Truffaut, François - Los 400 Golpes (Guión)(Fragmento)
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LOS CUATROCIENTOS GOLPES
(FRAGMENTO)
1. INTERIOR SALÓN DE CLASES – DÍA
El título desfila sobre un pupitre.
2. El pupitre se levanta, un estudiante saca la foto de una
modelo en biquini. La foto circula de tablero en tablero, lo que
permite ver el aspecto aparentemente estudioso de la clase:
estudiantes que muerden sus porta-plumas y trabajan con mucha
aplicación. El profesor vigila.
Comentario.- El paraíso perdido de la infancia es una invención
de la gente mayor. ¿Cómo creerlo a los dieciocho años cuando el
recuerdo de la edad ingrata permanece tan vivo como una comezón?
¿No nos reprochaban de sobra de no saber comportarnos y de tener
al demonio en el cuerpo? En casa, como en la escuela, no
dejábamos de tener trece años. Antoine Loinod lo recuerda bien:
era para él la época de la injusticia.
La foto ha llegado a las manos de Antoine quien le dibuja unos
bigotes.
El Profe:
¡Loinod! Déme eso que tiene ahí.
Antoine se levanta fastidiado.
El Profe:
¡Ah! ¡Qué bonito! (mirando siempre la
foto) ¡Al rincón! (la guarda en su
bolsillo). Bien hecho, es más que
suficiente para hacer subir su nivel
de honor.
Mira su reloj y se dirige a la clase.
El Profe:
¡Queda un minuto!
La clase:
¡Oh!
El Profe:
¡Silencio!
2
Comentario.- Durante esta época, casi ni respondía los exámenes.
Sin embargo era bueno en Historia, salvo la de la Antigüedad.
Gesto de desánimo de René a Antoine.
Comentario.- El profesor tampoco gustaba de esta materia
ingrata. Encargado también de la clase de francés, él solía
vengarse con innumerables cuestionarios escritos. De ahí su
sobrenombre: Señor Hojita.
El Profe (consultando su reloj):
Entreguen todos en treinta segundos.
La clase protesta.
El Profe:
¡Silencio!
El profesor recorre la clase, arrojando de paso una mirada de
desprecio sobre Antoine.
Comentario.- (Murmurando) “Haber sido reenviado del Liceo no es
un título de gloria en el curso complementario.” Cada día
Antoine escuchaba este refrán.
El profe:
Los jefes de fila, prepárense.
Coro de alumnos:
¡Señor Profesor! ¡Oh! ¡Señor, no,
señor profesor!
El Profe:
Contaré hasta diez y daré la señal.
Uno… dos… tres… cuatro… cinco… seis…
René se pone a escribir frenéticamente tras una repentina
inspiración.
El Profe:
Siete… ocho… nueve… ¡diez! Entreguen.
Los jefes de fila se ponen de pie.