Territorio y Migracion Forzada Coraza

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    REFERENCIA:

    AUTORES/AS (p.o. de firma): Enrique Coraza de los SantosTTULO: Territorialidades de la migracin forzada. Los espacios nacionales ytrasnacionales como estrategia poltica.

    REF. REVISTA/LIBRO: Espacialidades. Universidad Autnoma de MxicoFECHA PUBLICACIN: (en prensa)INDICE DE IMPACTO:Latindex

    Territorialidades de la migracin forzada. Los espacios nacionales ytrasnacionales como estrategia poltica

    Enrique Coraza de los Santos1

    Resumen

    En este texto, buscamos aplicar los conceptos de territorio y espacio a las

    migraciones forzadas con diferentes connotaciones, replanteamientos y

    reposicionamientos respecto a los espacios de referencia primaria. En este

    sentido, aludiremos a las implicaciones de la desterritorialidad y la

    transterritorialidad, que parten de un proceso de redefinicin de identidades a

    consecuencia de un destierro.

    Asimismo, presentaremos una serie de prcticas generadas en los espacios

    de los exilios, como parte de las estrategias elegidas para dotarlo de sentido.

    Con el transcurso del tiempo los exilios, pensados como coyunturales,

    terminarn convirtindose en permanentes en la realidad actual del exilio

    subjetivo.

    Palabras clave: territorio, Espacio, Exilios, Uruguay, Trasnacionalismo

    Abstract

    This paper applies the concepts of territory and space in the issue of forced

    migrations with different connotations, restatements and repositioning about

    1Dr. en Historia. Miembro del Sistema Nacional de [email protected]

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    primary reference spaces. In this sense, it analyzes the implications of

    deterritorialityand transterritoriality, which are part of a process of redefinition of

    identities as a result of exile.

    It also analyzes a series of practices generated in the spaces of the exile as

    part of the strategies chosen in order to give it a meaning.

    Through the time the exile intended asa temporary phenomenon, becomes a

    permanent one in the current reality of the subjective exile.

    Key words: territory, Space, Exiles, Uruguay, Transnationalism

    Introduccin

    Las migraciones forzadas representan un tipo particular dentro de los

    movimientos de poblacin. Sus caractersticas, asociadas a la violencia directa

    o potencial de ver peligrada la integridad fsica, moral o los medios de vida de

    los individuos, parejas, hijos o grupo de pertenencia, las hacen revestir cierta

    especificidad y diferenciacin dentro de los mismos. De igual forma, otro de los

    elementos particulares es la inmediatez, la urgencia de la salida que no permite

    o, en todo caso, reduce al mnimo las posibilidades de elaborar un proyecto

    emigratorio, revistiendo ese carcter de involuntarias. Otro aspecto a destacar,

    es la sensacin de trauma (derivados de la violencia y del despojo) y de

    parntesis donde, la necesidad del retorno, forma parte de los sentidos con que

    se dota a los exilios en la mayora de los casos.2

    Las circunstancias mencionadas como particularidades de las migraciones

    forzadas, hace que sean diferentes las respuestas, asociadas a los procesos

    de percepcin de las diferentes realidades (el pas dejado, las modalidades desalida, rutas e ingreso en los pases de destino, las formas de insercin, las

    relaciones sociales, polticas y/o culturales, las especificidad de las redes

    2En este punto es importante reconocer que esta caracterstica est fuertemente asociada a lo que

    denominamos como el exilio militante, es decir, aquel que mantuvo una actitud y espacios de

    resistencia y lucha en el exilio. Sin embargo, otra parte de los exiliados y exiliadas, por diferentes

    motivos, no reaccionaron de la misma forma y asumieron el destierro insertndose en las sociedades de

    destino en el plano privado, sin proyeccin poltica asociada al exilio y por tanto este sentido del retornocomo prioritario estuvo menos presente.

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    establecidas, etc.), de los espacios, las territorialidades e identidades. Es por

    ello, que reflexionar sobre las mismas se convierte en una labor relevante y

    necesaria a la hora de analizar el pasado reciente de ciertas sociedades

    atravesadas por procesos traumticos, derivados de procesos autoritarios,

    dictatoriales o de guerra civil.

    El eje de anlisis adoptado, pretende trascender las dimensiones ya transitadas

    de las historicidades, los enfoques demogrficos, los estudios desde el

    psicoanlisis o los relatos testimoniales, para comprender la vinculacin con

    otras dimensiones, como pueden ser la concepcin de los espacios y

    territorialidades como estrategias polticas.

    Metodolgicamente, se aborda el caso de estudio, los exilios, particularmente

    uruguayos, en su relacin con uno de los destinos ms importantes, Espaa,

    en una dimensin de redes y relaciones histricas de larga duracin. En un

    recorrido, que fluye entre lo deductivo e inductivo, se nutre del trabajo emprico

    de investigacin con exiliados y exiliadas, al cual se busca mirar desde

    diferentes enfoques terico metodolgicos que estn en las fronteras de

    diferentes disciplinas.

    El contexto histrico del territorio y los espacios de referencia primaria de

    los exilios uruguayos

    Las coordenadas espacio temporales de las dimensiones socio polticas y

    culturales que enmarcan el caso de estudio presentado, tienen que ver con la

    historia reciente de Uruguay, pero con caractersticas compartidas en el Cono

    Sur de Amrica Latina que va desde el ltimo cuarto del siglo XX hasta la

    actualidad.La segunda mitad del pasado siglo estuvo protagonizada por el contexto

    internacional de la Guerra Fra. En el sub continente americano, se evidenci

    en el conflicto de sectores conservadores que buscaban mantener y proteger

    un modelo poltico y de vida liderado por Estados Unidos bajo una subrogacin

    de ste de proteccin y vigilancia de lo que consideraba un espacio propio

    (ODonnell, 1982). En oposicin, se ubicaron diferentes sectores sociales,

    polticos, sindicales, culturales, religiosos y revolucionarios que reclamaban uncambio, a la luz de una situacin de crisis que afectaba a grandes porciones de

