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    TRINIDAD MARÍA ENRIQUEZ. UNA ABOGADA EN LOS ANDES

    CARLOS RAMOS NÚÑEZMARTÍN BAIGORRIA CASTILLO

    TRINIDAD MARÍA ENRÍQUEZUna abogada en los Andes

    Palestra Editores

    Lima — 2005

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    CARLOS RAMOS NÚÑEZ  / MARTÍN BAIGORRIA CASTILLO

    TRINIDAD MARÍA ENRÍQUEZ.

    Una abogada en los AndesCarlos Ramos Núñez / Martín Baigorria Castillo

    Primera edición, diciembre 2005

    Queda prohibida la reproducción total o parcialde esta obra sin el consentimiento expreso de su

    autor.

    © Copyright : CARLOS RAMOS NÚÑEZ - MARTÍN BAIGORRIA CASTILLO© Copyright 2005 : PALESTRA EDITORES S.A.C.

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    E-mail: [email protected]: www.palestraeditores.com

    HECHO EL DEPÓSITO QUE ORDENA LA LEYCert N.º 2005-9088

    ISBN: 9972-733-99-8

    Nº de registro del Proyecto Editorial: 31501010500721

    Tiraje: 1000 ejemplares

    Impreso en el Perú Printed in Peru

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    ÍNDICE

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    Introducción ....................................................................... 9

    CAPÍTULO

      ILa audacia de una ilustrada decimonónica ..................... 27

    CAPÍTULO  II«Contracción y despejada inteligencia» ........................... 45

    CAPÍTULO  IIIEl proceso ........................................................................... 63

    3.1. Primera etapa (1878-1883) .................................. 633.2. Segunda etapa (1884-1891) ................................. 72

    CAPÍTULO  IV«El triunfo de una aspiración» .......................................... 85

    ANEXOSN.° 1. Resolución suprema de 3 de octubre de 1874 .... 99N.º 2. Expedientillo de convalidación de estudios y

    examen de ingreso (1875) ..................................... 100N.° 3. Informe del ministro de Justicia e Instrucción

    Mariano Felipe Paz Soldán. 4 de enero de 1874 102

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    La manera como vine al mundo, mi prematuraorfandad y las consiguientes dificultades para pro- curarme una educación siquiera mediana,concurrieron a que viera de cerca la triste condi- ción de la mujer, cuyo destino en nuestra sociedad no corresponde ni a la mitad del que asume el 

    altanero y erguido hombre, constituido en árbitro de cuanto le rodea por su cultivada inteligencia y su fuerza... ¡El eterno pupilaje que pesa sobre lamujer, me pareció una desigualdad indigna, pero sancionada por los hábitos y la ley! 

    Trinidad María E NRÍQUEZ . «Al bello sexo de 

    Lima». El Semanario del Pacífico, N.º 71, 19 de octubre de 1878.

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    Prolegómenos Del hogar no puede ir la mujer sino al cie-lo; llevarla a otra parte es malear el hogar,es desviar el sendero de la familia, del Es-tado y de la humanidad.

    M. P. PORTUGAL. Las grandes cuestiones  (1913).

    Un aspecto singularmente llamativo en el tránsito hacia laemancipación femenina lo constituyó, en el Perú, el debatesuscitado hacia 1890 en torno al ejercicio de la abogacía porlas mujeres. La larga y dolorosa reclamación emprendida en1878 por una ilustrada dama cuzqueña, Trinidad María Enrí-

    quez, quien demandaba la autorización oficial para obtenerel bachillerato, luego el título y ejercer libremente la profe-sión forense, fue el acicate de esa discusión, que alcanzaría a

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    de Trinidad Enríquez al escenario del foro peruano. Sin em-bargo, la arbitraria interpretación retrasaría por décadas laincorporación de las mujeres a la defensa y a la magistratura.Todo ello demuestra que la creatividad judicial puede ser tam-bién una atroz herramienta de exclusión.

    Quizás en nuestros días, cuando las Facultades de Dere-cho (antiguas o modernas, serias o informales, académicas o

    empíricas) albergan en sus aulas a un numeroso grupo dejóvenes alumnas, no llame la atención la valiente cruzadaque arremetió la dama cuzqueña. Pero es necesario enten-der también que el escenario social de la época y lamentalidad actuaban de modo hostil contra una pretensiónque abarcó prácticamente toda su vida adulta. Este libroreconstruye los argumentos de la letrada sureña, como tam-

    bién la de sus deplorables impugnadores. Rastreamos elproceso a partir el examen de los actuados, tal como fueronreproducidos en la prensa jurídica limeña. Nuestra pers-pectiva es la del historiador del Derecho, de modo que elcometido central, antes que lanzar una nueva biografía de lailustre letrada sureña2, ha consistido en rescatar una dimen-sión insuficientemente conocida, inexplorada, o,

    sencillamente, desdeñada por los investigadores sociales, asaber: la firme decisión de la ilustre cuzqueña de convertir-se en la primera abogada del Perú.

    2. Tarea por lo demás innecesaria, en vista de la cuantiosa bibliografíaemanada en torno a la jurista cuzqueña. No obstante, en esos trabajos,

    que reseñaremos en seguida, es de lamentar la indolencia frente al em-pleo de fuentes histórico-jurídicas. Éstas, por un pertinaz error deconcepción, suelen ser consideradas por someros receptáculos de legis-lación positiva y no como elementos vitales para la reconstrucciónhistoriográfica en general.

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    Activista social, educadora, periodista y literata  —en elsentido antiguo del término3—, Trinidad María Enríquez(Cuzco, 1846 – 1891) es una de las figuras más fascinantes delsiglo XIX peruano. Fue no solamente la primera mujer que,en nuestro país y quizás en Hispanoamérica, decidió some-terse a un examen de admisión universitaria, sino, también,la primera aspirante a abogada surgida en estas latitudes.

    Mujer a la vez «frágil e intensa» a decir de sus contemporá-neos, Trinidad María navegó a contracorriente de la visiónpatriarcal de la época y del centralismo capitalino, dos for-mas tenaces de prejuicio y de aislamiento. Su origen andino,la espectacular odisea que significó la obtención de su gradode bachiller en Jurisprudencia —aventura que se inicia en1874 y que se extiende hasta después de su fallecimiento en

    1891— y su propia condición de mujer instruida y sensibleenaltecen aún más la imagen del personaje.

    Hemos optado por un estilo esencialmente narrativo, en elque los hechos de la vida de Trinidad se entretejen con elcontexto que le tocó transitar. El capítulo primero, «La auda-cia de una ilustrada decimonónica», se concentra en los añosde su infancia y primera adolescencia, a la vez que encierra

    un vistazo a la esfera intelectual en la que se formaban lasmuchachas de la incipiente burguesía cuzqueña; el capítulosegundo, «Contracción y despejada inteligencia», constituyeun esbozo de la temprana juventud del personaje, de su paso

    3. Según el contemporáneo Diccionario académico, se definía literato  como

    un adjetivo «que se aplica á la persona instruida en varios ramos de laliteratura, especialmente en las letras humanas». Vid. REAL ACADEMIAESPAÑOLA DE LA LENGUA. Diccionario de la lengua castellana, por laAcademia Española. Undécima edición. Madrid: Manuel Rivadeneyra,1869, p. 470.

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    por la docencia y de los años de su educación universitaria; elcrucial capítulo tercero, titulado escuetamente «El proceso»,describe y analiza el curso de la reclamación en sí, en sus dosetapas (1878-1883 y 1884-1891), a las que separa el hiato de laGuerra del Pacífico. En el cuarto capítulo, «El triunfo de unaaspiración», se intenta seguir la huella trazada por TrinidadEnríquez a través de las primeras abogadas peruanas e hispa-

    noamericanas. Un epílogo y una sección de anexoscomplementa el presente estudio.

