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El tiempo y la conciencia El lugar de la conciencia interna del tiempo en la constitución de los objetos temporales inmanentes y su articulación con la idea de conciencia absoluta auto-constituyente en la fenomenología de Edmund Husserl Jaime Hoefken Zink Lima, 21 de noviembre de 2014 Universidad Antonio Ruiz de Montoya Presentado para el curso de Seminario de Husserl 1

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Estudio sobre la conciencia interna del tiempo en Husserl.

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El tiempo y la conciencia

El lugar de la conciencia interna del tiempo en la constitución de los objetos temporales inmanentes y su articulación con la idea de conciencia absoluta auto-constituyente en la

fenomenología de Edmund Husserl

Jaime Hoefken ZinkLima, 21 de noviembre de 2014

Universidad Antonio Ruiz de Montoya

Presentado para el curso de Seminario de HusserlProf.: Víctor Casallo

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1. INTRODUCCIÓN

¿Qué podemos decir desde la fenomenología de Husserl del tiempo? ¿Qué es el tiempo? ¿Cuál es su rol e importancia para la percepción y, en general, para toda constitucion, incluyendo a la constitución absoluta de la subjetividad trascendental? Mi propósito es plantear las líneas principales de la investigación fenomenológica de Husserl para responder a tales preguntas.

Unos de los propósitos de Husserl en la Fenomenología de la conciencia el tiempo inmanente es “poner en adecuada conexión el tiempo objetivo y la conciencia subjetiva del tiempo, y de hacernos comprensible cómo podría constituirse una objetividad temporal (...) en la conciencia temporal subjetiva” (Husserl 1959: 49). Todo ello responde a la pregunta por la esencia del tiempo, fundada fenomenológicamente en el origen del tiempo, constitutivamente hablandoi. Esta tarea está en directa vinculación con la percepción, pues la tarea del análisis fenomenológico del tiempo está directamente relacionada con ella. Como afirma Husserl en sus lecciones recopiladas en la obra Introduction to Logic and Theory of Knowledge: “the task of the phenomenological analysis of time is, therefore, to pursue and analytically elucidate the constitution of time in perception first of all” (Husserl 2008: 252). Ahí mismo, Husserl afirma que este es el problema más difícil planteado a la sagacidad humana, y, en ambos textos, cita a Agustín y su planteamiento de la dificultad para responder a qué es el tiempo para ilustrar este problema tan antiguo en la tradición filosófica.

Por ello, lo que busca Husserl es ver la constitución del tiempo interno, como la posibilidad de la conciencia del tiempo misma a partir de su “forma”: la estructura posibilitadora de toda conciencia temporal. No es una investigación por el origen genético del tiempo, pregunta imposible de responder por siempre necesitar un pasado para que haya alguna unidad que cobre un sentido, sino el origen en cuanto posibilitación de toda captación temporal en cada instante.ii A ello apuntaré: a la conciencia interna de tiempo y en correlación a los objetos temporales inmanentes de la conciencia, puesto que a partir de ahí es que se constituyen los objetos trascendentes y, como correlato temporal, al tiempo objetivo. Por tal motivo, restringiré mi investigación a la conciencia reducida fenomenológicamente. Vemos a qué me refiero.

Hay tres miradas posibles al tiempo: el tiempo absoluto de la conciencia trascendental, el tiempo de la conciencia experiencial de objetos y el tiempo objetivo. Vamos a ver cómo el tiempo de la conciencia trascendental está constituido a una con el tiempo interior de los objetos temporales inmanentes. Haciendo una reducción fenomenológica, se descubre que es la misma corriente conciencial absoluta, la que se constituye a sí misma, la que se constituye al constituir la corriente temporal de los objetos inmanentes. Esto lo comprobamos analizando las condiciones de posibilidad de toda experiencia temporal inmanente de objetos.iii Ese tiempo inmanente es uno solo, por ello que Husserl hiciera la distinción solo entre tiempo trascedente-objetivo e inmanente-subjetivo en sus lecciones del semestre de verano de 1925iv. A tal tiempo apuntamos, como posibilidad de todo tiempo objetivo y subjetivo-empírico.

La propuesta de Husserl busca romper, en el fondo, con lo que Cristian Dimitriu llama la 'paradoja cognitiva': por un lado, si el pasado y el futuro no se tocan en el presente, tenemos tres momentos distintos que no es posible comparar; por otro lado, si se tocan, forman solo un momento que, como tal, no permite distinguir. Detrás de ello, se problematiza la posibilidad de comparar entre tiempos distintos y poder afirmar, por ejemplo, que un objeto en un momento y en otro sigue siendo el mismo.v Husserl supera dicha paradoja con su propuesta fenomenológica y, superando tal paradoja, entrelaza la constitución de objetos con la conciencia del tiempo.

Yendo incluso más allá, la pregunta por la estructura temporal de la intencionalidad busca responder a por qué los datos hyléticos de la corriente de conciencia pueden constituirse en objetos de la experiencia. De por sí, estos datos ya se presentan como una sucesión primordial en la corriente hylética (a partir de una Urhyle), y su 'sucesión' apunta a cierta estructura, debido a que lo son para una

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subjetividad trascendental en el marco de una conciencia absoluta que temporaliza todo lo que constituye.vi Esta temporalización como 'forma universal' de la conciencia nos permitiré explicar no solo la interrelación entre la conciencia interna del tiempo y la constitución de objetos temporales inmanentes de la percepción, sino la inherencia de la estructura temporal a toda intencionalidad como su posibilitación misma.

Para realizar esta propuesta, he dividido los temas en dos partes principales. En la primera parte, haré un análisis de qué se el objeto temporal inmanente y cómo se da a la conciencia. Para ello, en primer lugar, mostraré cómo toda percepción nos da objetos temporales. En segundo lugar, describré los modos en que tales objetos se dan en su duración sucesiva y su simultaneidad unitaria, en tanto objeto. En tercer lugar, sacaré unas primeras conclusiones sobre la relación entre la intencionalidad en general y la estructura temporal de las daciones del objeto temporal inmanente a partir de los dicho en el acápite anterior. Este punto será profundizado en la segunda parte. En cuarto lugar, haré una caracterización, a modo de apéndice, de lo que significa 'percibir' algo y en qué situaciones decimos que hay una percepción, como correlato de qué sentidos tiene el percibir.

En la segunda parte, trabajaré más directamente el tema de la conciencia de la corriente temporal inmanente y su conciencia absoluta constituyente. En primer lugar, veré su relación y rol en la constitución de los objetos temporales inmanentes. En segundo lugar, presentaré a la conciencia del tiempo en su constitución a la luz de la autoconstitución de la conciencia absoluta constituyente de modo primigenio. En tercer lugar, delinearé las dos intencionalidades de la retención y, a partir de ahí, de la corriente de conciencia temporal, en su relación con la conciencia absoluta. En cuarto lugar, ya habiendo visto todos estos temas, podré retornar de lleno a la problemática la conciencia absoluta, en tanto autoconciencia pre-reflexiva, como solución a los problemas de regresión infinita de conciencias. Como veremos, los temas están totalmente entrelazados, de modo que cada acápite está entrelazado con el resto y profundiza lo que el acápite anterior esbozó. Los temas se retoman y profundizan continuamente.

2. OBJETO TEMPORAL INMANENTE Y SU CARACTERIZACIÓN EN LA CORRIENTE VIVENCIAL TEMPORAL

1. Objeto inmanente de la percepción como objeto temporal inmanente

Para empezar, vamos a definir qué es un objeto temporal inmanente. En principio, Husserl presenta objetos temporales inmanentes como aquello que no puede presentarse en sus distintos aspectos sino en una duración, como tonos, por ejemplo. Sin embargo, todo objeto percibido se presenta a la conciencia en diversas matizaciones constituidas por diversas apariciones continuas en el acto perceptor.vii Estas matizaciones se presentan, pues, en una duración. Por ello, todo lo que pueda establecerse para los objetos como tonos, en tanto objetos temporales, es también atribuible a cualquier objeto de la percepción. Así, pues, desde esta perspectiva, los objetos temporales son la consideración de un objeto en su duración en su presencia ante la conciencia. Los objetos temporalmente inmanentes son aquellos que se constituyen como aprehensiones temporales a partir de vivencias en que aparece lo temporalviii. No obstante, ello se edifica a partir del tiempo fenomenológico, que no pertenece al tiempo objetivo, que es trascendente y constituido desde el primeroix. Aquí hay que trazar límites que podrían no parecer tan claros: el objeto temporal inmanente, que es producto de una percepción, coincide aprehensivamente con el objeto trascendente objetivo. Sin embargo, no son el mismo: uno pertenece al sentido impresional y el objetivo a lo que trasciende a la conciencia inmanente. Ambos son, en cierto sentido, trascendentes desde su unidad intencional. Vamos, no obstante, a centrarnos en el primero, que pertenece al ámbito del tiempo fenomenológico reducido, por el que se constituye el tiempo objetivo.

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Una manera de ver que todo objeto inmanente es en cierto modo temporal es a través de un punto que quedará más claro al final de este estudio: todos los contenidos de la conciencia, las vivencias, los contenidos inmanentes, apuntan hacia lo venidero y hacia lo ya pasado. Toda corriente señala, en cierto modo, al 'de dónde' viene y al 'hacia dónde'. Es por ello que no hay percepción posible que se sustraiga a ello, pues se da en una corriente de vivencias. Así, todo objeto de la percepción, en su aparición inmanente, es temporal. Todo objeto inmanente de la percepción es un objeto temporal inmanente. Al mismo tiempo, la percepción proporciona objetos inmanentes con una cualidad esencial en su presentación originaria: son impresionales. O son impresiones en el momento-ahora presente, o son impresiones retenidas de momentos-presente pasados o, por último, protenciones (expectativas en un sentido originario) dispuestas a ser cumplidas en impresiones futuras. Estos modos quedarán más claros en el siguiente punto. Cualquier otro tipo de contenido inmanente no es percepcional, sino reproductivo. Lo característico, pues, de los objetos de la percepción es que “presentan” a su objeto.x

Dentro de estas posibilidades de objetos inmanentes, debemos resaltar dos tipos. En primer lugar, tenemos la 'aparición': una impresión momentánea, en una fase-ahora, que se constituye como una unidad de sensaciones del presente y que es siempre nueva y distintaxi. En segundo lugar, esta 'aparición', unida a otras de otros momentos o fases, forma un objeto inmanente de la conciencia idéntico en cada aparición, la unidad del objeto inmanente en su duración: una aparición inmanente que, en cierto sentido, es también trascendente en la medida en que se sitúa frente a una conciencia constituyente como una unidad que sobrepasa la mera unión de impresiones. Estos serían los objetos luego de la reducción fenomenológica.xii La diferencia entre el objeto de la actitud natural y el inmanente, que estamos analizando, es que el último no está tomado en cuanto existiendo o no, por la reducción fenomenológica: le falta la creencia en su existencia, el 'acto-cualidad' (Aktqualität).xiii

Pasemos ahora a analizar cómo este objeto inmanente temporal se da.

