Trabajo sobre el Manifiesto Dada - Tristan Tzara
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Manifiesto Dada
Tristan Tzara
Zúrich, 1918
Primera edición: Zúrich, 1918 – Revista Dada
Edición trabajada: Editorial Anagal Colección Nómada – Barcelona
2006
Índice
Notas sobre el Movimiento
Zúrich: El Nacimiento Dada 2
Berlín 5
Nueva York 6
París 7
Notas sobre el Autor 8
Ideas Principales 9
Comentario 12
Referencias y Bibliografía 13
Notas sobre el Movimiento
Zúrich: El Nacimiento Dada
En febrero de 1916, mientras la Primera Guerra Mundial seguía su
curso, el Dadaísmo se material ice en una pequeña taberna de la
Spielglestrasse de Zúrich; la que más tarde se conocería como
Cabaret Voltaire.
Fundado por el poeta alemán Hugo Ball y su compañera la cantante
Emma Hennings, el Cabaret Voltaire pronto atrajo artistas y escritores
de toda Europa que huían de sus respectivos países hasta la neutral
Zúrich escapando de la guerra.
El cabaret de Ball prometía las condiciones ideales para la l ibertad
artística y un ambiente simpatizante con el fomento de la revuelta.
Una nota de prensa sobre la apertura del cabaret declaraba:
Cabaret Voltaire. Bajo este nombre un grupo de jóvenes
artistas ha sido formado con el objeto de convertirse en
centro para el entretenimiento artístico. El Cabaret
Voltaire funcionará sobre la base de reuniones diarias
donde artistas invitados mostrarán su música y poesía.
Los jóvenes artistas de Zúrich están también invitados a
traer con ellos sus ideas y contribuciones.[1]
Jean Arp, Richard Huelsenbeck, Marcel Janco, Sophie Taeuber, y
Tristan Tzara estaban entre los artistas y poetas que respondieron y
comenzaron a juntarse en la taberna de Ball. Fue este diverso y
pasional grupo quien concibió y dio forma a la revolución Dada. Según
recuerda el artista alemán Hans Richter, en el cabaret había un
ambiente cargado de electricidad que unía tan dispar grupo en pos de
una meta común: “Parecía que la misma incompatibil idad de carácter,
orígenes y actitudes que existía entre los dadaístas creó la tensión
que dio, a esta conjunción de personas venidas de todos los puntos de
la brújula, su unificada fuerza."[2]
Unidos en su frustración y desilusión para con la Guerra y en el
profundo asco que les producía la cultura que la toleraba, los
dadaístas se valieron de la insurrección y la protesta para expresar
su malestar y rabia. “El principio de Dada,” recalca Tzara “no era el
principio del arte sino del asco."[3] A su vez, Marcel Janco escribió:
2
"Habíamos perdido la confianza en nuestra cultura. Todo debía ser
demolido. Íbamos a comenzar otra vez a partir de la tabula rasa. En el
Cabaret Voltaire comenzamos por dejar en shock al burgués,
destruyendo su concepto de arte, atacando al sentido común, la
opinión pública, la educación, las instituciones, los museos, el buen
gusto, en resumen, el orden prevaleciente al completo."[4] En el
marco de atronadoras soirees l lenas de ruido-música, lecturas de
poesía abstracta y todo tipo de – no se pueden nombrar de otra
manera – performances, el Dadaísmo empezó a hacer audible su
agresivo mensaje. Aunque las veladas dadaístas pronto ganaron fama
de poderosos ataques contra el arte y cultura burgueses, su mensaje
se extendió por toda Europa y parte de Estados Unidos gracias a sus
publicaciones.
Hugo Ball fue también el promotor de la primera revista clara y
únicamente dadaísta. Lanzada en 1916 y con el mismo nombre que su
taberna, Cabaret Voltaire era una revista de formato conservador que
entrañaba escritos de los artistas del Dada así como multipl icidad de
i lustraciones y colaboraciones de figuras eminentes del cubismo y el
futurismo. Las piezas l iterarias están escritas bien en francés bien en
alemán, entremezclándose en algunos casos. A través de esta
publicación, Ball buscaba definir las actividades del cabaret y dar al
movimiento Dada una identidad clara. En lo que resultó ser el primer
y último número de Cabaret Voltaire, Ball escribía: “Es necesario
clarif icar las intenciones de este cabaret. Es su objetivo recordarle al
mundo que hay gente de mente independiente – más allá de la guerra
y del nacionalismo – que viven por y para ideales distintos."[5]
En 1916, tras un año de noches Dada, el Cabaret Voltaire fue cerrado
por las autoridades y el grupo se trasladó a una nueva galería en la
Bahnhofstrasse. Poco después de la clausura del cabaret, Ball
abandonó Zúrich y Tzara se hizo con las riendas del movimiento Dada.
