Tesis Tinkunaku
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Gustavo Daniel Gonzlez
Conflictos por el Territorio en la Comunidad Indgena Pueblo Kolla
TINKUNAKU
Tesis para optar por el ttulo de Magister
en Investigacin en Ciencias Sociales
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Buenos Aires
Directora: Norma Giarracca
Buenos Aires
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2013
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Resumen
Durante los ltimos aos la problemtica de los Pueblos Originarios pas a
ocupar un lugar de relativa importancia, que la devolvi desde la ms profunda
invisibilizacin a la que fue condenada durante demasiado tiempo. El caso de los
indgenas kollas de Tinkunaku puede considerarse una manifestacin particular de
este movimiento de alcance continental. Este trabajo pretende dar cuenta de las
disputas territoriales que esta comunidad kolla lleva adelante desde la dcada de
1940, y que permearon hasta los ms profundo su forma de vida.
Nos propusimos rastrear los hitos fundamentales de este derrotero de lucha
por la tierra, desde su despuntar como parte del Maln de la Paz por las rutas de la
patria, de 1946. Tomamos la movilizacin indgena durante el primer peronismo, sus
polticas de ampliacin de derechos, pero tambin su ambivalencia con respecto a la
distribucin de tierras y los efectos que el impulso industrialista tuvo sobre las
condiciones de trabajo en los ingenios. Analizamos luego los cambios en las
relaciones entre el Ingenio y la comunidad kolla de Tinkunaku durante los aos
posteriores al retorno de la democracia, que implicaron una andanada de ataques
sobre el territorio indgena y en consecuencia un variado repertorio de formas de
resistencia. Nos detuvimos puntualizando en todo lo que rodeo lo ocurrido en Cuesta
Chica, en julio de 1996, como un momento fuerte en la disputa y la consolidacin de
la organizacin poltica de la Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT).
Por otra parte analizamos en profundidad las circunstancias en torno a la
construccin del gasoducto Nor Andino, as como sus consecuencias ms
importantes para la comunidad kolla. Finalmente abordamos el proceso de
titularizacin de tierras de los ltimos aos y la incorporacin de Tinkunaku a la
Coordinadora de Organizaciones Kollas Autnomas (Qullamarka), como parte de
una estrategia de provincializacin de las disputas territoriales de los indgenas
salteos.
La hiptesis ms fuerte de este trabajo es que durante las dos ltimas
dcadas los pueblos indgenas se han convertido en un sujeto de primer orden en la
problemtica que acarrea conflictos por la tierra. Paradjicamente junto a un marco
legal de mejora de derechos, gracias a las modificaciones en las normas tanto a
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nivel internacional como nacional, se han profundizado las actividades extractivas
(como el agronegocio y la minera a cielo abierto) que les disputan el territorio.
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Abstract
In recent years, the issue of Indigenous People has occupied a place of someimportance, returning from the deepest invisibility it was condemned to for too long.The case of indigenous Kolla of Tinkunaku can be considered a particularmanifestation of this continental movement. This thesis seeks to explain the territorialdisputes that Kollas community has been undergoing since the 1940s, and whichdeeply permeated their way of life.
We propose to track the milestones of this struggle for land, since itsbeginnings as part of the Maln de la Paz por las rutas de la patria in 1946. We takethe indigenous movement during the first Peronism, its policies to expand their rights,but also its ambivalence towards land distribution and the effects of the industrialistpolicies on the working conditions in the sugar mills. Then we analyze the changes inthe relationships between the sugar mill and the Kolla community during the yearsafter the return of democracy, involving a barrage of attacks over the indigenousterritory, and therefore a variety of different forms of resistance. We focus on CuestaChicas event, in July 1996, as a high point in the dispute and the consolidation of thepolitical organization of Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT).Moreover, we analyze in depth the circumstances surrounding the construction of theNor Andino gas pipeline and its most important consequences for the Kollacommunity. Finally, we focus on the land titling process in recent years and theincorporation of the Coordinadora de Organizaciones Kollas Autnomas(Qullamarka) as part of a strategy of the provincial circumscription of territorialdisputes of the indigenous Salteos.
The strongest hypothesis of this paper is that during the last two decades,indigenous people have become primary agents in a problem that involves conflictover land. But paradoxically, thanks to the legal framework for improving rightsthrough changes in international and domestic laws, the extractive activities (such asagricultural business and open pit mining) have increased, hence worsening theterritorial disputes.
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ndice
Resumen 3
Abstract 5
Agradecimientos 9
Introduccin 11El trabajo forzado en los ingenios 13La incorporacin de San Andrs 19Organizacin de los captulos 22Consideraciones metodolgicas 24
Captulo 1 Las disputas territoriales de los kollas de Tinkunaku 29
Captulo 2 El Maln de la Paz: la participacin de los kollas de San Andrs en la movilizacin indgena durante el primer peronismo
52
La Revolucin de Junio y la llegada de Pern 53El Maln de la Paz (de los kollas salteos) 63Apoteosis, confinamiento y destierro, o cmo explicar lo inexplicable 77Las polticas del primer peronismo para con la oligarqua azucarera 81Algunas expropiaciones 83Los intentos de expropiacin de la Finca San Andrs 88Mecanizacin y desempleo 93
Captulo 3 La defensa de las yungas: movilizacin y lucha frente a los intentos de expulsin
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El ataque a la Escuela N 751 de Los Naranjos 106Cambios en las pautas de asentamiento: el establecimiento en la zona baja 117Creacin de los asentamientos en las zonas bajas 120Las caravanas en el perodo 126Constitucin de la Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT) 135
Captulo 4 Cuesta Chica: el corte de ruta como resistencia frente a la transnacionalizacin y la represin
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La transnacionalizacin del Ingenio 142Los abusos del Gringo 147Los fuegos del 26 de junio 153La derrota del gasoducto 166Dinero y discordia: Y no vemos hasta el da de hoy un cinco! 180
Captulo 5 La consolidacin de Tinkunaku: tiempos de obtencin de ttulos y Qullamarka
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El trabajo de los jvenes kollas fuera de su territorio 192Tabacal y los intentos por cambiar el perfil productivo de (lo que le queda de) la finca 194La cosecha de ttulos 195La provincializacin de la experiencia de la lucha territorial. Tinkunaku, motor del Qullamarka 201El Qullamarka y los territorios en disputa 213El Qullamarka frente al saqueo minero y el turismo en sus territorios 215
Sntesis y algunas conclusiones 2181. Las caravanas a las ciudades, formas de protesta, para demandar por la tierra 219
1.1 Sntesis 2191.2 Conclusin 223
2. Permanecer en las yungas como estrategia para defender el territorio 2252.1 Sntesis 2252. 2. Conclusin 227
3. De coya a kolla. La identidad producida al calor de las disputas territoriales 2283.1. Sntesis 2283.2. Conclusin 229
Bibliografa general 231
Documentos 242
Documentos flmicos 243
Peridicos 244
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Agradecimientos
A l@s kollas de Tinkunaku, por ensearme (de) la vida.
A Norma Giarracca, por supuesto que por su sabidura, pero sobre todo por
su generosidad.
A mi amigo Toms Palmisano, y en l a tod@s mis camaradas del Grupo de
Estudios Rurales (GER) y del Grupo de Estudio de los Movimientos Sociales de
Amrica Latina (GEMSAL) del Instituto de Investigaciones Gino Germani, as como
de la ctedra de Sociologa Rural de la carrera se Sociologa de la FSC-UBA.
Seguramente lo poco bueno que pudiera tener este trabajo tiene mucho que ver con
ell@s.
Al IES N 1 "Dra. Alicia Moreau de Justo", que posibilit el comienzo del
camino de la indagacin intelectual que de algn modo desemboca en este trabajo.
En el profesorado tuve la suerte de conocer algun@s de mis mejores amig@s, que
por suerte an conservo.
A la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y en su
nombre a toda la educacin pblica argentina, que hizo y hace posible (sin duda que
en medio de un mar de dificultades) que con esfuerzo el hijo de una familia
trabajadora se convierta en universitario y en investigador.
A mis amig@s de la carrera de Sociologa de FSC-UBA, por dejarme asomar
a un mundo que era completamente ajeno para m.
A mis viejos porque, an sin proponrselo, me ensearon a no olvidar de
donde vengo.
A mis compaeros del Laboratorio Boca, por permitir que durante tanto
tiempo gozara de una disparatada beca por estudios, soportando mis ausencias y,
lo que es peor, mis presencias.
A mis hermanos Karina y Fernando, y a Teo, por dejarme compartir sus vidas.
A Gabi, el amor de mi vida, simplemente por todo.
A Emiliano, por bancarme mientras aprendo de l.
Finalmente deseo dedicar este trabajo a Mara Leone, porque sin ella no me
habra graduado como socilogo, ni hecho esta maestra. Pero sobre todo porque
con ella aprend que la vida nos ensea el amor y la solidaridad en gestos de lo ms
simples y cotidianos.
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Introduccin
Slo al caminar descubrimos el paso que la tierra imprime al hombre.
Atahualpa Yupanqui
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En su edicin del 30 de abril de 2007 el diario Clarn titul: Los kollas recuperaron
tierras de sus ancestros en Salta despus de 62 aos. En la nota se consignaba
que tras la recuperacin de 70.773 hectreas en la Selva de Yungas, reclamadas
por una empresa de EE.UU., se puso fin para un largo conflicto. No era la primera
vez que se labraba el acta de defuncin para el enfrentamiento por la tierra en las
comarcas salteas. Tambin resultaba evidente en 1946 que tras el llamado Maln
de la Paz por las rutas de la Patria el flamante presidente Pern pondra fin a siglos
de injusticias y despojo. Tendrn las tierras que necesitan los abnegados
trabajadores de la puna (Ahora, 31/08/1946); Por fin los coyas tendrn tierra!
(Ahora, 06/08/1946); La patria los reivindicar! (El Laborista, 27/07/1946). Son
algunos de los titulares que en letra de molde la prensa portea anunciaba la llegada
de la justicia social para los ms antiguos explotados por la oligarqua de la
repblica, los verdaderos descamisados del Norte. En aquellos tiempos
consiguieron promesas, recogieron aplausos y hasta abrazos del lder en el balcn
de la Casa Rosada. Ms tarde fueron confinados en el Hotel de Inmigrantes, luego
secuestrados y envagonados para ser devueltos a sus tierras por la fuerza. Ni
entonces ni ahora el conflicto pudo ser desterrado, por distante y extico que pueda
parecerle a los medios de la capital.
