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  • Un texto mdico del siglo XVel Tratado de las apostemas, de Diego e! Covo

    Nicasio SALVADOR MIGUELUniversidad Complutense de Madrid

    Pese a las muchas discrepancias existentes entre los tericos sobre elconcepto de literatura, en las que, por supuesto, no voy a entrar, parece cla-ro que a pocos se les ocurre hoy equiparara exclusivamente con la ficcin:y basta echar una ojeada a cualquier manual para comprobarlo. El presu-puesto es mucho ms obvio en cuanto a la Edad Media toca, porque tantolos autores como el pblico ignoraban las distinciones modernas entrevaleur dusage ou art pus didactisme ou fiction, imitation ou cration. tra-dition ou individualit 1 As, una futura historia de las letras medievalesque pretenda dar cuenta, con cierta exhaustividad, del fenmeno de la es-critura en el periodo habr de prestar mayor atencin a los libros cinegti-cos, histricos, jurdicos y mdicos, pongo por caso. en la misma lnea deinters con que, en los ltimos tiempos, se vienen considerando, verbigra-cia, los sermones, los tratados de apologtica o los libros de viajes- Las p-ginas que siguen no pretenden sino aportar una ficha. ni ms ni menosque una ftcha. a esa historia literaria del Medievo.

    TEXTO, FECHA Y AUTOR

    A 20 de mayo de 1412 2 se data la terminacin de una Ciruga rimada,compuesta en dos partes, de las que solo queda la segunda en un cdicetranscrito, en febrero de 1493. por Joanico de Artu~uriaga ~ y custodiadohoy en la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms. 2153).

    1-1. R. JALJss: Littrature mdivale et thorie des genres>, Potique, 1 (1970). p. 80.2 Cf p. 197. vv. 13-18 de la edicin citada en nota 7. Desconozco por qurazones la edito-

    ra del texto no ha realizado una numeracin seguida de todos los versos de la obra, sino p-gina a pgina. Tngase en cuenta, por tanto, cii relacin con las citas.

    CI. ibid., p. 4. lnea 1.Cf ibid., p. 197.

    DICE/VDA. Cuadernos de Filo logia Hispnica. nP 6-217-234. Edit. Univ. Complut. Madrid, 1987

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    Su autor, quien, segn se deduce de la misma obra, bautiz con el rtu-lo de tratados ambas partes ~, distingui la segunda como Tratado de lasapostemas 6 titulo con el que ha sido impreso t aunque algunos crticos sesirven an del nombre de Ciruga rimada que aplic el escritor al conjuntodel libro ~ Con todo, el Tratado de las apostemas posee unidad estructural ysemntica, lo que explica que circulara por separado, de acuerdo con loque se infiere tanto del texto preservado, que empieza a escribirse en el pri-mer folio del manuscrito, con indicacin de la identidad personal y profe-sional de su autor, como de la existencia, al menos desde fines del sigloXM en la biblioteca del monasterio de Guadalupe. que cobij una escuelamdica de reconocida celebridad desde mediados de esa centuria, de unacopia que contena tambin solo la segunda parte 4>.

    Se escapan, hasta ahora, la identidad del autor, excepto su nombreDiego el Covo y su profesin de mdico e yirugianos>, datos queconstan al comienzo del tratado It) Pero, en un par de anotaciones del si-glo XXII, colocadas en el margen superior izquierdo del folio Ir y en elmargen inferior izquierdo del folio 82v ti, se suprimi el artculo, se trans-

    Aqu comien9a el segundo trabtados> (p. 14, linea 1. de la edicin): de la qual asaztengo ya contado/en su captulo especial en el primero tractado fibid., p. 48, vv. 20-21).

    6 (~) el segundo trabtado (..). el qual Tratado es de las apostenas (p. 14 de la impresin).Tratado de las apostemas de Diego el Coro, cd. M.~ T. Herrera (Salamanca, 1983). Se trata

    de una edicin semipaleogrfica con una puntuacin tentativa, del todo insuficiente, y sinacentuacin. Por tanto, en todas las citas punto y acento por mi cuenta, aunque respetolas grafas. Cf tambin mfra, n. 9.

    En efecto, al inicio de la segunda parte, se lee: Aqu comienca el segundo trabtado quese sigue al primero en la Ciruga rimada ted. cia, p. 14). Con tal marbete aparece en J.DOMNGUEz BORDONA: Manuscritos con pinturas (Madrid, 1933), 1. p. 343. a.0 884: Inventario,general de manuscritos de la Biblioteca Nacional (Madrid, 1962), VI. p. 65: 0. BEAUJOLJAN:Manuserits mdicaux du Moyen Age conservs en Espagne, en Mlanges de la Caso deVelzquez (Pars, 1972). VIII, p. 179; Ch. FAULItABER et alii: Bibliography ofOd Spanisb Texts(Madison. 1984>), p. 1(X). nY 1332. En estas mismas obras se encuentra descripcin del cdice(ene1 caso del Inventario.... Pp. 65-66); agrgueseM.aT, HERRERA. ed, cia. PP. 9-12. Los autoresdel Inventario.., sealan que hay copia en la Biblioteca Menndez y Pelayo en Santanderentre los papeles de Gallardo (ob. cit., p. 66), noticia que recogen 0. BEAIJJOUAN (art. cia.p. 179) y M.~ T. HERRERA frd. cit., p. 9). Si bien no se especitica la fecha, debe tratarse ,, en el colectivo dirigido por l mismo: Mdicine humaine et vtri-nairela fin du MoyenAge (Gneve, 1966), Pp. 367-468 (para las referencias a la obra, pp. 409-410). Aqu mismo (PP. 455-457) Beaujouan ofrece un brevsimo resumen temtico de cadacaptulo y publica ntegro el captulo XXVII. sin que MA 1 Herrera d cuenta de clo.