Como diestro y ambicioso promotor que era, Tzara se embarcó en una
campaña destinada a difundir las ideas del Dada. Como recalca
Huelsenbeck , al ganar Dada protagonismo, Tzara tomó el rol de un
profeta al bombardear a artistas y escritores franceses e ital ianos con
cartas sobre las actividades del Dadaísmo. “En las manos de Tzara”,
escribe Huelsenbeck, “el Dadaísmo consiguió grandes triunfos.”[6]
Irreverente y con una imaginación salvaje, Tzara resultó el potente
l íder e inteligente estratega del movimiento Dada. En un intento de
3
promulgar el ideario Dada a través de Europa, Tzara lanzó la revista
Dada, también con contenidos de o sobre arte y l iteratura. Aunque en
un principio estaba previsto que los miembros de la comunidad Dada
se turnasen la labor de editar la revista y se acordó la necesidad de
crear una junta editorial para tomar las decisiones de mayor
relevancia, Tzara acabó tomando el control total de la publicación. De
todas maneras, como señaló Richter, nadie excepto él tenía el talento
necesario para desempeñar el trabajo y “todo el mundo estaba
contento al ver trabajar a tan bri l lante editor ."[ 10 ] Aparece así por
primera vez en Jul io de 1917 con el subtítulo de Miscelánea de Arte y
Literatura, con contribuciones de miembros de grupos vanguardistas
europeos: Giorgio de Chirico, Robert Delaunay o Wassily Kandinsky
son los ejemplos más importantes. Según las propias palabras que
Tzara publica en el Zúrich Chronicle: “Misteriosa Creación! Revólver
Mágico! El Movimiento Dada ha Nacido."[7] El resto lo hizo el boca a
boca: la nueva revista de Tzara fue un gran éxito de ventas y l legó a
todos los países europeos, estableciéndose así el estatus
internacional de la revista y el movimiento en sí.
Mientras que los dos primeros de Dada (el segundo se publicó en
diciembre del mismo año) seguía la estructura y formato de Cabaret
Voltaire, el tercer número – que apareció un año después – presentaba
importantes diferencias respecto a sus predecesores, denotando
importantes cambios en el seno del propio movimiento. El tercer
número de Dada violaba todas las normas y convenciones cuanto a
tipografía y maquetación se refiere, alterando las nociones de orden y
lógica. Impreso en formato de diario tanto en la edición francesa
como en la alemana, supone la celebración dadaísta del sinsentido y
el caos en una mezcla explosiva de manifiestos, poesía y anuncios
varios – todo ello en varias y variadas tipografías y esti los.
El diseño nada convencional y altamente experimental del tercer
número iba de la mano de las radicales declaraciones que contenía,
pues en él aparece publicado por primera vez el Manifiesto Dadaísta,
texto que nos ocupa, y que había sido leído en el Meise Hall de Zúrich
el 23 de jul io de 1918; probablemente el más importante de todos los
manifiestos dadaístas.
Con este número, Tzara captó la atención de la vanguardia europea
afianzando la solidez y el impacto del Dada.
4
Francis Picabia (por aquel entonces neoyorquino de adopción) y Hans
Richter estaban entre las f iguras que, al formar parte de aquel
determinante número, se inscribieron en el movimiento dadaísta.
