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BIBLIA NT EVANGELIOS MATEO 1
W. TRILLING
EL EVANGELIO SEGN SAN MATEO
INTRODUCCIN
La palabra Evangelio, que nos resulta tan familiar, etimolgicamente significa buena noticia, buena nueva. En primer lugar es el mensaje de Dios, transmitido por Jesucristo. Pero eso tambin se podra decir de los hombres de Dios de la antigua alianza, especialmente de los profetas. Se trata, sin embargo, de algo ms: Dios habla de manera nica, porque por medio de Jess dice su ltima palabra, a la que ya no ha de aadir ninguna ms. Este mensaje sobre todo es incomparable, porque Jess es el Hijo de Dios. Jess es la palabra viviente del Padre, hecha carne, y que ste no solamente pronuncia con los labios, sino con toda su existencia, con su vida y su actuacin. Por tanto el Evangelio es simultneamente buena nueva de Dios y de Jesucristo.
La antigua alianza, la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, se mueve en sucesivas oleadas hacia la salvacin de Dios. Como el flujo y el reflujo, esta historia es movida misteriosamente por el Dios invisible y que, sin embargo, acta con tanto poder. Pero esta historia no es una mera repeticin constante de lo mismo, con el ritmo montono de apostasa y conversin, ira y gracia, sino que con fuerza interior, como con dolores de parto, exige la plena revelacin, la salvacin perfecta, la unin de Dios y el pueblo: Vosotros seris mi pueblo, y yo ser vuestro Dios (Ez 36,28). Todos los anhelos se acumulan (tanto ms cuanto ms cerca est su venida) en el nico Salvador prometido, en el ungido por antonomasia, en el Mesas. El debe llevar a cabo la ltima obra, unir a su pueblo con Dios, en beneficio de Israel y de todas las naciones. San Mateo muestra mejor que los otros Evangelios que la historia del pueblo desemboca en la obra de Jess, y que este Jess de Nazaret es, de hecho, el esperado.
El acontecer de Dios, en sus distintas secciones, se haba depositado en los libros del Antiguo Testamento. Estos muestran imgenes reflejadas y descubren su significado divino. Las Sagradas Escrituras patentizan casi en cada pgina la pujanza interna del acontecer, que se dirige hacia un fin radical. En estos escritos, sobre todo, la figura del Mesas toma perfiles cada vez ms claros. La fe en que Jess era el Mesas hace verlo todo de forma nueva y transparente. Se mira y considera a Jess con los ojos del Antiguo Testamento. Entramos en un mundo inmensamente rico. No es una rida enumeracin de hechos acontecidos, no es la descripcin de la vida de un grande hombre, sino todo el acontecer de que Dios ha sido causa desde el principio del mundo, y al que Dios ha dicho s y amn en Cristo (cf. 2Cor 1,19s). As hay que ver los muchos pasajes en que el evangelista seala el cumplimiento de una palabra particular del Antiguo Testamento, o en general se refiere a una palabra o acontecimiento del Antiguo Testamento.
Se traza una rica imagen del mesas Jess. Jess es el profeta, como los antiguos profetas, es el ltimo de los profetas. Su mensaje es un llamamiento de Dios, una llamada a la conversin y una promesa de la misericordia de Dios (4,17). Jess tambin experimenta el destino de los antiguos profetas: es mal interpretado, perseguido, combatido e incluso matado.
Jess es el maestro del pueblo. No solamente pronuncia palabras decisivas, adaptadas a una hora y a una situacin determinadas, sino que ensea el verdadero camino de la justicia (5,20). Se sienta como los maestros de la ley para hacer una exposicin instructiva (5,1), utiliza la manera de hablar de un maestro de la sabidura, rene alrededor de s un grupo de discpulos. Forman armazn del Evangelio de san Mateo los grandes discursos del Seor, a los que se puede designar como piezas maestras. En estos discursos se recopilan los temas de la doctrina de Dios con una sucesin ordenada y con una estructura fcil de comprender.
Jess es el siervo de Dios, en quien Dios ha puesto su Espritu, para que proclame el derecho de Dios y lo conduzca a la victoria. Cumple dcilmente la voluntad del Padre celestial y obra el bien con sosiego y humildad: cura a los que tienen el corazn quebrantado, y a los enfermos y desgraciados en el cuerpo. Jess no quiebra la caa cascada ni apaga la mecha humeante (cf. 12,18-21). Es manso y humilde de corazn (11,29); lleno de mansedumbre entra en la ciudad santa montado en un asna (21,5). Mediante la humillacin sigue su camino hacia el ensalzamiento.
Jess es el Hijo de Dios en un sentido nico. Antes ya se llam as ocasionalmente al rey o incluso a todo el pueblo. Pero nunca pudo decirse: Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelrselo (11,27). Dios ha levantado a la ms alta dignidad a Jess, que sufri la ms grave ignominia: Dios le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (28,18).En la obra de Jess no solamente se manifiesta de forma definitiva el tiempo pasado, tambin llega a su objetivo la historia de Israel. En la obra de Jess tambin se contiene una novedad: el verdadero pueblo de Dios est formado por todos los pueblos. El alumbramiento de un tiempo nuevo es un nacimiento para todo el mundo. La salvacin de todos los pueblos y tiempos est resuelta en Jesucristo. El portador de la salvacin es el pueblo del Mesas, la Iglesia. Este pueblo, que tiene su origen en una insignificante semilla, el grupo de los discpulos, ahora sostiene el destino del mundo: la buena nueva, las fuentes de la gracia y el poder del Seor ensalzado. Id, pues, y haced discpulos a todos los pueblos, bautizadlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espritu Santo, y enseadles a observar todo cuanto yo os he mandado (28,19s).
Por tanto esta historia de Jess da al mismo tiempo la llave de la antigua y de la nueva alianza. Esta historia muestra la fuerte unidad que forman Cristo y la Iglesia, el verdadero pueblo de Dios y la Iglesia. No se puede leer el Evangelio como un libro de narraciones referentes a algunos acontecimientos del tiempo pasado. La palabra no es menester que la traduzcamos del tiempo pretrito al tiempo presente, ni es preciso que hagamos una aplicacin artificiosa a nuestra propia vida. La palabra se dirige a nosotros, porque es la palabra de la Iglesia, que hoy da tambin est dotada de vida; en el fondo, porque el mismo Jesucristo pronuncia esta palabra por medio de la Iglesia.
Esta palabra no quiere contar, sino dar voces. La palabra de Dios es viva y operante, y ms tajante que una espada de dos filos: penetra hasta la divisin de alma y espritu, de articulaciones y tutanos, y discierne las intenciones y pensamientos del corazn (/Hb/04/12). La palabra de Jess quiere infiltrarse en lo ms profundo de nuestro corazn y de nuestra alma como roco restaurador, quiere hacer fecundas y activas nuestras mejores fuerzas, y sobre todo quiere nacer de nosotros en la accin. Por tanto la palabra del Evangelio es palabra de vida en un doble sentido: engendra vida en nosotros, porque es la palabra de Dios, santa y santificadora y nace de nuevo para la vida mediante nuestra actividad en pos de esta palabra, para gloria del Padre celestial y testimonio en favor de los hombres.
Parte primera
LOS ANTECEDENTES DEL MESAS
Captulos 1-2
San Mateo empieza su Evangelio con unos antecedentes, como tambin hace san Lucas, sin embargo, los dos escritos son muy distintos entre s, por el estilo y por los acontecimientos que refieren. En san Lucas, encontramos narraciones amplias y extensas, en cambio en san Mateo encontramos fragmentos redactados de forma ms escueta y muy arrebaados desde un punto de vista teolgico. Al principio est el rbol genealgico de Jesucristo (1,1-17), la primera demostracin de la mesianidad. Siguen a continuacin una serie de secciones ms breves (1,18-2,23), entre las cuales se describe ms detenidamente la adoracin de unos sabios de Oriente (2,1-12). Todas las partes reunidas forman un conjunto narrativo continuado hasta el establecimiento en Nazaret. Sorprende que el estilo sea tan sobrio, casi como si fuera una crnica. Es caracterstico de todas las partes que se indique el cumplimiento de los vaticinios del Antiguo Testamento. Estas citas del cumplimiento son, en cierto modo, el hilo rojo que se ha hecho pasar por la tela y que solamente tiene una finalidad. Los primeros acontecimientos de la vida del Mesas tambin estn dispuestos maravillosamente por Dios y corresponden a la expectacin del Antiguo Testamento.
I. RBOL GENEALGICO DE JESUCRISTO (Mt. 01/01-17). Par: Lc/03/23-38
San Mateo construye el portal de su obra con imponentes sillares. Una genealoga, un rbol genealgico, conduce a travs de los siglos hasta la plenitud del tiempo. Desde la vuelta del destierro de Babilonia tales genealogas eran muy apreciadas entre los judos. En medio de la mezcla de pueblos de estos siglos el judasmo se mantuvo firme con tenacidad. Para tomar posesin de cargos pblicos y de dignidades superiores, el aspirante tena que demostrar que su rbol genealgico era intachable. Lo mismo se exiga a los sacerdotes. Es natural que fuera un honor singular pertenecer a una de las antiguas y apreciadas estirpes o estar enlazado con la ramificada familia real, que tiene su origen en David. Porque en esta familia se haba de cumplir la promesa, de esta familia se esperaba el vstago real, que no solamente estaba ungido, como lo estaban antes los reyes, sino que se llamaba el Ungido por antonomasia, el Mesas.
1 Genealoga de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2 Abraham engendr a Isaac, Isaac engendr a Jacob, Jacob engendr a Jud y a sus hermanos. 3 Jud engendr, de Tamar, a Fars y a Zar. Fars engendr a Esrom, Esrom engendr a Aram, 4 Aram engendr a Aminadab, Aminadab engendr a Naasn, Naasn engendr a Salmn, 5 Salmn engendr, de Rahab, a Booz, Booz engendr, de Rut, a Jobed, Jobed engendr a Jes, 6 y Jes engendr al rey David.David engendr, de la que fue mujer de Uras, a Salomn, 7 Salomn engendr a Roboam, Roboam engendr a Abas, Abas engendr a Asaf, 8 Asaf engendr a Josafat, Josatat engendr a Joram, Joram engendr a Ozas, 9 Ozas engendr a Joatam, Joatam engendr a Acaz. Acaz engendr a Ezequas, 10 Ezequas engendr a Manass, Manass engendr a Ams. Ams engendr a Josas, 11 Josas engendr a Jeconas y a sus hermanos cuando la deportacin de Babilonia.12 y despus de la deportacin de Babilonia, Jeconas engendr a Salatiel, Salatiel engendr a Zorobabel, 13 Zorobabel engendr a Abiud, Abiud engendr a Eliaquim, Eliaquim engendr a Azor, 14 Azor engendr a Sadoc, Sadoc engendr a Aquim, Aquim engendr a Eliud, 15 Eliud engendr a Eleazar, Eleazar engendr a Matn, Matn engendr a Jacob, 16 Jacob engendr a Jos, esposo de Mara, de la cual naci Jess, llamado Cristo.
