TIPOS DE CUENTOS

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2013 TIPOS DE CUENTOS SANTIAGO RENDÓN VARELA 6-A

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DESCRIPCION CORTA DE CADA TIPO DE CUENTO CON EJEMPLO DE CADA UNO.

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TIPOS DE

CUENTOS SANTIAGO RENDÓN VARELA

6-A

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Cuentos de hadas Un cuento de hadas es una historia ficticia que puede

contener personajes folclóricos tales

como hadas, duendes, elfos, brujas, sirenas, troles, giga

ntes, gnomos y animales parlantes e

incluir encantamientos, normalmente representados

como una secuencia inverosímil de eventos. En el

lenguaje contemporáneo, así como fuera del contexto

literario, el término es utilizado para describir algo que

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está vinculado con princesas. Por ello, existen

expresiones tales como «un final de cuento de hadas un

final feliz o «un romance de cuento de hadas aunque no

todas las narraciones de esta clase terminan con un final

feliz. De igual manera, en el aspecto coloquial un

«cuento de hadas» puede ser asociado con

cualquier historia rocambolesca y extraordinaria. Por lo

general, este tipo de relatos suele atraer a los niños

pequeños, al compenetrar estos de forma fácil y rápida

con los personajes arquetípicos de cada historia

Hansel y gretel

Junto a un bosque muy grande vivía un pobre leñador

con su mujer y dos hijos; el niño se llamaba Hänsel, y la

niña, Gretel Apenas tenían qué comer, y en una época

de carestía que sufrió el país, llegó un momento en que

el hombre ni siquiera podía ganarse el pan de cada día.

Estaba el leñador una noche en la cama, cavilando y

revolviéndose, sin que las preocupaciones le dejaran

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pegar el ojo; finalmente, dijo, suspirando, a su mujer: -

¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo alimentar a los

pobres pequeños, puesto que nada nos queda? - Se me

ocurre una cosa -respondió ella-. Mañana, de

madrugada, nos llevaremos a los niños a lo más espeso

del bosque. Les encenderemos un fuego, les daremos

un pedacito de pan y luego los dejaremos solos para ir a

nuestro trabajo. Como no sabrán encontrar el camino de

vuelta, nos libraremos de ellos. - ¡Por Dios, mujer! -

replicó el hombre-. Eso no lo hago yo. ¡Cómo voy a

cargar sobre mí el abandonar a mis hijos en el bosque!

No tardarían en ser destrozados por las fieras. - ¡No

seas necio! -exclamó ella-. ¿Quieres, pues, que nos

muramos de hambre los cuatro? ¡Ya puedes ponerte a

aserrar las tablas de los ataúdes! -. Y no cesó de

importunarle hasta que el hombre accedió-. Pero me dan

mucha lástima -decía.

Los dos hermanitos, a quienes el hambre mantenía

siempre desvelados, oyeron lo que su madrastra

aconsejaba a su padre. Gretel, entre amargas lágrimas,

dijo a Hänsel Ahora sí que estamos perdidos! - No llores,

Gretel la consoló el niño-, y no te aflijas, que yo me las

arreglaré para salir del paso. Y cuando los viejos

estuvieron dormidos, levantóse, púsose la chaquetita y

salió a la calle por la puerta trasera. Brillaba una luna

esplendorosa y los blancos guijarros que estaban en el

suelo delante de la casa, relucían como plata pura.

Hänsel los fue recogiendo hasta que no le cupieron más

en los bolsillos. De vuelta a su cuarto, dijo a Gretel Nada

temas, hermanita, y duerme tranquila: Dios no nos

abandonará y se acostó de nuevo.

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A las primeras luces del día, antes aún de que saliera el

sol, la mujer fue a llamar a los niños: - ¡Vamos,

holgazanes, levantaos! Hemos de ir al bosque por leña-.

Y dando a cada uno un pedacito de pan, les advirtió-:

Ahí tenéis esto para mediodía, pero no os lo comáis

antes, pues no os daré más. Gretel se puso el pan

debajo del delantal, porque Hänsel llevaba los bolsillos

llenos de piedras, y emprendieron los cuatro el camino

del bosque. Al cabo de un ratito de andar, Hänsel se

detenía de cuando en cuando, para volverse a mirar

hacia la casa. Dijo el padre: - Hänsel, no te quedes

rezagado mirando atrás, ¡atención y piernas vivas! - Es

que miro el gatito blanco, que desde el tejado me está

diciendo adiós -respondió el niño. Y replicó la mujer: -

Tonto, no es el gato, sino el sol de la mañana, que se

refleja en la chimenea. Pero lo que estaba haciendo

Hänsel no era mirar el gato, sino ir echando blancas

piedrecitas, que sacaba del bolsillo, a lo largo del

camino.

Cuando estuvieron en medio del bosque, dijo el padre: -

Recoged ahora leña, pequeños, os encenderé un fuego

para que no tengáis frío. Hänsel y Gretel reunieron un

buen montón de leña menuda. Prepararon una hoguera,

y cuando ya ardió con viva llama, dijo la mujer: - Poneos

ahora al lado del fuego, chiquillos, y descansad, mientras

nosotros nos vamos por el bosque a cortar leña. Cuando

hayamos terminado, vendremos a recogeros.

Los dos hermanitos se sentaron junto al fuego, y al

mediodía, cada uno se comió su pedacito de pan. Y

como oían el ruido de los hachazos, creían que su padre

estaba cerca. Pero, en realidad, no era el hacha, sino

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una rama que él había atado a un árbol seco, y que el

viento hacía chocar contra el tronco. Al cabo de mucho

rato de estar allí sentados, el cansancio les cerró los

ojos, y se quedaron profundamente dormidos.

Despertaron, cuando ya era noche cerrada. Gretel se

echó a llorar, diciendo: - ¿Cómo saldremos del bosque?

Pero Hänsel la consoló: - Espera un poquitín a que brille

la luna, que ya encontraremos el camino. Y cuando la

luna estuvo alta en el cielo, el niño, cogiendo de la mano

a su hermanita, guiose por las guijas, que, brillando

como plata batida, le indicaron la ruta. Anduvieron toda

la noche, y llegaron a la casa al despuntar el alba.

Llamaron a la puerta y les abrió la madrastra, que, al

verlos, exclamó: - ¡Diablo de niños! ¿Qué es eso de

quedarse tantas horas en el bosque? ¡Creíamos que no

queríais volver! El padre, en cambio, se alegró de que

hubieran vuelto, pues le remordía la conciencia por

haberlos abandonado.

Algún tiempo después hubo otra época de miseria en el

país, y los niños oyeron una noche cómo la madrastra,

estando en la cama, decía a su marido: - Otra vez se ha

terminado todo; sólo nos queda media hogaza de pan, y

sanseacabó. Tenemos que deshacernos de los niños.

Los llevaremos más adentro del bosque para que no

puedan encontrar el camino; de otro modo, no hay

salvación para nosotros. Al padre le dolía mucho

abandonar a los niños, y pensaba: "Mejor harías

partiendo con tus hijos el último bocado." Pero la mujer

no quiso escuchar sus razones, y lo llenó de reproches e

improperios. Quien cede la primera vez, también ha de

ceder la segunda; y, así, el hombre no tuvo valor para

negarse.

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Pero los niños estaban aún despiertos y oyeron la

conversación. Cuando los viejos se hubieron dormido,

levanto Hänsel con intención de salir a proveerse de

guijarros, como la vez anterior; pero no pudo hacerlo,

pues la mujer había cerrado la puerta. Dijo, no obstante,

a su hermanita, para consolarla: - No llores, Gretel, y

duerme tranquila, que Dios Nuestro Señor nos ayudará.

A la madrugada siguiente se presentó la mujer a

sacarlos de la cama y les dio su pedacito de pan, más

pequeño aún que la vez anterior. Camino del bosque,

Hänsel iba desmigajando el pan en el bolsillo y,

deteniéndose de trecho en trecho, dejaba caer miguitas

en el suelo. - Hänsel, ¿por qué te paras a mirar atrás? -

preguntó el padre-. ¡Vamos, no te entretengas! - Estoy

mirando mi palomita, que desde el tejado me dice adiós.