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    la poblacin. La respuesta conservadora, con diferentes grados de radicalidad,

    desde sectores civiles, militares y hasta religiosos, ser plegarse a una serie de

    lineamientos poltico militares que conjugan influencias europeas,

    latinoamericanas y estadounidenses denominada Doctrina de la Seguridad

    Nacional (DSN) (Pita, Coraza y Amador, 2013). Asimismo, estos lineamientos

    se consideran como parte de una estrategia poltica para la imposicin sin

    resistencias de nuevos modelos econmicos en el trnsito del liberalismo al

    neoliberalismo (Klein, 2010; Olesker, 2009; Riis, 2006 y Baud, 2002). Las

    reacciones, desde la sociedad civil, los partidos polticos y los sindicatos, se

    observarn a travs de diferentes estrategias de oposicin que irn desde las

    formas instituciones tradicionales, a las organizaciones revolucionarias,

    inspiradas en la Revolucin Cubana o en formas nacionales de estructuras

    armadas (Vezzetti, 2009; Franco, 2008 y Calveiro, 2005). La derivacin, ser

    un clima creciente de violencia poltica y, posteriormente, una sucesin de

    dictaduras, militares y cvico militares, bajo los lineamientos de la DSN que

    aplic, en forma sistemtica, el Terrorismo de Estado (Duhalde, 1983 y Rico,

    2008). Dentro de las consecuencias humanas de este proceso represivo se dio

    la mayor emigracin forzada en la historia del Cono Sur que llev a miles de

    hombres, mujeres y nios al destierro principalmente en Amrica y Europa y,

    en menor medida, en frica (Norambuena, 2008; Yankelevich y Jensen, 2007 y

    Dutrnit, 2006). En el exilio, se desarrollarn estrategias para dotar de sentido

    al mismo y lograr el objetivo fundamental: derrotar los regmenes que los

    obligaron al destierro. Las mismas, se organizarn a partir de espacios de

    representacin que reproducirn formas polticas y socio culturales del pas

    dejado. En su diversidad, trasladarn formas tnico nacionales que van desde

    los modelos de las asociaciones de inmigrantes europeos (como lasSociedades de Socorros Mutuos de espaoles e italianos; por ejemplo, la Casa

    Uruguay de Barcelona o la Casa Argentina en Madrid), a representaciones de

    las organizaciones polticas y sindicales en el exilio (el Frente Amplio3 en el

    Exterior o la Convencin Nacional de Trabajadores4 en el Exilio, ambas en

    3El Frente Amplio es una coalicin de partidos y organizaciones polticas de izquierda deUruguay que nace en Uruguay en 1971 y que desde 2005 es parte de la agrupacin de

    partidos polticos de izquierda en el gobierno nacional hasta la actualidad.4Centra nica de Trabajadores surgida en 1966, objeto de represin durante el perodo de lasdemocracias autoritarias previas a la dictadura y finalmente proscripta por sta. Se restablece

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    Madrid y la Convergencia Democrtica del Uruguay5). Estas formas de

    organizacin, desarrolladas en todos los espacios de los exilios por el mundo

    (con similares caractersticas para chilenos, uruguayos y argentinos) y, en

    concreto, en el mbito del espacio nacional espaol o cataln, se combinarn

    con el establecimiento y mantenimiento de una densa red con la resistencia en

    el interior de Uruguay as como con las diferentes representaciones del exilio

    uruguayo por el mundo (Markarian, 2006 y Jensen y Coraza, 2009).

    A mediados de la dcada de los 80 del pasado siglo, se producen los procesos

    de transiciones a las democracias en la regin y, muchos de los exiliados y

    exiliadas, comienzan a pensar en el retorno a sus pases de destino marcando

    el final del exilio objetivo (Coraza y Dutrnit, 2011; Gaillard, 1992; Infesta, 1987

    y Barton y Alfaro, 1986).6A partir de ese momento, se inicia un duro proceso

    que enfrente a los exiliados y exiliadas con un dilema identitario de

    confrontacin entre el volver o quedarse, entre la versin congelada del pas

    dejado y el pas real del retorno, entre el reclamo y conflicto por las memorias

    de la represin y el silencio impuesto y auto impuesto (Allier, 2010 y Coraza,

    2008). Muchos, buscarn formas de reinsercin en el pas de la recuperacin

    democrtica, pero otros, con diferentes grados, ensayarn diversas formas de

    residencias semi permanentes entre el pas del exilio y el del retorno, traslados

    como espacio de representacin de los trabajadores y trabajadoras uruguayos en el proceso derecuperacin democrtica, en 1985, como Plenario Intersindical de TrabajadoresConvencinNacional de Trabajadores (PIT-CNT).5Experiencia multipartidaria surgida en el exilio en 1980, con sedes en diferentes pases, y querepresentar distintas tendencias polticas, no slo de la izquierda, sino de algunos sectores delos partidos tradicionales que se enfrentaban a la dictadura desde el exterior6Establecemos ciertas precisiones dentro del proceso de los exilios como vivencia humanaprotagonizada por todas aquellas personas que lo sufrieron como vctimas directas o indirectas,en el caso de los familiares o los hijos llevados a corta edad o que nacieron en el exilio. Enprimer lugar, la existencia de un exilio militante, que mantuvo su actividad poltica en el

    destierro como forma de dotar de sentido al mismo a partir de generar las condiciones paraterminar con las circunstancias que los llevaron al mismo: las dictaduras. Un exilio privado,vivido por aquellas personas que una vez en el destino se refugiaron, por diferentescircunstancias personales, psicolgicas, familiares, polticas, etc., en su vida y actividadprivada y se mantuvieron alejados de toda militancia. Asimismo, la consideracin de un exilioobjetivo, representado por el perodo en el que se mantuvieron las circunstancias represivasque les obligaron al destierroque se inician muchas veces en perodos de democraciaautoritaria y se continuaron en las dictaduras- hasta su finalizacin, con el proceso derecuperacin democrtica. Distinto, del exilio subjetivo, que es aquel que acompaa, comovivencia y como rasgo de identidad, a quienes lo padecieron en forma directa, por el resto desu vida, como condicin de existencia. Por estas razones, sumadas a la enorme diversidad decircunstancias que tienen que ver con las condiciones personales y familiares de salida,recorridos, destinos, gnero, edad, pertenencia a agrupaciones polticas, sindicales, sociales o

    armadas, entre otras muchas, es que hablamos de exilio, como espacio de referencia enrelacin con las circunstancias de la proyeccin de un estar forzado de, exilios comocircunstancia humana y particularizada de ese estar.