17 Por consiguiente, todas estas generaciones suman: de Abraham hasta David, catorce; de David hasta la deportacin de Babilonia, catorce, y de la deportacin de Babilonia hasta Cristo, catorce.
Mediante un milagro nico en su gnero tuvo lugar la concepcin y el nacimiento de Jess, como se lee en la prxima seccin. Hizo este milagro que Jess careciera por completo de los vnculos naturales de la familia y del pueblo, y en cierto modo fuera solamente un enviado por Dios a nuestra historia y a nuestro mundo, como un cometa, que corta el espacio areo de la tierra? De ninguna manera. Por medio de Jos, que ante la ley es su padre, Jess entra en la sucesin de las generaciones. De este modo la Sagrada Escritura atestigua en primer lugar que Jess es un verdadero hombre; no uno de aquellos seres celestiales (de los que hablan los mitos), que descienden de las esferas del cielo, se hacen visibles aqu en la tierra, para regresar al mundo inmaterial y celeste. Jess es realmente nacido de mujer (Gl 4,4)...
Pero hay todava algo ms: la familia en que Jess aparece en un lugar determinado, es una regia familia, la familia de David, en la que ha de cumplirse la promesa mesinica. Y as la primera aposicin de Jesucristo es: hijo de David. Es una expresin atrevida. Jess es en sentido pleno y con validez jurdica descendiente de David, miembro de la familia real y heredero del trono de David (cf. 2Sam 7,1-16; Lc 1,32).Habra podido Jess ser tambin Mesas sin este parentesco? No podemos dar la respuesta, ya que Dios dispuso los acontecimientos de tal forma que su Hijo eterno fuese nacido del linaje de David segn la carne (Rom 1,3). Una cosa es segura: si no se hubiese podido demostrar el origen davdico, se habra dificultado mucho a los judos la fe en que este Jess era el Mesas.
La segunda aposicin todava llega ms lejos: hijo de Abraham. No solamente concluye en Jess la lnea real, no solamente se cumplen en l las promesas del trono y del reino permanente. Se hace remontar la sucesin de antepasados nada menos que hasta Abraham, que es el fundador de todo un pueblo, no solamente de una estirpe. A Abraham es a quien se hizo sobre todo la promesa todava ms antigua y amplia: Bendecir a los que te bendigan, y maldecir a los que te maldigan, y sern benditas en ti todas las naciones de la tierra (Gn 12,3). El pueblo formado por sus descendientes debe ser fuente de bendiciones para todo el gnero humano. Este pueblo transmite la bendicin a travs de los siglos como un don valioso, hasta que la bendicin se pose en el nico vstago del linaje que trae la bendicin para todo el mundo: Las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice y a sus descendencias, como si fueran muchas; sino como si fuere una sola: Y a tu descendencia. es decir, a Cristo (Gl 3,16). La expresin hijo de David nos resulta familiar y estamos habituados a orla. Podemos decir lo mismo de la expresin hijo de Abraham? La historia del gnero humano, que Dios empez de nuevo con Abraham, avanza hacia su fin. El arco de la historia se extiende desde el patriarca de Israel hasta el fundador de un nuevo Israel...No es perfecto el rbol genealgico del evangelista desde Abraham hasta Jos. Faltan muchos miembros intermedios. Slo en parte conocemos las fuentes de que se forma el rbol genealgico. Las dos primeras secciones hasta la cautividad de Babilonia, podran estar tomadas de los textos bblicos 3. Desconocemos por completo las fuentes de los nombres de la tercera seccin. Tampoco es posible examinar la exactitud del rbol genealgico. Finalmente es raro que el rbol no termine en Mara, que era la madre corporal de Jess, sino en Jos, que slo era su marido segn la ley. Todo esto nos ayuda a entender este texto como conviene. Si Jess era el hijo de Jos segn la ley, se le poda clasificar con pleno sentido en la descendencia de los antepasados de Jos y, por tanto, en la sucesin davdica.
San Mateo no da tanta importancia a la exactitud cientfica como a la disposicin y a la lgica internas. Esta disposicin est claramente indicada en el versculo final, que es el 17: siempre son catorce generaciones las que llenan los tres lapsos de tiempo transcurridos entre Abraham. David. el cautiverio de Babilonia y Cristo. Catorce es el doble de siete, nmero sagrado4.
En los mismos nmeros se revela a la inteligencia creyente algo de la ordenacin del plan de Dios en la historia. El nacimiento de Jess es una parte de los planes divinos, y a travs de siglos y generaciones Dios ha dirigido los acontecimientos hacia este nacimiento, que ha tenido lugar exactamente en el tiempo predeterminado. Para san Mateo y para los que leemos su Evangelio este descubrimiento es una indicacin de la sabidura con que Dios conduce la historia.
Este ltimo pensamiento tambin se expresa con otra peculiaridad del rbol genealgico, a saber en la mencin de cuatro mujeres. Siendo as que slo se tiene en cuenta la lnea masculina, sorprende que se mencionen mujeres, y an sorprende ms, si tenemos en cuenta que las mujeres no son ilustres y clebres esposas de los patriarcas, como Sara y Rebeca, La y Raquel, sino cuatro que permanecen en la sombra. Una de ellas es Tamar (v. 3), a quien Jud rehsa el derecho a la descendencia, pero ella con insolente astucia consigue su derecho (cf. Gn 38,1-30). Otra es Rahab (v. 5), que engendra a Booz; es una prostituta cananea, que prest gran ayuda al pueblo elegido (Jos 2; 6,15ss). Luego se nombra a Rut,(v. 5), que no tiene ninguna mancha moral, pero que era gentil, una moabita, y que fue bisabuela del rey David (cf. Rut 4,12ss). No se designa a la cuarta mujer con su nombre, sino como mujer de Uras. Tambin ella, una extranjera, llamada Betsab, esposa de un heteo, est relacionada de modo inusitado con el pueblo de la promesa: David cometi adulterio con ella, del cual procedi su hijo y sucesor Salomn (2Sam 11s).
Lo desacostumbrado y extraordinario es comn a todas estas mujeres. A pesar de su sangre extranjera o de su indignidad se ha llevado a trmino el plan de Dios. Nada poda hacer que se rompiera la lnea de la bendicin, todos los caminos laterales y todos los rodeos fueron aprovechados y dirigidos hacia el nico objetivo, hasta que del pueblo viniera la descendencia a la que se hizo la promesa (Gl 3,19). El nombre y el destino de estas mujeres muestra una sola cosa: el camino de Dios con frecuencia es el rodeo, pero no por ello decae su fidelidad. Su voluntad firme e inflexible de salvar siempre se abre paso. Tambin eso debe considerarse cuando se oigan contar las inusitadas circunstancias del nacimiento de Jess. Ninguna sombra recae sobre Mara, pero el camino de Dios est lleno de misterios, y en el tiempo pasado y en el presente siempre es muy distinto de los caminos de los hombres.En los ltimos versculos se habla por dos veces del Mesas. De Mara naci Jess, llamado Cristo y de la deportacin de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. La finalidad propia de la genealoga es demostrar la verdadera mesianidad de Jess. En el primer fragmento del Evangelio se expresa lo que ensea todo el libro: Jess es verdaderamente el Mesas prometido. Por otra parte se hace llegar el rbol genealgico hasta Abraham. No se indica ya de este modo que el Mesas no debe ser considerado slo como vstago real e hijo de David, y menos como figura poltica? Jess rene en s todas las promesas, no slo las que se refieren a una dinasta escogida, sino tambin las que van dirigidas a todo un pueblo consagrado a Dios. Desde un principio el concepto del Mesas es mayor que el concepto que se diluy en la sucesin real. Aqu se trata de la vocacin de Israel, del encargo que se le ha confiado, de la bendicin o maldicin para todo el mundo. Para quien sabe que este Jess es el Mesas, la historia de todo el mundo hasta la llegada de Jess se deshoja y queda al descubierto como un plan inteligente y prometedor de Dios 5
(Pgs. 5-23)
........................
3. Versculos 2-6: 1Cro 2,1-15; cf. Rut 4,18-22; versculos 7-12: 1Cro 3,5-16.
4. En realidad en el ltimo perodo solamente hay trece miembros. Esto precisamente demuestra que el texto es estructurado, as como la fuerza probatoria de la lista, que descansa sobre esta estructura.
5. Slo san Lucas tiene un rbol genealgico semejante (3,23-38), pero con una sucesin invertida. La novedad de san Lucas es que sobrepasa el limite de Abraham y llega hasta Adn y, por tanto, ve a Jess como fundador no slo del nuevo pueblo, sino tambin de una nueva humanidad.
II. NACIMIENTO E INFANCIA DE JESS (1,18-2,23).
1. EL NACIMIENTO DE JESS (Mt. 01/18-25).
18 El nacimiento de Jesucristo fue as. Su madre Mara estaba
desposada con Jos y, antes de vivir juntos. result que ella haba
concebido en su seno por obra del Espritu Santo. 19 Pero Jos, su
esposo, como era justo y no quera denunciarla, determin repudiarla en secreto.
Este fragmento informa sobre el nacimiento del nio Mesas. Es notable en muchos respectos la manera como tiene lugar el nacimiento. Sorprende la sobriedad y la concisin de este relato, si se compara con la narracin del nacimiento que conocemos familiarmente por san Lucas y que se lee en las misas de Navidad. Casi no se exponen las circunstancias ms prximas, la preparacin del acontecimiento y el mismo suceso. San Mateo dirige la mirada a hechos muy distintos. Supone que nos son conocidos los pormenores de la concepcin milagrosa y del nacimiento, que ahora se recuerdan con breves palabras. Qu quiere sobre todo ensear el evangelista?
En primer lugar est la figura de Jos, que se presenta en primer plano, as como en los relatos de san Lucas se presenta a Mara. Todo se contempla desde la posicin que ocupa Jos, que al final del rbol genealgico fue mencionado como esposo de Mara. Con esta mencin se enlaza el relato del nacimiento. Mara estaba desposada con Jos. por eso segn el derecho judo era considerada como su esposa legitima. Sin embargo an no haban vivido juntos. Esto significa que Jos an no haba introducido en su casa a su desposada ni haba empezado la vida comunitaria del matrimonio. El relato ahora dice de forma muy concisa que en este tiempo result que Mara estaba encinta. Jos lo haba notado claramente. Lo que l no sabe, nos lo dice en seguida el evangelista interpretando y explicando de antemano: lo que vive en ella, procede del Espritu Santo. Nada se dice de la turbacin, de la pesadumbre, de las cavilaciones, dudas y titubeos del esposo. No se nos cuenta lo que pasa en su alma y lo que hace madurar la decisin. Solamente nos enteramos del resultado: Jos resuelve separarse de su desposada con gran sosiego. La deshonra en que Jos cree que se encuentra Mara, no debe ofenderla ante todo el pueblo.