2. Los modos de dación temporal en la constitución de la unidad del objeto percibido

Para Husserl, no podemos tener experiencia de objetos que se dan en el tiempo solo a partir de una percepción de impresiones puntuales una después de otra, es decir, solo captando lo instantáneo de ese momento. Ni siquiera podríamos recordarlos: ¿cómo sabríamos que realmente algo pasó y que no es un error?xiv Por ello, que haya modos de dación, i.e. que haya modificaciones a lo dado temporalmente, es crucial para que las vivencias pasadas estén presentes en el presente de otro modo y, de alguna manera, lo futuro en el presente también, de forma que cada momento de la corriente temporal, cada fase de la percepción de un objeto temporal, contenga de alguna forma a lo anterior y a lo por-venir.xv Es decir, todo experienciar en el corriente de la conciencia es temporalmente horizóntico. Los modos de dación originarios que posibilitan tal intrincamiento son la 'retención' y la 'protención', co-dados junto con la impresión originaria actual: el ahora, el momento presente impresional. La retención es la presencia en el ahora de lo 'recién sido' y la protención, de lo 'por ser'. Dichos modos son accesibles a la investigación fenomenológica mediante una dirección de la atención directamente hacia ellos.xvi El término 'impresión originaria' busca corregir el usado anteriormente, 'el punto-ahora', en la medida en que este último podía confundirse con una abstracción matemática puntual del tiempo que, como tal, era ficticia.xvii De hecho, Husserl no quiso mentar tal idealización en un principio: sus puntos eran fases imaginables, 'como si fueran' puntos, pero conteniendo la estructura sintética de la temporalidadxviii. Así, la corriente conciencial de tiempo es una corriente de continuas modificaciones. Con ello, Husserl busca argumentar la posibilidad no solo de que tengamos en un momento dado una suma de sensaciones, las pasadas, las futuras y las presentes, sino además una sucesión de ellas. Esta sucesión no tiene un inicio determinable, pues todo ahora vivencial ha de tener un horizonte del 'antes' (y del 'después') como necesario para tener sentido: cada momento solo cobra sentido, como veremos, en esta estructura con todos esos modos articulados.xix Dicha afirmación implica que cada momento o 'pedazo' de tiempo no es de ninguna manera independiente, sino que necesita del resto del tiempo horizóntico para tener sentido.xx Tal presupuesto nos lleva a postular una modificación continua de cada momento-presente al sumergirse cada vez más en su trasfondo, al

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hacerse más lejano en el pasado, para su diferenciación con cualquier otro presente. A diferencia de la reproducción, la retención está marcada por una continuidad constantemente graduada del sumergirse.xxi Brentano quiso situar tales daciones en el terreno de la fantasía o la imaginación, pero, al hacerlo, no logró fundamentar la capacidad de constituir sucesiones temporales auténticamente perceptivas, ni mostrar cómo realmente tenemos acceso al pasado mediante el rememorarxxii. De esta manera, podemos diferenciar entre la percepción de una sucesión desde los modos originarios y su recuerdo secundario o rememoración imaginativa o representativaxxiii. Esta rememoración no basta para explicar lo intrincado de la sucesión, que puede ser vivenciada. La rememoración requiere de una sucesión para poder ser re-presentada. Es por eso que se necesita una estructura como la de las retenciones y protenciones: originaria, pues requerimos de auténticas presentaciones (no representaciones) de lo percibido para entender el proceso perceptivo de la sucesión temporal.xxiv La retención y la protención no son, como lo son las representaciones, fruto de un acto subjetivo: son pasivas. La rememoración (y la expectación futura), en cambio, en cuanto representaciones, son producto de actividad del yo.xxv Además, la modificación de lo dado en esta pasividad retentiva o protentiva deja intacto el sentido objetivo o esencial de la presentación del objeto: la modificación solo afecta al cómo se da un mismo contenido.xxvi Esto significa que todas las sedimentaciones de la memoria se sumergen según un principio de similitud: es el mismo objeto el retenido.xxvii

Dentro de esta percepción originaria, hay una intrincada estructura de daciones temporales que Husserl analiza para entender la percepción del tiempo y del objeto temporal en su unidad: la recién presentada en los párrafos anteriores. Dicha estructura es absoluta, como veremos más adelante, y su permanente funcionamiento en cada acto perceptivo y, de hecho, de toda la conciencia, es lo único que permite entender la puesta en duda de lo experimentado: solo con una estructura vinculante con lo vivido puedo tener un acceso al pasado y a lo que espero en el futuro, aquello que Brentano no podía explicar adecuadamente, según Husserl.xxviii Veamos cómo funciona toda esta estructura.

Toda la unidad de lo percibido se desplaza al pasado en conjunto, pero es retenida no solo en sus fases, sino en toda su unidad. Mientras la retención está activa, hay una atención al objeto, como cuando aún escucho un tono, reteniendo lo ya dado del mismo para poder identificar qué estoy escuchando. Cada momento o instante puede ser considerado como una fase de aquel objeto temporal. Este diagrama fásico ayuda a entender el proceso, mas algo que habría que considerar, en el contexto de todo el desarrollo del tema, es que no debe pensarse el proceso como discreto, sino continuo: las fases son tan solo ayudas para entender el proceso, no particiones absolutas de la corriente siempre cambiante. Así, antes de la fase-ahora, hay una continuidad de fases retenidas en una duración transcurrida. Durante toda esa corriente fásica, el tono idéntico está consciente como un ahora que dura. Tras toda su presencia, está consciente como retención. Todo el lapso modificado es idéntico al que transcurrió en esencia, aunque modificado en su modo de darse. Aparece cada vez como distinto 'en la manera como' aparece, porque se sumerge cada vez más en el pasado, se aleja de a pocos del ahora; empero es el mismo tono.xxix Esta es la manera de darse del objeto inmanente temporal. Ahora bien, ¿qué significa que unas fases de un objeto inmanente temporal se modifiquen y se hundan en el pasado? La modificación tiene como uno de sus rasgos la pérdida de claridad. A mayor 'grado' de pasado, menor claridad de tal fase para la conciencia. Por ello, el trecho articulado se va contractando a medida que se hunde en el horizonte del pasado. De ahí que Husserl describa la percepción temporal en una fase determinada como un escorzo en que las fases más pretéritas retenidas se encogen y tornan más oscuras, sin perder la unidad con la presencia del objeto unitario.xxx Además, cada fase-ahora se convierte inmediatamente en un 'ha sido', retenido por la conciencia. Hay dos modos de atención a ello: en tanto ahora retenido o como aquello pasado que fue un 'ahora', más adelante veremos las consecuencias de esta doble intencionalidad. Este cambio retencional es constante, de modo que una retención pasa a ser inmediatamente una retención de retención, y así sucesivamente. Todo ello se sustenta desde la conciencia impresional desde la que lo retenido empezó a ser: el punto inaugural. Este se modifica continuamente en su identidad esencial, pero en un flujo retencional sin límites.xxxi

Así, hablamos de objetos inmanentes y sus caracteres transcursivos, en vez de decir

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“apariciones”, como simples imágenes discretas de lo experimentado. Este objeto constituye un fenómeno transcursivo: una continuidad de cambios permanentes que forma una unidad indivisible en fases existentes por sí mismas. El punto 'fontanal' o inaugural, como dijimos, de todos aquellos modos transcursivos es el “ahora” con el que el objeto empezó a existir para la conciencia: la protoimpresión, que corresponde al modo de darse de la corporeidad (Leibhaftigkeit).xxxii A partir de tal punto por el que el objeto apareció, se da un paralelo de continuidades: las fases mismas del objeto y los momentos transcursivos de distintos puntos temporales de la duración de tal objeto.xxxiii Es decir, las distintas fases “ahora” se suceden en continuidad y, al mismo tiempo, cada elemento dentro de tal fase, cada retención, se sigue hundiendo continuamente en el pasado en una continuidad paralela al hundimiento de toda la fase. Para ponerlo en un lenguaje más sencillo: digamos que estoy escuchando una melodía. Por un lado, cada fase de la melodía, cada momento escuchado, con todo el conjunto de lo retenido, se va hundiendo e hilando en continuidad con lo siguiente y desde lo anterior. Por otro lado, dentro de cada momento, encontramos diversos puntos retenidos (como una nota específica de la melodía escuchada en una fase-ahora actual específica) que entran en continuidad consigo mismos en todas las fases, pero modificándose continuamente. Es decir, puedo encontrar una continuidad con la misma nota escuchada y retenida en mí durante todo el tiempo en que escucho tal melodía. Ello solo es explicable a través de una función de la retención que Husserl solo detalla en excritos posteriores, como los manuscritos C: la fusión (Verschmelzen) de la impresión actual con la cadena retencional. Es una fusión en la que lo actual brilla, mediado por aquello que, brillando, se oculta para mediar a lo que brilla. La fusión de la retención permite la “visibilidad” de una impresión encadenada que, al mismo tiempo, se hunde para dar lugar a la siguiente impresión.xxxiv

