TESOROS - … · Editor Grafico y Diseño Editorial Tesoros de la Ciudad. Revis-ta semestral, mayo...

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1 TESOROS de la Ciudad Torre de Balvanera Mapa de la Ciudad de México Torre de Balvanera TESOROS de la Ciudad Mapa de la Ciudad de México La leyenda de Juan de Chavarría Además Además La leyenda de Juan de Chavarría 14 10 26 22 7 1 ¡ C o n o c e ! Ex convento de la Merced del canto coral al arte experimental del canto coral al arte experimental La Iglesia de la Santísima Trinidad La Iglesia de la Santísima Trinidad

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TESOROSde la CiudadTorre deBalvanera

Mapa de la Ciudad de México

Torre deBalvanera

TESOROSde la Ciudad

Mapa de la Ciudad de México

La leyenda de Juan de Chavarría

AdemásAdemásLa leyenda de

Juan de Chavarría

14 10 26 22 7 1

¡Conoce!

Ex convento de la

Merced

del canto coral al arte experimental

del canto coral al arte experimental

La Iglesia de la Santísima Trinidad

La Iglesia de la Santísima Trinidad

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Contenido

• Nota editorial / 5• La Ciudad de México / 6• Ex Teresa Del canto coral al arte experimental / 9• La Casa de la Custodia La leyenda de Juan de Chavarría / 15• La corporación y la piedra La iglesia de la Santísima Trinidad / 19• Ex convento de la Merced Una cara oculta / 24• Balvanera El templo con el campanario de turquesa y oro / 29• Transporte / 33

Contenido

Interior de Balvanera

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Claudia Yuridia García TorresCoordinadora Editorial

Omar Corzo DomínguezJefe de Redacción

Mayra Erika Chico OsornioDiseño

Berenice RamírezIconografía

Martha Gabriela Galicia GómezTipografía

Diana Yazmín Velasco GardidaEditor Grafico y Diseño

Editorial Tesoros de la Ciudad. Revis-ta semestral, mayo 2011. es una pu-blicación de la Facultas de Filosofía y Letras y una denominacion protegida por la Ley Federal deDerecho de Autor. Editor responsable Mayra Erika Chico Osorio. Derechos reservados.Teléfono: 55642186-55642156, ext. 251 y 252, [email protected], Ciudad Universitaria, Facultad de Fi-losofía y Letras Escribanos a: [email protected]. La reproducción parcial o total del material publicado está estrictamente prohibida. Los escri-tores declinan cualquier responsabilidad sobre la veracidad y legitimidad de los mensajes contenidos en los anuncios. El contenido de los artículos y notas periodisticas es responsabilidad de sus autores. Eventos, horarios y precios es-tan sujetos a cambio sin previo aviso. Impresa en México MMXI. Todos los de-rechos reservados.

TESOROSde la Ciudad

PortadaMéxicoFotógrafo: Berenice Ramírez CastroBalvaneraEl templo con el campanario de turquesa y oro

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Podemos pensar en recorrer grandes distancias, conocer nuevos lugares o visitar de nuevo nuestros sitios favori-tos, pero ¿Por qué no conocer lugares dentro de nuestra ciudad? La opción está en conocer edificios que guardan grandes historias, esos que se encuentran olvidados por

nuestra sociedad. Busquemos vivir algo inolvidable, conocer sobre nuestro pasado pero sobre todo apreciar la belleza que esconde la zona oriente del Centro Histórico.

Esa es la idea de esta edición, despertar el interés hacía edificios que son considerados patrimonio nacional y que, sin embargo, han perdido su importancia y significado a lo largo de los años quedando prácticamente en el olvido. Recorramos una pequeña ruta en donde trataremos de rescatar el Ex templo de Santa Tere-sa la Antigua, la leyenda alrededor de la Casa de Juan de Chava-rría, la maravillosa Iglesia de la Santísima Trinidad, el precioso Ex convento de la Merced, y terminemos con el Templo de Balvanera, aquel de la cúpula de turquesa y oro.

No es necesario salir de la ciudad para conocer sobre nuestro pasado, basta con mirar atrás y comprender la importancia que estos edificios tuvieron en su época. Pero esto no es suficiente, a través de ellos podemos construir una nueva historia que les dote de significado con el cual puedan trascender y revelar su pasado a póstumas generaciones. Los invito a conocer estos edificios ma-ravillosos y que una vez leídas estas páginas, sirvan de guía para que te animes a visitarlos. ¡Adelante!

EDITORIAL17.05.11

¿Por qué no conocer lugares dentro de nuestra ciudad?

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Plano de la Zona Oriente del Centro Histórico de la Ciudad de México

1. Ex Teresa. Del canto coral al arte experimental 2. La Casa de la custodia .La leyenda de Juan de Chavarría 3. La corporación y la piedra. La iglesia de la Santísima Trinidad 4. Ex convento de la Merced. Una cara oculta 5. Balvanera. El templo con el campanario de turquesa y oro

Ciudad de México

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a Ciudad de México fue construida sobre las ruinas de la antigua ciudad mexica de Tenochtitlán. Ya instalado Her-nán Cortés asignó a Alonso García Bravo en 1523 el pro-yecto de la traza, asignando el espacio y dividiéndolo en dos sectores para su ocupación: indígenas y españoles.

La traza de la ciudad se formó con un cuadro central en torno del cual se constituyeron calles y manzanas a partir de los sola-res que eran terrenos que reunían condiciones mínimas para ser edificados y en el que posteriormente su uso pudiera desarrollarse adecuadamente, los cuales fueron distribuidos a los españoles, destinados a templos y edificios públicos; esta traza comprendía un cuadro y su límite separaba la ciudad de los españoles de los cuatro barrios indígenas que se extendían alrededor de ella y un canal que hacia aún más evidente la separación estructural.Pero pronto esta delimitación se fue desdibujando por el creci-miento de la población y la cultura, acompañadas por las necesi-dades que cada habitante de la ciudad tenía ya fuera español o indígena.

Una historia de casi 500 años rodea y abraza al Centro de la Ciu-dad de México, albergando una gran variedad de monumentos arquitectónicos, que no sólo muestran su esplendor a simple vis-ta, pues acogen dentro de sí mismos su pasado, esperando que aquellos visitantes que se atreven a entrar en ellos logren cons-truir su historia junto a ellos.

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La Ciudad de México

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Uno de los edificios del centro histórico que esperan ser redescubiertos por los transeúntes y que resalta por la belleza

de su fachada es el ex templo de Santa Teresa la Antigua. Localizado a tan sólo una calle del Zócalo, en Primo de Verdad número 8, sobre-sale entre el tumult o que genera el comercio informal y por el contraste con los edificios que lo rodean. A un costado se localiza el Palacio de la Autonomía, un edificio de corte porfi-riano, y al final de la calle el museo y las rui-nas arqueológicas del Templo Mayor. Además el templo de Santa Teresa llama la atención por la inclinación de su estructura, a causa del hundimiento y la inestabilidad del suelo característico del centro histórico. La cons-trucción del templo se remonta al siglo XVII y está íntimamente ligada a la fundación del primer convento de carmelitas descalzas de la

Ciudad de México: el convento de San José, el cual se ubicaba en el espacio que actualmente ocupa el Palacio de la Autonomía. Esta funda-ción estuvo a cargo de dos monjas concepcio-nistas del convento de Jesús María, sor Inés de la Cruz y sor Mariana de la Encarnación. Cabe mencionar que las dos fundadoras de este convento tenían grandes cualidades mu-sicales por lo que el arzobispo de México Fray García de Santa María acudía constantemente al convento de Jesús María a escucharlas. La fundación del convento carmelita estuvo apo-yada por todos los órganos de gobierno: los virreyes marqueses de Guadalcazar, el arzo-bispo Juan Pérez de la Serna y el oidor de la Real Audiencia Juan de Quezada, por lo que no es de sorprenderse la cercanía tanto del palacio arzobispal como del palacio virreinal. . El 1° de Marzo de 1616 se realizó una cere-

Ex TeresaDel canto coral al arte experimental Texto y foto por Martha Gabriela Galicia Gómez

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monia y una procesión por toda la ciudad para recibir a las monjas en el nuevo claustro.

