Un hogar entre los hogares | EL PAPA FRANCISCO Y UN NUEVO ...

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IBERO Un hogar entre los hogares El reto a las religiones para colaborar en la construcción de hermandad universal ratelli tutti ( FT) la última encíclica del Papa Francisco, tiene un origen que su autor confiesa con alegría: nació al calor de los diálogos del Papa con el Gran Imán Ahmad Al- Tayyeb; calor no de batalla, sino de hogar, donde dos compañeros con responsabilidades similares en sus propias asambleas buscan una misma esperanza y un mismo cuidado por el mundo, para acoger sueños grandes de paz y convivencia amorosa y fraterna de toda la humanidad. Aunque el diálogo marca la encíclica en diversas partes, en el capítulo octavo, dedicado al papel que F PEDRO A. REYES LINARES, S. J. Licenciado en Ciencias Teológicas por la Universidad Iberoamericana; licenciado en Filosofía Ciencias Sociales y maestro en Filosofía Social por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), y máster y doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia Comillas. Es profesor del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO, donde imparte, a nivel licenciatura, la materia de Filosofía y Ciencias Sociales y los cursos de Historia de la Filosofía I, Metafísica y Filosofía de la Religión. Además de su actividad docente en el ITESO, es director editorial de la revista de teología y ciencias humanas, Christus. pueden desempeñar las religiones en este proyecto de hermandad universal y los retos que han de enfrentar para ello, sirve explícitamente como hilo conductor. Aquí, la voz de Francisco se hace resonadora de las búsquedas y deseos del Gran Imán, que formó el Beit el A’ila el Masria (Casa de la Familia Egipcia), donde todas las personas de las religiones principales de Egipto pudiesen sentirse en su hogar y libres de poder dialogar y consultarse unos a otros para buscar cómo sus encuentros y diálogos pudiesen ser “dulce consuelo en medio de tanta amargura” 1 al grado de cerrar el capítulo con un llamamiento a coro. Por eso, si el destinatario de la encíclica es multinacional, multirreligioso, multicultural, no lo es menos también su remitente. El Papa es consciente de 250. El perdón no implica olvido. Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. El perdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino. Si el perdón es gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al arrepentimiento y es incapaz de pedir perdón. Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tui, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020. 50 FRATELLI TUTTI | EL PAPA FRANCISCO Y UN NUEVO ORDEN MUNDIAL | EXAMEN |

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Un hogar entre los hogares El reto a las religiones para colaborar en la construcción de hermandad universal

ratelli tutti (FT) la última encíclica del Papa Francisco, tiene un origen que su autor confiesa con alegría: nació al calor de los diálogos del Papa con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb; calor no de batalla, sino de hogar, donde dos

compañeros con responsabilidades similares en sus propias asambleas buscan una misma esperanza y un mismo cuidado por el mundo, para acoger sueños grandes de paz y convivencia amorosa y fraterna de toda la humanidad.

Aunque el diálogo marca la encíclica en diversas partes, en el capítulo octavo, dedicado al papel que

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PEDRO A. REYES LINARES, S. J.

Licenciado en Ciencias Teológicas por la Universidad Iberoamericana; licenciado en Filosofía Ciencias Sociales y

maestro en Filosofía Social por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), y máster y

doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia Comillas. Es profesor del Departamento de Filosofía y Humanidades

del ITESO, donde imparte, a nivel licenciatura, la materia de Filosofía y Ciencias Sociales y los cursos de Historia de la

Filosofía I, Metafísica y Filosofía de la Religión. Además de su actividad docente en el ITESO, es director editorial de la

revista de teología y ciencias humanas, Christus.

pueden desempeñar las religiones en este proyecto de hermandad universal y los retos que han de enfrentar para ello, sirve explícitamente como hilo conductor. Aquí, la voz de Francisco se hace resonadora de las búsquedas y deseos del Gran Imán, que formó el Beit el A’ila el Masria (Casa de la Familia Egipcia), donde todas las personas de las religiones principales de Egipto pudiesen sentirse en su hogar y libres de poder dialogar y consultarse unos a otros para buscar cómo sus encuentros y diálogos pudiesen ser “dulce consuelo en medio de tanta amargura”1 al grado de cerrar el capítulo con un llamamiento a coro.

Por eso, si el destinatario de la encíclica es multinacional, multirreligioso, multicultural, no lo es menos también su remitente. El Papa es consciente de

250. El perdón no implica olvido. Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. El perdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino. Si el perdón es gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al arrepentimiento y es incapaz de pedir perdón.

Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020.

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escribir con su propio corazón, pero lo reconoce nutrido de encuentros, voces, cartas, discursos, canciones de diferentes pueblos y reflexiones “de tantas personas y grupos de todo el mundo” (FT §5). La suya es una voz agradecida, construida por tantas otras, que habla no solamente como quien propone, sino también como quien responde, en alabanza y con reverencia, a “tanto bien recibido” (EE §233).

