Teoría de la cultura y estudios culturales
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8/13/2019 Teora de la cultura y estudios culturales
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Teora de la Cultura y Estudios culturales
Maestra Comunicacin/Educacin
Profe: Silvia Delfino
TP Carolina Di Palma
Tema de investigacin:
Procesos de construccin social del sentido comn en espacios digitales de infancia
Proyecto: comunidades multijugador y horizontes de interpelacin vinculados a los discursos
del mercado
Autobiografa
Lder de proyectos convergencia digital canal Pakapaka
Profesora Cultura, Comunicacin y Educacin y en formacin docente ISFD 39
http://carolinadipalmapuntosyfugas.blogspot.com.ar/2011/07/autobiografia-amorosa.html
Historicidad de los conceptos, debates:
De cultura letrada a cultura meditica
De infancia a las nuevas generaciones
De modernidad a los nuevos tiempos o nueva modernidad
De la produccin simblica a la materialidad de la cultura
De la educacin tradicional a los saberes fuera de la escuela
http://carolinadipalmapuntosyfugas.blogspot.com.ar/2011/07/autobiografia-amorosa.htmlhttp://carolinadipalmapuntosyfugas.blogspot.com.ar/2011/07/autobiografia-amorosa.html -
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De lo poltico como consenso a lo poltico como conflicto
Del consensualismo a los antagonismos
De las explicaciones a las relaciones
Del dilogo a la dialogicidad
De los reduccionismos a la complejidad
De la dominacin a la hegemona
De la ideologa a los discursos, sentido comn
De la educacin como transmisin a la educacin para la transformacin
De la Comunicacin y la Educacin al campo Comunicacin/Educacin
De los medios a las mediaciones
De las representaciones a las tramas
De los materiales a las escenas
De las escenas a las performatividades
Del individuo al sujeto
Del sujeto a las subjetividades
De las subjetividades a los agenciamientos
De lo uno a lo mltiple
De lo mltiple a la multiplicidad
De la sociedad a la multitud
De las tcticas a las estrategias, sobre el poder
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De la disciplina y encierro al control
De la comunicacin como transmisin a la comunicacin social como produccin de sentido
De lo sensorio motriz a lo sensorio simbolico
Del espacio fsico presencial al espacio virtual no presencial
Del desplazamiento al viaje inmvil
Del tiempo lineal al tiempo en simultaneo
De lo pblico a la privatizacin de lo publico
De lo privado a la publicidad de lo privado
De la autora a lo colaborativo
De audiencia a usuarios
De usuarios a prosumidores
De lo lineal a lo hipertextual
De la lgica abstracta racional a la experiencia
De la recepcin pasiva al reconocimiento
De las clases a las intersecciones y los signos
De la observacin a la etnografa
Del rbol al rizoma
De las jerarquas a la horizontalidad
Del impersonal a la primera persona
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Proyecto de investigacin:
Pensar las infancias hoy enmarcadas en la cultura meditica nos lleva a indagar aquellas
asignaciones de sentido que las nuevas generaciones otorgan a sus prcticas en entornos
digitales. Es llamativa la cantidad de usuarios de entre 5 y 12 aos que poseen las
comunidades multijugador como Club Penguin (220 millones), Moshimonsters (77 millones),
Poptropica (265 millones), Neopets (77 millones), Wizard (32 millones) Pandfu (25 millones),
Mundo Gaturro (6 millones), entre otras. En la medida en que nos aproximamos a esos
consumos encontramos que, en la actualidad, los nios establecen relaciones de socialidad
tambin en los espacios virtuales. En el marco de las redes sociales conforman su identidad y
se encuentran con sus otros pares. De esta manera y a partir de identidades individuales o
colectivas creadas en la red a travs de avatars o nicknames , construyen sentidos de
pertenencia y elaboran un nuevo comn que les permite conocer a otros, interactuar y crearcultura
Pensar la investigacin hoy nos demanda reflexionar sobre los paradigmas de las ciencias
sociales en p lena revolucin digital. En Los mtodos, Jess Martin Barbero ya nos
aproximaba al pasaje De los medios a las mediaciones , es decir, poner la mirada en los usos en
el consumo de medios. En este sentido, el autor ya mencionaba la importancia de acercarse a
una interpretacin de los contextos de apropiacin, en lugar de pensar en los textos o en los
efectos. Propona indagar en el reconocimiento de la situacin, desde las mediaciones como
campo de lucha y conflicto de intereses, para observar la existencia de seducciones,
resistencias y contradicciones.
En los contextos de reconocimiento es donde se dan los lazos de pertenencia afectiva y lazos
de arraigo colectivo que habilitan luchas y batallas en el terreno de lo simblico, abriendo
paso a lo cultural. El autor mencionaba que, de esta manera y sobre la cuestin del sentido, es
donde podemos dar cuenta de la lucha por la hegemona, en tanto discurso que articula un
sentido comn en un momento histrico.
En las prcticas cotidianas se da la interior izacin muda de la desigualdad social, desde la
relacin con el propio cuerpo hasta el uso del tiempo, el hbitat y la conciencia de lo posible
en la vida y de lo alcanzable y lo inalcanzable. Pero es tambin el lugar tambin de la
impugnacin de esos lmites y de expresin de los deseos, de subversin del cdigo y
movimientos de la pulsin y del goce, deca Barbero. El consumo, para esta mirada, no es solo
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reproduccin de fuerzas sino tambin produccin de sentido. Consumo y placer se vinculan y
las condiciones de produccin re-semantizan las demandas que vienen de los usuarios.
Observar los consumos culturales digitales de infancia desde las mediaciones podr
aproximarnos a sus contextos de uso y apropiacin vinculados a las interfaces y a los otros
cercanos o lejanos, ya sea en los espacios virtuales o presenciales.