Pero ¿qué papel desempeñaban los conventos femeninos den-tro de la sociedad virreinal? Las monjas eran consideradas espo-sas de Dios y como tales se les veía como intercesoras de los hombres ante Dios a través de la oración. Dentro de este contexto se enmarca la fundación del con-vento de San José de la orden del Carmen, orden reformada por santa Teresa de Jesús la cual se-guía una regla más estricta que otras órdenes monacales. La vida al interior de este convento esta-ba regida por la oración, la medi-tación, la pobreza, el silencio y la soledad.

Las carmelitas buscaban la imita-ción de la vida de Cristo aumen-tando las penitencias, los ayunos y los rezos; la humildad y la obe-diencia debían ser los ideales de todas las monjas. Por esta razón El Dr. en historia Manuel Ramos Medina asegura que las religiosas del convento de San José era vis-tas por sus contemporáneos como la “imagen de santidad” dentro de la sociedad novohispana.

El coro era el espacio más im-portante al interior del conjunto conventual pues en él las religio-sas se dedicaban a la oración y a escuchar el oficio divino, además era el espacio en el que profesa-ban y emitían sus votos solem-nes. Pero también era el espacio en el que alababan y se acerca-ban a Dios mediante la música. La música determinaba el papel que la monja debía de seguir den-tro del convento. Si contaba con estas habilidades se le otorgaba el rango de velo negro o música. Esto quería decir que además de consagrar su vida a Dios a través de la oración, la penitencia y la

castidad, se dedicarían a tener una comunicación celestial con él a través de la música.

Estas monjas eran muy aprecia-das al interior del convento pues incluso se les llegaba a exentar del pago de la dote, la cual re-presentaba la principal fuente de ingresos del convento.

La cantidad que pa-gaban las monjas al ingresar al convento era de 4 000 pesos. De lo anterior podemos deducir que las mujeres que ingresaban a este convento pertenecían a la aristocracia peninsular y criolla y que contaban con un alto nivel de ingresos.

¿Sabías que…? La famosa poetisa Sor Juana Inés de la Cruz ingresó a este convento pero por la rigidez salió de él a los tres meses. Pero como muestra de reconocimiento a la or-den carmelita tomó el nombre de una de las fundadoras del con-vento de San José (Sor Inés de la Cruz).

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Del convento de SanJosé a Santa Teresa la Antigua.

La sociedad virreinal como heredera de un legado cul-tural cristiano e hispánico

retomó el culto a las reliquias y a las imágenes milagrosas, consideradas como tesoros de la fe. La iglesia anexa al con-vento de San José no se quedó atrás y en 1634 el arzobispo Pérez de la Serna donó al tem-plo de las carmelitas el Cristo de Ixmiquilpan y fue colocado en una capilla anexa al templo. Se cuenta que en 1615 este Cristo se encontraba muy de-teriorado y ennegrecido hasta que una noche se comenzaron a escuchar golpes y lamenta-ciones en la capilla en la que se encontraba anteriormente, las personas acudieron a ver qué era lo que pasaba y al ingresar encontraron al Cristo sudando agua y sangre y totalmente re-novado. Debido a esta noticia de su milagrosa renovación la imagen fue adquiriendo cada vez mayor veneración por par-te de la feligresía y la gente lo empezó a asociar con el con-vento, y el Cristo comenzó a ser conocido como el Señor de Santa Teresa. Debido a las malas condiciones en que se encontraba el tem-plo, en 1682 se inició la cons-trucción de uno nuevo teniendo como maestro de la obra a uno de los arquitectos más impor-tantes y prestigiosos del reino, Cristóbal de Medina y Vargas. La construcción del templo se terminó en 1684, adquiriendo la fisionomía barroca que aún conserva. El templo es de una sola nave, con una bóveda sobre el altar

mayor y dos portadas gemelas con columnas salomónicas que dan hacia la calle. Las portadas del templo de Santa Teresa, plenamente barrocas, están ri-camente ornamentadas, tienen juego de claroscuros el cual es dado por el tezontle con el que se edificó este templo, y tienen un sentido ascensional dado por las columnas salomónicas que las adornan. Estas colum-nas tienen como característica principal el sentido de movi-miento mediante un cordel que rodea el cuerpo de la columna y reciben su nombre a partir de la descripción que se hace en la Biblia de las columnas del gran templo del rey Salomón en Je-rusalén. El templo fue dedica-do a la Virgen de la Antigua y la gente comenzó a asociar la imagen de la virgen de la Anti-gua con el de Santa Teresa de Jesús y fue entonces que se le empezó a llamar Santa Teresa

la Antigua. Esta identificación de la sociedad con el conven-to se vio reflejada incluso en el nombre de la calle que duran-te el siglo XVII fue nombrada como cerrada de Santa Teresa.

Vista de las portadas gemelas del templo de Santa Teresa la Antigua. Se pueden observar las columnas salomónicas representativas del barroco novohispano.

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En contraste con esta suntuosidad del barroco en el exterior del templo, al interior la decoración es muy so-bria. Al entrar al templo se tiene la sensación de estar ingresando a otro lugar. Esta sensación se explica pues para el año de 1798, viendo las monjas carmelitas que la capilla del Cristo resultaba insuficiente para recibir a tantos feligreses que acudían a venerar la ya céle-bre imagen, consideraron indispensable dedicar una nueva y amplia capilla al Señor de Santa Teresa. Para la reedificación de la capilla se nombró a los mejores maestros de la recién fundada Real Academia de San Carlos. Para los adornos y esculturas se nombró a Ra-fael Ximeno y al célebre arquitecto valenciano Manuel Tolsá, a quién se le debe el decorado neoclásico de la capilla. Las obras concluyeron el 15 de Mayo de 1813 y el templo fue reabierto en plena lucha por la indepen-dencia. Uno de los elementos más hermosos al interior del templo y que sobresale en el cielo del primer cuadro de la ciudad es la cúpula que adorna la antigua capi-lla del Cristo de Santa Teresa. Esta cúpula es obra del arquitecto Lorenzo de Hidalga quien, tras el terremoto que sacudió la ciudad de México en 1845 que ocasionó el derrumbe de la cúpula, la bóveda de la capilla y de las pinturas de Ximeno y Planes, se dio a la tarea de reconstruirla. A Hidalga se le debe el diseño actual de la cúpula de doble tambor, el cual permite la entrada de la luz solar que ilumina toda la cúpula y que hace resaltar las pinturas que se encuentran en su interior. La cúpula está coronada por una pequeña linternilla falsa, que hoy se conserva.

Un nuevo estilo: el neoclásico.

¿Sabías que…?En las celdas del con-vento fue encerrada La corregidora, Doña Josefa Ortiz de Domín-guez, al ser descubier-ta la conspiración de Querétaro.

En lo que corresponde al decorado de la parte interior de la cúpula se le confirió al poblano Juan Cordero, quien realiza el mural “Dios Padre rodeado de las virtudes”, y en las pechinas (las esquinas exteriores de la cúpula) de ésta pinta a los apóstoles San Juan, a San Lucas y San Marcos, dejando la pintura que de San Mateo rea-lizó Ximeno y Planes. Lo que destaca de estas pinturas, además de su valor artístico es que las nubes sobre las que se colocan a los apóstoles salen de las pechinas dándoles un sentido de relieve. A Juan Cordero también se le deben las alegorías a la ciencia y las artes que rea-lizó a ambos lados de los ventanales principales.

