Todo es Uno - Claudio María Dominguez

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Claudio María

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Claudio María

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CLAUDIO M ARÍA DOMÍNGUEZ, periodista, escritor, conductor, todos roles, como él define, para un juego mundano, que en realidad lo lleva a la búsqueda continua de algo más trascendente que el personaje de turno.

¿Quiénes somos realmente? Ésa es la pregunta que se hace Claudio en sus obras y a cada instante en su vida, y recién en los últimos años empezó a encontrar la respuesta del alma. Somos seres divinos, viviendo una experiencia humana, encarnaciones del amor en un cuerpo divino, durante un rato en el planeta.

A esa revelación, a ese recuerdo del Ser, llega después de sus viajes por el mundo, buscando maestros externos, que lo conducirían al único Maestro que siempre está en nuestro interior.

Sus experiencias con Sai Baba, con la Madre Teresa, con el Papa Juan Pablo II, con los lamas, los rimpoches, los chamanes, lo van nutriendo en su avidez de conocimiento espiritual, lo que transmite con pasión en sus programas de televisión, sus filmaciones, textos, notas periodísticas y libros. Recorre el país y el exterior con sus charlas, en las que miles de personas encuentran elementos claros, realistas, para bucear más profundamente en su conciencia y dirigirse al único viaje que finalmente cuenta: el despertar a nuestra divinidad, a nuestra esencia.

“Un Mundo Mejor”, su programa clásico de televisión de los fines de semana, ya lleva 17 años en el aire, mostrando ciencia y espiritualidad práctica, enseñando a sanar relaciones y a generar entusiasmo, creatividad, humor, audacia y dirigiéndose hacia la meta que siempre fue nuestra base y comienzo, el amor incondicional.

El diario Clarín, en su sección digital Ciudad.com, publica semanalmente sus notas sobre cómo quitar las viejas culpas y los esquemas ancestrales de la mente lim itada que nos causan tanto sufrimiento, cómo aprovechar las crisis para dispararnos en nuestro crecimiento en forma notable, cómo quitar los miedos que paralizan y pasar de la medicación a la meditación.

En este libro encontrarán todo eso y mucho más.Como dice Claudio, “Gracias por existir”

www.claudiomdominguez.com.ar

¡¡Sé feliz siempre!!

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IODO ES UNO

« • &editorial kier

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PRÓLOGO

Estas líneas no pretenden referirse al contenido el libro que se inicia a continuación, sino aclarar cómo fue inspirado.

Una inmovilidad física causada por una fractura de tobillo, absurda y sabia, me llevó a bendiciones disfraza­das de desesperación y a reflexiones, al principio, muy dolorosas para el ego, sobre el estado de adormecimiento de los personajes que interpretamos.

Al tiempo, llegó la calma y el goce, y dos libros bro­taron rápidos, firmes, compasivos, liberadores.

El primero fue “Todo es A m or”, y cuando le había dado un cierre a esa experiencia, una llamada desde el exterior, de una pareja entrañable de amigos, Johnima y Kalassu, conocidos como los Lightstorm, buceado- res genuinos de las zonas del alma, me disparó hacia pensamientos y sensaciones sobre la única verdad.

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6 Claudio M aría D o m ín g u e z

A sí nació “Todo es Uno”, basándose en momentos compartidos durante la estadía de estos amigos en nues­tro hogar, con su inagotable energía, transmitiendo sus conocimientos sobre la Unidad.

Ellos ayudaron, con paz y humor, a que yo acelerara mi comprensión sobre los claroscuros de una vida y buscara en el interior, con más certeza y entrega, la vi­sión del Todo.

Es hora de sumergirse en el juego. De jugarlo bien. Hasta el final.

Siempre podemos empezarlo nuevamente, una y otra vez. O no.

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LA CO N C IEN C IA , RAÍZ DE TO D O

No hay separación entre nosotros. Todos aquellos que observamos, conocemos, o simplemente sabemos que están allí, son distintas manifestaciones de nosotros mismos. El famoso y tan pocas veces practicado:“Yo soy Tú y Tú eres Yo”.

Todo en esta creación es solamente energía. Ener­gía que sabe de sí misma y esa energía se llama: la conciencia.

Vayamos a todas las enseñanzas religiosas. A ver, en el principio, ¿qué había?... DIOS...

Más allá de las distintas percepciones que la gente tenga, según las distintas tradiciones espirituales, o algu­nos conceptos sobre el nombre o la forma de DIOS, en lo que todos concuerdan es que es aquello que es todo­poderoso, que ama a todos por igual, y que incluye a todos y abarca a todos.

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Digamos que ése podría ser el significado de un ser divino, que todos entenderían con facilidad.

A hora hilemos más sutilmente. Todos entienden la energía. La ciencia se está hermanando con la espiritua­lidad en esta comprensión.

D esde la última molécula del último átomo, según los científicos, desde el sonido proverbial y creador, to ­das son olas de energía, que van vibrando en distintas velocidades, y en ese proceso evolutivo, la energía se convierte en materia. A sí se forma el mundo. N o habla­mos sólo de nuestro planeta, sino del universo.

Todo aquello que tiene nom bre y form a, y que es in terpretad o p or los cinco sentidos, es aquello que se con sid era el mundo material, lo que espiritualm ente se co n o ce com o Maya. Con este térm ino, que sería algo así com o el velo ilusorio, la representación de la creación, se intenta explicar el con traste de la energía pura que da lugar a todo lo creado. Es la esencia que abarca, a su vez, a toda Maya.

Tenem os com o ejem plo a un piano. Vamos de la nota grave a la nota aguda. La nota grave tiene su tecla grande y gorda.Vibra de una form a particular. Entonces, cuanto más nos acercam os a las notas agudas, son más cortitas, más finas y vibran mucho más rápidamente.

Toda la creación es como esas teclas, y nuestros senti­dos y la mente la interpretan com o niveles de existencia. Pero sabemos que es sólo la conciencia que vibra en distin­tos niveles, desde los más bajos hasta los más altos.

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En el comienzo sólo hay conciencia... en realidad, todo es conciencia.

La experiencia en sí es la conciencia, y el resultado de esa experiencia también es la conciencia. Lo que ve­mos es conciencia manifiesta.

La mente y los sentidos son los que cambian la per­cepción de las cosas, según com o estén ellas en ese momento.

La mente y los sentidos son herramientas para que podamos tener experiencias que consideram os reales.

La conciencia divina, que está en todo, nos hace sa­ber que nuestra conciencia está reflejada en nuestra m ente, con el poder de crear. Sim plem ente, por ima­ginarlo.

Som os cocreadores de nuestras experiencias a cada instante...Todos som os esa conciencia divina expresada, en partículas que parecen diferentes a los sentidos; pero que responden a la misma fuente y esencia.

Tenemos todos el poder de crear. Lo hacen quienes son concientes de quiénes son, de su naturaleza divina, y .iquellos que están creando en forma inconsciente, sin saberlo, su vida y sus condiciones.

Tú eres el cocreador de tu vida efectivamente. Co- creador, ¿respecto a quién? A Dios.A esa fuerza primige­nia que abarca todo, que perm ea todo. Estás creando tus propias experiencias en este momento, ya que Dios es divino y tú eres también esa conciencia divina. Sólo se trata de recordar. Ni siquiera de saber. Todos lo sabe­

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mos, aunque la gran mayoría lo olvida al encarnar y debe volver a recordarlo.

Creando experiencias todo el tiempo. Ése es el jue­go de la creación.Volver a recordar. C óm o podrías re­cordar, si no fuera experimentando. Jugando a ser Dios. Hasta que te des cuenta de esa capacidad divina. De esa esencia y fuente que eres. Uno experim enta todo de todo, todo el tiempo, y gracias a esa experiencia, va am­pliando su información, su práctica y sus decisiones. So­bre todo eso.

Elegimos qué experiencias seguir ampliando y cuá­les descartar, según el sufrimiento o la alegría que pro­vengan de ellas.

Se va entendiendo que la alegría y el sufrimiento se suceden y siguen continuamente, y que la elección sabia es trascenderlas a ambas, com o caras de la misma mo­neda, y simplemente elegir Ser. Ser más que la alegría y el sufrimiento de turno.

Al con ocer la verdad de nuestra naturaleza, ya no vivimos en función del logro o la sensación de alegría o sufrimiento que una situación nos presente. Estamos más allá de eso.

El ejercicio es com prenderlo y trascenderlo. Seguir jugando, pero conociendo definitivamente las reglas. Sa­biendo que nos m ovem os en una tercera dimensión, en la que hay leyes claras, de las cuales la de causa y efecto, es, quizás, la base de todas, para incluso superar esas leyes, que, de última, han sido creadas para ese mundo

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tridimensional. Si nos identificamos sólo con él, más vale que conozcam os esas leyes y las observem os, para po­der transitar bien por el planeta en esta vida; pero si logramos ir más allá de esas normas inevitables en lo mundano, podemos llegar al centro de donde toda esa crea­ción externa surge.Y ahí sí, seremos los dueños de las re- glas.Ya sabemos.Y si seguimos jugando, lo hacemos desde la conciencia, no desde la ignorancia. N o som os jugados por el mundo. Jugamos en el mundo, sin pertenecerle.

La frase de Jesús, tan extraordinaria y tan poco en­señada y difundida:

“ Sean de este mundo; pero no le pertenezcan...”

Claro, cóm o se iba a enseñar esta frase, si es lo más revolucionario que se puede encontrar en una de las llamadas sagradas escrituras. Una frase en la que un ser consciente de su divinidad nos habla sobre la irrealidad del mundo. Un lugar fascinante para la experiencia, sólo si esa experiencia nos lleva a la verdad, y no nos estanca en la identificación con lo irreal, que no es otra cosa que la prisión de los sentidos.

Mientras estam os en él, nos dice Jesús, disfrutémos­lo, tom ém oslo com o un campo de experimentación per­fecta; pero no lo cream os com o lo único que está sucediendo. Usem os la mente para trascender los senti­dos, no para que conspire con ellos y nos haga quedar prisioneros.

Ese mundo allí afuera es una proyección de mi Ser; pero no es el Ser. Si en un punto estoy en él, con un

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cuerpo y con la mente, es para conocer su realidad, o su falta de ella, y saber todo el tiempo quién soy cuando el mundo no está allí, o cuando este cuerpo que ahora tengo no perm anezca en él.

Eso se puede com prender con el estado de sueño profundo o, incluso, con el de sueños concretos con imá­genes y situaciones...

En el sueño profundo, sólo está el Ser. C esa todo lo demás. La conciencia en estado puro. La conciencia que no se experim enta a sí misma y, sin embargo, está. Por­que no puede no estar. Siempre es, siem pre está.

En un sueño de imágenes, vivimos distintos perso­najes, diferentes incluso al que interpretamos a diario cuando estam os despiertos, y en esa sucesión de he­chos, pasamos por innumerables situaciones, que no res­ponden a ninguna lógica. Aparecen hasta personajes y lugares diferentes a los que conocem os en los mom en­tos de vigilia. Mientras estam os en ese sueño, tam poco som os conscientes del mundo exterior: estam os inmer­sos en el sueño, y lo que allí sucede parece tan real.

C uando despertam os, reconocem os que fue un sueño. M ientras duraba no parecía serlo. A hora, al vo l­ver al mundo, ¿cuál es real, el de recién, o este plano al (|Ue hem os regresado? ¿Cuál es más real? ¿El profun- (!■ ■. sin recuerdos, el sueño con imágenes, o el estado f|í* vigilia?

I I unic o que perm anece en todos esos estados es el Sél

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Efectivamente, la única constante es la conciencia. Lo demás son formas de jugar a conocerse, a experi­mentarse, a saber de qué se trata la infinita variedad de posibilidades que brota de la conciencia, cuando esa con­ciencia decide manifestarse.

Aun con un ejercicio simple, se puede añadir otro elemento para entender lo del verdadero observador: prueben cerrar los ojos un instante...ahora ábranlos. ¿Qué han visto?

Colores, nada, luces brillantes, oscuridad.

¿Quién es el que estaba viendo, aun cuando aparen­tem ente no se estaba viendo nada allá afuera? ¿Quién es ese que estaba viendo? Esa es la conciencia.Tus ojos es­taban cerrados, sin embargo, ¿quién se dio cuenta de que había oscuridad, o luces? ¿O de que, simplemente, estabas ahí? La conciencia.

N o som os este cuerpo. Ese es el mensaje que hay que com prender claramente.Tenemos un cuerpo.

Utilizamos un cuerpo para m overnos en este plano tridimensional, y bendito tem plo es, que nos permite, con una nobleza inigualable, hacer uso y abuso de él en nuestro paso por estas experiencias en la tierra. Pero caer en la mera identificación del cuerpo es negar toda la capacidad de discernimiento de la que som os capaces.

¿De quién depende el cuerpo? ¿Quién mueve el cuer­po? ¿Quién está allí cuando el cuerpo está inmóvil o inerte? ¿Quién perm anece cuando el cuerpo cesa en sus funciones?

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cuerpo y con la mente, es para conocer su realidad, o su falta de ella, y saber todo el tiempo quién soy cuando el mundo no está allí, o cuando este cuerpo que ahora tengo no perm anezca en él.

Eso se puede com prender con el estado de sueño profundo o, incluso, con el de sueños concretos con imá­genes y situaciones...

En el sueño profundo, sólo está el Ser. C esa todo lo demás. La conciencia en estado puro. La conciencia que no se experim enta a sí misma y, sin embargo, está. Por­que no puede no estar. Siempre es, siempre está.

En un sueño de imágenes, vivimos distintos perso­najes, diferentes incluso al que interpretamos a diario cuando estam os despiertos, y en esa sucesión de he­chos, pasamos por innumerables situaciones, que no res­ponden a ninguna lógica. Aparecen hasta personajes y lugares diferentes a los que conocem os en los mom en­tos de vigilia. Mientras estam os en ese sueño, tam poco som os conscientes del mundo exterior: estam os inmer­sos en el sueño, y lo que allí sucede parece tan real.

C uando despertam os, reconocem os que fue un sueño. M ientras duraba no parecía serlo .A h ora, al vo l­v er al mundo, ¿cuál es real, el de recién, o este plano al que hem os regresado? ¿Cuál es más real? ¿El profun­do, sin recuerdos, el sueño con imágenes, o el estado de vigilia?

I I único que perm anece en todos esos estados es

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Efectivamente, la única constante es la conciencia. Lo demás son form as de jugar a conocerse, a experi­mentarse, a saber de qué se trata la infinita variedad de posibilidades que brota de la conciencia, cuando esa con­ciencia decide manifestarse.

Aun con un ejercicio simple, se puede añadir otro elemento para entender lo del verdadero observador: prueben cerrar los ojos un instante... ahora ábranlos. ¿Qué han visto?

Colores, nada, luces brillantes, oscuridad.

¿Quién es el que estaba viendo, aun cuando aparen­tem ente no se estaba viendo nada allá afuera? ¿Quién es ese que estaba viendo? Esa es la conciencia.Tus ojos es­taban cerrados, sin embargo, ¿quién se dio cuenta de que había oscuridad, o luces? ¿O de que, simplemente, estabas ahí? La conciencia.

N o som os este cuerpo. Ése es el mensaje que hay que com prender claramente.Tenemos un cuerpo.

Utilizamos un cuerpo para m overnos en este plano tridimensional, y bendito templo es, que nos permite, con una nobleza inigualable, hacer uso y abuso de él en nuestro paso por estas experiencias en la tierra. Pero caer en la mera identificación del cuerpo es negar toda la capacidad de discernimiento de la que som os capaces.

¿De quién depende el cuerpo? ¿Quién mueve el cuer­po? ¿Quién está allí cuando el cuerpo está inmóvil o inerte? ¿Quién perm anece cuando el cuerpo cesa en sus funciones?

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A ver, ahora hagamos lo mismo, pero tratando de detener la mente. Primero vamos a explicar cóm o se detiene la mente, mientras hacemos este ejercicio.

En el m om ento en que te diste cuenta de que había oscuridad, o lo que hubiese ahí, no había pensamientos. Para ten er la mente funcionando, necesitas un pensa­miento. Para ten er un pensamiento, necesitas un objeto. Un ob jeto limitado por el espacio, com o una persona o cualquier cosa física. O una idea, que vendría a ser otro objeto limitado por el tiempo en el espacio.

Entonces, cuando estabas viendo eso que veías, lo estabas sólo percibiendo, no pensando.

Cuando cierren los ojos nuevamente, fijen la aten­ción en lo que ven, préstenle atención a esas luces o a esa oscuridad, o a lo que vean.

Si focalizan en serio y esperan, com o el gato cuando está acechando al ratón, con absoluta atención... van a diferenciar con claridad...

C errem o s los ojos... Luego, los abrimos.

¿Qué pasó? ¿Vino algún pensamiento o estaban de­masiado ocupados focalizando ahí? Si estaban haciéndo­lo bien, no hay pensamientos.Y si vino alguno, entonces, practíquenlo de nuevo.

Esto nos lleva a entender que si estamos en el aquí y ahora, en lo que se está haciendo, o en la focalización >IH control de la mente, no puede haber pensamientos <i! mismo tiempo

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Es realmente simple, todo el mundo lo puede hacer,lo puede practicar.

Esa práctica nos llevaría al silencio interior, y éste nos lleva a la conciencia de lo que realmente som os, y la conciencia de eso lleva a la bienaventuranza, a la dicha.

La idea es, entonces: silencio interior, conciencia, di­cha... dicha, conciencia, silencio interior...

Esta práctica es buena para los que son hiperkinéti- cos y no pueden estar en calma con facilidad. En esos m om entos en que falta la paz, y la desazón se hace apa­rente, con el malestar que trae aparejado, es cuando más hay que atreverse a practicar esta detención del flujo de los pensamientos e ir vislumbrando, cada vez de modo más claro, lo que siempre se ha estado esperando en nuestro interior.

Este ejercicio también sirve para la gente que tiene tristezas recurrentes, a veces, sin motivo aparente o, a veces, con una clara idea de la situación que le produce sufrimiento, sirve para ambos casos.

C ada vez que viene ese caudal infinito de d o lor y de tristeza, de em ociones no resueltas, no expuestas, deberíam os quedarnos en calma, y practicar el silen­cio interior, al que llegarás por la focalización de la m ente. Rápidam ente hay una respuesta de dicha en el cuerpo.

Incluso cuando estés en estado de calma, trata de observar la mente. A ver qué hace, a dónde quiere ir, cóm o trata de m eterse para llegar nuevamente a vos.

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¿De dónde vienen estos pensamientos? ¿Para quién vienen?

Con seguridad, van a surgir los pensamientos genui- namente importantes, los que hay que sacar, los que tie­nen que salir, los que tengan que trascenderse. Dejem os entonces que afloren, si los dejamos adentro, si no los sacamos, si no los expresamos, seguirán enfermándonos.

Si no nos vaciamos, no podrem os llenarnos con el am or genuino e incondicional.

Si estam os llenos de ira, ¿cómo podem os com partir amor? Si estam os llenos de preocupaciones, ¿cómo po­demos ser creativos?

Si tenem os tanta tristeza, la química emocional va a acabar con nuestro cuerpo.

Recuerda que tú eres tu propio testigo. N o puedes engañarte ni esconderlos de ti mismo; entonces, qué pro­blema puede haber en exponerlos, en reconocerlos, en aceptarlos y dejarlos salir.

