Un Asalto Fúnebre

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8/17/2019 Un Asalto Fúnebre http://slidepdf.com/reader/full/un-asalto-funebre 1/3 UN ASALTO FÚNEBRE Emilio Fernández Cordón Usted que es abogado y conoce mucho el paño tiene que ayudarnos, doctor. Siempre fuimos clientes suyos y nunca le fallamos, así que le oca a usted quedar bien con nosotros, doctor. El asunto por el que lo molestamos arranca más o menos a la mitad del mes pasado. Resulta que es tanta la mishiadura que hay por todos lados que, con la banda, ya no teníamos adnde ir a robar ni a qui!n. Usted sabe, los de la banda somos cinco el #otrillo, el $ulceleche, el $ienteroto, el %ris y yo. &ueno, como le decía, hay tanta malaria en la calle que estábamos sin un mango y no encontrábamos de dnde surtirnos. #ara colmo, usted sabe, cada 'e( hay más pobres. ) los que tienen algo andan armados, ponen re*as hasta en las acequias de las casas y alarmas hasta en el tacho de la basura. &ueno, cuando más desesperados andábamos y sin una moneda para parar la olla, al %ris se le ocurri la solucin asaltar un 'elorio. Es decir. buscar en los a'isos f+nebres un muerto rico y caer. #ero, claro, estaba el problema de que ahora los 'elatorios los hacen en salas del centro y tienen 'igilantes, así que tu'imos que aguantar hasta que apareciera un muerto con plata y lo 'elaran a domicilio. #as un tiempito hasta que, el otro día, sali en el diario uno que había espichado como los reyes, en cama de lu*o y durmiendo. o más importante, gracias a $ios, era que el 'elorio se lo hacían en la mansin que el punto tenía en -hacras de -oria. &ueno, el caso es que conseguimos prestadas pilchas inolis y fuimos. legamos, pusimos cara de tristes, di*imos que !ramos empleados del pobre santo y nos de*aron entrar. odo result de die(, doctor. /icimos una fila con los parientes y figurones que había y les fuimos sacando los billetes, las *oyas y hasta los tapados de piel y guardando todo en unos bolsos. 0i un drama. os tipos colaboraron sin chistar y no tu'imos que usar los chumbos para nada. )a nos bamos cuando al %ris, cuándo no, le 'ino la idea de re'isar al finado y quitarle el oro y los anillos. #ara la falta que le iban a donde iba, di*o. ), mientras todo el mundo protestaba indignado y los hacíamos callar con amena(as, el %ris fue y meti mano en el ca*n. e estaba chapando el relo* al difunto, ) tironeaba porque estaba a*ustado, cuando el coso peg un grito propiamente de fantasma y se sent en el onca de un solo en'in y lo cal( del cuello al %ris que chillaba más que el muerto. ), bueno, doctor, lo de*amos al %ris y salimos como garga*o de m+sico, saltamos la pirca y seguimos corriendo hasta que 'imos que nadie nos perseguía. $e ahí, con los lompas mo*ados por el susto, nos fuimos al aguantadero del #elado 1ernet, usted lo registra, el que tiene el mate abollado. &ueno, pero lo peor del fato es que con la disparada nos ol'idamos de los bolsos y todo el barullo fue al puro nomás. 2l día siguiente, nos pareci más que raro que ni los diarios ni la tele contaran nada del balurdo que armamos despu!s nos enteramos del moti'o. ), ahora, doctor, el %ris como subuenhi*odemalamadre que es, no quiere darnos nada. #orque al final, doctor, al %ris le regalaron un toco así de grande de guita y le dieron un puesto en la bodega y un auto nue'o y hasta un 'ia*e a Europa le 'an a pagar por haber e'itado que al muerto lo enterraran 'i'o. 3ued como un h!roe el %ris, doctor. #or eso es que estamos aquí, doctor. $ígame, nosotros, los de la banda que no ligamos nada del robo, por casualidad y usted que sabe de estas cosas, doctor ... 