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Contribucin a la visin crtica de la arquitecturaRafael Lpez Rangel

La historia de la arquitectura o la historia en la arquitectura

*

En realidad, considerando las dos alternativas que surgen del enunciado, me parece que la primera observacin que habra que hacer al respecto, es que ambas son complementarias y forman una unidad, ya que en sentido estricto, no existe la "historia" como una totalidad vaca, sin determinaciones mltiples, y por otra parte, tampoco se puede concebir a la arquitectura como un hecho esttico o aislado, es decir ahistrico, por lo que, como veremos mas adelante con mayor detalle, slo podemos entender el "fenmeno" arquitectnico como un hecho histrico, es decir como parte de la historia. La segunda observacin es en el sentido de que la respuesta a estas cuestiones es fundamental para resolver una interrogante contextual: Qu es la Arquitectura? puesto que si en rigor, al intentar la exploracin cientfica de su significado, roturamos el plano fenomnico, superficial y, como dira Karel Kosk, vamos ms all de la "pseudoconcrecin" del problema1, para penetrar en sus reales determinaciones, el resultado sera la desmitificacin de la arquitectura como un hecho meramente tcnico, al tener que ubicarla, estrictamente, en los procesos concretos de la produccin social, es decir, en la historia. Huelga decir ya, despus de esto, que consideramos a la historia de la arquitectura, como una parte orgnica de la historia de la sociedad, id est, de la historia.

Comentario a un temario presentado por la Escuela Nacional de Arquitectura Autogobierno UNAM en febrero de 1976. 1 Kosk, Karel. Dialctica de lo Concreto. Editorial Grijalbo Mx. 1967.*

La cuestin podra, por lo tanto, plantearse como la bsqueda del significado histrico de la arquitectura. Sin embargo, pese a la sencillez aparente de esta empresa, nos salen al paso obstculos -histricamente conformados- a los cuales tenemos que referirnos necesariamente, ya que constituyen una verdadera tradicin que como tal ha sentado sus reales en nuestro medio y ha determinado en gran parte esa actitud tan extendida de subestimacin de la historia. Es decir, que esa subestimacin e infravaloracin de la historia, por cierto compartida y sustentada por sectores importantes incluso de los movimientos de renovacin de la enseanza de la arquitectura, es u no de los escollos fundamentales. El otro, que se desprende de ste, es el carcter mismo de las concepciones que corrientemente se manejan, acerca de la arquitectura y el urbanismo al ser concebidos como meros resultados, reflejos o tcnicas de la "sociedad". Esto nos lleva de la mano hacia una tarea que no es posible soslayar: la de plantear correctamente la concepcin de la historia y la de definir de una manera rigurosa la arquitectura, o lo que es lo mismo, explicar el papel o la funcin de la arquitectura y en lo general de la produccin social del espacio urbanoarquitectnico, en el contexto de la sociedad, en el contexto de la historia. Naturalmente, los escollos no son privativos del campo de la arquitectura. Forman parte de toda una actitud ideolgica de la cultura occidental burguesa, manifestada de manera extrema en la corriente de la tecnocracia. Efectivamente, ante la imposibilidad de borrar de manera total la cuestin de la historia, el pensamiento burgus del siglo veinte ha tergiversado el sentido objetivo y riguroso que adquiri de manera definitiva, despus de un largo proceso, en la segunda mitad del siglo XIX, con el surgimiento del marxismo. Como se sabe, en tanto en el siglo mencionado las ciencias naturales se liberan de las

ataduras con respecto a la teologa y se despojan de su antiguo ropaje metafsico, las ciencias sociales se debaten en el logro de una verdadera concepcin objetiva, siendo el positivismo uno de sus resultados. Empero es de la polmica antipositivista de donde surge la gran bifurcacin del pensamiento contemporneo: por una parte las corrientes idealistas, experimentalistas, historicistas, neocriticistas, y ya ms adelante, en el siglo XX, las corrientes irracionalistas y espiritualista s, hasta el estructuralismo, de corte relativamente reciente. Por la otra, y en el tenor de una crtica global a toda la filosofa, con hincapi en el idealismo Hegeliano, el materialismo histrico, de los fundadores del socialismo cientfico. El marxismo marca el inicio del desarrollo de la concepcin cientfica de la historia, y en mayor medida, abiertamente o no, se va generando su contrapartida por parte del pensamiento burgus, ante la evidencia de su temporalidad y de su destruccin revolucionaria. De esa manera, la interpretacin histrica se torna, paradjicamente, anti-histrica, y hunde sus races en capas seculares de la concepcin idealista y metafsica del mundo y la sociedad. Marx descubre que, a contrario de lo que plantea el idealismo, es la produccin material de la sociedad sobre la que se constituye el proceso de la totalidad social, es decir, de la historia y en su famoso pasaje de la "Contribucin a la Crtica de la Economa Poltica", del prlogo, resume de modo contundente ese descubrimiento, a saber: en la produccin social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad: estas relaciones de produccin corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccin constituye la estructura econmica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurdica y poltica y a la que corresponden determinadas formas de

conciencia social. El modo de produccin de la vida material condiciona el proceso de vida social, poltica e intelectual en general, no es la conciencia de los hombres la que determina su ser; por el contrario, su ser social es lo que determina su conciencia. En una fase determinada de, su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradiccin con las relaciones de produccin existentes, o, lo cual no es ms que su expresin jurdica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se haban movido hasta entonces. De formas evolutivas de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una poca de revolucin social. El cambio que se ha producido en la base econmica trastorna ms o menos lenta o rpidamente toda la colosal superestructura... "2 Se constituye as la historia en un continuo proceso autogenerador e internamente contradictorio. Cada hecho social pierde el aislacionismo o el relacionsmo mecnico de las concepciones idealistas o metafsicas para adquirir una funcin orgnica y jerarquizada, sujeta a leyes. Se desmitifica as la historia como algo que se produce casual o fortuitamente o como resultado de las acciones individuales de unos cuantos hombres, o como el producto de un proceso de la mente, la Idea o el Espritu. Con la concepcin marxista se derrumba el ltimo gran sistema del idealismo, el de Hegel, quien, como lo expresa Lucio Colleti, destruye la realidad material para resolverla en lo Infinito, en la Idea...3

Naturalmente, las otras visiones no dan una solucin integrada del problema de la historia y de la sociedad, aunque, por razones evidentes, son de una gran influencia, y muy marcada sobre todo en la interpretacin de la historia de la arquitectura, y en consecuencia, en la concepcin misma de la arquitectura y esto es de tal modo cierto,2

Marx, Carlos. Contribucin a la Crtica de la Economa Poltica. Editora poltica, La Habana 1966, pg. 12. 3 Colleti, Luci. "De Hegel a Marcuse" en Crtica de,& Utopa. Direccin General de Publicaciones, UNAM 1971.

que se poda afirmar que las actuales tergiversaciones en el campo de lo histrico-arquitectnico, parten de esas fuentes. Por ello es necesario mencionarlas, aunque brevemente. Las direcciones fundamentales de esas concepciones de la sociologa contempornea son, siguiendo el esquema de Umberto Cerroni4: el experimentalismo, encabezado por Durkheim; el historicismo, de Dilthey, Windelband, Rickert; la sociologa comprensiva, de Max Weber. En rigor, stas constituyen -junto con el marxismo- el hecho histrico de la conquista de la autonoma de las ciencias de la sociedad (autonoma que como lo indiqu haban ya logrado las ciencias naturales). Sin embargo, las corrientes de que nos estamos ocupando contienen serias limitaciones. El experimentalismo, cuyo exponente fundamental es Emile Durkheim (1858-1917) pugna porque el investigador ante su objeto de conocimiento -la historia, la sociedadacte como un fsico, un qumico, o un fisilogo, convirtindose as en un simple catalogador de las especies sociales: "Durkheim -dice Cerroni- es el Linneo de la historia, pues clasifica pero no explica" los fenmenos de la sociedad. Esta concepcin sita a los hombres, al "hombre" como un ente fuera de los hechos sociales, y a stos los concibe como cosas. El historicismo por su parte, seala el carcter fundamentalmente histrico de la sociedad y trata de lograr una total autonoma de la ciencia social. No obstante, la historia, para esta corriente, se piensa como una estructura meramente mecnica, de valores autnomos, sin relaciones efectivas, reales. Se explica as el por que postula que el papel del historiador consiste en un simple comprender los hechos. Para W. Dilthey (1833-1911) esa comprensin implica la psicologa: para W. Windelband (18481936) el conocimiento social es tan diverso del conocimiento de las ciencias naturales que debe rechazar la formulacin de leyes que determinen el desarrollo social. De ese modo, el historicismo se vuelve en rigor, historia sin historia "en s misma", vaca, sin transformaciones revolucionarias.4

Cerroni, Umberto. Metodologa y Ciencia Social. Ediciones Martnez Roca, 1971.

Max Weber

(1864-1920)

es

un socilogo

influyentsimo

en el

pensamiento burgus actual. Sus tesis constituyen en rigor, un conductismo, un estudio de la mecnica de los comportamientos humanos. Para l la realidad social es una estructura relacional, formada por una red de conductas humanas. Una crtica reciente -aguda en alto grado- nos la brinda Sergio Bag, quien al referirse al pensador alemn, indica: "El conductismo de Weber es una reduccin de lo social a su mnima expresin; una relacin de conducta, todo contenido, social y emocional, se agota en la conducta, es decir, en ese acto meiarte el cual un sujeto se comunica con otros por medio de movimientos fsicos y smbolos formales. "5 Se puede ver fcilmente la influencia Weberiana en nuestro campo cuando conocemos que de sus tesis de redes conductuales, surgen los "sociogramas" tan manejados por la psicologa social actual y, claro, por nuestros tecncratas contemporneos. De estos esquemas parten como se ha indicado, las mistificaciones actuales (como el estructuralismo, por ejemplo), y obviamente, cuando se trata de interpretar la historia de la arquitectura de acuerdo con ellos, los resultados son, por nosotros bien conocidos: acumulacin de datos, de estilos, de obras importantes, de arquitectos geniales, etc., o todo ello con una relacin social meramente refleja (La arquitectura como producto o como reflejo, etc.,).