Una convicción preside este capítulo octavo. Formaba parte central del documento por la paz firmado en Abu Dhabi: el reconocimiento de toda persona como llamada a vivir en una relación de amorosa filiación con el Creador (FT §271). Según ambos líderes religiosos es este reconocimiento convencido el que define propiamente al creyente y la autenticidad de su fe. En el prefacio de la

declaración de Abu Dhabi se leía: “La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano al que apoyar y amar”2, y en esta frase puede verse el corazón fundamental que anima cada uno de los pasos de Fratelli tutti, y especialmente el examen y reto que lanza a las religiones esta encíclica. No se trata meramente de la afirmación de la fe, de acuerdo con la doctrina de cada grupo religioso, sino de la probación de esta fe, convertida en una intención decidida y universal de ayuda y de hacerse amable a todo ser humano.

Es precisamente esta universalidad lo que las religiones pueden aportar, pues no hay “razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad” (FT §272), si ésta ha de rebasar los límites naturales y de cercanía, para convertirse en un proyecto que abrace a todas y

261. Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal. No nos quedemos en discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos la carne de los perjudicados. Volvamos a contemplar a tantos civiles masacrados como “daños colaterales”. Preguntemos a las víctimas. Prestemos atención a los prófugos, a los que sufrieron la radiación atómica o los ataques químicos, a las mujeres que perdieron a sus hijos, a los niños mutilados o privados de su infancia. Prestemos atención a la verdad de esas víctimas de la violencia, miremos la realidad desde sus ojos y escuchemos sus relatos con el corazón abierto. Así podremos reconocer el abismo del mal en el corazón de la guerra y no nos perturbará que nos traten de ingenuos por elegir la paz.

Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020. 5 1

Fotografía: Robin Noguier. Unsplash.

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a todos. Fraternidad parece una palabra demasiado grande para realizarse en un proyecto que se apegue estrictamente a lo que se puede alcanzar por una consideración analítica. Ante las palabras grandes, es necesaria una obediencia para guiar todo esfuerzo analítico y comprensivo de las dinámicas sociales, que no olvide nunca que está tratando con hermanas y hermanos, que han recibido de lo alto su dignidad. Levanta así el Papa su protesta, con otras muchas voces del paisaje filosófico y ético, contra todo racionalismo que, miope, pretenda marginar toda sugerencia de quienes guardan “siglos de experiencia y sabiduría” (FT §275) de desear, motivar y celebrar la fraternidad y el origen común de todas las criaturas. No es un rechazo a todo intento racional, sino proponer a la razón la invención de proyectos para acoger una dignidad humana y de criatura que ella no resuelve como conclusión, sino que recibe como gracia y desafío de partida para su labor. La dignidad aparece como una condición primera y trascendental para todo proyecto racional.

Se trata, pues, para las religiones, de sugerir; de soplar en los oídos de los hombres y mujeres un aliento de la común dignidad para buscar cómo hacer posible la fraternidad. El segundo apartado del capítulo octavo toma esa responsabilidad con los acentos propios del cristianismo. “La música del Evangelio”, como la llama Francisco, nos ha de traer una melodía que desafía “a luchar por la dignidad de todo hombre y mujer” (FT §277). Ésta es la vocación particular del cristianismo. No se trata de acomodarse al espacio que le dejen los regímenes sociales, culturales, económicos y políticos, ni de achicarse solamente a los que compartan su convicción; su intención religiosa es siempre evangelizadora, pues tiene una buena noticia que dar, y, sobre todo, que vivir e invitar a vivir a todas las personas que quieran confiarse a su

bondad. Llama a “encarnarse en todos los rincones” (FT §278), y así se resignifica la vocación misionera de la Iglesia como anuncio de un desafío, que impulsa a ir más lejos de lo que ya se ha ido, con una dirección concreta: la dignificación filial de las relaciones entre todas las personas y con todas las criaturas.

El desafío, sin embargo, y es lo característico de la sugerencia religiosa, no está sostenido sólo en deseo o convicción. Por el contrario, deseo y convicción se sostienen, nacen y abrevan de una experiencia fundamental que late en el corazón de la misma religión. Es esa experiencia el núcleo de la noticia que brilla en cada una de las acciones de dignificación. En el cristianismo, la experiencia es “el poder del Resucitado” que “quiere parir un mundo nuevo, donde todos seamos hermanos, donde haya lugar para cada descartado de nuestras sociedades, donde resplandezcan la justicia y la paz” y se encarna en cada uno de los esfuerzos por dar lugar a ese querer, antes suyo que nuestro, al tiempo que se esconde en cada uno de los sufrientes que son llevados, como Jesús, a un destino envejecido de injusticia, para convertirse, con Él, en reclamo resucitado, al Padre y con el Padre, para que se muestre la verdad de nuestra humanidad como capaz de hermandad. El capax Dei3 que el cristianismo ha proclamado en la resurrección de Cristo, se hace en Fratelli tutti (como en la tradición más auténticamente cristiana), capax Fraternitas, y es este poder el que es reclamado en toda relación y en toda institución humanas, y el que ha de ser invocado, orando, en todo esfuerzo por la conversión de esas relaciones e instituciones.