Todo lo expuesto se va evaporando. Todo lo que uno enfrenta, de aquello que permanecía escondido por capas de negación, termina siendo trascendido.

¿Cóm o podem os saber que han sido quitados del todo, que no quedan en nuestro interior, o que no volve­rán a aparecer?

D epende de lo profundo que hayan estado ente-11 -ule>s. Pueden seguir volviendo un par de veces, pero mine ,1 fnn fuertem ente. Es obvio que hem os hecho iiii.t pi .íctica inconsciente del ocultam iento; y una vez

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que em pezam os a escudriñar debajo del caparazón, nos asustam os tanto de aquello, que som os capaces de guardar, que lo negamos otra vez o decidim os es­conderlo por un tiem po prolongado, no sea que nos delate ante el mundo, dejando al descub ierto tantas zonas oscuras.

De allí que no es tan simple reconocerlos con el fin de que se alejen para siempre; pero lo que es fácilmente observable, desde el primer momento, es que cada vez que regresan, lo hacen debilitados, y si, en el mismo ins­tante en que van surgiendo una vez más a la superficie, los reconocem os com o tal, inmediatamente, com o resi­duos mentales, que no tienen nada que ver con nues­tra realidad, más débiles perm anecen aún, dejan de ser alim entados para cualquier resurgim iento poten­cial que tuvieren y en el que más fácilm ente aún serán expuestos com o lo que son. Los últimos intentos de un g u errero que no se resigna a reco n o cer que ha perdido la última batalla. Es así. Se debilitan cada vez que los expones...

Entonces, a la tercera o cuarta vez que sigamos ex­poniendo esas verdades ancestrales, guardadas en tu in­terior, desaparecen.

Vas a saber cuando están term inando.Y la sensa­ción de liberación y paz va tomando proporcionalmen­te el mismo lugar que la oscuridad va perdiendo.

Recuerda siempre que no eres tu cuerpo ni tu mente, no eres tus sentidos ni tus sentimientos. Estás caminan­do por un sueño y puedes despertarte cuando quieras.

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N o eres tus experiencias. Tus experiencias pueden ayudarte a recordar quién realm ente eres. Eso es lo maravilloso de tenerlas. La encarnación, de por sí, signifi­ca experimentación. Experiencias de aprendizaje. Sólo eso te da va a dar la fuerza para poder term inar este sueño, de com pletar lo perfecto.

Volvamos a la conciencia.

Empezamos con el tema de la conciencia, term ine­mos con el tem a de la conciencia.

Mientras que todo es conciencia, que estam os e x ­perimentando a través de la mente y de los sentidos, debem os poder decir:“ Yo no soy mi mente, yo no soy mi cuerpo, yo no soy mis sentidos” . En ese momento, se detiene el funcionamiento de la mente, porque es la con­ciencia la que tom a el control.

Uno debe tener la grandeza de expresar:“ Yo soy la conciencia eterna, de lo que yo soy” . Esa es la única ver­dad absoluta.

Por eso Sai Baba les ha enseñado, en la India, que enseñen, a su vez, a que la gente diga:“ Yo soy Dios, yo soy D ios, no soy diferente de D io s” .

Refuerza la verdad y muy pronto vas a elevar la con­ciencia.

Te convertirás en un ser que habla y es Dios, que< amina y es Dios, que ama y es Dios, que abarca todo en form a todopoderosa.

I s el mensaje de los grandes Maestros. D e los ver­tía« l(-¡< >*, í n todos los ciclos planetarios y en los distin­

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tos lugares, los maestros encarnan con la conciencia de la verdad y la transmiten de ese modo.

Es tan fascinante observar cóm o en el juego de la Maya, del velo ilusorio, los maestros, que se convierten en el tiempo, en guías inspiradoras, al encarnar, adoptan un cuerpo, para que, incluso en la forma, no haya diferen­cia con los seres humanos, y de ese modo demuestran que la divinidad consciente también se mueve en el pla­neta con un cuerpo com o el nuestro.

En sus prim eros años recuerdan rápidamente su naturaleza divina y la ponen en práctica, ante los ojos de un mundo, que suele no estar preparado para ellos.

Es tan bello y simple su mensaje, que las mentes mundanas se confunden frente a ellos, les temen, los re­chazan, no aceptan que la invitación a la dicha que los M aestros traen sea presentada de un modo francamen­te claro y rápido. Les cambiamos el mensaje, lo acom o­damos a nuestros preconceptos mentales, lo disfrazamos de condicionamientos. Com o si la felicidad fuera otro bien más que vender, canjear o negociar en condiciones favorables a nuestro ego.

Seguimos manipulando el mensaje de los Maestros según la conveniencia de los intereses de rigor. Por eso, los echamos, negamos, llegamos a matarlos, a creer quelo hacemos, y aun después de la partida física de los Maestros, decimos que los amamos y los entendemos recién en ese momento, aunque seguimos utilizando, en form a desvirtuada y fundamentalista, los mensajes de

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am or incondicional y de libertad del Ser que ellos nos han dejado una y otra vez.

Decidimos confiar en textos supuestamente sagra­dos, que hace miles de años transmiten la verdad. Gran error. Gran engaño.

¿Quién escribió esos textos? ¿En qué circunstan­cias? ¿Según qué intereses? Entonces, nos convertimos en personalidades dogmáticas, que sabem os de m em o­ria frases que atribuimos a los M aestros, y que, com o si fuera poco, tam poco cumplimos en nuestra vida diaria, o sea que la mentira es doble y se potencia.

Con el tiempo se ha ¡do descubriendo cóm o los líderes políticos, los poderosos movidos por afanes de conquista, de dominación, de riquezas, fueron utilizando los preceptos espirituales según sus planes.

El poder secular y el religioso se unieron en forma corrupta, para seguir manteniendo a las masas adorm e­cidas y som etidas a dioses de culpa y castigo, de premioso infiernos, según la obediencia al poder de turno y a las normas que a ellos les convenía que se cumpliesen, su­puestam ente basadas en enseñanzas ancestrales, que ade­más los mismos poderosos eran los prim eros en violar.

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¿NECESITAMOS AYUDA PARA ENCONTRAR EL CAMINO?

Cuando querem os saber quiénes som os, ¿necesita­mos imprescindiblemente un maestro, para llegar a com ­prender qué es la conciencia?

Cuando estam os directamente en el camino de que­rer conocernos en nuestra auténtica realidad, el m aes­tro aparece en todas las formas habidas y por haber. Eso sucede cuando estam os listos. N o tienes que ir a buscar­lo. porque si estás buscando específicamente ahí afuera,• I m aestro no viene o viene el equivocado. Si estás abier- lo, si estás en el estado adecuado, el m aestro te viene en un extraño, en una flor, en una mariposa, en una expe­riencia de vida.

El m aestro real es el m orador del corazón, el que está acá (señalándose el pecho). Es el m aestro que te va a llevar finalmente a la realización, a saber quién eres, Conciencia Eterna,“ Yo soy lo que yo soy” .

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Siempre pudimos ver a Sai Baba,y sabemos que otros m aestros genuinos lo hacen, diciéndole a sus devotos com o un masaje al alma: buen chico, buena chica, sigan, sigan...

Con esa frase, los insta a que sigan en el camino, sigan buscando la verdad. Sean buenos, hagan el bien, vean lo bueno de la vida, escuchen lo bueno. De golpe, luego de decirles esto a los devotos, los ignora. En deter­minado nivel siem pre va a ignorarte.

El propósito de esto es claro; pero es muy duro para el ego.Terriblem ente duro. Con su súbita ausencia de tus experiencias, el maestro te está indicando que, des­de este momento, vas a tener que hacerlo por ti mismo.

N o es que tienes que ser bueno para que el gurú esté contento o satisfecho. N o es que tienes que hacer el bien para que los demás devotos te halaguen y te lo devuelvan.

Tienes que desear la realización de quien eres, con más afán que cualquier otro deseo mundano, y tienes que tener el coraje de vivirlo de una vez por todas en plenitud.

Tienes que quererlo por ti mismo, para ti mismo y buscarlo en ti, con más intensidad que las búsquedas que hayas estado llevando en el mundo material.

Tienes que desear saber y reconocer quién eres, con un anhelo mayor, que lo que has experimentado hasta ese punto por los ofrecimientos del mundo. En ese mo­mento, para colmo, diría la mente, es donde él te deja solo.

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Puede parecer durísima esa clase de maestría...

Es ahí donde la gran mayoría de la gente, al quedar­se solos e ignorados, tienen un ego especial, y dicen: “ Ves que no era un Maestro, no era un gurú.Yo necesito a alguien que no me ignore cuando quiero llegar” .

Algunos se dan cuenta, y dicen:“ Perfecto, entendí el mensaje, lo voy a hacer por mí, porque quiero hacerlo realmente. N o puedo dilatar más este deseo de verdad. N o puedo jugar más a adorm ecerm e y engañarme. Si el Maestro se aleja físicamente de mí, es porque él sabe perfectamente que estoy preparado para la zambullida a las profundidades de quién soy.Y allí voy” .

Ahí te das cuenta de quiénes son sinceros de ver­dad, genuinos en su búsqueda y en su discernimiento. Quiénes se atreven a tom ar la decisión más trascenden­te: elegir, saber y experim entar esa conciencia universal.

Para nuestra experiencia, Sai Baba no es un maes­tro; es un maestro de maestros. Para los que tienen suerte, les hace de maestro un rato, les hace de gurú durante un trayecto. Hasta el momento en que, inevitablemente, te va a señalar tu swami interno, tu maestro interior. En­tonces, él te va decir: “ N o me busques afuera, no en la form a externa” .

Todos le dicen: “ Swami, m aestro...” .Y él les dice: “ N o, tú eres Swami, tú eres divino. Piénsalo, vívelo, sién te lo ” .

N osotros hemos estado compartiendo esto duran­te años, por donde la vida nos ha llevado. Ir a tu propia

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verdad. Entender más rápido quiénes som os y cóm o ser dichosos en esta vida, buscando aquí adentro y no en las imágenes de afuera.

El M aestro va a venir, claro que va a llegar a n o so ­tros. Lo va a hacer de la form a más inesperada, sólo cuando d esees con fervo r que él venga; pero te va a enseñar que nadie puede hacer por n o so tros el últi­mo trayecto.

Un verdadero Maestro va a hacer que te des cuenta de que no necesitas Maestro y que ya está todo el cono­cimiento en ti, y que vas a tener que lograrlo.

La gracia del M aestro, te puede llevar al nivel an­terio r al del salto final, lo que, de p or sí, ya es una maravilla.

Es una genuína bendición acceder a esa etapa, en la cual un M aestro consciente te tom a en su energía y te guía con los m étodos que él considera más apropiados, según tu personalidad. M étodos que seguramente van a oscilar de lo dulce a lo amargo, una y otra vez, y que van a ir puliendo el diamante en bruto que alienta en quie­nes él decide acelerar el proceso.

Por muchas razones kármicas, o por genuino am or incondicional, o relaciones de otras vidas, interacciones y planos, muchos necesitan de un gurú. Lo van a encon­trar, y hasta va a ser muy positivo porque los va a llenar• le am or genuino. Pero sólo recordando que el último11 .iy('< ro es absolutamente tuyo y no puedes ser guiado ha'.u allá.

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Si, por ejemplo, en otra vida tuvimos una pareja o familia, seres que pudieron realizarse y a nosotros toda­vía nos falta un poco, ellos vienen por la voluntad de amar.Vienen para atarte las manos antes de que generes más karma y sigas volviendo una y otra vez. El juego del amor, el am or puro.Y ése es un verdadero maestro.

Hay muchos que se autollaman “ M aestros” , porque su ego los ha confundido y llevado a una necesidad de dominio de otras almas que andan errando, atrayendo con su necesidad a otras que lo único que quieren es fagocitar energía. Hay gente a la que sólo le interesa tra­bajar la magia, los reinos esotéricos, más bien, el fenó­meno paranormal.y buscan m aestros en un cierto nivel...

Crean un círculo de energía que te envuelve a vos y ■\ ese pseudo maestro... ¡mucho cuidado!

N o es difícil darse cuenta. Este “ m aestro” , incluso en su ego expresado, va a buscar la forma de que tú sepas que están unidos, que están envueltos, que están juntos... con más seducción que explicación.

Hay una gran regla en este juego de la búsqueda espiritual. Si eres una cierta conciencia elevada, tienes que explicar lo que estás haciendo.

Uno tiene que aplicar la intuición, ante la posible ■ipnrición de un Maestro en su vida. El Maestro no vino a halagar tu ego, sino todo lo contrario, con compasión y amor, a dejar de alimentarlo. El Maestro puede ser, inclu­so, muy desagradable con el ego, cuando entiende que está tan fuertem ente arraigado. Siempre, la pauta clara,

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sea cual fuere la técnica que el Maestro en su sabiduría está utilizando, es que invariablemente te va a anticipar que llegado el momento, y ese mom ento puede ser ya mismo, no vas a necesitar a nadie, si vives en el aquí y ahora, si controlas la mente y si estás en el silencio interior.

Nunca fuerces ejercicios esotéricos especiales ni tam poco permitas que nadie los fuerce por vos.

Esto es, no obligues a que los chacras y el kundalini se eleven, si no lo puedes hacer tú desde una actitud calma y meditativa interna.Y no permitas tam poco que otro te trabaje la fuerza, la energía.

Un verdadero Maestro logra con su sola presencia, sin necesidad siquiera de tocarte, que tu energía pueda reacom odarse. Mientras te habla, te observa, te asiste a que la armonía vuelva a ti. A veces, su sola cercanía, sin que se dé el contacto visual, o te dirija la palabra, ya obra maravillas en Uno. Un M aestro no necesita estar ence­rrado contigo mucho tiempo trabajando zonas de tu cuerpo. Su sola voluntad consciente genera en ti la con­vicción de saber quién eres y de prolongar en form a consciente ese estado de dicha.

Con Sai Baba, también pude conocer muchísimas bendiciones; pero mi grado de adormecimiento debió ser muy grande, ya que el despertar se hizo muy lento, o quedó cubierto por capas de ego, disimuladas en buenas intenciones.

H oy entiendo que Sai Baba, con sus frases que mu llegan a diario, me dem uestra que la distancia físi­

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ca desaparece ante la unidad de la conciencia, y está más en mi corazón que cuando lo tuve físicam ente frente a mí, y mi personalidad se deleitaba epidérm i­cam ente, por lo que ella consideraba un logro más, en el cam po espiritual.

Las experiencias bellísimas vividas en cada viaje a los pies de Sai Baba fueron el prólogo que me llevó a conocer en mi propio corazón las experiencias más tras­cendentes de comprensión de la verdad.

El A m or es el Maestro. Apareció un día y me de­mostró, en instantes, que yo no podría escaparm e nunca más de mí mismo, y que él estaba para acelerar una evo­lución que yo venía reclamando desde siempre.

El me conduciría a un estado de sinceridad en la visión de lo que yo estaba haciendo de mis experiencias, y expondría mis negaciones y carencias, de un m odo cla­rísimo, quizás lacerante, para que ese dolor, esa vergüen­za, esa hipocresía, quedaran tan expuestos que pudieran ser desarmados con precisión.

Esa fue, y esa es, la bendición de su aparición en mi paso por este plano, en estos momentos en que escribo estas líneas.

N o hay diferencias en la maestría, cuando es genui- na y tiene profundidades que escapan a todo análisis de la mente humana.

Cuando conocí, en esta experiencia corporal, a Sai Baba, me brindó las pautas, haciéndome entender que toda resolución del trabajo corría por mi cuenta. Fue

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tan explícito,aun al decirm e, que Él tom aba el cincuen­ta p or ciento del karma que yo ya había puesto en m ovim iento por mi ignorancia, pero que el restante cincuenta por ciento debía ser resuelto, trabajado y tras­cendido por mí.

Si en mí se operaba la sanación, era porque yo había entendido el p ro ceso que prim ero gen eró la en­ferm edad. Él había inspirado en mí esa com prensión. Había asistido incluso, paso por paso, las instancias y experiencias para que yo llegase a ese instante sagra­do en que el esfu erzo sagrado y gozoso era mi res­ponsabilidad. Sólo mía.

Yo sabía que el Maestro, en su compasión infinita, en su am or supremo, no vacila, incluso, en desacreditarse ante los ojos del discípulo, para que éste pueda llegar a ese salto quàntico, cuando el mom ento ha llegado.

El Maestro sabe que el discípulo, todavía prisionero de los últimos residuos de su personalidad, va a deman­dar más aún de Él. Se va a rebelar contra la ausencia del Maestro, en instancias en las que todavía cree necesaria su presencia y su apoyo. El Maestro sabe. N o necesita nuestra gratitud ni acusa nuestro enojo. Su paz perm a­nece inmovible ante reacciones emocionales de nuestra personalidad, que reclaman de Él algo distinto a lo que Él sabe que nos está dando.

Sigue el juego divino, entre el chiquilín y sus últi­m os caprichos, y la verdad que los term ina haciendo desaparecer.

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Muy pocos de los discípulos del Maestro lo entien­den y, quizás, pasado ese primer mom ento de estupor, lo aceptan con gracia, con belleza, con grandeza, y saben que el M aestro ya está en ellos, aunque su mano no los conduzca físicam ente en la parte final de ascen­sión a la cima.

El Maestro nos demuestra una confianza tal, que su guía ya se ha hecho parte de nosotros. El Maestro ya habita nuestro corazón. Se funde en él. Pierde su forma y, ■il mismo tiempo, abarca todas las formas. Si, en ese pun­to clave, nosotros nos fundimos en la verdad universal,• ■ntendemos nuestra propia divinidad, y permitimos que nuestra propia maestría se exprese y sea.

Esa era la labor del Maestro: hacer que la conciencia «le la verdad sea comprendida primero, sentida después, y finalmente vivida, expresada por nosotros.

El Maestro siempre seguirá asistiendo a sus distin­tas manifestaciones en el mundo, hasta que esas mani­festaciones lleguen al lugar en que tienen que recordar de un modo tal, quiénes son, y asistir, a su vez, a otros seres, que hacen que el juego de la verdad continúe.

Un verdadero Maestro no quiere sumar discípulos, está aquí para form ar nuevos maestros.

Cuando com prendo esto, siento tanta gratitud, por Sai Baba, por Amma, por los Maestros que puedo haber conocido o los que nunca conoceré en esta form a física, lanta infinita gratitud y amor, porque son yo, ya, en mi

forma más elevada de conciencia. Al menos en lo más

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elevado que mí mente puede interpretar y mi corazón sentir.

Mi ego se rebela de vez en cuando, porque pide más. Un poco más de presencia física y de muletillas en las cuales apoyarme. Mi personaje, que va perdiendo el control, quiere algún reaseguro de su Maestro espiritual, porque no se considera lo suficientemente heroico para em prender los tram os finales, y com o el Maestro no está supeditado a esos deseos de la personalidad, siempre hay aquí y allí alguna reacción necia de rechazo, crítica o demanda.

A los pocos minutos, el Ser se impone y, con humor, le hace notar al personaje ese episodio de comedia, que quiere seguir protagonizando, y lo inútil del mismo. El personaje agacha la cabeza y la verdad sigue manifestán­dose. Las reglas del juego están allí, clarísimas. El perso­naje ya no puede cambiarlas. Es perfecto que así sea.

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CREACIONES MENTALES

Los Maestros verdaderos parecen estar en contra de las técnicas de manejo de energía, en concreto.de la limpie­za de chacras, de las posturas especiales y de los trabajos mentales para que la energía circule con más fluidez...

