Trabajo Final Comparada
-
Upload
maria-belen-contreras -
Category
Documents
-
view
216 -
download
0
description
Transcript of Trabajo Final Comparada
Contreras 1
María Belén Contreras
Literatura y cultura comparada
Profesora Tatiana Calderón
8 de diciembre de 2014
Heridas de la barbarie en Waiting for the Barbarians de John Maxwell Coetzee y Señales que
precederán al fin del mundo de Yuri Herrera
Quiero recordarle al gringo, yo no crucé la frontera,
la frontera me cruzó. (Los Tigres del Norte)
Resumen: El presente trabajo pretende comparar las novelas Waiting for the Barbarians (1980)
del autor australiano, nacido en Sudáfrica, John Maxwell Coetzee y Señales que precederán al
fin del mundo (2009) del escritor mexicano Yuri Herrera, centrando el análisis en cómo estas
obras literarias se pueden hermanar en torno a la cuestión del cuerpo en espacios fronterizos.
Ambas ficciones reflexionan acerca de cruces de fronteras físicas, las que complejizan la
oposición civilización - barbarie, además de aparecer caracterizadas por su transitoriedad y, a la
vez, por la imposibilidad del retorno tras el viaje. Los sujetos que las transitan, por necesidad o
imposición, aparecen signados con marcas violentas: el cuerpo de los personajes encarna
características que lo identifican, huellas de pertenencia a una cultura y heridas de la barbarie de
la civilización que los recibe y persigue tras el cruce. En Waiting for the Barbarians, las
cicatrices en el cuerpo de la joven bárbara connotan la imposibilidad de la representación de la
otredad, en tanto en Señales que precederán al fin del mundo, el personaje de Makina evidencia
una progresiva pérdida identitaria corporalizada. No obstante lo anterior, los sujetos que cruzan
la frontera despliegan como principal mecanismo de resistencia el silencio ante el otro que lo
somete.
Contreras 2
Palabras claves: Frontera, Cuerpo, Cruce Fronterizo, Civilización-Barbarie.
I.- Preámbulo
El presente trabajo se inicia con una cita perteneciente a un popular grupo musical de
corridos del norte de México. La razón de su inclusión corresponde a que evidencia el principal
motivo de la perspectiva comparatista con la que se estudiarán las obras Waiting for the
Barbarians (1980) del autor nacido en Sudáfrica John Maxwell Coetzee y Señales que
precederán al fin del mundo (2009) del escritor mexicano Yuri Herrera. En palabras generales, la
idea que comunica ambas obras concierne a la creación de una diégesis que reflexiona, entre
otras cosas, en torno a las fronteras físicas y sus implicancias en la experiencia de los sujetos
durante los cruces de éstas, desplazamientos que se convierten en pasos y/o transiciones que
determinan a los sujetos “cruzándolos”. Este trabajo intentará abordar cómo es representada la
experiencia de tales cruces fronterizos en los textos mencionados anteriormente, enfatizando en
las representaciones del cuerpo en ambos trabajos literarios.
John Maxwell Coetzee (Ciudad de Cabo, 1940 - ) fue el ganador del Premio Nobel de
Literatura 2003. Entre sus novelas es posible mencionar Life & Times of Michael K (1983), Foe
(1986), Disgrace (1999), entre otras. Su trabajo literario está cargado de un estilo simbólico y
metafórico, que a partir de una visión crítica del régimen del apartheid y del racismo, reflexiona
acerca de la condición humana en general. Además de ficciones, ha publicado numerosas críticas
literarias y diversas traducciones. Waiting for the Barbarians, novela en la que nos centraremos,
está dividida en seis capítulos y es narrada en la voz del Magistrate, de nombre indeterminado,
en un pueblo colonial emplazado en la frontera del Imperio. Las rutinas de este hombre se ven
interrumpidas ante la declaración de un estado de emergencia motivado por los rumores de un
Contreras 3
posible ataque de los indígenas del otro lado de la frontera. El Corlonel Joll, emisario del Imperio
recién llegado al lugar, conduce una expedición en la que captura a algunos nómades asentados
de manera efímera en las afueras del puesto fronterizo, a quienes denomina bárbaros y tortura al
volver a la ciudad, obligándolos con ello a realizar un cruce fronterizo forzado.