    Hogar / espacios públicos: ¿una disyuntiva irresoluble? 

    Si empleamos el vocabulario de nuestro tiempo diríamos que

    Trinidad María logró «abrirse un espacio» en una sociedad do-minada por el varón. Esta noción — indudablemente cierta—,remite sin embargo a un cierto anacronismo, en cuanto des-atiende el contexto histórico-jurídico, tanto en el plano de lalegislación positiva, cuanto en el que concierne a las prácticasy las mentalidades de los actores del Derecho. Como se sabe,la irrupción del feminismo jurídico del entresiglo asoma como

    parte del proceso de la modernización social y la descodifica-ción, que suponía una deconstrucción del sistema normativobasado en la supremacía absoluta de los códigos y su reempla-zo o, por lo menos deterioro, por parte de la legislación especial4.La solidez de los grandes códigos se resquebraja merced a la

    4. En torno al fenómeno de la descodificación véase, de manera primordial,IRTI, Natalino. L’età della decodificazione . Milán: Giuffrè editore, 1979.También en versión castellana: La edad de la descodificación. Traduc-ción e introducción de Luis Rojo Ajuria. Barcelona: José M. Bosch,1992. Aspectos específicos en las siguientes contribuciones: ACOSTA

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    progresiva modernización de la sociedad. Surge así una cons-telación de normativas singulares: la rama de los denominadosDerechos Especiales, vale decir, aquellos ordenamientos vin-culados con la agricultura, la minería y la industriamanufacturera; la regulación de la condición del indígena y delas comunidades nativas, que empieza a plantearse en térmi-nos de una propuesta concreta; y, por último, el nuevo Derecho

    del trabajo, que aspira a introducir la equidad —que no la igual-dad pura y simple— en las relaciones entre trabajadores yempresarios. Bajo el manto de la descodificación se desvanecetambién la asimetría entre los sexos que el Derecho privadocodificado sancionaba5.

    Dicho lo anterior, el discurso feminista no deja de ilumi-nar la hazaña precursora de Trinidad María Enríquez. Tal

    como lo plantea esa tendencia intelectual, el Derecho deberíaactivarse no solo en el plano simbólico sino, principalmente,en tanto urdimbre de normas que produzcan y sostengan lajusticia para las mujeres6. Según ha anotado Carol Smart, cir-

    ROMERO, Miguel. «El fenómeno de la descodificación del Derecho Ci-vil». Revista de Derecho Privado . N.º 63, 1989, pp. 611-628; DIEZ PICAZO,Luis. «Codificación, decodificación y recodificación». Anuario de Dere- cho Civil , abril-junio, 1992, pp. 473 y siguientes. Y, en torno al futurode los códigos, RAMOS NÚÑEZ, Carlos. Codificación, tecnología y post- modernidad. La muerte de un paradigma. Lima: Ara, 1996; FondoEditorial PUCP, 2000, 2005.

    5. Sobre los enlaces entre feminismo jurídico y descodificación, consúlteseel apartado, «La condición jurídica de la mujer» en RAMOS  NÚÑEZ,Carlos. Historia del Derecho civil peruano . Tomo V, volumen 2.°: «Los

    signos del cambio: Instituciones». Lima: Fondo Editorial PUCP, 2005,en proceso de edición.6. Existe una frondosa literatura en torno a las bases teóricas del feminis-

    mo jurídico contemporáneo. Véase una aproximación en, STANG DAHL,Tove. Women’s Law. An Introduction to Feminist Jurisprudence . Oslo:

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    culan tres slogans feministas en torno al Derecho: a) que essexista; b) que es masculino y, c) que es sexuado. Merced aeste criterio, el ordenamiento jurídico sería sexista  porquediscrimina a las mujeres, adscribiéndoles menores recursos yoportunidades; sería masculino , en tanto que, antes que ope-rar a través de criterios objetivos, se sirve de criteriosmasculinos; y, por último, sería sexuado , en cuanto enfoca los

    fenómenos de trascendencia jurídica a partir de los significa-dos divergentes que varones y mujeres les confieren7. TamarPitch, otra connotada exponente del Feminist Jurisprudence ,nos recuerda que el ordenamiento jurídico constituye un uni-verso simbólico, cuyo alcance normativo y su eficaciadependen de cómo son entendidos y practicados los concep-tos, valores y representaciones que en él se encierran8.

    La dramática experiencia vivida por la estudiosa cuzque-ña dentro de ese universo «sexista, masculino y sexuado» seerige, de esta manera, en un terreno de elección para escu-driñar las (incluso hoy) tensas relaciones entre el acceso allibre ejercicio profesional y la adopción de una postura pro-piamente de género. Desde un horizonte más amplio, al esbozar

    Norwegian University Press, 1987. Desde la perspectiva del feminismoradical, la obra clave de Catharine A. MCKINNON, Feminism Unmodi- fied. Discourses on Life and Law . Cambridge: Harvard UniversityPress, 1987. Y una visión complementaria en COLLIER, Richard. Mascu- linity, Law and the Family . Londres: Routledge, 1995.

    7. SMART, Carol. «The woman in the legal discourse». Social and Legal Studies , N.° 1. Existe versión castellana: «La mujer en el discurso jurí-

    dico», en LARRAURI, Elena. Mujeres, Derecho penal y criminología.Madrid: Siglo XXI, 1994, pp. 166-189.8. Véase PITCH, Tamar. Un Derecho para dos. La construcción jurídica

    del género, sexo y sexualidad . Madrid: Editorial Trotta, 2003, pp. 256 ysiguientes.

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    una definición más completa de la vida, personalidad y ac-tuar de Trinidad María Enríquez en uno de sus aspectoscruciales, el presente trabajo supone también un vistazo so-bre la condición de la mujer de acuerdo con las mentalidadesy el discurso jurídico patriarcal que imperaban en la segundamitad del Ochocientos y que extenderán su influjo hasta lasprimeras décadas del siglo XX y aun después.

    Una jurista en la ciudad letrada

    Cabe preguntarse, ¿qué razones impulsaron a esta expo-nente de la mediana clase terrateniente local a abrazar elejercicio de la profesión forense? ¿Cómo explicar los motivosde su deslumbrante empresa, a la que entrega los diecisiete

    últimos años de su vida? Preciosas pistas se descubren en elescenario de su actuar. Hacia 1846, año del nacimiento deTrinidad Enríquez, el Cuzco experimentaba los primeros aso-mos de modernización urbana. La escasez de recursos públicoshabía despojado a la ciudad histórica de su antiguo lustre.Paul Marcoy, el frívolo pero certero viajante galo, retrata,precisamente en ese año de 1846, a la ciudad languideciente ya su pintoresca elite de clérigos, eruditos y «damas de socie-dad», elegantemente ataviada según el gusto europeo perorodeada de una masa indígena invisible a sus ojos y sensibili-dad. El bon vivant francés, a la vista de los edificios construidossobre murallas incaicas, comenta: «la ciudad no se ha trans-formado sino a medias: católica y moderna por su partesuperior, sigue siendo antigua y pagana por su base»9. El via-

    9. MARCOY, Paul. Viaje a través de América del Sur: del Océano Pacífico al Océano Atlántico . 2 tomos. Lima: IFEA – PUCP – BCR – CAAA,2001. T. 1, p. 361.

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    jero describe con colores crudos a los eruditos de la capitalsureña:

    Todos estudian con ardor la teología, la filosofía, el Dere-cho natural y el Derecho de gentes, el Derecho civil y elDerecho canónico. Las ciencias naturales, las lenguas muertas y vivientes, y las artes de la belleza les parecenindignas de una educación viril , y las destierran del pro-grama de sus estudios, así como el divino Platóndesterraba de su república a los autores de sonetos y diti-rambos. La educación seria que reciben no hace sinoaumentar la gravedad de su exterior. Un cuzqueño erudi-to que atraviesa la calle, envuelto en su capa, tiene el airemajestuoso de un dogo dirigiéndose a los esponsales conel mar10.

