tupac amaru, tomas katari y tupac katari ensayo.doc
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Gonzalo Peña15/04/2013
Prof. Robles
La explosión de la politización añorada
Interesante es pensar como la politización de las comunidades juega un rol
completamente preponderante en esta revolución de los Andes. El libro de Serulnikov,
centrado en las repercusiones de lo que fué la rebelión de Tupac Amaru, se configura como
un texto que permite esclarecer el fenómeno mediante la restitución de su dimensión
política. Desde mi punto de vista, uno de los principales argumentos del texto es el que las
comunidades involucradas desde un inicio se encontraron inmersas en un proceso de carácter
político-social, caracterizado por la presencia de contestación local, hasta que llegó un punto
en que fué posible lanzarse en una campaña insurreccional de amplia escala regional que
llegaría a subvertir el orden colonial en sí mismo. De esta forma, se puede comprender el
que el levantamiento campesino de Charcas haya planteado el tema de las formas legítimas
de gobierno (Tomás Katari), mientras que el liderado por Tupac Amaru II, plantearía el de la
soberanía.
El primer movimiento, aunque aparentemente bajo el marco de conservadurismo
colonial, logra minar la legitimidad de las elites regionales mediante la acumulación
progresiva de poder indígena, y por ende, genera autonomía. La pelea de Katari por su
“verdad y justicia” fué el verdadero acto subversivo de éste sujeto, brindando las
herramientas necesarias para una correcta campaña política anticolonial, marcadamente
contrahegemónica gracias al empoderamiento de los sectores indígenas. El segundo
movimiento, por su parte, a pesar de que ocurre con cierto paralelismo con respecto al
primero, difiere en contenido (y por ende en significado) gracias a su contexto socio-cultural,
el cual se entiende por dos rasgos fundamentales: el “renacimiento cultural incaico”, y el
elevado status social de la aristocracia indígena en esta zona, lo que determinaría en cierto
momento el que las fuerzas tupamaristas se extendieran por casi la totalidad del altiplano
peruano. Así, en estos movimientos lo que se vislumbra es la idea de que el gobierno debe
ser restituido a los antigüos dueños de la tierra, siendo víctimas de la violencia popular de los
movimientos insurreccionales aquellos que se autoploclamaron en una posición de clases
superior a la de los “indígenas”. Esto, para mí, representaría la crisis del sistema de
dominación colonial que daría lugar a estos eventos mayores que conmovieron los cimientos
del orden colonial en Hispanoamérica, en tanto que las comunidades indígenas se
configuraron como actores políticos fundamentales al sentar estos precedentes.
Dado esto, es consecuente pensar que la lectura realizada por las distintas facciones
oligárquicas con respecto a la revolución de carácter “precursor” -según los historiadores
peruanos liberales- de Tupac Amaru II daría pie a una serie de políticas represivas, avaladas
por sectores que iban de conservadores a progresistas, que repercutirían en las dificultades
posteriores para llevar a cabo la independencia. Los eventos de 1780 se erigirían como una
respuesta al masivo desafío al dominio colonial español que las elites hispánicas ostentaban,
desafíos que fueron planteados gracias a la explosión del proceso de politización añorado
que vivieron las comunidades indígenas. El concepto de explosión implica una acumulación
previa de concientización de las comunidades indígenas con respecto a la posición a la cual
habían sido relegados, lo que sumado a los profundos antagonismos ideológicos,
jurisdiccionales y económicos de los principales grupos de poder colonial, permitieron la
realización coyuntural de las añoradas (en tanto que esperadas, como contornos de la idea de
la restitución del gobierno a los antigos dueños de la tierra) movilizaciones/revoluciones
andinas.