La mente es una divina herram ienta de trabajo.Yalo hemos dicho una y otra vez. Sólo hay que darse cuen­ta, desde la conciencia, de cóm o ir calmándola, llevándo­la a la visión de lo trascendente.

Haciendo que, intelectualmente, entienda lo vano de todo esfuerzo por los logros mundanos, que son ine­vitablemente efímeros, y que si, en cambio, se focalizara en la m aestría de la verdad, a su vez, todo logro munda­no le pertenecería al instante.

Algo así com o situándose en lo trascendente, todolo otro, que no lo es, también se da por añadidura.

La mente entiende esto. Hay que trabajarlo desde el silencio interior. A su vez, ese estado genera dicha.

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La dicha es una expresión sublime que hace que la personalidad se vaya yendo a su justo lugar, sin expresar­se caprichosamente todo el tiempo.

La verdad em pieza a exp resarse en form a gozosa y fácil.

N o hay nada que forzar. Por eso, todos esos traba­jos energéticos no son necesarios.

Todo, especialmente la comprensión de los fenó­m enos espirituales, tiene que ser manejado con auto­control, sin caer en com portam ientos adjetivos, que se tornan psicóticos y desembocan en los delirios, y el fa­natismo espiritual.

Lo único que necesitas es am or incondicional. Si sien­tes am or incondicional, todos los chacras se abren.

Todos los chacras se abren en el mismo lugar, al m ism o tiem po, al mismo nivel. Se abriría to d o de un m ism o m odo energéticam ente, con la m anifestación constante del am or incondicional.A m or por Uno pri­m ero, y por ese Uno m anifestado en to d o lo que se p resen ta ante nosotros. Se llega a esa sensación ben­dita de que no hay más separación, sólo unidad.Todo es Uno.

Un hombre dijo:“ Q uiero abrir los chacras, porque así puedo tener poder” .

“ ¿Para qué quieres tener poder? ¿Qué quieres ha­cer con ese poder?” , se le preguntó.

“ Puedo m ostrar a la gente que todo esto es ver­dad” , dijo enfáticamente.

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La típica respuesta del ego, escudado en lo espiri­tual. La individualidad expresada.

Entonces se le dijo: “ ¿No sería mucho m ejor que vivieras tu vida con am or incondicional y genuino?, ¿no lería eso mucho más real?” .

Honestamente, parece que es un viaje de ego. ¿De qué poderes hablamos? ¿Qué poderes pretendem os poseer, con la excusa de ser mejores personas?

Todo viene desde el am or incondicional. Cuando .unamos de verdad, som os invencibles.

Si esos poderes te vienen naturalm ente desde un ett.ido meditativo, maravilloso, los vas a usar desde el am or, no vas a te n e r que publicarlo ni co n ta r lo a alguien.

Puedes sanar a alguien con sólo tocarlo, mirarlo, •.futirlo, sin tener que darle una tarjeta de presentación que diga que eres sanador, sabio o maestro.

El am or incondicional es el poder supremo. El po- <l« i natural. El único verdadero que cuenta.

Volvamos al tema de la mente. Com o ya sabemos, la mente no es ama y señora de nuestra vida, sino que es mu herramienta de trabajo, y muy útil.

Pero también sabemos que es muy tramposa, y cuan­do ( reem os que la hemos controlado, sigue haciendo de las suyas.

¿Cóm o trabaja la m ente para que sigam os en el< íi i ulo de la vida y la muerte?

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M uerte, nacimiento, m uerte, una y otra vez. ¿Cóm o funciona esto?

Por ejemplo, estam os en el trabajo haciendo algo que no nos entusiasma ni nos gusta mucho. Empezamos a soñar, soñar de día, despiertos: sería maravilloso estar en la playa de Hawai con muchas chicas o chicos alrede­dor. Q uisiéram os no estar aquí. Estar allí. Y hacemos eso día tras día.

O estás recibiendo una postal de un amigo de las playas de Hawai, y la mente ya se trasladó allí, con fanta­sías, con deseos, con expectativas, y en el m om ento en que la estás viendo, o la mente está proyectada en esa dirección, te atropella un auto...

Hem os volcado tanta emocionalidad en esos pen­samientos, tanto deseo, tanto apego, tanta creación men­tal. Y los pensam ientos ya sabem os que son energía, absolutam ente energía.Y cream os esa forma energética de Hawai, la playa, la necesidad de escape.Tu deseo con la impresión mental puesta en el deseo.

Cada uno de nosotros tiene una imprenta diferente mental en la creación.

Toda conciencia tiene un código en particular, y esas creaciones mentales son muy particulares y específica­m ente tuyas.

Por algo, los grandes M aestros dicen siempre: “ Ob­serva tus pensamientos, observa tus acciones, tus deseos,lo que dices, lo que haces, porque son todopoderosos esos pensamientos, y hacen que la química emocional se dispare” .

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N osotros, en nuestro estado divino, cream os esas formas, esos pensamientos.

Entonces, te choca el colectivo, un auto, lo que fue- i a, el cuerpo se muere, y la conciencia siempre está allí, v i v a . Y las formas, pensamientos que esa conciencia creó, í-.tán acá.

N osotros som os divinos y creadores, y si hemos■ M;ado una forma o pensamiento, no se va a ir así nomás, no hasta que se pueda realizar.

Tenemos que experim entar esa forma-pensamien­to que acabamos de crear. Un deseo es muy fuerte y poderoso en la creación de un pensamiento-forma.

Después de eso, un chiquito nace en Hawai.

Ese chico que crece va a ser un surfista, a los quince■ ■ veinte años, recreando esa forma-pensamiento con la que se fue del otro cuerpo. Va a disfrutar esa vida con la que alguna vez fantaseó y produjo una creación mental.

Entonces, la mente, el ego, vuelve a recrear otra fan­tasía de deseo:“ Miren que musculoso soysurfeando aquí « m i Hawai” .

Pensando en lo herm oso que es su cuerpo, com ien­za, entonces, a pensar que debería estar en el mundo del■ ínc, en Hollywood.

Un día, mientras está en el mar, sobre su tabla de ni f, está pensando en todo eso: cine, Hollywood, y vie­

ne un tiburón y se com e ese cuerpo. Se fue el cuerpo; I 'd » todo lo creado,esa programación particular,forma I’ ti i«- en algún lugar del universo.

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Tiem po después, nace un bebé en Hollywood, en la familia de un productor de cine. C rece en la industria del cine; no importa que tenga autos lujosos o que crez­ca en el ambiente de la droga, el logró lo que quería.

C ierto día tom a conciencia y comienza a pensar que todo eso que posee no llena su vida. Q ue ojalá hubiera nacido fuera de todo eso, y tuviera una vida pacífica y calma. Q uiere una mujer que lo ame por lo que es y no por todo lo que tiene.

Por primera vez, empieza a com prender: “ Q uiero parar mi m ente y que no siga creyendo ni creando este tipo de experiencias” .

O en todo caso, una cierta evolución le hace intuir que podría haber creado o tro tipo de experiencias, ya que su pensamiento dem uestra ser tan poderoso.

Sin embargo, el mundo se le impone, con su carga ilusoria, pero en apariencia tan real, y termina muriendo de una sobredosis de droga. Veinte o treinta años des­pués vuelve a nacer, esta vez, en los Himalayas, en una familia de monjes, y lleva una vida meditativa.

Estamos dando ejemplos, si se quiere extrem os, ace­lerados, de lo que suele llevar muchísimas vidas para que un alma vaya ampliando su información y creciendo en sabiduría, y se convierta en dueña consciente de sus de­cisiones, de experim entar lo que realmente es, y cesar sum ergiéndose en el contraste una y otra vez.

¿Cuándo cortam os ese juego kármico? Cuando ya no tenem os más deseos, más apegos, más expectativas.

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< liando decidimos controlar la mente y estam os en el presente.

Entonces, el círculo se cierra cuando ya no quere­mos vivir en el pasado ni en el futuro, vivir aquí y ahora, n< > tener más deseos, expectativa, ilusiones...

El juego sólo cesa, si te mantienes en ese estado, hac icndo que tu vida se convierta en un eterno presente.

Todos, entonces, preguntan si hay que reencarnar nuevamente. A hora pasa a ser tu elección.Ahora tú eres el amo, no es más la mente.

Si quieres reencarnar, pero con otros propósitos, l'iiedes hacerlo. N o hay más necesidad de volver, com o también es verdad que podem os ir a otros niveles de conciencia.

Se puede volver, porque uno es el dueño de sus■ i eaciones; pero no podem os mentirnos nunca más en r ..\s decisiones, sino la ley de causa y efecto no cesa j.imás.

Se puede volver conscientem ente, a hacer servicio, a .iyudar a que más almas despierten, que es lo que vie- rn-n haciendo cíclicamente los Maestros, que encarnan, l'.ii .1 hacerle entender a tanta conciencia colectiva cóm o i » presar a la fuente.

Se vuelve, en esos casos, sin expectativas ni deseos... ló lo por amor.

Las creaciones mentales serán tantas com o posibili­dades haya, y com o creaciones mentales estem os dis- ! tiestos a tener.

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Cuando se entiende esto y se supera el juego del karma, uno crea a conciencia los mundos en que quiere estar y las condiciones y los seres que nos acompañan.

Uno elige experiencias según su grado de concien­cia, sabiendo que no dejan de ser creaciones del alma en su recorrido. La verdad está más allá de todo ese viaje.

La verdad es el com ienzo y el regreso a ese com ien­zo. C laro que hay niveles de conciencia; pero la C on ­ciencia universal, el todo, sólo es Uno.

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LA IMPORTANCIA DE VIVIR EL PRESENTE

Siempre hemos sido divinos, siempre hemos sidoI >íos. Si logramos silenciar la mente y vivir en el aquí y .«liora, lo vamos comprendiendo tan rápidamente. De illí que los M aestros nos explican que la iluminación es un instante. Es muy simple.

Mientras estem os respirando, la mente vendrá para llevarnos al pasado o al futuro, y nosotros debem os per- ni.mecer aquí.

Cuando estem os silenciosos, meditativos, la mente v,i ,1 volver a la carga, porque ésa es la tarea que ha esta- *i<> haciendo, por muchísimas vidas, intentar llevarnos a l< >s recuerdos del pasado con su carga de rencor, resen­timiento, baja estima, ira, deseos de venganza o, simple- iih ’MU', la nostalgia por lo que alguna vez sucedió y ha• oiu luido.

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D esde ese pasado, va a querer trasladarnos rápida­m ente al futuro, con su equipaje de miedos, dudas, de­seos por cumplir, apego a los resultados y expectativas de esperanza, o fantasmas apocalípticos. Sólo hay que esta r a lerta . A ten tos a esos péndulos mentales y traerla una vez más a este momento, que es el único que está sucediendo. El pasado ya no está, por ende, es irreal. El futuro todavía no ha sucedido, por lo tanto, es absoluta­m ente irreal también.

¿Cuál es el único m om ento con el que podem os contar? Este presente.

¿En qué momento puedo actuar? Ahora. Aquí.

¿Puedo modificar el pasado? No.

¿Puedo cambiar el futuro o traerlo ya mismo a mi experiencia presente? No.

La m ente entiende perfectam ente eso. Sólo está pendiente de que nosotros, desde el intelecto y el dis­cernim iento, estem os tan perfectam ente convencidos com o para reiterárselo a ella una y otra vez y hacerle notar que las cosas van a cambiar a partir de ahora.

Ya no som os prisioneros del pasado o el futuro, porque hem os comprendido que nada irreal puede atra­parnos,y lo único que sí nos moviliza es aquello que está sucediendo en este momento. El divino presente. El úni­co m om ento que estam os experim entando en esta ter­cera dimensión, en este instante, es éste.

Yo esto y escribiendo esto. U stedes lo están le­yendo. N o hay más que esto en nuestra experiencia,

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poi que la mente está focalizada aquí y ahora. Estam os en control.

Si, en cambio, en este instante, aunque nuestros■ >¡os parezcan fijados en la página, mi m ente me lleva a una experiencia del pasado, traum ática o gozosa, o a un deseo del futuro igualmente ilusorio, ya caí en la11 impa una vez más; y para la m ente, al principio, va a '.fi una oportunidad perfecta de intentar ganar la pul­seada, dem ostrándonos cuán poderosa es, porque ella r.i lo cree. Digam os que hay que con cederle que así %e manejó durante mucho tiem po, y no parecía per- iiei el cetro.

Ahora el alma va despertando con tanta rapidez, qn<* es ella quien dio vuelta el m arcador del partido.

¿Podrá llegar victoriosa? Sólo depende del estado dp> atención a este fenóm eno de la mente. Tengámosla i • >ino nuestra aliada y amiga, a nuestro servicio.

Ella depende del Ser. N o el Ser de la mente. Enton-I e j, lejos de ignorarla, combatirla, o rechazarla, la utiliza­m o s para saber todo el tiempo, com o recordar lo que

aliamos de olvidar,que es la única regla real con la que podem os contar en este juego.

Sólo existe este instante, y en este instante som os «i « idores, según lo que pensamos, sentimos y hacemos,Y si eso que nos envuelve desde la mente, nos hace su- fi (i, no nos representa,y no nos agrada,es justamente la l>a»u.i de que al instante hay que cambiar ese pensamien- i* > y «i ear otros nuevos.

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La mente es el mecanismo de transporte. N osotros elegimos si esos pensamientos van a ser elevados o des­tructivos.Y luego vivimos y entendem os claramente las consecuencias de lo que estam os creando con nuestra mente.

Se nos dio el más magnifico de los dones: la C rea­ción. En realidad, siem pre fuimos creadores y lo hemos olvidado, al encarnar en un mundo tan atractivo para los sentidos y tan letal al mismo tiempo, por la acción de los mismos, que han idolatrado lo que ven allí, afuera, al pun­to de caer en amnesias tan prolongadas, respecto a nues­tra verdadera potencia. Som os creadores. La pregunta es: ¿qué estam os creando?, ¿dicha o torm entos?, ¿una vida de am or o una vida de enfermedad emocional?, ¿la salud del cuerpo o el deterioro acelerado?

¿Cóm o manifestamos nuestro poder creador? ¿Hon­rando la vida o despreciándola?

¿No es prodigioso saber que podemos utilizar la men­te para una dirección o para la otra? ¿No es hora de tomar las riendas,con firmeza, pero sin tensión? Con la alegría que da la certeza de saber la capacidad que tenemos.

Podem os convertir nuestro paso por el planeta en el fam oso paraíso de todas las mitologías y tradiciones religiosas; sin embargo, solem os convertirlo en el infier­no, sobre el cual las mismas fuentes nos advirtieron.

Podem os dudar de que el infierno y el cielo están aquí y ahora. Cada uno elige.

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¿Qué están viviendo ustedes en este preciso m o­mento? ¿Qué quisieran vivir?

En ese proceso de traer a la mente, al presente, a la Verdad, no debemos flagelarnos, / castigarnos por el es­fuerzo que eso implica.Todo lo contrario. Una vez que• "Hocemos con certeza y convicción el mecanismo, todo10 ' onvierte en un ejercicio, una práctica, que puede ser muy divertida.

Con humor, y no con dolor, uno observa el desliz, y M <l<'muestra a sí mismo que es el amo de la situación, regresando al estado original una y otra vez, hasta que « sp estado se hace, cada vez, más y más natural.

liasta de decir que la m ente nos domina. Eso es {Itrtc del pasado. Eso no está sucediendo ahora. Yo

, ly al mando. Soy el jefe de mi vida y mis experien- i Í 8 I Yo elijo qué pensar, y cuando noto que la m ente♦ ■'tito durante un rato el mando, porque yo estaba adorm ecido, con mucho am or y hum or y com pren­sión com pasiva, la co loco en su lugar, y retom o la di- i @< i ion de mi vida.

i Jurante miles de existencias la hemos dejado ha-■ er I' > que ella quería, pero recordándolo ahora, ya esta­tuí ganando la batalla. Sólo con recordar por un segundo, yñ ganaste la primera victoria.

Siempre que dejes que la mente te lleve al pasado, yi >' imera sensación de frustración y tristeza aparezca, sabemos lo que está sucediendo. N o nos engañamos

ni influim os, diciendo:“ ¿cómo pudo haber sucedido?” .

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Simplemente, hacemos lo que hay que hacer. Cuando se dispare hacia el futuro, creando deseos, incertidumbre, ansiedad y más reencarnaciones, ya sabemos absoluta­mente lo que hay que hacer, y no perdem os tiempo re­godeándonos en la miseria que esa situación nos trae.

¿Acaso no estamos buscando todos paz, amor, alegría?

¿Por qué querer millones de dólares?

¿Por qué querer controlar el mundo?

¿Por qué querer ser fam osos y especiales?

¿Por qué no querer ser felices?

Es un universo que refleja todo. Si com partes amor, vas a recibir amor. Si com partes ira, vas a recibir ira. Si com partes odio, vas a recibir odio. Si com partes alegría con los demás, es lo que vas a tener en tu vida.

N osotros siempre fuimos el amor, la paz, la alegría; pero tenem os que vivirlo, tenem os que expresarlo en form a consciente.

Esto se puede hacer en forma práctica todos los días de nuestra vida.Ya mismo. Primero pongámonos de acuerdo con lo que creemos que es Dios, o la energía uni­versal, el amor, el poder que todo lo abarca y todo lo sabe.

Entonces, mis actos conscientes son divinos. Esa energía vibra en mí, se manifiesta en mí, y a través de mí llega a otras formas de la creación, que es la misma ener­gía, más allá de los nombres y form as infinitos.

Si estoy leyendo estas palabras y tocan mi corazón; si puedo intuir que generan en mí amor, expansión, alegría,

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ganas de dar y compartir, de unirme y ayudar a la concien-• i.t planetaria, las proyecto, desde mí, al universo. Proyecto M t amor, me uno en ese amor con el todo. A m o las mani­festaciones múltiples de vida, y aspiro a que el amor se e - prese en donde todavía hay tem or o adormecimiento.

Que todo el mundo se de cuenta del Dios que siem­pre ha sido, y que está en ellos, y que sea de este modo eternamente.

Si estoy comiendo, por pasar, por ejemplo, a un acto básico y cotidiano, pienso y siento que la energía que se pr < >duce de esta comida actúe divinamente en el mundo.

Q ue la gracia divina que me permite comer, se ex- tínida a la humanidad, que quizás no puede hacerlo en e>i<‘ instante y ellos también despierten a la creación

‘ ■naciente en este paso por el planeta. Y com o con gi uitud, entregando esa energía, que entra a mi cuerpoY »e funde con la energía divina.

Todo lo que expreso con gratitud, al comer, al desper-* ai me, al caminar, al ver, al accionar en aquello en que me OBté manifestando, trae aparejada la certeza de mi divinidad11 < adora, y la entrega a esa energía universal, que Yo Soy.

Todos lo pueden hacer con sus divinas palabras y flt l m odo en que lo sientan, basta que entiendan que la Idea es com partir la divinidad en nosotros, con el mun­do, y saber que estam os unidos.

I n el mismo instante, seguimos creando más expre­sé 'tii". de amor, y todo el mundo material se som ete a ella-. I s la inversión más perfecta.

