Terrorismo y Violencia Sacrificial

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    Kaleidoscopio Terrorismo, historia sacrificial y crisis anmica

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    Como una nubecita en la retina. Notas sobre terrorismo, historia sacrificial y

    crisis anmica

    El desierto crece: ay de aquel que desiertos en s cobija!

    Friedrich Nietzsche

    Despus de los atentados del 11 de septiembre del ao 2001 en Estados Unidos, y

    la franca puesta en escena de la estrategia poltica internacional seguida por el

    Departamento de Estado norteamericano, bautizada alrededor de la primera Guerra del

    Golfo Prsico (1990-91) como Guerra contra el terror1, un importante debate sobre las

    transformaciones de la geopoltica contempornea ha tomado lugar, tanto en el mbito

    de las relaciones internacionales, como en el campo de la filosofa poltica. En primer

    lugar, la estrategia preventiva no debe ser confundida con una nueva poltica seguida

    por el Estado norteamericano en momentos de crisis nacional o internacional, pues

    nada hay de excepcional o novedoso en dicha estrategia, salvo su formulacin

    doctrinaria por los neo-conservadores que desde el gobierno de Ronald Reagan (1981-

    1989), se han re-articulado segn sus intereses poltico-econmicos en las diversas

    jerarquas institucionales. A esta re-articulacin se debe, entre otras cosas, el rumbo neo-liberal de la economa mundial desde los aos 80 y la nefasta intervencin

    norteamericana en la guerra Irak-Irn o en Centroamrica.2 Lo que ha ocurrido con la

    Primera Guerra del Golfo, tambin llamada Tormenta del desierto, es que el aparato

    propagandstico norteamericano por fin ha podido lavar las heridas y el honor

    nacional maltrecho desde la fallida incursin militar en Vietnam; es decir, la

    intervencin norteamericana en Cercano Oriente ha servido para paliar los efectos del

    llamado Sndrome de Vietnam.3 De ah entonces que, junto con la propaganda

    exagerada en torno a la defensa de Kuwait, Estados Unidos haya utilizado esta

    situacin para proclamar su triunfo final por sobre la ex Unin Sovitica y el modelo de

    sociedad que sta representaba en el contexto de la Guerra Fra. La llamada post-Guerra

    Fra coincidira as con la manifestacin patente de un excepcionalismo invertido: la

    actual condicin excepcional americana nada tendra que ver con las esperanzas

    tocquevilleanas en la democracia republicana, sino que se expresara como suspensin

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    fctica de las garantas obtenidas por el lento progreso del derecho internacional y el

    constitucionalismo occidental en el ltimo siglo.

    La condicin preventiva de la poltica militar norteamericana, y su agudizacin

    de las estrategias contrainsurgentes asociadas con la Doctrina de Seguridad Nacional

    elaborada en el apogeo de los conflictos anti-imperialistas en el Tercer Mundo, no slo

    han servido para curar la herida de Vietnam, sino para redefinir el auto-asignado rol de

    liderazgo norteamericano en la conservacin de la paz internacional. A su vez, esto nos

    permite distinguir entre el viejo modelo imperialista europeo, inscrito en las batallas

    telricas relativas al centro y la periferia, y el neo-imperialismo contemporneo, cuya

    especificidad consiste en la suspensin de la relacin entre soberana y territorialidad

    (suspensin anticipada por la globalizacin mercantil y financiera de las ltimas

    dcadas). As, este neo-imperialismo se presenta como ajusticiador y pacificador de

    un mundo convulso y azotado por el terrorismo, an cuando lejos de tratarse de una

    Paz perpetua, basada en un cosmopolitismo ilustrado y jurdicamente avalado, la Paz

    Americana es la expresin actual de la Paz metafsica (el proyecto onto-teolgico de la

    razn imperial occidental por colonizar la barbarie) en cuanto orden capitalista global.4

    En este sentido, la condicin fundamental para la plena instauracin de esta Paz

    Americana consiste en el desmontaje de la teora moderna de la soberana y el derecho

    constitucional, cuestin que producira una ambigua situacin denominada

    interregno. Habra que pensar este interregno no slo en su acepcin jurdica, relativaa la ausencia de soberano, sino tambin en su acepcin radical, como interrupcin del

    proceso de espacializacin de la temporalidad que define la colonizacin imperial del

    planeta y su conversin en imagen (como una nubecita en la retina del ojo metafsico)

