Toreo
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Tarde de Toros El presidente de la plaza ordena que
suenen los clarines. Los Alguaciles montados en caballos encabezan el desfile, despejan simbólicamente el
ruedo y detrás salen los toreros, como la tradición manda a la derecha
el matador con mayor tiempo de alternativa Enseguida están las filas
de los banderilleros, y detrás de ellos, los varilargueros montados sobre sus caballos percherones, y por último: los monosabios, torileros, areneros
y el tiro de arrastre.
Se abre la puerta de toriles y aparece el primero de la tarde. El torero es
conciente del terreno que pisa, de la muerte que le espera y enfrenta su
cuerpo frágil a la fuerza descomunal de su enemigo. Cuando el toro embiste, el
diestro lo embarca en él girándolo, cambia de manos la capa por la
espalda y por último, con el capote sujeto a una sola mano, lo corre hasta el punto desde el que pueda citarlo. Y cómo se templa en todas las suertes
que implican citar, correr al toro, pararlo, y ponerlo en suerte.
El presidente ordena la salida de los picadores. El varilarguero con la suerte
atravesada, presenta el costado del caballo de manera que cuando se reúnen toro y picador forman un
ángulo recto. El toro bravo acomete en el segundo encuentro con rapidez,
prontitud galopando que es distinto ha ir corriendo o al trote. El dolor que le produce la herida sobre el morrillo,
obliga al toro de a mantener el cuello en línea recta y humillado.
Las banderillas, en el segundo tercio de la lidia pretenden alegrar la embestida
del toro, cambiando su arrancada corta y a bulto seguro de la suerte de
varas en otra a mayor distancia y sobre un hombre a cuerpo limpio que
parece huirle, y que al levantar los brazos con las banderillas simula una
desafiante cornamenta. Los banderilleros, realizan la suerte
alternando las reuniones por uno y otro pitón. Al salir de la suerte, el toro
los obliga a salir por piernas.
Suenan los clarines anunciando el cambio de tercio. El toro acude a la muleta en los medios con alegría y prontitud y el secreto nada fácil del temple consiste en dominar la embestida del toro, con el fin de conseguir que éste embista a
un determinado ritmo y de forma regular, así el torero controla y dirige la
danza con el toro para que el toreo salga limpio. El temple es también, la habilidad del torero para acompasar, para seguir la embestida natural del
toro.
Ahora llega el momento crucial de la lidia. Las orejas se ganan con la muleta
y se cortan con la espada. El torero antes de tirarse a matar "iguala" al
toro, en la suerte natural, con el toro paralelo a las tablas. Al ejecutar la estocada al Volapié, el matador se
vuelca sobre el morrillo del toro, sin estar en movimiento y queda en el
terreno cercano a tablas, mientras que el toro sale hacia el centro del ruedo.
Mata aceptablemente con estocada, los subalternos realizan el trasteo en
redondo mientras el toro se refugia en tablas y
al echarse en el suelo, se rinde.