Tragedia Melodica
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TRAGEDIA MELODICA
Esta obra está ambientada en la antigua Grecia, donde convivían mortales con seres mitológicos y divinos.
Personajes
Morfeo Eurices Anabet Artemisa Hades
El Dios del sueño Morfeo se dispuso a bajar del Olimpo para así regalar a los mortales el descanso.
Luego de terminar su labor fue hacia el hogar de las ninfas de los valles para que estas también pudieran disfrutar de un merecido descanso cuando al llegar una
maravillosa visión lo dejo impresionado, se encontró con una bella ninfa de cabellos brillantes y sedoso quien al percatarse de su presencia presurosa corrió
para esconderse entre unos arbustos.
Morfeo con una picara y cordial sonrisa le dijo:
Morfeo: ¡No temas!... no te hare daño; no traigo malas intenciones (le muestra su lira y se dirige hacia el tronco de un árbol que le sirve de asiento)
Morfeo: Bella criatura… ¡escucha! (empieza a tocar melodías especialmente a la ninfa)
Poco a poco la ninfa presa de su curiosidad sale de su escondite para así poder escuchar mejor. Luego de un tiempo Morfeo deja de tocar y mira a la ninfa quien apoyada en un árbol cercano había cerrado sus ojos apreciando complacida las
hermosas melodías.
Ninfa: (Sonriendo) ¡tocas bellamente! Hermosa es tu música.
Morfeo: No tanto como tu (sonríe)…permíteme una recompensa por este concierto que te he ofrecido…
Ninfa: ¿que podría ser?
Morfeo: ¡tu nombre!
Ninfa: (tímidamente) Eurices… mi nombre es Eurices…
Desde ese primer encuentro Morfeo se sintió muy atraído por la criatura y constantemente busco la forma de acercarse y poder saber más de ella para así poder agradarle…hasta que ambos empezaron a sentir un amor inmenso. Luego de poco tiempo Morfeo se decidió y le pidió que se uniera a él para que su amor fuera eterno y le pidió matrimonio; ella, muy feliz, acepto ser su esposa. Otras
criaturas celosas de la relación y de su infinito amor, en especial dos, las cuales no se inmutaron en sus actos para lograr la separación de los enamorados.
En el Olimpo la Diosa Artemisa tramaba un macabro plan contra Eurices. Pero no se percataba que estaba siendo escuchada por Anabet, una Ninfa de los Cielos.
Entra Anabet
Anabet: Todos estos años y todavía no le confiesas tus sentimientos a Morfeo. Ahora ya es tarde, se han unido… es poco lo que puedes hacer ya.
Artemisa: ¡Que disparates dices!... (Se vuelve sorprendida)… ¡no seas ridícula!!! Yo con sentimientos hacia Morfeo. (camina rápidamente hacia la salida)
Anabet: ¡Detente!... (La toma del brazo) yo puedo ayudarte… tú no eres la única resentida con esta unión.
Artemisa: (viendo que ha sido descubierta)…. Cuéntame que es lo que te tramas
Anabet cuenta a Artemisa los detalles de su plan
Artemisa: …entonces conseguirás la serpiente más venenosa del páramo…
Anabet: (Afirmando decididamente) Si... La más venenosa.
Y así fue… Anabet consiguió al reptil más venenoso y artemisa envió a un mensajero con una cesta llena de las flores más bellas y fragantes para celebrar a la pareja y dentro iba el animalejo, más le recomendó no decir palabra de quien le enviaba tal presente y que más bien lo dejara cerca del prado donde solía retozar
la pareja por las tardes y así lo hizo.
Morfeo y Eurices estaban en el prado cuando llego el mensajero a hurtadillas para depositar su encomienda, cosa que logro, sin ser percibido por la pareja.
Morfeo sintió un extraño escalofrió mas no pudo presagiar la desgracia que pronto ocurriría
Eurices se acercó a unos arbusto para recolectar unas bayas y al tomar el fruto sintió como dos agujas se enterraban en su mano creyendo que las espinas eran
las que le ocasionaban el dolor no alcanzo a percatarse del animal. Pero muy pronto un dolor intenso y agudo le provocó un gran grito de agonía.
Morfeo exaltado se dirigió lo más de prisa que pudo para socorrer a su amada, más cuando llego a ella ya está exhaló su último suspiro y muerta por el veneno
se desvaneció en sus brazos. Lleno de desesperación gritaba sin poder dar crédito a lo que en tan poco tiempo había ocurrido. Sabía que aún podría retenerla a su
lado, y estaba decidido a todo por lograrlo.
Se dirigió a las profundidades de la tierra, al reino de Hades, el inframundo, en donde vagan las almas de los muertos y los que están en el Limbo aun.
Morfeo llegó a la entrada del templo de Hades en donde se dirigió hacia el trono de éste.
Morfeo: (con voz melancólica) ¡tú que quitas la vida! ¡Devuélveme el alma de mi amada…. (Y con cada palabra se acompañaba de su lira en una penosa melodía)
Hades: Morfeo vienes en busca de mi auxilio y tus tristes melodías me han demostrado tu devoción por esta ninfa, su alma yace aun en el limbo.
Morfeo: heme aquí Hades… Dios del Inframundo… ruego que me ayudes en esta odisea.
Hades: Para su alma recuperar, primero debes muy atento escuchar…
“ni sus ojos ni sus cuerpos se han de tocar si la luz del final del camino quieren alcanzar”
Con esto tu prueba de confianza superaras
Morfeo: si es la única manera de recuperarla… lo hare! (con voz decidida)
Hades sale del tempo en busca del alma de Eurices. Al hallarla vuelve junto a Morfeo el cual espera impaciente retornar a su hogar.
Hades: He aquí a tu amada Morfeo, pero recuerda la condición pactada.
Morfeo sale del templo y empieza a caminar para salir del inframundo, Eurices lo sigue con pasos rápidos y decididos.
El camino se presentaba muy complicado, ya habían recorrido varios kilómetros desde el templo y estaban próximos a su destino. Pero Morfeo ve en lo alto del
cielo una luz centellante que le hacía recordar el paisaje del páramo en ilusiones muy reales, creyéndose ya en el prado ve frente a él una imagen primero difusa
que alarmantemente llamo su atención, al acercarse vio que la figuras eran de un hombre y mujer y que ya, claramente, tomaba la forma de Eurices besando a otro
hombre. Confundido y furioso se da vuelta; arrepintiéndose enseguida de su acción, ya que las visiones eran creadas por la ninfa Anabet la cual lo había seguido en cada momento y tal como Hades le había advertido el alma de su
amada se desvaneció ante sus ojos llenos de lágrimas y sufrimiento.
Morfeo termino de recorrer el camino hasta la superficie, atónito ante lo sucedido, vago por muchos senderos y prados hasta llegar al valle donde por primera vez
se habían encontrado, ahí, en su árbol se sentó y empezó a entonar tristes melodías que reflejaban el dolor de su alma.
Fin.