Yuri Herrera (Actopan, México, 1970) es un escritor y académico mexicano, quien ha
publicado Trabajos del reino (2004), el texto para niños ¡Éste es mi nahual! (2007), Señales que
precederán al fin del mundo (2009) y La transmigración de los cuerpos (2013). Su prosa,
simbólica y elusiva de referentes espaciales explícitos, son ambientadas en México y reflexionan
en torno a la violencia del narco y el problema de la migración, entre otros conflictos políticos y
sociales locales, permitiendo también una crítica soslayada sobre la condición humana. En
Señales, su segunda novela y objeto de este trabajo, Makina, una mujer de un pueblo mexicano
(la Ciudadcita), realiza un viaje fronterizo. Ante el encargo de su madre, atraviesa el país hasta
llegar al Gran Chilango y luego cruzar los límites fronterizos con el fin de encontrar a su
hermano. Los nueve capítulos que dividen la novela refieren intertextualmente al camino mítico
realizado por los muertos para llegar al Mictlán de la cosmogonía Maya, según la información
acopiada por fray Bernardino de Sahagún acerca de este proceso en su Historia general de las
cosas de Nueva España escrita entre 1540 y 1585.
Este trabajo pretende analizar y comparar la cuestión del cuerpo en espacios fronterizos y,
en específico, delimitar los espacios fronterizos y los cruces que realizan los sujetos/cuerpos
hacia lugares de civilización/barbarie, para luego caracterizar los cuerpos de los personajes que
cruzan la frontera y sus estrategias corporales de resistencia. La frontera, como categoría
espacial, se define como un límite entre dos realidades: Ricard Zapata- Barrero indica al respecto
que “La frontera es básicamente el límite de la tierra conocida, de la nación, del Estado. Vista
Contreras 4
siempre desde “dentro”, como protección; “desde fuera”, como obstáculo. Evoca siempre una
cosa que uno trata de extender. La frontera, junto con esta dimensión dinámica de extensión,
tiene como función servir de marcador de diferencia y generar sentido” (44). En las novelas
seleccionadas, la frontera opera según la dualidad observada por el autor: en Coetzee los límites
del Imperio, “desde dentro”, generan la ilusión de protección que debe ser mantenida; en
Herrera, “desde fuera”, es un obstáculo que los personajes deben sortear para poder cumplir sus
distintas misiones. Para el antropólogo argentino Alejandro Grimson, los lugares fronterizos:
son espacios donde antes no existían límites y donde los Estados y otros actores
sociales – a veces hegemónicos, a veces subalternos – intervienen de modos
múltiples para fabricarlos e institucionalizarlos. Estos procesos conducen a la
incorporación – las fronteras hechas cuerpo – y a la fetichización – los límites
contingentes construidos por personas devienen fronteras naturales entre cosas.
(111)
De acuerdo con la cita, el espacio de la frontera, delimitado artificialmente por el Estado,
se vuelca hacia lo privado, afectando el cuerpo humano de los sujetos que los habitan o transitan
e incorporándose en ellos para hacerse efectivo. Más allá del organismo biológico, cuando
hablamos de cuerpo lo entendemos siguiendo a Homi Bhabha, quién observa que éste siempre
está inscrito simultáneamente en “the economy of pleasure and desire and the economy of
discourse, domination and power” (19). El cuerpo, dimensión material del ser humano, vivencia
el cruce fronterizo que deja sus huellas en los sujetos de la experiencia, proceso en que se
vinculan ineludiblemente la cuestión del cuerpo y la cuestión del poder. Para la estudiosa de la
literatura Francine Masiello, el cuerpo podría interpretarse como un lienzo que registra las
Contreras 5
cicatrices de la historia. La autora indica que la frontera “Es el momento del “entre” y del
“mientras”, la hibridación del tiempo presente que cobra forma en los cuerpos en flujo” (497).
El académico y literato mexicano Heriberto Yépez, para delimitar la noción de frontera
alude a la metáfora de los polos de los imanes: para él, las dinámicas de este espacio se
caracterizarían por una “fuerza erótica, magnética, aparentemente repulsiva, fuerza-de-
resistencia” (35), en que uno y otro lado se relacionan a partir de la fusión y la fisión constante.