    Marcoy agrega:

    Las definiciones sutiles con que han amoblado su espíri-tu le permiten elegir entre la magistratura y la abogacía.A veces se consagra a la enseñanza, pero el caso es raro. Enel Perú se han visto émulos de Cicerón comenzar de un

    solo tirón como generales de brigada, ascender después amariscales de campo, y sentarse en fin en el sillón de lapresidencia. Semejantes casos explican el prodigioso nú-mero de abogados con que cuenta la ciudad11.

    En medio de tales personajes, llaman la atención del viaje-ro el contraste de las casuchas, los olores fétidos emanados delos canales que atraviesan la ciudad —un viejo leit motiv  de la

    10. Ib., p. 372. La cursiva es nuestra.11. Ib.

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    literatura cuzqueña—, las crueles matanzas de perros y eldesorden. Treinta años después, otro testigo foráneo, el ex-plorador Charles Wiener, aun pudo contemplar a don PíoBenigno Mesa, «doctor en Derecho, coronel de la guardiamunicipal, presidente del Concejo e inspector general de lasescuelas»12. Cuenta Wiener que el letrado y político cuzque-ño conducía un establecimiento que funcionaba

    simultáneamente como botica, periódico y colegio superior.El explorador confiesa haber adquirido allí un almanaque, unaHistoria del Cuzco  —escrita por el propietario—, un par debotines y espuelas, un sombrero de paja, papel de carta, ante-ojos y hasta una caja de galletas y un empaque de conservas.Mientras que, en el patio intermedio, se instalaban las ofici-nas del semanario El Ciudadano , que redactaba, corregía e

    imprimía el mismo Mesa. Finalmente, en el interior del in-mueble, el letrado impartía clases de Literatura, CálculoComercial y Derecho. Pío Benigno Mesa, dice risueñamenteWiener, era bodeguero en el frente de la casa, editor en elpatio y catedrático en los interiores13.

    Pero el Cuzco fue, hasta la primera mitad del Ochocien-tos, la ciudad más importante del sur andino desde los puntos

    de vista político, económico y cultural. Desde 1825 funciona-ba allí una Corte Superior de Justicia, cuya jurisdicción seextendía a todo el departamento y que reemplazaba a la anti-gua Real Audiencia merced a un dispositivo bolivarianoejecutado por el entonces prefecto Agustín Gamarra14. El pri-

    12. WIENER, Charles. Pérou et Bolivie. Récit de voyage . París: LibrairieHachette et Cie., 1880, p. 329.

    13. Ib.14. Cfr. VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. Gamarra y la iniciación republi- 

    cana en el Cuzco . Lima: Fondo del Libro del Banco de los Andes, 1981,

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    mer tribunal cuzqueño lo conformaron legistas de la talla deVicente León Argüelles, Santiago Corbalán, el arequipeñoBenito Laso de la Vega, Manuel Torres Mato y el fiscal JoséMaría de Lara15. Pedro Ignacio de Morales fue designado se-cretario de cámara, en tanto que don Agustín Ampuero, elrelator, no tardará en ser reemplazado por el doctor Juan Pintoy Guerra16. Por su parte, José Maruri de la Cuba —otro colo-

    rido personaje, que años después entablará una ruidosadenuncia contra Mariano Santos de Quirós, el gran compila-dor de las leyes republicanas— fue el primer Juez de Derechodel Cuzco17. Hacia 1834, José María Blanco, en su crónica delviaje al sur del presidente Orbegoso, refiere que el foro cuz-quense lo integraban «treinta y tres abogados, ocho escribanosy cuatro notarios»18. No hay que olvidar que en el Cuzco,

    capital del Estado Sur Peruano, también serían promulgadoslos códigos santacrucinos, primeros cuerpos legales de esegénero puestos en vigencia en nuestro país.

    Luego del fugaz auge confederado, la Universidad cuzque-ña, en tránsito hacia la secularización pero presupuestalmenteagobiada, se reducía a emitir los indispensables grados aca-

    pp. 55-64. El decreto de creación, de 1.° de febrero de 1825, puede verseen la Gaceta del Gobierno . Tomo 7, N.° 19, domingo 27 de febrero de1825, p. 1. En dicha entrega de la Gaceta figura el decreto bolivariano,de la misma fecha, que dispone la creación de la Corte Superior de

     Justicia de Arequipa.15. VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. Gamarra y la iniciación republicana

    en el Cuzco , op. cit., p. 55.

    16. Ib., pp. 56-62.17. Ib., p. 63.18. BLANCO, José María. Diario del viaje del presidente Orbegoso al sur del 

    Perú. Edición, prólogo y notas de Félix Denegri Luna. 2 tomos. Lima:PUCP - IRA, 1974, T. 1, p. 185.

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    démicos19. Lo propio ocurría en Lima, Arequipa y Trujillo.Por lo demás, la formación jurídica en el país, hacia mediadosdel siglo era paupérrima, por decir lo menos: bastaba con ha-ber aprendido el Manual del abogado americano  para accederal examen de título profesional, según se infiere de un dispo-sitivo dictado en 1841, que prohíbe tal método de acreditacióna través de un breviario «deficiente e incompleto» y que no

    puede sino suministrar «nociones muy triviales del Derechopatrio». Según precisa César A. Ugarte, en el Cuzco, antesde la reformas de 1866 y 1869, «se dispensaba arbitrariamen-te de los derechos de grado y se confería el grado de doctor aalumnos que no habían optado ni el bachillerato ni la licencia-tura»20. Entre 1853 y 1858, simplemente, los grados se dejaronde conferir21.

    Con el paso de los años y merced a las sucesivas las refor-mas, la situación de la educación superior progresaba, aunquemuy lentamente. Algo semejante ocurría en Lima, como lodemuestran las agrias disputas entre el Gobierno y las autori-

    19. Vid. VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. La Universidad Nacional de 

    San Antonio Abad del Cuzco . Cuzco: Edit. H. G. Rozas S.A., 1963, pp.51-60.

    20. UGARTE, César A. «Las Universidades menores». Revista Universita- ria. Órgano de la Universidad del Cuzco . Año VI, N.° 19, Cuzco, marzode 1917, pp. 3-34 [pp. 19-20]. Es la primera de seis entregas. Un versiónpreliminar del citado estudio: «Evolución de la enseñanza universitariaen el Cuzco». Revista Universitaria. Órgano de la Universidad del Cuz- co . Año I, N.° 3, Cuzco, diciembre de 1912, pp. 45-59.

    21. Anales Universitarios del Perú, redactados y publicados por el D. D. José G. Paz Soldán, rector de la Universidad de San Marcos de Lima.Tomo segundo . Lima: Imprenta de la «Época», por J. E. del Carpio,1862, pp. 42-43. Informe del secretario de la Universidad, José CasimiroPro, de 15 de noviembre de 1858.

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    dades del Colegio de San Carlos. En la ciudad imperial, en1878, mientras la aventura de Trinidad Enríquez recién em-pezaba, circuló un curioso comentario, del que hace eco laprensa capitalina. Sucede que en los exámenes de fin de año,de un total de cuarenta alumnos matriculados en la Facultadde Jurisprudencia, no menos de treinta y cuatro habían obte-nido el calificativo de «sobresaliente».

    No queremos aminorar en lo menos la inteligencia de lajuventud cuzqueña —comenta El Comercio de Lima—; peroestamos seguros que en pocos establecimientos de educaciónse encuentra una desproporción tan visible entre los exami-nados, los buenos , y los sobresalientes. Esto cuando más pruebala excesiva indulgencia que las más de las veces, es perjudi-cial, porque forma malos abogados22.

