Trabajo ahorro y riqueza Lvg 21.02.2010

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LaVoz de Galicia | D Ana José Varela Directora de Banco Pastor Recientemente hemos oído hablar mucho de la capacidad de nuestro sistema para mantener el nivel de riqueza de los pensionistas. Hasta ahora, el sistema de previsión so- cial de nuestro país se basa en gran medida en el trabajo… pero no so- lamente propio, sino también aje- no. Me explico. La Seguridad Social, que es el principal pilar sobre el que descansa la previsión social en Es- paña, se basa en un sistema de re- parto. En él, el trabajo de los acti- vos provee fondos, a través de las cotizaciones obligatorias, para pa- gar las pensiones. El sistema funciona bien mien- tras el volumen de la población ac- tiva supera con creces a la pobla- ción pasiva. De hecho, en España ha funcionado y nuestra tasa me- dia de reemplazo, es decir, el por- centaje de la pensión de la Seguri- dad Social sobre el último salario, es de las más altas de la OCDE. Es- tá en el entorno del 81por ciento, mientras que la media de la OCDE se sitúa por debajo del 59 por ciento. Teniendo en cuenta que los exper- tos indican que al jubilarse se ne- cesita en torno al 80 por ciento de los ingresos que se tenían en activo, pues… el ciudadano medio no tenía mucha necesidad de ahorrar. Y ha actuado en consecuencia. Un estu- dio reciente concluía que el 65 por ciento de los españoles no ahorra para su jubilación. Y quienes lo ha- cen, en general no ahorran mucho: se estima que obtendrían de media al jubilarse una pensión vitalicia in- ferior a 62 euros al mes. Ahora bien, el sistema deja de fun- cionar (al menos, a los niveles acos- tumbrados) cuando la proporción de los que cotizan sobre los que ob- tienen rentas del trabajo de los co- tizantes se reduce drásticamente. Y eso está comenzando a suceder en España y en muchos otros paí- ses de nuestro entorno. Es de pre- ver que la tasa de reemplazo de la pensión de la Seguridad Social des- cienda de forma importante hasta niveles próximos a los europeos. De hecho, ya hoy en día, para el 20-25 por ciento de la población con ma- yores ingresos esa tasa de reempla- zo está en torno al 60 por ciento. MANTENER EL NIVEL En tales circunstancias, ¿cómo mantener el nivel de riqueza tras la jubilación? Hay dos posibilidades: o más trabajo o más ahorro. Has- ta ahora el debate se ha centrado bastante en la primera de esas pa- tas. Posponer la edad de jubilación, o aumentar los años de cotización que se tienen en cuenta para calcu- lar la pensión, son una forma de au- mentar el trabajo propio. Otros fe- nómenos recientes como la entra- da masiva de inmigrantes en edad de trabajar son maneras de aumen- tar el trabajo ajeno. No obstante, la estructura de la población española ha cambiado tanto que parece difícil que, para mantener el nivel de riqueza tras la jubilación, llegue sólo con tocar la pata del trabajo. Probablemente tengamos que ahorrar más. De he- cho, en los países de nuestro entor- no se ahorra pensando en la jubi- lación. Nada menos que el 31 por ciento del ahorro total en Alema- nia y Suecia. Las cifras es- pañolas no llegan a la ter- cera parte. Parece, pues, que ten- dremos que aumen- tar lo que los ciudada- nos ahorramos pensan- do en la jubilación. Eso puede suceder de varias formas. Por un lado, el Es- tado podría modificar ra- dicalmente el sistema de la Seguridad Social, con- virtiendo el sistema de re- parto puro en uno mix- to que conjugue reparto y capitalización. En es- te sistema de capitaliza- ción se obligaría a los tra- bajadores, como ya se ha- ce en países como Suiza o Chile, a depositar par- te de su remuneración en un fondo que, invertido en los mercados, genera- ría fondos para la jubila- ción. Puede parecer re- volucionario, pero es la práctica que ya se sigue con los más de tres mi- llones de funcionarios de nuestro país. Y, no lo olvidemos, lo que hoy es una herejía puede ser la ortodoxia de mañana. Pero, aparte de esperar el impulso estatal vía de- creto ley, podemos indivi- dualmente ahorrar más para la jubilación. Exis- ten muchos instrumen- tos para ello: seguros de vida, planes de previsión asegurados, PIAS, planes de pensiones. Estos últi- mos han sido el instrumen- to preferido de los españo- les. De hecho, hay más de 10 millones de ciudadanos que son partícipes de uno de estos planes. Es una fór- mula que cuenta con impor- tantes ventajas fiscales (has- ta 12.500 euros al año en las edades más elevadas), goza de gran flexibilidad (existen muchas opciones según el perfil de edad y riesgo de ca- da persona) y que además resulta muy cómoda. Sim- plemente dando la orden al banco, éste aportará la can- tidad mensual que le haya- mos indicando, construyen- do así poco a poco un capital de cara a la jubilación. Permítanme que ponga un ejemplo que puedo ana- lizar de primera mano: en el 2009, los planes de pensiones de Banco Pastor ha crecido a tasas del 12,5 por ciento. Es- to no es casualidad: se debe al trabajo y a saber cubrir las necesidades de cada perfil de inversor que tiene la mirada puesta, con acierto, en su ju- bilación. Pastor Renta Variable ha pa- sado a ocupar la se´ptima pla- za en el ránking de planes de su categoría y ocupa el primer lugar entre los planes de ges- toras de bancos españoles. Pe- ro sabemos que la conciencia- ción de que mantener el ni- vel de riqueza durante la ju- bilación requiere un mayor esfuerzo ahorrador también ha contribuido a ello. Trabajo, ahorro y riqueza OPINIÓN Existe una frase, atribuida por unos a Benjamin Franklin y por otros a Bertrand Henry Levy, que dice que el camino hacia la rique- za —al igual que el sistema de previsión social— depende, fundamen- talmente, de dos factores: trabajo y ahorro. Tenemos que ahorrar más si queremos mantener nuestro nivel de riqueza tras la jubilación O.J.D.: E.G.M.: Fecha: Sección: Páginas: 134324 603000 21/02/2010 GALICIA 13 1 BANCO PASTOR Tarifa(): 10954