Dentro de la gran polmica antihistoricista, que termina resolvindose en una embestida contra la historia, se encuentran, sin lugar a -dudas,Bag Sergo. Tiempo, Realidad social y conocimiento. Siglo XXI, Buenos Aires, 1970 Pg. 83.5

los movimientos de las vanguardias arquitectnicas de las primeras dcadas del siglo XX, que formaron la base del funcionalismo arquitectnico contemporneo. En efecto, la lucha antiacadmica, que se propuso, segn palabras del propio Walter Gropius, erigir, "sobre las ceni2as del pasado, todo un nuevo conjunto de valores que expresasen la cultura arquitectnica de la sociedad industrial",6 reviste un carcter antihistrico, en ese afn de terminar con el criterio acadmicoromntico de inspirarse en los estilos del pasado como lenguaje edilicio, y de buscar una frmula que se adecuase a los procesos de la produccin industrial.7 No es de ninguna manera casual el que en los Planes de Estudio de la Bauhaus de Weimar-Dessau-Berln, la historia se elimine y slo se traten, a ese respecto, las diversas soluciones tcnicas del proceso de concrecin formal, en diferentes pocas.8 Y si bien esos enfoques dan como resultado un lenguaje nuevo, el lenguaje hoy de todos conocido del funcionalismo, no menos cierto es que surgen en un contexto conceptual irracionalista y fenomenolgico, destinado a hacer funcionar la arquitectura, el urbanismo, y los objetos del industrial design, en el sistema capitalista de produccin, en esa etapa denominada de la "sociedad de masas" o "sociedad de consumo", para la cual, evidentemente, la historia y la carga conceptual-trascendente crtica- de los objetos, deviene en un estorbo que conviene eliminar a toda costa. De esa manera, como lo he tratado ya en otros trabajos: "Surge as de la polmica antiacadmica una poltica esttica que pugna por la "simplicidad" indiferente hacia la trascendencia: "Estamos hartos de la reproduccin de estilos histricos. En el proceso de nuestro desarrollo, desde las extravagancias de un mero capricho arquitectnico, hasta los preceptos de la lgica estructural aprendimos a buscar una expresin concreta de la vida de nuestra poca en formas simples, claras y6

Gropius, Walter. Alcances de la Arquitectura Integral. Ediciones La Isla, Buenos Aires 1963. 7 bidem. 8 Wingler Hans M. La Bauhaus. Gustavo Gili, Barcelona. 1975.

refrescantes" (Gropius, "La Nueva Arquitectura y la Bauhaus", ed. Lumen. 1966 pg. 51)." "Los principios formales de la Nueva Arquitectura se van constituyendo como parte de ese diseo universal en el que la simplicidad y la 'honestidad frente al proceso productivo' viene siendo un parapeto ante las posibilidades de cualquier manifestacin 'individual', surgiendo as las tan manejadas tesis acerca del rechazo a la 'pieza nica', la 'obra de arte', etc. El problema consiste por otra parte, en que esas proclamaciones aparejan en el caso bauhasiano la reduccin del producto hasta la univocidad. Nada ms natural que en esas condiciones surgiese una teorizacin del arte conformada como mera Gestaltheorie, basada en la consideracin de lo esttico como parte de un dualismo estructural, en el que el 'espritu' (o el 'alma humana') se satisface a travs de la aplicacin de leyes psicolgicas, exclusivamente visuales (forma les-sensoriales). El espiritualismo filosfico, en auge en esos aos weimaranos da contenido, en consecuencia, a la arquitectura y al arte de la Bauhaus, que al establecer la conciliacin con el sistema, sienta las premisas de la ratio de la supuesta humanizacin de los objetos de consumo masivo. Gropius alude a ese ingreso de la arquitectura al mundo de la masividad, de la manera siguiente: El gran pblico, que haba permanecido indiferente a todo lo que se refiere a la edificacin, ha salido de su letargo; ha ido en aumento el inters personal por la arquitectura como por algo directamente relacionado con nuestra vida cotidiana' (W. Gropius, "La Nueva Arquitectura y la Bauhaus", edit. Lumen op. cit, pag. 21). Estas palabras encierran, en su sentido ms general, un saludo a la sociedad de masas".9 El rechazo a la historia significa, evidentemente, y hoy ms' que nunca la evasin de la carga ideolgica de la arquitectura y la posibilidad de su consideracin como una parte de la praxis revolucionaria, suLpez Rangel Rafael La Crisis del Racionalismo Arquitectnico en Mxico cuadernos del Museo No. 1 UNAM (en mimeo) 1970. En este libro se presenta actualizado.9

reduccin a la mera tecnicidad. Y si bien para los maestros del vanguardismo occidental europeo (Como Gropius y Le Corbusier) estos planteamientos estaban incluso en el contexto de la creacin de una esttica de nuevo tipo (recordemos la definicin Le Corbusiana de la arquitectura como 'Juego magnfico de los volmenes bajo la luz"), actualmente, para los representantes ms recalcitrantes de la tecnocracia ya no solamente la lucha es contra la historia, sino contra la esttica y el pensamiento mismo, contra el libre ejercicio del anlisis crtico. Y esto de ninguna manera es algo que nosotros, a travs de una penetracin profunda en los textos hayamos inferido. Es en algunos casos, como en el que voy a citar, absolutamente explcito: En efecto, nos dice Christopher Alexander: "En la situacin inconsciente (se refiere a las culturas primitivas que realizan sus casas de una manera tradicional, reiterada y por ende perfecta, sancionada por el tiempo) el aprendiz aprende porque se lo hace retomar el buen camino cada vez que se desva. 'No, as no, de este modo'. No se hace tentativa alguna de formulacin abstracta de qu es lo que implica el buen camino. El buen camino es lo que queda cuando se han eliminado todos los malos caminos. Pero, en una atmsfera intelectual exenta de la inhibicin de la tradicin, la imagen cambia. Desde el momento en que el alumno queda en libertad para poner en tela de juicio lo que se le dice, y en que se atribuye valor a la explicacin, se hace importante determinar por qu 'este' es el buen camino y no aqul, y buscar razones generales. Se intenta entonces estructurar en principios los fracasos y los xitos especficos que se producen... Voy ahora a tratar de llamar la atencin sobre la arbitrariedad inventados...10 peculiar y nociva de los conceptos que son

Alexander Christopher, "Ensayo sobre la Sntesis de la Forma". Ediciones Infinito 1969 p. 66-67.10

Nada ms claro. El ltimo eslabn de la cadena funcionalista ubicado en el etreo mundo de las relaciones puramente matemticas, inmculas de toda contaminacin conceptual. El objeto es el objeto, satisface requerimientos y punto. Nada de historia para qu, si la historia es el pasado? Claro es que en el fondo lo que preocupa a estas capas intelectualoides de la burguesa pro imperialista y tecnocratizante, no es la historia como 61 pasado", sino la historia como presente y sobre todo como futuro. Y lo importante para ellas, fieles portavoces de su clase, es detener ese futuro, que quieran o no, se les viene encima. De suyo se infiere que una de las tareas que imponen los movimientos de contestacin en el campo de arquitectura es la del rescate -valga la expresin- del sentido cientfico, el verdadero sentido revolucionario de la historia. Y la de enmarcar en ste, el sentido de la historia de la arquitectura. Pero para ello, simultneamente, se impone la labor de la ubicacin de la arquitectura en trminos de la totalidad social, en trminos de la historia. Kosk ha demostrado que la sociedad, que la totalidad social, no es algo catico ni desordenado. Los hechos sociales, en el sentido de Marx, ya expuesto, guardan una jerarqua y todos ellos ocupan un lugar en relacin con el proceso productivo de la sociedad y en trminos de ese proceso se definen y, a su vez, son definidores de la sociedad, es decir, que en trminos de l se manifiestan como hechos histricos. Ahora bien, la arquitectura (y las ciudades), qu lugar ocupan en ese complejo social? cul es, o en qu consiste su funcionalidad social? He tratado de responder a esta cuestin en mi reciente trabajo "Arquitectura y Subdesarrollo en Amrica Latina", en el que se sustenta, en rasgos generales, lo siguiente: 1.-La arquitectura y la ciudad forman parte en lo general de la base econmica de la sociedad, como medios de produccin en sentido amplio y como parte de las condiciones materiales que hacen posible la produccin. Constituyen formas especficas de la existencia espacial de la produccin. 2.-La arquitectura y las ciudades, al ser

formas especficas de la existencia formal espacial de la sociedad, inciden en la divisin social del trabajo y poseen implicaciones superestructurales, al constituir expresin de la ideologa, de las concepciones polticas, de los mecanismos administrativos y de las actividades urbanas por excelencia. 3.-La arquitectura y las ciudades, como formalidades materiales especficas, manejan valores superestructurales Para constituirse, y se constituyen as, ellas mismas como superestructuralidades. El hecho de que sea la base econmica la que determina en ltima instancia el carcter de las superestructuras, lejos de refutar esta aseveracin, la refuerza. 4.-La arquitectura y las ciudades participan as, en perfecto monismo, del entramado econmico y de las superestructuras ideolgicas de la totalidad social.11 La arquitectura pues, como hecho histrico, forma parte de la autogeneracin de la sociedad y expresa por lo tanto, a su manera (como produccin social del espacio), el complejo de contradicciones sociales. La arquitectura no es en consecuencia un simple hecho tcnico, o esttico en el sentido de la romantik (es decir, ideal-puro), sino que constituye una organizacin formal estticotcnica, socialhistrica, que a su vez juega un papel en la produccin y en las formas ideolgicas, por medio de las especificidades de su lenguaje. Es a travs de este enfoque, que podremos comprender el verdadero carcter de la arquitectura a travs de la historia, y entenderla como un proceso concreto y real (valga la expresin). Y de esta manera, la arquitectura deviene en hecho histrico en s mismo, conformado y conformador de la historia, en su doble y unitario papel (parte de la produccin material y parte de las superestructuras). Se posibilita de esa manera, la construccin de una historia de la arquitectura que supere, por as decirlo, los enfoques "tradicionales". Naturalmente que hay aportaciones nada despreciables (Hauser por ejemplo, aunque se11

Lpez Rangel Rafael Op. cit. Universidad Autnoma de Puebla 1975.

inscriba en una generalidad que le reste subrayamiento a lo arquitectnico, en prioridad de la literatura y de otras formas del arte. 0 el esfuerzo de Benvolo, para el Renacimiento y la modernidad contemporaneidad, pese a que su enfoque conceptual se incline bastante hacia la interpretacin historicista-tecnicista-formalista; de todos modos, en l se presenta la problemtica ideolgica aunque slo en algunos casos extremos, como en los de la arquitectura fascista o estalinista. Naturalmente los decididamente marxistas como Lucks, pero desafortunadamente en el caso arquitectnico se limita a generalidades de orden estticofilosfico, sin constituir -en rigor no se lo propuso- una historizacin del fenmeno. Galvano della Volpe aporta fecundamente al anlisis esttico-histrico-semitico de la problemtica arquitectnica pero no pasa -aunque lo que plantea es fecundo- de importante sugerencias en lo que respecta a nuestra cuestin. Nicos Hadjinicolau ofrece interesantes reflexiones para abordar la historia, en general del arte y obviamente no historiza, aunque su enfoque es til. Quizs los aportes concretamente historizantes de mayor relevancia los constituyen algunos trabajos muy concretos sobre episodios contemporneos, como los de la arquitectura cubana revolucionaria de Roberto Segre ... ) pero, en rigor, tal enfoque, puede decirse, apenas se inicia, y toca precisamente y de manera muy especial, a los movimientos de renovacin y cientificizacin de la enseanza de la arquitectura (como el del autogobierno de la UNAM y el de la escuela de arquitectura de la Universidad Autnoma de Puebla), el desarrollo de 1a problemtica histrica, pero, entendindose que, tal y como lo he tratado de delinear en este breve ensayo, no se trata de una cosa aparte, aleatoria o meramente convencional, sino de que, el estudio de la historia de la arquitectura, siempre y cuando se realice bajo el rigor cientfico apuntado, es esencial para la comprensin del fenmeno, y que difcilmente se podra plantear una arquitectura revolucionaria sin ubicarla como un hecho involucrado, histricamente, en las grandes transformaciones de nuestro mundo contemporneo.