Por ms de seis dcadas los kollas de esta regin intentaron rescatar de la
invisibilidad1 su situacin de explotacin y miseria, para recuperar la tierra que
consideran suya, de sus hijos y de sus antepasados. Se trata del territorio de la
Comunidad Indgena del Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT), ex Finca San Andrs, una
extensin de aproximadamente 130.000 hectreas ubicadas en el departamento de
Orn, en el noreste salteo. Compuesto por zonas de Puna y de Yungas, este
territorio cuenta con una antigua historia de ocupacin humana, que determinadas
investigaciones ubican hace aproximadamente 10.000 aos (Garca Moritn y
Ventura, 2007). Toda la regin tena una relativamente densa ocupacin poblacional,
a la llegada de los espaoles, repartida entre las tierras altas (Ocloyas, Churumatas,
Paypayas y Osas) y las bajas de yungas y selva pedemontana (Mataguayos y
Chiriguanos). Desde poca colonial, la que sera posteriormente la finca San Andrs,
al igual que el resto de los latifundios de la regin, tena mltiples funciones: se1 En trminos de Boaventura De Sousa Santos los invisibles (para las miradas hegemnicas) lo sonen virtud de ser producidos como ausentes, [] como una alternativa no creble a lo que existe(2010: 22) En el caso de los indgenas argentinos, los silencios historiogrficos (Delrio, 2010)trabajaron arduamente para conseguir el conveniente desvanecimiento (Gonzlez, 2010) delproblema del indio.
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criaba ganado (vacuno, ovino, caprino, equino y mular, introducido por los europeos
que desplaz a los camlidos de los originarios) que se venda en pi o como carne
seca; se extraa madera; se producan tejidos y otros productos agrcolas; y se
controlaba y explotaba la mano de obra indgena. Todas estas actividades se
hacan mediante el uso del trabajo servil de los encomendados y de las obligaciones
de trabajo a cambio de derecho de uso de tierras en las estancias. (Reboratti, 1998:
66) A partir de la declaracin de Independencia de las Provincias del Ro de la Plata,
no obstante la abolicin de los servicios personales y los tributos indgenas que
terminaron por convertir a los originarios en arrendatarios, de ningn modo se puso
fin de la sujecin y explotacin de los kollas. En la nueva situacin [] la renta era
extrada a los campesinos mediante la determinacin de cnones por el derecho de
uso de la tierra agrcola y los campos de pastoreo, transformndolos en
arrendatarios. (Reboratti, 1998: 72)
El trabajo forzado en los ingeniosCuando los ingenios azucareros se instalaron en las provincias de Jujuy y Salta, a lo
largo del valle de San Francisco, los indgenas pasaron a constituir mano de obra
prcticamente gratuita para la zafra caera. La construccin racista del coya se hizo
en el marco del establecimiento de un esquema clasificatorio jerrquico, que hech
mano a lo corporal y racial como condicin previa al establecimiento de relaciones
laborales en el mundo rural. En la cspide de esta clasificacin se encontraba la
oligarqua blanca estanciera, asentada sobre todo en el Valle de Lerma y duea de
los incipientes ingenios azucareros; en segundo trmino estaba el gaucho criollo, al
que se le atribuyen rasgos positivos (valenta, altivez, franqueza, lealtad, etc.)
dedicado sobre todo a la ganadera. El gaucho poseera los atributos opuestos a los
del coya: Tanto corporal como espacialmente, el coya y el gaucho se definen por
contraste. Para el coya la montaa escarpada; para el gaucho, los valles y llanuras
orientales; para el coya, la trabajosa agricultura; para el gaucho la ganadera
montaraz. El gaucho es un personaje franco, altivo, audaz, sentimental y sociable; el
coya es osco, ladino, amaado y desconfiado. El coya va a ser siempre y
naturalmente un abyecto, que acepta con resignacin su subordinacin; el gaucho
puede ser pen, puestero o el joven estanciero. (Yudi, 2009: 11). En esta
clasificacin el coya se encontrara tan slo por encima del ocioso e irreductible indio
del chaco salteo, dedicado a la caza y la recoleccin de frutos. Estas
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clasificaciones racistas se dieron en medio de procesos de exclusin sobre bienes
econmicos y culturales, y las categoras que descansan en lo corporal sirvieron
como base para la discriminacin laboral. Como indica Rodolfo Stavenhagen (1994)
Los sentimientos, actitudes y prejuicios subjetivos surgen dentro de un marco de
relaciones intertnicas e interraciales condicionadas a su vez por imperativos
econmicos y polticos. (p. 12) En el caso de los coyas estas clasificaciones
tuvieron un rol muy importante en su captacin e integracin como mano de obra
para los ingenios azucareros. Las condiciones laborales de los kollas en la zafra
azucarera pueden explicarse tanto desde una perspectiva estructural (las
condiciones compartidas con el resto de los trabajadores rurales) como desde lo
simblico, que baa de legitimidad la explotacin y la refuerza. Como seala Yudi
(2009) entonces que las categorizaciones tnicas y raciales sirvieron muy bien para
integrar a los indgenas en los complejos agroindustriales y en los mercados de
trabajo. Las marcas identitarias y tnicas fueron puestas, en este caso, en funcin
de la desvalorizacin ms que de la dignidad y los derechos. Fue el correlato
simblico de una semi asalarizacin o de una integracin parcial. (p. 14)
Para mediados del siglo XIX el azcar oriundo del que sera el noroeste
argentino se produca en condiciones tcnicas muy primitivas y para un mercado
nicamente regional. Con la llamada organizacin nacional, en la dcada de 1880,
lleg la integracin al incipiente mercado nacional mediante la construccin de
Ferrocarril Central Norte (que a partir de 1876 permiti unir Tucumn con Crdoba),
una poltica arancelaria proteccionista y el impulso estatal para la modernizacin de
la produccin. Como seala In Rutledge (1987) fue fundamentalmente a partir de la
dcada de 1930 cuando [] el campesinado indgena de la Puna, sera atrado
cada vez en mayor medida por la economa azucarera de las tierras bajas,
quedando de esa manera incorporado a la economa capitalista en su conjunto. (p.
180) No es casual que fuera precisamente en esta dcada cuando las tierras (con
los kollas includos) de la Finca San Andrs fuesen incorporadas a las propiedades
del Ingenios San Martn del Tabacal de Robustiano Patrn Costas. Gracias a su
gran influencia poltica, primero de alcance provincial y luego nacional2, la familia
2 Robustiano Patrn Costas, desarroll una prolfera carrera poltica paralelamente con el xito de suemporio azucarero. Ministro de Hacienda durante la administracin del gobernador ngel Zerda(1902-1904), y Ministro de Gobierno durante la gobernacin de Avelino Figueroa (1910-1913),Robustiano fue Gobernador de Salta durante el perodo 1913-1916, y posteriormente electo por tresperodos (entre 1932 y 1943) como Senador Nacional por su provincia, lo que le permiti ocupar laPresidencia del Senado y el mximo cargo de la Nacin de manera interina en 1942.
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Patrn Costas se transform en el exponente ms agresivo de la oligarqua nortea
que, durante la dcada de 1930, busc acaparar enormes proporciones de tierra.
Rutledge (1987) contribuye a dar cuenta de los motivos que llevaron a los Patrn
Costas a procurar el control de prcticamente un milln de hectreas de tierra de
poco valor en trminos de su potencial para la produccin azucarera, cuando
concluye que [] lo que los ingenios queran en realidad obtener de esta manera,
no era la tierra en s misma, sino el potencial de mano de obra que habitaba los
territorios que haban adquirido, y que ahora poda ser forzado a realizar los trabajos
estacionales en la cosecha de caa. (p. 198) En las fincas los ingenios asentaban a
sus administradores, que eran especies de lugartenientes de los dueos,
encargados de controlar la provisin de mano de obra indgena en tiempo y forma.
En vsperas de la zafra deban recoger a todos los indgenas en condiciones de
trabajar en la caa, y cargarlos en carretas para ser despachados a las plantaciones
en las zonas bajas. Para los kollas que oponan algn tipo de resistencia no solan
ahorrar ltigo, a cuenta de la rgida disciplina que les esperaba en los surcos de las
colonias.En esos aos que yo he ido, el patrn del Ingenio, los mayordomos del Ingeniousaban el ltigo, tenan rdenes del patrn de sacar a azotes a la calle atrabajar, as le hacan a la gente [] A rigor! Y a veces tenamos los dedosvertiendo sangre, tanto alzar la caa y pelar. En invierno la nieve caa. Estosaos no nieva como entonces. Vena la orden que firmen contrato y a pelarcaa, carajo. A ganar una miseria, as nos hemos hecho hombre trabajando.Pagaban muy poco. (E. Z.)3
Todo este verdadero aparato de opresin legalizada sobre los Pueblos
Originarios de las tierras altas no era un efecto no deseado de la acumulacin de
tierras, sino ms bien su razn de ser, su motivacin ms profunda para adquirir
mano de obra estacional a un precio mucho ms bajo del que se pagaba en el
mercado laboral. Este enorme ahorro de los ingenios debe considerarse en un
contexto en que la produccin azucarera podra caracterizarse como una industria
de trabajo altamente intensivo, que requera enormes contingentes de trabajadores
estacionales durante la zafra que llegaban a duplicar la dotacin de trabajadores
permanentes. Rutledge (1987) se pregunta por la conveniencia de los ingenios del
Ramal4 de no expulsar a los indgenas de sus tierras y compara la forma de3 Como una forma de preservar la identidad de las comuneras y los comuneros kollas que brindarontan generosamente su testimonio para la realizacin de este trabajo, hemos decidido usar tan sololetras iniciales para identificar sus aportes.4 Expresin que alude a los ingenios azucareros instalados en el valle de San Francisco, en lasprovincias de Jujuy y Salta.