Se califica de justo a Jos, en cuya conducta se manifiestan la consideracin y los sentimientos. Justo es el hombre que busca a Dios y que sujeta su vida a la voluntad de Dios. Justo es el hombre que cumple la ley con todo su corazn y con intensa alegra, como el devoto autor del salmo 118. Pero tambin es justo el hombre prudente y bondadoso, en cuya vida se han mezclado y esclarecido de una forma singular la propia madurez humana y la experiencia en la ley de Dios. As es como el Antiguo Testamento ve al justo. El justo es la figura ideal del hombre en quien Dios se complace. La justicia es la ms noble corona con que puede adornarse un hombre. Lo mismo puede decirse de Jos. Su vista todava est retenida, y l no comprende el enigma desconcertante. Pero Jos tampoco lo escudria ni procura examinarlo a fondo. Lo que hace, en todo caso es indulgente y juicioso. As logra que se le tribute la alta distincin de elogiarle como justo.
20 y mientras andaba cavilando en ello, un ngel del Seor se le
apareci en sueos y le dijo: Jos, hijo de David, no temas llevarte a
casa a Mara tu esposa, porque lo engendrado en ella es obra del Espritu Santo.
Cuando Jos ya ha tomado la decisin de separarse de Mara, Dios interviene. Un ngel,
santo mensajero de Dios, le descorre el velo del misterio. Le dirige la palabra con
solemnidad: Jos, hijo de David. Fuera de este caso, solamente a Jess se concede
este ttulo honorfico (Mt 1,1; 9,27; 20,30s). En este tratamiento resuenan las esperanzas
que inspira esta expresin desde el vaticinio de Natn al rey: Yo ser su padre, y l ser
mi hijo, y si en algo obra mal, yo le corregir con vara de hombres y con castigo de hijos de
hombres. Mas no apartar de l mi misericordia, como la apart de Sal, a quien arroj de
mi presencia. Antes tu casa ser estable, y vers permanecer eternamente tu reino, y tu
trono ser firme para siempre (2Sam 7,14-16). Con este tratamiento el sencillo Jos es
intercalado en el gran contexto de la historia divina. Es descendiente del linaje de David,
uno de sus hijos. Lo que Jos oye decir al ngel, debe orlo como hijo de David,
entonces comprender. Al final de este relato leemos que en realidad sucede as: despus
del mensaje nocturno, Jos, con sencillez y docilidad, procede como le haba encargado el
ngel (1,24).
Jos est en primer trmino, pero ahora tambin se ilumina con mayor intensidad la
madre del Mesas. Jos no debe temer llevarse a casa a Mara, acogerla en su casa como
su mujer, porque en ella ha tenido lugar un milagro de Dios: el fruto de su vientre no
procede de un encuentro terrenal. Con profundo respeto y con delicadeza se indica el
misterio. Son cosas divinas, que no pueden ser profanadas por la indiscreta curiosidad del
hombre ni por el lenguaje que todo lo abarca. Slo se nombra un hecho que puede servir
de explicacin: la actuacin del Espritu Santo. A l se atribuye como ltima causa el
milagro que ha tenido lugar en el seno de Mara. Es el espritu que expresa el poder y la
grandeza de la actuacin divina; es el espritu que llena a los profetas y a los hroes; pero
tambin es el espritu que obra en silencio y que acta ocultamente y sin ruido. Aqu se
evitan cuidadosamente todos los pormenores. Ante la mirada de Jos y la nuestra slo
debe estar esta figura: la virgen, un vaso de eleccin, expuesto al soplo del Espritu de
Dios...
21 Dar a luz un hijo, a quien le pondrs el nombre de Jess,
porque l salvar a su pueblo de sus pecados.
Ahora el mensajero habla ms claramente. Mara dar a luz un hijo, y Jos le debe poner
el nombre de Jess. Era un privilegio de la dignidad paterna otorgar el nombre al hijo. Esto
en cierto modo es un acto creador, porque para los antiguos el nombre designa la manera
de ser y la vocacin. Sin embargo en el caso de Jos se limita el derecho: No solamente no
tiene ninguna parte en la procreacin del hijo, sino que tampoco tiene derecho a determinar
el nombre. ste le es dado de arriba, se anuncia de antemano: un nombre, que ya fue
usado con frecuencia en la historia del pueblo, pero que nunca proclam la razn de ser
con tanta precisin como aqu.
Qu significa el nombre de Jess?
Traducido del hebreo, significa: Dios es la salvacin, Dios ayuda y libera, Dios es salvador. As se llam Josu, quien como sucesor de Moiss condujo al pueblo por el Jordn a la vida sedentaria y a la paz del pas.
Este nombre lo tuvo un sumo sacerdote, que despus del regreso de la cautividad de
Babilonia particip como dirigente en la restauracin del culto y en el servicio del templo
(Esd 2-5). As tambin se llamaba un maestro de la sabidura, que pudo alabar el camino de
la justicia y de la vida con sentencias bien redactadas, Jess, el hijo de Eleazar y nieto de
Sirac, autor del libro de Jess Sirac o Eclesistico (Eclo 50,29). Todos ellos fueron, de
diferentes maneras, medianeros de la salvacin de Dios. Pero Jess traer esta bendicin
con mayor amplitud que ninguno de los que le precedieron. As lo indica la interpretacin de
su nombre, que aade san Mateo: l salvar a su pueblo de sus pecados. No se trata
simplemente de la salvacin de un pas frtil, de una oblacin de sacrificios agradable a
Dios o de un conocimiento adecuado, sino la liberacin de una esclavitud ms grave de la
que representan el desierto, el culto idoltrico y una doctrina errnea: la esclavitud del
pecado. Con la palabra pecado se dice todo aquello, de lo que debe ser liberado el
hombre y la humanidad. Esta palabra designa la oposicin ms viva a Dios y a su salvacin.
La expresin un poco ambigua: su pueblo, indica a quin liberar Jess de esta
servidumbre. El judo solamente conoce a un pueblo, que tiene legtimamente este nombre
en el sentido ms profundo, es decir, Israel, el pueblo de la eleccin. El judo dira: nuestro
pueblo o en labios del ngel: vuestro pueblo, el pueblo mediante el cual el israelita es lo
que es. O se podra esperar que se dijera: el pueblo de Dios. Pero aqu se lee su pueblo.
Desde el primer momento a este nio se le promete un pueblo propio, y queda por completo
en suspenso si este pueblo se identifica con el Israel contemporneo. Tambin podra ser
un nuevo pueblo para el cual ya no tengan vigencia las fronteras de aquel tiempo y que
crezca ms all de las fronteras de Israel, un nuevo pueblo de Dios, perteneciente a Jess
de una forma especial, y cuyo nombre ostente...
22 Todo esto sucedi en cumplimiento de lo que haba dicho el
Seor por el profeta. 23 He aqu que la virgen concebir en su seno y
dar a luz un hijo, y lo llamarn Emmanuel, que significa Dios con nosotros.
Lo que el ngel ha anunciado hasta ahora es significativo y asombroso. En parte dice
claramente lo que suceder, en parte indica grandes conexiones que conocen o adivinan
los que estn bien informados como Jos. Mateo concluye las palabras del ngel indicando
el cumplimiento de una profeca. Finalmente ahora se hace patente que no se trata de
un acontecimiento de un da; al contrario: como en una lente se concentran los rayos de
luz, as tambin en la llegada de este nio es como si se reuniesen los hilos de una obra
tejida por Dios. El hecho es significativo para el tiempo presente, en el que tiene lugar el
milagro del Espritu Santo; para el tiempo futuro, en que este nio debe llevar a cabo la
liberacin de su pueblo; y para el tiempo pasado, que aparece con una nueva luz. En una
situacin apurada el profeta Isaas haba anunciado al rey Acaz una seal divina que le
deba notificar la desgracia. Ahora estas palabras del profeta se convierten en mensaje de
alegra: He aqu que la virgen concebir... Las misteriosas circunstancias que haban
perturbado a Jos, no son tan sensacionalmente nuevas; el profeta ya las haba indicado
hablando de una virgen, que dar a luz un hijo. El nacimiento virginal del Mesas, por
obra del Espritu, ya est indicado en el Antiguo Testamento. El creyente conoce la
actuacin de Dios en los siglos y entiende las promesas a la luz de su cumplimiento.
Un segundo dato se da tambin en el profeta: un nombre que es tan profundo y rico
como el nombre de Jess: Dios con nosotros (Is 7,10-16). Estaba arraigado en la fe de
Israel el conocimiento de que Yahveh siempre est con su pueblo. Esta es la distincin y la
gloria de Israel. Como sucedi en el tiempo pasado, as suceder tambin en el tiempo
futuro, que los profetas anuncian: No temas, pues yo te redim, y te llam por tu nombre: t
eres mo. Cuando pasares por medio de las aguas. estar yo contigo, y no te anegarn sus
corrientes; cuando anduvieres por medio del fuego, no te quemars, ni la llama tendr ardor
para ti (1s 43,1s). Dios siempre estuvo con su pueblo en las guerras de los antepasados,
en las asambleas reunidas en los sitios de culto en tiempo de los jueces, luego
especialmente en la santa montaa de Sin y en el templo, en las unciones de sus reyes y
en la misin confiada a sus profetas, en su fidelidad y en el otorgamiento de su salvacin,
tambin en la dispersin entre las naciones, en el cautiverio. Sin embargo, se mantena viva
la esperanza de que Dios estara con su pueblo en el tiempo futuro. Era un hecho y al
mismo tiempo una promesa, se poda experimentar felizmente la presencia de Dios, y con
todo tena que esperarse. Es evidente que deba ser un modo enteramente nuevo de la
presencia, que ya se estaba acercando.
Ahora parece que esta nueva presencia est a punto de realizarse. El nio que ha de
nacer tiene el nombre que implica esta esperanza: Dios con nosotros. Esta proximidad de
Dios no debe realizarse en una reunin especial, en un lugar, en una casa, sino en una
persona humana, a cuya manera de ser pertenece que Dios est con nosotros. En l y por
medio de l Dios est presente y cercano, ms prximo y activo que hasta ahora...
24 Jos, cuando se despert, hizo como le haba ordenado el ngel
del Seor y se llev su esposa a casa. 25 Y hasta el momento en que
ella dio a luz un hijo l no la haba tocado, y l puso al nio el nombre de Jess.
Jos, con sencillez y naturalidad, hace lo que se le haba encargado. Con profundo y
medroso respeto no se acerca a Mara, que exteriormente pasa por ser su esposa. Ella da
a luz al nio, y Jos le designa con el nombre de Jess. De este modo, el nio es su hijo
segn la ley, que es incorporado a la lnea de los padres, que va desde David hasta Jos.
No solamente conocemos el nombre que debe tener el nio, y que se uni con el ttulo de
Mesas, formando el nombre doble: Jesucristo, esto es, Jess el Mesas. Sabemos que el
nombre se complementa con un segundo nombre que Jess no us: Dios con nosotros.
La ltima frase del Evangelio echa una mirada retrospectiva al principio del mismo: la
proximidad de Dios en Cristo est plenamente garantizada, y nunca ms quedar en
lejana, hasta el fin del tiempo: Y mirad: yo estoy con vosotros todos los das hasta el final
de los tiempos (/Mt. 28/20). Dios est cerca de nosotros en Jesucristo, siempre est
presente, nunca ms estaremos solos ni perdidos, lanzados a una existencia sin sentido...
