Todo ese fuego (Spanish Edition) - Leer Libros Online...

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PortadaDedicatoriaCitaPrimera parte: 16 de julio de 1846, en la casa rectoral de Haworth,

InglaterraSegundaparte:DespuésUnabreveexplicaciónbiográficaybibliográficaCréditos

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AmisobrinaInes,miprincesa,paraeldíaenqueseaunagranmujer

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«PocoscorazonesmortaleslanguidecencomoeltuyoenlaTierra»

EMILYBRONTË

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PRIMERAPARTE

16DEJULIODE1846,ENLACASARECTORALDEHAWORTH,

INGLATERRA

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EmilyBrontëasomólacabezaporelhuecodelaescaleraygritóhacialasalturas:

—¡Laplanchaestácaliente!Charlottebajóenseguidaalacocina.Suhermanaestabaamasandoel

panconsusbrazosfuertesyaquelfervorqueaplicabaatodoloquehacía,girandoel rodilloadelanteyatrás igualquesiestuvieraaplastandoaunejércitoderebeldesdelreinodeGondal.LaviejaTabbyacababadellegardesucasayfregabayalapiladeplatosdelanocheanterior.ACharlottevolvióaparecerlequelacriadaeraunpoquitomásbajaaquellamañana,como le sucedía siempre desde hacía meses: la gran Tabitha Ackroyd,compañera fiel y risueña y llena de magnífica insensatez de la familiaBrontë,estabaenvejeciendoeibavolviéndosecadadíamáspequeña,hastaque llegase a convertirse tal vez en unadiminuta enanita de la que ellastendríanquecuidar.

Emilyparecíacontentayansiosaporhablar:—Charlotte,TabbytienequecontartelodelaseñoraWest.—¿LaseñoraWest?—Charlotterecordóaaquellamujergordezuela,

la esposa del herrero del pueblo, a la que había visto, tan solo dos díasatrás,persiguiendoasusgallinasqueandabanpicoteandofelicesylibrespor el caminodeKeighley,mientras se sujetabauna inmensabarriga—.¿Haperdidoalniño?

—No,no,quéva...Cuéntale,Tabby.Elladetuvosutareaysesecólasmanos,dispuestaarelatarcontoda

solemnidadalgosindudamuyimportante:—Dio a luz esta noche. Y el bebé es gordo como un ternero ya

criado, gigante y sano. Y cuando estaba pariendo, a las cinco de lamañana,conunosdoloreshorrorososqueparecíaqueseleibaarajarelvientre,seapareciósuabuela.

Charlottehizoungestodeextrañeza:—¿Seapareciósuabuela...?¿Quieresdecirelfantasmadesuabuela?—Sí, sí, el fantasma. Bajó del cielo y se puso allí a su lado y le

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agarrólasmanosmientrasparía,yledijoquenotuviesemiedo,quetodoibaasalirbienyqueelniñoteníaquellamarseAbimael,comosellamabasumaridoenvida.Yentoncessalióelcrío,sinmás,gordoysano,yencuantosepusoallorar,laabuelaleacaricióaellaelpeloysedesvaneció.

Emilymirabaasuhermanaconsatisfacción.Sabíaquenolegustabanaquellas historias de espectros y aparecidos que a ella en cambio laentusiasmaban, y le encantaba provocarla con esos asuntos. Charlottemovíalacabezadeunladoaotro:

—¡Nodigastonterías,Tabby!—Esverdad, pregúntaselo a lapartera, que estaba conellayme lo

acabadecontar...Sin ganas de seguir enredándose en aquella absurda conversación,

CharlotteBrontë cogió la plancha y subió al piso de arriba, dispuesta aenfrentarse lomás rápidamentequepudieraa lamontañade ropaque laesperabasobreunsillón,sábanasycolchasyenaguasyfaldasypañuelosycamisasdelpadreydeBranwell.EnelrellanosecruzóconAnne,quesiempreibaalgomásretrasadaporlasmañanasquesushermanasyahorabajabaalfinatomareldesayuno.

—Buenosdías,cariño.¿Hasdormidobien?Comorespuesta,Annebostezóyestirólosbrazos.Charlotte ladejó

seguirsucamino,sabiendoqueaesashoras,reciénlevantada,suhermanapequeñaeraincapazdepronunciarunasolapalabra.

Yentonces,lacasaentera,todoaqueledificiodepiedraymaderaquecomponíalarectoraldondevivíanelreverendoBrontëysufamiliaenelpueblo de Haworth, se relajó y se dejó hundir plácidamente en esacadencia de sonidos tranquilos, tan parecidos al silencio, que sedesplieganen lasmañanasalegresdelverano.Afueraseoían losgolpesrítmicosdeJohnBrowntallandoensualmacén,ylosgraznidososcurosde loscuervosque tratabande imponersesobre losdébilesyorgullososcánticosde losgorrionesyelmagnífico trinodeaquelzorzalquevivíajustoenelextremomásalejadodelcementerio,entrelosaltoscedros.Alo lejos, al otro lado de la iglesia, resonaban los cascos de un par decaballos que subían por la calle principal hacia una de las fábricas detejidos.Seoíantambiénalgunosniñosjugando,ylosgritosdeunamadreenbuscadelacríaqueintentabahuirdelosdeberesdomésticosyjuntarsecon sus hermanos en el descampado, y los cacareos de las gallinasexcitadasporelpasocercanodeunperro.

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Estaban además los sonidos del propio interior de la casa. Sonidoscomunes, llenos de esa melancolía que emana de las cosas sinimportancia. Alguien deja caer la escoba sin darse cuenta al barrer elsuelodegrandes losasdepiedra.Unacama rechinamientras se sacudenlassábanasantesdeestirarlasdenuevo.Enlacocina,untenedorrebotaenunplatoal sercolocadoen lapila.YTabbygruñeenvozmuybajaunamaldición—alreverendoBrontënolegustaquesuscriadaslancenalairepalabrasmalsonantes—alvolveraquemarselasmanosdepielendurecidacuandoabreelhornoparameterelpandeldía.

Somosindiferentesalasonoridadvulgardelmundo.Alcabodeunavida, nuestros oídos escuchan millones de ruidos distintos. Hemosevolucionado de tal manera que el cerebro apenas los distingue ni losregistra. Si prestáramos atención a cada uno de los sonidos que nosrodean,nosvolveríamoslocos.Estallaríamosdeestrés,onosmoriríamosdenostalgia.Ladolorosaañoranzade todoloperdido.Lavozdelpadrecuandonosrecitabapoemas,oladelamadrealcantar.Lapromesadeladicha vibrando en los labios del hombre al que amamos por encima detodos los demás la primera vez que pronunció nuestro nombre. Elbramidomagníficodelastormentasenlosveranosdelaadolescencia.Laclara sonoridadde los álamosviejos cuando sushojas se agitabanenelaire,enesejardínalquejamáshemospodidoregresar.

No faltaba demasiado tiempo para que la rectoral de Haworthestuvierallenadelsilencioinfinitodelosausentes.Peroaquellamañana,todavía,sepodíaescucharladespreocupadatranquilidaddeunacasaquecomienzalajornadabajolaluzaúntenuedeundíadeverano,emergiendodelaneblinaenloaltodelcerro,sobreelpueblo,albordemismodelospáramosenlosqueyacomenzabanaestirarse,alaesperadelgransoldelmediodía, los brezos y las retamas valientes, encaramados a aquellastierras duras como diminutos conquistadores llenos de resistencia. Lospequeños ruidos domésticos a los que nadie da importancia hasta quedesaparecen, hasta que se desvanecen en el tiempo porque quien losproducía,esapersonaquesacudíalasalfombras,recolocabalosplatosensusestantes,subíacorriendolasescalerasolesilbabaalperroparadarlede comer, ya no está. Entonces es cuando nos arrasa el silencio, ypercibimoslaausenciamásdolorosaencadaunodelossonidosvulgaresque no vibran en el aire, que jamás volverán a vibrar en el aire de estemundo.

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Todo era felizmente aburrido y normal. Charlotte y Emily Brontëhabían desayunado temprano junto a su padre, a las siete—tazones degachas calientes y té—, y ahora las mujeres se ocupaban de las tareasdomésticas.Anne,comenzandoalfinarecuperarsedelsueñoquesiempreseempeñabaenacompañarlamuchotiempodespuésdehaberselevantado,estaba a punto de empezar a limpiar ya el polvo en el comedor,sosteniendo en la mano con cuidado el plumero traído años atrás porCharlotte de Bruselas, un humilde regalo de lujo que debía facilitar laslabores en la casa. No le molestaba hacer ese trabajo. Le permitíamantener la mente dormida durante un rato, despertándose lentamente,muy por detrás del cuerpo, y luego, cuando ya se había despejado,recordarcosasypensar,imaginarinclusociertasescenasparasunovela,como lo que debía suceder aquella tarde, cuando el reverendo EdwardWeston treparíaaun taludparacogerleunasprímulasaAgnes.Williamhabíahechoesounavezporella,cercadeKeighley,yahoraestaríabiendevolverleesegesto.

Observólahabitaciónasualrededor, tratandodedecidirpordóndeempezaríaesamañana.Siempreintentabacambiarelordendelalimpieza,para no aburrirse demasiado. Por fortuna, no habíamucho que limpiar.Aquelnoeraeltípicohogarvictorianodeclasemediaconpretensionesdealgo más, recubierto de alfombras y cortinas y sofás forrados deterciopelo,sinounespaciomásbiensobrio,conpocascosas,lassillasylamesayeldivánoscuroalfondodelcuarto,unpardelámparasdeaceitey algún candelabro, un jarroncito con flores secas sobre la repisa de lachimenea que Ellen Nussey habíamandado en alguno de sus habitualespaquetesderegalo,ylosvaliososlibrosensusestantes,claro,loslibrosuna y otra vez leídos deByron,Scott,Thackeray,Dante, Sand,Platón oTucídides.

Empezaríaporloslibros.Allíeradondenormalmentesedeteníamástiempo,pasandosobreelloselplumeroconelmismocuidadoquehubierapuestoenacariciaraunniño,empujándolosunmilímetroparaquetodosloslomospermanecieransiempreinalterablementealineados,perfectosylimpios en medio del orden perfecto de sus universos simulados, almargendelcaosde la realidad.Ledaba lasensacióndequealmantenerimpecables aquel puñado de volúmenes —desprovistos de polvo,colocadossegúnelapellidodesusautores, formandouna rectaabsolutasobre la madera de nogal de los estantes—, estaba contribuyendo a

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conservar igual de limpia y ordenada su propiamente y todas las ideasincontenibles que habitaban en ella, en sus pequeños rincones oscuros ytibios, donde solían permanecer adormecidas y en paz hasta que, depronto,unapalabraresaltandosobreelblancodeunpapel,unpuñadodecopos de nieve cayendo inesperadamente contra las ventanas comopequeñas almas lanzadas desde el cielo, el descubrimiento de que laarrugaenelentrecejodeCharlotte,hendiéndolelafrente,sehabíahechounpocomásprofunda,depronto, cualquier cosanimia lasdespertabaylas enervaba y las lanzaba de un lado para otro dentro de su cerebro,iluminadas,dominantes,susurrándolepalabrasypalabrasllenasdedolorydeangustia.Mientrasordenabaloslibros,sometiéndolosalrigordelageometríayelalfabetoylaextremalimpieza,sentíaencambioqueestabaconteniendoel impulsodestructordetodoaquello,reprimiéndolodentrodeunos límites razonables ymedibles, lejos de supropia tendencia a lalocura.

Después tocaba limpiar con delicadeza el pequeño retrato de lamadre, con sus rizos surgiendo bajo la cofia, la boca extrañamenteapretada y el suave cuello de gasa circundando su propio cuello.Era laúnica imagendeMariaBranwellBrontëque se conservaba, y aAnne legustabaesemomentodecercanía,mientrasseesforzabaporencontrarenaquelperfilduramentesilueteadounasomodevida,unrestotemblorosodelaternuraqueunavez,tantotiempoatrás,debiódesentirporsuúltimahija,delaqueapenastuvotiempodeocuparse.

Pobre Maria. Anne nunca lo supo, pero las criadas recordaban suangustiadelosúltimosmesesdevida,mientrassentíacómoelcáncer laibadevorandoyprontolaalejaríaparasiempredesushijos,aquellasseiscriaturaspequeñasquetendríanquecrecersinunamadrequelosmimaraylesenseñaraaserpersonassensatasyresponsables,buenospadresparasuspropioshijoscuandolesllegaraasuvezelmomento.

Antes de caer enferma, Maria estaba segura de que también lesenseñaríaaserbuenoscreyentes,gentesquedepositaransusvidasconfeyesperanzaenlasmanosdelDiosTodopoderoso.Perodurantesuslargosmesesdedolorosaagonía,ellamismaperdiólafe.Alprincipio,lehabíapedidoaDiosunayotravezquenoselallevasetodavía,queladejaraunpoco más en la Tierra, cuidando de Patrick y de los niños, que erandemasiadopequeñosparaquedarsesinmadre.Habíarezadointensamenteuna y otra vez, suplicándole. Pero Dios no le había hecho caso. Y

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lentamente,amedidaqueavanzabaeldoloryconéllaconscienciadesumuerte, Maria dejó de confiar en aquel Creador capaz de obligar aabandonar este mundo a una mujer joven con seis hijos pequeños. Siexistiese, no podría ser tan cruel. Ahora estaba segura de que nuncaalcanzaríaningúnparaíso.Simplemente,sedesvaneceríaenlanada,polvoen el polvo, y su ausencia flotaría perpetuamente en la casa como unaniebla densa. Sabía que sus hijas vivirían para siempre con un huecodentro de sus corazones que nada podría llenar, como si no hubieranterminadodehacerse.YqueBranwell,elvarónúnico,estaríacondenadoaserunniñoeterno, inacabado,ansiosodurantetodoloquelequedaradeexistenciadedisciplinaydeternura,unfracasadoquenutriríalashuestesdelosinmaduros.LapobreMariaBranwellBrontëtuvoquemorirsesinfe ni consuelo, tristemente consciente de que dejaba atrás, en la casarectoral de la colina de Haworth, a un grupo de seres desdichados yfrágiles, como delicadas plantas de los jardines urbanos que hubiesengerminadoporerrorenmediodelospáramos,expuestasalosvientosyelhielo.

Jamás se lo había confesado a nadie. Murió llevándose su propiodescreimientoensecretoalatumba,aunque,unosdíasantesdemorir,ledijo a su hermana algunas palabras confusas. Estaba dormida, o esoparecía,yElizabeth,sentadajuntoasucama,sehabíacansadodeleerelBlackwood’sMagaziney sehabíapuestoa rezarenvozbaja,musitando,comosuelehacersealacabeceradelosmoribundosconlaesperanzadequeellosnosedencuenta.PeroMaria,depronto,sinabrirlosojos,dijoconvozaltayclara,conlavozdurayrotundadeunamujerenojada:

—Déjaloenpaz.Nomemira.Elizabethinterrumpiósuoraciónyselevantónerviosa,acercándose

alaventanaparaapartarunpocolascortinasyquedarseallímirandounlargo rato, como si afuera estuviera sucediendo algo interesante, unatempestad en el viejo mar de Penzance, un grupo de jóvenesendomingadasquepasarancuchicheandoyriendobajosussombrillas,ounamanada de caballos atravesando con furia las calles camino de loscampos abiertos. Trató de concentrar su atención en algo preciso ypequeño y real—aquellos rosales que su cuñadoPatrick había plantadomesesatráscontralaparedoestedelaiglesia,frentealacasa,yqueahora

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exhibían unas flores apretadas y luminosas—, mientras apartaba de sumente,apuñetazos,laideadequeMariahabíaqueridoreferirseaDiosytomabalafirmedecisión,inalterableduranteelrestodesuvida,dequesupobrehermanadeliraba.

Ahora, desde hacía cuatro años, junto al retrato deMaria se habíacolocadoelperfilsilueteadodelapropiaElizabeth,quehabíamuertoen1842, a los sesenta y seis años, soltera, severa y grave como un granpájaro gris y, almismo tiempo, generosa comounade esas lobas de laantigüedadqueamamantabanacachorroshumanos.Despuésdelamuertede Maria, a finales de 1821, la tía Elizabeth se había instaladodefinitivamenteenHaworthparacuidardelviudoydesussobrinos.Porellos abandonóPenzance, un precioso lugar junto almar en el extremomásoccidental de la península deCornualles.No es que fuera una granciudad,pero,desdeluego,eramuchomásagradablequeHaworth.Muchomáscivilizado,habríadichotalvezlapropiaElizabethBranwell.Elclimaerainfinitamentemássuave,lejosdelanieveylosvendavalesqueasolanlos páramos de Yorkshire, y la vida de una mujer soltera resultabaincomparablemente animada respecto a la existencia solitaria de aqueltristepueblodelnorte.Habíacenasybailesdurantelalargatemporadadeprimaverayverano,una fiestaalmenospor semana,encadaunade lascasasde las familiasmásacomodadasde la ciudadydel entorno.Habíateatroyconciertos,ypaseosalbordedelmar,y,alolargodetodoelaño,amenas tardes de té con las amigas. Una existencia cobijada ydecentementealegre,delaquelashermanasBranwelldisfrutabantodoloquepodían.

Peroen1812unviajeveraniegodeMariahabíacambiadoeldestinodelasdoshermanas:sefueavisitarasutíoJohn,pastorenunpueblitodeYorkshire, y nunca regresó a la dulce Penzance. Allí conoció al jovenreverendo Patrick Brontë y, nadamás verle, supo que el destino que laProvidencia tenía reservado para ella estaba al lado de aquel irlandéstímidoyguapo,quelamirabacomosilapropiadivinidademanasedesuinterior. Maria se enamoró de repente, y cambió su vida de jovenacomodadaenunaciudadalegreporlacargapesadadeconvertirseenlaesposa de un hombre religioso y sin dinero, destinado a cuidar de susfielesenmediodelospaisajesdesoladosypobresdelnortedeInglaterra.

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Seentregóasusinocon losbrazosabiertos,siguiendoasumaridoporlosbarrizalesybajo lasventiscas,habitando juntoaélcasasdesnudasypariendoseishijos,unocadaañoentre1814y1820,cuandocomenzóasentirseenferma.

ParalatíaElizabethnodebiódeserfáciltomarladecisióndeirseavivir aHaworth tras lamuerte de su hermana.Ya no era joven y habíaaceptadoconsatisfacciónlaideadequenoibaacasarse.Lohubierahechosisupadreselohubieseexigido,peroélnuncatratódeimponerlenadaaeserespecto,ynosehabíaescandalizadodequesuhijamayorrechazaseun par de interesantes propuestas de matrimonio. Aunque nunca se lohubieseconfesadoanadie—ElizabethBranwellnosehubierapermitidoexpresar una idea tan antinatural—, era en realidad una de esasmujeresque temían convertirse en la propiedad maltratada de un hombre sinescrúpulos, y verse además obligadas a traer hijos al mundoincesantemente, teniendo que atravesar los peligros de los embarazos ylos partos y el dolor de la probablemuerte demuchas de las criaturas.Puestoquegozabadeciertodesahogoeconómicopersonal,habíaelegidolasoltería,ensilencio,peroconentusiasmo.

Aquelotoñode1821,despuésderegresaraPenzanceunavezpasadoelfuneralylosprimerosdíasdeestupordelviudo,estuvomuchasnochessin dormir, dando vueltas en su cama, incapaz de decidir si debía o notrasladarseacasadesucuñadoyhacersecargodelosniños.Abandonarsuvidatanagradable, lospaseosbajoelsolprimaveral, losentretenidoscotilleos sobre los acontecimientos del lugar, las tardes de inviernobordandoenlasalaconfortabledelacasafamiliar,bienatendidaporlascriadas silenciosas, para correr a instalarse en aquel caserón helado yaustero,alladodeunviudotristecomounperrosindueñoydeunasagadeniñosalosquehabríaqueeducarcomopersonasdebienenmediodelambiente depravado de Haworth, con las frecuentes borracheras de lostrabajadorestextiles,sulenguasoezylainfinitaignoranciaextendiéndoseigualqueelaladeuncuervoruidososobrelosinfinitoshogarespobres.

Aquellaeraunacargamuypesadaparaunamujeracostumbradaalacomodidadyalasbuenascompañías.Nohabíaqueridosermadre,yahorase vería obligada a ejercer de madrastra de seis criaturas. Eran niñosbuenos y tranquilos. Ella misma los había visto allí, durante aquellasterribles semanas finales de su hermana, cuando viajó a Haworth paradespedirse de lamoribunda, seis cachorritos frágiles y silenciosos, que

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cuidabanlosunosdelosotrosyjugabanensilencioparanomolestarasumadre. EstabaMaria, que a sus siete años parecía ya una mujer adulta,envuelta en la gravedad de quien se ve obligado a asumirresponsabilidades muy por encima de su alcance, empujada por losacontecimientos.Elizabeth,tanpálidaymenudaquenoparecíaquefueseposible que viviera mucho más allá de los seis años que acababa decumplir.Charlotte, como unamuñeca con sus rizos dorados brillándolealrededorde lacabeza,demasiadograndeparasucuerpodiminuto.Yelniño,Branwell,cuatroañosllenosdetimidezyangustiaantelosextraños.LosenormesojosgrisesdeEmily,queparecíanentenderlo todoaunqueapenassupierahablar.YlapequeñaAnne,unbebédepocomásdeunaño,delicadayfrágilcomounafiguritadeporcelana.

Diosmío,nopodíadejaraaquellascriaturasenmanosdesucuñadotristeylascriadasmalhabladas.Esanoera,desdeluego,lavidaquehabíasoñado,encerrarseenunacasalúgubreparaeducaraunospobresniñosyvigilarqueelservicionorobase,perodebíahacerlo,yporsupuestoquelo haría. Elizabeth Branwell era sin duda una de esas mujeres que secolocanapiefirmefrentealaexistenciacuandoestaexhibesuscuchillosmás cortantes y sus peores modales. Nunca se dejaba hundir por lascircunstancias. Las observaba atentamente,meditaba sobre ellas y luegosalíaasuencuentro,armadaconsusentidodeldeber,queenarbolabaantesícomounaespada.Despuésdeaquellasnochesdeinsomnio,comprendióquesijamáshabíaeludidosusresponsabilidades,ahoratampocoloharía.La Providencia había trazado ese sendero sinuoso para ella, y ella lorecorrería igual que recorría el caminode la costa cuandoun aguaceroviolento se interponía en su paseo, abriendo firmemente el paraguascontraelvientoyalzandosuspiesdelbarrocontodalafuerzaposible.

Durante veintiún años, había sido una compañía impecable paraPatrick.Habíavigiladolastareasdomésticasycontribuidoconsupropiodineroalmantenimientodelacasa.Cadatarde,despuésdelacomida,sehabíasentadoenelestudiodesucuñadoy lehabía leídoenvozalta losperiódicosylasrevistasmensuales,debatiendodespuésconéllosasuntosmásespinososdepolíticaydereligión.Habíavisitadoa losmáspobresdelaparroquia,ytambiénalosmoribundos,llevándolesropasycomida.Sí, había sido una dama virtuosa de vida tan respetable comoprofundamenteaburrida,privadadesusamigosyconocidosdePenzanceydelalevedadpropiadelasciudadescosteras.

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En cuanto a los niños, había hecho todo lo que había podido porellos.Sepreocupódequeestuvieranbienalimentadosyvestidos, lesdioclasesde inglésydegeografía,enseñóa lasniñasacoseryabordar,ytambiénahornearelpanyasarlacarneyprepararpudincuandofueronunpocomayores.Lesexplicócómollevarunacasaycómocomportarsedurantelasvisitasycómoserunabuenacristiana.Lesdiotodoloqueeracapazdedar.Sinun solo instantede remordimientopor ladecisiónquehabía tomado,aunqueaveces las imágenesdePenzancese interpusierandurante el sueño entre ella y la serenidad, haciéndola levantarse con elceño fruncido y una especie de tela oscura cubriéndole por un rato elcorazón,quelograbaapartarabasedefuertesydisimuladosmanotazos.

Tansolosepodíadecirdeellaquehabíasidounacuñadaintachable,unatíaíntegra,unamujergenerosa.Perolehabíafaltadolaternura.Debery seriedad, por supuesto, pero nada de caricias o besos, nada deconfidenciasjuntoalachimenea,ensusurros,nipalabrasdeánimoparalos niños en sus momentos de debilidad, cuando las tempestades seabalanzaban sobre ellos. De hecho, Elizabeth Branwell despreciaba lasdebilidades.SiemprehabíacreídoqueunodebearrostrarconlafortalezadeunaviejarocatodaslaspenasqueDiosnosmanda,apesardequesabíaque pueden ser muchas. Detestaba las lágrimas y los temblores, lasmigrañasnerviosasycualquierexcesodesensibilidad.

Leparecíaquelavidadeberegirseporlarazónylatemplanza,yquedarriendasueltaalasemocionesdecualquiertipoeraabrirlapuertaaladepravación.Sumanerade educary tratar a sus sobrinoshabía sido tanjusta como sobria y, tal vez sin ser conscientes de ello, todos habíanechadodemenosunpocodedulzuraydealegría,unasrisasadestiempo,unpardecanciones ligerasen lasnochesde invierno, antesde irsea lacama, o incluso algún enfado destemplado, unos gritos, un bofetón sinsaña,unaslágrimasdevezencuandodeañoranzaodepuratristeza.

Todos guardaban hacia la tía Elizabeth respeto y gratitud.Especialmente las hermanas, porque almorir les había dejado a ellas eldinero que aún conservaba, una pequeña cantidad que Charlotte habíainvertido en acciones del ferrocarril, tras consultar a los padres de susmejoresamigas.EraprecisamenteesedineroelquehabíapermitidoqueCharlotteyEmilypasaranalgúntiempoestudiandoenBruselas,yelquehabíadadoalasaalgunosdesusmejoressueños:primerolaescuela,quefinalmentejamáshabíanllegadoamontar,yluegoellibrodepoemas.

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Anneeralaúnicaquelahabíaqueridocomoaunaauténticamadre.Antesdeempezaralimpiarsuretrato,solíatirarleunbesoconlapuntadelosdedos,yaveceshastahablabaconellaenvozbaja,contándolealgunode los pequeños chismes del pueblo, mientras le limpiaba la nariz y lacurvagenerosadelospechos.Ellaeratodavíaunbebécuandolatíallegóalacasa,yhabíapermanecidoasulado,sinsepararsedeellaniunsolodía, hasta que cumplió los quince años y fue enviada a estudiar junto aCharlotte al internado de Roe Head. Aquella mujer rígida le habíaconsagradoporenteroelpequeñotrocitode ternuraqueinevitablementedebíadequedarensucorazón.

De hecho, ese rebelde sentimentalismo la dominaba sin poderevitarlo y la llevaba a desear achuchar constantemente a la niña, apermitirle todos sus caprichos y cubrirla de lazos y sedas de colores,aunqueseconteníaparanohacerlo,puesteníalafirmeconviccióndequelas hijas de un reverendo debían llevar ropa sencilla, trajes oscuros ylisos, sin adornos, que las alejasen de la vanidad y la frivolidad. La tíaElizabeth luchaba denodadamente contra su ansia de rodear a Anne demimos, convencida de que debía ser justa con el resto de sus sobrinos,aunquetodossabíanqueletemblabanlascomisurasdeloslabioscuandola cría recitaba de memoria un largo poema o realizaba con éxito unaoperación aritmética, y notaban cómo le brillaban los ojos pálidos einexpresivoscuando,porlasnoches,lacontemplabalargamentemientrasellacosía,silenciosaydulcecomounamariquitadeljardín.

SudependenciadeAnnesehabíaintensificadodespuésdelamuertedelasniñasmayores.Habíasidounatragediamuydifícildesoportarconresignación,inclusoparagentestancreyentescomoElizabethBranwellyPatrickBrontë.Consusdiezynueveañosrespectivos,MariaylapequeñaElizabethsehabíanidoalcolegioparavolvermásaltasymáslistas,másfuertes,perolosquehabíanregresadoalfinhabíansidosuscuerpecillosmoribundosysusalmasexhaustas.

ElreverendoBrontëqueríadarunabuenaeducaciónasushijas,ynotenía muchas posibilidades de elección. Los recursos económicos—susueldoyeldineroqueaportabalatíaElizabeth—erantanescasosqueenabsoluto hubiera podido pagar el internado de cinco niñas que ibancreciendo y exigiendo cada vez más conocimientos. Entonces llegó lanoticia de que enCowanBridge habían abierto un internado de caridadparahijasdepastorespobres.Durantealgunosdías,dudósiaquellasería

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laelecciónadecuada,puesunlugarcomoesetendríasindudareglasdurasymuchasprivaciones.Perolascartasqueintercambióconelfundador,elreverendoWilliamCarusWilson,terminarondeconvencerle.Jamásllegóaimaginarelhambreyelfrío,latristezaylashumillacionesquetendríanquesoportarsushijas,niporsupuestolaexistenciadeaquellasepidemiasqueenseguidaarrasaríansincompasiónloscuerpecillostanfrágiles.

Maria y Elizabeth fueron muy desdichadas durante los meses quevivieronallí.Salvoporlacompañíadelasamigasylacalidezdisimuladade alguna de las profesoras, la vida enCowanBridge era un verdaderoinfiernohelado.Lascrías,dedosendosenloscamastros,dormíanenunagran habitación sin chimenea. El viento entraba por las ventanas, yElizabeth se abrazaba con fuerza a su hermana para sentir un poco decalor.Cuandoselevantabanalamanecer,elaguadelaspalanganasdondedebíanlavarseestabacongelada,ylasniñasmayoresteníanqueromperelhieloconpiedras.Luegoveníaunalargahoraderezosenlasalacomún,mientras la señorita Andrews, la directora, dirigía las lecturas con sumiradaferoz,yalfinel tristedesayunodegachasquemadas.Elrestodelas comidas eran igualmentemalas y escasas: patatas guisadas con unashebrasdecarneranciaalmediodía,mediarebanadadepanycaféfríoyaguadoparamerendar,pasteldeavenaduroyunvasodeaguaenlacena.Elizabeth dejó de comer, aunque Maria se empeñaba en meterle ellamismalostrozosenlaboca,comounamadrepequeñitaalimentandoasubebé.

Pormásquelasniñasllorasenyprotestasenycayesenenfermas,nohabía nada que hacer. La señorita Andrews y el reverendo Wilson nodejaban de recordarles a diario su condición: todas ellas carecían derecursos económicos, y estaban obligadas a acostumbrarse a unaexistencia dura y a aprender lo imprescindible para casarse algún día oganarselavidacomomaestrasoinstitutrices.Debíansentirseagradecidasdequelacaridaddealgunosbuenoscristianoslespermitieseseracogidasallí y prepararse para el futuro. Las camas de plumas, las chimeneasardientes y las comidas exquisitas eran para los ricos.Y, en esta vida, aellasnoleshabíatocadoocuparesapartedelmundo.

Para Maria, el peor día de la semana era el domingo. Por lasmañanas, salían todas juntas hacia la iglesia de Tunstall, caminandodurante más de una hora, bajo la lluvia o la nieve o los vendavales. Yluego,conlospiesmojadosy lasmanosamoratadasdelfrío, teníanque

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soportarlosinterminablessermonesdelreverendoWilson.Elreverendoera calvinista, y estaba convencido de la atroz ley de la predestinación:solo los elegidosporDios en el instantemismode laCreaciónpodríansalvarse, llegar al cielo y gozar allí de la gloria eterna. La inmensamayoríadelaspobrescriaturashumanasestabancondenadasal infierno,pormuyejemplaresydevotasquefueransusvidas.Malignoypeligrosocomounaserpiente,disfrutabaagitando lamanoenelaireanteaquellasniñasespantadasyaterrorizándolasconlaideadelcastigoalquelamayorpartedeellasestabandestinadasporelmismísimoCreador.ElreverendoWilson,quellevabasobreélsuenormecargadesoberbiacomolasombradeldemonio,estabaconvencido,sinunápicededuda,dequeDios,ensuinfinita sabiduría, había querido hacer de él uno de sus elegidos, ydisfrutaba sádicamente del terror que producía en las mentes de losmalditos.Leparecíaqueeraconvenientequelascríassupierandesdemuyprontoloquelesesperabaenestavidayenlademásallá,ysufriesensucondena sin que la piadosa tibieza de la esperanza las aliviase ni uninstante.

MariaBrontënosoportabaesosdiscursos.Eraunaniñainteligenteyseria, mucho más seria y desarrollada intelectualmente de lo quecorrespondíaa suedad.Alentadapor supadre, sehabíaacostumbradoaleernosololaBiblia,sinotambiénsesudoslibrosdeteología,delosqueluegohablabaconél.YestabaconvencidadequelasideasdelreverendoWilsoneraninhumanasycrueles,ydequenadateníanqueverconaquelDios en el que ella creía y que ansiaba la salvación de cada uno de sushijos.Perolopeordetodoeraquenopodíadiscutírselas.Undía,mientraslasdespedíaalapuertadelaiglesia,sehabíaarmadodevalorysehabíaatrevidoatransmitirlelaopinióndesupadre,pensandoquequizáestaríabienqueamboshombreshablasenalrespecto:

—ReverendoWilson—lehabíadichoconsuvocecillaagudayfirme—,creoqueamipadre,el reverendoBrontëdeHaworth,no legusta lateoría de la predestinación. Dice que condena a los seres humanos alfracasoylaangustia.Talvezdeberíandiscutirloentreustedes.

Desconcertado,WilliamCarusWilsonsepasólalenguahúmedaporloslabiosyserascólaspatillascanosas,mientrastratabadeaveriguarquédebíaresponderleaaquellaniñadescaradayrebelde.Alfinsedecidió:

—Loquepiense tupadreno tieneninguna relevancia.Puedepensarloqueledélagana,peroespobre,ynolequedamásremedioqueaceptar

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las ideas de aquellos a los que Dios ha querido dotarnos de una vidamejor. Te prohíbo que vuelvas a cuestionar mis palabras. Durante elpróximomes,teirásalacamasincenar.Esuncastigomoderadoparatuorgullo.Siesonoteenseñaaexpulsarlodetuinterior,meveréobligadoabuscarfórmulasmásadecuadas.

Y se había alejado rápidamente bajo la lluvia, como la serpientecorriendoaescondersuiraenelbarranco.Mariasesintióllenaderabia.Pero ni siquiera pudo contarle lo que estaba sucediendo a su padre: lareglamáscrueldelinternadodeCowanBridge,lamásinhumanadetodas,exigíaque lasniñasescribiesena suscasasy recibiesencartadeallí tansolo una vez al trimestre. Cartas censuradas, por supuesto: la señoritaAndrews las leíaunaaunaantesdedepositarlas enel correo,y avecesobligabaalascríasarepetirlasexcluyendociertasobservaciones.

Quienescreíanfirmementeeneldestinodijerondespuésqueaquellahabíasido lavoluntaddeDiosyquehabíaqueplegarseasusdesignios.PeroPatrickBrontë,apesardesuobstinadafe,siempresepreguntósilascosasnohabríansidodiferentesdehabersabidodesdeelprincipioloqueestabaocurriendoenCowanBridge.Enelotoñode1824,cuandoMariayElizabethllevabanallíunosmesesyCharlotteyEmilyacababandellegar—dos crías pequeñitas y asustadas, que se pasaban el día cogidas de lamano—,unaepidemiadefiebreeinfeccionesasolóelinternado.Unatrasotra,lasniñastosían,temblaban,vomitaban,seencogíansobresímismascomocachorritosmuertosdemiedo.

Maria enfermó en diciembre. Le dolía el pecho y, cuando le dabanaquellos penosos accesos de tos inagotable, a veces escupía sangre.Losojoslebrillabandefiebrey,porlasnoches,sudabapegadaalapequeñaElizabeth, que compartía el camastro con ella, y ambas amanecíanempapadas y tiritando bajo los latigazos helados del viento del este queentrabaeneldormitorio.

Sin embargo, nadie avisó a Haworth. Ninguna de las niñas pudocontarleasupadrequeMariaestabatanenferma.YelreverendoWilsonylaseñoritaAndrewsdecidieronnoavisaralasfamiliassobrelapeligrosasituación sanitaria que estaba viviendo el colegio para que nadie seatreviera a poner en duda su intachable reputación. Las reputacionesintachableshancausadosindudatantosestragosenlahistoriadelmundo

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comoalgunasarmasafiladas.En febrero, parecía ya más que evidente que Maria sufría de

tuberculosis.CuandoPatrickBrontë fue informadode lagravedadde suhijamayorysedesplazórápidamenteabuscarla,yaerademasiadotarde.Apesardeloscuidadosqueledieronencasa,Mariamurióel6demayode1825,a losonceaños,dejando trasdesíel recuerdobrillantedeunaniña asombrosamente madura e inteligente, a la que todos echarían demenossinconsuelo.

Lo extraño fue que, al llevarse a Maria, el padre no recogieratambiénasusotras treshijas.El reverendoBrontë tuvoquearrepentirsedurante el resto de su vida de esa desidia. Tal vez, de haber vivido suesposa, con ese intenso sentido de la protección que suelen tener lasmadres,ellalehabríaobligadoavolveracasaconlascuatrocrías.PeroPatricksolamentepensóensuhijamayor,descartandoquelacrueldaddela Providencia pudiese llegar aún más lejos. Sin embargo, apenas tressemanas después de la muerte de Maria, Elizabeth fue enviadainesperadamenteacasa,dondefallecióalosquincedías,enfermatambiéndelapeorenfermedaddeaquelsigloXIX.

Para entonces, Patrick ya había ido a recoger a Charlotte y Emily,comprendiendo demasiado tarde que las condiciones de vida de CowanBridgeerannefastaspara sushijas.Por suerte, llegaronmuydelgadasytristesymuertasdemiedo,perosanas.Quizáalgunadivinidaddelapoesíalasprotegiódurantetodosaquellosmesesparaquepudieranvivirybrillarañosmástardeconlaluzmásrefulgentequelesesconcedidaalospoetas.

Perodesdeentonces,desdeaquellaprimaverade1825enqueMariayElizabeth se fueron demasiado pronto del mundo, siguiendo el caminolleno de niebla que había emprendido la madre cuatro años antes, esedestellovisiblequesiemprevuelvedoradaslascasasdelospoetasestuvopermanentementedifuminadoenlarectoraldeHaworthporunasombra,unasiluetaoscuraqueavecesatravesabaellugarcomounaráfagaheladadeviento,elespectroborrosoyomnipresentedelospulmonesdevoradosporlaenfermedadydelamuertetemprana.Ylasausenciasacumulándosecomofríosagujerosenelcorazón.

Anne no recordaba mucho a sus hermanas mayores. Únicamentelograbaverlasmuertas,pálidasypreciosas,conelpelosueltoalrededor

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delacara,susvestidosblancosylascoronasdehiedrasobrelafrente,taly como habían reposado en el comedor de la rectoral antes de que lasllevasenalacriptadelaiglesia,juntoalamadre.Enlasdosocasiones,latía la había obligado a entrar en la habitación y rezar. Cuando murióMaria, no se atrevió a abrir los ojos. Solo la entrevió unos instantes,mientras se acercaba al féretro que John Brown había fabricadocuidadosamente, pintándolo luego de blanco. Con Elizabeth, en cambio,unas semanas después, las cosas habían sido distintas. Durante todosaquellosdíashabíaestadoacordándoseunayotravezdelabreveimagendeMariamuerta,semejanteaunadeesasniñaspintadasen los librosdelos cuentos, como una princesa dormida, soñando con ríos de miel ycestas llenasdedulces.AsíqueaElizabeth síque lamiró, la contemplóatentamente, tanplácida, tansuave,conlapiel transparenteyunaextrañadulzura extendida sobre ella, como un velo invisible que se hubieseajustado a cada uno de los rasgos de su cara, igual que si ya hubiesellegadoalcieloyestuvieseallícantandosalmosenhonoraDios,rodeadade brillantes arcángeles y de flores perfumadas, y algo de esa bellezahubiesebajadodenuevohasta laTierrapara formarpartedesucuerpo.Anne comprendió, de esamanera inmediata y lúcida de la que solo soncapaces los niños, que lamuerte era algo apacible y bueno, algo que teconvertía en una persona mejor de lo que eras en vida, aunque losmayoresllorasensinpararyparecieseninconsolables.

