Trece Casos Misteriosos-Andresbello

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    JACQUELINE BALCELLSANA MARA GIRALDES

    TRECE CASOSMISTERIOSOS

    COMENTARIO DE

    CARLOS ITURRA

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    Querido lector:

    Estos cuentos son para que te transformes en detective. Silees con atencin y te fijas en los detalles, podrs encontrar la

    pista que te llevar a descubrir al culpable. Si no logras diluci-dar el enigma, aydate con un espejo: en pginas 113 - 125, las

    soluciones estn dadas, pero al revs.Tambin te invitamos a resolver los crucigramas de cada

    caso: muchas de sus definiciones las que estn con letra dife-rente tienen relacin directa con el cuento que les corresponde.

    Las soluciones de estos juegos aparecen, asimismo, en laspginas mencionadas.

    Te desafiamos a solucionar los trece misterios de este libro,

    con igual sagacidad que el inspector Soto, personaje presenteen algunos de estos cuentos. Y no olvides: la observacin es lacualidad indispensable para un buen detective.

    Las autoras

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    El caso de las libretas de notas . . . . . . . . . . . . . . . . 9El caso de las perlas grises . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17El caso del regalo de cumpleaos . . . . . . . . . . . . . 27El caso del atraco al Banco Muchosmiles . . . . . . . 33El caso del zafiro de doa Sara . . . . . . . . . . . . . . . 41El caso de las secretarias quejumbrosas . . . . . . . . 49El caso de la moto embarrada . . . . . . . . . . . . . . . . 57El caso del joyero angustiado. . . . . . . . . . . . . . . . . 65El caso del secuestro del arquero . . . . . . . . . . . . . 73El caso del ladrn con mscara . . . . . . . . . . . . . . . 81

    El caso del gato perdido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87El caso de la estatua Mujer Sentada Pensando. . . . . 9 7El caso de la pagoda de marfil . . . . . . . . . . . . . . . . 103

    Soluciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

    NDICE

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    El tercero medio A del colegio Buenaventuraera un curso bastante revoltoso. Ese viernes en-tregaban las notas del trimestre, y la seoritaLeonor dej el alto de libretas blancas en unaesquina de su escritorio. La totalidad de los

    veinticuatro alumnos fij sus ojos muy abiertos en ellas: el pano-rama que presagiaban esas libretas no era muy alentador.

    Tengo rojo en matemticas susurr la gorda Marcela.Y yo en qumica cuchiche Andrs, plido por encima

    de sus pecas.Adis, fiesta! suspir Catalina, soplando con desnimo

    su chasquilla.Silencio! interrumpi la seorita Leonor. Quiero

    decirles que en general el rendimiento del curso durante estetrimestre ha sido psimo, y las notas, muy malas Repartir las

    libretas durante la ltima hora de clases, y tendrn que traerlasfirmadas el lunes, sin falta.

    La profesora, luego de sentarse en su silla, llam a Mauricioal pizarrn. El muchacho, que tena fama de mateo, comenz aresolver una complicada ecuacin, y la clase sigui lenta y pesada.

    Media hora despus una campanilla anim levemente las son-risas en los rostros: todos guardaron sus libros y salieron a recreo.

    Cmo convencer a la profe para que no nos entregue

    las notas hasta el lunes? pregunt Marcela, sin nimo ni paracomer su emparedado de queso.

    EL CASO DE LAS LIBRETAS DE NOTAS

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    Sueas! le contest la lnguida Constanza.Es que el asunto es grave: nos quedaremos sin fiesta,

    Connie! No te das cuenta?Claro que me doy cuenta! Por qu crees que estoytan deprimida? El gesto de Constanza era de absoluto des-aliento. Se afirm en la vieja palmera, en una pose de actrizdramtica.

    En ese momento se acerc Mauricio.Al paso que van mis porras compaeras dijo, tendr

    que bailar solo en la fiesta si entregan hoy las libretasEl genio Mauricio! Nunca pierde la oportunidad de ha-

    blar de sus maravillosos sietes! coment Marcela, dndole laespalda.

    No sean tontas, nenas, si lo nico que quiero es que todosvayamos a la fiesta.

    Nosotros tambin queremos. Qu propone el genio?interrog Constanza, sin perder su desgano.

    Un ardid para evitar que nos entreguen las libretas res-pondi Mauricio, muy serio. No olviden que tengo que con-quistar a Catalina

    Marcela, al or esto, levant una mano y grit:Eh! Tercero A! Reunin: el genio tiene su plan!No seas tonta, Marcela, si usaras ms tu cabeza Mau-

    ricio llev un dedo a su propia sien y luego se alej con expresinhosca.

    Andrs y Catalina se acercaron a las dos amigas, que se ha-ban quedado mudas, contemplando a Mauricio.

    Con Catalina hemos estado pensando que hay que evi-tar, como sea, la entrega de esas notas.

    Otro genio que descubri la Amrica: todos sabemosque con esas notas hay que olvidarse de la fiesta! se eno-j Marcela. Pero hasta ahora nadie ha propuesto una solu-cin

    Connie golpe con rabia el tronco de la palmera, y luego,con un gesto asustado, mostr la yema de su pulgar herido poruna pequea astilla.

    Una que se fue a la enfermera coment Andrs.

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    Y otra que se va a la biblioteca: tengo que devolver unlibro. Catalina parti corriendo.

    Andrs y Marcela quedaron pensativos.Bueno, no me queda otra que resignarme a un sbado sinfiesta: estoy sentenciado dijo Andrs con tono sepulcral.

    Marcela qued sola.Resignacin? repiti para s. Ah, no, eso nunca! Y

    camin a grandes zancadas en direccin opuesta a la de su ami-go.

    Al poco rato la campanilla anunci el final del recreo y elcomienzo de la ltima hora de clases. Los alumnos entraron a susala en forma estrepitosa y cada uno tom asiento en su lugar. Enese momento, estall la voz de la profesora:

    QUIN SAC DE AQU LAS LIBRETAS DE NOTAS?Un silencio total fue la respuesta.La seorita Leonor insisti, en tono an ms agudo:Repito, por si no han entendido: quin sac de aqu las

    libretas?Los alumnos se miraron asombrados, pero ni una palabra

    sali de sus bocas.La profesora, entonces, se levant de su silla.Nios: esto no es broma. Es gravsimo. Por ltima vez: quin

    fue el gracioso o graciosa? Es mejor que se levante ahoraNi un suspiro se escuch. Marcela observaba a sus compae-

    ros en una inmovilidad total. Connie miraba a Marcela. Mauriciodisimulaba una sonrisa con Catalina. Andrs rayaba con insisten-cia la tapa de su cuaderno. Un aire de expectacin, mezclado

    con mal disimulada alegra, flotaba en el ambiente. La voz de laprofesora ahora amenazaba:

    Ustedes saben que este es motivo de expulsin, pero lesdar una ltima oportunidad: me ir de la clase slo por cincominutos y, si a mi regreso no estn las libretas sobre el escritorio,comunicar el hecho a la Direccin.

    Call unos segundos, y luego prosigui:Les doy una oportunidad para ser honestos. Si se presen-

    ta el culpable, el castigo no ser tan drstico. Si no sucede as,alguien arrastrar a todo el curso con l.

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    Y sali de la sala.En el primer momento nadie habl ni se movi. Estaban

    todos paralogizados. Hasta que de pronto una figura conoci-da por los lectores se incorpor de su banco y camin haciael closet de los tiles. Tom con ambas manos el alto de libretas,escondidas tras las cajas de tiza, y, ante el estupor de sus compa-eros, avanz hacia el escritorio de la seorita Leonor.

    Cumplido el plazo, cuando la profesora regres, las veinti-cuatro libretas blancas ya estaban en su lugar.

    La seorita Leonor las tom sin decir ni una palabra. Elcurso entero estaba pendiente de sus ms mnimos gestos. La

    oyeron suspirar, y vieron cmo trataba, al parecer, de borraruna manchita sobre la primera libreta. Su cara no reflejaba nin-guna emocin; pero a sus alumnos, que ya la conocan, no lescupo duda de que ella estaba decidiendo algo. En ese momentohabl:

    Bien, ahora falta que se presente el culpable.Como el silencio se prolongaba, la maestra camin entre los

    escritorios para observar con detencin a sus alumnos. Los nios,

    nerviosos, se mantenan inmviles. Catalina apenas si respiraba;Mauricio se morda el labio; Connie daba vueltas al anillo en sudedo; Andrs retorca el lbulo de su oreja, y Marcela haba ce-rrado los ojos en actitud de mrtir.

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    Cuando el recorrido hubo finalizado, la voz fue tajante:Quiero que sepan que ya me he enterado de quin es el

    responsable.Y dijo un nombre.La profesora no se equivocaba.Con gesto compungido, la persona aludida confes su

    culpa.

    Hbil lector: la seorita Leonor fue muy sagaz. Qu vioella en su paseo entre los alumnos que la llev a descubrir al

    culpable?

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    CRUCIGRAMA DE LAS LIBRETAS DE NOTAS

    Horizontales:1. Sustantivo que modifi-

    ca y que transa billetes.Hierba (inv.).

    2. Medio baile polinsico.Tercera letra. Pinta de labaraja

    3. Como el Buenaventura. Nom-bre de la profesora, sin r

    4. Este brbaro europeodel ao 400 tiene uncomienzo para volar ytermina negando.

    5. Evaluad su precio. Si esnegra habr lluvia. Cam-pen.

    6. Los guardaron antes desalir a recreo.

    7. Da para devolver las libre-

    tas firmadas. Exclamacin para toros (inv.).8. Vocales que parecen velas. Contrario al par. Lo ms alto en ingls.9. Molusco (inv.). Medio progenitor. Al sol se la debemos.

    10. Componente de la orina (inv.). Los del cuento se la perdieron.11. Nariz del barco (inv.). Besa sin vocales. Furia.12. El mateo del cuento. Madre a medias.13. Con C se cae. Desabrida y fome. Hgalo con los ojos.

    Verticales:

    1. Soplaba su chasquilla. Calcio.2. Devasta. Aqu estn las cinco vocales, pero en desorden.3. As eran las notas. Fallec (inv.).4. Nombre del colegio.5. Dios ingls. Socorro. Materia infecciosa.6. Naves Orbitales Fantsticas. Letra griega.7. Era lnguida. Plumfero dios egipcio.8. Vocales de tope. Tubo sin principio ni fin. Caza en el mar.9. Objetos robados.

    10. Dios del viento. El que lo es tiene un sobrino.

    11. Vestidura (inv.). Ventoso infinitivo prohibido en clases.12. Alfiler ingls. Quiera.13. Se da el dedo pulgar. Dos vocales idnticas.

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    La seora Fernndez cumpla cincuenta aos, yesa noche recibira a sus amigos ms ntimos acenar. De pie frente al espejo de medialuna secontempl otra vez. Representaba los cincuenta?Segn lvaro, su marido, nadie dira que sobrepa-

    saba la cuarentena, pero ella, a veces, dudaba de tales afirmaciones.Aunque la vida no le haba sido difcil, ni mucho menos, sus ojos yasin el brillo de la juventud, sus carnes un poco sueltas bajo la barbillay esas malditas manchas en las manos revelaban a la futura abuela.