- ¡Bobo! -intervino la mujer-, no es tu palomita, sino el sol

de la mañana, que brilla en la chimenea. Pero Hänsel

fue sembrando de migas todo el camino.

La madrastra condujo a los niños aún más adentro del

bosque, a un lugar en el que nunca había estado.

Encendieron una gran hoguera, y la mujer les dijo: -

Quedaos aquí, pequeños, y si os cansáis, echad una

siestecita. Nosotros vamos por leña; al atardecer,

cuando hayamos terminado, volveremos a recogemos. A

mediodía, Gretel partió su pan con Gretel, ya que él

había esparcido el suyo por el camino. Luego se

quedaron dormidos, sin que nadie se presentara a

buscar a los pobrecillos; se despertaron cuando era ya

de noche oscura. Hänsel consoló a Gretel diciéndole: -

Espera un poco, hermanita, a que salga la luna;

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entonces veremos las migas de pan que yo he

esparcido, y que nos mostrarán el camino de vuelta.

Cuando salió la luna, se dispusieron a regresar; pero no

encontraron ni una sola miga; se las habían comido los

mil pajarillos que volaban por el bosque. Dijo Hänsel a

Gretel: - Ya daremos con el camino -pero no lo

encontraron. Anduvieron toda la noche y todo el día

siguiente, desde la madrugada hasta el atardecer, sin

lograr salir del bosque; sufrían además de hambre, pues

no habían comido más que unos pocos frutos silvestres,

recogidos del suelo. Y como se sentían tan cansados

que las piernas se negaban ya a sostenerlos, achárese

al pie de un árbol y se quedaron dormidos.

Y amaneció el día tercero desde que salieron de casa.

Reanudaron la marcha, pero cada vez se extraviaban

más en el bosque. Si alguien no acudía pronto en su

ayuda, estaban condenados a morir de hambre. Pero he

aquí que hacia mediodía vieron un hermoso pajarillo,

blanco como la nieve, posado en la rama de un árbol; y

cantaba tan dulcemente, que se detuvieron a escucharlo.

Cuando hubo terminado, abrió sus alas y emprendió el

vuelo, y ellos lo siguieron, hasta llegar a una casita, en

cuyo tejado se posó; y al acercarse vieron que la casita

estaba hecha de pan y cubierta de bizcocho, y las

ventanas eran de puro azúcar. - ¡Mira qué bien! -

exclamó Hänsel, aquí podremos sacar el vientre de mal

año. Yo comeré un pedacito del tejado; tú, Gretel,

puedes probar la ventana, verás cuán dulce es. Se

encaramó el niño al tejado y rompió un trocito para

probar a qué sabía, mientras su hermanita

mordisqueaba en los cristales. Entonces oyeron una voz

suave que procedía del interior:

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"¿Será acaso la ratita la que roe mi casita?" Pero los niños respondieron: "Es el viento, es el viento que sopla violento." Y siguieron comiendo sin desconcertarse. Hänsel, que encontraba el tejado sabrosísimo, desgajó un buen pedazo, y Gretel sacó todo un cristal redondo y se sentó en el suelo, comiendo a dos carrillos. Abrió entonces la puerta bruscamente, y salió una mujer viejísima, que se apoyaba en una muleta. Los niños se asustaron de tal modo, que soltaron lo que tenían en las manos; pero la vieja, meneando la cabeza, les dijo: - Hola, pequeñines, ¿quién os ha traído? Entrad y quedaos conmigo, no os haré ningún daño. Y, cogiéndolos de la mano, los introdujo en la casita, donde había servida una apetitosa comida: leche con bollos azucarados, manzanas y nueces. Después los llevó a dos camitas con ropas blancas, y Hänsel y Gretel se acostaron en ellas, creyéndose en el cielo. La vieja aparentaba ser muy buena y amable, pero, en realidad, era una bruja malvada que acechaba a los niños para cazarlos, y había construido la casita de pan con el único objeto de atraerlos. Cuando uno caía en su poder, lo mataba, lo guisaba y se lo comía; esto era para ella un gran banquete. Las brujas tienen los ojos rojizos y son muy cortas de vista; pero, en cambio, su olfato es muy fino, como el de los animales, por lo que desde muy lejos ventean la presencia de las personas. Cuando sintió que se acercaban Hänsel y Gretel, dijo para sus adentros, con una risotada maligna: "¡Míos son; éstos no se me escapan!." Levantóse muy de mañana, antes de que los niños se despertasen, y, al verlos descansar tan plácidamente, con aquellas mejillitas tan sonrosadas y coloreadas, murmuró entre dientes: "¡Serán un buen bocado!." Y, agarrando a Hänsel con su mano seca, llevólo a un pequeño establo y lo encerró detrás de una

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reja. Gritó y protestó el niño con todas sus fuerzas, pero todo fue inútil. Dirigióse entonces a la cama de Gretel y despertó a la pequeña, sacudiéndola rudamente y gritándole: - Levántate, holgazana, ve a buscar agua y guisa algo bueno para tu hermano; lo tengo en el establo y quiero que engorde. Cuando esté bien cebado, me lo comeré. Gretel se echó a llorar amargamente, pero en vano; hubo de cumplir los mandatos de la bruja. Desde entonces a Hänsel le sirvieron comidas exquisitas, mientras Gretel no recibía sino cáscaras de cangrejo. Todas las mañanas bajaba la vieja al establo y decía: - Hänsel, saca el dedo, que quiero saber si estás gordo. Pero Hänsel, en vez del dedo, sacaba un huesecito, y la vieja, que tenía la vista muy mala, pensaba que era realmente el dedo del niño, y todo era extrañarse de que no engordara. Cuando, al cabo de cuatro semanas, vio que Hänsel continuaba tan flaco, perdió la paciencia y no quiso aguardar más tiempo: - Anda, Gretel -dijo a la niña-, a buscar agua, ¡ligera! Esté gordo o flaco tu hermano, mañana me lo comeré. ¡Qué desconsuelo el de la hermanita, cuando venía con el agua, y cómo le corrían las lágrimas por las mejillas! "¡Dios mío, ayúdanos! -rogaba-. ¡Ojalá nos hubiesen devorado las fieras del bosque; por lo menos habríamos muerto juntos!." - ¡Basta de lloriqueos! -gritó la vieja-; de nada han de servirte. Por la madrugada, Gretel hubo de salir a llenar de agua el caldero y encender fuego. - Primero coceremos pan -dijo la bruja-. Ya he calentado el horno y preparado la masa -. Y de un empujón llevó a la pobre niña hasta el horno, de cuya boca salían grandes llamas. Entra a ver si está bastante caliente para meter el pan -mandó la vieja. Su intención era cerrar la puerta del horno cuando la niña estuviese en su interior, asarla y comérsela también. Pero Gretel le adivinó el pensamiento y dijo: - No sé cómo hay que hacerlo; ¿cómo lo haré para entrar?

