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TENDENCIAS DE LA FAMILIA. EL CASO BOLIVIANO
Norah Castro Ortega1 [email protected] Familia. Políticas públicas y familia
Familia - Políticas públicas - Precapitalismo - Modernidad - Funciones familiares
INTRODUCCION
Bolivia, uno de los países con menor desarrollo productivo en Latinoámerica, incluso cuando
las políticas sociales eran atribución casi exclusiva del Estado (1952-1985), no contó con
políticas familiares.
La poca experiencia en este ámbito, y con ello su escasa producción investigativa y teórica,
está referida a acciones de limitada cobertura para niños y mujeres en situación de extrema
pobreza.
En la última década, a raíz de reformas de descentralización, de inclusión de componentes
de género y equidad, se visualizan viejos problemas, que se intentan responder con el apoyo
de ONGs, y actualmente, los municipios proyectan tareas de desarrollo muy puntuales, con
recursos provenientes de condonación de la deuda externa.
En este contexto, la familia como objeto de atención continúa siendo la gran ausente. El
ensayo que se presenta, al aproximarse a mostrar la diversidad familiar en el país, apunta a ir
ubicando factores para demostrar una hipótesis central: la preeminencia de formas familiares
en condiciones de vida precarias, con estructuras que poco tienen que ver con logros de la
modernidad, pero que con todo no ingresan francamente en la disfuncionalidad, gracias a
prácticas de sobrevivencia y valores solidarios. Prácticas que empero, día que pasa y por el
1 Trabajadora Social. Docente de la Carrera de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
Mayor de San Andrés, La Paz -Bolivia
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medio donde se desarrollan tienden a debilitarse, y con ello, se cierne el peligro no sólo de la
disgregación familiar, sino la degradación de la misma institución.
Como documento, el trabajo parte de un perfil sociodemográfico de la población boliviana,
como referencia para fundamentar las apreciaciones a las que se arriba. En segunda
instancia, se hace alusión al estado de las políticas sociales para la familia en el país, como
marco para situar en tercer lugar, las características de los hogares bolivianos y sus
integrantes. Se intenta a continuación, caracterizar los rasgos centrales de la reproducción
social de las familias, para concluir con una interpretación comparativa y las
correspondientes conclusiones.
Corresponde señalar, a manera de advertencia, que la escasa información estadística
específica para el estudio de la familia en Bolivia, es una seria limitante, con todo se ha
intentado su abordaje principalmente a partir de la información procedente del Censo de
Población y Vivienda realizado en 1992 y la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de
1998. Lamentablemente, no se dispone aún de información específica procedente del Censo
efectuado en el país en Septiembre de este año.
1. PERFIL SOCIODEMOGRAFICO DEL PAIS
En la actualidad, Bolivia cuenta con una población de 8.280.000 habitantes (INE:2001),
cifra de la cual deviene una densidad de apenas 7.5 personas por km2. Sin embargo, su
población se halla mayormente concentrada en la región del altiplano, cuyo territorio abarca
el 16% de la superficie total, pero acoge al 43% de todos los habitantes del país.
La población urbana alcanza al 62% (asentamientos de más de 2000 habitantes), porcentaje
que en las últimas décadas se ha incrementado significativamente debido a la migración
campo-ciudad.
La tasa de crecimiento está en el orden del 2%. A nivel urbano casi 3.6%, aunque hay
ciudades donde los porcentajes alcanzan al 5% e incluso al 8%. Globalmente, estos
procentajes hacen previsible para el año 2030, por lo menos 16 millones de habitantes.
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Las mujeres son mayoría relativa, superan a los hombres en un 0.8% (4.173.500 mujeres y
4.106.500 varones). La estructura de edades presenta una población predominantemente
joven: 41% tiene menos de 15 años, 54% está entre los 15 y 64 años, y sólo el 6% tiene 65
o más años.
Las mujeres en edad fértil (15 a 49 años) constituyen el 46% de la población femenina. La
tasa de fecundidad para el período 1995-1998 se estableció en 4.2., 6.4. en el área rural y
3.3 en área urbana, es decir que con estas tasas, las mujeres de área rural tendrían en
promedio, al final de su vida reproductiva, el doble de hijos que aquellas residentes en los
centros urbanos.