La capilla del Señor de Santa Teresa

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De la vida espiritual a la vida intelectual y artística. Ex Teresa Arte Actual y Museo de la Autonomía universitaria.

Durante todo el siglo XIX, el templo siguió manteniendo sus funciones religiosas hasta 1930, pero el convento sufrió grandes transformaciones tan-to en sus funciones como en su estructura física. En 1910, a causa de los festejos del cen-tenario de la independencia y bajo la dirección de Justo Sie-rra se logró la reapertura de la Universidad Nacional por lo cual se destinó el espacio ante-riormente ocupado por el con-vento carmelita como sede de

la rectoría de la nueva Univer-sidad. El convento fue demoli-do y en su lugar se construyó el edificio de carácter ecléctico que hoy se conserva. Desde ese entonces el edificio ha sido sede de un gran número de dependencias universitarias: la Escuela Nacional Preparato-ria, la Escuela de Odontología y actualmente sede del museo de la Autonomía universitaria, pues en su interior se firmó el acta que otorgaba la autono-mía a la universidad en 1929.

En 2004 se reabrieron las puer-tas de este edificio, convertido en el Palacio de la Autonomía, a cargo de la Universidad Na-cional Autónoma de México. En el interior del museo podemos visitar una exposición sobre la autonomía universitaria y la es-cuela de odontología. Asimismo en una sala que fue adaptada con piso de cristal (ventanas arqueológicas), podemos ob-servar algunas ruinas del con-vento de San José de carmeli-tas descalzas y de la casa de

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Juan Luis de Rivera, que datan de siglo XVI y XVII. El horario del museo y las visitas guia-das es de 10: 00 a 17:00 hrs. y la entrada es gratuita.

A su vez el templo fue utilizado por el gobier-no como sede de las oficinas del Diario Oficial de la Federación y posteriormente como sala de conciertos. Es importante destacar que el elemento artístico, y en concreto el musical, ha sido un común denominador de este tem-plo pues en sus inicios fue fundado por dos monjas concepcionistas con grandes dotes musicales. El sonido y la música resuenan en las bóvedas del Ex Teresa: experimentos con medios electrónicos reemplazan lo que alguna vez fuera el canto coral. A partir de 1993 has-ta la fecha, alberga el proyecto de cultura del Instituto Nacional de Bellas Artes denominado Ex Teresa Arte Actual, en el cual se exponen muestras de la cultura y el arte contemporá-neo desde música, diseño, arte, moda y ar-quitectura. Aquí también se realizan visitas guiadas de Lunes a Viernes de 11 a 13 hrs. sin costo alguno.

Después de visitar este tem-plo carmelita seguiremos nuestro recorrido hacia la casa del Capitán Juan de Chavarría la cual conserva en su fachada un elemen-to religioso, ¿quieres saber cómo llegó hasta ahí? Acom-páñanos a descubrirlo.

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La Casa de la custodia La leyenda de Juan de Chavarría

Texto y foto por Omar Corzo

Hoy en día es habitual el que reconozcamos y re-memoremos diversas

cosas que consideramos im-portantes, desde un diploma hasta un monumento. En la historia encontramos innume-rables ejemplos de la práctica de admirar y recordar cosas que en un tiempo determinado se consideraron de gran rele-vancia, pero acercarnos y pre-guntarnos por qué, nos puede dar un amplio vistazo de una época lejana a la nuestra. Para no ir muy lejos, el centro histó-rico de nuestra ciudad reguar-da muchos de estos ejemplos, ya que desde que se fundó, una práctica cotidiana fue que se colocaran distintos elemen-tos en iglesias y otros edificios religiosos, los cuales nos per-miten entender la función e importancia que tuvieron en su tiempo.

Pero no sólo edificios religiosos gozaron de esta característica, también edificios civiles osten-taron en algunos casos ele-mentos de este tipo en recono-cimiento o alusión a un suceso importante, como la casa del capitán Juan de Chavarría, ubi-cada en la calle de Justo Sierra núm. 53 y 55. Chavarría fue una figura renombrada den-tro de la sociedad novohispana del siglo XVI, sobre todo por su apego a la religión; su casa que hoy en día tiene la catego-ría de monumento, resguarda en la parte más alta de la fa-chada un elemento por demás curioso, una mano de piedra

sosteniendo una custodia. En pocas palabras, una custodia no es más que el símbolo que representa el vino y el pan, la sangre y el cuerpo de Jesucristo, y que está representado por el cáliz que podemos observar en las misas cristianas de hoy en día, la cual se caracteriza por tener forma de estrella o sol con rayos, su importancia radica en que es el sacramento más importante del culto cristiano: el de la Eucaristía Pero aquí algo no cuadra, hasta ahora hemos hablado de una casa, que tiene en su fachada un elemento asociado a la religión. ¿Cómo llegó un elemento religioso a la casa de una persona común?, averigüémoslo juntos, remontándonos a la inolvidable noche del 11 diciembre de 1676.

La festiva noche del 11 de diciembre de 1676.Para dar respuesta a la pregunta es importante traer a colación un episodio que marcaría de forma notoria a la casa de Juan de Chavarría. Esta fue su “hazaña heroica” en la Iglesia de San Agustín, donde según apunta la leyenda, durante la celebración

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del 11 de diciembre en honor a la virgen de Guadalupe, un la-drón trató de robar la custodia de oro que se encontraban en la iglesia y ocasionó un incen-dio. En medio de aquel infier-no, y con una multitud alterada por lo sucedido, un hombre se abalanzó entre las llamas, para salvar del fuego al cáliz de la iglesia. A su salida, la multi-tud casi de rodillas, miró atóni-ta aquella escena, donde parecía, que lo que había salido de la igle-sia era un héroe.

A manera de reconocimiento por este acto, se le permitió colocar en la parte más alta de su casa, esculpido en piedra, el mismo ele-mento que había salvado de las llamas. Una mano sosteniendo una custodia de piedra ahora coronaría la parte más alta de su casa. Que si bien no era nueva, se converti-ría en toda una referencia, ya que ahora se le conocería como “casa de la custodia” entre la sociedad de aquel tiempo. Esto llevó a Juan de Chavarría a volverse una figura reconocida dentro de la sociedad novohispana, ya que hasta ese momento no era común encontrar un elemento cristiano como la cus-todia en una construcción civil, su-mada a la trayectoria altruista del capitán, haría que hasta la calle que recibía el nombre de Donce-les, comenzara a conocerse como calle de Chavarría. Este “acto heroico”, nos deja en-trever que la religión era muy im-portante para la gente que vivió en la capital novohispana en aquel tiempo, ya que un acto así fue de digno reconocimiento. Valdría la pena cuestionarse si al entrar a la iglesia en llamas, Juan de Chava-rría hubiera sacado un objeto dife-rente, la admiración o el reconoci-miento hubiera sido el mismo. No sorprende que haya sido tal objeto el rescatado y no otro, como un sombrero o un florero.