4no podríamos hacerle un *uicio al %ris para que nos d! la parte que nos corresponde de las ganancias5". En 1ER060$E7 -8R$90, Emilio. -uentos para matar el tiempo, &s. 2s. E-8, :;;<. UN ASALTO FÚNEBRE Emilio Fernández Cordón Usted que es abogado y conoce mucho el paño tiene que ayudarnos, doctor. Siempre fuimos clientes suyos y nunca le fallamos, así que le oca a usted quedar bien con nosotros, doctor. El asunto por el que lo molestamos arranca más o menos a la mitad del mes pasado. Resulta que es tanta la mishiadura que hay por todos lados que, con la banda, ya no teníamos adnde ir a robar ni a qui!n. Usted sabe, los de la banda somos cinco el #otrillo, el $ulceleche, el $ienteroto, el %ris y yo. &ueno, como le decía, hay tanta malaria en la calle que estábamos sin un mango y no encontrábamos de dnde surtirnos. #ara colmo, usted sabe, cada 'e( hay más pobres. ) los que tienen algo andan armados, ponen re*as hasta en las acequias de las casas y alarmas hasta en el tacho de la basura. &ueno, cuando más desesperados andábamos y sin una moneda para parar la olla, al %ris se le ocurri la solucin asaltar un 'elorio. Es decir. buscar en los a'isos f+nebres un muerto rico y caer. #ero, claro, estaba el problema de que ahora los 'elatorios los hacen en salas del centro y tienen 'igilantes, así que tu'imos que aguantar hasta que apareciera un muerto con plata y lo 'elaran a domicilio. #as un tiempito hasta que, el otro día, sali en el diario uno que había espichado como los reyes, en cama de lu*o y durmiendo. o más importante, gracias a $ios, era que el 'elorio se lo hacían en la mansin que el punto tenía en -hacras de -oria. &ueno, el caso es que conseguimos prestadas pilchas inolis y fuimos. legamos, pusimos cara de tristes, di*imos que !ramos empleados del pobre santo y nos de*aron entrar. odo result de die(, doctor. /icimos una fila con los parientes y figurones que había y les fuimos sacando los billetes, las *oyas y hasta los tapados de piel y guardando todo en unos bolsos. 0i un drama. os tipos colaboraron sin chistar y no tu'imos que usar los chumbos para nada. )a nos bamos cuando al %ris, cuándo no, le 'ino la idea de re'isar al finado y quitarle el oro y los anillos. #ara la falta que le iban a donde iba, di*o. ), mientras todo el mundo protestaba indignado y los hacíamos callar con amena(as, el %ris fue y meti mano en el ca*n. e estaba chapando el relo* al difunto, ) tironeaba porque estaba a*ustado, cuando el coso peg un grito propiamente de fantasma y se sent en el onca de un solo en'in y lo cal( del cuello al %ris que chillaba más que el muerto. ), bueno, doctor, lo de*amos al %ris y salimos como garga*o de m+sico, saltamos la pirca y seguimos corriendo hasta que 'imos que nadie nos perseguía. $e ahí, con los lompas mo*ados por el susto, nos fuimos al aguantadero del #elado 1ernet, usted lo registra, el que tiene el mate abollado. &ueno, pero lo peor del fato es que con la disparada nos ol'idamos de los bolsos y todo el barullo fue al puro nomás. 2l día siguiente, nos pareci más que raro que ni los diarios ni la tele contaran nada del balurdo que armamos despu!s nos enteramos del moti'o. ), ahora, doctor, el %ris como subuenhi*odemalamadre que es, no quiere darnos nada. #orque al final, doctor, al %ris le regalaron un toco así de grande de guita y le dieron un puesto en la bodega y un auto nue'o y hasta un 'ia*e a Europa le 'an a pagar por haber e'itado que al muerto lo enterraran 'i'o. 3ued como un h!roe el %ris, doctor. #or eso es que estamos aquí, doctor. $ígame, nosotros, los de la banda que no ligamos nada del robo, por casualidad y usted que sabe de estas cosas, doctor ... 4no podríamos hacerle un *uicio al %ris para que nos d! la parte que nos corresponde de las ganancias5". En 1ER060$E7 -8R$90, Emilio. -uentos para matar el tiempo, &s. 2s. E-8, :;;<.