LA GNESIS DE LA CRISIS DEL RACIONALISMO ARQUITECTNICO EN MXICO La gnesis de la crisis del racionalismo arquitectnico en Mxico* Presencia de un movimiento crtico. La problemtica que plantea actualmente la produccin arquitectnica, tanto en el nivel de las realizaciones "prcticas" como el de la mera teorizacin, presenta tal complejidad de tensiones y conflictos, que de un tiempo a esta parte ha venido tomando cuerpo un movimiento polmico de carcter internacional -del cual naturalmente no escapa nuestro pas- que aunque se orienta en diversas direcciones parece tener un elemento en comn: la discusin y crtica del racionalismo arquitectnico, que a estas alturas presenta ya sntomas de infecundida y obsolescencia. Y as, por ejemplo, Michel Ragon, apoya en buena parte el surgimiento de la arquitectura prospectiva y la futurologa arquitectnica, en la observacin de esa infecundidad del racionalismo.12 Por su parte el discpulo de LeCorbusier, Raymond Lpez, en su prlogo a "El Porvenir de las Ciudades", al explicar las razones de la mediocridad arquitectnica" nos dice lo siguiente: "Trataremos de analizar esta mediocridad. Es de justicia advertir -toda la profundidad del drama tiende por lo dems a ello- que impregna casi la totalidad de las realizaciones de nuestra poca con la excepcin de algunas piezas valientes aisladas".13 Es conocida tambin aquella apertura a la discusin pblica a que finales inici la revista francesa el L'architecture d'aujourd'hui, de 1968, que con sugestivo ttulo

"Arquitectura y Humanismo", planteaba los problemas de la irrupcin*

"La Crisis del Racionalismo Arquitectnico en Mxico", Cuadernos del Museo, UNAM 1972, en mimegrafo, con algunas correcciones y actualizacin de conceptos.12

Michel Ragn, que es uno de los promotores ms importantes de la arquitectura del futuro", (dentro del campo de la futurologa), expres ese concepto en la conferencia que dict en Mxico el viernes 26 de noviembre de este ao (1971). 13 Raymond Lpez, en "El Porvenir de las Ciudades", editorial Siglo XXI, 1967, Pg. 9.

de la tecnologa en la vida cotidiana y a los , efectos actuales que los nuevos "valores" de la cultura tecnolgica tienen sobre la arquitectura,14 se trataba en rigor de ese carcter que hoy tiene el racionalismo, al presentarse como una expresin de lo meramente eficaz. Como ltimo ejemplo, merecen mencin especial los trabajos de Roberto Segre, que desde Cuba trata la cuestin de la arquitectura revolucionaria y sus posibilidades de desarrollo en el Tercer Mundo y en su caso en el primer pas socialista del continente Americano, ante lo que a su juicio representa hoy la inoperancia del racionalismo, tanto en los pases capitalistas desarrollados, como en la propia Unin Sovitica. En cierto momento, el profesor de la Universidad de la Habana se pregunta: "Podemos afirmar que la verdadera arquitectura revolucionaria todava no se ha materializado debido a que an no han sido puestos en prctica las premisas socioculturales que la fundamenten?"15 Todo eso demuestra la inquietud actual por el destino del movimiento arquitectnico moderno. Por nuestra parte, en Mxico tambin se han presentado ya los indicios del surgimiento de esa conciencia crtica, sobre todo despus de los eventos de 1968, aunque ya antes habamos palpado las contradicciones del racionalismo "mexicano", que en las dcadas de los treinta e inclusive en la de los cuarenta pareca prometedor, pero que no logr superar su pobreza inicial ni los planteamientos tericos con los que surge, impregnados de fenomenologa y de irracionalismo filosfico. Tenemos, pues, frente a nosotros, el espectro de la crisis; el problema ahora es el de explicarnos esa crisis. Y para lograrlo, evidentemente se nos impone una toma de posicin nueva, que supere las anteriores, plenas de diletantismo e improvisacin, tan socorridas por nuestros

1415

L'architecture d'aujourd'hui, octubre-noviembre de 1968 VI-IX. Roberto Segre, Cuba. Arquitectura de la Revolucin, editorial Gustavo Gili. Barcelona 1970. Pg. 11.

"tericos", Para poder plantearnos los problemas en un sentido objetivo y radical. En qu reside la crisis? La observacin de la inmensa mayora de las construcciones que se realizan en Mxico desde la iniciacin del movimiento racionalista -funcionalista, nos conduce a la hiptesis de que se est llevando a cabo un tenso proceso de reduccin de la obra arquitectnica para convertirla en mero objeto o "artefacto que a travs de la lingstica racionalista llevada a extremos de una gran pobreza plstica, se estructura alrededor de lo escuetamente mercantil, en que lo determinante viene a ser el valor de cambio de la obra y no su valor de uso, lo que implica la falta de riqueza expresiva de los productos arquitectnicos. En consecuencia -en la inmensa mayora de los casos y sobre todo en los destinados a las grandes masas- viene a ser con esto una expresin ms de una sociedad enajenante y represiva junto a los dramticos problemas de penuria de la vivienda y de marginalidad propios de nuestro proceso de hiperurbanizacin caracterstico del capitalismo dependiente. La reduccin de la arquitectura a simple "objeto funcional" conlleva su prdida de organicidad, limitndose de tal manera su uso y su potencia expresiva que ya resulta difcil distinguir -en una abrumadora cantidad de edificaciones- lo arquitectnico de lo meramente tectnico, al contemplar casi exclusivamente estructuras unvocas16 insulsas e intrascendentes. Es decir: vivimos un proceso en el que, con altibajos y16

El concepto de lo unvoco, aplicado al "discurso cientfico" es decir, ya generalizando, al producto no-artstico, y su diferenciacin con las estructuras artsticas, consideradas como polisemas o multisignificativas, lo hemos tomado de los trabajos del filsofo italiano Galvano Della Volpe, fundamentalmente de su Crtica del Gusto (ed. Seix Barral S.A., Barcelona 1966). Este pensador ha hecho, a nuestro juicio, importantes aportaciones a la esttica cientfica (marxista) superando tanto las corrientes dogmticas de la esttica ortodoxa como aqullas influenciadas por Hegel y el romanticismo, basado en un anlisis (dialctico) de los medios semnticos de las diversas artes (aunque l hace hincapi en la poesa), apoyndose fecundamente en el monismo materialista, que en el caso de la esttica plantea la problemtica fundamental de la relacin forma- contenido, y que Della Volpe trata de manera nueva y brillante.

en diversos niveles, producimos una arquitectura que continuamente se niego a s misma. Naturalmente que esto no es sino la expresin de todo un complejo estructural organizacin trabajo. El carcter esttico de la arquitectura y su reduccin por el capitalismo. En realidad, cuando hablamos de la organicidad esttico-histricosocial de la obra arquitectnica y cuando consideramos su prdida en el contexto del capitalismo, no nos estamos situando en un plano estrechamente esteticista propio de la romantik -tan manejada, pese a sus afirmaciones en contrario, por los "modernos" apologistas del racionalsmo- sino que al rescatar del idealismo filosfico el concreto sentido de lo esttico, nos referimos a una cuestin de profundidad: el carcter represivo de una sociedad, la llamada "sociedad de consumo" capitalista, que enajena al hombre y sus productos, hostilizando y tratando de aniquilar cualquier realizacin total del ser humano, inclusive aquella capacidad de "creacin de acuerdo a las leyes de la belleza" de que habla Marx en sus Manuscritos Econmico-filosficos de 1844.17 Efectivamente, ese carcter creador que la sociedad imprime a sus productos y que es el resultado del vnculo que une al trabajo con la creacin, es destruido por la produccin capitalista: "el capitalismo rompe este lazo directo, separa el trabajo de la creacin, el producto del productor y transforma el trabajo en una actividad fatigosa, extenuante y no creadora. , . . En el siglo XIX, la ms sublime realidad no ocupa ya el trono en los cielos... sino que desciende a la Tierra bajo la forma de, economa" trascendente, que es un producto material fetichizado del hombre. La economa se convierte en el factor de condiciones y sociales, nuestra caracterizado al por nuestra capitalista pertenencia subdesarrollo,

problemas que iremos tratando convenientemente en el curso de este

Carlos Marx, Manuscritos Econmico-Filosficos de 1844, en Escritos Econmicos Varios, Carlos Marx-Federico Engels. Ed. Grijalba Mex. 1966 pg. 67-68.17

econmico. . . . ".18 El ser humano se torna homo economicus y su dimensin esttica (como dira Marcuse) se ve relegada o reprimida ante el primado de la economa. El mundo se puebla de objetos altamente tecnificados pero unvocos, que se producen y conciben solamente en razn de su eficacia para el consumo masivo y... para producir jugosos dividendos a los poseedores de los medios de produccin. La arquitectura no escapa a esta realidad. Al contrario: participa de ella, pertenece a ella y sus tensiones fundamentales se deben a esa pertenencia, de modo tal, que su tendencia en esta sociedad es la de convertirse en fiel expresin funcional de la misma. Se trata entonces de un proceso de desublimacin, que va eludiendo los contenidos trascendentes y crticos, y cualquier posibilidad de ellos en el objeto arquitectnico; proceso que convierte a la arquitectura en simple formalidad -utilitaria tan estrechamente concebida, que deviene en aquello que ha caracterizado ya a los movimientos de "vanguardia"... su llegada a los lmites de la "materia" en el contexto de lo que Galvano Della Volpe llama una pura "forma-comosensualidad-pura",19 simplemente tornando (no paradjicamente es nada casual la que intencin de racionalidad en su contrario: el irracionalismo, lo absurdo, o lo sensorial. importantes exponentes del arte cintico y ciberntico, cultiven las filosofas orientales sensualistas -y busquen en ellas los profundos secretos de la existencia"). Pero si esas son algunas de las caractersticas esenciales del estado que guarda el problema arquitectnico en las regiones de la sociedad industrial capitalista, en donde tiene algn sentido hablar de una aplicacin ms o menos consecuente de la "alta tecnologa" y en donde, con todas sus consecuencias tiene algo de sentido hablar de un "entorno" "diseado", en el rea de los pases subdesarrollados (dependientes) a la que pertenece el nuestro, la situacin se torna tan18 19

Karel Kosk, Dialctica de lo Concreto. Edit. Grijalbo, 1967, pg. 138. Della Volpe, op. cit. pg. 228.