2. UNOS SABIOS DE ORIENTE ADORAN AL NIO (Mt. 02/02).
1 Despus de nacer Jess en Beln de Judea, en tiempos del rey
Herodes, unos sabios llegaron de Oriente a Jerusaln, 2
preguntando: Donde est el rey de los judos que ha nacido?
Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo.
El rbol genealgico y el relato del nacimiento de Jess quedaron en el mbito de la
nacin y del pueblo judo. Ahora la vista se ampla al gran mundo de las naciones y de los
reinos. En el rbol genealgico habamos ido tentando el camino de la historia hasta David
y Abraham. Sigue luego un pasaje (1,18-25) en que resuena la profeca de que un nio hijo
de una virgen ser el Dios con nosotros. Todo esto se ha logrado con una creyente
mirada retrospectiva, que se dirige al tiempo pasado desde el tiempo presente consumado.
El acontecimiento de la adoracin de unos sabios de Oriente de nuevo parece que
realiza grandes profecas, con la diferencia de que aqu sucede con una publicidad mucho
mayor, algo que antes slo poda conocer la mirada de la fe: la venida del verdadero Mesas.
Por primera vez, nos enteramos en san Mateo de que el nacimiento de Jess tuvo lugar
en Beln, en el pas de Jud. Ambas circunstancias cumplen la profeca, segn la cual
solamente entra en consideracin el pas real de Jud y una ciudad que se encuentra en
este pas. Ambas indicaciones del versculo primero ya anticipan la cita del Antiguo
Testamento, que se aduce por extenso en el v. 6. El profeta Miqueas sobre esta pequea
ciudad haba hecho el orculo de que de ella debe salir el soberano del tiempo final, que ha
de gobernar a todo el pueblo de Israel. El lugar del nacimiento ha sido designado por el
profeta, as como el nombre del nio ha sido determinado por Dios.
Se dice en general: En tiempos del rey Herodes, sin que podamos conocer una
determinacin ms prxima del tiempo. Se alude a Herodes el Grande, que a pesar de
apreciables mritos, como extranjero (idumeo) y dependiente de los favores de Roma,
ejerci el mando arbitraria y horriblemente, sin escrpulos y con desenfreno. Es verdad que
haba arreglado suntuosamente el templo y que hizo mucho bien al pueblo, no obstante las
agrupaciones piadosas de los judos tienen la sensacin de que es un dominador
extranjero. Aunque su poder era pequeo, usaba el ttulo de rey. que Roma le haba
concedido. Aqu se usa muchas veces este ttulo, en contraste con el rey que buscan los
sabios. En el Evangelio slo dos veces se habla de Jess como el rey de los judos: aqu
en contraste con el tirano Herodes, y hacia el fin en el proceso usan este ttulo el pagano
Pilato (27,11), los soldados que hacen escarnio de Jess (27,29) y la inscripcin en la cruz
(27,37). Jess respondi afirmativamente a la pregunta de Pilatos (27,11), pero el ttulo no
era expresin de la verdadera dignidad de Jess ni una profesin de fe. Aqu se ha de
considerar que quien pretende ser rey de los judos est sentado tembloroso en el trono, y
el verdadero rey viene con la debilidad del nio.
Los sabios vienen de oriente. No se indica qu pas era su patria, tampoco se dice el
nmero de ellos. Las circunstancias externas permanecen ocultas ante la sola pregunta que
les mueve: Dnde est el rey de los judos que ha nacido? Son personas instruidas,
probablemente sacerdotes babilonios, familiarizados con el curso y las apariciones de las
estrellas. La notable aparicin de una estrella les ha movido a partir. A esta estrella estos
sabios la llaman su estrella, la del rey de los judos. Es la estrella del nuevo rey infante.
Segn persuasin del antiguo Oriente los movimientos de las estrellas y el destino de los
hombres estn interiormente relacionados. Pero hasta hoy da no se han aclarado todas las
investigaciones y clculos ingeniosos sobre esta estrella, si designa una constelacin
determinada, un cometa o una aparicin enteramente prodigiosa. Aqu dejamos aparte la
cuestin y solamente vemos la estrella segn el significado que tiene para aquellos sabios.
Tambin hubiera podido moverlos a emprender su expedicin otra seal. Lo que es seguro
es que la aparicin de la estrella no poda explicarse de una forma puramente natural, sino
que era un suceso prodigioso (v 9). Una seal es dada por Dios, el Dios de las naciones y
del mundo. Lo principal no son las circunstancias externas de la aparicin, sino su finalidad
interna.
Pero qu significa la seal para la gente instruida? Para sta el pas de los judos es
ridculamente pequeo, carece de importancia desde el punto de vista poltico, desde hace
siglos ya no se hace sentir por su funcin independiente dentro del prximo Oriente. Cmo
se explica que no les baste un mensaje, una averiguacin por medio de emisarios? Por
qu les estimula el deseo de ir a ver y de adorar? La Sagrada Escritura no contesta a estas
preguntas, sino que solamente informa sobre lo que ha sucedido. Pero el asombro que nos
causan estas preguntas, nos conduce a descubrir el profundo sentido de este relato...
Dios no solamente haba elegido a su pueblo sacndolo de la servidumbre de Egipto,
sino que haba elegido para s una ciudad santa: Jerusaln, y haba escogido, por as decir,
como domicilio un monte santo: el monte de Sin. Para el comienzo de la salvacin Israel
no solamente espera la llegada del Mesas y el establecimiento del reino davdico, sino
mucho ms: la bendicin de todas las naciones por medio de Israel. La ciudad y el monte
son la sede y el origen de la salvacin, que ha deparado Dios a las naciones. All
resplandece la luz, all se tiene que adorar. El monte-Sin se convierte en el monte de
todos los montes, en el ms alto y ms santo de todos. En los ltimos das muchos pueblos
se ponen en marcha desde los cuatro vientos y van en romera a Jerusaln, para que Dios
les ensee sus caminos, y anden por las sendas de Dios (cf. Is 2,2s). All van reyes y
prncipes de todo el mundo y llevan sus dones a la ciudad de Jerusaln iluminada por el
fulgor de la luz: Y a tu luz caminarn las gentes, y los reyes al resplandor de tu claridad
naciente. Tiende tu vista alrededor tuyo, y mira; todos sos se han congregado para venir a
ti; vendrn de lejos tus hijos, y tus hijas acudirn a ti de todas partes. Entonces te vers en
la abundancia; se asombrar tu corazn, y se ensanchar, cuando vengan hacia ti los
tesoros del mar; cuando a ti afluyan las riquezas de los pueblos. Te vers inundada de una
muchedumbre de camellos, de dromedarios de Madin y de Ef; todos los sabeos vendrn
a traerte oro e incienso, y publicarn las alabanzas del Seor (Is 60,3-6; cf. Sal 71,10s). La
peregrinacin de los pueblos al fin del tiempo. Tiene el evangelista esta escena ante su
mirada? Ve cumplido el fin de los das?
Jess no vino al mundo en la ciudad real de David, sino en la pequea y mucho menos
importante ciudad de Beln. Cmo puede explicarse que todos los dems indicios de la
expectacin sealen a Beln? Y cmo es posible que el Mesas no nazca en el palacio
real de Herodes, sino en cualquier parte, desconocido e ignorado? Puede ser este nio el
verdadero Mesas? Es difcil responder a estas preguntas. La respuesta tena preocupada
a la primitiva Iglesia, especialmente entre los judos. Hasta que un da el Espritu Santo
tambin le indic el camino. Todo esto tambin lo atestigua la Escritura. El profeta Miqueas
nombra y ensalza adrede este pueblo de Beln, que es poco importante y pequeo, pero
que es grande a causa de que de l debe salir el dominador de Israel. San Mateo ha
reproducido con alguna libertad el texto del profeta Miqueas. El texto original dice as: Y
t, Beln, Efrat, pequea entre los clanes de Jud, de ti saldr el que ha de ser dominador
de Israel; su origen es desde tiempos remotos, desde das muy antiguos... Y l
permanecer firme, y apacentar la grey con la fortaleza del Seor. en el nombre altsimo
del Seor Dios suyo, y ellos se establecern, porque ahora ser glorificado l hasta los
ltimos trminos del mundo. Y l ser paz (Miq 5,1.3-4). Efrat era una estirpe
numricamente pequea de Israel, de la cual proceda David (lSam 17,12). Dios eligi una
vez lo que era dbil, y volver a hacerlo en la consumacin del tiempo.
3 Cuando lo oy el rey Herodes, se sobresalt, y toda Jerusaln
con l. 4 Y convocando a todos los sumos sacerdotes y escribas del
pueblo, les estuvo preguntando dnde haba de nacer el Cristo. 5
Ellos le respondieron: En Beln de Judea; pues as est escrito por el
profeta: 6 y t, Beln, tierra de Jud, de ningn modo eres la menor
entre las grandes ciudades de Jud; porque de ti saldr un jefe que
gobernar a mi pueblo Israel. 7 Entonces Herodes llam en secreto a
los sabios y averigu cuidadosamente el tiempo transcurrido desde
la aparicin de la estrella. 8 y encaminndolos hacia Beln, les dijo:
Id e informaos puntualmente acerca de ese nio; y cuando lo
encontris, avisadme, para que tambin yo vaya a adorarlo.
Precisamente Herodes es interrogado acerca del lugar. La pregunta le estremece, porque
ahora ha de temer a un nuevo competidor, y la pregunta estremece a la ciudad, porque
tiembla por el miedo de nuevas medidas de terror. Puesto que Herodes no sabe el lugar
(qu sabe de la Escritura el rey de sangre extranjera y amigo de los paganos?), tiene que
convocar un consejo de personas constituidas en dignidad: sumos sacerdotes y
escribas, para que oficialmente le den respuesta. El lugar, pues, no lo han inventado los
cristianos creyentes ni lo han dispuesto posteriormente. Los judos e incluso Herodes
tienen que testificar que Beln es la ciudad del Mesas.
Por la mediacin de Dios la romera de los sabios no termina en Jerusaln, sino ms all
de la ciudad, en la cercana Beln. Singular providencia! Jerusaln no es la ciudad de la
luz, en la que los pueblos pueden disponer del derecho y de la salvacin. Jerusaln est en
pecado, es la ciudad de los asesinos de los profetas (23,37-39), la ciudad de la
desobediencia y de la sublevacin, del desprecio de la voluntad de Dios. El Mesas no
viene a Jerusaln, a no ser para morir en ella. Entonces tambin sale la luz de esta ciudad,
pero de una forma muy distinta de la que se esperaba.
9 Despus de oir al rey, se fueron, y la estrella que haban visto en
Oriente iba delante de ellos, hasta que vino a pararse encima del
lugar donde estaba el nio. 10 Al ver la estrella, sintieron inmensa
alegra. 11 Y entrando en la casa, vieron al nio con Mara, su madre
y, postrados en tierra, lo adoraron; abrieron sus cofres y le ofrecieron
regalos: oro, incienso y mirra. 12 y advertidos en sueos que no
volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Con toda pobreza y estrechez ocurre en Beln algo de la gran promesa: los hombres
doctos encuentran al nio y a Mara su madre, le presentan su homenaje y sus valiosos
regalos, propios de reyes: oro, incienso y mirra. Su alegra sobrepasa toda medida:
sintieron inmensa alegra, la alegra del hallazgo, del anhelo cumplido.