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46 Claudio liaría Domínguez

En lugar de pedir resultados mundanos, creo en mi capacidad de creador divino de esos resultados, sólo que ya no dependo de ellos. N o espero, no deseo, no temo. Agradezco lo que soy y lo que ya está sucediendo. N o tengo más dudas al respecto. A hora sé. Ahora decreto, agradezco, afirmo, creo.

C reo, del verbo “ creer” . C reo , del verbo “ crear” .

Hace unos años, una amiga nos dijo: “ Odio mi tra­bajo, odio a mi jefe, mis circunstancias, quiero dejar y no puedo...” .

Entonces, le dijimos: “Anímate a creer por un ins­tante lo que todos los santos y sabios han dicho, que tú eres un ser divino y todopoderoso en tu creación y en tu pensamiento, y te animas a dejar el viejo esquema mental” . “ Voy a probarlo” , dijo ella.

Así, cuando llegues al trabajo, incluso si llegas antes que ese jefe malo y mezquino, y le tienes que preparar un café, hazlo; pero deseando que todo aquel que lo tom e sienta, a su vez, que es un ser divino y luminoso. Le puedes preparar sus papeles, su correo, lo que fuese, deseando que cualquiera que toque esos objetos sienta que es un ser de luz y practique esa luz en su vida.

“ Lo voy a hacer” , dijo ella. La vimos una semana después, junto a un com pañero de oficina; ambos nota­ban un cambio repentino en el jefe y, más aún, en el am­biente general del trabajo.Todos sentían que algo estaba sucediendo, que escapaba a la lógica diaria. Ella expli­có lo que estaba ocurriendo, y tod os reconocieron con un entusiasm o inm enso que estaba funcionando.

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Así sucede en nuestra vida diaria. En todos los am- i'lentes.Tu accionar diario dejaría de ser tu trabajo, es- fupi zo, sacrificio, y se convertiría en am or compartido, si tuviéramos la constancia y la fe manejando esas actitu- d i l , y dejáramos de reaccionar com o lo hacemos hasta ahni .1, contra todo lo que no responde a la imagen que ti-",otros tenemos de lo que debería suceder. Imagen mental e irreal, por cierto.

De ese modo, nuestras vidas serían una permanen- l f meditación dinámica, hagamos lo que hagamos, en lu­ga! de tener que ir a la casa a meditar en intimidad.

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LA DICHA: SIMPLEMENTE, UNA ELECCIÓN

I Oblemos de la vida: ¿qué cambios debem os reali- !=■• en nosotros para llevar una vida ecuánime, una vida

■ y » pueda ser llamada dichosa?

I mpecemos con cosas simples que podem os cam­inal y.t, en este momento. En este segundo.

I c • único que existe es el presente. Si quieres cam- i.íai, i nnbia ahora, es la m ejor ocasión para hacerlo.

Í’.n .í empezar, debemos fijar una cadena de priori- Éa-lt“ , en la vida. Hay que ser sincero con uno mismo y fjeíinh qué es lo que más te interesa: familia, pareja, tra­bajo, M'xo, amigos.

¿Qué es lo que uno más quiere?

I l iy que ser verdaderam ente honesto con uno mis­mo, ti no, no funciona.

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50 Claudio Maria Domínguez

Tampoco hay que ir a publicarlo por allí. Ni siquiera hay obligación de contárselo a nadie. Es un claro trabajo interno.

Una form a práctica de ayudarse a expresarlo es to ­marlo com o un ejercicio y, con papel y lápiz en mano, anotar de un lado de la hoja las cosas que más te gustan de ti mismo, y del otro lado, las que no te gustan. Estás solo con tu intimidad. Sé franco. Los deseos que todavía te falta llenar, o cosas muy fuertes que aún quieres y las que pueden estar ahí esperando agazapadas.

En definitiva: ir por las prioridades, ¿qué quieres de la vida? Una por una. ¿Qué es lo que más te gustaría cambiar? Sólo una para empezar.

¿Algo que te moleste de la vida que has estado lle­vando? ¿Qué característica de tu personalidad, no te agra­da y está pidiendo a gritos ser cambiada?

Vam os a em pezar a trabajar esas manchas que desentonan en la imagen que ya tienes de tí mismo y no estás concretando.

Con esa misma sinceridad, focalicemos lo que nos gusta de nosotros mismos, tenlo muy en cuenta, porque te vas a a ferrar a eso y lo vas a hacer crecer, com o para com pensar la energía de la que te vas a liberar.

Por ejem plo, de ti te gusta que eres muy optimista y positivo, pero además mientes mucho.

En la misma proporción en que hago crecer lo posi­tivo, voy dejando de mentir.

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Todo es Uno SI

A la mañana cuando te levantas, por ejemplo, dices: ' 1 _'n< molestia, qué esfuerzo, tener que levantarme paraii atrabajar” .

/■abes que la gran mayoría del planeta no logra le- vant.ii -,(• con alegría y gratitud?

’ .«•ría hora de ir cambiando esa actitud, que además tñies energéticamente lo mismo que piensas y sientes y le va m recentando y multiplicando a lo largo del día.

I'or el mismo precio, es decir, gratis, cuando abri- ffloi nuestros ojos, aunque no brote en forma instantá­nea vamos reemplazando cualquier sensación de malestar,

■ | t l,i de gratitud y reconocimiento, del hecho de que §§Mh!< vivos, con un cuerpo, para m overnos y accionar

S íav« >i de la vida en el día de hoy.

I »( heríamos decir:“ Es un día nuevo, y yo encuentro i lg " luminoso en el día” .

Siempre va a haber algo que te eleve, estás vivo, ■ m i l l.i oportunidad de seguir recordando tu belleza ¡m.M n,i y de m overte por el planeta proyectándola, tie- h si grit(«• alrededor, quizás, despertando del mismo modo en qitr tu lo estás haciendo, y sería muy nutritivo recor- (iai |g| ,i ellos también el milagro de estar vivo, y poder |=|mi ¡mentar lo que aquí y ahora se puede.

1 % una elección que estás haciendo en cada momento.

¿Que m ejor m om ento de empezar a practicar las ®l#i i i< ittf. <|ii<- < uando comienza el día? Puedes elegir si ni ii¡a va ,i m ipezar de una forma miserable o de formah u í ) a l e g i e

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52 Claudio liaría Domínguez

Vas al trabajo y están todos aburridos por su rutina, deseando no querer estar ahí; pero tienen que hacerlo. Entonces, le encuentras algo gracioso a la situación, em ­pezando por saborear ese café de cada día, y sigues aler­ta a las situaciones, sin perm itir que ellas te hagan reaccionar todo el tiempo, desde el juicio y la opinión. ¿Quién opina? La personalidad, no el Ser. El Ser ama, no opina. La personalidad, en cambio, se mete e intenta juz­gar, sin amar genuinamente a las otras personalidades, a las otras form as de sí misma allí afuera. Se ocupa tanto de criticarlas que no tiene tiempo de reconocer la uni­dad y obrar de acuerdo con ella.

Si querem os modificar toda atmósfera, hay que es­tar muy atento. Cuando alguien venga a contarte sus experiencias negativas en cualquier instante, busca una excusa para no escucharlo, así se revierte la situación, y hasta con humor, puedes agregar:“ ¡mira que lindos ruli- to tienes!” . La idea es no permitir el contagio energético que se produce cuando no estam os atentos y una ener­gía ex tern a nos parece real, y nos envuelve para se ­guir su m ism o clima, con los pensam ientos o palabraso acciones.

Puntualiza lo positivo de cada apariencia negativa y vas a ayudar mucho más si es que lo haces con humor.

Todo, si se puede com prender de este modo, es una bendición disfrazada.

Toda experiencia que parezca dura, trae aparejadas cosas interesantísimas para el crecimiento, si logramos traspasar ese envase, esa cobertura, que parece real y

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Todo es Uno 53

h ei ■ ansa dolor, y vemos lo que hay com o mensaje de- n ái de esa situación.

11 dolor depende de la apreciación de una situación.Ii 1«. liarem os desde el discernimiento, no hay dolor, o ftfl (■ 'i nú casi inmediata, lo vamos quitando del momen-

Wm y i'ioporcionalm ente pasamos a la otra polaridad, la la K eptación gozosa.

I g mayoría de la gente, va inmediatamente a lo ne- fat¡v<» I a humanidad parece estar dispuesta a ir tras lo

f i l ia l i v. > en su gran mayoría, a causa de la programación M n t i l , el “ m atrix” de la sociedad, que domina a las ma­tas 11 personalidad, responde a una programación ge- flsi ili/ada, desde el pensamiento original.

I a lierram ienta mágica es crear una sonrisa cada l« | f|ne alguien viene negativam ente a tu vida. Eliges

s#t pal te de esa negatividad o puedes sonreír y cam- I f l f el m om ento. Jam ás perder la propia energía en

' 1« algo claram ente negativo para tratar de dar i’ is. si a| otro .

Sin autoconfianza, sin saber quién eres, sin tener la »sftii (dad de estar en el momento, no se puede conse­guía nada Lo primero que tenemos que encontrar es esa Iptóanza en nosotros mismos, en nuestra propia vida.

N i> hay ninguna culpa, de todos modos. Desde pe- (|U»ñm se nos ha inculcado la identificación con un ego |e< jal, i ■ Mi los roles que tenemos que interpretar como si fue* rt(, . imJc o y real de esta vida.A eso se le suma la visión síÉinjM t* ilual y culposa de un Dios que exige y castiga.

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54 Claudio María Domínguez

La gran mayoría de las tradiciones llamadas religio­sas,“ llamadas” , porque de genuina unión, que es lo que la palabra religión significa, no tienen nada; tratan de forta­lecerse en la explicación de un Dios ajeno a nosotros, distinto, distante, al que le hemos fallado, cuya gracia hemos perdido, y ahora tenem os que pagar las conse­cuencias con todo este mundo terrible, donde el sufri­miento está a la orden del día.

N os imponen mandamientos que, por supuesto, no se cumplen, y más culpa y remordimiento, nos van en­volviendo en una tela de araña de la que es muy difícil sustraerse, desde esas mismas reglas. El sistema no per­mite salida.

Las religiones dogmáticas siguen sumando elem en­tos de conflicto y separación, y enseñan que todo el que piense diferente a lo que sus preceptos indiquen, ya está en pecado eterno, y nunca accederá a la salvación.

D e ese m odo, cada religión bo rra de un plumera- zo a la gran mayoría del planeta que no com ulgue con sus ideas. Si entendem os que, en laT ierra , habitan seis mil quinientos millones de habitantes, si, seis billones y m edio de almas encarnadas, ¿cuántas pertenecen a talo cual religión, entre las cientos de variantes que hay?

Si por religiones principales entendem os a las que congregan a cientos de millones a su vez, ¿qué pasa con los miles de millones que no creen en esa particular postura o que directamente no la conocen?, “Al infierno de cabeza” parece ser la respuesta. O, incluso, en los más

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Todo es Uno 55

fun l iMH'iii.iiistas,“ matémoslos rápido,así libramos al pla­n e t a i|t* infieles” .

todo pecado original, trasmitido de ese modo vi- i‘ >, lo único que ha logrado es apartarnos de nuestra

f t , di> lo que som os, de lo que siempre hemos sido, ^ H | i llevó a creer que éram os otra cosa, pecadores que

¡|j=ui obedecer ciegamente a lo que otros hombres Iñlet ¡'i etaron, de lo que otros dijeron, de lo que otros

§s( rito, y de lo que otros creyeron escuchar de ■ t ivat.ues o de maestros conciernes. N os podem os lar cuenta de qué modo llegó el m ensaje. Absoluta- íflSfHe tíi jMversado.

¡ Muy pocas religiones o movimientos espirituales se Iiím h Justamente en todo lo contrario: la conciencia di-l i que abarca todo y es amor.

i i r unor decide experim entarse a sí mismo y salir kl iltn d o del mero conocimiento, y se proyecta en in-

B fttiei aiilcs formas.

I >e la energía crea la materia,y un universo físico. En II# nnivt-1 so físico, de infinidad de moradas, la materia ÍM i^ 5 la « volución. En nuestro planeta, el ser humano M li i..-r. alta de esas evoluciones, porque tiene la capa- M l l l de set consciente de quién es y, a su vez, de la tk?n< ietu ia universal.

l í i , que saber reconocer, con rapidez, todos los H flftR ce p to s sociales que se utilizan com o pretextos pai a la infelicidad.

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56 Claudio Haría Domínguez

La conciencia colectiva, que está atrapada en esas ideas, com o ya sabemos que toda idea es creadora, ge­nera permanentemente vibraciones negativas, densas, que de un m odo u otro nos sacuden a todos.

C uanto más elevem os nuestra conciencia indivi­dual, sabiendo la verdad, sintiéndola y viviéndola, más podem os ayudar a co n tra rre sta r eso s egregores y hacer que más gente tenga la información, lo intuya y, a su vez, pueda elegir qué poner en práctica en su vida.

¿Seguimos eligiendo la culpa, el pecado original que hem os heredado, por el so lo hecho de nacer, o la libertad que nos da co n o cer nuestro origen, nuestra realidad, la unidad con Dios com o energía creadora y la capacidad de crear o de recrear nuestras vidas, a partir de las experiencias que decidim os atraer y po­ner en práctica?

Quien sabe la verdad, se libera. N o nos dejemos contagiar e influir por códigos de ignorancia ajena, que en su esquem a de oscurantismo mental están convenci­dos de que el mundo es lo que es, y no hay posibilidad de escape.

El mundo que a nosotros nos toque es nuestra crea­ción, y desde ya que aceptamos nuestra responsabilidad en la creación colectiva del planeta tal cual está; pero aceptam os con más convicción la creación que pode­mos hacer en nuestras propias vidas desde la com pren­sión de lo que realmente es.

Si no puedo cambiar lo de afuera, puedo cambiar ya mismo mi visión de lo que sucede allí afuera, y al aceptar

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|f io m p i rnder, no estoy sujeto ni supeditado a vien­te# nos, sino que decido anclarm e en la realidad

H |ii a, y is b c r que lo ex tern o es un cúmulo de situa- fi-ttes que el planeta está atrayendo según su con­fian. i., . tradora. Cuando conozco las reglas de esa

H t t f i é n , no sufro ni me paralizo, no caigo en la ira y Rtgi>• i - ! i< I. sino que lo transm uto en mi propia expe- H l"* ¡ i 'li.n ia, creando armonía, paz, salud y maneján-

■ i do ide el am or por todo lo que rodea, lo que guita y, por supuesto, lo que no.

V. .y superando los juicios de polaridad, la divisiónI M ln ion es, crítica y condena. Todo es perfecto, y

h p fun< ¡<>nando en su nivel, del m ejor modo. Sólo y- ■ afti>i a sé cóm o o b servo la película del mundo,

arm e con ella, pero actúo, según mi capa- ■ f JB 'p a iIn r a .y ya no reacciono tratando de modifi-

i i t lo que no puedo.

U que hago es actuar, cambiando los códigos de i,» i lo mi personalidad que ya no me identifican y

fót alejan di> lo que realmente Yo Soy. Elijo pensamientos pMttlvo* < jiic.a su vez,me dan una química emocional sana, y llevan a actuar desde el amor, por amor, con amor.

P i l o ps lo que Yo Soy: Amor.

í « un proceso continuo de recuerdo y puesta en | i » 4 i l i l i .

1 ¡pii* que ver con la forma en que interactúas con |§t dam.H, la forma en que tú te ves a ti mismo, las cosas Éue ha« i i , «>l modo en que lo haces.

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El prim er paso es ser consciente y claro con res­pecto a algo en lo que eres capaz, algo que haces con eficiencia y alegría.A lgo para lo que tienes talento y ha­ces con entusiasmo. Sin tensión. La sensación de con­fianza en uno mismo: “ Yo puedo hacer esto” .

Pensando en eso o haciéndolo, se disfruta una sen­sación de plenitud, lo que llamaríamos “ una satisfacción personal” .

El segundo paso es lograr que la satisfacción que viene de aquí adentro, del corazón, permanezca siempre, es cuando una persona pasa a ser útil para los demás, con aquello que sabe hacer.

Y esa sensación, esa certeza, ya nunca se va. Cuando haces algo bien, y tu talento es utilizado para la humani­dad, es una gran satisfacción permanente.

Una vez que tuviste la confianza, y luego la capa­cidad de servir, vas a p od er ven cer el ego, vas a poder com partir, amar, y a estar feliz porque el o tro ahora pasa a estar en un plano de unidad con n o so tros mis­mos.

Esa unidad con el otro nos perm ite sentirnos com ­pletos. Desaparecen las fronteras, las divisiones, la sen­sación de separatividad, que es causa de sufrimiento.

Hay que encontrarlo primero en uno, antes de po­der valorarlo en los demás.

Hay un sacrificio interno personal: el entregarse o perder la gratificación en pos de los demás, y ahí empie­za el amor, el am or verdadero. Y este am or es el que te

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¥( s pet mitir la realización personal. El tem a es compar­tí! #1 a m o r con todos.

t Para llegar a una conclusión de espiritualidad prác-iii repitamos los cuatro puntos a seguir.

fi inicio, com prender y exponer cuáles son nues- üü |.i j(xidades; qué es lo más importante para uno. En ■ b l y lápiz: aspectos positivos y negativos de nuestra H ' i"M,tli<l.id.Y trabajamos sobre el prim ero de la lista.

i S ‘ ■ < ledicarse a uno, y cuando sientes que vas ven- fjéñ'i- 'i' >, | ' isas a otro. Prestar atención a no ser condes- üf^iíE-ní,- y dejar pasar la vida sin el esfuerzo gozoso

hay que poner en práctica. En el camino espiritual, H i# puede ser haragán.

|m . .ni es, pasamos a la confianza en el Ser. Lo que f l p t * hite rt, tu talento.

(egun< lo, la satisfacción personal de saber que esoI i i t i lit viendo a los demás.

leí ■ < i o, entregar esa alegría, y sentir que ahora el I IP ® laminen está en nuestro interior, que no hay más Ir M é • i¡vi-.« >i ias que las que la mente intente atraer, y íijllM im m M r la unidad en el corazón.

t • nal (o, empezar a incluirte en el momento, en el y «n el am or incondicional.

I a fim osa fi ase que tantas veces nos parece poéti- ü y fenm ovedora; pero en raras ocasiones logramos §^mit “ I yndii se en todo y con todo” .

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Sentir que el mismo aire que hay en cada rincón del universo está en nosotros y nos atraviesa.

Ya no tenem os un cuerpo que obra com o barrera de oposición, no, se produce un vacío y el aire que está allí afuera, está en nosotros al mismo tiempo.

El cuerpo físico es sólo una imagen para los senti­dos y para el movimiento. La verdad, la energía universal no tiene cuerpo, aunque tiene todos los cuerpos simul­táneamente.

Recordem os el eterno ejemplo del agua. Si vamos hasta el océano, y tom am os un poco de esa agua en un vaso, ¿es distinta acaso el agua que ahora está dentro del recipiente a la que está allí, en la inmensidad del océano? Por supuesto que no. Hay sólo un efecto visual de sepa­ración, las características de una gota son las mismas del vasto mar. Si volcáramos nuevamente el agua, en el océa­no, ¿notaríamos acaso la más mínima diferencia?

Eso som os nosotros en la creación de la conciencia universal. La misma esencia, dotada de las mismas carac­terísticas.

Todo aquello que sientas que llena tu corazón de alegría, hazlo. N o dejes que nada te detenga. Sea cual fuere, la actividad que realmente sientas que te da ale­gría. Ya sabemos que el único límite consciente es no dañar, con esa acción que nos agrada, el espacio del otro o involucrarlo a él en nuestro accionar.