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    a terceros pases o, definitivamente, una re emigracin, a partir de asumir que

    el pas del exilio, el del parntesis, constituye su espacio de referencia, asumen

    una redefinicin de su propia identidad (Coraza y Dutrnit, 2011). Esta nueva

    realidad, como residentes en el destino, mantendr a muchos unidos a los

    espacios generados durante el exilio, resignificados en su sentido actual a

    partir de la relacin con una nueva migracin uruguaya, en este caso, de

    carcter econmico (Moraes, 2008). Desde estos espacios de nuevo sentido,

    pero cuyos dirigentes siguen identificados como exiliados, como una manera

    de marcar una diferencia respecto de los inmigrantes, ensayarn nuevas

    estrategias de relacionamiento, no slo con la nueva migracin, sino con el

    pas de origen a travs de formas de representacin poltica en el exterior y

    labores de cooperacin y ayuda o a partir de campaas concretas como la

    lucha por el voto de los uruguayos en el exterior (Taks, 2006).

    Desterritorializacin o reterritorializacin: un debate conceptual posible

    Como hemos visto, las migraciones forzadas estn asociadas a espacios, a

    territorios; el de origen, el de la referencia primaria en un sentido material,

    simblico, afectivo, poltico, cultural; al de destino, como refugio, como trnsito,

    como recurso y, para muchos, sin vivirlo conscientemente durante el exilio, de

    re significacin de la identidad.

    El concepto de territorio ha sido asociado tradicionalmente a la Geografa a

    travs de su connotacin espacial en las dimensiones de la naturaleza y su

    interaccin con los seres humanos. Igualmente, en el rea de la economa

    respecto a la productividad de los diferentes espacios o, en la Antropologa, a

    partir del patrimonio como dimensin cultural en una relacin dialgica entre lotangible y lo intangible, lo material e inmaterial (Coraza, Espinel, Casado,

    2013). El trmino territorio, como todo concepto, mantiene las caractersticas

    de ser complejo, relativo y dinmico, por tanto, es parte de las redefiniciones,

    producto del debate de los cientistas sociales.

    En los aos 60, la irrupcin del pos estructuralismo de la mano de autores

    como Guattari o Deleuze provocaron en el mbito de la Geografa,

    principalmente, aunque no exclusivamente, una serie de reflexiones a propsitodel trmino de territorio como un todo, holstico, interrelacionado; superando la

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    dicotoma entre lo humano y lo natural (Herner, 2009). Asimismo, esta corriente

    tambin impacta en la historia a travs de los estudios culturales y, por

    supuesto, los estudios de la Historia poltica como una de las dimensiones de

    las relaciones entre los seres humanos, se ve afectada. Por tanto, asociando la

    experiencia vivencial de la poltica, asistimos a una cultura protagonizada por

    una generacin que, en los aos 60, se socializa desde la militancia, dando

    como resultado la construccin de identidades a partir de una interaccin con

    sus pares y con la sociedad bajo la construccin del sentido propio y colectivo

    de ciudadana (Coraza, 2012). En estas construcciones identitarias se puede

    afirmar que, en el Uruguay del pasado reciente, se vive una conexin

    permanente entre, la micro poltica del contexto local y nacional y, la macro

    poltica definida por historicidades (desde la lucha revolucionaria, anti

    imperialista, hasta las influencias y existencia de redes con procesos polticos

    extranjeros como lo fue la Guerra Civil Espaola), y presentismos (el contexto

    de la Guerra Fra), convergiendo ambos en una forma militante y de

    sociabilidad, en muchos casos, casi exclusiva (Dutrnit, Allier y Coraza, 2008).

    El asumir las identidades, a partir de la militancia y la ciudadana activa,

    comporta tambin lo que Deleuze define como agenciamientos, apropiaciones

    en un sistema de relaciones mltiples (Hernes, 2009: 162-165). En esta

    apropiacin, que tiene una relacin interactiva permanente con el poder7

    (institucional, poltico, cultural, familiar) se construyen territorialidades, espacios

    identificados como referentes del accionar y de la cotidianeidad (que no es slo

    poltica o ideolgica, sino tambin afectiva pues incluye las redes de amistad y

    hasta de pareja) que dotan de sentido a la existencia: un por qu y un para qu

    desde una identificacin con un nosotros. En este punto, coincidimos con

    Hernes en la medida que este territorio, as comprendido, es algo ms que lomaterial, lo aprehensible, es tambin la subjetivacin del espacio y un conjunto

    de acciones, de prcticas y de estrategias en un movimiento dinmico de

    construccin y reconstruccin (Hernes, 2009: 167). Sin embargo, la autora

    apuesta en este proceso dinmico que tiene puntos de fuga y de proyeccin

    que se pierden, por una desterritorializacin, en la medida que aparece una

    7

    Utilizamos el concepto de poder de acuerdo con la concepcin de Foucault, en el sentido, node pertenencia, sino de accin, de ejercicio, no solamente de dominacin, sino tambin decreacin (Foucault, 1979).

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    reterritorializacin. Desde nuestra reflexin, nos preguntamos, y cuestionamos,

    que exista desterritorializacin como tal, esto significara un contrasentido, pues

    sera percibir el territorio como algo esttico que, en la medida que cambia, se

    pierde. Ahora, si lo estamos viendo como dinmico, no existe prdida, sino

    precisamente redefinicin, resignificacin, es decir, no hay prdida, sino un

    nuevo sentido a partir de esa relacin dialgica con el contexto y los

    protagonistas. Por tanto, podemos percibir la re territorializacin como una

    estrategia para mantener el sentido.