Es un comienzo, el principio de la adoracin de todos los pueblos en la presencia del
nico Seor. La luz no slo brilla para los judos; el dominador no solamente gobernar a
mi pueblo Israel (v. 6), los gentiles tambin participan de la luz; antes que los dems, antes
que un solo judo haya logrado la fe. Mientras Herodes se queda inmovilizado con sombros
pensamientos homicidas, estos gentiles venidos de Oriente se arrodillan delante del nio.
Se atestigua que en Jess vino la salvacin para todo el mundo. No poda ser atestiguado
de una forma ms solemne que mediante este grandioso acontecimiento. Empieza a llegar
el fin de los tiempos. Se presentan las primeras grandes seales. Herodes no consigue su
objetivo. Su intencin hipcrita de ir a adorarlo es desbaratada: con un medio fcil Dios
ordena que regresen por otro camino. Se requiere solamente una indicacin, y el mal queda
alejado...
(Pgs. 24-38)
3. HUIDA A EGIPTO (Mt. 02/13-15).
13 Despus de partir ellos, un ngel del Seor se aparece en
sueos a Jos y le dice: Levntate, toma contigo al nio y a su madre,
y huye a Egipto. Qudate all hasta que yo te avise, porque Herodes se
pondr a buscar al nio para matarlo. 14 Jos se levant, y de noche,
tom consigo al nio y a su madre, y parti para Egipto;
Se contina el tema iniciado con el relato de los sabios: planes de Herodes contra el nio.
En primer lugar se informa que el nio es llevado a Egipto por una intervencin de Dios. De
nuevo Jos est en el primer plano. Por segunda vez recibe un mensaje de Dios, que le
transmite un ngel. De una forma tan sucinta como antes (1,20) se le comunica un mandato:
Levntate. Se le exige algo repentino, inaplazable. Debe ponerse en pie en plena noche. La
exhortacin del ngel se efecta privadamente y bajo la envoltura del sueo; sin embargo,
las facultades superiores del alma toman plena conciencia de este mandato, cuyo
cumplimiento exige la decidida accin humana. Al hablar del cumplimiento del mandato
(2,14) se dice que san Jos se levanta y obra sin prdida de tiempo, cuando an es de noche.
Cun atento tiene que haber estado este hombre, cun clarividente y abierto a la
advertencia de Dios! Su alma est orientada hacia arriba no slo durante el da, sino
tambin durante la noche, de tal forma que Dios puede intervenir fcilmente y puede estar
seguro del xito. La recepcin de la orden no hace que Jos se vaya despertando, sino que
al instante est dispuesto a obrar. As es siempre, cuando una persona llena su alma de Dios...
Tom consigo al nio y a su madre. En los dos primeros captulos del Evangelio
solamente se habla as de Mara y del nio Jess (2,11.13.14.20.21). En primer lugar es la
nica manera de hablar correcta y dogmticamente exacta: primeramente se nombra al
nio, que siempre ocupa el centro del relato, despus se nombra a Mara, que le dio a luz.
San Mateo nunca dice los padres, o la familia o Mara y su hijo; se menciona
separadamente a las dos santas personas, como corresponde a la diferencia en su
dignidad. Una expresin como la que leemos en san Lucas, que al parecer con descuido,
habla de sus padres (Lc 2,43), no se podra concebir en san Mateo. Su conciencia de la
grandeza de Jess se manifiesta en todas partes con delicada ponderacin de las palabras.
Tampoco a Mara se designa con su nombre, sino solamente como su madre. Esta
designacin no significa ningn fro distanciamiento, sino que indica que Mara recibe del
nio su dignidad. Ante la importancia de este hecho su nombre palidece. En los dos
primeros captulos slo se menciona una vez (1,18), mientras que constantemente se
emplea el nombre de Jos. La gloria de Mara radica en su eleccin para la verdadera y
real maternidad humana del Mesas.
Y huye a Egipto. Ya una vez haba habido una peregrinacin fugitiva a Egipto: cuando
la falta de vveres movi a los hijos de Jacob a que fueran al frtil delta del Nilo (Gn 42s).
En aquella ocasin el apremio de la necesidad: salvarse de la muerte por hambre. Desde
tiempos antiguos era Egipto el pas de refugio en tiempo apurado para todo el contorno.
Especialmente las tribus del desierto, nmadas y seminmadas, con frecuencia fueron
empujadas hacia los mrgenes de aquel pas agrcola, para obtener un sustento. El camino
hacia el sur era fatigoso y no exento de peligro, pero con todo estaba cerca el fin del
camino. Solamente se necesitaban unos pocos das de viaje para llegar a las frtiles
mrgenes del delta. Ahora Jos debe recorrer los mismos caminos para salvar la vida del
nio que se le haba confiado. Dios prepara la huida en el tiempo oportuno, sin que sea
menester que se prevenga todo lo necesario. En las ltimas tribulaciones que se describen
en el Apocalipsis, Dios tambin ha erigido para la comunidad del tiempo final un refugio en
el desierto, para sustraerse a la mayor y ms fuerte embestida de Satn (Ap 12,6). Lo que
Dios concedi a su Hijo, no lo rehusar a los hermanos de su Hijo...
Y qudate all hasta que yo te avise. El ngel no indica la duracin de la estancia.
Deja a Jos en la incertidumbre. Jos tiene que limitarse a hacer lo que le est encargado.
Aqu una vez ms se mostrar la docilidad de Jos en el cumplimiento de lo que Dios le
inspira. No slo debe cumplirse la voluntad de Dios que percibimos a modo de mocin
interna o en las diversas circunstancias del da, sino tambin la voluntad de Dios, cuando
se nos exige en forma de mandato o prescripcin. Hay que ser persona ya muy ejercitada
en el trato con esta voluntad, para estar dispuesto a cumplir una orden como la que aqu
recibe Jos...
El ngel tambin aade una explicacin de la orden: Porque Herodes se pondr a
buscar al nio para matarlo. Resulta pavorosa en este pasaje la dura palabra, que
propiamente significa hacer perder, aniquilar, eliminar por la fuerza. Ms tarde
Jess, hablando de los viadores homicidas que asesinaron al hijo, dir que el Seor de la
via los aniquilar (21,41).
El contraste no podra estar iluminado con ms viveza: aqu los gentiles que vienen
presurosos para rendir un homenaje de sentido creyente; all el rey de los judos que ha
decretado la muerte del nio rey.
15 y se qued all hasta la muerte de Herodes. Con ello se cumpli
lo que dijo el Seor por el profeta: De Egipto llam a mi hijo.
Con la muerte de Herodes parece que se aclare algo la obscuridad. Porque Jos estuvo
all hasta la muerte de Herodes. Esta observacin ya anticipa los sucesos siguientes. Un
singular juego de ideas: el rey vivo decreta la muerte del nio, cuya vida parece asegurada
despus de la muerte del rey.
El evangelista redondea el pasaje con una cita del profeta Oseas, cuya profeca se ha
cumplido. Esta estancia tambin la quera Dios. Con audacia y sagacidad el escritor
sagrado ve el cumplimiento de las palabras del profeta: De Egipto llam a mi hijo. El
profeta lo ha dicho de todo Israel, que cuando todava era joven y un nio, fue elegido
amorosamente por Dios, y fue llamado de Egipto para la peregrinacin: Cuando Israel era
un nio, yo le am y yo llam de Egipto a mi hijo (Os 11,1). ste era el tiempo del primer
amor, del amor nupcial, en el que Israel era muy devoto de su Dios y junto a l no conoca
dolo alguno. Dios, pues, a su Hijo verdadero lo hizo volver otra vez de Egipto al pas de los
padres. No solamente omos el mismo sonido de las palabras, que se cumplen, no
solamente vemos juntos los dos acontecimientos histricos, en estas palabras del profeta
resuena adems la esperanza que llenaba el alma de Oseas: Como esta primavera en el
tiempo de la juventud de Israel, despus de su conversin Dios le conceder una segunda
primavera, una nueva vida en tiendas y chozas, sin saciedad ni riqueza, con una entrega
indivisa al Seor: Pero con todo, yo la seducir y la llevar a la soledad, y le hablar al
corazn: Darle nuevamente sus vias, y el valle de Acor para que entre en esperanza, y
all cantar como en los das de su juventud, como en los das en que sali de la tierra de
Egipto (Os 2,14s; cf. 12,10). En este texto se pulsa una cuerda del corazn del verdadero
Israel, que en todo tiempo debe buscar a Dios y a l solo servir... Apunta la nueva
primavera.
4. MATANZA DE LOS NIOS DE BELN (/Mt. 02/16-18).
16 Cuando Herodes se vio burlado por los sabios, se enfureci y
envi a que mataran a todos los nios que haba en Beln y en toda
su comarca menores de dos aos, conforme al tiempo que
cuidadosamente haba averiguado de los sabios.
Hasta ahora san Mateo solamente ha nombrado lo principal: la liberacin del Mesas
nio. Pero con su huida no se conjura la desgracia. Antes bien la ira del rey se descarga
brutal y ferozmente. El rey se da cuenta de que los sabios le han engaado. Por tanto,
persiste la preocupacin, y para Herodes el nico punto de apoyo es el tiempo de la
aparicin de la estrella, del que l se haba enterado por los sabios (2,7). Tan grande era el
espanto, y su manera de pensar era tan cnica que decreta una matanza terrible. Aunque no
encuentre al nio, ste en ningn caso ha de quedar con vida. Manda matar a todos los
nios varones que tengan menos de dos aos de edad.
De nuevo podemos admirarnos del singular paralelismo con los sucesos que en Egipto
ocurrieron en la juventud de Israel. Entonces fue un faran quien por miedo del vigor y del
poder vital de los israelitas dio la orden de ejecutar a los nios varones. Primeramente son
las comadronas quienes deben matar a todos los nacidos de sexo masculino. Cuando las
comadronas con firmeza y astucia eludan la orden, entonces el faran exige a todo el
pueblo: Todo varn que naciere, echadle al ro; toda hembra, reservadla (Ex 1,22). As
como entonces la horrible matanza no impidi que Dios conservara en Moiss al libertador,
as tambin ahora preserva al nio Mesas del derramamiento de sangre en Beln. Con
casta reserva, san Mateo solamente dice lo necesario. No menciona ni la dureza de
corazn del rey, ni el horror de la matanza. Tambin aqu penetra el pensamiento de Mateo
los planes del acontecer de Dios.
17 Entonces se cumpli lo anunciado por el profeta Jeremas
cuando dijo: 18 Una voz se oy en Ram, alaridos y grandes
lamentos: Raquel est llorando a sus hijos, y no quiere que la
consuelen, porque ya no existen.