Historicidad de los conceptos, debates:
De la produccin simblica a la materialidad de la cultura
Una de las caractersticas de la cultura es ser a la vez material y simblica, ya que reprodu-
cimos no slo las clulas del cuerpo sino tambin las categoras de la cultura. De hecho elconsumo, terreno privilegiado de la reproduccin, no es menos simblico por ser material. En
el mundo moderno los objetos son tambin signos y nos relacionamos con el mundo de las
cosas de un modo a la vez instrumental y simblico. En un mundo tiranizado por la escasez,
hombres y mujeres expresan en su vida prctica no slo qu es lo que necesitan para su
existencia material sino en algn sentido cul es su lugar simblico en el mundo, qu es lo que
son, cules son sus identidades. La cultura moderna es, sin duda, material en sus prcticas y
modos de produccin. Y el mundo material de las mercancas y tecnologas es profundamente
cultural . (Stuart Hall: " The Meaning of New Times" en New Times, The changing face ofpolitics in the 1990s , (ed. Stuart Hall & Martin Jacques) London, Verso, 1990. )
Las relaciones en las cuales vive la gente son "relaciones reales" que son articuladas por las
categoras y conceptos que usan para aprehenderlas. Con lo dicho, es preciso revisar el
carcter performativo de los discursos producidos por los campos escolar y meditico, entre
otros. Tal cuestin contribuye, por lo dems, a hacer comprensibles las pugnas por el
significado de las experiencias y de la vida que se dan, en este caso, en el espacio escolar. Pero
para reconocer la performatividad de dichos discursos, en cuanto puestas en accin desistemas lingsticos, necesitamos introducir una nocin: la de sistemas de sentido. En ellos
los discursos se inscriben y, a partir de ellos, los sujetos se reconocen y se encuentran.
(Huergo, )
En contra de la concepcin de cultura como superestructura o ideologa (Marx, Althosser)
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Comunicacin social como produccin de sentido
Sentido est apoyado en la cultura, si la comunicacin concierne a la significacin del mundo,
la cultura es la totalidad de sentido en que las prcticas comunicaciones operan. Los sentidos
son socialmente construidos y reconstruidos desde la cotidianeidad. (Eliseo Vern, Teora de
los discursos sociales) De esta manera se entiende la comunicacin como procesos de
produccin social de sentido. A su vez, cuando pensamos en discursos nos referimos a
conjuntos textuales que a veces contemplan en su interior mensajes y prcticas
contradictorias y que a su vez remiten a enunciados y prcticas anteriores. (Mara Mata,
Pensar la comunicacin y cultura masiva)
En contra de la comunicacin como modelo informacional de Shannon y Weaver.
Lo poltico : Entre el consensualismo y los antagonismosTodo orden es la articulacin temporal y precaria de prcticas contingentes. Las cosas
siempre podran haber sido de otra manera, y todo orden se basa en la exclusin de otras
posibilidades. Es siempre la expresin de una estructura particular de relaciones de poder. Lo
que se acepta en un momento dado como orden natural, junto con el sentido comn que lo
acompaa, es resultado de la sedimentacin de prcticas hegemnicas () Todo orden
hegemnico es susceptible de ser cuestionado por prcticas contrahegemnicas que intentan
desarticularlo, con el fin de instalar otra forma de hegemona Lo que necesitamos es
abandonar la idea inmanentista de un espacio social homogneo saturado, para reconocer el
papel de la heterogeneidad. Esto requiere renunciar a la idea de una sociedad que est ms
all de la divisin y del poder, que no necesita la ley ni el Estado, en la que la poltica, en
definitiva, desaparecera. Reconocer que el antagonismo es inerradicable implica reconocer
que toda forma de orden es necesariamente una forma de hegemona, y que el antagonismo
no puede ser eliminado: la heterogeneidad antagonista seala el lmite de la constitucin de la
objetividad social. En lo que concierne a la poltica, esto significa la necesidad de concebirla en
trminos de lucha hegemnica entre proyectos en conflicto que buscan encarnar lo universal
y definir los parmetros simblicos de la vida social. (Crtica como intervencin
contrahegemnica (Traduccin de Marcelo Expsito, s/d) Chantal Mouffe)
Debate con los consensualistas, el desacuerdo, el conflicto, tambin revelan posiciones.
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Los consensualistas terminan identificando sus consensos con el bien o lo bueno, y a los
enemigos los que identifican con el mal.
Hobbes, (problematizar, retomar)
De la ideologa a los discursos
Los nfasis del "marxismo occidental" pueden dar cuenta del modo en que el problema de laideologa ha sido construido, cmo se ha conducido el debate. El "consentimiento" no semantiene slo a travs de los mecanismos de la ideologa. Pero consentimiento e ideologa no
pueden ser disociados. El problema de la ideologa consiste, dentro de la teora materialista,en dar cuenta del modo en que surgen las ideas sociales. Necesitamos entender cul es su rol
en una formacin social particular, en tanto da forma a la lucha para cambiar la sociedad y
abre el camino hacia una transformacin socialista. Por ideologa entiendo los marcosmentales - los lenguajes, los conceptos, imgenes de pensamiento y los sistemas de
representacin- que diferentes clases y grupos sociales utilizan para dar sentido, definir,
configurar y volver inteligible el modo en que funciona la sociedad.
El problema de la ideologa, por lo tanto, involucra el modo en que las ideas de los diferentes
grupos atrapan las mentes de las masas y, de este modo, se convierten en una "fuerza
material". En esta perspectiva ms politizada, la teora de la ideologa nos ayuda a analizar
cmo un conjunto particular de ideas llega a dominar el pensamiento social de un bloque
histrico, en el sentido de Gramsci; y, as, ayuda a unir ese bloque desde el interior y mantener
su dominio y direccin sobre la sociedad como un todo. Tiene que ver especialmente con los
conceptos y los lenguajes del pensamiento prctico que estabilizan una forma particular de
poder y dominacin; o que reconcilian y acomodan las masas del pueblo en su lugar
subordinado en la formacin social. Tiene, tambin, que ver con los procesos por los cuales
surgen las nuevas formas de conciencia, las nuevas concepciones del mundo que mueven a las
masas del pueblo hacia la accin social contra el sistema predominante. Estas cuestiones estn
en el centro de un espectro de luchas sociales. Para explicarlas, para comprender mejor y
manejar el terreno de la lucha ideolgica, necesitamos no slo una teora sino una teora
adecuada para las complejidades que estamos tratando de explicar.
Ahora lo usamos para referirnos a todas las formas organizadas del pensamiento social. Esto
abre el trmino tanto a la naturaleza como al grado de sus "distorsiones". Ciertamente se
refiere al dominio del pensamiento prctico y al razonamiento (la forma, despus de todo, en
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que la mayora de las ideas tienen ms posibilidades de atrapar las mentes de las masas y
ponerlas en accin) ms que al dominio de los "sistemas de pensamiento" bien elaborados e
internamente consistentes. Nos referimos a los conocimientos tanto prcticos como teorticos
que posibilitan a la gente "configurar" la sociedad y dentro de cuyas categoras y discursos
nosotros "vivimos" y "experimentamos" nuestro posicionamiento objetivo en las relaciones
sociales.