Antes de seguir adelante, quisiera hacer algún comentario sobre la protención. Tal dación fue recién estudiada a fondo por Husserl en la época de sus manuscritos de Bernau, en el texto 11, correspondiente al último de los tres modelos de constitución temporal que en dichos manuscritos desarrolla. El rasgo fundamental que a la protención atribuye consiste en que busca su cumplimiento en la conciencia originariamente presentante de lo nuevo que ocurre. Tal protención se cumple cuando lo que va a ocurrir se vuelve presente actualmente a la conciencia. Tal cumplimiento hace referencia a una cualidad de cada momento-ahora: se extiende más allá de sí, pues nunca se satisface con lo actual. Este es un requerimiento de toda intencionalidad.xxxv Por ello, la posibilidad de un cumplimiento de la protención en una futura presentación originaria (una impresión en su 'ahora') está en su carácter intencional. Husserl descubre que este carácter de 'cumplimiento' (Erfüllung) también lo tienen las retenciones: apuntan hacia su futuro, al preanunciar un carácter retentivo mayor en la fase siguiente. Es decir, cada retención apunta de manera intencional hacia la posibilidad de ser retención de retención en la siguiente fase. De esta manera, la intencionalidad aparece en la estructura misma de la corriente, sin necesidad de apelar a otra conciencia constituyente distinta que la misma conciencia del tiempo interno. Ello soluciona el problema de una infinita regresión, tal como veremos al final de este ensayo.xxxvi Por otro lado, surge la cuestión de cómo es posible que la expectativa de la protención se dé: es clave aquí el rol de lo ya retenido. El horizonte futuro hacia el que apuntan las protenciones está en relación directa con las experiencias ya pasadas: uno espera aquello que ya sabe que puede esperar como 'aún-no' (Noch-nicht). Esto significa que las retenciones motivan protenciones. Más aun, las protenciones también pueden motivar retenciones: la protención imprime cierto carácter a la impresión originaria que lo cumple. Por ello, este carácter es recogido por la retención posterior de tal impresión actual o cumplimiento protentivo. Cabe, sin embargo, la aclaración de que no hemos de entender estas 'motivaciones' en sentido causal: por eso Husserl, en sus últimos escritos, solo utilizará el término 'modificación' para caracterizar tal relación.xxxvii

Ahora bien, lo anterior deja una pregunta abierta: ¿cuál es la relación establecida entre la retención y la protención? ¿Es, acaso, una relación simétrica? Lo primero que hay que establecer es que la protención no puede modificar a la retención, salvo sus contenidos, como cuando un evento nos cambia la perspectiva de lo que estaba ocurriendo y nos hace ver que estábamos confundidos. En ese caso, se genera una nueva cadena de retenciones, pero no es que se modifiquen las retenciones ya experimentadas. La relación es asimétrica: la protención no es la retención 'en reversa'. La asimetría se

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sostiene a partir de tres cuestiones: primero, la retención ya está determinada por la impresión originaria, mientras que la protención, no; segundo, la retención implica un continuo que se va sumergiendo, mientras que la protención no posee tal cualidad de continuo pues la impresión original no ha ocurrido aún; tercero, el contenido intencional retenido influencia fuertemente al proceso protencional y no al revés: tengo expectativas en relación a lo ya vivido y sedimentado retencionalmente.xxxviii Esta sedimentación se da cuando 'lo sido' se torna como persistente, prolongándose así sobre el horizonte de futuro.xxxix Así, la percepción de objetos temporales muestra una estructura de asolapamiento de modos de la dación temporal que fundamentan toda posibilidad de experiencia, y de la percepción como tal, y nos abren las puertas mismas de la intencionalidad, tal como veremos a continuación.

3. Fundación de la intencionalidad desde el análisis de los modos de dación

El análisis de los modos de dación recién presentados es de fundamental importancia para entender la intencionalidad. Por más de que hablemos de objetos inmanentes, su unidad intencional, que implica la posibilidad de dirigirnos a ellos de manera unitaria intencionalmente, contiene elementos trascendentes: trascendencia que implica el dirigirse a cualquier objeto. Sin embargo, ¿cómo es posible que a partir de contenidos inmanentes podamos postular la direccionalidad a un objeto que trasciende dichos contenidos, es decir, una verdadera aprehensión y no solo impresión? Esta posibilidad la encontramos en lo que la conciencia del tiempo muestra: cada fase-ahora no es solo impresional, pues contiene un escorzo de retenciones y protenciones en un modo de dación distinta. Todo ese escorzo, que fundamenta una continuidad con toda la corriente incluso en cada instante, una continuidad longitudinal o lateral, nos lleva a caracterizar a cada fase como superando su propia inmanencia impresional originaria. No solo captamos una impresión momentánea, sino que somos conscientes de ella desde una relación cambiante de retenciones y protenciones que apuntan intencionalmente más allá de esa misma fase. Esta intencionalidad funda toda intencionalidad objetal posible. Para recalcar esa presencia de contenido intencional, y no solo impresional, en cada fase-ahora, Husserl utilizará el término 'presentación originaria' (Urpräsentation) para hablar de aquella impresión originaria a partir de los manuscritos de Bernau y al tiempo de aquella fase-ahora, 'tiempo presente' (Präsenzzeit).xl En este mismo período, la noción de 'cumplimiento' ayudará a delinear también la fundación de la intencionalidad desde la estructura de la conciencia temporal. Veamos cómo.

Con el análisis protencional del manuscrito de Bernau, se desvela una estructura temporal de la corriente a partir de su estructura módica de daciones: cada fase es una retención de la fase precedente, una protención de la siguiente fase y un cumplimiento de la direccionalidad protencional de la fase precedente de conciencia. Esta estructura intencional posibilita la intencionalidad hacia objetos y, al mismo tiempo, la posibilidad de que la corriente temporal se constituya a sí misma en una red intencional que no recurre a una conciencia exterior a ella, problema de la conciencia absoluta que veremos más adelante. Todo ello implica un horizonte de entrelazamientos intencionales de cada presentación originaria en una estructura dinámica.xli La posibilidad de que la protención lleve a una intencionalidad a objetos, cuestión que Husserl presenta a partir de su Erfüllung, parte de la afectividad: el objeto afecta y atrae al sujeto y su atención, motivando a este a 'protencionarlo' en su experiencia de alguna manera. Por ello, puede establecerse, a partir de la protención, una relación intrínseca entre afectividad e intencionalidad.xlii

Todo lo establecido hasta aquí implica lo siguiente: un objeto trascendente aparece en diversas apariciones, cada una en un presente originario. La unidad de todas esas apariciones nos devela la dación total que hemos tenido de tal objeto, abierta siempre a nuevas daciones. Es decir, el objeto se nos da en muchas fases-ahora. Pero la simple suma de momentos presentes no nos permite encontrar la posibilidad de una intencionalidad dirigida hacia el objeto trascendente como unidad: cuando percibimos un objeto, percibimos más que lo que aparece en cada instante. Para ello, como hemos

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visto, necesitamos de un vínculo de retenciones y protenciones desde lo más profundo de cada 'ahora'. Ese vínculo garantiza la unidad intencionada, pues tal unidad requiere de una relación de contenidos que, para tener tal carácter de relacionalidad, necesita de la presencia simultánea de sus contenidos relacionados que esta 'forma' de la temporalidad garantiza en un solo acto de conciencia.xliii Esta será una segunda intencionalidad, la longitudinal o lateral, que veremos más adelante y que sostiene, en su hilación, la intencionalidad al objeto, la intencionalidad transversal.xliv Ello significa que gracias a esta estructura temporal, puede haber intencionalidad y, por lo tanto, la corriente constituyente de tiempo (i.e. la cadena 'retención-impresión originaria-protención') es la capa más primordial: la conciencia absoluta, a la que también analizaremos más adelante. En otras palabras, sin esta constitución horizóntica del tiempo, sin horizonte, no hay sentido alguno posible: no hay objeto intencional.xlv

4. Doble significado de “percepción”: impresión y aprehensión

Para entender el doble significado de la percepción, hemos de poder distinguir, como ya establecimos, al objeto inmanente, perdurable, del objeto en el cómo se da, que originariamente, por ejemplo, sería como presencia originaria, retención o protención.xlvi En otras palabras, hemos de diferenciar la percepción de un objeto en sus apariciones y la percepción de las apariciones de un objeto.xlvii En tanto apariciones, el objeto es distinto de sí en cada instante o fase; en cambio, en tanto objeto aprehendido, es uno solo, es una persistente presencia capturablexlviii. Es decir, tengo una percepción del ser-ahora impresional y al mismo tiempo la percepción extendida del ser duradero constituido, el objeto temporal inmanente. La impresión es la percepción originaria por excelencia en la medida en que solo a partir de ella se da la retención del pasado. Así, tal diferenciación nos ayuda a tematizar la prioridad de la impresión sobre la retención. Sin embargo, también es real la ininteligibilidad de una sin la otra: sin retención no hay objeto temporal, ni sentido.xlix Una relación importante que encontramos entre ambas significaciones de 'percepción' es que puedo dirigir la mirada a una y, en ese instante, tengo a la otra como fondo: cuando dirijo mi atención al objeto temporal entero, la impresión originaria se torno fondo de tal dirección atencional.l

Sobre esta percepción de un objeto inmanente temporal, ello hace referencia a una percepción que pone al objeto como un ahora: como una impresión actual que está continuamente acoplando una cadena retencional a un “ahora” escorzado. No solo el escorzo del 'ahora' está constituyendo la percepción de ese objeto, sino los momentos en que lo retenido fue presente o fue de un grado menor retencional: tengo conciencia de la retención actual y de cómo esa retención fue desde hace un instante hacia atrás. En cambio, cuando el objeto ya no es, ya pasó, se torna un fresco recuerdo que va transfiriéndose de a pocos al trasfondo del pasado hasta ser inadvertido. li Además, esta percepción interna tiene dos acepciones posibles: como conciencia interna del objeto inmanente unitario, que no necesita de atención (la conciencia constituyente de lo temporal) y conciencia interna revestida de atención a un 'algo' inmanente.lii