    4> Ed. cia. p. 14, lneas 2 y 3.u En esa poca (1653), el manuscrito pas a poder del mdico madrileo Fernando

    Ynfante de Auriolich (cf nota en la parte inferior del folio 82v).

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    form Covo en Cobos, y se incluy en medio la preposicin de, convirtin-dolo en Diego de Cobos, nombre que le dan los catalogadores modernos 12,con un cambio, a mi ver, injustificado. Pues, aun en el caso de tener inmente, aunque ninguno se preocupa de plantear el problema, la vacilacinformal de algunos nombres y apellidos, habitual en la poca Campo!Campos, Villega/Villegas, Carvajal/Canajales 13 la sospechosa presenciadel artculo el me hace conjeturar que nos las habemos con un apodo y nocon un apellido- De ser as, se complicara an ms una posible identifica-cin futura del escritor, por cuanto la nica referencia coetnea a su pasopor una aldea de Granada 14 tampoco juzgo que quepa utilizarla como tes-timonio de un origen mozrabe, ya que remite a experiencias profesiona-les en la zona, cuyo carcter permanente o transitorio es imposible diluci-dar t5 Ms bien, Covo parece remitir al gallego-portugus, donde el trmi-no funciona como adjetivo y sustantivo, pero no se me alcanza en quacepcin cabria aplicarlo al escritor

    LA FORMA

    El libro se redacta en pareados, salvo los epgrafes que anteceden a ca-da captulo, el ndice colocado tras la introduccin y un breve prrafo. alfinal del capitulo XVIII 16 donde a Covo, posiblemente, le result dificilcondensar en verso las recetas de varias melezinas conpuestas. El autores muy consciente de haber optado por una forma mtrica: por eso, deno-mna la obra Ciruga rimada; se refiere, al comienzo del segundo tratado ala escritura por rima t7; y, ms tarde, vuelve a resaltar tal aspecto misrimas ~ en el cuerpo del relato- La calidad potica es, sin embargo, nu-la: los versos son irregulares (diez, once, quince, diecisiete silabas, etc.), al-gunos quedan sueltos (p. 23, vv. 4-5) y no falta la asonancia (p. 23, vv. 18-19), si bien la rima consonante se mantiene, por lo comn, como norma.

    Tan reiterado cmulo de imperfecciones y anomalas mtricas, aun

    2 Asi, J. DOMNGUEZ BORDONA, ob. y p. citadas; Inventario Vi, p. 65: Ch. FauJhabereah, ob, y p. citadas. Pero no G. Beaujouan. quien lo denomina Diego el Cobo (en Mlan-ges.... pp. 163 y 179), aunque, en otra ocasin, vacila: Diego de Cobos ou el Cobo, (Labbliothque., art. eL, p. 44)9).

    13 (7f, N. SAINADOR MIGUEL: La poesa cancioneril. El Cancionero de Estiga (Madrid,1977), p. 56 y n. 3.

    Ed. cia, p. 177, y. 31.> En p. 144, y. 17, hay otra referencia a vna aldea cordoucsina,>, pero del contexto solo

    se desprende que tal era el origen de un pueblerino enfermo, no que Covo hubiera presen-ciado all la actuacin del cirujano de que habla.

    i Ibid. pp. 138-139.Ibid., p. 14, epgrafe (lnea 5).

    < Ibid. p. 33v. 19.

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    cuando varias tengan su origen en el copista 19, nos asegura que Covo nopersegua ninguna finalidad artstica con el uso del verso, de modo que lapreocupacin por la rima de los pareados se explana como el recurso a unmedio mnemotcnico con el que se pretende facilitar la retencin del con-tenido. No hay que descartar, a tal propsito, que en la preferencia por elverso le hayan influido unos cuantos precedentes anlogos, pues. en po-cas muy distintas, algunos escritores se dejaron tentar por esa forma peda-ggica: as. Nicandro (fi. h. el 130), en Pronsticos y Curas, metrific textospseudohipocrticos 20); Benedetto Crespo, en el 681. compuso una obramdico-farmacutica en hexmetros 21- o, en la primera mitad del siglo X,Sa Id Ibn Abd Rabbihi (muerto cl 951) redact un poema sobre medicinaen metro rachaz 22 Y si ninguna prueba cabe aducir sobre el posible co-nocimiento de tales libros por parte de Covo, si debe resaltarse que Avice-na. a quien tan repetidamente cita, compil un resumen de su Canon, en1313 versos, con el ttulo de Poema didctico de la medicina (Ur,ffzafil-l-

    tibb) 23, varias veces traducido al latn, entre los siglos XIII y XVII, comoCanticaAvicennae 24 Adems, aqui no se cierra tal prctica: testigos, por noatosigar con otras referencias, los tres poemas mdicos que Gilles de Cor-beil escribi en las primeras dcadas del siglo XIII 25

    EL CONTENIDO

    El texto se compone de tres partes bien diferenciadas: exordio, narratioy eplogo 26; una estructura sencilla, como corresponde al contenido y alobjeto de la obra, pero donde no faltan esos dos elementos (exordium y ep-

    9 No cabe duda, verbigracia, de que hay que leer sanguino en lugar de sanguineo (p. 21.y. 17): cambiarmolificatiuo en moliJcatiuas (p. 30. y. 17): re

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    logus) considerados indispensables por la retrica medieval en c