    Suspir y termin de acomodar sus cabellos en un moo.El vestido dejaba ver un cuello desnudo, empolvado y blanco,listo para recibir el regalo de lvaro. Por supuesto que lo habaelegido ella misma, y haba sido la primera vez en su vida que unajoya le produca tal placer: sera que los aos le haban tradotambin un apego a las cosas materiales? O era un inconfesado

    deseo de impactar a su amiga Lul, que se jactaba siempre detener las joyas ms lindas de Santiago? Con una sonrisa derramgotas de perfume tras sus orejas.

    Adela: no ser un poco excesivo esperar a las doce de lanoche para entregarte el regalo delante de todos? oy la voz desu marido desde el bao.

    Es parte del regalo, querido; el collar, acompaado de lamirada de Lul, ser mi fiesta

    Curiosa amistad la tuya con Lul! murmur lvaro,frunciendo la nariz. Terminaba de afeitarse.

    EL CASO DE LAS PERLAS GRISES

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    A las diez de la noche la casa de los Fernndez resplande-ca de luces y flores. Los invitados comenzaron a llegar. Lul, laprimera, vestida de seda negra con collar y aros de mostacillasque realzaban la palidez de su piel. Lo nico de color en ellaeran sus largas uas rojas. Sergio, su marido, hombre barrigny entrado en aos, paseaba con aire distrado mirando los cua-dros colgados en las paredes.

    Sigues admirando a Pacheco Altamirano, Sergio? pre-gunt Vctor Astudillo, haciendo tintinear los hielos en su vasode whisky.

    T sabes, Vctor, que yo me entiendo ms con nmeros

    que con arte le contest Sergio, palmeteando el hombro delms bohemio de sus amigos.

    Deberamos asociarnos, Sergio brome Astudillo. Yopongo mi ojo de conocedor y t el capital: tengo un proyectoexcelente y este s que no me fallar!

    La duea de casa lanz una mirada disimulada a su marido:era el mismo Vctor de siempre, a la caza de un negocio que lepermitiera vivir y obtener dinero sin esfuerzo.

    Estoy en tiempo de vacas flacas, amigo. Sergio tenacierto aire de preocupacin. Por primera vez me he quedadosin dinero para invertir, y te lo digo en serio.

    Astudillo levant los hombros con desaliento, perohizo un gesto con su mano, como para quitar importanciaal asunto.

    Adela, entonces, ofreci:Ms whisky, Vctor?S, gracias. Y si quieres, agrgame un par de cubos de

    hielo.En ese momento llegaban los tres invitados restantes: el ma-

    trimonio Gmez, jovial y alegre, cantando a coro cumpleaos feliz,y Laura, la amiga soltera de Adela, que pasaba por una de suscrisis existenciales.

    Les anuncio que me voy a Europa: Santiago me ahogadeclar Laura con sequedad.

    Te ganaste la lotera, Laura? Invtame! brome Vctor,

    levantando su ceja derecha.Lotera? Ja! Esa siempre se la ganan los ricos, Vctor

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    contest ella con gesto escptico. Por suerte, existen los cr-ditos.

    Pero los crditos hay que pagarlos insisti Vctor.Ese es problema mo. Y no estoy de nimo hoy para dis-cutir asuntos materiales. Venga un champn, querida Adela!

    Adela miraba el reloj con impaciencia, y los invit al co-medor.

    Se sentaron en torno a una mesa ovalada, cubierta por unmantel de encajes: dos candelabros de plata hacan juego con loscubiertos.

    Los Gmez, l alto y de bigotes tiesos; ella bajita y de ante-ojos, no dejaban de hablar ni de contar sus problemas doms-ticos.

    Mi Martita suea con un anillo como los de Lul, peroyo le digo que primero est cambiar el auto y alfombrar la casadijo Gmez, moviendo sus bigotes al hablar.

    Martita, para apoyar a su marido, estir su mano desnuda, ydijo con mucha suavidad:

    Mientras tanto, me estoy dejando crecer las uas.Vctor hizo tintinear los cubos de hielo dentro del vaso:Muy interesante la conversacin, pero permtanme inte-

    rrumpirlos para excusarme por seguir cenando con whisky enlugar de vino: no me gusta mezclar!

    Antes la salud que la buena educacin brome con es-truendo Gmez.

    En ese momento Adela mir el reloj, por segunda vez en lanoche: eran casi las doce. Hizo una sea disimulada a su esposo.

    lvaro, entonces, alz sus manos, y pidi silencio:Adela, qu prefieres? La sorpresa antes o despus de la

    torta?Sorpresa? exclam Adela, fingiendo asombro, aunque

    inconscientemente toc su propio cuello. Por favor, ahora! Noquiero ni pensar en las velas que traer la torta. lvaro insisti enque no deba faltar ni una

    Ay, tantas velas, qu horror! se escuch musitar a Lul.

    lvaro dijo permiso, y se puso de pie. Demor unos se-gundos en sacar un estuche negro de su bolsillo, ante una au-

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    diencia expectante. Adela no contena su nerviosismo y mirabaa Lul de reojo.

    Cuando lvaro abri el estuche, catorce ojos estaban fijosen l.Oh! fue el murmullo general cuando apareci la joya:

    tres vueltas de perlas naturales grises y tornasoladas cubrieron enunos instantes el desnudo cuello de Adela.

    Querido! Cmo pudiste? Gracias! dijo Adela, po-nindose de pie para besar a su marido y observar a hurtadillas laexpresin de su amiga.

    Vaya, este s que es un marido esplndido! Una sola deesas perlas pagara mi viaje a Europa de ida y vuelta comentLaura, amargada.

    Algrate, mujer, algrate! No siempre una amiga cumplecincuenta aos observ Lul.

    La torta! La torta! pidi en ese momento la seoraGmez, con tono infantil.

    No te apures tanto, Martita!, antes brindemos por esasperlas: haca tiempo que no vea algo tan bello y autntico in-terrumpi Vctor levantando su vaso de whisky.

    Tienes una fortuna en tu cuello, querida Adela comen-t Sergio. Supongo que lo habrs asegurado, lvaro.

    An no contest el aludido.

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    Los Gmez, mientras tanto, observaban en silencio y abs-trados la triple hilera de perlas grises y nacaradas.

    En ese momento entr un enguantado mozo con una enor-me torta entre sus manos.

    Apaguen la luz orden lvaro.Martita Gmez se levant y se acerc al interruptor. Bast

    un movimiento para que el comedor quedara solamente ilumi-nado por la luz de las cincuenta velitas.

    Adela se puso de pie y se acerc a la torta. Los otros larodearon. Sopl, y cuando apagaba las ltimas cinco peque-as llamas, todos gritaron, y Adela se sinti abrazada por sus

    amigos.Entre besos y felicitaciones pasaron algunos segundos hasta

    que alguien nuevamente dio la luz. En ese momento se oy elgrito:

    Mi collar!

    Los invitados estaban ahora sentados en el living. Adela, enun silln, miraba, plida y nerviosa, a su esposo que se paseaba a

    lo largo del saln.Si es una broma, ya dura demasiado dijo lvaro con vozseca. Ese collar me ha costado varios miles de dlares y debeaparecer ahora.

    No sentiste nada en el cuello? inquiri la seora G-mez, con una mirada asustada tras sus gruesos anteojos.

    Bueno, todos me abrazaron. Solamente que, no, nos Estoy tan confundida! gimi Adela.

    Tienes que pensar bien, Adela habl lvaro, esto noes broma.

    Alguientiene el collar, y de eso no tengo la menor duda.Por qu no comienzas por interrogar al mozo? pre-

    gunt Lul, molesta.Eliseo est fuera de cuestin replic seguro y an ms

    serio el dueo de casa. Est con nosotros hace veinte aos, ypongo mis manos al fuego por l. Adems, en ese momento, sehaba retirado.

    Manos al fuego, dijiste? salt Adela con la voz aguza-da. Eso era!

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    De qu hablas? pregunt la voz tensa de Sergio, a sulado.

    Manos! Pero muy heladas! Eso fue lo que sent enel cuello! Unos dedos muy, muy helados, y luego el pequeotirn!

    Mir trmula a su esposo.lvaro observ a sus invitados uno por uno, y se decidi:Amigos mos: tendr que llamar a la polica, porque entre

    ustedes est el ladrn.Lo que sigui, mientras el dueo de casa se diriga al tel-

    fono, no es difcil de adivinar: voces airadas, un intento de des-

    mayo de Laura y sollozos de Lul. Los Gmez, muy juntos, seabrazaban. Laura, recostada en el silln, miraba con terquedadun punto fijo del cuadro de Pacheco Altamirano. Lul, con ojosausentes, jugueteaba con sus cadenas de oro. Vctor sostena fir-me el vaso de whisky con hielo que no haba abandonado en todala noche. Sergio, por su parte, sentado junto a la duea de casa,mova nervioso el pie, fruncido el ceo.

    Pronto se oyeron las campanillas del timbre: la polica.

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    Cuando el inspector Soto irrumpi en el living, el dedo delvaro apunt a uno de sus invitados:

    Creo, seor inspector, que esa es la persona culpable.Y sucedi que no se equivocaba. Las pesquisas del inspector,

    famoso por su eficiencia y tambin por sus grandes orejas,corroboraron su afirmacin.

    Y bien, lector, podras deducir t al igual que lvaroquin es el ladrn y qu lo delat?

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    CRUCIGRAMA DE LAS PERLAS GRISES

    Horizontales:

    1. Medio gato. Suea conun anillo(inv.)

    2. Eran tornasoladas. Enla Biblia, nuera fiel

    3. De esta manera. Horapara una sorpresa. Nacecon la aurora

    4. Terceras alfabticas.Nombre femeninopara sonata.

    5. Silenciosa forma verbalpor la que se camina(inv.). Un ratn le saca l la espina de su ado-lorida pata.

    6. Prometis (inv.). Sud

    Amrica.7. Cesio. Un temido Huno.8. Organizacin de Elefantes Latinoamericanos. Pinocho hizo famo-

    sa la suya.9. Adverbio positivo. Festiva comilona.

    10. Nia juda que escribi un diario de vida. Cobre. De carnes sueltas.11. Intent desmayarse. Vocales distintas. Tres consonantes vibradoras.12. No los cometas ni en el crucigrama ni en la vida. Color bebestible quitasueo.

    13. Para el whisky de Vctor. Bello griego.

    Verticales:

    1. Apellido de pintor admirado por Sergio. Quiere decir est (inv,).2. Letra demostrativa. Sbditos del Ayatolah.3. Colores para este cuento. Le falt la ola para coronar una santa cabeza.4. Contraccin metlica. Instrumentos musicales que llenan billeteras

    italianas. Funcin o papel.5. Cumpla cincuenta aos. Frustrado volador.6. Devastaran.

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    7. ltimo trago amargo para Scrates. Constelacin peluda.8. Amiga de Pedro de Valdivia. Arduo trabajo sera tejerle una bufanda.9. Teodosio Oteza. Nota musical (inv.). Ato. Repetido, seria duro fruto

    tropical.10. Para pescadores o deportistas. Condimento para el arroz a la va-

    lenciana.11. Se prueban en la adversidad. Con a final, esta palabra habra

    sido muy tozuda.12. Posesivo nombre de actriz norteamericana. Ninguno. Vacuno.