La casa de la custodiaJuan de Chavarría no fue ni el primer ni el único en habi-tarla, pero sí el más recorda-do y destacado en relación a la propiedad. La casa ya había pertenecido a importantes fi-guras de la aristocracia novo-hispana como el gobernador Francisco de Ordiñola, desta-cado colonizador de los terri-torios del norte del virreinato o Antonio Maldonado, oidor de la Real Audiencia, funcionarios de gran importancia durante la Nueva España del siglo XVI y XVII. Para principios del siglo XVII, momento en que Juan de Chavarría adquirió la pro-piedad, se dieron importantes cambios tanto físicos como so-ciales en la Ciudad de México. Las construcciones empezaron a perder su aspecto y carac-terísticas defensivas, en pro de nuevas tendencias e ideas

La custodia de piedra en la parte más alta de la fachada

Imagen del rescate de la custodia por Juan de Chavarría publicada en Las calles de México: Leyen-das y sucedidos de Luis González Obregón

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arquitectónicas como el barro-co, que marcarían la imagen de las construcciones civiles y religiosas de este siglo.

La casa del capitán gozaba para ese momento de características muy particulares que la relacio-naban con la nueva imagen ba-rroca de las construcciones. La zona oriente de la ciudad, en la que se encuentra, empezaba a mejorar su imagen con respec-to a la mala fama que la había caracterizado durante el siglo pasado. Empezaba a ocuparse por personas adineradas que habían hecho su fortuna gra-cias a las nuevas actividades que florecían, principalmente el comercio y la minería. Los cuales no solo verían en estas actividades una nueva fuente de riqueza, sino un nuevo fun-damento de poder y prestigio social.

Su casa, al igual que la de muchos adinerados de la épo-ca que vivían en la zona más próxima al centro de la ciudad, tenía un patio alrededor del cual se encontraban los demás cuartos de la casa.

Juan de Chavarría vería su ac-cionar dentro de un ambiente marcado por estos conceptos: poder y prestigio, y no pocas serían las ayudas económicas o en especie que prestó a dis-tintas instituciones tanto civiles como religiosas, como forma de conseguir prestigio y reconoci-miento. Un ejemplo fue que dio el dinero necesario para termi-nar la iglesia de San Agustín, razón por la cual fue nombrado caballero de la Orden de San-tiago, la orden más importan-te y poderosa, que al igual que otras instituciones medievales como la cofradía, se reavivó durante esta época con una

nueva función, ya no de carác-ter militar, sino para defender la fe de una forma simbólica. A si mismo dirigió la archicofra-día del Santísimo Sacramento, organización encargada de mo-derar la ayuda económica de las personas adineradas en be-neficio de los más necesitados, lo cual también dotaba de gran fama y prestigio dentro de la aristocracia de aquel tiempo.

Todo esto hizo que Juan de Cha-varría fuera un personaje muy famoso y conocido dentro de la sociedad de la Nueva España, ya que también se había casa-do con la hermana de uno de los condes de Orizaba. Motivo por el cual, la figura del Juan de Chavarría fue idealizada y sería un hecho en particular lo que detonaría y culminaría la gran fama que ya le concitaba para ese momento la sociedad novo-hispana. El episodio del 11 de diciembre de 1676, fue el mo-mento donde todas esas ideas

de fama y prestigio culminaron en un único reconocimiento, ya que fue visto como un héroe, que más allá de sus diversas obras de caridad, supo ser un buen cristiano en un momento donde lo que preocupó a la ma-yoría de las personas fue salvar su vida.

Por tal razón, la casa del capi-tán Juan de Chavarría se volvió toda una referencia en la incluso después de su muerte. Distintas figuras distinguidas ocuparían su casa después de la muerte de Juan de Chavarría. Ya bien entrado el silgo XVIII siguió te-niendo ocupantes destacados de la aristocracia novohispana, como el también caballero de la Orden de Santiago y teso-rero de la Real Casa de Moneda Francisco Antonio de Medina y Picazo; también destaca Anto-nio Estebanez Mestre y Tello y el canónigo Diego Monroy.

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Mirando hacia siglo XVIIIHacia finales del siglo XVIII la casa fue embargada por las au-toridades novohispanas ya que gozaba del servicio de agua de manera ilícita, el punto nodal del pleito fue una confusión en cuanto al nombre de la calle donde se encontraba la propie-dad. El documento señalaba la calle de Donceles como domici-lio, pero la autoridad real seña-laba que esa calle se llamaba de Chavarría, en fin, el conflicto se solucionó una vez comprobado que popularmente se conocía el último tramo de Donceles para finales del siglo XVIII como de Chavarría.

Los nuevos cambios y transfor-maciones políticas que acaece-rían en la Nueva España durante el siglo XIX, hacen pensar que llevaron a un paulatino olvido, no tan arbitrario de la casa de Juan de Chavarría. Si bien, en un principio los valores de tipo religioso habían llevado a una resignificación por una hazaña considerada heroica por parte de una sociedad sumamente re-ligiosa. Ahora, los nuevos cam-bios suscitados desde la Inde-pendencia hasta la separación de la Iglesia y el Estado duran-te la Reforma, nos hablan una vez más de nuevos valores que se ponen de manifiesto una vez que los imperantes hasta ese momento pierden vigencia. Lo cual lo podemos ver reflejado en la nula información acerca del destino de la casa del capi-tán Juan de Chavarría durante este periodo, lo que nos deja ver que nuevos valores de ca-rácter secular habían llevado al olvido, en cuanto a cierto des-dén, a los edificios que alguna

vez guardaron un vínculo cer-cano con el ámbito religioso.El nuevo salto importante, no fue sino hasta 1931 cuando fue nombrado monumento, lo que nos habla pese al vacío del si-glo precedente, de la supervi-vencia de la importancia de la custodia y de la casa de Juan de Chavarría, aunque ya no bajo los mismos valores que en su época los habían animado. Desde 1931, hasta las publi-caciones cercanas a la década de los cincuenta, la casa del capitán figuró en los estudios de arquitectura colonial, sobre todo en el estudio de Marroquí Las Calles de México, así como en el episodio referente a la ca-lle de Donceles , en la obra de Obregón Las Calles de México: leyendas y sucedidos.

Hoy en día, es posible visitar el inmueble, que sirve de sede a una institución gubernamental, El Seguro Mutualista del Maes-tro perteneciente a la Secreta-ría de Educación Pública (SEP), y poder observar aquel pecu-liar elemento, una mano sos-teniendo una custodia, y en un esfuerzo de gran imaginación poder comprender que distin-tas ideas y valores a lo largo del tiempo han determinado formas específicas de compor-tamiento. La casa de la custo-dia, es un puente entre nuestro presente y ese pasado lejano, que a partir de una práctica que parecería en un principio la misma, “reconocer” algo impor-

tante, nos permite acercarnos a otros valores, que animaron prácticas muy parecidas a las que tenemos hoy en día, pero con base en ideas y conceptos diferentes.

Estos edificios entonces, nos permiten entender en nuestro presente esas ideas y concep-tos de otros tiempos. La mone-da queda en el aire, y sólo que-da visitar la casa de la custodia y preguntarse, si en verdad podemos entender estas ideas, y si por tal motivo, resulta im-portante el conservar estos edi-ficios aunque ya no tengan la función que alguna vez les dio origen. Recuerda que también la imagen tuvo un papel funda-mental en los edificios religio-sos, donde también se plasma-ron ideas de diversa índole, si te interesa ver un ejemplo de esto puedes visitar la iglesia de la Santísima Trinidad. Que con sus dos fachadas, fruto de una historia muy curiosa, tiene mucho que contar.

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La corporación y la piedraLa iglesia de la Santísima Trinidad

Siguiendo con nuestro recorrido, caminemos entre puestos hasta llegar a la calle de Emiliano Zapata en donde daremos vuelta y poco antes de llegar

a la calle de la Santísima, algo aparecerá ante nuestra vista, la iglesia de la Santísima Trinidad, la cual nos reci-be con su hermosa fachada barroca. No sólo la fachada atrapa nuestra atención, el hundimiento de la iglesia nos sorprende, pues se encuentra muy por debajo del nivel del suelo y para poder entrar a la iglesia es necesario ba-jar por las escaleras que se encuentran a un costado.