Quien sí las recordaba perfectamente, llenas de vida, agitando losbrazosenel aireparabailar,pisandosinmiedo lanieveblanquísimadelos páramos, tratando de alcanzar los innumerables conocimientos quecuelgan como frutas al alcance de las mentes de los críos, quien sí lasrecordaba con dolor y con rabia, eraCharlotte. En aquel entonces teníanueveaños,yadorabaasushermanasmayores,sobre todoaMaria,quesiempre había cuidado de ella. Maria soplaba sus gachas en la cucharapara que no se quemase.Maria le enseñaba a leer y a bordar rosas decolores inimaginables.Maria la cogía de lamano para ir a pasearmuylejosdecasa,alládondelasnubessedeshacíansobreelsueloyelaguadelosarroyosrugíabatiéndosecontralasrocas.

Charlotte las recordaba constantemente, desde la fecha ya lejana desusmuertes,ytodoslosdíassepreguntabacómoseríandenohaberseido,

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qué habrían hecho, en qué se habrían convertido sus vidas si hubiesentenidolaoportunidaddecrecer.Mariatendríaahoratreintaydosaños,yElizabeth, treinta y uno. ¿Qué les habría sucedido en todo ese tiempo?Quizánadademasiadodiferentede loque leshabíaocurrido aEmily, aAnne y a ella misma. Nada extraordinario, sin duda. Vidas apagadas,frustrantes.Niños ajenosde losquecuidar como institutrices, tal vezunmaridooportunoeinsulso,buenosmodalesyrespetabilidad,ypordentrotoda aquella pasión, aquel anhelo, las alas que siempre ansiabandesplegarse obligadas a encogerse sobre sí mismas una y otra vez,convirtiéndose en muñones inútiles y horrendos. Las absurdas alas delespíriturebeldedelasmujeres.

Charlotte Brontë nunca dejaba de pensar en las interminablesdificultades de ser mujer. Si ella hubiese nacido hombre, si ella fueseBranwell,porejemplo,suvidahabríasidotandistinta,tancopiosa,llenade acciones y gestos, y también de presunción. Nada ni nadie hubierapodidosometerlanihacerleagacharlacabeza,salvosupropiosentidodelahonradez.Habríaidoalauniversidad,aCambridge,comosupadre,yhabría tenido todos los libros del mundo a su alcance, toda aquellasabiduría tan anhelada. Habría discutido durante horas interminables detodos los asuntos que le interesaban con otros hombres iluminados.Habríaviajadoporelcontinente,oh,sí,París,desdeluego,Italiayalgúnprincipado alemán, tal vez Viena y, de haber podido, hasta la ciudadplateadadeSanPetersburgo.Habríasidoclérigo,oabogado,odiputadoenlaCámaradelosComunes,opintoryarquitectodehermosospalacios.Talvez,sihubierapodidoestudiar,habríadesarrolladosutalentoparaeldibujo y el color, y ahora andaría por el mundo, firmando retratos ypaisajes y puede que hasta cuadros de batallas, recorriendo con losejércitos las tierras ardientes de Oriente y de la India, y admirando lasruinasdelosorígenesdelmundo.

Y,desde luego,porencimade todo,habríasidoescritor.No,mejordicho,habríasidoEscritor,asíderotundoygrande.Unodelosprimeros,de los indiscutibles, alguien que se sentaría en los salones junto a losmejores, al lado de Thackeray y Tennyson, y que no sería esa–pobre–mujer–pretenciosa–que–se–atreve–a–escribir,sinounomás.UnPoeta.UnAutor.Consunombreenletrasbrillanteseimborrablesmarcadasafuego

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enloslomosdeloslibros,y,talvez,despuésdesumuerte,unaestatuaenalgún parque ante la que sus lectores se detendrían con reverencia,depositandounaflor.

Peroellaerasolounamujer,contodaslasminúsculasposibles.Unaeternamenordeedad,condenadaavivirrecluidaentrelasparedesdeunacasa, y limitada además, por sus condiciones familiares, a dos únicosdestinos:casarseoenseñar.Lahijavirtuosadeunpastornopodíaaspirara nada más. Le estaba vetado trabajar con sus manos, ser labradora osombrereraoebanista,aunqueesehubierasidosudeseo.Perotambiénleestabavetado trabajarconsumente,másalládeenseñara leeryadeciralgunasfrasesenfrancésalasestúpidasniñasdealgunafamiliaricaoalas niñas bobas de alguna escuela mediocre, condenadas a llevar en elfuturounavidatanpequeñacomolasuya.

Charlottedetestabalaenseñanza.Lohabíaintentado,porsupuestoquelo había intentado. No le quedaba otro remedio. A los diecinueve añoshabía sido contratada como profesora en el internado de Roe Head enMirfield, en el que ella misma había estudiado durante los dos cursosanteriores.Eraunbuen lugar.No teníanadaqueverconCowanBridge,desde luego. Aquí todo era agradable y cálido y limpio, y las niñasaprendían las pocas cosas que iban a ser importantes en sus vidas, perotambiénteníantiempodedivertirseyjugaralairelibre.LapropiaseñoritaWooler,ladirectoradelcolegio,sehabíaconvertidoenunabuenaamigadurante sus meses allí como alumna, y, tanto entonces como después,cuandotrabajabaparaella,latratabaconrespetoyconcariño.

Pero Charlotte fue muy desdichada durante los tres años que dioclasesallí.Erainjusto,yselohabíareprochadoasímismamuchasveces:tenía un salario, una habitación caliente, con su propia chimenea ysuficientespiedrasdecarbónadiario,yalgunaspersonasafectuosasconlasquecharlarporlasnoches,despuésdelacena.Ylohabíaintentadocontodassusfuerzas,vayasilohabíaintentado.Habíatratadodeconvencersedeque eso era loquedebíahacer unamuchachadecente: trabajar enuntrabajohonrado,pasar inadvertida,plegarseanteelpoderabsolutode lavidaydesusnormas,sercomúnysilenciosa.

¿Acaso no era eso lo que todo elmundo le decía? Su padre, la tíaElizabeth,laseñoritaWooler,suamigaEllen...Unamujerdeberesignarsea loque laProvidencia le impone,unamujernodebe tenermás sueñosqueeldeunavidamodestaylimpia,enlaquejamásnadiepuedadudarde

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suvirtudysusumisión.HastaelpropioRobertSoutheyselohabíadicho,ySoutheyeraunsabio,alguienqueconocíabienelmundo,yhabíatratadoconmuchoshombresymujeresyhabíareflexionadosobreellos.

Mástarde,Charlotteseavergonzaríadeaquellacarta,peroentonces,alosveinteaños,agobiadacomoestabaporsuempleodeprofesoraenelinternado,todavíapensabaingenuamenteque,apesardesermujer,quizálograría darse a conocer como poeta. Además, aquellas Navidades de1836, durante las vacaciones, Branwell y ella habían estado hablandodurante horas y horas sobre sus respectivos futuros, y ambos habíandecididoqueintentaríanconvertirseenescritoresyganarselavidagraciasaaquellaansiaquevivíadentrodeellosdesdepequeños.Sededicaronaalimentarelunoel sueñodelotro, iluminándolocon lamásdelicadadelas luces, extrayendo de su interior todas las sombras y haciendo luegoarderbajoélunmontónde ramillasolorosas.PeroBranwellnoparecíadarse cuenta de que él era un muchacho y ella una chica, y que jamáspodrían tener un destino común. Solo tras recibir la carta de RobertSouthey, se había visto obligada a admitir que todo aquel fuegoalimentadoporsuhermanohabíasidoenvano:

—¿Te lo imaginas, Charlotte? Branwell Brontë, así, en letras biengrandes, sobre una tela azul, y debajo: Poemas selectos. Y, al lado,Charlotte Brontë, Poemas breves. ¿De qué color quieres tú laencuadernación?

Charlotteseechóareír.—Grisestarábien,aunque,adecirverdad,preferiríaunascubiertas

enbuenapieldecordero...—Bueno, ya llegará eso, cuando hayamos triunfado. De momento,

tendremos que conformarnos con la tela. ¡Somos buenos, Charlotte!¡Somosmuy buenos! ¿Por qué no habríamos de triunfar? Yo ya puedoverlo,nuestroslibrosenlosescaparatesdelaslibreríasdePiccadilly,loscríticos rastreando nuestras vidas y una multitud de almas acudiendoemocionadasennuestrabusca...

Charlotte trató de imaginarse esa procesión de semejantesascendiendoporlacalleprincipaldeHaworthhacialarectoral,agitandosuslibrosenelairecomopalmasdePascua,peronologródistinguirlos.Había algo que emborronaba todo aquello y le impedía gozar de unavisiónclara:Branwellyellanoerannadie.

—Quizá seamos buenos, no sé, puede incluso que seamosmejores

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queotrosquepublicanyalosquetodoshalagan.Pero¿cómoloharemos?No tenemos un nombre ilustre, ni dinero, ni un padrino, ni siquiera uncontacto...¿Sepuedeempezarasí,desdelanada?¿SepuedellegaraserunescritorreconocidosiendohijodeunpastorpobreenunpuebloperdidoenelnortedeInglaterra?

A Branwell esos temores de su hermana le hacían reír. Él no eratímido ni modesto ni discreto, como solían ser las jóvenes. Por elcontrario,estabatanconvencidodesupropiavalíaydelanecesidadqueelmundo teníadeque su talento saliesea la luzque rellenaraquelgranvacíoqueexistíaentreélyeléxitonoleparecíaningúnproblema.

—Yo voy a escribir a Hartley Coleridge. De hecho, ya estoyredactando la carta.Voy amandarle tres o cuatro poemas, y algodemitraduccióndeHoracio.Túdeberíasescribirtambiénaalguien,Charlotte.Lospoetasconsagradossiempreayudana los jóvenesbrillantes. ¡Vamosallá! El año que viene, nuestro regalo para papá en Navidades seránnuestroslibros.¡Creeenello!

Así que Charlotte Brontë creyó en ello, y se puso al trabajo.Branwell,encambio,debíadehaberseolvidadotambiéndeeseproyecto,comotantasveces.Oquizáno.Alfinyalcabo,suhermanohabíahechoalo largode lavida tantascosasabsurdas,mezcladasavecesconalgunassensatas,quequizáhabía escrito aHartleyColeridgeynunca se lodijo.Peroellasíqueescribió,aRobertSouthey,elviejopoetalaureadodelareinaVictoria.Unacartahumildeeingenua,dejovenescritoraapasionadaquebuscaelapoyodesusmayores,acompañadadeunpardepoemas.

YSoutheyfuelosuficientementeamablecomoparacontestarle.Lossuyos no eran del todomalos versos, le dijo, almenos eran tan buenoscomo los de muchos otros autores contemporáneos que parecíanespecialmente dotados para la rima, como si la poesía anduviera enaquellos tiempos creciendopor los campos, igual que lasmargaritas enprimavera. Pero él sabía a ciencia cierta que esa era una ocupaciónexclusivamentedehombres:«Laliteraturanopuedeseradecuadaparalavidadeunamujer—leescribiódemanerarotunda,consuletrapicudaypequeñita,comounasucesióndemontañasdiminutas—,ynodebeserlo.Cuanto más ocupada esté con sus propias obligaciones, menos tiempolibretendráparaeso,nisiquieracomoaficiónydescanso.Ustedaúnnohasido llamada a esas obligaciones, pero cuando lo sea, la celebridad leinteresarámuchomenos...».

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Cuando leyó la carta, Charlotte Brontë hubiera querido que se latragaselatierra.Sintiócómoleardíalacaramientrasrecorríalaslíneas,y habría dado lo que fuesepor volver atrás y no enviarle sus poemas aaquelhombrebondadosoypaternal,quesindudaloshabríaleídoconunasonrisa indulgente en los labios, imaginando a esa dulce muchachaprovincianaquesoñabaestúpidamenteconalcanzarunagloriaqueestabamuylejosdesusposibilidades.

¿Cómo se le había podido ocurrir semejante tontería? Branwellsiempre lograba llenarle la cabeza de pájaros, de ideas absurdas queparecíancrecermuyaltasantesdequelasatrapaselarealidad,peroquesedesvanecíancomopompasdejabónunavezquelavidadeverdadlesdabaalcance y las deshacía con su peso. ¿Cómo había podido pensar quellegaría a ser una gran poeta, publicada y admirada y aplaudida porlectores desconocidos que encontrarían en sus versos el latido de unespírituhermano?

Loúnico que debía hacer—y, además, lo único que podía hacer—eradedicarse a enseñar.Sí, debía entregarse con todas sus fuerzas a esepequeñotrabajo,ganardecentementeunsueldomodestoquelepermitieseayudarencasay, talvez,regalarsealgúncaprichoenelfuturo,quizáunviajebrevealcontinente.

Quiénsabe,quizáundíaseenamoraríadeunhombreysecasaría,yentonces, como decía Southey, todos sus sueños de gloria le pareceríanridículos al ladodel enorme espaciode ternuray responsabilidadesqueocuparían un marido y unos hijos. Pero Charlotte Brontë era losuficientementelúcidacomoparanoengañarseasímisma:elmatrimonioeraunaposibilidadremotaensuvida.Ellasoloestabadispuestaacasarseporamor.Noibaacompartirsuexistenciaconunhombrehaciaelquenopudiese sentir algo terriblemente profundo, esa ansia de fundirse en elotroparasiempre, laabsolutanecesidaddevivir juntoaélynadiemás,comosihubiesesencontradoalúnicoserhumanopredestinadoporDiospara ser tu compañero. Jamás aceptaría a un marido por conveniencia,aunquefueseelmejorhombredelmundo,sinosesentíacapazdeamarlocon todas sus fuerzas.Detestaba la ideadecasarsemovidapor la razón,comohacíantantasmujeres,deadaptarseaunesposoadecuadoyllenodevirtudes, pero cuya presencia la aburriría como si fuese una escobaplantada en un rincón, recordando siempre la obligación de tener queutilizarla.De hecho, en una ocasión rechazó entregar sumano a una de

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esas escobas, el reverendo Henry Nussey, hermano de su amiga Ellen,quien le propusomatrimonio en una carta tan fría y medida como unadosisdemedicinaamarga,describiendo lasventajasdesuposibleuniónconlamismafaltadepasiónconlaquepodríahaberlehabladodeadquirirunnuevorizadorparaelpelo.

Asusveinteaños,llenadefervorydeentusiasmo,CharlotteBrontënoquería tibiezayconfort.Almenos,noen lo referentealmatrimonio.Ansiaba encontrar un espíritu brillante, alguien que la acompañase lejosenlosvuelosdelaimaginaciónydelconocimiento.Encuantoalcuerpo,atodo lo que significaba el deseo hacia otro cuerpo y el universomisteriosoyllenodepeligrosqueesedeseosignificaba,Charlottenoeracapaz de pensar en ello. Tan solo imaginar la mano de un hombreacariciándole la nuca desnuda sobre el cuello del vestido o unos labiosmasculinos posándose llenos de temblor y de poder sobre sus propioslabios provocaba en ella un temor y una vergüenza que la obligaban aalejardeinmediatoaquellasideasdesumente,empujándolasconfirmezahacia el pozooscuroybien cubierto dondeyace todo lo inadecuado.Sialguna vez en su vida debía despertarse ese temido fuego del deseo—pensaba entonces ingenuamente—, solo sería ante el esposo, ante elhombre elegido por Dios. Pero las posibilidades de encontrar a esehombre,justoaese,eranmásbienescasas,yellalosabíamuybien.

Incluso lo eran las de encontrar a un hombre vulgar con el cualcontraer unmatrimonio conveniente. Elmercado de las futuras esposasera complejo, y estaba llenodematicesy trucosypermutas.Perohabíaciertascosasevidentes,ciertascualidadesqueeranobligatoriasparaqueunhombreensuscabalesaceptaseaunajovencomoesposa:eldinero,labelleza y la sumisión. Si faltaba una de las tres, las otras dos podíanequilibraresaausencia.Peroensucaso,yeneldesushermanas,faltabatodo.No podrían aportar ni un centavo a la dote, carecían de belleza y,paracolmo,eranmujeresraras,conideaspropiasyaficionespeligrosas,como escribir o caminar a solas por los montes. Estaba segura de quetodas aquellas personas que componían el Consejo de Sabios en loReferentealMatrimonio—viejassolterascasamenteras,madresastutasyciertos abogados expertos en el asunto— habrían puesto sumano en elfuegoasegurandoqueningunadelasseñoritasBrontësecasaríajamás.Yprobablementenosequemarían.

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Después de haber recibido la carta de Robert Southey, tan

ejemplarizanteyrotundacomounodeesosbofetonesqueselesdanalosniñostraviesosensuspeoresmomentos,Charlottesesintióavergonzadadesímismaydesussueñosdepoeta,ydecidióentregarseasuanodinoperodecentetrabajocomoprofesoraenelinternadodeRoeHead.Debíaolvidarsedetodoaquelanhelo,delasvocesdesirenadelafantasía,quedesde su niñez habían arrastrado a los hermanos Brontë al mundopeligrosode la invención.Se agarró a sus actividades como si fueraunnáufrago enmedio del diluvio, tratando de evitar con todas sus fuerzasqueaquellapeligrosamelodíacelestiallaempujaracontralasrocas.Peroa veces, a pesar de su ardor, las sirenas aúndejabanoír sus cantosmáshermosos,que flotabandentrode lacabezadeCharlottecomo lasnubescuando aparecían más allá de las cimas de Tarn, lenta y dulcemente,caminandodespacioporelcielo,amigables,hastaquedeprontocobrabanvalor y se convertían en un robusto ejército oscuro y lo invadían todo,ennegreciendoelmundo,rugiendoydeshaciéndoseenlluviainacabable.

Sí, a veces, en invierno, cuando el viento gigantesco soplabaalrededor del internado, sacudiendo las ramas desnudas de los árboles,quegolpeabaninsistentementecontralaventana,alladodelamesadondesesentabaparadarsusclases,igualqueunamujerenfermaquesesientaamirar de frente a la muerte, el anhelo rugía y la devoraba por dentro,incontenible.Charlotte sabía que el viento la estaba llamando.Sabía queallálejos,enHaworth,aquellafuerzaimbatibleygloriosagirabaentornoalarectoral,yvolabaluegohacialospáramos,llenadepoder.SabíaqueEmily y Anne habrían escuchado su llamada, y que estarían ahoracaminando hacia Top Withens, batiéndose contra la fuerza del viento,libresypoderosasellasmismas.Yentoncestodaladesdichaseabalanzabasobreella,laañoranzaatrozdesushermanosydelabellezaáridadelascolinas, el deseo invencible de sentarse junto a ellos en el comedor,despuésdelacena,yescribiryescribiryescribir,dejarquelavozdelaimaginación ladominasee ir construyendosuscuentosde los reinosdeAngria y de Northangerland, transcritos con su letra diminuta sobrepedacitosdepapel luegocuidadosamenteencuadernadoscomopequeñoslibrosdeduendes,mientrasBranwellyEmilyyAnneescribíana suvezsuspropiashistorias.

En esos momentos, Charlotte observaba las cabezas de las niñas

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inclinadas sobre sus deberes, fingiendo que entendían algo de losmisterios de la creación, y los ojos se le llenaban de lágrimas. Lasdetestaba.Nopodíasoportarsutrabajo,aquellavidapequeñitaentregadaamuchachasquetendríanunfuturoigualmenteinsignificante.Ylopeordetodo era que no les importaba. Gozaban del privilegio de tener unasmentesaburridasyenanas,queseconformabanconlopocoqueelmundoponía a su alcance. Bobas, eran bobas,muchachas simples y apáticas, yellaseveíaobligadaadisimularincesantementesudesprecio,aahogarlasganasdechillarlesquesentíacrecerdentrodesícadavezquecomprobabasuestulticia.

Fueronañosdifíciles.Teníatantascosasensuinterior,tantodolorytantaansia,ylasvocesresonandoensucabezainsistentemente,perotodoaquello chocaba contra las paredes que la rodeaban. Sí, la vida de unamujer estaba encerrada dentro de un cubo geométrico hecho de sólidasparedes de piedra, delante y detrás, arriba y abajo, a la izquierda y a laderecha. No había escapatoria, y ella se ahogaba allí dentro, impotente,dándosecabezazoscomounanimalpilladoenunatrampa.

Todoelmundoposeealmenosdosnaturalezas.Elbienyelmal,lomasculinoylofemenino,elyinyelyang,elanimusyelanima, losdoshemisferios cerebrales conviviendo dentro de cada uno de nosotros.Supongo que buena parte de la gente ni siquiera lo percibe. Son todosaquellos que se pliegan dócil y felizmente a las circunstancias que losrodean, a la educación que han recibido, a lo que la sociedad espera deellos. Ejercen de hombresmuy hombres o demujeresmuymujeres, demalvadosodetiernos,dehistéricosodecriaturassosegadas,segúnloquela vida haya dispuesto. Llegan al final de sus vidas en paz, habiendocumplidoconelpapelestablecidoparaellos,sinpadecerjamáslafracturaen dos de su ser, o sintiéndola quizá tan lejos, tan poco dañina, que lalucha apenas deja marcas visibles en sus existencias. Son las madressiempre generosas, los líderes eternamente combativos, los asesinos enserieylosvioladoresreincidentes,losperpetuamentesumisosorebeldes,lossantossinmácula.

Y luego están los otros, los divididos, los rotos en dos. Almas enpena que aspiran a la calma cuando la vida los empuja a la acción yanhelan la inestabilidad cuando al fin llega el reposo. Son las mujeresdulces que en ciertos días desearían poseer los puños de hierro de unboxeador, los hombres fuertes que a ratos se esconden a llorar en los

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lavabos,losapaciblesqueunamañanadesaparecendecasaparasiempre,lasmadresentregadasquealossetentaañossolodeseanecharseunnovioydesentendersedelosnietos,lostiranosasesinosquesesorprendenasímismosllorandoantelaindefensióndeuncachorro.Seresescindidos,quevandando tumbospor la vida, sin sabermuybien aqué firme columnaagarrarse, qué preceptos seguir a ojos cerrados, en quién desearánhaberseconvertidoeldíaenque lamuerte losalcance.CharlotteBrontëformaba parte de ese grupo desdichado. Emily no, ni tampoco Anne.Emily era un ser indómito y tierno, igual que Anne era tierna y dócil.Charlotte,encambio,podíaserlounoylootro.Ynuncasupomuybienenrealidadquiénera.Anhelabaalmismotiempolafamaylareclusión,laaventura y el hogar familiar, la independencia y el matrimonio másconvencional.Unamitaddesímismaeraplenamentevictoriana,tímidaysumisa y doméstica y creyente. La otra había caminado por encima deltiempo hacia un mundo en el que las mujeres tomaban decisiones,demostrabansutalento,semovíansolasporciudadesextranjerasy,sierapreciso, renegaban de Dios. Y las dos partes permanecían en constantelucha,entregadasaunabatallainfernalqueamenudoladejabadeshecha,deprimidayexhausta.

Endiciembrede1838,Charlotteregresóunosdíasacasaparapasarlas vacaciones de Navidad. La mañana antes de su partida, después dehaber terminado la limpieza, se sentó allí, en el comedor, cerca de lachimenea, y de pronto fue consciente con una lucidez dolorosa de quetodo lo que ocurría en la casa formaba parte de ella,muy dentro de supropioorganismo,comolascélulasdesusangreoelairequeentrabaensuspulmonesysequedabaallíunosinstantes,dándolevida.

Todoaquellonosoloerasuvida,eraloqueledabalavida,igualqueelaire.Lanievequeflotabaafueraycaíasilenciosasobrelastumbasdelcementerio. El olor de la carne de Tabby asándose en el horno. LosladridosdeKeeperenelpatiodeatrás,tratandodeasustaraunalavanderablancaquerevoloteabaenbuscadealgodealimento.Lavozprofundadelpadre en su estudio, y la suave vocecilla monótona de la tía, mientrasamboscomentabanlasúltimasnoticias.LoscantosabsurdosdeBranwell,que tarareaba a voz en cuello un aire popular al mismo tiempo que sevestía. Los versos deHeinrichHeine que Emily leía en voz alta con su

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delicadoalemán—«DieLotosblumeängstigt/SichvorderSonnePracht,/ Und mit gesenktem Haupte / Erwartet sie träumend die Nacht»—,mientraspelabapatatasenlacocina.LaquietuddeAnnecontemplandoelfuegoasu ladoyformandopartedeaquella tibieza,queparecíaemanarde su propio interior. La noche deslizándose ya sobre los páramos,penetrandoconsufrialdadenlostorrentesyserpenteandoentrelasrocas,enbuscadeuncobijoparalassiguienteshoras.

Ella era todo aquello. Los sonidos de la casa, los latidos de loscorazones ajenos, la oscuridady la luz futura.Nopodía regresar aRoeHead. Si regresaba, si volvía a alejarse de allí con su pequeña maleta,arrastrandolaausenciatrasdesícomosillevaseacuestasunamontaña,seromperíapordentro,seconvertiríaentrozosinertes,pedazosdeunavidasin vida. Se quedaría allí, junto a todo lo que era ella, sujeta al aire deHaworth y a los ruidos familiares, como una cariátide a los pies deltemplo.

No lopensóniun instante.Enaquelmismomomento,escribióa laseñoritaWoolerparacomunicarlesudimisión.Luegosecalzólasbotas,se envolvió en la capa de lana gruesa y salió bajo la nieve camino deKeighley para echar su carta. Mientras recorría el camino empapado,obligándose a equilibrar el cuerpo una y otra vez para no caerse en laszonas heladas, tirando con fuerza de sus pies para poder avanzar allídondelanievesehabíaacumuladoalta,notandocómoloscoposheladosleempapabanlacarayelpeloylaropa,sintióunvigorinesperado,unafuerza que recorría su cuerpo y su alma, como si un rayo benigno lahubieraatravesadoyanduvierajugueteándolepordentro,otorgándolelosbenditosdonesdel corajey la robustez.Regresóacasaa lahoradel té,conlacararoja,lospiescongelados,unhalodeescarchaalrededordesucapucha y el corazón ardiente. Todavía ahora, casi ocho años después,aquel16dejuliode1846,recordabaelesplendordeesedíacomounodelosmomentosmásfelicesdesuvida.

Sinembargo,sudecisióndequedarseenHaworthtansolohabíasidoun espejismo, un breve descanso en medio del empinado camino deltrabajo imprescindible. Quizá se había creído, estúpidamente, que eldinero caería un día del cielo sobre sus cabezas, como el maná de losisraelitaseneldesierto.Elasuntodeldinerosiempreperturbabalasvidas

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de los habitantes de la rectoral de Haworth. El sueldo del reverendoBrontë era exiguo, y él, hijo de pobres campesinos irlandeses, no habíaheredado ninguna fortuna de una familia pudiente. La tía Elizabethcontribuía a los gastos de la casa con sus propios ahorros, y cuandoalgunadelashijastrabajaba,siempreenviabaunaparteimportantedesusueldo para los gastos comunes. Pero aquello no era suficiente paraalimentarlos a todos, vestirse decente aunque modestamente, pagar losserviciosdeTabby,calentarlacasa,iluminarlaconlascarasvelas,acudirdevezencuandoaalgúnmédico—cadavezmásnecesariosamedidaqueelreverendoBrontëenvejecía—,comprarlibros,diariosyrevistas,asistirde vez en cuando a un concierto o a una conferencia enBradford o enHalifaxysostenerlasobrasdecaridadalasqueunpastorestabaobligado.Además de pagar, por supuesto, los inútiles gastos de los sucesivosaprendizajes de Branwell y, más adelante, sus deudas, que tantossacrificioscostaríana la familia.Noeraunavidade ricos,desde luego,pero había ciertas exigencias sociales —la criada, la ropa digna, elcumplimientocon lasdeudas—a lasquenopodían renunciar sinqueeloprobio cayese sobre ellos.Y luegoestaban sus intereses intelectualesyartísticos,delosqueeranincapacesdeprescindir.

La consideración del dinero es siempre curiosa.No está bien vistodecirqueesimportante.Laspersonasinteligentesycreativas,losartistasylos intelectuales y quienes se preocupan por el bienestar de los demásdeben afirmar que el dinero nunca es su prioridad. Lo contrario losconvierte en sospechosos a los ojos ajenos. Y normalmente es así. Siganardinerofueseparaelloslomásimportante,dedicaríansuenergía,sutiempoy su talentoaotrasactividadesmuchomás lucrativas.Peroentreno luchar por hacerse rico y tener que conformarse con vivir en laescasez, hayun enorme abismo. Incluso llevar unavidamoderada, perodigna,escaro.Almenosaquí,enestapartedelmundo,enelnortedeesteplanetadondedurantemuchosmesesalañohacefríoyunonecesitaunabuenacasa,unabrigogruesoyalimentossuficientesparaenfrentarsealasbajas temperaturas. No son lujos, son necesidades. Tal vez en un climatropicalsepuedatenerunagranvidaconmuchomenos,untaparrabos,untechodepalma,algunasfrutasbaratasogratuitas.Peronoenmediodelospáramos de Yorkshire en aquel siglo XIX burgués, industrializado yclasista.Ysí,sí,esevidente,algunasdelascosasmáshermosasdelmundonocuestannada:labellezadelosárboles,lafuerzadelosríosyelmar,la

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vertiginosa infinitud del cielo nocturno, la delicadeza de las floressilvestres,elcantodelosmirlosalalba.Charlotte,EmilyyAnneBrontëdisfrutabanmásquenadiede lanaturaleza,pero tambiénamabanciertascosas caras, exquisitos productos del espíritu humanopor los que todosdebemospagarun altoprecio, aúnmás elevado entoncesque ahora, loslibros, lamúsica, la pintura. El piano que Emily tocaba con un enormetalento y la misma pasión que ponía en todo lo que hacía, desde pelarpatatas hasta crear magníficos poemas, no había sido excepcionalmentecostoso,perohuboquepagarlo.Ysuspartituras.Ylatintayelpapelquetodos ellos utilizaban para escribir infatigablemente, aunque lo hicierancon letras diminutas y por las dos caras para aprovechar almáximo elespacio.Yloslápices,lasacuarelasolosóleosconlosquepintaban.Ylosinfinitos libros, diarios y revistas que leían, por más que muchos losobtuviesenenpréstamodelasbibliotecaspúblicasqueyaentoncesexistíanpor todas partes enGranBretaña, incluyendo las bibliotecas circulantesquerecorríansemanalmentelospueblosmáspequeños.Aunasí,vivirera—igualquees—excesivamentecaro.

Quienes dicen que el dinero no es importante suelen tener losuficienteparacubriralmenostodasesasnecesidadesbásicas,elcalor,lasalud, la comida, un ratito de placer, la belleza y la complejidad de lasideas. Desde luego, en la vida de las hermanas Brontë, el dinero fuesiempreunasuntofundamental,unproblemaqueduranteañosyañoslesamargó la existencia. Que la marcó, de hecho, de una maneradeterminante,empujándolasa lamayorpartede lasdecisiones,buenasymalas,quetomaronensusvidas,incluidaladepublicarsusnovelas.Antesde eso, antes de intentar lograr el éxito literario, se vieron obligadasduranteañosasometerseaaquellanecesidadquelasforzabaaalejarsedecasaybuscartrabajoparasubsistir,elúnicotrabajoquepodíanejercer,eldeinstitutricesomaestras,malpagadasyamenudotambiénmaltratadas,sufriendoporlaausenciadelossuyosylasoledadcreativaalaqueellas,acostumbradasaescribirjuntas,nuncalograronadaptarse.Yenfermandouna y otra vez a causa de la incesante tensión y de sus propiasconstitucionesdelicadas.Sialguienleshubieradichoqueeldineronoeraimportante,queunasmujerestanllenasdegeniocomoellasdebíanestarporencimadeesanimiedad,Charlotte,EmilyyAnneBrontësehubieranreídoacarcajadas.

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Aquelañode1839,laslibras,comoerasucostumbre,nocayerondel

cielo sobre la rectoral de Haworth. Charlotte tuvo apenas el tiemposuficientepararecuperarseunpocoy,enprimavera,volvióapartirhaciaun nuevo empleo, ahora como institutriz. Había estado reflexionando yhabía llegado a la conclusiónde queocuparse de dos o tres niños seríamucho menos agotador para ella que ocuparse de cincuenta. Pero seequivocó.Eltrabajodeunainstitutrizquizánofueratanexigentedesdeelpuntodevistafísicocomoeldeunaprofesoradeinternado,perosindudaera mucho más humillante. Las familias ricas que podían permitirsecontratarlas no solían sentir mucho respeto hacia aquellas muchachashumildes.Anne, que ejercía la profesióndesde tiempoatrás, ya la habíaavisado. Aun así, Charlotte no sabía bien dónde se estaba metiendo.Ignoraba la enorme mezquindad que puede almacenarse maloliente enmuchos corazones humanos, la arrogancia que a menudo habita en lasgrandescasas,juntoconlosmuebleslujososylassedasdelasparedesylasporcelanasdelaChina.Acostumbradatansoloasupropiafamiliayalambiente luminoso y tibio de Roe Head, desconocía la profundaignorancia, el despreciohacia los conocimientosquemuchosmiembrosdelasricasfamiliasdecomerciantesdeGranBretaña,lasquesepermitíancontrataraunainstitutrizcomoella,exhibíanantesícomounaenseñadesuestatus.

Fueronmalostiemposparaella,aúnpeoresquelosquehabíapasadoenelinternado,soportandoaniñosmalcriados,padresgroserosymadresestiradasyestúpidascomopecesnadandoenunapeceradeaguatibia,quelamirabanporencimadelhombroy la tratabancondisplicenciaporqueeramás pobre que ellas. Una vez, el pequeño John Sidgwick, enfadadoporque trataba de obligarle a abandonar sus juegos y subir al cuarto deestudio, le tiró a la cabeza unaBiblia, causándole una brecha junto a lacejaizquierda.Lopeorfuequesumadrenosolonoloregañó,sinoque,aconsecuenciadeaquelgestodesuhijo,terminópordespedirlaaella.

Esatardelahizollamarasusalitamientrastomabael té.Estabatanmolesta,tandispuestaademostrarlequeallínoeramásqueunacriadaunpoco más ilustrada que las demás, que ni siquiera le ofreció una taza,aunquesílepidióquesesentasefrenteaella.

—Creoquehatenidounproblemaconelniño,señoritaBrontë—ledijo,observandocondesinteréslahinchazónsobresuceja.

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—Sí,escierto.Johnnuncaquieresubiradarlaslecciones.Siempretengoqueandarpersiguiéndoleporlacasaoporel jardín,yesoretrasalasclasesdesushermanas.

—Porsupuesto.Perounniñonodejadeserunhombreenpequeño.Noestoyseguradequeloentiendausted.—Lamiróconeldesprecioconelqueunavanidosaesposapuedemiraraunamujersoltera—.Lasniñassuelen ser más dóciles y tranquilas. No les cuesta nada permanecersentadas horas y horas leyendo o bordando o mirando mapas. Losmuchachos, en cambio, lo que quieren es moverse y corretear por ahí.Deberíaserustedmáscomprensivaconél.

—Sémuybien cómo son los chicos, señoraSidgwick—mintió sinpudor, pues el único chico al que había conocido de cerca, su hermanoBranwell,nohabíasidomuydistintodeellas,y talveznovalieracomoejemplo de la pequeña masculinidad—. Entiendo que John necesite unacierta dosis de expansión física, pero también necesita aprender algunascosaselementales,yacostumbrarsearespetarloshorariosyladisciplina.

No se sintió capaz de dulcificar su tono, de suavizar lo que estabadiciendo con los educados «creo que», «me temo», «perdóneme que lediga». Por el contrario, como le ocurría tantas veces cuando se sentíamenospreciada,dentrodesumentesehabíaalzadodominanteelorgullo,envolviendo sus palabras y sus gestos en dureza y rigidez, como si leshubierapuestounaarmadura.LadelicadaymandonaseñoraSidgwicksesintióheridaporlafaltadecortesíadeaquellainstitutrizasusórdenes.Noalzó la voz, pero la irritación puso en ella un tono desagradablementemetálico:

—Noesustedquiendebedecidircómoeducaramishijos,señoritaBrontë.Johnheredaráunagranflotadebarcos,unimperiocomercialconOriente,ynonecesitamosqueunajovensinexperiencianidinerovengaadecirnosloquetieneonotienequehacer.Esmejorquesebusqueustedotrotrabajo.Quizáencuentrealgunafamiliaqueapreciemássusmodalesantipáticos.Encualquiercaso,nosepreocupe,ledarébuenasreferencias,aunquenoseránexcelentes,yaseloaviso.

Esasdospalabras,modalesantipáticos,sequedaronresonandoenelaire, como un gong potente que alguien hubiera hecho sonar condemasiadafuerza.YCharlottetuvoquereconocerqueeranciertas.Jamás,ni un solominuto de sus largosmeses junto a aquellas personas, habíalogrado sentirse relajada o cómoda. Se había pasado el tiempo

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comparándoseunayotravezconellos,examinandolasinteligenciasylostalentosdecadauno,perotambiénlasindecentescuentasbancariasque,deunamanera definitiva, establecían el poder de la familia sobre ella y suobligatoria sumisión.La superioridad del dinero imponiéndose sobre ladelespíritu.Eraunaperdedora,losabíamuybien,ylaconstatacióndeesaflagranteinjusticialeprovocabaunarabiasordaquelehacíaveratodoslos Sidgwick como enemigos, los auténticos culpables de su más queobviadesdicha.Losdetestaba,yesaconstantetensiónenlaquevivíaentreellos se transmitía continuamente a su manera de tratarlos, aunqueintentasesereducada.Noledoleríaniunsolosegundotenerqueirsedeallí.

Lo curioso era que ahora,mientras escribía su novela, todo lo quehabía vivido durante aquellos años le estaba sirviendo para construir elespíritu de Jane y de muchas de las otras figuras que aparecían en suspáginas,caminandounratitoporellashastaquesupoderdedecisiónlasalejaba de nuevode la vista del lector, conduciéndolas otra vez hacia elsilencio. Allí estaba la petulancia de aquellas mujeres vanidosas, laimbatiblecarenciadedineromarcandodíatrasdíalavidadeJaneEyre,ytambién,desdeluego,supropioorgullobienincrustadodentrodeella,esesentidodeladignidadpersonalquejamáslahabíaabandonadoenmediode lasmás terribleshumillaciones,yquehabíasido,enverdad, loúnicoque lamantenía en piemientras veía como la vida pasaba a su lado sinpoderatraparla.

Allí estaba incluso, en el primer capítulo, la anécdota de JohnSidgwick tirándole la Biblia a la cabeza, que le había servido paradescribirelcomienzodelasdesgraciasdeJaneEyre,elmomentoenquesuprimoJohnReedlelanzabaalacaralaHistoriadelasavesbritánicas,deBewick,ylatíalacastigabaaellaenvezdealcríocaprichoso.Sí,eracuriosocomprobarcómosupropiavidasehabíainfiltradoensunovela,la vida vivida y también la vida soñada, como si, de alguna maneraconfusaeinvisibleparalosdemás—oesoalmenosesperaba—,estuvieraajustandocuentasconelpasado.

Enel relojde laescalerasonaron lasnueve.Laplanchayasehabíaenfriado.Antesdebajaraporotracaliente,CharlotteBrontësepermitióinterrumpirunosminutossutarea.Fuealahabitaciónquecompartíacon

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Anneyrebuscóenelbaúldelaropadeinvierno,bajounpardevestidosdegrueso tejidode lana, los cuadernosque conteníanbuenaparte de sunovela,cincocuadernosya,casicuatrocientashojascubiertasporamboslados,llenashastalosmismísimosbordesdesuletramenudayredonda,demasiado despojada y poco elegante, letra de mujer extremadamentemiopeypocovanidosa.Estabanallí,entrelaropa—igualquelohacíanenotros escondrijos los de Emily yAnne—, guardados deBranwell, cuyareacciónanteelposibledescubrimientodesustrabajoslastrestemían.Eldeterioro de su carácter era tan extraordinario que las hermanassospechabanquefuesecapazdetirarsushojasalfuegoenunarrebatodecelos si llegaba a saber que estaban inmersas en la escritura de unasnovelasconlaidea,alfinfirmeyrotunda,depublicarlas.