aguda que llega a tener implicaciones verdaderamente dramticas. A este respecto, son bastantes ilustrativos los doce puntos que el arquitecto cubano Fernando Salinas seala como definidores de la arquitectura de los pases dependientes: 1) El contraste entre el lujo de las construcciones de las minoras y la pobreza de las mayoras. 2) La acumulacin progresiva del dficit habitacional. 3) La diferencia del nivel de vida entre el campo y la ciudad. 4) La especulacin con los terrenos. 5) La mnima contribucin del estado a la solucin de la vivienda. 6) La coexistencia de la tcnica artesanal con la avanzada para resolver problemas aislados. 7) La concentracin de las inversiones de la construccin en las grandes ciudades. 8) El uso de materiales importados como consecuencia del subdesarrollo industrial. 9) La anarqua de tipos y dimensiones en el sector de las construcciones. 10) La prdida del esfuerzo y talento de los arquitectos en los problemas aislados de la clase dominante. 11) El nmero reducido de tcnicos. 12) La subordinacin de las soluciones "estticas" a las limitaciones de una tcnica desigual.20 Esto, que basta por s solo para mostrar el dramatismo y las situaciones contradictorias de nuestra realidad arquitectnica, constituye sin embargo un conjunto de sealamientos que es necesario ordenar y jerarquizar en el contexto gentico -dinmico de la estructura histrica -social y sobre todo, introducir correctamente la presencia de las concepciones del mundo que instrumentalizan a la arquitectura, para poder tener as una visin completa del problema. Para ello, se hace indispensable el abordaje de una cuestin a nuestro juicio crucial, antes de proseguir: la relacin de la arquitectura con la totalidad social. Realidad concreta y abstraccin en la problemtica arquitectnica. En rigor, una de las fallas ms importantes de los estudios que se llevan a cabo en nuestro campo, es el dejar de lado elementos tericos fundamentales, que, al considerarlos implcitos20

o subestimarlos

Fernando Salinas, "La arquitectura revolucionaria del tercer mundo". Tomados del trabajo de Ramn Vargas y Jess Tamayo: El problema de la Vivienda y la Reforma Urbana, publicado en Calli No. 54 pg. 47.1971.

deliberadamente, conducen a una incorrecta explicacin y clarificacin de la realidad. Esto sucede a nuestro juicio no solamente con los trabajos de los "tericos" del racionalismo "mexicano" (caso central, como todos sabemos, Villagrn Garca.) sino inclusive con muchos de los que desean superar la situacin de estancamiento que nos aqueja. Por tanto, consideramos tratar aqu, aunque sea brevemente, esta cuestin que en realidad es esencial: la relacin entre arquitectura y sociedad. La comprensin de tal problema nos dar inclusive claridad suficiente para poder definir nuestras direcciones de bsqueda. Considerando ya perfectamente conexin entre s, superadas las posiciones independientes y por "ms tanto

metafsicas", que sitan los hechos humanos en casilleros aislados, sin absolutamente misteriosamente determinados por fuerzas desconocidas y en realidad inexistentes (el hecho de que todava se sigan manejando en algunos trabajos no implica que para nosotros y para 'esta discusin sean significativos), el punto de enfoque crtico lo constituye hoy la presencia del neo-positivismo o estructuralismo cientificista, mecnico, holista, etc. Lo importante aqu es el que tales posiciones dan una explicacin de la realidad que en rigor constituyen una "falsa totalidad". Naturalmente que de aquellas concepciones del mundo y de la vida a que primero hicimos referencia, a estas ltimas, han transcurrido siglos de ciencia y de desarrollo del pensamiento filosfico. No obstante, la ideologa del stablishment de las sociedades industriales, su poltica de manipulacin con los hombres y los objetos, la presencia de las contradicciones de clase y la compleja mecnica del imperialismo econmico, van creando sus concepciones funcionales con la direccin fundamental de comprensin de los fenmenos entre

los lmites de su manipulacin con la finalidad de poder seguir manteniendo el status. De esta manera el todo social es considerado como una trama estructural que incluso puede llegar a ser muy compleja, pero en la que sus diversos elementos -los hechos humanosse ligan entre s (incluso se "interaccionan") segn leyes meramente abstracto-matemticas, "lgicas", computables ciberntica mente, o sea: fcilmente manejables y por ende "controlables" si se cuenta con un eficaz aparato tecnolgico. De esa manera, las cualidades de los objetos y de los fenmenos, la arquitectura, las ciudades, la sociedad entera, el comportamiento de los hombres, las relaciones entre los pueblos, los movimientos financieros, etc., toman la forma de operaciones lgicas, de "redes", "rboles", "sernirretculos", etc. De ninguna manera estamos negando la importancia de los actuales conocimientos matemticos ni la de los avances efectuados en el clculo automtico: son valiosas herramientas de trabajo. Sin embargo, lo que consideramos un error es el confundir una imagen abstracta de la realidad, un "modelo" con la realidad misma, cosa que realiza el estructuralismo "holista". No es casual tampoco que en esos niveles de la alta tecnologa se postule inclusive el fin de la filosofa, o su reduccin a una simple mecnica de "comportamientos" ("behaviorismo"),21 es decir: la eliminacin de "lo subjetivo", por 'inoperante" o incomputable electrnicamente. (Caso en el diseo: Christopher Alexander.)22 Esos esquemas abstractos de la realidad tienen en el plano de su enfoque ms general la reminiscencia de las ideas" o "esencias"21

Esta "mecnica de los comportamientos" que impera en una gran cantidad de trabajos cientficos de la "sociedad industrial avanzada" la trata de manera particularmente sugerente, an dentro de sus desviaciones hegelianas, Herbert Marcuse en "El Hombre Unidimensional". Ensayo sobre la ideologa de la sociedad industrial avanzada. Ed. Joaqun Mortiz, 1968 sobre todo pg. 104-139.Christopher Alexander, "Ensayo sobre la Sntesis de la Forma". Ediciones Infinito 1969.22

platnicas, como Modelos perfectos, fundamento de todo lo existente. Son en realidad el ms reciente eslabn de la larga cadena del idealismo filosfico. De acuerdo, pues, con ese tipo de estructuras, los hechos sociales en su acumulacin, o en una mera interaccin mecnica, componen la totalidad. La arquitectura concebida en ese contexto se reduce a un simple hecho tcnico. Las cualidades histricas-sociales-polticasculturales, las estructuras significativas23, en pleno y dinmico proceso, que inciden en la arquitectura en un movimiento dialctico (obviamente no apresable en un modelo matemtico), con las concepciones del estructuralismo cientificista, quedan olvidadas o en su caso, trastocadas en unvocas relaciones computables, lo que indudablemente las vaca de contenido. Seala Karel Kosk: "La realidad social es entendida aqu, como un conjunto o totalidad de estructuras autnomas que se influencian recprocamente. El sujeto ha desaparecido, o ms exactamente, el autntico sujeto, el hombre como sujeto objetivamente prctico es sustituido por un sujeto fetichizado, mitologizado, cosificado: es decir, por el movimiento autnomo de las estructuras."24 Y en otra parte, afirma: "Por esto mismo, en las concepciones estructura listas, la "sociedad" se acerca al arte slo exteriormente, como condicionalidad social, no desde dentro, subjetivamente, a semejanza de su creador, el hombre social."25 Quiere esto decir asimismo que el estructuralismo as entendido conduce al sociologismo, reductor del arte a las condiciones dadas sin

23

El criterio metdico de la bsqueda de las estructuras significativas en las obras literarias, artsticas y filosficas, lo tomamos de los importantes trabajos del investigador Francs Lucien Goldman, sobre todo de "Investigaciones Dialcticas", Editado por el Instituto de Filosofa de la Universidad Central de Venezuela, Caracas 1962, y de "El hombre y lo Absoluto". Ediciones Pennsula, Barcelona 1968. 24 Karel Kosk, op. cit. Pg. 75. 25 Karel Kosk, op. cit. Pg, 75.

comprender su esencial participacin autonmica-dialctica en la misma sociedad. Ahora bien, cul es nuestra concepcin del problema? Ha quedado implcito ya que la cuestin de la relacin entre arquitectura y sociedad nos coloca en el contexto de la categora de la totalidad. Y que partimos del rechazo de la idea de la totalidad social como simple estructura mecnica. La totalidad social es una realidad estructurada dialcticamente. Esa estructuracin es su concrecin: "un todo que posee su propia estructura (y, por tanto, no es algo catico) que se desarrolla (y, por ende no es algo inmutable y dado de una vez para siempre), que se va creando (y, en consecuencia no es un todo perfectamente acabado y variable slo en sus partes singulares o su disposicin).26 De aqu se desprende que para entender los fenmenos y hechos sociales debemos partir de la existencia de una coherencia interna de la totalidad, es decir de su comportamiento como unidad, al mismo tiempo que distinguir lo particular y distintivo de los fenmenos, su carcter autonmico inclusive, pero sin perder de vista que as como lo distintivo define al todo, ste as mismo determina lo distintivo, en un proceso continuo cuantitativo -cualitativo. Naturalmente que con esto se plantea la concepcin de la arquitectura como un hecho histrico en s mismo, y no como un simple "resultado" (como lo postula el positivismo) de la historia. La historia misma es considerada como la totalidad social en su inherente movimiento. De

26

Karel Kosk, op. cit. Pg. 56.

esa manera, al ser parte significante y en ese sentido tambin ser expresin del todo, la arquitectura se presenta plena de riqueza, de determinaciones, de contenido histrico. La no caoticidad de la estructura social ha conducido, como lo sabemos, a los pensadores dialcticos (marxistas) a considerar al universo de las relaciones de produccin y los medios de produccin como el entramado fundamental de la sociedad.27 Y as la arquitectura, a la par de su incidencia en la produccin material, es, tambin, expresin de determinadas concepciones del mundo", que a travs de sus medios expresivos, de sus "signos" ("tridimensionales, geomtricos...")28 es, como dira Galvano Della Volpe, una de las formas del pensamiento humano.29 Nuestra poca confiere a la arquitectura -como lo hemos indicado ya- un carcter casi exclusivamente "tecnicista" y por ello se ha establecido una gran confusin entre un buen nmero de tericos; sin embargo, bien vista la cuestin, la arquitectura sigue siendo lenguaje. La dificultad reside en encontrar con exactitud su parentesco" con las otras formas del pensamiento y en determinar su pertenencia a sus correspondientes estructuras significativas (Lucien Goldrnan). Lo que significa tambin el conjunto de obras. Sin embargo, los avances de la ciencia, y en este caso los de la esttica cientfica y de los mtodos de investigacin de las obras literarias y artsticas, nos permiten plantear con mayor claridad nuestras lneas de bsqueda. Della Volpe, en sus "Problemas de una esttica cientfica", apunta: "...ya no es lcito partir apriorsticamente de una cuestin artstica general, abstracta e independiente de la experiencia actual y de la historia: sino que lo lcito es de cualquier otra cosa, por otra parte en cuanto nos lo exijan determinados objetos o fenmenos histricos (culturales) que debemos advertir cientficamente ... Que como en27 28 29

descubrimiento de las

concepciones del mundo que implica tal o cual obra o tal o cual

Lpez Rangel R. Arquitectura y Subdesarrollo en Amrica Latina UAP 1975. Della Volpe, op. cit. pg. 207. Della Volpe, op. cit.