En las glosas de Engels acerca de "lo que Marx pens" (especialmente en su ltima
correspondencia) se niega la existencia de este tipo de correspondencias simples, o negando
que las "superestructuras" estn privadas de sus propios efectos especficos. Las glosas de
Engels son inmensamente fructferas, sugestivas y generadoras. Proveen, no la solucin para
el problema de la ideologa, sino el punto de partida para cualquier reflexin seria sobre el
problema. Las simplificaciones se desarrollaron, argumenta, porque Marx escriba enrespuesta al idealismo especulativo de su poca. Formaron parte de las exageraciones
necesarias de la polmica, distorsiones que intensifican un aspecto en desmedro de otros. Las
crticas continan a travs de los esfuerzos ricamente entretejidos de tericos marxistas,
como Lukcs, por ajustarse, polmicamente, a la estricta ortodoxia de una particular lectura
"hegeliana" de Marx. En la prctica introdujeron un amplio espectro de "mediaciones y
factores intermediarios" que suavizan y desplazan el camino hacia el reduccionismo y el
economicismo implcito en algunas formulaciones originales de Marx. Esto incluye, aunque
desde otra direccin, a Gramsci cuya contribucin ser discutida ms adelante. Y concluye enlas intervenciones altamente sofisticadas de Althusser y los Althusserianos con su respuesta a
los reduccionismos econmicos y de clase y a la concepcin de una "totalidad expresiva" de la
ideologa.
Las revisiones de Althusser (en La Revolucin Terica de Marx y, especialmente, en elcaptulo Aparatos Ideolgicos de Estado en Lenin y la Filosofa) sostienen un movimientodecisivo de alejamiento de las concepciones de la ideologa como "ideas distorsionantes" o
"falsa consciencia". Abren el camino para una concepcin ms "discursiva" y lingstica.
Colocan en la agenda el problema, antes no considerado, de cmo la ideologa llega a
internalizarse, de cmo hablamos "espontneamente" dentro de los lmites de las categoras
de pensamiento que existen fuera de nosotros y que podemos decir, de manera ms acertada,
que nos piensan. (Este es el problema de la interpelacin de los sujetos en el centro del
discurso ideolgico. Conduce a incluir, en el marxismo, las interpretaciones psicoanalticas
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acerca del modo en el cual, en definitiva, los individuos entran en las categoras ideolgicas
del lenguaje).
Quienes proveen las categoras que sustituyeron el paradigma inicial fueron, en cambio, las
teoras psicoanalticas y del discurso, originalmente concebidas como soportes tericos del
trabajo crtico de revisin y produccin terica. De este modo, los huecos y lagunas muy
reales en la fuerza "objetiva" de la teora marxista acerca de las modalidades de la conciencia
y de la "subjetivacin" de las ideologas, que Althusser intent enfrentar a travs de los
trminos "interpelacin" (tomado de Freud) y "posicionamiento" (tomado de Lacan), se
convirtieron, en s mismos, en el nico objeto del ejercicio
Este es el descenso del trabajo "revisionista" sobre la ideologa, que condujo finalmente, en
Foucault, a abolir la categora de ideologa por completo
Ahora bien, este circuito puede ser construido, ideolgicamente, de varias maneras. Esto es
algo en lo que insisten los tericos modernos de la ideologa, en contra de la concepcin
vulgar de la ideologa en tanto surgida de una relacin inalterable y fija entre las relaciones
econmicas y el modo en que son "expresadas" o representadas en ideas. Los tericos
modernos han tendido a llegar a este quiebre con la nocin simple de determinacin
econmica sobre la ideologa a travs de los trabajos sobre la naturaleza del lenguaje y el
discurso. El lenguaje es el medio por excelencia a travs del cual las cosas son "representadas"
en el pensamiento y, por lo tanto, es el medio en el que la ideologa es generada ytransformada. Pero en el lenguaje, la misma relacin social puede ser representada y
construida de maneras diferentes. Y esto es as, se podra argumentar, porque el lenguaje, por
su naturaleza, no establece una relacin fija, uno a uno, con su referente sino que esmultireferencial: puede construir diferentes significaciones acerca de lo que, aparentemente,
es una misma relacin social.
La falsedad, por lo tanto, surge no del hecho de que el mercado sea una ilusin, un truco, un
pase de magia, sino slo en el sentido de que es una explicacin inadecuada del proceso. Ha
sustituido una parte del proceso por el todo, un procedimiento que en lingstica es conocido
como "metonimia" y en antropologa, psicoanlisis y (con una acepcin peculiar) en la obra de
Marx se conoce como fetichismo . Los otros momentos "perdidos" del proceso son, sinembargo, inconscientes, no en el sentido de Freud porque hayan sido "reprimidos" por la
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consciencia, sino en el sentido de ser invisibles a partir de las categoras y conceptos que
usamos
En un mundo saturado por el intercambio de dinero y mediado por todas partes por el dinero,
la experiencia del "mercado" es la experiencia ms inmediata, diaria y universal del sistemaeconmico para cualquiera.
El anlisis no est organizado alrededor de la distincin entre lo "real" y lo "falso". Los efectos
oscurecedores o mistificadores de la ideologa no son vistos como el producto de una ilusin
mgica o engaosa. No estn atribuidos simplemente a la falsa consciencia en la cual nuestros
pobres e incultos proletarios han habitado desde siempre. Las relaciones en las cuales vive la
gente son "relaciones reales" que son articuladas por las categoras y conceptos que usan para
aprehenderlas. Pero, y con esto vamos en una direccin contraria al nfasis con que el
materialismo ha sido asociado, las relaciones econmicas en s mismas no pueden prescribir
un modo nico, fijo e inalterable de conceptualizarlas. Puede ser "expresado" dentro de
diferentes discursos ideolgicos
Como hemos visto, la explicacin relaciona los conceptos, las categoras, quiz tambin las
imgenes y los smbolos (el dinero, la libertad, el salario) que nos permiten aprehender
algunos aspectos del proceso social en el pensamiento. Esto nos permite representarnos, para
nosotros mismos y para los otros, el modo en que funciona el sistema, por qu funciona de ese
modo.