Ahora, aunque le parecía que las letras sobre el papel se habíanpuestoenpiey formabanuncoro suplicanteque reclamaba suatención,nopodíaponerseaescribir.Laspalabrasbullíandentrodesucabeza,ylehubieragustadoabandonar laplanchayquedarseallíconsuscuadernos,olvidada del mundo. Pero era preciso terminar las labores domésticasantesdepodersentarse las tres juntasenelcomedor,consusescritoriosportátiles,yconcentrarseenelesfuerzo,dirigirlosojosdebilitadoshaciael papel, cerrar sobre sus respectivas historias las mentes dispersasduranteelrestodeldía,convirtiendocadaunadeellasenelcentromismodeluniverso.Escribirerasindudaunactoegoísta,unansiaquellegabaaconvertirse en una obsesión, emponzoñando el resto del tiempo,esparciendoelvenenode su totalitario anhelo sobre todas lashorasquelasobligacionesdelacasa,lasnecesidadescomunesolaresponsabilidadhacia losdemás lesrobabana losmomentosde lacreación, tan intensosparacadaunadeellas,tanaisladosdelmundoyllenosdeplacerydolor,comoeléxtasisdeunamística.

Si Branwell estuviese escribiendo una novela en serio, pensóCharlotte, se encerraría en su habitación y a todos se nos impondría elsilencio, la absoluta exigencia de no molestarle. Le prepararíamos lacomidayse la llevaríamosallí,golpeandosuavemente lapuertaparanointerrumpirle en medio de una frase grandiosa. Caminaríamos depuntillas, Emily cerraría el piano hasta que él acabase su obra, nodejaríamosladraralosperrosnitronaralastormentas,nosdeslizaríamoscomo fantasmas en su cuarto para comprobar que no estuviese pasandofrío, o hambre, o sed, y luego, por la noche, después de cenar, nos

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sentaríamosasualrededorparaescuchar la lecturade loúltimoescrito,llenas de admiración y respeto, y le aplaudiríamos, lo besaríamos y lecogeríamoslasmanoscomosiestuviésemossosteniendolasmanosdeundios.

Míranosencambioanosotras,pobresmujeres,obligadasaescribiraescondidas,apublicarbajoseudónimos,aocultartodoestefuegodentrodenosotras,disimulandocomosifuéramosladroneselanheloylafuria.Míranosplanchando,cocinando,cosiendo,barriendolossuelos, tratandode robarle minutos, segundos, a la vida que pasa deprisa para poderescarbarahídentro,enlasbrasasqueardenennuestrascabezas,igualquebandidos aguardando la noche para despojarse de la ropa formal yenvolverseenoscurascapasamenazadorasysalira lascallesadestruir,aunquenosotrasnodestruyamossinoquecreemos,imprudentesmujeres,pecadorasmujeresquesenieganadoblegarsealsilencio.

Era injusto y frustrante, pero, aun así, Charlotte Brontë sabía muybien que no cambiaría aquellas tardes secretas en compañía de sushermanasenelpequeñocomedordelarectoraldeHaworthporlasoledaddeningúnescritorvarón.Igualqueloshéroesgriegossoportandosobresushombroselpesodelmundo,ellaestabadispuestaaaguantarlacargadetodaslasescobasytodaslasplanchasytodoslosovillosdehilocontalde poder seguir escribiendo junto a Emily y Anne. A veces, cuandolevantaba lavistade supropiopapelbuscandounapalabra,una imagen,unacurvaenelsenderodelahistoriadeJaneEyrequelacondujeramásallá, hacia las vastas praderas por donde la narración debía proseguir,cuandoalzabadelpapellosojosmiopesysepasabatresveceslasmanossobreellos,comosiconesesimplegestopudieralimpiarlosdelafatiga,y luegomiraba a Emily, mordiendo con entusiasmo su plumamientrasreflexionaba,oaAnne,enredandolosdedosdelamanoizquierdaensusrizosalmismotiempoqueseguíatrazandopalabras,entoncessentíaalgoquesehinchabadentrodesucorazón,algopletórico,silenciosoy triste,quedebíadeser,estabasegura,lafelicidad,yeltemorquelafragilísimafelicidad acarrea, como si enmedio de esa plenitud fuera consciente dequetodoaquello—lapresenciadesushermanas,lasolidezdelacasa,labravura de los páramos al otro lado del muro, la feroz entrega a laliteratura—podíadesvanecerseenuninstante,dejandotrasdesíunvacíoquenadaninadielograríajamásllenar.

No, no cambiaría eso por ningún despacho masculino y aislado y

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silencioso.Ysialgunadeellashubiesetenidohijos,siellamismahubieratenido un hijo de Monsieur Heger, tal vez una niña de rizos rubios ymejillasmuypálidas,estabaseguradequelastreshabríansidocapacesdeincorporarlosatodoaquelloconlamismanaturalidadconlaquehabíanincorporadolaobligacióndelevantarsedevezencuandoparaecharleunvistazoalacomidaenelfuegooprepararleeltéalpadre.Erabueno,sí,decididamenteerabuenodejarquelavidaentraseensuspáginas,lavidacomún,consuspequeñasobligacionesysusafectosytodoelcuidadoquehabíaqueofreceralosdemás.Susobrasquizánollegaríanasernuncalasobras perfectas de un hombre encerrado a solas en su cuarto, sin máscompromiso que el de extraer lo mejor de sí mismo de su espíritu ycolocarlo con brillantez sobre el papel, líneas y líneas de palabrasimpecables, comas adecuadas, metáforas únicas y descripcionesindiscutibles,todoelloiluminadoporlaluzpétreadelarazón.Talvezsusnovelas y sus poemas no alcanzarían nunca el grado sublime de loinmejorable, pues su tiempo, sus mentes y sus pobres energías debíandedicarseaunamultituddecosasdiferentes,atodoesetipodeminúsculosintereses que atañen a la vida de lasmujeres y hacen que la vida de loshombres sea mejor. Quizá tuvieran debilidades e imperfecciones, peroCharlotteBrontëestabaseguradequeenellaslatíalavida,lafortalezaylafragilidaddelavidamisma,quepermanecíasiempreasualrededorcontodassusexigencias,sinalejarsedeellasydesutrabajocomoescritoras,yleparecíaqueesoeramásvaliosoquelaperfecciónmasculina.

Sesentóalbordedelacamayreleyólosúltimospárrafosquehabíaescritolatardeanterior.Eraunmomentoimportante.ElseñorRochesterlehabíapedido a Janeque sequedase junto a él paseandopor el huertomientraslasestrellasseibaniluminandoenloalto,yleestabahablandodesufuturomatrimonio.Janeaúnnosabíaqueéltratabatorpementedepedirsumano,ycreíaquesuamadoibaacasarseconlabellaseñoritaIngram.Esforzándose para no romper a llorar, le había dicho que abandonaríaThornfieldenseguida.Rochesterinsistíaenquedebíaquedarse.Entonces,el alma orgullosa de Jane se había abierto paso a través de todas lasnormassocialesy toda lasumisiónhasta lasuperficiedesuspalabras,ylashabíallenadodeardor:

«¿Creeustedquepuedoquedarmeyconvertirmeennadaasusojos?

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¿Creequesoyunautómata?¿Unamáquinasinsentimientos?¿Yquepuedosoportarquemearranquenmitrozodepandelaboca,quevacíenmivasodel agua vital? ¿Cree que porque soy pobre, oscura, poco agraciada ypequeña,carezcodealmaydecorazón? ¡Seequivoca! ¡Tengo lamismaalmaqueusted,yelmismocorazón!YsiDiosmehubieradadounpocode belleza y una gran fortuna, habría logrado que para usted fuese tandifícilsepararsedemícomoesparamísepararmedeusted.Noleestoyhablando con la voz de las costumbres o de los convencionalismos, nisiquiera con la de la carnemortal; le hablo como si amboshubiéramospasadoyaporlatumba,yestuviéramosalospiesdeDios,iguales,¡talycomorealmentesomos!».

Sí, estaba bien. Revisándolo al cabo de las horas, le convencía esepárrafo, aunque tal vez debía endurecer un poco más el tono. Y, sinembargo, estaba segura de que, a ojos de muchos lectores, ya seríademasiadoduro.Lacriticarían,diríanqueunamujerjamásdebíahablarleasíaunhombre.Unamujerpobreatreviéndoseadeclararselaigualdeunhombrericoseríasindudaalgoinaceptableparamuchos.

Durante unos segundos, Charlotte sintió aquel miedo familiar queparecía subir por su espalda y expandirse luego dentro de su cabeza,instalándose allí como si fuera a quedarse para siempre. ¿Tendría valorpara enfrentarse a todo aquello si algún día la novela llegaba a serpublicada?¿Seríacapazdesoportarsinhundirselascríticasdurasquesinduda llegarían, los juicios que la expulsarían fuera del mundo literarioantesinclusodehaberpuestoenéllapuntadeunpie?Ysiademásteníanrazón,Diosmío,siademásaquelloshombresqueacasoseplantaríanantelaspuertasdel temploestirandolosbrazospararechazarlaestabanen lojusto, si su novela era blanda e inexpresiva y vacía, si no estaba siendocapazdereflejarningúnalmahumanaverdadera,sinotansolopequeñostrocitosdecera,muñecosdecoradosyhuecosmoviéndoseanteun telóntan falsoy ridículocomo losde los títeresquepasabanporHaworthenprimavera cuando era una niña, ¿qué sería de ella entonces? ¿Quiéncuraríadespuéssucorazón?

Cuando esos sentimientos de temor ante las posibles críticas a sunovelaseadueñabandeella,aCharlotteBrontëseleponíaundolorenelestómagoqueledurabaelrestodeldía,comosiestuvieseviviendoyaesefracaso y no fuera tan solo una idea paralizadora contra la que debíacombatir,haciendounesfuerzogigantescoporseguiradelanteysalirala

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luzy triunfar,y lograrunpocode reconocimientoyunpocodedineroconelquepoderenfrentarse,libre,alossiguientesaños.

Pero no podía detenerse en elmiedo.Debía comportarse como lasheroínasdeAngria,quepartíanenbuscadesusamadosbajolasnievesyatravésdelosdesiertos,sinimportarlesnadaquenofueseelobjetivofinal.Suspiró.Volvióaguardarcuidadosamenteloscuadernosbajolosvestidosdeinviernoybajóalacocinaenbuscadeunaplanchacaliente.Tabbysehabía puesto a preparar confitura de arándanos con las bayas que ellashabíanrecogidolamañanaanterior.Elaguaempezabaahervirenlagrancacerola,yelolorseexpandíayaporlacocina.

Charlotterespiróhondo.—Tabby,¿porquéseráquetuconfiturahuelesiempremejorquelas

otras?LaviejaTabithaseechóareír.—Seránmispolvosdebruja...—¡Desde luego! Si te hubiesen pillado hace dos siglos, te habrían

quemadoenlahoguera,puedesestarsegura.Emilydejódepelarlasjudíasverdesparalacenayalzólosojosdel

libroqueestabaleyendoparamirardesafianteasuhermana:—Charlotte,hedecididomataraCatherine.—¡Nopuedeshacereso,Emily!Ellaeselpersonajeprincipal.Alos

lectoresnolesgustará.—Vaya, qué remilgos, Char. Te estás volviendo una damisela... La

gente se muere, por muy personaje principal que sea. Y CatherineEarnshaw también.Luego su fantasma atraerá aHeathcliff.Así es comodebeser.Ynovoyacambiarlo.Nohayotrosentidoposible.

Tabby las escuchaba con los ojos muy abiertos, revolviendo susarándanos.

—Creoquealahogueravaisairvosotras.¿Dóndesevio, lashijasdeunreverendoescribiendoesascosasterriblesdemuertosyamoríosyfantasmas...?Siempresupequeosibaisavolverlocascontantolibro.

Emilyrespondiórápida:—¡Perosisonlascosasquetúmecuentas!—Sí,perounacosaescontarlas,yotramuydistinta,escribirlas.Los

pecadossehablan,peronoseescriben.Preguntadleavuestropadre,queélsabedeesomásqueyo.

—TabithaAckroyd,teestásvolviendoviejaeinsoportable...

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Tabby regresó a su cazuela sacudiendo la cabeza.Una vaharada devapor oloroso inundó la cocina y flotó lentamente hacia el resto de lacasa,comoelaromaqueenloscuentosinfantilesseñalaellugardondeseamontonanlospasteles.

EmilysedirigióaCharlotte:—Creoqueva ahacerbuendía.Despejará. ¿Vamosadarunpaseo

antesdecomer?Asítendremoslatardelibreparaescribir.—Sí, podemos ir hasta la cascada. Hace mucho que no voy. ¿Te

importasicomemosunpocomástarde,Tabby?—Detodasformas,novaaquedarotroremedio.Annetodavíanoha

idoaporlacarneparaelasado.—Bien,encuantoAnneyyoterminemos,podemossalir.Charlotte cogió la plancha caliente, dejó la fría sobre el fuego y

volvióasubirparaterminarsutarea.Emilysiguióenlacocina,trajinandoyleyendoalmismotiempo,conlasmejillasrojasdelcalor,levantándosedevez encuandoa enredarle el pelo aTabbyparahacerla rabiar.Teníaganas de que sus hermanas acabasen sus faenas para poder ir hasta lacascada.Seguíadisfrutandodelaslargasdistancias,querecorríasiemprecon sus zancadas poderosas, aunque tenía que reconocer que ahora, alborde ya de los treinta años, quizá no iba tan rápido como antes ni sesentabaconlamismanaturalidadsobrelaspiedrasmojadas,declamandopoemas a voz en cuello.No solo era un problema de resistencia física,sino también de pudor, el maldito pudor que atonta la cabeza de lasmujeres,volviéndolasestúpidasydébilescomopajarillosreciénnacidos.Emilydetestabaque todasesasbobadas laafectasen, la sensacióndequealguienpodíaestarvigilandotuspasosycriticarteporhacercosaspocoadecuadasparaunadama,correrporloscampos,levantartedemasiadolasfaldasparaatravesarunarroyo,cantaragritosunacanciónalegreodejarquelalluviateempaparaelpeloenverano,cuandoelaguacerorompeaveces el calor del día y desciende feliz sobre la tierra, como un regaloinesperadodelosdioses.

Añoraba losdíasexaltadosde la infancia,aquella inocenciayaquelfervor que les hacían creer que estaban solos en el mundo cuandoBranwell y Robert y ellas desaparecían durante horas en los montes yjugabanarepresentarlashistoriasqueleíanenloslibrosolasqueellosmismos creaban, escenas de amores y batallas, de damas raptadas ycautivos batallando contra las tempestades de los océanos y caballeros

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retándoseenduelo.Seguramente algún pastor, algún obrero de las tejedurías que iba

camino de su casa, medio borracho tras el descanso en la taberna, loshabríavisto.SindudahabríancirculadorumoressobrelosraroshijosdelreverendoBrontë,queandabanhaciendocosasextrañasporlospáramos,comocriaturasdeunasilodelocos.Peroenaquellostiemposremotosypuros,laposiblemaledicenciahaciaellosnoimportabanada.Noeranmásque niños, los niños sin madre de un padre excéntrico. Devoto ybondadoso, sí, pero capaz élmismo de todo tipo de rarezas, como leerlibrosescritosenlenguasdesconocidasmientraspaseabaporlascallesdelpueblo, arriba y abajo, murmurando a veces en voz alta palabrasmisteriosas.

Luegotodohabíacambiado.Nosabíamuybienenquémomento.Talvezdesdequehabíancumplido loscatorceo losquinceaños,cuandoseleshabíandesarrolladolospechosylascaderasylasangreyafluíacadamesconnormalidad,aesaedadtristeenlaqueunaniñadebeconvertirseenunajovenqueempiezaaserobservadaatentamente,casicomosifuerauna cabeza de ganado, para calcular sus posibilidades de contraermatrimonio.Ahora,afortunadamente, laépocadelmercadode lasbodasyahabíapasado.Y,sinembargo,seguíancomportándosecomosituvieranalgoqueperder,porqueesaeralacostumbre:remilgosypudor.

Tonterías, tonterías...Ytambiénerauna tonteríamolestarseporeso.Emilyestabaintentandoaprenderaenfadarsepoco.Avecessedescubríaasímisma refunfuñando porqueAnne no había colocado los vasos en elordenqueaellalegustaba,odiscutiendoseriamenteconCharlotteporqueseempeñabaenregalarlesuviejovestidoazulalaseñoraWhartonparaalguna de sus hijas y ella creía, en cambio, que aún lo podía remendar.Perdía el tiempoy las energías en cosas sin sentido.Debía controlar deuna vez por todas su carácter y concentrarse en lo importante. ¿Cómopodía sentirse frustrada por aquellas nimiedades? ¿Acaso no habíaaprendido ya que no hay que esperar nada de la vida? Estaba llena defilosofía, pero era incapaz de aplicarla a la existencia común. Hacíatiempo que se había dado cuenta de que quienes confían en alcanzargrandes cosas terminan por ser losmás desdichados. Cosas grandes deverdad. No el dinero, las casas lujosas, los coches con armas en lasportezuelas...Esoerafácildelograr.Bastabaconnotenerescrúpulos.Lascosas importantes en estemundo eran otras. La serenidad. La salud. La

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libertad.Tal vez también el amor, sí, por quéno, ese compañero al queacariciar en losmalosmomentos.Quien pensase que la vida extenderíasus brazos, como una diosa benéfica cubierta de frutos, y le daría todoeso, solo encontraría el vacío. Y ahora que lo sabía, ahora que laingenuidadsehabíamarchitadodentrodeellayyanosentíaesaconfianzapretenciosa de la juventud, era mucho menos infeliz. Ahora que habíaaprendido a agachar la cabeza, apretar los brazos contra el cuerpo yresistirapiefirmetodaslasdecepciones,sindesesperarseysintemblardemiedo, soportándolas como soportaba los aguaceros feroces demarzo,vivíamuchomástranquila.Sí,todaesateoríaestabamuyclaradentrodesu cabeza. Hubiera podido escribir varios volúmenes explicando todoaquello, razonando sobre el estoicismo y las falsas ilusiones y laaceptación.Y,sinembargo,eraincapazdetolerardebuenasaprimeraslasrazones de los demás, pormuybienintencionadas que fuesen, cuando leparecíaqueseoponíanalassuyas,yobligabaatodoelmundoarogarleyatenderletrampassentimentales,hastaquealfinseveíaobligadaaceder.Bueno, así eran las cosas, la imperfecta Emily Brontë transitaba supequeño recorrido por la tierra llena de defectos. Pero ella seguiríaahondando con firmeza el agujero en el que pensaba enterrar todoaquello,vayasiloharía.

Lo que le gustaría, en realidad, era parecerse aAnne, que siempreparecía comprenderque loquehabía logrado, fuesepocoomucho, eratodo lo que había, y que era absurdo empeñarse en más. Charlotte serebelabaysearmabaderazones.Ellasesublevabayempujabacomountoro,clavandoloscuernosentodoloqueencontrabapordelante.Anne,encambio, estaba dotada de una comprensión sobrenatural, y entendía lasverdades ocultasmás allá de la realidad, lasmisteriosas razones de loshechos.Poresoparecíatancalmadaypacífica,comounadeesasmujeresdócilesque sedejandominarporcualquieraque levante lavozunpocopor encima de la suya. Pero no era verdad. Su voluntad era férrea.Simplemente, la reservaba para las cosas importantes. La gente seengañaba con ella. La creían sumisa y discreta, cuando en realidad erafirme y segura, y si jamás presumía de su inteligencia o su talento, sijamás reclamaba un derecho o discutía una idea, no era por simularhipócritamenteesasupuestavirtuddelamodestia,sinoporqueposeíatalconviccióndentrodesíquenonecesitabacompartirlaconnadie.

Allíestaba,porejemplo,lahistoriadeWilliamWeightman.Annela

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había doblado cuidadosamente, como un tejido precioso, y la habíaguardado dentro de su mente, colocando a su lado hierbas olorosas ydelicadas maderas de cedro para que no se pudriese. Emily sabía queWilliam seguía viviendo allí, en el corazón de Anne, igual de joven yfrescoyalegrequeeldíaenquesehabíamuerto.Y,sinembargo,nohabíavueltoahablardeél,niamencionarnadaquetuviesequeverconelamoroelmatrimonio.Yno,comoseveíanobligadasahacerCharlotteyella,porque la suya fuese una historia vergonzante y prohibida, cuya simplemención afectase al pudor de los otros, sino, simplemente, porque sutiempohabíapasado,yellalohabíaaceptadoconserenidad.

EraunapenaqueAnneyWilliamnohubiesenpodidocasarse.Emily,desde luego, no estaba hecha para elmatrimonio, estaba segura de ello.Tal vez sí para aquel amor salvaje y libre conRobertClayton, pero nopara casarse. Jamás se habría arriesgado a entregarle su dignidad a unmarido, con el corazón echando humo y la mente llena de cojines ybordadosydulcescunas,adepositarensusmanossuderechoapensar,acaminar,aescribir.Emilydetestabaqueelmundoseempeñaseentrataralas mujeres como a niñas eternas. Ella se sentía un ser humano tancompleto—ytanimperfecto—comocualquierhombre.Perosabíaque,alosojosde losdemás,debíacarecerdeautonomíayde libertad,porquelas leyes y las costumbres se empeñaban en protegerla de todos losriesgos. Qué absurdo. La vida era riesgo. Implicaba necesariamenteequivocarse y sufrir. Pero a las mujeres decentes, todos queríanencerrarlasbajounacampanadecristalenlaquenopudiesensalpicarlesel pecado ni el mal. Solo debían rozar la vida, sin estarles permitidohundir los pies en ella, mancharse con su barro y su inmundicia, nitampocodisfrutardetodasugloria.

Si ella hubiese aceptado casarse conunhombre—si algúnhombrehubiesetenidoalgunavezelvalordepedirlamanodelaindómitaEmilyJaneBrontë—, se hubiera convertido en su propiedad, y hubiera debidoabandonarlascosasqueeranelcentrodesuvida,papeles,libros,música,montañas.Entonceshabríadejadode ser ellamismapara convertirse enunasombra.

Anne, en cambio, habría sido una buena esposa para WilliamWeightman, razonable y sensata y animosa. Se habrían reído muchojuntos.Aquel joven coadjutor de su padre siempre la hacía reír con susbromas y su ingenio. Era un buen hombre, alegre y afable, y se

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preocupabaporlagente.Dehecho,habíamuertoprecisamenteporeso.Enelveranode1842,enHaworthhubounadeesasepidemiasdecóleraqueaveces arrasaban los hogares de la gente más pobre. El reverendoWeightman no quiso abandonarlos. Visitaba a diario a los enfermos, ytratabadeconsolaralosfamiliaresydarlesbuenosconsejosparaquenosecontagiaran.Yelqueterminóporcontagiarsefueél,benditaalma.Unatardehabíaestadoenlarectoral,tomandoeltéconelreverendoBrontë,y,antesdeirse,habíaentradoenelcomedorsinqueelpadresediesecuentaylehabíapedidoaEmilyqueledieserecuerdosasuhermanacuandoleescribiese a la casa donde estaba trabajando como institutriz, y que ledijera que estaba deseando que volviera a Haworth para encontrar aalguienquelerierasustontasgracias.LodijocontantaternuraqueEmilyse sonrojó. Dos días después estaba muerto, y ella tuvo que contarleaquellatristenoticiaaAnne,juntoconsusúltimaspalabrasparaella.

LapobreAnnenuncadijonada.Novolvióapronunciarsunombre,salvoenunasbrevesycontenidaslíneasensusiguientecarta.Perohabíaescritounpoema,unosversostristesquehabíaqueridoincluirenellibro,y Emily estaba segura, aunque ella no lo reconociera, de que estabandirigidosaWilliamWeightman,elquepudoserynofueycambióparasiemprelamiradadeAnnesobreelmundo.

Cuandooigoelsoploborrascosodelsalvajevientodelinviernoarrojándosesobrelosbrezosdelamontaña,¿porquéllenamimentelatristeza?

Hacelargotiempomegustabatumbarmesobrelospáramosinaccesibles,yoírelvientoinclementeprecipitándoseconsuestruendoincesante.

Susonidoeraparamímúsica;suvozbroncaysublimeexaltabamicorazónyalegrabamialma.

Yahora,¡quédistintoesesesonido!Adquiereotrotono,yaúllasobreelsueloyermoconunmelancólicogemido.

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Charlotte había regresado a su tarea de planchado. Terminaría sulabor y trataría de concentrarse en lo que iba a decirle a Emily paraintentarconvencerladequenodebíamataraCatherineEarnshaw.Emilyseestabacomportandocomosijamáshubieraleídonadadelicado,comosi todos sus conocimientos literarios procediesen de las viejas leyendaspopularesyjamáshubieseaccedidoaVirgiliooaKeats.

Bueno, talvezno importabamucho.Queescribiera loquequisiese.Al menos, estaban intentándolo, allí juntas, día tras día, sin desfallecer,esforzándose por abrirse camino como autoras. Y esa sensación erajubilosa.Nosiemprehabíasidoasí.Ellahabíaconocidoelsilencioatroz,lacoronadehierroqueciñelafrentedelospoetasdejándolosmudos.Nosiemprehabíatenidosuficienteinspiraciónparaescribir.Durantesusdosañoscomoinstitutriz,sola,llenaderabiaeimpotencia,habíaperdidolaspalabras.HabíavueltoavivirelviejocombatequeyahabíapadecidoenelinternadodeRoeHead,laluchaentrelanecesidadmaterial,porunlado,ylas ansias de su espíritu, por otro. Por las noches, cuando al fin seencontraba a solas en su cuarto después de haber soportado aquellasinterminables horas de deberes y displicencia, lloraba como una niñapequeña,cubriéndoselabocaconlaalmohadaparaquenadielaoyese.Sialmenoshubiesepodido escribir, eso tal vez la habría compensadoportodoelesfuerzo.Perocuandollegabalanocheyconellasubrevetiempolibre,estabademasiadoagotada,demasiadoenfadadaconlavida.

Aveceslointentaba.Atizabaelfuegoenlachimeneaysedesvestía,liberándose de las apreturas del corsé y las costuras demasiado ceñidasparaenfundarseunaviejabatasueltadeestameñagris,conunchalgruesorodeándole los hombros y los pies bien envueltos en las zapatillascalientes.Entoncescolocabaunavelaenlapequeñamesaqueleservíadetocadorydeescritorio,abríasucajadeplumas,afilabauna,secolocabalos manguitos, extendía el papel ante sí, mojaba la pluma en la tintaoscura,inclinabalacabezayesperaba,minutotrasminuto,lamentetensa,la mano tensa, la tinta goteando lentamente sobre el papel, y un vacíoinmenso, el triste vacío de la falta de palabras del poeta, girando a sualrededorenlahabitación,igualqueunespectroheladoqueseburlasedeella.

Enaquellosdosaños,tansolologróescribirunpoema,brevecomouna de esas flores que nacen al alba y se deshojan al atardecer. Era undomingodemarzo,ylafamiliaWhitesehabíaidoalaiglesiaparaasistir

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al oficio. Ella se había quedado en su habitación, alegando un terribledolordecabeza.Sequedójuntoalaventanaobservandoeljardínfrancésque se desplegaba a sus pies—un capricho del abuelo del señorWhite,quehabíavividovariosañosenVersalles,antesdelaRevolución—,todaaquella artificiosidad de arbustos recortados, senderos de grava blanca,estanquesgeométricosyparterresdefloresiguales,creciendoalamismaaltura y con idéntica pujanza, como si fuesen plantas de porcelanacoloreadas.Todoperfecto,controlado,dominadopor lasentrometidasydañinasmanosdeloshombres,capacesdecreerseconeltalentosuficientecomoparamejorarlacreación.Entonces,lavisióndelpáramorotundoyrudo, con subelleza ásperay su indiferencia a lohumano, surgió en sumente y la llenó de imágenes y palabras, y en tan solo unos minutoscompusoaquelpequeñopoema sobre el alma indómitade lanaturaleza,cuya añoranza latía implacable dentro de su cerebro, haciéndolemenospreciarlafalsabellezadeljardínpretencioso.

¡HáblamedelNorte!Unpáramosolitario,silenciosoyoscuro,infinitoseextiende,ylasaguasdeunarroyosilvestrefluyenrápidasatravésdesusfrondososbosquecillos.

Profundamentecalmoelairedelcrepúsculo,inerteelpaisaje;asíreposamos,hastaque,comounfantasmasilencioso,unciervoseagachaabeberenlacorriente.

Yalolejoslamontaña,elfrío,blancoyermodenieveacumulada,yunaestrella,grandeysuaveysola,iluminandoensilencioelcielodesnudo.

Esofuetodo.Elresto,lasinfinitassensacionesqueansiabatransmitir,

las ideas que siempre habían vivido como duendes en su mente,apareciendoydesapareciendo,yqueelladeseabaatraparescribiéndolas,lashistoriasquedebíanhaberlaatormentadoconsupoderhastaobligarlaa narrarlas, habían desaparecido. Durante dos años, Charlotte no logrósabersitodoesoyacíaenalgúnrincónoscurodesuespíritu,esperandoelmomento en que la luz lo despertase y lo hiciera respirar y palpitar,forzándolaaellaaservirledemedioatravésdelcualalcanzarlarealidadfísica de las palabras escritas. O si la llama se había extinguido para

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siempre,laantiguallamaadoradadelapoesía.Peroentonces,sisurazónde existir, el amor más profundo de su corazón y su mente, se habíadesvanecido, aniquilado por la vida práctica y la despótica necesidad dedineroylaamargura,¿cómoseguiríaadelante?Nocreíaquemerecieselapenavivirsinaquelanheloquesiemprehabíaformadopartedesuser,conla misma intensidad que el amor por su familia o el temeroso respetohaciaDios.

Unavezmás,CharlotteBrontëterminóporenfermardefrustraciónydeañoranza.IgualquelehabíaocurridoantesenRoeHead,igualquelehabíasucedidoaEmilydurantesusmesescomoprofesoraenHalifax,elcuerpo y lamente de las hermanas Brontë no soportaban la dureza delinterminable trabajo diario, la lejanía del hogar y la ausencia de laescritura conjunta. No era solo aquella pena incesante golpeando sustripas,sinotambiénlasjaquecas,lafiebrealatardecer,elcansancio,ylatos,losgolpescruelesdelospulmonesqueparecíanquerersalírseleporla boca y que, inevitablemente, le despertaban el terror a la viejaenfermedad familiar, la que se había llevado aMaria y a Elizabeth tanpequeñas.

En el verano de 1841, demasiado débil ya para seguir adelante,renuncióasutrabajoconlosWhitey,unavezmás,volvióacasaenbuscade reposo. Y, allí, a medida que se recuperaba, mientras daba largospaseosconEmilyylosperrosporlospáramos,mientrassesentabajuntoal fuego en el comedor y abría su pequeño escritorio portátil y notabacómo el viejo anhelo volvía a tomar forma en su interior y cómo laspalabras fluían de nuevo, deslizándose desde su mente hasta el papel atravésde sumanoen formadepoemasobrevesnarraciones inconexas,mientras sentía cómo poco a poco volvía a formar parte de la vida ydejaba de contemplarla a su lado, viéndola pasar sin poder atraparla,entonces, Charlotte tuvo una de aquellas brillantes ideas que habrían desolucionar los problemas económicos de la familia y volver a reunirlaconsushermanas:montaríansupropiaescuela.

AmedidaqueibapasandoeltiempoyelreverendoBrontëenvejecíay parecía ya claro que ninguna de ellas se casaría jamás, con susveinticinco,veintitrésyveintiúnañosbienrepletosdefaltadedineroydebelleza, a Charlotte comenzaba a obsesionarle el temor al futuro. Encuantoelpadrecerraselosojos—yDiosquisieraquefueselomástardeposible—, dejarían lógicamente de recibir su salario y, además, serían

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expulsadasde lacasarectoral,a laque llegaríaelnuevopárrococonsupropia familia. ¿Qué sería entonces de ellas? Tendrían que dispersarse.Anney ella severíanobligadas a aceptardenuevohumillantes empleoscomoinstitutricesomaestras,languideciendoencuartosquejamásseríansuyos, en medio de personas a las que siempre considerarían extrañas.Seríandesdichadas,perosobrevivirían.PeroEmily,¿adóndeiríaEmily,con su incapacidad para relacionarse con los demás, su hosquedad, susrarezas?

Crear su propia escuela era sin duda una buena idea, una granposibilidaddeesquivarlamásqueprobablemiseriafutura:Emily,Anneyellateníancapacidadsuficienteparahacersecargodeungrupodeniñas.Incluso,parareducircostesalprincipioynotenerquepagarunalquiler,podíanhacerloensupropiacasa.Habríaquerealizaralgunasobras,desdeluego,renunciaraciertacomodidadfamiliaryapretarseunpocomásenlashabitaciones,pero,siloorganizabantodobien,lescabríanochoodiezcrías durmiendo allí y otro número semejante de externas. No lesquedarían enormes ganancias, por supuesto, pero almenos estarían allíjuntas, no le deberían pleitesía a nadie y, aunque llevar una escuelasupusiese mucho trabajo, tendrían los domingos y las vacaciones paraellas.Además,noaspirabanaser ricas.Loúnicoquequeríaneraseguirllevando tranquilamente aquella vida austera a la que estabanacostumbradas y que les gustaba.No necesitaban vestidos de seda sobresuscuerpos,nialfombraspersasenlacasa.CharlotteserioimaginandoaEmily envuelta en tafetanes y lazos, caminando etérea sobre mullidostapicestraídosdesdelasmontañasdeAfganistán.¿Quéharíasuhermanaconsuszancadaslargasypoderosas,consusbrazosreciosylacompañíaconstante de Keeper, siempre cubierto de barro y pegado a sus faldascomounasombra?Definitivamente,noeralujoloquedeseaban,tansoloseguirviviendo juntasenHaworth, caminarpor lospáramosydisponerde suficiente papel y tinta para seguir escribiendo, sopa caliente por lasnochesyunbuenfuegoenlachimenea.

Charlotte lo pensó todo concienzudamente, hizo números, volvió ahacerlosy,alcabodeunoscuantosdías,cuandoelasuntoleparecióclaroy seguro, inició la parte tal vez más complicada del proyecto, la deconvencer a los demás. Primero escribió a Anne, que contestó

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rápidamente, entusiasmada con la idea. Y esa misma tarde, llevando lacarta de la hermana pequeña en lamano, se enfrentó a la testarudez deEmily,conelcorazónlatiéndoleenlassienes,perolavozfirme.

Alprincipio,suhermanasenegócontodassusfuerzas,comoeradeesperar:

—Ni hablar. Yo no pienso pasarme la vida tratando con niñasdesconocidas,todasesasseñoritasremilgadasllenasdelazosypuntillasytirabuzones...Nolovoyahacer,Charlotte,digasloquedigas.

—¿Notedascuentadequeeslaúnicamaneradequepodamosestartodasjuntasencasa?Porlastardeslasdejaremosestudiandoypodremosir a pasear, o sentarnos a escribir. Y padre estará bien cuidado y nadietendrá que angustiarse por estar lejos si a alguno de nosotros le ocurrealgo...

Emilyatizabaelfuegoconfuroryfruncíaelceño,espantadaantelaidea de ver la casa invadida por un ejército de criaturas chillonas yexigentes que la harían sentirse aterrorizada, como siempre le ocurríacuando había extraños a su alrededor, gentes que la hacían verse a símisma rara y ajena, muerta de timidez, incapaz de decir nadamedianamente inteligente o al menos educado. Cada vez que tenía quesentarse junto a personas que no formaban parte de la familia—salvoEllen Nussey oMary Taylor, las buenas amigas de Charlotte a las quehabía aprendido a querer—, lo único que deseaba era convertirse enperro,oenzarzal,oenunapiedraperdidaen lospáramos,algoquenoestuviese obligado a hablar y a demostrar cortesía e ingenio. Eraconsciente de que carecía del más mínimo talento social. Y tampocodeseabaposeerlo.

Pero las razones de Charlotte, que explicaba entretanto lasperspectivaseconómicasdesuplan,empezabanaparecerlelúcidas.Dejóderevolverlostrozosdecarbónysegiróhaciaella:

—Ya...¿QuéhadichoAnne?Estaba totalmente segura de que, antes de comentárselo a ella, su

hermanamayor había hablado del asunto conAnne.Ella siempre era laúltima, y eso le parecía normal, pues en ese tipo de cosas que teníanrelaciónconlavidaexterior,lasotrassiempreseveíanobligadasahacerun gran esfuerzo para convencerla. Charlotte le tendió la carta. La leyódespacio.Hubounmomentoenqueselellenaronlosojosdelágrimasydiounrespingo,allídondeAnnemencionabalaposibilidaddeabandonar

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al fin su horrible trabajo como institutriz y volver a casa y estar parasiempreconellas.

EmilyadorabaaAnne,yAnneaEmily.Habíaalgoquelasuníaporencimadelasunionescomunesentrehermanas,algoquearrancabadelainfanciasinmadreyquehabíacrecidoalmismotiempoqueellas,comosusbrazososuspechos.Aveceslesparecíaqueeranenrealidadlamismapersona, dos siamesas que compartiesen la mitad de su cuerpo y de sualma, y a las que habían obligado a vivir separadas, cada una de ellassobresuspropiaspiernas.Cuandoambasestabanencasaydormíanenlamismacama,solíanhablardeesoensusurrosporlasnoches,muertasderisa y de amor.Una vez, el día en queEmily había cumplido los veinteaños,Anneledijoaquellafraseterrible:

—Cuandotútemueras,yesoocurrirácuandoseamosyamuyviejas,estoysegura,yomemoriréinmediatamentedespués,aldíasiguiente.Nopodríavivirsintiniveinticuatrohoras.

Emily se revolvió, como Keeper cuando gruñía por lo bajo antealgúnruidoquenolegustaba.

—¡No digas tonterías, Anne!Nadie semuere porque semuera unapersona a la quequiere.Mira anuestropadre.Semuriómamá, y luegoMariayluegoElizabeth,ytodoesodebióderomperleelcorazónenmilpedazos,peronosemurió.TúnovasamorirtehastaqueDioslodecida,yparaentoncestendráscienaños,yateloaviso,porquehacesmuchafaltaen este pobremundo. Si semuere la gente como tú, ¿a dónde vamos allegar?¡Nopuedesmorirte!

Anne miró en la oscuridad del cuarto hacia la ventana, por dondeentrabaunaramitadelgadadelaluna.Emilyyellanuncahabíanhabladode lamuerte.Lamuerteeraunapresenciaensusvidasdesdequehabíanadquirido conciencia, algo tan real como losdomingoso lanieveo lasnoches de luna como aquella. Yacía acurrucada en las tumbas delcementerio que se extendía a sus pies, ante las ventanas de la casa,albergando a todos aquellos seres que un día habían sido alguien y queahorasoloeranunapiedra,unalmavagandoporlaeternidad,ytalvezunrecuerdo llenodenostalgiaenalgúncorazón, lossuyossin irmás lejoscuandoevocabanensilencioaWilliamWeightmanoaRobertClayton.Yluego, un poquito más allá, en la iglesia, bajo el suelo de la nave, lamuerte se había agarrado a las tumbas de su madre y sus hermanasmayores y permanecía allí quieta. En la casa andaba por todas partes,

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como una persona más de la familia, deslizándose en la cama fría delpadre,enlamesademasiadovacíaalahoradecomer,enlacocinadondenoresonabansusvoces,enlostibiosasientosjuntoalachimeneaenlosque las ausentes jamás habían vuelto a sentarse para leer o coser. Lamuertevivíaen la rectoraldeHaworthcomounomás,consupresenciarotundaeimplacable,peroeracomounparienteindeseabledelquenuncasehabla.Sunombrejamássepronunciaba,nisiquieracuandoseoíanconclaridad losgolpescontinuosde JohnBrownen sucarpinteríahaciendounataúdyalguienexcavabaunagujeromásenelcementerioypadresalíahacialaiglesiaaunahorapocohabitualparaoficiarunfuneral.