todas las investigaciones cientficas propiamente dichas (o de tipo galileano) han de establecerse los antecedentes reales, temporales, histricoculturales (en trminos generales) del consecuente que es el objeto o fenmeno problemtico estudiado.30 En el caso que nos preocupa est perfectamente definido el "objeto" a problematizar el racionalismo arquitectnico y su actual crisis, fundamentalmente en nuestro pas. Pero lo anterior quiere decir que para el descubrimiento de la cuestin, o cuando menos para poseer una expectativa objetiva de solucin, debemos acudir a esa gnesis del movimiento moderno representada, en su eslabn definitivo por la Bauhaus, surgida en Alemania en los primeros aos de la guerra de 1914-1918 y que cerr sus puertas el nazismo en el poder. Pero la situacin temporal de ese movimiento no debemos -como fcilmente puede inferirse- utilizarla como simple referencia o marcomecnico, sino debe dirigirse a establecer un criterio del comportamiento de esa sociedad en sus condiciones totales, estructurales-dinmicas, que incluye desde su problemtica "econmica" hasta las formas de su cultura; sus "concepciones del mundo", su ideologa, etc. El establecimiento de la correcta relacin concepcin del mundo-arquitectura es esencial para el xito de nuestra bsqueda. Cabe hacer en este punto otra aclaracin. No entendemos como concepcin del mundo alguna forma de pensamiento "puro", desligado del comportamiento de la sociedad. Como lo indica certeramente Lucien Goldman: "Una concepcin del mundo es precisamente este conjunto de aspiraciones, de sentimientos y de ideas que rene a los miembros de un grupo (o lo que es ms frecuente, de una clase social) y los opone a los dems grupos".31 La nueva arquitectura est ligada a determinadas concepciones del mundo de su sociedad y de su poca? Si hemos comprendido nuestraGalvano Della Volpe, -Problemas de una Esttica Cientfica", en "Lo Verosmil flmico y otros ensayos de esttica. Ed. Ciencia Nueva, Madrid, 1967. pg. 59. 31 Lucien Goldman, El hombre y lo Absoluto, Pg. 29.30

intencin metdica-conceptual responderemos que la arquitectura es ella misma concepcin del mundo, ms no concepcin del mundo aislada e independiente, sino perteneciente a estructuras significativas, a su contexto (totalidad social). En consecuencia las formas ideolgicas y las corrientes culturales de la Repblica de Weimar (lo que no quiere decir que no posean, en su medida, carcter tambin internacional), que necesitamos conocer, cuentan, al movimiento arquitectnico Bauhasiano, como una de sus partes (lo que no quiere decir tampoco que ese movimiento no sea mundial, segn trataremos de explicar). As mismo, sin perder tampoco de vista el contexto mundial, debemos observar con atencin la espectacular alborada del constructivismo sovitico, que en los primeros aos del triunfo de la revolucin proletaria y antes de su liquidacin por el stalinismo, produjo obras y conceptos tericos que si bien estn relacionados con la lingstica Bauhasiana tienen particularidades perfectamente diferenciadas de sta, que no han sido lo suficientemente estudiadas y valoradas, ya que indudablemente pueden ser fuente de importantes sugerencias para nuestros planteamientos. Adems lo realizado en la Unin Sovitica en ese lapso que abri toda la dcada de los veintes, es de tal importancia para la comprensin de la problemtica de la arquitectura contempornea, que no debe ser subestimado de ninguna manera. Otra lnea de bsqueda, la constituye, necesariamente ese

conocimiento del conjunto de condiciones que hicieron posible la implantacin del funcionalismo arquitectnico en nuestro pas, sus plantea miento s, sus obras y sus posibles rasgos originales, pero como

lo hemos indicado, abandonando esas posiciones que vienen siendo, al hacer la apologa irracional del racionalismo, el abandono de todo espritu crtico, y traducido a otros trminos, la exaltacin total de los resultados de la revolucin de 1910. 0 sea, el encubrimiento de nuestros reales condiciones de pas dependiente, subdesarrollado. Queda implcito que dados los marcos del presente trabajo estamos obligados en las reflexiones que siguen, a efectuar solamente trazos generales, pero, que pueden servir para estudios ms amplios, La Bauhaus y la Repblica de Weimar. Como se sabe, la fundacin de la Bauhaus en 1919 vino a ser la cima de una trayectoria que parece iniciarse en el siglo pasado con la conflictiva e interesante lucha (el sueo de la vuelta a la artesana) del movimiento Arts and Crafts, cuya figura central fue el romntico socialista William Morris. Lucha que se suscita por la presencia de la industria capitalista en los procesos creativos. Luego, el ArtNouveau, que hizo surgir en prcticamente toda Europa y el mundo occidental una tendencia decorativo-industrial, cuyas aportaciones an no han sido lo suficientemente aquilatadas en virtud de la euforia anti-acadmica y naturalmente anti-art nouveau que se apoder de los creadores y apologistas del racionalismo y que subsiste an con bastante fuerza (aunque ya se observan los brotes de una actitud ms seria y observadora frente al mismo, cosa que indudablemente beneficiar el conocimiento de la problemtica moderna del arte y la arquitectura, sin que estemos insinuando con esto una "vuelta al pasado", desde luego). Fue el Deutscher Werkbund probablemente el antecesor inmediato del Bauhaus, al plantear de una manera ms decidida esa identidad de la lingstica arquitectnica con

la concepcin que de lo "funcional" tenan entonces sus especialistas. Es por tanto el Bauhaus primero y los constructivistas soviticos inmediatamente despus -aunque en otro contexto, lo que hace que se establezcan las diferencias- quienes toman la tarea de abordar la creacin de una lingstica totalmente nueva que utilizase los medios que los nuevos sistemas tcnicos haban estado creando, as como sus enormes posibilidades. Empero, la cuestin a debatir aqu no es tanto esa coincidencia de medios expresivos con el tipo especfico de produccin (industrial), sino de cmo tambin y de manera fundamental las condiciones sociales inmersas en el modo de produccin capitalista, y las concepciones del mundo determinaron el surgimiento de las formas racionalistas, a travs de la utilizacin de ese nuevo instrumental tecnolgico. Se comprende ya porque establecemos distincin entre la Escuela de Weimar-Dessau y las tendencias constructivistas de los soviticos, Y como veremos ms adelante, no se trata de una distincin meramente subjetiva sino que, an con sus evidentes y lgicas semejanzas -producto de la situacin histrica de ambos pases y de la brevedad de la experiencia sovitica, sobre todo- las obras y las concepciones producidas en la URSS en esos aos, la demuestran. Claro est que nuestra direccin central de bsqueda en este caso la orientamos hacia la institucin de Walter Gropius, Moholy-Nagy, Mies Van der Roe, etc., por ser la de la influencia determinante para todo el movimiento mundial, ya que, una vez que se le cerr el camino temporalmente (rgimen hitleriano) en Alemania, pudo continuar despus de algunas correras, en los Estados Unidos de Amrica, donde todava hoy, an despus de muerto Gropius, su impulsor fundamental, sigue ocupando un lugar importante en el mundo del diseo. Bstenos citar aqu el prrafo segundo del prefacio a la tercer edicin en ingls de ese libro crucial de la esttica Bauhasiana "La Nueva Visin" de Moholy-Nagy, que fue escrito (el prefacio) en 1945: "Desde 1938,

cuando "La Nueva Visin" fue publicada por ltima vez, han surgido grandes cambios. El Instituto de Diseo de Chicago, que continu la labor del Bauhaus adaptndola al ambiente americano, cuenta ahora con seis aos de vida. Ha demostrado su vitalidad atrayendo a gran nmero de estudiantes... y tambin cubriendo con sus egresados numerosos puestos importantes del comercio y la industria. Su mesa directiva se halla compuesta por destacadas personalidades de Chicago, y sus cursos sirven a las grandes firmas comerciales e industriales de la misma ciudad32 Tenemos pues que la arquitectura racionalista adquiere su

configuracin definitiva durante los aos que siguieron a la derrota de Alemania por las otras potencias imperialistas que haban tomado parte en la contienda. Surge la Bauhaus en la Repblica de Weimar en ese pas que a consecuencia de la derrota se encontraba en un estado casi continuo de crisis econmica, agravado por la poltica de sostenimiento de una economa de guerra. Inflacin, paro forzoso de cientos de miles de trabajadores y agigantamiento de los trusts de la industria, daban un panorama poco optimista para el desarrollo de la economa en un sentido racional. Las pocas expectativas de un cambio positivo cayeron, en su primera etapa, junto a los asesinados cuerpos de Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht, justamente en 1919. El temor al comunismo y la desazn frente a la burguesa de las naciones victoriosas, daban, entre otras cosas, un carcter especial a la democracia germana; como dice Georg Lukcs: "El hundimiento del sistema guillermino en la primera Guerra Mundial imperialista y la instauracin de la repblica de Weimar no traen tampoco consigo

Lszl Moholy-Nagy, "La Nueva Visin", Ediciones Infinito, Buenos Aires, 1963 pg. 9-10.32

ningn cambio radical en cuanto a la democratizacin de Alemania ni en cuanto a la creacin de tradiciones democrticas profundamente arraigadas en las grandes masas",33 y prosigue ms adelante: "De aqu que la repblica de Weimar fuese en lo esencial una repblica sin republicanos, una democracia sin demcratas. Los partidos burgueses de izquierda aliados a los reformistas no trabajaban por la implantacin de una democracia revolucionaria, sino que eran, sustancialmente -bajo las consignas de la repblica y la democracia-, "partidos de orden", lo que significaba, prcticamente, que aspiraban a modificar lo menos posible la estructura social de la Alemania guillermina..."34 (negritas nuestras). De esa manera, aun cuando exista la fuerza poltica de vanguardia de la clase obrera, que por cierto vislumbr el peligro del nazismo y luch en todo tiempo contra l, en general las condiciones de la Repblica weimariana fueron un excelente caldo de cultivo del fascismo hitleriano. Los paros forzosos masivos, y de manera muy especial el provocado por la crisis de 1929 reforzaba un sentimiento conflictivo y contradictorio de grandes masas, del pueblo alemn y de amplios sectores de intelectuales y pequeoburgueses: el anticapitalismo. Pero fue en lo esencial un sentimiento de desesperacin y temor, bien aprovechado por los fascistas. Adems ese sentimiento no era canalizado hacia la lucha racional por el cambio radical de las estructuras: dominaba en l, fuertemente, el espritu reformista que tanto obstruy la lucha contra el fascismo. Escribe Lukcs: "La misma nocin de lo nacional cambi radicalmente de acento (con la victoria del reformismo). Ya Bernstein haba tratado de rebajar como algo utpico la lucha revolucionaria por la sociedad socialista, por la "meta final" oponiendo a estas aspiraciones la trivial y filistea "racionalidad realista" de la transaccin con la burguesa liberal, de la adaptacin a la33

sociedad

capitalista.35

(parntesis

y

negritas

nuestras).