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Haber visto criatura más tonta! -replicó la bruja-. Bastante grande es la abertura; yo misma podría pasar por ella -y, para demostrárselo, se adelantó y metió la cabeza en la boca del horno. Entonces Gretel, de un empujón, la precipitó en el interior y, cerrando la puerta de hierro, corrió el cerrojo. ¡Allí era de oír la de chillidos que daba la bruja! ¡Qué gritos más pavorosos! Pero la niña echó a correr, y la malvada hechicera hubo de morir quemada miserablemente. Corrió Gretel al establo donde estaba encerrado Hänsel y le abrió la puerta, exclamando: ¡Hänsel, estamos salvados; ya está muerta la bruja! Saltó el niño afuera, como un pájaro al que se le abre la jaula. ¡Qué alegría sintieron los dos, y cómo se arrojaron al cuello uno del otro, y qué de abrazos y besos! Y como ya nada tenían que temer, recorrieron la casa de la bruja, y en todos los rincones encontraron cajas llenas de perlas y piedras preciosas. - ¡Más valen éstas que los guijarros! -exclamó Hänsel, llenándose de ellas los bolsillos. Y dijo Gretel: - También yo quiero llevar algo a casa -y, a su vez, se llenó el delantal de pedrería. - Vámonos ahora -dijo el niño-; debemos salir de este bosque embrujado -. A unas dos horas de andar llegaron a un gran río. - No podremos pasarlo -observó Hänsel-, no veo ni puente ni pasarela. - Ni tampoco hay barquita alguna -añadió Gretel pero allí nada un pato blanco, y si se lo pido nos ayudará a pasar el río Y gritó: "Patito, buen patito mío Hänsel y Gretel han llegado al río. No hay ningún puente por donde pasar; ¿sobre tu blanca espalda nos quieres llevar?." Acercóse el patito, y el niño se subió en él, invitando a su hermana a hacer lo mismo. - No -replicó Gretel-, sería muy pesado para el patito; vale más que nos lleve uno tras otro. Así lo hizo el buen pato, y cuando ya

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estuvieron en la orilla opuesta y hubieron caminado otro trecho, el bosque les fue siendo cada vez más familiar, hasta que, al fin, descubrieron a lo lejos la casa de su padre. Echaron entonces a correr, entraron como una tromba y se colgaron del cuello de su padre. El pobre hombre no había tenido una sola hora de reposo desde el día en que abandonara a sus hijos en el bosque; y en cuanto a la madrastra, había muerto. Volcó Gretel su delantal, y todas las perlas y piedras preciosas saltaron por el suelo, mientras Hänsel vaciaba también a puñados sus bolsillos. Se acabaron las penas, y en adelante vivieron los tres felices. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

* * * FIN * * *

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Cuento policiaco Un cuento de detectives es un subgénero

literario 2 que agrupa las narraciones breves de hechos

ficticios o reales, relacionados directamente con

criminales y con la justicia, generalmente teniendo como

tema principal la resolución de un misterio, la

persecución de un delincuente, o temáticas similares. El

cuento puede ser blanco o negro;

blanco: que el policía sea el que se encarga de su

trabajo y de la investigación detectivesca y policial;

negro: que el detective o el policía se mete en el

bando contrario para poder atrapar al criminal.

el cuento policial es un cuento de crimen misterio y

persecucion

Partes de un cuento policiaco

- Planteo de un enigma a resolver A partir de un

dilema, es que se desarrolla una historia.

- Narración del proceso de investigación Permite

aclarar el interrogante planteado al comienzo.

- Resolución del enigma Se logra mediante: El

examen y observación de los hechos materiales y

psicológicos, sobre los que se sacan conclusiones; El

razonamiento a partir de posibles hipótesis (el

investigador muchas veces no necesita observar el

escenario del crimen).

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Elementos caracterizadores

- Personajes: Se presentan en una perspectiva

antitética: el policía, el detective, el inspector; el asesino

y el espía, o sea los buenos y los malos. Por lo general

son tipos, tienen caracteres bien definidos y no

evolucionan a lo largo del relato.

Proyecto enomis

Eran ya las diez de la noche cuando, por fin, bajé del

coche. Le di un vistazo por si acaso no estaba bien

aparcado, y me encaminé hacia mi casa reflexionando

sobre el trabajo que me esperaba el día siguiente. Como

siempre, fue un día horrible: la prisa, los atascos, y sin

hablar de un par de tontos con los que trato negocios

todos los días. No conseguí relajarme mucho andando

por esa breve distancia, y cuando llegué ante el edificio

donde vivo, decidí detenerme un rato para fumar un

cigarrillo; me habría ayudado a recobrar la calma

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necesaria para dormirme. Mientras fumaba, levanté los

ojos al cielo, y me di cuenta de que la señora Sabiduría –

así la llamamos en el barrio, a esa mujer, por todo lo que

sabe y dice sobre cualquiera– estaba mirándome de

reojo desde su piso en la tercera planta, y como no

aguanto a esa cotilla, tiré medio cigarro al suelo con un

gesto de enojo, y subí a mi apartamento por las

escaleras; el ascensor siempre está estropeado.

Después de subir cinco plantas a rastras, me dejé caer

en la butaca ante la televisión. Pasé de un canal a otro

durante media hora sin encontrar nada de interesante,

así que me fui a la cama, aprovechando, también, de un

repentino ataque de sueño.

Aún no eran las cinco de la mañana, cuando fui

despertado, horriblemente, por el odioso sonido del

timbre. Me levanté enseguida asombrado y asustado

vista la hora. Me acerqué a la puerta sin hacer ruido,

miré por la mirilla, y vi a dos hombres corpulentos

parados en el descansillo. Me detuve un rato

contemplándolos: el mayor aparentaba unos cincuenta

años, mientras el otro no parecía alcanzar los veinte.

Tocaron otra vez el timbre; sabían que me encontraba

en casa.

–¿Quiénes sois? –pregunté yo.

–Abra por favor –dijo el mayor esgrimiendo lo que

parecía un mandato de detención.

Abrí la puerta sin quitar la cadena de seguridad.

–¿Pues, qué pasa?

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–Sería mejor que se lo aclaremos en casa –siguió el

mayor.

Vacilé un rato antes de dejarme convencer a que

entraran. Podía ser un engaño ¿si el mandato era falso?

¿Cómo podía reconocer la autenticidad de un

documento que nunca había visto en mi vida? De todas

formas, a pesar de tantas dudas, les abrí la puerta.

– ¿Ahora puedo saber qué pasa? –pregunté otra vez,

con más fuerza, mientras pasaban a mi lado.

–Nada, sólo tendría que seguirnos a la comisaría donde

le harán algunas preguntas.

–Pero yo no he hecho nada –repliqué desconcertado.

–Todo el mundo dice así –dijo el más joven mientras

cogía una manzana de la nevera.

Le dio un mordisco mirándome fijo en los ojos, como

para demostrarme lo que su autoridad le permitía hacer

incluso en mi casa.

–Iría a pudrirse –me dijo mofándose.

–¿Pero puedo saber que está pasando? Estoy perdiendo

la paciencia.

–Tranquilícese señor, que todo se arreglará. Ahora se

ponga algo de prisa y síganos. Nos están esperando

abajo –dijo el mayor en tono casi amistoso.

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Me conformé a esa absurda situación, y siguiendo las

indicaciones del presunto policía, me puse un chándal y

bajé con ellos.

Ante la puerta de entrada, un coche negro, que nunca

había visto hasta aquel momento ni siquiera en las

películas, nos estaba esperando. Me abrieron la puerta

trasera para agilizarme a subir lo más rápido posible. Di

una ojeada hacia mi piso, y me di cuenta de que la

señora Sabiduría todavía estaba ahí, presenciando mi

detención casi satisfecha.

El conductor arrancó el coche, y nos fuimos a toda

marcha hacia la meta. Tardamos una decena de minutos

en llegar. Bajamos del vehículo ante un viejo edificio,

donde una joven policía me esperaba para

acompañarme a mi destino. Llevaba una uniforme negra

con rayas laterales amarillas. Nunca había visto antes

una uniforme de ese color. Mi preocupación aumentaba

cada vez más. No sabía de que estaba acusado, y

aunque estaba seguro de mi inocencia, no estaba tan

seguro de poderla defender. Llegamos ante la puerta del

despacho del comisario donde tuve que esperar un rato.

La mujer entró por su cuenta dejándome sin custodia. No

pude oír lo que pasaba dentro. La puerta era tan espesa

que no dejaba pasar ni un ruido.

–Pase, por favor –dijo la policía abriendo la puerta.

Entré bastante temeroso en ese despacho que parecía

olvidado desde mucho del personal de la limpieza.

–Siéntese –dijo el que supuse fuera el comisario.

Me acomodé en el único asiento disponible.

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–¿Usted tiene algo que decir para aclarar el asunto? –

preguntó él.

–No sé, ¿si puedo saber de qué asunto está hablando?

–contesté buscando de guardar la calma.

–Ahora no puedo darle muchas explicaciones al

respecto, a no ser que usted confiese por su cuenta.