La tasa de natalidad resultó de 32 x 1000 y la de mortalidad de 9 x 1000. La tasa de
mortalidad infantil rural llegó a 90 x 1000 y la urbana a 50 x 1000, es decir que la tasa rural
es 80% más alta que la urbana, o más concretamente, que por cada 100 niños que mueren
en las ciudades de 2000 o más habitantes, 180 mueren en los pueblos y el campo. Con
todo, en ambos casos son cifras elevadas incluso en el contexto de los países
latinamericanos. La esperanza de vida es de 62 años.
Según el Censo de 1992, en Bolivia la población económicamente activa (PEA), en orden
de importancia, se encontraba distribuida casi en un 40% como obrero o empleado, el 49%
como trabajador por cuenta propia, y casi el 10% como trabajador familiar.
Para 1994, se refiere que sólo 37 % de ella se ubicaba en el sector formal de la economía,
63% en el sector informal: 40% en el sector agropecuario y un tercio en el sector comercial
y de servicios. (Cooperación Países Bajos a Bolivia:1999)
En la composición del PIB, para 1998, resalta la agricultura con casi 15%, transportes y
comunicaciones con algo más del 10%, banca y otros servicios financieros 11%. La
industria manufacturera sólo representa el 17%, y la minería 9%.
Actualmente el salario mínimo es de .400 Bolivianos, equivalente a aproximadamente 60
dólares americanos, monto evidentemente bajo incluso comparado con el ingreso medio del
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sector informal, cuyo incremento en el departamento de La Paz, durante la década de los 90
dobló a aquel registrado en el sector formal (CEDLA: 2000), lógicamente hay que
considerar que a nivel informal la fluctuación del ingreso es permanente, las jornadas mucho
más extensivas, las condiciones de trabajo más riesgosas y los trabajadores no tienen
siquiera seguro de salud.
Complementando esta información, se tiene que frente a las bajas tasas de desempleo que
se manejan oficialmente, la subutilización de la fuerza laboral en Bolivia está en el orden del
30%, porcentaje que permite aproximarnos de mejor manera al problema del trabajo en el
país.
2. POLITICAS SOCIALES PARA LA FAMILIA
Ribeiro Ferreira (2000) considera que una política social familiar a partir del Estado
consiste en la promoción del bienestar familiar a través de leyes y programas para el
reforzamiento de la institución familiar y sus funciones, la satisfacción de sus necesidades y la
promoción del desarrollo integral y equitativo de sus miembros.
La justifica en su emergencia y desarrollo, por la existencia de aspectos familiares
específicos y distintos que generalmente no son contemplados por las políticas sociales,
enfocadas a individuos o grupos sociales.
Para su atención, plantea dos instancias: las condiciones materiales y las condiciones
psicosociales, cada una con sus respectivas dimensiones:
Para la primera, cita:
• Acceso a los servicios
• Esparcimiento
• Empleo e ingreso
• Educación/capacitación
• Salud y nutrición
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• Vivienda
Para la segunda:
• Sexualidad
• Comunicación
• Participación y equidad
• Conyugalidad
• Parentalidad
• Planeación
Y considerando además, que en las familias existen subsistemas específicos, señala que sus
integrantes deberían ser tomados en cuenta con sus características particulares de edad,
género y funciones que desarrollan , por ejemplo, las mujeres como niñas, adolescentes y
jóvenes, adultas y ancianas, pero al mismo tiempo como madres, esposas e hijas.
A partir de lo anterior, podríamos señalar en consecuencia, que no bastan políticas sociales
focalizadas en individuos y/o problemas, que por la importancia de la familia como institución
fundamental para el desarrollo de la sociedad, por sus funciones económica, de protección,
afectivas y de socialización que cumple, precisa de políticas que atiendan su reproducción
social, tanto a nivel de consumo simple como ampliado.
Veamos que es lo que se tiene en Bolivia.
En lo jurídico, el Código de Familia, vigente desde 1955 y con reformas incorporadas en
1972, norma básicamente aspectos que tienen que ver con la institución del matrimonio, el
parentesco, derechos de los hijos, divorcio, tenencia de los hijos en esos casos, patrimonio y
herencia, y de manera muy general, el régimen de asistencia familiar por parte de los padres.