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UN ASALTO FÚNEBRE

Emilio Fernández Cordón

Usted que es abogado y conoce mucho el paño tiene que ayudarnos, doctor. Siempre fuimos clientes suyos y nunca le fallamos, así que leoca a usted quedar bien con nosotros, doctor. El asunto por el que lo molestamos arranca más o menos a la mitad del mes pasado.

Resulta que es tanta la mishiadura que hay por todos lados que, con la banda, ya no teníamos adnde ir a robar ni a qui!n. Usted sabe, losde la banda somos cinco el #otrillo, el $ulceleche, el $ienteroto, el %ris y yo. &ueno, como le decía, hay tanta malaria en la calle queestábamos sin un mango y no encontrábamos de dnde surtirnos. #ara colmo, usted sabe, cada 'e( hay más pobres. ) los que tienen algoandan armados, ponen re*as hasta en las acequias de las casas y alarmas hasta en el tacho de la basura. &ueno, cuando másdesesperados andábamos y sin una moneda para parar la olla, al %ris se le ocurri la solucin asaltar un 'elorio. Es decir. buscar en losa'isos f+nebres un muerto rico y caer. #ero, claro, estaba el problema de que ahora los 'elatorios los hacen en salas del centro y tienen'igilantes, así que tu'imos que aguantar hasta que apareciera un muerto con plata y lo 'elaran a domicilio. #as un tiempito hasta que, elotro día, sali en el diario uno que había espichado como los reyes, en cama de lu*o y durmiendo. o más importante, gracias a $ios, eraque el 'elorio se lo hacían en la mansin que el punto tenía en -hacras de -oria. &ueno, el caso es que conseguimos prestadas pilchasinolis y fuimos. legamos, pusimos cara de tristes, di*imos que !ramos empleados del pobre santo y nos de*aron entrar. odo result dedie(, doctor. /icimos una fila con los parientes y figurones que había y les fuimos sacando los billetes, las *oyas y hasta los tapados de piely guardando todo en unos bolsos. 0i un drama. os tipos colaboraron sin chistar y no tu'imos que usar los chumbos para nada. )a nosbamos cuando al %ris, cuándo no, le 'ino la idea de re'isar al finado y quitarle el oro y los anillos. #ara la falta que le iban a donde iba, di*o.), mientras todo el mundo protestaba indignado y los hacíamos callar con amena(as, el %ris fue y meti mano en el ca*n. e estabachapando el relo* al difunto, ) tironeaba porque estaba a*ustado, cuando el coso peg un grito propiamente de fantasma y se sent en elonca de un solo en'in y lo cal( del cuello al %ris que chillaba más que el muerto. ), bueno, doctor, lo de*amos al %ris y salimos comogarga*o de m+sico, saltamos la pirca y seguimos corriendo hasta que 'imos que nadie nos perseguía. $e ahí, con los lompas mo*ados por 

el susto, nos fuimos al aguantadero del #elado 1ernet, usted lo registra, el que tiene el mate abollado. &ueno, pero lo peor del fato es quecon la disparada nos ol'idamos de los bolsos y todo el barullo fue al puro nomás. 2l día siguiente, nos pareci más que raro que ni losdiarios ni la tele contaran nada del balurdo que armamos despu!s nos enteramos del moti'o. ), ahora, doctor, el %ris comosubuenhi*odemalamadre que es, no quiere darnos nada. #orque al final, doctor, al %ris le regalaron un toco así de grande de guita y ledieron un puesto en la bodega y un auto nue'o y hasta un 'ia*e a Europa le 'an a pagar por haber e'itado que al muerto lo enterraran 'i'o.3ued como un h!roe el %ris, doctor. #or eso es que estamos aquí, doctor. $ígame, nosotros, los de la banda que no ligamos nada delrobo, por casualidad y usted que sabe de estas cosas, doctor ... 4no podríamos hacerle un *uicio al %ris para que nos d! la parte que noscorresponde de las ganancias5".En 1ER060$E7 -8R$90, Emilio. -uentos para matar el tiempo, &s. 2s. E-8, :;;<.

UN ASALTO FÚNEBRE

Emilio Fernández Cordón

Usted que es abogado y conoce mucho el paño tiene que ayudarnos, doctor. Siempre fuimos clientes suyos y nunca le fallamos, así que leoca a usted quedar bien con nosotros, doctor. El asunto por el que lo molestamos arranca más o menos a la mitad del mes pasado.

Resulta que es tanta la mishiadura que hay por todos lados que, con la banda, ya no teníamos adnde ir a robar ni a qui!n. Usted sabe, losde la banda somos cinco el #otrillo, el $ulceleche, el $ienteroto, el %ris y yo. &ueno, como le decía, hay tanta malaria en la calle queestábamos sin un mango y no encontrábamos de dnde surtirnos. #ara colmo, usted sabe, cada 'e( hay más pobres. ) los que tienen algoandan armados, ponen re*as hasta en las acequias de las casas y alarmas hasta en el tacho de la basura. &ueno, cuando másdesesperados andábamos y sin una moneda para parar la olla, al %ris se le ocurri la solucin asaltar un 'elorio. Es decir. buscar en losa'isos f+nebres un muerto rico y caer. #ero, claro, estaba el problema de que ahora los 'elatorios los hacen en salas del centro y tienen'igilantes, así que tu'imos que aguantar hasta que apareciera un muerto con plata y lo 'elaran a domicilio. #as un tiempito hasta que, elotro día, sali en el diario uno que había espichado como los reyes, en cama de lu*o y durmiendo. o más importante, gracias a $ios, era