    Es este interregno el que tempranamente advierte Carl Schmitt en relacin al

    agotamiento delJus Publicum Europeaum, asociado al Nomos de la tierra, como cdigo de

    organizacin del socius occidental.5 Schmitt concibe el proceso de desarrollo de dicho

    nomos articulado a travs de la constitucin de poderes imperiales capaces de imponer

    una ley general de organizacin de la sociedad. Desde la Paz romana (Veni, vide, vici),pasando por el nomos ocenico del imperialismo ingls, y la constitucin inestable de la

    monaqua universal hispana, hasta el nomos de la tierra del moderno imperialismo

    europeo, el orden social habra estado asegurado por una disposicin nmica que se

    equilibra gracias a un contrapeso que funcionara como Katechon o lmite inmanente. De

    esta manera, el fin de la Segunda Guerra mundial habra significado para Schmitt no

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    slo el agotamiento del nomos clsico europeo, sino la constitucin de un nuevo orden

    mundial que relevara al anterior; un nuevo nomos planetariamente articulado y

    contrabalanceado que habra caracterizado a la Guerra Fra. Sin embargo, el fin de la

    Guerra Fra, que coincidi con la explcita articulacin de la guerra preventiva global,

    implicara otra vez un agotamiento nmico o crisis anmica, en la que resuena no slo

    el agotamiento de la tradicin europea de derecho internacional, sino tambin el

    diagnstico durkheimiano sobre la crisis de la modernidad.6 En este sentido, Schmitt

    pertenece a la tradicin de pensadores conservadores que otorgan prioridad ontolgica

    y normativa al orden y as, concibe el Estado como monopolio exclusivo del uso de la

    fuerza, cuya soberana radicara en la decisin sobre la excepcin (soberano es quien

    decide en el estado de excepcin7). Pero, aun cuando su lectura excepcionalista de la

    violencia soberana difiera de otros pensadores modernos y revolucionarios (el caso de

    Benjamin sera el eje de un debate fundamental), su atenta lectura de la situacin

    internacional y de la realpolitik que alimenta a dicha situacin hacen que se mantenga

    como una referencia inexorable en los debates actuales.

    As al menos lo cree Carlo Galli, quien considera los atentados del ao 2001 como

    un indicio de la reconfiguracin nmica del mundo.8 El 11 de septiembre como

    sincdoque de la crisis actual, iluminara el desencadenamiento de una transformacin

    radical de la arquitectnica conceptual moderna, desde la nocin de soberana, Estado,

    espacio poltico, hasta la misma idea de guerra, que ahora aparecera como unaexperiencia globalizada y generalizada. Esto, adems, conllevara el abandono de las

    nociones modernas de seguridad y proteccin (relativas a la conservacin de la vida

    propia del derecho natural), todava ancladas en las figuras consulares de la identidad y

    el enemigo externo (el hostis), de la interioridad y la pertenencia, y su reformulacin en

    trminos de contaminacin e inmunidad. En esto consiste el agotamiento del nomos de

    la tierra, en la inoperancia del esquema categorial moderno para pensar el orden

    internacional, el espacio poltico y el problema de la comunidad (la inmunidad). Pero

    Galli no piensa este impasse como interregno sino, y de manera inconfesadamentekantiana, lo concibe como nihilismo arquitectnico.9 As mismo, la guerra habra

    pasado por un proceso de desregulacin radical que estara expresado por la transicin

    desde la estrategia napolenica de colonizacin imperial, hacia la estrategia de

    exterminio expresada en la solucin final y su corporativizacin actual. Lo que ha

    quedado de manifiesto con las recientes intervenciones norteamericanas en el mundo

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    no es sino la generalizacin de dicha solucin final, en un proceso selectivo, biopoltico

    y sofisticado que, sin embargo, no estara plenamente resuelto. Es esa irresolucin lo

    que permite a Galli preguntar por una nueva rearticulacin nmica del mundo, con una

    urgencia que no slo nos recuerda la realpolitik de Schmitt, sino tambin la solidaridad

    orgnica de Emile Durkheim. As mismo, si la seguridad no est articulada en trminos

    relativos a las identidades modernas (clase, raza, gnero, etnia, nacionalidad), entonces

    un concepto etreo de identidad servira para establecer demarcaciones necesarias para

    la legitimacin de la violencia preventiva. Esto ltimo es lo que Samuel Huntington ha

    llamado, sintomticamente, guerra de civilizaciones.10

    De cualquier forma, no se trata de fetichizar el 11 de septiembre, fecha inscrita en

    el horizonte latinoamericano con iguales tintes catastrficos, sino de advertir que an

    cuando dichos eventos estaban inscritos en el imaginario hollywoodense, ellos ponen

    de manifiesto una transformacin radical de la violencia y del terrorismo que vena

    tomando forma desde mucho antes. El mismo Schmitt en su texto complementario al

    concepto de lo poltico, Teora del partisano, establece una importante diferencia entre

    dicho partisano, orgnicamente vinculado a la territorialidad, y el desarrollo

    contemporneo de un tipo a-nmico o desregulado (post-fordista) de mercenario a

    quien cataloga como cosmo-pirata y cosmo-terrorista11, y el cual desvirta la

    tensin entre amigo y enemigo, y la consiguiente teora del hostis:

    Desde los partisanos que combatieron en Espaa (1803-1813), Tirol y Rusia, esto

    es evidente. Pero tambin en las luchas partisanas durante la Segunda Guerra

    Mundial y posteriormente en Indochina y otros pases, como lo muestra Mao

    Tse-Tung, Ho Chi Minh y Fidel Castro, para los que el lazo con el suelo y la

    poblacin autctona, adems de las particularidades de la tierra montaas,

    bosques, junglas o desiertos- son cruciales incluso hoy (Theory of the Partisan 20-

    21).

    En un sentido similar, Galli concibe el terrorismo actual como resultado de la

    desarticulacin del vnculo definitorio de la modernidad entre violencia y

    territorialidad:

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    En este mundo [globalizado], el terrorismo global no equivale a la guerrilla

    clsica a la que se opone la contra-guerrilla; el terrorista ya no es un comunista-

    nacionalista del Tercer Mundo que combate y se refugia en la poblacin

    oprimida: de hecho, est tan descontextualizado y erradicado que se siente en

    casa (o como extranjero) tanto en Manhattan como en Tora Bora, en la metrpolis

    o en el desierto (La guerra globale 67-68).

    Habra que advertir, sin embargo, que no basta con sindicar el 11 de septiembre como

    una fecha sintomtica de un proceso de transformacin profundo de la geopoltica

    actual, es necesario, a la vez, evitar en este tipo de anlisis un excepcionalismo invertido

    que se expresara en la exageracin de una cierta ruptura entre el proyecto imperial

    veteroeuropeo y el proyecto imperial asociado a la Paz Americana. Ms que una ruptura,

    a lo que asistimos hoy es a una nueva etapa en el relevo onto-teolgico de la razn

    imperial occidental, cuestin que nos permite advertir no slo las novedades en la

    articulacin del poder global y la violencia terrorista actual, sino tambin sus

    continuidades. Por ejemplo, Peter Sloterdijk concibe el proceso de desregulacin de la

    violencia no como efecto de un agotamiento del modelo de soberana estatal moderno,

    sino como realizacin de dicho modelo en la misma implementacin de la guerra

    qumica inaugurada en el contexto de los descubrimientos de las granadas de cloro y

    gas mostaza, en la Primera Guerra mundial.

    12

    Ya al interior del imaginario blicomoderno, estructurado en torno a la defensa telrica del nomos, se cobijaba la

    superacin de la tierra por un nuevo nomos del aire que se expresara para Sloterdijk en

    la nocin de atmoterrosimo. De lo que se trata en dicho nuevo tipo de terror desde el aire

    no es slo del exterminio del enemigo, sino del control de las condiciones de existencia

    de dicho enemigo, para hacerlo cmplice de su propia aniquilacin: en la medida en

    que controlamos el aire y lo administramos txicamente, nuestro enemigo que no puede

    dejar de respirar, no puede dejar de morir: El siglo XX pasar a la memoria histrica

    como la poca cuya idea decisiva de la guerra ya no es apuntar al cuerpo del enemigosino a su medio ambiente (Temblores de aire 45) .

    Por otro lado, si la Paz Americana como expresin actual de la razn imperial

    occidental, supone el agotamiento del modelo telrico-revolucionario de violencia (el

    terrorismo asociado a la cuestin de la liberacin nacional, por ejemplo), esto

    tampoco puede ser ledo como solucin a los problemas relativos a las luchas histricas

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    por la autonoma y la libertad. Frente al Estado canalla que opera como depredador

    soberano (el lobo derridiano y no el lobo hobessiano13), no habra que oponer una

    soberana alternativa, pues las soberanas imperialista y liberacionista co-perteneceran

    al modelo nmico territorial. Pero esto nos deja de nuevo en el interregno: cmo salir

    de este impasse histrico sin abastecer la violencia nmica cuando criticamos la

    globalizacin?, pues ste pareciera ser el lmite de las estrategias de resistencia a la

    globalizacin (desmontaje del nomos de la tierra): una re-territorializacin

    conservadora a pesar de su sentida pertinencia (movimientos identitarios, de

    fortalecimiento del Estado nacional, anticapitalistas y neo-comunitarios, recuperacin

    telrica de laphysis como horizonte de la autenticidad, humanismo decolonial, etc.).