No existe una política social familiar específica, sino disposiciones dirigidas a sujetos
considerados más vulnerables: Ley del Niño, Niña y Adolescente, vigente desde 1999, y la
Ley contra la Violencia Intrafamiliar y Doméstica, aprobada en 1995.
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La primera, recogiendo la actual doctrina de. protección integral, considera a los niños y
adolescentes como sujetos con derecho a la vida, salud, familia, nacionalidad e identidad,
libertad y dignidad, educación, cultura y esparcimiento y protección en el trabajo. Se refiere
asimismo a aspectos de prevención y protección social y jurídica.
La segunda, emergente de la importancia internacional que actualmente se asigna a los
problemas de género, conceptualiza y tipifica la violencia, establece procedimientos para su
enfrentamiento y sanciones para los abusadores.
Aparte de esta normativa tan específica, se podría señalar que otras vías de preocupación
indirecta para la familia y sus miembros, lo constituyen los actuales planes de salud y
educación principalmente.
En el ámbito de la salud, a través del Plan Estratégico de Salud 1997-2002, se considera
como prioridad la situación de la madre y los hijos pequeños, los programas se orientan
básicamente a la atención primaria en salud, intentando reducir los altos índices de
mortalidad materno-infantil. Los ancianos también han sido objeto de alguna atención con la
instauración de un Seguro de Salud, por el cual aquellos mayores de 65 años tienen
derecho a acudir gratuitamente a los servicios de la Caja Nacional de Salud, donde las
limitaciones ya se han mostrado más que evidentes, tornando poco factible la atención
efectiva de esta población.
En el plano educativo, con la Reforma implementada desde los 90, se prioriza la educación
básica , promoviendo acceso de niños y niñas, y se incorpora la enseñanza en lenguas
maternas por la diversidad cultural existente en el país (aymaras, quechuas y guaraníes,
particularmente).
Como podrá apreciarse, lo existente dista mucho de una política familiar como tal. Para
empezar, las respuestas a las necesidades básicas de sobrevivencia, casi están totalmente
ausentes, el problema el trabajo central para enfrentarlo, ni siquiera se toca, y no es mucha la
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diferencia con la satisfacción de necesidades de desarrollo humano, pues el acceso a
servicios de salud y educación, como se ha visto son más que limitados.
Por otra parte, tampoco existen programas para los adolescentes y jóvenes, pese al peso
que tienen como población, y para las personas mayores de 65 años, aparte del seguro de
salud ya mencionado, sólo en dos oportunidades -y a manera de justificar la capitalización
de las antiguas empresas del Estado y la vigencia de la Nueva Ley de Pensiones- han sido
atendidos proporcionándoles un monto de dinero anual, equivalente a algo más de 200
dólares americanos la primera, y algo menos de 100 la segunda, con la denominación de
Bono Sol y Bolivida, respectivamente.
Otra política que en los últimos 10 años ha cobrado vigencia es aquella dirigida a dotar de
agua potable y sistemas de eliminación de excretas, particularmente el área rural, dada la
gravedad de las carencias a nivel de saneamiento básico y sus emergencias en la salud de la
población. Sin embargo aún hasta hoy su impacto es modesto, no pasa del 40% en el caso
del agua y de 20% en los sistemas de drenaje.
Podría también señalarse que las reformas implementadas por el Estado Boliviano, a partir
de los 90, como fueron la Ley de Participación Popular, la Descentralización, la Reforma
Educativa, y Reformas Legislativas favorecen de alguna manera a la familia. Pero no sólo
que no apuntan a lo específico familiar, sino que sus propósitos en el mejor de los casos son
de largo plazo, al mismo tiempo que son cotidianas las denuncias de burocratismo y/o
corrupción que las distorsionan y tornan poco creible su efectividad.
Un último proyecto del actual gobierno, en un intento por mostrar alguna medida para
paliar la pobreza y exclusión, es un programa de Trabajo de Emergencia que tiene previsto
asignar empleo a 67.000 jefes de familia con un ingreso medio equivalente a algo más de
100 dólares americanos y sólo por el lapso de 8 .meses. Como se podrá inferir se trata más
bien de una alternativa de corto tiempo y por demás limitada en su cobertura.
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Inserto en este panorama pasaremos a analizar las características de los hogares bolivianos y
las condiciones de reproducción social de sus integrantes.