El mismo proceso, la produccin y el intercambio capitalista, puede ser expresado dentro de
un marco ideolgico diferente, por el uso de distintos "sistemas de presentacin". Existe un
discurso del "mercado", un discurso de la "produccin", un discurso de los "circuitos": cada
uno produce una definicin diferente del sistema. Cada uno nos ubica de manera diferente,
como trabajadores, capitalistas, asalariados, esclavos, productores, consumidores, etc. Cada
discurso uno por lo tanto nos sita como actores sociales o como miembros de un gruposocial en una relacin particular con respecto al proceso y nos prescribe ciertas identidades
sociales. Las categoras ideolgicas en uso, en otras palabras, nos posicionan en relacin conel modo en que el proceso es formulado en el discurso. El/la trabajador/a que se relaciona con
sus condiciones de existencia en el sistema capitalista como "consumidor/a", que entra en el
sistema, por as decirlo, a travs de esta compuerta, participa del proceso a travs de
diferentes prcticas con respecto a aquellos que se inscriben en el sistema como "trabajador
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especializado" o, no se inscriben en absoluto, como "amas de casa". Todas estas inscripciones
tienen efectos que son reales. Producen una diferencia material en la medida en que el modo
en que actuamos en ciertas situaciones depende del modo en que definimos esas situaciones.
(Hall, Stuart, El problema de la ideologa: marxismo sin garantas, bRevista DOXA . AoIX. No.18. Verano 1998 (pg. 3 a 16) ,* Traduccin: Silvia Delfino
El debate lo narra Stuart Hall cuando hace referencia a la ideologa como falsa conciencia yreflejo de la estructura o base material, para pasar a las nociones de discursos situados quedan cuenta de posiciones y condiciones de produccin.
De la dominacin a la hegemona, sentido comn
Todo orden es la articulacin temporal y precaria de prcticas contingentes. Las cosassiempre podran haber sido de otra manera, y todo orden se basa en la exclusin de otras
posibilidades. Es siempre la expresin de una estructura particular de relaciones de poder. Lo
que se acepta en un momento dado como orden natural, junto con el sentido comn que lo
acompaa, es resultado de la sedimentacin de prcticas hegemnicas () Todo orden
hegemnico es susceptible de ser cuestionado por prcticas contrahegemnicas que intentan
desarticularlo, con el fin de instalar otra forma de hegemona (Chantal Mouffe , En torno a lo
poltico)
Son los "trazos" que Gramsci (1971) menciona: los "depsitos estratificados en la filosofa
popular" (324) que no tienen inventario pero a travs de los cuales se establecen y definen los
campos por los que la lucha ideolgica puede probablemente moverse.
Este terreno, sugiere Gramsci, es, ante todo, el terreno de lo que llama "sentido comn": una
forma histrica, no natural, ni universal ni espontnea de pensamiento popular,
necesariamente "fragmentario, incompleto y episdico". El "tema" del sentido comn est
compuesto por formaciones ideolgicas muy contradictorias:
Contiene elementos de la edad de piedra y principios de la ciencia ms avanzada, prejuicios de
todas las fases de la historia al nivel local e intuiciones de una filosofa futura que sern las
de la raza humana unidad en el mundo entero
Y, ms an, porque esta red de trazos pre existentes y elementos de sentido comn constituye
el reino del pensamiento prctico de las masas del pueblo, Gramsci insiste en que es
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precisamente en este terreno que se produce, con ms frecuencia, la lucha ideolgica. En
ltima instancia, "la relacin entre el sentido comn y el nivel ms alto de la filosofa est
asegurada por la poltica"
Las ideas se convierten en efectivas slo cuando, al final, conectan una particular constelacin
de fuerzas sociales. En este sentido, la lucha ideolgica es parte de la lucha social general por
el liderazgo y la conduccin; en otras palabras, por la hegemona. Pero este sentido de
"hegemona" requiere, segn Gramsci, no una simple escalada de una clase completa al poder
con una filosofa completamente conformada sino el proceso por el cual un bloque histrico
de fuerzas sociales es construdo y el ascenso de ese bloque garantizado. As, el modo en que
conceptualizamos la relacin entre las "ideas dominantes" y las "clases dominantes" est
pensada en trminos de los procesos de "dominacin hegemnica".
Las ideas dominantes no tienen garantizada su capacidad de dominio por el hecho de que
estn ya adscriptas a las clases dominantes. Ms bien, el acoplamiento efectivo de las ideas
dominantes con respecto al bloque histrico que ha adquirido poder hegemnico en un
perodo particular, es lo que el proceso de lucha ideolgica tiene por objeto asegurar. Es el
objeto del ejercicio no el desempeo de un guin ya escrito y concluido.
(Hall, Stuart, El problema de la ideologa: marxismo sin garantas, bRevista DOXA . AoIX. No.18. Verano 1998 (pg. 3 a 16) ,* Traduccin: Silvia Delfino
El debate es entre la idea de dominacin entendida como determinacin y el concepto delucha por la hegemona y sentido comn. En esta disputa de sentidos se generan resistencias y
transformaciones, se producen nuevos sentidos.
De la educacin tradicional a los saberes fuera de la escuela
De lo educativo en la escuela a lo educativo en sentido amplio
Entender la educacin en sentido amplio es comprenderla como formadora de sujetos y
subjetividades. Son considerados tambin aquellos saberes que no guardan relacin directa
con un deber ser preestablecido, circunscripto histrico hegemnicos cercanos a la primera
escuela, contenidos estructurados y definidos para la transmisin.
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Lo educativo consiste en que a partir de una prctica de interpelacin, un agente constituye en
sujeto de educacin activo incorporando de dicha interpelacin algn nuevo contenido
valorativo, conductal, conceptual, que modifique su prctica cotidiana en trminos de una
transformacin o reafirmacin mas fundamentada. (Buenfil Burgos)
El contexto actual oblig a la escuela a reconocer el afuera, e incorporar de a poco una suma
de prcticas que en otros tiempos histricos negaba. Estos debates piensan en los horizontes
de interpelacin, identificacin ms provocacin. (Huergo)
Actualmente, la entrega de computadoras en las escuelas secundarias (especialmente en las
pblicas), estn marcando un nuevo tiempo-institucional, que trasciende la escuela, y que
hablan, per se, de un reconocimiento de las nuevas tecnologas como aporte formativo de los
estudiantes. El reconocimiento del afuera es tal que redefine algunas prcticas dentro de la
institucin.
El lugar del Estado, hoy, es notoriamente otro, ganando terrenos, cobrando viejas
responsabilidades y abrindonos marcos de lecturas, necesariamente ms responsables que
las ofrecidas por los grandes espacios mediticos. (Huergo)
Estos debates ponen en cuestin el significado mismo de educacin y rechazan la idea que
solo hay saber dentro de la escuela.
De la educacin como transmisin a la educacin para la transformacin
Trascen der lo acadmico implica poner en primer plano el horizonte poltico, carcter tico
polito y la voluntad de transformacin. Protagonizar procesos de intervencin.