Picaba comentó sobre la revista: “Dada 3 ha l legado. ¡Bravo! Este
número es maravil loso. Me ha hecho mucho bien leer de Suiza algo
que, al f in, no es absolutamente estúpido. Todo ello es
verdaderamente excelente. El manifiesto es la expresión de todas las
f i losofías que buscan la verdad. Cuando no hay verdad sólo quedan
convenciones.[8]
La cuarta y quinta entrega de Dada, impresa en mayo de 1919 y
conocidas como Anthologie Dada, consta del diseño de portada de
Arp, frontispicio de Picabia y textos de André Breton, Jean Cocteau y
Raymond Radiguet entre otros. El número incluye el tercer manifiesto
Dada de Tzara y cuatro poemas dadaístas que Tzara denominó
“lampisteries”. La experimentación en cuanto al diseño continúa, y
encontramos tipografías distorsionadas, rotulación de distintas
medidas y esti los, desorden generalizado y papel multicolor.
Este número fue el ult imo publicado por Tzara en Zúrich. Al acabar la
guerra y volver a abrirse las fronteras, muchos de los integrantes del
grupo de Zúrich volvieron a sus respectivos países. Su marcha
significó el f in de la actividad dadaísta en Zúrich y la diseminación del
movimiento Dada por toda Europa.
Berlín
Richard Huelsenbeck abandona Zúrich en 1917 y traslada la
mentalidad dada a Berl ín con la intención de volver a conectar con la
comunidad vanguardista que se había disgregado durante el
transcurso de la guerra. En la capital alemana, los años de posguerra
estuvieron marcados por el desasosiego, la crít ica polít ica y los
alborotos sociales. Era el escenario perfecto para la emergencia de un
grupo dadaísta altamente agresivo y muy implicado y polít ica. En
Berl ín, Dada se material izó en corrosivos manifiestos y propaganda,
sangrante sátira, grandes acciones públicas y actividades
abiertamente polít icas.
Huelsenbeck se juntó con artistas como Johannes Baader,
George Grosz o Raoul Hausmann. Este último se erige como cabeza
5
pensante del movimiento en Alemania y en junio de 1919 impulsa el
nacimiento de la gaceta Der Dada, revista que recoge el tono polít ico
e incendiario del Dada alemán y a su vez denota su alianza con otros
centros dadaístas al publicar textos de Tzara o Picabia entre otros.
Siendo un grupo de gente especialmente rebelde y contundente
en sus afirmaciones, no pasó demasiado tiempo antes de que los
miembros del Dada alemán se atacaran entre sí debido, generalmente,
a desavenencias polít icas irreconcil iables. Aunque a partir de 1920
siguen apareciendo publicaciones de manera esporádica, al l legar a
1923 ya no existe producción dadaísta y el movimiento en Berl ín l lega
a su término.
Nueva York
La actividad dada neoyorquina no lo fue bajo la etiqueta “Dada”,
según las palabras de Richter el origen de la actividad dadaísta en
Nueva York: “era distinto, pero sus participantes tocaban
esencialmente la misma melodía del anti-arte que nosotros. Las notas
sonaban un tanto extrañas al principio, pero la música era la
misma."[9]
La evolución del grupo formado por Duchamp, Man Ray y Picabia entre
otros fue paralela al grupo original de Zúrich; publicando revistas tan
significativas como la 391 de Picabia (tras la estela de 291, revista
nacida en Barcelona bajo los auspicios del marchante y fotógrafo
Alfred Stieglitz [10]) o The Blind Man de Duchamp, particular
publicación que se comprometía a publicar cualquier cosa que
cualquiera les hiciese l legar, siendo a la vez rasgo característico y
sistema editorial. Basta decir que la publicación desapareció cuando
estaba en pleno apogeo debido a que Roche apostó su supervivencia
en una partida de ajedrez con Picaba y la supervivencia de 391; no
hace falta especificar que ganó Picabia.
Irónicamente, fue la aparición de la primera revista intencionalmente
dadaísta (New York Dada, en abri l de 1921) lo que marcó el f inal de la
efervescencia dada en Nueva York, pues el único número lanzado tuvo
escasa repercusión y coincidió con la marcha del núcleo dadaísta a
París, sede de la última encarnación dadaísta.
6
París
Aunque Dada no l lega a París artista 1920, los círculos l iterarios y
artísticos parisinos habían seguido con atención al movimiento, ya
fuere a través de las revistas o de comunicación directa con el propio
Tzara. Resentidos por las restricciones propias de la guerra, la
comunidad artística parisina se sintió muy atraída por el espíritu
revolucionario y el aire nihil ista del Dada. De hecho, escritores como
Louis Aragon, Breton y Ribemont-Dessaignes ya habían contribuido
ocasionalmente con las publicaciones de Tzara desde 1919 y le
esperaban con los brazos abiertos.