Por último, cabe mencionar que Husserl tipifica la percepción de manera más completa en la segunda parte de la Fenomenología de la conciencia el tiempo inmanente, cuando habla de cuatro sentidos de lo que significa la percepción: percepción de un objeto temporal existente (en actitud natural), de un contenido inmanente que dura (poniendo paréntesis a la actitud natural), de un ahora dirigiendo la atención a un 'recién sido' junto a ese ahora (mirada lateral) y de la conciencia temporal en todo el aparecer en un solo ahora con sus escorzos (mirada transversal de la corriente temporal).liii

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3. CONSTITUCIÓN DE LA CORRIENTE TEMPORAL INMANENTE Y LA CONCIENCIA ABSOLUTA CONSTITUYENTE

1. Relación intrínseca entre la constitución del objeto temporal inmanente y la conciencia interna del tiempo

Ya vimos que la estructura de la conciencia interna del tiempo es necesaria para que haya objetos intencionales, para que se constituyan objetos y, por ende, objetos temporales inmanentes también. Sin embargo, vamos a continuar por esta línea de investigación para ver sus alcances universales. La vida universal de la conciencia es susceptible de ser sintetizada en una unidad universal, cuya forma fundamental posibilita toda otra síntesis constitutiva de la conciencia. Tal forma es la conciencia interna del tiempo, que en palabras de Husserl “lo abarca todo” (Husserl 1996: 91). Su correlato, la temporalidad misma, es condición de cualquier constitución, que se da en la simultaneidad y sucesión del horizonte del tiempo inmanente.liv En tal horizonte constitutivo es que hallamos a objetos temporales inmanentes tejiéndose en unidades a partir de la conciencia del tiempo. De hecho, Husserl afirma que la pregunta fenomenológica por el tiempo nos lleva a las vivencias del tiempo, que mientan datos objetivamente temporales de momentos constitutivos de la objetividad: de objetos, y a la estructura apriorística de tales momentoslv. La temporalidad es de suma importancia para Husserl: es la forma de toda experiencia. Más aun, la subjetividad es radicalmente temporal. lvi Dentro de este análisis de la temporalidad de la constitución, es importante recordar que Husserl distinguió desde un inicio tres niveles de constitución concerniente a la conciencia interna del tiempo: la constitución de objetos empíricos, objetivos, la de unidades inmanentes del tiempo pre-empírico y la de la corriente de conciencia absoluta constituyente de tiempo. Tras esta división, también hablará del objeto intencional, la experiencia y la conciencia interna: el experienciar.lvii

Antes de hablar de la constitución de unidades de conciencia interna, basta echar una mirada también a cómo intencionamos objetos, para darnos cuenta de la importancia fundamental del tiempo. Todo objeto percibido no se nos da en un solo acto puntual: su dación es inadecuada. Sabemos que moviéndonos de tal o cual manera, podremos percibirlo de otros modos que irán develando más y más de una unidad objetual que sobrepasa sus apariciones presentes. Esta cualidad de apuntar a algo más de lo dado presencialmente a la conciencia es la que delínea el concepto de horizonte. De este modo, anticipamos aquello que puede darse a partir de la unidad de un objeto y esta anticipación es eminentemente temporal. Sin una estructuración temporal de toda experiencia, esta constitución de unidades desde un horizonte experiencial no sería posible. lviii He aquí una primera prueba del vínculo intrínseco entre la constitución de objetos para la conciencia y la constitución temporal. Este rol de la anticipación se da especialmente con las protenciones en la experiencia temporal. Al mismo tiempo, hay un vínculo entre esta estructura temporal, el tiempo de la conciencia y la conciencia del tiempo, ya que el tiempo inmanente es ambas a la vez: tiempo de conciencia y conciencia de tiempo. Por ello, la constitución de este tiempo nos lleva a ver lo constituido como lo que delínea la constitución de sí mismo. Este rasgo, posibilidad de hablar de una reflexión sobre la conciencia absoluta, será desarrollado más adelante. Sin embargo, nos permite ver la relación de todo este estudio con la constitución de objetos temporales y el rol gnoseológico y ontológico de la temporalidad, en cuanto estructura de la conciencia constituyente de objetos intencionales en su proceso y su producto constitutivo: caracteriza al ser de la conciencia (dimensión ontológica) y a la posibilidad de experiencia de objetos (dimensión gnoseológica).lix En este punto, nos centraremos en la dimensión gnoseológica: en la posibilidad de dación de objetos-unidades para la conciencia.

Entrando más profundamente en el tema, para poder tener unidades de conciencia interna en relación con la percepción, o con cualquier otro tipo de objetos, es necesario que se dé una objetivación inmanente de una corriente de momentos y modos constituyentes. La unidad noética tiene como contrapartida la unidad noemática: son correlativas.lx En otras palabras, la unidad del objeto presupone una unidad de la intención de la misma corriente que, en virtud de tal unidad intencional,

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nos lleva a las unidades temporales constituidas en esa misma corriente: la estructuración de sus momentos.lxi Por ello, hay un solo acto mediante el cual se constituyen la percepción y lo percibido en una única dinámica temporal.lxii En otras palabras, la unidad de la síntesis de un objeto intencionado es la unidad misma de su corriente temporal en la conciencia interna de aquel tiempo. Tal unidad es la forma primigenia de síntesis: la identidad, que es la “forma de la conciencia interior del tiempo”. lxiii Por ello, para poder hablar de constitución de objetos temporales, hemos de hacer referencia a la percepción misma de su temporalidad y, como tal, a la conciencia interna del tiempo. De hecho, la conciencia constituyente del tiempo es la conciencia en que se constituyen los objetos temporales con sus determinaciones temporales. Allí vemos un nexo entre la constitución de la temporalidad como fundamento para la constitución de la unidad-objeto percibida. Por ejemplo, la conciencia retencional contiene la conciencia del carácter de 'pasado' del objeto temporal: la posibilidad de retener un objeto, para que pueda ser 'un' objeto mismo, es la capacidad de tener conciencia del pasado. lxiv De ahí que la estructura de la temporalidad y la temporalización en la conciencia expliquen cómo puede darse a la conciencia una unidad (objeto) a partir de una multiplicidad (de apariciones).lxv

Siguiendo con nuestro análisis, Husserl critica a su predecesores de no haber hecho distinciones necesarias que permitieran vincular la captación de la simultaneidad temporal con el problema mismo de la sucesión, susceptible de ser percibida.lxvi La temporalidad se funda en el hecho de que, para hablar de la percepción de un trozo de tal objeto (como un momento de una melodía), es necesario contar con la memoria y la expectativa anticipadora del mismo. Por ello, la objetividad de un tono, paradigma husserleano de un objeto temporal, está constituida por su recuerdo, su percepción actual y su expectativalxvii. La graduación misma de los continuos retencionales de los momentos-presentes ya pasados hace referencia a los contenidos aprehensivos: sensaciones sobre las que se edifica la percepción.lxviii Ahora bien, la aprehensión misma del objeto temporal, v.gr. del tono, se da en una fundición del continuo de la retención con el de la protención. Esta última hace referencia a una efectuación temporal de la fase-ahora en una continuación de aprehensiones mnémicas. lxix Más aun, la unidad de conciencia referida al objeto temporal unitario se funda en la unidad de conciencia retencional, que retiene lo transcurrido, y que se constituye en las fases de proto-conciencia, retención y protención: tal es la percepción del objeto como unidad. Por ello, el objeto temporal se constituye en actos que constituyen las diferencias del tiempo. Son los mismos actos los que constituyen el tiempo pasado y presente y los objetos temporales perceptivos. Un acto que pueda dar un objeto temporal encierra con carácter de necesidad aprehensiones como ahora y pasado en el modo de originariamente constituyentes.lxx Asimismo, el tiempo mismo requiere de objetos y recuerdos primarios (retención) y secundarios (rememoración) para poder constituir la duración (al captar el la continuidad de un objeto) y la sucesión (un objeto después de otro). No obstante, no basta con poder percibirlo: es necesario que pueda representárselos, traerlos de la memoria y activarlos en el modo de la representación mediante una rememoración desde la que la duración y la secuencia se muestran como las mismas, en daciones diferentes.lxxi Por ello, el todo conciencial temporal interno se recoge en su totalidad con este recuerdo secundario representativo: con la rememoración o reproducción de aquello ya percibido o experimentado. Es allí en donde hay una posición tópica relativa al tiempo objetivo o al tiempo inmanente. Ello siempre apunta al ser presente del objeto percibido, pero desde una intuición dada en otro ahora: así establece las relaciones temporales entre diversos puntos fásicos distantes del tiempo inmanente. No obstante, este ensayo apunta a las relaciones con las daciones originarias.lxxii

Otro punto fundamental para ver la relación de constituciones entre objeto temporal y tiempo es la identidad que ambos presuponen uno del otro. Sin una identidad del lugar temporal en donde se ha desplazado la duración de la aparición del objeto, no es posible una identidad del objeto en el tiempo: aquello que posibilita la unidad de las diferentes apariciones vinculadas en el entramado de retenciones, impresiones y protenciones fluyentes. Es el mismo objeto el que tiene que sumergirse en el tiempo y luego tiene que poder ser recordado como lo mismo, en la rememoración. Pero si la conciencia del tiempo no mantiene cierta identidad posicional con respecto a sí misma, identidad que presupone su unidad, entonces tal unidad objetal no sería posible. Ambas constituciones unitarias, del tiempo y del objeto percibido, se necesitan. Además, solo desde ahí el objeto tiene una posición firme

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en el tiempo. Ello a la vez implica una identidad de sentido que compenetra a la continuidad aprehensiva de un objeto, posible por una ley de modificación constante en la que lo que se sumerge aparece, en su esencia, como lo mismo. En el fondo, hay una pregunta fundamental aqui presente: ¿cómo es posible que el tiempo, que es cambio puro de fases-ahora siempre nuevas, sea, en cierto modo, idéntico en su fluir y pueda mantener la identidad de los objetos que consideramos unidades? Ello lo responde la apercepción del objeto temporal: su absoluta identidad en medio de sus figuras cambiantes. El tiempo adquiere, también, identidad a partir de la identidad de sus objetos temporales. Es ahí donde la aprehensión identificadora juega un papel crucial al individualizar los puntos temporales como idénticos lugares temporales donde los objetos aprehendidos se matizaron y matizan. Por ello, cada fase-ahora tiene un contenido individualmente diferente (lo que cambia, el material sensitivo) y una aprehensión objetivante de su identidad: lo individual es la forma temporal originaria, cuya sensación originaria es la impresión. Aquello que puede ser lo idéntico, una nota do, por ejemplo, siendo la misma es, desde el punto de vista de la sensación o la impresión, distinta en cada fase-ahora. Ahora bien, dentro de este flujo, la identidad de la conciencia temporal de halla en la proto-impresión, el punto fontanal: la fase-ahora en tanto ahora in-modificado. Su individualización, en tanto sensación, es lo que lo distingue de sí.lxxiii

