo hizo suficientemente la producción de alimentos. La consecuencia fue una sucesión de crisis de subsistencia: hay más bocas que alimentar pero no tantos alimentos, por lo que se disparan los precios de la comida, especialmente si sobrevenían períodos de malas cosechas.

El primer obstáculo es la estructura de la propiedad de la tierra que está mal repartida: la nobleza y la Iglesia acumulan enormes propiedades. Éstos, que se ven atacados, les echan la Inquisición encima a los ilustrados.

El segundo obstáculo es que las mejores tierras que estaban lógicamente en manos de la nobleza y de la Iglesia, no se podían vender. Nos referimos a dos tipos que son los mayorazgos y los bienes de manos muertas:

a) Las propiedades agrícolas de la nobleza estaban sometidas a la institución del mayorazgo: el primogénito se queda con todo para evitar la fragmentación del patrimonio familiar después de sucesivas herencias generación tras generación.

b) Las propiedades de la Iglesia tampoco podían ser vendidas una vez que formaran parte de su patrimonio.

Por último, los municipios también poseían tierras que también estaban amortizadas: no podían ser vendidas ni parceladas.

Los ilustrados pensaban que lo ideal era que esas tierras pudieran ser vendidas y compradas por labradores con visión empresarial que les sacara mayor rendimiento para ganar más dinero.

Durante el reinado de Carlos III se iniciaron los primeros procesos desamortizadores. Básicamente dos:

El conde de Campomanes se propuso crear una clase de campesinos acomodados que no originaran conflictos sociales. Con tal fin, recurrió a las tierras comunales o municipales y les ofreció a los colonos ayudas para la compra de aperos de labranza y vivienda.

El intendente Pablo de Olavide dirigió el proyecto de colonizar Sierra Morena con seis mil colonos alemanes, holandeses y españoles, entre los que repartió tierras confiscadas a la orden religiosa de los jesuitas.

Ya durante el reinado de Carlos IV, las medidas aplicadas para resolver el problema de las finanzas públicas se basaron en la primera venta de propiedades de la Iglesia junto con propiedades comunales de los ayuntamientos en beneficio del Estado. A pesar de que se enajenó una sexta parte de las propiedades de la Iglesia, fue inevitable que el Estado entrara en bancarrota (1804) por no disponer de suficiente dinero para atender los pagos de la deuda.

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Las Cortes de Cádiz, en 1813, deciden la nacionalización de los bienes de las Ordenes Militares, los conventos suprimidos durante la Guerra de Independencia y los de los afrancesados

Durante el Trienio Liberal se aplicó el decreto de 1813 (supresión de monacales y desamortización de bienes de propios y baldíos que eran tierras de propiedad municipal aprovechadas por todos los vecinos). También se procedió a desvincular los señoríos, que se transformaron en propiedad privada plena, y a suprimir el mayorazgo. La restauración absolutista anuló toda esta obra, con el consiguiente descontento de la burguesía que había comprado estas propiedades.

Desarrollo

1.- El proceso de la desamortización

Durante la Regencia de María Cristina se inició de manera masiva el proceso de desamortizaciones.

1.2.- La desamortización de los bienes eclesiásticos.

El pronunciamiento de los sargentos de la Granja trae consigo un cambio político de fondo cual es la implantación de un modelo político liberal a través de la Constitución de 1837. En él se apoyará la reina regente María Cristina para asegurar el trono de su hija frente a los absolutistas partidarios de Carlos María Isidro. Pero hay otro problema añadido y es el de resolver los apuros financieros por los que atraviesa la Hacienda pública.

Ya en 1835, la reina regente María Cristina tuvo que cesar al liberal moderado Martínez de la Rosa para sustituirlo por el progresista Mendizábal que desempeñó los cargos de primer ministro y de ministro de hacienda entre 1835 y 1836.

La medida más significativa que adoptó fue la llamada desamortización de Mendizábal (1836), proceso de nacionalización de los bienes del clero regular para venderlos en pública subasta.El Estado expropió los bienes de la Iglesia y se convertía en propietario sin pagar indemnización . Finalmente, se vendieron en esos bienes en subasta pública al mejor postor.

Los objetivos del proceso desamortizador inspirado en la propia Revolución francesa, fueron los que a continuación se expresan:

1. Vender en lotes las tierras de la Iglesia católica y de las órdenes religiosas para que las adquirieran propietarios privados que estarían sumamente interesados en sacarles rentabilidad mediante el incremento de la productividad agrícola.

2. Formar con sus compradores una clase media dispuesta a apoyar el régimen liberal y la causa isabelina.

3. Reducir la agobiante deuda pública y proporcionar al Estado medios económicos con los que financiar la guerra civil contra los carlistas.

4. Conseguir que el Estado incorporara al patrimonio nacional la riqueza artística y documental de las instituciones eclesiásticas.

Las consecuencias de la desamortización fueron muy variadas:

1.- Desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza, toda vez que el diezmo fue igualmente suprimido en 1837.

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2.- La desamortización no resolvió el problema de la deuda pública, pero si contribuyó a atenuarlo.