Hacia 1920 los principales instigadores del movimiento se encontraron
en París para lo que había de ser el f inal de las actividades dadaístas
en grupo. Arp y Tzara l legaron de Zúrich, Man Ray y Picabia de Nueva
York y Max Ernst hizo lo propio desde Colonia. Fueron recibidos con
gran entusiasmo por un grupo de escritores asociados con la gaceta
l iteraria de Breton y Aragon;
Litt e rature .
En ese momento de máxima actividad, Tzara publica dos números más
de su revista. El primero (el sexto en conjunto) de febrero de 1920,
más conocido como Bulletin Dada, aparece en gran formato y contiene
el programa de eventos dadaístas, además de una serie de chocantes
poemas y declaraciones – todo ello en el esti lo fragmentaria y
discordante que Tzara ya había ensayado en Zúrich.
El séptimo número, Dadaphone, supone una buena muestra del
protagonismo del movimiento Dada: Breton, Duchamp, Eluard, Picabia,
Man Ray, etc. contribuyen en este volumen repleto de escritos y otras
manifestaciones artísticas así como, más significativamente, un sinfín
de anuncios de otras publicaciones y grandes actos y acciones
públicas del movimiento dadaísta.
La crónica de lo que siguió la encontramos en 391, pues tras publicar
Le Cannibale durante un par de meses (gaceta que ejemplif ica el
momento de máxima implicación en el dadaísmo por parte del autor)
los números de 391 que van entre 1922 y 1924 muestran tormenta en
el grupo dadaísta y sugieren un cambio en la lealtad de Picabia en
detrimento de Tzara y favor de Breton. En su decimosexto número,
queda claro que Picabia se centra en las actividades del grupo de
7
nueva planta de Breton, y ya en el número 19 firma como “Francis
Picabia, Director de Escena para el Surrealismo de André Breton ."[11]
La evidente disensión palpable en los números finales de 391 i lustran
el enfriamiento del grupo de Litt e rature para con Tzara y su
programa. A pesar del encanto inicial, hacia 1922 Breton comienza a
tener problemas con la dirección del rumano. Su postura nihil ista y
anti artística, hi larante al principio, se volvió motivo de aburrimiento
y cansancio para los miembros del grupo que buscaban una respuesta
con más significado y más productiva a su descontento. Al afianzarse
en su propio ideario y programa, Breton choca frontalmente con
Tzara. Incapaz de acomodar Dada a su propio esquema, no tardó
mucho Breton y su grupo en denuncia el Dada y rompe con Tzara.
En Litt e rature , Breton escribe:
Déjalo todo. Deja Dada.
Deja a tu mujer, a tu amante. Deja tus esperanzas y
miedos.
Cose tu prole a la esquina de un bosque.
Deja la sustancia para la sombra…
Inicia tu camino.[12]
Tras esta ruptura comienzan las andaduras del movimiento
surrealista, con muchos puntos en común con su predecesor pero
carente de la visceral y virulenta frescura del Dadaísmo.
8
Notas sobre el Autor
La biografía de Tristan Tzara está soldada al devenir del movimiento
Dada. Probablemente el lector encuentre más indicios sobre el autor,
su personalidad y todo lo que acarrea en sus múltiples y variados
textos y acciones que en cualquier reseña biográfica.
Tristan Tzara nace Samuel Rosenstock el 16 de abri l de 1896 en
Moinesti, provincia de Bacău, (Rumanía) en el seno de una familia de
judíos rumanos.
En 1925 se casa en Estocolmo con la pintora sueca Greta Knutson, con
quien tuvo un hijo, Christopher, en 1927. La pareja se divorció
durante la Segunda Guerra Mundial, probablemente en 1942.
A finales de 1929, cansado de nihil ismo y destrucción, se unió a las
f i las del Surrealismo, intentando por todos los medios l igar el
movimiento a las tendencias marxistas. Entró a formar parte del
Partido Comunista Francés en 1937 y fue pieza activa de la Resistance
francesa. Abandonó el Partido en 1956 como protesta contra la
represión ejercida por la URRSS sobre el pueblo húngaro.