Las fachadas de la Santísima Tri-nidad, están hechas de tezontle y chiluca, elementos característicos del barroco de la época virreinal. La fachada principal va dirigida a la «Santísima Trinidad», y

Texto y foto por Claudia Yuridia García Torres

si la vemos verticalmente está dividida en tres partes, y un remate. El barroco churrigueresco se caracteriza por la representación de diversos elementos como vegetales, formas geométricas, conchas, ángeles y figuras antropo-morfas.Empezaré a describir los elementos principales de la fachada, así que no se pierdan. En la parte central, de sur a norte, apreciamos un medallón con la tiara papal y las llaves de San Pedro colocadas sobre un libro, arriba de éste hay una guardamalleta con la cara de un querubín. En seguida, se encuen-tra el relieve principal de la fachada, la «Santísima Trinidad», ahí vemos a Dios Padre sentado y a sus pies se encuentra su hijo Jesús desfallecien-do, al costado derecho de Dios, y con las alas desplegadas encontramos el Espíritu Santo. En el remate vemos el óculo, que es el por donde entraba la luz solar para alumbrar el interior de la iglesia.

Si miramos con detalle los pequeños medallones, nos daremos cuenta de que cada uno de los cubos representa a los «Doce Apóstoles», se encuentran tres en cada estípite, y en la mano lle-van un libro que representa el Nuevo Testamento.

En el primer cubo vemos a «San Ju-das Tadeo», que sostiene una alabar-da con el que fue decapitado; «San Juan» apóstol y evangelista que no murió martirizado, está representado por una copa de la cual sale una ser-piente. Contaré rápidamente la histo-ria detrás de ésta copa: se dice que la copa de vino fue envenenada por el emperador Dioclesiano y le ordenó a San Juan beberla, pero el veneno huyó de la copa en forma de serpiente. En el tercer medallón se encuentra «Santo Tomás» que sostiene en la mano iz-quierda una escuadra; al respecto dice

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la leyenda que le fue ordenado construir el palacio del rey Go-dofredo, pero el apóstol repar-tió el dinero entre los pobres y el edificio entonces quedó edi-ficado en el cielo.

En el segundo cubo aparecen «San Felipe», quien realizó va-rios milagros con ayuda de una cruz; «San Pedro», príncipe de los apóstoles, por lo que sostie-ne las llaves del cielo; y «San-tiago el Mayor» santo patrón militar de España.

En el tercer cubo se encuen-tran, «Santiago el Menor», que murió en manos de una turba enfurecida que lo atacó con mazas y garrotes; «San Pablo», se convirtió en cristia-no cuando tuvo una visión de Jesús, recibiendo así el nombre de “Misionero de los Gentiles”; y «San Bartolomé», quien fue

desollado y después crucifi-cado en Grecia. En el último cubo encontramos a «San Si-món Zeloteo». Respecto a di-cho apóstol se cuenta que cortado con una sierra y otros afirman que fue crucificado; «San Andrés», crucificado en Grecia; «San Mateo», apare-ce con una hacha con la que fue martirizado en Etiopía.

En toda la fachada podemos ver diez esculturas que repre-

sentan a cinco obispos, cuatro papas y un presbítero. No hay suficiente información para po-der identificarlos y sólo gracias a las características como la tiara papal, podemos saber a qué rango pertenecían.

Para terminar con ésta facha-da hay que explicar la impor-tancia que tuvo la imagen de la «Santísima Trinidad». Primero debemos tomar en cuenta que es un dogma de fe muy impor-tante para el cristianismo, pues refleja la verdad y establece a tres personas totalmente dife-rentes, el Dios omnipotente y omnipresente, el Hijo, segunda persona, que es el encargado de guiarnos con su padre y el Espíritu Santo, procedente del Padre y del Hijo como un prin-cipio de espiración. Con estos elementos, la sociedad se iden-tifica más con Dios.

Ahora acompáñenme a ver la fachada lateral, otra máxi-ma expresión de la iglesia de la Santísima Trinidad. En ésta existen cinco representaciones

El relieve de la «San-tísima Trinidad» es el más importante

de la fachada.

San Pedro

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iconográficas. En el nicho cen-tral se encuentra «San Pablo» de pie, con barba, túnica y un manto.

Sostiene bajo el brazo izquier-do un libro el cual representa el Nuevo Testamento, como ya se mencionó anteriormente; con la otra mano toma la em-puñadura de una espada con la que castigó a los cristianos an-tes de su conversión.

En el primer cuerpo sobre la clave del arco de la puerta, aparece un relieve en donde se representa la «imposición de la casulla a San Ildefonso»; en la calle central del cuer-

po hay un medallón circular en donde está representado

«San Antonio Abad». En el se-gundo cuerpo, la pilastra tiene un medallón de forma ovalada con la representación en relie-ve de un santo, el cual se ubi-ca a la derecha de «San Juan Bautista». En el medallón si-tuado a la izquierda, se logra apreciar a un santo con barba que sostiene un libro cerrado y en la mano derecha, dos obje-tos que se cruzan. Así termi-namos con los elementos ca-racterísticos de esta fachada.

Con este tipo de arquitectura, pensamos que la iglesia tuvo

grandes entradas económicas para la realización de éstas, sin embargo, debemos tomar en cuenta que no fue así.

La iglesia no contó con recursos considerables debido a que las cofradías que estaban a cargo de ella, se unieron buscando su propio beneficio. Pero antes de continuar debemos enten-der, ¿Qué es una cofradía? Las cofradías eran comunidades de devoción que otorgaban a sus cofrades ayuda mutua, espa-cios de liturgia para conferir sus vidas diarias, lugares para culto divino, al mismo tiem-po no admitían a cualquier persona, pues contaba con un reglamento propio en donde se especificaban los requisitos para ser admitido. La mayoría de los congregantes entraban buscando popularidad, pues al ser miembro se obtenían privi-legios y deberes “especiales”.

Fue en el año de 1580 cuan-do la cofradía de la Santísima Trinidad y la de San Pedro se unieron para poder edificar una iglesia y venerar a sus respec-tivas imágenes.

Así la construcción de la iglesia se logró gracias a esta unión, pues la Cofradía de San Pedro al no tener un lugar para edificar su iglesia y promover su culto buscaba una ermita, mientras que la cofradía de la Santísima Trinidad le permitió unirse y edificar la iglesia dentro de sus territorios. De esa forma ambas

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se beneficiaron ya que esto no sólo representaba la edificación de una iglesia, sino el aumento de popularidad dentro de la sociedad de aquel tiempo.

La fundación de la iglesia de la Santísima Trinidad fue en el año 1667, ya que los cofrades de San Pedro se tardaron en cumplir la promesa de la edificación, por tal motivo para 1610 la cofradía de la Santísima los demandó. Ésta fue la primera de muchas demandas entre estas congregaciones, pues mientras una no cumplía con lo establecido por falta de ingresos, la otra pedía urgentemente una iglesia en donde llevar a cabo su culto. Las disidencias terminaron en 1689 cuando ambas cofradías firmaron una “escritura” en donde los congregantes aceptaban poner fin a sus problemas y cumplir cada quien con lo acordado. Antes de firmar la “escritura”, las disputas y la falta de recursos económicos, detuvieron la construcción de la iglesia en diversas ocasiones. Por estos acontecimientos se tuvieron que pedir limosnas, entre las que hubo algunas considerables. Sin embargo, la mayoría de las donaciones eran otorgadas por la sociedad cuando asistían a misa, otras eran de materiales para construcción. Al paso de los años, la edificación de la iglesia se atrasaba más, ya que algunas donaciones iban

dirigidas a las restauraciones de la misma, pues el hundimiento y las inundaciones que ésta sufría, impedía que la iglesia estuviera en buenas condiciones.