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explotacin resultante de esa circunstancia con la que deviene de la separacin de
los trabajadores con sus medios de produccin descripta por Karl Marx. Resultaba
especialmente ventajoso poder alternar trabajo en el Ingenio con actividades de
subsistencia realizadas en la tierra propia, por dos caractersticas fundamentales del
tipo de mano de obra requerida para el azcar: su estacionalidad5 (se requera como
mximo medio ao) y su disponibilidad inmediata.6 Al permitir que los indgenas se
quedaran en sus tierras, los ingenios no slo se aseguraban de su permanencia en
la regin, listos para trabajar cuando fuera preciso, sino que relegaban sobre ellos el
peso de su propia manutencin durante la estacin muerta, que stos se
aseguraban a travs de sus actividades de subsistencia. (Rutedge, 1987: 209).
Tabacal debi explotar al mximo este sistema en virtud de ser el ingenio que ms
extendi sus reas implantadas con caa. La cantidad de trabajadores estacionales
empleados en la zafra de la caa de azcar es, a grandes rasgos, proporcional a la
extensin del rea cosechada. El gran nmero de trabajadores estacionales
empleados por el Ingenio San Martn del Tabacal, refleja el hecho, simplemente, de
que este ingenio posea la mayor extensin de tierras cultivadas con caa de
azcar7. (Rutledge, 1987: 203)
Ral Bisio y Floreal Forti (1976) analizan esta poltica de acaparacin de tierras
en trminos de las satelizacin de un conjunto de reas, los viveros de mano de
obra indgena, que en ocasiones estaban bastante alejadas de las plantaciones,
para asegurarse la provisin de brazos para la zafra. [] es el sistema productivo
del enclave el que tiende a concentrar fuertes contingentes de mano de obra
estacional que no pretende absorber total o permanentemente, y el que por otra
parte necesita retener poblacin cautiva en las reas satelizadas a menos que
cambien drsticamente las condiciones tecnolgicas. (1976: 7)
5 Teruel de Lagos (1991) destaca como una de las caractersticas de la agroindustria azucarera sufalta de estabilidad en cuanto al requerimiento de trabajadores, en virtud de la alternancia de pocasde casi total inactividad y otras, la zafra y el procesamiento de la caa, con grandes necesidades detrabajo.6 Reboratti (1998) seala la necesidad de que la provisin de caa cortada nunca se interrumpierauna vez comenzada la produccin, por lo que la disponibilidad de mano de obra inmediata en la zafrase transformaba en un imperativo. Los zafreros [] tenan que estar listos y dispuestos para elmomento que comenzara la molienda, dado que por las caractersticas de la caa de azcar, sta nosoporta un perodo demasiado largo entre el momento del corte y la molienda sin perder unaapreciable cantidad de sacaras. El trabajo de zafra tiene que ser por el mismo motivo constante,garantizando una entrada continua de caa de azcar en el ingenio, cuya molienda no puede parar.(p. 88)7 El autor aporta datos para el ao 1937, en el que Tabacal tena implantadas 7.616 hectreas concaa, superando incluso a Ledesma y La Esperanza.
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En el cuadro Produccin azucarera del Ingenio San Martn del Tabacal (1920-
1934) pueden observarse los rendimientos del ingenio de Patrn Costas durante sus
primeros aos de produccin. Si establecemos comparaciones entre las
producciones de 1920 y 1930, vemos un crecimiento exponencial en cuanto a la
cantidad de caa molida y la produccin de azcar. Mientras que en el ao de su
primera zafra Tabacal moli prcticamente 40 toneladas de caa, obteniendo poco
menos de 2 toneladas de azcar, tan solo diez aos ms tarde la molienda de algo
ms de 300 toneladas le permitiran producir 27 toneladas de azcar.
Produccin azucarera del Ingenio San Martn del Tabacal (1920-1934)
AO
PRODUCCINDE AZCAR
(en kilogramos,peso bruto)
CAA MOLIDA(en kilogramos) AO
PRODUCCINDE AZCAR
(en kilogramos,peso bruto)
CAA MOLIDA(en kilogramos)
1920 1.884.595 39.858.000 1928 26.107.200 311.924.0001921 3.634.700 55.555.000 1929 28.869.960 295.535.0001922 4.204.060 61.960.000 1930 27.240.360 306.316.0001923 7.866.950 117.105.000 1931 28.452.830 288.488.0001924 11.256.070 140.382.000 1932 26.587.540 230.775.0001925 10.760.610 149.362.000 1933 24.040.940 244.371.0001926 19.033.210 250.996.000 1934 24.249.790 228.642.0001927 20.274.310 249.171.000
Fuente: Centro Azucarero (1935) La industria azucarera.
Es decir que durante su primera dcada de vida, la produccin azucarera de
Tabacal creci ms de un 1.250%, posicionando al Ingenio como el ms importante
de Salta y uno de los mayores del pas.
No obstante este espectacular despegue de la actividad las condiciones de
trabajo de los zafreros del azcar fueron, hasta entrada la dcada de 1940, de las
ms duras registradas en el territorio nacional, con jornadas nunca menores a las
diez o doce horas en las que eran sometidos a labores extremas.La tarea del da de mi marido en la zafra era de seis surcos de ancho por 100metros de largo. Todos le daban as, seis surcos, lo iba hachando y volva allevar otros dos, y volva a llevar otros dos, y as. l estaba solito ah, y con eltiempo iba con algn chico [] La garganta se le ha jodido y no puede hablar.Se la ha jodido la cosa de la caa, el humo de la quema y vena todo negra lacara. (P. N.)
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El trabajo de zafra consista en, una vez asignado un surco, cortar la caa, pelar las
hojas, despuntarla y voltearla al lado del surco. Dependiendo de la organizacin, el
mismo zafrero trasladaba la caa al hombro hasta la punta del surco, donde era
pesada (no exista ningn tipo de control sobre el proceso de pesaje) y recogida por
carretas de bueyes o puesta sobre vagonetas que corran por las vas del
Decauville. (Reboratti, 1998: 92) Ms lindo era de la zafra, de all cargaban con rieles, con mulas, los tractoresque juntaban la caa, en las secciones con bueyes. Ponan al lado de la va, ylos bueyes sacaban de los sectores donde pelaban la caa. En las chatas quetiraban los bueyes, pobrecitos. Hasta donde estn las zorras que cargaban ydescargaban. Sino a mula. (V. S.)
Los empresarios nuecleados en el Centro Azucarero presentaban un panorama
muy distinto de la situacin de los trabajadores indgenas de los ingenios
saltojujeos. Las fbricas de Salta y Jujuy proveen al indio de la manutencin
necesaria en su viaje de ida y regreso de las cosechas; realizan con ellos contratos
en los que se establece el ahorro por el indio para entregrselo una vez que
terminada la zafra regresan a las selvas; no les venden alcohol ni armas como se
haca antiguamente; se les da ropa gratis a la llegada al Ingenio; se les provee
gratuitamente de los remedios que necesitan y se encuentra a su disposicin un
servicio mdico tambin gratis. A pesar de no existir ms los vales que se usaban en
otros aos, aun se habla de su descuento en las proveeduras de los ingenios que
tampoco existen, hechos irreales que presentan al trabajador como una vctima
segura de las explotacin de las fbricas. (Centro Azucarero, 1935: 63)
En ocasiones los zafreros contaban con su familia para que les alcanzase algo
de comer al mismo surco, o para que les mantuviera algo de ropa limpia y cama.
Frecuentemente sus mujeres cocinaban y lavaban para cubrir las necesidades de
los zafreros solteros.Cuando yo llevaba a las 12 la comida tena que llevar agua para que se lave. Yosaba cocinar all, iba a cocinar. Cuando tena a los chicos en la escuela ya noiba a cocinar, y coma en la pensin. En la pensin haba una seora que dapensin a todos los trabajadores, preparaba comida y llevaba al cerco para quecomieran. Llevaba en bicicleta las ollas grandes con sopa, guiso. Mi maridoestaba a veces pensionado ah. Pero otras veces tena que llevar yo la comida.(P. N.)Iban con mujeres, con chicos iban. Para atender con la comida de lostrabajadores. Y bajaban muchos de Jujuy, bajaban de la provincia de Jujuy,bajaban ms de arriba, a la zona de Orn por el expreso tren. Bajaban alIngenio, y ah tenan el canchn se bajaban del tren directo al canchn y ahlos repartan el patrn que los mandaba a qu colonia, a qu colonia iban.Grupos, grupos en tractor, en camin. Trabajar, a lo que es trabajar. Primero
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no era quemado la caa, era de pelar. A despus se ha quemado ya, a losltimos aos era de quemar. (V. S.)
Para todos la jornada se extenda desde antes del alba hasta el atardecer, en el que
volvan a los lotes para descansar. Llegado el momento de cobro (que era
generalmente mensual), el Ingenio, a travs de un sistema de fichas que eran
entregadas a los trabajadores cada vez que cumplan cierto tonelaje de cosecha,
asignaba a cada cosechero su paga, de la cual poda descontar cosas como el
alojamiento o la prestacin de algunos servicios generales. (Reboratti, 1998: 93)Si, yo cuando tena 13 o 14 aos ya me bajaron a la zafra a pelar caa. A pagarlos arriendos, antes se pagaban, todo se pagaba y nos llevaban. Nos venan abuscar, y usted tiene que pagar el arriendo trabajando. As los viejos mismos, miviejo haca eso. Con los aos se hizo ms estricto. Cobrbamos y se cobrabafin de cosecha, se terminaba toda la caa y nos pagaban. bamos, pagbamosel arriendo y as venamos para San Andrs. (G. L.)En trminos de aos, la movilidad de las personas activas se da con la llegadadel Tabacal, 1930 se puede decir. Esa movilidad forzada ha hecho que lasfamilias adquieran nuevos roles en la sociedad, nuevos hbitos de consumo y deadquisicin de dinero. Entonces la idea del salario, y a partir de ah la gente tratade buscar trabajo asalariado. Desde 1930 esa movilidad se hace importante, lazafra es constante con el Tabacal. La mayora de la poblacin sala a trabajar alTabacal. (C. Z.)