Involucramiento como protagonistas del cambio de su propia realidad. (Huergo)
Lo poltico designa una compleja configuracin de distintas manifestaciones de poder,
reflejando la condensacin de distintas instancias del poder sociocultural y reconociendo la
relativa autonoma en el desarrollo de distintas esferas de la vida sociocultural. (Alcira
Argumendo)
Lo poltico se rige segn una lgica de cooperacin o antagonismo entre voluntades colectivas.
(Mouffe, En torno a lo politico)
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En contra de la educacin bancaria y separada de la vida, de formacin de adultos a futuro.
De la Comunicacin y la Educacin al campo COMEDU
En el marco de emprender el viaje por el nuevo campo, donde podemos encontrar espacios de
COMEDU susceptibles de intervencin. (Huergo Morawicki)
Sentidos que se ponen en juego en torno a un espacio socio comunicativo, all existe una
apropiacin y re significacin del espacios se pueden reconocer cuales son las prcticas.
El contexto actual, donde se reconocen mltiples cambios culturales causados por la ruptura
de los contratos sociales, la devastacin de los aparatos productivos, la irrupcin de los
medios de comunicacin, la concentracin de la riqueza, nos obligan a plantearnos lossentidos polticos que deseamos imprimir a nuestras propuestas de intervencin. Podemos
realizar una accin estratgica desde Comunicacin / Educacin, con la pretensin explcita
de trabajar con el otro y no para el otro (Freire, 2000), pero adems debemos tener presente
qu sentidos buscamos despertar, como tambin qu prcticas hegemnicas pretendemos
desnaturalizar.
A partir de estos interrogantes, podremos llegar a comprender los anudamientos entre lo
educativo, lo cultural y lo poltico. Es aqu donde interviene la comunicacin como produccin
social de sentidos, sin caer en las presunciones de transparencia y acuerdos armnicos, pararevitalizar el carcter poltico y conflictivo del dilogo. En estos entrecruzamientos sucede lo
sustancial de un proceso de comunicacin/ educacin donde los mundos culturales de los
sujetos, se inscriben en los grandes proyectos polticos.
La intencionalidad de la intervencin desde Comunicacin/ Educacin se relaciona con el
reconocimiento de la estrategia marcada por los agentes del poder, pero con la modalidad de
accin propias de las tcticas. Es decir, que sabiendo cules son los lmites y las reglas del
juego que establece la hegemona, apuntar a vislumbrar fisuras en ese orden establecido.
(Huergo)
Estos debates ponen en cuestin la visin instrumental de la comunicacin en la educacin.
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fordismo". As, el requisito para tratar de pensar las complejidades y ambigedades de los
nuevos tiempos es simplemente abrir nuestras mentes al carcter profundamente cultural de
esta revolucin. Si el "post fordismo" existe, es tanto una descripcin cultural como un cambio
econmico. En efecto, la distincin es casi intil. La cultura ha dejado de ser -si alguna vez lo
fue- una adenda decorativa al mundo "pesado" de la produccin. La palabra es ahora tan
"material" como el mundo
La "imagen" provee un modo de representacin y de narrativizacin ficcional del cuerpo
sobre el que tanto se apoya el consumo moderno. La cultura moderna es, sin duda, material en
sus prcticas y modos de produccin. Y el mundo material de las mercancas y tecnologas es
profundamentalmente cultural
Tomemos las nuevas tecnologas. No slo introducen nuevas habilidades y prcticas. Tambin
requieren nuevos modos de pensar. La tecnologa que sola ser "pesada" es ahora "soft". La
tecnologa moderna lejos de operar una lnea singular de desarrollo est abierta a una
renegociacin y re articulacin constante. El "planeamiento", en este nuevo contexto
tecnolgico, tiene poco que ver con la absoluta predictibilidad y, mucho en cambio, con la
institucionalizacin de un rgimen basado en la pluralidad de alternativas. Se planea, por
decirlo as, para la contingencia. Este modo de pensar seala el fin de algn tipo de raciona-
lidad determinista. Consideremos ahora la proliferacin de modelos y estilos, el incremento
de la diferenciacin de productos, que caracteriza la produccin postfordista. Podemos ver ah
reflejados procesos ms amplios de diversidad y diferenciacin, relacionados con la
multiplicacin de mundos sociales y de "lgicas" tpicas de la vida moderna en occidente.
Hubo, tambin, una enorme expansin de la "sociedad civil" relacionada con la diversificacin
de los mundos sociales en los cuales operan los hombres y las mujeres. Hoy, la mayora se
relaciona con estos mundos nicamente bajo la forma del consumo. Pero, cada vez ms,
estamos comprendiendo que mantener estos mundos en un nivel avanzado requiere formas
de consumo colectivo alejadas de la lgica restrictiva del mercado. Ms an, cada uno de estos
mundos tienen sus propios cdigos de comportamiento, sus "escenas", "economas" y
"placeres", que permiten a aquellos individuos que tienen acceso a ellos, algn lugar en el cual
reasegurar la medida de su eleccin y del control sobre su vida diaria y "jugar" con dimen-
siones ms expresivas. Esta "pluralizacin" de la vida social expande las posiciones y las
identidades disponibles para la gente comn en el trabajo cotidiano y en la vida social,
familiar o sexual
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Cada vez ms, nuestras vidas cotidianas estn atrapadas en estas formas de poder y sus lneas
de interseccin. Pero lejos de no haber resistencia al sistema ha habido una proliferacin de
nuevos puntos de antagonismo, nuevos movimientos sociales de resistencia organizados a su
alrededor y, consecuentemente, una generalizacin de la "poltica" a esferas que hasta aqu la
izquierda haba considerado apolticas: la poltica de la familia, la salud, la alimentacin, la
sexualidad, el cuerpo. Lo que necesitamos es un mapa de cmo estas relaciones de poder se
conectan y producen zonas de resistencia.
En tanto hay un entramado de estrategias y articulaciones, la poltica es siempre posicional.
Uno de estos "nuevos" espacios crticos de la poltica es la arena de la reproduccin social.