Las restauraciones no frenaron a las cofradías en su intento de plasmar sus ideales en las fachadas, si bien, cada cofradía tuvo el poder sobre cada una. En mi opinión, la fachada principal, corrió a cargo de la cofradía de la Santísima Trinidad, pues fue la que gozó de mayor fama; la fachada lateral estuvo resguardada por la cofradía de San Pedro, pero ante el

carecimiento de popularidad, paso de largo ante la vista de los fieles que asistían a misa. ¿Ustedes la hubieran visto? ¿Les habría llamado la atención? Supongo que no.

Lo importante es que, a pesar de tener la misma corriente arquitectónica, las fachadas son totalmente diferentes. La cofradía de la Santísima Trinidad logró plasmar la importancia del Padre, Hijo y Espíritu Santo, creando un vínculo social con los feligreses que concurrían a ella; pero esto no es todo, pues en la fachada

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principal, también encontramos las llaves de San Pedro, lo cual significa que ambas cofradías dejaron plasmada su estancia en la iglesia en el lugar más representativo.

La cofradía de San Pedro, en su fachada no utilizó aquél que posee las llaves del Cielo, sino a San Pablo, así logró expresar lo que para ellos tenía mayor importancia como fue la conversión al cristianismo.

Aunque ambas cofradías plasmaron sus ideas en la fachada principal, se nota que la que tuvo mayor importancia, y no sólo fama, dentro de la sociedad novohispana fue la cofradía de la Santísima Trinidad. La cofradía de San Pedro casi fue olvida, y ante la gente sólo existía la primera. Sin embargo, este prestigio se perdió a lo largo de los años, pues con el constante cierre de la iglesia y debido a las inundaciones, la gente dejó de asistir frecuentemente; aparte de que los cofrades estaban preocupados por vender los territorios de lo que alguna vez fue el Hospital de San Pedro, el cual estaba junto a la iglesia.

A pesar de que ambas congregaciones desaparecieron, hay que decir una vez más, que su presencia quedó plasmada en las fachadas de esta iglesia, pues ambas buscaron su significación por medio

de la representación física, otorgándole un mayor apego con la sociedad mexicana.

Actualmente esta preciosa iglesia se encuentra casi abandonada y en nuestras manos esta rescatarla del olvido, ya que independientemente de su historia a través de los años, es una de las pocas con arquitectura churrigueresca en nuestra ciudad. Observen, retrocedan en el tiempo, en donde esta iglesia pueda mostrarnos su grandeza, su belleza. No esta ahí para olvidarla, ustedes como turistas o como vecinos pueden salvarla. Así que ya saben no duden en visitar la iglesia de la Santísima Trinidad, símbolo de nuestro pasado.

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Estamos detrás de Palacio Nacional territorio virgen para el turista, pero habitual para el consumidor capitalino. Continuando nuestro recorrido y esquivando puestos llegamos por la calle de Corregidora, hasta Jesús María y con rumbo hacia el sur en dirección a la calle de República de Uruguay

número 170 de inmediato, tres arcos de piedra llaman nuestra atención, es la entrada de una de las joyas más hermosas: el claustro del Ex convento de la Merced.

Es una de las caras ocultas del Centro Histórico de la Ciudad de México. Oculta porque no

es mencionada en los folletos turísticos. Oculta porque su valiosa edificación queda agazapada entre tiendas, puestos ambulantes y una masa de compradores.

El claustro es el vivo recuerdo de lo que alguna vez se constituyó como un gran

Ex convento de la MercedUna cara oculta

Texto y foto por Mayra Erika Chico Osornio

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conjunto conventual de estilo mozárabe que se caracteriza por la fusión de dos estilos artísticos: el católico y el musulmán; que abarcaba lo que hoy conocemos como las calles de Jesús María, República de Uruguay, Venustiano Carranza y Roldán. Establecido por la orden de Nuestra Señora de la Merced de Rendición de Cautivos, de los mercedarios, o de la misericordia, fundada en 1218 por San Pedro Nolasco. La llegada de estos mercedarios a la Nueva España se dio de manera paulatina desde el arribo de Hernán Cortes con fray Bartolomé de Olmedo mercedario de carrera, recibiendo en 1531 un solar que un vecino de nombre Gonzalo Gómez tenía por el oriente de la ciudad y que otorgó en limosna para los padres.

Así, los mercedarios levantaron un altar y comenzaron a cele-brar sus misas, pero el Previsor del Arzobispado se opuso a ello; les derribó el altar les prohibió celebrar misas e incluso los en-vió con Pedro de Alvarado para la conquista y pacificación de Guatemala, donde finalmente, construyeron su primer con-vento en América, en el año de 1538. De esta suerte los mer-cedarios lograron consolidar su empresa, aunque esta se diera fuera de la Nueva España.

A lo largo de 60 años la comu-nidad mercedaria realizó repe-

tidos intentos enfocados a la obtención de licencias civiles y eclesiásticas para fundar en la cuadrícula española de la Ciu-dad de México, donde los es-fuerzos más fructuosos para el establecimiento de la orden, se dio en 1588. Encabezados por fray Mateo García, comenzaron la ofensiva enviando de Gua-temala, (en donde ya se en-contraban bien establecidos), algunos mercedarios a estudiar artes y teología que propiciaría su asentamiento en un colegio o casa de estudiantes.

Se alojaron en un principio en el hospital de San Hipólito, lue-go se trasladaron al de San Lá-zaro y ahí se comenzaron con

los esfuerzos para que se les diera el permiso de fundación. Pero esta ofensiva no fue acep-tada por el virrey Villamanrique y negó concederles la licencia para su residencia, pues ya se pintaba un cuadro sombrío del número de religiosos que ha-bitaban en la Nueva España y los efectos desastrosos para la vida económica.

A pesar de esto el 11 de Enero de 1592, obtuvieron una real cédula que ordenaba a las au-toridades de la colonia apoya-sen la fundación. Fue el virrey conde de Monterrey protector de los mercedarios, quien en 1602 puso la primera piedra del templo en lo que hoy es

Entrada actual en la calle de República de Uruguay

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República de Uruguay esquina con Jesús María. En donde se encontraban la acequia Real, el canal prehispánico que comu-nicaba con Xochimilco, el puen-te de Roldán, principal puerto interior de la ciudad, en donde acudían los vendedores de los tianguis para surtirse de gra-nos en la Plaza de la Alhóndiga y comprar hortalizas transpor-tadas por el canal.

Rodeada por estas condicio-nes de comercio favorables el templo contaba con una igle-sia primitiva, dormitorio con 14 celdas y un refectorio. Sin

embargo la orden crecía consi-derablemente y no tenía la ca-pacidad para dar cabida a los numerosos fieles que a diario concurrían, y se hizo necesario construir un nuevo convento e iglesia, así que se decidió otor-gar el templo inicial a la Terce-ra Orden.

A cargo del proyecto quedó el arquitecto Lázaro Torres y con sus indudables dotes de con-vencimiento los mercedarios fundaron un patronato de 100 devotos de la orden que apor-tasen 1000 pesos cada uno, en-cabezando la lista se encontra-ba el Virrey Cerralvo. Las obras duraron 20 años, pues se fue ampliando con la compra de casas, de un mesón adyacente y el tapamiento de la calle del Consuelo hoy Talavera.

El conjunto del inmueble ya ocupaba una superficie de dos manzanas, divididas por la ca-lle de Talavera; al norte con Venustiano Carranza y donde se localiza la Plaza Alonso Gar-

cía Bravo y al sur por República de Uruguay. Contaba con ante portería y portería, varios sa-lones, biblioteca, cuatro patios, infinidad de celdas, refectorio, cocina y un noviciado con sus áreas comunes.