    Pero, aunque elocuente, esta es tan solo una anécdota.Desde 1863, y con mayor ímpetu desde 1869, la Universidadcuzqueña empieza a consolidarse como un centro de discu-sión liberal, anticlerical, federalista e intransigente, tal comolo demuestra el elenco de tesis defendidas por los graduadosde esa casa de estudios23. Temas como la igualdad jurídica

    entre varones y mujeres, matrimonio civil, pacifismo, consti-tucionalismo y soberanía popular, abolición de la pena demuerte, separación entre Iglesia y Estado y hasta una inci-piente etnografía, desfilan entre las inquietudes de losentusiastas alumnos de Jurisprudencia de la ciudad sureña.

    22. El Comercio . Año XL, N.° 13,933, jueves 14 de febrero de 1878, ediciónde la tarde [p. 2, col. 4]. Sección «Crónica».23. Véase la nómina de graduados y de tesis del período 1863-1904, inserta

    en VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. La Universidad Nacional de SanAntonio Abad del Cuzco , op. cit., apéndice, pp. 127-144.

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    En 1905, Hildebrando Fuentes anotaba, en la crónica de suviaje al Cuzco, que el número de los letrados «no es, por cier-to, muy reducido»; en efecto, casi un centenar de abogadosacreditados ante la Corte Superior de Justicia componían elforo cuzqueño24.

    Trinidad María Enríquez: un estado de la cuestiónLos textos consagrados a delinear el perfil de la estudiosa

    conforman un cuerpo documental del más diverso jaez: mate-rial archivístico disperso, testimonios orales, reseñasperiodísticas, artículos en revistas, entradas en diccionarios yenciclopedias ilustradas y hasta una que otra monografía, que

    condensan casi un siglo de producción escrita. En lo sustan-cial, esta narrativa —que ha contribuido a erigir a TrinidadMaría Enríquez en «la primera jurista peruana»— se deriva deun puñado de elogiosas biografías publicadas con anterioridada 1950. Tres de ellas han sido particularmente influyentes enla construcción del personaje, a saber: a) la necrología apareci-da en el semanario limeño El Perú Ilustrado  en julio de 189125,

    redactada por «un amigo» a instancias de Clorinda Matto deTurner, entonces directora de la revista; b) las breves reminis-

    24. Vid. FUENTES, Hildebrando. El Cuzco y sus ruinas. Lima: Imprenta LaIndustria, 1905, p. 81. Fuentes consigna una nómina de 94 abogados(Ib., pp. 81-84).

    25. ANÓNIMO. «Trinidad M. Enríquez». El Perú Ilustrado. Semanario para

    las familias . Año 5.°, Semestre I, N.° 218, sábado 11 de julio de 1891, p.2411. La entrega ostenta en portada el retrato de la homenajeada, segúnun grabado del artista D. Lozano, con la leyenda: «Trinidad MaríaEnríquez. Muerta el 28 de abril de 1891». Reproducimos el texto en losanexos del presente libro.

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    cencias del artista plástico y cronista Juan Guillermo Sama-nez, aparecidas en Variedades de Lima y reproducidas luegoen su compilación de artículos costumbristas de 192426; y, c) elartículo elaborado por el Seminario de Historia de la Universi-dad del Cuzco e inserto en la Revista de esa casa de estudios en192927. Anterior por unas semanas a la reseña de El Perú Ilus- trado , pero menos transitada —por tratarse de una publicación

    reservada para el lector forense—, fue la necrología que Pauli-no Fuentes Castro escribe en honor de Trinidad Enríquez enEl Diario Judicial  el 1.° de junio de 189128.

    La necrología anónima de El Perú Ilustrado sería divulga-da —sin citar procedencia y en una versión considerablementeresumida— en el enciclopédico libro de Elvira García y Gar-cía, La mujer peruana a través de los siglos , publicado en

    Lima entre 1924 y 192529. Mas una nueva etapa en los estu-

    26. SAMANEZ, Juan Guillermo. «Trinidad María Enríquez». En Ccapacc Llacctan Carcca. Apuntes de folklore peruano . Lima: T. Scheuch, 1924,pp. 119-123 y un retrato en la página 120. Artículo aparecido original-mente en el semanario Variedades de Lima. Juan Guillermo Samanez(Andahuaylas, 1870 – Lima, 1928), quien estuvo en el Cuzco desde

    alrededor de 1883, refiere haber recogido «informaciones personalestamadas en el seno de la sociedad distinguida de la ciudad histórica» yasegura haber conocido fugazmente a Trinidad Enríquez (Ib., p. 121).

    27. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez». Revista Universitaria. Órgano de laUniversidad Nacional del Cuzco . Año XVIII, Vol. II, Segunda Época,Segundo Semestre, 31 de diciembre de 1929, pp. 349-360.

    28. FUENTES CASTRO, Paulino. «Necrologías. XIV: Una aspirante á aboga-

    do. Trinidad M. Enríquez». El Diario Judicial de Legislación y  Jurisprudencia. Año II, Cuatrimestre I, N.º 312, lunes 1.º de junio de1891, p. 1243, col. 2.

    29. GARCÍA Y GARCÍA, Elvira. «Trinidad María Henríquez». En La mujer  peruana a través de los siglos. Serie historiada de estudios y observacio- 

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    dios sobre Trinidad Enríquez se abre con el capítulo que Jor-ge Cornejo Bouroncle le dedica en su libro Sangre andina.Diez mujeres cuzqueñas , editado en 194930. Cornejo, arequi-peño avecindado en Cuzco y primo hermano del jurista ÁngelGustavo Cornejo, ofrece una curiosa semblanza, en la que lanarración, por momentos novelada, se entrecruza con la trans-cripción de valiosa documentación de archivo. En 1954, el

    educador y político J. Wilbert Salas Rodríguez entrega unabreve semblanza, inserta en la Revista Universitaria y luegoen el opúsculo, Dos maestros cuzqueños 31. Finalmente, la tra-yectoria de la jurista ha sido dilucidada merced a los aportes,historiográficamente rigurosos, de Horacio Villanueva Urte-aga32  y de Luis Miguel Glave33. Ambos investigadores, elprimero mediante labor de archivo, y el segundo, a través del

    nes . 2 tomos. Lima: Imp. Americana, 1924-1925. T. 2, pp. 498-500.Elvira García y García (Lambayeque, 1862 – Lima, 1951) dirigió elColegio de Educandas de la ciudad imperial entre 1916 y 1919. Sinembargo, si recogió allí información de primera mano sobre el personaje,lo cierto es que declinó incorporarla a su libro y se contentó con elresumen mencionado.

    30. CORNEJO BOURONCLE, Jorge. Sangre andina. Diez mujeres cuzqueñas .Cuzco: H. G. Rozas, Sucesores, Librería e Imprenta, 1949, pp. 244-270.31. SALAS RODRÍGUEZ, J. Wilbert. Dos maestros cuzqueños . Cuzco: Edito-

    rial H. G. Rozas S. A., 1954, pp. 13-16. También en Revista Universitaria,Año XLIII, N.º 106, Cuzco, 1er. semestre de 1954, pp. 26-44.

    32. Vid. VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. «Nacimiento y muerte de Trini-dad Enríquez». El Comercio . Cuzco, 27 de febrero de 1970; «TrinidadEnríquez, su ascendencia incaica». Revista del Museo Histórico Regio- 

    nal . Nos. 3-4-5. Cuzco, 1970.33. GLAVE, Luis Miguel. Dama de sociedad. Trinidad María Enríquez.

    Cusco, 1846-1891. Lima: Red Nacional de Promoción de la Mujer, 1997.Versión informatizada y resumida en el vínculo (agosto de 2005).

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    estudio de la prensa regional, han aclarado aspectos esencia-les de la vida del personaje.