3.- La desamortización no produjo un aumento significativo de la producción agraria en contra lo que pretendían sus promotores. Los nuevos propietarios, en general, no emprendieron mejoras técnicas, sino que:

se limitaron a seguir cobrando las rentas y las incrementaron al sustituir el pago de los derechos señoriales y diezmos por nuevos contratos de arrendamiento a más corto plazo.

invirtieron sus ahorros en la adquisición de nuevas propiedades agrícolas.

continuaron aprovechando la abundante mano de obra del centro y sur de España antes que invertir en la mecanización de las tareas agrícolas.

4.- La desamortización provocó un reforzamiento de la estructura de la propiedad de la tierra: acentuó el latifundismo en Andalucía y Extremadura y el minifundismo en el Norte. Además, muchos de los nuevos propietarios eran antiguos miembros de la aristocracia terrateniente y de la alta burguesía urbana, con dinero e información para pujar en las subastas y poder realizar las compras de los bienes desamortizados.

5.- Una cantidad significativa de campesinos fueron expulsados de las tierras desamortizadas a la Iglesia porque los nuevos propietarios ofrecían contratos a corto plazo a la vez que subían sustancialmente el importe de la renta que además debía satisfacer en metálico. Algunos sectores engrosaron las partidas carlistas contra los sucesivos gobiernos liberales.

6.- La desamortización no sólo afectó a las tierras de cultivo sino a todo el patrimonio inmobiliario perteneciente a la Iglesia y a las órdenes religiosas. La nobleza y la alta burguesía adquirieron la mayoría de los edificios del centro. Por otra parte, una parte considerable del patrimonio artístico fue vendido a coleccionistas extranjeros o se deterioró por la carencia de cuidados.

A partir de 1841 la Iglesia fue compensada por el Estado que se encargó de mantener al clero secular hasta entrada la primera década del siglo XXI.

Durante este período de gobierno liberal progresista fueron aprobadas otras leyes fundamentales para la liberalización de la economía y la creación de un mercado nacional.

Con el fin de conseguir una mayor libertad económica y estimular la producción:

Se suprimieron los mayorazgos: los propietarios podían ya vender sus tierras antes amortizadas, al mejor postor, por lo que salieron a la venta varios millones de hectáreas de tierra de cultivo.

Abolición de los privilegios gremiales.

Para la creación de un mercado nacional fueron eliminadas las aduanas interiores.

El Estado liberal se fortaleció al liberarse de toda atadura de carácter feudal. Así, también quedaron abolidos definitivamente:

Los diezmos eclesiásticos.

Los señoríos laicos y eclesiásticos.

1.3.- La Desamortización civil de Pascual Madoz (1855)

La segunda gran desamortización del siglo XIX presentó las siguientes características:

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La desamortización civil se prolongó durante toda la segunda mitad del siglo XIX hasta 1924.

Afectó a los bienes inmuebles de los ayuntamientos (bienes de propios: tierras municipales en régimen de arrendamiento; y bienes comunes: eran tierras que no proporcionaban renta al ayuntamiento pero utilizadas por todos los vecinos del municipio).

También afectó a las tierras que le quedaban a la Iglesia, a las órdenes militares, a las cofradías y a las instituciones benéficas)

Los objetivos fueron similares a los de la Desamortización de Mendizábal:1) Amortizar la deuda pública.2) Financiar las obras públicas.3) Financiar la construcción del ferrocarril.

La desamortización civil tuvo tres consecuencias negativas:1) Aunque en menor medida que con la desamortización eclesiástica, la

burguesía con dinero fue de nuevo la gran beneficiaria; en esta ocasión también resultó mayor la participación de los pequeños propietarios de los pueblos.

2) La enajenación de las propiedades municipales trajo consigo el empeoramiento de las condiciones de vida del pequeño campesinado porque se vio privado de su uso.

3) Surgieron de nuevo tensiones con la Santa Sede por el incumplimiento del Concordato de 1851 que contemplaba el compromiso del Estado español de paralizar el proceso de venta de los bienes eclesiásticos.

2.- Cambios agrarios

2.1.- Cambios económicos

Durante este período España viene de una situación de partida desfavorable por las devastaciones ocasionadas durante la guerra de independencia y de la primera guerra carlista. Fernando VII no adoptó ninguna medida para la reforma de las anticuadas estructuras políticas, económicas y sociales que estaban ancladas aún en la monarquía absoluta y en la sociedad estamental.

No cabe duda alguna de que las reformas emprendidas por los liberales iniciaron el camino de la modernización, aunque España aún estaba lejos de alcanzar los niveles de desarrollo de su entorno europeo.

El agro español estaba atrasado porque aún persistían estructuras que mantenían bajo el nivel de productividad de la agricultura. Las desamortizaciones eclesiástica y civil, la disolución del régimen señorial y la desvinculación de los mayorazgos dio origen a una compra-venta masiva de tierras (el 50% de la tierra cultivable) que repercutió en un aumento de la producción por la puesta en cultivo de nuevas tierras, pero no la productividad, es decir, el rendimiento por hectárea.