Una de las caractersticas de esta rea es ser a la vez material y simblica, ya que reprodu-
cimos no slo las clulas del cuerpo sino tambin las categoras de la cultura. De hecho el
consumo, terreno privilegiado de la reproduccin, no es menos simblico por ser material. En
el mundo moderno los objetos son tambin signos y nos relacionamos con el mundo de las
cosas de un modo a la vez instrumental y simblico. En un mundo tiranizado por la escasez,
hombres y mujeres expresan en su vida prctica no slo qu es lo que necesitan para su
existencia material sino en algn sentido cul es su lugar simblico en el mundo, qu es lo que
son, cules son sus identidades
El contexto actual oblig a la escuela a reconocer el afuera, e incorporar de a poco una suma
de prcticas que en otros tiempos histricos negaba. Huergo
Asimismo, actualmente, la entrega de computadoras en las escuelas secundarias
(especialmente en las pblicas), estn marcando un nuevo tiempo-institucional, que
trasciende la escuela, y que hablan, per se, de un reconocimiento de las nuevas tecnologas
como aporte formativo de los estudiantes. El reconocimiento del afuera es tal que redefine
algunas prcticas dentro de la institucin
El lugar del Estado, hoy, es notoriamente otro, ganando terrenos, cobrando viejas
responsabilidades y abrindonos marcos de lecturas, necesariamente ms responsables quelas ofrecidas por los grandes espacios mediticos. (Huergo)
Estos debates ponen en cuestin la mirada instrumental de la revolucin tecnolgica y sitan
en contexto histrico estas transformaciones como culturales.
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De la cultura escolar a la cultura meditica
La escuela puede negar los programas de televisin en el desarrollo de los contenidos
curriculares, pero sin embargo, no puede detener su presencia en la constitucin de la
subjetividad de los alumnos (cultura meditica) (Cfr. Huergo, 2000).
En la conformacin del mundo cultural se producen adhesiones a determinados discursos que
modelan, reafirman y transforman nuestras prcticas heredadas. No podemos escindirnos de
ellas, y adems como estamos en un mundo social, la suma de todas ellas nos va formando
como sujetos.
En el proceso de interpelacin se configuran los sentidos en un conjunto textual, que intenta
formar sujetos.
El problema no es de incorporacin de aparatos e innovaciones ni de capacitacin tecnolgica,
sino de transformacin cultural . El problema es empezar por comprender que los
acontecimientos comunicativos mediados por dispositivos tcnicos se insertan en un
dinamismo permanente que responde a exigencias y procesos sociales, produciendo modos
de comunicacin, reestructuraciones en las formas de percepcin y evoluciones de las
acciones, las creencias y la imaginacin colectiva. (Huergo)
Para avanzar, es preciso aclarar de qu hablamos cuando nos referimos a cultura escolar y a
cultura meditica . La cultura escolar comprende un conjunto de prcticas, saberes y
representaciones producidas y reproducidas a partir de la institucin escolar. Pero tambin
incluye las modalidades de comunicacin y transmisin de saberes para poder actuar
socialmente (ms all de la escuela) que operan de acuerdo con la lgica escolar. En este
sentido, la cultura escolar es una forma de produccin, transmisin y reproduccin que tiende
a la organizacin racional de la vida social cotidiana. La cultura escolar, entonces, transforma
desde dentro la cotidianidad social, imprimiendo en ella formas de distribucin,disciplinamiento y control de prcticas, saberes y representaciones an ms all de los
mbitos identificados como la institucin escolar. (Huergo, Entre la cultura escolar y la
cultura meditica, Desbordes y conflictos)
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Con el concepto cultura meditica , en cambio, hacemos referencia a una categora trabajada
desde la semitica, la sociologa y otras disciplinas. Este concepto (o el de sociedad
mediatizada) alude a un diferencial de poder: a la capacidad modeladora del conjunto de las
prcticas, los saberes y las representaciones sociales que tienen en la actualidad los medios
masivos y las nuevas tecnologas. Esta cultura indica el proceso de transformacin en la
produccin de significados por la existencia de esas tecnologas y medios. La cultura
meditica, en cuanto transformadora de prcticas, saberes y representaciones sociales, opera
tambin desde dentro de la cotidianidad, ms all de las situaciones especficas de
recepcin, audienciacin o del carcter de pblico, consumidores o usuarios de los
sujetos, extendindose a todas las formas de la vida social.
Por su parte, muchas estrategias de lectura crtica de medios y de educacin para la
recepcin reavivan una perspectiva funcionalista o celebran un sujeto autonomizado en la
lectura o recepcin y, en ciertos casos, representan un aggiornamiento de las caractersticas
de la agonizante tradicin escolarizadora. En especial cuando las estrategias educativas de
recepcin (en especial televisiva) pretenden recuperar el espacio perdido por la hegemona
escolar por la va de la crtica al desorden cultural, entendindolo como deformacin , o
por la va del disciplinamiento de la entrada de una cultura descentrada a una conciencia que
se forme en el orden de lo culto. En muchas experiencias, conciencia crtica no es ms que
rechazo a un nuevo sensorium , a la polisemia y las discontinuidades propias de la imagen, a la
multivocidad de la cultura audiovisual, al drama del reconocimiento conjugado por la
expresividad cultural y la interpelacin televisiva, entre otras cosas
(Huergo, Entre la cultura escolar y la cultura meditica, Desbordes y conflictos)
Estos debates ponen en relacin la cultura escolar y la cultura meditica en tanto generadoras
de transformaciones culturales.
De la abstraccin lgico racional a la experiencia
Jorge Huergo suele concebirla a partir de la figura del viaje (incluso a toda la materia en s,
donde la intervencin en terreno es parte significativa) Tal metfora, implica pensar que
cuando emprendemos un viaje (o el recorrido por Comunicacin/Educacin), prevemos
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experiencias, planificamos trazados, nos predisponemos a realizar determinados recorridos y
llegar a algunos sitios para desandar determinadas prcticas.
Pero en ese viaje, suceden imprevistos, y de pronto el lugar de pasaje se transforma en un sitio
de descanso, por lo sorprendente de sus paisajes. O se rompe el micro y no podemos
continuar en tiempo y forma con aquel trazado, o los pronsticos del clima prometen alertas
meteorolgicos que nos paralizan De pronto, lo previsto se resignifica en el andar y es,
justamente, el andar contingente que nos propone un viaje, con sus certezas e incertidumbres,
lo que proponemos como metfora para caminar por este espacio formativo.
Diramos, de la mano del mismo Huergo, que el encuentro con los espacios y organizaciones,
tenemos que entenderlos como vivencia y esta experiencia tiene que ser anterior a la
racionalizacin, a un camino prefijado, a un experimento sobre espacios y organizaciones
en ese encuentro no se hace un experimento, sino que es posible tener una experiencia (el
viaje lo sera). Por ello, a la hora de plantear nuestros objetivos de intervencin, haremos
hincapi en los procesos que se puedan desatar ms que en los productos, sabiendo que an
teniendo tiempos reducidos de trabajo, se pueden lograr micro-desplazamientos
transformadores de las prcticas cotidianas. (Cfr. Huergo, 2000).