Las fisiones o conflictos de la frontera distan de ser neutros y se configuran como una relación
de poder entre ambos lados. No obstante la cultura dominante caracteriza a los mexicanos que
cruzan la frontera al Gabacho y designan a las tribus nómades que habitan del otro lado del
Imperio como sujetos bárbaros, ajenos a la civilización, violentos y primitivos, acorde a su
origen etimológico griego, la crueldad que demuestran para someter al otro revierte el apelativo
para caracterizar sus prácticas. Según Michael Lowy:
Según el diccionario francés Petit Robert, el término "barbarie" tiene dos
significados diferentes, pero relacionados: "ausencia de civilización" y "crueldad
del bárbaro". La historia del siglo XX nos obliga a disociar esas dos acepciones y
a reflexionar sobre el concepto –aparentemente contradictorio, pero en realidad
perfectamente coherente– de "barbarie civilizada. (s/p)
La civilización en la frontera, en ese sentido, sostiene violencias hacia las culturas
diferentes y reduce los cuerpos a depositarios de las vejaciones, situación que permite designarla
como bárbara. Este trabajo propone que las obras literarias mencionadas reflexionan acerca de
cruces de fronteras físicas, lugares de confrontación entre culturas, caracterizados en los textos
por su transitoriedad y por limitar los retornos de los personajes, que problematizan la oposición
entre civilización y barbarie. Los sujetos que las transitan, por necesidad o imposición, aparecen
Contreras 6
signados con marcas violentas: en ambas novelas, en el cuerpo de los personajes se encarnan
características que permiten su identificación, huellas de pertenencia a una cultura y heridas de la
barbarie de la civilización que los recibe. En Waiting for the Barbarians, las cicatrices en el
cuerpo de la joven bárbara se configuran como metáfora de la imposibilidad de la representación
del otro, en tanto en Señales que precederán al fin del mundo el cuerpo herido de Makina, desde
el momento del cruce, evidencia una progresiva pérdida identitaria corporalizada. No obstante lo
anterior, los sujetos que cruzan la frontera despliegan mecanismos de resistencia: el cuerpo
decide el silencio para negarse a la total apropiación y sometimiento del otro.
La reflexión desarrollada a continuación se articula en torno a dos apartados. El primero
de ellos aborda la particularidad de los cruces fronterizos en cada obra (su calidad que oscila
entre lo necesario y lo impuesto), además de caracterizar las fronteras en los que se ambientan
ambas novelas (transitorias y bárbaras). El segundo momento de la reflexión se focaliza en la
corporalización del cruce fronterizo en los sujetos, marcados por la violencia, y en cómo éstos se
resisten al sometimiento absoluto.
I.- Necesidad e imposición del cruce: transitar fronteras frágiles.
Unas piernas que respiran,veneno de serpiente,
por el camino del viento,voy soplando agua ardiente.
(Calle 13)
1. Cruces voluntarios y cruces forzados: motivaciones del desplazamiento.
Tanto en la novela de Coetzee como en la de Herrera, son problematizados espacios
fronterizos que comparten su dimensión desértica y de conflicto con el otro, no obstante sus
distintas lógicas (un ejemplo de sus diferencias es la titulación de capítulos y la configuración de
un narrador omnisciente en la obra del escritor mexicano, versus la ausencia de nombres de los
Contreras 7
apartados y la primera persona que narra en la obra de Coetzze). En Waiting for de Barbarians,
el asentamiento colonial indeterminado es calificado por el Magistrate como una frontera
somnolienta, pero en la que, posteriormente, se reanuda la pugna por la expansión del territorio
del Imperio que se justifica por la amenaza bárbara; en Señales que precederán al fin del mundo
la frontera es un límite a cruzar para poder llegar al Gabacho (Estados Unidos), acto realizado
por Makina a través del “pasadero de agua”, alternativa fuera de la ley para los indocumentados
ante las severas leyes de migración estadounidense.
En ambos textos es posible advertir cómo el motivo del viaje – cruce fronterizo, en
específico – es motivado por distintas situaciones. En el caso mexicano, las asimétricas
condiciones económicas entre México y Estados Unidos, la promesa del sueño americano, hacen
que la necesidad y la sobrevivencia sean la razón de traspasar los límites geopolíticos
establecidos por las naciones. En Señales, el hermano de Makina se configura como el migrante
que realiza el viaje ante la necesidad de proveer a la familia de un mejor escenario económico,
migración que se da a partir de la creencia en una mejor vida del otro lado de la frontera, la que
opera como “marcador de diferencia”, según las ideas de Zapara Barrero. Por otra parte, Makina
supera distintas etapas del cruce fronterizo tras la búsqueda del hermano que no ha regresado,
migración involuntaria y sin retorno a pesar de su insistencia en que la estadía no será
permanente, dada la esperanza inquebrantable de reagrupar a la familia y regresar a su hogar con
su pariente durante gran parte del relato.