que el 'elorio se lo hacían en la mansin que el punto tenía en -hacras de -oria. &ueno, el caso es que conseguimos prestadas pilchasinolis y fuimos. legamos, pusimos cara de tristes, di*imos que !ramos empleados del pobre santo y nos de*aron entrar. odo result dedie(, doctor. /icimos una fila con los parientes y figurones que había y les fuimos sacando los billetes, las *oyas y hasta los tapados de piely guardando todo en unos bolsos. 0i un drama. os tipos colaboraron sin chistar y no tu'imos que usar los chumbos para nada. )a nosbamos cuando al %ris, cuándo no, le 'ino la idea de re'isar al finado y quitarle el oro y los anillos. #ara la falta que le iban a donde iba, di*o.), mientras todo el mundo protestaba indignado y los hacíamos callar con amena(as, el %ris fue y meti mano en el ca*n. e estabachapando el relo* al difunto, ) tironeaba porque estaba a*ustado, cuando el coso peg un grito propiamente de fantasma y se sent en elonca de un solo en'in y lo cal( del cuello al %ris que chillaba más que el muerto. ), bueno, doctor, lo de*amos al %ris y salimos comogarga*o de m+sico, saltamos la pirca y seguimos corriendo hasta que 'imos que nadie nos perseguía. $e ahí, con los lompas mo*ados por el susto, nos fuimos al aguantadero del #elado 1ernet, usted lo registra, el que tiene el mate abollado. &ueno, pero lo peor del fato es quecon la disparada nos ol'idamos de los bolsos y todo el barullo fue al puro nomás. 2l día siguiente, nos pareci más que raro que ni losdiarios ni la tele contaran nada del balurdo que armamos despu!s nos enteramos del moti'o. ), ahora, doctor, el %ris como

subuenhi*odemalamadre que es, no quiere darnos nada. #orque al final, doctor, al %ris le regalaron un toco así de grande de guita y ledieron un puesto en la bodega y un auto nue'o y hasta un 'ia*e a Europa le 'an a pagar por haber e'itado que al muerto lo enterraran 'i'o.3ued como un h!roe el %ris, doctor. #or eso es que estamos aquí, doctor. $ígame, nosotros, los de la banda que no ligamos nada delrobo, por casualidad y usted que sabe de estas cosas, doctor ... 4no podríamos hacerle un *uicio al %ris para que nos d! la parte que noscorresponde de las ganancias5".En 1ER060$E7 -8R$90, Emilio. -uentos para matar el tiempo, &s. 2s. E-8, :;;<.

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RELOJ

Emilio Fernández Cordón

%uardo de mi abuela materna muchos no=ol'idos. >omentos preciosos, dul(uras e?tremas y una gran culpa. Es decir, entre otras pocas,ue tambi!n ella una de las causas de mi escribir. Recuerdo, como uno de los más hermosos *uguetes de mi infancia, oírle, sentado a ladiestra de su mate y de mi leche con cacao, las más intrincadas historias, las más !picas a'enturas, las más tiernas e íntimas fábulas.Recuerdo, además, su ancestral temor a los temblores. 2 la primera oscilacin de lámparas y 'entanas, 'olaba sobre sus pies cansados yaguardaba, tiritando en mitad del patio, que la tierra se aquietara. En fin, que hace ya más de treinta y cinco años que slo la 'eo en missueños. 2llí permanece tan indeleble como su amor arde fuego constante en la memoria de mi alma.