La pista clave del juego es que podem os interpretar todos los personajes que queramos, pero sin apego al

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resultado, sin expectativas sobre el logro. El logro en sí, ya está, aquí y ahora, al poder elegir con libertad, ser lo que som os y manifestarlo.

La gente ya casi no tiene el tiempo para ser creativa.

Llenen sus corazones de am or y expresen ese amor. En ese am or van a encontrar alegría. N o estás vivo si no sientes alegría en tu vida.

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EL PODER DE LA IMAGINACIÓN

La mente usa la imaginación para crear. ¿Cóm o ha-< er, entonces, para que la mente, com o herramienta de trabajo,use esta imaginación para que nos ayude en nues- iro camino de ascensión, en nuestro camino de realiza- ( ión interna, en la búsqueda de la verdad?

Aparte de la imaginación, hay gente que es muy buena visualizando, y otra que no. Los que no la tienen, tienen una emoción a flor de piel, mucho sentimiento.

N os hemos dado cuenta de que a mucha gente a la '¡iic le gusta visualizar, lo que ayuda a esto, por ejemplo, • i encontrar esa form a genuina, visual, en la cual aman ■1 >n más intensidad a Jesús, Buda,Sa¡ Baba, la Madre Tere­sa, la Virgen María, cualquier concepto de Dios que se |e= s represente com o aquel que los eleva en pensamien-< ■, ( ualquier ser específico, cuya sola imagen visualizada ya n o s lleva a un estado de am or contemplativo.

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Imaginen, entonces, a ese ser de luz com o su com ­pañero perpetuo. Durante todo el día. Se levanta conti­go, te tom a de la mano. Escucha permanentemente tus diálogos, interactúa en tu vida.

Entonces, vas a pensar muy bien antes de engañar, de mentir, de hacer sufrir, porque ese ser, que para ti es la imagen más elevada del am or y la virtud, va a estar contigo genuinamente, todo el tiempo.

N o debería haber más secretos.

También puedes mantener un diálogo continuo con ese ser que elegiste, que, en definitiva.es un diálogo con tu propia conciencia, contigo mismo, en tu estado de más alta sabiduría.

Se ha probado que esa visión imaginaria se vuelve real. Y, de pronto, vas a empezar a responderte, porque te respondes a través de ese ser en ti cosas que nunca te hubieras atrevido a tratar en tu vida.Vas encontrar una gran liberación en esos diálogos.

Lo que hace es sintonizarte con tu voz interior, con tu conciencia, fuente de sabiduría, claridad y verdad.

C on esa imagen, estás corporizando lo que siempre tuviste adentro. Entonces, necesitas de esa visualización físi­ca exterior, para saber que la verdad siempre estuvo en ti.

Puedes hacer esto durante un buen tiempo, y verás que va a ser tan intenso el amor que se empieza a desarro­llar en ti, por esa otra forma divina, que eres tú mismo. De allí a entender que es el mismo profundo amor que estás sintiendo por ti, hay un sólo paso. La sensación es magnífica.

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Ya nunca más hay distancia ni separación, ya es parte tuyo, es lo interno del ser, que es amor todo el tiempo.

Para quienes están en la divina experiencia de la devoción, la adoración de un ser exterior, úsenlo con amor para convertirlo, finalmente, en el am or interno, en el absoluto, en el infinito.

Los grandes maestros enseñan que es perfecto y bello ese estado devocional por una forma externa; pero que no permanezcan en él mucho tiempo, sino que lo lleven a la comprensión de su propia divinidad, y de que la misma luz que brilla en ese ser que te inspira, es la que está en ti, y de allí en más, hacer un divino trabajo de proyección, que es com prender que también está en todos quienes te rodean.

Lo único que separa a ese ser de ti es su absoluta conciencia de la divinidad, en tanto que en nosotros, to ­davía tratan de aflorar dudas y tem ores respecto a nues­tra esencia divina.Y ésos son los miedos e incredulidades <|ue ya hay que ir trascendiendo, en nuestro camino del ilma que recuerda quién es, y lo experimenta.

N o nos pasemos todo el tiempo rezándole a Dios y esperando que la magia venga de afuera.

¿Qué hacemos nosotros mientras pedimos favores? ¿'Jólo esperam os, o actuamos a favor de la vida?

¿Desarrollamos la fe? ¿La fe en quién? Si esa misma energía divina está en nosotros, ¿no deberíamos rezar a nuestro propio corazón? ¿No está Dios acaso en El?

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N o adorem os imágenes.Adoremos al Dios vivo que está en nuestro corazón. Inspirémonos en esos seres divinos y en sus mensajes y enseñanzas, y llevemos rápi­damente eso a nuestra experiencia personal.

¿Estamos cumpliendo nuestra humilde imitación del Cristo? ¿Del Buda? ¿De Sai Baba? ¿DeAm m a? Cuando la fe se hace lo suficientemente fuerte, y en esa certeza, hay una entrega, hacia la más alta verdad, ya sabemos que todo aquello que pensamos con fe, lo estam os crean­do con convicción.

Cuántas más experiencias de esa fe logramos vivir, va instalándose en nosotros una devoción absoluta por la verdad, com o nuestro estado más elevado.

La devoción se hace cada vez más profunda en tu propia vida, se convierte en el am or incondicional y te fundes en el todo, ves el todo en uno.

Lo único que tienes que hacer es rem em brarlo, re­cordarlo en cada situación que se presente, hasta que se convierta en tu estado natural y manifiesto.

La fe se necesita hasta que la experiencia te hace entender, que si lo has vivido, ya no hay más fe, ya lo sabes, sabes de qué se trata.

Además, ya sabemos que todo es simplemente con­ciencia.

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LA INFANCIA ES LA CLAVE DEL JUEGO

Hablemos del eterno aprendizaje: N o sólo escuela para los chicos, sino escuela para padres.

¿Ser padres no es, acaso, una responsabilidad inte­resantísima, para una rápida evolución espiritual?

Hay dos form as de observar la responsabilidad. Una «:s física, acá en este plano y este mundo: ¿qué es lo que liemos decidido hacer y por qué encarnar? El trabajo, la

[ familia, las cosas de cada día. Y la otra es la responsabili- <lnd espiritual.

La responsabilidad es la que nos debemos a noso- 11 os mismos com o la conciencia eterna que somos, como

I p| alma universal, actuando en este cuerpo, en este pla- f no, y sin por ello dejar de saber la verdad de quienes

^•■mos realmente.

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La palabra “ responsabilidad” , la expresión “ ser res­ponsable” , suele ser una trampa cuando no es expresa­da con ecuanimidad.

La responsabilidad ha sido una opresión sobre los jóvenes, que los adultos siempre usaron com o un arma, obligándolos a “ ser responsables” , según el sentido que los adultos tratan de inculcarle a los m enores. En la ma­yoría de los casos, los adultos muestran la incoherencia de no brindar ellos el ejemplo de ese accionar que exi­gen; pero no practican en su vida diaria. El fam oso dicho: “ consejos vendo, pero para mí no tengo.”

Por ejemplo, un padre o una madre de familia, tie­nen la responsabilidad de proveer a sus hijos para que estén bien. D arles una casa, un hogar, la enseñanza de una c ierta solidez, para que puedan cre ce r con valo­res hum anos. Una ética de vida. Una com unicación constante.Transm itirles que en los prim eros años de su vida puedan constru ir am or y fo rja r una personali­dad bella.

Una vez que los chicos han llegado a una cierta edad, entre los dieciocho y veintiún años, deben tener la con­ciencia absoluta de que son seres que, de por sí, van a ten er que aprender a manejarse en el mundo.

Los padres van a tener que darse cuenta de que, sea cual fuere el trato que alguna vez establecieron antes da venir acá, en otro plano, los chicos van a tener que ir a mundo también, a desarrollar sus propias vivencias.

N o esperen que los hijos sigan los mismos d e se o s) expectativas de los padres.

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Entonces, si los padres realm ente aman a sus hi­jos, los van a dejar m overse por el mundo; sí, advir­tiéndoles de las caídas, de las tram pitas que la película divina va a tener.

Nunca se van a imponer sobre sus hijos, obligándo­los a que vivan sólo los deseos y expectativas que ellos tienen.

Hay que enseñarles lo que es amor, la responsabili­dad familiar, que creen un buen carácter desde los pri­maros años, para que en su momento estén divinamente h <¡parados para experimentar las situaciones que el mun-

i) les va a presentar.

Los padres deben ser un sostén para sus hijos, re­b larles que ellos siempre estarán allí, y los hijos deben

plbcr que los padres son una bella imagen de conten- Blén y am or; pero que, al mismo tiempo, ellos deben ser i# ahora en más los protagonistas conscientes de su ■ilt< >i ia.

I loy en día, los padres están básicamente preocupa- ■ i por el trabajo y se convierten en extraños viviendo

el mismo techo, y, a su vez, extraños son los que ItMen que cuidar a los chicos en las guarderías...

i i % ( lave que, en los primeros años, por lo menos l()s dos padres esté con los hijos, ya que si pre-

hablar de responsabilidad, o inculcar un com- P|imií«mi(o claro desde el ejemplo, el día de mañana,es

I»# fruís importante, si uno tom ó la decisión de te- » fie ■ lacle más atención a los hijos que a las nuevas

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70 Claudio María Domínguez

imposiciones de tener un nuevo auto, una nueva casa, olo que la promoción mundana nos quiera vender.

Olvidar eso, o desentenderse de una crianza res­ponsable, es contribuir directamente a la delincuencia de los m enores, por decirlo rotundamente, sin necesi- i dad de detenerse a explicar todos los conflictos psico­lógicos que resultan del abandono de los chicos en los años en que la familia debería m ostrarse integrada.

Un chico busca amor, busca la seguridad de saber que sus padres están ahí. Requiere la interacción am oro­sa que debería haber en una familia.

La divina responsabilidad familiar que tenem os es exp on er todos los pensamientos, expresar todos los sentim ientos, todo lo que hay en el corazón, ponerlo sobre la m esa y com partirlo entre todos.

En este momento, hay tantos chicos con medicacio­nes perm anentes. El déficit de desorden de atención del j

que se está hablando tanto en estos días crece en forma vertiginosa. ¡Los jóvenes están gritando que se les pres- i te atención!

La sociedad está acelerando ios tiem pos, sin ob­se rv a r los ritm os de los m enores. Se los obliga, se los fuerza a se r m ayores antes de tiem po. Mucho antes de tiem po.

Necesitan contrarrestar el ritmo de la sociedad con una familia que les marque el paso, al ritmo lógico del am or y de la unión interna. De esta manera, los chicos y sus familias estarían mucho más balanceados y en armonía. I

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Padres e hijos no logran encontrar un ritmo afín, un tiempo de cadencias parejas, que los haga disfrutar de esta danza de la vida al unísono. Están en ritmos directa­mente separados.

N o se niega que la obligación laboral de los padres existe, y allí es donde hay que adicionar la ecuanimidad y el equilibrio.

¿De qué vale cumplir funciones básicas, si se pierde algo más básico que esas funciones: el am or y el aprendi­zaje en familia?

Con la sociedad exigiendo que el chico esté en la esquina jugando a los videojuegos y que los padres estén siempre trabajando, no existe una vida familiar, una unión.

Los chicos van a querer desesperadamente pertene­cer a un grupo que los abarque, que los contenga, y lo pri­mero que encuentran es una patota, una pandilla, un grupo de vagancia, de hábitos nocivos y, finalmente, de violencia.

Tenemos que volver al hogar, a la unión, a la familia. Mucho más importante es la unión familiar, antes que todo el dinero del mundo exterior.

La vida nos está explicando, con su espiritualidad práctica, que uno de los padres, aunque entre ellos se hayan separado, debe cuidar con ahínco a los pequeños hasta una cierta edad, si no estam os creando una gene- i ación de “ abandónicos” .

Una vez más, el chico arrastra durante muchos años,. en la mayoría de casos, de por vida, lo que la familia le lu/o vivir en los prim eros años. Esos dos prim eros sep-

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teñios, hasta los catorce años, son un disparador profun­do en los conflictos o superaciones que el chico tenga, según la comunicación y la expresión del am or que haya recibido de sus padres.

Aun los matrimonios separados, que pueden no lle­varse bien entre ellos, tienen que entender que esa rela­ción, con el grado de am or que tuvo mientras duró, trajo al planeta a esas almitas que m erecen ser guiadas desde ese mismo am or que las llevó a nacer, y que además perm anece en sus padres por ellos.

Lo ideal es siempre que las separaciones familiares no impidan el am or y la amistad entre quienes fueron marido y esposa. Se puede cortar el vínculo marital, pero el amor, si ha sido amor, jamás se termina.

Va cambiando el rol de los personajes. Quizá ya no serán la esposa de... o el marido de..., pero siempre mien­tras estén vivos, en este tránsito planetario, serán los ¡ padres de..., y además sería maravilloso añadir entre ellos .1 el rótulo de amigos.

El beneficio básico recae sobre los hijos, y en ese círculo del retorno energético, en el cual uno recibe multiplicado aquello que genera, esa relación armónica va a devolverles maravillas de crecimiento a ellos mis-1

m os, aun si han formado, o eventualmente lo harán, una nueva pareja.

El am or une. El am or no divide. El verdadero amor no relega según el ego herido. El am or no responde al orgullo. El am or se sobrepone a todo eso, y máxime cuan­

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do el estimulo principal para lograrlo es hacer que los beneficios recaigan en el mismo instante sobre los hijos que están allí, observándonos todo el tiempo, para a su vez actuar según lo que ven, sienten y conocen del com ­portamiento de sus mayores.

Siempre podemos cambiar lo que el mundo nos dice que no podem os. Pensar que es imposible es la excusa de aquellos que no lo pueden resolver en sus propias acciones diarias. Nuestro bendito desafío es hacerlo, vi­virlo y transmitirlo, no sólo a nuestros hijos, sino a aque­llos que puedan ser testigos de ese cambio, y tom arlo como un estímulo y un ejemplo de que sí se puede, en sus propias vidas.

Lo prim ero que debemos hacer es proveer a la fa­milia, antes de querer ayudar y salvar al mundo. Primero vela por los que están bajo tu responsabilidad, que estén 'livinamente bien atendidos, antes de querer salir a ser «•I redentor de la humanidad, allí afuera.

Si no lo que creas es desarmonía en tu propia casa.

N o hay que dar compulsivamente afuera; por algo elegiste a quienes tienes allí junto a ti, com o tus grandes maestros.

O tro dicho conocido y rara vez aplicado:“ la caridad l'i'-n entendida empieza por casa” .

La divina responsabilidad es dejar el trabajo, com o Ijifn p lo de la actividad mundana, fuera de la casa. La tfm onía de la casa depende de que la desarmonía del ffUmdo no entre.

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Es más, si tienes que estar diez minutos más en el auto o en la puerta de tu hogar, haciendo todas las respi­raciones divinas para calmarte, y no entrar a la casa con todas las em ociones provocadas por el mundo exterior, sería perfecto. N o hay razón para desahogarse adentro, rompiendo el equilibrio, que ya de por sí es todo un esfuerzo diario y consciente mantenerlo.

Si tu día no fue el mejor, haz todo lo que tengas que hacer afuera para poder entrar en armonía a tu hogar. N o significa que no com partas sensaciones con tus com ­pañeros de juego.es decir, con tu familia; pero no la des­armonía mental de la queja y la crítica. A esa ira, dentro del hogar, se la va convirtiendo y transformando en amor.

Con una comunicación sana, que no niegue ni ocul­te los hechos; pero sabiendo a conciencia y con convic­ción que allí, en esas paredes, uno crea un santuario, un ambiente sagrado, donde el am or es sanador, para el re­siduo de em ociones que todavía permanezcan dando vueltas en nuestra química interna.

El am or de la familia debería restañar rápidamente toda herida, y generar goce y más amor, en un perfecto círculo que se reaprovisiona a cada instante.

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N U ESTRA VE RDAD E RA RESPONSABILIDAD

Ahora hablemos de la responsabilidad espiritual. Una cosa es la responsabilidad del personaje en la película, otra es la responsabilidad de saber la verdad y vivirla, de expresar la conciencia universal en nosotros, de encon­trar el sentido de la vida, en forma simple y completa, sin ••cguir filosofando sobre mundos ajenos a lo que som os realmente.

En la década del setenta, le preguntamos a Sai Baba: “¿Cuál es nuestra responsabilidad com o humanos? ¿Es vi­

vir la verdad, es vivir el amor, es vivir una vida virtuosa?” .

El nos dijo:“ Sí, sí... todo eso. Pero la verdadera res­ponsabilidad para cada ser humano,que respira, que está, <|ii<‘ existe, es encontrar y descubrir quiénes son real­mente, de dónde vienen, hacia dónde van...” .

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C on ocerte a tí mismo, ésa es la primera y básica responsabilidad com o ser humano.

Entonces, todo lo que te lleva hacia eso: trabajo, fa­milia, experiencias, no lo descuides, porque te acompa­ñan en el camino y te ayudarán en el conocimiento de ti mismo; pero al mismo tiempo, que nada de ello se inter­ponga entre tú y quien eres.

Le preguntamos entonces a Sai Baba: “ Si nuestra verdadera responsabilidad es saber quiénes somos y co­nocer la verdad suprema y, al mismo tiempo, nos damos cuenta de que en nuestra vida diaria estam os conviviendo con personas que obstaculizan ese camino o, incluso, que intentan apartarnos de él, ¿que debemos hacer?” .

N os dijo: “ Ellos no tienen que entenderlo. Lo im­portante es que ustedes lo entiendan. N o pretendan que los demás lo compartan. Si tratan realmente de apar­tarte con intención de tu camino, de tu búsqueda inter­na, que es tu búsqueda de D ios en ti, entonces, es m om ento de que sí elijas, de que tom es una decisión” .

Específicamente en el caso de una madre o un pa­dre, tienes que respetarlos, porque te dieron el cuerpo con el que estás vivo. Mientras ellos vivan, tienes que proveerlos, cuidarlos, hacerles saber que tú sientes ge- nuína gratitud por ellos; pero no tienes que compartir un camino con ellos, que obviamente es de deterioro. En ese caso, debes tener el equilibrio y el discernimiento necesario, para asistirlos, sin involucrarte emocionalmente en la negatividad en cuestión, que pueda emanar de ellos,!

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que están obrando desde la falta de conocimiento, o desde el adormecimiento más visible.

Tu prioridad eres tú en tu búsqueda.Tu energía pues­ta al servicio de recordar la verdad, de redescubrir quién eres y situarte com o observador de todo este juego divino, sin juicio, ni condena, ni culpas. Sin culpas propias0 ajenas. De todo aquello que te perturba, porque ves claramente que no tiene que ver con tu verdad, puedes simplemente alejarte.

Nada debería ser drástico. Si hay seres de tu familia, que necesitan de tu asistencia, la inteligencia emocional indica que hay que darla, sin caer en el círculo vicioso del1 ontagio de la tristeza, la ira o el maltrato.

Cuando alguna de esas características empieza a provocar en ti actitudes de sufrimiento, es que clara­mente has perdido el estado de atención y autocontrol, y le has creído a esa situación, considerándola com o real, ■ uando no lo es.

Has creído que esos personajes tan cercanos y tan luírientes son reales, y has permitido que eso te afecte.