El cruce fronterizo en la novela de Coetzee se constituye principalmente en dos
dimensiones: la primera corresponde al viaje realizado por el narrador (y algunos subalternos del
asentamiento) para permitir el retorno a una joven bárbara con quien mantiene una relación. En
segundo lugar, y desde la otra dirección, es posible leer el éxodo forzado de los bárbaros, tribus
Contreras 8
nómades prisioneras de las tropas del Colonel Joll, que son sometidas al terror ya en el otro lado
de la frontera y cuyo caso paradigmático es la mujer mencionada anteriormente. La novela
configura un contrapunteo entre el cruce realizado por el Magistrate que intenta expiar sus culpas
y los bárbaros a los que se les imponen toda clase de torturas corporales.
No obstante sus motivaciones disímiles, tanto el hHermano de Makina como la
protagonista, el Magistrate y la joven bárbara, así como los demás paisanos que han cruzado al
Gabacho y las milicias que cruzan los límites del Imperio en búsqueda de los bárbaros, quedan
marcados por la herida del cruce: necesaria o impuesta, voluntaria o forzada, la frontera muestra
un rostro que cala a los personajes y los transforma.
2. Fronteras que se desarman: los límites transitorios.
Las fronteras cruzadas son caracterizadas, en ambas obras, como un espacio de
fragilidad/transitoriedad, configuración crítica de la fijación, institucionalización y fetichización
de las fronteras (Grimson) que reflexiona acerca su proceso de naturalización en la historia. En
una conversación que sostiene el Colonel Joll con el Magistrate, el primero indica: “But who is
going to put you in the history books? These border troubles are no significance. In a while they
will pass and the frontier will go to sleep for another twenty years” (114)1. En las palabras de
Joll, se advierte la plena conciencia de la caducidad de la vida en la frontera que, sin embargo,
ejerce una violencia que deja huellas permanentes en los sujetos al ser recurso de la expansión
territorial: el curso de la historia requiere la reanudación cíclica de los conflictos. Bajo esta
misma dinámica, en Señales la llegada de Makina al lado estadounidense es descrita por el
narrador desde una altura en la que nieva y dónde la transitoriedad de la frontera recuerda que la
cultura está sujeta al tiempo: 1 “¿Pero quién le va a incluir en los libros de historia? Estos conflictos fronterizos son intrascendentes. Pasarán
pronto y la calma volverá a reinar en la frontera durante otros veinte años” (95). (Traducción de Concha Manella y
Luis Martínez Victorio, Ediciones de Bolsillo, 2004. La misma traducción se usará en las citas posteriores)
Contreras 9
parecía una suma de cruces o el plano de un palacio, en cualquier caso un prodigio
sólido y elaborado, y cuando se disolvió unos instantes después, se preguntó cómo
es que algunas cosas del mundo, algunos países, algunas personas, podían parecer
eternas si todo era como ese diminuto palacio de hielo: irrepetible, precioso y
frágil. (65)
Tras los límites de la frontera, el país gabacho aparece marcado por la muerte (dada la
imagen de una suma de cruces, cercana a un cementerio) y como un palacio que ostenta el poder.
La naturalización de las fronteras se pone en cuestión tal como en la novela de Coetzee, al
representar su finitud asociada a su carácter cultural y arbitrario, lo que la hace susceptible de
trasformación.
3. ¿Voy y vuelvo?: consideraciones sobre el retorno.
En la novela de Herrera el cruce fronterizo se configura a partir de la imposibilidad de
retorno. El proceso de aculturación que subyace a la estadía mexicana del otro de lado de la
frontera, las pérdidas identitarias sufridas, hacen imposible el regreso para los distintos
personajes. Durante toda la novela, hay una insistencia en la fugacidad del viaje de Makina -
“Ella se iba para nomás volver” (60) – que adquiere un tono irónico en tanto en el desenlace la
mujer adquiere una nueva identidad y ningún personaje con el que se topa regresa: el mismo
hermano buscado se queda en el país Gabacho a pesar de la voluntad de la protagonista: “Por qué
no vuelves? No, ya no. Ya pelée por esta gente. Debe haber algo por lo que pelean tanto” (106).