    Comprensiblemente, Trinidad María Enríquez ha sidomencionada de manera fugaz en numerosos estudios de al-cance general. Pero la fama de la «primera jurista peruana» leha dado también un lugar en obras de referencia34 y en laspáginas de periódicos35  y revistas de circulación masiva36.

    Quizás tal como a ella le hubiese agradado. De este modo, elejemplo de la recia estudiosa imperial ha logrado ampliamen-te la admiración de las generaciones venideras. O, comoacotaba el anónimo de 1891: «Alma grande y generosa, cora-zón noble y magnánimo, la posteridad se hará justicia».

    * * *

    Este estudio nació, de manera imprevista, a fines de 2003,mientras ambos recorríamos las páginas de La Gaceta Judi- cial  y los igualmente frágiles folios de El Diario Judicial , enbusca de datos para una historia del periodismo forense deci-

    34. BASADRE, Jorge. Historia de la República del Perú. 5.ª edición. 11 to-mos. Lima: Ediciones «Historia» - Editorial Universitaria, 1961-1968,T. 5, pp. 2094-2095; TAURO DEL PINO, Alberto. Enciclopedia ilustradadel Perú. 6 tomos. Lima-Barcelona, 1987, T. 2, p. 761; MILLA BATRES,Carlos (editor). Enciclopedia biográfica e histórica del Perú. Siglos XIX- XX . 12 tomos. Lima: Editorial Milla Batres, 1994, T. 4, p. 127.

    35. PIZARRO PILLCO, Elver. «Una cusqueña de talla universal. María Josefa

    Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara y Túpac Amaru». El Comercio ,Cuzco, viernes 7 de junio de 1996, edición del centenario.36. DE LOS RÍOS, Edmundo. «Trinidad M. Enríquez. Relámpago incesan-

    te». Caretas. Ilustración peruana. N.º 1149, 4 de marzo de 1991, pp.90-91.

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    Capítulo I

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    Parecerá hiperbólico, si no inverosímil, elhecho de que en una modesta ciudad andi-na, hacia el ultimo tercio del siglo XIX,hubiera cerebro femenino capaz de alimen-tar, difundir e implantar los esquemas delas nuevas ideas que hoy en día amenazantransformar el aspecto del mundo, varian-do la faz de la civilización, mediantes [sic ]formas hasta hoy desconocidas; y sin em-bargo, así fue; y este es el mérito másgrande y tal vez desconocido de la insignepatricia cuzqueña.

     Juan Guillermo SAMANEZ. Ccapacc Llacctan Carcca.

    Apuntes de folklore peruano  (Lima, 1924, pp. 120-121).

    María Josefa Trinidad Enríquez nació en la ciudad impe-rial en los primeros días de junio de 1846, de la unión no

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    sancionada de doña Cecilia Ladrón de Guevara y Castilla,una mediana terrateniente cuzqueña, y de don MarcelinoEnríquez, oscuro comerciante de productos agrícolas del quequedan escasos rastros1. La fecha exacta del natalicio de Tri-nidad María es uno de los misterios que esconde supersonalidad: los más han señalado día el 5 de junio; JorgeCornejo Bouroncle sugiere el día primero del mismo mes2. El

    año exacto —1846, y no 1848— solo ha sido determinado enépoca relativamente reciente3. Así pues, ¿quién era esta mu-jer, en quien las generaciones posteriores reconocerían a laprimera jurista, no solo del Perú sino del orbe hispanoameri-cano?

    Empecemos por enumerar los testimonios corroborados porlos biógrafos más autorizados. Por el lado materno, la futura

    letrada entroncaba con varias familias de notables  de la ciu-dad. Cecilia Ladrón de Guevara y Castilla, nacida hacia 1803y fallecida en 1869, contaba entre sus antepasados a algunosmiembros de la burocracia colonial y de la antigua noblezainca4. Pertenecía, pues, en la escala social cuzqueña, al estra-to de los pequeños y medianos propietarios, capa constituidapor las «personas de honor, lucimiento, comodidades, enlaces

    de estimación y empleos de aprecio» a que se refería Ignacio

    1. En adelante, nuestra narración sigue la reconstrucción que obra enGLAVE, Luis Miguel. Dama de sociedad , op. cit., salvo indicación ennota aparte.

    2. CORNEJO BOURONCLE, Jorge. Sangre andina. Diez mujeres cuzqueñas ,

    op. cit., p. 256.3. Vid. VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. «Nacimiento y muerte de Trini-dad Enríquez». El Comercio . Cuzco, 27 de febrero de 1970.

    4. VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. «Trinidad Enríquez, su ascendenciaincaica». Revista del Museo Histórico Regional . Nos. 3-4-5. Cuzco, 1970.

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    de Castro a fines del siglo XVIII5. Doña Cecilia llegó a poseerdos pequeñas haciendas en la provincia de Urubamba6; mien-tras que en la ciudad mantenía varias casonas: una en la callede la Coca, otra en el número 44 de Mesón, en su encuentrocon la calle del Qquera, y una tercera en la calle de Matará7.De su convivencia con Marcelino Enríquez nacerían dos hi-jas: María Ángela Enríquez de Vega —más tarde una

    eminente precursora del indigenismo y maestra en la provin-cia puneña de Lampa—, quien ve la luz en 18428, y nuestropersonaje. De un anterior relación con Juan Pascual Laza —un próspero minero y comerciante—, procedía una media

    5. CASTRO, Ignacio de. Relación de la fundación de la Real Audiencia del Cuzco en 1788 . Madrid: en la Imprenta de la viuda de Ibarra, MDCCX-

    CV [1795], p. 45. Según la clasificación de Castro, Trinidad María,aunque racialmente mestiza, no lo era para los cánones de la época. Elrelacionista define a los mestizos como «aquellos que traen inmediatoorigen de los indios» pero nacidos de descendientes de la nobleza o de lacasta de las «personas de honor».

    6. Cfr. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HIS-TÓRICAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit. Se trataba de las haciendas deMedia Luna y Yanahuara. Germán Stigilich dice que Media Luna Grandey Media Luna Chica eran haciendas de caña ubicadas en el distrito de

    Urubamba y que hacia 1920 contaban con 11 y 9 habitantes, respectiva-mente. Yanahuara, en el distrito de Ollantaytambo, tenía a esa fecha 36habitantes. Vid.  STIGLICH, Germán. Diccionario geográfico del Perú[...]. Segunda y última parte . Lima: Imp. Torres Aguirre, 1922, pp. 673,1159. El explorador Charles Wiener, en camino a las ruinas de Ollanta-ytambo, pasó hacia 1876 por las inmediaciones de la hacienda deYanahuara. Vid., WIENER, Charles. Pérou et Bolivie. Récit de voyage ,op. cit., p. 331.

    7. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 349.8. RAMOS ZAMBRANO, Augusto. «Una pedagoga e indigenista en Lampa».

    En su: Fundación de Puno y otros ensayos históricos . Arequipa: Insti-tuto de Estudios Históricos Pukara, 2004, pp. 95-103.

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    hermana de la estudiosa, Manuela Fernanda, nacida hacia18399.

    La predisposición de las hermanas Enríquez hacia las le-tras y las artes se hizo patente desde muy temprano. Latradición local es particularmente fecunda en torno a la in-fancia de Trinidad María. «Un amigo», el anónimo biógrafoque escribe en El Perú Ilustrado  en 1891, refiere:

    Su talento, verdaderamente notable, tuvo un desarrollobastante precoz. Personas de eleva[da] clase social delCuzco, que concurrían á las tertulias que en su casa sedaban, refieren que era muy ver á una niñita de siete años,parada en su asientito, jugando ajedrez con los más dies-tros, y derrotándolos casi siempre. Desde entonces seauguró lo que debía ser10.

    Se cuenta también que leía con avidez cuanto libro caeentre sus manos y que hasta triunfaba con frecuencia en laspartidas de ajedrez que entablaba encaramada en un tabure-te11.