La sólida base económica lo-grada por la orden mercedaria

en el siglo XVII pone de relieve la sagacidad de sus dirigentes y lo atinado de la política de sus fundaciones, pues se buscó fundar en lugares donde exis-tiera gente opulenta que pu-diera mantener sus limosnas en

¿Sabías que…? El nombre de “la Merced” es dado por la fundación de los merceda-rios, con el cual se ha conocido desde entonces el pobladísimo y bullicioso barrio.

¿Sabías que…? El primer lugar don-de se alojaron los mercedarios en la Ciudad de México fue el Hospital de San Hipólito que era para enfermos mentales y el segundo fue el de San Lazaron que era para leprosos.

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un cierto rango para el mante-nimiento de la orden, como lo fueron las donaciones, capella-nías, legados y testamentos de bienhechores.

Era bastante común que los frailes criollos, hijos de algún rico comerciante peninsular, recibiesen cuantiosas heren-cias al morir su padre, y estaba establecido en los testamentos que estas posesiones pasaban a ser de la orden, junto con el apadrinamiento o custodia del menor.

Para el año de 1854 los mer-cedarios ya no contaban con el apoyo de sus principales be-nefactores y la situación que se vivió dentro de la sociedad mexicana con una independen-cia y con un país sumamente

fragmentado y en búsqueda de la construcción de un Estado, dieron pie al declive de la or-den. Tal vez al darse cuenta de las circunstancias que se vivían con la proclamación del Plan de Ayutla en contra de Santa Anna, dio pie a que los mercedarios pusieran a la venta algunos lo-tes, y para 1857 con el triunfo liberal y la consiguiente aplica-ción de las Leyes de Reforma, el convento de la Merced, igual que muchos otros sucumbió ante el robo y la rapiña.

En 1861 fue cuando se aprobó el proyecto para la demolición del conjunto conventual para la construcción en el mismo lugar

de un nuevo mercado para la capital. Su situación al oriente y próximo a la principal vía de introducción de abastos resul-taba favorable para sanear el centro de la ciudad y enviar al comercio a una zona periféri-ca.

La importancia del merca-do de la Merced quedó mos-trada por el monto de las recaudaciones fiscales que se conseguían de su uso. Así nació el famoso mercado de la Merced como un sitio al aire libre y después como un local de mampostería que se levantó sobre los restos del histórico convento. Que fue de-rrumbado, formándose la plaza que aún persiste, y quedando como única pieza sobreviviente el claustro.

La Merced durante el periodo que va de 1920 a 1940 aumen-tó año con año el número de bodegas y puestos con mer-cancías de diferentes partes del país y conservó su carácter hegemónico. A causa de su in-cesante crecimiento su espacio fue insuficiente para todos los comerciantes, teniendo así que instalarse en las calles adya-centes. Información de los vie-jos vecinos comerciantes de la Merced señalan el año de 1930 como la fecha en que dio co-mienzo el mayor auge econó-mico y demográfico de la zona. Esta zona comercial y en par-ticular en el año de 1957 lle-

go a ser el mercado más im-portante de la capital con una invasión de 110 calles, 5 plazas por 7 mil puestos fijos semifi-jos y ambulantes. En conse-cuencia las condiciones higié-nicas así como las facilidades para la compra y venta de los productos eran desfavorables. La imposibilidad de mantener un control eficiente de la zona trajo consigo la seguridad. La circulación imposible de vehí-culos, y la carga y descarga de productos sumamente difícil.

Sumergida entre bullicio y co-mercio el claustro del ex con-vento quedó en 1996 otorgado para su restauración y preser-vación a la Academia de Ar-tes, y hoy en día le pertenece al gobierno federal, en destino legal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que actualmente participan en conjunto para la creación del Museo Textil, un proyecto am-bicioso que llevara al claustro a un nuevo proceso de trans-formación, motivo por el cual

Escalera principal

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el acceso es restringido por el momento.

Con este recorrido no queda más que afirmar que es nece-sario develar esta cara oculta del Centro Histórico donde el patrimonio cultural y las ofer-tas comparten banquetas. Aquí todo es importante. Gritos, diablitos de carga, fachadas e inmuebles históricos son parte de la herencia viva de la ciu-dad.

Pasillo latersl del Claustro

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Después de conocer el Ex convento de la Merced, reanudamos nuestra

caminata sobre la calle de Uruguay con dirección a lo que actualmente conocemos como Correo Mayor y observamos el templo de nuestra señora de Balvanera.

Los negocios que se pueden observar alrededor de este lugar son, en su mayoría, de adornos. Muchas personas vienen a esta parte del centro histórico a comprar lo necesario para hacer recuerdos, ya sea de XV años o para bautizo,

también vienen para buscar disfraces de acuerdo a las festividades; muchos otros tan sólo buscan telas, mientras nosotros buscamos el templo.

De recogimiento a

convento Se fundó con la misión de ayudar a las mujeres que se dedicaban a la prostitución.

En el año de 1572 se fundó en la ciudad de México, en donde actualmente se encuentra el templo de Balvanera, el

recogimiento de Santa Mónica con la misión de ayudar a las mujeres que se dedicaban a la prostitución y querían abandonar este oficio. Con ello se pretendía poder defender y mantener la buena moral pública.

Los encargados de fundar este recogimiento fueron Diego de San Román, el doctor Diego García de Palacios, rector de la Real y Pontificia Universidad de México, y Jerónimo Romero, el chantre de la catedral. Pero como consideraron inapropiado encargarse de las jóvenes, casi un año después de la fundación, fueron llevadas al lugar cinco monjas concepcionistas. Con la llegada de éstas también fue cambiado el nombre del recogimiento, por el de Jesús de la Penitencia.

Desde la llegada de las monjas el recogimiento fue visto como un convento, debido a la rigidez con que se intentaba llevar el orden. Para sostenerse las monjas enseñaron a las recogidas diferentes labores, cuyos productos eran comprados por los vecinos del lugar. Algunas de estas labores eran pequeños adornos de flores, por ello no es raro que en la actualidad sean vendidos alrededor del templo materiales relacionados a las manualidades.

Para ayudar con la manutención recibían donaciones que no

BalvaneraEl templo con el campanario de turquesa y oro

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siempre eran suficientes. A medida que llegaban más mujeres al lugar fueron cayendo en una crisis económica, que aumentó con la dilatada construcción del templo.

Con el paso del tiempo las monjas que llegaban a este recogimiento superaron en número a las recogidas, desplazándolas. Por ello, a partir de 1667, pasó a ser convento de la orden concepcionista. Esto pasó debido a que las jóvenes dejaron de ir al recogimiento y cada vez más monjas eran enviadas para ayudar en los oficios. Es justamente en este año cuando se comenzó la reconstrucción del actual templo.

La construcción del templo duró cuatro años, terminándose así en 1671. Fue dedicado a la Santísima Concepción, bajo la advocación de Nuestra Señora de Balvanera. Seguro se preguntarán ¿por qué esta

advocación? La respuesta es que los franciscanos trajeron con ellos el culto a la virgen de Balvanera, y al ser estos los primeros en iniciar la evangelización en estas tierras ayudaron a la orden de la Inmaculada Concepción, que es la primera orden femenina

que llega a la Nueva España.

En ese sentido dedicar un templo concepcionista a esta advocación es el símbolo de unión y cooperación de las dos órdenes religiosas.