    Afirmado lo anterior, para el caso de las migraciones forzadas, s existe una

    desterritorializacin si lo pensamos en lo que Guattari denomina como

    desterritorializacin relativa pues existe un alejamiento, una prdida de la

    interaccin material con el territorio primario. Sin embargo, existe una segunda

    dimensin, tambin planteada por Guattari, la desterritorializacin absoluta en

    relacin con lo subjetivo, con lo imprevisible, con el futuro frente a la prdida.

    Es aqu donde planteamos que en los exilios esta dimensin no se da, pues los

    nuevos territorios del destierro, para el exilio militante, se convierten solamente

    en el soporte material para reconstruir los territorios despojados, para

    reproducir el territorio de la referencia primaria. Consideramos este proceso

    como la necesidad de enfrentar la crisis de identidad provocada por el despojo

    objetivo y subjetivo (Crdenas, 2013), el trauma de la prdida de la ciudadana

    combatido a travs de la reproduccin del espacio original (en trminos

    materiales, simblicos, humanos y polticos) como esencia del sentido del

    exilio. Los testimonios de los exiliados y exiliadas militantes hablan de la no

    existencia del exilio personal, de parntesis, de vida dedicada a la lucha. De la

    misma forma, los mismos testimonios afirman haber sido conscientes de la

    creacin de nuevas territorialidades en el pas de destino una vez finalizado elexilio, y en muchos casos con el retorno a Uruguay (Coraza, 2007). Existe, por

    tanto, la permanencia de una fuerte identificacin de un nosotros donde los

    otros (la sociedad de destino) slo es vista como un recurso. Ahora, con el

    retorno, en la bsqueda del reencuentro con el nosotros perdido, es que se

    toma conciencia de que se han convertido en los otros. El reencuentro con los

    de adentro les hace tomar concienciade la pertenencia a los de afuera. De

    ah, que para muchos, la mejor solucin sea el permanecer en el destino, laitinerancia o la re emigracin. Finalmente, no afirmamos que existe la

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    desterritorializacin, sino que planteamos, que para el caso de las migraciones

    forzadas, y dentro de stas, el exilio militante, al menos de las del Cono Sur en

    los aos 70-80 del siglo XX (y podemos encontrar elementos comparativos

    para el caso del exilio republicano espaol), se podra matizar y discutir este

    concepto.

    Ahora, dentro de esta dinmica, podemos reconocer, que una vez asumida la

    pertenencia ms a los de afuera que a los de adentro, es decir, en el

    perodo que consideramos como parte del exilio subjetivo, s exista una

    desterritorializacin, pues esa toma de conciencia incluye, tambin, asumir la

    reterritorializacin.

    El trasnacionalismo como otra dimensin para pensar las migraciones

    forzadas

    El Transnacionalismo poltico es la herramienta que, a partir de los estudios

    ms recientes relacionados con las migraciones actuales, la globalizacin y los

    cambios en el mundo capitalista, nos puede servir de lente para observar

    tambin los exilios. Como afirma Portes, el transnacionalismo representa una

    perspectiva novedosa, no un fenmeno nuevo (Portes, 2005). Aquel, ha sido

    definido por Patricia Landolt como procesos y prcticas que a la vez que cruzan

    fronteras y vinculan mltiples ubicaciones, tienen la capacidad de transformar

    las estructuras y los foros polticos establecidos, construir nuevos, as como

    nuevas formas de hacer y de interrogar a la poltica (Landolt, Goldring y

    Bernhard, 2009). Para Natalia Moraes, es el lugar de los vnculos polticos, el

    espacio pblico en el cual las acciones polticas, tanto formales como

    informales se extienden a travs de las fronteras (Moraes, 2009), y podemos

    agregar; a travs del tiempo.En el caso especfico de la migracin, a travs de las prcticas transnacionales,

    los migrantes participan en el proceso de formacin de ms de una nacin y,

    por lo tanto, trastornan y transforman las estructuras polticas establecidas de

    las diferentes naciones con las cuales mantienen contactos (Basch et. al.

    1994).

    Generalmente, buena parte de los estudios sobre el trasnacionalismo se han

    centrado en dimensiones sociales, culturales o econmicas, acompaando laidea dominante de las migraciones como resultado de los desequilibrios

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    econmicos. En estas visiones, los migrantes aparecen como sujetos pasivos,

    como sujetos de poltica, ms que sujetos activos y promotores de sus propias

    dinmicas de poder y como parte de un proceso de reconstitucin poltica.

    En los aos 90, dentro del mbito de las Ciencias Polticas, el trmino

    transnacionalismo se ampli desde las relaciones econmicas (donde haba

    surgido ya en los 70) a las organizaciones no gubernamentales y las redes

    transnacionales de apoyo unidas a valores compartidos, el uso de un discurso

    comn y el intercambio de informacin extenso entre organizaciones de

    activistas con pensamientos comunes (Wayland, Sara V. 2006 citando a Keck y

    Sikkink, 1998).

    Finalmente, si ya nos centramos en las relaciones entre migrantes y

    participacin poltica tambin observamos ciertas limitaciones. Cuando se

    estudia la participacin poltica de stos, en muchos casos se hace

    exclusivamente relacionada con la falta de derechos polticos formales, el

    comportamiento electoral o las actividades de partidos y lites. De esta forma

    se descuida el contexto macro social y el estudio de las causas de las

    migraciones (Bolzman, 2009) como una variable a considerar que puede

    modificar las hiptesis o alcanzar anlisis de mayor complejidad. Bolzman, uno

    de los pocos investigadores que ha abordado el exilio chileno en Europa,

    coincide tambin en este tipo de apreciaciones. Uno de los debates sociales y

    polticos ms importantes que existen hoy en da respecto a las migraciones y,

    los migrantes, tiene que ver con el tpico de la integracin. Sin embargo, como

    bien lo seala, la incorporacin a una nueva sociedad no es, necesariamente,

    un proceso lineal dependiente exclusivamente del tiempo de residencia. La

    asimilacin, no es necesariamente el resultado final de este proceso. En los

    estudios, s que se acepta la incorporacin como un proceso dinmico dondese distinguen fases, pero al considerarlas, no se tienen en cuenta, muchas

    veces, los factores contextuales, tanto de origen como de destino que

    brindaran la explicacin (Bolzman, 2009). Buena parte de las conclusiones de

    los estudios migratorios asumen la perspectiva asimilacionista, pero no tienen

    en cuenta la diversidad de los contextos de salida, donde la incorporacin, por

    ejemplo, no es necesariamente una cuestin relevante para las migraciones

    forzadas.