Annepensóque,porunavez, sehabíaatrevidoahablardelasunto.Había dicho la verdad —sí, estaba segura de que no podría seguirviviendosiEmilysemoría—,yyanoqueríavolveramencionarlo.

—VayamosmañanahastaTopWithens—dijoconentusiasmo,comosi no acabase de pronunciar aquellas palabras secretas y prohibidas—.Hacemuchoquenosubimos,yahoralanieveseestáfundiendoyseguroquealladodelaverjaestánempezandoasalirlasbigoteras.Megustaverlas bigoteras cuando empiezan a brotar tan valientes entre la nieve. Separecenati.YaFlossieyaKeeperlesencantaráescarbarentrelasruinasdelestablo...

Aquellatardedefinalesde1841,EmilyleyólacartadeAnneysediocuenta de que su hermana necesitaba volver a casa, lo necesitaba tantocomo los viejos guerreros deGondal cuando se arrastraban agotados ymaltrechos después de una batalla en busca de un poco de calor y decomida.Seavergonzódesímisma:estabasiendoprofundamenteegoístaconaquelafánsuyodenoquererrelacionarseconnadie.Probablementerecordócomoentodoelpueblolaconsiderabanunasoberbia,lavanidosahija del reverendo que se creía tan superior a los demás que apenassaludabaconungruñidosordocuandosecruzabaconalguieny,siveíalamenorposibilidad, salía corriendo enotradirección con tal deno tenerque pasar ni siquiera por ese trance. No lo hacía por soberbia, porsupuesto,peroera lógicoque la juzgasenasí.Nosecomportababien,yloserroresobstinadosacabanhaciendopagarunaltoprecioaquien loscomete.Ahora,consutozudezysusalvajismo,estabaapuntodearruinarparasiemprelavidadesushermanas.Talycomosehabíadecididodeuna

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manera tácita tras sus breves y catastróficas experiencias lejos deHaworth,ellapodíaquedarseallí,cómoda,segura,gozandode tiempoyánimo suficientes para hacer todas las cosas que le gustaban. Podíaquedarseallíconlacabezamuyalta,sin tenerqueplegarsufierezaanteningún dueño,mientras Charlotte y Anne se veían obligadas a convivirconextrañosysometerseasuscaprichosyrenunciaratodoloquelavidaenlacasalesofrecía,igualquemendigashumillándoseacambiodeunasmonedas.Siellasconsiderabanquelasoluciónaaqueldramaincesantedelalejaníayelservicioajenoeracrearunaescuelayaguantaraunpuñadodeniñascursis,loharía.Claroqueloharía.

—Yomeocuparédelaintendencia.Ytambiénpuedodarlesclasesdepiano.—Lodijointentandosonreír,aunqueloqueenrealidadlesaliófueunamuecararayunavoztemblorosa,porquelasimpleideadetenerqueenseñaralgotanprofundo, tanviolentamenteindescriptibleysuyocomosu manera de interpretar las partituras de Beethoven o del modernoChopin, leresultabaunatorturaa laquenoimaginabacómoseríacapazdeenfrentarse.

Convencer al padre y a la tía Elizabeth fue aún más fácil. ElreverendoBrontëseplegóresignadoalproyectodesushijas,conscientedequesusprobabilidadesdesaliradelanteen lavidaerancadavezmásescasas.Alolargodelosaños,PatrickBrontëhabíahechomuchosplanesparaBranwell.Él llegaríaaser lagloriadelafamilia,y,durantemuchotiempo, jamáshabía tenidoningunaduda al respecto.Sobre el futurodesus hijas, en cambio, apenas había pensado. Las había visto crecer,simplemente, sin imaginar nada especial para ellas, dando por supuestoquealllegaralosveinteañossecasarían,comohacíanlamayorpartedelasjóvenesqueconocía.Talvezlaausenciadesuesposaasuladolehabíaimpedido ver las dificultades para que aquel destino natural ygeneralmente inevitable se cumpliese. Si Maria hubiese vivido,seguramentelashabríaeducadodeotramanera,convirtiéndolasenbuenascandidatasparaserlascompañerasdealgúnhombremodesto,apesardesu obvia carencia de dinero y belleza.Maria les hubiese enseñado a serdulces y femeninas, a interesarse por los vestidos y los bailes y losúltimosdiseñosenbordados,comosolíanhacerlasmuchachas,yatratara los hombres con aquella rara y equilibrada mezcla de interés,

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displicenciayrespetoquetanbuenresultadosolíadar.Él, en cambio, había criado tres hijas interesadas únicamente en el

intelectoylacreación.Desdemuypequeñas,nosololeshabíapermitidoleertodoloquequisieran,sinoqueinclusolashabíaanimadoaleercosasa las que las chicas, y ni siquiera las mujeres adultas, no teníannormalmente acceso: las innumerables crudezas de la Biblia, lasdescripciones de los vicios humanos hechas por los griegos o porShakespeare,lavisiónsatíricayácidadelmundodeHenryFieldingodeJonathan Swift. A los diecisiete años, sus hijas discutían sobre lasdecisionesdelGobierno con lamismapasiónqueotrasmuchashabríanpuesto en debatir si las flores que iban a colocar esa noche en su pelodebíansermalvasoamarillas,reflexionabansobrelaIglesiadeInglaterrayelcalvinismo,investigabanenlibrossesudoslahistoriadelosrebeldesluditasoasistíanainterminablesconferenciasenelInstitutodeMecánicadeBradfordsobre lasmáquinasdevaporo losúltimosdescubrimientosde la astronomía.Y luego estaba aquel fuego, la llamade los poetas, elsagrado entusiasmo de los dioses que vivía dentro de ellas y al cualningúnpadreconsentidocomún,ningunamadrepreocupada,habíapuestolímites.Él,porelcontrario,lohabíaalimentado,mostrándolessuorgullocuando lasveíadedicarhorasyhorasdesu infanciaysu juventudasusinagotables escritos. Tal vez hubiera debido cortar de alguna manerarígidaesosimpulsostanpocoapropiadosenunasmuchachas,yahoranoseríantanapasionadasypensativasyaisladasyexcéntricas.

Quizá tampoco hubiera debido permitirles las horas infinitas quedesde pequeñas pasaban en los páramos, jugando como chicos,acostumbrándoseatreparalasrocasycaminarcomosifueranvaquerosyno delicadas jovencitas casaderas. Por no hablar del riesgo que habíacorridoEmilyenaquellainapropiadaaventuraconelhijodeuntejedor.Aveces su cuñada Elizabeth había intentado pararle los pies, obligarle acomprender que no les estaba haciendo ningún bien a las niñas alpermitirles que creciesen tan libres y cultas, pero él no había queridohacerle caso y ella no había sabido darle razones convincentes, quehubieranexigidosindudauna intimidadquesolopodíaexistirentredosesposos y no entre dos cuñados: había muchas cosas delicadas yvergonzantes que una vieja soltera como Elizabeth Branwell jamás sehabríaatrevidoadecirleaunviudo,aunquefuesesupropiocuñado.

De todas formas, no podía acusarla a ella. Era él quien se había

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equivocadoenlaeducacióndesushijas,yahoraestabanallíantesusojos,conlosbrazoscolgandoylasmanosvacías,tresmujeressolterasqueyasobrepasaban los veinte años, tres figuras lastimeras perdidas en elinciertocaminodelporvenir,girándose incesantementeaun ladoyotroenbuscadeunaluzyunrefugioparadivisartansolonieblayabismosycuevasoscuras.Quizáencontrasenelcobijonecesarioenaquelproyectode escuela, y su sentimiento de culpa le dictaba que debía facilitarles elcamino, por mucho que le molestase perder buena parte de su adoradaprivacidad.

TambiénalatíaElizabethleparecióqueeraunbuenplan,algoquepodríasacarasuspobressobrinasdelastinieblasenlasque,segúnella,estabanpocoapocointernándose,asíqueloapoyócontodassusfuerzasy,ennombredesuhermanamuertaydesupropiocariñohaciaellas—por muy inexpresivo que fuese—, se ofreció a prestarles el dineronecesarioparaponerlaideaenpráctica.

Todo tenía el aspectode ir a salir bien.Y, sin embargo, todohabíasalidomal.Charlottesepreguntabaamenudoquéhabíasucedidoparaqueun propósito como ese se quedara hundido enmedio de un pantano dearenas movedizas que se lo habían tragado, dejando tan solo en lasuperficie, cuatro años después, las burbujas visibles y aún sonoras delfracaso. Lo habían intentado. Charlotte estaba segura de que lo habíanintentadoconempeño.HubocartasyreunionesconlaseñoritaWooler,ladirectoradelinternadodeRoeHead,quelesdiobuenosconsejos,ylargasconversaciones junto al fuego del comedor, y tres o cuatro cuadernosllenosdeanotacionesycuentasimaginarias.Y,porsupuesto,losmesesenBruselasdeEmilyyellamismaparamejorarsufrancésysualemán.

¿Quéhabíafallado?Erafácildecirquehabíantenidomalasuerte.Lamala suerte suele ser una gran excusa paramuchas de las frustracionescomunesde la vida.CharlotteBrontë sabíamuybienque la vidapareceestar dotada de una especial perseverancia para la crueldad.A veces, demanerairreverente,llegabaapensarquelaProvidenciasededicaatallaragolpes el destino de los pobres seres humanos, en lugar de acariciarlosconciertadulzura.Habíatantosufrimiento,tantasausenciasydolorfísicoynecesidadesnuncasatisfechas,queensuspeoresdíassesentíarencorosahaciaaquelDiosquehubieradebidopermitirseunpocomásdesuavidadcon sus criaturas, al menos, un claro rayo de sol de vez en cuando enmedio de la tormenta, un oasis fresco en el desierto, una gran estrella

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centelleandoalláarribacuandolaoscuridadempequeñeceloscorazones.Sí,existelasuerte,labuenaylamala,comounJanobifronteconsus

dos caras talladas en la misma piedra, y probablemente nadie puedaatraerse la una ni conjurar la otra, y todo dependa simplemente de esamillonésimaparte de un segundodurante la cual tu cerebro decidió quedebíascaminarhacialaizquierdaenlugardehacialaderecha,hacerunallamada de teléfono en aquelmismo instante en lugar de esperar al díasiguiente, arrancar en esa esquina el coche que jamás hubiera debidoconducirtealacatástrofe.

CharlotteBrontëconocíamuybienelincalculablevalordelasuerte,elbrazoalzadoqueteconducealagloria,elbrazohacialohondoquetecondena al dolor. Pero también pensaba que amenudo somos nosotrosquienes hacemos las cosas mal y luego le echamos la culpa al azar. Avecessomoscobardes,oincautos,otorpes,avecesinclusoretorcemoslaclarasencillezde losacontecimientosy tomamosasabiendasdecisionesequivocadas, empeñándonos en añadir nuestros propios golpesmalintencionadosalosquenosdalavida,comosinotuviéramosbastantecontodoloqueesinevitableyanheláramosaúnmásmalestar.Ydespués,paracolmo,nosnegamosaaceptarnuestrapropiaresponsabilidadenlosdesastres.

Branwell, por ejemplo, se pasaba el tiempo quejándose de sumalasuerte.Todolehabíasalidomal,desdeluego.Pero,enrealidad,eramásjustodecirqueéllohabíahechotodomal.¿Cuándosehabíantorcidolascosas?Charlotte lorecordabaamenudotalycomoeraañosatrás,en lainfancia, un niño flaco y vivaz, con su pequeña cabeza pelirroja alzadasobreuncuerpolarguirucho,comounpájaroqueobservaraelmundoconatención.Branwell había sido la gran esperanza de la familiaBrontë, ellugar en el que confluían los deseos de culminación intelectual y debienestarnosolodelpadre,sinotambiéndela tíaElizabethydelastreshermanas, deslumbradas por el talento incuestionable del único varón.Sería poeta, y pintor, y tal vez abogado de prestigio.Alcanzaría la lunacon su buena cabeza y el empuje de todos ellos, que habían puesto a suservicioelescasodineroytodalailusióndelaqueerancapaces.

Él era el dios de la casa. Inmensamente inteligente, dúctil yencantador,aprendíaloquefueseconunafacilidadasombrosa.Yadesdepequeño,sucuerpomenudocobijabadentrounespíritugenial.Tocabaelórgano, el piano y la flauta. Dominaba el francés, el griego y el latín.

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Sabía de botánica y de filosofía. Dibujaba y pintaba como si hubieranacido con un pincel entre las manos. Recitaba de memoria páginasenterasdeShakespeare,ByronyShelley.Yescribía,díaynoche,sentadoalladodeCharlotte,componiendojuntospoemasynarraciones,primerolas interminableshistoriasde losVeintedeGlasstown, lospersonajesdesu pequeño ejército de soldaditos demadera, y luego las de los reinosimaginarios de Angria y Northumberland, pasiones, guerras, amores,traiciones,luchasdepoder,todoescritoduranteañosyañosconletrasdemoldeenaquellosdiminutoscuadernosde letra ilegible,ununiversodepersonajes inventados por ellos, dotados por ellos de vidas agitadas,siempreal límite, tan turbulentascomosolopuedenimaginarunoscríosdespiertos que viven en un pueblo aislado, crecen rodeados de libros yjuegandurantehorasenmediodelospáramosmisteriososeinabarcables.Enesaépoca,Branwellyellaescribíanjuntos,manejabanloshilosdelasexistencias de sus personajes como pequeños dioses omnipotentes,disfrutandodesusvictoriasysusplaceres,sufriendoporsuspenasysusfracasos, mientras Emily y Anne, en su propio rincón de la mesa delcomedor,inventabanotromundoparalelo,quetranscurríaenelreinodeGondal.

Sí, se suponía que Branwell iba a ser un gran escritor. Él mismohabía considerado durante años que sería así, que ese era su destinonatural e inevitable. Pero estaba convencido de que no debía hacer nadaparalograrlo.Tansoloescribiryesperarpacientementeaquelosgrandeseditoressedirigiesendemaneraespontáneahaciaél,ylaslucesdetodaslas librerías de Gran Bretaña se girasen en un único movimiento parailuminarle,yloslectoressaliesenensubúsqueda,atravesandobosquesypraderasyríos,comoguiadosporunheraldodelosdioses.

Sin embargo, alcanzar el propio destino implicaba subir muchascumbres,atravesarmuchosdesiertos,soportarlosfríosmásparalizantesyelcalorcapazdeconvertirteenuntrozodemineralardiente.Charlottelosabíamuybien.Alcanzarelpropiodestino,cuandoesedestinopalpitabaaltoylejos,comounadeesasestrellasquelatenalláarribaalamanecer,exigía mucha fuerza, mucho orden, mucha dedicación. Y Branwell eradébil y desordenado y egoísta.Quizá ellasmismas habían contribuido ahacerle así, concediéndole siempre todos sus deseos y protegiéndolecontratodoslosmales.Otalvezsimplementeeseerasutemperamento,yladuraProvidenciahabíadispuestoparaélaquellatortuosavida.

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Decualquiermanera,Branwellsehabíaperdidoenmediodellargocamino,comosi laestrellaquedebíaalcanzarhubiera sidoborradaporunanieblapersistente.Susversosnuncallegaronavolar.Sequedaronenesfuerzos de un joven poeta prometedor, fragmentos de traducciones,largos poemas inacabados que abandonaba al cabo de unosmeses parainiciarotrosnuevos.Lomismohabíaocurridoconsupintura.LoscuatrohermanoshabíanrecibidoclasesdeunretratistaquevivíaenBradfordyunavezalasemanaemprendíaelcaminohaciaHaworthparaenseñarlesausar los lápices y el color. Aquello le había costado mucho dinero alreverendo Brontë, pero lo había pagado con gusto, convencido de quedesarrollarlostalentosartísticoserabuenoparaelespíritu.

DesdeelprincipiohabíaquedadoestablecidoqueBranwellposeíaundon especial para dibujar y pintar. Una vez, a los diecisiete años, habíahecho un retrato al óleo de sus hermanas y de sí mismo. Él se habíapintadodetrásdeellas,másalto, comoprotegiéndolascon supresencia.Luego,undía,cuandoelcuadroyaestabaterminado,searrepintió.Nuncaexplicólasverdaderasrazones.Tansolodijoquenolegustabalacaraquesehabíapuesto.Y,extrañamente,seborróasímismo,tapándosebajounosrayos de luz que parecían caer del cielo. Ahora el retrato estaba allí,colgado en el despacho del reverendo Brontë, con las imágenes de sushijasentornoaunlibro,vestidascontrajeslisos,conlosanchoscuellosde gasa transparente —pasados ya de moda en aquel año de 1834—cubriéndoles los hombros, los rizos rebeldes en torno a las caras y susmiradas de jovencitas serias perdiéndose en el infinito. Y detrás, elfantasma emborronadode su hermano, comouna silueta sin rostromásallá de la luz dorada. Ellas solían reírse cada vez que contemplaban elcuadro, burlándose de su seriedad y sus largas narices y sus bocasapretadas y sus vestidos anticuados, aunque siempre quedaba en el aire,entre las risas, algo nunca dicho, el desasosiego que finalmente esapresenciaespectral,automutilada,imponíasobrelaobra.

Suproyectodellegaraserungranartistasehabíavueltoaquedarennada. El talento deBranwell para la pintura, apoyado por el resto de lafamilia, se esfumó, desapareciendo para siempre de la superficie de latierra, en cuanto se vio obligado a responsabilizarse de él, a agarrarlofirmemente y convertirlo en algomás valioso y duradero que un juegoinfantil.DuranteunosmesesestudióenLeedsconunpintorlocal.Luego,decididoaparentementeatriunfar,convencióalreverendoBrontëyalatía

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Elizabethparaque ledieseneldinero suficienteparaviajaraLondresypresentarse a las pruebas de acceso a laRealAcademia de lasArtes, elúnico lugar en donde sus elevadas dotes podrían realmente expandirse,segúnafirmaba.Nadiesuponuncaquéhabíasucedido,peroregresóvariassemanas después sin el dinero y, por supuesto, sin haber realizado laprueba.Aveces,conaquelgustopor lamentiraexculpatoriaquepocoapoco iba desarrollando, decía que le habían robado por el camino y lehabíandejadomalheridoenmediodeloscampos.OtrasasegurabaquesehabíapresentadoalexamenyquelosmiopesyanticuadosmiembrosdelaAcademianohabíansabidocomprendersutalento.Charlotteestabaseguradequejamáshabíarealizadoesaspruebas.Elmiedoalfracasohabíasidotanpoderosoquenisiquierahabíallegadoaponerlospiesenelrecinto,consolándose de su cobardía en las tabernas de Londres hasta que eldinerodelpadreydelatía,recolectadoconunenormeesfuerzoporpartedeambos,sehabíaterminado.

Aun así, hubo un último intento de establecerse como retratista enBradfordunpardeañosdespués,cuandoélteníaveintiuno.Unanuevaycostosainversiónenelalquilerdelashabitacionesparavivirypintaryentodo el material necesario, lienzos, pigmentos, aceites, pinceles,trementinas. Consiguió algunos encargos a través de amigos, pero todoacabó siendo un gran fiasco, a medida que iba dejando cuadros sinterminarysumandodeudas.Unavezmás,lasdificultadeshabíansidomáspoderosas que su voluntad, y todo terminó cuando unosmeses despuéscerróelestudioyregresóacasaenbuscadelaspalabrasconsoladorasdesushermanasylasbuenassopasdecebolladeTabby.Charlotterecordabaqueelpadresehabíaenfadadomuchocuandolevio llegarenloaltodeunacarretaenlaqueviajabansucaballeteyelrestodesuspertenencias,peroBranwellsupoenredarledenuevoconsusmentirasysusexcusasysusmilformasdevictimismoparavolveraocupardenuevoelcómodoespaciodeldiosdelhogar,aquelaquientodoleesdadoydequientodaslasdificultadessonapartadas.

Branwellnosoportabalasdificultades,eseeraelproblema.Cuandolascosasseponíancomplicadas,seencogía,sevolvíapequeño,ycorríaarefugiarsecomouncachorrilloamenazado.Alprincipio,cuandoaúnerajoven, regresaba a la guarida de Haworth para dejarse mimar por sushermanasyrecuperarelaliento,hastasentirsecapazdelanzarsedenuevoalmundo, llenode jactancia.Luego,amedidaque ibacumpliendoaños,

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comenzó a ampararse en el ámbito venenosodel alcohol y las tabernas.Enseguidallegótambiénelláudano,quepodíacomprarenlasfarmaciasaun precio más barato que una botella de ginebra, y que a menudo lemanteníadíaynocheencerradoenunaconcha,acompañadodevisionesabsurdas e incontrolables monólogos, seguidos de sueños larguísimos,profundosymudoscomolamuerte.

Entretanto, los errores y los tropiezos habían continuado,acrecentandoaúnmás suhuida almundoartificiosode lasdrogasy loslargos vasos de ginebra. Primero ocurrió lo de la compañía delferrocarrildeLeedsaManchester,cuandoconsiguió trabajoen lanuevaestacióndeLuddendenFooty,alcabodeunosmeses, faltódineroen lacaja.No había sido él, desde luego.Nadie había tenido ni lamás ligerasospecha de que, en su caída hacia la depravación, Branwell hubierallegado a robar. Era cierto que a menudo adquiría deudas en ciertastabernas,oconalgunosamigos,perosupadreylatíaElizabethsiemprese habían hecho cargo de aquellas cantidades. El responsable de lospequeños robos había sido su ayudante, pero la culpa a los ojos de lacompañíaerasuya,puesélsolíadejarleacargodelaestaciónmientrasseibaabeber.

Inclusoentonces,nadiedelafamiliavivióaquellocomounatragedia.Habíandecididocomosiempreser indulgentes,ypensaronque,a findecuentas, ese no era un trabajo digno para un joven tan dotado como él.Mástardeomástemprano,teníaqueocurriralgoqueloalejasedeallíylodevolviesealmundodelagenialidad.Selohabíanrepetidoasímismosunayotravezenvozalta, aunque siempre, cuandoalguienpronunciabaaquellas palabras —«Pobre Branwell, cuánto debía de aburrirse en unlugartanaislado,sinunasolapersonacivilizadaconlaquemantenerunaconversación»—,algoterriblementeincómodosequedabaflotandoenelaire, como el acorde desafinado de un piano que permanece resonandodemasiadotiempo,creandouninaprensiblemalestar.Todossabíanque,enrealidad,detrásdelosfracasosdeBranwellseescondíaundramainmensoque, en algún momento, terminaría por abrirse camino hacia la luz,arrasándolotodoasupaso.Peronadiequeríareconocerlo.

Eldramaentretantosiguiócreciendo:despuésdesuexpulsiónde lacompañíadelferrocarril,trashaberdemostradoduranteunañoenterounavez más que era incapaz de hacer nada valioso con su genialidad, fuecontratado como tutor del hijo del reverendo Edmund Robinson, en la

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mismacasaenlaqueAnneyatrabajabacomoinstitutriz.Lascosasfueronbienalprincipio,yenHaworthtodosrespirabanaliviados,pensandoquealfinhabíaencontradouncaminoseguro, lejosdelasaltaspretensionesintelectualesycreativasdelpasado,peroalmenosfirmeybieniluminado.

PeroBranwellnopodíavivirunaexistenciacomún.Cuando lavidaera fácil, necesitaba ponerse a hacer tonterías ante ella, como un bufónprovocador, hasta despertar su ira. Nada más conveniente en aquellabúsqueda de lo extravagante que iniciar una relación amorosa con laesposa de su patrón, diecisiete años mayor que él, que tenía entoncesveintisiete. A ojos de la familia Brontë, Lydia Robinson era una mujerinmoral y sin escrúpulos, capaz de volver loco a un joven pocoacostumbrado al trato con las damas y de obligarlo a enfrentarse sinningúnapoyoaunasituaciónirresoluble.

Charlotte, sin embargo, culpaba a Branwell de su propiairresponsabilidad,desufaltademoralalenredarseconunamujercasaday de su falta de sentido común al dar por supuesto que algo así podríatenerunfinalfeliz.Lossueñosvenenososdesuhermano.Ellasabíamuybienloqueerasentircómotetiemblalavozanteunapersonaalaquenodebes amar. Sabía muy bien cómo era ese dolor de lo inalcanzable, eldeseohaciendoqueteardaelcuerpovacíoenlasnoches,queseteagitetoda la sangre por dentro, cuando sabes que él está acostado allí cerca,juntoaotramujer,yquesiamaaalguienenesemomento,si tocaunospechosypenetraenunvientre,seráenelsuyoynoeneltuyo,noentuspropias entrañas inhabitadas y absurdas, tendidas temblorosas en laoscuridadconeldeseodevorándolas inútil.Sí,CharlotteBrontëconocíamuybienladevastadoraañoranzadeesoqueesnecesarioparavivirperoquejamástendrá lugarporquela leydeDiosy la leyde loshombres loprohíben,yporquetodoelsentidocomúngritaqueeseamoresdañinoeimposible. Y justamente por eso, justamente porque lo sabía, culpaba aBranwell de su inconsistencia. Él hubiera debido agarrar aquella pasióncon sus dos manos y encerrarla dentro de su corazón, igual que habíahechoellaconunesfuerzosobrehumano,amordazándolaallíenlohondo,impidiéndole estropear ni un solo minuto de las vidas ajenas. Todavíaahora, cuando ya habían pasado casi tres años desde la última vez quehabíavistoaMonsieurHeger,podíasentirsudolorosoamorallídentro,mordiéndola como un perro rabioso. Pero jamás ni uno solo de susincesantes ataques la había hecho gritar, pedir ayuda, claudicar ante su

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furia. Jamás su deseo indecente salpicaría y mancharía a los demás,aunqueamenudosearrepintiesedesupropiadecencia.

Branwell,sinembargo,habíallegadoconsuamordesgraciadoylohabía tirado allí enmediode todos, comounamontañade estiércol queapestaseelairedelarectoral.Siemprehabíaqueridoserprotagonistadeuna vida que, una y otra vez, le demostraba que no era la suya. Desdepequeño, no había hecho más que estirar los brazos y abrir los pies,tratando de abarcar un espacio que no le pertenecía, para emprenderlaluegoapuñetazosypatadascontodoloquelerodeaba.

EnmediodeaquellaaventuraconlaseñoraRobinson,llegóacreerseuno de sus héroes de Angria, el propio Alexander Percy, conde deNorthangerland, siempre victorioso sobre los débiles corazonesfemeninos. Perdió de tal manera el contacto con la realidad que estabaconvencidodequeLydiaRobinson,acostumbradaaunavidaacomodadayrespetablealosojosdetodoelmundo,sedivorciaríadesumaridoricoparacontraerdespuésmatrimonioconél,unjovenpobrecomolasratas,desprovistodecualquierfuturo.

Como era lógico, un día estalló todo: el reverendo Robinson seenteródeloqueocurríaensucasa.Branwellfueexpulsado.Suamadanohizo nada por retenerle y se negó evidentemente a huir con él, así queBranwellregresóunavezmásaHaworthllorandocomounniñopequeñoporsuamorperdidoysussueñosfrustradosdematrimonio.Eratandébilque no solo no se calló su dolor, sino que obligó a los demás acompartirlo,narrandounayotravezsusdeliciosas tardescon laseñoraRobinson y el lento pero inexorable acercamiento de sus cuerpos,describiendo la belleza de su aspecto, la exquisitez de sus ropas y suentorno,ladelicadezadelalmanobleypura.Hablabayhablaba,yluegosollozabavomitandosudesdichasobretodosellos:

—¡Diosmío! ¡MipobreLydia!¿Cómovaaseguirviviendo juntoaese tirano viejo, cómo va a poder soportar sus abrazos cuando él seempeñe en pasar la noche con ella? ¿Qué va a ser de mí si no puedotenerla?—Tiraba desesperadamente del sobrecuello blanco, como si seestuviera ahogando—. ¡No puedo respirar! ¡Me estoy muriendo! —Yentoncesparecíaqueibaadesmayarse,yhabíaquetumbarloenelsofáyaflojarlelaropa,yTabbyoEmilycorríanalatabernadelBlackBullenbuscadeunabotelladeginebra,loúnicoqueparecíadevolverlealavidaduranteunashorasaunque luego, cuandoel alcohol sehabíaacumulado

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enexcesoensuorganismo,acabasederrumbadosobreunamesa,llorandodenuevosinconsuelomientraspronunciabaunayotravezelnombredeLydia,hastaquesequedabadormido.

Lavidaenlarectoralsevolvióinsoportable.TodogirabaalrededordeBranwell,desusborracherasdeginebraydeopio,susvomitonas,susataques de llanto, sus llegadas estrepitosas en plena madrugada, susinsultosymanotazoscadavezquealguienintentabacontrolarlootratabade hacerle recuperar la razón.Una vez le pegó aEmily.Ella era la quemás locuidabaporqueera laquemayorcompasiónsentíaporél.EmilyJane Brontë, adusta y tozuda como un carretero de las montañas, sedeshacíaencompasiónantelafragilidaddelmundo.Podíaserunhombremoralmente destrozado, una niña enferma, un halcón con el ala herida,comoaquelHeroalquecuidóyqueduranteañosfuesuferozyamorosamascota. Cualquier ser vivo que sufriese despertaba en ella una piedadinfinita, y, en esosmomentos, lo único que ansiaba era curar, abrazar yconsolar.UnodesuspoemasdeGondalreflejabalainagotableternuradesu alma hacia los débiles. Un poema que bien podría haber escritopensandoensuhermanoBranwell:

«Bien,algunosteodiarán,otrostedespreciarán,yotrosinclusoolvidarántunombre.Peromicorazóntristesiemprelamentarátusarruinadasesperanzas,tufamamarchitada».

Asípensabayohaceunahora,sollozandoporelinfortuniodeesedesdichado.Unapalabradetuvomisincesanteslágrimasehizoqueenmisojosbrillaseelsarcasmo.

«¡Benditoseaelpolvoafable»,dije,«quecubretuobstinadacabeza!Vanocomoeras,ydébil,esclavodelaFalsedad,delOrgulloyelDaño,noesmicorazóncomoeltuyo,nitienetualmapodersobrelamía».

Sedesvanecierontambiénesasideasimpíasyembusteras.¿Acasodesprecioalciervotímidoporquesusmiembrostiemblandemiedo?

¿Meburlaríadelloboaullandoensuagonía

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porquesucuerpoesflacoyfeo?¿Oiríaconalegríaelgritodellebratopornosercapazdemorirconvalor?

¡No!Entonces,sobresumemoria,queelcorazóndepiedadseenternezca.Digamos:«¡Tierra,séleveparaesepecho,ycálidoCielo,concédeleaesaalmadescanso!».

EmilycuidabacondevocióndeBranwell.Lelimpiabalasbabasylos

vómitos, le aguantaba los insultos, trataba de mantenerlo abrazado enmediodesusataquesdellanto.Amenudosedespertabaporlanoche,alasdosolastresdelamadrugada,ycaminabadescalza,depuntillas,hastasucuarto, para comprobar si había vuelto y estaba dormido, y entonces lequitaba los zapatos y lo arropaba con las mantas y le besaba la frente.Cuandonoestaba,EmilyBrontësecalzabalasbotas,seechabaunabrigopor encima del camisón y salía a la calle, bajo la nieve o la lluvia,iluminándoseconuncandilmientrasbordeabaelcementerioy la iglesiahastallegaralatabernadelBlackBull.Eraincapazdevolversealacamasabiendo que Branwell estaba borracho en medio de otros borrachos,llorando,diciendoestupideces,quizápeleándoseconalguno.SuadoradoBranwell,suhermanogenial,elsermásbondadoso,sensibleeinteligentedelmundo,convertidoenaquellaruinapatética,abandonadoasusuerte.

CuandolaantipáticaseñoritaEmilyJaneBrontëentrabadeprontoenlataberna,eracomosihubieseentradolareinaVictoriaenpersona.Losgritos y los cánticos que un segundo antes podían escucharse desde lacalle, colándose como murciélagos a través de las ventanas hacia elexterior, dejaban de sonar de repente. Aquellos hombres perdidos enmedio de su pueblerina aventura nocturna trataban de fingir que noocurría nada, que podían ponerse en pie sin tambalearse y saludarla—Buenasnoches,señoritaEmily—sinquelaslenguasselesenredasenylosalientos apestasen a alcohol.Ellanomiraba anadie.Tan solo sedirigíahaciaBranwell, tranquilaycálidacomoun fuegoquehubieseaparecidodelanadaenmediodelamadrugadahelada,ylecogíadelbrazo.

—Vamos,Bran.Y él se dejaba hacer, se dejaba llevar por ella igual que un niño

pequeñodetrásdesumadre,sujetándoseavecesenlosaltoshombrosdesuhermanacuandose tropezabaporelcamino,ypermitiéndoledespuésqueleempujaraescalerasarribahastasucuarto,intentandoimpedirleque

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hiciese ruido, y lo descalzara y lo desvistiera y lometiese en la cama,desvalido,musitandopalabrasincomprensibles,mientrasellasentíacómo,amedidaquesudeberiballegandoalfinal,laslágrimasleformabanunnudoenlagarganta,latristezamezcladaconeldespechoyconlarabia,yun lejano atisbo de esperanza asomando a lo lejos, como un trocito delunaempalidecidoporlasnubes.

—Mañanahablaréconél.Estotienequeacabarsepronto.No,mejordicho,vaaacabarseya.Branwellnopuedeseguirviviendoasí,comounmuñecodepaja,comountraposucio,comounasombra.Mañanahablaréconél.Cambiará.Seguroquecambiará.

Unanoche,sinembargo,cuandosuhermanaentróenelBlackBullyse acercó a él, Branwell alzó lamano y le dio tal bofetón que la lanzócontraunadelasmesas.Emilycayóalsueloenmediodeunestrépitodevasosyplatosybotellas,peronopermitióqueningunode loshombresqueyasehabíanacercadorápidamenteaella laayudasea levantarse.Sepusoenpiesola,firme,másaltaquenunca,sinunasolaquejaapesardequeloscristalesrotoshabíansaltadosobreellayteníaalgunaspequeñasheridas sangrantes en la cara y en las manos. Volvió a acercarse aBranwell, que ahora, asustado de su propio comportamiento, se dejóllevar tranquilo y mudo, como si una nube de sumisión lo hubieraenvuelto,convirtiéndoleenunasombraobediente.

Aldíasiguiente,Emilyselevantóconlacarahinchadaylasheridasbien visibles. Los demás se asustaron y trataron de obtener unaexplicacióndeloquehabíasucedidodurantelanoche,peroella,agarradaasudeseodenoculparaBranwellcomosifueselapalmadelmartirio,senegóahablar.NadielogrónuncahacerlereconoceraEmilyJaneBrontëquesuhermanolehabíapegado,aunquetodosdieronporsupuestoloquehabíaocurrido.

Hacía algunosmeses, había estado a punto de causar una desgraciaaúnmayor.Sehabíaquedadodormidoconuncigarrilloencendidoenlasmanos,ysucamahabíacomenzadoaarder.TambiénestavezfueEmilyquien lo rescató. Una voz sobrenatural la había avisado del peligro enmitad de su sueño, decía ella, y la había obligado a precipitarse a lahabitacióndesuhermano,dondeelfuegohabíaprendidoyaenlacolchayamenazabaconalcanzarlasmaderasdelacamayelcolchóndelana.Ellalo apagó con el agua del lavamanos y una manta sin que Branwell nisiquierasedespertase.Desdeentonces,elpropioreverendoBrontëdormía

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con él, vigilándolo como si fuera un niño pequeño, soportando suagresividadmientras loempujabacomopodíahasta lacamaytratabadearroparlo allí. Algunas noches, ellas le habían oído gritar mientras elpadreintentabaacostarlo:

—¡Déjame salir! ¡Déjame ir a la taberna, cabrón! ¡Aquí va amoriralguien!¡Otú,oyo!

Luegoseoía lavozdel reverendo—Vamos,Branwell,acuéstatedeunavez—ylosruidosquelosdoshombreshacíanenaquelcombatedeluno contra el otro, mientras las hermanas permanecían con los ojosabiertos en la oscuridad, echadas ya en sus camas—Charlotte y Anne,juntasenlahabitacióndeladerecha,Emily,ensudiminutocuartitosobrela entrada—, vigilando por si la violencia de Branwell iba a más ysintiendo sobre el pecho aquella inmensa losa que apenas las dejabarespirar, el miedo y la pena y la decepción y la vergüenza, una losainfinitamentemáspesadaqueladelamuerte.

Por las mañanas, mientras Branwell dormía, al fin en paz, elreverendoBrontësedirigíaconpasosvacilantesalaiglesia,apoyándoseensubastónalolargodelsenderohúmedoquecruzabaelcementerio,yallí,derodillas,lepedíaaDiosunayotravezquenoleabandonase.Eseera su gran temor. Había soportado con paciencia, aceptandohumildementelavoluntaddivina,lamuertedesuesposaydesusdoshijasmayores. Pero ahora se sentía demasiado viejo para resistir aquellatempestad que arrasaba su casa. Había cumplido ya los sesenta y nueveaños,ysoloansiabaunpocodepaz.

Todohabíasidocombateysoledad,largosañosdesoledadsacandoadelanteasushijossinlacompañíadesuadoradaMaria,ynocreíatenerfuerzasparaprolongar la luchamásallá.Habíaagachado lacabezaantelas ausencias, había rezado por innumerables muertos y dado labienvenida al seno de la Iglesia de Inglaterra amuchos recién nacidos,habíarecorridocentenaresdekilómetrosdehielosybarroparavisitaralos enfermos y los pobres del Señor, había reflexionado tanto y tantosobrelaspalabrasdelaBibliaparahacerlascomprensiblesalasmentesdesus fieles que le parecía que tenía derecho a un poco de descanso. Sinembargo,aúnseveíaobligadoallevarmásallásuvigor,sutenacidadysuresignación, llevar consigo aquellas viejas cualidades de su alma hastadonde Dios quisiera, tirando de ellas como de una soga cargada depiedras. Lo haría si esa era su voluntad. Pero le pedía, le suplicaba

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humildemente,postradocomounahormigaasuspies,queelesfuerzonofuerademasiadocostosoy,sobretodo,quenoacabaseconsufe.

PatrickBrontëeraunhombremuyinteligente.Tantoque,apesardehabernacidoenunafamiliacampesinaypobredelnortedeIrlanda,habíaconseguidoestudiarTeologíaenlaUniversidaddeCambridge,empujadoúnicamente por su enorme talento, que le había permitido gozar de laproteccióneconómicadeciertospatronosquepagaronsusestudios,yporsu anhelo de dedicar su vida a algomás luminoso para su espíritu queplantarpatatas,segarcamposdehierbayordeñarvacas.

Peronisuinteligencianilaenormecantidaddelecturasdetodotipoquehabíahechoalolargodelosaños,sincerrarsusojosalomásimpíoo a lomás rebelde, le habían llevado a dudar ni un solo instante de laexistencia de Dios. Quizá fuese que el propio Dios le había elegido,señalándole con el dedo para dejar caer sobre él la gracia de la fe. Aquienes no poseemos esa gracia, suele llamarnos la atención que laspersonas lúcidas sean creyentes. Pensamos que es normal que rece condevociónaquelquenotienenadayencuentraconsueloenlavidadelmásallá.Losdesposeídosdelmundo,que tal vez, de ser cierta lamitología,vivanalfinbienaventuradosyprósperosenelcielo.Aceptamosconciertasuperioridad intelectual que crean también los obedientes, los sumisos,todosesosseresque,entreeldíaenelqueabrenlosojosalaluzyeldíaenqueloscierranparahundirlosdefinitivamenteenlaoscuridad,nohanhecho más que aceptar lo que los poderosos les han dicho que debenaceptar, losfideístasque jamássecuestionannadade loafirmadopor laautoridad,llámesecuraoimánogurúorabino,padresoabuela,maestrao gobernante. Pero ¿qué hacemos con los lúcidos y los inteligentes, loscapacesderazonarycriticar,losquenoseresignanaloestablecidoy,sinembargo, creen? ¿Cómo podemos comprender que en un mundo deterremotosyholocaustosymatanzasytifones,enunterritoriodedolorymiseriasinjustificables,hayagentessabiasqueaúnpuedencreerenDios?Simplemente,noscallamos,desconcertados,constatándoloconelmismoasombroconelquedescubrimosqueesamujerdevozextraordinaria,esasoprano que interpreta a Brahms o a Schubert o a Richard Strauss contantadelicadezaqueparecevivirdentrodelamúsicaydelaspalabrasquepueblan lamúsica, es luego, cuandoel canto terminay los instrumentoscallanylaspartiturashansidocerradas,bobaygrosera.