–Pero yo no sé que debería confesar. No he cometido

ningún reato y, con esto, no quiero seguir adelante con

este interrogatorio –contesté esta vez con más vigor que

antes.

–Entonces tendrá que compilar un simple formulario con

sus datos personales, después de que podrá abandonar

el edificio –dijo él manteniéndose tranquilo ante mi

enfado.

Me puse a rellenar los blancos de un par de hojas que

me entregó la joven policía que, hasta aquel momento,

había quedado a mis espaldas sin decir una palabra; y

después de firmarlas, sentí una aguja penetrarme en el

cuello. Intenté reaccionar mientras iban a faltarme las

fuerzas.

– ¿Qué pasaaa......

Me desperté en un lugar a mí desconocido. La cabeza

me dolía como nunca. Con cuidado intenté averiguar

dónde me encontraba manoseando el suelo, y me di

cuenta de que estaba tumbado en una superficie de

arena. Esperé un rato antes de hacer un primer intento

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para levantarme. Era noche y la oscuridad era tan

intensa que no podía ver más allá de unos pocos metros.

Me resultaba más fácil distinguir el crujido de las olas y

el murmullo de los árboles que, mezclándose, producían

un sonido tan relajante que me dormí otra vez.

Cuando volví a despertarme ya me encontraba mucho

mejor, y la luz del sol que ya era alto en el cielo era la

ayuda que necesitaba. Hice un esfuerzo para ponerme

de pie luchando contra no pocas dificultades. Todavía

me encontraba un poco aturdido; a lo mejor había

dormido mucho más que de costumbre. Di un vistazo a

mi alrededor; el panorama era estupendo, pero aún no

entendía como me encontraba en ese paraíso. El vacío

me llenaba la mente. Lo único que recordaba, era que

antes de que me durmiera me encontraba en la

comisaría de policía y nada más. Empecé a moverme

con cuidado para desperezarme las piernas, y me di

cuenta de que algo extraño me abrazaba el cuello. Al

tocarlo parecía un collar y, tan pronto como intenté

quitármelo, sentí una ligera descarga eléctrica que me

obligó a renunciar. Un objeto en el suelo me llamó la

atención. Era una carpeta con mi nombre escrito en

carácter es cubitales. La recogí con curiosidad para

luego sacar su contenido que se limitaba en un libro de

supervivencia y algunos documentos que, aunque

sospechaba la importancia, la confusión que reinaba en

mi cabeza me sugirió aplazar la lectura a otro momento.

Observé el mar sin alejar la vista de la orilla, y me fijé en

un muelle. Era tan pequeño que sólo habría podido

hospedar embarcaciones de menudo tamaño;

probablemente no era un lugar destinado a vacaciones.

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Decidí dar una vuelta y, una vez elegida al azar la

dirección, me puse en marcha andando por la playa.

Hacía mucho calor y la humedad empeoraba la

situación. El agua estaba tan limpia que me habría dado

un baño, pero no me parecía el momento más oportuno,

así que me adentré en el bosque que surgía a una

decena de metros de la orilla del mar. Los árboles eran

muy altos y, en el medio de ellos, la sombra

proporcionaba un aire tan fresco que alimentaba en mí el

deseo de proseguir en esa excursión. Un repentino crujir

de hojas me dejó petrificado. Había algo detrás de un

césped que no se atrevía a salir. Lancé un grito para

estimularlo a moverse, y salió como un bólido un enorme

jabalí que sin parar, desapareció de nuevo entre la

espesa vegetación. Me temblaron las piernas durante

varios minutos después del susto cogido. Seguí

fijándome en el mismo césped, divisando un poste de

hierro disimulado entre las hojas. Era alto por lo menos

tres metros, y me era imposible ver el interior de la

esfera de cristal oscuro puesta en su cumbre. Volví a

moverme con más cuidado que antes, contemplando

todo lo que surgía a mi alrededor, para darme cuenta de

que eran varios los postes hincados en el suelo, y no

podía imaginar su utilidad en este lugar.

Fui cogido de asombro al oír unos ruidos procedentes

del interior del bosque. El miedo se apoderó de mí, pero

la curiosidad era tan fuerte que me adentré más para

descubrir de que se trataba. El corazón me latía como

nunca. A la medida que me subía la adrenalina, el miedo

desaparecía. Ya me sentía un valeroso explorador; igual

que Indiana Jones. Sólo tenía que moverme con

cuidado; no debía hacerme descubrir, pero no

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transcurrió mucho rato desde el principio de mi misión,

que ya estaba patas arriba; atado por los tobillos a la

rama de un árbol.

– ¡Qué desastre! –pensé mirándome los pies.

La delusión por el fracaso me volvió a la realidad:

– ¡Indiana Jones! ¡Ja! Incluso Don Quijote habría hecho

mejor... ¡Un desastre! Eso eres, ¡un maldito desastre! –

dije regañándome entre los dientes.

Aún no había pensado en como librarme, que brotaron a

mi alrededor unos chicos menores de edad riéndose de

mí. Me alivié ante esa situación que olía más a burla que

a peligro; efectivamente, fueron muy amistosos conmigo.

Me libraron enseguida de esa trampa que, como me

explicaron más tarde, habían maquinado para la captura

de jabalíes. La sangre me había subido a la cabeza por

causa de aquella insólita postura. Uno del grupo tuvo

que sostenerme un rato para que no me cayera, y

cuando me restablecí, recuperé la carpeta que se me

cayó durante el vuelco y fui con ellos al campo.

Recorrimos un sendero bien marcado en el suelo, por

más de una hora, antes de dejar la sombra del bosque.

El cambio con la luz del sol fue violento, y tuve que

protegerme los ojos para poder observar este extraño

lugar. Habían sido cortadas unas cuantas plantas, para

crear un enorme hueco entre la vasta vegetación por la

que estaba rodeado: cinco carpas de distintos colores

ocupaban un lado de este espacio y unas cuantas

casetas el otro; al centro las mesas daban forma a un

cuadro de rayas, y las mujeres, sentadas en ésas, se

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afanaban en varias tareas. No veía alrededor muchos

hombres. De repente, una mujer joven y guapa se

acercó sonriendo como para darme la bienvenida a este

campamento.

–Buenas días –dijo ella con una espléndida voz–. Lo

siento mucho que no haya sido recogido por nadie en la

playa. Ha sido un descuido. Pues, ¿ahora tiene hambre?

–Sí –contesté yo todavía incrédulo por lo que me estaba

sucediendo.

Su belleza era tal de emocionarme hasta ponerme

colorado. Intenté sin éxito disimular mi emoción evitando

su mirada.

–Venga, la llevo a su asiento donde podrá comer un

plato de arroz caliente.

–Muchas gracias, es usted muy amable –repuse yo.

–Es mi deber –dijo ella dirigiéndose hacia la mesa.

Me hizo sentar en un asiento donde ya me esperaba la

comida.

– ¡Qué aproveche! –dijo para despedirse.

– ¡Disculpe! –exclamé antes de que se fuera–. ¿Usted

sabe algo sobre mi presencia en este lugar? Y sobre

todo, ¿qué es este lugar? –pregunté esperando hubiera

podido aclarármelo todo.

– ¿Pues, todavía no ha leído su documentación? –me

preguntó extrañada.

Page 23: TIPOS DE CUENTOS

23

–Si se refiere a ésta, aún no –repuse yo mostrándole la

carpeta.

–Pues, tendría que leerla, y si le quedaran algunas

dudas no tenga miedo a preguntar. De todas formas, yo

vivo en la última caseta azul. Pero ahora coma que se le

pone frío el arroz –dijo marchándose.

Comí con mucho gusto. Estaba hambriento como nunca.

Habría comido mucho más que aquel único plato, pero

no quise aprovechar de tanta hospitalidad, así que

dediqué ese momento de descanso a satisfacer mi

curiosidad: abrí la carpeta, saqué los papeles y empecé

a leer:

El proyecto Enomis, que toma el nombre por su creador,

es el nuevo sistema carcelario que permitirá a los

gobiernos participantes en esto, de liberarse de los

gastos del viejo sistema que desde siempre han sido un

problema enorme para la economía de un estado.