Del juego de identidad y diferencia de la conciencia del tiempo, en relación al mismo juego de sus objetos, es que avizoramos una relación intencional entre los momentos de la conciencia temporal. Todo presente remite a un pasado, en donde el objeto encuentra identidad. Al mismo tiempo, todo pasado remite a un presente, en el que es retenido como modificación de su dación originaria. Esa relación intencional intratemporal se alimenta, además, de una objetivación del tiempo que el recuerdo secundario otorga al mantener la identidad del punto temporal en las infinitas posibilidades de su evocación actualizante.lxxiv

Por último, aún falta algo por mostrar. En la constitución del tiempo mismo se nos manifiesta un sentido de 'aprehensión' distinto al de la aprehensión de objetos inmanentes: un segundo sentido de 'aprehensión'. A la constitución del tiempo pertenece una proto-aprehensión no constituida, que son las fases de la corriente originaria misma, en tanto aprehendidas. Así, el tiempo inmanente se objetiva. El correlato de tal aprehensión temporal se da en la constitución del objeto, en la que pueden identificarse dos constituciones mutuamente necesarias: la de la cosa y la de las apariciones (unidades inmanentes en la corriente de impresiones originaria). Este objeto tiene como correlato a la corriente de escorzos presentativos. Esta mutualidad permite lograr la coincidencia del tiempo fenomenológico (interno) con el espacial, de las cosas externas.lxxv Tras comprender estos vínculos, podemos ahora entender cómo se comporta la corriente conciencial temporal absoluta, tal como desarrollaremos a continuación.

2. Constitución del tiempo inmanente como momento de la autoconstitución de la corriente originaria absoluta

Pasaremos ahora a uno de los temas nucleares que empezaremos a describir en este acápite y acabaremos de delinear en los siguientes: la conciencia constituyente y autoconstituyente o absoluta. Para Husserl, la conciencia del tiempo o conciencia constituyente del tiempo es un presente viviente que es, al mismo tiempo, una conciencia absoluta: el nivel más fundamental de conciencia, puesto que su estructura es la que posibilita toda relación intencional con cualquier objeto intencionado lxxvi. Es absoluta porque se constituye a si misma en el mismo proceso en el que constituye objetos. Esta, como conciencia originaria (Urbewusstsein) se distingue de la noción de conciencia como experiencia (Erlebnis), como direccionalidad de la atención hacia algo experimentado en tanto experimentado, y como toma de posición existencial, en cuanto tiene conciencia de algo existente. Esta conciencia del tiempo se presupone mutuamente con los objetos temporales inmanentes: la conciencia absoluta es también intencional.lxxvii El estudio de esta conciencia absoluta constituye una suerte de fenomenología de la fenomenología o una fenomenología de la reducción trascendental. lxxviii Incluso, podemos situarla más allá que el absoluto que surge tras toda reducción en Ideas I: es un presente viviente fluyente, el

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presente absoluto junto con sus rasgos de retención y protención que posibilita toda experiencia interna de objetos. Es el absoluto puro auto-constituyente no constituido, pues toda constitución implica un relativo noético-noemático que esta conciencia no tiene.lxxix Además, es pre-egológica, pues es previa incluso a la constitución del yo.lxxx

Un primer problema que se muestra aquí es sobre la viabilidad de una conciencia que se constituye a sí misma pero que, al mismo tiempo, no es un objeto: toda constitución implica, en principio, una objetividad de la que se es consciente. Para salir de esta aparente aporía, Husserl apela al concepto de 'protoconciencia': la conciencia absoluta es una conciencia de sí, de su fluir, pero no objetivante. Por ello, vemos que su estructura constituyente de tiempo no es objetivante: una retención, una impresión originaria o una protención no son objetividades. Así, por ejemplo, la retención retiene la fase anterior sin hacerla objeto, a diferencia de la rememoración. lxxxi Esta conciencia absoluta precede, entonces, a toda constitución de unidades de diverso grado de constitución (empírico o pre-empírico). En tal corriente originaria es que se da el enlace entre las unidades: la unidad de una duración y la unidad del objeto temporal que se da en tal duración cumplida y necesaria. Todo punto de ese tiempo es solo pensable como fase de un suceso duradero. Al mismo tiempo, la consideración de un cambio o no en el objeto está en paralelo con el cambio o reposo del suceso del tiempo mismo. Todo ello se sitúa sobre una corriente cuyas fases son continuidades de escorzo. Es una corriente que subraya, ante todo, el constante cambio de sus fases. No puede ser un suceso: en un suceso sucede “algo” y todo algo requiere cierta identidad consigo. Aquí, a diferencia de ello, estamos ante el puro cambio.lxxxii

Por ello, las objetividades de las que podemos hablar como constituyentes no pueden ser de la misma naturaleza de las constituidas en el tiempo: no se pueden situar “en” el tiempo, como 'ahora' o 'antes'. Esta corriente es la subjetividad absoluta: se muestra en el punto protofontanal (en todo 'ahora'), como algo de lo que carecemos de nombre. Tiene cierta continuidad fenoménica, pero no puede situarse temporalmente, al no estar el tiempo constituido debido a ser previa a todo objeto temporal: es atemporal por no estar constituida, pues toda constitución se da en el tiempo. Ello no significa que no posea temporalidad alguna, sino que carece de toda temporalización, de duración, pues no es objeto: el objeto es duración, y de acontecimientos, pues todo acontecimiento presupone cierta constancia de algo 'nombrable' (todo 'algo' posee la constancia o inmodificación de su propia identidad objetiva). Es la forma de toda temporalización y constitución, es decir, la intencionalidad entre retenciones, protenciones y la impresión originaria. Esto último es lo único que podríamos considerar invariable en ella: su 'formalidad', si se me permite el término.lxxxiii A partir de ahí, hemos de distinguirla de las apariciones u objetos inmanentes y de los objetos trascendentes. Todas las unidades constituidas en la corriente absoluta son tales en el tiempo inmanente, que es único y desde donde se ordena el antes y el después.lxxxiv

Además, esta corriente constituyente se caracteriza porque, a pesar de que puede descomponerse en varias fases, es única y una. Esto se vislumbra en la única ley que rige a toda fase: el ahora pasa a ser un no-más y el aún-no, a un ahora. Este ahora tiene el carácter de la simultaneidad del modo igual de toda proto-impresión en él. Todo suceso inmanente debe constituirse a partir de un solo tiempo inmanente. Por ello, la conciencia temporal de lo inmanente tiene que ser una unidad universal: el transcurrir de las proto-impresiones y las modificaciones del pasado se dan en conjunto. Además, todo ello se une en una simultaneidad de modificaciones que se dan al mismo tiempo en un escorzo del pasado, en series cotinuas de modos de proto-impresiones anteriores, acoplado a la nueva proto-impresión. En esa conciencia temporal, cada punto se relaciona con el resto de manera doble: como proto-impresión, con todo el resto de puntos, en tanto proto-impresiones con las que comparte identidad de modo, y con todos los puntos en los que se escorza como modificado continuamente en cada uno. El primer vínculo permite constituir la simultaneidad y el segundo, la sucesión temporal en la conciencia temporal inmanente. Ahora bien, ¿qué clase de simultaneidad podría haber en la conciencia absoluta constituyente si ella misma posibilita toda simultaneidad? La pre-simultaneidad: un continuo de fases que se suman a la proto-impresión y que constituye la conciencia retencional de

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un ahora anterior.lxxxv Es importante entender que este prefijo 'pre-' de la pre-simultaneidad, al igual que varios términos que construye Husserl para describir a la conciencia absoluta, son producto de un intento de aclarar lo que ocurre en esta conciencia en términos de la constitución de objetos temporales. Husserl aplica términos relativos a objetos a algo inobjetivable. El prefijo, por lo tanto, refleja la diferencia presente en el uso aplicado a la conciencia absoluta no objetivable con el uso de dichos conceptos respecto a objetos temporales.lxxxvi Además, es posible llegar a tales caracterizaciones debido a la reflexión sobre la propia conciencia constituyente absoluta, que veremos después que es pre-refleja, porque los rasgos esenciales de toda experiencia temporal de objetos supone, para toda posibilidad concebible de experiencia temporallxxxvii, ciertos presupuestos delineados a partir de la conciencia absoluta y su caracterización. Esta primordialidad que va avizorándose y que veremos en el último punto es la proto-fuente de la que habla Husserl en Ideas I y que está más allá del absoluto