El reverendo Brontë formaba parte de ese grupo, tal vez el de los

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elegidos. Estaba convencido, sin la menor sombra de duda, de que alláarribahabíaunCreadorhaciaelquedebíamosdirigirnoshumildemente,encaminando nuestros pasos en la vida terrenal a gozar de su divinapresencia en la eternidad. Había atravesado todos los obstáculos y laspenalidades rodeadodeesaconfianzacomodeunhaloquebrillaseasualrededor y le protegiese del mal, con la cabeza agachada, el corazóndoloridoyelalmaardientedefe.Lasimpleposibilidaddequeladudasedespertase un día en su espíritu siempre le había aterrado. La fe era enefectolacolumnadesuvida,laraízquelemanteníasujetoyenpiefrenteatodoslosvendavales.Siesacertidumbreseresquebrajabaalgunavez,elreverendoBrontësabíaquetodosusersedesmoronaríayseprecipitaríahaciael infiernoqueélmás temía,noelde losdemoniosy lascalderashirviendo, sino el de la ausencia de Dios. Hasta ahora, había logradososlayar ese peligro. Pero la depravación de su hijo estaba a punto determinar con la firmeza de su fe. Así que los rezos de aquel ancianoasustadosehabíanvueltounamezcladepeticióndeauxilioparaBranwelly para símismo.Aunque siempre reservaba unmomento, por supuesto,para sus hijas, cuya salud tan frágil temía que se viera afectada por laluchaconstanteparafrenarysoportarelcomportamientodesuhermano.

CharlotteBrontë terminódeplanchar laúltimacamisadeBranwell.Anne subía en ese momento la escalera, pálida, con los labiosentreabiertos esforzándose por respirar. Estaba sufriendo un ataque deasma,unadeaquellascrisisdurantelascualeselaireparecíanollegarlemás allá del paladar, negándose a seguir su caminohacia los pulmones.Charlottevivía conel temorconstantedeque suhermana terminaseporahogarseenunodeesosataques.Sedirigióhaciaellaparasostenerla.

—¿Teencuentrasmal?LavozdeAnnesonabamateyllenadesombrascuandoseponíaasí:—Unpocodeasma,noesnada.Voyaecharmeunmomento.Charlottelaacompañóhastaeldormitorio.Eranmásdelasnueve,y

el sol seguía sin sercapazdedecidir si sequedaríaapasareldía sobreHaworthylosdurospáramosdeYorkshireotalvezsealejaríaenbuscadealgunatierramásalsur.Treshalconesvolabanenloalto,porencimadelcementerio,lanzandosusgritosagudos,yloscuervossehabíanpuestoa graznar desesperadamente, tratando de espantarlos para que no les

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comiesenlascrías.Porelcaminoquesubíajuntoalaescueladominical,haciaeltallerdeJohnBrownylosmontesmásallá,caminabanunpardeniñas cogidas de lamano, sucias y harapientas pero felices, lanzando alairesusrisassonorascomocampanas.LaseñoraWoolfsepaseabaentrelas tumbas, con sunuevobebéenel regazo, exhalandovigorydescaro.Losrosalesquecrecíanjuntoalapareddelaiglesiaparecíandesbordarsede capullos. Todo estaba bien aquella mañana del 16 de julio de 1846,tranquiloybien.Anneserecuperaríaenseguida.

Charlotte se sentó a su lado en la cama, observando su respiraciónpenosaconelcorazónencogido,ytratódehacerlareír:

—Te pareces a Flossie. Así, con esos rizos encima de las orejas,parecesuncockerspaniel.

Annetuvounbreveespasmodetosaltiempoquesereía.Flossie,quesindudahabíaescuchadosunombredesdeelcomedor,conesefinísimosentido del oído del que suelen gozar los perros, había subido ya a lahabitaciónytratabadetreparalacama.Charlotteladejó,sabiendoquesupresencia animaría a su hermana. La respiración iba ya sosegándose,volviendoaencontrarsulugarenelpequeñocuerpodelamujer.

Charlotteempapóunpañueloenaguadecoloniayseloentregó.—Quédateunratodescansando.¿Quéhayquehacer?—Hayqueiracomprarcarne.Tabbyyaestáregañandoporqueaún

nohemosidoynoledarátiempoaprepararelasado.—Deacuerdo,yavoyyo.Consudiscretovestidodealgodóngris,unchalsobreloshombros

paraprotegersedelfrescorqueaúnpersistíaamediamañanaylacapotade verano, adornada tan solo con un ramito de floresmalvas,CharlotteBrontësedirigióa lacalleprincipaldeHaworth,hacia lacarniceríadelseñorCullers.Legustabanesospaseosmatinalesparahaceralgúnrecado,lasensacióndetenerunobjetivoyestarrealizandoalgoútil,laagradablefamiliaridad de la gente con la que se cruzaba, saludando aquí y allá,preguntandoporlasaluddelosfamiliaresolaactividaddelamañana.Eraagradabletratarcongenteconocida,personasquetehabíanvistocreceroalasquetúhabíasvistocrecer,libredelanecesidaddefingirunasolturaque ella no poseía o de desenterrar de su mente, como si estuvieserebuscando una pieza valiosa en un baúl lleno de trapos, alguna frasebrillante,másalládelameracortesía.

Quien no es tímido tal vez no logre entender el sufrimiento de las

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personas que padecen esemal, una tara profunda que bloquea y aleja yestigmatiza.Eltímidoviveenconstantetensión,asustadoporlasmiradasajenas como si fuesen armas amenazándole. Teme ser visto y serescuchado, y su propia ansiedad le lleva a mostrarse aún más torpe, aparecer más antipático y engreído, o más tonto y lento de mente. Lashermanas Brontë tuvieron que soportar toda su vida ese padecimiento.Emily y Anne terminaron por adaptarse a él, y amoldaron sus vidas aaquellalimitación.Emilyfuelasalvaje,lahuraña,lamujerinsociablequeno se trataba con nadie, huidiza y solitaria como una liebre de lospáramos. Anne se plegó en cambio a la dulzura y la modestia, esasvirtudes tan aplaudidas en los tiempos victorianos, aparentando ser unajovenqueapenashablabanilevantabalavistaantelosotrosporunexcesodehumildadydiscreciónyeldeseodenoimponerse.Vivierondentrodeesos límites con cierta comodidad, agazapadas allí como en un refugioque las protegiese de las agresivas intromisiones ajenas. Charlotte, sinembargo,siempreentregadaalcombateentrelasdospartesopuestasdesuespíritu, luchó infatigable contra su propia tendencia al aislamiento y elsilencio,yobtuvoacambiodeaquelenormeesfuerzo la recompensadeposeeramigos,auténticosamigosyamigasquelaquisieronylacuidaronylehicieroncompañíaenlosmomentosmásnegrosdesuvida.

Aquella mañana, mientras bajaba la colina hacia la carnicería ycomprabatreslibrasdecarnedebuey—nilamáscarani lamásbarata,como correspondía a la posición que la familia Brontë ocupaba en elpueblo,amediocaminoentrelosricospropietariosdelastejeduríasylosobreros pobres—, mientras regresaba despacio hacia casa, observandocómo laspreciosas lilasde la señoraBowenya sehabíanmarchitado,yentraba en la botica a comprar una pastilla de jabón de flor de caliza,mientrassaludabaaunladoyotrotratandodeevitar losexcrementosdeloscaballosaúnhumeantessobreelcamino,CharlotteBrontë,agradecidapor toda aquella facilidad de lo conocido, pudo seguir reflexionandosobre su proyecto de la escuela, retomando el hilo de los pensamientosquehabíaabandonadoparaocuparsedeAnne.

Realmente, la culpa del fracaso había sido de Branwell. Su simpleexistencia impedía llevar a cabo un proyecto como aquel. Aunque enenero de 1844, cuando ella volvió definitivamente de Bruselas, su

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hermano aún estaba trabajando enThorpGreen, como tutor del hijo deLydiaRobinson, inmersoensuabsurdaaventuraamorosa, laposibilidaddeque regresaseencualquiermomentoconsusdramas, susdeudas, susborracherasysuslargossueñosdeláudanohacíacasiimposiblequeellaspudieranorganizarunaescuelaenlarectoral.

Sí,habíasidoenesemomento, trassuvueltadelcontinente,cuandotodoempezóadesmoronarse.Sesentíaexhausta,agotadadelesfuerzoquehabíatenidoquehacerduranteunañoentero,estúpidamente,paranodarningún paso que la condujese a los brazos de Monsieur Heger y a laperdición. Y ahora que estaba lejos de él, quizá ya para siempre, searrepentíadenohaberlohecho,denohaberseconvertidoacasoenlaputadesumaestro,pecadoraperosabiaysaciadadesudeseo.¿Dequéhabíaservido todo aquel sacrificio? Se suponía que la mujer que actúarectamente,laqueevitalatentaciónysemantieneinflexibleenelcaminode la castidad, debe sentirse luego satisfecha y colmada de su propiaintegridad.Esodecíanloslibrosylaspalabrasdesupadreydetodoslosreverendosymoralistasdelmundo.Sinembargo,ellasolopercibíavacíoynáuseas,eldolorinsoportabledelaausenciadelamado,queleretorcíael vientre, castigándola por su inutilidad. Se iría a la tumba, cuando lellegase el momento, virgen y virtuosa, como una santa católica, perotambiéninútilydesprovistadelomásvalioso,dejandotrasdesíunavidanovivida.

Aveces,sentadaenelcomedorconsutareadecostura,mientrasveíallegarlaoscuridadatravésdelaventana,teníalasensacióndequelacasaseestabadeshaciendolentamentesobresucabeza,gotaagota,diminutospedazosdeyesoypiedracayéndoleencimaunotrasotro.Aunquenadiesedaría cuenta hasta que ella estuviese allí tumbada entre los escombros,inexistentealfin.

Era todaaquellapena, el fracasoy los límites.Los terribles límitesque jamás lograría sobrepasar. Había dedicado dos años de su vida alproyectodeescuelaquedebíasalvarlasaellamismayasushermanasdelamiseria, laespantosafiguraque lesesperabaa lavueltade laesquina.Pero ahora, cuando las tortuosas posibilidades de la realidad se habíanalzado frente a ella, ya no se sentía con fuerzas para seguir adelante yemprender otra vez el difícil camino de curvas y desvíos y rodeos quepodríatalvezpermitirlellegarmásalládeellas,incólumeylibre.

Denuevoestabaencerradaenlacárcelinvisibledelavidafemenina,

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incapaz de encontrar ninguna escapatoria. Tal vez hubiera podido irse.Hubierapodido regresar aBruselas, cercadeMonsieurHeger, ybuscaruntrabajocomoprofesoradeinglés,aunqueMadameHegernoquisieravolveraaceptarlaensuinternado.Dehabersidomásegoísta,quizámásfuerte y autónoma, habría conseguidodesaparecer de la vida sórdidadeHaworth, librarse de todo aquel dolor y aquella rabia, iniciar unaexistencianuevaenelcontinente,dondeapenaslellegaríanlosecosdelasborracheras de su hermano y las noches transcurrirían plácidas, sinsobresaltos ni angustia. Pero no se sentía capaz de dejar todo aquellodetrás,acargodeEmilyyAnne,quejamásabandonaríanasuhermanoyasupadreenmediodeladesolación.

Unavez,MaryTaylorlehabíadadoaentenderquetalvezlarelacióntanestrechaentrelosmiembrosdelafamiliaBrontënoeradeltodosana.Mary era una buena amiga. La quería de verdad, y no le había dichoaquelloparahacerledaño.Ellaestabaapuntode irseaAustralia,dondehabía buenas oportunidades para las mujeres con ganas de trabajar, yqueríalibraraCharlottedeaquelpesoqueleparecíaquellevabaencima,elpesoinmensodelarectoraldeHaworth,contodassusnecesidadesysusanhelos.

QuizáMary,queeraunespíritulibre,tuvieserazóndesdeelpuntodevista de alguien a quien los afectos familiares le influían lo suficientecomoparanoconvertirseenunserdepravado,peronotantocomoparafrustrardefinitivamente suspropiosplanes.Pero losBrontëno eran así.Durante los largosmesesdeenfermedadde lamadre,durante los tristesdíasoscurosdesumuerteyladesushermanas,durantelosinterminablesañosdesuausenciapesandocomounanubenegrasobresusinfancias,loshermanossehabíancriadojuntos,sinsepararseniunminuto,nidedíanidenoche.Charlotterecordabamuybiencómohabíansobrevividoatodoaquellocogiéndosesiempredelamanolosunosalosotros.

Habíancreadoentretodosellosunnido,igualquepequeñospájarosaportando ramitas al hogar común. Y ese nido albergaba a todos losmiembros de la familia, pero también incluía las propias paredes de lacasa,elpaisajequeseveíaatravésdelasventanas,lanieblaalrededordelatorredelaiglesia,lanievesilenciosadelospáramos.Ellosyelpaisajey la casa componían una unidad. Y cuando faltaba una pieza de eseconjunto, cuando uno de ellos se alejaba de los demás llevado por lanecesidad,elrestoseresquebrajaba.

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Tal vez no fuera sano. Ni natural. Quizá esa dependencia lesimpidiera hacer cosas que la gente común solía hacer, ser felices enlugaresdelosquehubieranpodidodisfrutardenoserporlaausenciadelosotros,peroeraasí,ynosepodíahacernadaporcambiarlo.Esmás,Charlottenoqueríahacernadaporcambiarlo.Nadade loqueelmundopudiera ofrecerle, ni riquezas, ni celebridad, ni amor, era para ella tanvalioso como la compañía de sus hermanas por la noche, en torno alfuegodelcomedor.

Incluso cuando, a veces, había tenido el absurdo sueño de queMadameHegerestabamuertayél,suamado,veníaentoncesallamarasupuerta y la pedía en matrimonio, incluso en esos momentos de tontaensoñación, no había dejado de pensar que vivirían allí, en Haworth,siemprealladodelrestodelafamilia.

Sin embargo, ahora sentía que Branwell sobraba en aquella casa.Deseabaqueyanoestuvieseallí,interrumpiéndoleslasvidasatodos,quesehubieraidolejos,queselotragaselatierra.Estabatanenfadadaconélquelamayorpartedelosdíasnoledirigíalapalabra,nisiquieraensusmejores momentos. Sí, aún había ratos en los que su angustia parecíatemplarse,yentoncessesentabaaescribir,comoenlosviejostiempos,yhablaba de enviar de nuevo sus poemas aColeridge, que había sido tangentil con él años atrás, y se enredaba explicando lo que iba a hacercuandoterminaselanovelaqueteníaentremanos,basadaenlasantiguashistoriasdeAngriaqueamboshabíancreadojuntos.

Emily y Anne fingían creerle, y le animaban a que les leyerafragmentosylesexplicaseloqueibaasucederenlassiguientespáginas,alabándole como si fuese un príncipe de las letras. Pero ella no semolestabaencontestarle.Sabíaquetodoeramentira,Branwellenteroeraunamentiraterrible,unsueñoinútilquehabíaterminadoporconvertirseen una pesadilla. No lograba perdonarle por la estúpida manera comohabía desperdiciado su talento y sus oportunidades. La vida le habíapermitido que desplegara sus alas de hombre y volara tan lejos comoquisiera,mientrasellaysushermanasseveíanobligadasaamputárselasyllevar a rastras el dolor. Y él, sin embargo, se las había arrancado apedazosvoluntariamente, a conciencia, y ahora les tiraba a ellas encimaaquellostrozossanguinolentosylesexigíaquelelamiesenlasheridas.

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Mientrascaminabahaciacasaaquellamañanadel16dejuliode1846,consupaquetedecarneylapastilladejabón,Charlottepensabaquetodosesosobsesivosrecuerdoseranaplastantesyensuciabansincompasiónsuporvenir.Deseabasercapazdeliberarsedeellosyregresaralainfanciaanterior a lasmuertes, cuando a sus espaldas y ante ella solo existía lanada prometedora, aquel infinito campo verde sobre el que jamás debíaderramarseningunatempestad.Espenosocómolamemoriaseempeñaaveces en pisotear nuestra vida. La utiliza como su campo de pruebas,como un caballo galopando en un lodazal, y nos amarga el presente,arrasándolo, y nos destruye la esperanza de un futuro en paz. Es difícilaprender a vivir lejos de su mira, aislados de su tiranía. Es difícillevantarseporlamañanaydecirhoyeshoy,sinataduras,soloexisteestemomento presente, este día que se extiende ante mí con su luz y suoscuridad, y nada de lo sucedido ni de lo que deba suceder despuésproyectarániuninstantedesombrasobreél.Vamosllevandoarastraslosrecuerdos,losempujamoscomoSísifounayotravezhastalacumbredelamontañaparavercómocaendenuevoanuestrospiesynosobliganavolveracomenzar.

La prestigiosa experiencia no es más que una tontería. La roca deSísifo, hecha de malas interpretaciones y casualidades y azarososmomentosde fortunaode fatalidad,quenosempeñamosenperseguiryalzarsobrenuestrascabezas,comounfaroquepudieseiluminarnosperoque,enrealidad,soloproyectará fantasmasysiluetasdiluidasyvisionesimperfectasquenosimpediránaprenderaverenlastinieblas,comotoposolfateandolospeligros.

CharlotteBrontëtratódesacudirselosrestosdetodaaquelladesazónmientrasentrabaenlacasaydejabalacompraenlacocinaysubíaaverasuhermanapequeña,queyasehabíaincorporadoenlacamayjugabaconFlossie.Anneselevantóparaayudarleacolocarlaropaplanchadaenlosarmarios y las cómodas.Caminaba casi de puntillas y abría los cajonescon cuidado, intentando no despertar a Branwell, que aún dormía en lahabitacióndelreverendoBrontë.PeroCharlotteirrumpióenelcuartosincontemplaciones, negándose a mirar a su hermano, aunque no pudieseevitar ver la cabeza hundida en la almohada, el brazo largo sobre lacolcha, con la mano pálida abierta en un gesto de demanda. Sintió unapunzadadecompasión,elviejodeseodecolmaraquellamanodebienesydevolverle la paz que un día había poseído. Pero evitó enredarse en ese

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sentimiento perturbador, que los mantenía a todos paralizados,dependienteslosunosdelosotros,incapacesdeatravesaraquelcírculodesufrimientoquelosrodeabayalzarlavistamásallá.

En el reloj de la escalera sonaron las diez. El sol estaba al fintemplando los campos, y podrían salir a dar un largo paseo hasta lacascada. En la cocina, Emily acababa de echarle la pimienta al asado.Teníaundonespecialparacalcularlacantidadexactaquehacíafaltaparaque al reverendo no le pareciese ni mucha ni poca, algo que no eraespecialmentefácil.Deentretodaslastareasdelacasaquehabíaasumidocon tranquilidad desde años atrás, al menos cuando Charlotte y Anneestabanausentes, el tiempoen lacocinaera laquemás legustaba.Solíaaprovecharparahacerotrascosas,estudiaralemánoescribir.Pero,sobretodo,leentusiasmabaescucharaTabbycuandoteníaunbuendía,aunqueesoeracadavezmenosfrecuenteamedidaqueellaibacumpliendoañosyañadiendonuevosdoloresalosviejos.Aunasí,todavíaalgunasmañanassedecidíaacontarlehistoriasdefantasmas,relatosdefamiliasdestruidas,cuentosdebosquesmisteriosos,cosasdelpasadoqueTabbysabíaporqueaella,asuvez,selashabíancontadodurantesuinfanciasuabuelaylasvecinasancianas.

Entre aquellas leyendas, había una que a Emily le gustabaespecialmente,unaquehabíaescuchadomilvecesdesdeniña,conlosojosmuy abiertos y la imaginación volando sobre los páramos y por elinteriordelassalasdePondenHall,lamansiónencaramadaenloaltodelacolinadeHarbour,queparecíaflotarenlanieblacomoelcastillodeuncuento medieval. La casa había pertenecido a una familia que fuedesposeídadetodossusbienesporunintrusoalqueellosmismoshabíancriado. Emily no se cansaba de escuchar a Tabby narrándole aquellahistoria de envidias, traiciones y codicia, la crónica de aquelmuchachosurgidoundíadelanada,quehabíacrecidoallíyque,añosmástarde,trashaber desaparecido durante mucho tiempo, había regresado con unafortunapropiayhabíalogradoengañaralherederodePondenHallparaquedarse con la propiedad y, además, casarse con la hija pequeña de lafamilia.Había,cómono,violencia,unsuicidioyunfantasmaerrantequeduranteañoshabíarecorridolamansiónsollozandoportodoloperdido.

Cuandoeraniña,cadavezqueTabby lecontabaesahistoria,Emilyterminaba dando vueltas en su cama, imaginando aquellos sucesos,poniendo rostros a los personajes y otorgándoles palabras y

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pensamientos.Eracomosi,duranteaños,hubieraestadoescribiendoensumenteelrelatodePondenHall.YahoraqueCharlottelahabíaconvencidoparahacerunanovelaytalvezpublicarla,aquelviejoasuntoinfantilquecreíahaberolvidadohabíareaparecidoensucabeza,comosihubieraidoadquiriendo vida allí dentro a lo largo del tiempo, al margen de suconsciencia. Cuando se ponía a escribir, tenía la sensación de que todoaquello estaba escondido en ella. Simplemente, tenía que rebuscar e irsacándoloalaluz,comounmineralpreciosoocultobajocapasdetierraqueellamismafueradescubriendopocoapoco.

ACharlotte le preocupaba la crudeza de lo que estaba escribiendo.PobreCharlotte.Amedidaquepasabanlosaños,seibavolviendocadavezmásdelicada,mástemerosadelasopinionesajenas.Consuamorocultopor aquelMonsieur Heger de mente refinada, lleno de teorías sobre lapoesíayelartificio,eraincapazdecomprenderlaenergíapura,almargendecualquiercortesía,decualquierconvención,decualquierprejuicio,quesustentabaelamorentreCatherineEarnshawyHeathcliff,aquella fuerzaradicalydesnuda,comolapasióndelosciervosenprimavera.

Charlotte no podía ni imaginar que todo aquello procediera deRobert Clayton. Tantos años después, a Emily todavía le costabapronunciaresenombre,ycuandoaveceslodecía,aveces,allísolajuntoalacascada,eracomoungemidoinútil,comoungritodeauxilioquenollegabaaningunaparte,querebotabaenelvacíoyvolvíadenuevoaella,cubierto de espinas.Dios sabía cuánto le había amado, cuánto le amabacadadíadesuvida,llevándolodentrodesícomosicargaseconuntesorooculto.

Robert Clayton había sido el compañero de juegos de su infancia,cuando tenían doce o trece años. El hijo de un obrero pobre de lastejedurías,quepaseabasolitarioporlospáramosenlugardedarpatadasconlosdemáschicosaunbalóndetrapoyque,lentamente,sehabíaunidoalgrupodeloshermanosBrontë.Representabaconelloslashistoriasqueescribíanencasa.ÉleraAlexanderElbë,yellasuamada,yéllabuscabaentrelasrocascuandoellaerasecuestradayluchabapararescatarlacontralashordasdelosrebeldesylallevabadulcementeensusbrazosalomásaltodelatorredesucastillo.

Luegohabíandejadodejugar,cuandollegóeltiempodelpudor.Peroellos dos seguían viéndose, inevitablemente, lejos del pueblo, seguíanbuscándoseelunoalotroenmediodelospáramos,bajolaniebla,yuna

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fuerzasobrenaturallosreunía,allídondenosedivisabanada,salvogotasdiminutas en el aire, vapor y frío velándolo todo. Se echaban en laspiedras,juntoalacascada,muycercaelunodelotro,sintiendocadaunodeellos lacalidezdelcuerpoamigo, lavibracióndelacarnepor laquefluíaenérgicalasangre,ypermanecíanallíensilencio,mirandoelaguayelcielo, lospájarosy losbrotesde lasplantas.Ysentíanqueyanoerandosseres,sinounosolocontodolodemás,formandopartedeeseámbitoen el que ocurren todas las cosas sencillas que emanan del Creador,aterradoramentebellas.

Unanoche—Emilyteníaquinceaños,yaúncreíaingenuamentevivirenlaedaddelainocencia—,durantelacena,elreverendoBrontëlehizosaber que al día siguiente debía irse al internado de Roe Head, dondeCharlotteestabadandoclases.Noleexplicólosmotivos,peroellasupo,porsumaneradeapartarlavista,comosiseavergonzase,porladurezaterribledesuvoz,quealguienloshabíavistojuntosyselohabíacontadoasupadre: lahijadelpárrocosepaseabaasolaspor losmontesconunmuchachopobreysalvaje.

Tresmesesdespués,cuandoenfermódenostalgiayregresóacasa,élya no estaba. Emily nunca logró saber qué había ocurrido. Debían dehaberlo mandado lejos, a algún lugar donde los muchachos pobres ysalvajes no pudieranmezclarse con las hijas de los reverendos.Durantemeseslobuscódesesperadamente.Volviódíatrasdíaalacascada.Vigilósucasadesdeladistancia.Recorrióelpuebloarribayabajo, tratandodedescubrirlo escondido en alguna parte. Luego, en diciembre—el 14 dediciembrede1836,jamásolvidaríaesafecha—,élmurió,yellaasistióasuentierrodesdelaventanadesuhabitación,detrásdelascortinas,conunpañuelometido en la boca para que no se oyeran sus sollozos.Aquellanoche escribió el llanto de la esposa de Alexander Elbë por sumaridomuerto.

Fríoenlatierra.¡Ylaprofundanieveamontonadasobreti!¡Lejos,lejos,apartado,fríoenlatristetumba!¿Heolvidadoacaso,únicoAmormío,amarte,endurecidaalfinporlaoladelTiempoquetodolodesgasta?

Ahora,asolas,¿yanovuelanmispensamientossobrelasmontañas,hastaesacostadeAngora,descansandosusalasallídondeelbrezoyloshelechoscubrentunoblecorazónparasiempreysiempre?

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Fríoenlatierra.Yquinceinviernossalvajes,llegandodesdeesascolinaspardas,sehanfundidoenprimaveras.¡Fielenverdadeselespírituqueaúnrecuerdatrastantosañosdecambiosydolor!

Dulceamordemijuventud,perdónamesiteolvidomientraslamareadelmundomearrastralejos.Otrosdeseosyotrasesperanzasmeasedianyteensombrecen,escierto,aunquenopuedendañarte.

Ningúnsolhavueltoailuminarmicielo,ningunaestrellahabrilladomásparamí.Todaladichademividameladiotuvidatanquerida,todaladichademividayaceatulado,entutumba.

Perocuandolosdíasdesueñosdoradosterminaron,cuandoyanilaDesesperaciónpodíadestruirme,entoncesaprendíaapreciarlaexistencia,afortalecermeynutrirmesinalegría.

Detuvelaslágrimasdelapasióninútil,alejémijovenalmadeldeseodeti.Firmemente,rechacésuardienteanhelodeprecipitarseatutumba,yamásquemía.

Yahoraaún,noquierodejarlalanguidecer,noquieroqueseabandonealarrebatadodolordelosrecuerdos.Sivolvieseaembriagarmedeesaangustiadivina,¿cómopodríaregresardenuevoaestemundovacío?

CharlotteyAnneterminarondecolocarlaropaybajaronalacocina,

dondeEmilyterminabadefregaralgunoscacharrosmientrasvigilabaconel rabillo del ojo el asado. Les recomendó que se calzaran las botas.Aunque hacía sol, los días anteriores había llovido y seguramenteencontraríanbarroporelcamino.Tabbyhabíaidoallevarlaropasuciaacasadelalavandera,peroestabaapuntoderegresar,asíquepodíansalirya.

Antes de cruzar la puerta, Emily envolvió alrededor del cuello deAnneelecharpequeellasehabíapuestoallevantarse,anudándoselobienpara que la brisa no se lo llevara y dejase expuesta al aire aquellapavorosa fragilidaddesuhermanaque tanto laasustaba.Salieronpor lapuerta trasera, directamente hacia los campos vacíos alrededor de

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Haworth y los páramos desnudos más allá, extendiéndose bajo el solapacibles, sacudidos sin embargo de manera invisible por toda aquellamisteriosa vida diminuta que bullía bajo las rocas y al borde de losarroyos, tenaces plantas llenas de coraje, lagartos pétreos y resistentesinsectos, arañas, escarabajos, saltamontes, abejas de los brezos, todosellos cumpliendo silenciosa y dignamente su destino en la tierra. Alatravesar el patio, Emily silbó con fuerza un par de veces, hasta queKeeperyFlossieaparecieronjuntoalaverjasaltandoyagitandolascolas,dispuestosaproseguirlalargaaventuradeaquellamañanadeverano.

Caminaron hacia el noroeste, más allá del páramo de Emmon,abandonando las praderas verdes de los alrededores del pueblo parainternarse en la tierra pedregosa y dura, reconociendo con la vista lasviejas rocas sobre las cuales habían jugado tantas veces en la infancia,convirtiéndolas en fortalezas o barcos. Bordearon los riachuelos yatravesaron con cuidado las grandes manchas de los helechos y losásperosbrezales,admirandoeldoradodelasaulagasydelasretamasenflor, que se amontonaban allí donde la tierra les procuraba el alimentomásadecuado,comoniñostranquilosentornoaunabandejadegalletas.Las grandes aves rapaces planeaban sobre sus cabezas, lanzando suspoderososchillidos.Fueronadentrándoseenaquelpaisajeabruptoqueerael suyo, como almas que se fundieran en el aire blanquecino,deshaciéndoseellasmismasencieloypiedrayaguayazor.

La cascada, una vez pasadas las fecundas semanas del deshielo,parecía ahora demasiado calmada, disminuida en su furia. Buscaron laspiedras en las que solían sentarse o tumbarse, silenciosas y en paz.Cerraron los ojos bajo los rayos del sol, sintiendo la tibiezacosquilleándolesenlospárpados.Seoíaelrumormenguadodelagua.Lasrapaces habían desaparecido, reposando en sus nidos. Una alondra—labendita ave de Shelley— volaba en lo alto, trinando como si estuvieracelebrandoqueelcieloerasoloparaella.

Charlotte recordó el poema de Emily que tanto le gustaba. Cuandoestaban seleccionando los textos para el libro, su hermana, que jamáshablabadesusversos,leshabíaconfesadoquelohabíaescritoallí,enlamisma piedra en la que ahora estaba recostada. Había cargado con sutablillayelpapelyunpardeplumas,llevandoeltinterocuidadosamenteen la mano ante sí, como si portase una ofrenda a los dioses. Siemprehabíaqueridoescribiralgoallí,juntoalacascada—leshabíadicho—,en

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labenditasoledaddeeselugarqueleeratanquerido.Estabaseguradequesu inspiración fluiría almismo ritmoqueel agua,y,por lovisto,no sehabíaequivocado.

Auncensurada,siempreregresoalosviejossentimientosquenacieronconmigo.Abandonolabúsquedaagitadaderiquezas,losvanossueñosquenuncaocurrirán.

Yanobuscolaregióndelassombras.Monótonaseexpandesuestérilvastedad,ylegióntraslegiónsealzanmisvisionesymeacercan,quéextraño,elmundoirreal.

Caminaré,masnosobreviejashuellasheroicas,noporlossenderosdelaaltamoralidad,noentrerostrosinciertos,nebulosasformasdelranciopasado.

Caminaréadondeminaturalezamelleve,puesmehumillaríaelegirotroguía.Allídondepastanentrehelechoslosgrisesrebaños,allíalamontaña,dondebramaelvientosalvaje.

¿Quéimportantessecretosrevelanlosmontessolitarios?Gloriayafliccióninenarrables.LaTierraaldespertarelcorazónhumanouneambosmundos,elCieloyelInfierno.

Sindarsecuenta,Charlottehabíapronunciadolosúltimosversosen

vozalta,comosolíanhaceramenudocuandoerancríasysubíanhastaallíydeclamaban suspoemas, jugando a ser grandes autores en los salonesdondenacenlosprestigios.Emilyseechóareír.

—¿Porquédicesmisversosynolostuyos?—Porquelostuyossonmejores.—Vaya,yasabesquenomegustanesascosas...Sesonrojó.Aúnnohabíalogradoacostumbrarsealaideadequetal

vez,segúnseempezabaarumorear,eramejorpoetaquesushermanas.Enrealidad, no le gustaba esa idea en absoluto.Charlotte era competitiva yorgullosa, losabíamuybien.Aunquedeseabaque las tres llegasenasergrandes escritoras —tan solo las tres, ahora que Branwell ya estabadescartado—,enabsolutopretendíarenunciarasuspropioslogros,yno

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le hubiese importado que esos logros la llevaran más lejos que a sushermanas.Seguiríatirandoporellasesforzadamente,comosiemprehabíahecho, animándolas y organizando planes conjuntos, pero, al mismotiempo,podríaaceptar sinavergonzarse supropia superioridad.Ellano.Emily Brontë no aspiraba a ninguna gloria. Si alguien se la hubieseofrecido, si una comitiva de sabios hubiese llegado hasta ella con unacorona de laurel firmemente tendida para ceñírsela en la cabeza, ella sehabríadadolavueltayhabríacorridoarefugiarseallí,juntoalacascada,escondiendolacabezabajolasrocascomounodeaquellos lagartosquetantoleinteresaban.

Sihabíaaceptadopublicarel librodepoemas—yahora también lanovela que estaba escribiendo—, había sido por no decepcionar a sushermanas,noporqueellatuvieseningúninterésenquenadieleyesetodoaquello.¿Quélesimportabanalosdemássusvisiones,susansias,lavozinclemente de su imaginación? Nunca había comprendido el deseo decelebridadque,por lovisto,perseguíaa tantosescritores.Sepreguntabadequéraropozollenodefalsostesorosextraíanesavanidad,elempeñodeser leídosy juzgadosymalinterpretadosehipócritamenteaplaudidos.Emily era descreída. Y lúcida respecto a su propia extrañeza. Estabasegura de que, en toda Inglaterra, no había ni siquiera un puñadito dealmassemejantesalasuya,gentesquevibrasenalmismotiempoqueellaleyendosuspoemas,quepudieranentonarlamismamelodíasinningunaafectación.

De hecho, cuando supo que Charlotte había descubierto sus doscuadernosdepoemas,seenfadómuchísimo.Creíatenerlosperfectamenteescondidos debajo de su colchón, porque nadie más que ella arreglabanuncasucama.Sinembargo,suhermana,siempremetomentodoyansiosapororganizar lasvidasajenas, se lashabíaarregladoparaencontrarlos.Emilyhabíacopiadoenellos,enlimpio,losmejorespoemasdeGondal,yalgunosotrosmásmaduros,quenadateníanqueveryaconelviejoreinoolvidado. Charlotte se había quedado boquiabierta leyéndolos. Debía dehaberconocidoalgunoenelpasado,peroyanoseacordaba.Hacíaañosqueyanoseleíanunasaotrassusescritoscomocuandoeranunascrías.Quizáeltiempolashabíavueltoprudentesyvergonzosas.

Tuvolasensacióndeestarprofanandounsantuario.Emilyteníatantacontención dentro de sí como uno de esos viejos gatosmisteriosos quepermanecen tumbados al sol con aire de saberlo todo.Dentrode ella se

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escondíaalgoinmensamentesecretoypoderoso,unespíritu insólitoquenisiquieraserevelabaantesushermanas.Todaaquellaenergíaocultatansolo la había expresado en sus poemas. Había allí cosas que Charlottejamáshabríasospechado,visionesyéxtasismáspropiosdeunabeguinamedieval que de unamujer nacida en los tiemposmodernos, y esa raramaneradesentirseunidaalmundo,a lospájarosya losárbolesya laspiedras,formandopartedetodoello,comosisuconcienciatrascendieselo humano para alcanzar a todas las criaturas de Dios, animadas einanimadas.

Novivocondenadaañotrasañoaladesolaciónnialdesespero,hazlosaberamistiranos.CadanochellegaamíelenviadodelaEsperanzay,acambiodeestabrevevida,meofrecelaeternalibertad.

LlegaconlosvientosdelOesteylosaireserrantesdelatarde,coneseclaropolvodelcieloquetraelasmásgrandesestrellas;losvientossevuelvenpensativosylasestrellasardentiernamente,ysealzanentonceslasvisiones,matándomededeseo.

Deseodealgodesconocidoenmisañosjóvenes,cuandolaAlegríaenloqueciódeterroralvislumbrarlaslágrimasfuturas,yelcielodemiespíritusellenódecálidosdestellossinlograrsabersiveníandelsolodelatempestad.

Peroantes,quietudtotal,silenciosacalmadesciendensobremí.Terminaelsufrimientotenaz,laferozimpaciencia.Unamúsicamudaconfortamipecho,indeciblearmoníaquesoloperdidayalaTierracabríaimaginar.

AmaneceentoncesloInvisible.LoOcultorevelasuverdad.Missentidossealejan,ydespiertamiesenciamásprofunda.Libressonsusalas,llegadaalfinacasa,alcanzadoelpuerto.Calibralabahía,einiciaencorvadaelúltimoenvite.

Oh,quéespantosomomento,quéintensalaagoníacuandoeloídovuelveaoírylosojosaver,yelpulsolateylamentepiensa,yelalmasientelacarneylacarnesuscadenas.

Peronoquiero,no,unatorturamenor.Másmeatormentaesaangustia,mayorplacermeotorga.Divinaeslavisión,heraldoacasodelamuerte,cubiertadeinfernalfuegooderesplandorceleste.

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¡Diosmío!Apesardequesetratabadeunodelospoemasjuveniles

deGondal, habíauna fuerza en él queCharlottenohabía encontradoenningúnpoetamoderno.Sequedóallíleyendo,atónita,sentadaenlacamadelapequeñahabitación,olvidadadeltiempo.Hastaquesuhermanaabrióinesperadamentelapuertaylaencontróconsucuadernoentrelasmanosylos ojos brillantes. Emily tardó unos segundos en comprender lo queestaba ocurriendo, y entonces se abalanzó hacia ella sin decir ni unapalabra, learrancóelcuadernode lasmanos, recogióelotroqueestabasobre la camaycorrióescaleras abajo.Enseguida seoyóel ruidode lapuertaprincipalalcerrarseysussilbidosllamandoalosperros.

Charlotte sabía que su hermana estaba enfadada. Pero no leimportaba. Aún sentada en su cama, le parecía que estaba teniendo unarevelación.Habíavistoellibro,conlasletrasbiengrandesenlaportada,Charlotte, Emily yAnneBrontë,Poemas. Ese era el Plan. ¿Cómo no sehabíadadocuentahastaentonces?Teníanquehacerunaselecciónde lospoemas de cada una de ellas y publicarlos conjuntamente. Sería unasorpresa en el mundo literario, tres hermanas oscuras y provincianascapaces de escribir desde un rincón perdido del norte de Inglaterrapoemas como aquellos, tensos, rotundos, alejados por completo de lablandurapropiadeloquemuchosconsiderabanpoesíademujeres.Selesabrirían todas las puertas, y podrían iniciar unas carreras literarias quesoloDiossabíahastadóndepodríanllevarlas.Anneyellanonecesitaríanya seguir buscando trabajo. No tendrían que volver a separarse, sequedarían allí, en Haworth, al lado las unas de las otras, y sus viejosmundos imaginarios, las antiguasvocespersistentesa lo largode tantosaños, les darían de comer. Quizá incluso podrían permitirse de vez encuando algún lujo. Las invitarían a Londres, irían a la ópera y a losmuseos. Y un día ella regresaría a Bruselas y quedaría con MonsieurHegerenalgúnsalóndeté,yentoncesleentregaríasuslibrosdedicados,«Amimaestro»,paraqueélsupiesetodoloquehabíahechocrecerdentrodeellaysesintieraorgulloso.