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    En los exilios, tambin se pueden evidenciar fases en su dinmica temporal,

    donde cada una de ellas est marcada por la existencia de un acontecimiento

    central a nivel macro social que ejerce una influencia sobre los recursos de los

    actores y sobre su percepcin de la situacin. Cada fase, se caracteriza por

    una manera especfica de vivir el exilio a escala individual, a travs de formas

    propias de expresin a nivel comunitario y modos particulares de relacionarse

    con sociedades en origen y destino.

    Un acontecimiento (muchas veces independiente de la voluntad del individuo o

    dependiente de su accin como parte del colectivo), tanto en origen como en

    destino, puede modificar las formas de incorporacin de los exiliados a la

    sociedad de residencia, as como sus relaciones con la sociedad de origen. Un

    acontecimiento, delimita la estructura de oportunidades polticas que orientan,

    facilitan o restringen la movilizacin de los recursos de una comunidad exiliada.

    Esos recursos, son el principal capital con el que cuentan y que los definen a

    la vez que condicionan en su posicin y proyeccin social. Los mismos,

    provienen de mltiples orgenes, pero en su mayora de una historia en comn

    compartida que forma parte de una identidad colectiva.8 En el caso de los

    exilios en Espaa adems, esa historia compartida no slo incluye a la

    comunidad expulsada sino tambin a la comunidad receptora, formando parte

    de una memoria comn que es el principal recurso a movilizar.

    De esta forma dispondrn de:

    Recursos colectivos, principalmente de carcter simblico que se ponen a

    disposicin, como recurso y como estrategia para reforzar o generar una

    identidad comunitaria. Las relaciones migratorias y exiliares entre Espaa y

    Uruguay.

    Recursos socialesen cuanto a experiencias de formas de auto organizacin,capacidad de desarrollar contactos, movilizar la sociedad y la comunidad en

    8Lo compartido forma parte de las extensas y densas redes establecidas a partir de variaslneas de contacto entre Espaa y Uruguay. Las diferentes oleadas de migrantes espaolesdesde la segunda mitad del siglo XIX hasta los aos 60 del siglo XX. Los contactosdesarrollados entre las organizaciones polticas y sindicales espaolas, especialmente de razsocialista, y uruguayas, que se fortalecern con el exilio republicano espaol en un tringulo decontacto entre Toulousse, Mxico, Buenos Aires y Montevideo. Relaciones intelectuales yculturales. Muchos de los exiliados republicanos espaoles militarn en movimientos de laizquierda poltica uruguaya, incluso en organizaciones revolucionarias y se vern obligados, a

    partir de los aos 70 del pasado siglo, a re exiliarse nuevamente en Espaa. En este perodo,este capital de relaciones se convertir en un recurso utilizado por uruguayos y uruguayas a lahora de considerar un posible destino para su exilio (Coraza, 2011 y Rey y Coraza, 2009).

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    torno a ciertos objetivos. Los espacios de representacin, desde los de carcter

    tnico nacional o regional, a los polticos, sindicales, culturales o de gnero.

    Recursos culturales como la capacidad de la comunidad de proyectar una

    imagen positiva de s misma a partir de actividades. Lo cultural, como

    perteneciente a un tronco comn o compartido, pero tambin respecto a la

    cultura poltica, las afinidades ideolgicas o el presentarse, los migrantes, como

    pertenecientes a un colectivo que sufre una situacin similar a la sufrida por

    otros colectivos, en el pasado, en los espacios de destino.

    Exilios, exiliadas y exiliados uruguayos en la madre patria

    Los exilios uruguayos revestirn mltiples formas, rutas, destinos y perodos

    que se convierten en uno de los aspectos a considerar al hablar de exilios y no

    de exilio (Dutrnit, 2006 y Coraza, 2007b). En cuanto a las fechas de salida,

    podemos reconocer tres etapas bien diferenciadas por las circunstancias que

    las provocan, que adems, tambin determinan rutas y destinos. Una primera

    etapa, previa al golpe de estado de 1973 y que se ubica en torno a 1971-72,

    protagonizada por los integrantes de las organizaciones de la izquierda armada

    y que se dirigen principalmente a Chile y Cuba. Un segundo perodo, lo

    encontraremos en el momento inmediato al golpe de estado del 27 de junio,

    protagonizado fundamentalmente por lderes polticos, sindicales y de la

    educacin; se dirigen principalmente a Buenos Aires y a Chile. Esta etapa, se

    ver acompaada, tres meses despus, por el golpe de estado del 11 de

    septiembre del Gral. Pinochet contra el gobierno de Allende, obligando a los

    exiliados uruguayos en ese pas a un re exilio y a la bsqueda de nuevosdestinos, en buena parte, como refugiados o asilados por gobiernos

    latinoamericanos y europeos. La ltima etapa, se inicia en torno a los aos

    1975-76, determinada por un cambio de rumbo en la dictadura uruguaya, la

    extensin de la represin, y la consideracin de la sociedad civil como el

    enemigo, afectando especialmente a los militantes del partido comunista y

    otras agrupaciones de la izquierda marxista y socialista. A su vez, se sumar el

    golpe de estado en Argentina el 24 de marzo de 1976, que nuevamente

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    obligar a los que all se encontraban, a re exiliarse y sumarse a los que ya lo

    estaban haciendo desde Uruguay.