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    Emilia abri los ojos muy temprano esa maa-na, y su primer pensamiento fue: hoy cumplodoce aos!

    En la casa todos dorman. Emilia tosi va-rias veces para ver si su hermana se despertaba;

    pero sta, con un almohadn sobre la cabeza, murmur unaspalabras ininteligibles, y sigui durmiendo.

    Luego de media hora que le parecieron cinco, escuch unruido en el dormitorio de sus paps. Se levant presurosa, y sedirigi a la sala de bao. Carraspe al pasar frente a la puerta deldormitorio de sus padres, ahora con mejor resultado:

    Emilia! llam la mam.Sii? contest sta, tratando de parecer casual.Emilia, ven, entra escuch ahora la voz del pap.No se hizo esperar, y abri de inmediato la puerta: en la

    amplia cama matrimonial la esperaban su pap, con ese mechn

    que caa sobre su frente todas las maanas, y su madre, envueltaen su bata de levantarse floreada.Los ojos de Emilia buscaron con disimulo un paquete que,

    luego de besos y grandes abrazos, apareci entre las sbanas.Lo desenvolvi con dedos giles, tratando de no romper

    el lindo papel de seda. Ante sus ojos qued una cajita ovalada.Alz la tapa, y all apareci, entre algodones, ese collar de pepitasazules que tanto haba admirado cada vez que pasaba frente a lajoyera que quedaba cerca del dentista.

    El collar! grit, exaltada, abrazando a su madre una yotra vez.

    EL CASO DEL REGALO DE CUMPLEAOS(Idea original de Elvira Balcells, 15 aos)

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    Y a m no me toca nada? ri el pap.Es que mi mam saba; pero, s, papito, gracias!Y yo no s tambin, acaso, de tus gustos? El pap levan-

    t la almohada y apareci un enorme mazapn con chocolate ynueces.

    Emilia estaba eufrica. Y esta vez, sin miramientos, corri asu dormitorio y ech hacia atrs la sbana que cubra el rostro desu hermana.

    Carola, mira! Mira lo que me regalaron!Carola abri un ojo y refunfu. Hasta que un ruido de cam-

    panitas la hizo abrir el otro ojo. Entonces dio un salto en la cama.

    Emilia! El collar! Pntelo!Emilia lo hizo pasar por sobre su cabeza y salt tres veces en

    el mismo lugar, como nia chica que an era:Mira, qu lindo sonido tiene cuando una se mueve! Es

    el primer collar de verdad de mi vida! dijo, encantada con eseruido cristalino que producan las cuentas al entrechocar. Loque van a decir mis amigas!

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    Las amigas de Emilia llegaron todas juntas a las cinco dela tarde: Claudia, Nena, Carla, Nicky, Tere y Fran. De inmediatocorrieron al dormitorio de su amiga para admirar los regalos.

    Ohhhhhhhh! exclamaron Claudia y Tere.Qu salvaje! comentaron Claudia y Nicky.Nena, Tere y Fran se acercaron a tocarlo.No te lo vas a poner? pregunt Fran.Ya me lo prob en la maana. Pero ahora los regalos esta-

    rn en exhibicin respondi la festejada con una sonrisaLas amigas examinaron la polera de hilo regalo de la

    abuelita; el mazapn, an intacto; el dibujo de un gato con

    lazo a lunares, obra de su hermana, y obligaron a Emilia a abrirde inmediato los obsequios que ellas haban trado

    Despus de algunos minutos llenos de exclamaciones y risasen los que todas se probaron todo y dejaron la cama hecha undesastre, pasaron al comedor. All una enorme torta de meren-gue con doce velitas se vea muy tentadora, rodeada de bebidasy confites.

    Luego de comer y beber hasta que la mesa qued casi vaca,

    Emilia, muy consciente de su papel de anfitriona, propuso saliral jardn.Juguemos a la pelota? anim Fran.No. Ya les tengo un juego organizado: el saltinotemojesY qu es eso? pregunt Claudia.Saltar baldes llenos de agua explic Emilia, entusias-

    ta.Saltar baldes? Y si nos mojamos? aleg Nicky, miran-

    do de reojo sus impecables y nuevos zapatos blancosEso es lo entretenido! exclam Nena, dando un gil

    trote con sus zapatillas deportivas.Me carga saltar! coment Carla.Me ofrezco para ser la primera! grit Tere.Emilia dispuso cuatro baldes en fila y los llen de agua con

    la manguera.Listo! Toma vuelo, Tere!Tere retrocedi varios pasos y, con expresin de saltadora

    de vallas, parti corriendo y, de una sola vez, pas por encima delos baldes, aterrizando sentada, pero seca.

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    Se oy una ovacin.Todas se animaron. Las amigas, en alegre gritero, inicia-

    ron la competencia con difciles piruetas. Carla aplauda senta-da en una grada de la terraza, turnndose con Emilia para llevarlos cmputos.

    Va ganando Tere: tres saltos y ni una mojada.Esprense a ver esto! grit Nicky.Y a los pocos segundos se oy un estruendo seguido de un

    chapuzn. Una Nicky empapada y mirando sus zapatos con ojosde angustia se levant del suelo entre baldes volcados. Su rodilladerecha estaba magullada y ella a punto de llorar.

    Descansa un rato dijo Nena, levantando los baldes y lle-nndolos nuevamente con agua.

    Nicky pas, junto a Emilia y Carla, a formar parte del gru-po de las sentadas. Las otras, una a una, siguieron por largorato entre saltos acrobticos y gritos estruendosos. Hasta Ca-rola, con su aire de hermana mayor, se haba unido al juego y,pese a sus estrechos jeans, logr varios puntos al saltar comouna rana.

    La tarde lleg a su fin. Y las niitas, ya cansadas, entraron enel living a escuchar msica. Poco a poco el timbre fue sonando ylas invitadas se retiraron cada una con una barra de chocolate enla mano, regalo de la mam de Emilia.

    Eran las ocho de la noche. La festejada, con un boste-zo, se dirigi a su dormitorio a guardar los regalos. Mir eldesorden de su cama; hurg entre los pliegues de la colchay rescat sus obsequios. Algo llam su atencin. Removi en-tre los papeles de regalo, mir debajo de la cama, levant laalmohada y la colcha, hasta que se convenci: su collar habadesaparecido.

    Ante los gritos de la nia lleg toda la familia, el perro in-cluido. Se unieron a la bsqueda el pap, la mam y Carola. Nohubo caso: el collar no estaba en la casa.

    Lector: podras t ayudar a Emilia? Se te ocurre cul de

    sus amigas podra haber sacado el collar? Y si es as, cmo tediste cuenta?

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    Emilia no pudo descubrirlo, pero lo supo al da siguienteporque la culpable, muy avergonzada, regres con l.

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    CRUCIGRAMA DEL REGALO DE CUMPLEAOS

    Horizontales:

    1. Usaba zapatillas deporti-vas. Nmero de aos para

    Emilia.Textual.2. Conducto sanguneo

    (inv.). Ro italiano. Aveparecida el pato.

    3. Cuando bulle el agua,

    ella silba. Alimento debibliotecas.4. Es en los Estados Uni-

    dos. Cumpleaera. Letragriega.

    5. Carrera acutica. Notamusical.

    6. Recurrid. Atrapan peces, pelotas y mariposas.7. Para decir lo que debas, no los tengas en la lengua. La primera que salt los

    baldes.8. En el cuento, con lazo a lunares. Triunfador. Quieras (inv.).9. Tiene cinco misterios. Escuchad.

    10. Espantamoscas vacuno (inv.). Medio roto. Oasis del nufrago.11. Escozor. Laura Rojas.12. Motivo de la fiesta. Plata.

    Verticales:

    1. Natas pequeas. Onomatopeya para patos (inv.).2. Consonantes para nene.3. Inglesa red que sostiene al revs. Arreglo un desperfecto.4. Saludo para el Csar. Gnero aterciopelado y acanalado (inv.).5. Emilia tuvo muchos. Contraccin.6. Querido nombre del poeta Nervo. Interjeccin apurete para animales.7. Principio de pticos. Pronombre (inv.). Quieres con locura (inv.).8. Era de pepitas azules. Afirmacin. Seor campesino (inv.).9. Instituto infantil. Regla y consonante (inv.). Conjuncin inglesa (inv.).

    10. Estaban llenos de agua.11. Para monjas es este ttulo. Del aire (plural).

    12. Sangre de los dioses griegos. Si cae en buena tierra, dar buen fruto.13. En este libro hay trece.En ella se sent Carla (inv.)

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    Seis de la tarde. Juan Rodrguez, el crespo caje-ro con chaqueta a cuadros del Banco Muchos-miles, terminaba de hacer el arqueo y anotabaunas cifras en su libro de registro diario. Sucompaero, Vctor Ponce, de espesas cejas y

    barba negra que ms lo asemejaban a un artista bohemio quea un empleado de banco, lanzaba ruidosos bostezos luego de

    esa maana agitada: era el ltimo da del mes para pagar impues-tos fiscales, y como siempre los clientes haban llegado a ltimahora.

    Se abri la puerta de la oficina de la gerencia; la seorita Pus-sy, secretaria de don Pedro Retamales, sali a pasitos cortos, empi-nada sobre sus cinco centmetros de tacos y alisando su ceida fal-da negra, que no contribua en nada a facilitar sus movimientos.

    Juan Rodrguez ni siquiera levant la mirada. Ponce, encambio, ajust su chaqueta y pregunt en tono meloso:

    No sobrara un cafecito, por ah, para un pobre cajeroexhausto?Ay, chiquillos: no pidan caf a esta hora! Estoy lista

    para irme!Y el jefe? levant la voz Rodrguez para preguntar.Termina de hablar por telfono, y tambin parteEn esos instantes, Retamales, el gerente, sali de su oficina

    y con voz cortante orden:Seorita Pussy, avise al guardia que ya nos vamos. Ponce y

    Rodrguez: estn listos?Ponce asinti con un gesto.

    EL CASO DEL ATRACO AL BANCOMUCHOSMILES

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    S dijo Rodrguez.La seorita Pussy, con el abrigo sobre sus hombros, camin

    con aire inseguro hacia el guardia que apareca tras una colum-na.

    Nos vamos, Santelices! musit con su voz de gato alalto y fornido guardia que infl un poco ms su pecho.

    Los cajeros se dirigieron al gerente.Seor Retamales, estamos listos para ir a la bveda dijo

    Ponce con tono respetuoso.Rodrguez, ya con una caja entre sus manos, donde se ali-

    neaban clasificados y amarrados con elsticos los distintos bille-

    tes, explic a su jefe:Son dieciocho millones y fraccin.Bien. Llvenlos ahora mismo dijo el seor Retamales,

    mirando la hora, apurado por irse.Cuando los dos cajeros se aprestaban a obedecer, la puerta

    vidriada del banco dej ver en la calle una camioneta gris que seestacionaba al frente.

    Viene el camin blindado, seor! dijo con gesto de

    sorpresa el guardin.No puede ser! Hoy no corresponde! El gerente frun-ci el ceo.

    Pero ya tres hombres vestidos de guardias se acercaban a lapuerta de entrada.