Raquel llora a sus hijos... De nuevo son palabras profticas las que dan la llave al
evangelista (Jer 31,15). Cuando despus de decenas de aos san Mateo escribe este
pasaje, por as decir oye los lamentos y llantos de las madres estremecidas. A san Mateo
no le supone ningn obstculo que Jeremas hable de Ram, que se encuentra al norte de
Jerusaln, y no de Beln, que est al sur; porque las lamentaciones son las mismas. All el
profeta oye cmo Raquel, antepasada de las tribus de Benjamn y de Efram, llora por sus
hijos, que estn en el cautiverio de Asiria. El pas est desguarnecido, los pueblos estn
devastados. La desolacin del pas tambin est en su alma. Es un canto que descubre
todo el dolor de Israel, su desgracia nacional y su desobediencia a Dios, la cual fue causa
de la desgracia. De esta ndole es tambin el dolor de la madre en Beln. El evangelista no
slo oye el lamento por la prdida de los nios; en este lamento tambin resuena el dolor
por la desobediencia de Israel, porque el crimen que se perpetra, lo perpetra en Israel un
rey de Israel. Este homicidio es como una seal, un grito de alarma que descubre el
rescoldo del infortunio.
5. TRASLADO A NAZARET (Mt. 02/19-23).
19 Muerto ya Herodes, un ngel del Seor se aparece en sueos a
Jos en Egipto 20 y le dice: Levntate, toma contigo al nio y a su
madre, y vete a la tierra de Israel, porque han muerto ya los que
atentaban contra la vida del nio. 21 El se levant, tom consigo al
nio y a su madre, y entr en la tierra de Israel.
Antes (2,15) ya se mencion la muerte de Herodes, ahora se vuelve a hablar del
acontecimiento y de su consecuencia para la Sagrada Familia. El motivo del viaje de
regreso es de orden externo: la muerte del rey receloso y cruel. Y con todo tal motivo
externo puede dirigir los destinos del nio Mesas. No parece que sea como una debilidad
de Dios, que hace depender sus acciones de los antojos y sinos de los hombres? En la
posterior historia de Jess encontramos algo semejante: el motivo de su vida pblica
procede de fuera, del arresto de Juan el Bautista (Mc 1,14). Una conspiracin de Herodes
Antipas contra l hace que Jess se esconda (LC 13,31-33). En su accin se deja Dios
imponer la ley por los hombres y se deja quitar la direccin de los acontecimientos? Esta
impresin est en la superficie de la historia. Pero en el fondo, por una necesidad
inexorable, solamente ocurre lo que Dios quiere. Los escritores sagrados nos ensean a
penetrar incesantemente a travs de la costra externa hasta esta profundidad. El camino,
por el que a san Mateo le gusta especialmente conducirnos, es el esclarecimiento mediante
la revelacin del Antiguo Testamento.
El ngel indica a Jos -casi con las mismas palabras que para la huida (2,13)- que vaya
con el nio y su madre a la tierra de Israel. Esta expresin tiene un colorido religioso. El
mensajero no nombra las demarcaciones polticas de los territorios del reino (Judea,
Samara, Galilea), ni tampoco una designacin geogrfica como Palestina, sino que emplea
la expresin que en el Antiguo Testamento designa esta tierra como la tierra de Dios, el
regalo de su misericordia. Es la tierra santa, otorgada benignamente a las doce tribus de
Israel. Mateo usa aqu dos veces la expresin. Probablemente quiere indicar que Jess
entra en el pas de sus antepasados, que de nuevo corresponde al Mesas. No resuenan
aqu tambin los motivos de la salida de Egipto y la toma de posesin de Palestina por el
pueblo de Israel en esta nueva primavera De Egipto llam a mi hijo (2.15); vete a la
tierra de Israel...
Estas relaciones resuenan como tonos y sonidos concomitantes, como lo muestra el
motivo que aade el ngel: Porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del
nio. sta es casi textualmente una frase de la historia del xodo, que fue dicha a Moiss.
ste tuvo que huir de Egipto por ser culpable del homicidio de un capataz egipcio, y tuvo
que permanecer durante largos aos en el extranjero, en la tierra de Madin. All Moiss
recibi su misin (x 3,8), y en un tiempo determinado se le orden volver para llevar a
cabo su obra: Haba dicho el Seor a Moiss en Madin: Anda y vuelve a Egipto; porque
han muerto ya todos los que atentaban contra tu vida. Tom, pues, Moiss, a su esposa y a
sus hijos, y los hizo montar en un jumento, y volvise a Egipto (Ex 4,19s). Qu juego tan
singular de disposiciones!: all el faran quiere quitar la vida al joven Moiss, aqu Herodes
procura matar al nio Mesas; all la huida de Egipto y el regreso de acuerdo con la orden
de Dios; all el libertador escogido est en camino con su mujer y sus hijos, aqu Jos, el
hijo de David, como instrumento de la conduccin de Dios, viaja a pie con el nio y su
madre. Con todo, este juego de la semejanza en los pormenores es solamente una msica
de acompaamiento del gran paralelismo que san Mateo tiene muy presente: la salida de
Israel, la liberacin de la servidumbre, un nuevo pueblo de Dios. El evangelista ahora ya
sabe que todo eso se verifica en el nio Jess, pero lo indica con parquedad dirigiendo la
mirada hacia la primitiva historia de Israel.
22 Pero, cuando oy que Arquelao haba sucedido a su padre
Herodes en el trono de Judea, tuvo miedo de volver all, y advertido
en sueos, se retir a la regin de Galilea, 23 y se fue a vivir a una
ciudad llamada Nazaret. Con ello se cumpli lo anunciado por los
profetas: que sera llamado nazareno.
En Palestina despus de la muerte de Herodes (ao 4 d.C.) el territorio del reino fue de
nuevo repartido. Galilea en el norte la obtuvo su hijo Herodes Antipas, Judea y Samara las
obtuvo su hijo Herodes Arquelao. Este era todava ms cruel que su padre y pronto fue
destituido de su cargo por el emperador romano (ao 6 d.C.). Pero ahora l es quien
gobierna; es evidente que su mala reputacin se divulgaba con rapidez. Jos tuvo miedo de
entrar en el territorio de su jurisdiccin. No proceder el hijo con tanta furia como su
padre? Entonces se dirige al norte, a la regin de Galilea. Este cambio de plan tampoco
tiene su origen solamente en la perspicaz vista poltica de Jos ni en su prudencia prctica:
el mismo Dios le transmite la decisin. Vuelve, pues, a explicarse por factores externos, por
la presin de las circunstancias polticas, uno de los hechos ms singulares en la vida del
Mesas: su procedencia de Nazaret.
Galilea por s sola le haca sospechoso, porque esta regin era considerada por los
judos celosos de la ley como semipagana, liberal, rstica y primitiva. An le haca mucho
ms sospechoso su procedencia de Nazaret: Acaso de Nazaret puede salir cosa
buena?, dice Natanael a Felipe (Jn 1,46). Jess ha salido precisamente de este lugar, y
no de una de las ciudades, ms conocidas, que rodeaban el lago de Genesaret.
El nombre Jess de Nazaret tiene que ser muy antiguo, quizs el ms antiguo con que
Jess fue designado por sus contemporneos. Fueron los adversarios de Jess, quienes
le designaron as para presentarle como digno de desprecio? Es posible. Con todo basta el
aparente contrasentido: Jess, o sea el Salvador y Dios con nosotros y Nazaret, o sea el
lugar despreciado y de mala fama. No hay que percibir en la eleccin de este lugar algo
del enajenamiento de Dios? Da la impresin de una preferencia por lo pequeo, lo dbil, lo
inadvertido y lo que no es honroso, aqu al principio y ms tarde en la consumacin...
Pero los adversarios no tienen ningn motivo para echar en cara a Dios esta debilidad.
Eso tambin lo indican los profetas. Cuando Jos establece su residencia en Nazaret, se
cumple tambin la voluntad de Dios, que est contenida en la Escritura, de una forma
confusa y aparentemente rebuscada, pero que es reconocible para el que tiene fe: Ser
llamado nazareno (el texto griego dice nazoraios). Esta frase no se encuentra en ninguna
parte del Antiguo Testamento. El dato por los profetas tampoco es exacto. En qu ha
pensado san Mateo? El profeta Isaas dice refirindose al Mesas del tiempo futuro: Y
saldr un renuevo del tronco de Jes, y de su raz se elevar una flor, y reposar sobre l
el espritu del Seor... (Is 11,1s). Del tronco de Jes, del linaje principal de David, que se
ha interrumpido (por castigo de Dios) y que se ha vuelto estril, debe brotar un nuevo
retoo. Retoo en hebreo se dice nezer, que suena de una forma parecida a nozri,
traducido al griego por nazoraios, trmino que tal vez slo tardamente cambi su
significado en el hombre de Nazaret. Lo ms probable es que haya que pensar en esta
relacin entre el hombre de Nazaret y el renuevo del tronco de Jes. Luego esta
procedencia no es despreciable ni sospechosa, sino por el contrario es una alusin al
Mesas y libertador...
(Pgs. 38-48)
Parte segunda
ACTIVIDAD DEL MESAS EN GALILEA
Captulos 3-18
I. LA SALIDA (3,1-4,22).
1. JUAN EL BAUTISTA (32).
Juan el Bautista est en el centro del primer pasaje de la actividad pblica de Jess. En
primer lugar se describe su presentacin (3,1-6), luego siguen su exhortacin a convertirse
(2,7-10) y el anuncio del Mesas (3,12). El punto culminante de su actuacin es el bautismo
de Jess (3,13-17), con el que se pasa a la actividad de Jess.
a) Presentacin del Bautista (Mt. 03/01-06).
Sbitamente, de la historia de la infancia del Mesas se salta a su actuacin como persona
adulta. Esta nueva seccin se introduce de manera aparentemente descuidada: En aquellos
das... No sabemos qu edad tiene Jess. San Mateo parece tener poco inters
por los datos biogrficos e histricos (cf. Lc 3,1-6). Esto se puede ver aqu y en todo el
libro. En esto tenemos una indicacin para leer este Evangelio con la debida orientacin. A
san Mateo siempre le interesa ante todo el asunto; no los pormenores histricos ni el
colorido polcromo de los acontecimientos, sino su significado interno, su sentido y su
declaracin acerca de Dios y de Jesucristo. El evangelista en primer lugar los anuncia para
la fe de sus oyentes. Todo lo que leemos es en primer lugar testimonio de la fe, nacido de
la fe y dispuesto para nuestra fe.
1 En aquellos das se presenta Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. 2 Deca: Convertos. porque el reino de los cielos est cerca.
La primera frase se dirige rpidamente a su objetivo: el mensaje del Bautista en el v. 2.
Slo nos enteramos de unos pocos pormenores de esta hora trascendental. Se presenta
Juan el Bautista. Aqu se le menciona por primera vez, pero se hace esta mencin como si
se tratara de una persona conocida desde hace mucho tiempo. En los antecedentes
histricos san Mateo no cuenta nada de l, a diferencia de san Lucas (cf. Lc 1,5-25;39-80).