En Waiting for the Barbarians no hay impedimentos para el retorno. Sin embargo, tanto
para el Magistrate como para los soldados que realizan la expedición para batallar con los
bárbaros, tras el regreso la situación inicial ha cambiado radicalmente para ellos: el primero se
enfrenta a un Imperio completamente dispuesto a enfrentar a las tribus indígenas, pierde su rol y
Contreras 10
es encarcelado; los segundos llegan completamente derrotados y sin el honor que pretendían
imbuirse luego de la guerra. Por lo tanto, tanto en la novela de Herrera como en la de Coetzee, el
retorno de los personajes al estado inicial en el que se encontraban es imposible: la frontera
queda encarnada en los sujetos como una huella que permanece.
4. Barbarie de la civilización en la frontera
En Waiting for the barbarians la frontera de la civilización tiene una doble acepción: la
primera corresponde a los límites del Imperio donde se desarrollan la gran parte de los hechos y,
la segunda, a la ruptura de la polaridad entre la civilización que intenta representar el Imperio y
la barbarie que termina practicando:“They are tearing down the houses built against the south
wall of the barracks, he tells me: they are going to extend the barracks and build proper cells.
“Ah yes” I say: “time for the black flower of civilization to bloom” (79)2. A través de la metáfora
de la flor negra que connota la oscuridad de la naturaleza humana, se manifiesta la barbarie de la
civilización, vinculada al comienzo de las torturas y vejaciones en los cuerpos de los sujetos que
cruzan la frontera.
Al igual que en el caso anterior, en Señales que precederán al fin del mundo, la
separación discreta entre civilización y barbarie muda en difusa. Tal como indica Santiago
Navarro Pastor “la violencia se presenta esta vez como en sordina, como procurando poner coto
a su presencia abrumadora y su eventual interpretación reduccionista y banalizante” (94), de
manera que la barbarie rehúye de la explicitud que sí prefiere Coetzee. De todas formas, en la
ficción los gabachos se autodenominan civilizados al ejercer la violencia: - “Se forman y piden
permiso. ¡Así hacemos las cosas aquí, la gente civilizada” (112), imponiendo la fuerza al
imponer una posición al cuerpo. Sin embargo, en la mirada de los migrantes mexicanos, sus
lógicas imperiales recaen en el absurdo:
2
Contreras 11
Los gabachos juegan un juego con el que cada semana celebran quienes son […]
Uno pega un palazo, luego se va así como a recorrer el mundo por cada una de las
bases que tienen, usté sabe que los gabachos tienen bases por todo el mundo,
¿no?, bueno, pues el que pegó el palazo las recorre mientras otros siguen
golpeando para distraer a los enemigos, y si no se lo devuelven regresa a casa y su
gente lo recibe con abrazos y fiesta (68).
El juego del béisbol también permite la metáfora acerca de las políticas internacionales
estadounidenses, dejando entrever su fundamentación en la coacción y el sometimiento del otro a
través del campo léxico de la violencia: se pegan palazos y los enemigos se golpean. Las
fronteras, frágiles y transitorias como los cruces fronterizos mismos, son vinculadas a
brutalidades que se materializan en los cuerpos de sujetos que habitan el otro lado de la frontera
y deciden o son forzados a transitar al Imperio.
II.- Cuerpos cruzados por la frontera: miradas y silencios.
Yo llevo en el cuerpo un dolor que no me deja respirar
llevo en el alma un camino destinado a nunca llegar.
(Manu Chao)1. Cuerpos con marcas de pertenencia
Tanto en Señales que precederán el fin del mundo como en Waiting for the Barbarians
los cuerpos de los sujetos reciben la barbarie de la civilización a la que cruzan y son signados a
partir del sufrimiento físico, dolor que va más allá del lenguaje y al que se responde con la
opción del silencio. La coacción política del Imperio en Coetzee y la violencia de un sistema
desigual con efectos sobre la identidad de los sujetos en Herrera, presenta consecuencias
específicas sobre la el cuerpo humano: la no pertenencia a la cultura dominante es castigada
Contreras 12
mediante lo que para Michael Valdéz es (refiriéndose específicamente a la novela de Coetzee
trabajada) “the imperial writing on the body” (120).