3. CARACTERISTICAS DE LOS HOGARES BOLIVIANOS
En el país no existen estudios específicos sobre la familia. Los censos y encuestas toman
como una de sus unidades de análisis principal al Hogar particular “constituido por una o
varias personas que viven bajo un mismo techo en régimen familiar, sean o no parientes entre
sí.” (INE:1993)
De ahí que para los fines de aproximarnos a la situación y tendencias de las familias en
Bolivia, utilizaremos la información proveniente de estas fuentes.
3.1. Tipo y tamaño de los hogares
En 1992, el 98% de la población residía en hogares particulares, casi 56% de ellos ubicados
en área urbana, y 44% en la rural. El tamaño promedio era de 4.35. Para 1998, la ENDSA
ofrecía un dato ligeramente superior: 4.4
3.2. Categoría de hogares particulares
En 1992, los hogares nucleares alcanzaban al 59% (56% y 62% en área urbana y rural,
respectivamente), los hogares extendidos a 19%. (20% urbano y 18% rural), los hogares
unipersonales 12% (10% urbano y 14% rural) y los hogares compuestos 10%. (14%
urbano y 6% rural).
A su vez, la ENDSA 98 hacía referencia a un 76% de niños menores de 15 años que vivían
con ambos padres, 14% sólo con la madre, 3% sólo con el padre y 5% que no vivían con
ninguno de sus progenitores. Otro dato relevante de esta misma fuente es que en el 8% de
los hogares bolivianos existía al menos un niño “adoptado o de crianza” que no vivía con los
padres, este fenómeno en el área rural se presentaba más acentuado 9%.
3.3. Nivel de instrucción jefes de hogar
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Para 1992 se determinó 21% de jefes de hogar sin instrucción (15% hombres, 38%
mujeres), 30% con nivel básico (32% hombres, 25% mujeres), 19% intermedio (21%
hombres, 14% mujeres), 17% con nivel medio (18% hombres , 12% mujeres), 8%
universitario (9% hombres, 5% mujeres).
La ENDSA 98 al referirse a las mujeres en edad fértil (15-49 años) señalaba un 8% de
aquellas sin instrucción y un 49% con instrucción media o más. Evidentemente hubo un
avance en lo referente al acceso para el sector femenino, pero no en su permanencia como
veremos en la información relativa a decersión.
3.4. Distribución de ingresos y estructura de gastos
En 1990, la Encuesta de presupuestos familiares en el país, encontró que el mayor ingreso
promedio por hogar en el caso de Santa Cruz era de 1069 Bolivianos, en Cochabamba 932
Bolivianos, La Paz 914 Bolivianos, y en la ciudad de El Alto 415 Bolivianos. Eso significa
que el ingreso mensual promedio estaba en el orden de aproximadamente 140 dólares
americanos para el caso de El Alto y algo más de 300 dólares americanos en Santa Cruz.
Con relación a la distribución de dichos ingresos, en la ciudad de El Alto incluso más del
60% se destinaba a alimentación. En las otras ciudades este rubro significaba entre el 41% al
45% de los gastos totales. El transporte se apuntaba segundo en importancia, destinándose
para el mismo entre el 10% al 14%. Vestido y calzado ocupaban el tercer lugar con
porcentajes entre el 7.5% al 8%, y la Vivienda entre el 7.4% al 8.5%. Los gastos relativos
a salud, educación, recreación, etc. presentaban porcentajes mínimos.
3.5. Equipamiento de los hogares
En las cuatro ciudades donde se realizo la encuesta (EPF:90), el 90% tenía cocina a gas,
más del 80% radio, 65% televisores, menos del 20% teléfono, y sólo algo más del 10%
automóvil.
El Censo de 1992 determinó que en el 80% de los hogares urbanos se usaba gas licuado
para cocinar, en tanto en área rural el 76% usaba leña.
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En 1998, la ENDSA mencionaba que el 94% de los hogares tenía radio, y el 89%
televisores, que la tercera parte de los hogares contaban con refrigerador, el 43% con
teléfono, y sólo 9 de cada 100 hogares con computadora. Lógicamente en estos porcentajes
y relación las ventajas eran para el área urbana, pues a nivel rural las cifras estaban muy por
debajo.