    Llamada su madre á Tacna el año 51, á recojer una fuerteherencia, se dirijió con todos sus hijos á dicha ciudad, y

    después de recibida, pasó a Lima, donde la niñita Trini-dad llamó la atención de las personas que la conocieron,por lo notables de sus producciones12.

    9. GLAVE, Luis Miguel. Dama de sociedad , op. cit., pp. 21-22.10. ANÓNIMO. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 2411, col. 1.

    11. SAMANEZ, Juan Guillermo. Ccapacc Llacctan Carcca. Apuntes de fo- lklore peruano , op. cit., p. 121; UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DEINVESTIGACIONES HISTÓRICAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 349;SALAS RODRÍGUEZ, J. Wilbert. Dos maestros cuzqueños , op. cit., p. 13.

    12. ANÓNIMO. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 2411, col. 1.

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    El viaje a la capital es resaltado con insistencia por los bió-grafos: en Lima, se afirma, «llamaba la atención por la agudezanotable de sus respuestas», mientras que, en la tierra natal,los amigos de doña Cecilia retenían a la pequeña «por horas,y hasta por más tiempo, tal era el embeleso y encanto queproducía el espíritu lúcido y siempre alerta de la niña ex-traordinaria»13.

    Sin duda, la holgura económica permitía a las Enríquez es-capar de las severas limitaciones que, de otro lado, afligían a laeducación provinciana y, en particular, la instrucción femeni-na. Y es que en el Cuzco decimonónico, pese al enjambre deperiódicos de efímera existencia14 y una activísima labor deimprenta —que culminaría, dicho sea de paso, con el alumbra-miento de la primera revista jurídica del interior del país: El 

    Debate Judicial , hacia 189615—, lo cierto es que la vida acadé-mica institucionalizada se hallaba vedada para las mujeres. Enuna época signada por el patriarcalismo y por la rígida divisiónde roles entre uno y otro sexo, los vacíos en la instrucción pú-blica afectaban con singular gravedad a las mujeres. La

    13. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 349.

    14. Vid. CAHUATA CORRALES, Fructuoso. Historia del periodismo cusque- ño. Época republicana. Cuzco: edición particular, 1990; DENEGRI LUNA,Félix. Apuntes para una bibliografía de periódicos cuzqueños (1822- 1837). Lima: Editorial Lumen, 1964; GLAVE, Luis Miguel. La repúblicainstalada. Formación nacional y prensa en el Cuzco, 1825-1839 . Lima:IFEA – IEP, 2004. Una treintena de periódicos nacieron y desaparecie-

    ron entre 1824 y 1839.15. Para un estudio de la precoz revista jurídica cuzqueña, véase en RAMOS

    NÚÑEZ, Carlos. Historia del Derecho civil peruano . Tomo 5, volumen1.°: «Los signos del cambio: Los repertorios y el periodismo». Lima:Fondo Editorial PUCP, 2005. En proceso de edición.

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    postergación social y económica que consagraba el Código civilde 1852 es bien conocida. También aquí la fortuna familiar ylos paradigmas de la alta sociedad actuarían de contrapeso.

    Aún en la década de 1910 no habían teatros establecidos niclubes literarios o artísticos en la ciudad imperial16, de modoque el cultivo del intelecto se ejercitaba en el interior de loshogares, con la regularidad y amplitud que permitía la condi-

    ción social de cada cual. Una cultura de tertulias, veladasliterarias y recitales de poesía y música —complementadacon la frecuentación de la biblioteca familiar—, constituíanel marco en el que se formaban los notables de la ciudad.Todos coinciden en que las Enríquez se insertaron con facili-dad en ese mundillo refinado e ingenuo que constituía la vidaintelectual provinciana ochocentista. Las muchachas de la elite

    se formaban en las Educandas, un plantel de niñas que Si-món Bolívar fundara en julio de 1825 y que el prefecto Gamarrapuso en funcionamiento el primero de abril de 182717. El pa-dre Blanco, una década más tarde, observaba:

    En el día es el colegio que presenta más moralidad en lascostumbres y que manifiesta mayores adelantamientosen la enseñanza. Continuamente dan las alumnas exáme-nes públicos, en los que se disputan la preferencia lasgracias del talento y del arte acompañadas de la hermo-sura y de la elegancia en el decir18.

    16. VALCÁRCEL, Luis Eduardo. Memorias . Lima: IEP, 1981.17. Vid. MENDOZA, Fidelina. «Colegio Nacional de Educandas del Cuzco.

    Apuntes históricos». Cuzco Histórico. Revista Histórico Arqueológica.

    Órgano de la Comisión Histórico Eclesiástica. Año I, N.º 1, julio de1920, pp. 71-80; VILLANUEVA URTEAGA, Horacio. Gamarra y la inicia- ción republicana en el Cuzco , op. cit., p. 207-211.

    18. BLANCO, José María. Diario del viaje del presidente Orbegoso al sur del Perú, op. cit., p. 260.

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    Desde 1846, el colegio femenino se instalaba en una partedel secularizado claustro de la antigua orden de San Juan deDios, que fungía hasta entonces como sede de la Casa deMoneda19.

    La música constituía un elemento esencial en la formaciónde las jóvenes de la sociedad acomodada de la ciudad. En1847, un profesor de música, don José Sota, formaba parte

    del equipo de docentes enviados por el gobierno de Castillaen vistas de la reapertura del Colegio de Educandas en enerode 184820. Pero las muchachas de la generación de TrinidadEnríquez se beneficiarías de las lecciones de otro maestrolimeño, José María Varea. Profesor él mismo de las Educan-das, Varea solía organizar recitales de canto y piano en losque sus discípulas exhibían su destreza al ejecutar «difíciles

    trozos de música clásica italiana»21. Acudían a esas veladaslas jóvenes de la buena sociedad local: Elena Benavides, Do-lores Camacho, María Ana Leiseca, Emilia y Gabriela Concha,Manuela Sanz de Santo Domingo, Genara Juárez, las señori-tas Orihuela, Virginia y Carlota Rozas, Matilde Calle,

    19. Vid. MENDOZA, Fidelina. «Colegio Nacional de Educandas del Cuzco.Apuntes históricos. (Continuación)». Cuzco Histórico. Revista Históri- co Arqueológica. Órgano de la Comisión Histórico Eclesiástica. Año I,N.º 2, diciembre de 1920, pp. 53-71, [p. 61]. Según el plano del Cuzcoreproducido por Wiener, el local se erigía en la esquina de las callesMoneda y Concordia (hoy, San Juan de Dios y Teatro). Cfr. WIENER,Charles. Pérou et Bolivie , op. cit., plano entre las páginas 306 y 307.

    20. MENDOZA, Fidelina. «Colegio Nacional de Educandas del Cuzco. Apun-

    tes históricos. (Continuación)», op. cit., p. 61. También, REGAL, Alberto.Castilla educador. La instrucción pública durante los gobiernos de Cas- tilla. Lima: Instituto Libertador Ramón Castilla, 1968, p. 48.

    21. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 351.

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    Nicolasa Montes22. Elena Benavides ingresó como maestrainterina de música del Colegio de las Educandas en 1853 ymás tarde se convertiría en compositora profesional, mien-tras que Manuela Fernanda era, de las tres hermanasEnríquez, la que más destacaba en el arte de los sonidos23.Ángela y Trinidad, en cambio, entablaban conversación inte-lectual en las tertulias llevadas a cabo en la casa familiar.