    Santelices pregunt:Abro?Aguntese un poco dijo el gerente.Los hombres, afuera, esperaban.Seorita Pussy: llame por telfono a la central, y verifique

    si ellos enviaron el camin blindado a recoger el dinero orde-n el jefe a su secretaria.

    Ella, nerviosa, dej caer el abrigo de sus hombros y tom elauricular ms cercano. Pero no alcanz a discar: un estampidohizo aicos el vidrio de la enorme mampara central, y tres hom-bres irrumpieron, pistolas en mano.

    El guardia, rpido, desenfund su arma. Pero antes de que

    pudiera apretar el gatillo, un chorro de lquido helado lo para-liz. En medio de una angustiosa respiracin que lo haca toser,

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    Santelices se sinti sujeto de brazos y piernas, y con la presin deuna enorme tela adhesiva en la boca. Cay de bruces al suelo.

    Todo esto transcurri en menos de un minuto; cuandoSantelices pudo mirar a su alrededor, vio a la seorita Pussy tie-sa en una silla, maniatada y con mordaza, mientras sus enormesojos maquillados clamaban por socorro. El gerente y los doscajeros, boca abajo sobre el suelo, tambin con los pies atados ylas manos presas a sus espaldas, miraban a los tres hombres deuniformes azules que huan con las cajas de billetes y suban ala camioneta.

    Todos ellos vieron cmo el vehculo se alejaba, raudo, con

    un chirrido de neumticos.

    No haba pasado una hora, y ya el inspector Soto interro-gaba a los empleados del Banco Muchosmiles. Estos, sentadosfrente a l y an temblorosos, se esforzaban por recordar cadadetalle del atraco.

    Sucedi todo como en las pelculas, inspector gimotePussy, mientras se abanicaba con un talonario de depsitos:

    primero fue la explosin en los vidrios, luego el pobre Santelicesparalizado, y yo tratada a empujones y sin ningn miramien-to

    Usted habla de vidrios quebrados, seorita, y no oy elruido de las alarmas?

    Los cinco empleados se miraron con desconcierto. En ver-dad, nadie haba escuchado los timbres de alarma.

    El inspector anot algo en su libreta, y volvi a levantar lacabeza, an en espera de respuesta.

    Santelices, el guardia, dijo inseguro:Las revisiones al sistema de alarma son diarias. Yo lo revis

    a las tres de la tarde. Y nadie extrao al banco conoce su funcio-namiento.

    Entonces, es evidente que alguien del banco desconectel sistema. La voz autoritaria del seor Retamales tena un tonode incredulidad.

    Exactamente, seor, y no hay que ser demasiado perspi-

    caz para darse cuenta de ello. Soto los mir, inquisitivo, y aa-di: Solamente ustedes cinco estuvieron aqu en la tarde?

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    S, hoy s respondi la hablantina seorita Pussy, tra-tando de acomodar su melena ondulada.

    Bien, bien. Soto acarici el lbulo de su oreja. Nece-sito, con detalles, la versin de cada uno de ustedes del atraco.

    Ya se la di! advirti la secretaria, algo asustada.Cont slo el principio: siga adelante dijo el inspector,

    tranquilizndola con una sonrisa.Bueno, a ver si no me falla la memoria Luego que uno

    paraliz al pobre Santelices con ese aerosol horroroso y no seimaginan cmo tosa! el otro nos encaonaba, mientras queun tercero nos amarr uno a uno, de pies y manos. A m me de-

    jaron en esta misma silla, con una tela en la boca, y, a los dems,incluyendo a mi jefe, los lanzaron al suelo de un solo empujnY se mandaron cambiar con el dinero!

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    Alguien quiere agregar algo a lo dicho por la seorita?interrog Soto.

    Yo difcilmente podra aportar mucho, ya que ese mal-dito gas me dej fuera de combate y con la mente confusa: slotrataba de recuperar mi respiracin expres el guardia, conaire cabizbajo. Ese condenado aerosol fue ms rpido que mipistola!

    Recuerdo que uno de ellos era muy alto, moreno y conenormes ojos oscuros! Podra decirse que tena aire orientaladvirti el gerente.

    Ay! Qu horror! No vayan a ser terroristas Se imagi-nan que me hubieran raptado? gimi Pussy.

    Los tres eran morenos y de cuerpos ms bien fornidossigui Ponce. Y si mal no recuerdo, uno tena un lunar entrelos ojos, sobre la nariz.

    Y usted, qu me puede decir? El inspector mir a Ro-drguez.

    Corroboro lo que dicen mis compaeros, y creo que pue-do agregar algo: estoy casi seguro de que la patente era EE, o sea,de la comuna de La Reina. Tambin le los nmeros, pero con elnerviosismo no pude retenerlos.

    El inspector se vea pensativo.A ver, hagamos una reconstruccin de escena dijo, lue-

    go de unos instantes.Abri su libreta en una pgina en blanco, y se prepar a

    dibujar.Los empleados se pusieron de pie, salvo la seorita Pussy,

    que continu en su asiento. Los cuatro hombres tomaron la mis-ma posicin en que los haban dejado los asaltantes: el seor ge-rente y los dos cajeros, tumbados en el suelo como sapos, mien-tras Santelices, tambin contra el piso, tosa en forma estrepitosapara hacer ms veraz la escena.

    El lpiz del inspector trabaj a toda velocidad. Una vez ter-minado el boceto se qued contemplndolo unos minutos.

    Ustedes dicen que la camioneta estaba estacionada frentea la puerta, no? puntualiz.

    Exactamente respondi Ponce.

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    As? Y Soto levant su dibujo para que todos lo vie-ran.

    As! Ay, qu bien dibuja, inspector, me hizo igualita!se admir Pussy.

    O sea, en el dibujo no hay ningn error insisti el ins-pector.

    Yo dira que est perfecto respondi Rodrguez.Malo, malo, malo... musit Soto, y sigui mirando el

    dibujo.Los cajeros se miraron entre ellos y la muchacha suspir

    muy fuerte. El gerente se morda las uas. Hasta que, de pronto,

    los ojos de Soto se iluminaron y sus orejas parecieron crecer.Por este dibujo, que todos han aprobado como fiel a la

    realidad, debo decirles que uno de ustedes minti. Eso delata aalguien que quiere entorpecer mi labor. Y ese alguienes usted.

    Su dedo casi toc la nariz de la persona aludida.El personaje acusado se defendi y neg su culpabilidad.

    Pero luego de un largo interrogatorio, que dur todo el da si-guiente, la verdad sali a relucir.

    Soto, otra vez, tena razn. Y quien haba desconectado elsistema de alarma para facilitar el trabajo de los ladrones terminconfesando su accin.

    Lector: qu hay en el dibujo de Soto que lleva a la eviden-cia de que uno de los empleados minti?

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    CRUCIGRAMA DEL BANCO MUCHOSMILES

    Horizontales:

    1. Regin de famosomago. Nmeros de cajeros.

    2. Nombre del Banco.3. Pueblo indgena pre-

    cordillerano. Muerepor la boca.

    4. Si es largo, prometescarta (inv.). Cierto yde sangre azul.

    5. Haban llegado a ultimahora(sing.). En la fbulase infl hasta reventar.

    6. Apura. Cartas geogrficas (inv.).7. Tse Tung. Empleis (inv.). Interjeccin telefnica.8. Atrvete, hibernadora mamfera. Media amiga de Tobi. Orejudo

    inspector.

    9. Color de uniformes de asaltantes. Terminacin verbal.10. Mar ingls (inv.). rsula Yez. Alcohol para tortillas en llamas.11. Batracios mirones.

    Verticales:

    1. Abuela alemana.2. Zoila Uribe. Las cinco vocales revueltas.

    3. Como Rodrguez y Ponce.4. Nombre chino. Vocales cuadrillizas.5. No lo dices. Antes de ser pescado (inv.).6. Seoras para Adanes (inv.). Ingenuo.7. Mister. Barbudo escritor chileno para nios, autor de Antai.8. Periodicidad de revisin al sistema de alarmas.9. Artculo neutro (inv.). Secretaria del gerente.

    10. Deja a un lado.11. Apellido del gerente(inv.).

    12. Plumfero remedn.

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    rase una vez una vieja muy sola. Tena pornica alegra vivir de sus recuerdos. Todas lasnoches, antes de acostarse, abra la antiguaarca de madera tallada para contemplar losvestidos que us en su poca de gloriosa ju-

    ventud, en compaa de su marido ya muerto.Muchas veces, frente al espejo, con la tnica de seda india

    sobrepuesta sobre su empequeecida figura, se imaginaba nue-vamente a punto de salir a uno de esos saraos organizados porsus excntricos amigos. Qu diferencia, la de esa vida mundanaque la haca llevar su esposo, con la solitaria vejez del presente!Entonces, la triste anciana, en vez de buscar el consuelo de unamigo pues ya no le quedaban se aferraba una vez ms a unavanidad: su cajita de oro, smbolo para ella de un antiguo esplen-dor. As, todas las maanas, lo primero que haca era coger delvelador su dorado objeto y hablarle como si ste tuviera vida.

    Ese martes doa Sara amaneci con un pequeo malestaren el pecho.Es por culpa de Roberto se confi a la cajita, luego de

    levantar su tapa. Este sobrino mo, siempre con sus problemasde dinero que yo no puedo solucionar Es que Nidia, su mujer,es tan exigente

    Doa Sara palp su garganta: le pareci que el dolor as-cenda por su cuello, y apretaba como una gargantilla. Aunqueno eran ni las siete de la maana, se decidi a llamar a la em-

    pleada; pero, antes de hacerlo, volvi a tomar la cajita con ma-nos temblorosas y susurr:

    EL CASO DEL ZAFIRO DE DOA SARA(Idea original de Elvira Balcells)

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    Maana seguimos conversando, me siento muy mal, yno debo arriesgarme a que sepan de ti.

    En respuesta, un ojo resplandeci: incrustado en un engar-ce de oro, en el fondo de la caja, un enorme zafiro lanz susdestellos azules.

    La vieja sinti los pasos de Gladys que suba la escalera. En-tonces cerr de un golpe el valioso objeto y lo guard en el fondode su velador. En el momento en que iba a echar llave a la cerra-dura del cajn, nuevamente un dolor la atenaz.

    Cuando Gladys entr en la pieza, doa Sara, desplomadasobre su almohadn, yaca sin sentido.

    A los gritos de la muchacha lleg Petronila, la cocinera, quecorri hacia el lecho. Toc las manos fras de su patrona e inclinsu cabeza para escuchar su respiracin: la anciana emita un dbilquejido.

    Llama a la ambulancia orden a la joven con voz demando. La seora se nos muere

    Gladys sali corriendo.

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    Doa Sara abri los ojos. Cerca de la ventana, una enfer-mera, con su blanca cofia iluminada por los rayos de la luna, se

    mantena en silencio. La anciana trat de hablar.Shhh, tranquilita dijo la enfermera en tono amable,ponindose rpidamente de pie para encender la luz del velador.Observ el rostro de la viejita y, luego de humedecer un algodncon agua, lo pas por esos resecos labios.