La

Georg Lukcs, "E] Asalto a la Razn- Fondo de Cultura Econmica. Mex-Buenos Aires. 1959, pg. 59. 34 George Lukcs, op. cit. pg. 60. 35 G. Lukcs, op. cit. pg. 60.

"racionalidad realista" del reformismo, al mostrar su ineficacia, fcilmente se transforma en el plano conceptual, en el irracionalismo filosfico, que envuelve pronto a grandes sectores de la clase obrera, y da contenido a las concepciones del mundo de los intelectuales y la pequeoburguesa. Y as, paradjicamente el irracionalismo, resultado del desencanto y la desesperacin hacia el reformismo y la "razn" de su democracia, e incluso frente a la posibilidad de establecer una sociedad verdaderamente "racional" en un pas vencido pero tambin impregnado de temor (las capas burguesas sobre todo, naturalmente, aunque contaminada estaba de esto tambin un importante porcentaje de los obreros) a la revolucin proletaria, paradjicamente, decamos, se presenta como una bsqueda de la razn trascendente, de la racionalidad puramente lgica, de la racionalidad meramente contemplativa en que aparece la desesperacin como estado de nimo colectivo y, en estrecha relacin con ello, la credulidad, la esperanza en el milagro salvador".36 Toda esa conceptualidad, con sus diversas formas y niveles deviene contenido fundamental del espiritualismo, la fenomenologa trascendencia mundo. El reformismo estetizante de la Bauhaus. -Entre los estudiosos y apologistas de la "Nueva Arquitectura"37 est bastante extendida la tendencia de considerar a Gropius no solamente como un gran renovador M arte sino incluso como un hombre que estableci los y en las tendencias rompe psicologistas los lmites alemanas, nacionales y su realidad para

convertirse en parte importante de la concepcin imperialista del

G. Lukcs, Op. cit. pg. 66. Gropius calific, como es sabido, a la arquitectura surgida de la como La Nueva Arquitectura".36 37

principios de un "nuevo orden" cultural. Enrico Tedeschi, por ejemplo, habla de la labor gropiusiana como de una "bsqueda de un nuevo orden a travs de la tcnica, que permita reconstruir la unidad cultural de nuestro mundo sobre bases reales..."38 Se presenta as frecuentemente la imagen de una personalidad salvadora del caos y el derrumbe de toda una cultura. Giulio Carlo Argan -aunque no sin cierto escepticismo- habla tambin de la estricta lgica formal que Gropius esgrime como "ltima ratio" en medio de "la crisis de los valores fundamentales de la historia39 En realidad la "ruptura con el pasado" que el famoso arquitecto alemn tanto proclam al referirse a-los planteamientos formales del racionalismo, y que no es sino una manifestacin de la lucha antiacadmica de los intelectuales de la poca, hoy, junto con otras frases bauhasianas (como: la bsqueda de un "nuevo conjunto de valores", etc.), se ha tomado en un sentido que bien podramos llamar hiposttico, oscureciendo con ello su real significado (id est: su significado histrico). Desde ya, una primera aproximacin al pensamiento de Gropius nos deja ver con meridiana claridad que la renovacin del racionalismo-funcionalismo (utilizamos estos trminos a sabiendas de que Gropius los rechaz reiteradamente) est situada en el contexto ideolgico del reformismo imperante, segn hemos visto, entre los polticos burgueses y los intelectuales de la Repblica de Weimar. En efecto, el reformismo se manifiesta en las posiciones Gropiusianas entre otras cosas porque sus aportaciones se realizan no a travs de una crtica profunda de las relaciones sociales del capitalismo, sino que constituyen una verdadera teraputica esttica, tendiente a "embellecer" aquellos aspectos de nuestro mundo que aparecan desagradables antes los ojos del fundador de la Bauhaus: "Desde mi temprana juventud, he tenido aguda conciencia de la catica fealdad de nuestro ambiente moderno -obra del hombre- comparado con laEnrico Tedeschi. Prlogo a la Edicin Argentina al libro de Giulio Carlo Argan:Walter Gropius y el Bauhaus. Ed. Nueva Visin, B. Aires 1961. pg. 8. 39 Giulio Carlo Argan. op. cit. pg. 12.38

unidad y la belleza de las ciudades antiguas, preindustriales... Cmo podra lograrse semejante unidad para llegar a constituir la pauta visible de una autntica democracia..."40 El calificativo de "caticamente feo" que Gropius adjudica al ambiente, moderno (aunado a la aceptacin de estar dentro de la autntica democracia"), implica evidentemente una posicin esteticista frente a la problemtica de nuestra poca, posicin por cierto combatida hasta la saciedad por la inmensa mayora de los intelectuales bauhasianos y por las generaciones si, Jentes de arquitectos y tericos racionalistas cuando se trata de la crtica a la arquitectura acadmica decimonnica. Esta nueva posicin esteticista de la escuela Gropiusiana tiende hacia un embellecimiento total: "As se inaugur la Bauhaus en 1919, con el objeto especfico de llevar a la prctica un arte arquitectnico moderno que, como la naturaleza humana, estaba destinado a abarcarlo todo dentro de sus lmites.41 Se inicia de esa manera la problemtica de la universalizacin del diseo, de tanta influencia en nuestra poca. Gropius nos habla de los primeros pasos que se dieron para su consecucin, naturalmente sin abandonar su habitual tono irracional: "En forma deliberada, se concentr primariamente alrededor de aquello que ha llegado a constituir en la actualidad una labor de imperativa urgencia: impedir el esclavizamiento de la humanidad por parte de la mquina, salvando de la anarqua mecnica el hogar y los artculos producidos en masa, y devolvindoles finalidad, sentido y vida. Esta significa desarrollar bienes y edificios especficamente diseados para la produccin industrial42 Vaya misin asignada al diseo industrial! Nada menos que la de salvar al hombre de la esclavitud de la mquina (de la mquina en si, adems). Bastaba para ello el lograr un cambio de actitud de esferas antinmicas dentro del capitalismo: "Nuestra ambicin era arrancar al artista de su ultraterrenalidad reintegrndolo al mundo cotidiano de las realidades y al mismo tiempo ensanchar y humanizar la mentalidad rgida, casiWalter Gropius. Alcances de la Arquitectura Integral. Ed. La Isla, B. Aires, 1963 pg. 16. 41 Ibid. pg. 30. 42 Ibid., pg. 30.40

exclusivamente material, del comerciante".43 El problema no es por tanto enjuiciar la contradiccin fundamental del rgimen capitalista y analizar (y en consecuencia enfrentarse a) sus implicaciones en el campo de la cultura y el arte. Lejos de esto, lo que se propone es que la bsqueda de nuevas expresiones artsticas (correspondientes a los procesos productivos de la fabricacin industrial) se lleve a cabo dentro de la conciliacin del mundo de la artsticidad con el de la produccin capitalista de artculos de consumo masivo. En el contexto de las relaciones mercantiles el reformismo es llevado as al grado de pretender integrar la libertad con la enajenacin, dando con esto origen a una de las contradicciones esenciales de la denominada cultura tecnolgica. Sobre la base de esa integracin, queda implcito que de ninguna manera se trata de defender la riqueza orgnica trascendente -polisemntica- del arte. La integracin supone un esteticismo al servicio del inters privado actual, que como hemos dicho establece el dominio de la dimensin de la eficacia sobre otros valores de la cultura y sobre todo, se van anulando las posibilidades de expresin de la conciencia crtica contempornea. Esta no slo sale sobrando, sino incluso se opone al universo formal bauhasiano. Surge as de la polmica antiacadmica una poltica que pugna por una "simplicidad" indiferente hacia la trascendencia: "Estamos hartos de la reproduccin de estilos histricos. En el proceso de nuestro desarrollo, desde las extravagancias de un mero capricho arquitectnico, hasta los preceptos de la lgica estructural aprendimos a buscar una expresin concreta de la vida de nuestra poca en formas simples, claras y refrescantes".44 Los principios formales de la Nueva Arquitectura se van constituyendo como parte de ese diseo universal en el que la "simplicidad", y la "honestidad frente al proceso productivo" viene siendo un parapetoIbid., pg. 31. W. Gropius, "La Nueva Arquitectura y la Bauhaus" Edit. Lumen. Barcelona 1966. pg. 51.43

44

ante

las

posibilidades

de

cualquier

manifestacin

individual,

surgiendo as las tan manejadas tesis acerca del rechazo a la pieza nica", a la "obra de arte", etc. El problema consiste por otra parte, en que esas proclamaciones aparejan en el caso bauhasiano la reduccin del producto hasta la univocidad.45 Nada ms natural que en esas condiciones surgiese una teorizacin del arte conformada como mera Gestaltheorio, basada en la consideracin de lo esttico como parte de un dualismo estructural, en el que el "espritu" (o "el alma humana") se satisface a travs de la aplicacin de leyes psicolgicas, exclusivamente "visuales" (formales- sensoriales). El espiritualismo fenomenolgico, en auge en esos aos weimarianos da contenido, en consecuencia, a la arquitectura y al arte de la Bauhaus, que al establecer la conciliacin con el sistema, sienta las premisas de la ratio de la supuesta humanizacin de los objetos de consumo masivo. Gropius alude a ese ingreso de la arquitectura al mundo de la masividad, de la manera siguiente: "El gran pblico, que haba permanecido indiferente a todo lo que se refiere a la edificacin, ha salido de su letargo; ha ido en aumento el inters personal por la arquitectura como por algo directamente relacionado con nuestra vida cotidiana".46 Estas palabras encierran, en su sentido ms general, un saludo a la aparicin de la sociedad de masas. El papel de innovador era tomado por Gropius en un sentido tan absoluto y tan hiposttico, que el famoso arquitecto no conceba que las cosas pudiesen hacerse de otra manera. Para l, el conjunto de soluciones y de ideas emanadas de la institucin de Weimar-Dessau constituan la respuesta natural a los "problemas" de la nueva poca.

45

34 El trmino lo tomamos tambin en el sentido de Della Volpe, para demostrarla tendencia de las "vanguardias" hacia la abstraccin del contenido. 46 W. Gropius. "La Nueva Arquitectura y la Bauhaus" pg. 21.