Estos debates ponen en discusin a la educacin pensada como proceso lgico racional
alejado de la vida cotidiana y la experiencia como vivencias previas a la racionalizacin.
De la recepcin pasiva al reconocimiento
a las apropiaciones y re significaciones en los consumos culturales
Desde la postura de este equipo de trabajo, analizar e intervenir a partir del campo de
Comunicacin/Educacin implica, un reconocimiento del mundo cultural de los sujetos (en
trminos de Paulo Freire el universo vocabular) para desnaturalizar prcticas hegemnicas.
En este punto es necesario tener en cuenta que las acciones intentarn, desarreglar un orden
y se orientarn a partir de la voluntad de transformacin. (Cfr. Huergo, 2000).
Pero el hecho es que cada vez ms los hombres y las mujeres, a pesar de su pobreza, juegan el
juego de usar cosas para significar quines son. Cualquiera sabe que las mercancas
constituyen signos sociales y producen energa pero tambin sentidos
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Como estas posiciones cambian y se alteran, existe siempre un compromiso con la poltica
como "guerra de posiciones". Esta insistencia en que la "posicin" ofrece a la gente una
coordinacin es especialmente importante frente a la enorme globalizacin y el carcter
transnacional de muchos de los procesos que ahora dan forma a nuestras vidas.
Universo vocabular (Paulo Freire)
Marcos de compresin de nuestra realidad inmediata
Los espacios nos habitan y nosotros los habitamos, nos cargan de significado y a la vez los
resignificamos a partir de otras prcticas que ponemos en juego. (Huergo)
Pensar el campo cultural como educativo implica comprenderlo como dialgico10 y, a la vez,
conflictivo. Pero, por sobre todo, implica entenderlo como campo de articulacin entre
diferentes y sucesivas interpelaciones y los reconocimientos subjetivos que ellas provocan11.
Para esto, necesitamos trabajar con una nocin de lo educativo que nos permita interpretar
los territorios culturales revueltos, en cuanto formadores de sujetos. Es posible sostener que
lo educativo consiste en que, a partir de una prctica de interpelacin, un agente se
constituye en sujeto de educacin activo incorporando de dicha interpelacin algn nuevo
contenido valorativo, conductual, conceptual, etc., que modifique su prctica cotidiana en
trminos de una transformacin o en trminos de una reafirmacin ms fundamentada
(Buenfil Burgos, 1993). A partir de los modelos de identificacin propuestos desde algn
discurso especfico (sea escolar, meditico u otro), el sujeto se reconoce en dicho modelo, se
siente aludido o acepta ser lo que se le propone ser. Los medios (y en especial la televisin)
han contribuido a una proliferacin inusitada de modelos de identificacin que alcanzan el
orden cultural12: formas de ver, de sentir y de actuar, agendas temticas, modos de
relacionarse y de resolver los conflictos... Pero, adems, los sentidos mediticos proliferantes
no estn afuera como un objeto. Se han hecho cultura, se han hecho hilos en la trama
cultural, se han mezclado, se han resignificado, han adquirido nuevos alcances, no por la
accin resignificadora de los individuos (de las audiencias) aisladamente, sino en virtud de
todo el proceso cultural en el que esos individuos estn inmersos y por el que estn
configurados. Por esta va se hace posible comprender el carcter de la lectura y de la
recepcin. La recepcin de interpelaciones, entonces, no tiene tanto que ver con el orden
del conocimiento, de los cdigos o de los mensajes; tiene ms relacin con el orden del
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reconocimiento, de las matrices y de los formatos culturales. De manera que las diferencias
(constituidas a travs de historias de lucha material y simblica y constitutivas de nuestra
identidad) no se configuran en o por la recepcin de interpelaciones, sino que se encuentran
y se reconocen en ella (y no siempre de manera armoniosa y feliz); y al reconocerse y
encontrarse se refiguran. Y se encuentran a partir de encuentros y de reconocimientos
previos, multitemporales (de all su carcter dialgico); a partir de matrices de sentido que
anteceden esos encuentros y reconocimientos; matrices ya constituidas pero en permanente
proceso de constitucin, precisamente en esos acontecimientos de encuentro y
reconocimiento. (Huergo)
Todo producto cultural, en cuanto interpelador, habla al pueblo del que habla. De este modo,
el reconocimiento trabaja en el mar de la reconciliacin entre la produccin cultural y las
masas populares. As, entre la fascinacin, la idealizacin y la seduccin, en el reconocimiento
(como drama) se juega la hegemona. Drama del reconocimiento ya que es (en el producto y
en la recepcin) una lucha por hacerse reconocer; porque sea reconocida la voz y la memoria,
la socialidad y la sensibilidad, la historia y la trayectoria de la que estn hechas las diferencias
en cuanto identidades. De all que el reconocimiento tenga ms que ver con la telenovela, el
ftbol, el rock y la cumbia, que con las instituciones polticas, la escuela o los partidos (que
muchas veces no hablan al pueblo del que hablan, es decir, no trabajan para posibilitar el
reconocimiento). De all, tambin, que las estrategias pedaggicas deberan tener ms en
cuenta el contar/relatar de los sujetos (las identidades preexistentes al acto de formacin),
que el concientizar a los sujetos; deberan tener ms relacin con el reconocimiento que con el
conocimiento (que muchas veces es la reproduccin/imposicin del reconocimiento de otras
culturas, que nos han hablado, que han hablado por nosotros). Tanto el abordaje de las
matrices y las tradiciones residuales en la vinculacin entre lo educativo, lo cultural y lo
poltico, como la consideracin de los espacios escolares en su complejidad, nos ha llevado a la
necesidad de reconocer lo educativo en otros espacios sociales que han privilegiado los
lazos antes que la institucionalidad y los contratos sociales. En este sentido, hemos
investigado y desarrollado prcticas de aproximacin
a diferentes espacios urbanos considerados como polos de identidad o, mejor, de
identificacin. En esos polos, los sujetos forjan sus identidades en la medida en que
experimentan un sentido del nosotros , una representacin de distinguibilidad ( los otros ) y una
narrativa histrica comn (cfr. Gimnez, 1997).
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La idea del dilogo (Bajtin, 1982)
En contra de la homogeneizacin de los estudiantes y de la proyeccin de un modelo de
estudiante bancario de la transmisin del saber.