    La cajita, la cajitaQuiere agita, seora? susurr la mujer.La llaveTranquila, seora, le voy a dar agita de la llave.Doa Sara hizo un enorme esfuerzo y se incorpor a medias

    en la cama.Me lo robaron! Lo so!En ese momento, Roberto abra la puerta de la pieza.Ta! Cmo est? Su cara se vea preocupada.Robertito, por favor, s que me robaron el zafiro de la

    cajita. Necesito que revisen el velador: la llave est puesta. Si hasucedido lo que pienso, llama a la polica

    La anciana perdi aliento.Roberto se acerc entonces a su ta:Ta, no se agite Por qu se imagina esas cosas?Lo so, hijo, 1o so. La voz de doa Sara era im-

    perceptible.Pero, ta Roberto esbozaba una sonrisa.Roberto, la polica Roberto: te lo ordeno.El sobrino alz la mirada y se encontr con los ojos de

    la enfermera. Roberto levant los hombros y la mujer le mur-mur:

    Sgale la corriente. No es bueno que se agite.Pero doa Sara alcanz a orla:No, Roberto, no me engaes. Llama a la polica!No la engaar, ta: ir a su casa y revisar el velador. Si

    no est su joya, avisar a la polica. Se lo prometo. Aunque estoyseguro de que nada ha sucedido.

    El sobrino palme con cario un brazo de la enferma. stasuspir, aliviada, y cerr los ojos.

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    A las ocho de la maana el inspector Soto estaba en eloscuro saln de doa Sara, con la cajita cerrada entre susmanos

    Petronila, la cocinera, con su albo delantal sobre el unifor-me verde, deca con voz gruesa y firme:

    Pobre seora, pobre seora Primero la enfermedad, yahora esto.

    Roberto, con una sonrisa un poco forzada, acot:Tengo las mejores referencias de usted, inspector Soto. S

    de sus muchos casos resueltos con gran xito.Soto carraspe y movi sus grandes orejas.

    Alguien ms estuvo ayer en esta casa? pregunt. Y conun leve movimiento de su ndice levant e hizo caer la tapa deldorado objeto con un crujir de bisagra.

    Aparte de la Gladys y yo usted, pues, don Roberto!Soto desvi la mirada hacia el joven.Y a qu vino?Bueno, a ver a la ta. Y entonces me enter de que ella

    estaba en la clnica.

    La viene a ver muy a menudo?Es mi nica ta, y la quiero mucho.Pero, cun seguido la viene a visitar?Como una vez al mes.Soto medit.Podra venir Gladys, seora Petronila?La mujer camin con lentitud y su gruesa voz retumb en

    la casa:Gladys! Nia, ven rpido! Y regres junto al inspec-

    tor, murmurando: A estas jvenes modernas lo nico queles interesa es la ropa y el peinado. Seguro que se est arre-glando!

    Petronila no dejaba de tener razn: la muchacha vena muymaquillada y a su paso dejaba un fuerte olor a perfume

    Sii?Sabe usted por qu estoy aqu? fue la pregunta de

    Soto.

    Ni idea! sonri la muchacha con displicencia.Usted saba lo que guardaba su patrona en esta cajita?

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    Ni idea! No la haba visto nunca! La seora es bastantedesconfiada, y tiene la mana de guardar todo con llave.

    En eso la Gladys tiene razn coment Petronila contono resentido.

    El inspector se dirigi a la cocinera:Y usted, Petronila, saba lo que guardaba la seora aqu

    adentro?Bueno, yo haba visto esa cajita, pero cerrada. Quin se

    iba a imaginar que haba una joya adentro!Yo lo saba, inspector, y tantas veces le dije a mi ta que

    ese no era un lugar para guardar algo as. El ndice de Roberto

    frot con nerviosismo su barbilla.El inspector no respondi. Miraba con insistencia la puntade su zapato.

    Perdn, pero qu guardaba exactamente ah la seora?pregunt Gladys.

    Bueno, don Roberto sabe comento Petronila conexpresin maliciosa.

    Un valiossimo zafiro azul respondi el sobrino, muy serio.Gladys emiti un silbido, y Petronila se llev una mano al

    pecho:Qu descuido!

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    Se produjo un silencio. Todos miraron al inspector rascarsepacientemente su oreja izquierda mientras miraba un punto fijoen el techo.

    Dnde est el telfono? dijo al fin, solemne.Gladys, con su ndice, mostr uno sobre la mesita de

    caoba.Soto disc un nmero. Luego de unos instantes, su voz

    son seca:Al? Ral Olave? Aqu Soto. Enva de inmediato un ra-

    diopatrullas a Irarrzaval 4074. S, por supuesto; tengo al ladrn.

    Lector: es tu turno para dilucidar el misterio. Quin robel zafiro azul de doa Sara? Gladys, Petronila o Roberto? Res-ponde, y da tus razones.

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    EL CASO DEL ZAFIRO DE DOA SARA

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    CRUCIGRAMA DE DOA SARA

    Horizontales:

    1. Segn Petronila, Gladys loera.

    2. Prenda de vestir que Sotomiraba con insistencia. Lohice cuando me conta-ron un chiste (inv.).

    3. Disco que detiene a losautomovilistas. Apuran.Seor.

    4. Malvada mujer. Infinitivopara enamorados.

    5. Trmino de rebaje paracostureras. Baha (inv.).No provoque la de losdioses.

    6. Tambin ilustr los cuentos de Grimm (inv.). Consuelo de doa Sara.7. Rasc pacientemente su oreja. Destino.8. Medio progenitor. Portar.

    9. Avala (inv.). Igual que Petronila.10. El que calza 50 lo es. Liga de Nuevos Astronautas.11. Sobrino. Pngale dorado.12. Ah se guardaba la cajita. Ascenda por el cuello de doa Sara.

    Verticales:

    1. Naciones (inv.).2. Piedra preciosa del cuento. Anciana.

    3. Si se atoran lo harn (inv.). Letra bailadora (inv.).4. Cabeza de tuna! Cilindro.5. Balbuceo de beb. Regalen.6. Le dicen al evanglico (inv.). Peasco (inv.).7. Color de cajitas para doa Sara.Repetido es un mono.8. Huy, qu picante! Sonido para gallina.9. Alegra. Le falt un tin para ladrar.

    10. Le dicen a Elena. Huracn.11. Terminacin verbal. Si tuviera una u al final, maullara. Dos vocales dis-

    tintas. Artculo neutro (inv.).12. Al mismo nivel (inv.). Se equivoc tanto que le puso tres r en vez de dos.13. Qued sin llave. Nota musical (inv.).

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    Al? El inspector Soto, por favor.Con l, dgame.Hola, Heliberto! Habla Juan Mancilla Juan! Gustazo, hombre! En qu te puedoservir?

    Problemas! Necesito tu ayudaDime.

    Esta maana hubo un robo en la oficina: podras venira verme?

    Se ha movido alguien desde el momento en que descu-briste?

    Desgraciadamente, creo que me di cuenta muy tarde: es-tuvo la hora de colacin de por medio.

    Lstima! Estar all lo antes posible.Gracias, viejo.

    El seor Mancilla sali de su despacho, y cuatro secretariasvestidas de verde y azul lo miraron expectantes.

    El inspector Soto estar aqu en un rato ms, seoritas. H-ganlo pasar. Mientras tanto, Silvia, pseme las llamadas pendientes.

    No haban transcurrido diez minutos cuando Soto, de ternogris y corbata de humita, se presentaba en la oficina de abogadosMancilla y Hermosilla.

    El seor Mancilla? pregunt Soto, corts.De parte de quin? inquiri una secretaria rubia solcita.Heliberto Soto.

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    Ah, s! Tome asiento, por favor. El seor Mancilla esthablando por telfono. Lo recibir en cinco minutos. La secre-taria dio una rpida mirada al tablero de la centralita telefnicaque marcaba una luz roja.

    El inspector tom una revista y se hundi en un silln decuero. Se sumi en una atenta lectura.

    Una de las secretarias se quej. Soto, abstrado, ni siquieralevant la cabeza.

    Qu te pasa, Rebeca? pregunt una morena demoo.

    Otra puntada en el odo! Y la aludida se llev la mano

    derecha a su oreja.Si supieras cmo me duele a m la cabeza, despus de

    la escenita de esta maana! coment Silvia, bajando la voz ymirando de reojo al inspector.

    Quin tiene una aspirina? se oy una tercera voz.Qu te duele a ti, Pamela? pregunt Rebeca.La famosa muela del juicio respondi sta con cara de

    sufrimiento.

    Te cambio tu dolor de muelas por mi maltratada colum-na Anoche cre que me mora! refunfu ngela, sobandosus espaldas con ambas manos.

    A ver: qu hay aqu? dijo Rebeca, abriendo el cajnde su escritorio. Recurramos a nuestro botiqun de urgencia:ofrezco pomada antisptica, parches curitas, crema humectantepara cutis seco, aspirinas, gotas para la otitis, colirio para los ojos,a ver, a ver, pastillas de carbn, alcohol

    En ese momento una campanilla anunci que la lnea tele-fnica estaba despejada, y Silvia anunci:

    Seor Soto, haga el favor de pasar.Soto se puso de pie lentamente y avanz hacia la oficina de

    su amigo. Cerr la puerta tras l y se encontr con el rostro pre-ocupado de Mancilla que lo saludaba con su mano extendida.

    Soy todo odos seal el inspector, rascndose conenerga el lbulo de su oreja izquierda.

    Juan Mancilla comenz su relato.

    Esta maana me llam mi socio, Ral Hermosilla. Me dijoque haba olvidado su billetera en la que haba un cheque abierto

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    por quinientos mil pesos, en el primer cajn de su escritorio. Enese momento recib un llamado de mi seora que no fue enrealidad muy corto y cuando fui a la oficina de mi socio, ya elcheque no estaba en la billetera.

    Y las secretarias?En ese instante haban partido a almorzar.Cunto rato, ms o menos, hablaste con tu seora?Mnimo un cuarto de hora: haba un problema con uno

    de nuestros hijos en el colegioQuin ms puede haber odo la conversacin con tu so-

    cio? Soto ahora rascaba su otra oreja.

    Nadie ms! Es una lnea directa a mi despacho que nopasa por la central telefnica de la secretaria, aunque, ahoraque lo pienso

    S?

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    En el segundo piso hay una oficina en desuso, cuyo telfo-no tiene una doble lnea con ste, pero nadie lo ocupa.

    Qu hay en esa oficina?Muebles viejos y un pequeo bao.Entonces est claro, pues, hombre. Alguien escuch tu

    conversacin por el otro telfono! exclam Soto. No escu-chaste un clic?

    En realidad no me di cuenta de ese detalle dijo el abo-gado, confuso.

    Podramos visitar esa oficina? pidi el inspector.Por supuesto.

    Las cuatro secretarias vieron pasar a su jefe, seguido delorejudo inspector, que inclin levemente su cabeza ante ellas.Luego ambos subieron por una estrecha escalera, hasta llegar aun pequeo cuarto que pareca abandonado, tal era el polvo quecubra escritorio y estantes. En el fondo de la pieza haba unapuerta que Soto abri: era el bao. Se volvi hacia su amigo.

    Y el telfono? pregunt, mientras buscaba a su alre-dedor.