    Quizs lo que se necesita sea una revisin radical y sostenida de la misma

    tradicin del derecho occidental, no para negarlo desde un orientalismo jurdico

    invertido, sino para descentrar su autoreferencialidad europea ms all de la geo-

    filosofa fundante del logos imperial. Dicha revisin pasa, inexorablemente, por lo que

    Boaventura de Sousa Santos ha llamado un nuevo sentido comn legal, y

    democratizado14, pero no termina ac, no puede terminar ac, pues ste es todava el

    horizonte del liberacionismo moderno. Debe igualmente incorporar formas heterclitas

    de la imaginacin que trascienden la relacin sacrificial entre violencia y redencin, una

    relacin que habita en el corazn antropomrfico de la filosofa jurdica y poltica

    occidental. Se trata de pensar una forma de la convivencia y de la justicia que no quedepresa de la lgica del sacrificio y la recompensa, lgica partisana que mancha, incluso,

    las militancias revolucionarias modernas. Cmo en los cuentos de Borges, no importa

    quien ejerce la violencia, pues lo que perdura es la memoria del crimen.

    Sergio Villalobos-Ruminott

    1 Esta estrategia contina con la Doctrina de Seguridad Nacional del periodo de la Guerra Fra, y suconsiguiente poltica del Containment y resistencia de la difusin del comunismo, pero ahora con unnfasis en el carcter ofensivo de la poltica exterior norteamericana. Esta pre-emptive war no es solo unaguerra preventiva en general, sino que implica unas modificaciones especficas asociadas a la llamadaDoctrina Bush (en referencia a Georges W. Bush). El documento central, National Security Strategy of theUnites States, fue publicado el 17 de septiembre del ao 2002, y destacaba por dos puntos centrales, lalegitimacin de los ataques a grupos y Estados terroristas, definidos as por representar una amenazapara Estados Unidos y, por lo tanto, para la humanidad occidental democrtica y civilizada; y, por lareferencia a una cierta tradicin excepcional que permita al Estado norteamericano hacer uso de la fuerzade manera unilateral y ms all de las recomendaciones del Consejo de Seguridad de las NacionesUnidas.

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    2 David Harvey. The New Imperialism. Cambridge: Oxford University Press, 20053 William V. Spanos. Americas Shadow. An Anatomy of Empire. Minneapolis: University of MinnesotaPress, 2000. El anuncio del fin de la historia y del advenimiento de un Nuevo Orden Mundial no hizoms que desocultar la voluntad de la cultura dominante de olvidar Vietnam (XVIII).4 Spanos, 2000.5 Carl Schmitt. The Nomos of the Earth in the International Law of the Jus Publicum Europeaum. New York:

    Telos Press Publishing, 2006.6 Emile Durkheim. La divisin del trabajo social. Madrid: Akal ediciones, 1987.7 Carl Schmitt. Political Theology. Four chapters on the concept of sovereignty . Cambridge: The MIT Press.1988. Pg. 15.8 Galli, Carlo. La guerra globale. Roma: Laterza, 2002.9 Nihilismo arquitectnico, categorial o postmoderno. Carlo Galli. Lo sguardo di Giano. Saggi su CarlSchmitt. Bologna: il Mulino, 2008. En suma, la guerra global y la globalidad como violencia, es unapropiedad del espacio global, un conjunto catico de todas las relaciones (principalmente, econmicas ytecnolgicas) internas e internacionales; es un proceso que en realidad no est controlado por nadie, porlo que el conflicto hoy es automtico. La guerra global es nihilismo postmoderno (162).10 Samuel Huntington. The Clash of Civilizations and the remaking of the World Order. New York: Simon &Schuster, 1998. Este es el tipo de propaganda denunciada por Spanos. Tambin es recomendable la crticaradical de Edward W. Said. The Clash of Ignorance. The Nation, Octubre 4, 2001:11 Carl Schmitt. Theory of the Partisan. Intermediate Commentary on the Concept of the Political. New York:Telos Press Publishing, 2007. Pg. 80.12 Peter Sloterdijk. Temblores de aire. En las Fuentes del terror. Valencia: Pre-Textos, 2001.13 Jacques Derrida. Rogues. Two Essays on Reason. California: Stanford University Press, 2005.14 Boaventura de Sousa Santos. Toward a New Legal Common Sense. USA: Northwestern University Press,2003.