/ace una semana, en la plena negritud de la noche y mientras dormía, un estridente sonido, como un eco del infierno, me despert dealarma. Rápido, busqu! el despertador en la mesa de lu( y lo mat! de un manota(o. #ero el chirriante timbre continu repicando en toda lacasa. 2dormilado, asustado, me le'ant! en pos del tel!fono. ampoco. El tel!fono descansaba en silencio y, a su lado, hacía lo mismo elcelular. 2turdido por el ya espelu(nante incesante espasmdico tintineo, recorrí desesperado, e intrigado, la 'i'ienda. 43u! era ese sonido54$e dnde pro'enía5 1inalmente, lo hall! en mi estudio, ba*o una par'a de libros des'enci*ados. El relo*. El despertador. El antiguo relo*despertador de mi abuela. /acía más de dos d!cadas que lo había traído de la 'ie*a casona de mi niñe(. /acía más de treinta y cinco añosque no funcionaba. #ero de !l manaba el timbre. $e sus metálicas entrañas. -omo si reci!n lo hubiera comprado. -omo si reci!n lehubiese dado cuerda. o acall! y la calma regres. Suspir! ali'iado. #ens! en 'ol'er a las sábanas, pero el desconcertante asunto mehabía despeda(ado el sueño por completo. 2+n faltaban un par de horas para el amanecer, por lo que decidí 'estirme pausadamente e ir adesayunar al centro de la ciudad. le'! conmigo el despertador de mi abuela, pesaba como medio @ilo, lo haría re'isar por un relo*eroamigo, necesitaba su e?perta opinin sobre el descabellado repentino funcionamiento. -uando ocurri, ahogaba una medialuna en la ta(ade caf!. 1ue primero el sordo fenomenal ruido, como de una bomba estallando en el espacio. uego lleg el cimbrn y el piso, la calle, elmundo entero, comen(aron a sacudirse como si fuesen un gran caballo queriendo quitarnos de encima. res minutos despu!s, acabados elsusto y el terrible sismo, en tanto las sirenas aturdían la circunstancia, regres! deprisa a mi hogar. $esde afuera, se 'eía todo bien. aachada estaba intacta. Entr!. ) 'i el techo del dormitorio durmiendo, desmayado, sobre mi cama destruida.

En 1ER060$E7 -8R$90, Emilio. -uentos para matar el tiempo, &s. 2s. E-8, :;;<.

RELOJ

Emilio Fernández Cordón

%uardo de mi abuela materna muchos no=ol'idos. >omentos preciosos, dul(uras e?tremas y una gran culpa. Es decir, entre otras pocas,ue tambi!n ella una de las causas de mi escribir. Recuerdo, como uno de los más hermosos *uguetes de mi infancia, oírle, sentado a la

diestra de su mate y de mi leche con cacao, las más intrincadas historias, las más !picas a'enturas, las más tiernas e íntimas fábulas.Recuerdo, además, su ancestral temor a los temblores. 2 la primera oscilacin de lámparas y 'entanas, 'olaba sobre sus pies cansados yaguardaba, tiritando en mitad del patio, que la tierra se aquietara. En fin, que hace ya más de treinta y cinco años que slo la 'eo en missueños. 2llí permanece tan indeleble como su amor arde fuego constante en la memoria de mi alma.

/ace una semana, en la plena negritud de la noche y mientras dormía, un estridente sonido, como un eco del infierno, me despert dealarma. Rápido, busqu! el despertador en la mesa de lu( y lo mat! de un manota(o. #ero el chirriante timbre continu repicando en toda lacasa. 2dormilado, asustado, me le'ant! en pos del tel!fono. ampoco. El tel!fono descansaba en silencio y, a su lado, hacía lo mismo el

celular. 2turdido por el ya espelu(nante incesante espasmdico tintineo, recorrí desesperado, e intrigado, la 'i'ienda. 43u! era ese sonido54$e dnde pro'enía5 1inalmente, lo hall! en mi estudio, ba*o una par'a de libros des'enci*ados. El relo*. El despertador. El antiguo relo*despertador de mi abuela. /acía más de dos d!cadas que lo había traído de la 'ie*a casona de mi niñe(. /acía más de treinta y cinco añosque no funcionaba. #ero de !l manaba el timbre. $e sus metálicas entrañas. -omo si reci!n lo hubiera comprado. -omo si reci!n lehubiese dado cuerda. o acall! y la calma regres. Suspir! ali'iado. #ens! en 'ol'er a las sábanas, pero el desconcertante asunto mehabía despeda(ado el sueño por completo. 2+n faltaban un par de horas para el amanecer, por lo que decidí 'estirme pausadamente e ir adesayunar al centro de la ciudad. le'! conmigo el despertador de mi abuela, pesaba como medio @ilo, lo haría re'isar por un relo*ero

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amigo, necesitaba su e?perta opinin sobre el descabellado repentino funcionamiento. -uando ocurri, ahogaba una medialuna en la ta(ade caf!. 1ue primero el sordo fenomenal ruido, como de una bomba estallando en el espacio. uego lleg el cimbrn y el piso, la calle, elmundo entero, comen(aron a sacudirse como si fuesen un gran caballo queriendo quitarnos de encima. res minutos despu!s, acabados elsusto y el terrible sismo, en tanto las sirenas aturdían la circunstancia, regres! deprisa a mi hogar. $esde afuera, se 'eía todo bien. aachada estaba intacta. Entr!. ) 'i el techo del dormitorio durmiendo, desmayado, sobre mi cama destruida.

En 1ER060$E7 -8R$90, Emilio. -uentos para matar el tiempo, &s. 2s. E-8, :;;<.