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    Mancilla le indic una pequea mesita, arrinconada juntoa la ventana. El inspector Soto se acerc y mir el aparato telef-nico, sin tocarlo.

    Las huellas digitales! grit Mancilla, sonriente.No te hagas ilusiones, mi amigo. Notas que el auricular

    est limpio, mientras que el resto del artefacto est lleno de pol-vo? Estamos ante un ladrn que sabe lo que hace.

    Entonces Soto, con mucho cuidado, levant el fono. Conmirada de lince lo examin de cerca, y algo llam su atencin.Toc con la yema de su ndice la parte superior del auricular,entre los pequeos orificios para escuchar. Luego oli su dedo y

    lo frot contra la yema del pulgar.Cerr los ojos para pensar. Cuando los abri dijo:Aunque no me lo creas, amigo, el caso est resuelto. Una

    de tus secretarias tendr mucho que explicar.

    Lector: Algo advirti Soto en el auricular que lo llev a iden-tificar a la culpable. Podras t decirnos qu? Identificaste, t

    tambin, a la secretaria culpable?

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    CRUCIGRAMA DE LAS SECRETARIAS QUEJUMBROSAS

    Horizontales:

    1. Duea de casa. Loabri para buscar reme-dios.Adverbio de can-tidad.

    2. Posesivo. Cuidador deharn. Preposicin da-divosa.

    3. Como las cuatro jvenesdel cuento.

    4. Dios mahometano.Preposicin inverti-da. Hay de letras ytambin de smola.

    5. Bicho de poco precio.Date cuenta.

    6. Receptculos para almacenar papas. Pronombre para el Cid Cam-peador.

    7. Por Poder. Mira y anda.8. Primer ofrecimiento de Rebeca. Mal de Rebeca.9. Tiene susto (inv.). Como la mirada de Soto.

    10. Dios (inv.). Para el cutis seco de Pamela. Risa nica.11. Antiguo nombre para Tailandia (inv.). Las da el cuc. Artculo

    neutro (inv.).12. Soto lo toc con la yema de su dedo. De esta manera.

    Verticales:

    1. Adverbio que a veces se descose (inv.). Forma verbal que endereza.2. Una de ellas le dola a Pamela. Agua francesa.3. Faz onerosa. Calcular el largo.4. Nota musical (inv.). Como la Venus de Milo (inv.). Afirma y condiciona.5. El del to no es literario. Quinta letra.6. Hormiga inglesa. Hay quienes lo guardan bajo la manga. Onoma-

    topeya de estornudo.7. Nombre de Mancilla. Papel.

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    8. Reja (inv.). Prenda de vestir para jvenes.9. Carga elctrica (inv.). Ante Meridiano. Estafar.

    10. Las haba en el botiqun de urgencia.

    11. Mancilla lo llam en su auxilio. Si tuviera en medio una o golpea-ra, y si tuviera una i sera un gesto nervioso.

    12. Usted. Protactinio. Ancianos.13. Parte del ndice con que el inspector toc el auricular. Igual que marzo.

    Nombre rabe que abre ssamos.

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    Marcelo, Gonzalo, Ignacio y Felipe rodeabanla moto negra y brillante de Rodrigo. Marceloclavaba sus ojos extasiados en los rayos de lasgrandes y potentes ruedas que hacan adivinarla velocidad que podan alcanzar. Gonzalo aca-

    rici el manubrio, toc con la punta de sus dedos el aceleradormanual, y elev sus cejas en un gesto de admiracin.

    Fiuu! silb Felipe, con las manos en los bolsillos de susparchados jeans.Puedo probarla? pregunt Ignacio con ansiedad.Nones! Ese es mi privilegio fue la respuesta categrica

    de Rodrigo.No seas mal amigo! dijo Gonzalo, entre serio y bro-

    mista.No soy mal amigo: ni yo la puedo usar an! Promet a mi

    pap que no andara en ella hasta no tener licencia de conducir.O sea, que nunca la vamos a usar dedujo Marcelo, congesto de desaliento.

    Me temo que no todava si no tienen tampoco la licenciase encogi de hombros Rodrigo.

    Los amigos se quedaron en silencio.Te imaginas el impacto que yo causara en Francisca si

    me viera llegar en esa moto? suspir Gonzalo.Fiuuu! fue la respuesta de Felipe, an con sus manos

    en los bolsillos y acariciando la moto, ahora con su mirada.Rodrigo golpe sus palmas.

    EL CASO DE LA MOTO EMBARRADA

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    Bueno, por hoy se guarda dijo, mientras empujaba sua-vemente el vehculo hacia el garaje. Acurdense de la pruebade qumica de maana!

    Tener una moto nueva y pensar en estudiar! comen-t Marcelo.

    Y vas a dejar la llave puesta? se sorprendi Ignacio.Ests loco? La dejar escondida. Y Rodrigo colg la

    llave en un clavo, bajo un mesn atiborrado de botellas y tarrosde pintura viejos.

    Luego de dar una ltima ojeada a la moto y de preguntara su dueo todo tipo de detalles tcnicos, los amigos volvieron a

    recordar su prueba de qumica, y se despidieron apresurados.Ignacio, Marcelo, Felipe y Gonzalo se alejaron arrastrando

    sus zapatillas deportivas, las manos en los bolsillos de los gastadosjeans. Uno a uno fueron entrando en sus casas del barrio.

    Cuando Marcelo, el ltimo en traspasar la reja de su ante-jardn, llegaba a la puerta de entrada, la lluvia comenz a caercopiosa.

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    A las once de la noche, un par de zapatillas blancas saltaron,esquivando charcos, y llegaron hasta el garaje de Rodrigo. Una

    mano nerviosa abri la puerta y busc bajo la mesa con botellas ytarros. Luego, la figura enfundada en jeans empuj silenciosa lamoto hacia la calle solitaria.

    Dos horas despus, la misma figura repeta la operacin,pero a la inversa. Despus corri por el barrio, y una puerta secerr con un tenue chasquido.

    A la maana siguiente, los cinco amigos se levantaron tem-prano para ir a clases. Pero Rodrigo, antes de salir, abri el ga-raje para dar el primer vistazo del da a su flamante moto. Deinmediato, algo llam su atencin: las relucientes ruedas del daanterior y los impecables cromados que haban despertado la ad-miracin de sus amigos, se vean ahora llenos de salpicaduras debarro. Su ceo se endureci y busc las llaves: all estaban, en elmismo lugar donde l las haba dejado. Tuvo un momento deindecisin, pero mir la hora y sali corriendo para alcanzar albus que pasaba por la esquina.

    Su nico pensamiento, durante el viaje hacia la universidad,fue tener una rpida reunin con sus amigos y aclarar con ellosel misterio. Alguien tendra que explicar muchas cosas, porqueno caba duda uno de ellos haba sacado durante la nochesu fabuloso regalo.

    Luego de la prueba de qumica, que fue difcil y larga, loscinco estudiantes de primer ao de ingeniera se reunieron

    en la casa de Felipe, invitados por ste a tomar unas bebidas.Todos bromeaban, ya relajados de haber pasado la prueba.Menos Rodrigo, que miraba hosco a cada uno de sus compa-eros.

    nimo, hombre, tan mal no te puede haber ido! bro-me Marcelo, dirigindose al serio amigo.

    Ests con cara de funeral coment Gonzalo, subiendoel volumen de la msica.

    Y teniendo esa moto, andar as me parece increble!El tono de Felipe era de enojo.

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    Ignacio, por su parte, slo se encogi de hombros, mientrastomaba un sorbo de su bebida.

    Rodrigo se puso de pie y apag con gesto brusco el equipode msica.

    Tengo que hablar con ustedes a propsito de la motocomenz.

    Todos lo miraron, extraados de su gravedad.Qu te pasa, Rodrigo? pregunt Felipe, sirviendo ms

    bebidas en cada vaso.Alguien sac mi moto anoche y la dej toda embarrada

    dijo bruscamente Rodrigo.

    Los otros se miraron en silencio y, antes de que dijeran algo,Rodrigo insisti, con tono duro.

    Necesito que cada uno de ustedes me diga lo que hizoanoche.

    Y por qu dudas de nosotros? habl primero Ignacio,levantando hombros y manos en un gesto de extraeza.

    Porque son los nicos que conocan el escondite de lasllaves.

    Medio escondite! se escuch decir a Marcelo.Qu hiciste anoche, Marcelo? pregunt entonces eldueo de la moto.

    Yo, mi viejo, com, me acost, intent estudiar en lacama y me despert esta maana con el libro en la cara.

    Lo que es yo, me dediqu a estudiar y luego me relaj conun superbao de tina, antes de acostarme dijo Felipe.

    Yo, despus de estudiar, vi la ltima pelcula de la nocheClaro que no me pregunten cmo se llamaba, porque era de esasantiguas explic Ignacio.

    Y t, Gonzalo? pregunt Rodrigo, serio.Yo, fui a ver a Francisca. Tengo derecho a pololear, no?Hasta qu hora? volvi a inquirir Rodrigo.Hasta las once, seran?, qu importa! De ah, derecho

    a estudiar qumica.En ese momento los muchachos se pusieron de pie para

    saludar a la mam de Felipe que entraba en el living.

    Qu tal? dijo ella, afable. Y dirigindose a Marcelo,aadi: Parece que hubo barullo anoche en tu casa

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    Barullo? se sorprendi el aludido.Cmo? No te enteraste?La expresin de Marcelo era de real consternacin.Es que soy de sueo pesado y sal tan temprano en la

    maana Nadie me dijo nada!La seora sonri.Estos jvenes! Sucede que a tu mam anoche le dio un

    ataque a la vescula, y el doctor Lpez, nuestro vecino, tuvo queir a verla Claro, lindo, no quisieron despertarte Y cmo lesfue en la prueba?

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    Los amigos abrieron la boca para responder al torrente depalabras de la seora, pero sta, sin dar lugar a que otro hablara,sigui, dirigindose a Gonzalo:

    Lindo, supe que Francisca est con hepatitis.Todos miraron a Gonzalo.Y cmo no nos habas contado? pregunt Felipe.Y por qu tena que contarles? se defendi el amigo,

    algo molesto.Tan reservado este nio sigui la mam de Felipe.

    Me dijo la seora del doctor Prez que tena para dos meses decama Y, cambiando el tema, grit hacia la cocina: Laura,

    es el cartero el que acaba de tocar el timbre?No se oy una voz joven. Es el gasfter que viene a ver

    por qu el califont no funcionaAh, finalmente!, porque ayer lo esperamos durante el

    da entero. Ojal que no suceda lo mismo con el electricista, por-que despus del corte de luz que tuvimos anoche, algo pas conla lmpara del bao Todos los desperfectos vienen juntos! Austedes no se les cort la luz anoche? pregunt dirigindose a

    todos a la vez.Los jvenes, un poco mareados con tanta conversacin,se encogieron de hombros, menos Ignacio, que contest, ama-ble:

    Solamente parpade un poco, mientras vea la pelcu-la

    T tambin viste esa pelcula maravillosa de la DorisDay? inici una nueva conversacin la seora.

    S, s, claro respondi Ignacio, mirando de reojo a Mar-celo, con cara de hasta cundo!.