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1pensiones [ ESFERA PÚBLICA ]La Voz de Galicia | Domingo 21 de febrero del 2010 | MERCADOS

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� Ana José VarelaDirectora de Banco Pastor

Recientemente hemos oído hablar mucho de la capacidad de nuestro sistema para mantener el nivel de riqueza de los pensionistas. Hasta ahora, el sistema de previsión so-cial de nuestro país se basa en gran medida en el trabajo… pero no so-lamente propio, sino también aje-no. Me explico. La Seguridad Social, que es el principal pilar sobre el que descansa la previsión social en Es-paña, se basa en un sistema de re-parto. En él, el trabajo de los acti-vos provee fondos, a través de las cotizaciones obligatorias, para pa-gar las pensiones.

El sistema funciona bien mien-tras el volumen de la población ac-tiva supera con creces a la pobla-ción pasiva. De hecho, en España ha funcionado y nuestra tasa me-dia de reemplazo, es decir, el por-centaje de la pensión de la Seguri-dad Social sobre el último salario, es de las más altas de la OCDE. Es-tá en el entorno del 81por ciento, mientras que la media de la OCDE se sitúa por debajo del 59 por ciento. Teniendo en cuenta que los exper-tos indican que al jubilarse se ne-cesita en torno al 80 por ciento de los ingresos que se tenían en activo, pues… el ciudadano medio no tenía mucha necesidad de ahorrar. Y ha actuado en consecuencia. Un estu-dio reciente concluía que el 65 por ciento de los españoles no ahorra para su jubilación. Y quienes lo ha-cen, en general no ahorran mucho: se estima que obtendrían de media al jubilarse una pensión vitalicia in-ferior a 62 euros al mes.

Ahora bien, el sistema deja de fun-cionar (al menos, a los niveles acos-tumbrados) cuando la proporción de los que cotizan sobre los que ob-tienen rentas del trabajo de los co-tizantes se reduce drásticamente. Y eso está comenzando a suceder en España y en muchos otros paí-ses de nuestro entorno. Es de pre-ver que la tasa de reemplazo de la pensión de la Seguridad Social des-cienda de forma importante hasta niveles próximos a los europeos. De hecho, ya hoy en día, para el 20-25 por ciento de la población con ma-yores ingresos esa tasa de reempla-zo está en torno al 60 por ciento.

MANTENER EL NIVELEn tales circunstancias, ¿cómo mantener el nivel de riqueza tras la jubilación? Hay dos posibilidades: o más trabajo o más ahorro. Has-ta ahora el debate se ha centrado bastante en la primera de esas pa-tas. Posponer la edad de jubilación, o aumentar los años de cotización que se tienen en cuenta para calcu-lar la pensión, son una forma de au-mentar el trabajo propio. Otros fe-nómenos recientes como la entra-da masiva de inmigrantes en edad de trabajar son maneras de aumen-tar el trabajo ajeno.

No obstante, la estructura de la población española ha cambiado tanto que parece difícil que, para mantener el nivel de riqueza tras la jubilación, llegue sólo con tocar la pata del trabajo. Probablemente tengamos que ahorrar más. De he-cho, en los países de nuestro entor-no se ahorra pensando en la jubi-lación. Nada menos que el 31 por ciento del ahorro total en Alema-

nia y Suecia. Las cifras es-pañolas no llegan a la ter-cera parte.