La incorporacin de San AndrsCarlos Reboratti (1998) rastrea la sucesin de dueos legales de las tierras de la
Finca San Andrs con anterioridad a la adquisicin de Patrn Costas y Tabacal.
Durante prcticamente toda la segunda mitad del siglo XIX Juan Manuel Bolto, nieto
y heredero de Francisco Javier Egua, dispuso de la finca hasta que se deshace de
ella en los albores del nuevo siglo. Alfredo Egua, el nuevo propietario, las vende tan
solo una dcada despus, en 1911, a Belisario Barn que comienza un proceso de
subdivisin en condmines que nunca lleg a concretarse fsicamente. Como
consecuencia Emilio Carrasco se hace con un 50% de la finca tan slo un ao ms
tarde, y en 1914 Celso Lopes adquiere otro 25%. Una sociedad conformada por los
seores Alemn, Amado y Patrn Costas se termina quedando con el 25% restante,
lo que marca el desembarco de la poderosa familia en las tierras de San Andrs. En
1921 parte de la finca se consolida, ya que es adquirida en un 50% por Doa
Enriqueta Cuadra de Allende, chilena. (Reboratti, 1998: 73)Mis abuelos me decan que [] ah llegaron los chilenos por el 15, 20. Que ahse asentaron ellos, fueron dueos de tierras, no s si la gente lo permiti pero
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saban que hacan eso ah [] que no s como entraron, llegaron, segn elloscompraron las tierras. (R. T.)
La seora de Allende parece haber roto con el carcter absentista de los
anteriores propietarios, afincndose en San Andrs con su familia.Y ellos son Gimnez Allende. Ellos dicen que vinieron con cuando fue lapoca de lola lucha esa entre cuando vienen los espaoles , cuando vienendel Alto Per, la gente del Alto Per, los chilenos, todo esos que han dado elenfrentamiento para conquistar las tierras. Dice que ellos entraron por ah. Y deah vino de ah qued su pap digamos, sus abuelos, tatarabuelos quedaronaqu, aqu en San Andrs. (E. H. R.)
De todos los terratenientes del Alto Bermejo, esta mujer es la nica que parece
haber residido en el rea. Efectivamente, vivi en San Andrs hasta su muerte,
ocurrida en 1949, si bien ya haba dejado de ser duea de la Finca [] Todava su
tumba se puede ver junto a la capilla de San Andrs. (Reboratti, 1998: 73) Alba
Gimnez, la monja y ex directora de la escuela de San Andrs, es la nieta de Doa
Enriqueta Cuadra de Allende.Antes era de la familia de la Alba Gimnez, la abuela de la Alba de ella dice queera la finca. El otro da fui a su casa y conversando le pregunto que quin eraesa seora Allende que est enterrada en la iglesia. Y me respondi que era suabuelita, la duea de la finca. (C. C.)Pablo Gimnez creo que era de aqu, segn dicen ha nacido en Alisal, como donTito Gimnez que es de aqu. Son de la misma familia, de los mismos Gimnez.La que era chilena era Mara Constanzi, ella haba venido joven como jefa deregistro. Ah se ha casado con Pablo Gimnez y son los padres de Alba. (F. C.)
Dificultades econmicas llevaron a la familia Allende a hipotecar la finca y ms
tarde, al no poder hacer frente a sus obligaciones financieras, perderla cuando se
hizo efectivo el remate judicial.Ella compr y despus su marido se enferm, y se fue hasta Salta y hastaBuenos Aires y ah se muri, dice. Y ha estado mucho enfermo, y ella se ha vistomal y no ha podido pagar los impuestos de toda la finca. Grandsimo es todo,hasta all cuantas miles de hectreas! Ella no poda pagar los impuestos algobierno, no pudo pagar y al final lo tuvo que vender as, en un remate. Claro, ledigo yo, lo han vendido al Ingenio con nosotros y todo. Nosotros, cuntohabremos costado? [risas] Claro, le digo, nos han vendido con nosotros y todo!Y nosotros cunto habremos costado? [risas] As lo han hecho. (C. C.)
Como seala Domnguez (2004) en 1932 fueron Rematadas las tierras por el
Banco Hipotecario por incumplimiento del pago de hipoteca por parte de sus
dueos: Enriqueta Cuadra de Allende, Lpez, Alemn, Amado y Bentez.
Compradas por Patrn Costas, Bercetche y Mosoteguy (como Ingenio SMT), y
tambin por Federico Zorroaqun. (p. 53)
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Patrn Costas se ha hecho con la finca cuando el ha sido gobernador. El haentrado en el gobierno entonces se hicieron dueos de estas tierras con genteadentro [] El Ingenio se ha hecho dueo cuando Patrn Costas eragobernador. Y fcil, porque los que se consideraban dueos de aqu nopagaban, no eran capaces y entr en el remate. (F. C.)
Como parte de su poltica de acumulacin de tierras, proceso que implic un
brutal avance sobre los territorios de las comunidades indgenas, Tabacal se hizo
con la Finca San Andrs. Eulogio Frites, representante legal de los kollas por
muchos aos, inscribe esta provechosa adquisicin (se pag un pinge precio) en
un contexto en el cul los indgenas mal podan evitar los avances capitalistas sobre
sus tierras. El 9 de septiembre de 1929 la Suprema Corte de Justicia de la Nacin se
haba expedido negando el carcter de persona jurdica de existencia ideal a una
comunidad indgena de la provincia de Jujuy (Caso Guari, Lorenzo c/ Provincia de
Jujuy y sucesores de Fernando Campero). Gracias a este fallo [] el Estado
Nacional procedi a la venta por subastas pblicas de las tierras de las
Comunidades Indgenas a travs del Banco Hipotecario Nacional en 1930, PATRN
COSTAS o el Ingenio y Refinera San Martn del Tabacal, fundado en 1920,
adquiere estas tierras de San Andrs con indgenas y todo, y dems fincas tanto en
Jujuy como en Salta. (Frites, 1993: 2)
Con la adquisicin de Finca San Andrs, el Ingenio se asegur, adems de la
provisin de contingentes de mano de obra constante, el control de las cabeceras de
los ros (principalmente el San Andrs y el Santa Cruz, que forman el ro Blanco que
va a desembocar en el Bermejo), que nacen en las tierras altas y riegan los campos
de cultivo de caa en la zona baja. (Garca Moritn, 2007)8
La situacin de los kollas de San Andrs, como la del resto de los indgenas
coercitivamente incorporados a la produccin azucarera como braceros para la
zafra, se mantuvo con altos niveles de violencia expresados en la obligacin de
pagar los arriendos, los cotidianos malos tratos de los administradores y el
reclutamiento forzoso para marchar a la zafra cada ao. Estas condiciones
permanecieron relativamente constantes hasta la llegada de Pern.
Organizacin de los captulosEn el Captulo 1 (Las disputas territoriales de los kollas de Tinkunaku)
presentaremos las principales dimensiones tericas desde las cuales abordaremos8 Su situacin sera anloga a la del Parque Nacional Calilegua, en la vecina provincia de Jujuy, donde nacen los ros que proveen de agua para el riego de las plantaciones de caa de azcar del Ingenio Ledesma.
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nuestro problema de investigacin. Como nos enfocamos fundamentalmente en las
disputas territoriales de los kollas, conceptos como territorio, territorialidad,
territorializacin, desterritorializacin, y reterritorializacin, sern de gran ayuda.
Para entender el antagonismo con Tabacal recurrimos a las nociones de
territorialidades antagnicas, territorialidades extractivas y territorio insurgente.
Pero como adems consideramos clave el rol de la organizacin poltica de los
indgenas recurrimos a movimientos sociales y movimientos socioterritoriales. Por
otra parte abordamos cuestiones relacionadas con las identidades en construccin
e identidades tnicas, constructivismo, performatividad, frontera tnica, etc.
Conceptos como el de estigma y un conjunto de nociones asociadas
(estigmatizacin, injuria, discriminacin, etc.) sern de gran utilidad para comprender
el paso de identidades inferiorizadas a identidades reivindicativas. Para entender el
contexto de surgimiento de la movilizacin indgena utilizamos los conceptos de
estructura de oportunidades polticas de Tarrow y de emergencia indgena de
Bengoa. Finalmente, Norman Long nos permiti aproximarnos a nuestra
investigacin aplicando el enfoque orientado al actor o perspectiva centrada en el
actor.
Los siguientes cuatro captulos abordan las diferentes circunstancias del
derrotero de la lucha territorial de los kollas salteos, centrndonos en sus
movilizaciones e instancias de organizacin poltica, teniendo a las respectivas
condiciones de contorno como marco en el que se desarrollaron. El Captulo 2 (El
Maln de la Paz: la participacin de los kollas de San Andrs en la movilizacin
indgena durante el primer peronismo) hace foco en la primera gran movilizacin de
los indgenas del noroeste argentino y la incipiente visibilizacin de sus demandas
en Buenos Aries. En este sentido, se hace hincapi en cmo las demandas por tierra
de los indgenas fueron cosechando adhesiones que pusieron en la agenda del
reciente gobierno democrtico el tema de la reforma agraria; por otra parte se
desarrollan algunas interpretaciones que pretenden dar cuenta del confinamiento y
la expulsin final de los kollas de la ciudad, luego de ser recibidos como huspedes
de la justicia social. Para ello es menester desarrollar el contexto de apertura de las
oportunidades polticas que trajo el surgimiento del peronismo y su poltica para con
los indgenas por un lado, formando parte de los sectores que fueron incorporados a
la vida poltica nacional, y con los ingenios azucareros, por otro, que transformaron
la industria azucarera y las condiciones de trabajo de los zafreros kollas.
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El Captulo 3 (La defensa de las yungas: movilizacin y lucha frente a los
intentos de expulsin) aborda el comienzo de la etapa ms conflictiva de la relacin
entre los kollas y Tabacal. Los diversos intentos de desterritorializacion impulsados
por el Ingenio en la finca tuvieron como respuesta todo un repertorio de formas de
resistencia de los indgenas, que incluy las trancas de inicio de los aos ochenta,
la defensa de las escuelas de la zona baja, la lucha contra el portn, el cambio de
estrategia en los asentamientos permanentes en las yungas y las caravanas ms
trascendentes en la historia de los kollas salteos. El contexto del perodo estara
dado por los embates de Tabacal por cambiar el perfil productivo de la finca y, en
trminos polticos, por su estrategia de donacin de la parte alta y la expropiacin de
parte de la zona de yunga. En trminos de organizacin poltica, el captulo recorre
la trayectoria de los agrupamientos kollas que sobre el final de los aos noventa
cristalizar en la constitucin de la Comunidad Indgena Pueblo Kolla Tinkunaku
(CIPKT) como principal instrumento para la recuperacin del territorio.