i Cf. Husserl 1959: 55.ii Cf. Brown 2009: 4.iii Cf. Ostalé García s/a: 8-9.iv Cf. Husserl 1977: 130-131.v Cf. Dimitriu 2013: 212.vi Cf. Rodemeyer 2003: 140.vii Cf. Zahavi 2003: 81-82.viii Cf. Husserl 1959: 51, 69; Cf. Husserl 2008: 253.ix Cf. Husserl 1959: 52.x Cf. Husserl 1959: 134-139.xi Para un desarrollo más extenso de este punto: Cf. Husserl 2005: 247-255.xii Cf. Husserl 1959: 139-144.xiii Cf. Kortooms 2002: 5.xiv Cf. Husserl 2006a: 54.xv Cf. Russell 2007: 131.xvi Cf. Husserl 2013: 272.xvii Cf. Rodemeyer 2003: 155-156.xviii Cf. Husserl 1977: 153.xix Cf. Husserl 2013: 273.xx Cf. Husserl 2001c: 44.xxi Cf. Husserl 1959: 79-81,95.xxii Cf. Husserl 1959: 59-59; Cf. Husserl 2005a: 8-10.xxiii Cf. Husserl 1959: 63; Cf. Dostal 1993: 146-147.xxiv Cf. McInerney 1991: 102.xxv Cf. Zahavi 2003: 83.xxvi Cf. Husserl 2008: 258-261; Cf. Kortooms 2002: 72-73; Cf. Sassi 1972: 104.xxvii Cf. Husserl 2001: 243.xxviiiCf. Husserl 2006a: 55.xxix Cf. Husserl 1959: 70-72.xxx Cf. Husserl 1959: 72-74.xxxi Cf. Husserl 1959: 76-78.xxxii Cf. Walton 1993: 73.xxxiiiCf. Husserl 1959: 74-76.xxxivCf. Mensch 2010: 115.xxxv Cf. Rodemeyer 2003: 126.xxxviCf. Kortooms 2002: 158-162.xxxviiCf. Rodemeyer 2003: 127-128,130-131.xxxviiiCf. Dimitriu 2013: 221-223.xxxixCf. Husserl 2005: 151-152.xl Cf. Kortooms 2002: 83-91, 111-115.xli Cf. Kortooms 2002: 162-164.xlii Cf. Rodemeyer 2003: 141-142.xliii Cf. Husserl 2003: 25.xliv Cf. Russell 2007: 134-135.xlv Cf. Husserl 1977: 140-141.xlvi Cf. Husserl 1959:74. He añadido lo que Husserl delínea posteriormente.xlvii Cf. Mensch 2010: 113.xlviii Cf. Husserl 1985: 13.xlix Cf. Husserl 1959: 81-82.l Cf. Kortooms 2002: 85.

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trascendental al que llega a partir de las reducciones ahí realizadas.lxxxviii

A pesar de cambiar sus esquemas de análisis temporal a lo largo de su vida, Husserl siguió apelando más de una vez al concepto de 'conciencia absoluta'. Husserl hablará en los manuscritos de Bernau de una conciencia absoluta en tanto 'conciencia-de' enteramente, en la totalidad de sentido que esta expresión tiene. Su postulación es requerida para solucionar el problema de la regresión infinita a partir de la posibilidad de relación consigo misma de la corriente, punto que desarrollaremos más adelante. Además, caracteriza esta conciencia absoluta como una segunda intencionalidad, de segundo nivel, que se da en la constitución de cualquier objeto temporal o 'evento' (Ereignis): cada vez que un 'evento' es constituido, el mismo proceso constituyente es constituido como tal en un proceso de autoconstitución, una especie de 'conciencia in-consciente'.lxxxix Por ello, la unidad de esta conciencia absoluta está temporalizada en el mismo tiempo que los objetos temporales, pues si no tendríamos dos “tiempos”, aunque de distinto nivel. A causa de ello, esta corriente conciencial es absoluta: constituye su propia unidad. Ahora bien, ¿qué relación hay entre tal corriente absoluta y la temporalidad inmanente? O la corriente la constituye y es pre-temporal, o es temporal y, por tanto, no puede constituir al tiempo. Husserl, en sus más tardíos manuscritos sobre el tiempo, los 'C', defenderá una visión de la temporalidad como presente viviente que es previo a la distinción sujeto-objeto y que permite plantear una conciencia absoluta pre-egológica que es temporal y se constituye temporalmente y a la temporalidad, todo al mismo tiempo.xc

li Cf. Husserl 1959: 78.lii Cf. Husserl 1959: 144-146.liii Cf. Husserl 1959: 171-172.liv Cf. Husserl 1996: 91-92.lv Cf. Husserl 1959: 55-56.lvi Cf. Dostal 1993: 145, 148.lvii Cf. Brough 2010: 22-23.lviii Cf. Russell 2007: 128-129.lix Cf. Sassi 1972: 95.lx Cf. Husserl 1959: 99-100.lxi Cf. Merlan 1947: 27.lxii Cf. Mensch 2010: 112.lxiii Cf. Husserl 1996: 87-89.lxiv Cf. Husserl 1959:74,80.lxv Cf. Zahavi 2003:80-81.lxvi Cf. Husserl 1959: 67-69.lxvii Cf. Husserl 1959: 70.lxviii Cf. Husserl 1959: 95.lxix Cf. Husserl 1959: 83-84.lxx Cf. Husserl 1959: 86-87.lxxi Cf. Husserl 1959: 90-93.lxxii Cf. Husserl 1959: 105-107.lxxiii Cf. Husserl 1959: 112-118.lxxiv Cf. Husserl 1959: 116.lxxv Cf. Husserl 1959: 139-144.lxxvi Cf. McInerney 1991: 97.lxxviiCf. Kortooms 2002: 79-83.lxxviiiCf. Sokolowski 1974: 144.lxxix Cf. Sokolowski 1970: 199-201.lxxx Cf. Walton 1993: 71-72.lxxxi Cf. Sassi 1972: 107-108.lxxxiiCf. Husserl 1959: 122-123.lxxxiiiCf. Sassi 1972: 105-106.lxxxivCf. Husserl 1959: 124-125.lxxxvCf. Husserl 1959: 126-129.lxxxviCf. Russell 2007: 137-138.lxxxviiCf. Sokolowski 1970: 160-161.lxxxviiiCf. Husserl 2013: 271.lxxxixCf. Kortooms 2002: 149-150, 152-158.xc Cf. Dostal 1993: 148-149.

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A partir de todo lo establecido, los rasgos de la corriente absoluta permiten ver una doble intencionalidad posible en la misma corriente: a la fase en tanto intencionalidad del objeto y al trecho de corriente en la que se da tal objeto, ambas coincidentes temporalmente, pero distinguibles. La constancia de cambio de tales intencionalidades es la que funda la unidad de la corriente constituyente.xci Ello nos lleva a un tratar un tema sobre la doble intencionalidad, donde esta afirmación quedará esclarecida.

3. Intencionalidad transversal y longitudinal de la corriente originaria y de la retención

Después de todo lo visto, aún puede quedar una pregunta flotando en el aire: ¿cómo es posible articular la secuencia temporal si es que cada fase es distinta de las demás? Ya hemos presentado una estructura en la que esto no ocurre. Ahora solo vamos a hacerlo más explícito: tiene que haber intencionalidades intra-secuenciales, entre las diversas fases, para que haya propiamente experiencia de lo temporal.xcii Veamos cómo se da ello a través de la doble intencionalidad de la conciencia y de la retención, particularmente: la intencionalidad al objeto temporal (transversal) y a la corriente temporal (longitudinal).

De lo visto en los puntos anteriores, podemos ver que las intencionalidades se bifurcan en los escorzos retenidos. Ante todo, podemos distinguir entre la conciencia de pasado, que para el caso originario hace referencia a la intención que apunta a una proto-impresión como aquello que fue, en tanto fase, y la conciencia de una proto-impresión como retenida ahora, en tanto retención misma o estructura temporal. Ello manifiesta una duplicidad en la intencionalidad de la retención, que es en sí misma intencionalidadxciii: la atención desde el momento actual a ese pasado de fases del objeto temporal y aquello que fue una impresión originaria antes en la estructura conciencial del tiempo xciv. El delineamiento de esta doble intencionalidad ayuda a mostrar la unidad de la corriente de la conciencia constituyente del punto anterior: más aun, son constituyentes de la unidad de la corriente. xcv Tal doble intencionalidad apunta a la posibilidad de apuntar al objeto temporal y a la conciencia temporal misma: apunta al objeto y al yo constituyente.xcvi Por ello, es posible constatar que hay un lenguaje distinto de Husserl para cada enfoque intencional. Por un lado, para el caso del objeto temporal, tenemos a la fase-ahora, lo recién sido y lo viniente: son las fases del objeto. Por otro lado, para la conciencia del objeto temporal interno, tenemos los modos de dación: la retención o recuerdo primario, la impresión originaria y la protención o expectación originaria. Estos últimos tres juntos conforman una fase momentánea de conciencia, un segmento (Querschnitt) del flujo de conciencia. El segmento actual y vivo, va a denominarse, en los manuscritos C, 'presente viviente' (lebendige Gegenwart), la actualidad de la conciencia absoluta. Es importante no confundir el lenguaje para cada ámbito investigativo del tiempo.xcvii

Esta doble intencionalidad, vista desde la retención, muestra las constituciones de dos unidades: la del objeto inmanente desde su retención y la de la unidad de tal retención en la corriente: la continuidad de retenciones desde la proto-impresión pasada hasta el momento presente en que tal pasado es retenido. En ello, encontramos también una retención de la continuidad de momentos continuamente precedidas de la corriente en una pre-simultaneidad de la conciencia constituyente. Todo ello se visualiza mejor si pensamos en que cada fase contiene un escorzo de retenciones que, a la vez, se va modificando en cada fase. Así, tenemos dos continuidades: la de cada escorzo en una sola fase y la de los escorzos en cada fase (entre sí). Por ello, hay una intencionalidad que va a lo largo de la

xci Cf. Husserl 1959: 129-130.xcii Cf. McInerney 1991: 98.xciii Cf. Zahavi 2010: 322.xciv Cf. Dimitriu 2013: 214.xcv Cf. Husserl 1959: 129-130; Cf. Dimitriu 2013: 215-216.xcvi Cf. Warren 2009: 168-169.xcvii Cf. Sokolowski 1974: 139-140.