    Desfilaban allí Ramón Mato —el padre de la autora de Aves sin nido —, Mariano Mato, el poeta Abraham Vizcarra, Nar-ciso Aréstegui —el romántico novelista de El padre Horán yde El ángel salvador —, los Usandivaras, los Saldívar, losHerrera, los Romainville, Antonio Concha, Gabino PachecoZegarra —natural de Ayaviri y traductor del Ollantay —, MaxE. Montes, Adeodato Nadal, Mariano Rozas, Manuel Miota,

    Gabino Ugarte, Mariano Orihuela y el pintor Mariano Cor-bacho24. Era fama que los exiliados colombianos Villa Duque,Castro, Gómez y Carbajal participaban de esas pláticas ilus-tradas25.

    De otro lado, el nacimiento de Trinidad Enríquez en 1846,como lo ha destacado Luis Miguel Glave, coincidiría con unperíodo de efectiva modernización de la ciudad imperial26.

    Desde 1848, bajo el gobierno del prefecto José Miguel Medi-na, el Cuzco logró contar con una biblioteca pública, un museode antigüedades, un gabinete de historia y un cementerio quedesterraba la antihigiénica costumbre de sepultar los cadáve-

    22. Ib.

    23. Ib., pp. 351-35224. Ib.25. Ib.26. GLAVE, Luis Miguel. Dama de sociedad , op. cit., pp. 13 y siguientes.

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    res en los templos. Otras obras públicas que modificaron lafaz de la antigua capital inca eran la alameda trazada porencima del río Huatanay —un pequeño orgullo ciudadano—,los portales, y la nivelación y empedrado de las calles27. Cle-ments Markham, quien visita la ciudad andina en 1853, sesorprendía de esas mejoras urbanas y de los nueve mil volú-menes de la biblioteca, tanto como de la rara prestancia física

    e intelectual de las señoritas procedentes de la «buena socie-dad» local:Las jóvenes del Cuzco —escribe el viajero e historiadoringlés— son, en general, muy bellas, con rasgos regulares,con un cutis fresco, ojos brillantes y llenos de inteligen-cia, con largas pestañas y abundante cabellera negraarreglada en dos trenzas. Han sido muy bien educadas,

    pues hay un excelente colegio para jovencitas, pero lareclusión en que viven les da un aire sencillo e ingenuo; yson notables asimismo por su bondadosa afabilidad28.

    Resulta difícil sustraerse a la tentación de ver aquí el re-trato de alguna de las hermanas Enríquez. Una fugaz miradaal interior de las casas de la clase terrateniente es registradapor el viajero británico: los salones eran largos y bellamente

    amoblados con sillas antiguas, gabinetes enchapados en ná-car y un piano, llevado desde la costa a lomo de indio, paraevitar estragos en el delicado mecanismo del instrumento29. Afalta de ese instrumento —narra Charles Wiener en 1876—,

    27. Vid. TAMAYO HERRERA, José. Historia social del Cuzco republicano . 2.ª

    edición. Lima: Editorial Universo, 1981, pp. 58-60.28. MARKHAM, Clements R. Cuzco and Lima. Traducción de EdgardoRivera Martínez. Lima: Ediciones Copé – Markham College, 2001, pp.152-153.

    29. Ib., p. 152.

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    algunas viejas espinetas heredadas de los tiempos colonialessobrevivían penosamente en las casonas de los notables30. Loque no entrañaba problema alguno: esos instrumentos de te-clado eran señales de status   que bastaba con exhibir en elsalón. No faltaban algunos exóticos individuos foráneos quedaban similar colorido a la ciudad: Markham recuerda a «unarquitecto polaco, un francés que enseña en el Colegio y un

    italiano dedicado a la búsqueda de tesoros escondidos»31

    . Perouna nueva inquietud social sería trasvasada, casi de contra-bando, a esa lánguida capa tradicional, junto con las modasfrancesas de vestimenta, mobiliario y etiqueta. El auge delromanticismo político y literario, germinado en la revoluciónparisina de 1848, parece explicar la excepcional cruzada re-novadora que Trinidad María emprenderá muy pronto.

    Trinidad Enríquez recibe la instrucción oficial en el Cole-gio de Educandas, establecimiento que dirigían, con manocircunspecta, doña Antonina Pérez y Gertrudis Araujo32. Elaño de su ingreso se sitúa hacia 1853, es decir a los siete uocho años de edad33. En las Educandas habría empezado aenseñar, a partir de los once o doce años, el curso de Geogra-fía34. Pero, más significativamente, la jovencita se forma «en

    el silencio del hogar», es decir, entre profesores particulares

    30. WIENER, Charles. Pérou et Bolivie , op. cit., p. 328: «quelque vieille épi-nette dont il existe plusiers spécimens autentiques dans le cité».

    31. MARKHAM, Clements R. Cuzco and Lima, op. cit., p. 152.

    32. Vid. MENDOZA, Fidelina. «Colegio Nacional de Educandas del Cuzco.Apuntes históricos. (Continuación)», op. cit., pp. 61 y siguientes.33. ANÓNIMO. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 2411, col. 1.34. SAMANEZ, Juan Guillermo. Ccapacc Llacctan Carcca. Apuntes de fo- 

    lklore peruano , op. cit., p. 121.

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    y la biblioteca familiar. Trinidad María, según el anónimobiógrafo de El Perú Ilustrado ,

    No teniendo ya clase alguna que cursar, se dedicó conahínco á la lectura, que rindió poderosamente su privile-giada inteligencia. Raro era el autor que le fueradesconocido. El más erudito podía hablar con ella sobrehistoria, filosofía, astronomía, ciencias sociales ó cualquie-ra otra materia. Consagrada en este período de su vida áprácticas religiosas, que la condujeron hasta el misticis-mo, conocía mejor que muchos sacerdotes el Evangelio,cuyas doctrinas practicaba35.

    La biblioteca doméstica había sido instalada por un tío «ca-laverón y manirroto»36. Juan Guillermo Samanez, quien seentrevistó con familiares y allegados de la letrada, escribe:

    Las fantasmagorías de un tío carnal, visionario y fastuosodotaron a la casa de una desbordante cantidad de librosencargados a Europa, lo que permitió a las hermanas En-ríquez [...] encontrarse al corriente de los más recientesdescubrimientos de la ciencia política europea, y unaámplia familiarización con las doctrinas más en boga delos pensadores y tratadistas de la época37.

    La solvencia pecuniaria de los Ladrón de Guevara permitíatambién la contratación de docentes contratados:

    Siguiendo las costumbres de las familias acomodadas delCuzco la caja del hogar remuneraba con creces las leccio-nes particulares de profesores a domicilio, doctos en

    35. ANÓNIMO. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 2411, col. 1.36. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., pp. 349-350.

    37. SAMANEZ, Juan Guillermo. Ccapacc Llacctan Carcca. Apuntes de fo- lklore peruano , op. cit., p. 121.

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    diversas materias del saber humano. Profesores de idio-mas, de geografía, de matemáticas, de música, de baile, dedibujo, maestras de bordado, en fin. Colombianos perte-necientes a la más alta clase social bogotana arrojados dellar amado por el ciclón revolucionario, que pagaban en elostracismo delitos políticos, amenizaban las tertulias co-tidianas de todas las noches, en los anchurosos salones dela casa solariega; tertulias a donde concurría lo más esco-

    gido de la intelectual regional38.Conocemos los nombres de algunos de esos maestros que,

    a cambio de media onza de oro mensual —remuneración exor-bitante para la época—, desfilaban por la residencia de doñaCecilia: Julio Rufino Oblitas —el impetuoso liberal y cate-drático de Derecho civil—, Gabino Pacheco Zegarra, Jaime

    Pacheco, Isaac Tejeira, J. José Aráoz y otros preclaros inte-lectuales de la región39. Por su parte, José Varea se encargabade la formación musical de las tres hermanas, mientras queun caballero venido de Venezuela, de apellido Bougereau, sededicaba a enseñarles el francés. Fervoroso admirador deBolívar, el señor Bougereau se esforzaba por transmitir a lapequeña Trinidad su propia devoción por el patriota cara-

    queño40

    . Otro curioso personaje, el padre Jaime —«confesory saqueador de bibliotecas particulares»—, cuidaba de la sa-lud espiritual de las muchachas. Circulaba el rumor de que,en el confesionario, el astuto sacerdote acostumbraba impo-