Nuestra idea es la de sacar a los detenidos de las viejas

cárceles para trasladarlos a las islas del proyecto, que

hemos elegido de gran tamaño, con el fin de acabar para

siempre con el problema del espacio. el aumento de la

criminalidad en los últimos años ha mostrado todos los

límites de capacidad del antiguo sistema, causando la

libertad injustificada de peligrosos criminales y, por

consiguiente, creando muchos problemas de seguridad

en la sociedad. las islas además difieren entre ellas por

varios aspectos que facilitan o dificultan la supervivencia

y, por eso, han sido clasificadas en cinco niveles

diferentes; así que podemos elegir por cada detenido,

según la gravedad del crimen cometido, la isla más

apropiada.

Page 24: TIPOS DE CUENTOS

24

Usted ahora se encuentra en la más hospital de las islas

(el primer nivel); su traslado y destino a otra dependen

del crimen por el que está acusado y desde luego de lo

que dirá la sentencia judicial.

El collar que lleva puesto es un sistema de seguridad

con el que tranquilizamos a los rebeldes. no lo fuerce

para librarse de ello si no quiere hacerse daño.

Buena permanencia.

Me quedé atónito y nervioso por lo que acababa de leer.

Estaba en una cárcel y sin saber que había hecho para

merecerlo. Seguí leyendo la página siguiente:

El día 15/06/2016, el detenido simón de la vega tendrá

que acudir al juzgado, donde durante el proceso deberá

defender su inocencia.

El Sr. de la vega es sospechoso de ser el autor de un

homicidio que tuvo lugar el 12/05/2016 a las 10:30 de la

noche ante la entrada del edificio el barco.

Una señora jura haber visto el sujeto en cuestión, pasear

con aire sospechoso, en este lugar poco antes de que

ocurriera el delito.

Durante la espera el detenido estará bajo control en la

isla de primer nivel.

Repuse nerviosamente los papeles en su custodia.

Intenté recordar lo que había hecho esa noche para

dejar sospechas de haber cometido un crimen tan grave,

Page 25: TIPOS DE CUENTOS

25

pero aún era tanta la confusión en mi cabeza que no se

me ocurrió ningún episodio significativo; entonces, para

relajarme, di un paseo por el campo. Andando, me di

cuenta de la presencia de una biblioteca. Me acerqué

intrigado y, mientras intentaba observar el interior, fui

distraído por la ruidosa llegada de un grupo de hombres

empeñados en arrastrar un pesadísimo jabalí. Parecían

divertirse mucho, y eso me ayudaba a dejar de pensar

en el asunto del proceso.

–Tal vez yo también iré de caza un día de éstos –pensé

saboreando de antemano el placer de una nueva

aventura.

Llevaba un solo día viviendo en esta cárcel, y ya tenía la

sensación de que iba a gustarme. Una nueva

experiencia era lo que necesitaba para salir del estrés

del trabajo. Antes del ocaso, me llevaron al dormitorio;

me asignaron una cama en la carpa amarilla. El interior

era mucho mejor de lo que imaginaba. Estaba cansado,

y esperaba con ansia el momento de acostarme. Por fin

habría pasado una noche durmiendo sin ser molestado.

El día siguiente, me informaron sobre mi tarea: habría

trabajado en la cocina como lavaplatos. No supe

esconder mi decepción al enterarme de eso, ya que me

esperaba algo más a venturoso. Sin embargo, me

conformé con mucho gusto al ver que Sara, la hermosa

mujer de la caseta azul, trabajaba ahí como cocinera.

Un día acabada mi tarea, tuve la ocasión de hablarle.

–¡Hola Sara! Enhorabuena por la comida; estaba

riquísima –dije para entablar la conversación.

Page 26: TIPOS DE CUENTOS

26

–Oh, gracias. Aunque creo que el jabalí ha tenido un

papel importante en esto –contestó ella mostrando toda

su modestia.

–Sara, perdóname, pero quería hacerte una pregunta

sobre la isla.

–Sí, dime, ¿qué quieres saber?

–He leído la documentación sobre ese Proyecto Onemis.

– ¿Enemas? ¡Enosis! –dijo ella sonriendo.

–Sí, vale, Enosis, Onemis o lo que sea. Pero, estaba

diciendo... ah sí, que he leído esa documentación, y me

parece una buena idea la de trasladar a los criminales

fuera de las ciudades, pero no entiendo cómo pueden

sacar partido a todo esto los gobiernos.

–Sí, yo también me pregunté lo mismo cuando llegué

aquí. Yo no tenía nada que ver con el proyecto, pero

este trabajo me parecía una buena oportunidad para

salir del caos de la ciudad, y no me la perdí. Sin

embargo, me informaron sobre todo lo que le concierne,

por ejemplo: ¿Has visto cuantos postes hay hincados por

todas partes?

–Sí, sí, los he visto, por supuesto –contesté intrigado.

–En ellos –prosiguió–, hay escondidas micro cámaras

para vigilarnos en todo lo que hacemos, y muchos

interesados pagan para verlo por un sitio de Internet.

– ¿Así que en este momento puede que alguien nos vea

en directo? –contesté yo asombrado y avergonzado.

Page 27: TIPOS DE CUENTOS

27

–Por decir la verdad, lo que ocurre en esta isla lo ven

únicamente al centro de vigilancia, ya que hay menores

de edad, y buena parte de los detenidos aún no han sido

juzgados en un proceso. Además, en el primer nivel

difícilmente puede ocurrir un hecho que guste a este

público. Bien distinto es lo que pasa ya a partir del

segundo hasta el quinto nivel donde hay criminales de la

peor especie, y los problemas de subsistencia dan lugar

a divergencias que acaban normalmente en disputas y

peleas. No sabes cuánto disfruta la gente viendo vídeos

de violencia.

De pronto empecé a preocuparme, pensando al proceso,

por si acaso viniera declarado culpable de homicidio.

–Disputas y peleas –repetí en la mente lo que acababa

de oír.

–Vale Simón, nos vemos más tarde –dijo Sara

interrumpiendo mi breve reflexión–. Ahora me tengo que

ir al trabajo. Hasta luego.

–Hasta luego, y gracias de verdad por tu información –

repuse yo.

Y mirándola mientras que se iba, seguía pensando en

esa increíble situación, y con ese pensamiento pasaron

los días en el campo.

Con hoy, llevo veinticinco días viviendo en la isla. No me

he dado cuenta de cuánto rápido ha pasado el tiempo

desde el día de mi llegada. Con los detenidos que he

conocido aquí, me siento a mi gusto. Muchos de ellos no

son tan malos como uno podría pensar; es que, para

salir de condiciones de vida muy desagradables,

Page 28: TIPOS DE CUENTOS

28

eligieron el camino más rápido y equivocado. Entre

todos, no son muchos los que han conseguido un título

de estudio; sin embargo, probablemente por mérito de

las dificultades contra las que han luchado durante toda

la vida, parecen razonar mucho mejor que algunos

licenciados que conozco.

Desde que llegué al campo, nunca me ha faltado la

ayuda de esta gente. Me han enseñado también a tirar

con el arco, y la semana pasada me dejaron participar

en una partida de caza, así que pude demostrar a mí

mismo, porque sigo fregando los platos; un desastre.

Ya me había olvidado el asunto del proceso, hasta que

ayer, un militar vino a recogerme al trabajo para llevarme

al despacho del director. Lo seguí bastante preocupado

sospechando cual era la motivación. Entré en el

despacho donde el director me esperaba sonriente.

– ¡Buenas noticias! –exclamó–. El verdadero culpable

del homicidio se ha entregado a la policía confesándolo

todo. Eres un hombre libre.