En estos contextos fronterizos, los cuerpos se convierten en una marca de pertenencia a
una cultura ajena al lugar al que se cruza, por lo que no puede eludir la cuestión de raza que lo
identifica y diferencia. En la novela de Coetzee, la mirada del Magistrate se enfoca, desde el
primer encuentro, directamente en el cuerpo de la mujer bárbara: “She has the straight black
eyebrows, the glossy black hair of the barbarians” (25)3. De la misma manera, el cuerpo moreno
no es ignorado a la hora de relatar el miedo de la población por los bárbaros; la referencia racial
queda presente como un sello en los sujetos que los separa de la civilización asumida por los
sujetos del Imperio: “There is no woman living along the frontier who has not dreamed of a dark
barbarian hand coming from under the bed to grip her ankle” (8)4. El miedo es relatado a partir
del cuerpo bárbaro y calificado a partir del color de piel diferente al de los habitantes del
Imperio.
Situación similar sucede con el cuerpo de Makina al llegar a la ciudad gabacha. La
mirada de los demás latinos se fija en ella y la identifica a partir de su apariencia:
En medio del llano de concreto y varilla, sin embargo, luego luego sintió otra
presencia, espolvoreada como remaches caídos de una ventana […] efímeras
miradas de reconocimiento que de inmediato se ocultaban para convertirse en
huida. Era el paisanaje armado de chambas. (65)
En este caso, son los propios sujetos migrantes los que reconocen a la protagonista como parte de
ellos, pero esas miradas se ocultan para no enfatizar la diferencia que mantienen con los
3
4
Contreras 13
ciudadanos del gabacho. Estos cuerpos que manifiestan su contraste con el cuerpo del otro
también son figurados con marcas de la violencia tras el cruce fronterizo.
2. Cuerpos marcados por la barbarie
Para el historiador y filósofo francés Michel de Certeau, la escritura de la historia es un
gesto de dominio: esta textualización correspondería a un cuerpo que se escribe sobre el cuerpo
de otro para trazar su relato (23). La práctica de la escritura sobre el cuerpo sería una proyección
de la cultura dominante en un gesto de terror que se hace explícita en la obra de Coetzee durante
el martirio de los bárbaros:
The Colonel steps forward. Stooping over each prisoner in turn he rubs a handful
of dust into his naked back and writes a word with a stick of charcoal. I read the
words upside down: ENEMY … ENEMY … ENEMY … ENEMY. (105)5
El cuerpo se convierte en el lienzo donde quedan fijadas las vejaciones: al volverse un
objeto, la violencia queda justificada para el Imperio. Las cicatrices en el cuerpo de la joven
bárbara se configuran como una metáfora de la imposibilidad de su representación en la historia,
que el protagonista finalmente no puede descifrar ni escribir. Las cicatrices de su tortura figuran
como un mapa que el Magistrate busca aprehender sin resultado, un texto que no puede leer dada
su otredad inasible: “It is the marks on her which drew me to her but which, to my disappoiment,
I find, do not go deep enough? Too much or too little: is it she want to the traces of a history her
body bears?” (64).
La narración del viaje en Señales que precederán al fin del mundo utiliza el campo léxico
del dolor corporal para significar el proceso de cruce que desde el inicio es caracterizado como
una proeza que se va marcando en el cuerpo - “No tenían idea de lo que raspan las aventuras de
verdad” (33) -, además de hacer explícito el sufrimiento físico: la herida a bala que le provocan a
5
Contreras 14
la protagonista al cruzar la frontera la acompaña hasta el final de su camino. El cuerpo herido de
Makina, además, evidencia una progresiva pérdida identitaria que transfigura su ímpetu de
regreso en la resignación de su permanencia en Estados Unidos: “Makina tomó el legajo y miro
su contenido. Ahí estaba ella, con otro nombre y otra ciudad de nacimiento. Su foto, nuevos
números, nuevo oficio, nuevo hogar. Me han desollado, musitó” (123). La imagen del
desollamiento en el desenlace del relato, práctica ritual maya ejercida ante los enemigos
capturados, da cuenta de la tortura simbólica que significa para ella perder lo propio: sus
esperanzas ya derrumbadas luego de constatar la imposibilidad de regresar junto a su hermano,
quedan enfatizadas al verse arrojada al país Gabacho con una nueva identidad.