    Esta multiplicidad de destinos, a los que el poder represor obligar a miles de

    ciudadanos y ciudadanas lograr, en lo inmediato, un primer objetivo, romper

    con las redes de solidaridad establecidas a partir de una experiencia

    compartida en la lucha por diferentes estrategias y alternativas para el pas. Sin

    embargo, rpidamente, en muchos casos, las redes y contactos vuelven a

    activarse y a reconstruirse, ya no necesariamente a travs de la presencia real

    y material de todos y todas en un mismo espacio, pero s de la

    transnacionalizacin como forma de continuar con la lucha, en este caso de

    resistencia y enfrentamiento a la dictadura a partir de las estrategias de

    solidaridad, denuncia y aislamiento internacional (Markarian, 2006).9

    Espaa, es uno de los destinos destacados de los exilios uruguayos donde se

    concentraron importantes grupos de exiliados que respondan a las ms

    diversas opciones polticas, sindicales, de la educacin y la cultura. Las

    razones que llevaron a que muchos eligieran este pas hacen a una serie de

    elementos que tienen que ver con la historia y la cultura que unen a Uruguay y

    Espaa as como tambin a las opciones elegidas por distintas agrupaciones

    polticas. Una vez elegido Espaa -en algunos casos como primer destino y, en

    otros, como segundo o tercero, dependiendo de las circunstancias personales,

    familiares o grupales de cada uno/a-, las condiciones para la llegada y

    residencia estuvo cargada de dificultades y de bsquedas personales y

    polticas para recuperar muchas de las cosas perdidas, entre ellas una

    recuperacin de su propia identidad. En este plano, una vez instalados los

    exiliados uruguayos, jug un papel importante la historia de convivencia del

    exilio republicano espaol en Uruguay, as como las redes, histricas ypresentes -si nos referimos al presente del exilio- con las organizaciones

    polticas, sindicales y sociales espaolas.

    Una parte importante de los exiliados uruguayos, una vez superados los

    primeros obstculos para procurarse una vivienda y un sustento, a la vez que

    un grupo de pertenencia, van a buscar integrarse a los diferentes espacios ya

    9De esta forma podemos apreciar lo que tanto Landolt (2009) como Moraes (2009) consideran

    como elementos del transnacionalismo, nuevas formas de hacer poltica a partir de nuevasvinculaciones entre mltiples ubicaciones o los vnculos entre espacios formales e informales atravs de las fronteras.

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    creados en algunas ciudades, y donde no los haba se van a reunir para

    crearlos. As, surgen las diferentes formas organizativas a partir de espacios

    distintos pero unidos bajo consignas y luchas comunes. La unidad, ser una de

    los aspectos que caracterizar a los exilios uruguayos frente a otros exilios

    latinoamericanos en Espaa y a la vez una de sus seas de particularidad

    frente a experiencias de otros pases. Las razones, se pueden encontrar en la

    propia tradicin poltica y sindical uruguaya, as como en las caractersticas de

    las formas de organizacin que se dieron en Espaa.

    Si bien la dispersin dentro del territorio espaol va a llevar a destinos en varias

    ciudades y/o Comunidades Autnomas, tanto peninsular como insular, van a

    haber dos que, por su importancia estadstica, simblica e institucional van a

    sobresalir: Barcelona y Madrid. Las razones de esta eleccin tiene que ver con

    mltiples motivos que van, desde la imagen proyectada, una como capital, la

    otra como ciudad importante, tanto a nivel internacional como, a partir de los

    colectivos migrantes espaoles en Uruguay. Tambin, se activan las redes

    familiares, de conocimiento cercano o las tejidas a partir de la convivencia con

    los espacios del exilio republicano espaol, tanto en forma directa en Uruguay,

    como a travs de los contactos (a veces personales, de las organizaciones o

    en forma epistolar) con otros puntos como Buenos Aires, Mxico o Toulousse.

    Las caractersticas de los espacios en estas dos ciudades sern diferentes.

    Barcelona ser el ncleo ms importante desde el punto de vista numrico,

    pero tambin respecto a la diversidad y carcter de los espacios (Jensen y

    Coraza, 2009). En la ciudad condal, muchos exiliados y exiliadas reutilizarn

    las redes polticas y sindicales generadas con el exilio republicano en un

    momento muy particular de la historia reciente de Espaa: el final del

    franquismo y la transicin. Estas circunstancias generarn un intercambio deexperiencias de uno y otro lado que tendr consecuencias tanto para la poltica

    catalana y espaola en general, como para la poltica uruguaya.10El abanico

    de estos espacios ir desde los que van a revestir un sentido cultural y de

    10Se puede visualizar a travs de ejemplos como la transferencia de prcticas y estrategias demovilizacin poltica y sindical, incluso de gnero, de los exiliados y exiliadas uruguayos hacialos catalanes, al provenir unos de una extendida experiencia de militancia activa y otros delamanecer a un perodo de libertades y participacin del que la mayora de los protagonistas nohaban vivido o quedaba muy lejos en el tiempo. Tambin mencionar la influencia de las formas

    y evolucin de la transicin espaola trasladada por los exiliados retornados a la experiencia detransicin uruguaya. Esta es una de las caractersticas que Wayland (2006) o Basch (1994)manejan dentro del concepto de transnacionalismo poltico.

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    contencin, los que reproducen los tnico-nacionales de los antiguos

    inmigrantes meridionales en Amrica, los netamente polticos de diferentes

    opciones de la izquierda, el sindicalismo e incluso el gnero.

    Madrid, mientras tanto, representa un caso distinto. En cuanto al nmero ser

    menor respecto a la anterior, y en cuanto a la diversidad de espacios tambin

    presentar diferencias. Si bien se puede decir que permanecern agrupaciones

    que responden a tendencias polticas diversas, en cuanto a espacio como

    proyeccin del exilio uruguayo se mostrar como uno solo, aunando en ste la

    mayor parteno exclusivamente- de los recursos y estrategias. Asimismo, en la

    capital de Espaa van a actuar tres de las instituciones del exilio ms

    representativas del mismo: El Comit del Frente Amplio en el Exterior, la

    Convencin Nacional de Trabajadores en el Exilio y la Convergencia

    Democrtica.