Me dejó boquiabierto. No sabía que decir. La expresión

de mi cara decía más que cualquier palabra. Me sentí

aliviado. No soportaba la idea de ir a vivir con peligrosos

criminales, pero tampoco la de pasar por un asesino. Y

mientras que yo me alegraba de la buena noticia, el

director me libró del collar; le fue suficiente teclear un

código en su ordenador, que ese artilugio se abrió por su

cuenta. Lo agradecí con un apretón de manos, y salí de

carrera para contárselo a todo el mundo. Estaba en

ascua por ver la cara de Sara en el momento en que se

lo habría dicho, y cuando la encontré me di cuenta por

Page 29: TIPOS DE CUENTOS

29

su sonrisa que ya lo sabía todo, así que sin decir una

palabra la cogí en mis brazos y la besé. Anoche

hablamos durante varias horas de nuestros sentimientos

y muchas otras cosas, y lo pasamos estupendamente.

Esta mañana he tomado una decisión. Por eso he escrito

en esta carta, queridos amigos, todo lo que me ha

pasado desde el día de mi ausencia hasta hoy, ya que

aunque podría volver a casa ahora mismo, no lo haré tan

pronto. Por fin he encontrado el lugar de mis sueños, en

el medio de la naturaleza, todo bien organizado y sin

problemas de trabajo. En esta aislada tierra, las

comodidades a las que daba tanta importancia hasta

hace unas semanas, no existen; pero durante esta

temporada, me he dado cuenta de que puedo prescindir

tranquilamente de ellas, ya que lo que necesito de

verdad, es vivir con gente sincera y solidaria, o leer libros

interesantes, y sin hablar del cariño de una mujer

preciosa como Sara; a partir de mañana, probablemente,

iré a vivir con ella. ¿A fin de cuentas, qué más podría

pedir a la vida que el amor de la mujer que amo?

He pedido permiso al director para poder establecerme

definitivamente en esta isla maravillosa, muy lejana en

todos los sentidos de la que llamamos “civilización”; y

eso como resarcimiento del daño subido por haber sido

detenido injustamente. Sin embargo, no quiero

aprovechar de la situación. Trabajaré para ganarme la

vida. Mi único deseo es quedarme libre de una sociedad

en la que el prejuicio de la gente puede arruinar la vida

de cualquiera. No puedo imaginar lo que habría pasado

si el verdadero asesino no se habría entregado por su

cuenta

Page 30: TIPOS DE CUENTOS

30

Cuento de terror El cuento de terror (también conocido como cuento

de horror o cuento de miedo, y en ciertos países de

Sudamérica, cuento de suspenso), considerado en

sentido estricto, es toda aquella composición literaria

breve, generalmente de corte fantástico, cuyo principal

objetivo parece ser provocar el escalofrío, la inquietud o

el desasosiego en el lector, definición que no excluye en

el autor otras pretensiones artísticas y literarias.

Recuerdo aterrador

Sé que sonará extraño, pero una vez me aterré de algo

mucho tiempo después de verlo.

Una noche, caminaba por una parte poco transitada de

la ciudad. La calle era angosta, los árboles de sus

Page 31: TIPOS DE CUENTOS

31

veredas enormes y frondosas, mientras las casas que

había allí eran todas viejas; y algunas se encontraban

abandonadas: lo indicaba su mal estado. Para mí era un

lugar tranquilo, apenas perturbado por la luz ocasional

de algún auto, mucho mejor que las calles concurridas,

con sus bocinazos y el ruido constante de los vehículos.

Cuando pasé frente a una casona vieja y alta, de dos

pisos, levanté la vista hacia una ventana situada como a

cinco metros del suelo, en el segundo piso, supuse. No

tenía cortinas y era ancha. Una luz amarillenta salía por

ella, y sorpresivamente un hombre con sombrero cruzó

delante de aquella ventana, miró hacia abajo, hacia mí y

lo ocultó la pared al seguir avanzando.

Me impresionó un poco su aspecto: Tenía unas

acentuadas ojeras, unos pómulos prominente y una

quijada angosta. Pero fue un sobresalto pasajero, del

momento. Seguí caminando como si nada.

Meses después, la casualidad, una jugarreta del destino

o quién sabe qué, me llevó hasta aquella casona. Una

familia la había comprado y querían que revisara la

instalación eléctrica.

- Pasé -me dijo el nuevo dueño de la casa -. Si hay que

cambiar parte o toda la instalación, se cambia. Lo que

quiero es que sea segura, porque la casa es muy vieja y

ha estado desocupada largo tiempo.

- Muy bien. Voy a ir empezando -le dije. Estaban

trabajando también algunos albañiles. Reparaban grietas

en las paredes y remplazaban baldosas quebradas del

piso.

Fui revisando pieza por pieza. Al llegar a una habitación

amplia y excesivamente alta, vi la única ventana que

Page 32: TIPOS DE CUENTOS

32

tenía, y supe que era la misma que viera desde la calle

aquella noche. No estaba en el segundo piso, lo que vi

había pasado flotando delante de ella.

Page 33: TIPOS DE CUENTOS

33

Cuento fantástico Un cuento fantástico es un relato con hechos cotidianos

en el que en determinado momento aparece un hecho

sobrenatural.

El autor Ítalo Calvino nos dice, el «cuento fantástico»

nace en Alemania como sueño con los ojos abiertos del

idealismo filosófico, con la declarada intención de

representar la realidad del mundo interior, subjetivo, de

la mente, de la imaginación, dándole una dignidad igual

o mayor que a la del mundo de la objetividad y de los

sentidos. Por tanto, ésta también se presenta como

cuento filosófico.

El libro del dragón

Para todos tiene la muerte una mirada. Vendrá la

muerte y tendrá tus ojos” C. Pavese

Apenas tengo recuerdos de mi padre, sé que le gustaba

mucho el café, comer queso de madrugada y escuchar

Page 34: TIPOS DE CUENTOS

34

discos de Pink Floyd. Cuando él vivía en casa había una

habitación dedicada en exclusiva a la música, con las

paredes de corcho, un tocadiscos y estanterías repletas

de vinilos y cintas de música grabada de los programas

de radio, todavía no existían los cedés, ni internet, ni

los reproductores digitales.

Me encantaba pasar las tardes allí dentro mirando las

estanterías y abriendo las cubiertas de los vinilos.

Jamás pude sacar de mi memoria la portada en la que

un hombre envuelto en llamas con total normalidad le

estrechaba la mano a otro, con el tiempo he

comprendido que en la vida hay muchas situaciones

que guardan una enorme similitud con esa imagen: la

primera matrícula de universidad, las revisiones de

exámenes, la primera cuenta del banco, la primera

firma de un contrato de trabajo, el primer contrato de

alquiler, el diagnóstico de una enfermedad crónica, la

declaración de la renta, el primer subsidio de paro, el

primer divorcio o la elección del mensaje de una corona

de flores.

En aquella habitación, una tarde de lluvia de noviembre

en la que nos quedamos solos, mi padre me contó una

historia. Su voz tenía el metal último de las despedidas,

su mirada el candor de quien nos revela un secreto, yo,

que era una niña entonces, no supe comprenderlo:

“Había una vez un reino llamado Quieras. En él había

un hermoso castillo, un enorme lago que se perdía en

el horizonte y un bosque, llamado el Bosque de lo

imposible. En el castillo vivían el rey, la reina y su hija

la pequeña princesa, que había heredado la belleza de

su madre y los ojos verdes de su padre. De lejanos

Page 35: TIPOS DE CUENTOS

35

reinos y extraños parajes más allá del lago iban a

visitarlos sus distintos familiares y exóticos amigos, a

los que la reina y el rey recibían celebrando fiestas y

banquetes. El castillo, que estaba encantado gracias al

poder de una bruja llamada Cenotia, se hacía más y

más grande con la llegada de invitados, de manera que

siempre se podía cobijar a los recién llegados, fuera

cual fuese el número de ellos.

La princesa y el rey de Quieras iban la mayor parte de

los días a pasear hasta el lago de la mano, atravesando

el Bosque de lo imposible donde vivían toda clase de

criaturas y animales en absoluta libertad y armonía.

Allí, en la orilla del lago, tenía su casa Cenotia. La sabia

bruja enseñaba a la princesa a respetar la naturaleza, a

leer, a escribir, a dibujar y a navegar, pues cuando la

princesa fuese una mujer, habría de abandonar el reino

a través del lago hasta encontrar el suyo propio.