¿A quién lo ha afectado? ¿Al Ser? ¿A lo que tú eres? tW supuesto que no. Es la identificación, una vez más, i • >ii el personaje que interpretamos, la que nos lleva a la Ihgustia de pensar o sentir que la situación por la cual üuirnos atravesando en nuestra relación con los otros ■N> lonajes de la película es real, es única, está sucedien- fl- • y nos envuelve en form a tan firme que no podem os B í tpar de ella.

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A esta altura de los hechos, sabem os que ésa es la gran tram pa de la mente, prisionera de la situación, reac­cionando, sin apartarse, durante el instante adecuado, para com prender la distancia que existe entre Uno y los hechos que se presentan ante nuestros sentidos.

Una y otra vez, debemos recordar que no som os ese personaje herido, sino el Ser que interpreta todos los personajes que quiera, pero jamás se involucra ni depende de ellos. Sabe que son personajes y que, com o tales, están ellos supeditados a lo que som os.

El personaje depende del Ser. El Ser no depende del personaje. Puede cambiar la actuación, aquí y ahora, con sólo saberlo. La verdad libera. El engaño se evapora ante la conciencia que se eleva y reconoce cuál es su única fuente.

H em os sido criados escuchando:“ Honra a tu padre y a tu m adre” . Lo cual es verdad..., si te llevan a esa prio­ridad, hacia lo básico y esencial, que es llegar a Dios, en Uno.

Pero, en cambio, si lo único que hacen es llevarte a la Maya, a la ilusión, al juego mundano, a la antibúsqueda interna, y tú ya no quieres más eso en tu vida, puedes realizar o tra decisión muy ecuánime, en la medida en que observes que no la llevas adelante desde el orgullo herido o desde la soberbia espiritual: los respetas, les expresas am or y gratitud y, eventualmente, estás atento al m om ento en que puedas ayudarlos; pero sin dejar de seguir tu sendero hacia lo real.

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Digam os que si te desvías por algún atajo, en se ­guida deberías reanudar el camino. N ada debería im­p o r ta r te m ás que esa m eta . N in gun a te n ta c ió n emocional, de la personalidad que llora y grita, d eb e­ría durar más de un rato.

Siem pre debem os proveerlos en todo aquello que podam os. Siem pre, con el único límite de que con esa provisión no te alejes de tu único sendero y de tu energía.

Un ejemplo es el siguiente: la madre y el padre ya están en el camino y crían a sus hijos con todo este entendimiento divino. Los chicos ya tienen la edad de ir a la universidad; pero para que ellos puedan hacer esto, los padres deberían exponerse a serias complicaciones.< In gran esfuerzo. Sería terriblem ente dificultoso conse­guir los medios económicos, pero, así y todo, lo harían, metiéndose en el mundo, consiguiendo más trabajo, ha­ciendo más esfuerzos, deteriorando el espacio de com- ¡'.irtir en familia y el tiempo de la comunicación. Es más, afectarían su salud, com o fruto de tanta tensión adicio- nnl. Es o ya sería apego y ego...

N o conviene caer en eso. Porque los chicos en ese in a d o ya tienen la edad y los medios suficientes para que, si realmente quieren asistir a la universidad, puedan conseguir trabajo, becas o lo que fuese necesario desde Su propio divino esfuerzo.

Los padres pueden guiarlos; pero desde la m ejor Mbllidad de los hijos, sin privarse ellos mismos de lo

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básico y esencial, para que el o tro alcance un camino que finalmente va a tener que recorrer por sus propios medios.

Ahí viene la actitud de la sociedad que es llevarte al com plejo de culpa:“ ¿Cóm o no te sacrificas para que tus hijos vayan a la universidad? ¿No puedes hacer una ter­cera hipoteca de tu casa para lograrlo? ¡Es tu responsa­bilidad com o padre!” .

La responsabilidad es haberlos criado hasta que se conviertan en mayores de edad, incluso socialmente. Si no lo hiciste hasta ahora, ya es tarde, por más que le pagues la m ejor universidad.

Los chicos igual van a tener que hacer sus experien­cias por sí mismos.

Hay tres form as de aprender en este plano: de form a dura, de form a muy dura y de form a terrib le­m ente dura.

¿Q uién de ustedes tuvo to d o fácil en su vida? ¿Quién no tuvo experiencias duras? ¿Q uieren más golpes todavía?

D ebe ser una absoluta bendición cuando los miem- bros de la familia, o al menos algunos de ellos, buscan la misma verdad, saber y vivir nuestro origen divino y aspi­ran juntos a transitar ese sendero.

N o es habitual encontrar eso. En muchos casos, la búsqueda espiritual de alguno de tos miembros suele crear chispas y provocar fricciones con otros de los miembros fam iliares.Ya una interesante y valiosísima si­

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tuación sería que al menos hubiera un claro respeto, calmo y amable, por la actitud de busca de un integrante de la familia, aunque los demás no compartieran su inte­rés. En ese respeto libre, desde ya que también se apre­cia crecimiento.

Se puede hablar de un caso especialísimo cuando con un com pañero de vida se establece la responsabi­lidad espiritual del crecim iento com partido. La deci- •.ión de ir hacia un camino espiritual, con un com pañero en esta vida, es la de com partir todo com pletam ente juntos.

Se hace extraño encontrar casos así; pero los creci­mientos son sublimes.

N os hemos encontrado con parejas muy espiritua­les que recorren el camino, en las cuales el marido está muy deprimido, porque la esposa decidió no tener rela­jo n e s sexuales, y volver a un celibato, creyendo que así i omienza el camino de la limpieza en el sendero espiri­tual. Esto es un fundamentalismo disfrazado con frases dpi tipo:“Todo mi amor va a Sai Baba, a Buda, a Jesús...” .

Si elegiste la vida de familia, que es toda una respon­d í MÍidad, por algo no elegiste ser una ermitaña célibe en UfU cueva o una monja en un convento, elegiste tener un *i •! io, un com pañero en esta vida, para amar, para com- ■at i ir todo ese am or con toda la creación.Tu deber dhár- hiii ■ i, en todo caso, sería que ese am or lo hagas con tu iij» >',o y lo canalices a toda la creación en ese instante.

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Pero si realmente quieres ser célibe, háblalo, com ­pártelo con tu marido, con tus hijos, con tu familia, a ver si están de acuerdo, porque si lo haces sola sin compar­tirlo, hay un karma que vas a tener que saldar.

Si todos, por respeto y am or te dicen: “ Sí, te ama­mos, te lo permitimos, estás libre de hacerlo” , entonces estás ya liberada de ese karma.

N o se mientan en esa búsqueda de la divinidad fuera. Todos tienen ya su propio y privado Swami, cuando eligen tenerlo en su vida, en la forma de un esposo o esposa.

¡Q ué maravilla que puedas tener ahí la maestría! La maestría suprema espiritual y no ten er que buscarla afuera!

Si lo hicieras correctam ente, compartiendo con toda la creación al mismo tiempo, hagas lo que hagas; pero com partiéndolo con la vida, es la form a más rápida de llegar a la realización interna.

En tu pareja, tienes a tu propio Swami, tu propio ser de luz, tu propio corazón a quien abrazar, todo el tiempo que sea, y no tienes que ir a la India, lo tienes acá, a tu lado, en tu casa, en tu cama...

Si la reflexión, com o suele suceder, nos llevara a un caso similar al de los padres u otros miembros familiares, que se oponen activamente, o tratan de entorpecer con su energía y presencia física tu búsqueda de la verdad; es decir que en la pareja se produce ese rompimiento, ese desgaste continuo, porque uno de los cónyuges rechaza y sufre, o se molesta explícitamente por la dirección de

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vida que el otro está tomando; ése es el mom ento clave de la com unicación, de la exposición más sincera y descarnada de todo lo que les sucede a los dos personajes en esa situación, sabiendo que hay que priorizar la com­prensión, que más allá de ser el esposo de... o la esposa de... son amigos que se han amado y todavía aman.

Si ese am or es genuino, no puede dar paso al odio o H rechazo, o la venganza y la violencia.

Si es am or lo que los ha unido, ese am or está allí, manifiesto en la expresión absoluta de lo que están vi­viendo sus corazones en esta etapa, y tómalo a él o a ella< orno tu m ejor amigo, trata de entenderlo con com pa­sión y tolerancia, con humanidad y háblenlo todo, no intentando sacar provecho el uno del otro, sino buscan­do un camino afín de entendimiento.

Son sólo personajes que pueden estar en ese m o­mento a la deriva; pero la verdad está allí, esperando, que la reacción emocional se calme y se aleje, y se vean las respuestas del corazón.

El otro no es tu adversario, es otra form a de ti mis­mo Tu y El son dos caras de la misma m oneda,que quizá

han perdido en una situación y no logran ver el i-snorama com pleto. Q uizás, las visiones disímiles los Iflgañan aún más, haciéndoles c re e r que la de uno es N al en detrim ento de la del otro . N o es así. N o hay ¡(tir ganar. Sólo ceder, escuchando los argum entos del I t io , y luego sí, pasarlo por el corazón. Llevarlo a ese lugar sagrado, donde uno intuye que es lo más ade- i^ id o para llevar a cabo.

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Sí hay tensión, no funciona. N o es sano. Si hay dis­tensión y un com prom iso inteligente y calmo, todos sa­len favorecidos.

N o podem os poseer a nadie. Eso ya lo sabemos, aunque tengamos que recordarlo cada día de nuestras j vidas.

N o podem os manipular ni com prar y vender afecto en una relación. Sólo podem os dar amor. Lo que no ten­ga que ver con ese amor, se va, tarde o temprano.

Si una pareja no acepta nuestra búsqueda espiritual, quizás, es tiempo de seguir el camino solos. Si, en cam­bio, podem os hacerlo juntos, sin caer, a su vez, nosotros en com portam ientos fundamentalistas, que además no tienen nada que ver con el genuino am or y el compartir, la oportunidad de crecer se hace espléndida.

Sin perder nuestro afán por la verdad, siempre de­mos la chance al otro de que nos entienda, de que pueda aceptarlo, y desde la libertad com parta las etapas que él considere en ese mismo trayecto.

El am or nunca termina. Si es amor, siempre perma­nece. Q ué m ejor prueba que experim entarlo en la fami­lia, cuando uno encara con convicción una búsqueda espiritual.

Aunque estuviésem os solos o se decantara una re­lación que no se estaba tornando sana, no hay que ir a la India, no hay que ir a ningún lugar, no tienes nada qua conseguir, nada que salir a buscar, ya está ahí, ya estáy aquí, sólo tienes que darte cuenta.

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Sólo am or incondicional...

Es una cuestión de elección. A m or incondicional o enojo, ira, apego, ego.

Elige lo que sea más divertido para tu vida.

Te quedas con el corazón o te quedas con el ego.

Te quedas con la pelea, con el rechazo o con el ver­dadero amor.

Tienen que elegir.

¡El am or es mucho más divertido!

Sé feliz, sean felices...

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ELIJO DESPERTAR

“Todos nos cream os los unos a los otros continua- Bfnente” .

La mente es todopoderosa, tú nos has creado en B fs ie instante frente a ti.

Tú eres el cocreador de tu vida, tú eres Dios en tu ■ fo p ia vida y eliges las experiencias que van a embelle-

> ei o estancar tu manifestación en el planeta.

Fú nos eliges para este diálogo, y nosotros mismos p ¡ sarrios tu existencia para poder com partir todas estas jN '^'Tianzas con la gente.

Una duda recurrente se refiere al libre albedrío. ¿Qué ti libre albedrío? ¿Tenemos libre albedrío?

En una apreciación básica del mundo, tendem os a ■Ptp i' que si podem os elegir en este instante lo que que- Nm< >s ver, hacer, no hacer, ponernos, movernos, ya esta-

f c e i teniendo un libre albedrío.

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A hora observém oslo con detenimiento. Son sólo elecciones, si es que son elecciones...

La mayoría son acciones-reacciones de programas preestablecidos, no el real libre albedrío.

Veamos cuáles son las sutiles diferencias y las elec­ciones de cóm o cambiar los programas preestablecidos. Para eso se necesita de la conciencia.

Tenemos que darnos cuenta de que si todo es Dios, com o todas las enseñanzas espirituales lo dicen, y todo fue creado por, para, de, desde Dios, entonces, el único que tiene el líbre albedrío es Dios.

Sólo el libre albedrío es poder elegir todo, en cual­quier lugar, en cualquier situación, de cualquier modo, y quién puede hacer eso sino Dios..., con lo que vamos a la conciencia, es decir que si uno se siente un ser divino, sí tiene libre albedrío.

Ustedes eligen en este mom ento si quieren estar ahí sentados y simplemente “ ser” , sin ningún pensamiento.

A hora la pregunta es: ¿pueden hacerlo?, ¿pueden no tener ningún pensamiento y estar simplemente siendolo que son?

Si no lo pueden hacer, entonces, van a tener que practicar...

Si estam os viviendo conscientem ente, sólo en el j momento, aquí y ahora, sólo en ese m om ento y desde« esa actitud, podem os elegir cóm o interactuar con laj creación.

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Si controlas la mente y estás aquí y ahora, en este momento, no sólo controlas tu propia vida, sino que controlas toda la creación.

N o es fácil. Se necesita práctica.

N o es maravilloso reaccionar desde la conciencia ilivina, que incluye a todo el universo, que ama a todo, y <|ue es todopoderosa en su creación.

Esa es la única elección final: o actúas desde el per­sonaje o lo haces desde la conciencia.

De acuerdo con lo que hagas, es la vida que llevas: mundana y triste, o bella y perfecta.

Estar en el momento, es el único instante en donde puedes decidir todo. Es el único instante en el que estás fii todo. Sos todo. El resto es imaginación.

Es decir, hay infinitas probabilidades cuánticas de lo •|ue podría sucederte en este instante, y de esas millo- fu-s y millones de posibilidades, tú estás tomando una y luciéndola real, sólo una de entre millones.

Eso ciertamente parece calificarse com o libre albe- <li 10; pero todo depende de la conciencia con que estés a< mando, si simplemente reaccionas ante la situación sinll conciencia del todo, el libre albedrío parece quedar Hricrminado por la elección de una de las opciones de un .unplio guión que ya está escrito.

Estás eligiendo, y parece ser que lo haces con liber­t a d , una opción, sobre algo que ya está allí, esperando i|wa decidas cuál es tu elección. Es com o un examen de

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opciones, lo que se llama el múltiple choice, sólo que en la vida diaria, no hay dos o tres variantes, sino muchísimas más, según la capacidad de la imaginación que poseas.

Si tú lo has imaginado, lo puedes realizar. El panora-l ma es amplio; pero, así y todo, no escapa a tod o lo que en los archivos universales ya está allí girando, a la espera de se r adoptado por alguien en el momento pertinente.

En cambio, si la elección tiene que ver con saber quién eres, la conciencia divina, la creadora de todas las opciones, la fuente de la sabiduría, el origen del conoci­miento y la experiencia, el Ser; sólo eso puede ser con­siderado com o el único, el magnífico divino libre albedríoJ que poseem os. Decidirnos a despertar, a reconocernos com o lo que som os, y desde ese lugar actuar.

En ese instante y para siem pre, uno deja de reac J d o n a r frente a lo que el mundo nos. o frece , creyendo que elige. En realidad, seguim os siendo elegidos por las circunstancias com o sus personajes de interacción favorita.

Al despertar, al recordar, al saber, al regresar a la fuente, estam os teniendo el libre albedrío final, la capaci­dad de elegir ser lo que som os a conciencia o seguir adorm ecidos en el juego. Sólo eso.

¿Quiénes son ustedes? ¿De dónde vinieron? ¿A dón­de van?

N o som os el cuerpo. N o som os la mente. Som os la que som os, la conciencia, el paramatma, el alma univera

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sal, la conciencia divina. Nunca podem os cansarnos de repetir esto. Es el único concepto verdadero. El único que existe.Todo lo demás es una sombra. La som bra que '.igue al Ser; pero que no es real, de mom ento que de­pende de la luz del Ser todo el tiempo. Es decir, tiene una realidad dependiente en todo caso.

Recuerden practicar el hecho de estar conscientes iodo el tiempo que puedan, hasta que se haga algo tan i-i'llo y buscado. Un hábito divino. Un manantial natural de paz. Pronto no habrá que buscar más. Uno ya encon-11 o. Lo que siempre buscábamos, es lo mismo que nos buscaba a nosotros.

O tra comprobación muy reveladora es que no se necesitan los sentidos para ser o existir.

Esta noche, cuando vayan a dormir, cierren los ojos, fligan que el cuarto esté oscuro, con el cuerpo ubicado i ■ n comodidad y díganse a ustedes mismos:“ Yo no exis­tí», yo no existo” . En ese momento, alguna parte tuya va i aflorar y te va a decir: “ Sí, yo existo, yo soy” .

Hay algo en nosotros que sabe que siempre som os.

Ls esa conciencia divina o lo que nosotros llama-( onciencia, aquí, en este instante, sin im portar lo

esté sucediendo en este momento en tu vida.

/Podemos com prender lo que es estar siempre en |'i f senté sin im portar lo que esté pasando? ¿Podemos

en práctica?

Pi ucben ahora de hacerlo. Ser consciente de quién f ü , ñ i.ís allá de todo lo que le esté sucediendo a tu

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personaje en este instante. Más allá del trajinar de los sentidos, estás tú. El Yo eterno. Lo reconoces en este mo­mento. Pronto se podrá vivir esa comprensión de la verdad, de la unidad, del Todo, en cualquier lugar y momento, sin necesitar ir a practicarlo a la oscuridad o soledad de tu cuarto, en los momentos cuando la vigilia da paso al sueño. Lo que es cierto y fascinante es que no se puede hacer las dos cosas al mismo tiempo: o eres o estás en el mundo.

N o es que el mundo cese; sino que el mundo queda com o un campo de juego. Si tu estás en tu verdadero estado, en tu conciencia divina, disfrutas del mundo, jue­gas con él; pero el mundo ya no juega contigo.

¿De dónde venimos?

C ontéstense ustedes. ¿Qué es lo que sienten?Van a tener que entrar en ustedes y preguntarse: ¿De dónde vengo, a dónde voy?

Y elijan el rol. ¿Tienen ganas de jugar en el mundo o prefieren que el mundo y la creación los jueguen a uste­des? ¿Quieren ser un títere más en la Maya o quieren ser el titiritero?

Pero no es fácil. Requiere de mucha práctica y la única manera de lograrlo es practicando, practicando, practicando.

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¿QUÉ SIGNIFICA SER ESPIRITUAL?

Pregúntate a ti mismo:“ ¿Qué es lo que no es espiri- | lu a l? ” .Si todo es Dios, todo es divino.

En la Biblia, / en todas las religiones se dice:“ En el Brom ienzo, todo era Dios...” .

Tendemos a ponernos muy serios, muy solemnesI mando hablamos de espiritualidad.

Tratamos de que parezca im portante y especial. B lW q u e hemos puesto a la espiritualidad com o algo se­

l-arado de nosotros, y por arriba nuestro, entonces, lo B lfatam os com o algo diferente y distante.

Hem os creado palabras com o la realización, la li- l l i n c ió n , el fundirse con la idea de Dios. H em os puesto

|i«o en pedestales, com o algo tan inalcanzable, que Itiho debería trabajar día tras día para alcanzarlo, y así

l i n d o llevaría muchas vidas p oder acercarse a ese ^tado.