El ttulo Cuesta Chica: el corte de ruta como resistencia frente a la
transnacionalizacin y la represin, es muy explcito en cuanto a lo expuesto en el
Captulo 4. Partiendo del recrudecimiento de las disputas entre la comunidad
indgena y el Ingenio, producto de la venta y transnacionalizacin de Tabacal, y de la
instalacin del administrador ms impopular en toda la historia de la finca, el captulo
se centra en el principal hito que registra la lucha de los kollas de Tinkunaku. La
defensa del territorio ante el ataque de las fuerzas de seguridad y de los mandados
del Ingenio, culmin en victoria para los kollas y el comienzo del fin de los atropellos
del Gringo y sus matones. Pero, paralelamente a lo sucedido en Cuesta Chica, la
comunidad no pudo evitar que la finca se viera surcada por la construccin del
gasoducto Nor Andino.
Todo lo acontecido en pocas ms recientes en el territorio kolla es analizado
en el Captulo 5 La consolidacin de Tinkunaku: tiempos de obtencin de ttulos y
Qullamarka. El logro de la titularizacin de aproximadamente un 70% de su territorio
escriturado como propiedad comunitaria (con carcter de inembargable,
inejecutable, intransferible e imprescriptible) a nombre de la Comunidad Indgena
Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT), es el ncleo duro del captulo. Pero adems
desarrollamos la experiencia de la constitucin del agrupamiento de los indgenas
kollas a nivel de toda la provincia de Salta: el Qullamarka. En ese punto destacamos
el rol jugado por la CIPKT en el nacimiento de la coordinadora y en la persistencia
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de las reivindicaciones territoriales (en lo particular, circunscriptas a la recuperacin
de las zonas de la finca llamadas remanentes) ahora provincializadas con a las
dems comunidades kollas salteas.
Consideraciones metodolgicasPara finalizar esta introduccin haremos algunas consideraciones en torno al
abordaje metodolgico utilizado en este trabajo. La unidad de estudio seleccionada
para el trabajo se centr en comunidades indgenas (particularmente los kollas de
Tinkunaku) definidas como grupos humanos que se auto reconocen (y pueden
considerarse) como descendientes de aquellos que poblaban Amrica antes de la
conquista europea; que adems presentan manifestaciones culturales que los
distinguen del resto de quienes integran las sociedades de los pases en los que se
asientan, y en las que generalmente ocupan posiciones de inferioridad econmica y
social; y se trata de grupos que son consientes de poseer un territorio y un vnculo
especial con la tierra (Stavenhagen, 1996). La unidad de anlisis se refiere a los
discursos, las representaciones y las prcticas de los agentes miembros de las
comunidades. Hicimos foco en los comuneros y comuneras kollas originarios de las
comunidades, que desarrollaron y desarrollan diversas prcticas vinculadas con la
recuperacin de la tierra; y en hombres y mujeres que, no siendo originarios, se
establecieron en las comunidades y que despliegan sus actividades en diversos
mbitos de las mismas (escuelas, centros de salud, centros comunitarios, etc.).
Para desarrollar una estrategia metodolgica que abordara adecuadamente
nuestro objetivo cognitivo fue necesario seleccionar los abordajes y las tcnicas que
mejor se adecuasen al planteamiento del problema de investigacin. Se puede decir
entonces que la perspectiva adoptada estuvo signada por el objetivo cognitivo que
nos propusimos perseguir. Como nos interesa acercarnos a las formas en que los
kollas de Tinkunaku (re)construyen su pasado y las maneras en que se piensan
desde ellos mismos, a la luz del prolongado conflicto por la recuperacin de su
territorio, una perspectiva de ndole cualitativa result ser la ms pertinente. Sobre
todo porque permiti enfocar en la descripcin y comprensin interpretativa de los
significados intersubjetivos de la accin social, de la conducta humana, en el propio
marco de referencia del individuo o grupo social que acta. La intensin fue
aproximarnos a la perspectiva que los propios actores tienen de su vida cotidiana, de
su lucha por la recuperacin del territorio y de la manera en que se identifican (y se
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identificaron en el pasado) en relacin con la demarcacin tnica kolla. Para ello se
utilizaron un conjunto de herramientas que pueden considerarse como las clsicas
del abordaje cualitativo. Se realizaron tareas de recoleccin y anlisis de
documentos, tanto primarios (archivos de la CIPKT, registros de escuelas, actas de
encuentros, fotos y filmaciones) como secundarios (peridicos en papel y en
internet, publicaciones acadmicas, etc.), a lo largo de toda la investigacin. Por otra
parte se realiz trabajo de campo en las comunidades, que incluy entrevistas y
observaciones participantes. La entrevista en profundidad es una de las tcnicas
ms apropiadas cuando se trata de acceder a la perspectiva de los actores, es decir,
para abordar la interpretacin que ellos mismos hacen de sus propias experiencias,
y en sus propios trminos. Como seala Valles (1997) permite obtener, en las
propias palabras de los actores y de manera flexible una informacin rica y profunda;
proporciona al entrevistador la oportunidad de clarificacin en un marco dinmico y
espontneo; permite acceder a informacin difcil de conseguir sin la intervencin del
investigador; y, a travs del relato de los actores, se puede acceder a situaciones
que no son directamente observables o que transcurrieron en el pasado. Requiere
del trabajo artesanal del investigador, que dirige y registra, tratando de hilvanar un
discurso continuo y con cierta lnea argumental por parte de la persona entrevistada,
en relacin con el tema que le interesa indagar. Como sealan Marradi, Archenti y
Piovani (2007) [] la viabilidad del juego se basa en el establecimiento de un
contrato comunicativo que involucra un conjunto de saberes explcitos e implcitos
compartidos por entrevistador y entrevistado- que harn posible el funcionamiento
de la entrevista. (p. 219) De todas maneras, considero que lo ms importante en
este caso es lo que indica Alonso (1998), cuando seala que en la entrevista se
expresa la verbalizacin de una apropiacin individual de la vida colectiva, ms que
los acontecimientos realmente sucedidos, expuestos en un registro cronolgico de
hechos y datos. Es un trabajo artesanal, el arte del vnculo: un juego de estrategias
comunicativas, que da cuenta de un decir sobre el hacer y no de un hacer de
forma directa. Entonces el investigador debe tomar nota del alto grado de
subjetividad que caracteriza esta tcnica, y de que la informacin que provee es el
producto de un discurso individual en un contexto social determinado, que debe ser
contextualizado y contrastado con otros discursos, y dems fuentes documentales
(en el caso particular de nuestra investigacin contamos con los trabajos de Diego
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Domnguez [2001; 2004; 2005a; 2005b]; con fuentes secundarias varias, etc., que
nos permitieron controlar los datos vertidos en las entrevistas).
Por otro lado, pero al mismo tiempo, se realizaron observaciones
participantes en los ayllus de Ro Blanquito, Angosto del Paran, San Andrs y Los
Naranjos, tratando de cubrir de la mejor forma la mayor parte del territorio de
Tinkunaku. Conceptualizando podemos decir que la observacin cientfica es una
forma de observacin disciplinada en un doble sentido: como prctica que sigue
reglas y procedimientos, y entonces caracterizada por la sistematicidad y la
constancia; y por estar orientada por las disciplinas cientficas, en un sentido terico
y metodolgico. La observacin participante en sentido estricto puede definirse como
una forma de observacin directa, no controlada, intensiva y no mediada. Es una
estrategia que consiste en presenciar de manera directa el fenmeno estudiado en
el ambiente en que se desarrolla sin manipularlo. Se caracteriza por un investigador
fsicamente presente en el terreno, que se une temporalmente y de manera explcita,
a un grupo con fines cientficos. Se encuentra ligada a la idea de comprensin
privilegiada de los significados que los actores construyen y le asignan a su mundo,
y de esta manera se relaciona ntimamente con los mtodos cualitativos y las ideas
interpretativas como su fundamento terico-filosfico. Siguiendo a Valles (1997)
podemos decir que en tanto modo directo de investigacin permite acceder a las
situaciones investigadas en toda su complejidad y en el momento en que transcurren
los acontecimientos. Por otra parte, posibilita acercarse al punto de vista de los
actores, y gracias a su flexibilidad habilita la redefinicin de aspectos significativos
de la investigacin sobre la marcha. Generalmente provoca una menor reactividad
(es decir la tendencia de los actores a modificar sus comportamientos al saberse
observado) que otras tcnicas de recoleccin de datos, dado que por su
permanencia prolongada en el campo le permitira al investigador lograr confianza y
empata suficientes para diluir los efectos de la reactividad de los primeros
encuentros. Una de las formas de maximizar las ventajas de la observacin
participante es hacer cruces con los resultados de otros observadores y
complementar las propias con entrevistas y diversos documentos.