3. Miradas violentas, silencios que resisten
No obstante lo anterior, los sujetos que cruzan la frontera despliegan mecanismos de
resistencia ante la violencia: el cuerpo opta por el silencio para el refugio ante el despojo. La
opción del silencio surge como resistencia a la mirada violenta del otro dominante en la frontera:
el “patriota ranchero” que se encuentra con Makina al cruzar “le descargó una mirada
acribilladora a través de las dos ventanas” (53), encuentra su símil en el Colonel Joll de lentes
oscuros que imposibilitan la mirada directa y el reconocimiento de los bárbaros, a los que se
suman los ojos curiosos de los sujetos del Imperio que, con un morbo curioso, observan la
tortura.
La opción del silencio, del mutismo selectivo que está presente en ambas novelas, lejos
de operar como resignación al sometimiento, da cuenta de mecanismos de resistencia de los
sujetos/cuerpos que han cruzado la frontera. En la novela de Coetzee, el Magistrate indica:
“Already knowing the answer, I repeat my question. She meets it with silence” (26)6, lúcido del
obtuso silencio de la joven bárbara, replicado también por la protagonista de Señales: “Makina
6
Contreras 15
hablaba las tres [lenguas], y en las tres sabía callarse” (20). La frontera, lugar de conflicto y
cruce, convierte los cuerpos de los sujetos que la habitan en depositarios de la memoria de sus
contradicciones y crímenes. La barbarie de la civilización encarnada en los sujetos se lee en sus
cuerpos a través de marcas y cicatrices que, no obstante el padecimiento, se resisten a través de
un silencio que grita.
Como conclusión podemos indicar que en ambas novelas surgen distintas direcciones en
torno a la palabra y el silencio que podrían proyectarse a la tensión entre la Historia oficial, la
memoria de las experiencias del cruce y su permanente tensión con el olvido. La joven bárbara
ejerce un mutismo selectivo para hacer frente al abuso de poder del Magistrate y, libre de elegir
no ser comprendida por la civilización que la violenta, toda memoria de su cruce está más allá
del lenguaje y es parte de su cuerpo; el hermano de Makina no puede verbalizar el trauma de su
participación en un guerra que no entiende, y decide diluirse en una identidad ajena y sin un
sentido claro; el elocuente Magistrado se queda sin palabras para escribir la historia luego de
humillaciones corporales en que la onomatopeya era lo único que salía de su boca, mientras la
hermética e imperturbable Makina vuelca la furia de la palabra mediante una carta
autoexecratoria que devuelve la barbarie al otro: el cuerpo “bárbaro” marcado y herido arroja a la
cara de la civilización la crueldad que ésta no quiere ver.
Obras Citadas
Bhabha, Homi. "The Other Question. Homi K. Bhabha Reconsiders the Stereotype andColonial Discourse." Screen 24.6 (1983): 18-36.
Coetzee, J.M. Waiting for the Barbarians. New York: Penguin Books, 1982 [1980]; trad. De Concha Manella y Luis Martínez Victorio. Esperando a los bárbaros. Barcelona: Debolsillo, 2004.
Grimson, Alejandro. Los límites de la cultura. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2012.
Contreras 16
Herrera, Yuri. Señales que precederán el fin del mundo. Cáceres: Editorial Periférica, 2009.
Masiello, Francine. “Cuerpo y catástrofe”. Estar en el presente, Literatura y nación desde el Bicentenario. Cortéz, Enrique E. y Gwen Kirkpatrick,eds. Lima: Latinoamérica Editores, 2012.
Navarro, Santiago. “La violencia en sordina en Señales que precederán al fin del mundo de Yuri Herrera” Web. 8 Dic. 2014.
Lowy, Michael. “La dialéctica de la civilización: barbarie y modernidad en el siglo XX”. Revista Herramienta 22. Web. 8 Dic. 2014.
Valdez, Michael. “The Mmarhk of Empire: Writing, History, and Torture in Coetzee’s Waiting for the Barbarians”. The Kenyon Review, New Series 15 (1993): 115-127.
Yépez, Heriberto. Made in Tijuana. México: Instituto de Cultura de Baja California, 2005.
6,8
Su trabajo es muy interesante, bien articulado y bien escrito. Usa fuentes bibliográficas pertinentes. En la introducción, tiende a repetir argumentos. Hay que precisar algunos elementos y desarrollar el concepto de silencio. La felicito.