Tolstoi y Nuestra América

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 perseguirá siempre. Como acicate si aún es posible hacerlo. Como remordimiento si  pasó su oportunidad. En el primer caso huelga el recuerdo. En el segundo sería alimentar inú tilmente un sentimiento negativo. Ni balances ni profecías. Propósitos ele año nuevo sí. Mas preferimos no anunciarlos con cretamente. Que sea el lector quien los vea realizados desde el próximo número y juzgue por su propia cuenta. \ TOLSTOI Y NUESTRA AMERICA En el último número llegado a Cuba de La Vida Literaria , el periódico que en Buenos Aires está editando con ejemplar brío nuestro amigo Enrique Espinoza, viene cons picuamente inserta una página admirable de León Tolstoi sobre El porvenir de un Con- tienente  el nuestro. No de mejor manera pudo honrarse de este lado del Atlántico el centenario recién acae cido del gran ruso. Pero lo que nos mueve a señalar esa transcripción es el sentido mismo de las palabras de Tolstoi que La Vida Lite raria recoge, desgraciadamente con otra suerte de oportunidad para nuestra diversa y anhelante América. He aquí el mensaje  hondo, noble, advertidor que no podrá di vulgarse demasiado: El estudio del desenvolvimiento político, social y religioso de las agrupaciones latinas en el continente americano, ha tenido para mí irresistibles fascinaciones; su lado trágico, principalmente, ha sido y es motivo para mí de incesantes cavilaciones. He ahí una raza que tiene semejanzas con la raza moscovita, es aguerrida, amante de las artes y de las le tras; pero como ésta, refractaria a la homoge neidad democrática. En lo individual, el lati noamericano es el ser más liberal del mundo; más aún que el francés  pero en lo colecti vo pierde su identidad y se transforma en energía reaccionaria. En los sajones sucede lo contrario  .  el individuo es la esencia del abso lutismo, la colectividad,  el non plus ultr del liberalismo. En fuerza de ese fenómeno, las comunidades latinas tienden a la concentra ción del poder, en tanto que las sajonas a  í distribución y expansión. Teda nacionalidad o gobierno que centraliza el poder en perjui cio de la mayoría, camina, por razón natural, a la decadencia y a la disolución. Cuando más absoluta es una tiranía, mayores son sus gérmenes de decadencia. En el continente latino-americano hay muchas repúblicas de nombre, pero de hecho casi ninguna. Esto me hace temer por la soberanía de sus pueblos, para mí una y mil veces simpáticos. Son pue blos valientes, sin duda algwia; pero, ¿qué valen las bayonetas y la fuerza física, cuando entran en conflicto con las ideas de libertad, de igualdad y de justicia? Luego, si los Es tados Unidos del Norte son temibles para esas nacionalidades no es precisamente por el nú mero de sus libertades. Una bala de cañón la rechaza una columna; pero no hay muralla que resista la pujanza moral de una idea. Y las ideas democráticas del norte conquistarán al sur, en cincuenta o cien años, a más tardar en dos siglos. A no ser que los latinos, en la presente o futuras generaciones, modifiquen su carácter nacional. La intolerancia en ma teria religiosa, el desamor a los trabajos cor porales y el absolutismo gubernamental, cons tituyen la trilogía de las dolencias mortales que afligen a la América Latina; y mientras ella no sea eliminada de sus respectivos orga nismos, las agrupaciones latinas están destina das a desaparecer del Nuevo Mundo, absorbi das por la colosal homogeneidad anglosajona. LAS REFORMAS UNIVERSITARIAS A las mejoras materiales parece que se quie re unir en la Universidad la renovación de planes y métodos. Primero, las reformas en la Facultad de Derecho; luego, la creación del Instituto de Idiomas Modernos; ahora el nue vo plan de Letras y Filosofía. Felicitémonos del ansia renovadora y pidamos para ella ca minos propicios. ¿Llenan las reformas universitarias reali zadas o en vías de ejecución las necesidades sentidas desde largo tiempo en nuestra ense ñanza superior. ¿Cumplen los deseos de nues- 34

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Litaratura Tolstoi América Latina

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  • perseguir siempre. Como acicate si an es posible hacerlo. Como remordimiento si pas su oportunidad. En el primer caso huelga el recuerdo. En el segundo sera alimentar in-tilmente un sentimiento negativo.