El rey se alegraba mucho al ver los progresos de la

pequeña princesa junto a la bruja, los primeros trazos

del alfabeto, el vaivén de los paseos en barca, las

canciones repetidas de memoria, aunque en el fondo

de su alma le entristecía saber que un día ella tuviera

que marcharse de su lado.

Mas no fue esa la mayor de las desdichas que habrían

de acontecer al rey de Quieras. Una oscura noche de

tormenta, mientras los invitados dormían tras un largo

banquete y él estaba asomado a uno de sus preciosos

balcones de piedra, el rey fue llamado por Cenotia

desde la orilla del lago.

Page 36: TIPOS DE CUENTOS

36

Creyendo que la bruja se hallaba en peligro, acudió con

el mejor de sus caballos cruzando el aire como una

flecha que afila el silencio, dejando atrás el Bosque de

lo imposible. En la orilla del lago pudo distinguir la

figura de la reina próxima a la de un desconocido

portando una armadura dorada.

A unos pocos pasos se encontraba Cenotia junto al

desdibujado reflejo de su casa sobre las ondas que

hacía la lluvia al abrazarse con el lago, en la que

todavía lucía la luz nocturna de las velas. El rey sintió

miedo y, aunque se sabía en peligro, bajó de su caballo

y se acercó a la hechicera, cuyos ojos brillaban

inundados por una ensangrentada violencia.

–No volverás, dragón, a ver la luz del día– pronunció

Cenotia alzando su bastón.

Del bastón de Cenotia surgió una sombra que comenzó

a cubrir de los pies a la cabeza al rey, que miraba

petrificado a su mujer y al desconocido de la armadura

dorada. La sonrisa de ambos delataba su traición.

Cenotia, sin embargo, rompió a llorar presa del

desconsuelo, pues eran muchos los años de amistad

que le habían unido al rey, ya que él era el único

monarca que había cobijado en el interior de sus

fronteras a una bruja como ella.

Tras unos instantes, que al rey le parecieron siglos, la

sombra lo cubrió por completo tornando su cuerpo en

el de un inmenso dragón que se ocultó bajo las aguas

del lago, preso del terror que le provocaba su propia

presencia.

Page 37: TIPOS DE CUENTOS

37

Tomando el caballo del rey, el hombre de la armadura

dorada y la reina se dirigieron de nuevo al castillo para

recoger a la pequeña princesa, con intención de partir

al día siguiente al reino de Dirua, día con el que

siempre había soñado la reina en el secreto silencio de

sus pensamientos.

Pues Dirua era el reino de los reinos, había cientos de

castillos que regentar, calesas, coronas, joyas y lujos

que nadie podía imaginarse, sin bosques ni criaturas a

las que alimentar o justicia por la que velar, diferentes

mares bañaban sus fronteras y por si fuera poco, la

pequeña princesa no debería abandonarlo nunca,

puesto que era el reino al que los demás rendían

pleitesía. La condición de mujer hermosa de la reina

era suficiente para ocupar el puesto del trono junto al

rey de Dirua.

Cenotia se quedó junto al lago a sabiendas de que el

dragón volvería a aparecer en algún momento al

recordar a la pequeña princesa. Así fue, al cabo de

unas horas bajo la húmeda sombra de la lluvia apareció

poco a poco el enorme dragón emergiendo del lago.

– ¿Por qué me has hecho esto, Cenotia?–rugió el

dragón.

–Me obligaron, amenazaron con matarte esta misma

noche si no lo hacía–dijo Cenotia acariciando las

inmensas fauces del dragón.

– ¿Quién dio tales órdenes en mi propio reino?

Page 38: TIPOS DE CUENTOS

38

–El rey de Dirua. La reina quiere marcharse con él y

llevarse a la pequeña princesa consigo.

– ¿El rey de Dirua? ¿Es que no tiene ya suficiente

poder? ¿Tenía que destruir el reino de Quieras y

separarme de mi hija?

–La belleza de la reina es lo único que desea poseer, en

el momento en que ella envejezca la abandonará, le

dará un reino propio, solitario y triste, y pondrá en su

lugar a una reina más joven.

– ¿Puede un hombre alimentar su alma continuamente

de lo efímero, de lo que ha de morirse con el paso del

tiempo? ¿Se hará Dirua con todos nosotros? Mira lo que

han hecho contigo y conmigo–dijo el dragón

desalentado.

Mientras, el perfil del castillo en la lejanía se trazaba

sobre la honda negrura de las pupilas del dragón, que

asomaba su mirada por encima de las copas de los

árboles del Bosque de lo imposible.

– ¿Por qué no destruyes el castillo con una bocanada

de fuego? Yo sacaré a la princesa de allí con mi magia

para que no le ocurra nada– propuso Cenotia.

– ¡No voy a destruir mi propio reino y mucho menos

hacer daño a la reina! ¿Crees que he dejado de amarla

porque me haya convertido en un dragón y desee

marcharse a otro reino? En Quieras nunca ha existido

la venganza, además tampoco quiero que la pequeña

princesa me vea convertido en un monstruo.

Page 39: TIPOS DE CUENTOS

39

– ¿Y qué vas a hacer, dejar que se marchen sin más?

¿Esperar a que la reina se arrepienta cuando seas un

anciano y estéis ambos próximos a morir?

– Conviérteme en un libro, Cenotia. Un libro con las

páginas en blanco que sólo pueda pertenecer a mi hija,

de manera que cuando la pequeña princesa quiera

escribir en él, siempre surja una página más y de este

modo pueda estar conmigo y yo con ella. Sé que ya no

podré volver a ser el rey, bien conozco las leyes de la

magia.

Cenotia volvió a conmoverse ante la proposición del

dragón y su capacidad de amar más allá del rencor. El

hechizo, sin embargo, no podía deshacerse hasta que

pasaran setenta y siete lunas.

–Haz de esperar, dragón, a que el hechizo se deshaga

tras setenta y siete lunas. Solamente entonces podré

convertirte en el libro que deseas, yo misma te llevaré

en mis manos hasta Dirua y le contaré lo ocurrido a la

pequeña princesa.

–Si puedo regresar a su recuerdo, el tiempo es

solamente una distancia. Esperaré bajo las aguas.

– ¿No quieres ver cómo se marchan? ¿No anhelas una

despedida, una última vez?

–Para quien guarda amor en su corazón, Cenotia, no

existen las despedidas – dijo el dragón ocultándose

bajo el cristal de las aguas del lago.

Page 40: TIPOS DE CUENTOS

40

Y este es el libro mágico que entregó la bruja Cenotia a

la princesa pasadas las setenta y siete lunas en Dirua.”

Y sin haber terminado de pronunciar la última frase, mi

padre me entregó una antigua carpeta, de las que se

cerraban anudando los cordeles, a cuyo centro había

anclado un precioso dragón de metal agazapado.

Quedé tan sorprendida de que mi padre pudiera

conseguir un objeto de la historia del cuento que me

había contado, que en aquel momento se tornó para mí

en una especie de ser mágico, extraña condición que

no ha perdido jamás para mí.

Olvidé la historia durante años pese a que siempre

guardé y llevé la carpeta conmigo, de casa en casa, de

ciudad en ciudad, de país en país.

Mi madre se casó con un embajador, mi padre

desapareció. Ahora que yo misma soy un dragón bajo

las aguas del lago, sé que no existen las despedidas y

que siempre queda una página más en el libro del

dragón.

Page 41: TIPOS DE CUENTOS

41

Cuento de ciencia

ficción La ciencia ficción es la denominación popular con que

se conoce a uno de los géneros derivados de la literatura

de ficción, junto con la literatura fantástica y la narrativa

de terror. Nacida como subgénero distinguido en

la década de 1920 (aunque hay obras reconocibles muy

anteriores) y exportada posteriormente a otros medios,

como el cinematográfico, historietístico y televisivo, gozó

de un gran auge en la segunda mitad del siglo XX debido

al interés popular acerca del futuro que despertó el

espectacular avance tanto científico como tecnológico

alcanzado durante todos estos años.