En este pasaje san Mateo tampoco da ninguna informacin de lo que nos gustara saber:
los padres de Juan, el lugar y el da de su nacimiento, su formacin y su vocacin. Aqu
solamente se indica el nombre propio y se aade el Bautista como un sobrenombre
invariable. Todos saben quin es l; su presentacin ha conmovido profundamente el
tiempo; su figura es como una roca prominente en la historia. Pero no nos podemos
detener, sino que nos dejamos mover por la siguiente frase concisa.
Predicando en el desierto de Judea. Por tanto lo principal es su palabra. Juan
proclamaba, pregonaba, anunciaba..., porque la palabra griega alude a la proclamacin de
un mensaje por medio del heraldo. En el desierto de Judea, o sea en la regin pedregosa
de los montes de Judea hasta la hondonada del Jordn con el mar Muerto, en la roca
descolorida, desmirriada. El llamamiento del heraldo viene desde fuera. No se mezcla con
el ruido y las habladuras de las calles y plazas verbosas. Suena desde lejos como un clarn
solitario y aislado. El desierto es el espacio de la pureza y de la vacuidad. Nada obstruye
la mirada hacia el cielo: ningn rbol, ninguna casa, ningn muro. Nada hay que ataje el
paso hacia Dios ni impida la percepcin de su palabra. El tiempo de la peregrinacin por el
desierto es el tiempo ejemplar de la salvacin: Como uvas en el desierto tom yo a Israel;
como a brevas de higuera, as mir a sus padres (Os 9,10). La salvacin vendr del
desierto: Heos aqu que las har yo nuevas, y ahora saldrn a luz, y vosotros las
presenciaris: Abrir un camino en el desierto, y manantiales de agua en pas yermo (Is
43,19; cf. 41,18-20). En tiempo de Jess se esperaba del desierto al Mesas: Si os dicen,
pues: Mirad que est en el desierto... (Mt 24,26).
El mensaje es lo ms conciso y grande que es posible. Contiene dos frases: la primera
de las cuales es Convertos. La palabra original griega (metanoeite) tambin podra
traducirse por arrepentos o haced penitencia. En esta llamada se reconoce al profeta.
Volveos, convertos, es la llamada (que siempre se repite y que es retransmitida de un
profeta a otro, como si fuera una antorcha) para retornar a Dios. En Ezequiel esta llamada
llega a su apogeo, unida con la promesa de la vida. Se reclama un completo cambio de la
manera de pensar y vivir: Volveos y convertos de todas vuestras transgresiones... Arrojad
lejos de vosotros todas vuestras prevaricaciones que habis cometido y formaos un
corazn nuevo y un nuevo espritu. Por qu has de morir, casa de Israel, puesto que yo no
deseo la muerte del pecador, dice el Seor Dios, convertos y viviris (Ez 18,30-32). La
peregrinacin que conduce a la muerte, debe desembocar en la vida. Los pecados que
gravan sobre el corazn, deben ser arrojados fuera, y en su lugar debe formarse un nuevo
corazn, perfectamente entregado a Dios, y un nuevo espritu, que anime y estimule a este
corazn. Con este amplio sentido hay que oir el llamamiento del Bautista. Se trata de la vida
o la muerte, la ruina o la salvacin. Entonces y siempre.
Ningn profeta haba antes aadido a esta llamada una razn semejante: Porque el
reino de Dios est cerca. Los profetas amenazaban con el juicio de Dios, con el
arrebato de la ira de Dios y con la represalia, con el terrible da de Yahveh: Por ventura
aquel da del Seor no ser da de tinieblas, y no de luz (Am 5,20). Ams est bajo el peso
y la cercana apremiante de este da, lo que da una fuerza irresistible a su llamada para
hacer penitencia. El acontecimiento a que se refiere el Bautista, es este da sombro, en
que se descarga el ardor acumulado de la ira de Dios sobre Israel y las naciones? Si se
escucha la predicacin del Bautista sobre la penitencia (3,7-10), se tiene que dar una
respuesta afirmativa a esta pregunta. Pero esto es imposible aqu, al principio, cuando el
Bautista emplea la expresin reino de los cielos. Esta locucin resuena con viveza e
infunde alegres esperanzas. Alude al establecimiento del reino de Dios en todo el mundo y
para todo el tiempo, al triunfo brillante de Dios al fin de la historia, a la bienaventuranza y
alegra de todos los que pertenecen a Dios. Este reino ahora ha llegado, est tan cerca
delante de la puerta, que Juan puede decir: Ahora realmente viene, lo proclamo. Era una
hora emocionante...
Llama la atencin que las primeras palabras de la predicacin de Jess en el relato de
san Mateo sean exactamente iguales a stas de Juan (4,17). Es que el Bautista slo ha
anunciado lo que Jess? Como precursor de Jess no tiene que ser ms sobrio en
palabras, hablar solamente de la penitencia y de la conversin, y en cambio dejar el
anuncio de la gran alegra al que viene despus de l? Ciertamente que s, como veremos
con claridad en el pasaje siguiente. Pero Mateo quiere decir que Juan Bautista ya
pertenece al tiempo nuevo. Est al otro lado de la frontera que separa el tiempo antiguo y el
tiempo nuevo. Con l ya empieza a realizarse el reino de Dios. De este modo tambin se
dice algo ms: en ltimo trmino su exhortacin a la penitencia tan severa y tan penetrada
por el temor del da de Yahveh, est al servicio del alegre acontecimiento, de la buena
nueva, de la incipiente salvacin. La palabra de Juan no debe sofocar al hombre, sino
levantarlo. Juan el Bautista exige una conversin estricta, pero por un objetivo glorioso, es
decir por el mayor que podemos conocer y pensar, el reino de Dios...
3 Juan es el anunciado por el profeta Isaas cuando dijo:
Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Seor, haced rectas sus sendas.
Despus del prlogo majestuoso, ya se nos da a conocer a Juan con ms pormenor. De
nuevo es significativo que primero oigamos hablar de su rango en el plan de Dios, y luego
de los pormenores de su aparicin. Isaas haba designado de antemano su cargo, cuando
daba voces a los cansados proscritos en Babilonia, diciendo: Una voz grita: Preparad en
el desierto un camino para el Seor. Enderezad en la soledad las sendas de nuestro Dios.
Todo valle ha de ser alzado, y todo monte y cerro abatido; y los caminos torcidos se harn
rectos, y los speros, llanos. Entonces se manifestar la gloria del Seor y toda carne la
ver, pues la boca del Seor ha hablado (Is 40,3-5). Isaas vio una magnfica procesin
que a travs del desierto se diriga a la patria (Is 40,9-11), y oy el llamamiento a preparar
la ruta y allanarla para que pase el Seor. En este paso Dios avanzar con el pueblo
jubilante. La Iglesia y el evangelista oyen de nuevo estas palabras con gran audacia, y las
entienden como referidas a Juan. l es quien entonces ha exclamado, quien ahora
exclama: Preparad el camino del Seor. Isaas no poda indicar quin profiere esta
llamada, pero nosotros lo sabemos. Dios deba avanzar con el pueblo en el desfile triunfal,
pero ahora viene corporalmente el que tiene por nombre Dios con nosotros. Por toda la
escena la mirada de la fe reconoce a las dos figuras: El heraldo mensajero es Juan, y el
Seor es el Mesas. Se acerca la liberacin de la servidumbre.
4 Juan llevaba un vestido de pelo de camello con un ceidor de
cuero a la cintura: su alimento consista en langostas y miel silvestre.
5 Jerusaln, Judea entera y toda la regin del Jordn acudan a l.
La vida externa del Bautista es austera. Lleva un vestido de pelo de camello sujeto tan
slo con un cinturn de cuero. Se alimenta del escaso alimento producido por el monte
yermo: langostas y miel silvestre. Con pocos rasgos, se traza la figura de un hombre, cuya
vida puede atestiguar lo que l exige a los dems. No se desoye la llamada. Repercute en
Jerusaln, Judea entera y toda la regin del Jordn. Empieza una gran peregrinacin, pero
no es la que vio el profeta de un pueblo liberado por el camino que conduce a la patria;
aqu, a la inversa, el pueblo sale al encuentro del solitario pregonero del desierto, del
hombre de Dios; no en busca de sensaciones, sino para renovar la vida. Aunque las
expresiones pueden ser exageradas, lo cierto es que una profunda conmocin embarga al
pueblo de Jud y le hace salir hasta el lugar donde se encuentra Juan.
Un charlatn o un flautista de Hamelin puede congregar tambin un pblico entusiasta y
desencadenar reacciones emotivas en el pueblo, pero cuando resuena la voz de Dios, no
se reduce todo a humo de pajas. All no hubo ninguna sugestin de masas. Se conmueve el
corazn del individuo, y ste es llamado a tomar una decisin personal...
6 y l los bautizaba en el ro Jordn al confesar ellos sus pecados.
Juan bautizaba a todos los que venan a l. Juan haba instituido un rito especial para
disponerse a la conversin: el bautismo. Haba llegado a ser tan significativo para l, que
recibi el sobrenombre de el Bautista. En el Jordn, probablemente no lejos de la
desembocadura en el mar Muerto, Juan bautiza por inmersin a todos los que se le
presentan. Se debe lavar simblicamente el pecado. Es cierto que en tiempos de Juan se
hacan abluciones y baos en el judasmo oficial y en las comunidades de las sectas. Eran
una de las ocupaciones cotidianas, una parte constitutiva de la vida legal. El bautismo de
Juan es distinto de todas estas abluciones y baos, era una seal de que el hombre se
convierte, se renueva, se dispone para la salvacin que se acerca, es un indicador del fin
de los tiempos, en el sentido del profeta: Lavaos, purificaos, apartad de mis ojos la
malignidad de vuestros pensamientos, cesad de obrar mal, aprended a hacer el bien (Is
1,16s). El que as era sumergido en las aguas del ro, deba vivir en adelante como un
hombre nuevo, orientado por completo hacia lo venidero.
b) Exhortacin a convertirse (Mt. 03/07-10).
7 Pero al ver que venan al bautismo muchos fariseos y saduceos,
les dijo: Raza de vboras, quin os ha enseado a huir del
inminente castigo? 8 A ver si dais frutos propios de conversin!
Entre los romeros no haba solamente gente sencilla, sino tambin comerciantes y
soldados, piadosos fariseos y miembros del sanedrn de Jerusaln. No es, pues, de
maravillar que entre la multitud Juan tambin viera a muchos fariseos y saduceos, que
queran bautizarse, y por tanto estaban dispuestos a convertirse. No obstante llama la
atencin que el nico fragmento detallado de la predicacin, que encontramos en el
Evangelio, va dirigido solamente a aquel grupo. Probablemente lo que san Mateo quiere
decir es que el tratamiento incisivo y spero de raza de vboras se ajusta a los que as se
descubren en el curso del Evangelio (cf. 12,34; 23,33). Pero no puede haber ninguna duda
de que este fragmento contiene en trminos muy generales pensamientos bsicos de la
predicacin del Bautista. Explica la primera palabra del programa: Convertos.