    Ni balances ni profecas. Propsitos ele ao nuevo s. Mas preferimos no anunciarlos con-cretamente. Que sea el lector quien los vea realizados desde el prximo nmero y juzgue por su propia cuenta. \

    TOLSTOI Y NUESTRA AMERICA

    En el ltimo nmero llegado a Cuba de "La Vida Literaria", el peridico que en Buenos Aires est editando con ejemplar bro nuestro amigo Enrique Espinoza, viene cons-picuamente inserta una pgina admirable de Len Tolstoi sobre "El porvenir de un Con-tienente" el nuestro.

    No de mejor manera pudo honrarse de este lado del Atlntico el centenario recin acae-cido del gran ruso. Pero lo que nos mueve a sealar esa transcripcin es el sentido mismo de las palabras de Tolstoi que "La Vida Lite-raria" recoge, desgraciadamente con otra suerte de oportunidad para nuestra diversa y anhelante Amrica. He aqu el mensaje hondo, noble, advertidorque no podr di-vulgarse demasiado:

    "El estudio del desenvolvimiento poltico, social y religioso de las agrupaciones latinas en el continente americano, ha tenido para m irresistibles fascinaciones; su lado trgico, principalmente, ha sido y es motivo para m de incesantes cavilaciones. He ah una raza que tiene semejanzas con la raza moscovita, es aguerrida, amante de las artes y de las le-tras; pero como sta, refractaria a la homoge-neidad democrtica. En lo individual, el lati-noamericano es el ser ms liberal del mundo; ms an que el francs pero en lo colecti-vo pierde su identidad y se transforma en energa reaccionaria. En los sajones sucede lo contrario -. el individuo es la esencia del abso-lutismo, la colectividad, el non plus ultra del liberalismo. En fuerza de ese fenmeno, las comunidades latinas tienden a la concentra-

    cin del poder, en tanto que las sajonas a a distribucin y expansin. Teda nacionalidad o gobierno que centraliza el poder en perjui-cio de la mayora, camina, por razn natural, a la decadencia y a la disolucin. Cuando ms absoluta es una tirana, mayores son sus grmenes de decadencia. En el continente latino-americano hay muchas repblicas de nombre, pero de hecho casi ninguna. Esto me hace temer por la soberana de sus pueblos, para m una y mil veces simpticos. Son pue-blos valientes, sin duda algwia; pero, qu valen las bayonetas y la fuerza fsica, cuando entran en conflicto con las ideas de libertad, de igualdad y de justicia? Luego, si los Es-tados Unidos del Norte son temibles para esas nacionalidades no es precisamente por el n-mero de sus libertades. Una bala de can la rechaza una columna; pero no hay muralla que resista la pujanza moral de una idea. Y las ideas democrticas del norte conquistarn al sur, en cincuenta o cien aos, a ms tardar en dos siglos. A no ser que los latinos, en la presente o futuras generaciones, modifiquen su carcter nacional. La intolerancia en ma-teria religiosa, el desamor a los trabajos cor-porales y el absolutismo gubernamental, cons-tituyen la triloga de las dolencias mortales que afligen a la Amrica Latina; y mientras ella no sea eliminada de sus respectivos orga-nismos, las agrupaciones latinas estn destina-das a desaparecer del Nuevo Mundo, absorbi-das por la colosal homogeneidad anglosajona."

    LAS REFORMAS UNIVERSITARIAS

    A las mejoras materiales parece que se quie-re unir en la Universidad la renovacin de planes y mtodos. Primero, las reformas en la Facultad de Derecho; luego, la creacin del Instituto de Idiomas Modernos; ahora el nue-vo plan de Letras y Filosofa. Felicitmonos del ansia renovadora y pidamos para ella ca-minos propicios.

    Llenan las reformas universitarias reali-zadas o en vas de ejecucin las necesidades sentidas desde largo tiempo en nuestra ense-anza superior. Cumplen los deseos de nues-

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