La historia de la virgen de Balvanera nace con Nuño, que era persona de malas intenciones, el cual se arrepintió, y se le apareció el Ángel invitándole a que fuera a Balvanera, un valle profundo, donde encontraría dentro del roble más alto una imagen de la Virgen y de sus raíces brotaría agua abundante.

Al igual que otros monumentos del centro histórico este templo sufrió grandes daños por varios incendios. Pero es en el siglo XVIII cuando por un incendio

Después de su muerte el cuerpo de San Charbel que-dó intacto. Hasta el grado de parecer un muerto-vivo. Se conservó elástico, tierno y transpiraba hasta el día de su beatificación.

¿Sabías que…?

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estuvo a punto de desaparecer por completo, curiosamente este hecho es conocido como el incendio de la plazuela de Balvanera. En el siglo XVIII el templo estuvo a punto de desaparecer por un incendio.

Un campanario colorido La torre campanario que sobresale de los edificios que rodean al templo, data del siglo XVIII y está cubierta por azulejos. Si caminamos por la calle de Tabaqueros, y centramos nuestra atención en los edificios, notamos algunos adornos del mismo azulejo y colores de este campanario. Esto muestra que dichos colores eran utilizados por otros edificios y que juntos tenían una decoración armónica.

Pero si nos seguimos interrogando en cuanto a los colores del campanario, también los podemos asociar con la orden de la Inmaculada Concepción y el hábito, con el que aparece la fundadora de la orden, Santa Beatriz de Silva. La cual podemos observar en la imagen. Está Santa lleva una capa azul y una túnica amarilla, por ello estos colores son utilizados en el campanario del templo como símbolo de la orden.

Era común en la época utilizar productos de otras ciudades,

la extensión del convento. La demolición del convento empezó en 1929 y el templo, que es el único indicio de lo que llego a ser en sus mejores años, fue declarado monumento el 30 de agosto de 1932.

El convento y templo fueron de tal importancia que dieron nombre a las calles que se encontraban a su alrededor. La actual calle de Venustiano Carranza tenía el nombre de “calle de las rejas de Balvanera”, Correo Mayor el de “calle de la estampa de Balvanera” y, por último, República de Uruguay el de “Calle de Balvanera.” También podemos darnos cuenta de la importancia que tiene la actualidad porque hay una plaza no muy arreglada sobre Uruguay que lleva el nombre de Balvanera.

Diócesis maronita Desde 1995 el templo es catedral Maronita y santuario de san Charbel, esto debido a la asignación del papa Juan Pablo II y a que el primer Eparca (término que usa la Iglesia Católica para referirse a los obispos de las diócesis católicas orientales) tuvo una iniciativa para la remodelación del templo de Nuestra Señora de Balvanera, siendo así utilizada como catedral de San Marón, siendo sede de la diócesis Maronita de México

por ello algunos de los azulejos que se utilizaron en la ornamentación de los edificios fueron traídos de la ciudad de Puebla, muy importante en la época virreinal. Comprobando con esto la gran importancia del convento.

Cambios en el espacio El conjunto de Balvanera, convento y templo, llegó a ser tan grande que ocupó desde Correo Mayor hasta la calle de Tabacaleros. La última calle se abrió con el objeto de separar el convento del colegio de Porta Coeli, siendo así uno de los primeros cambios que podemos percibir en los alrededores del convento.

Otro de los cambios se dio en la fachada de las puertas, que fueron remodeladas a principios del siglo XIX, quedando como actualmente las conocemos. En cuanto al convento, éste desapareció después de la ley de exclaustración y en 1861 las monjas que lo habitaban fueron trasladadas al de San Jerónimo.

Debido a lo anterior el espacio que ocupaba el convento fue vendido y así mismo fue abierto el pasaje Yucatán. Curiosamente en los mapas no aparece como una apertura o calle sino es como si no existiera permitiéndonos apreciar

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que es de culto católico.

Es hasta el año ya mencionado que es asignada oficialmente a esta diócesis pero desde 1939 cuando la colonia sirio-libanesa, asentada en nuestro país, decidió ser devota de esta iglesia. ¿Por qué habrán escogido este lugar y no otro de los muchos que hay en el centro? Pues realmente no lo sabemos pero es muy significativo que sea escogido por extranjeros y utilizado para seguir esparciendo los valores religiosos. La diócesis maronita de México es de origen libanés y se ha extendido a través de un movimiento denominado “Líbano, Tierra santa.” Es gracias a este movimiento que se ha difundido la devoción a San Charbel. Pero ¿por qué se le ha escogido a este santo en particular? Se ha escogido porque se pretende que llegue a los feligreses como ejemplo de santidad y renovación espiritual, por haber imitado la vida de Cristo. Sólo por mencionar algunas de las fiestas oficiales que se celebran en honor a San Charbel, tenemos, el tercer domingo del mes de julio, el ocho de mayo y el nueve de octubre aniversario de su canonización. También los primeros martes de cada mes a las 12 y 18 hrs, en Balvanera, donde se lleva a cabo una procesión con la reliquia del santo.

Visitando el templo.Cuando se visita el templo de Balvanera es inevitable no observar a San Charbel, puesto que éste da la bienvenida ya que hay una imagen suya que se observa al pararse en la entrada; otro detalle es el puesto de imágenes que está en la misma entrada (donde también se venden las imágenes y listones que se ofrendan a este santo).

Al dar unos cuantos pasos dentro del edificio se observa que es de una sola nave, igual que el templo de santa Teresa la antigua, ya que ésa es característica de los templos que pertenecían a conventos de monjas. Parándose en medio del templo, se logra tener una gran perspectiva que permite contemplar el interior. Podríamos voltear, como si estuviéramos en la calle hacia Correo Mayor, y observar el altar mayor.

En él se observa en lo más alto a san Marrón, en medio, debajo de éste, a la Virgen de Balva-nera, a los lados, la Virgen del Sagrado Corazón y la Virgen del Perpetuo Socorro, y por úl-timo, sobre ellas, las imágenes del Sagrado Corazón y de San José. Dando la espalda al altar, observamos el coro. Debajo de él se encontraba otro coro que fue demolido, con el objeto de ampliar el espacio para los feligreses. Estos coros eran fundamentales en el momento

en que el templo perteneció al convento, en ellos las monjas hacían las oraciones y como no podían mezclarse entre las personas que asistían a la misa el coro era el lugar destinado para ellas. Hay que recordar que la asistencia a las ceremonias religiosas era siempre “a través de las vigorosas rejas del coro.” Imaginemos por un momento, al estar frente al coro, a las monjas que “comenzaban su día a las seis de la mañana en el coro alto, seguida de la misa conventual que era escuchada en el coro bajo”. En algunos templos debajo de los coros se ubicaba una cripta donde las monjas eran enterradas para dejar en claro que ni muertas regresarían a la vida que pudieron haber tenido fuera del convento. Saliendo del templo no hay que olvidar mirar el campanario que adornado con pequeños azulejos, ilumina la vista y, si le es posible, aprecie el repique de la campana que rompe el bullicio de su alrededor.

Como último punto de este recorrido no hay que olvidar que como estos lugares que conocimos hay muchos que esperan ser conocidos, por los paseantes de este el magnífico centro histórico de la ciudad. No te quedes sin conocerlos puede que en algún momento ya no existan, como lo que paso con los conventos, puede que sean demolidos.

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Lunes a Viernes de 5:00 a 24:00 hrs

Sábado de 6:00 a 24:00 hrs

Domingos y festivos de 7:00 a 24:00 hrs

Orientación y sugerencias: 5627-4741 y 5051

COSTO $3.00

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METROBUSLunes a sábado de 4:30 a 24:00 hrs COSTO DE VIAJE $5.OO COSTO DE TARJETA $15.00Domingos de 5:00 a 24:00 hrs

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