3.6. Atención en salud
En área urbana, en 1992 el 28% acudía a servicios privados, 26% a servicios del Ministerio
de Salud y 21% a las Cajas de Salud. En tanto en área rural, 35% a servicios del Ministerio
de Salud y 25% sólo a conocimientos y prácticas de la medicina tradicional. Un 10% de la
población urbana y 13% de la rural declararon ningún servicio para la atención de su salud.
3.7. Vivienda y servicios básicos
La ENDSA 98 informó que para ese año la energía eléctrica cubría a 7 de cada 10 hogares
en el país, con un déficit de sólo 4% en área urbana, pero a nivel rural sólo el 30% accedía a
ese servicio.
Considerando todas las formas de obtención de agua potable, su cobertura abarcaba al
75% de los hogares, pero a nivel rural sólo al 44%.
Con relación a servicio higiénico, sea por alcantarillado, cámara séptica o letrina, el 65% de
los hogares estaba cubierto a nivel urbano, no así a nivel rural, donde era casi inexistente.
El 90% de las viviendas en área urbana presentaban piso de algun material noble, y en el
área rural el 71% piso de tierra.
4. SITUACION DE LA MUJER JOVEN EN EL PAIS
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4.1. Situación conyugal
Según la ENDSA de 1998, casi el 60% de las mujeres en edad fértil (15-49 años) vivía en
unión, 45% formalmente casadas y 14% en convivencia, es decir que 1 de cada 4 estaba en
unión libre. Sus parejas varones en un 50% eran mayores que ellas, en promedio en 4 años.
Se constató asimismo, que al inicio de la vida fértil (15-19 años), casi 9 de cada 10 mujeres
son solteras, pero al concluir los 24 casi la mitad ya vive en unión conyugal, y que después
de los 40, menos del 8 % está soltera.
La edad mediana a la primera unión de las mujeres de 25 a 49 años se estimó en 21 años,
indicador estable en Bolivia desde hace más de 25 años.
Casi un 6% del total de mujeres en edad fértil ya habían disuelto su unión conyugal,
básicamente por separación debido a que el divorcio no es una práctica común en el país.
Las disoluciones se presentan desde temprana edad, entre los 20 y 24 años ya había un 4%
de mujeres separadas, y por encima de los 40 alrededor del 10% son divorciadas o
separadas.
4.2. Nivel de instrucción y uso de medios de comunicación
Un 8% del total no tenía instrucción alguna, pero casi el 59% declaraba educación media o
más. Pero las mujeres del área rural estaban muy por debajo de esos porcentajes, con una
probabilidad 7 veces mayor que la urbana de no tener ninguna instrucción, o 5 veces menor
de alcanzar educación media. La deserción o abandono continúa siendo el mayor problema,
producido mayormente por causas económicas (ayudar a la familia o trabajar), y en área
rural resulta también un factor importante la lejanía de los centros educativos.
En esta población 75% declararon escuchar radio todos los días, 73% mirar la televisión por
lo menos una vez por semana y 55% leer periódico también por lo menos una vez a la
semana.
4.3. Ocupación
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Laboralmente, 55% de las mujeres en edad fértil trabajaban, casi la mitad en comercio u
otros servicios. En el área rural casi el 60% eran trabajadoras agrícolas. Solo el 80%
realizaba trabajo remunerado, y de éstas algo más del 60% administraba
independientemente su ingreso, en tanto un 30% lo hacía en decisión conjunta con su pareja.
4.4. Cuidado de los hijos
Entre aquellas con hijos, su cuidado recaía en ellas mismas en un 54%, en otro familiar
18%, esposo o compañero sólo 3%. Otros recursos en cuanto a personas o instituciones
eran más bien irrelevantes en cuanto a porcentajes.
4.5. Fecundidad
Ya se señaló que la tasa general de fecundidad para el período 1995-1998 era de 4.2. En
área rural 6.4 y en área urbana 3.3.
En este marco, es evidente que la edad de la madre al primer nacimiento aumenta con el
nivel educativo, de 21 años entre mujeres sin educación a 23.2 entre aquellas con educación
media o más. Sin embargo, 14% de las mujeres entre 15 a 19 años en 1998, ya eran
madres o estaban gestando por primera vez.