Emily tardó horas en regresar. Cuando lo hizo, estaba empapada ytranquila,comosiemprequevolvíadesus largospaseosasolaspor lospáramos. Bajo los vientos y los aguaceros, junto a las grandes rocas

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inmóvilesylosarroyosvibrantes,EmilyBrontëencontrabaunapazquelepertenecíaúnicamenteaella,comositodoslosconflictosdesumentesedeshicieran en medio de la dureza mineral, y el alma se quedasedescarnadaypura.

Aunasí,Charlottenoseatrevióadecirlenadahastaeldíasiguiente.DejópasarlashorashastaquelahogueraqueardíaenlacabezadeEmilyseapagasedefinitivamente.Por lanoche,despuésdecenar,mientrasellaremendabamediasysushermanasescribían,lodejócaersinpreámbulos:

—Sonmuybuenos.Emily no levantó la cabeza. Siguió trazando letras ruidosamente

sobreelpapel.FueAnne,conlaqueCharlottesehabíapuestopreviamentedeacuerdo,quiencontinuólaconversaciónconsuvozpálida:

—Siempreselohedicho.Esunagranpoeta.Las palabras de la hermana mayor tardaron en abrirse camino a

travésdesuboca,comosituvieraqueempujarlascontodassusfuerzas:—Creoqueseríaunabuenaideapublicarunlibrodepoemasdelas

tres.Ahora sí que Emily interrumpió su escritura. Se puso en pie, más

blanca que nunca la piel alrededor de los ojos, que brillaban como situvierafiebre.

—¡Nihablar! ¡Yono! ¡Nocuentes conmigo! ¡Nadieva a leernuncamispoemas! ¡Túya lo has hecho, y nomegusta! ¡Nadiemásvolverá ahacerlo!¡Mispoemassonsoloparamí!¡Nonecesitoquemeaplaudan!

Anne,seguradequesabríacalmarla,intervino:—Emily, yo también quiero publicar. Charlotte y yo lo hemos

hablado.Seríabuenoparanosotras,yquizánosabriríauncaminoparaelfuturo.

Emily lamirócomosino lacomprendiera,aunquesuvozsonóyamáscalmada:

—¿Tú también quieres publicar? Pero ¿qué sentido tiene?Explicádmelo.¿Estáisdeseandoqueosjuzguenyoscritiquenyosseñalenconeldedo?¿Noosbastaconvosotrasmismascomolectoras?Jamáshepodido entender ese deseo de publicar, que es como desnudar el almadelantedelosdemás.Yomemoriríadevergüenzasialguiendesconocidopudiesevermialmadesnuda.

Charlotte,seguradequeelenfadoseestabadesvaneciendoyquesoloquedaba ya la verdad profunda, el miedo de su hermana a las miradas

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ajenas,decidióoponerlelaotraverdad,ladesusituacióndesesperada:—Emily,nopuedessertanpocorazonable.Nosetratademiedo,ni

devanidad,nidenadaparecido.Setratadequenecesitamosganarnoslavida.Anneyyotendremosquevolverairnoscomoinstitutricesenunpardemeses.Podemosconseguirloescribiendo.

Emilynoparecióamilanarse.—Nomientas,Charlotte.Túsíquequiereslacelebridad.Siemprehas

querido que reconozcan tu talento. Yo solo aspiro a seguir escondida.Publica tú, si esoes loquedeseas.Publicadvosotras.Noos juzgaré,nodirénada. Inclusomesentiréorgullosacuandoel libroaparezca.Peroamídejadmeenpaz.

AnneintervinoparahacerleentenderelargumentoalqueCharlotteyellahabíanestadodandovueltas.

—Nopuedeshacernoseso.Tenecesitamos.Túeres lamejorde lastres.Nopuedesquedartefuera.Sinti,ellibroperderálamayorpartedesusentido.

EmilyBrontësequedócallada,einclinódenuevolacabezasobresucuaderno, fingiendo que volvía a escribir. Sus hermanas esperaron ensilencio.Habíapasadotalvezmediahoracuandovolvióahablar:

—De acuerdo. Yo no considero que sea mejor que vosotras, peropublicarémispoemassiesoospareceimprescindible.—Annesepusoenpiedeunsaltoparaabrazarla.Ellaladetuvoconungesto—.Peropongouna condición.Y tendréis que jurarme las dos que la respetaréis toda lavida:publicaremosconseudónimos.Nosoportaré lahumillacióndequememanoseenelalmayluegomelatirenencima,violadaysuciaytriste.

No hubo manera de convencerla. Por mucho que sus hermanas,ansiosasdedisfrutardesupropiaidentidad,insistieronytratarondedarletodos los argumentos posibles, Emily Brontë se mostró totalmenteinflexible. Nadie sabría nunca que ella era algo más que aquella mujerraraysolitariaquecaminabaporlospáramosencompañíadesusperrosy apenas cruzaba palabra con ningún ser humano que no fuesen losmiembrosdesupropiafamilia.Laextrañahijadelreverendo,quepelabapatatasenlacocinamientrasrepetíafrasesenalemánynisiquieraasistíaalosserviciosdominicalespornotenerquesaludarasusvecinos.Siemprepreferiríaquelacreyesenbobaolocaantesquepermitirquedescubriesenlafragilidadylossueñosquevivíandentrodesucabeza.

Annenotardóenponersedesuparte,aliviadaenelfondoalpensar

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quetampocoaellanadielareconocería.ACharlottelecostómuchomásaceptarlaextremaexigenciadesuhermana,queleimpediríadisfrutardeunapequeñavidapúblicacomoescritora.Pequeña:yanosoñaba,comoenel pasado, junto a Branwell, con altas estatuas de mármol elevándosesobrelascabezasdelasgentescomunes.Eraconscientedequesupropiatimidez y su falta de costumbre en el trato social le hubieran impedidodisfrutardelacelebridad.Perosíqueansiabaunpocodereconocimiento,una luz leve iluminándola si alguna vez llegaba a pasar entre otrosescritores.SoñabaconpodersaludarundíaaLordTennysonoaWilliamThackeray,aunqueestabaseguradequelelatiríatanfuerteelcorazónquesería capaz de hacer el ridículo y desmayarse en presencia de aquellosgigantes.Soñabaconquealguien,tímidaydiscretamente,ledijeseenvozbaja, señoritaBrontë, he leído su libro y debo decirle quemeha hechousted muy feliz. Solo eso. Sentir que había un espejo en el cual podíamirarseconorgullo,sinversefeaybajayaburrida.

Sin embargo, a lo largo de las horas de conversación de aquellanoche decisiva en la vida de las hermanas Brontë que duró hasta elamanecer —Branwell llegó en algún momento tropezándose ymaldiciendo,yellassequedaroncalladasyquietas,temerosasdequelasdescubriera y les estropease el momento—, Charlotte terminó porconvencerse de que esconder su verdadera personalidad detrás de unseudónimo no sería tan malo. Sería desde luego más cómodo, comososteníansushermanas,seguirllevandosuagradableexistenciaanónima,ypoderacudiralosconciertosylasconferenciashabitualesenHalifaxoKeighleysinserseñaladasconeldedoeinterpeladas.

Pero lo más importante para ella era que podrían engañar a loscríticossobresusexo.Desdepequeña,CharlotteBrontëhabíasidolectorahabitualdereseñasliterarias,ysabíaperfectamentequelasmujeresqueseatrevíanaescribirnoeranjuzgadasdelamismamaneraqueloshombres.Cuandoen laportadadeun librofigurabaunnombrefemenino,quienesloenjuiciabantendíanahacerconsideracionesmoralesyaestableceruntonogeneral demenosprecioo, en elmejor de los casos, de indulgentepaternalismo. Ella quería ser juzgada tan solo por su obra, sin que laformade su cuerpoafectara a lasopiniones ajenas.Utilizar seudónimosque diesen a entender que los autores de los poemas—y de los librosfuturos que sin duda llegarían—eran probablemente hombres sería unamaneradeburlaraquellosprejuicios.Yavendríaeltiempodedesvelarla

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verdad,cuandoEmilycambiasedeopinión.Demomento,consutozudezhabitual, se había agarrado a aquella idea y la había enraizadoprofundamenteenel suelo,convirtiéndolaenunpilar inamoviblequeniunterremotohabríasidocapazdederribar.

En los siguientes días, la elección de los seudónimos habíaprovocado mucha diversión y largas risas alrededor de la mesa delcomedor. Finalmente, optaron por jugar con sus propias iniciales yadoptarciertosnombresexcéntricosquedaríanaentenderlamasculinidaddelospoetas,aunquenadiepodríaestardel todosegurodequeaquellosrarosapelativosnocorrespondiesenatresmujeres.CharlotteseconvirtióenCurrer,EmilypasóaserEllisyAnnefueActon.Comoapellidocomúneligieron el de Bell. Fue Charlotte quien lo propuso, después de otrasmuchassugerencias,yaquellaocurrencialeprovocóaEmilyunataquedehilaridad.Bell era el segundo nombre del nuevo coadjutor de su padre,Arthur Bell Nicholls, un hombre serio, de aspecto compulsivamenterígido,que,comoellasyahabíanobservado,sesonrojabacadavezquesecruzabaconCharlotte,igualquesiestuvieravislumbrandoalamismísimadiosadelamor.

—¡Esto es una premonición! Acabarás casándote con él. Y yo nopodré asistir a la boda, porque, en cuanto el reverendo pronuncie esenombre,noserécapazdecontenermeymedaráunataquederisa.

—¡Quétontería,Emily!¿Teimaginasquepuedallegaracasarmeconese irlandés aburrido y beato? —Y no lo dijo, pero hubiera deseadoañadir: que no le llega ni a la suela de los zapatos a mi brillante yapasionadoyadustoMonsieurHeger,elúnicohombredelmundodelquequerríallamarmeesposa,siesofueseposible.

La decisión de publicar los poemas sacó a Charlotte del estado deapatía en el que estaba hundida desde su regreso de Bruselas, aquellaparalizacióndelavidaquelahabíadejadoincapazdesaberhaciadóndedebíadirigir suexistencia.Depronto, todohabíacobradosentido.Teníaunproyecto, unproyecto importante que abría nuevas expectativas tantoparaellacomoparasushermanas,yesolallenódeenergíaydeganasdeactuar.Nohacíatantodeaquello,habíasidoelotoñoanterior,yahorayaestabatodoterminado.Sehabíamostradoeficazyorganizada,ysesentíasatisfechaporhabersidocapazdeutilizaresascualidadesdesuespíritu,el

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sentidoprácticoyunaciertaastucia,delasquesushermanascarecíanporcompleto.

Durantevariosdías, aprimerahorade lamañanacruzó lascolinascamino de Keighley, hundiendo los pies en el barro, y buceó entre losestantesde labibliotecadel InstitutodeMecánicahastaqueencontróunaeditorialqueleparecióadecuada,AylottandJones,unapequeñacompañíalondinense que parecía publicar a menudo obras poéticas de autoresdesconocidos. La breve correspondencia mantenida con ellos le hizocomprenderquesolopagandoellasmismaslaediciónllegaríaellibroaserpublicado.Huboquedestinartreintayunalibrascondiezpeniques—una pequeña parte del legado de la tía Elizabeth—, cuidadosamenteenviadasatravésdelbanco,seleccionarlospoemas,corregirlaspruebasy esperar luego una tensa eternidad hasta que al fin, en mayo de aquelmismoañode1846,hacíatansolounassemanas,habíallegadounpaqueteque contenía tres copias del libro. Tres pequeños volúmenesencuadernados en verde agua, con aquellos tres nombres extrañosencabezandoelbreveresumendetantasnochesdetrabajoconjuntoenelcomedordelacasa,unavidaenteradeanhelosysueñosyresignacionesydesesperación.Mirándolosenfilasobrelamesa,relucienteseintocados,Charlotte tuvo la sensación de que allí dentro, en las páginas de papelfrágil,estabacontenidaunabuenapartedesusalmas,lapasióndeEmily,la calma de Anne y su propia rebeldía. El magnífico poder de laimaginación,elrefugioyeltormentodelashermanasBrontë.

Le hubiera gustado sacar el libro a la luz, colocarlo en el centromismo de la casa, iluminarlo igual que los católicos iluminanpermanentemente a sus santos. Pero era imposible. Incluso dentro de lapropia familia, debía permanecer secreto: habían decidido queBranwelljamás llegaríaaenterarsedequehabíanconseguidopublicaralgunasdesusobras.Aquelloseríaunagranhumillaciónparaél.Lastresestabandeacuerdoenquenosolonoleserviríadeestímulo,sinoquelehundiríaaúnmás, obligándole a enfrentarse a su propio fracaso. Así que todo semanteníaensilencio—lospoemasyapublicadosylasnovelasqueahoraestaban escribiendo—, como si jamás ninguna de ellas hubiera dado unpasoquehubiesepodidollevarlasniunmilímetromásalládeltristelugarcubiertodefracasosytorpezaqueBranwellocupabaenelmundo.

El padre, en cambio, sí que lo había visto. Muertas de miedo, lehabían avisado algunas semanas antes de la publicación. Tomaban el té

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con él, y fue Charlotte la encargada de anunciárselo, con la voztemblorosa,mientrasAnnelesujetabafuertementelamanopordebajodelamesa.

—Papá, tenemos que decirte una cosa.—El reverendoBrontë se laquedómirando expectante y apretó las gafas contra el arco de su nariz,comosi tratasedever conmásdetalle la expresiónde suhija—.Emily,Anneyyo...Nosotras...vamosapublicarun libro...Un librodepoemas.Peronotienesquepreocuparte,nohemosfirmadoconnuestrosnombres...

Pudieronverel relámpagode iraatravesándole losojosduranteunsegundo,yeltemblorenlaboca,comosiestuvieraapuntodeempezaragritar.Peronolohizo.Logrócontenersey,simplemente,selevantóysefuedelahabitación,abandonandolatazatodavíallenayhumeanteencimadelamesacomounapruebadesudisgusto.

Durante los siguientes días, nomencionó el asunto, como si jamáshubieraoídoaquellaspalabras.Eraunamala señal.Cuando llegaron losejemplares,dejaronunoen sudespachopor lamañana sindecirlenada,mientrasélestabaenlaiglesia.Leoyeronllegaryencerrarseallícomodecostumbre. Permanecieron esperando en el comedor un par de horas,aterradas,ensilencio,sinatreverseamirarselasunasalasotras,comoungrupo de personas aguardando las noticias del médico que visita alenfermo.Charlotte fingíacoser,Emilymirabaa travésde laventana, enpie, quieta, las manos recias firmemente cruzadas a su espalda, y Annedabavueltaslimpiandoalgo,recolocandodenuevoloyacolocadoveinteveces,mientrasensumentetomabaformalaideaabsurdadequeelpadrejamás saldría del despacho, de que se quedaría allí para siempreconvertidoenestatuadepiedra,avergonzadodelatrevimientodesushijas.

Porfinseabriólapuertadelestudio.Sonaronsuspasosatravesandoelvestíbuloyenseguidaaparecióenelumbral,alto,pálido, llameándolesobrelacabezaelpeloescaso.Lashermanascontuvieronlarespiración,transmutadasdeprontoentresniñaspequeñasqueaguardasenmuertasdemiedo la reacción paterna a una travesura gigantesca. Les sudaban lasmanos y se les habían quedado secas las bocas. Pero Patrick Brontësonrió,lasmiródeunaenunayluegohizoungestodeaprobaciónconlacabeza,ysegiródenuevohacialapuerta.Antesdequesefuera,Charlotteconsiguiórecuperarse:

—No le cuentes nada de esto a Branwell, papá, te lo rogamos. Noqueremosherirle.

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El reverendo levantó una mano para tranquilizarlas y volviórápidamente a su despacho, incapaz de decir ni una sola palabra quedemostrase el infinito orgullo que sentía en aquel momento, laindescriptible satisfacción de saber que él, que también había escrito ypublicado poesía en su juventud, había traído almundo a aquellas hijasllenas de talento. Se había arrepentido tantas veces de cómo las habíaeducado,creyendoquelashabíadejadodesvalidasenmitaddelavida,yahora, de pronto, todo aquello había adquirido sentido y valor, y, dealgunamanera,justificabasuexistencia.Estabasegurodequenadadeloquelepudieseocurrirdeallíenadelantelecausaríaunplacersemejante.

Volvieron del paseo cansadas y hambrientas. Se había hecho tarde.EmilysefuealacocinaparaayudaraTabbyenlosúltimospreparativosde la comida, y Anne llamó a la puerta del despacho de su padre paraavisarledequeenunosminutossesentaríanalamesa.Charlottesubióadejar loschalesy losguantesen lashabitaciones.Mientrascolocabasuscosasenelcajóndelacómoda,nopudoresistirsealatentación.Abrióellibroybuscóentresuspoemas:

Hayquienalcanzaungranplacerarriesgándoseaundolormayor;siyoobtuviesetuamorestanoche,mañanameenfrentaríaalamuerte.

Sielfragordelabatallalograseunadulcemiradadetusojos,¡cómoarderíaestecorazónvalientealemprenderlaembriagadoralucha!

Benditasnochessinsueñoydíasdefríamatanza,siyopudiesecreerquetúlloraríasaloírnarrarmispeligros.

Dime,siconerranteshuestesdeambulaseyo,muylejos,¿viajaríastúenespírituhastaesastierrasdistantes?

Fieraylargasuenalatrompeta;ordéname,dimequemevaya

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alládondeSiekyBritonluchanencombate,juntoalríoSutlej,enIndia.

LasangrehateñidolasaguasdelSutlejderojointenso,losé;lasorillasdelIndorebosandetumbas,aunasí,¡mándamequevaya!

Aunquelleguehastaelcieloelhumodeeseholocaustodelospueblos,yomeuniríaalegrealashuestescondenadas,sitúmelomandases.

Elpoderdelapasiónarmaríamibrazo,suardorexcitaríamivida,ylafuerzahumanaserendiríaasustadaanteeseterriblehechizo,comolosárbolescaenfrentealatempestad.

Si,exhaustodelaguerra,buscasetuamor,¿medaríasacasolaespalda?¿Osaríasreprobarmiarrebatocondesprecioyexasperanteorgullo?

No,mivoluntadsometerálatuya,altivaylibre,yelamoramansarátualtaneraalma,sí,elmástiernoamorpormí.Verémivictoriaentusojos,laveré,yprobaréesecambio;yluego,acaso,abandonaréminoblepremioparaacudirdenuevoalasarmas.

Morirécuandolaespumaestéenloalto,elbrillantevinochispeando;noesperaréhastaqueenlacopaagotadareposensololospososdelaaburridavida.

CuandoelAmormehayacoronadoconlamásdulcerecompensa,ylaEsperanzabendecidoconlamayorabundancia,subiréamimontura,empuñarélaespada,¡ypereceréenelataque!

Charlottetorcióelgestoalverdenuevolaerrataenelúltimoverso,

perceré.Diosmío, su ansia de perfección era un donmaldito.Ahora legustaríavolveraescribir todossusversos,unotrasotro,yamenudose

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avergonzabacuandolosleíaallí,impresosyaparasiempre,sinremedio,eimaginabaloquepensaríandeellaalgunosdelospoetasalosquetantoadmirabasi llegabana leerlos.Aunque talveznofuesentanmediocres...Aquelloeracomosubirybajarmontañasincesantemente,unmomentodegloria en las alturas, creyéndose majestuosa y deslumbrante, y almomento siguiente, elmás negro de los pozos, donde todo eramalo yridículo.

Teníaquebajaracomer.Volvióacolocarconresignaciónellibroenel cajón de la cómoda, entre su ropa blanca. Dentro, bajo la cubierta,cuidadosamentedobladas,lasdosreseñasquehabíanaparecido.«Unrayode sol», decían, «buena, honesta, refrescante, vigorosa poesía, sinafectación enfermiza, sin ñoñería, sin imitaciones tediosas de acordesfamiliares, sino pensamientos originales, expresados en el lenguajeverdaderode lapoesía».ADiosgracias,aquelloscríticosnosabíanquelasautoraseranmujeres.Dehaberlosabido,habríandichoexactamentelocontrario y habrían hablado de poesía ñoña, afectada e imitativa... Sí,definitivamente,Emilyhabíatenidounabuenaideaalexigirelanonimatopara sus poemas.La voz deTabby llamando a comer resonó en toda lacasa.

Eranmás de las tres ymedia del 16 de julio de 1846 cuando todoestuvo fregado y recogido. El reverendo Brontë había vuelto a sudespacho. Tabby dormía un poco en la cocina, en aquella posturaincomprensiblequetantolegustaba,conlacabezareclinadahaciaatrásyapoyadaenunarepisa.Charlotte,EmilyyAnnese instalaronalfinenelcomedor, igual que lo hacían cuando eran pequeñas: los manguitosapretadosalrededordelasmuñecas,loscuadernosabiertosanteellasysusescritorios portátiles limpios y preparados, brillantes las tintas, afiladaslasplumas,amontonadoslostrocitosdepapelsecante.AnneyCharlottesesentaron a la mesa, y Emily ocupó el sofá, donde le gustaba escribirreclinada, colocando su pequeño escritorio en el suelo, al alcance de lamano,yelcuadernoencimadeunatablillademaderasobresusrodillasencogidas.

Cadadía,cuandoiniciabaneltrabajo,Charlottenopodíaevitarsentirun latigazo de orgullo. A fin de cuentas, ella era la responsable de queaquello estuviese ocurriendo.Desde quehabía tomado la decisión sobre

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los poemas, había entrado en una especie de estado febril que la habíallevadocadavezmáslejos.Eracomosilasalasqueduranteañosyañossehabíavistoobligadaamantenerocultasahoraestuviesendesplegándosey adquiriendo poder. Como si el fuego interior, siempre combatido,pudieraalfinardersinquenadalodetuviera.

Primero habían sido los viejos versos, ahora debían ser las nuevasnovelas. Era una cuestión de estrategia. Mientras que la poesía se ibaconvirtiendo en el refugio de un pequeño grupo de lectores, el géneronovelístico,encambio,parecíaadquirircadavezmayor importancia.Sehablabade autoresquehabían conseguido inclusohacerse ricos con susobras. Y de muchos que, al menos, llevaban vidas relativamenteacomodadas.SemencionabaaCharlesDickensyaWilliamThackerayyaGeorge Borrow, y a otros muchos por los que los editores se estabanpeleando,ofreciéndolescuantiosassumasacambiodesusobras.Londresbullía de novelistas, y de sensibles hombres de negocios deseandopublicarles.¿Porquénohabríandelograrloellas?Lapublicacióndesuspoemariosleshabíademostradoqueeraposible,quebastabaconteneruntrabajodecalidadyquizá,alprincipio,unpuñadodebilletesparapagarlaedición.Ahora,además,elnombredeloshermanosBellyacirculabaenlosambientesliterarios.Habíandejadodeserunasoscurasdesconocidaspueblerinas, sin contactos ni padrinos, para convertirse en unos jóvenespoetas prometedores, y eso haría que el proceso de publicar y atraer laatención de los críticos fuese aún más fácil de lo que lo había sido laprimeravez.YCharlotteBrontëconfiabaciegamenteensucapacidadylade sus hermanas para escribir tres buenas historias. Habían creado yamuchas a lo largo de los años y, aunque fueran irregulares obrasjuveniles, leshabíanservidoparaaprenderelartedifícildeconstruirunrelatoydotardealmaalospersonajes.

AnneyEmilyhabíanaceptadoelretoconganas.Alfinyalcabo,eraloquesiemprehabíanhecho,aunqueahora laperspectivadepublicar loenvolviesetodoenciertohalodeseriedad.PerosiCharlotteteníarazón,silograbanganarunpocodedineroconsusobras,aquelseríaunmagníficomododeganarse lavida.Siemprebajo laaparienciade los imaginarioshermanosBell, por supuesto:Emily seguíamostrándose inflexible a eserespecto.

Así que, cada tarde desde el mes de mayo, después de haberterminado sus tareas, se reunían como siempre en el comedor para

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enfrentarsecadaunaasuhistoria.Eracomoenlosviejostiempos,cuandoaún eranmuy jóvenes y el placer del día, después de los juegos en lospáramos,seconcentrabaallí,enaquellahabitacióncaliente,bajolaluzdelachimeneaydelasvelas,mientraslaimaginaciónyelansiadeescribirrodeabanconsusmanoslamentedecadaunodeloshermanosBrontëylosobligabanavertersobreelpapeltodaslasimágenesqueseagolpabandentro de ellos, como bosques de palabras creciendo firmes en elanochecer.Eracomosilavidanohubiesepasado,llevándosepordelantetantasilusiones,ytodovolvieseacomenzarenalgúnremotopuntodelajuventud, cuando todo era aún firmeza y confianza, el mundoextendiéndose ante ellos lleno de luz y de solidez. Habían logradodescribirunarco,yregresar, tras tantoserroresy tropiezos,alpuntodepartida.

En aquella imagen conocida y reconfortante, faltaba sin embargoBranwell,porsupuesto,yavecesnopodíanevitar recordarle,divisar lasombra ahora lejanadelniñopelirrojoqueocupaba siempre la esquina,másexcitadoycomunicativoqueningunadeellas,másdispuestoaleerenvoz alta sus versos, a discutir las tramas de las sagas de Angria y deNorthangerland,aalardeardesuscontactosconlasrevistasliterariasylosperiódicos, aquellas cartas que escribía una tras otra, adjuntando suspoemascopiadosen limpiooproponiéndosecomoredactor,ya lasquecasinuncarecibíarespuesta.

Aquel día del 16 de julio de 1846, su hermano se había levantadotarde, comodecostumbre,mientras ellasy supadreyTabbyestabanyacomiendo.Nisiquieralehabíanvisto.Lehabíanoídogritarasolasensuhabitación, unamaldición sin duda, y dar alguna patada a unmueble, ybajarluegolasescalerascomosihuyeradeunfuego.PatrickBrontëhabíainterrumpidolacomidaycerradolosojosconfuerzahastaqueelecodelgolpeformidabledelapuertadeentradasediluyóenelsilencio.Entoncesllegó aquella rara sensación de liberación mezclada con angustia, laconciencia de que, durante algunas horas, en la casa habría calma, peroqueafuera,enlatabernadelBlackBull,alotroladodelaiglesia,otalvezenlacalleprincipaldeHalifax,Branwellseestabaperdiendoensupropioinfiernoyque,encualquiermomento,algunodeellostendríaqueacudirarescatarle.

Nuncasehablabadelasunto,peroeraevidentequelascosasestabanyendo a peor en las últimas semanas. Entre lo que él había contado—

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suficienteparadejarlastemblorosasymuertasdemiedoporsuestado—ylosrumoresquelesibanllegando,sabíanqueestabaviviendoelmomentoculminantedesupropiatragedia,quecadavezseparecíamásalasdesushéroes, en aquel absurdo empeño de que su vida fuese como lasexistenciasqueélmismohabía imaginado.Dosmesesatrás,Branwellsehabía enterado, a través de algún amigo de Thorp Green, de que elreverendoRobinsonhabíamuerto.Esedía,llenodeentusiasmo,pagóunaronda generosa en el Black Bull, anunciando a gritos que pronto iba acasarse con unamujer rica que, además, lo adoraba. Pero lo único querecibió de su amante fue una carta escrita por su médico, en la que leindicabaqueelfallecidoreverendoexigíaensutestamentoquesuesposano volviese a ver nunca más al señor Brontë. De llegar noticias a susalbaceasdealgúnencuentroentreellos,laviudaperderíasuherenciaysequedaríaarruinadayenlacalle.

Nadie se había creído aquella historia que él se dedicó a contar entodas partes, incluida la propia rectoral, entre sollozos y amenazas desuicidio.TodossospechabanquelaseñoraRobinsonintentabaquitarsedeencima a un ex amante demasiado insistente ymolesto y con el cual enabsoluto estaba dispuesta a casarse. Nadie confiaba en las palabras deaquellamujerinmoral,salvotalvezelpropioBranwell.Almenosfingióhacerlo, quizá porque era menos hiriente para su orgullo que suenamorada leabandonaseporobligaciónynopor simpledesinterés.Encualquier caso, aquel fue para él un tremendogolpe, una decepciónqueterminóconsusúltimasilusionesdellegaraserdueñodeunaexistenciabrillante, el último paso hacia el abismo. Ahora yacía allí, sollozante,rebozado en barro y vómitos, rodeado de monstruos. Y por muchosesfuerzosquehicieran,nadieparecíacapazdesacarlodelinfierno.

Eltiempoluminosodelamañanahabíadadopasoauncielogris,yahoracaíaunchubascolentoypersistente,esetipodelluviaveraniegaqueparece cumplir la función de limpiar el mundo y llenarlo de energíacuando el calor lo agosta. Las hermanas sabían que, cuando al díasiguiente las nubes siguieran su camino y saliera de nuevo el sol, lospáramosseexpandiríanbajolaluzmáshermososquenunca,brillandolasdiminutas hojas púrpura de los brezos comomiles de piedras preciosasesparcidassobrelasrocas.Alotroladodelaventana,lasdelicadasflores

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de los guisantes de olor que Ellen Nussey le había llevado a Emily enprimavera para que las plantase junto a la casa parecían en cambiocompungidas por la lluvia, como si fueran conscientes de que prontollegaría su derrota. Más allá, entre los cedros del cementerio, losgorriones sosteníanbrevesy chillonas conversaciones.En el reloj de laescalerasonaronroncamentelascuatro.

Emilyyahabíaabiertosucuadernoyestabaescribiendo.Siempreeralamásvelozde las tres.CharlotteyAnne trabajabanconpausa.Escribirera para ellas un esfuerzo que exigía calma y reflexión. Les costabadecidir cuál debía ser el siguiente paso en la historia y encontrar laspalabras necesarias para transmitir lo que era preciso transmitir. Annesolía reírse de sí misma cuando se quedaba atascada, y entoncescomparaba las palabras con las patatas: estaban escondidas debajo de latierra, y había que escarbar y sudar y mancharse las manos paraencontrarlas.

Emily, en cambio, escribía igual que caminaba por los páramos,ligeray firme, sabiendoexactamentedóndeponía lospies sinnecesidaddedetenerseamirar.Poseíaensuinteriortodoelconocimientonecesarioparasentirsesegura,yeseconocimientoparecíaalumbrarlaensuspaseoscomounfaro.Antesdequelapuntadesuszapatostocaseelsuelo,aquellasabiduríayalahabíaavisadodeloqueseencontraríadebajo.Delamismamanera semovía entre las palabras, confiada en que no se enredaría enellasnitropezaríaenunatrampainesperada.Acercabalaplumaalpapelylas ideasy lasfrasessurgíanunas trasotras,sin interrupciones,comosiuna voz dentro de su cabeza fuera comunicándole todo lo que debíanarrar. Confiaba en su bendita inspiración igual que confiaba en que lasangre circulaba por su cuerpo.Y escribía letra tras letra, sin esfuerzo,rascándolasconprofundidadsobreelpapel,conlamismaentregaconlaquetocabaenelpianotodasaquellassobrecogedorasmelodías,comosisu alma estuviera sacudida por una tempestad secreta que, luego, secalmabaenlluviabenignaydeliciosabrisa.

En su pequeña habitación, debajo del colchón protector, se ibanamontonando a todavelocidad los cuadernos de aquella novela a la queestaba empeñada en llamarCumbres Borrascosas, a pesar de la opinióncontraria deCharlotte, a la que le parecía un título áspero. En realidad,Charlotte empezaba a temer que casi todo en la obra de su hermanaestuviesedotadodeexcesivaaspereza.ElcaráctersalvajedeHeathcliff,la

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faltadeautocontroldeCatherine,lasborracherasdeHindley,elambientesórdidodelacasa.Y,sobretodo,aquelextrañoamor,llenodeasombrosasensualidad,entrelosdosprotagonistas.

Por mucho que creyese conocer a Emily, Charlotte no acababa decomprender de dónde nacía toda esa pasión. Se preguntaba si tal vez elrecuerdodelpobreRobertClaytonhabíapermanecidoenel fondodesuespíritu, recogido allí junto con los recuerdos de las cosas valiosas yacabadas,ysieraeseamorfrustradopor lasconvencioneselqueestabasaliendoalaluzenlaspáginasdesunovela.Ellasiemprehabíapensadoque Robert no había sido nada más que un amigo de infancia y que,incluso aunque no los hubiesen separado, aquella relación infantil sehabríaterminadoporsímisma,agotándoseensupropiaimposibilidad,enlaunión irrealizableentredosseresprocedentesdemundos tandistintoscomo el espíritu y la carne. Pero el espíritu y la carne, ahora lo sabía,vivían juntos, y se necesitaban el uno al otro para expandirse. Con sudevociónporlapoesíaylareflexiónylascosasbellasdelmundo,consupudor y su inmaculada decencia, ella misma jamás habría sospechado,años atrás, que el deseo del cuerpo de un hombre, el ansia de tocar ysorber cada una de las partes diminutas de aquel cuerpo, iba a abrirsecamino algún día dentro de ella y a dejarla arrasada y perdida. Y, sinembargo,habíasucedido.¿Cómopodíaentoncesseguirfingiendoquelode Emily no había sido más que una tontería infantil, que su hermanaestaba al margen de las ansias comunes, del dominio de la pasión y lasensualidad?Ninguna de ellas era un ángel.Acaso, en contra de lo quetantas normas se empeñaban en imponer a las mujeres, los ángeles noexistiesenenlaTierra.

La observó, inclinada sobre el papel, con el ceño fruncido y losdientes de arriba mordiendo violentamente el labio inferior. Como sipudieraleersuspensamientos,Emilyalzólacabeza:

—¿Puedo leeros lo último? —Anne y Charlotte abandonaron supropiatarea—.Nelly,lacriada,estácontandoundiálogoquemantuvoconCatherine.

Rebuscó entre las páginas de su cuaderno hacia atrás, y carraspeóligeramenteantesdeiniciarlalectura:

—Siestuvieseenelcielo,Nelly,seríaextremadamentedesgraciada.—Porque no es usted adecuada para ir allí—le respondí—. Todos los pecadores son

desgraciadosenelcielo.

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—Peronoesporeso.Unavezsoñéqueestabaallí.—¡Yalehedichoquenoestoydispuestaaoírnadadesussueños,señoritaCatherine!Me

voyalacama—lainterrumpídenuevo.Seechóareírymeretuvo,puesyointentélevantarmedelasilla.—Noesnada—exclamó—.Soloibaadecirquemeparecióqueelcielonoeramihogar;

ysemerompióelcorazónllorandoporvolveralatierra;ylosángelesseenfadarontantoquemetiraronenmediodelbrezal,en loaltodeCumbresBorrascosas,yallímedespertésollozando de alegría. Ese esmi secreto.Me apetece tan poco casarme con Edgar Lintoncomoiralcielo;ysiesehombremalvadonohubieradegradadotantoaHeathcliff,nisiquierahubiese pensado en ello. Pero ahora casarme con Heathcliff me deshonraría; nunca sabrácuántoleamo;ynoporqueseaapuesto,Nelly,sinoporqueélesmásyoqueyomisma.Seade loqueseade loqueestánhechasnuestrasalmas, la suyay lamíason iguales;y ladeLintonestandistintacomounrayodelunadeunrelámpagoolaescarchadelfuego.

Anne y Charlotte la habían escuchado con los ojos abiertos de

asombro.FueAnnelaprimeraquesedecidióaromperelsilencio:—Siempremeimpresionatufuerza,Emily.Todoloqueescribeses

poderoso. Lo mío se escapa entre los dedos, se deshace como unamontaña de arena. No consigo amalgamarlo. Tus palabras, en cambio,tienenraícesmuyprofundas,comoloscedrosdelcementerio.

Emilysesonrojó,incómoda.—No digas tonterías, Anne. Ninguna escribe mejor que las otras.

CumbresBorrascosasescomosoyyo,rudayáspera,yfueradelmundo,creo. Y tu novela es como tú, calmada y suave y justa. Y a la gente legustarámáslatuya,contodasubondad,quelamía,queestállenademalydeviolencia.Nodeberíasdesearsernadiemásdequieneres.

Charlotte trató de aprovecharse de las propias palabras de suhermana:

—Emily,sitúmismaestásconvencidadequeestállenademalydeviolencia y de que no gustará, ¿por qué sigues adelante? ¿Por qué noescribesotracosa?

—Porquenoquieroescribirotracosa.Lavidaesasí.Lavidanoescomo pretenden contarla todos esos escritores remilgados y cursis,salonesexquisitos,ynoblessentimientos,ypalabrasdichasamedias.Lavidaesfuriayhielo.Deberíansalirunpocodesusdespachosrecubiertosdemaderasydecálidascretonasyandarporlavidadeverdad.Deberíanver cómo viven las prostitutas, y los obreros, y los granjeros de lospáramos.Deberíanoírsuspalabras,ypasearseporelmonteyverconquéfuerzaseagarranlasaulagasalsuelo,ycómolosterneroshacendañoasusmadrescuandomaman.Deberíandejardepisaralfombrasmullidasy

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pétalos de rosas y caminar sobre pedruscos y rocas, enmedio del aguaheladadelosarroyosydelasortigasdelcementerio.Deberíanconoceratodos los Branwell del mundo, con sus borracheras y su fracaso y sudesolación,yalomejordejabandeescribirtodasesastonterías.

—Diosmío,Emily,vanadecirqueeresunserperversoygrosero...—Nomeimporta.Yosébienquiénsoy,séloquehaydentrodemí.

Cuandoescribopoesía,eslodedentroloquesalealaluz,todoloquehayen mi interior. Pero las novelas miran hacia fuera, Charlotte, son unespejopuestoparareflejarelmundo.Ycuandoyomirofuera,esoes loqueveo.Nopuedoevitarlo.IgualqueAnnevebondad,ytú,rebeldía.Noquiero escribir nada en lo que no crea. Creo en la ferocidad y en losfantasmasyenlacompasión.Ydeesoescribo.Ynomeimportaquenotegusteatioalosdemás.SiCumbresBorrascosasno legustaanadie,novolveréapublicar.Esoestodo.—Emilyselevantódelsofá,quesequedóabandonadoenaire,mostrandoelhuecodesucuerpo—.Detodasformas,terecuerdoquenosabránquehesidoyo...Elculpabledetodoesevicioserá Ellis Bell. Por mí, pueden condenarlo al destierro. Es la hora dellevarleeltéapapá.

Salió de la habitación, cerrando la puerta cuidadosamente tras ella.Anne sonrió, orgullosa de la seguridad de su hermana, y volvióplácidamenteasutrabajo.Charlottesepusoenpieyseacercóaatizarelfuego.Comprendía las razones de su hermana, pero la asustaban. Teníamiedo de lo que pudiesen decir de ellas —o de los hermanos Bell—cuandolasobrasestuviesenpublicadas.Demasiadavulgaridad.Demasiadacrudeza. Su propia Jane Eyre no era mucho mejor que CumbresBorrascosas,losabíamuybien.MáshipócritaqueEmily,másadaptadaalas convenciones, trataba de disimular la fealdad y de buscar palabrasbiensonantes que disimularan la extrema zafiedad de las existenciascomunes.Peronadade loqueestabaescribiendopodría serexhibidoenun palacio ante un grupo de damas exquisitas. Definitivamente, laexquisiteznoeraelterritorioenelqueellaysushermanassemovían.

Erasorprendentecómolastresestabanutilizandolavida,suspropiasvidas, para escribir esas novelas, que se iban llenando de referenciasautobiográficas. Antes, todo giraba en torno a personajes estrafalarios,gentes a las que jamás habrían podido conocer, guerreros y cautivos, ydamasraptadasosuicidas.Duranteaños,mientrassolojugabanaescribir,habían creado mundos imposibles, una realidad fantástica, que parecía

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extendersesobresuspropiasvidasaburridas,comoununiversopobladoderarosastrosirrealesydeslumbrantes.