Despus del denuesto raza de vboras! retumba como un trueno la siguiente
pregunta: Quin os ha enseado a huir del inminente castigo? Es el
acontecimiento amenazador, contra el que previnieron los profetas antes de Juan, como ya
hemos visto. El da de la catstrofe y de la aniquilacin, el da de Yahveh, que no es luz,
sino tinieblas; este da est ante la puerta, se acerca con tal mpetu y rapidez, que nadie
puede huir de l. Quizs resonaron en Juan palabras como las que Ams ha pronunciado
acerca de la imposibilidad de evitar el da del Seor: Como un hombre que huyendo de la
vista de un len diere con un oso o entrando en su casa, al apoyarse con su mano en la
pared, fuese mordido de una culebra (Am 5,19). Nadie puede huir. El que crea estar
seguro, es cogido antes; al que busca la huida, el escondrijo le resulta fatal. Tambin a
vosotros os sobreviene este da, a nadie le deja el camino libre para huir. Porque es
grande y muy terrible el da del Seor. Y quin podr soportarlo? (/Jl/02/11).
Con todo hay una huida, un camino, que no preserva del acontecimiento,
pero que ayuda a soportarlo. Es cierto que el da viene, pero no como juicio e ira, si os
converts: A ver si dais frutos propios de conversin! La penitencia es lo nico que
puede salvaros: abandonar el camino falso y recorrer el camino de la justicia; permutar la
ruta que conduce a la muerte con la que lleva a la vida; arrojar fuera el pecado y elegir a
Dios. La conversin ha de acreditarse con obras, una nueva vida debe corresponder a la
plena conversin a Dios. Hay que notar algo sobre este particular. No es suficiente una
mudanza en la manera de pensar, un cambio del alma y del espritu. Tiene que
transformarse toda la vida, tiene que haber frutos propios de la conversin.
9 Y no os hagis ilusiones diciendo en vuestro interior: Tenemos
por padre a Abraham! Porque os aseguro que poderoso es Dios para
sacar de estas piedras hijos de Abraham. 10 Ya el hacha est puesta
a la raz de los rboles. Y todo rbol que no da fruto bueno
ser cortado y arrojado al fuego.
Qu valor tienen las seguridades, nuestras garantas? No somos el pueblo elegido,
agraciado con copiosas promesas y privilegios? No somos hijos del padre Abraham? A
travs del mismo linaje no participamos tambin de su promesa? No se nos atribuye
tambin su mrito, de tal forma que no tengamos que temer por nuestra salvacin? No se
detiene el alud del juicio ante los hijos de la eleccin? Dice Juan: No os hagis ilusiones
diciendo en vuestro interior: Tenemos por padre a Abraham. Porque os aseguro que
poderoso es Dios para sacar de estas piedras hijos de Abraham. Esto es inaudito,
es una hereja. Dios no respeta los privilegios? S, los respeta, pero no le compran la
conversin insistiendo celosamente en las prerrogativas. Ante Dios no tiene valor la certeza
de salvarse sin la propia conversin. Mirad las toscas piedras que estn alrededor. Dios no
necesita vstagos, Dios quiere tener verdaderos hijos. Si vosotros no los sois, rehusando
hacer penitencia, entonces Dios de estas piedras formar un nuevo linaje de Abraham. Esto
tuvo que poner a todos en movimiento, y sacar de quicio a los judos que estaban seguros
de s mismos, a los que creen se acreedores de Dios, a los versados en la Escritura. Dios
ha determinado un orden de la salvacin, y cumple lo que promete, incluso con respecto al
pueblo elegido. Pero no por eso puede nadie conseguir por astucia convertirse, salvarse y
obtener la vida. Eso tiene que hacerlo cada uno con su propio esfuerzo, incluso en la
Iglesia, incluso hoy da...
Aqu ya se adivina cmo se hace saltar el antiguo armazn y se descubre en el horizonte
otro Israel, que no se encubre con la comunidad nacional del judasmo: san Pablo llamar a
Abraham el padre de todos los creyentes, aunque no circuncidados y tambin le llamar
padre de los circuncidados, aunque solamente de aquellos que le siguen en la fe (Rom
4,11s). Juan solamente quiere sacudir la seguridad que confa en la propia justicia, an no
deba pensar en un Israel de los gentiles. Pero los caminos estn trazados, y san Pablo es
el primero que anda por ellos. Qu trastorno se anuncia! Esto es realmente preparar el
camino y hacer rectas las sendas...
El tiempo apremia y no se puede demorar la conversin: Ya el hacha est puesta a la
raz de los rboles. Unos pocos golpes ms y los rboles se hienden y quiebran.
Conviene darse prisa, no vacilis un momento. Ahora unas imgenes se intercalan en otras:
los rboles, los frutos de los rboles, el hacha para talar. El hacha est a punto y seguro
que dar en el blanco; semejantemente nadie puede huir del da del enojo. Se tala, pero no
se quema el rbol del que se ha convertido. Puede subsistir en el fuego de la destruccin.
Todos los dems rboles estn destinados al fuego: se corta y se arroja al fuego todo rbol
que no lleve buen fruto. El fuego es el fuego de la sentencia de aniquilacin. Ya est
encendido y se abre camino trabajosamente, vido de alimento. Son rodos por el fuego
todos los que no se han convertido...
c) El anuncio del Mesas (Mt. 03/12).
11 Yo os bautizo con agua para la conversin. Pero el que viene
detrs de m es ms fuerte que yo, y ni siquiera soy digno de llevarle
las sandalias; l os bautizar con Espritu Santo y fuego.
Juan no slo est bajo la impresin del da de Yahvh. sino bajo los efectos de otra
luz, proyectada poderosamente sobre l. Su misin no es solamente pregonar la catstrofe,
sino anunciar un personaje; no slo notificar la proximidad del juicio, sino la proximidad de
una persona. Se le ha concedido decir lo que ningn profeta antes de l pudo decir: El que
viene detrs de m es ms fuerte que yo. No se dice su nombre, es el que viene por
antonomasia. Por una parte es el esperado, cuya llegada se espera y en quien se ha
esperado, por otra parte es el que ahora ya est cerca y por as decir est delante de la
puerta. Este nombre, el que viene, manifiesta su aparicin, que est ya muy prxima.
Cada adviento hace experimentar intensamente a la Iglesia la proximidad del que llega...
Juan muestra con dos metforas que este otro es ms poderoso que l. La primera
metfora habla del bautismo. Su propio bautismo se llevaba a cabo con agua para la
conversin. Su bautismo tena por finalidad la conversin y la expresaba. El bautizado era
baado con agua, lo cual reclamaba una nueva vida. La actividad de Juan era una
selladura externa y una confirmacin de esta voluntad, la realizacin de un signo, cuyo
contenido deba cumplir en el individuo. Pero ahora viene el que es ms fuerte; tambin l
administrar un bautismo, pero de una ndole completamente distinta: l os bautizar con
Espritu Santo y fuego. En primer lugar sin agua, que solamente moja la superficie, sino con
el Espritu viviente de Dios, que transforma los corazones. Es creado de nuevo con toda
certeza aquello de lo que echa mano el Espritu de Dios. El que es ms fuerte es capaz
de dar este don.
El Espritu de Santo de Dios es un don del tiempo final. Isaas ve el pas desguarnecido
y devastado hasta tanto que desde lo alto se derrame sobre nosotros el espritu del Seor.
Entonces el desierto se convertir en un vergel... (Is 32,15). Isaas oye el anuncio de Dios:
Derramar mi espritu sobre tu linaje, y la bendicin ma sobre tus descendientes (Is
44,3). Entre los acontecimientos del fin Joel tambin nombra la efusin del Espritu, que
Pedro ve cumplido en pentecosts: Y despus de esto derramar yo mi espritu sobre toda
clase de hombres; y profetizarn vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos tendrn
sueos, y tendrn visiones vuestros jvenes. Y aun tambin sobre los siervos y siervas
derramar en aquellos das mi espritu (Jl 3,1s). Esta fuerza verdaderamente divina tiene
que haber sido dada al que es ms fuerte... Adems: tambin bautizar con fuego. Juan
habl del fuego del juicio (3,10). Eso tambin es una imagen antigua del da de Yahveh:
Porque he aqu que llegar aquel da semejante a un horno encendido, y todos los
soberbios, y todos los impos sern como rastrojo, y aquel da que debe venir los abrasar,
dice el Seor de los ejrcitos, sin dejar de ellos raz ni renuevo alguno (Mal 4,1; cf. Jl
2,1-5). La llama abatir al que no se ha convertido, el Espritu se derramar sobre los
convertidos. En esto consiste el doble bautismo. Pero el primero est en el primer plano,
como muestra el versculo siguiente.
12 Tiene el bieldo en la mano y limpiar su era; recoger su trigo
en el granero, pero la paja la quemar en un fuego que no se apaga.
Esta otra metfora procede de la vida del campesino: la mies. Se rene el
grano y se aventa en la era. All la paja se separa del trigo; la paja vuela impulsada por el
viento, el grano por su peso cae al suelo. Se quema la paja, y el trigo se almacena en el
granero. Eso es lo que ahora va a suceder. EI ms fuerte ya ha cogido la pala. La
separacin empezar dentro de pocos momentos.
Pero no es propio de Dios, no es privilegio suyo celebrar el juicio? No lo indica as el
hecho de que se hable de su trigo, con el cual solamente se puede aludir a las personas
adictas a Dios, a los que se han convertido? Y la paja no se quema en la era, como en
realidad se hace, sino que es arrojada a un fuego que no se apaga, que solamente
puede ser el fuego de la gehenna, del infierno. Juan slo conoce un juicio, que es el juicio
de Dios. Cuando habla del juicio, tiene que decir todo lo que los profetas han anunciado
antes que l sobre el juicio. Pero el que lo lleva a trmino no es Dios, sino el ms fuerte,
que es el Mesas. De l se afirma lo que hasta esta hora era privilegio santo de Dios. La
imagen del Mesas ya al principio tiene unas dimensiones que ningn judo hubiese podido
imaginar: Seor y juez del tiempo final. Realmente es el ms fuerte, ante el que Juan se
postra, y no se siente capaz de prestarle el menor servicio de un esclavo, a saber, de llevar
tras l las sandalias. El que est enviado a ir delante de l, no se encuentra en condiciones
de correr detrs de l como servidor.
San Mateo escribe pocas frases sobre la presentacin y predicacin del Bautista. Sin
embargo estas frases dan un concepto grandioso del hombre a quien Jess designa como
el mayor entre los nacidos de mujer (11,11). Si Juan est por encima de todos los dems
y por otra parte ve que es tan grande la distancia entre l y el Mesas, qu diremos
nosotros, si nos comparamos con el Mesas?
En el mensaje de Juan predominan los colores obscuros. Le hace estremecer, es el da
del juicio de Dios, y su anuncio del Mesas est tambin bajo la impresin de esta tormenta
amenazadora. Segn parece, Juan slo puede ver al Mesas como ejecutor del enojo
divino. Pero el hecho de que se anuncie el Mesas, ya es una buena nueva, la primera luz
que difunde el llamamiento: El reino de los cielos est cerca. Y el Mesas no slo viene
para el espantoso juicio, sino que tambin trae el