    38. Ib.39. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 350.

    40. CORNEJO BOURONCLE, Jorge. Sangre andina. Diez mujeres cuzqueñas ,op. cit., p. 257.

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    Refiérese a este respecto que Trinidad Enríquez experi-mentó una suerte de crisis mística durante la pubertad o en latemprana adolescencia42. « Un amigo» esboza el retrato de

    una mujer de alcurnia, consagrada cristianamente a la cari-dad y el sufrimiento; relata que Trinidad, luego de fundar uncolegio femenino en su propia casa, acogió a varias niñas huér-fanas, «á las que educó y trató con todo el cariño y solicitudde una madre»43. El devoto necrologista agrega:

    Después de los exámenes que hacía rendir, y que eranbrillantísimos, se verificaba la rifa de las obras de mano

    trabajadas por las alumnas, y su producto lo hacía repar-tir por ellas mismas entre las familias pobres, á fin dedespertarlas al sublime sentimiento de la caridad y ense-ñarles á practicarla [...]. Conocidos sus designios de ingresará la Universidad, con la mira de alcanzar una carrera pro-fesional, la hicieron los retrógrados el blanco de sussarcasmos y de sus invectivas. Esta guerra, que nada tenía

    de cristiana y que no cesó hasta su muerte, la soportó coninquebrantable valor. A ella, que era esencialmente reli-giosa, ¡la calificaron de hereje!44.

    Esa efigie contrasta con los demás testimonios y con lapropia trayectoria de la letrada, que apuntan más bien hacia

    41. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 352.42. Ib., p. 353.43. ANÓNIMO. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 2411, col. 2.44. Ib.

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    el laicicismo, la inquietud social y el inconformismo. Uno desus maestros particulares fue José Teodosio Rozas, masónafamado y cultor de la filosofía krausiana y de la metafísicaespiritista45. Jorge Cornejo, quien entrevistó o leyó algunosapuntes de Ángel Vega Enríquez, sobrino de la letrada, regis-tra que don Teodosio se hacía traducir por voz de Trinidad,«largos trozos de las obras originales de Rousseau, Montes-

    quieu, Saint Simon, Blanc, Comte, etc.»46

    . Cornejo agrega que,a través del magisterio del profesor liberal, la muchacha fre-cuentó los libros de Flora Tristán y hasta desliza la especiede que fue José Teodosio Rozas quien alentó a Trinidad Ma-ría a postular a la Universidad47.

    Nuestro personaje no tardó en formarse una idea de laslimitaciones que afligían a la educación femenina de la época.

    La placidez de su esfera social cede ante al vigor contestata-rio. En 1865 Trinidad María Enríquez aparece en los registrosdel refundado Colegio Nacional de Educandas como profeso-ra de Geografía, asignatura en la que es ratificadaoficialmente, previo concurso, en marzo de 186648. Es un mo-mento de esplendor del plantel de niñas, que hasta entonces

    45. TAMAYO HERRERA, José. Historia social del Cuzco republicano , op. cit.,p. 64.

    46. CORNEJO BOURONCLE, Jorge. Sangre andina. Diez mujeres cuzqueñas ,op. cit., p. 257.

    47. Ib., p. 259.48. Vid. MENDOZA, Fidelina. «Colegio Nacional de Educandas del Cuzco.

    Apuntes históricos. (Continuación)», op. cit., pp. 68-69. Trinidad Enrí-

    quez fue nombrada profesora «para la clase de Geografía» medianteresolución suprema de 3 de marzo de 1866. El mismo dispositivo ratificaa las docentes María Josefa Balcárcel en Aritmética y Grimanesa Jimé-nez en Gramática. Vid. El Peruano. Publicación oficial . Año 24, Tomo50, Sem. 1, N.° 26, lunes 13 de marzo de 1866, p. 100.

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    Antonina Pérez Directora y profesora de Higiene yEconomía Doméstica

    Gertrudis Araujo Subdirectora y profesora de Urbani-dad

    María Jesús Tejada Religión, Historia Santa y MoralCristiana

    Elena Benavides Música Josefa Salazar Aritmética y Sistema Métrico

    Trinidad Enríquez Geografía

    Grimanesa Jiménez Gramática49

    100 alumnas externas y 28 internas becarias recibían allí lainstrucción primaria. Hasta hoy se conserva el antiguo edifi-cio del colegio cuzqueño, con sus dos patios y una capilla. Enalgún momento la joven maestra de Geografía debió de con-tar entre sus pupilas nada menos que a Grimanesa Mato—nombre verdadero de Clorinda Matto de Turner—, nacidaalrededor de 1855. Trinidad Enríquez impartirá el curso de

    49. MENDOZA, Fidelina. «Colegio Nacional de Educandas del Cuzco. Apun-tes históricos. (Continuación)», op. cit., p. 68.

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    Geografía en las Educandas hasta 186950. En ese año CeciliaLadrón de Guevara fallece.

    En 1870 la estudiosa instala, en su casa de la calle Mesón,un plantel particular para señoritas: el Colegio Superior, dondese dictarían las materias necesarias para rendir satisfactoria-mente el examen de ingreso a la Universidad. Las pupilasrecibían allí lecciones de Derecho Natural, Civil y Romano,

    Filosofía, Lógica y Matemáticas Superiores. Rosa Jáuregui,Felícitas Zavala, Sofía Latorre y la poetisa Inés Vizcarra sonalgunas de las jóvenes que se matriculan en el plantel51. Entretanto, la inquieta letrada no descuida el activismo social: con-tribuye a la fundación de la Sociedad de Artesanos, para locual dispone de algunos ambientes de la casa de la calle Coca,junto con el mobiliario, «una alfombra de Bruselas» —artícu-

    lo particularmente apreciado en las residencias cuzqueñas dela época— y su biblioteca y museo particular52. Abre, por lamisma época, una escuela nocturna para obreros53. La parti-

    50. Trinidad Enríquez abandonó su puesto en las Educandas en 1869,quizá luego del fallecimiento de Cecilia Ladrón de Guevara. Así lo sugie-

    re el necrologista de El Perú Ilustrado . En ese año, las lecciones deGeografía son encomendadas a la profesora Juliana Otazú. Vid. MEN-DOZA, Fidelina. «Colegio Nacional de Educandas del Cuzco. Apunteshistóricos. (Continuación)», op. cit., pp. 68-69.

    51. UNIVERSIDAD DEL CUZCO. SEMINARIO DE INVESTIGACIONES HISTÓRI-CAS. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 353.

    52. Ib., p. 354; SALAS RODRÍGUEZ, J. Wilbert. Dos maestros cuzqueños , op.cit., p. 15.

    53. «Un amigo» relata: «A esta época corresponde el establecimiento de laEscuela Nocturna que, para la instrucción de la clase obrera, organizó ensu casa dando personalmente lecciones, fundando, al mismo tiempo,una biblioteca, con la cesión que hizo de sus obras, en pró de la claseobrera». Vid. ANÓNIMO. «Trinidad M. Enríquez», op. cit., p. 2411.

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    cipación de la Enríquez en la Sociedad de Artesanos seríacrucial: hacia 1876, auspicia la candidatura del presidente deesa corporación, el próspero carpintero Francisco González,a una diputación por la provincia del Cuzco. González, posi-blemente el primer parlamentario obrero del país, concurrióa la Cámaras en las legislaturas de 1878 y 187954.

    54. Vid. ECHEGARAY, Ismael R. La Cámara de Diputados y las Constitu-  yentes del Perú. 1822-1965 . Lima: Imprenta del Ministerio de Hacienday Comercio, 1965, pp. 597, 605.

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