Conceba, como corresponde a la fenomenologa filosfica, una relacin simplemente tautolgica entre la arquitectura y "su poca". La Bauhaus, por tanto, la resolva definitivamente: "Se empieza a reconocer que si bien las formas exteriores de la arquitectura difieren fundamentalmente en un sentido orgnico de las antiguas, no responden al simple capricho de un grupo de arquitectos vidos de innovaciones, sino simplemente el producto lgico e inevitable de las condiciones intelectuales, sociales y tcnicas de nuestro tiempo.47 En este planteamiento se deja ver con claridad esa tendencia metafsica del cientismo burgus, de establecer una separacin o divisin entre supuestos factores, componentes de la totalidad: "Lo intelectual", "lo tcnico", "lo social" Posicin tambin fenomenologista que adoptaran generaciones enteras de arquitectos y apologetas del movimiento funcionalista, y que han llevado hasta el encubrimiento de lo "til", "lo funcional", "lo tcnico" y la escicin de esas categoras de la eficacia con "lo social", "lo esttico", y ya no digamos con "lo poltico". Como podemos inferir sin dificultad, tales supuestos expresan la tendencia de aislar la obra de todo compromiso con el pensamiento verdaderamente avanzado y progresista de la sociedad. La abstraccin de ese compromiso es en Gropius y sus productos, la manifestacin esttica de la huida intelectual (y en consecuencia tambin poltica) ante los problemas esenciales que planteaba el desarrollo de la crisis de la Repblica de Weimar. Un refugiarse en el Apiritualismo y su universal estructura, constituida nicamente por la lgica pura", ante una realidad sin salida posible para la filosofa de la desesperacin, pero que viene trastocndose (por as decirlo) inmediatamente en la propia columna vertebral de una esttica funcionalizada para el status. Obviamente, aparece la arquitectura sin ms riqueza conceptual que la simple "lgica": "La racionalidad que Gropius desarrolla en los procesos47

Ibid., pg. 22.

formales de] arte es afn a la filosofa fenomenolgica y existencial (sobre todo la de Husserl) a la cual est de hecho histricamente ligada. Se trata en sustancia de deducir de la pura estructura lgica del pensamiento las determinaciones formales de validez inmediata, independientes de toda Welttanschaung (concepcin del mundo). En su obra el rigor lgico alcanza evidencia formal; deviene arquitectura como condicin directa de la existencia humana".48 Paradjicamente, del combate a muerte con I'art pour l'art, se obtiene una arquitectura en s misma, asimilada naturalmente a un tambin mundo en s del maquinismo, independientes de toda relacin de clases y conflictos sociales: "Queremos que el organismo arquitectnico nazca claro, desnudo y luminoso por una ley interna suya, sin mentiras ni artificios; que haga suyo el mundo de las mquinas, de la radio y del automvil, que manifieste funcionalmente su sentido y su finalidad por la tensin recproca de sus masas y rechace todo aquello que puede disminuir o velar la forma absoluta del edificio".49 Y en otra parte: "La calidad arquitectnica de un edificio moderno debe dimanar nicamente del vigor y la coherencia de sus proporciones orgnicas. Debe ser fiel a s mismo, lgicamente transparente y virgen de toda mentira o trivialidad, como afirmacin directa del mundo contemporneo del maquinismo y rpido cambio".50 Esta concepcin del abstraccionismo arquitectnico est ciertamente emparentada con el supuesto espiritualista acerca del hombre mismo, del yo, expuesto precisamente por Husserl: "El yo existe por s mismo, es para s mismo con una evidencia continua y, por consiguiente, se constituye a s mismo como existente".51 Tenemos entonces que la esttica arquitectnica emana de esa autocreacin ausente por esencia de toda relacin externa, Y es a travs de la pureza virginal de sus formas como Gropius considera que se satisface la dualidad humana: "La Nueva Arquitectura crea su propia forma, no como imitacin estilstica ni como frivolidad48 49

~iulio Carlo Argan, op. cit. pg. 11. Gropius, op. cit. pg.

5051

Ibid., pg. 95.

Husserl, "Meditaciones Cartesianas", citado por N. Abbagnano en "Historia de la Filosofa. Tomo III Pgs. 450-451. Ed. Montaner y Simn. Barcelona 1964.

ornamental, sino como diseo simple e inteligente en que cada parte se integra con naturalidad en el volumen total del conjunto. Por lo tanto esta esttica responde por igual a nuestras necesidades materiales y psicolgicas".52 Se llega al grado de convertir su limitado lenguaje, en una supuesta expresin humanstica: "A partir del momento en que nuestra mxima aspiracin sea satisfacer estas condiciones (las que mencionan en la cita anterior) que son las nicas que animan y por consiguiente humanizan un ambiente -armona espacial, quietud, proporcin- la arquitectura no puede limitarse a cumplir una funcin estructural.53 Por lo tanto, as se va conformando ese conjunto de valores plsticos que constituiran las caractersticas signuales de la lingstica arquitectnica racionalista; las transparencias, la tendencia hacia las superficies planas, de gran proporcin y "limpias", el dominio de la linealidad horizontal, o bien la estructuracin a base de horizontales y verticales nicamente, etc. (Como sabemos la influencia recproca de arquitectos pintores y escultores, entre los que sobresalieron Kandinsky y Piet Mondrian, dio como resultado un arte-diseo que manej, valores plsticos semejantes, an con la diferenciacin establecida por la misma naturaleza de los signos de los diversos gneros artsticos).54 Por ltimo, merece especial mencin ese hincapi casi desmesurado hacia la categora de espacio en la arquitectura contempornea. NadaW. Gropius, "La Nueva Arquitectura. . . " pg. 51. Ibid., pg. 51. 54 Son Particularmente interesantes las relaciones que Kandinsky establece entre las lneas y los colores con ciertas necesidades psicolgicas del hombre. En "Punto y Lnea Frente al Plano" (Ed. Nueva Visin, B. Aires, 1969) nos dice: "El hombre moderno busca la quietud interior porque se siente ensordecido por factores externos y cree encontrar esa quietud en el silencio interior; de ese silencio ha surgido, el caso que nos interesa, la tendencia exclusiva hacia la horizontal-vertical. La tendencia lgica subsiguiente sera la tendencia exclusiva hacia el blanco y el negro... Pero la unin de * la horizontal-vertical con el blanco-negro an est por producirse. Entonces todo quedar sumergido en el silencio interior y slo los ruidos exteriores sacudirn el mundo" (pg. 75-76) Queda clara esa tendencia teraputica de que hablamos...52 53

ms justo, como lo afirma Galvano Della Volpe, que la consideracin de la "supremaca de la arquitectura en cuanto a valores espaciales".55 Pero en este caso no se trata del reconocimiento de la capacidad de lo arquitectnico en general para crear mbitos, espacios materiales, A travs de la concrecin de sus signos, de su estructura material. No. La cuestin aqu es la de una verdadera idealizacin e irracionalizacin del espacio y del espacio arquitectnico, llevada a cabo por la corriente Gropius-Bauhasiana. Para sta, el espacio que "maneja", es casi la anttesis del espacio material. Se trata nada menos que del "espacio existencial', del "espacio fenomnico", del "espacio vivenciable", etc., del irracionalismo filosfico. A esto se refiere Gropius cuando nos llega a definir a la arquitectura como una "manipulacin del espacio" y cuando proclama, repetidamente "la conquista de una nueva visin espacial". El espacio fenomenizado que uno de los ms importantes intelectuales Bauhasianos, el ya citado MoholyNagy define as ... sabemos que el espacio es una realidad de la experiencia sensorial...".56 Id est: una condicin interna del yo. La primaca y acentuacin de la categora espacial en la esttica racionalista y que es seguida asimismo por la aplastante mayora de los teorizantes contemporneos (Bruno Zevi, por ejemplo es uno de los ms extremos57, aunque claro, no llega al grado de un Villagrn Garca, que postula al espacio como la materia prima de la arquitectura58 (no slo revela pues el medio formal, la naturaleza intrnseca del signo

5556

G. Della Volpe, "Critica del Gusto" pg. 207. Moholy-Nagy, op. cit. pgs. 103-104. 57 Bruno Zevi, "Saber Ver la Arquitectura" Ed. Poseidn 1963. 58 Jos Vllagrn Garca llega a considerar al "espacio" como "materia prima" de la arquitectura, en "Meditaciones ante una crisis formal de la Arquitectura", en Cuadernos de Arquitectura, INBA, Mx. No. 4, pg. 30.

arquitectnico, ni el avance tcnico en la fabricacin de materiales de construccin, industriales ligeros y etreos, "transparentes como el aire": revela tambin y de modo muy especial la realidad de nuestra sociedad urbanizada en donde junto al creciente proceso de concentracin de la poblacin en las ciudades se lleva a cabo una gran especulacin mercantil con el espacio urbano, lo que arroja como un hecho efectivo una manipulacin del mismo, dentro de las vicisitudes de las leyes del capitalismo. De estas brevsimas reflexiones acerca del espacio bauhasiano, problema que merece sin lugar a dudas un posterior estudio especfico, obtenemos tambin la conclusin vlida para la concepcin total de la escuela Gropiusiana, de que el idealismo ms acendrado e "indiferente" y la esttica ms espiritualizante -incluyendo sus cientistas tesis Gestaltistas- se presentan ante nosotros como la expresin (y la justificacin) de la ms burda realidad material; la enajenacin de nuestras capitalistas sociedades de masas, mal encubierta con el manto de la tcnica. Los intentos frustrados de la vanguardia sovitica. Si la ruptura con el pasado" signific para la lnea del racionalismo bauhasiano la bsqueda -y el encuentro- de un nuevo lenguaje con tendencia a la exaltacin de una tcnica en s, y a la proclamacin de valores abstractos en las que las relaciones sociales eran algo externo, para aquellas corrientes artsticas rusas surgidas a partir del triunfo de la revolucin de octubre y que actuaron hasta los primeros aos de las dcadas de los treinta "en que se proclama el realismo socialista como mtodo fundamental y nico de la literatura y el arte Soviticos",59 fue una verdadera batalla por lograr -a travs de la confrontacin de diversas corrientes- la expresin artstica de una sociedad socialista, la

Adolfo Snchez Vzquez, "Esttica y Marxismo" (Ed. Era, Mx. 1970). en la Introduccin al cap. X "Arte y Socialismo", Tomo II, pg. 130.59

primera en la historia de la humanidad. En efecto, productivistas, futuristas, realistas, el LEF, el Prolet-Kult, etc., actan siempre bajo ese objetivo en el contexto de una poltica estatal que promova la ms amplia variedad de tendencias y por ende la ms amplia discusin -crtica y autocrtica constantes- entre ellos. El Partido Comunista (bolchevique), en la dcada de los veintes, parta de la necesidad de la conquista cultural que a travs del enfoque marxista, diese a la nueva sociedad proletaria, lneas orientadoras para su desarrollo en ese campo. "Pero no se ha de olvidar que esta tarea es de una complejidad infinitamente mayor que otros problemas que resuelve el proletario, ya que la clase obrera pudo prepararse en el marco de la sociedad capitalista para la revolucin triunfante, preparar para s -misma, luchadores y cuadros dirigentes y elaborarse la magnfica arma ideolgica de la lucha poltica. Pero no poda desarrollar los problemas de las ciencias naturales ni los tcnicos, igualmente, que siendo una clase abrumada en el aspecto cultural, no poda desarrollar su literatura, su singular forma artstica ni su propio estilo. Si el proletariado tiene ya en sus manos criterios infalibles sobre el contenido socio-poltico de cualquier obra literaria, todava le faltan respuestas definidas anlogas para todas las cuestiones relativas a la forma artstica".60 Con esa perspectiva los horizontes y los caminos de la intelectualidad rusa se ensancharon y multiplicaron, todas las esferas artsticas entraron en tensin y en breve tiempo surgieron grmenes prometedores. La arquitectura no escap naturalmente a este despertar. Anatoli V. Lunacharski el inteligente primer comisario de Instruccin Pblica de la Unin Sovitica, expresaba as esa alborada: "Como es natural, el ambiente ideolgico-emocional de la revolucin se ha reflejado ante todo en la ms intelectual de las artes, en la literatura. Sin embargo, es indudable que este ambiente tiende tambin a dominar las dems artes. Resulta caracterstico el que precisamente ahora se creen peridicos y colecciones de artculos, se