Parece, pues, que ten-dremos que aumen-tar lo que los ciudada-nos ahorramos pensan-do en la jubilación. Eso puede suceder de varias formas. Por un lado, el Es-tado podría modifi car ra-dicalmente el sistema de la Seguridad Social, con-virtiendo el sistema de re-parto puro en uno mix-to que conjugue reparto y capitalización. En es-te sistema de capitaliza-ción se obligaría a los tra-bajadores, como ya se ha-ce en países como Suiza o Chile, a depositar par-te de su remuneración en un fondo que, invertido en los mercados, genera-ría fondos para la jubila-ción. Puede parecer re-volucionario, pero es la práctica que ya se sigue con los más de tres mi-llones de funcionarios de nuestro país. Y, no lo olvidemos, lo que hoy es una herejía puede ser la ortodoxia de mañana.

Pero, aparte de esperar el impulso estatal vía de-creto ley, podemos indivi-dualmente ahorrar más para la jubilación. Exis-ten muchos instrumen-tos para ello: seguros de vida, planes de previsión asegurados, PIAS, planes de pensiones. Estos últi-

mos han sido el instrumen-to preferido de los españo-les. De hecho, hay más de 10 millones de ciudadanos que son partícipes de uno de estos planes. Es una fór-mula que cuenta con impor-tantes ventajas fi scales (has-ta 12.500 euros al año en las edades más elevadas), goza de gran fl exibilidad (existen muchas opciones según el perfi l de edad y riesgo de ca-da persona) y que además resulta muy cómoda. Sim-plemente dando la orden al banco, éste aportará la can-tidad mensual que le haya-mos indicando, construyen-do así poco a poco un capital de cara a la jubilación.

Permítanme que ponga un ejemplo que puedo ana-lizar de primera mano: en el 2009, los planes de pensiones de Banco Pastor ha crecido a tasas del 12,5 por ciento. Es-to no es casualidad: se debe al trabajo y a saber cubrir las necesidades de cada perfi l de inversor que tiene la mirada puesta, con acierto, en su ju-bilación.

Pastor Renta Variable ha pa-sado a ocupar la septima pla-za en el ránking de planes de su categoría y ocupa el primer lugar entre los planes de ges-toras de bancos españoles. Pe-ro sabemos que la conciencia-ción de que mantener el ni-vel de riqueza durante la ju-bilación requiere un mayor esfuerzo ahorrador también ha contribuido a ello.

Todos sabemos que el sis-tema de pensiones de-

be ser modifi cado. Es preci-so, además, que no se demo-re la reforma, para que no nos ocurra como con la cri-sis, que todavía no la encau-zamos y así nos va.

Es necesario modifi car la pensión de viudedad, tal vez reforzar la de orfandad y, sin duda, ampliar la edad de ju-bilación en aquellas profe-siones que no requieren es-peciales esfuerzos físicos o, alternativamente, trasladar a esos trabajadores con ex-periencia a puestos de vigi-lancia y control. Es preciso, asimismo, alargar la edad de jubilación de los trabajado-res que hoy se retiran a par-tir de los 55 años.

Paralelamente, para man-tener el sistema, se requiere un mayor control de las ba-jas médicas y de las presta-ciones farmacéuticas.

No se puede eludir tampo-co el espinoso tema del pe-ríodo de cómputo de la ba-se reguladora. Lo más lógi-co parece computar toda la vida laboral con determi-nadas correcciones y esta-bleciendo un período tran-sitorio para no perjudicar a quien está cercano a la jubi-lación y sus cotizaciones pa-sadas fueron reducidas.

En la actualidad, para co-brar la antigua pensión de vejez en condiciones nor-males son precisos 35 años de cotización y 65 años de edad. A partir de esos da-tos entran en juego los índi-ces correctores. No es cier-to, por tanto, que con 15 años de cotización se cobre lo mismo, pues ello solo da derecho al 50 por ciento de la base reguladora, si bien todos los años se fi jan unos mínimos.

La mencionada prestación no es obligatoria, ya que ce-sar a un trabajador por su edad sería discriminatorio. Sin embargo, sí es posible en el caso de que la medida se prevea en el correspondien-te convenio colectivo y se fo-mente el empleo mediante la contratación de otro tra-bajador que lo sustituya.

La demora en la jubila-ción de un trabajador ma-yor de 65 años le reporta un aumento en su pensión del 2 por ciento por cada año que transcurra. Esa cláusu-la, que desaparecería al au-mentar la edad de retiro, su-pone actualmente para la empresa la posibilidad de seguir contando con una ex-periencia útil, aunque sea a tiempo parcial.

TRIBUNARicardo López Mosteiro

A vueltas con la jubilación

Trabajo, ahorro y riquezaOPINIÓN � Existe una frase, atribuida por unos a Benjamin Franklin y por otros a Bertrand Henry Levy, que dice que el camino hacia la rique-za —al igual que el sistema de previsión social— depende, fundamen-talmente, de dos factores: trabajo y ahorro.

Tenemos que ahorrar más si queremos mantener nuestro nivel de riqueza tras la jubilación

O.J.D.:

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