Un 89% de esta población tenía referencias de por lo menos de un método de regulación de
la fecundidad. Y 48% de aquellas en unión usaban algún método.
Para el 44% de las mujeres en edad fértil, el número ideal de hijos era de 2, en promedio
2.8.
4.6. Salud materno-infantil
En 1998, el 63% de las futuras madres recibieron cuidado prenatal médico, con una
cobertura mayor de 13 puntos en área urbana frente a 10 en área rural. Todavía el 43% de
los nacimientos se registraban en el hogar.
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Considerando como factores de riesgo al nacimiento: madres menores de 18 años o
mayores a 34, intervalo intergenésico menor a 24 meses y un orden de nacimiento mayor a
3, el 59% de los nacimientos en el país se encontraban en alguna categoría de riesgo. De ahí
que 73% de las mujeres en unión están en posibilidades de concebir hijos con alto riesgo.
Las coberturas de vacunación para los niños se plantean bajas, solamente un 26% de niños
entre 12 a 23 meses estarían protegidos con todas las vacunas.
Las enfermedades respiratorias agudas, especialmente la neumonía, junto con la diarrea y la
desnutrición constituyen en 1998 como hoy, las principales causas de la mortalidad infantil.
En cuanto a la nutrición, la lactancia en el país es una práctica generalizada, 97% de los
niños los hacen, en promedio por 17.6 meses, sin embargo la lactancia exclusiva es de
apenas 3.9 meses.
Casi una cuarta parte de los niños menores de 3 años adolecían de desnutrición crónica,
aumentando a 33% en niños próximos a cumplir 2 años. En área rural del departamento de
Potosí este porcentaje se elevaba al 49%. Y el 67% de los niños bolivianos padecía de
anemia.
En cuanto a las mujeres en edad fértil, casi 1 de cada 3 presentaba también algún grado de
anemia.
5. REPRODUCCION SOCIAL DE LAS FAMILIAS
En una dimensión general o estructural, el país presenta la persistencia de modos de
producción precapitalistas, que coexisten con aquel de tipo capitalista. Esta combinación se
opera tanto a nivel urbano como rural. En ambos, el peso precapitalista se objetiva
principalmente en las formas y condiciones productivas, donde la población -como se ha
visto- en su mayoría trabaja en el denominado sector informal o en el agro, en ambos para
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su mera subsistencia, subsumida y/o subsidiando la producción capitalista sea en el circuito
de la circulación o con el aporte de productos y servicios cuyos costes no guardan relación
alguna con el insumo del trabajo efectivo.
Estos elementos de carácter estructural tienen su repercusión en una dimensión más cercana,
o particular, en la cual podemos ver al país con una estructura de clases y estratos que de
manera muy general muestran las siguientes características:
Una burguesía reducida e intermediaria, dedicada a la importación más que a la producción.
Pese a ello, con un enorme poder económico y político en un país que como hemos visto es
grande en extensión pero pequeño en población y producción. Esta burguesía en general se
ha incorporado como dueña o socia de las pocas empresas existentes y también de
entidades financieras que utiliza en su favor, es partícipe de los partidos que a su turno se
colocan en el gobierno, y permanentemente es noticia por su vinculación en acciones de
prebendalismo y corrupción .
La clase media es la más numerosa, y presenta segmentos de lo más variados: artesanos y
pequeños comerciantes que apenas sobreviven realizando actividades en el sector informal,
maestros y empleados públicos con salarios mínimos, pero también en este medio y desde
la década de los 80 se ha ido gestando una burocracia con beneficios emergentes de las
reformas implementadas, con contrataciones especiales que el Estado realiza, vía el
denominado Servicio Civil o las consultorías en boga, en síntesis son formas que el actual
modelo ha ideado para favorecer a un reducido estrato de la clase media.
Los campesinos en su mayoría son minifundiarios, con producción de autoconsumo,
migrando permanentemente a los centros urbanos para realizar algún trabajo o simplemente
dedicarse a la limosna como es el caso de significativo número de mujeres con sus niños
procedentes del norte del Potosí.
Los obreros son minoría, incorporados en fábricas y empresas donde el capital financiero
internacional tiene enorme influencia. Por estar bajo el régimen de libre contratación, hoy en
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día casi no muestran una participación sindical decisiva, misma que más bien se objetiva en
sectores como los gremialistas, maestros y cocaleros.