A. Snchez Vzquez, op. cit. en "Sobre la Poltica del Partido en el Terreno de la Literatura" (Resolucin del CC del PC (b) de Rusia del 18 de junio de 1925. Pg. 226.60

organicen sociedades de pintores y de escultores, empiece a trabajar el pensamiento arquitectnico..."61 Efectivamente, el "pensamiento arquitectnico", prisionero antes de la revolucin en los recintos de la Academia zarista, iniciaba una fecunda discusin acerca de las caractersticas que deban contener las obras de la sociedad nueva. El pasado estril era visto por uno de los grandes exponentes de la vanguardia sovitica, Eleazar Markovich Lissitzky, de la manera siguiente: "Tambin en Rusia, bajo la influencia del occidente europeo, hace algunos siglos la arquitectura era prerrogativa de la Corte y era dirigida por la Academia. En medio de las dems artes prosegua su vida aparente, en un duerme-vela del todo estril. Proyectar era permitido en Rusia slo a los diplomados estatales, pero todo el mundo era "libre" para pintar o componer poesa...62 En ese contexto -an con la ciertamente poderosa influencia de la Bauhaus y de su filosofa irracionalizante (es sabido que muchos de los vanguardistas rusos mantenan incluso estrechas relaciones con la institucin germana) -los arquitectos soviticos empezaban a manifestar, en medio de agudas tensiones, posiciones originales y distintas a las de la escuela de Weimar-Dessau. En primer lugar, se lleg a plantear una objetiva relacin entre la tcnica y su contexto social: "En octubre de 1917 se inicia nuestra revolucin y se abre as una nueva pgina de la historia de la sociedad humana. Los elementos fundamentales de nuestra arquitectura provienen de esta revolucin social y no de la tcnica."63 Esto ubica a la

A. V. Lunacharski, "Las Artes Plsticas y la Poltica en la Rusia Revolucionaria" Ed. Seix Barral, Barcelona 1969 pgs. 72-73. 62 El Lissitzky, 1929. La Reconstruccin de la Arquitectura en la URSS. Ed. Gustavo Gili, Coleccin Arquitectura y Crtica Barcelona 1970. pg. 8. 63 Ibid., pg. 7.61

produccin de esos aos dentro de una concepcin en la que el nuevo lenguaje era buscado a travs de la utilizacin de los modernos procedimientos constructivos pero con la intencin central de tomarlos como instrumentalidad concreta de la ideologa socialista. Y pese a las lgicas dificultades en todos los rdenes, se lleg por parte de los arquitectos ms avanzados al claro rechazo de la idea de una arquitectura en s misma (como es el caso de los Gropiusianos), al concebir, certeramente, de acuerdo con el pensamiento de Marx, que el valor de la obra de arte slo se posibilita y se crea socialmente: "Para nosotros, la obra de un artista no tiene valor "en s y por s", no tiene una finalidad autnoma, no tiene belleza propia, ni podra tenerla por s misma: todo esto lo obtiene slo a travs de su relacin con la comunidad... En nuestra arquitectura, en todos los aspectos de nuestra vida, nos esforzamos por crear un nuevo orden social... Sobre la base de lo desarrollado se crea una ideologa, un modo de ver, una interpretacin y una relacin que continan reverberando sobre aquello que se est desarrollando. Este proceso dialctico podemos buscarlo aqu en la formacin de los arquitectos".64 El reconocimiento de la arquitectura como opus artstica llev naturalmente a los arquitectos avanzados a considerar la problemtica del manejo maestro de la lingstica arquitectnica, y de cmo su nueva semntica debera ser en lo esencial, forma colectiva-popular de expresin: "Al arte se le reconoce la propiedad de reordenar, organizar, activar la conciencia mediante su carga de energa emotiva. La arquitectura es reconocida como arte gua y la atencin de la colectividad se orienta hacia ella. Los problemas de la arquitectura se convierten en problemas de masa. Los ensueos de taller de los inicios deben perder su carcter individual para desarrollarse sobre una base social. Contra los utilitaristas" retornan a escena los formalistas". Estos ltimos sostienen que la arquitectura no coincide con el concepto de "trabajo de ingeniera". Liberar lo funcional, construir un volumen64

Ibid., pg. 50.

que funcione para determinado fin, es solamente parte del problema. La otra es el organizar de manera justa los materiales, resolver el aspecto constructivo. Una obra de arquitectura, sin embargo, nace del conjunto como idea espacial, como configuracin que produce un preciso efecto sobre nuestra psique, como algo vivo. Para conseguir esto no es suficiente ser un hombre moderno; ms bien es necesario que el arquitecto domine plenamente los medios expresivos de la arquitectura.65 El obligado dominio del lenguaje artstico arquitectnico y esa peculiar necesidad de expresin socialista tuvo forzosamente que producir planteamientos -que aunque se quedaron en el nivel de meras indicaciones iniciales- daban ya una nota distintiva a algunas de las producciones de vanguardia. Indudablemente que, el exponente ms connotado de esa alborada sovitica lo fue V. Tatlin, figura central de aquella corriente opuesta al vaci abstracto del "suprematismo" Malevitchiano y que se propuso una estructuracin formal que rebasase los lmites del racionalismo y dar as cabida a una gran libertad de expresin esttica. Al respecto nos dice Lissitzky: "La otra manera de concebir el mundo, a travs de la materia, requera no solamente la observacin de los objetos, sino tambin su exploracin tctil. En la estructuracin de la forma se parta de las caractersticas especficas del material adoptado. El exponente principal de este movimiento (Tatlin) supona que el predominio intuitivo-artstico del material llevara a invenciones con las que poder estructurar objetos independientemente de los racionales mtodos cientficos de la tcnica. Crey demostrarlo en su proyecto a Monumento a la Internacional en 1920".66

6566

Ibid., pgs. 51-53. Ibid., pgs. 9-10.

Cabe mencionar aqu que la discutidsima obra tatliniana, que fue vista con desprecio y hasta con burla por algunos intelectuales del momento -siendo quiz el ms destacado de entre ellos el propio Lunacharsky67y por otros, de la talla de Vladimiro Maiakowsky, fue contemplada como parte del despuntar de la cultura socialista: "Adems -nos dice el gran poeta ruso, de trgico fin- de desarrollar un trabajo de organizacin, hemos realizado las primeras obras del arte de Octubre (el monumento de Tatlin a la Tercera Internacional", "Misterio y Bufonada", dirigido por Meyerhold; "Stenka Razin" de Kamensky).68 De todas maneras, las posiciones de Tatlin as como un buen nmero de obras y proyectos de los ms inquietos arquitectos de vanguardia (como el Pabelln de la URSS para la exposicin de Pars de 1925, o como el proyecto para el Instituto Lenin de J. Loonidov, o el del "Edificio para Congresos" de N. Travin,69 la propia torre tatliniana...) constituyen una clara indicacin de que la arquitectura sovitica se preparaba ya para realizar un espectacular despliegue hacia la conquista de formas que vendran a ser la expresin de una nueva sociedad, la sociedad socialista, en la que el optimismo hacia el porvenir de la humanidad haca ver en el maquinismo" un autntico instrumento de progreso de una humanidad realmente libre, al haber abolido la explotacin del hombre por el hombre, condiciones que eran, en todos los rdenes y de modo muy especial en el campo de la cultura y el arte, actitudes,

An intelectuales tan importantes para la apertura de ese florecimiento del arte comunista, como Lunacharsky, no comprendieron por ejemplo, el esfuerzo Tatliniano, y llevaron a cabo crticas, de tal modo irnicas que coadyuvan en buena medida a avalar la poltica posterior del Partido con respecto al arte. Vase la obra citada de Lunacharsky, pg. 80. 68 VIadimiro Mayakovsky "Por qu cosa se bate el LEF?" en op. cit. de A. Snchez Vzquez, pg. 210. 69 Ver en op. cit. de El Lissitzky, las obras y proyectos mencionados.67

pensamientos y sentimientos que no se dieron en el indiferente y hasta desesperado70 mundo bauhasiano. La modernidad arquitectnica mexicana y el consumo masivo de la arquitectura. La implantacin del racionalismofuncionalismo en nuestro pas, que tambin implica la lucha antiacadmica -en este caso contra la arquitectura realizada en ese lapso que se ha denominado "el porfiriato" -no se lleva a cabo en virtud de un hecho parcial y aislado (el resultado del "triunfo" de una determinada "voluntad esttica as como tampoco puede explicarse a los como el surgimiento pas en de las verdaderas soluciones problemas del materia

arquitectnica. Tales planteamientos en el fondo corresponden y estn situados en el contexto de esa gran polmica antiporfirista llevada a cabo por los idelogos de la revolucin de 1910-1917,71 y que en el caso de la arquitectura ha normado el criterio "histrico", convirtiendo en lugar comn la frmula de que el "funcionalismo" -si bien a la mexicana", como veremos- representa ese acuerdo con la realidad del pas, en tanto que la arquitectura del porfiriato era el smbolo viviente de la entrega de la nacin a la cultura extranjera, y por tanto, sus soluciones eran no slo "exticas" sino "opuestas" o "anacrnicas" con respecto a las condiciones sociales de Mxico.72 Como lo hemos indicado ya73 estas tesis conducen directamente a la apologa de los resultados de la revolucin mexicana y en

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Giulio Carlo Argn en su obra citada nos dice acerca de Gropius, que "Su fe en un porvenir mejor del mundo esconde un escepticismo profundo, una lcida desesperacin" Pg. 11.La idea de esa -gran polmica antiporfirista", la hemos tomado de los trabajos del investigador de la UNAM, Arnaldo Crdova, concretamente de "La ideologa de la Revolucin Mexicana." de editorial Era, 1972. 72 Esos calificativos los han aplicado continuamente los "tericos" y los crticos" de la arquitectura de la poca posrevolucionaria Jos Villagrn Garca, Justino Fernndez, Israel Katzman, etc, etc. 73 En el comienzo de este trabajo.71

consecuencia no ofrecen seguridades de objetividad. Pensamos por tanto que el fenmeno arquitectnico de la poca posrevolucionaria debemos verlo como parte del