Finalmente es central destacar la importancia del momento del anlisis en
esta investigacin cualitativa, como forma de trascender la mera compilacin de
dichos de actores, sin mediacin e interpretaciones complementarias del
investigador. Obviamente fue imprescindible tratar de recuperar la voz de quienes
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participan directamente en la situacin investigada, pero jams pagando el precio de
olvidar que las ciencias sociales hacen interpretaciones de segundo orden a partir de
las de primer orden que hacen los actores desde sus vivencias cotidianas; es decir
que hacemos interpretaciones de interpretaciones. No alcanza con exponer la
informacin recolectada, sino que es necesario decir algo ms de lo que de ella
puede inferirse directamente. Pues bien, hacer estas interpretaciones no es tarea
sencilla, sino todo lo contrario: La investigacin no estndar tiene esta
particularidad: sus tcnicas de recoleccin nos resultan al menos en apariencia-
relativamente accesibles; pero sus formas de anlisis se tornan escurridizas,
intangibles, difciles de discernir y dominar. (Marradi, Archenti y Piovani, 2007: 288)
Alonso (1998) distingue tres niveles de aproximacin al anlisis del discurso de los
actores: el nivel informacional/cuantitativo (que se centra en lo denotativo y
manifiesto del texto); el nivel estructural/textual (que consiste en hallar los elementos
lgicos invariantes/universales de textos concretos que contienen su propia
explicacin); y el nivel social/hermenutico. En este ltimo se parte de la
presuposicin de que el texto es un soporte que contiene en s mismo un sentido
simblico que no siempre es manifiesto y que puede ser extrado gracias al trabajo
del investigador. Por otra parte este sentido no sera nico sino mltiple, y podra
variar en funcin de la perspectiva desde la que se lo analice. De esta manera un
lector puede encontrar en un texto un sentido del que el autor no es consciente y
que puede descubrirse con el anlisis. El anlisis del discurso en su variante
sociohermenutica permite, entonces, inferir datos y significados referidos al autor, a
las condiciones de produccin del texto, al pblico al que est dirigido, etc. Este tipo
de anlisis es particularmente apropiado, ya que cuando hacemos investigacin en
ciencias sociales nos interesamos por la capacidad de accin de los discursos, ms
que por un anlisis formal que se centre en la estructura subyacente en el texto.
Intentamos descubrir el lugar del discurso en la produccin, la reproduccin y las
transformaciones de las relaciones sociales. Concretamente en investigaciones que,
como este trabajo, parten de una mirada sociolgica, el anlisis del discurso en este
nivel sociohermenutico (o anlisis crtico del discurso) es particularmente frtil para
abordar las prcticas de una variedad de actores que constituyen una situacin
concreta, en un tiempo y un espacio determinados, como lo es la lucha por la tierra,
en Tinkunaku, desde los aos cuarenta del siglo XX.
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Captulo 1Las disputas territoriales de los kollas de Tinkunaku
Si tenemos territorio vamos a tener prcticas, y si hay prcticas hay identidad, y si hay identidad hay
derechos.
David Sarapura
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Como sealara oportunamente Diego Domnguez (2001) en la ex finca San Andrs
se ha ido constituyendo un escenario social de conflicto por el control de la tierra en
el que participan diversos actores sociales: los kollas de la Comunidad Indgena
Pueblo Kolla Tinkunaku (CIPKT), los dueos del Ingenio (Patrn Costas, Seaboard
Corporation), las organizaciones no gubernamentales (Greenpeace, Yaguaret,
ProYungas), las empresas multinacionales interesadas en la explotacin de recursos
naturales (Techint y Tractebel en la construccin del gasoducto Nor Andino;
Madenor en la explotacin forestal), el Estado (municipal, provincial y nacional), e
incluso organizaciones extranjeras como la comuna de Roeser del Gran Ducado de
Luxemburgo. Cada uno de estos actores sociales expresan en la interaccin
recursos materiales y simblicos diferenciales, es decir ponen en juego saberes y
marcos de interpretacin propios. En este sentido la lucha llevada adelante por los
kollas de Tinkunaku es, a la vez y de un modo inescindible, una disputa por vivir
plenamente en su territorio y por el sentido que se le asigna al mismo. Como
sostiene Giarracca (2009) Los pueblos aborgenes defienden el territorio, es
decir, se pone en juego una visin mucho ms amplia, que incluye el suelo y el
subsuelo y la tierra y las riquezas naturales que la rodean o que estn en sus
entraas. Aparece aqu una disputa de sentidos, ya que para la corriente
productivista que hegemoniza la poltica econmica, la tierra, los bienes naturales,
etc., son slo recursos explotables, puras mercancas (sin ser producto del trabajo
humano), mientras que para muchas cosmovisiones aborgenes, son parte de un
nosotros, en el que hombre y naturaleza estn igualmente incluidos. (p. 27)
Frente a la mirada productivista del Ingenio, que valoriza la tierra en disputa de
acuerdo a sus polticas productivas siempre dependientes del mercado y del lucro,
los kollas batallan por la conservacin de su vida tal como la van entendiendo y
resignificando en sus prcticas. Es en estas disputas en las que se centra este
trabajo, con la modesta pretensin de construir una narracin explicativa de las
luchas territoriales de los kollas de Tinkunaku desplegadas a lo largo de ms de seis
dcadas. Como seala Ansaldi (2002) [] los buenos trabajos sociolgicos
histricos exponen los resultados alcanzados segn un patrn que parte de los
conceptos y los desarrolla en el tiempo y en el espacio (los historiza) o, ms
especficamente dicho, construyen textos que son tanto analticos (como en la
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sociologa) cuanto narrativos (como en la historiografa) o, si se prefiere, narraciones
explicativas. (p. 25) Para ello resulta indispensable acudir a un conjunto de
herramientas conceptuales que presentaremos a continuacin, para hacer explicito
el enfoque desde el que pretendemos trabajar. La centralidad que consideramos
posee la lucha por la recuperacin territorial en la vida de la comunidad permitira
ubicar nuestro tema de investigacin en el marco de los conflictos por el territorio,
problemtica recurrentemente abordada en los ltimos tiempos (Manano
Fernndes, 2005; Porto Gonalves, 2001, 2002; Wahren, 2008, 2009, 2011). Por
territorio entenderemos un espacio geogrfico atravesado por determinadas
relaciones sociales y de poder, que lo producen y lo mantienen como tal. Como
seala Manano Fernndes (2005) El territorio es una fraccin del espacio
geogrfico a partir de diferentes relaciones sociales [] Su configuracin como
territorio se refiere a las dimensiones de poder y control social que les son
inherentes. Desde esa comprensin, el territorio aun siendo una fraccin del
espacio, es tambin multidimensional. (p. 4) En nuestro caso, sobre el espacio
geogrfico conocido como Finca San Andrs los pobladores kollas construyeron el
territorio de Tinkunaku (en una permanente confrontacin con el Ingenio San Martn
del Tabacal). Decimos que lo constituyen en la disputa, siguiendo a Manano
Fernandes en tanto Son las relaciones sociales las que transforman el espacio en
territorio y viceversa, siendo el espacio un a priori y el territorio un a posteriori. El
espacio es perenne y el territorio es intermitente. De la misma forma que el espacio
y el territorio son fundamentales para la realizacin de las relaciones sociales, estas
producen continuamente espacios y territorios de formas contradictorias, solidarias y
conflictivas. Esos vnculos son indisociables. (2005: 4, cursivas en el original)
El inters en la investigacin sobre una categora con la densidad del
territorio precipit el surgimiento de un conjunto de otros conceptos que, como los
de territorialidad, territorializacin, desterritorializacin, reterritorializacin, etc.,
acuden para intentar abordar la multidimensionalidad del fenmeno. Entendemos
por territorializacin, con Porto Gonalves (2002), al proceso de apropiacin del
espacio que hace un grupo social, que propicia la formacin de territorialidades
(identidades) en el mismo dinmico proceso. Estamos longe, pois, de um espao-
substncia e, sim, diante de uma trade relacional territrio-territorialidade-
territorializao. (p. 230) La territorializacin forma parte de un proceso que
supone una determinada desterritorializacin y una posible reterritorializacin. La
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expansin y/o creacin de territorios son acciones representadas por la
desterritorializacin. Este movimiento explicita la conflictualidad y las contradicciones
de las relaciones socioespaciales y socioterritoriales. Debido a esas caractersticas,
ocurre al mismo tiempo la expansin y la destruccin; la creacin y el reflujo. Ese es
el movimiento del proceso geogrfico conocido como TDR, o territorializacin-
desterritorializacin-reterritorializacin. (Manano Fernandes, 2005: 5) Podemos
pensar este proceso desde la propia experiencia de los kollas de Tinkunaku,
valindonos de las fases que Vctor Toledo Llancaqueo (2005) deline para toda
desterritorializacin llevada adelante sobre la generalidad de los Pueblos
Originarios de Latinoamrica. La primera fase de la desterritorializacin fue la
invasin con su resultado de prdida de la territorialidad poltica, soberana y
sometimiento colonial. La segunda fase, casi inmediata, fue la desposesin y presin
sobre las tierras indgenas para ampliar las fronteras agrcolas y ganaderas [] (p.
85) En este punto resulta significativa la incorporacin de las tierras de la finca San
Andrs al Ingenio San Martn del Tabacal durante los primeros aos de la dcada de
1930, como parte de su poltica de acaparamiento de tierras y mano de obra cautiva
para la zafra caera. La tercera fase de la desposesin y desterritorializacin es la
presin extractiva sobre los recursos naturales bosques, aguas, minerales,
recursos del mar. (Toledo Llancaqueo, 2005: 85) En el caso de Tinkunaku, como
veremos, el Ingenio pretendi cambiar el perfil productivo de la finca cuando la
tecnificacin de la zafra desplaz a la mano de obra kolla. Entonces se pretendi
desplazar los asentamientos humanos hacia la zona de puna, para vaciar las yungas
e intensificar la extraccin de maderas de alto valor comercial. La cuarta fase de la
desterritorializacin de Toledo Llancaqueo se encuadra muy bien con lo ocurrido
en el territorio de Tinkunaku con la instalacin del gasoducto Nor Andino9: []
representa la intervencin de los espacios con grandes obras e impactos negativos y
sistmicos sobre el hbitat en ecorregiones indgenas. Una quinta faz
contempornea de la desposesin y desterritorializacin es la presin sobre los
sistemas de conocimientos tradicionales y la biodiversidad de los territorios
indgenas. (Toledo Llancaqueo, 2005: 85) Frente a estos embates
desterritorializadores, las resistencias de Tinkunaku pueden caracterizarse como la
reterritorializacin del espacio de la finca San Andrs.