En este marco, es posible señalar que en lo concreto o una dimensión individual, las
condiciones para la reproducción de la mayoría de las familias en Bolivia, más que
situaciones ventajosas muestran una serie de riesgos que las van minando, entre las más
importantes podemos señalar:
- Trabajo inestable, con ingresos mínimos, destinados casi en su integridad a la mera
subsistencia (alimentación, transporte y servicios básicos)
- Consecuencia de lo anterior, jornadas largas de trabajo, desgaste físico y
psicológico. Incorporación de otros miembros de la familia al trabajo (mujeres e
incluso niños)
- No acceso a servicios de salud, educación, recreación y cultura que favorezcan su
reproducción y desarrollo humano.
- Acceso limitado a la salud en términos de atención primaria y educación básica,
misma que es limitada e insuficiente.
Y como efectos, en el caso particular de las familias:
- Aumento de las jefaturas femeninas, sea por la exclusión del mercado laboral de los
varones, migración de éstos a otras regiones del país o países vecinos, o
simplemente abandono.
- Reestructuración de roles al interior del hogar e incumplimiento de funciones.
- Trabajo infantil con las consiguientes secuelas de abandono escolar e iniciación
temprana en conductas y comportamientos no acordes con su edad.
- Incremento del alcoholismo, la violencia, la prostitución y delincuencia.
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Pero con todo, porqué las estadísticas siguen mostrando un cuadro donde predominan las
familias nucleares, sea con la presencia de ambos o uno de los progenitores? O en otras
palabras, porqué toda la crisis económica, social y política que se objetiva en el país aún no
empuja a la población y con ella a la familia, a un estado de franca anomia?
Por una parte, es indudable que existe en el país un grupo reducido de población y familias
para las cuales los beneficios materiales de la modernidad están vigentes, empero para la
mayoría las condiciones de su reproducción persisten en el marco del precapitalismo, y esto
tiene sus ventajas y desventajas.
Las desventajas ya han sido citadas, entre las ventajas no queda duda de que una
fundamental resulta la práctica de redes que se objetiva en todos los sectores
desfavorecidos del país. Veamos algunos ejemplos:
- La familia continúa siendo la institución más apreciada. En general, en el imaginario
de la población persiste el deseo de conformar familia como un medio de
realización.
- Ante cualquier problema o emergencia, la familia es a quien más prontamente se
acude.
- Entre los miembros de la familia, hay una reciprocidad mútua.
- Las relaciones familiares no se agotan en el estrecho marco de padres e hijos, sino
que trascienden en forma ascendente y descendente hacia otros parientes.
- Pese a la gran crisis económica, la mayoría de las familias continúa cuidando (con
todas las limitaciones) a sus hijos y ancianos.
Sin embargo, los riesgos ya son evidentes:
- Hay deterioro en las relaciones familiares: la comunicación se pierde o distorsiona,
la autoridad paterna/materna tiende a diluirse tempranamente y los roles se
trastocan. Además, en un medio donde donde la alienación está instalada en los
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medios de comunicación, la propaganda que insta al consumo, la moda, etc., resulta
evidente que los patrones de socialización han rebasado el marco de la familia,
resultando de ello personas, sobre todo jóvenes, que viven permanentemente en una
situación de ambivalencia, porque por una parte se debaten en la lucha diaria por la
subsistencia, pero en un medio que al mismo tiempo los empuja hacia la satisfacción
inmediata, al individualismo, a no contar con proyectos de vida porque no ven
perspectivas, etc.
6. INTERPRETACION COMPARATIVA
-Bolivia, considerando la extensión de su territorio tiene una población pequeña,
mayormente jóven, esta población no tiene mayores posiblidades de incorporarse al
mercado laboral en condiciones que favorezcan su reproducción y la de sus familias.
-En Bolivia, no existen políticas sociales cuyo centro de atención sean las familias. Las
actuales políticas públicas y privadas con componente social están dedicadas a aspectos
focalizados de la salud y educación principalmente, con limitaciones no sólo de cobertura
sino de impacto.
-Las reformas plasmadas en la Ley de Participación Popular, Descentralización, Reforma
Educativa y aquellas referidas a reformas en el ámbito jurídico, son reformas
superestructurales que no se complementan con medidas que toquen al sistema productivo
en el país: fuentes de trabajo, fortalecimiento a la producción, subsidios y servicios a las
familias, etc. De ahí que su impacto, es mínimo o a muy largo plazo.