    Exilios y espacios: una interpretacin

    La mayora de los exiliados que llegan a Espaa, algunos directamente desde

    Uruguay, y otros con varias etapas y experiencias previas van a enfrentarse a

    una situacin jurdica que va a representar un problema a varios niveles (legal,

    afectivo e identitario). Esta situacin, est relacionada con la forma de ingreso

    al pas o de salida desde su origen, relativa a documentacin falsa o a la

    condicin de aptrida o ciudadano de otro pas. A esto, debe sumrsele la

    imposibilidad de renovar los pasaportes por la negativa de las autoridades

    consularespor rdenes del gobierno de la dictadura- a realizarles los trmites.

    De esta forma, muchos pierden toda documentacin que los identifique como

    uruguayos y sin posibilidades de recuperarla hasta que no se lograra el fin de la

    dictadura. Desde el punto de vista personal, e identitario, representaba un

    elemento ms para su negacin como parte de una comunidad nacional, lapertenencia a un nosotros que de esta forma se transformaba en un otros.

    Es por ello, que las experiencias de nucleamiento cumplirn dos funciones: la

    de compartir una situacin y la de luchar por la recuperacin de aquello que les

    fue arrebatado.

    Definiendo estos espacios, considerados como de representacin y proyeccin

    de los exilios uruguayos, a la vez como de identidad de los mismos, es que nos

    apoyamos en la idea de construccin y posicionamiento de los movimientosde identidad.Aqu, seguimos el pensamiento de Stuart Hall (1989) que seala

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    dos momentos: un primero, en que el movimiento lucha por el acceso y

    derecho a la auto representaciny otro, cuando el movimiento transita hacia la

    elaboracin de una poltica propiamente de auto representacin. Es importante

    sealar que no se trata de etapas excluyentes, sino de diferentes momentos o

    posicionamientos que pueden coexistir en el tiempo, aunque la primera suele

    iniciarse antes de la segunda (Macleod, M. 2006). En este sentido, en el primer

    momento se hace alusin a la condicin de exiliado y a las representaciones

    que la sociedad espaola tiene del exilio, fruto de su propia experiencia exlica,

    para recabar solidaridad y a partir de all, explicar la situacin particular de cada

    realidad nacional (argentina, chilena o uruguaya). En un segundo momento, es

    cuando se constituyen las diferentes estrategias de denuncia y de acciones

    contra el gobierno de la dictadura como reflejo de una campaa internacional

    de desprestigio. Es el momento de activar las redes polticas y sindicales

    existentes. En este segundo momento, es cuando la diversidad se hace

    presente, si bien, como ya hemos sealado, hay unidad respecto a los

    objetivos, existe multiplicidad en cuanto a las formas y, especialmente, a los

    recursos. Aqu, no ser lo mismo ser un hombre que una mujer, ser comunista

    que socialista o de otras opciones de la izquierda, ser un lder que un militante

    de base, ser un intelectual que un trabajador.

    Estos espacios adems, se constituiran en comunidades imaginadas

    (Anderson, 1993) con un componente importante de memoria. Apela a la

    memoria colectiva, a la recreacin de identidad y de subjetividad. De esta

    forma, se nutre de distintos elementos, de distintas fuentes como estrategia

    para posicionarse y convertirse en un referente mltiple. Para la sociedad

    espaola apelando a la memoria de su propio exilio y del papel que jug

    Uruguay en ese exilio (ya sea si se refiere a la sociedad en general apela alexilio como realidad- o a las organizaciones polticas y sindicales apela al

    apoyo y las relaciones establecidas en Uruguay-) y para los exiliados

    uruguayos en generar un referente de subjetividad donde recrear la identidad

    de la militancia y la ciudadana arrebatada.

    Los recursos movilizados, las estrategias utilizadas y las acciones

    desarrolladas por estos espacios constituirn la proyeccin y visibilidad de los

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    exilios uruguayos en Espaa11 tanto para sus protagonistas como para el

    conjunto del espectro poltico, sindical, cultural y social espaol. Como

    expresramos anteriormente, para los que los integraban se convirti en el

    centro de su vida y su sentido de existencia buscando un nico objetivo: la

    derrota de la dictadura, su desaparicin y la posibilidad de un retorno.

    Retomando lo expresado al inicio, su carcter trasnacional no implic

    desterritorializacin, sino, en todo caso, transterritorializacin. Se perciba no

    como otro territorio, sino como la reproduccin del mismo espacio de lucha que

    se haba generado y gestado en Uruguay, y que las circunstancias del exilio

    simplemente haban obligado a fijarlo en otro lugar. Pero, desde el punto de

    vista del sentido, no se perciba como un no Uruguay sino como otro

    Uruguay12o, como afirm un exiliado uruguayo: varios Uruguay(Achugar en

    Sosnowski, 1987).

    A modo de reflexin Final?

    Abordar las migraciones forzadas desde la perspectiva del espacio, del

    territorio, no slo como dimensin objetiva, sino tambin subjetiva, asociado a

    procesos identitarios nos permite comprender las realidades de las sociedades

    atravesadas por procesos traumticos. La asociacin de dimensiones

    identitarias, como la pertenencia a una generacin, a un colectivo forjado a

    partir de la militancia, de un proyecto ideolgico y poltico, es una lectura de las

    realidades sociales en relacin con las circunstancias histricas que a los

    actores les toca vivir. Precisamente este punto, el del ejercicio activo de la

    ciudadana, se ha privilegiado en el entendido que forma parte de las

    identidades primarias de una generacin. Su prdida, a causa de la represin

    primero y el destierro despus, representa uno de los aspectos fundamentales,

    tanto por el trauma que provoca, como por la necesidad de su restitucin comosentido de recuperacin de identidad.

    Los exilios, comportan movimientos de poblacin acuciados por el trauma de la

    derrota, del despojo, de la ausencia y para muchos, el sentido vital del retorno,

    11Que no la exclusividad, ya que se conocen algunas experiencias, aunque de menorproyeccin en otros puntos de la geografa espaola, y tambin un importante conjunto deexiliados y exiliadas que una vez en el destino no se integraron a los mismos, sino que, pordiferentes circunstancias personales, familiares, afectivas y/o polticas se refugiaron en su vida

    privada sin una militancia activa.12En mi primer artculo sobre esta temtica en el ao 2001 lo defin como El Uruguay delExilio: verhttp://www.ub.es/geocrit/sn-94-46.htm.

    http://www.ub.es/geocrit/sn-94-46.htmhttp://www.ub.es/geocrit/sn-94-46.htmhttp://www.ub.es/geocrit/sn-94-46.htmhttp://www.ub.es/geocrit/sn-94-46.htm
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    de reconstruir lo negado, lo despojado en un proceso de violencia y

    estigmatizacin. Las migraciones forzadas, en sus diferentes momentos, desde

    la victimizacin en el origen, hasta el retorno y bsqueda de reinsercin, pasan

    por etapas de redefinicin de la consideracin del nosotros y de los otros.