Ahoraquehabíanmaduradoyquesehabíanpuestoaescribirdeunamaneraseria, tratandodeconvertiraquel talentoenunaprofesión, todashabíangiradolavistahaciasuspropiasvidas,comosifueseenlosentidoylosoñadodondesusnovelaslograríanalcanzarlamayorprofundidad,igual que un espejo que reflejase el esplendor y la devastación de laexistencia. Tenía razón Emily: aquellos relatos debían ser un espejo, y,comosusautoras,aellas lescorrespondíaserhonestasy reflejar loqueveían,fueseterribleohermoso.

Allí estaba su hermana, utilizando las historias de Tabby, las rudasnarracionesdelospáramosdeYorkshire,ytalveztambiénelrecuerdodeaquel viejo amor desigual y prohibido con Robert Clayton. Y lo hacíacomo ella era, sin ilusiones ni disimulos ni redención, narrando unahistoriadesnudadeseresbrutalesypuros.

YAnne,lapacienteAnne,quelehabíadadoasuAgnesGreyunavidamuysemejantealasuya,unpadrereverendo,ypobreza,yunhumillantetrabajocomoinstitutriz.Peroque,almismotiempo,leestabaregalandoloqueellanohabíapodidovivir,elamorafortunado,quehabríadesalvarlafinalmente de la soledad y la penuria, igual que a ella debería haberlasalvado—sí,esohubierasidolojustoparalabondadosaAnne—elamordelpobreWilliamWeightman.

¿Yella?Bueno,ella,sisevieradenuevoanteunconfesorcatólico,comoaqueldíaenBruselas,cuandoentrómuertadetristezaenlacatedralysearrodillóanteunsacerdoteylecontósumiseriaysupecado,tendríaquereconocerquesí,queJaneEyreeraellamisma,quelahabíadotadodesudignidadysupobrezaysufaltadeatractivoysurebeldía,yqueestabahaciendo que su amor por Monsieur Heger —Edward Rochester en lanovela—fuesecomoellahubieradeseadoquefuesedeverdad,profundoy absoluto y arrollador y compartido. Oh, sí, compartido, no su triste,patéticapasiónsolitaria.

Siemprehabíacreídoqueelamoreraunsentimientosúbito,algoquedebíanacerycrecerenelmismomomentoenquesedivisabaporprimeraveza laotrapersona,algoquenonecesitaba raícesnialimento,nutridotansoloporlaprofecía.Sinembargo,suamorporConstantinHegernohabíasidoasí.Porelcontrario,habíatardadomuchoenbrotar,peroluegose había expandido rápidamente en su interior, como un cáncer que lo

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invadiesetodo,devorandocualquieratisbodesensatez.Cuando Emily y ella llegaron al internado Heger de Bruselas a

principios de 1842, dispuestas a profundizar en ciertos conocimientospara poder fundar luego su propia escuela, Monsieur Heger le habíaparecidounhombredesagradableyantipático,unodeesoscaballerosquedesprecian la inteligenciade lasmujeres, las contemplan siempreconelceñofruncidoysedirigenaellasenelmismotonoenelqueleshablaríaunogro.

Sí, los primeros meses de sus estudios de literatura francesa nohabíansidofáciles.Peroellasestabandispuestasatrabajarduro.Paraeso,a fin de cuentas, estaban allí, tan lejos de su hogar, y a una edad, losveintiséisylosveinticuatroaños,enlaqueningunamujersededicabayaaestudiar. A Charlotte le había costado convencer a su hermana paraemprender aquella aventura. Emily no quería por supuesto alejarse deHaworth.Loquefinalmentelaanimónofuetantolaexigenciadelafuturaescuelacomolaposibilidaddemejorarsufrancésysualemányaccederasíconmásfacilidadalalecturadeciertoslibrosdifíciles.Ytambiéneldeseo de acudir a los numerosos conciertos que se celebraban en laciudad.Afindecuentas,eraprobablequenuncamásensuvidatuvieralaoportunidad de disfrutar de tanta buena música. Quizá podría inclusoescuchar aLiszt o aChopin. Se decía que elmúsico polaco estabamuyenfermo, que tal vez no viviese yamuchos años.Aun así, seguía dandorarosconciertosporlasciudadesdelcontinente,yquieneshabíanpodidoverleasegurabanquesumaneradetocarerasobrenatural.Emilyllegóaconvencersedeque,sipodíagozardeeseprivilegio,valdríalapenatodala nostalgia y la incomodidad de tener que relacionarse durante mesesenterosconextraños.

PermanecieronsietemesesenBruselas,aprovechandohastaellímitetodaslasposibilidadesquelesofreciólaciudad—incluidoLiszt,aunquenoChopin—y también la exigente enseñanza deMonsieurHeger, cuyotratosefuedulcificandoamedidaquedescubríalaasombrosainteligenciade sus dos alumnas inglesas, a las que finalmente llegó a admirar sindisimulo.

Peroenoctubrede1842sevieronobligadasaregresaraHaworth.Latía Elizabeth acababa de fallecer, y era necesario ocuparse del papeleo,sustituirla en las tareasde la casayacompañara supadre,que se sentíasolo y abandonado ahora que su buena cuñada ya no estaba. Anne se

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encontraba fuera, trabajando como institutriz en Thorp Green Hall, yBranwell,comodecostumbre,noparabademeterseen líosyorganizarescándalos.Supresenciaeramásnecesariaquenunca.

Solo entonces, al abandonarBruselas,Charlotte sedio cuentade loqueMonsieurHegersignificabaparaella.Desdequeabríalosojosporlamañanahastaquevolvíaacerrarlosdenuevoparadormir,noparabaderecordarle,élmismo,consus rasgosclaramentedibujadosanteella, losojospequeñosybrillantes,lafrentedespejada,lanarizrotunda,lasmanosexpresivas,ysusideas,ysuslargasconversacionessobreliteraturayarte,y lamaneracomosiempre laestabaestimulando—Allez,MademoiselleBrontë,vousêtestropdouéepourm’écrirecespetitesbêtises,ilvousfautplusd’effort—,y,almismotiempo,elrespetoconelquelatrataba,comosihubieseencontradoaunaigual,unespírituamigoydignodecompartirsusabiduría.Sediocuentadelomuchoquelecostabavivirlejosdeél.Noqueríavivirlejosdeél.Loadmiraba.Lonecesitaba.Loamaba.Amabasumenteydeseabasucuerpo.Élerasumaestroysuluz.Yaquelsentimientoavasallador la aterró de tal manera que trató con todas sus fuerzas deahogar su recuerdo,de convencerse a símismadeque ese eraun amordañinoycruel,condenadoalfracasoyalsufrimiento.Peronofuecapazdelograrlo.Porelcontrario,amedidaquepasabanlosdías,laimagendeConstantin Heger, en lugar de desvanecerse, se alzaba cada vez másrotundaanteella,másdeseableycarnal.

A veces, a pesar de la nieve, caminaba hasta TopWithens, sola, ydesde allí arriba dirigía la vista hacia el suroeste, allí donde, amuchasmillas de distancia, Constantin Heger estaría en ese mismo instanteleyendo en su biblioteca, inventando nuevas teorías deslumbrantes quejamáscompartiríaconella.Loveíaallí, tambiénsolo, iluminadopor supropialuz,vibrándoleloslabiostandeseadosmientraslasideastratabandesaliralaire,yrecordándolaconlamismaañoranzaconlaqueellalerecordabaaél,oh,sí,anhelandotenerasuladoasuamadadiscípulaconlamisma intensidadcon laqueella loanhelabaaél.E imaginabaque,atravésde ladistanciaqueseparabasuscuerpos,susalmascorrían launahacia la otra para abrazarse y unirse y reconocerse lamutua propiedad.Ellalepertenecíaaél,yéllepertenecíaaella,ynohabíaleyhumananimoraldivinaquepudiesecastigaresesentimiento,acusarlosdepecadoreseimpúdicos.

LadecisiónderegresaraBruselashabíasidolamásdifícilylamás

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absurdadesuvida.Adecirverdad,nisiquierasabíaacienciaciertasiéllaamaba. Estaban esos momentos de exaltación, claro, cuando se creíaconvencidadequetodoaquelloquesentía,arrasándola,imponiendosobreellaunatiraníatalqueelrestodelmundohabíadejadodeexistir,yapenasleimportabayalamuertedelatíaElizabeth,lasnecesidadesdesupadreolas demandas de sus hermanos, todo aquel amor totalitario y feroz, nohubiesesidoposiblesiélnosintieselomismo.Peroluegocaíalanoche,yllegabaladuda,yseveíaasímismatanpequeña,tanfea,allítanabajoenel mundo, mientras él paseaba su grandeza intelectual por las alturasdonde únicamente moraban los elegidos, que le entraban unas terriblesganasdelloraryseibaalacamasincenar,fingiendounamigraña,parapoderescondersedebajodelaalmohadayliberarsedelaangustia.

Al cabo de un mes de aquella tortura emocional, decidió volver aBruselas, como una heroína del reino de Angria. Pero las mujeres deAngriapartíanalasaltodelamorigualqueguerreros.Seentregabanaloshombresqueamabansinpreocuparleslasconsecuencias,elpecadoalosojos deDios, la repulsa delmundo. Ella sabía que no lo haría.AunqueMonsieur Heger la estrechase contra su corazón y la condujesedulcemente a su cama, jamás se entregaría a él. Era demasiado decente,demasiadorespetuosa,ynuncasearriesgaríaaregresaracasa,alladodesupadre,llevandounhijoilegítimo.

Ni siquiera podíamantener la disparatada ilusión de que su amadollegaraadivorciarse:eracatólico, igualquesuesposa,yeldivorcionoestaba aceptado entre los miembros de la Iglesia católica. Se habíaconvertidoenunaprisionera,castigadaportodaslasleyes,desterradadelpequeñorincóndeinocenciaquesiemprehabíaanheladoconstruirparasímisma.

¿Porqué,entonces,habíavuelto?Nisiquieraahora,casicuatroañosdespués,lograbaentenderlo.Eracomosisehubiesedejadoarrastrarporunavoluntaddehierroquelaconducíaaldesastresinqueellafuesecapazderebelarse,ella,siemprealzándosecontratodaslasatadurasytodaslasinjusticias.TalvezhabíaidoaBruselassolopararespirarelmismoairequeél,paramirarle,paraarrastrarseasuspiesyconvertirseensuperro,para sufrir despiadadamente, sin compasiónhacia símisma, aquel amornegado. Negado por él, que durante el año interminable que ellapermaneció allí, dando clases de inglés en su internado a cambio decomida y cama y de seguir estudiando con él literatura francesa, jamás

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depositó una mano sobre su cabeza, jamás rozó su cuerpo, jamáspronuncióunapalabra tierna,másalláde laexpresióndesuadmiraciónpor su talento. Nunca Constantin Heger dio a entender que la desease.Nunca,ni siquiera, lehizocomprenderquesabíacuánto lodeseabaella,que, entretanto, exhibía sin poder evitarlo su enamoramiento a ojos detodo el mundo, igual que una pobre presa atrapada en una trampa queclamaporalimento.

Sí,habíasoportadotodoeso,comounaenfermaincurableaceptalashumillaciones de su incapacidad. Y había aguantado, odiándola, a suesposa,ClaireHeger,laimplacablepropietariadelcuerpodelhombrealqueellaadoraba,elmuroquerodeabainaccesibleelespaciodelparaíso,la cruel e invencible carcelera de su amado.Madame Heger, que no lellegabaasumaridonialaalturadelostobillos,consuropaimpoluta,supulcro peinado y su espíritu aburrido, dotada de tanto sentido común ytanta integridad, incapazdedejarvolar,consusconstantesexigenciasdedineroytrabajoduroehipócritahonradez,aaquelhombreextraordinarioquehubiesemerecidoasuladounamujerllenadefuego.LaespantosaypuritanaMadameHeger,quesiemprefingiónoenterarsedeloqueestabasucediendo,peroquemantuvoadistanciaaaquellarivalconsusmanerasexcelentesyfríasytodasuvirtudysudecenciaysuperfectomatrimonioexpuestosunayotravezanteella,paraquenolequedaseningunadudadequiéneralasacrosantaposeedoradetodoslosderechos.

Había sido un año de suplicios.Y, sin embargo, no podía acusar anadiedemaldad.Ellaera laúnicaresponsabledesusufrimiento.Ellasehabía enganchado sin que nadie la obligase a aquel círculo infernal deplacerydolorenelque,díatrasdía,durantelosinfinitosdocemeses,supulsolatíaydejabadelatirenfuncióndequeConstantinHegerlamiraseo no, le hablase o no, se interesase —aunque solo fuese cortés ysuperficialmente—onopor su estado.Vivir onovivir habíadejadodeser para ella una prerrogativa deDios. Le había entregado ese poder, amanos llenas, a sumaestro, convirtiéndolo en la divinidad de la que suexistencia colgaba como un trapo. Se había rendido ante aquel amor,voluntariamente, con todas sus fuerzas y, al mismo tiempo, se lo habíaarrebatadoasímisma,empeñándoseencontrolarsusinstintosydominarsudeseo,aunquesintieraincesantementeeltemblorenelvientre,elardoren los senos, que la empujaban a abrazarle y diluirse en él,transformándoseenpartedesupropiocuerpo.

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Cuando al fin tuvo que regresar a Haworth, cuando se cumplió sucontrato yMadameHeger se negó a renovárselo y él no hizo nada porayudarla,cuandosevioobligadaaabandonarallí,eneledificiodelarueIsabelle,lamitaddesgarradadesucorazón,CharlotteBrontësearrepintiódesudecencia.Hubieradebidoentregarseaél,unayotravez,comounaramera.Almenos, llevaría consigopara siempre ese recuerdo,yhabríapodido construirle un altar y depositar flores a sus pies cada noche, enlugarde llorarporeleternocastigodelvacío.Talvez inclusosehabríaquedado embarazada y ahora estuviera a punto de convertirse en laorgullosamadredelhijodelhombremásnobledelmundo,aunquetodosla señalaran con el dedoy se apartasende ella al cruzársela en la calle,aunquesupropiopadrelahubieraescupidoencimaylehubieraseñaladoelcaminodelamarginaciónyeldestierro.

Ahora,mientrasescribíaJaneEyre,CharlotteBrontësentíaquehabíaencontradolamaneraderedimirsedeaqueldolorqueellamismasehabíaocasionado.Janeerasuotroyo,ellamismailuminadaporunaluzbenignaygenerosa.Lehabíaotorgado sumenteenérgicay sucorazónardiente,perosienlavidarealesosdoneslesgenerabanalasmujeresuninevitablesufrimiento,enlaspáginasdesunovela,allídondeeraellaquienseñalabaconsupropiavoluntadeldestino,Janeseríarecompensadaygozaríadeaquellodeloqueellanohabíapodidodisfrutar:elamordesuamado,laentregaabsolutayenpazdelalmaamiga,delcuerpotanquerido.

Para eso era necesario que la esposa muriese. Porque, igual queConstantinHeger,EdwardRochestereraunhombrecasado.PerolarivaldeJane,laguardianadelasagradarespetabilidaddelmatrimonio,noseríalaestiradaytontaClaireHeger,sinolacaraoscuradeellamisma,lapartesiniestra de aquella impecable esposa que nadie, salvoCharlotteBrontë,conocía. Bertha Rochester sería una mujer loca, procaz y violenta, undemonioencaramadoaloshombrosdesumarido,comoMadameHegerloera,contodasucodiciosarectitud,paraelgranConstantinHeger.Ellase vengaría de aquel inmenso error que el destino había cometido,rectificaría la vida misma, y haría que la cárcel que el sacramento delmatrimoniolehabíaimpuestoasumaestro,condenándoleamalgastarsuexistenciaterrenaljuntoaunaesposaexterminadora,tuvieseunfinalenlavidadeRochester.BerthaRochestermoriría,ylesdejaríalibreaélyala

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pequeña Jane elmagnífico territoriode la felicidad.Y, cuando llegase aesa página, cuando tuviese que describir la muerte de ese monstruo,disfrutaría, y tendría que controlar su pasión para no hacer que elentusiasmoestropeasesusfrases.Yluego,yaenpaz,iríaapedirleperdónaDios.

Emilyentródenuevoenlahabitacióndespuésdehaberleservidoeltéalpadre, llevandounabandejaparaellas.Charlottealzó lavista.Asulado,Anneescribíalentamente,meditandocadapalabra.Emilyservíalastazas, rotunda y silenciosa, pensando sin duda en su Heathcliff y suCatherine.Sintióaquellacosagrandey temerosay llenadeplenitudquetantasvecessehacíaunhuecodentrodeella,abriéndosepasoamanotazosentre todos los recuerdos tristes.No sería injusta.No era solo el amor.Había también otras formas de felicidad, otras manifestaciones de lamagnificenciadivina.

La noche caía ya sobre elmundo, lamiendo con sus fríos dedos laiglesia en la que reposaban su madre yMaria y Elizabeth, extendiendoluego su larga sombra sobre el cementerio donde yacían las viejasesperanzasdeEmilyydeAnne,penetrandoimperturbableylentamenteenel comedorde la rectoral, con superpetuaamenaza.Peromientrasellaspermaneciesenallí, juntas, tendrían lafuerzasuficientepararechazarlayobligarlaaretirarsealmundoinútildelassombras.

Leparecióentoncesqueveíatodoaquelloreflejadoalotroladodelaventana, como en un espacio espectral, embellecido por los lazosestrechosysólidosquetodolounían,losretratosdelasmujeresamadas,los libros admirados, los pequeños escritorios que las comunicaban aellasconlomásprofundoymisteriosodelavida.

Y las vio a ellas mismas, Charlotte, Emily y Anne Brontë, tresmujeressinhombresasulado,temblorosascomogorrionesperdidosenel invierno y, al mismo tiempo, inmensas como aves gigantescas quepudieransobrevolarelmundoyabarcarloamorosasentresusalas.Treshijas de la luz y del rayo, frágiles criaturas de las nieves. Durante uninstante, cerró los ojos y deseóque aquelmomentodurase eternamente,sinprincipionifin.Quelacrueldaddeltiempoimbatiblesedetuvieseparaellas y les permitiera quedarse allí, olvidadas de la muerte, inclinadassobre sus cuadernos baratos, con los ojos irritados del cansancio y el

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espíritu lleno de palabras. Si alguien le hubiese preguntado qué era elparaíso,hubieradicho,simplemente:esto.

—Emily,porfavor,recitaelpoemadelaImaginación.Emily cerró el cuaderno y dejó la pluma en el escritorio portátil.

Parecíaquesuvozllegasedesdemuylejos,desdeloaltodelospáramos,allí donde la niebla se fundía con la tierra en un abrazo amoroso einhumano:

Cuandocansadadellargodíaydelterrenalcaminodeaflicciones,perdida,mesientodesesperar,tusuavevozmellamadenuevo.¡Oh,mibuenaamiga,nuncaestoysolasitúmehablasdeesemodo!

Elmundoahíafueracarecedeesperanza,tantoqueelmundodemiinterioraprecioaúnmás.Tumundo,dondeelfraude,yelodio,yladudaylafríasospechanuncaexisten.Dondetúyyo,ylaLibertad,compartimossindisputaselpoder.

¿Quéimportaquebullanalrededorpeligroyculpayoscuridad,siennuestrosenonosotrasposeemosuncielobrillante,imperturbable,cálidoconsusmilrayosentremezcladosdesolesquenoconocenelinvierno?

LaRazónpuedelamentarsedelatristerealidaddelaNaturaleza,ydecirlealcorazónsufrientecuánvanosseránsiempresusmásqueridossueños.YpuedelaVerdadpisotearrudamentelasfloresdelaImaginación,reciénbrotadas.

Perotúsiempreestásahí,paradevolvermelaacechantevisión,einsuflarnuevasgloriassobrelamarchitaprimaveraytraerunaVidaaúnmáshermosadesdelaMuerte.Ysusurrar,convozdivina,sobremundosreales,luminososcomoeltuyo.

Noconfíoentufantasmalfelicidad,pero,aunasí,enlastranquilashorasdelanoche,congratitudconstante,

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teacojo,BenignoPoder,consuelociertodelaspenashumanas,lamásdulceesperanzacuandolaesperanzaseva.

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SEGUNDAPARTE

DESPUÉS

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Enagostode1847,CurrerBell,autordealgunospoemaseditadoselaño anterior en un libro conjunto con otros dos autores del mismoapellido, envió una novela titulada Jane Eyre. Una autobiografía a lapequeña editorial londinense Smith, Elder & Co. Los informes de loslectoresfuerontanentusiastasqueGeorgeSmith,elpropietario,seanimóa leer elmanuscrito.Comenzóundomingopor lamañanay esamismanoche lo había terminado, tras haber relegado todas sus actividades deldía, incluidas las comidas. En su pueblecito del lejano Yorkshire, en elnortedeInglaterra,aquelraroCurrerBellrecibióenseguidaunamodestacantidad de dinero a cambio de la publicación inmediata del libro. Porsuerte, en esos tiempos nadie exigía documentos de identidad, númerosfiscales o cuentas bancarias para hacer transacciones de ese tipo. Unnombrefalsoyunadireccióndecorreosverdaderapodíanbastar.

Entretanto,EllisyActonBellhabíanhechollegarlosmanuscritosdeCumbresBorrascosasyAgnesGreyaotroeditor,ThomasCautleyNewby,quienaceptópublicarambasnovelasjuntasaunque,esosí,previopagodecincuentalibrasporpartedelosautores,quienespodríanrecuperarlasencasodequelasventasfuesensuficientes.

Enoctubrede esemismoañode1847,JaneEyre estaba a la venta.Muchos lectores se abalanzaron sobre el libro con lamismapasiónconquelohabíahechoeleditor:enfebrerode1848sehabíanagotadolosdosmil quinientos ejemplares de la primera edición y hubo que hacer unareimpresión, y en abril otra más. La mayor parte de los críticos laacogieron como una gran novela, incluso como la mejor publicada enmucho tiempo en Gran Bretaña, aunque alguno puso en duda sumoralidad, pues el personaje de Jane se alejaba del ideal victoriano demujer sumisa, sin carácter y sin ideas propias. No era habitual leeraquellasdescripcionesdelossentimientosdeunamuchachapobreque,sinembargo,amabadeunamaneraactivayposeíadignidadyautoestima.Noeracomúnencontrarenloslibrospersonajesfemeninosquepensarancontantaprofundidady,paracolmo,seatrevieranaexpresarenvozaltasus

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pensamientos, incluso ante hombres socialmentemuy superiores a ellas.Jane Eyre era, de alguna manera, una heroína antisocial, una mujerpeligrosa,alguienaquienenabsolutolasjóvenesdebíanimitar,aunquelafuerzaconlaqueestabaescrita,lasolidezdelospersonajesprincipalesylaférreaestructuradelanarracióndesarmaronatodoelmundo,inclusoasusmásacérrimoscríticosenloreferentealamoralidad.Yprovocaronlaadmiracióndemilesde lectores,yespecialmentede lectoras,que talvezen voz alta reprobaban sus modales pero que, en el fondo, deseabanparecerseaella.

LasnovelasdeEllisyActonBellfueroneditadasdosmesesdespués,endiciembrede1847.Notuvieronlasuertedeladesu«hermano»:AgnesGrey—queerasindudaunaobramenor,aunquedecididamentecorrecta—pasómásbiendesapercibida.EncuantoaCumbresBorrascosas—eserelatosobrelapasiónquesehaconvertidoenunclásicodelaliteraturadetodos los tiempos, leído pormillones de personas delmundo entero—,apenas interesó en aquel primer momento a ningún lector. Losbienintencionadoscríticosquededicaronalgunashorasadesmenuzareselibro misterioso, inclasificable en la historia de la literatura inglesa y,sobre todo, sin ningún lugar al que adscribirlo en los estantes bienalineadosdelaliteraturadesutiempo—algoquesueledesconcertaraloscríticos—, se sintieron escandalizados por la violencia y la inmoralidadde la obra y por el lenguaje vulgar que «el autor» había utilizado, sinbuscar sinónimos que dulcificasen la manera de hablar de la gente delpueblo,o frasesqueembelleciesen lascosas innoblesde lavida.¿Cómoeraposiblequealguienhubiesededicadotantashorasadescribirpasionestan incontroladas como aquellas, adulterios pecaminosos y públicos,crímenes imperdonables, sordidez y oscuridad y borracheras terribles?Todasesascosaspuedensucederenlavidareal,porsupuesto—pensaronlos críticos—, pero nadie en su sano juicio las relata, nadie en su sanojuicio las convierte en objeto de una novela, sin dignarse siquiera adisimular sus intenciones bajo alguna supuesta moralina. El elevado ypuro mundo de la literatura victoriana no podía aceptar algo así. «Laspesadillas —dejó escrito uno de sus comentaristas—, en las que losdiablosdanzanyloslobosaúllan,producenmalasnovelas».

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Bien,allíestabanalfin,lastresobraspublicadas.¿Yahora?Porparte

delashermanasBrontë,lasreaccionesfuerondistintas.CharlotteyAnnesemostraronanimadasydispuestasaseguir intentandoabrirseunhuecoenelmundoliterarioyapodervivirdesuescritura,ydecidieronvolcarseensussiguientestrabajos.Emilyencambio,comoeradeesperar,llegóala rápida conclusión de que todo aquel alboroto no era para ella. Enrealidad, aunque intentase disimularlo tras su áspera indiferencia, lasmalas críticas la hirieron profundamente. Tal y como sin duda habíatemidoantesdeeditar lospoemas,sentíaqueerasupropiaalma,lomássecretoyvaliosodeellamisma,laquehabíasidojuzgadayofendida.Senegó a volver a publicar y siguió haciendo su vida de ama de casa,paseante solitaria y poeta secreta, decidida firmemente a no exponersenuncamásanteelpúblico.Losuyo,suspoemasylosposiblesescritosenprosaquepudiesenacasollegarenelfuturo,eranunasuntoentresualmayelCreador.Nonecesitabaanadiemásdándolepalmaditasenlaespaldaoechándolaapatadasdelcírculodelosbiempensantes.

Durantebuenapartede1847y1848,CharlotteyAnnetrabajaronensus nuevas novelas,mientras Emily fingía observarlas con indiferencia.Charlotte se concentró en una compleja historia titulada Shirley. ComoJaneEyre,Shirleyeraunamujerdueñadesupropiodestino,propietariade una fábrica de tejidos y capaz de gestionar su dinero y dirigir a susobreros sinporelloperder suscaracterísticas femeninaso sucapacidaddeamar.Peroenestaocasión—yporúnicavezensuobra—,eltrasfondode la novela era social, permitiéndole a Charlotte escribir sobre losasuntospolíticosquesiemprelehabíaninteresado:lahistoriatranscurríaen el Yorkshire de principios del siglo XIX, cuando las guerras contraNapoleón habían causado una profunda crisis económica y los cambiostecnológicos en la industria textil, con la incorporación de toda aquellanueva y rápida maquinaria basada en el vapor que sustituía las manoslentasytorpesdelosobreros,condenabanamuchagentealamiseria.Elparo y los bajos salarios provocaron en aquel entonces un estallido deviolencia, conocido con el nombre de movimiento ludita, una rebeliónadánica que se enfrentó a las nuevas máquinas que reemplazaban a losseres humanos. Charlotte no había conocido de primera mano esas

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revueltas,perohabíaoídoamenudohablarasupadredeellas.

Anne,porsuparte, trabajó intensamenteenLa inquilinadeWildfellHall, una sorprendente—yespléndida—novela quenarra la historia deHelenGraham.Helentieneladesdichadecontraermatrimonioporamorcon un hombre que la maltrata y se emborracha constantemente.Desesperada, ansiandounavidamejor, huye con suhijoy se refugia enWildfellHall,unacasaquealquilaparaellasuhermano,manteniendoensecreto su verdadera identidad para evitar que su marido la encuentre.Helenconsiguesaliradelanteyganarse lavidadedicándosea lapintura,paralaqueposeeungrantalento.

LapequeñaAnne,lamuchachaplácidaydulce,pequeñitaysilenciosacomounratoncilloasustado,habíaescritounaobraque,porsudefensadeladignidadfemenina,delderechodelasmujeresaabandonaraunmaridomalvadoyde su capacidadpara ser autónomasy ejercerprofesionesdeprestigio, tradicionalmente reservadas a los hombres, resultaría serrevolucionaria.

Enjuniode1848,LainquilinadeWildfellHall,deActonBell,violaluz en la misma editorial que había publicado su primera novela. Elpropietario, Thomas Cautley Newby, era sin duda un tipo con pocosescrúpulos.Enelambienteliterario,larelaciónentrelostresautoresBellhabíadado lugaramuchos rumores.Parecía tan raroque treshermanosgozasendetantotalentoquecasitodoelmundohabíadecididoqueteníaque tratarsedeunúnico escritor.Newby, aprovechando el éxitodeJaneEyreylapersistenciadeeserumor,vendióLainquilinadeWildfellHallaunaltoprecioaunaeditorialestadounidense,afirmandoqueeralanuevaobradelautordeJaneEyre.Paracolmo,nisiquierasemolestóenavisaraActonBell,ocomoquieraquese llamaseelautor,alqueprobablementeintentabaestafar.

Cuando las noticias llegaron a la editorial de Charlotte, GeorgeSmith se puso en contacto con el supuesto Currer Bell para pedirleexplicaciones. Ansiando deshacer de una vez por todas el enredo,Charlottetomóunadecisiónquecambiaríasuvida:encompañíadeAnne—Emily, evidentemente, no quiso participar en aquella aventura que laharía ponerse de relieve ante extraños—, viajó aquella misma noche aLondres,eneltrennocturnoquecirculabadesdeLeeds.Aprimerahorade

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lamañana, lashermanassepresentaronen lasoficinasde laeditorialdeCharlotteypidieronveraGeorgeSmith,negándoseadar sunombrealayudante que las atendió. Cuando el señor Smith compareció, Charlottepuso en sus manos una de las cartas que él mismo le había enviado aCurrerBelly,traselasombroinicialdesueditor,desvelósuidentidadyladesuhermana.

EsfácilimaginarlasorpresaqueaqueldescubrimientosignificóparaGeorge Smith y para las pocas personas que compartieron con él elsecreto: los ya famosos hermanos Bell eran en realidad tres hermanas,algoquealgunoslectoresempezabanasospecharporeltonodesusobras.Nadiehabíapensado, sinembargo,que lasautoraspudiesenseraquellasmujereshijasdeunreverendo,vestidasconropasanticuadas,quevivíansolterasyjuntasenunpequeñopueblodelnortedeInglaterra,enmediodelos páramos, totalmente aisladas del mundo literario. Tres mujeres sindudaextraordinarias,cuyascondicionesdevidaparecíanserlasopuestasalasdelasposiblesautorasdelibrostanllenosdepasióncomolossuyos.

Años más tarde, George Smith —que se convertiría en un granamigo de Charlotte— escribió estas líneas sobre ella y el aspecto quepercibióenaquelprimerencuentro:

«Deboconfesarquemiprimera impresióndel aspectodeCharlotteBrontë fue la de que eramás interesante que atractiva. Eramuy baja, yteníaunsingularaireanticuado.Sucabezaparecíademasiadograndeparasu cuerpo. Tenía bonitos ojos, pero la forma de la boca y el cutis leestropeaban el rostro. Había en ella poco encanto femenino; y ella erasiempreconscientedeesehechoysesentíaincómoda».

AAnneladescribiódeestamanera:«Eraunapersonaamable,silenciosa,másbienapagada.Enabsoluto

bonita, aunque su apariencia era agradable. Sus maneras expresaban deunamanerasorprendenteundeseodeprotecciónyestímulo,unaespeciedeconstanteruegoqueprovocabasimpatía».

LashermanasBrontëpermanecierontansolotresdíasenLondres.Senegaronaquesu identidadfuesedesveladaa losamigosofamiliaresdeGeorgeSmith,talycomoéldeseaba,peroalmenosacudieronalaópera,visitaron museos y cenaron en la gran casa del editor. O, más bien,asistieronalacena:sutimidez,susnervios,lasensacióndeestarfuerade

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lugar en aquellos ambientes lujosos, les impidió comer ni un simplebocado.

AsuregresoaHaworth,excitadasyexhaustas,lesesperabaaúnunabuenanoticia:lanoveladeAnneestabasiendoungranéxito,yesoapesardequelascríticas,salvoexcepciones,seguíaninsistiendoenlaideadequelas obras de los Bell eran enfermizas y dañinas. En este caso, lasacusacionesgirabansobretodoentornoalasescenasdeembriaguezdelmarido de Hellen Graham, que Anne había descrito con realismo,basándoseensuspropiasvivenciasjuntoaBranwell.

AquellosfueronprobablementelosúltimosmomentosdealegríadelashermanasBrontë.El30dejulio—eldíaenqueEmilycumplíatreintaaños—, ella y Anne abrieron las notas que habían escrito para esacelebración tresañosatrás.Hacía tiempoque lasdoshermanas tenían lacostumbre de escribir esos textos el día del cumpleaños de Emily,estuvieran donde estuvieran cada una de ellas. Eran pequeñosrecordatoriosdeloquehabíasucedidoensuvidaenlosúltimostiempos,yexpresionesdedeseosparaelfuturo.Losguardabancuidadosamenteylosmanteníancerradoshastaquellegabalafechaprevista:el30dejuliodetresañosmástarde.EstristeleerlaslíneasqueAnnehabíaescritoen1845 para ser leídas en 1848, llenas de inocencia y de interés por laspequeñascosascotidianas:

Charlotte está ahora cosiendo en el comedor. Emily está planchando arriba. Yo estoy

sentada en el comedor, en la mecedora, frente al fuego, con los pies en el borde de lachimenea.Nuestropadreestáensuestudio.CreoqueTabbyyMarthaestánenlacocina.Nosé dónde están Keeper y Flossie. El pequeño Dick [un canario] está saltando en su jaula.Cuandoescribimoslaúltimanota,estábamospensandoenorganizarunaescuela.Elproyectohasidoabandonado,vueltoaserconsideradoyabandonadodenuevoporfaltadealumnos.Charlotteestápensandoenalgodiferente.QuiereirseaParís.¿Peroirá?AhoramismoacabadedejarentraraFlossie,quesehatumbadoenelsofá.Emilyestámuyocupadaescribiendola vida del emperador Julio.Nos ha leído una parte y estoy ansiosa por escuchar el resto.Tambiénescribepoesía.Mepreguntodequétrata.YohecomenzadoeltercervolumendelosPasajes en la vida de un individuo. Me gustaría haberlo terminado ya. Esta tarde heempezadoaprepararmeelpatrónparaunvestidodesedagrisquemehanteñidoenKeighley.¿Qué tipo de patrón podría utilizar? Emily y yo tenemos siempre muchas tareas. ¿Cuándomenguará el trabajo? Quiero que levantarme pronto se convierta en una costumbre. ¿Loconseguiré?TodavíanohemosterminadonuestrasCrónicasdeGondalqueempezamoshacetresañosymedio.¿Cuándoconseguiremosterminarlas?LosdeGondalestánenunasituacióntriste. Los republicanos están dispuestos amás, pero losmonárquicos no han sido del tododerrotados.Lospequeñosreyes,consushermanosyhermanas,siguenestandoenelpalacio

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de la Instrucción. Hace casi seis meses, la Sociedad Única naufragó en una isla desiertamientras susmiembros volvían de laGalia. Todavía están allí, pero por ahora no estamosjugandomuchoconellos.LosdeGondalengeneralnoestánlosuficientementeenformaparaun desafío semejante. ¿Mejorarán?Me pregunto dónde estaremos todos nosotros el 31 dejuliode1848, cuando, si estamosvivos,Emilycumplirá treintaaños,yo tendréveintinueve,Charlotte treinta y tres y Branwell treinta y dos. ¿Qué cambios habremos vivido?¿Seguiremos siendo los mismos? Espero que sí, al menos en lo referente a nuestrascualidades.Yo,desdeluego,nopodrésentirmemásapagadayviejadeespíritu.Esperandolomejor,concluyo.

Los ingenuos deseos de Anne Brontë no sobrevivirían a aquellos

insoportablesochomesesde1848y1849.Lamuerteseestabaacercandoya, silenciosa, testaruday solemne, a la casa rectoraldeHaworth.Nadieaúnlahabíapresentido.Peroeseverano,yaenlafechadelcumpleañosdeEmily,Branwellparecíahabersehundidodefinitivamente.Cadavezestabamásdébil.Inclusopadecíaterriblescrisisdedelíriumtrémens,enlasqueveía demonios y seres espantosos. Aun así, seguía bebiendo yconsumiendo láudano. Ni el reverendo Brontë ni sus hermanas podíanhacer ya nada por él, salvo esperar, como en algún momento dijoCharlotte,elfinalqueDiosquisieradarle.

Entristeceleerlaúltimacartadeaquelhombrequedebíahabersidoungenioyterminósiendounpobrealcohólicoyopiómanofracasado.Sela envió a principios de septiembre a su viejo amigo y compañero dejuergasJohnBrown,elhombrequetallabalaslápidasdelassepulturasdelcementeriodeHaworth:

QueridoJohn:Mesentiríamuyagradecidosipudiesesarreglártelasparahacermellegar5peniquespara

podercomprarunabuenamedidadeginebra.Sime lopuedesconseguirpronto,podríaisdármelo túoBilly enel caminodearriba,o

tambiénestaríabienirabuscarloatucasa.Tepidoestefavoransiosamenteporqueséquemevaasentarmuybien.Mañanaalasnueveymediaenpuntotepagarélaquintapartedeunchelínquemevana

dar.Tuyo,

P.B.B.

Unosdíasdespuésdeestacartapenosa,el23deseptiembre,Branwellestabatandébilquenopudolevantarsedelacama.Fuesuúltimajornadaen la tierra: fallecióa lasnuevede lamañanadeldía24.Nuncase supocuálhabíasidoexactamentelacausadesumuerte,aunquesusfrecuentesataquesdetosdelasúltimassemanashacenpensarqueprobablementese

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tratase de la omnipresente tuberculosis, no diagnosticada y agravadaademásporsushábitos.Acababadecumplirtreintayunaños.

Ladesolaciónquedejóenlafamiliaaquellamuertey,sobretodo,latristísima vida anterior debió de ser terrible. Charlotte intentódescribírseloaunodelosmiembrosdesueditorial:

Nolloroporunsentimientodepérdida—nohayningunafirmecolumnadesaparecida,ni

consuelo destruido, ni querido compañero perdido—, sinopor la destruccióndel talento, laruina de una promesa, la prematura y deprimente extinción de quien debía haber sido unardienteybrillante faro.Mihermanoeraunañomenorqueyo;unavez tuveaspiracionesyambicionesparaél,hacemuchotiempo.Fuerondesapareciendotristemente.Noquedanadadeél, solo el recuerdo de errores y sufrimientos. Hay una amarga piedad por su vida y sumuerte,talmelancolíaporelvacíodesuexistenciaquenopuedodescribirla.Confíoenqueeltiempoapaciguaráestossentimientos.

¡PobreCharlotteBrontë!Duele leeresaspalabras—«Confíoenque

eltiempoapaciguaráestossentimientos»—ypensarentodoloqueaúnlequedabaporsoportar.Lossiguientesochomesessupusieronparaellaundolor de una intensidad difícilmente soportable. A finales de mayo de1849, tan solo quedaba ella de los seis hermanos Brontë. La únicasuperviviente al cabo de aquella familia arrasada por la enfermedad deltiempo,latuberculosis.LapequeñaygenialCharlotteBrontë,obligadaacargardurante losescasos seisañosdevidaqueaún lequedabanconelpesodelassombrasdesushermanos,ausentesparasiempre.

Aquel otoño de 1848, que supuso el comienzo del fin, llegó aHaworthacompañadodeltemiblevientodeleste,quesiemprehabíasidopara los miembros de la familia anuncio de enfermedades, largosresfriadosyproblemasbronquialesqueavecesconvertían lacasaenuntriste territorio de toses y fiebres. A Charlotte le aterraban aquellossíntomas que, inevitablemente, le hacían pensar en sus dos hermanasmuertasyahora,también,enBranwell.