Este compromiso polít ico le acercó al concepto de “humanidad” o
“relación con el prójimo” sobre el que tanto había escupido en nombre
del Dada, y gradualmente evolucionó hacia la poética l ír ica. Sus
poemas revelan la angustia de su alma, atrapada entre la revolución y
la fascinación de la tragedia cuotidiana. Sus obras tardías comienzan
con L'Homme approximatif (El Hombre Aproximado) (1931), y siguen
con Parler seul (Hablando Solo) (1950), y La Face intérieure (La Cara
Interior) (1953). En ellas, las palabras desperdigadas del Dada son
sustituidas con un lenguaje dif íci l pero al f in y al cabo humano.
Rosenstock, Tzara, muere en París el día de Navidad de 1963.
Todavía hoy, su tumba en el cementerio de Montparnasse es visitada
por turistas, curiosos y desprevenidos herederos del aclamado,
denostado, pero nunca fuente de indiferencia; DaDa.
9
Ideas Principales
El Manifiesto plantea, ya con su mera forma y existencia, una serie de
ideas que transcienden el campo de la mera ejecución artística.
1. Dada no significa nada
“Si alguien lo considera inúti l , s i alguien no quiere perder el
t iempo por una palabra que no signif ica nada… se puede
quitar de la cabeza este balbuceo insistente, esta mortaja
que ya nunca podrá dejar. […] ven en todo el lo un arte para
niños, el retorno a un primit ivismo seco y estrepitoso. […] La
obra de arte no debe ser la bel leza en sí misma porque la
bel leza ha muerto; ni alegre ni tr iste, ni c lara ni oscura, ni
nada en definit iva […] La obra de arte ni t iene ni puede tener
amo, ni dueño, ni autor, ni usuario ni observador porque
como tal no existe”
Al abordar el tema de la nominación “Dada” Tzara despliega el tablero sobre el que
juega el movimiento dadaísta. No merece la pena medir Dada en función de los
parámetros clásicos; ni siquiera los lingüísticos. El movimiento Dada es, como la
palabra en sí, algo teóricamente exento de sentido pero que a su vez – y
precisamente por ello – es en sí su propio sentido.
2. El arte polít ico
“El nuevo art ista protesta, ya no pinta.”
En esta frase lapidaria se resume la postura de Dada cuento a implicación
política se refiere. Si partimos de la base de que los límites entre arte y vida se
esfuman, y hay que tener en cuenta que la política latía con fuerza en la vida de
los artistas de principios de siglo, podremos entender mejor esta inapelable
unificación de arte y protesta.
En el texto, Tzara arremete especialmente contra el arte del poder o la “cultura
que no para de engordar al testaferro burgués”, así como de la crítica
académica; que echa al mismo saco de ostracismo mental y podredumbre del
espíritu.
3. La espontaneidad dadaísta
“La l ibertad y el deseo son los únicos motivos que merecen
seguir comiendo.”
10
A lo largo de todo el Manifiesto, el lector es prácticamente “atacado” por brotes
de irrealidad o realidad extrema, por ráfagas de palabras duras, escandalosas,
inventadas o no que se lanzan a la cara de quien quiera que esté leyendo. Esta
nueva norma, consistente en romper todos los esquemas de comunicación, es
sintomática de lo que el dadaísmo considera óptimo: movimiento constante sin
importar constricciones o consecuencias. Así, el romper una frase en medio de
una argumentación para detenerse en la luz que emana el cartel de un
prostíbulo y a la vez romper la disertación con un giro lingüístico carente de
toda lógica respondería al uso de la “espontaneidad dadaísta” como
herramienta de perpetuo movimiento artístico.
Este tipo de escritura, o de manera de observar o comunicar queda patente
(aunque de forma más encorsetada que en los textos individuales) en los
“cadáveres exquisitos” que luego heredarían los surrealistas, con cuya escritura
automática, a su vez, también entronca el concepto de espontaneidad sin
límites como canal para sacar a la luz algo que “mereciera seguir comiendo”.
4. Asco dadaísta y Simplicidad activa
“Toda acción es vana si la comparamos con la escala de lo
eterno, s i dejamos que el pensamiento corra una aventura
cuyo resultado es inf initamente grotesco.”