De ahí que el Papa, como todo líder religioso, tenga que enfrentar el reverso: frente al capax Fraternitas, el capax violentiae4: la capacidad de destruir la fraternidad, en el corazón y hasta la destrucción física de hermanas y hermanos, que en ocasiones toma motivos religiosos

270. A los cristianos que dudan y se sienten tentados a ceder ante cualquier forma de violencia, los invito a recordar aquel anuncio del libro de Isaías: “Con sus espadas forjarán arados” (2,4). Para nosotros esa profecía toma carne en Jesucristo, que frente a un discípulo cebado por la violencia dijo con firmeza: “¡Vuelve tu espa-da a su lugar!, pues todos los que empuñan espada, a espada morirán” (Mt 26,52). Era un eco de aquella anti-gua advertencia: “Pediré cuentas al ser humano por la vida de su hermano. Quien derrame sangre humana, su sangre será derramada por otro ser humano” (Gn 9,5-6). Esta reacción de Jesús, que le brotó del corazón, supera la distancia de los siglos y llega hasta hoy como un constante reclamo.

Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020.

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para justificar su acción destructiva. La verdadera identidad religiosa, en particular la identidad cristiana, no se juega meramente en la confesión de una doctrina, sino en el desafío de la vuelta “a nuestras fuentes para concentrarnos en lo esencial: la adoración a Dios y el amor al prójimo”, y es éste el criterio fundamental de discernimiento frente a “aspectos de nuestras doctrinas, fuera de su contexto” para que no terminen “alimentando formas de desprecio, odio, xenofobia, negación del otro” (FT §282). La identidad se juega en este discernimiento que sondea los corazones y, también, las sociedades para quitar toda apariencia de fundamento a la violencia, revelando que lo que se ha levantado como razón religiosa para ella no es sino deformación de lo que esa religión esencial y verdaderamente es y puede ser. Así, el discernimiento va clarificando a los creyentes su verdadera vocación, descubriendo el llamado que Dios está haciendo en lo profundo de la humanidad, y que resuena con todas sus voces personales, religiosas y culturales, invitando al proyecto de fraternidad. El discernimiento recupera a las religiones el carácter dinámico que les es esencial: contra la violencia y favoreciendo la hermandad universal, las religiones van descubriendo lo que verdaderamente son y pueden

ser como vías de revelación de Dios a la humanidad.Así, el discernimiento permite oponerse a la

violencia y elegir modos de hacer la vida más acorde a una conciencia cada vez más plena de la dignidad de toda persona y de la posibilidad de construir con ella un proyecto de hermandad universal. No es un elemento más, complementario, a la verdad profunda de las religiones y, ciertamente, no puede serlo en el cristianismo. Por el contrario, constituye la señal más preclara de su esencia y verdad. Por eso el Papa Francisco concluye con el llamamiento conjunto con el Gran Imán al diálogo, la colaboración común y el conocimiento recíproco que permitan a las diferentes religiones encontrar su propio modo de cumplir esa vocación: ser espacio y hogar en que Dios pueda mostrarse, para todas las criaturas, para todas las personas, Padre y Madre amoroso, Creador y Salvador, Comunidad acogedora, Hermano y Hermana que incluye, Compañero y Compañera en construcción de Justicia, de Esperanza y de Paz. El llamamiento lleva, naturalmente, a la oración, para que se cumpla en nosotros, humanidad, esa voluntad de Dios de que lo seamos muy de veras. Que estas letras se unan también a esa invitación.

274. Desde nuestra experiencia de fe y desde la sabiduría que ha ido amasándose a lo largo de los siglos, aprendiendo también de nuestras muchas debilidades y caídas, los creyentes de las 72 distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades. Buscar a Dios con corazón sincero, siempre que no lo empañemos con nuestros intereses ideológicos o instrumentales, nos ayuda a reconocer-nos compañeros de camino, verdaderamente hermanos. Creemos que “cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dig-nidad es pisoteada, sus derechos violados. Ustedes saben bien a qué atrocidades puede conducir la privación de la libertad de conciencia y de la libertad religiosa, y cómo esa herida deja a la humanidad radicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales”.

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1 Así se expresó el ministro de cultura de Egipto, Terek Mitri, al término de la visita del Papa Francisco al Gran Imán en su viaje a este país en 2017.

2 Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común consultado en http://www.vatican.va/content/francesco/es/travels/2019/outside/documents/papa-francesco_20190204_documento-fratellanza-umana.html, consultado por última vez el 6 de noviembre de 2020.

3 Rufino, Symb. 13 (PL 21-325) citado en Pié-Ninot, S., La Teología Fundamental. “Dar razón de la esperanza” (1Pe 3, 15), 5ª edición, Secretariado Trinitario, Salamanca, 2002, p. 110.

4 Juan de Santo Tomás, Cursus Theologicus In Primam Secundae D. Thomae, Tomo I, Q VI, IaIIae, Disp. IV, Art. I, Quedam Notanda 5ª edición 1658. Consultado en https://books.google.com.mx/books/about/Cursus_Theologicus.html?id=NOREAAAAcAAJ&redir_esc=y, consultado por última vez el 6 noviembre de 2020.