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corriente (transversal) y una que la atraviesa en un punto retentivo (longitudinal): la primera dirige la mirada al objeto y a cómo está simultáneamente presente a lo largo del flujo de la corriente; la segunda, en cambio, apunta a las modificaciones retencionales, protencionales e impresionalesxcviii. En otras palabras, hay un traspaso continuo de retenciones que, en simultaneidad, se modifican junto con la proto-impresión actual, que pasa a ser retención, y todo ello se da en un continuo de sucesión. Así, la intencionalidad transversal y la longitudinal se relacionan con la simultaneidad y con la sucesión, respectivamente. La constancia de cambio de ambas, la simultaneidad y la sucesión, es la que garantiza la unidad de la corriente misma. Este es un orden unidimensional y cuasi-temporal: la corriente absoluta autoconstituyente.xcix Como vemos, pues, esta doble intencionalidad se funda en una doble continuidad de la percepción: cada percepción de un objeto temporal nos remite a un continuo de fases perceptivas y, al mismo tiempo, cada fase es un continuo: un escorzo de lo anterior. Por ello, por más que haya una captación constante, ninguna fase es intercambiable por otra, pues el continuo de escorzo es ascendente: crece.c

Hay una doble intencionalidad, presentada como doble cumplimiento (Erfüllung), que Husserl desarrolla en los manuscritos de Bernau y en relación a la intencionalidad protencional: cada fase-ahora, con sus retenciones y protenciones, apunta entero al siguiente presente como para ser cumplido en una estructura correspondiente a la siguiente fase, pero, al mismo tiempo, cada punto protencional de este presente apunta a un cumplimiento en cuanto presencia originaria (impresión originaria) en el futuro. Aquí tenemos, pues, una suerte de doble intencionalidad presentada desde la protención. En cada flujo de cumplimientos, tenemos un clímax para cada punto, sea retencional o protencional, que es cuando se convierte en presentación originaria: cuando se da enteramente en acto.ci

Llegados aquí, nos encontramos de nuevo con el tema de la conciencia absoluta. La continuidad que relaciona a las dos intencionalidades de la retención es la que posibilita la unidad total de la corriente conciencial. No obstante, esto no garantiza que sea posible una mirada captadora de tal totalidad pre-simultánea. Para ello, hemos de aprehender la pre-simultaneidad misma, que es fluyente y garantiza toda compatibilización de continuidades: es la garantía de toda continuidad y fundación de la simultaneidad en el tiempo ya constituido. Frente a ella, la corriente, que modifica tal pre-simultaneidad en la constitución del tiempo interior, constituye una unidad del fluir que mantiene tal carácter fluyente tras ser una unidad constituida. En tal corriente, hallamos también dos intencionalidades unidas y mutuamente necesarias. En la primera, se constituye el tiempo inmanente, donde se halla la duración y el cambio de algo durable. En la segunda, se constituye la inordinación cuasi-temporal de fases de corriente, que contiene a la fase-ahora y las series preactuales y posactuales: el ordenamiento de las fases mismas del tiempo, previo a su objetivización con objetos temporales inmanentes. Esta última constituye la temporalidad pre-fenomenal, pre-inmanente. Además, con tales intencionalidades, se muestra cómo todas las vivencias, todos los contenidos inmanentes, son constituidos por la corriente conciencial absoluta.cii Husserl también caracteriza a esta doble intencionalidad con otras palabras. La primera hace referencia a la corriente de vivencias, a la que puedo dirigir mi atención como una unidad. El rayo atencional no puede fijarse propiamente en nada, pues es puro fluir. Sin embargo, es un contenido cambiante que se da de una manera particular: con impresiones que se modifican en retenciones y nuevas impresiones que emergen. Toda retención se convierte, así, en 'retención de'. En la segunda, en cambio, dirijo la atención sobre lo contenido en cada fase, que pasa de ser presente a estar retenido: son unidades cambiantes y conectadas necesariamente. Es decir, las dos intencionalidades hacen referencia a la interconexión que hay, por un lado, entre lo percibido actualmente y su modificación retencional y, por otro, entre el percibir actual y la modificación en su percibir.ciii Podríamos decir que aquí tenemos la estructura noético-noemática en la intencionalidad de la corriente misma. Para entender esta temporalidad, podríamos imaginarnos al

xcviiiCf. Dimitriu 2013: 215-216.xcix Cf. Husserl 1959: 130-132.c Cf. Kortooms 2002: 60-61.ci Cf. Kortooms 2002: 164-168.cii Cf. Husserl 1959: 132-133.ciii Cf. Husserl 1959: 177-179.

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tiempo inmanente y cómo es que se manifiesta como constituido en la unidad de sus objetos, que a la vez requieren de su constitución. Sin embargo, la posibilidad de un ordenamiento temporal en continuidad de sucesiones y simultaneidades se apoya en una inordinación previa a la constitución del tiempo y a una pre-simultaneidad, también previa, que están constituidas por la propia corriente constituyente absoluta en tanto se constituye a sí misma: si no, no podríamos explicar aquellos rasgos de simultaneidad y sucesión inherentes al tiempo inmanente. Al mismo tiempo, queda claro cómo la corriente originaria es constituyente pero, al mismo tiempo, constituida. Esta coincidencia no puede ser perfecta, por lo que hay un desfase entre el tiempo constituido y la corriente absoluta: “lo que aparece en la actualidad momentánea de la corriente conciencial es, en la serie de momentos retencionales de la misma, una fase pasada de la corriente conciencial.” (Husserl 1959: 133) Aquí encontramos una idea en posible relación con la différance de Derrida.

Por último, quisiera aclarar la dinámica entre las dos intencionalidades a la luz del trabajo de Mary Jeanne Larrabee citado en la bibliografía. Es necesario percatarse de lo que la doble intencionalidad implica: las usuales gráficas de una corriente temporal no llegan a mostrar la doble temporalización de la conciencia, expresada a través de esta doble intencionalidad: la temporalización de los objetos temporales inmanentes y la conciencia de tal temporalidad inmanente misma, es decir, la absoluta. Ambas están entrelazadas finamente, aunque ambas bajo el título de 'temporalidad inmanente', de la conciencia misma. La temporalidad pre-fenomenal y pre-inmanente es constituida como tal temporalidad inmanente: el flujo de esta misma, que proviene de la conciencia absolua, es vertical. El flujo horizontal es el que atraviesa la experiencia de objetos temporales inmanentes en sus formas: ... recién recién sido – recién sido – ahora – recién por venir..., en una línea horizontal. El vertical se sitúa en la interconexiones de las fases de la conciencia constitutiva-temporalizadora, como ya ha quedado patente: retenciones, impresión y protenciones. El punto aquí es que cada elemento del flujo vertical esconde un continuo de recién sidos, de recién recién sidos, etc., y así continuamente también con las impresiones y las protenciones. En esta perspectiva, la intencionalidad horizontal o transversal involucra actos atencionales que duran en un tiempo de la conciencia. La vertical o longitudinal, en cambio, es la fuente de esta temporalización, al proveer a la conciencia de su propia percatación de sus procesos en su procesamiento: de la misma conciencia absoluta fluye lateralmente la propia conciencia de la temporalización y auto-temporalización de cada fase-ahora en la corriente retencional que fluye de ella y desde la que le da su orden de fases, previo a la reflexión que hacemos al delinearla. Ello constituye, pues, múltiples relaciones continuas entre ambos flujos.civ

4. Solución de la regresión infinita y la autoconciencia pre-reflexiva

La regresión infinita o in infinitum es planteada manifiestamente en el anexo VI de la segunda parte de la Fenomenología de la conciencia el tiempo inmanente. Se plantea al analizar la posibilidad de 'percibir' de alguna manera la conciencia constituyente. Toda percepción se realiza disuelta en una corriente temporal. Si capto la corriente constituyente, la capto en un marco temporal desde el que puedo volver a plantearme la posibilidad de percibir la conciencia en que tal marco temporal fue constituido. Así podría seguir infinitamente en regresión. Lo mismo se puede plantear de otra manera: puedo dirigir mi atención a las fases duraderas de un objeto temporal (como un tono, por ejemplo); luego, puedo dirigir mi atención a tales fases y a su secuencia y duración, en cuanto fases de la corriente temporal; a continuación, puesto que las fases anteriores se ordenan temporalmente, puedo ver la corriente sobre la que tal corriente se sitúa, y así indefinidamente. Esta regresión solo puede ser superada mediante una estructura formal de la misma corriente absoluta: un ahora constituido mediante una impresión que acopla una cola de retenciones y un horizonte de protenciones, siendo cada punto idéntico a sí y en constante cambio en referencia a los siguientes. Esta formalidad de la corriente absoluta permite que sea impresa una estructura a toda experiencia posible: “una forma necesaria de vinculación de vivencias con vivencias” (Husserl 2013: 272). Desde ella, la conciencia absoluta se

civ Cf. Larrabee 1989: 375-381.

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constituye a sí misma e imprime su formalidad a todo lo constituido.cv En el fondo, el problema de este tipo de regresión infinita se da porque la percepción misma del tiempo es temporal: es un objeto temporal.cvi Veamos este punto más de cerca.