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La verdad es que siempre estuvimos liberados, siem­pre estuvim os realizados.

Lo único que tenem os que hacer es liberar la men­te, liberar los celos, liberar las em ociones enfermas, libe­rar los sentimientos de ira y envidia.

O, en todo caso, controlar todo eso. En el mismo instante en que podem os controlarlo, ya estam os en nuestro estado divino de la liberación, y no tenem os que buscarlo afuera en pedestales inalcanzables.

C uando yo estaba en mi búsqueda, había libros que te enseñaban a con tro lar la “ m ente del m ono loco” , te enseñaban a m editar sobre esta posición, tan adecuada, de la flo r del loto, y cóm o silenciar la m en­te. Había que aguantar en esa posición mucho rato y yo no podía sop ortarla mucho tiem po; en cambio, un amigo podía hacerlo por mucho, m ucho tiem po. Yo sólo podía m editar de esa m anera por media hora, mientras que un conocido nuestro lo podía hacer tran -, quilam ente p o r tre s o cuatro horas. Era muy frustran­te verlo .

Este com pañero de meditación se levantaba moles­to, enojado, entendiendo que tenía que ir a meditar. Y después de hacerlo, cuando salía de ese estado de medi­tación de tres o cuatro horas, seguía con la misma cara y la misma actitud de enojo que antes.

Entonces, un día yo le pregunté cuando salió del cuarto de med¡tación:“ ¿Qué es lo que haces ahí adentro?”.

“ Yo me fundo con el Señor” , contestó.

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Te aseguro que no se estaba fundiendo muy alegre­mente...

Com prendam os que si uno no se funde con toda la creación, si no se funde con am or incondicional con todo lo que te rodea, no te vas a poder rundir con un “ señor” , o con la idea de Dios que tengas.

N o hay un Dios ajeno y distante, con el cual hay que hacer méritos y penitencias, mientras no podem os vi­brar en am or por nuestros semejantes y todas las fuen­tes de vida que nos recuerdan a cada instante que nosotros estam os vivos.

Sai Baba nos enseñó, en la India, que sólo se necesi­tan doce veces por día, de doce segundos para decir:” Ya he meditado” .Y la mente empieza a ser colocada en su lugar. Es un ejercicio en que nos observam os el dedo l-iilgar por doce segundos, y focalizamos la mente para< ontrolarla.

Cuando realmente la meditación genuina es amar a Dios en todo, lo otro es concentración, focalización de |l mente. Lo que de por sí es una práctica magnífica, para U" deambular con los pensamientos, permitiendo que é ,io s nos alteren.

Volviendo a la historia de nuestro com pañero de meditación, lo que él hacía era com petir para ver quién ira más espiritual. N o estaba, en realidad, fundiéndose él ftmmo con toda la creación.

Yo dejé de hacerlo del todo, incluso cuando sentí I tn t ro de mí que no debía mentirme en ese aspecto.

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¿De qué servía exigirme una postura, si mi corazón no sentía compasión y empatia?

La misma gente que estaba en las prácticas con no­sotros com enzó a decir: “ Mmm, se apartó del camino, no está teniendo una actitud espiritual” .

N o me im portó esa opinión.Yo sentí que no quería ninguna técnica de meditación, si no hacía carne en mí, la genuina sensación del am or por todo lo que me rodea­se, no quería nada con las llamadas prácticas espirituales, si no eran genuinamente desde el corazón, primero sin­tiendo un profundo am or en mí y, luego, proyectándolo, envolviéndome en el todo.

Todos tardam os años en darnos cuenta de eso.

Entonces, ese amigo fue un espejo perfecto. O tra parte mía. Un m aestro que me enseñó a no hacer eso.

Pongamos a la meditación en el lugar correcto. La meditación genuina, y que, además, viene de la alegría y del amor, es el instante en que hagas lo que hagas, lo estás haciendo conscientem ente amando a la creación.

Es más, si no te estás divirtiendo, no lo hagas, por­que no es lo más apropiado.

“ D iversión” se entiende por alegría, alegría existen- cial. En ese momento, conéctate con lo que haces y de­dícaselo a la creación. Ésa es la meditación continua, la meditación de veinticuatro horas por día.

Eso incluye cualquier actividad que no sea netamente espiritual, por ejemplo, si estás arreglando un objeto, di­

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ces:“ Q ue todo el que toque esto, sienta mi am or incon­dicional” .

Haciendo una actividad física:“ Q ue todo el mundo se sienta tan maravilloso y activo y feliz com o yo, y se den cuenta del Dios que existe dentro de ellos. Q ue sean sanos y felices y alegres” .

Incluso ten er la grandeza, si estás enferm o, sin­tiéndote mal, descom puesto, diciendo, que se perm i­ta, aliviar de ese m odo, con tu do lor y malestar, el sufrimiento de varios o tro s que están enferm os en ese mismo m om ento, y que aún no tienen la capaci­dad de salir de su do lor solos, y perm anecen en la queja y el sufrim iento.

Incluir a todos, incluir al universo, amar a todos. Y de ese modo, nuestras acciones, sentimientos y pensa­mientos son todopoderosos. Cuando estas cosas están juntas, son una viviente, bella, herm osa form a de mani­festar a Dios.

N o hay excusa para no hacerlo. Háganlo, del modo en que ustedes sientan, pero disfrútenlo todo el día.

O sea, no más posición de loto tres horas por día, esto dicho con absoluto humor. Aunque, si te da satis­facción, si lo disfrutas, si te gusta, hazlo. Pero no com o un requisito, no para aparentar, no para dem ostrar algo.

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LA DEVOCIÓN, SIN ENGAÑOS

Interpretamos distintos roles, sin embargo, todos le pertenecen al alma universal... El paramatma del que ha­blan tantos santos y sabios... La conciencia suprema. El eternoYo.Verdaderam ente no tiene ni nombre ni forma, aunque se lo llama así, para que la mente lo entienda de algún modo.

La devoción es una herm osa experiencia por la que, •n algún punto, sí hay que pasar y transitar. La devoción, la adoración, la idolatría hacia un ser exterior. Al menos, te abre el corazón y va bajando el ego.

Hasta que llegues a un punto en que te des cuenta de que estás haciendo una separación entre Dios, el am or y tú. Siempre estuvieron unidos, toda separación es par­tí- de la dualidad a la que nos lleva la mente, que no ha podido comprender la unidad, o que la entiende desde unI a mto de vista meramente intelectual; pero no logra vivirla.

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Dios y tú no están separados. El am or es la esencia de Dios, su manifestación; y Tú eres eso.

La form a más clara de tratar que esa separación desaparezca, de una vez por todas, es que ya que crees en una idea de Dios, sea cual fuere, ámala de un modo tal, tan incondicionalmente, que entonces sí, en un pun­to, te fundas en esa imagen, y sientas que son lo mismo. Tú te conviertes en eso.

Ya no hay más separación, y entras en tu visión de la que es Dios.

Ya no está Dios allí y tú acá. Hay un am or que con­sume todo y genera una unión.Te pierdes en ese amor, te pierdes en la idea de Dios. Com prendes que eras mucho más que este cuerpo, que es absolutamente limi­tante, con respecto al estado real del Ser.

Krishna dice, en las sagradas escrituras de la India: “ Ríndete ante mí. Entrega sentimientos, em ociones, ac­ciones, palabras, y en ese instante en que entregues todo, te fundes en mí, te fundes en la idea de Dios. Te vas a perder en mí” .

Lo que, obviamente, significa que te ganas para siem­pre a ti mismo.

' iSon las mismas palabras de Jesús:“ Ama a tu prójimo

com o a ti m ism o” ,“ Dios, Y o y el Padre som os uno” ,“ El que me ve a mí, ve al Padre” , “ Ustedes están hechos a imagen y semejanza de D ios” .

En el m om ento en que esa adoración vuelve a colo­car a esa figura en un pedestal, dijimos que es un paso

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muy herm oso y muy necesario; pero debem os seguir creciendo, no quedarnos en eso todo el tiempo, ya que por más bella que resulte, sigue siendo una separación.

Dios allí y yo acá, no es verdad. Si todavía tu m en­te se interpone y no te deja creerlo con simpleza, vuelve a leer y releer las frases tan sublim es que so ­bre ese concepto nos han brindado los grandes avata- res , los s e re s de d iv in idad c o n sc ie n te que han encarnado en el planeta, y que son ven erados por las distintas religiones.

Es verdad que la mismísima trampa del fundamenta- lismo.de la cual son claro ejemplo muchos llamados cre­yentes, oculta el real significado de esas frases, sobre la divinidad en todos, y lo interpreta según su convenien­cia, cubriendo su sentido esencial, y justificando más di­visión y distancia entre un Dios allá, en el Cielo, y los culposos pecadores que han caído a la Tierra.

Eso es mentirse a uno mismo. Seguir creyendo en el rol de la víctima, com o para cubrirse por toda clase de comportamientos, que te impiden desarrollar tu ser di­vino, y te mantienen atado a tu humanidad, con visos constantes de animalidad.

Una vez, en la India, estábamos con Sai Baba en un cuarto, en el cual también se encontraba un hombre, indio, de una cierta edad. Era época de festividad en esos días y había mucha adoración por todos lados.

Entonces, le dije a Swam i:“ En este momento, esta­mos viajando por el mundo transmitiendo el mensaje de

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la unidad y el ecumenismo, del Maestro interno, y ade­más viene gente de todo el mundo a verte, para que les enseñes y a com partir tanta magia, tantas maravillas que tú transmites. ¿Por qué permites tanta adoración que no es lo que realmente enseñas?” .

En ese momento, el señor indio que estaba en el cuarto se tiró a los pies de Sai Baba y le dijo: “ Soy tu mayor devoto, te adoro, te sigo por donde estés...” .

Entonces, Swami lo agarró de los hombros, lo le­vantó y le dijo:“ No, no, no, esa adoración es una mentira, es dualidad, es separación. Tú eres Dios, tú eres Swami, siempre lo fuiste, atrévete a saberlo de una vez por todas” .

El hom bre era muy mayor y, quizás, ya se estaba por ir de este plano, entonces, Swami le dijo:“ N o tienes más tiempo, entiéndelo de una vez por todas” .

Ésa fue una form a muy bella de contestar a mi pre­gunta. Sai Baba trabaja de ese modo, con la metáfora física o mental, o interna, o en sueños.

Cuando lo conocimos por primera vez, en su Ashram de Prashanti, en la India, estábamos fascinados por su energía, su presencia, su carisma, su mirada, sus movi­mientos, sentíam os que era una oportunidad diferente a todo lo que habíamos conocido; y Él se acercó y nos dijo:“ N o, no más separación, tú eres tu Maestro.Tú eres Yo. Yo soy Tú. Basta de dualidad, de engaños” .

Cada vez que me acercaba y le decía “ Swam i” (que significa M aestro), él me decía:“ Sí,Swam i” .“ ¿Qué, M aes­tro ?”

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Claramente, me llevaba a discernir, que no buscara sólo maestría externa, y supiera que toda esa fuente tam­bién estaba en mi interior.

El nos tocaba la ropa, el cuerpo y nos decía:“ ¡Esto no existe, esto no existe. Son burbujas en el océano!” . Él mismo se tocaba y decía: “ N o existe...” , haciendo una clara referencia a lo ilusorio de los sentidos, que se iden­tifican con un cuerpo, con lo que tiene nombre y forma, y lo consideran tan real com o para perderse en ese per­sonaje, y olvidar aquello que le da vida a ese mismo y a todos los personajes que interpretamos y que también está actuando toda la gente que podamos llegar a conocer.

Lo único que existe es el Dios interno. El Maestro interno. La conciencia. El paramatma.

Aquel que todavía hoy tenga necesidad de tener un Dios ahí afuera, está perfecto; pero que lo ame con tan­to am or com o para fundirse en Él, y que ya se vaya la forma, de una vez por todas. N o podemos inspirarnos sólo con las fotos. Está perfecto para una etapa del cami­no, pero no lo prolonguemos más de ese tiempo.

La Madre Teresa decía:“ ¿Cóm o pueden amar a Dios en una imagen? ¿Cóm o pueden creer que Dios tiene Imagen? ¡Q ué todo sea D ios!” .

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LA MAESTRÍA

C om o pauta principal, debem os ir entendiendo, pri­mero, y viviendo, después, la verdad; a medida que el amor se expande. Eso lo vamos a comprobar según cuánta actividad realicemos.

Sea lo que fuese que hagamos, tratem os de encon­trarle la sensación de calma y confianza, lo que va a ge­nerar un genuino deleite en hacerlo.

N o el placer que espera retribución y gratificación. Tampoco la necesidad del resultado.

El goce, que resulta de saber que no hay tensión en lo que hacemos, porque no hay presiones de ningún lo- gro. N o hay expectativas por los resultados. Sólo está rse preciado m om ento en que actuamos con nuestra mejor sensación de que lo que se hace es correcto para U situación. Si, además, con esa actitud, se puede añadir

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el servicio, es decir, ayudar a alguien con esa tarea, el círculo cierra en forma impecable.

¿Qué puede haber más valioso que estar en el pre­sente y dar una pauta, y una visión coherente, para quie­nes nos rodean, de cóm o despertar a la verdad?

El germ en de la infelicidad está en nosotros mis­mos, con todos los parámetros mentales que nos han estado dominando, y que seguimos eligiendo al no estar conscientes. ¿Cuándo vamos a reem plazar ese mecanis­mo de una vez por todas?

Cada ocasión que se presenta es la m ejor de nues­tras vidas, porque es la única que existe para ejercitar la conciencia y aplicar lo que el alma ya sabe, y todavía no se ha atrevido a manifestar.

Es el m om ento de no rendirse al personaje. De con- 1

trolar la reacción. De actuar desde el Ser, que es la única realidad. En ese preciso momento, ya no se puede hablar j de éxito o fracaso, de logro o frustración. Ya estam os más allá de los resultados. N o le pertenecem os a ellos. Ellos no definen quiénes somos.

Som os lo que siem pre fuim os; pero ahora lo sa- i bem os.

N o tengo que pedir más ayuda externa, sino gene­rarlo todo en mí. Saber que allí está, y expresarlo.

Los grandes seres vienen para eso a nuestras vidas.A recordarnos que estam os soñando y que es hora de I reconocerlo com o tal, y elegir despertar.

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El mismo Maestro aparece en nuestro sueño com o parte de él, porque si no lo viésemos en el mismo am­biente en el que aparentem ente desarrollam os nues­tra v id a , al a lcan ce de n u e stro s sen tid o s, no lo reconoceríam os.

N os cuesta tanto escapar de lo que vem os y toca­mos; no nos es fácil cerrar nuestras ventanas al mundo durante un espacio, aunque sea breve, para intuir aquello que los sentidos tratan de opacar.

Un ser consciente de su iluminación elige volver a encarnar, por el placer de ayudar a que tantos puedan recordar su naturaleza y su verdad.Acelera el juego y la comprensión de muchos. Hace que las conciencias indi­viduales se eleven, produciendo un efecto que expanda la conciencia colectiva planetaria.

Estos seres nos dan su luz y nos conducen a la com prensión de que esa luz ya está en nosotros, y hay que seguir disem inando ese mensaje y el ejem plo dia­rio de lo que uno hasta ahora sólo entendió intelec­tualm ente.

Es hora de elegir, en esta encarnación, experim en­tar lo glorioso de saber a conciencia que som os creado­res perm anentes.

Una mitad nuestra todavía necesita al M aestro. La otra mitad ya sabe que el M aestro está en nosotros, ‘•i nos recon ocem os en ese potencial de los m aestros, pod em os te n e r la m ism a capacidad de p ro d u cir m¡- U gros.

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108 Claudio Mari.i Domínen-;

El prim ero sería, ya en nuestr .1 vida, cambiar la per­cepción de todo lo que nos est.ib.i limitando.

Saber que el dolor dependí - < le una información erró­nea. Si cambio la comprensión de lo que yo consideraba situaciones que me llev.il>.m ,il dolor, el efecto es instan­táneo, y el sufrimiento es entendido bajo una óptica to ­talmente diferente, y muy pronto dejará de serlo. Las cosas seguirán siendo l< > que so n ; pero nunca más lo que yo creía que eran.

Ya no hay que ir a ningún lado, para estar en todos lados.

El Maestro, en su rol, siempre hace lo que uno de­bería estar haciendo.Viene a recordarnos cuál es el me­jo r papel d e n tro de esta evo lu ció n que estam o s transitando.

Uno empieza a ver el mundo cada vez más pequeño, y lo que uno es cada vez más en primer plano.

¡Q ué maravilloso mecanismo es la voluntad de Dios por experim entarse!

Som os seres perfectos que, a su vez, cream os per­fección. Q ué labor más bendita que dar muestras conti­nuas de hacia donde va el camino, ser lámparas que iluminen senderos de otros cuando tiendan a desfallecer.

Transitamos por toda la gama de sensaciones y e x ­periencias, para dar testimonio a otras formas de lo que Yo soy, y asistirlas en su aventura de volver a casa.

En esas ocasiones en que no parece cabernos en el cuerpo tanta felicidad, es obvio que no es el cuerpo el

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que puede contenerla. Es la dicha del Ser la que permite que el cuerpo y la mente experimenten tanta belleza. Recordar siempre eso, es despertar.

El desafío divino es cóm o hacer para mantenerse despierto. Cuando hemos tenido esos sueños mágicos, en los cuales vivimos otros roles, en otros lugares, con otros seres, o som os nosotros, en nuestros personajes habituales; pero en situaciones que desafían toda lógica y ley de gravedad, viviendo aventuras extraordinarias, que mientras duran en el sueño, parecen completamente rea­les. Decididamente no querem os despertar.Y cuando lo hacemos, lo lamentamos. Era mucho más interesante quedarse en ese sueño que haber despertado en nues­tro cuarto para un nuevo día de rutinas agobiantes. Es más, la exclamación que acompaña es “ qué sueño divino; no quería despertarm e” .

Eso nos sucede porque seguimos creyendo que to ­das las experiencias, tanto las del sueño com o éstas, del estado de vigilia, son reales.

Todo es tan relativo. Lo apasionante de este estado de relatividad es que nadie puede asegurar cuándo está soñando y cuando está despierto. Las sensaciones de ese estado al que llamamos sueño, mientras duran, son tan reales com o las de este momento en que creem os estar, sin embargo, despiertos.

D espertar es saber la verdad sobre el estado de esas dos sensaciones, la del sueño y la de la vigilia.Ambas dependen del Ser, ambas son expresiones del Ser, para que el juego se haga más apasionante, y lleguemos a la

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no Claudio María Domínguez

sabiduría de com prender cada situación, en su verdade­ro origen.

¡Q ué maravilla, si la nueva expresión que nos brota­se del alma fuese:“ ahora que sé, ahora que desperté, no quiero dorm irm e más. Q uiero estar bien despierto, para que el sueño no me invada nuevamente” !

Por supuesto que todo sueño puede ser divinamente disfrutado, en la medida en que siempre estem os aten­tos y sepam os que se trata de un sueño.

Q ue el ego no nos domine. Lo que siempre va a surgir es una sensación de gratitud y alegría, que es la resultante de permitirnos recordar y experimentar ese deleite, y des­de esa sensación ayudar a que otros recuerden.

Ese servicio nos lleva, a su vez,a un estado de pleni­tud. La retribución instantánea es que Uno permanece más fírme en el recuerdo de la verdad, cuando asiste a que otros también accedan a ese estado.