    Por suerte, para los muchachos, la voz de la empleada, des-de la cocina, se volvi a escuchar:

    Seora, podra venir?Ella entonces, prometiendo volver ms tarde, sali de la ha-

    bitacin.Rodrigo, cabizbajo, miraba los dibujos de la alfombra.

    Cuando levant la cabeza, sus ojos se clavaron en uno de sus

    amigos.Ahora s que fuiste t afirm.

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    El rostro de uno de los muchachos enrojeci:Perdname, no aguant la tentacin dijo de inmediato.

    Lector: Cmo supo Rodrigo quin haba sacado su moto?Cul de sus amigos, evidentemente, minti?

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    CRUCIGRAMA DE LA MOTO EMBARRADA

    Horizontales:

    1. El mvil del cuento. Felipelas sirvi en su casa.

    2. Felipe se dio uno relajante.Interjeccin para llamara alguien (inv.). Forma

    verbal que impulsa ymueve (primera perso-

    na, plural).3. Polola de Gonzalo. Extra-a

    4. Nen Cotel. Dios egip-cio (inv.).Ensuci la moto.

    5. As qued la moto. Nuevamente este dios alumbra.6. Despus. Las tres primeras slabas de la antesala del cielo.7. Enamorado de Francisca.8. Verbo generoso. Momento del da en que se descubri la moto embarrada.9. Hermano de tu mam. Nota musical que dobla.Doctor del vecindario.

    10. Nota (inv.).Empleada que no se vio en el cuento. Sujeta.

    Verticales:

    1. A este ballet folclrico chileno se le fueron a bailar las vocales. Miau.2. Uno de los amigos.3. Apellido de Pedro, espaol cronista del Reino de Chile. Coln descubri

    uno nuevo.4. Casi tono. Besa con falta de ortografa.5. Aterra.6. Dos versiones para la misma letra. Le falt la d para un ttulo britnico.

    Vocales distintas.7. Verbos para hacer chuic o muac. Los yogas cantan esta slaba.8. Los jeans de Felipe tenan ms de uno. Vuela por los dos lados.9. Rodrigo lo era de la moto.

    10. Cuatro para Julio Csar. Lugar etlico. Interjeccin para pedir una espalda.11. Futuro verbal dadivoso. Triunfes.12. Ata. Eleva (inv.).13. Los haba sobre el mesn del garaje.

    14. Seores Artistas Olvidados. Como Carmen, Ada o Rigoletto.

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    Ya estaban cerrando los locales comerciales de lacalle Providencia y las pesadas cortinas metlicascaan una tras otra. En el interior de la joyeraEl Zafiro Azul, don Pablo Levi daba las ltimasrecomendaciones a su fiel ayudante Timoteo:

    Cierra t, por favor. Estoy muy cansado, y me ir directo ala cama: no me quiero perder, adems, las noticias de esta nocheen la televisin.

    Vyase tranquilo, don Pablo. Yo me encargo le con-test el viejo con voz cansada.

    Pablo Levi se aboton el abrigo con cuidado, encendi uncigarrillo y recorri el lugar con la mirada. Todo pareca estar enorden: la caja fuerte cerrada, las joyas bajo llave en sus escapara-tes, los catlogos ordenados y en su lugar.

    Recuerda que maana temprano vienen a reparar el siste-

    ma de alarma fueron sus ltimas palabras, antes de salir.El viejo empleado refunfu en voz baja y comenz a pasar

    la aspiradora por la alfombra. Unos golpes lo hicieron levantarla cabeza: eran dos seoras de aspecto elegante, que con sonrisasy gestos pedan entrar. El viejo les mostr su reloj y neg con lacabeza. Como ellas insistieran, Timoteo seal el cartel que decaCerrado y les dio la espalda.

    Las seoras hicieron un gesto de desaliento, y se alejaron

    del lugar situado frente al escaparate: fue rpidamente ocupadopor un vagabundo que se recost junto a la pared.

    EL CASO DEL JOYERO ANGUSTIADO

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    Timoteo termin de hacer el aseo, pas el plumero por so-bre los mostradores, se qued contemplando por unos instantesun collar de malaquita y plata un tanto llamativo, y arrastrsus pies hasta el perchero donde colgaba su abrigo.

    Apag las luces, baj la reja que protega la entrada perono la visin de las joyas que brillaban dbilmente sobre el peque-o escaparate, dio tres vueltas a la llave del candado, y se laguard en el bolsillo. Ech una mirada distrada al hombre queacurrucado contra la pared roncaba con estruendo, y se sobresal-t con la bocina de un bus que casi pasa a llevar a un camin demudanzas estacionado frente a la joyera. Mir el cielo negro y

    amenazante, se subi el cuello de su abrigo, y camin con pasoslentos hacia la estacin del metro ms prxima.

    Con la primera llovizna los transentes fueron desapare-ciendo. Slo quedaron el vagabundo y los hombres del camin,que rean con estruendo. Cuando la lluvia comenz a caer msfuerte se apagaron sbitamente los faroles de la calle, frente a lajoyera, y el tipo echado en la vereda, ya sin luz sobre su cabeza,se acomod an ms sobre su bolsa de trapos y, sin importarle la

    lluvia, sigui durmiendo.Al da siguiente, muy temprano, el telfono del inspector

    Soto comenz a sonar, insistente. ste dej, con desgano, la tazade caf sobre el platillo, y levant el auricular:

    Investigaciones, s? Dnde, dice? Providencia? El Za-firo Azul, correcto! All vamos, seor

    La joyera El Zafiro Azul estaba acordonada por la polica.En su interior, con el rostro tenso y demostrando angustia, PabloLevi miraba por turnos el escaparate desnudo, el candado rotode la cortina metlica que tena entre sus manos y el vidrio que-brado del escaparate.

    Me creer que hoy vendrn a arreglar la alarma? Pareceuna burla! gimi el dueo de la joyera, dirigindose al inspec-tor.

    Soto elev sus cejas y se dirigi al viejo empleado.

    Vamos por orden, primero usted. Cules fueron sus mo-vimientos desde que don Pablo lo dej solo en la tienda?

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    EL CASO DEL JOYERO ANGUSTIADO

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    El viejo parpade, asustado. La barbilla le temblaba y pa-reca no coordinar sus ideas. Luego de un largo silencio, que elinspector respet con paciencia, el viejo balbuce:

    Yo pas la aspiradora y nada ms.Piense bien, hombre, con calma. No lo estamos acusan-

    do. No vio nada sospechoso?Llevo treinta aos al servicio de don Pablo.Por eso mismo tiene que ayudar. Haga memoria de cada

    uno de sus movimientos.El viejo cerr los ojos y pareci concentrarse:Ser importante decir que no dej entrar a dos seo-

    ras?Todo es importante. A qu hora fue eso?insisti Soto.Antes de que llegara el hombre vagoEl vago? salt el dueo. Qu vago, Timoteo?Uno que se acost a dormir apoyado en la pared de la

    vitrina.Los ojos del viejo miraron asustados.Y cmo no lo echaste? recrimin Levi.

    No pens Adems estaba lloviznando y Perdn!Inspector dijo Pablo Levi, serio. Hay que buscar aese vagabundo!

    Calma, seor Levi, ya haremos todo lo necesario. Seratan amable de decirme usted lo que hizo anoche?

    Yo? Bueno, dej la tienda un poco ms temprano que decostumbre, porque quera llegar a ver las noticas En realidadtrataba de aprovechar el silencio y paz de mi casa, ahora que lafamilia est de vacaciones

    Levi se interrumpi y ocult en las manos su rostro.Usted no sabe, seor inspector, lo que esto significa para m!No tena las joyas aseguradas? pregunt el inspector.S, s, pero Es primera vez que me sucede algo as y

    usted comprender, inspector! Y un puo de Levi golpe elvaco con impotencia.

    Bueno, volvamos a lo que hizo anoche repiti Soto.Qu ms quiere que le diga? Me pas viendo televisin

    hasta las dos de la maana y luego a dormir. Si hubiera sabidolo que estaba sucediendo aqu!

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    El inspector dio unos pasos por la habitacin y examin lavitrina: trozos de vidrio se vean an sobre la acera, y una piedraera, ahora, la nica joya que luca sobre el tapiz de terciopelo azuldel escaparate.

    Seguro que no quieren agregar algo ms a su declara-cin? dijo Soto mirando al dueo y al ayudante.

    Bueno Haba un camin de mudanzas estacionado alfrente dijo Timoteo, an tembloroso.

    Y cmo no lo habas dicho antes, Timoteo? Eso puedeser vital! habl Levi, exaltado.

    S, s, todo es vital. Me pregunto qu haca una empresa

    de mudanzas a una hora tan poco usual murmur el inspec-tor.

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    Es seguro que tiene algo que ver! exclam Levi. Y seaprovecharon de la oscuridad de la acera y de la falta de alarma.Las condiciones ideales!

    Las palabras de Levi hicieron que Timoteo levantara de gol-pe la cabeza, extraado.

    El inspector Soto, que lo estaba mirando, pidi permisopara usar el telfono.

    Su conversacin fue muy breve. Cuando volvi, su rostroestaba serio.

    Seor Levi: puede tomar un abogado. Lo acuso de auto-robo.

    Querido lector: para el inspector Soto el caso era claro. Ylogr comprobar ante el juez que no estaba equivocado. Culesfueron las evidencias que lo llevaron a esa conclusin?

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    CRUCIGRAMA DEL JOYERO ANGUSTIADO

    Horizontales:

    1. Caminas (inv.). Caza endesorden.

    2. Negocio de Levi. Quiere.3. Flor de estanques japo-

    neses. Incremento (inv.).4. Uberlinda Yvar. Nota

    para msicos. Ral G-mez. Inicio de inicio.

    5. Producto de insectos

    laboriosos. Interjeccinde alivio.6. poca. Alfileres ingleses.

    Nuevo.7. Pidi permiso para usar el

    telfono. Producto lcteo.Calcio.

    8. Como Teresita de LosAndes. Zona franca nor-tina (inv.).

    9. Nombre de Levi. Posesivo.10. Fruta que desgasta. Carta de triunfo.11. Us la aspiradora. Preposicin.12. Se puso a dormur en la vereda. Forma verbal que existe.13. Verde y habladora (inv.). Apellido para este cuento.

    Verticales:

    1. Se apagaron en la calle. Artculo. Mir a este seis romano.2. Dueos de tiendas para un caso como ste. Diminutivo femenino.

    3. Por curiosa qued salada. A ella le cargan los gatos. Propia del pan.4. Diminutivo slo para Yolanda. Sobre ingls. Brazo vegetal (inv.).5. Imperativo para existir. Comienzo de ttem. Con e final, estara en la

    Filarmnica.6. Intermedio para cuecas. Tuvo que tener un principio. Velo para mueca

    vestida de azul.7. Averiado lugar del cuento. Aprobacin y pertenencia.8. Emocin que pareci sentir Levi. Comienzo de escala cantarina (inv.).9. Instrumento musical que imita sonido de aguas. Artculo neutro (inv.).

    10. Se estacion frente a la joyera.11. Dios egipcio. Resonancias. Forma verbal que invita (inv.).12. Nombre de la joyera. Por supuesto.