9 Para precisiones sobre la instalacin del gasoducto en territorio kolla ver Gonzlez, 2011b.
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Aludimos anteriormente al carcter multidimensional que posee la nocin de
territorio en general, complejidad que aumenta cuando la abordamos desde la
condicin indgena que asume Tinkunaku. Analizar las particularidades que poseen
los territorios indgenas es una buena manera de abordar la especificidad del
sujeto indgena. Toledo Llancaqueo (2005) rene los usos que la nocin de
territorio adquiere en los discursos de los movimientos indgenas. Territorio puede
aludir a una zona geogrfica reclamada bajo control poltico de un colectivo indgena
(territorio como jurisdiccin); a un espacio geogrfico a demarcar/restituir/titular en
propiedad; al conjunto de recursos esenciales para la existencia colectiva que
constituyen su base material (territorio como hbitat); a la biodiversidad y
conocimientos ancestrales sobre la naturaleza; y a lo que Toledo Llancaqueo llama
etnoterritorios: espacialidad socialmente construida simblica e histricamente,
asociada a la identidad colectiva, como una realidad vivida cotidianamente. Es la
(re)construccin de una especialidad propia, subalterna y autnoma a la vez,
invisible a los ojos del poder, donde se reconstruye el sujeto colectivo. (2005: 94)
En virtud de concentrar la mayor parte de sus energas en la lucha por
defender su territorio, en tanto espacio de construccin social y de dotacin de
sentido (Wahren, 2011) Tinkunaku puede caracterizarse como un movimiento
socioterritorial: [] partimos de la premisa que para algunos movimientos el
territorio es su triunfo y, por lo tanto, la razn de su existencia. Para todos los
movimientos el espacio es esencial. Es evidente que no existen movimientos
sociales sin espacio. Todos los movimientos producen algn tipo de espacio, pero
no todos los movimientos tienen al territorio como objetivo. (Manano Fernandes,
2005: 8)
El de Tinkunaku es un territorio en disputa, tensionado entre dos
territorialidades antagnicas que, de alcanzar sus objetivos, se anularan
mutuamente. De una parte, la territorialidad hegemnica encarnada en el Ingenio,
que pretende avanzar sobre los recursos naturales en bsqueda de maximizar sus
ganancias capitalistas sin considerar la destruccin del entorno y las irreparables
prdidas en biodiversidad. Wahren (2011) propone denominar territorialidad
extractiva a esta lgica de intervencin cuyos actores paradigmticos son las
empresas, nacionales y trasnacionales, de hidrocarburos, mineras, forestales, y las
que encarnan el modelo del agronegocio. Esto no significa que estos actores se
territorialicen pues no existe una relacin con un territorio especfico, sino que su
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intervencin se encuentra ligada a cualquier territorio donde existan los recursos
naturales necesarios para su actividad. Sin embargo son sus acciones las que
desterritorializan y reterritorializan los espacios geogrficos donde intervienen.
(Wahren, 2011: 49) Es el tipo de territorialidad que enfrentan los kollas de
Tinkunaku cuando disputan formas de producir y reproducir la vida en comn desde
sus propias prcticas y cosmovisiones. Cuando los movimientos sociales practican
y habitan esos territorios de manera preponderante frente a las lgicas hegemnicas
despliegan su dimensin creativa a partir de sus propias lgicas sociales, polticas,
econmicas y culturales, ligadas a formas de autogobierno, autogestin y
autonoma. (Wahren, 2011: 48) Construyen as territorios insurgentes, que pueden
entenderse en trminos de de Sousa Santos (2003) como campos de
experimentacin social, en los que reside la esperanza de resistir y promover []
alternativas locales que vuelvan posible una vida digna y decente. (p. 39)
A lo largo de este trabajo mantendremos la hiptesis segn la cual
prcticamente nada en la vida de la comunidad permanece ajeno a las disputa
territorial. En este sentido, sostenemos que las formas de identificacin que los
kollas fueron asumiendo a lo largo de su historia se vieron fuertemente afectadas por
las circunstancias de la lucha con el Ingenio. Como seala Wahren La accin
colectiva habilita la construccin de un nosotros, de una nueva identidad poltica
disruptiva y recursiva que se da en los momentos de irrupcin en el espacio pblico,
a la vez que las experiencias territoriales de los movimientos retroalimentan los
momentos de visibilidad y reconfiguran tambin las identidades polticas y sociales.
(2011: 39)
En este hacerse en la historia, en la adopcin de una identidad siempre en
construccin, podramos rastrear varias dimensiones que de ninguna manera agotan
su complejidad. Como esta lucha no se da en el vaco, o en un plano de elevada
abstraccin, sino en la cotidianidad, nos propondremos historizar los mtodos de
vida que los comuneros fueron desarrollando para sobrevivir (la trashumancia, la
agricultura, la recoleccin de frutales, la produccin de artesanas, su inclusin en
redes de economa solidaria, la bsqueda de trabajo fuera de sus comunidades,
etc.). Entonces una de las lneas de la investigacin ser rastrear las distintas
maneras que la comunidad kolla se dio para asegurar su forma de vida en su
territorio, trminos de una relacin indisoluble por cuanto sin territorio vivido
plenamente la vida perdera su sentido. Por otra parte, resulta indispensable analizar
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las mutables pautas de asentamiento sobre el territorio (alternancia abajo-arriba,
fijacin en la parte baja) que la comunidad fue adoptando en los diversos pisos
ecolgicos de la finca. Las formas en que la comunidad se asent sobre el territorio,
lejos de permanecer inclumes, sufrieron transformaciones al ritmo impuesto por los
reclamos y la lucha por la tierra. En este sentido la ubicacin y la permanencia de
asentamientos estables y transitorios estara ntimamente ligado a las decisiones
estratgicas que la comunidad consider ms propicias en cada caso (en tal sentido
resulta paradigmtico el establecimiento permanente en la zona baja, adoptado para
asegurar el territorio en virtud del endurecimiento de la disputa). Deca que, tanto las
transformaciones en los mtodos de vida como en los asentamientos, adquieren
relevancia vistos en relacin con el problema de cmo los kollas se identifican a la
hora de reconstruir su historia indgena. Seguir su despliegue no hace ms que
corroborar la relativa capacidad de agencia de los kollas para elaborar respuestas
frente a diversas crisis estructurales que amenazaron su territorio, es decir su propia
existencia. Por ello adoptamos una perspectiva constructivista de lo social donde
[] las realidades sociales se conciben como construcciones histricas y cotidianas
de actores individuales y colectivos. Este entreveramiento de construcciones
plurales, individuales y colectivas, al no surgir necesariamente de una voluntad clara,
tiende a escapar del control de los diferentes actores presentes. (Corcuff, 1998: 19,
cursivas en el original)
En particular existe una profusin de trabajos que abordan la problemtica
identitaria desde perspectivas constructivistas (Briones, 2007). Un buen punto de
partida para aproximarnos a estas cuestiones lo constituyen los trabajos de Ernesto
Laclau (1993, 1996a, 1996b, 2000) y Chantal Mouffe (2005, con Laclau, 2004), para
tratar de entender lo que consideran el rasgo ms prominente de la poltica actual: el
reconocimiento pleno del carcter limitado y fragmentario de los agentes histricos.
Las luchas sociales y polticas contemporneas ponen nfasis en sus
particularidades, en la conviccin de que ninguna de estas luchas es capaz por s
misma de realizar la plenitud del orden comunitario. En las condiciones de la lucha
poltica en el capitalismo maduro siglo XXI la produccin de efectos de frontera,
que son la condicin de expansin de la negatividad propia de los antagonismos,
deja de fundarse en una separacin evidente y dada, en un marco referencial
adquirido de una vez y para siempre, y transforma en el primero de los problemas
polticos a la produccin misma de ese marco, a la construccin de identidades
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mismas que habrn de enfrentarse antagnicamente. Como seala Judith Butler [...]
lo poltico no es un exterior constitutivo, sino que se aloja en las mismas prcticas de
significacin que establecen, regulan, desregulan y reconfiguran las identidades.
(citada en Briones, 2007: 66)
Resulta entonces atractivo el concepto de identidad de Claudia Briones
(2005, 2007) que sostiene que [...] los sujetos se articulan como tales a partir de un
trabajo de identificacin que opera suturando identidades personales y colectivas
(para s y para otros), pero no lo hacen simplemente como a ellos les place, pues su
trabajo de articulacin opera bajo circunstancias que ellos no han elegido. (2007:
59, cursivas en el original) Desde aqu podemos considerar a las identidades en
proceso de construccin, sin por ello olvidar la importancia que los sedimentos
inscriben en prcticas y sentidos; se podra afirmar que las identidades tienen la
posibilidad de ser abiertas, mltiples y contradictorias, sin negar que habitualmente
se presentan en trminos de totalidad; afirmar que el hecho que involucren un hacer
preformativo, no implica sostener que carecen totalmente de materialidad; que estn
discursivamente constituidas, no significa que sean slo discurso; y que se originen
en posiciones y relaciones sociales, no las convierte en una mera actuacin
manipulable. [...] las identidades se nos presentan como articulaciones emergentes
de escenarios estructurales o coyunturales particulares que buscan suturar
trayectorias y movilidades estructuradas dispares, apostando a menudo (pero no
necesariamente) a la contrastividad. (Briones, 2007:79)
Yendo al centro de nuestras preocupaciones, podemos afirmar que las
identidades tnicas seran, a la vez, las ms bsicas y generales (sin que ello
implique el olvido de su condicin de su contextualidad, ya que las modalidades de
su imbricacin cambian segn poca y lugar) y el punto de partida para la
construccin identitaria de los movimientos indgenas. Como advierte atinadamente
Revilla Blanco (2005) no se trata del resurgimiento de identidades antiguas, sino de
su transmutacin permanente. En trminos de anlisis, una concepcin esencial
de las identidades colectivas, en general, y de las identidades tnicas, en concreto,
impide la comprensin de cmo las relaciones de poder, las desigualdades
econmicas, polticas y sociales o el desarrollo histrico afectan a las relaciones de
los grupos tnicos y el Estado. (p. 55) La etnicidad es un recurso identitario central
para la construccin de los individuos y sus colectividades. En su ya clsico trabajo
Los grupos tnicos y sus fronteras Frederik Barth (1976) haca el esfuerzo por
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desmontar ciertas ecuaciones que simplificaban las relaciones entre cultura,
sociedad y pertenencia, y propona enfocar la cuestin de lo tnico a partir del
trabajo social necesario para sostener los lmites sociales, creando y recreando las
diferencias, los diacrticos, que sostienen y los vehiculizan esas fronteras tnicas.