La dicha que brinda el anclarse en la verdad, perm a­necer en el estado de com prensión y experiencia de la conciencia universal, no se com para con nada conocido en el mundo exterior.

Aquel que se sutiliza de este modo va escapando al magnetismo de la Tierra. Magnetismo en el sentido literal de la palabra. Hipnosis terrestre.Atracción de los sentidos por lo mundano. Las trampas del placer y del dolor.

H acernos livianos y sutiles es quitarnos las cargas, y elevarnos por sobre la gravedad del mundo. Ya nada es grave. Lo único trascendente es el Ser.

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Seamos los espectadores de nuestra propia pelícu­la. O bservém onos en forma desapegada. La pregunta continua debería ser: “ ¿A quién le está sucediendo esto?, ¿quién es el que sufre?, ¿quién es el que goza?” .

Separar todo el tiempo a nuestro verdadero Ser de la manifestación física que tenem os en nuestro paso por el planeta.

Separarnos de la mente, y controlarla desde el inte­lecto, que es la voz de nuestra conciencia. Esa conciencia que sabe, todo el tiempo, cóm o vivir en estado de gran­deza y evolución. La que nos recuerda que la liberación siempre está allí.

Sabemos que no som os este cuerpo y sus actitudes. Somos lo que anima el cuerpo y decide sus actitudes. Si lo entendemos y obramos en consecuencia, nos vamos qui­tando cadenas y dejamos de mimetizarnos con el mundo.

Cada instante debería ser un ritual de conexión con lo que som os, con nuestra esencia de luz. Cada movi­miento por este plano, una celebración de la conciencia. Cada paso, un reconocim iento de quién está manejando esos pasos.AI exponer la apariencia del sufrimiento, uno lo aisla, com prende su mecanismo, que tiene que ver con los resortes del pensamiento, y lo vamos alejando de nosotros, y minimizando cada vez más.

Lo grandioso es que se puede ser muy dichoso, estando aquí, en el planeta T ierra . Es toda una deci­sión, corajuda e inteligente; pero está allí, al alcance de la mano.

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Una vez que se va logrando esa sensación, ya no la perdem os. Podemos volver a ella, para seguir inspirán­donos en este viaje de elevación consciente y de retor­no a casa.

La sensación de la dicha ya no se pierde, una vez sentida. Es cuestión de recrearla. Ya está en las células. En las nuestras y en las del universo. En nuestros áto­mos. Recordam os lo que siempre fuim os,y esa memoria no nos abandona más. C rece todo el tiempo.

El desafío es no ocultar bajo el velo del mundo esa com prensión, una vez que se la ha adquirido, rem em ora­do y redescubierto. Y a no se vuelve atrás, después de em pezar a recordar.

Ese recuerdo nos acompaña siempre, y nos insta y estimula a recordar más y más y llegar más rápido a sum ergirnos en ese estado de liberación, que nos llama desde siem pre.

Nunca más quedarse en escenas aisladas de la pelí­cula, sino ver el Todo, en todo momento.

Todo es divino, en el sentido absolutamente literal de la palabra.Todo proviene de Dios.Todo es Dios. Dios es la palabra que elegimos para significar el Todo.

Todo es Uno. El Uno es todo.

Si la m ente se vincula con la esencia, con el Ser, sólo puede llevarnos a sentir belleza, luz, goce, unidad, dicha. Eso es sólo un prólogo de aquello que las palabras no pueden definir, porque ni siquiera la mismísima mente puede abarcar.

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La intuición nos hace saber que es indescriptible el estado de fusión consciente con el Todo.

Lo grandioso es que no hay que esperar nada, ni siquiera ir hacia ese estado.Ya estam os ahí. Se trata sólo de perm anecer en la conciencia de que ese estado es el único real, y existe todo el tiempo.

Recién ahora puedo sentir, más allá de la com pren­sión, esa frase que una y otra vez repiten los Maestros: “ Todo lo que ves es parte de ti” .

Son mis distintas partes, mis distintas formas, reco­rriendo su camino, aparentemente en forma indepen­diente; pero sutilmente conectadas, olvidando, a veces, recordando otras veces.

Cuando una parte recuerda, reconoce a las otras y las ama.Ya no puede más que amarlas. Las ama des­de la com pasión, desde la com prensión, desde la uni­dad. Prim ero lo entendem os desde el cam po mental; luego, lo podem os experim entar. Conocim iento, e x ­periencia, dicha.

Hay tanto am or en juego. Todo es movido por el amor. Todo, aun lo que parece opuesto, responde a ese plan divino.

La telenovela es atrapante; pero, en realidad, como dicen los avatares: “ Nada puede ser destruido en su esen­cia. En el juego de la energía, que se convierte en mate­ria, todo se termina, para volver a comenzar. En la verdad, nadie muere.Todo simplemente es” .

Muchas almas están teniendo, en estos momentos

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en el planeta, atisbos, re sp la n d o r» d e la gran verdad y su grado de ascensión a la conciencia divina se está ace­lerando. Cada uno elige los elem entos con los cuales trabajar ese designio divino, ese plan perfecto, transmi­tiendo, comunicando, expresando en la vida diaria un com portam iento evolutivo claro y coherente. Lo que uno afirma debería ser lo que uno vive.

Para la gran mayoría, el cuerpo se ha tornado en un obstáculo. N o debería serlo. Hay que m overse dentro de él, por el planeta, con sabiduría, con valoración y gra­titud por ese cuerpo; pero sin identificarse con él.

Manejarlo con inteligencia, distanciándose de él y, al mismo tiempo, agradeciendo a cada célula, por obrar con perfección cósmica. Es un instrumento físico que nos perm ite disfrutar tanto nuestro paso por esta expe­riencia. N o hay que dejar que nuestro apego por él lo convierta en algo limitante, que nos ata y atormenta. Q ue no sea un impedimento para que el estado de concien­cia se viva en plenitud.

Si bien es ocioso seguir buscando afuera lo que siem­pre tuvimos, los m aestros que aparecen con su piedad en nuestras vidas nos iluminan el camino, y son el refe­rente de nuestro accionar diario. El ejemplo de nuestro m ejor estado de libertad y dicha. El espejo en el cual observarnos.

El servicio , la naturaleza que es una gran fuente de sanación, los m om entos con seres espirituales afí­nes, aunque ellos aparezcan por espacios co rto s, las lecturas so b re las vidas de seres conscientes de su

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iluminación, todo eso nos lleva a experim entar ins­tantes de dicha.

Así vamos llegando, cada vez más, a la contempla­ción interna del Ser.

Vislumbramos momentos de trascendencia, que no pueden ser descriptos por palabras. La mente se aproxi­ma; sabe, pero no puede definirlos. La conciencia, sin embargo, se complace en esa sensación. Se expande y hace que se empequeñezca el efecto del mundo.

Todos los seres que van apareciendo en nuestras experiencias de vida, y especialm ente los más cerca­nos, son m aestros absolutos de lo que tenem os que recordar. Utilizan todos los recursos a disposición para llevarnos a ese sitio. Se manifiestan, com o aquello que yo estoy creando, según mi estado actual de evolu­ción, para desafiarm e y seguir dirigiéndom e hacia mi verdad. Si estoy atento a eso, y me doy cuenta, en todo m om ento en que las situaciones se presenten, por más provocadoras que parezcan, salgo absoluta­m ente enriquecido.

El ego puede sentirse golpeado; pero el alma se re­gocija. Y lo más sorprendente es que, a fuerza de tanto embate, el ego disminuye; y el alma va expandiéndose proporcionalm ente hacia su verdadera dimensión.

Es sólo un cambio de información consciente. Po­demos modificar nuestras vidas entendiendo esto. Pode­mos crecer tanto, sin dejar de disfrutar el juego mundano, Mmplemente dándole a cada cosa su justo valor.

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N o más excusas acerca de cóm o los otros persona­jes de nuestra vida nos afectan y nos impiden expresar nuestro potencial.

N o más excusas para la víctima que ya hemos juga­do a interpretar durante muchas vidas.

N o más culpas desparramadas en los otros y en mí. Todo es lo que es.

Basta de interpretaciones erróneas por parte de mi mente, que se refugia en el simplismo de pensar que no puedo escapar a las condiciones externas tal com o es­tán dadas. Eso es verdad desde la visión mundana, epi­dérmica, corta.

D esde la verdad, todo se observa diferente; y ése es el lugar en el que me sitúo ahora.

A m o y acepto a todos com o son. Cada uno, en su juego de experimentación.

Yo trabajo y vivo mí despertar, aunque los otros personajes sigan en distintos estados de adorm ecim ien­to. Justamente, ése es el desafío.

Si las interferencias desapareciesen, no habría creci­miento.

Es una bendición que las situaciones, según el nivel en que podem os entenderlas y resolverlas, estén toda­vía allí. Siempre tolerables. Gracias a ellas crecem os y recordamos, y la satisfacción es concreta, visible, duradera.

Todo lo que me pasé considerando com o proble­mas y emitiendo juicios tan severos, contra ellos y con­

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tra mí mismo, eran las oportunidades más claras, que yo mismo había creado, en mi camino evolutivo. Y nunca elegí nada que no pudiera superar.

Estamos recibiendo a diario tesoros de experien­cias.Todos los seres que aparecen frente a nosotros son nuestros aliados, en la batalla contra el ego y la ilusión, aunque la mayoría haya elegido olvidarlo transitoriamente. Es más, yo puedo incluso recordárselos. Y ellos tienen todo el derecho de seguir negándolo y rechazándolo. Seguramente, algunos también van a decidir recordarlo y ponerlo en práctica, vibrando con nosotros y con tan­tos otros en un nuevo nivel de conciencia.Todos somos, en distinto grado, divinos maestros y cómplices de esta aventura fantástica.

N o cream os nunca más que los personajes saben todo. N o es así.

Lo único absoluto es la conciencia creadora del Ser. Lo demás es todo muy relativo.

La conciencia divina está en todos los planos de existencia. El nivel humano es uno de esos planos de manifestación.Valiosísimo, por cierto, disparador de es­tados muy avanzados. Poblado de pruebas que pueden ser consideradas muy duras desde la óptica del sufri­miento y el estancamiento. Los elementos de supera­ción de esas pruebas están en todos, todo el tiempo. Sólo hay que reconocerlo, y ponerlo en práctica.

De esto nos hablan los maestros conscientes, des­de el comienzo del tiempo, al menos conocido por no­

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sotros. Cada vez más almas están viendo esto, ponién­dolo en práctica y, aun con las interferencias de rigor, de nuestra propia creación, logrando expandirse en con­ciencia, por ende, en servicio.

Estamos manifestados, como esencia divina, en todas las otras form as que nos rodean.Todas son partes nues­tras, y nosotros, de ellas. Tenemos distintas interaccio- nes.AIgunas muy afectuosas. O tras muy belicosas. Siempre nutritivas,y aportando más y más chances de crecer.To­das van completando el rompecabezas, para que se arm e el Todo. Para esa energía suprema, todo es, y se une y se complementa.

Lo que es notable en el juego es com probar cómo, a medida que vamos ampliando nuestra capacidad de recuerdo y práctica, atraem os m ejores y m ejores expe­riencias, afines con esa expansión. Lo semejante atrae a lo semejante.

La armonía de ese nuevo estado de expresión en nuestras vidas va atrayendo más experiencias conscien­tes de igual belleza. Pueden quedar resabios de barro; pero hay cada vez agua más pura, que los aparta y limpia. Todos som os maestros de todos. N o desde el ego, des­de la más bella humildad que da el amor.

Los sufrim ientos que alguna vez aparecieron no deberían volver, si nuestra convicción y en trega es genuina.

Lo que alguna vez nos aquejó del pasado se ha ido. Más lenta o más rápidamente, según nuestro empeño y

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autocontrol. Según las intenciones, que traen sus consi­guientes realizaciones.

Todas han sido pistas dentro del juego, que ahora podem os observar, con humor y gratitud. Todas cum­plieron su com etido perfecto, para llegar a este mom en­to eterno, aquí y ahora.

Hay que jugarlo, entenderlo, disfrutarlo. Son sólo pocas claves. Podrían resumirse en una sola. Saber la ver­dad. D e eso dependen todas las pistas del juego, habidas y por haber. Es un juego que, de todos modos, sigo crean­do a cada instante, a medida que lo juego. Lo recreo a voluntad.Todo sigue siempre. Es un universo en expan­sión perfecta.

Vemos que todo es nuestra creación. D entro del juego, uno atrae los obstáculos, por el goce de superar­los. Eso nos da la experiencia que completa al cocimiento.

Sólo la mente divina puede crear tantas maravillas de expansión de conciencia, a través del juego de la e x ­periencia. Y nosotros som os parte de eso. A esa fuente pertenecem os. De ella surgimos. Som os eso mismo.

La expansión sigue en todos los planos posibles de creación. Es decir, en forma ¡limitada. De allí que nada termina.

Se pueden unir ambos mundos. Estar con los pies en la tierra y la mente en el plano elevado. El corazón es el cen­tro, el lugar más ecuánime; y el Am or está en todo. Es Todo.

N o perdamos nunca la sensación y la com prensión de que no es más que un juego.

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Dios es el gran jugador. Y tiene tanto humor. Sólo com parable al infinito amor, por lo que todo es creado y recreado.

Hagamos que la etapa del juego ya superada nos permita avanzar a estados más elevados dentro del jue­go. Etapas en las cuales los restos del sufrimiento maes­tro sean mínimos. Tan sólo un recordatorio, cuando estem os en algún nivel de meseta, cuando parezca que nos hemos quedado en un cierto estancamiento. De allí va a venir el impulso de rem em orar lo que ya hemos planeado y que inevitablemente está sucediendo. Una y otra vez: la conciencia, la experiencia y la dicha.

Sería magnífico que nos recordásem os estas tres palabritas cuantas veces pudiésem os durante el día. Así, la m ente se alimenta con la m ejor com ida. Som os eso. N o podem os evitarlo, por más que intentem os escapar de ellas, se imponen invariablem ente. Lo úni­co que logram os, al dilatar el proceso, es sufrir. Y si hay algo que tenem os claro, es que ya no querem os sufrir. Entonces, ¿qué? Conciencia, experiencia, dicha.

Saber lo que pasa, verlo desde otro plano. Desde el ángulo de la verdad y no desde el del engaño ilusorio, en el cual ya nos cansamos de caer. La verdad ya está en nosotros. Recordarla ante cada situación es recrearla, y perm anecer en ese estado, frente al cual todo lo irreal desaparece en el acto. Si nos empantanamos, allí está la salida.

La identificación, ya sabemos, corresponde al cuerpo, a la personalidad. La verdad está muy por encima de eso.

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Todo es Uno 121

Tener la comprensión y la compasión de recordar que ese proceso de creación, que estam os viviendo en forma continua, también lo viven los demás, que ya sabe­mos que son las distintas partes mías en distintos roles y en diferentes etapas de un juego único.

Todos están creando su mundo y fabrican las per­sonas y circunstancias, según sus pautas de crecimiento.

Por esta misma razón, nos unimos determinados seres, en distintas etapas y sectores del juego, de acuer­do con la frecuencia creativa en la cual vibramos y según lo que necesitem os dar al otro y recibir de él. El perfec­to com plem ento.Así nos asistimos los unos a los otros.

Cream os a los otros y som os creados por ellos. C reo y soy creado, al mismo tiempo. Esa es la mayor lección de grandeza y de humildad simultáneamente. So­mos los hacedores que, a su vez, som os hechos por otros. Som os los pensadores, pensados por otros.

C ream os perm anentemente nuestros campos de deleite, de descanso y de batalla, para experim entarnos y expandirnos; pero no olvidemos que no había nada que lograr.Todo siempre está en nosotros.

Elegimos, dentro del juego, no saber lo que nos es­pera, para que sea más fascinante, la experiencia de lo impredecible; pero som os conscientes todo el tiempo de que se trata de un sueño y podem os despertar, te ­niendo siem pre conciencia de quiénes som os.

Si querem os ven cer la adversidad, preguntém o­nos, cuál es la lección que hay detrás de cada sitúa-

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ción que nos sucede. C uando lo entendem os, esa ad­versidad desaparece.

Uno ve para que apareció y entiende que fue creada por uno mismo, según los parám etros en que se fue apar­tando de la verdad, o para llegar a ella con más celeridad. En esa instancia, incluso com prendem os que lo que lla­mábamos adversidad en realidad nunca existió. Fue sólo un estado de creación mental, necesario en determina­do momento. Si nos dam os cuenta de la razón puntual, por la que creamos determinados escollos, éstos desapa­recen. Luego, comienzan otros; pero cada vez más tole­rables, claramente entendibles y fáciles de superar.

En el cam ino de la evolución consciente, se van descubriendo las pistas ocultas, los pedacitos del mis­terio , y to d o eso en m edio de una sensación de dicha indescriptible.

Es un juego divino tan perfecto. Elegimos crear todo el tiempo. Sólo que ahora sabem os crear a conciencia.

Y, desde el amor, perm itimos que otros nos creen, para que puedan tener su propia experiencia del amor.

Yo Soy por mí mismo y, al mismo tiempo, Soy para que otro sea.

Todo es Amor. Todo es Uno.

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ÍNDICE

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Todo es Uno

P R Ó L O G O ..........................................................................................................5

LA C O N C IE N C IA , R A ÍZ DE T O D O .........................................................7

¿NECESITAMOS A Y U D A PARA E N C O N T R A R EL C A M IN O ? .... 21

C R EA C IO N ES M EN TA LES..........................................................................3 1

LA IM P O R T A N C IA D E V IV IR EL PRESENTE........................................39

LA D IC H A : SIMPLEMENTE, U N A E L E C C IÓ N ................................... 49

EL PO D ER DE LA IM A G IN A C IÓ N .........................................................63

LA IN F A N C IA ES LA CLAVE DEL J U E G O ............................................67

N U ESTR A VERD AD ER A R E S P O N S A B IL ID A D ................................... 75

ELIJO DESPERTAR..........................................................................................87

¿QUÉ S IG N IF IC A SER ESPIR ITUAL?.......................................................93

LA D E V O C IÓ N , SIN E N G A Ñ O S ............................................................. 99

LA M A ESTR ÍA ............................................................................................... 105

Page 121: Todo es Uno - Claudio María Dominguez

Si queremos vencer la adversidad, preguntémonos cuál es la lección

que hay detrás de cada situación que nos sucede. Cuando lo

entendemos, esa adversidad desaparece. Uno ve con qué fin

apareció ella y entiende que fue creada por uno mismo, según se fue

apartando de la verdad, o para llegar a ella con más celeridad. En esa

instancia comprendemos que lo que llamábamos adversidad nunca

existió en realidad. Fue sólo un estado de nuestra creación mental,

necesario en determinado momento. Si nos damos cuenta de la razón

puntual por la que creamos determinados escollos, éstos desaparecen.

En el camino de la evolución conciente, se van descubriendo las

pistas ocultas, los pedacitos del misterio, y todo eso, en medio de una

sensación de dicha indescriptible. Es un juego divino muy perfecto.

Elegimos crear todo el tiempo. Sólo que ahora sabemos crear a

conciencia. Y desde el amor, permitimos que otros nos creen, para su

propia experiencia del amor.

Yo Soy por mí mismo y, al mismo tiempo, Soy para que otro sea.

Todo es Amor. Todo-es Uno.

•* X • ‘ •

. * * KII K AUN MUNDO MEJOR