Ante un planteamiento algo desolado del sentido de la vida (Dada parte de una
visión nihilista) que Tzara ejemplifica con todo lo abominable de la situación del
arte, del pensamiento, el adormecimiento de la humanidad, el sinsentido de
bregar en todas y ninguna de las direcciones posibles, etc. la solución que se
propone es la de aprovechar este lapso humano en el que nada importa y por lo
tanto todo vale para vivir en, por, para el arte y así realizarse en una grandeza
privada pero brillante.
5. Dada
“[…] LA VIDA”
Independientemente de la lupa con la que se mire, este manifiesto te hace
saber - eso sí, casi sin saber cómo – que todo es Dada y Dada lo es todo.
Cualquier idea, objeto, actitud vital, momento, materia, recuerdo, cualquier cosa
es Dada si se lanza a la vida con suficiente ímpetu y libertad.
11
12
Comentario
El Manifiesto supone una piedra mil iar en el amplísimo panorama de
textos y publicaciones dadaístas, pues en él se recoge el ideario (o la
carencia del mismo) del que parten y al que vuelven todas las
manifestaciones vitales y artísticas dadaístas, con etiqueta reconocida
o sin ella.
Es digno de mención el hecho de que una corriente de principio
de siglo siga siendo vigente, no desde el punto de vista de la
academia o de lo bien construido que esté su decálogo, sino por el
mero hecho de arañar la naturaleza del arte y todo el que viva en
contacto directo con él (o al menos una de las posibles naturalezas
del mismo, la del individuo en relación con su vida, la vida, la Vida y
todo matiz o acepción posible).
Es fácil reconocerse en ese nihil ismo hecho oportunidad; esa
actitud despreocupada pero altamente consciente, un tanto canalla,
subversiva pero con gusto , profundamente individualista pero a la vez
con afán de colectividad. Una cadena de opuestos que l ibran batalla
en todos los escenarios posibles, desde en el inconsciente que queda
bajo siete l laves hasta en las tendencias del mercado internacional.
Todo vale porque, realmente, todo vale .
Dada encarna el genio mercurial, que se cuela por las rendijas,
molesto, irritante; nunca va a estar all í donde lo busques pero te
guste o no siempre va a estar. Tan efímero como una palabra recién
pronunciada y tan duradero como saber que esa palabra existe. Dada.
13
Referencias y Bibliografía
[1] Ibid.
[2] Ibid.
[3] “Lectura sobre Dada”, T.Tzara. Pintores y Poetas del Dadaísmo: Antología (R.
Motherwell)
[4] “Dada at two Speeds”, M. Janco. Dadas on Art (L. R. Lippard)
[5] “Lorsque je fondis le cabaret Voltaire”, H. Ball Pintores y Poetas del
Dadaísmo: Antología (R. Motherwell)
[6] “En Avant Dada: Eine Geschichte des Dadaismus” Pintores y Poetas del
Dadaísmo: Antología (R. Motherwell)
[7] Ibid.
[8] Picabia (M. L. Borràs)
[9] Dada: Art and Antiart (H. Richter)
[10 291 era el nombre de la galería progresista de Steiglitz en Nueva York,
uno de los centros vanguardistas de los Estados Unidos de la época.
Publicado entre marzo de 1915 y febrero de 1916, los nueve números de 291
ganaron fama de presentar los trabajos más experimentales en el campo del
diseño y el arte, con artistas como Braque, Picasso, Marin o el propio
Picabia.
[11
]
Surrealists on Art (L.R. Lippard)
[12
]
“Lachey Tout”, A. Breton. Dada and Surrealism Reviewed (D. Ades)
Documents of Dada and Surrealism: Dada and Surrealist Journals in the
Mary Reynolds Collection Irene E. Hofman – Art Institute of Chicago
Historia Universal del Arte Vol.9 VVAA – Ed. Planeta
Historia Universal de la Literatur Vol.9 VVAA – Ed. Planeta
Dadá 1391 Web de la revista
(http://es.geocities.com/dada1391/ )
Wikipedia: Tri itan Tzara Artículo sobre el autor
(http://es.wikipedia.org/wiki/Tristan_Tzara )
14
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