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    El domingo se jugara el partido de ftbol msimportante del torneo infantil en Villalongo.Los dos equipos finalistas los Mastodontesy los Venados eran rivales irreconciliables ysus jugadores formaban parte de las dos pan-

    dillas ms conocidas del pueblo.Los Mastodontes, tal como su nombre lo anunciaba, eran

    grandotes, atropelladores, y hacan delfoulsu arma favorita. Eran,adems, alumnos mediocres en la escuela y poco queridos por losapacibles vecinos. Los Venados, en cambio, eran ms bien esmi-rriados y con inclinaciones intelectuales, si bien, por ser giles y as-tutos, muchas veces lograban aventajar a sus rivales en el marcador.As, el partido del domingo siguiente, que reunira por primeravez a estos dismiles equipos en una final, causaba expectacin ensus hinchas y prometa ser el acontecimiento deportivo del ao.

    Los Mastodontes se caracterizaban por su ftbol agresivo yuna resistencia fsica extraordinaria. Las esperanzas de los Vena-dos se fundaban en el contragolpe y en su magnfico arquero, elCanguro Esteban. Este arquero no slo era gil en la atajada yen los saltos, sino que calculaba siempre el ngulo exacto en quedebera colocarse para recibir el baln. Una cosa lo distraa delftbol: el estudio. Esteban era el primero del curso, y tan buenoen las letras como en las matemticas.

    El viernes a las seis de la tarde sucedi algo fuera de lo co-mn: Esteban no asisti al entrenamiento. Sus compaeros sequedaron esperando en el campo de juego sin que la alta figura

    EL CASO DEL SECUESTRO DEL ARQUERO

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    del Canguro apareciera. Dado que el arquero era siempre tanresponsable, el resto del equipo intuy que algo grave pasaba. Lofueron a buscar a su casa; recorrieron el barrio, llegaron donde laabuelita; revisaron el colegio y hasta investigaron con disimulo enlos carabineros. Nada! El Canguro se haba esfumado.

    Hasta que de pronto, a las ocho de la noche, se tuvo la pri-mera noticia. Un sobre amarillo se desliz silencioso bajo la puer-ta de la casa de Vicente, el capitn del equipo de los Venados. Deinmediato ste cit a su casa a los diez jugadores restantes y leycon voz tensa:

    Luego de la lectura un coro de voces se alz indignado:Esto es obra de los Mastodontes! Slo ellos escribiran

    doce con s!

    Finalmente, nos tienen miedo!Dnde lo tendrn escondido?No podr entrenar!Ni jugar el domingo!En ese caso, llamaremos a la policaLa voz del capitn los interrumpi:Hay que ir con calma. Esperemos el segundo mensaje y,

    antes de hacer esto pblico, tratemos de vencerlos con nuestraastucia.

    Hagamos un ltimo intento de bsqueda por el pueblodijo el zaguero central.

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    Los diez amigos, cada uno por su cuenta, recorrieron ca-bizbajos todos los rincones de Villalongo. En la plaza se habanjuntado los Mastodontes, que a grandes voces comentaban:

    Qu les pasar a estos Venaditos que andan tan afana-dos? Se les perdera la mamadera? Ag, ag!

    El capitn de los Venados, sin mirarlos, se limit a contes-tar:

    No se sientan tan seguros! El que re ltimo golearmejor.

    Se escuch la carcajada de los Mastodontes atronar en laplaza.

    Al da siguiente todos se reunieron en el club deportivo.Los diez amigos se turnaban para vigilar la puerta, cuando, alas doce en punto, un ruido de vidrios quebrados en la ventanatrasera los sobresalt. Corrieron hacia el lugar y alcanzaron aver una figura maciza, enfundada en un capuchn gris, desapa-recer en la esquina de la calle. Vicente recogi del suelo unapiedra que traa un papel amarrado con un hilo. Lo estir concuidado para no romperlo y, ante los diez amigos que lo rodea-

    ban expectantes, ley:

    Malditos! gru Vicente.Cobardes! sigui el mediocampista.Son unos estpidos Mastodontes agreg el puntero de-

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    recho. Adems, asnos incultos: esta vez son cuatro las faltas deortografa en cuatro lneas.

    Pero igual los venceremos dijo otro.Yo no estoy tan seguro Al pobre Esteban no le deben

    dar ni de comer para que est dbil el domingo volvi a opinarel mediocampista.

    Y si vamos a la polica? pregunt el puntero derecho.No. Arreglemos el asunto entre nosotros: no me cabe

    duda de que el Canguro es lo suficientemente inteligente comopara escapar, o algo as concluy Vicente.

    El tercer mensaje lleg atado al cuello de Fido, el perro del

    zaguero central.Si supieras hablar, Fido! Espero que hayas mordido al

    menos una pierna del que te amarr el mensaje!El perro mova su cola y, por su mirada apacible, se adverta

    que no era capaz de atacar ni a su propia sombra.Esta vez Vicente y los dems se inclinaron sobre el mensaje.

    Esto fue lo que leyeron:

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    Se produjo un gran silencio. No caba la menor duda: era laletra del Canguro. Pero se resistan a pagar el rescate y recono-cer su total sumisin al chantaje!

    Se fijaron en las faltas de ortografa? pregunt el capi-

    tn. Parece que se contagi con los Mastodontes.Es sea de su nerviosismoSi hasta escribi mal su nombre!Pobre tipo, a lo mejor lo estn torturando y ni sabe cmo

    se llama! se estremeci el puntero izquierdo.Y pobres de nosotros! No veo cmo vamos a salir de esto

    airosos suspir el zaguero central.Se quedaron mudos unos instantes. Hasta que de pronto

    Jorge, uno de los laterales, exclam:Psenme el mensaje!Lo volvi a leer en voz baja y con mucha atencin.

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    Ya s! grit. Descubr en qu lugarlo tienen! Sgan-me! Iremos, sin baln de ftbol, a su rescate.

    El equipo completo de los Venados corri a las afueras delpueblo, y Jorge indic un lugar, a la distancia, entre los roque-rios. Avanzaron sigilosos. El zaguero derecho grit, usando susdos manos como bocina:

    Si en diez minutos no estamos en el club con Esteban,nuestro capitn enviar a la polica Rndanse!

    Hubo unos instantes de tensin. Del lugar no sala ningnruido.

    No te habrs equivocado, Jorge? susurr alguien.

    No, estoy seguro!Y tan seguro estaba, que no haban pasado cinco minutos,

    cuando la figura del Canguro apareca frente a ellos.Lector: en el mensaje, lgicamente, haba una clave. Si Jor-

    ge la descubri, por qu no t? En qu lugar ocultaron al ar-quero?

    Nota:El partido se jug, tal como estaba planeado, y los Ve-nados ganaron 3 x 2 a unos avergonzados Mastodontes.

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    Horizontales:1. Terminacin verbal.

    Palabra para bajastemperaturas. Acuti-ca circense.

    2. Accin desplegada en elcuento. Oro galo.

    3. Negacin. Si no es un

    poema de la Mistral,corta los bosques.4. Muac (inv.). Flor de

    un solo ptalo.5. Competencia infantil en

    Villalongo. El que lohace ltimo lo hacemejor.

    6. Este es un onduladomechn sin vocales.Unidad de fuerza. Escuchar.

    7. Tres primeras letras de calurosa lnea geogrfica. Pronombre para ti.8. Uno de los equipos en competencia.9. Las de rana son muy ricas apanadas. Preposicin guerrillera.

    10. Al final del cuento los Venados marcaron ms. Tontonas.11. Posesivo para ustedes. Futuro verbal para versificadores.12. Letra griega (inv.). Capital para Allan Prost. Diminutivo masculino.13. Nombre para descansar.Donde se reunan los Venados.

    Verticales:

    1. El puntero derecho calific as a los Mastodontes. Quise (inv.). Dupla(inv.).

    2. Estn entre rejas. Apodo para Esteban.3. Antiguos habitantes del norte de Italia.4. Hobby de Venados y Mastodontes. Igual. Letra griega.5. Diosa y presa. Harn cof-cof.6. Le falt la a para estar rodeada de agua. A este mgico y diminuto

    personaje le falt la ltima slaba. Color del capuchn del mensajero.7. Pudor (inv.). Lengua provenzal francesa. Posesivo para m solo.

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    8. Puerto de la India, ex colonia portuguesa (inv.). Sala de recep-cin (inv.).

    9. Arma favorita de los Mastodontes. Cuando es mnima no paga im-

    puestos (inv.).10. Cuelga de un lbulo. Ataste (inv.).11. Prefijo que indica junto a. Dos vocales con puntos. Seora. Pro-

    nombre para ti.12. Rol del nio secuestrado. Los ladrones la piden a cambio de la vida.

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    El inspector Soto caminaba hacia su casa, luegode una larga y agotadora jornada en su oficina.Eran las diez y media de la noche y, al ver las lu-ces del pequeo supermercado del barrio anencendidas, record el encargo de su seora:

    una tarjeta postal para unos amigos que vivan en los Estados Uni-dos y estaban de aniversario de matrimonio.

    Entr con aire distrado al supermercado. Slo una cajafuncionaba. Mir vagamente a la muchacha sentada tras lacaja registradora, y se dirigi al anaquel giratorio donde seexhiban postales. Contempl con calma los paisajes, y leylas tarjetas y sus dedicatorias: A mi querida abuelita. Al mejoresposo del mundo. Un ao ms?.Con un suspiro sigui bus-cando. Slo se escuchaban el tintinear de la registradora a susespaldas y los pasos de los ltimos parroquianos que salan por

    la ancha puerta. Oy un carraspeo de la cajera. Pobre mu-chacha, pens; debe estar tan cansada como yo. Se decidientonces por una gloriosa cordillera nevada que brillaba trasun Santiago sin esmog.

    Y en ese momento escuch el grito.Con la rapidez propia de su oficio se dio vuelta para ver,

    ante sus propios ojos, a un encapuchado que encaonaba a lamuchacha con una pistola en la sien. Los ojos del hombre bri-

    llaron al fijarse en Soto y, con un gesto, le indic inmovilidad. Elinspector vio cmo la tela se hunda bajo una boca abierta.

    EL CASO DEL LADRN CON MSCARA

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    Su mente funcion a toda velocidad. Si l actuaba, el hombrepoda herir a la mujer tal era la decisin en su gesto, mientrasella depositaba el dinero en una bolsa. La cajera obedeca con ma-nos temblorosas, y emita unos entrecortados quejidos cuando elencapuchado la apuraba con golpes de can contra su nuca.

    No haba pasado un minuto. El ladrn comenz a retroce-der, y sin dejar de apuntar alternadamente a la mujer y a Soto,que estaba un par de metros tras ella, desapareci corriendo porla puerta principal.

    Soto, sin ni siquiera ocuparse de la cajera que se desvanecacomo en cmara lenta, sali hecho un celaje tras el enmascarado.

    Lo vio correr por la solitaria avenida, desprender de un tirn sumscara de tela, y abordar un taxi colectivo que pasaba en esemomento por la esquina.

    Los ojos de lince de Soto buscaron con rapidez un vehculopara seguirlo. Slo vio a un joven en moto que apareca por laorilla de la calle, junto a la vereda.

    Soy polica! Aydeme! Siga a ese taxi! grit Soto,mon