A finales de octubre, tan solo un mes después de la lastimeraextincióndesuhermano,elestadodesaluddeEmilyydeAnneempezabaa ser seriamente preocupante. En esas fechas, Charlotte le escribió a suamigaEllenNussey:

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El resfriado y la tos de Emily son muy obstinados; me temo que tiene un dolor en el

pecho, y a veces percibo en ella una falta de aire cuando semueve con rapidez.Estámuymuy delgada y pálida. Su habitual reserva me produce un gran desasosiego. Es inútilpreguntarle, no obtienes respuestas. Todavía esmás inútil aconsejarle algún remedio: nuncalostoma.

Tampocopuedocerrar losojos ante la enorme fragilidadde la constitucióndeAnne.Elúltimo triste acontecimiento de nuestras vidasme ha hecho volvermemás aprensiva que decostumbre.Nopuedoevitarsentirmeavecesmuydeprimida.IntentodejarlotodoenmanosdeDios, y confiar en subondad.Pero la fey la resignación sondifíciles deponer enprácticabajociertascircunstancias.

Charlotte aún se esforzaba por confiar en la bondad deDios. Pero

Diosdemostraríabastanteindiferenciahaciasudesgraciadafamiliaenlossiguientes meses. ¿Hasta dónde pudo resentirse su fe? Ella jamás dejóescrita ni una palabra al respecto—al menos, no que sepamos—, perocabe preguntarse si esa fe sobrevivió a las rápidas muertes de sushermanas. No es fácil imaginar su desesperación viendo cómo los dosseresmásimportantesdesuvida,suscompañerasintelectualesycreativas,susmejores amigas, sufrían, agonizaban ymorían prácticamente juntas,precisamente en aquelmomento que debería haber sido elmejor de susexistencias.

Alolargodelmesdenoviembre,Charlottefuecomprendiendo—sinatreverse a nombrar la palabra— que Emily padecía la terribleenfermedadquesehabíallevadoasushermanos,ycomenzóapensarquetal vez la perdería pronto también a ella. La angustia debió de serinexpresable.«CreoqueEmilyeselobjetomáscercanoamicorazónenestemundo»,leconfesóenaquellosdíasdedesesperaciónaEllenNussey.

A pesar de la gravedad de sus síntomas, Emily, con su tozudezhabitual, se negó a ser visitada por ningún médico. Ni siquiera quisoquedarseenlacamaniunsolodía.LoseditoresseofrecieronaenviarleaHaworth a cierto doctor londinense de mucha fama. Las amigas deCharlotte hicieron lo que pudieron, escribiéndole para tratar deconvencerladequedebía aceptar ayuda.EllenNussey inclusoquiso ir avisitarlas,cuidardeellaytalvezdulcificarlaunpoco.

No hubo nada que hacer. Se agarró a su enfermedad con lamismafuerzaconlaqueantesseagarrabaalanieveenlospáramosoalvueloferozdeloshalcones.ParaEmilyBrontë,parasunaturalezamísticaysuscreencias deístas, la enfermedad era también la naturaleza, igual que lamuerte era la vida. Y el definitivo fracaso de Branwell, al que había

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intentado ayudar con todas sus fuerzas, la había alejado además parasiempre de aquella existencia terrenal en la que probablemente ya no leapetecíaquedarse.

Tiempo después, Charlotte describió así el comportamiento de suhermanaensusúltimassemanas:

Nunca en toda su vida se había resistido a ninguna tarea que se presentase ante ella, y

tampoco lo hizo ahora. Decayó rápidamente. Se apresuró a dejarnos. Sin embargo, aunquefísicamente estaba destruida, se volviómás fuerte de lo que nunca antes había sido.Día adía,mientrasveíaconquévalorseenfrentabaalsufrimiento,yolaobservabaconlaangustiaquemecreabanelasombroyelamor.Nuncahevistonadasemejante;enrealidad,nuncahevistoanadiequeseleparezcaennada.Másfuertequeunhombre,mássencillaqueunniño,soloquedódeellasucarácter.Lohorribleeraque,llenadepiedadhacialosdemás,haciasímismano tenía ninguna compasión; su espíritu era inexorable con su carne; aquellasmanostemblorosas,losmiembrosagitados,losojosvelados,ofrecíanalosdemáslamismaayudaquehabíanofrecidocuandoestabansanos.Permanecerasuladosiendotestigodetodoesosinatrevermeadecirlenadafueunsufrimientoquelaspalabrasnopuedenexpresar.

La noche antes de su muerte, Emily Brontë se empeñó en salir al

patiotraseroparadardecomercomosiemprehacíaasuqueridoKeeper,superromastín,yaFlossie,lacockerdeAnne.Debiódemarearseytuvoque apoyarse contra el muro. Cuando Charlotte y Anne, que laacompañaban,corrieronasostenerla,lasrechazóbruscamente.Encuantopudorecuperarse,continuósucaminoyalimentóalosperros.

Al día siguiente, el 19 de diciembre de 1848, se levantó como decostumbre a las siete de la mañana. Aunque Anne y Martha Brown, lacriada, habían ido a su habitación para intentar ayudarla, se vistió y sepeinósola.Luegobajóaaquelcomedordondehabíapasadobuenapartede su vida leyendo, escribiendo y hablando con sus hermanas, y allí,echada en el sofá, permaneció sus últimas horas, intentando fingir casihastaelfinalquetodoeranormalyqueaúnpodíacoser.Alasdosdelatarde, a los treinta años de edad,Emily JaneBrontë, uno de los autoresmásextraordinariosdelahistoriadelahumanidad—hombresomujeres—,habíamuerto.

Ya desde antes del fallecimiento de Emily estaba claro, comoCharlotte le había contado a Ellen Nussey, que la salud de Anneempeorabatambiénaojosvistas.Lamuertedesuhermana,sucompañeradelalma,laquebrantódefinitivamente.Aprincipiosdeenero,despuésde

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aquellas tristísimas Navidades, Patrick Brontë llamó a un médicoespecialistaentuberculosis,queexaminóaAnneydiopocasesperanzas.Talvezlaenfermedadpudieraralentizarse,oinclusoconsuertedetenerse,conunestricto régimenqueexigía reposo totaly la ingestadeaceitedehígadodebacalaoycarbonatodehierro.

ParanohacersufrirasupadreyaCharlotte,Annesiguióarajatablalas prescripciones y fingió estar animada y sentirsemuchomejor de loquesindudadebíadesentirse.Peroestepoema,escritoporelladosdíasdespuésdelavisitadelmédico,pruebasinembargolaintensaluchaqueseprodujoensuinteriorentreelmiedoalamuertedemasiadotempranaylaresignaciónalavoluntaddivina:

Yoesperabaquemitareafiguraseentreladelosvalientesylosfuertes.Esforzarmejuntoalasgenteslaboriosasconentusiastasynoblespropósitos.

PeroDiosmehadestinadootropapel,ylohahechobien.Losupeconelcorazónroto,ylaangustiaseabalanzóamí.

Unahorribleoscuridadacechamiespírituaturdido.Oh,permítemesufrirynopecar,sertorturada,masresignarme.

¿Habrédealegrarmeacasodetusdonesynosoportarsupérdida?¿Esperarlacoronadelmartirioyrechazarlacruz?

Tú,Dios,tehasllevadonuestradicha,nuestraamadaesperanza;ahoranosofrecesllantosenlanocheypesaralolargodeldía.

Oh,Túhasarrancadodemílapromesayelgozodeunalargavida,ymeordenascontemplarladolorosanoche,yesperaresedifícildía.

Noseránvanasestasdurashoras,estosdesdichadosdías

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ynochesdenegraangustia,sipuedovolveratimicorazón.

Aunqueyazcadébil,exhausta,aplastadaporlapena,rendidadedolor,alzaréalCielolosojosyporfiaréennoesforzarmeenvano.

Esteesmisecretoafán:soportarconhumildepacienciacadagolpe,extraerfortalezadeltormento,yesperanzaypacienciaenlaaflicción.

DéjamepuesponerenTimicorazón,seacualseamidestino:acasopartirpronto,oesperaraúnuntiempo.

Simedevolviesesalavida,seríamáshumilde,mássabia,fuerteenelcombate,másprestaaapoyarmeenTi.

YsilaMuertemeesperaenelumbral,mantendrémijuramento.Mas,¡Señor!,seacualseamidestino,oh,¡permítemeservirte!

De alguna manera, quizá gracias a su fe, Anne Brontë consiguió

encontrardentrodesílafortalezasuficienteparaenfrentarseasumuertecon serenidad.Amediados demayo, y tras variosmeses de insistencia,convencióaCharlotte—quesenegabaaquesucuerpodebilitadotuvieraque someterse a ningún esfuerzo— de que sería bueno para ella pasaralgúntiempojuntoalmar.EllenNussey,laviejaamigadelostiemposdelinternado en Roe Head, siempre inquebrantable en su apoyo, lasacompañóenaquelviaje tantriste.El lugarelegidofueScarborough.Seinstalaronenunabuenapensiónconvistasalmar.Alamañanasiguiente,Anneaúntuvofuerzasparadarunpaseoycontemplarlargamentelasolas.Ya no volvió a salir. Murió tres días después, tranquila y dulcemente,sentadaenunsillónjuntoalaventana,frentealmardelNorte.Erael28demayode1849,yteníaveintinueveaños.

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CharlotteBrontë, la única superviviente de aquella familia arrasadapor la tuberculosis, vivió aún seis años más. Seis años de nostalgia ytristeza, por supuesto, de terrible soledad en aquella casa de prontosilenciosa y casi vacía. Pero también de celebridad, animadospuntualmenteporintensassemanasdevidasocialeinteresantesencuentrosconotrosescritoresypersonasquelaadmiraban.

Después de la muerte de sus hermanas, Charlotte dejó de sentirseobligada a respetar la promesa hecha aEmily respecto a las verdaderasidentidadesdeloshermanosBell.Ladecisión,sinembargo,nodebiódeserfácil:desvelarsusnombres,talycomolesolicitabansuseditores,erade alguna manera traicionar la memoria de su hermana. Todavía enoctubrede1849,cuandoseeditósusegundanovela,Shirley,quisoqueellibro apareciese firmado por Currer Bell. Charlotte había tenido queinterrumpiraquellaobraenseptiembredelañoanterior,enelmomentodelamuertedeBranwell,ynopudoretomarlahastaelveranodel49,cuandosusdoshermanasestabanyaenterradas,para terminarlarápidamente.Eneseinstante,eltrabajolesirviódeconsuelo.Almenos,lepermitióapartarsu mente durante algunas horas al día de aquel terrible dolor que laacompañaría ya para siempre, la profunda incomprensión de la cruelvoluntaddivina.Talveztambiénsintiesedealgunamaneraque,alescribir,prolongaba la vida demasiado breve de Emily y Anne, continuando latareaqueellasyanopodíanrealizar.

Unañodespués,afinalesde1850,laverdadsalióalfinalaluz.LoseditoresdeCharlotteBrontë lepropusieronprepararuna terceraedicióndeJaneEyrey,almismotiempo,editardenuevoCumbresBorrascosasyAgnesGrey.Ensuopinión,lostreslibrosdebíanapareceralfinfirmadospor sus verdaderas autoras. Resistirse quizá ya no teníamucho sentido:para entonces, los rumores sobre sus identidades se habían extendidoampliamente,ylapropiaCharlottehabíaestablecidorelacionesdeamistadcon algunos autores importantes que conocían su personalidad, comoElizabethGaskell,HarrietMartineauo el famosoWilliamThackeray, elautor de La feria de las vanidades, un hombre formidable que no eracapaz de sentarse a su lado sin sentirse asombrado por la grandezaliterariadeaquellamujerdiminutayterriblementetímida.

Animadaporsuseditores,ysindudadeseosa tambiéndeobtenerel

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reconocimiento que tanto ella como sus hermanas merecían y que, enrealidad, siempre había ansiado, Charlotte aceptó hacer una confesiónpúblicadelaverdadenformadeprefacioparaesaterceraedicióndeJaneEyre,explicando las circunstancias generales de sus vidas y las razonesquelashabíanllevadoaeditarbajoseudónimos.

«Haceunoscincoaños,misdoshermanasyyomisma,despuésdeunprolongadoperiodode separación, nos encontramosde nuevo juntas ennuestra casa. Residiendo en un distrito remoto, donde la educación hahechopocosprogresos,ydonde,enconsecuencia,habíapocosalicientespara interesarnospor las relaciones socialesmás allá denuestropropiocírculo doméstico, dependíamos totalmente las unas de las otras, y, encuantoaentretenimientosyocupaciones,noscentrábamosenloslibrosyelestudio.Elmayorestímuloy,almismotiempo,elplacermásvivoqueconocimos desde nuestra infancia fueron los intentos de realizarcreacionesliterarias;alprincipiosolíamosenseñarnoslasunasalasotrasloqueescribíamos,pero,enlosúltimosaños,lacostumbredeesetipodecomunicación y de consulta se había vueltomás rara; así pues, éramosmutuamente ignorantesde losprogresosquecadaunadenosotraspodíahaberhecho.

(...) Mi hermana Emily no era una persona expresiva. Nadie, nisiquierasusseresmáscercanosymásqueridos,podíaintroducirsesinsupermisoenlosrecovecosdesumenteydesussentimientos.

(...)Desdemuypronto,habíamosalimentadoelsueñodellegaraserautoras algún día. Este sueño, al que nunca renunciamos, ni siquieracuando la distancia nos separaba a las unas de las otras y ciertas tareasabsorbentesnosocupaban,adquirióahoradeprontofuerzayconsistencia:tomóelcarácterdeunaresolución.

(...) La ambigua elección [de los seudónimos] fue dictada por unconsciente escrúpulo que nos llevó a no querer asumir nombrespositivamente masculinos, al mismo tiempo que no queríamosdeclararnoscomomujeres,porque—sinsospecharenesemomentoquenuestra manera de escribir y pensar no era lo que se suele llamar“femenina”— teníamos la vaga impresión de que las autoras sonsusceptiblesdeserconsideradasconprejuicios;noshabíamosdadocuentade cómo los críticos a menudo utilizan para castigarlas el arma de su

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personalidad,yparapremiarlas,elhalago,quenoesunverdaderoelogio.(...)¿Quémáspuedodecirsobremishermanas?Nipuedoninecesito

decirmuchomás.Externamente,erandosmujeresdiscretas;unavidadetotal reclusión les había conferidomodos y costumbres retraídos. En elcarácter de Emily parecían unirse el vigor y la sencillez en sus formasmás extremas. Bajo una cultura nada sofisticada, gustos en absolutoartificialesyunexteriorsinningunapretensión,seescondíanunpoderyunfuegosecretos,quehubieranpodidoconformarelcerebrodeunhéroeyencendersusvenas;peronoteníaningunasabiduríamundana;sutalentonoestabaadaptadoalosasuntosprácticosdelavida;habríafracasadoalahora de defender sus derechos más manifiestos o de exponer sus máslegítimasventajas.Siempreeraprecisounintérpreteentreellayelmundo.Su voluntad no era muy flexible, y generalmente se enfrentaba a suspropios intereses. Su temperamento era magnánimo, pero excitable yprecipitado;sumente,igualmenteinflexible.

El carácter de Anne era más apacible y sumiso; deseaba poseer elpoder,elfuego,laoriginalidaddesuhermana,peroestabadotadadesuspropiasvirtudestranquilas.Muysufrida,abnegada,reflexivaeinteligente,su reserva ymelancolía naturales la hacían permanecer en la sombra, ycubríansumente,ysobretodosussentimientos,conunaespeciedeveloqueraravezsealzaba.

Ni Emily ni Anne eran personas cultivadas. Nunca se plantearonaprenderdelasfuentesdeotrasmentes;escribíanporunimpulsonatural,bajoeldictadodelaintuición,ydesdelaexperienciaylaobservaciónquesus limitadas vidas les permitieron amasar.Debo concluir diciendo que,para los extraños, no eran nada, y para los observadores superficiales,menosquenada;peroparaquienes las conocieronen la intimidad, erangenuinamentebuenasyciertamentegrandes.

He escrito estas palabras porque siento la sagrada obligación delimpiar el polvo de sus lápidas, y dejar sus queridos nombres libres debarro».

Leídos ahora, al cabo del tiempo, los comentarios de CharlotteBrontë sobre sus hermanas resultan poco generosos. Sin embargo, hayque entenderlos en su contexto: tanto Cumbres Borrascosas como Lainquilina de Wildfell Hall habían sido consideradas por numerosos

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críticosy lectorescomoinmoralesygroseras,yella,preocupadapor lafamapóstumade sushermanas, intentando«dejar susnombres libresdebarro»,quisodaraentenderqueesosdefectos sedebíanasu ignoranciadelmundoydelasconvencionesliterarias,exagerandoparaellosufaltadepreparación.Sindudaeraconscientedelodifícilqueresultabahacerelauténtico retrato de aquellas mujeres enormemente cultas y, al mismotiempo, enormemente ingenuas. Y, desde luego, libres de espíritu. Lasociedad victoriana no hubiera ni entendido ni perdonado esascaracterísticas.Eramásfácilhacerlaspasarpormuchachaspueblerinasyunpocoignorantes,aunqueesolaobligaseamentiro,almenos,aocultarpartes importantes de la verdad, y a dar además la razón, aunque fueseinvoluntariamente,aquienescondenabanlamoralidaddelasobrasdesushermanas.Hubierapodidosindudahacer lascosasdeotramanera,peropara eso hubiese necesitado una fortaleza y una valentía que en aquelmomentoestaba lejosde sentir: igualquehabíaempezadoaocurrirconsus librosdespuésdeJaneEyre,CharlotteBrontë, sinel apoyodeaquelespírituindómitoquehabíasidoEmily,parecíaestarvolviéndosecadavezmásconvencional.

Los últimos años de vida de Charlotte fueron clementes. Conociócomo deseaba la fama, estableció nuevas y profundas relaciones deamistadyescribióypublicóen1852suterceranovela,Villette.IgualqueJaneEyre,laobraconteníamuchoselementosautobiográficos.Narrabalahistoriadeunajoveninglesa,LucySnowe,que,trasunaseriedetragediasfamiliares,eracontratadacomoprofesoradeinglésenunpensionadodelaciudaddeVillette,untrasuntodeBruselas.AllíLucyseenamorabadeunmalhumorado profesor,Monsieur Paul Emmanuel, otro recuerdo deMonsieurHeger,aunqueenestecasonohabíaningunaesposaescondidaamenazando la felicidadde losenamorados.Laamenazaproveníaahoradel destino, de la vidamisma, como la experiencia le había enseñado aCharlotte crudamente: antes de poder contraer matrimonio con Lucy,Emmanuel se veía obligado a viajar a las islas del Caribe parainspeccionar una plantación familiar. La novela terminabavoluntariamente de forma ambigua, dándose a entender que elprotagonista podría haber muerto durante una tempestad sin regresarnuncaaVillette.

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Tras lapublicaciónde esanovela,Charlottevolvió a trabajar enElprofesor, que era en realidad la primera de todas las que había escrito,aunquenofuepublicadahastadespuésdesumuerte,en1857.Eneserelatoinicial,Charlotteyahabíautilizadosusvivenciasautobiográficas,situandola acción enBruselas, donde el profesor inglésWilliamCrimsworth seenamoraba de su alumna Frances Evans Henri, con la que conseguíacontraermatrimoniotrasvencermuchasdificultades.

Una vez superados los temas fantásticos de su juventud, lasprofesorasylosprofesores,lasinstitutrices,elamorintensoydifícilyelmatrimonio fueron los temas habituales en la literatura de CharlotteBrontë.Perotambién—yesfácilolvidarlodesdelaperspectivadelsigloXIX—elderechoa ladignidad, la libertady la independenciadelgénerofemenino,unsentimientoquesindudaempezabanacompartirenaquellostiempos muchas mujeres, en particular en Gran Bretaña, donde prontosurgiríanlosmovimientosfeministasysufragistas.

En diciembre de 1852, cuando Charlotte tenía treinta y seis años,ocurrió algo que con toda probabilidad nadie se esperaba. Arthur BellNicholls, el coadjutor de su padre, el hombre que sin saberlo habíaprestadoelapellidoa los falsoshermanosBell, tuvo inesperadamente lavalentíadepedirsumano,despuésdemuchosañosviviendoensilenciosuenamoramiento.

LapropiaCharlotteledescribióasílaescenaaEllenNussey:

Temblando de la cabeza a los pies, con la palidez de un muerto, hablando bajo, convehemencia pero con dificultad,me hizo comprender por primera vez cuánto le cuesta a unhombredeclararsuafectocuandodudadelarespuesta.

Elespectáculodealguienquenormalmentepareceunaestatuatemblando,emocionadoyabrumado, produjo en mí una especie de extraña conmoción. Habló de sufrimientossoportados durantemeses, de sufrimientos que ya no podía soportar durantemás tiempo, eimploróalgodeesperanza.Tansolopuderogarlequesefuera,prometiéndoleunarespuestaal día siguiente. Le pregunté si había hablado con papá.Me dijo que no se había atrevido.Creo que a medias le conduje y a medias le empujé fuera de la habitación. En cuanto semarchó,fuiinmediatamenteaverapapáylecontéloquehabíaocurrido.Elresultadofueunaagitaciónyunenfadodesproporcionadosalaocasión.MeacusódehaberestadocortejandoconelseñorN.,ytuvequeoírciertosepítetoscontraélquemehicieronperderlapaciencia.Misangreardíaportodaaquellainjusticia,peropapáestabaentalestadoquenoselepodíadecirnada.Lasvenasdesussienesestabantensascomounlátigo,ysusojosseinyectaronde

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pronto en sangre.Me apresuré a prometerle que, a la mañana siguiente, el señor Nichollsrecibiríaunclarorechazo.

LareaccióndePatrickBrontëalmatrimoniodesuhija,juntoconla

primerabiografíaescritasobreellaporsuamigaElizabethGaskellpocodespués de su muerte, ha contribuido a componer una imagen delreverendoprobablementeinjusta.Sehadichodeélquefueuntirano,unhombreimplacable,quesometióasushijosdesdepequeñosaunrégimenestricto y les hizo la vida difícil. La realidad parece haber sido sinembargomuydistinta.

LaformacomoPatrickBrontëseocupódelaeducacióndesushijosno era común en aquellos tiempos.Muchomenos en lo referente a lasniñas.Aunque su preferencia haciaBranwell y las esperanzas que habíadepositadoenélfuesenevidentes,permitióquesushijassedesarrollasenintelectual y artísticamente y les concedió además—y eso era aúnmásexcepcional—libertadparaleertodoloquequisieranyparadebatirsobrecomplejos asuntos religiosos, sociales y políticos. Les pagó clases dedibujo,músicaeidiomas,apesardesuexiguosueldo.Jamáslesnegóelderechoapasearsincompañíaadultaomasculina,algoquelasniñasylasjóvenes de buena familia no solían hacer y que marcó sus mundospersonales y literarios. Siempre permitió que Emily no asistiese a losoficios dominicales.Nopusoproblemaspara queviajasen, inclusoparaquelohiciesensolas,comoenelcasodeCharlottecuandosetrasladóporsegunda vez aBruselas.Y, aunque no se sabe cuándo descubrió que sushijaspublicabansusobras,siempresemostróorgullosodeellas,algoquenotodoslospadresofamiliaresdeescritorasdelaépocahacían.

ParecepuesmásadecuadorecordaraPatrickBrontëcomoelpadrequealentóelgeniodesushijasy lesenseñóaser independientesde loshombresy libresdeespíritu.Yesoeraalgorealmenteexcepcionalen laépocavictoriana,cuandolasmujeresdecentespermanecíanencerradasensus casasynoestudiabanmásalláde ciertos conocimientos ligerosquelespermitiesennocomportarsecomoanalfabetastotales.

Su reacción indignada ante el posible matrimonio de su hija pudohaberse debido a su situación personal en esemomento: tenía setenta ycinco años y había vistomorir a su esposa y a cinco de sus seis hijos.Únicamente le quedaba Charlotte, y tal vez temió que la boda lo dejasesoloenaquellacasadeHaworth, rodeadodefantasmasydesilencio.Esprobablequeleparecieratambiénquesucoadjutor,quecarecíadefortuna

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másalládesumagrosueldo—igualqueélmismo,porotraparte—,noeraunbuenpartidoparasufamosahijayquesolopretendíadisfrutardesuéxitoysusganancias.

Fue en cualquier caso, desde luego, una respuesta egoísta: PatrickBrontë no tuvo en cuenta ni un solo instante los deseos de la propiaCharlotte, ni se paró quizá a pensar que estaba condenada a quedarsetotalmente sola en el mundo cuando él muriese. Irónicamente, fue suactitudlaque,dealgunamanera,laempujóaellaalosbrazosdeArthurBellNicholls:conmovidaporsusufrimientoeindignadaporlosinjustosinsultos que el reverendo lanzaba contra él, empezó a mirarle de otramanera.Dejódeverlecomoelaburridopastorsinexpresividadqueestabaacostumbradaaconocer,ycomenzóapensarenélcomoalguienque,almenos,merecíasurespetoysucompasión.

De momento, sin embargo, no estaba dispuesta a contraermatrimonio, y mucho menos en contra de la voluntad de su padre.Convencido de que la situación no iba a cambiar, Arthur Bell Nichollstuvo entonces una reacción propia de un personaje de las novelas de suamada:sepresentóvoluntarioparairsecomomisioneroaAustralia.

Nohizofalta:pocoapoco,CharlotteBrontëfueacercándoseaaquelhombrequehabíadejadodeserunasombradesvaídaparaconvertirseenalguien con carácter ypasión, alguien semejante sinduda al esposoquehabíasoñadoensujuventud.Arthur,además,demostrabaquererlamuchoy le garantizaba—si la Providencia no se mostraba tan cruel con ellacomosolía—unfuturoencompañía.

Charlotteinicióunacorrespondenciaconsupretendientey,cuandoélabandonó laparroquiay se fueaotropueblo, llegó inclusoaorganizaralgúnencuentroaescondidasdesufuriosopadre,queseguíadiciendoaquienquisieraoírlequeloúnicoquebuscabaaquelhombreeraeldineroquesuhijaestabaganandoconsuslibros.

Finalmente,enabrilde1854,CharlottelehizosaberaPatrickBrontëque, aunque él no lo aprobase, iba a casarse con Arthur, y que ambospermanecerían en Haworth acompañándole y cuidándole. El ancianoterminóporaceptar,aunquenoasistióa laceremoniadelaboda,quesecelebró el 29 de junio. Charlotte fue entregada al novio por la señoritaWooler, la propietaria del internado de Roe Head donde ella habíaestudiadoyluegoenseñado.SudamadehonorfueEllenNussey,aunquelassombrasdeEmilyydeAnnedebierondeestarpresentesaqueldíaenla

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iglesiadeHaworth.

ElnuevomatrimoniopartiódeviajedenoviosaIrlanda,latierradeorigendeArthurBellNichollsytambiéndePatrickBrontë.PorlascartasdeCharlotteaEllen,parecequehabíaacertadoensudecisión,aunqueenunmomentodadotambiénleescribióestassorprendentespalabras:«Parauna mujer, convertirse en una esposa es algo solemne, extraño ypeligroso.Lasuertedeloshombresesmuymuydistinta».

Nunca sabremos qué quiso decir Charlotte en esas frases. Desdeluego, no parece que se refiriese a nada que tuviese que ver con suactividad literaria. Tal vez voluntariamente o quizá forzado por ella,Arthur Bell Nicholls había aceptado que su ya famosa esposa siguieseescribiendo.Dehecho,alavueltadesuviajedenovios,Charlotteretomóunanovelainiciadamesesatrás,WillieEllin,cuyasúnicasveintepáginasseríanfinalmentepublicadasen1860bajoeltítulodeEmma.

Pordesgracia,notuvotiempodeterminarla.Amediadosdeenerode1855,comenzóasentirsemal.Enprincipio,tansoloparecíanlossíntomasdeunembarazo,conlascorrespondientesnáuseaseindisposiciones.Perosu situación comenzó inesperadamente a agravarse. Sabemos por suscartasquesumaridolacuidabanocheydía,algoporloqueellaleestabaprofundamente agradecida. Sin embargo, ni todo el amor del mundologrósalvarladesudestino.Enmarzoyanopodíalevantarsedelacamaniescribirasusamigos.Fallecióelúltimodíadeesemesde1855,antesdepodercelebrarelprimeraniversariodesumatrimonio,probablementea consecuencia de las dificultades de aquella gestación tardía: CharlotteBrontë tenía treinta y ocho años. Eran algunos más de los que habíancumplidosusadoradashermanasenelmomentodesusmuertes,pero,aunasí,muypocossindudaparaaquellamujerqueacababadecomenzar,alfin,unanuevavidaprometedora.

PatrickBrontë,eldesdichadoPatrickBrontë,aúntuvoquevivirseisañosmás.Murióalosochentaycuatro,el7dejuniode1861,trashaberenterradoasuesposayatodossushijos.Nadiesuponuncasialgunavez

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dudóensufe,siporlasnoches,cuandoseacostabaysequedabaasolasen laoscuridadcontodassusausencias,sepreguntabacómoeraposibleque Dios hubiese sido tan cruel con su familia, dejándole además delongevotestigodeaquelladevastación.Hastaelúltimodíadesuvida,almenos,tuvoelconsuelodeseracompañadoycuidadoporelviudodesuhijaCharlotte,alqueélhabíarechazadoconfuria.

Tras lamuerte de Patrick, no quedó nadie de la familiaBrontë. Se

extinguieronensímismos,comosihubiesenardidoensupropiofuego.Aúnpermanecen,esosí,susobras,lospoemasylasnovelasdeCharlotte,EmilyJaneyAnne,insistentementeadmiradas.Lapruebadesuasombrosogenio.Desuluz.

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UNABREVEEXPLICACIÓNBIOGRÁFICAYBIBLIOGRÁFICA

Muchas de las personas que leen novelas basadas en vidas reales sesienten interesadas por saber qué es verdad y qué es invención. Larespuestaaeseinterrogantesuelesercompleja.Yo,personalmente,suelodecir que, como historiadora,me siento obligada a respetar los hechosmásimportantesy,sobretodo,elambientedelaépocayellugar,lavidacotidiana, las costumbres. Como novelista, en cambio, considero quetengoeldeber—ytambiénelderecho,puestoqueparamílanovelaeselterritoriodelalibertad—deofrecermipropiamiradasubjetivayparcialsobre aquello de lo que estoy tratando, y de inventar todo lo que meparezca imprescindibleparahacerque el relato respirey lospersonajesvivan.Paratratardeatraparuntrozodelavida,quees,afindecuentas,loqueintentanhacerlasnovelas.

Lalíneaquedividepueslarealidadylaficciónennarracionescomoestaesfinay,aveces,apenassepercibe.PuestoquelashermanasBrontësuelen suscitar mucho interés y muchas preguntas, me gustaría aclararalgunasdelascosasquehecontadoenlaprimerapartedeestaobrayque,talvez,puedansorprenderaquienhayaleídoalgosobresusvidas.

Estáprobadoquedurante1846,traslapublicacióndelospoemas,lastres hermanas escribieron al mismo tiempo tres novelas, animadas porCharlotte.Emily trabajóenCumbresBorrascosasyAnneenAgnesGrey.Hay dudas, en cambio, sobre la obra a la que Charlotte pudo habersededicadoduranteese tiempo.Laprimeranovelaquehizo llegaravariaseditorialesenlaprimeramitadde1847—yqueresultórechazada—fueElprofesor. Sin embargo, en agosto de ese mismo año, Jane Eyre estabaterminada y fue enviada a Smith, Elder & Co. Es por lo tanto posiblepensarqueestuviesetrabajandoenellaunañoatrás.Talvez,comoaveceshacenalgunosescritores,seocupasedesusdosnovelasalmismotiempo.

Los amores frustrados de las hermanas Brontë pueden parecerle aalgúnlectorimaginadospormí.Laculpalatienelaprimerabiografíaqueseescribió sobreCharlotte.Lapublicóunade susbuenasamigasde los

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últimostiempos,lanovelistaElizabethGaskell,tansolodosañosdespuésde su muerte, en 1857. Gaskell trató de hacer de las hermanas Brontëmujeres victorianas, llenas de virtudes domésticas, de pureza y decontención.Esaleyendahaperduradoeneltiempo.PerolociertoesqueCharlotte,EmilyyAnneeranhijasdelRomanticismo,herederasdeWalterScott y Lord Byron, sus autores favoritos cuando eran niñas yadolescentes,unayotravezreleídoseimitadosensusprimerosescritos.Charlotte, Emily y Anne crecieron convencidas de que la pasión puedearrasar las vidas de los seres humanos, y probablemente ellas mismasfueronvíctimasdeesosestragos.

El amor—real y tiránico— que Charlotte sintió hacia su profesorbelgaConstantinHegerfueocultadoenlabiografíadeElizabethGaskell,a pesar de que ellamisma le había visitado enBruselas e incluso habíapodido leer las cartas de su alumna. Charlotte le había escrito muchasvecesdespuésdesuregresodefinitivoaHaworth,unalargaseriedecartasrepletas de amor, añoranza y súplica: «El francés me es enormementequeridoporquemerecuerdaausted.Amoelidiomafrancésporusted,contodomi corazón y todami alma», se atrevió a escribirle.Heger, segúnparece,sololerespondióenunaocasión,ydemaneramásbienseca.Esetextonosehaconservado,perosícuatrodelasmuchasmisivasqueellaleescribióaél,yquefueronpublicadasen1913porelhijodelmatrimonioHeger.Aunque los críticos y los académicos no suelenmencionarlo, esbastantelógicopensarqueeseamordesdichadoinfluyóenormementeenlacreacióndeJaneEyre.

LarelaciónentreunajovenAnneyWilliamWeightman,elcoadjutordesupadre,esmásqueprobable.Seguramentenollegómuylejosdebidoa la tempranamuertedel hombre, pero lapropiaCharlotte se refirió enmásdeunaocasiónensuscartasasuamigaEllenNusseyalcortejoqueparecíahaberseestablecidoentrelosdos.

La posible conexión entre Emily y Robert Clayton esmás dudosa,peroenabsolutoimposible.AunqueEmilyBrontëesunodelosmayoresescritoresenlenguainglesadetodoslostiempos,suvidaesunmisterio.Nosesabeapenasnadadeella,salvolasverdadesamediasolasmentiraspiadosas narradas por su hermanaCharlotte en el prólogo de la terceraedicióndeJane Eyre y las recogidas por ElizabethGaskell. A partir deesosdatosengañosos, siempresehadadopor supuestoque laautoradeCumbresBorrascosasnoconociójamáselamor,yquela totalidaddesu

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novelayde supoesía amorosa surgióúnicamentede su inspiración, sintenernadaqueverconsupropiavida.

Recientemente,sinembargo,laescritoraeinvestigadoraSarahFermiha hecho un descubrimiento interesante. Convencida de que había algúnvacíoextrañoenlasinformacionesconocidassobreEmily,Fermiestudiócuidadosamentesupoesía,descubriendouncambiode tonoradicalentre1836y1837,cuandoteníadieciochoaños.Emilydejaenesemomentodeescribir poemas alegres, llenos de entusiasmo, y parece hundirse en unbajísimoestadodeánimo,escribiendodesdeentoncesamenudosobrelamuertedelamado.Esciertoquenoresultafácilsabercuándosupoesíaesautobiográficaocuándoestápuestaenbocadealgunodesuspersonajesde lasagadeGondal,peroFermidecidióconsiderarqueesecambionopodía ser casual. Siguiendo su instinto de que un acontecimiento gravepodría haber ocurrido en esas fechas, investigó en el Archivo deEnterramientos de Haworth en los años 1836 y 1837, y encontró algosugerente: el 14 de diciembre de 1836, coincidiendo con la rupturaanímica de Emily, el reverendo Patrick Brontë ofició en el cementeriovecinoa sucasaelentierrodeRobertClayton,unmuchachode laclasetrabajadora que tenía exactamente la misma edad que Emily. Este datoparececasarconlasiniciales«R.C.»escritasjuntoaunodesuspoemas,yalasquenadiehapodidodarnuncaexplicación.Sicomohistoriadorasoyconsciente de que es arriesgado dar esta suposición por probada —lapropia Fermi no se atreve a hacerlo—, como novelista y comoadmiradoradelapoesíaydelaúnicanoveladeEmilyBrontë,meparecequealgoasípodríaexplicaralgunosdesusaspectosmásmisteriosos.

AnimoaquienesquierandescubrirmássobreelapasionantemundodelashermanasBrontëaquehaganciertaslecturas.Enprimerlugar,porsupuesto, lade suspropiasobras.Todas susnovelasestánpublicadasencastellanoendiversasediciones.Recuerdoaquílostítulos:

CHARLOTTEBRONTË—JaneEyre—Shirley—Villette—Elprofesor

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—EmmaEMILYBRONTË—CumbresBorrascosasANNEBRONTË—AgnesGrey—LainquilinadeWildfellHall

La poesía de las hermanas Brontë, en cambio, solo se puede

encontrar en inglés, salvo en el caso de algunos de los extraordinariospoemasdeEmily,paralosqueexisteunaediciónencastellanoyotraencatalán:

— Emily Brontë, Poemas, traducción de Rosa Castillo, EdicionesTorremozas,1995.

—EmilyBrontë,L’horaatroç:poemesd’EmilyBrontë,traduccióndeRobertoLangaritaRivas,EditorialPendragón,2012.

Por lodemás,haymásdecienbiografíasdedicadasa lashermanasBrontë, aunque la mayor parte de ellas no están traducidas a nuestroidioma. Hago aquí una breve selección para los interesados, tanto detextoseningléscomoencastellano:

—Barker,Juliet,TheBrontës,Abacus,2010.— Dinsdale, Ann, The Brontës at Haworth, Frances Lincoln Ltd.,

2006.(Recomiendoestelibroalosmitómanosporlacantidaddebuenasfotografías que contiene de Haworth y de muchos de los objetospersonalesguardadosenelBrontëParsonageMuseum,situadoenlacasarectoraldondevivieronlashermanas.Aunque,porsupuesto,lomejoresvisitarlapropiacasaysusalrededores).

—Fermi,Sarah,Emily’sJournal,PegasusPaperback,2006.—Gaskell,Elizabeth,VidadeCharlotteBrontë,traduccióndeÁngela

Pérez,AlbaEditorial,2000.— Gérin, Winifred, Emily Brontë, traducción de Ana Becciu,

Atalanta,2008.—Miller,Lucasta,TheBrontëMyth,Vintage,2002.—Smith,Margaret ed.,The Letters of Charlotte Brontë,Clarendon

Press,3volúmenes,1995,2000y2004.Tambiénenlaredsepuedenencontrarnumerosaspáginassobrelas

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hermanasBrontë,lamayorparteeninglés.TalvezlamásinteresantesealadelaSociedadBrontëyelmuseodelacasarectoraldeHaworth(TheBrontëSociety&BrontëParsonageMuseum):www.bronte.org.uk.

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TodoesefuegoÁngelesCasoNosepermitelareproduccióntotaloparcialdeestelibro,nisuincorporaciónaunsistemainformático,nisutransmisiónencualquierformaoporcualquiermedio,seaesteelectrónico,mecánico,porfotocopia,porgrabaciónuotrosmétodos,sinelpermisoprevioyporescritodeleditor.Lainfraccióndelosderechosmencionadospuedeserconstitutivadedelitocontralapropiedadintelectual(art.270ysiguientesdelCódigoPenal)DiríjaseaCedro(CentroEspañoldeDerechosReprográficos)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.PuedecontactarconCedroatravésdelawebwww.conlicencia.comoporteléfonoenel917021970/932720447©delailustracióndelaportada,EvaVarveropoulou©ÁngelesCaso,2015©ÁngelesCaso,2015,porlatraduccióndelospoemasyescritosdelashermanasBrönte©EditorialPlaneta,S.A.,2015Av.Diagonal,662-664,08034Barcelona(España)www.editorial.planeta.eswww.planetadelibros.comPrimeraediciónenlibroelectrónico(epub):septiembrede2015ISBN:978-84-08-14616-2(epub)Conversiónalibroelectrónico:Àtona-VíctorIgual,S.L.www.victorigual.com