De las clases a las intersecciones y los signos
Laclau (1977) ha demostrado definitivamente la insostenible naturaleza de la proposicin que
indica que las clases, en tanto tales, son sujetos de ideologas fijas de clase. Ha desmantelado
tambin la proposicin por la cual los conceptos particulares "pertenecen" exclusivamente a
una clase particular. Demostr la imposibilidad de que cualquier formacin social
corresponda con este cuadro. Argumenta por qu la nocin de ideas particulares fijadas
permanentemente a una clase particular es antittica con lo que sabemos acerca de la
naturaleza del lenguaje y del discurso. Los conceptos y las ideas no ocurren, en el lenguaje o
en el pensamiento, de un modo simple, nico y aislado en relacin con su contenido ni tienen
una referencia estable e inamovible. El lenguaje en su sentido ms amplio es el vehculo del
razonamiento prctico, los clculos y la consciencia a partir de los modos en los cuales ciertos
sentidos y referencias han sido histricamente producidos. Pero su consistencia depende de la
"lgica" que conecta una proposicin con otra en una cadena de significaciones conectadas;
donde las connotaciones sociales y las significaciones histricas estn condensadas y
reverberan unas en las otras. Ms an, estas cadenas no estn nunca definitivamente
aseguradas ya sea en el sistema interno de significaciones o en trminos de las clases sociales
y los grupos a los que "pertenecen". De otro modo, la nocin de lucha ideolgica y las
transformaciones de la consciencia, cuestiones centrales en la poltica de cualquier proyecto
marxista, sera un estadio vaco, una danza de figuras retricas muertas.
Es precisamente porque el lenguaje, el medio del pensamiento y del clculo ideolgico es
"multiacentual", como lo plantea Voloshinov, que el campo de lo ideolgico es siempre un
campo de "acentos en interseccin" e "intersectando diferentes intereses socialmente
orientados":
As, las diferentes clases usarn uno y el mismo lenguaje. Como resultado, acentos
diferencialmente orientados intersectan todo signo ideolgico. El signo se vuelve la arena de
la lucha de clases ... Un signo que ha sido extrado de las presiones de la lucha social, que, por
as decir, cruza por encima el terreno de la lucha de clases, pierde fuerza degenerando
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De las tcticas a las estrategias, sobre el poder
Realizar intervenciones sin tener en cuenta quin es el que posee el poder, puede llevarnos al
fracaso de todas nuestras propuestas. Por ello retomamos a Michel de Certeau (De Certeau, M.
1996) con la distincin entre estrategia y tctica. La estrategia es un trmino relacionado a la
teora de la guerra, es el dominio del poderoso que implica la intencin de la derrota de las
fuerzas del otro. En cambio, la tctica es el terreno del dbil, quien juega en los dominios del
poderoso, sin contar con un lugar propio. Sin embargo las estrategias tambin pueden
fracasar, no hay un agente que posea el dominio absoluto del poder.
El contexto actual, donde se reconocen mltiples cambios culturales causados por la ruptura
de los contratos sociales, la devastacin de los aparatos productivos, la irrupcin de los
medios de comunicacin, la concentracin de la riqueza, nos obligan a plantearnos los
sentidos polticos que deseamos imprimir a nuestras propuestas de intervencin. Podemosrealizar una accin estratgica desde Comunicacin / Educacin, con la pretensin explcita
de trabajar con el otro y no para el otro (Freire, 2000), pero adems debemos tener presente
qu sentidos buscamos despertar, como tambin qu prcticas hegemnicas pretendemos
desnaturalizar.
A partir de estos interrogantes, podremos llegar a comprender los anudamientos entre lo
educativo, lo cultural y lo poltico. Es aqu donde interviene la comunicacin como produccin
social de sentidos, sin caer en las presunciones de transparencia y acuerdos armnicos, para
revitalizar el carcter poltico y conflictivo del dilogo. En estos entrecruzamientos sucede losustancial de un proceso de comunicacin/ educacin donde los mundos culturales de los
sujetos, se inscriben en los grandes proyectos polticos.
La intencionalidad de la intervencin desde Comunicacin/ Educacin se relaciona con el
reconocimiento de la estrategia marcada por los agentes del poder, pero con la modalidad de
accin propias de las tcticas. Es decir, que sabiendo cules son los lmites y las reglas del
juego que establece la hegemona, apuntar a vislumbrar fisuras en ese orden establecido.
Esto es lo que ms me llamo la atencin de todos los debates. La toma de conciencia de lalucha especifica del poder de una situacin dada, los mrgenes posibles de la accin y las
intenciones, los propsitos. Estos debate `ponen en cuestin la idea de configuracin del
poder sin conflicto.
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De la observacin al ENFOQUE ETNOGRAFICO
Nos acercaremos a los diferentes espacios, para dialogar con sus actores, conocer sus
prcticas, sus lecturas del mundo Lo haremos apoyndonos en una perspectiva
antropolgica, como lo es la etnografa (etno: pueblo; grafica: descripcin).
Las tcnicas a trabajar sern la observacin participante y la entrevista etnogrfica. La
antroploga Rosana Guber*, nos aportar en la descripcin:
La observacin participante: consiste precisamente en la inespecificidad de las actividades
que comprende: integrar un equipo de ftbol, residir con la poblacin, tomar mate y
conversar, hacer las compras, bailar, cocinar, ser objeto de burla, confidencia, declaraciones
amorosas y agresiones, asistir a una clase en la escuela o a una reunin del partido poltico. En
rigor, su ambigedad es, ms que un dficit, su cualidad distintiva.
La entrevista etnogrfica: es una estrategia para hacer que la gente ha ble sobre lo que sabe,
piensa y cree (), una situacin en la cual (el investigador -entrevistador) obtiene informacin
sobre algo interrogando a otra persona (entrevistado, respondente, informante). Esta
informacin suele referirse a la biografa, al sentido de los hechos, a sentimientos, opiniones y
emociones, a las normas o standards de accin, y a los valores o conductas ideales () Es una
relacin social a travs de la cual se obtienen enunciados y verbalizaciones en una instancia
de observacin directa y de participacin.
El desafo es lograr captar las redes de significacin tejidas por quienes pertenecen a una
cultura, en lo que denominaremos, de la mano de Clifford Geertz, como descripcin densa.
* La etnografa. Mtodo, campo y reflexividad, Siglo XXI, 2011.
En contra de las descripciones alejadas, de la separacin sujeto objeto, de las explicaciones
universales o generales.
Del impersonal a la primera personaEL CUADERNO DE BITCORA
Profundizando es esta idea de viaje, durante la cursada trabajaremos la construccin de un
cuaderno de bitcora, que acompae todo el proceso.
Nuestro compaero Kevin Morawicki, lo describe como una especie de intertexto, que se
enriquecer con el entramado que cada uno vaya construyendo, con aportes hechos con
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