-En el país predominan las familias nucleares, y lo propio acontece a nivel universal. Pero en
el caso nuestro, ésto resulta incluso de la escasa población mayor con que se cuenta. Se ha
visto también en este aspecto, el volúmen siempre creciente de los hogares monoparentales
y jefatura a cargo de las madres, casi exclusivamente por razones económicas. No es en
todo caso, fruto de una opción de vida, como podría serlo en otras latitudes, y tampoco de
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separaciones o divorcios, que si existen pero en magnitud ni siquiera se aproximan a los
casos abandono, razones de trabajo u otras.
-Las mujeres en edad fértil son un grupo importante, con inicio de unión más bien media,
frente a otros países de Latinoamérica donde las uniones se operan muy tempranamente, o
el caso de los países desarrollados donde es tardía. Pero se ha visto asimismo, que las
separaciones son frecuentes.
-La fecundidad en Bolivia es alta, pero a la par lo es también la mortalidad infantil, y si como
se ha visto la tasa de natalidad tiende a bajar y para propiciar ello si existen programas, el
bajo número de hijos planteado como ideal parece devenir más de razones económicas que
de independencia y realización personal de las potenciales madres.
-La deserción escolar más que el acceso a la educación, también está asociada a causas
económicas, y a la falta de perspectiva laboral que se agudiza cuando sólo se propicia una
instrucción básica.
En síntesis, el problema del país como de muchos otros hoy en el mundo es de carácter
estructural, las respuestas de las actuales políticas económicas y sociales se quedan en el
marco de lo paliativo, su impacto es por demás pobre, y no se avizoran otras alternativas.
De ahí la peligrosidad de esta situación en lo mediato, al no existir en Bolivia políticas y
programas de largo aliento, al enfrentar sólo situaciones de emergencia, se corre el riesgo de
que a la larga y más temprano que tarde, los problemas sociales se agudicen, y entonces
aunque ya hubieran los recursos será muy difícil restaurar lo que hasta ahora existe en gran
magnitud: el sentido de pertenencia y solidaridad en las familias.
7. ALGUNAS CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES GENERALES
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- El aproximarse al fenomeno familiar en el país, resulta difícil dada la ausencia de
información empírica sistematizada. Y lo poco que existe también es limitante por la
sola caracterización rural-urbana con que opera.
Es más que evidente, la necesidad de encarar este tipo de estudios, no sólo desde la
perspectiva macro, con mejor segmentación e indicadores más precisos, sino también -y
al Trabajo Social compete- estudios de caso que permitan visualizar con alguna
precisión lo que ahora se inscribe sólo como tendencias, a partir de apreciaciones muy
generales.
- La no existencia de una política familiar en el país, lleva a cualquier gobierno a
responder con programas coyunturales o muy puntuales que hacen perder una
perspectiva global.
Esta situación demanda no sólo a la interpelación discursiva, sino trabajo investigativo y
de intervención del colectivo profesional, tanto para argumentar, como para demostrar
que trabajos específicos pueden realizarse, y que quienes gobiernan tendrían la
responsabilidad de generalizarlos.
Al mismo tiempo, correspondería al colectivo profesional, iniciar la exigencia de una
política familiar, sobre un diseño básico, que incluso ignorando a quien gobierne
coyunturalmente, vaya siendo asimilada por la población como necesaria y se torne
demanda.
- Los trabajadores sociales bolivianos, como nuestros colegas a nivel universal
siempre hemos trabajado con familias, en una labor más bien puntual y de escasa
repercusión.
De ahí que es importante abrir debate en este campo, para comprenderlo mejor y
contribuir con aportes de orden teórico, metodológico y técnico.
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• Instituto Nacional de Estadística: Análisis Estadístico de la Familia en Bolivia, ed.INE,
La Paz, 1993
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ed.INE, La Paz, 1998
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cooperación a Bolivia, 1999
• Ribeiro M.: Familia y Política Social, ed.Lumen, Buenos Aires, 2000
• VV.AA.: La Familia, en Documentación Social No. 98, ed.Caritas Española, Madrid,
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