Los compradores fueron antiguos miembros de la nobleza terrateniente y, sobre todo, hombres de negocios que invirtieron sus capitales en bienes raíces. Buena parte de esos

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nuevos propietarios no actuaron como verdaderos empresarios agrícolas: no invirtieron en aplicar nuevas tecnologías para aumentar el rendimiento de los cultivos.

La cuestión es, ¿cómo obtenían beneficios si la productividad era tan baja? Por dos vías:

Cultivando la mayor parte de la superficie posible de sus latifundios. Empleando una mano de obra abundante y barata.

Los minifundistas tampoco invirtieron en incorporar nuevas técnicas agrícolas por dos razones:

No disponían de la necesaria superficie de cultivo para que mereciera la pena hacer ese tipo de inversiones.

Tampoco tenían el capital suficiente.

El balance de las reformas liberalizadoras en el agro español puede ser resumido en cuatro puntos:

1) El Estado alivió la financiación de la deuda pública.2) Se configuró una burguesía terrateniente que incorporó a la antigua nobleza

reconvertida al liberalismo en su versión más moderada.3) Apareció un proletariado agrícola de más de dos millones de campesinos sin tierras

sometido a unas condiciones de bajos salarios y de un trabajo estacional.4) Aumentó la producción agrícola pero no lo suficiente para alimentar a una población

en continuo crecimiento. Se seguirán sucediendo las crisis de subsistencia (malas cosechas, desencanto social, inestabilidad política).

2.2.- Cambios sociales

Con la muerte de Fernando VII (1833) se inició el proceso hacia el definitivo asentamiento del nuevo modelo de sociedad organizada en clases sociales que sustituía a la sociedad estamental del Antiguo Régimen.

De acuerdo con la doctrina liberal todos los hombres eran iguales en derechos y aspiraciones, pero sus capacidades y actitudes determinan su lugar en la escala social. Mérito y esfuerzo eran el nuevo criterio para establecer el ascenso o descenso de estatus de los individuos. El signo material de ese criterio era la propiedad. En función de la cantidad de propiedades se reguló el derecho de participación política mediante el sufragio censitario y excluyó de la participación política a la mayoría de los ciudadanos.

La aristocracia era una reliquia del Antiguo Régimen pero mantenía una vigencia social. En efecto, este grupo social continuó siendo objeto de admiración y un ejemplo a imitar por parte de las clases altas, medias y bajas (en concreto, que no trabajaban en las fábricas).

La aristocracia siguió conservando sus propiedades si bien, en 1836 con los liberales progresistas en el poder, quedaron suprimidos definitivamente los mayorazgos y los señoríos jurisdiccionales. Muchos nobles acrecentaron sus bienes con las distintas desamortizaciones -más del 80 por 100 de los bienes desamortizados pasaron a sus manos. En 1854, los veintisiete mayores contribuyentes de Castilla eran nobles.

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La Iglesia se vio privada de buena parte de sus riquezas por la desamortización y pasó a depender económicamente por completo del Estado liberal. Su pastoral sirvió a los fines políticos liberales: después de la agitación de la guerra civil con los carlistas era necesario que la Iglesia promoviera un espíritu de paz y de reconciliación entre los españoles para que pudiera asentarse el nuevo orden liberal.

La burguesía fue decisiva para que Isabel II ganara la guerra civil y se asentara en el trono. La alta burguesía trató de imitar a la nobleza a la que se asimiló por vía matrimonial o de concesión de títulos nobiliarios por parte de la reina.

Se benefició de los procesos desamortizadores de Mendizábal y de Pascual Madoz y de los negocios vinculados al incipiente proceso de industrialización.

Apoyaban al liberalismo moderado y eran partidarios de un poder monárquico fuerte que asegurara el orden como condición necesaria para conseguir la prosperidad económica.

Los campesinos, siempre fueron reacios a los cambios que imponían los gobiernos liberales. Aparecieron fuertes movimientos de oposición a las desamortizaciones eclesiástica (Mendizábal) y civil (Pascual Madoz) porque atentaba directamente contra sus condiciones de vida ya precarias. Justamente por ese motivo un número no desdeñable cerró filas en torno al carlismo. La aplicación de las desamortizaciones empobreció a unos dos millones de campesinos.

Consecuentes

El problema del agro español que era continua fuente de conflictividad social por los jornaleros sin tierra, comenzó a resolverse en una época bien tardía. La primera iniciativa política serie para repartir las tierras entre los campesinos fue la de Primo de Rivera (1923-29). La segunda correrá a cargo del Bienio Conservador durante la Segunda República (1933-35). La última, con el régimen franquista a partir de la década de los cuarenta del siglo XX cuando el Instituto Nacional de Colonización distribuya masivamente tierras de titularidad pública.

El problema agrario comenzó a diluirse a partir de la década de los cincuenta del siglo XX cuando el excedente de mano de obra campesina tuvo la ocasión de emigrar a las principales ciudades españolas que iniciaban el despegue económico. Otro foco de emigración fue el centro y norte de Europa que estaba siendo reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial.

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