Entendemos desde entonces las identidades tnicas de manera que se distancien
de los discursos tnicos interesados en sostener estas fronteras, que seleccionan
algunas prcticas y valores para simbolizar esos lmites. [...] los grupos tnicos son
categoras de adscripcin e identificacin que son utilizadas por los actores mismos
y tienen, por tanto, la caracterstica de organizar interaccin entre los individuos.
(Barth, 1976:10) Son las fronteras tnicas, y no un pretendido contenido cultural
interno, lo que define al grupo tnico y explica su persistencia (Gimnez, 2006).
En este punto resulta interesante insertar un elemento que desde los primeros
acercamientos a la comunidad indgena de San Andrs comenz a provocarnos
algunas inquietudes. Advertimos un conjunto de deslizamientos semnticos que
planteaban dudas a la hora de hacer las notas de campo y las etnografas. La forma
de nombrar a estos originarios iba desde el coya (forma tpica de enunciacin
estigmatizante, presente por ejemplo en los peridicos de la dcada de 1940),
pasando por colla, koya, hasta llegar al significante utilizado por estas mismas
comunidades como parte de su reivindicacin de derechos: kolla. No fueron pocas
las ocasiones en que, tanto en las entrevistas como en diversas circunstancias de la
vida cotidiana, el tema del estigma de ser coya se hizo presente. Coya fue el
nombre de la injuria con que los criollos y los sectores dominantes de la sociedad del
noroeste argentino pasaron a condensar un conjunto de rasgos negativos que
sirvieron muy bien para estigmatizar a las poblaciones indgenas de esta parte de la
provincia de Salta. Como seala el socilogo salteo Ral Yudi (2009) la
construccin del coya como estigma que cae sobre las comunidades indgenas
andinas del noroeste argentino, se relaciona con una acomplejada oligarqua
provincial, que sintindose inferior respecto a sus pares metropolitanos, descargaron
[] sobre las clases populares la mochila incomoda de su propio atraso y
aislamiento. (9) Por eso la construccin de la identidad negativa del coya form
parte de un racismo bi-capa o de segundo orden, en el que la oligarqua saltea
proyecta sobre los originarios los atributos que siente que las clases dirigentes de
Buenos Aires le adjudican a ella: atraso, aislamiento, desconfianza, etc. Como una
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mcula o como una maldicin de la salteidad, siempre est agazapado el coya que
todo salteo lleva adentro. (Yudi, 2009: 13)
Como seala Mario Margulis (1999) la construccin de clasificaciones
sociales en las que se inscriben modelos culturales que imputan superioridad e
inferioridad, dotan de privilegio y legitimidad a determinados atributos vinculados con
ciertos sectores sociales y castigan con rasgos negativos a otros sectores de la
poblacin. En la Argentina [] los fenmenos de discriminacin, descalificacin,
estigma y exclusin [] tienen su origen en el proceso histrico de constitucin de
las diferenciaciones sociales que se organiza, desde un inicio, sobre bases raciales.
(Margulis, 1999: 38) Esta forma de racismo parte no del sealamiento inocente de
las diferencias entre los grupos sociales, sino de adjudicar a esas diferencias una
carga negativa. El racismo asocia determinadas caractersticas corporales,
culturales o nacionales, que poseen los integrantes de un grupo, con valoraciones
negativas que a menudo terminan en actitudes de rechazo, en el cercenamiento de
derechos e incluso en agresiones fsicas. El racismo y la discriminacin no residen
en el sealamiento o en la clasificacin de las diferencias sino en la negacin del
derecho a ser diferente y, adems, en colocar la diversidad, que se observa en los
grupos humanos, dentro de escalas sociales jerarquizadas que se estructuran sobre
lo legtimo/ilegtimo, bueno/malo, igualdad/desigualdad. (Margulis, 1999: 44-45)
En particular la palabra estigma forma parte de una suerte de heteroglosia,
es decir de un conjunto de trminos (racismo, etnocentrismo, genocidio, exclusin,
apartheid, etc.) que pretenden aprehender fenmenos tan esquivos como la
discriminacin. La estigmatizacin de un grupo tnico es una forma de racismo []
dirigido a construir la otredad, a poner en evidencia e identificar al otro. El tema que
se despliega consiste, por una parte, en la disposicin a rechazar y segregar al otro
y, adems, incluye los mecanismos a partir de los cuales se lo construye, identifica y
torna visible. [] tiene que ver con construcciones ideolgicas, en este caso
racistas, que han ido construyendo e instalando en las modalidades hegemnicas
formas de estigmatizacin basadas en imaginarios vinculados al cuerpo, aunque de
hecho se apoyen tambin en rasgos que se originan en la cultura, la religin u otras
manifestaciones de lo social. (Margulis, 1999: 42, cursivas en el original) A principio
de la dcada de 1960 el socilogo canadiense Erving Goffman public el libro que se
conocera posteriormente con el castellano ttulo de Estigma: la identidad
deteriorada. En esta obra, ineludible para toda aproximacin a la problemtica de la
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estigmatizacin, Goffman seala que fueron los antiguos griegos quienes crearon el
trmino estigma para designar a los signos corporales mediante los cuales se haca
manifiesta alguna deficiencia en el estatus moral de la persona en la que se
presentaban [] una persona corrupta, ritualmente deshonrada, a quien deba
evitarse, especialmente en lugares pblicos. (Goffman, 2008: 13) De los tres tipo de
estigma que Goffman analiza en extenso (los dos primeros vinculados a defectos
corporales y del carcter), nos interesa sobre todo el atribuido a los [] tribales de
la raza, la nacin y la religin, susceptibles de ser transmitidos por herencia y
contaminar por igual a todos los miembros de una familia. (2008: 16) Para el autor
todos los estigmas comparten los mismos rasgos sociolgicos, cuando se rechaza a
un individuo que bien podra ser aceptado en una relacin social, en virtud de poseer
un rasgo que oscurece la consideracin de los dems atributos que lo haran un ser
humano completo. Construimos una teora del estigma, una ideologa para explicar
su inferioridad y dar cuenta del peligro que representa esa persona [] Posee un
estigma, una indeseable diferencia que no habamos previsto (2008: 17) Goffman
seala que los encuentros entre personas extraas estn cruzados por la
formulacin inconciente de determinadas expectativas normativas, y la imputacin
de caracteres potenciales esperables en el otro. [] una caracterizacin en
esencia, una identidad social virtual-. La categora y los atributos que, de hecho,
segn puede demostrarse, le pertenecen, se denominarn su identidad social real.
(2008: 14, cursivas en el original) Un estigma surge cuando existe una discrepancia
especial entre ambas identidades sociales, cuando los atributos de un individuo se
vuelven incongruentes con el estereotipo que construimos, sobre cmo creemos que
debe ser. En este sentido Goffman prefiere caracterizar al estigma como una clase
especial de relacin entre un atributo y un estereotipo, una construccin hecha en un
determinado medio social, que no se relaciona necesariamente con la naturaleza de
ese atributo. El trmino estigma ser utilizado, pues, para hacer referencia a un
atributo profundamente desacreditador; pero lo que en realidad se necesita es un
lenguaje de relaciones, no de atributos. (2008: 15) Un atributo desacreditador (que
sirve como la base de un estigma en un medio social), puede ser perfectamente
valorado positivamente en otro distinto y transformase en una marca de normalidad.
La denominada triple triloga de la identidad que utiliza Goffman en su libro, permite
discernir entre identidad social, identidad personal e identidad del yo. Mientras que
las dos primeras forman parte de las expectativas que los otros tienen de un
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determinado individuo, la identidad del yo o autoidentidad refiere al sentido subjetivo
de la propia situacin, construido por el sujeto a partir de las diversas experiencias
sociales que le han tocado vivir. [] la identidad del yo es, en primer lugar, una
cuestin subjetiva, reflexiva, que necesariamente debe ser experimentada por el
individuo cuya identidad se discute. (2008: 135) Parafraseando a Didier Eribon
(2001) podemos decir que en el principio del estigma est la injuria, el insulto que
hace saber al injuriado que no es una persona normal y permite al injuriante ejercer
el poder de herirlo en lo ms profundo de su conciencia, que se convierte en un
elemento constitutivo de su personalidad. Por eso para el autor debe analizarse la
palabra injuriosa como un elemento preformativo en trminos de Austin. La injuria
es un enunciado preformativo: su funcin es producir efectos y, en especial, instituir
o perpetuar la separacin entre los normales y aquellos a los que Goffman llama
los estigmatizados, e inculcar esta grieta en la cabeza de los individuos. La injuria
me dice lo que soy en la misma medida en que me hace ser lo que soy. (p. 31)
Eribon recurre a Butler para preguntarse sobre la relacin entre el ser social de los
individuos y la posibilidad de ser objeto de la palabra del otro, antes incluso de que
se exprese efectivamente: Si nos formamos en el leguaje [] entonces ese poder
formador precede y condiciona toda decisin que podamos tomar al respecto, y nos
insulta desde el principio, por as decir, mediante ese poder anterior. (Judith Butler,
Excitable Speech. A Politics of the Performative, Nueva York y Londres, Routledge,
1997, pp. 5-6. Citado en Eribon, 2001: 85) Eribon establece un interesante
paralelismo entre la concepcin del lenguaje de Butler y la ideologa de Althusen, los
que tendran un papel similar por cuanto preceden al nacimiento de los individuos a
los que interpelan, y por eso stos son siempre-ya sujetos constituidos por la
ideologa e inmersos en un mundo de lenguaje. [] la idea de Althusser segn la
cual el sujeto (la subjetividad) est sujeto por la interpelacin que le lanza la
ideologa (o el lenguaje, segn Judith Butler) parece particularmente pertinente y til
en el contexto de una reflexin sobre la injuria y las fuerzas sociales de cuyas
palabras insultantes son portadoras. (Eribon, 2001: 87)
Estos aportes en torno a la identidad, el estigma y la estigmatizacin nos
sern de gran utilidad para dar cuenta del camino que ir del coya como forma
insultante de identificacin heternoma e inferioriza