Reversión temporal

Todo empezó frente a la pantalla de mi ordenador, un

día que no tenía nada de especial, hasta ese momento.

Page 42: TIPOS DE CUENTOS

42

Mi mano se movía de un lado para otro controlando el

ratón lo que me permitía desplazarme por la red, de

repente sentí un dolor enorme ,experimentaba una

sensación parecida a un calambre muscular pero sin

cesar y en cada centímetro de mi cuerpo, además no

podía moverme a voluntad; ni siquiera podía hablar y

cada vez que respiraba el dolor en el pecho aumentaba,

mi mano seguía moviéndose sola controlando el ratón

(en ese momento no le preste atención), contra mas

esfuerzo hacia para levantarme de mi silla el dolor mas

aumentaba y una presión parecía impedírmelo.

Así que allí me quede, observando la pantalla sin poder

moverme y soportando un dolor constante, de pronto mis

manos involuntariamente se dirigieron hacia el teclado y

al pulsar "enter" la pagina cambio a la anterior en la que

estaba, al pulsar las teclas letra a letra se iba borrando la

dirección de la página anterior quedando al final la

dirección de la pagina que se mostraba ahora. Me fije en

que los minutos del reloj retrocedían así que observe

detenidamente lo que estaba pasando y que hacia mi

cuerpo, aunque fue difícil de creer comprendí que estaba

repitiendo a la inversa todos los movimientos que había

hecho hasta que empezó el dolor.

¿Será todo una pesadilla, una alucinación? ¿Por qué no

puedo moverme a voluntad y estoy sufriendo este dolor?

¿Por qué el ordenador se comporta de esta manera

imposible? mi mente era un mar de preocupación y

desesperación...

Poco a poco me fui calmando y pensando con más

claridad, (después de todo mi mente parecía ser lo único

que podía controlar desde el principio). Decidí intentar

Page 43: TIPOS DE CUENTOS

43

mover mi mano derecha y apartarla del ratón; con mucho

esfuerzo intente moverla y algo extraño sucedía, era

como si mi mano estuviera saliendo de sí misma, pero

esa imagen no impidió que con un empujón mas de

voluntad consiguiera liberar parcialmente mi brazo y digo

liberar parcialmente porque pude ver que tenía tres

antebrazos y tres manos en ese momento. El nuevo

brazo apareció desde la base del codo que tenia doblado

y de él solo podía mover las articulaciones de la muñeca

y la mano. Ahora pienso que si no hubiera visto cosas

igual de raras en el cine, me hubiera desmallado de la

impresión...

El brazo que podía mover no tenía mi manga en él ni

tampoco sentía dolor, el otro brazo seguía con la mano

reposando sobre el ratón moviéndose solo de vez en

cuando...

Estaba más nervioso y asustado de lo que lo había

estado nunca, pero al ver que apareció mi mano empecé

a pensar que tal vez aun tenía un cuerpo que podía

controlar pero estaba, no sé porque atrapado en el lugar

que ocupaba yo hacia un momento así que empecé a

pensar en cómo liberarme. Pensé en hacer más

esfuerzo y tratar de levantarme pero la mesa de mi

escritorio estaba en medio... me estaba desesperando,

cada minuto era una tormento, aquel lugar tan estimado

para mí se había convertido en una tortura.

El ordenador se apago y me di cuenta de que ya era el

momento en el que llegue a casa. Como me suponía mi

cuerpo se levanto de la silla y como un títere, yo con él,

vi la oportunidad de liberarme y trate de retorcerme con

todas mis fuerzas mientras de espaldas me dirigía a la

Page 44: TIPOS DE CUENTOS

44

salida, poco a poco fui quedando libre, finalmente

desnudo, cansado y empapado en sudor caí al suelo...

mire hacia atrás sobre mi hombro y me vi saliendo por la

puerta exactamente igual que había entrado hacia una

hora. No sé si me dormí por el agotamiento o si me

desmaye por la impresión pero irremediablemente perdí

la consciencia en ese momento.

Me desperté sobresaltado y muerto de frío cuatro horas

después, ¿o antes? me levante para abrir mi armario y

coger algo de ropa pero la puerta no se abría, tire del

asa varias veces pero no se movía ni un milímetro, hasta

que con rabia pegué un tirón mas fuerte y atravesé el

asa sintiendo momentáneamente un fuerte calambre en

la mano como los que había soportado angustiosamente

hacia unas horas... ¿Soy un fantasma? fue la pregunta

que paso fugazmente por mi cabeza. Yo no podía

aceptar esa explicación, nunca creí en fantasmas pero

sobretodo no quería plantearme estar muerto, no... Si

había una explicación debía ser científica y no

paranormal.

Fui hacia mi escritorio con la esperanza de poder coger

un simple lápiz pero estaba como pegado a la mesa,

cualquier cosa que intentaba coger aunque fuera un

papel era imposible de alterar, incluso al sentarme sobre

mi cama era como estar sobre una roca.

Me acerque a la ventana para mirar fuera (no se que

esperaba ver, tal vez que el mundo seguía ahí) empecé

a recordar historias sobre situaciones igual de extrañas

en series de ciencia ficción que yo tanto apreciaba. No

era tan fanático como para ir a convenciones de Star

Trek con un traje de oficial de la flota pero sí que

Page 45: TIPOS DE CUENTOS

45

realmente me gustaban ese tipo de series, sobre todo el

aspecto futurista, la infinidad de aventuras y

posibilidades que podían ocurrir en ese vasto universo...

Haber visto las historias de ficción que se presentaban

en aquellas series me ayudo un poco a ver la situación

con más calma aunque dentro de un nerviosismo

comprensible. Tenía claro que no podía interactuar con

nada físico aunque sentía el calor del sol que entraba

por mi ventana y podía respirar el aire que me rodeaba,

no comprendía cómo podía ser pero me alegraba de

ello. Pero ¿cómo iba a comer o beber? me pregunte, y

un escalofrío recorrió mi espalda hasta mi nuca, empecé

a ponerme mas y mas nervioso por momentos...

Decidí salir a la calle aunque estuviera completamente

desnudo, era la única solución, tal vez a todo el mundo

le estaba sucediendo lo mismo o puede que alguien

pudiera ayudarme. Me dirigí a la puerta y como si fuera a

tirarla cargué contra ella, un calambre recorrió todo mi

cuerpo y caí al otro lado habiéndola atravesado, "menos

mal" pensé cuando vi que habían dejado el portal de la

calle abierto, salí afuera y sin rumbo recorrí calle tras

calle viendo en todas partes lo mismo; gente caminando

hacia atrás, el sonido de palabras a la inversa y efectos

que se antecedían a la causa mirara donde mirara...

Parecía que el mundo se había vuelto loco, aunque tal

vez solo fuera yo.

Poco a poco todo iba encajando en mi mente, los

movimientos que hacia mi cuerpo en el ordenador,

verme a mí mismo, el mundo y todas las leyes físicas

actuando como si el tiempo se hubiera revertido... Desde

que empezó aquel terrible dolor en mi silla, había estado

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experimentando una realidad en la que el tiempo iba

hacia el pasado...

Camine y camine hasta que el sol se oculto por el este y

perdido en la noche en algún lugar de la ciudad... la sed

y el hambre ya me acechaban pero aun faltaba mucho

tiempo para que me afectaran aunque el frío ya estaba

haciendo mella en mi, y no tenía idea de hasta donde

había caminado o en qué dirección... vi un pequeño

parque y un banco iluminado por una farola, así que fui a

tumbarme en él para pasar la noche, ni siquiera podía

coger unos cartones para taparme pensé. Estaba

asustado, desesperado y pensaba que totalmente solo...

me quede dormido con la duda de si cuando todo

empezó desaparecí, y el mundo siguió su marcha o si

simplemente el tiempo había empezado a retroceder y

ya no abría un futuro salvo el que experimentaba yo, y

me parecía tan oscuro como el cielo de esa noche.

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