Como hemos visto, si la conciencia constituyente se nos diera en una temporalidad idéntica a los objetos que constituye, tendríamos que postularle otra conciencia que permita explicar cómo tal temporalidad es constituida. Si hacemos lo mismo con esta nueva conciencia de mayor orden, nos veríamos obligados a postular otra conciencia más y así indefinidamente. Esta es la llamada 'regresión de fundación'.cvii Por ello, Husserl afirma que la conciencia absoluta no es simultánea a lo constituido temporalmente: no hay denominador común. Esto no significa que la corriente absoluta, como ya vimos, esté presente en cada presente: es un proceso temporal. Ahora bien, para eliminar esta regresión, ¿cuál podría ser la relación entre la corriente absoluta y la inmenente constuida? Dan Zahavicviii ofrece una interpretación sugerente y tentativa a esta pregunta a partir de los manuscritos L y C. Para ello, nos invita a diferenciar una toma de autoconciencia1 reflectiva (temática y objetivante) y una pre-reflexiva (implícita, condición de la primera). Esta autoconciencia es constante: caracteriza a la subjetividad, ser sujeto es ser autoconsciente. En otras palabras, una experiencia de un sujeto es siempre una experiencia experienciada (erlebt). Ello apunta a la dación constante de la primera persona en sus experiencias: es el modo de ser de las experiencias. Si siempre se da esto, y Husserl cree que esta 'percepción fenomenológica' es captable solo a través de la reducción fenomenológicacix, siempre hay aunque sea una forma mínima de autoconciencia. Ello se hace patente en el acto intencional hacia un objeto. Yo puedo dirigirme intencionalmente a un objeto y luego realizar una reflexión sobre tal acto. No obstante, en el momento en que el acto se dio, debía haber una autoconciencia de tal acto, del propio 'yo', en un modo pre-reflexivo, no temático: todos nuestros actos son tácitamente autoconscientes y accesibles a la reflexión, pero no como objetos intencionalescx. Para traer un acto intencional a la atención en la reflexión, es necesario que previamente tal acto haya estado presente: ello motiva de la reflexión. Además, toda motivación implica una afección. Por lo tanto, en cada acto mío, yo estoy afectado pasivamente por mí mismo. Ahora bien, tal afección primera, la pre-reflexión, está retenida para poder ser tematizada en la reflexión. Por necesitar de la retención, podemos afirmar que la reflexión necesita de un horizonte temporal para tener lugar. Si planteamos a la conciencia del tiempo interno como la autoconciencia pre-reflexiva del acto, veremos que podemos evitar la regresión infinita. Es decir, la descripción de Husserl de la estructura de la conciencia interna del tiempo (retención-impresión originaria-protención, la “unidad del transcurrir”cxi) puede ser vista como un análisis de la estructura de la auto-manifestacion pre-reflexiva de nuestros actos y experiencias. Es decir, en todo acto intencional se nos da un objeto, pero también el acto mismo. De ahí que Husserl afirme que: “Bewusstsein ist nicht bloß Sachbewusstsein, Bewusstsein von seinem "primären" Gegenstand, sondern auch "inneres" Bewusstsein, Bewusstsein von sich selbst und seinem intentionalen Prozess” (Husserl 2001a: 42 – Hua XXXIII). Por ello, la subjetividad se auto-temporaliza. Por ello, la corriente de la conciencia absoluta constituyente y la constituida reflexiva de los actos no están separadas, sino que son la misma. Así, no es necesario apelar a ninguna conciencia más: la regresión está detenida. Lo anterior no implica que no haya una enorme diferencia entre ambas dimensiones. El ser pre-fenomenal del acto, en su pre-reflexión, no admite ser capturado en su diferenciación entre sujeto o acto y objeto. Ahora bien, el problema que plantea esta propuesta es que no puede hacerse fenomenología de la corriente pre-fenoménica, pre-reflexiva, pues al hacer reflexión sobre ella, la objetivamos. Es decir, siempre llegamos tarde: la subjetividad absoluta siempre permanece anónima. Al objetivarla, en cambio, obtenemos de modo unitario la forma del tiempo inmanente: la estructura de vinculaciones retencionales, protencionales e impresionales ya descrita.cxii Además, cabe hacer notar que el terreno objetivable en el que estamos no hace referencia al sujeto solipsista, sino al intersubjetivo trascendentalmente, pues es también susceptible de una identificación

1 'Self-awareness', no 'self-consciousness'.cv Cf. Husserl 1959: 169-174.cvi Cf. Kortooms 2002: 59-60.

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intersubjetiva, junto con su correspondiente objetivación.cxiii

De lo desarrollado hasta aquí, esta corriente pre-reflexiva plantea una síntesis pasiva previa a la actividad del ego: pre-egoica, cuya retención en la corriente constituyente del tiempo se relaciona con la afectividad motivante del ego. Esta, como hemos visto, no puede ser auto-presentada: es una no-espontaneidad anónima no auto-presentable. En esta misma corriente absoluta, se realizan las síntesis temporales desde la estructura de retenciones, impresiones y protenciones. Estas son síntesis pasivas, pues no involucran actos del ego reflexivos. Sin embargo, siendo pasiva, se encuentra en una dimensión de pre-fenomenalidad que es previa a contraposiciones como la de 'activo-pasivo'. Estas contraposiciones implican un análisis fenomenológico posible. Este, de por si, involucra partir el todo en partes analizables noético (modos de aparecer)-noemáticas (aquello que aparece). Aquello no es posible desde la conciencia constituyente del tiempo. Por esta razón, la básica auto-afección de la conciencia absoluta está dada como pura pasividad que no puede descomponerse reflexivamente. Es una pura apertura a la alteridad, receptividad y sedimentación, los tres significados de 'pasividad', que estructura toda experiencia posible. Todos estos rasgos muestran a la 'pasividad' como concepto primigenio de toda experiencia y suelo inconfundible de la fenomenología de la misma reflexión fenomenológica.cxiv

Por último, otro tipo de regresión que quisiera mencionar es el trabajado en los manuscritos de Bernau, con relación a las series retencionales y protencionales. Toda la estructura formal de retenciones, impresiones originarias y protenciones apunta retencional y protencionalmente hacia adelante y atrás indefinidamente. Para caer en la cuenta del modo de dación de cada uno, necesitaría una conciencia de cada fase. A la vez, tendría que hacer lo mismo con esta conciencia de nuevo nivel y recurrir a otra y así indefinidamente. Esta posibilidad de regresión infinita ya es descartada en estos manuscritos, pues la caracterización de las protenciones como cumplimientos, cuyo carácter también se da en las retenciones, hace que ya no tengamos que recurrir a otra conciencia, sino que la intencionalidad posible de tales modos está presente en la estructura misma, tal como ya desarrollamos. No obstante, queda una regresión posible: ¿hasta dónde fluyen las retenciones y protenciones en su cumplimiento? Husserl habla de la posibilidad de la conciencia de proyectarse infinitamente, pero como posibilidad no actual, sino meramente potencial. A medida que una vivencia se torna lejana, los escorzos de su cumplimiento retencional o protencional se acercan tanto de un nivel a otro que se funden en un final en medio de su infinitud. Podríamos imaginar como analogía a un horizonte creado por una superficie plana infinita: tiene un aparente 'fin' en medio de su infinitud. Este es el punto límite en donde la regresión es absorbida.cxv

4. A MODO DE CONCLUSIÓN

¿A qué hemos llegado con todo este desarrollo fenomenológico? Si vemos la trayectoria de la investigación, partimos del rol de la conciencia interna del tiempo en la constitución de objetos

cvii Cf. Zahavi 2004: 99.cviii Cf. Zahavi 2003: 86-93. Toda la explicación que viene a continuación está tomada de Zahavi.cix Cf. Husserl 2006a: 53.cx Cf. Zahavi 2010: 331-332.cxi Cf. Husserl 1996: 131.cxii Cf. Husserl 1988: 25.cxiii Cf. Husserl 1980: 99.cxiv Cf. Biceaga 2010: 1-16.cxv Cf. Kortooms 2002: 169-174.

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temporales inmanentes percibidos y llegamos hasta la constatación de que esta estructura temporal es la forma universal más profunda de la conciencia: la estructura de la conciencia absoluta y la posibilitación de toda conciencia-de-algo. Sin embargo, al mismo tiempo, nos vimos enfrentados a una cruda realidad: tal delineamiento es meramente reflejo y no capta la pre-reflexividad misma de la auto-conciencia más radical de esta conciencia absoluta. Es como si nos viéramos obligados a darnos cuenta de que no podemos pararnos desde un punto de vista ajeno a toda conciencia para ver la conciencia misma. Siguiendo a Thomas Nagel, no hay un punto de vista fuera de todo punto de vista. Ello dificulta percibir el suelo sobre el que estamos parados. Para Husserl, sí hay un percatamiento continuo de este suelo, la base sobre la que la conciencia constituye todo desde la forma temporal y a sí misma, pero tal acceso es pre-reflexivo, a-temático.

Lo que sí podemos sostener son dos puntos cruciales. En primer lugar, en la constitución de todo lo que es objetividad para la conciencia, partiendo de la originariedad de lo dado en la percepción, la estructura universal de las daciones y las constituciones es la estructura temporal del entresolapamiento de la inordinación de lo retenido y lo protencionado a partir de un ahora impresional proto-fontanal. Esto significa que dicha inordinación temporal es el fundamento de toda intencionalidad. Si es que una conciencia puede tener objetos es porque pueden darse en una estructura temporal constituida en lo más básico y fundamental de la conciencia. La unidad y 'atención' que implica la intencionalidad se correponde con las estructuras de la simultaneidad y la sucesión en la conciencia del tiempo. Tal estructura debe estar también presente en la constitución de sí misma por la corriente absoluta, si es que podemos afirmar que también están constituidas, pues tienen un sentido para la conciencia. Por ello, hemos de llamar a las condiciones de tal constitución primordial 'pre-simultaneidad' y 'pre-sucesión', pues son rasgos que deben estar, mas no pueden asumir a la simultaneidad y a la sucesión como ya dadas previamente puesto que estamos hablando de su constitución. Tal innombrabilidad de términos hacer referencia a la imposibilidad de tematizar lo atemático sin deformarlo temáticamente.

En segundo lugar, la conciencia primordial, a la que accedemos reflexivamente gracias a su pre-reflexividad, en tanto está presente en todos los actos del yo, es una conciencia absoluta, pues si requiriera de otra para constituirse, no nos detendríamos nunca apelando a otra conciencia desde la que se da dicha constitución. No obstante, esta salida no es un juego de palabras elucubrativo: podemos tomar conciencia de los propios actos de la conciencia constituyente mediante un acto de atención a la presencia de esa misma conciencia en todos los actos constitutivos. La pre-reflexividad de todos los actos de la conciencia garantiza aquello. La única diferencia es que cuando nos encontramos con la primordialidad pre-fenoménica y pre-constituida de la conciencia absoluta, su reflexión 'objetivante' y temática no la presentan en toda su originariedad. Sin embargo, la temporalidad, expresada reflexivamente, sigue siendo una posibilidad de hablar de lo inefable, aunque anónimamente: la fenomenología de la fenomenología trascendental misma, en su presentación tematizada.

Por todo ello, la conciencia es, en su estrato más puro, tiempo en un modo atemático, estructura temporal posibilitadora. ¿O será, tal vez, el tiempo conciencia?

5. BIBLIOGRAFÍA

Obras de Husserl

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8. Logical investigations. Vol I. Nueva York: Routlegde, 2001b.9. Logical investigations. Vol II. Nueva York: Routlegde, 2001c.10. Meditaciones cartesianas. México, D.F.: FCE, 1996.11. Phantasy, image consciousness, and memory. (vol. XI de Edmund Husserl. Collected Works).

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