    Las mismas, se intercambian, se redefinen en procesos de crisis identitarias,

    desde lo personal, lo grupal, lo familiar y lo social, tanto en los espacios y

    territorios del origen como del destino. La permanencia de esta realidad, a

    partir de la memoria y la identidad como exiliados y exiliadas convierte esta

    condicin no cmo pasado, no exclusivamente como memoria (en algunos

    casos negada o auto negada), sino como presente. Es ms, en aquellos que

    decidieron permanecer en el destino, o regresar a l, despus de fallidas

    experiencias de retorno, existe una resemantizacin del concepto de exiliado

    para relanzarlo como reposicionamiento frente a nuevas circunstancias:

    migraciones econmicas, reclamos de reparacin o, participacin poltica

    desde el exterior y cooperacin solidaria con su origen nacional.

    La lnea argumental de este relato tiene que ver con varios ejes

    interrelacionados: uno, el territorio como experiencia objetiva y subjetiva,

    material y simblica para una porcin de la migracin forzada; dos, la militancia

    como ejercicio de ciudadana, su construccin, sentido y sus protagonistas; tres

    los exilios como circunstancias que representa un quiebre en la continuidad del

    ejercicio ciudadano; cuatro, la creacin en el exilio de espacios de

    representacin dotados de sentido que intentan recuperar la ciudadana

    arrebatada, y quinto, una relacin entre el espacio-territorio y las identidades en

    la confrontacin entre la consideracin del nosotros y de los otros en un

    proceso de redefinicin permanente.

    Considerando el eje del ejercicio de la ciudadana, de los derechos polticos,ste represent, para una porcin importante de la sociedad uruguaya, un

    elemento de identidad y, especialmente para los jvenes de los aos 60 e

    inicios de los 70 en el Uruguay. Fue su forma de incorporacin a la vida social y

    poltica. A partir de ella, construyeron su sentido de vida, que abarcaba no

    solamente su faceta poltica, sino tambin la personal y afectiva, trasladndose

    de la esfera pblica hasta cubrir tambin la esfera privada.

    Las acciones cometidas desde los gobiernos autoritarios primero, ydictatoriales despus van a representar un primer quiebre en estas decisiones,

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    en la medida que la represin y la polaridad generada en el pas, les obligar a

    adoptar actitudes que rompern con su estructura de vida: el silencio, la

    mentira, la clandestinidad, la ruptura de sus redes de sociabilidad y de

    solidaridad. Este momento representar un primer cisma en su identidad

    construida, ya que imposibilitar su libre ejercicio, adems de la imposibilidad

    de actuar libremente de acuerdo con sus referentes de creacin.

    El aumento de la represin, la irrupcin de la dictadura cvico militar y el

    desarrollo del terrorismo de estado o la puesta en accin del Plan Cndor, va a

    obligar a una parte importante de estos militantes al exilio (otros habrn

    desaparecido, sido secuestrados, encarcelados o asesinados).

    La necesaria reterritorializacin forzada, urgente, violenta, de huda, obliga a

    una desterritorializacin material, pero no simblica, afectiva, de pertenencia,

    en la medida que, desde el exilio militante, se reconstruye en el destino, se

    reproduce como estrategia y cmo sentido sin una percepcin de ajenidad

    sino de re apropiacin como antdoto y recurso frente a la derrota para lograr el

    objetivo: el retorno a partir de eliminar las circunstancias que generaron la

    partida. Finalizado ese exilio objetivo se asume la identidad a partir de un

    exilio subjetivo en el enfrentamiento entre las percepciones del nosotros y

    los otros que incluye una percepcin, ahora s, de desterritorializacin. Pero

    es doble, por la toma de conciencia del peso que representa el territorio de

    destino, abandonado en el retorno. A su vez, para quienes no logran re

    insertarse en ese retorno, la toma de conciencia de que los lazos de

    pertenencia con el territorio de la identidad primaria se han roto, fragmentado o

    debilitado. A partir de aqu, se producirn esos procesos de re territorializacin.

    Por otro lado, los territorios de los exilios son trasnacionales, forjados a partir

    de una densa red de contactos, relaciones, coordinaciones y accionesconjuntas que ligan los destinos particulares de cada uno de los exilios, con la

    dispersin mundial y con la resistencia en el origen. En la segunda etapa, la del

    exilio subjetivo, para los que se quedaron como residentes, o para los que

    retornaron, ese trasnacionalismo redefinir esas redes con otras claves, las de

    la solidaridad con las nuevas realidades migrantes econmicas y la

    cooperacin con el pas de origen.

    El retorno, representar un nuevo cambio, nuevos conflictos mltiples, desde lopersonal y poltico (consigo mismo, con la familia, con el origen y con el

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    destino, con las organizaciones polticas y/o sindicales) a lo identitario (de

    dnde soy? de dnde me siento? qu tengo aqu? qu conservo all?).

    Ejemplo de estos conflictos sern las diferentes formas de reacomodacin,

    tanto a la sociedad de acogida (de exiliado a residente), como la sociedad de

    destino (de retornado a ciudadano), as como las mltiples experiencias de re

    emigracin a los pocos aos, cuando no meses, de haber retornado.

    Los conflictos, personales, polticos, sociales e histricos sobre los

    exilios representan, no slo para las ciencias sociales, sino para sus

    protagonistas, no una pgina del pasado, sino del presente y los acompaa

    todos los das de su vida. Queda, como pregunta disparadora para un futuro

    desarrollo, qu de ese presente mantienen las segundas y terceras

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